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pobreza_doc - Delfi Volpatti

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1. Sintetizar los conceptos e ideas relacionadas a pobreza infantil, incluyendo consecuencias, datos y concepto de multidimensional.
La pobreza infantil se puede definir como una situación en la que niños y niñas sufren alguna privación de los recursos necesarios para sobrevivir, desarrollarse y prosperar, lo que les impide disfrutar de sus derechos, alcanzar su pleno potencial o participar como miembros plenos y en pie de igualdad en la sociedad. La pobreza es más que la escasez de ingresos. Vivir las primeras etapas de la vida en la pobreza significa no asistir a la escuela o hacerlo con retraso, no tener acceso a servicios básicos, entre otras carencias.
La pobreza en la infancia presenta ciertas particularidades que la distingue de la pobreza entre los adultos. Los niños, niñas y adolescentes tienen una mayor vulnerabilidad frente a la pobreza.
Según un informe de UNICEF sobre pobreza multidimensional dos de cada tres niñas y niños en Argentina (66%) son pobres por ingresos o están privados de los derechos básicos, como el acceso a la educación, la protección social, a una vivienda o un baño adecuado, al agua o a un hábitat seguro.
Según los números de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), la pobreza alcanzó a 11,5 millones de personas. De ese universo, 2,4 millones son indigentes, de acuerdo con el informe del organismo estadístico.
9 de cada 10 chicas y chicos en situación de pobreza monetaria viven en familias en las que el papa y/o la mama trabajan. La sola creación de empleo, sin tomar en cuenta su calidad, no permite salir automáticamente de la pobreza ya que el 76% de estas chicas y chicos pobres viven en hogares donde los adultos tienen trabajos informales o relaciones laborales precarias.
Como se registró en anteriores mediciones, los niños de hasta 14 años siguen siendo el sector poblacional más golpeado por la pobreza: de acuerdo con los datos oficiales, el 54,2% de la población en ese rango etario es pobre.
La pobreza está relacionada con la desigualdad multidimensional, ya que hay personas a las que les falta, y personas a las que les sobra. Tanto así sean ingresos, como privaciones no monetarias: necesidades básicas que son deficientes en el lugar donde una persona vive como agua potable, un baño digno, educación, entre otros; expresándose su multidimensionalidad en la pobreza física, la pobreza social, la capacidad reducida a gozar las libertades, el trauma acumulado y, por supuesto, la pobreza económica.
Dos de cada tres niñas y niños de Argentina (66%) son pobres por ingresos o están privados de derechos básicos, como el acceso a la educación, la protección social, a una vivienda o un baño adecuado, al agua o a un hábitat seguro, según un nuevo informe de UNICEF sobre pobreza multidimensional presentado hoy.    
“La pobreza es más que la escasez de ingresos. Vivir las primeras etapas de la vida en la pobreza significa no asistir a la escuela o hacerlo con retraso, no tener acceso a servicios básicos, entre otras carencias -concluyó Brumana-. A 40 años del regreso de la democracia, en un contexto electoral, creemos que es fundamental que haya un consenso en toda la sociedad sobre la necesidad urgente de reducir progresivamente la pobreza en la niñez en todas sus dimensiones”. 
Si se proyectan los números de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) a todo el país, la pobreza alcanzó a 11,5 millones de personas. De ese universo, 2,4 millones son indigentes, de acuerdo con el informe del organismo estadístico.
Como se registró en anteriores mediciones, los niños de hasta 14 años siguen siendo el sector poblacional más golpeado por la pobreza: de acuerdo con los datos oficiales, el 54,2% de la población en ese rango etario es pobre.
El porcentaje total de pobres para los grupos de 15 a 29 años y de 30 a 64 años es de 45% y 35%, respectivamente. En la población de 65 años y más, el 14,5% se ubicó bajo la línea de la pobreza, sostuvo el INDEC.
La línea de indigencia se mide por el costo de la canasta básica alimentaria, por lo que la inflación de alimentos resulta una variable determinante. En ese sentido, los precios de la canasta básica alimentaria se aceleraron en la segunda parte del año pasado, lo que se combinó con una fuerte caída real de los ingresos del sector informal de la economía.
La aceleración de la inflación y, en particular, del precio de los alimentos, contrarrestó las mejoras observadas en el mercado de trabajo y los ingresos. De hecho, el empleo registró una mejora en la segunda mitad del año pasado, más marcada en el último trimestre del año: la tasa de empleo cerró el año en 44,6%, el valor más alto de la serie desde 2016.
Si bien esta mejora del empleo no fue suficiente para contrarrestar la suba de los precios, sí se reflejó en uno de los indicadores adicionales de pobreza: el de la brecha entre el ingreso promedio de los hogares pobres y la canasta básica total. Este indicador marca cuán lejos están los hogares pobres del umbral que los coloca en esta condición, y durante el segundo semestre del año mostró una caída respecto de la primera parte.
La línea de pobreza definida por cada país generalmente refleja el monto por debajo del cual no se pueden satisfacer las necesidades mínimas de nutrición, vestimenta y vivienda de una persona en ese país, según el Banco Mundial. No es de sorprender que los países más ricos tiendan a fijar líneas de pobreza más altas, mientras que la de los países más pobres son más bajas.
Uno de los métodos que utiliza el Banco Mundial para calcular la pobreza es la tasa nacional de recuento de la pobreza, que es el porcentaje de la población que vive por debajo de las líneas nacionales de pobreza
La tasa de pobreza definida por las líneas nacionales de pobreza refleja la proporción de la población que no cumple con el estándar que un país considera necesario para cubrir las necesidades básicas.
Las estimaciones de pobreza en las líneas de pobreza nacionales se calculan a partir de datos de encuestas de hogares recopilados de muestras de hogares representativas a nivel nacional. Estos datos deben contener información suficientemente detallada para calcular una estimación completa del ingreso o consumo total del hogar (incluido el consumo o el ingreso de la producción propia), a partir de la cual es posible construir una distribución correctamente ponderada del consumo o ingreso per cápita.
El primero define la pobreza como un fenómeno básicamente individual y utiliza los indicadores de necesidades e ingreso para su medición. Desde este punto de vista, un individuo es pobre porque no quiere trabajar o por actitudes que denotan poco interés en progresar. Por los indicadores de pobreza asociados a esta concepción, concluye que se es pobre cuando la persona “no alcanza un determinado umbral de ingreso o cuando presenta alguna de cinco necesidades consideradas socialmente como básicas”. La concepción progresista de la pobreza, en contraste, considera que la pobreza es un fenómeno social-estructural con efectos colectivos que impide tanto a los individuos como a las colectividades, llevar una vida digna.
El IIDH define su posicionamiento institucional, según el cual la pobreza no es solo una cuestión de privaciones materiales sino que es un fenómeno vinculado a la reducción de las capacidades para llevar una vida que todos consideramos deseable, expresándose su multidimensionalidad en la pobreza física, la pobreza social, la capacidad reducida a gozar las libertades, el trauma acumulado y, por supuesto, la pobreza económica. A su vez se entiende que el concepto de pobreza integra tres postulados básicos:
· La pobreza denigra la dignidad de la persona.
· La pobreza es una construcción social.
· Existe una relación de interdependencia entre pobreza y violación de derechos humanos.

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