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Giro conceptual de los años 20. Parte 3 del programa: Paradojas del orden. En esta parte del programa, Freud hace un cambio brusco en sus conceptos, por empezar en “Más allá del principio de placer” va a decir que ya el aparato psíquico no se rige única y exclusivamente por el principio de placer, que este ya no es universal, sino que hay una instancia más originaria y elemental que esta: la compulsión a la repetición. Freud llega a esta conclusión porque se le presentaron varios referentes clínicos que contradecían el principio de placer que, hasta ese momento, regia el aparato psíquico; estos referentes eran: sueños que no son cumplimiento de deseo (neurosis de guerra), juegos que no persiguen el placer (Fort- da), repetición de experiencias que no contuvieron posibilidad alguna de placer y restos no tramitables en la transferencia. Neurosis de guerra: Luego de la primer guerra mundial (1918) el mundo atravesó una situación política y socioeconómica muy grande, por lo que convocan a Freud por su saber de lo psíquico para que proporcione una explicación de lo que le sucedía a aquellos soldados que fueron a la guerra y soñaban con los peores momentos que habían vivido allí, lo interrogaban por haber dicho que los sueños eran un cumplimiento de deseo, pero ¿Qué pasa con estos soldados que despertaban de estos sueños con renovado terror? Esta pregunta la contesta en la “Conferencia 29: revisión de la doctrina de los sueños” dice que los sueños de las personas con neurosis traumática no son un cumplimiento del deseo, Freud ya venía afirmando que estos sueños eran un “intento” de cumplimiento de deseo, porque lo que se buscaba con la repetición de ese sueño era intentar ligar, tramitar la situación traumática para que una vez ligado ese exceso de energía a una idea o representación, el aparato vuelva a funcionar como principio de placer. Freud va a destacar dos características de estos soldados. Una era que si a consecuencia de la situación traumática, el sujeto había sido herido físicamente, este no contraía la neurosis, ya que había dos condiciones para que se contraiga la neurosis: la primera condición para que la contrajera era ausencia de consecuencias físicas; y su otra condición era el “factor sorpresa”, es decir, que el sujeto no estuviera preparado para la situación traumática. En “Mas allá del principio de placer: capítulo 2” Freud se pregunta cual es la diferencia entre angustia, miedo y terror; y va a decir que el miedo es una reacción frente a la aparición de un objeto concreto (una araña x ej), algo que tiene nombre y permite la anticipación y así evitar el terror. Si de la nada aparece el objeto al cual le temo, la reacción es terror, ya que no se estaba preparado; Y la angustia, es el miedo sin saber a qué, es un estado de alerta, de espera y un intento de prevención de algo, que no se le puede poner un nombre. No pensar en un objeto puntual, es un afecto que desarrolla el “apronte angustiado”. Entonces, va a decir que si el soldado contrajo la neurosis traumática fue por la falta del apronte angustiado, no hubo una espera ni indicio que algo iba a ocurrir, entonces la situación fue tan grande que devino en trauma. Y si hubiese habido angustia, se evita el trauma. Juegos displacenteros: Freud toma el caso de su nieto quien jugaba un juego denominado “fort-da” (se fue-acá esta); esto ocurría porque la madre del niño comenzaba a dejarlo solo las primeras veces para retomar su vida, entonces por medio de este juego el niño interpretaba la partida de la madre, él podía tolerar su ausencia con la idea de que esta iba a volver. Lo que llamaba la atención es que el niño repetía la parte del sueño asociada al momento traumático, es decir repetía la partida de la madre, arrojaba el carretel, por esta acción el niño tomaba un papel activo (vos no me dejas, yo te estoy echando), esto también contradice el principio de placer. Restos no tramitables en la transferencia: Esto tiene que ver con lo que Freud observa en el análisis cuando la transferencia estaba establecida; el paciente repite sus actuaciones con la persona del analista, pero lo que a Freud le interesa recortar, es que, al paciente en vez de recordar una situación, por ejemplo, con su padre que era un hombre autoritario, la repetía con el analista, y de repente se comenzaba a comportar con el analista de una manera desafiante y autoritaria. El sujeto también ve las peores formas de relación y las peores situaciones que vivió con su padre, salen a la luz en el análisis, por lo que se repite lo más displacentero y traumático. Repetición de experiencias displacenteras (Neurosis de destino): Por ejemplo: persona que se queja de que todo le sale mal, que siempre fracasa y que una y otra vez falla en lo mismo, siempre tropieza con la misma piedra. Mientras mas desea evitar la situación, vuelve a padecerla. Esta compulsión a la repetición de situaciones que no traen posibilidad alguna de obtener place, va contra la idea del principio de placer, entonces Freud la va a explicar en el capitulo 4 de “Mas allá del principio de placer”, donde dará una base teórica para todos estos fenómenos. Reformulara la concepción que tiene del aparato psíquico, hasta ese entonces el esquema del peine, donde el aparato estaba totalmente abierto en su polo perceptivo, y comenzara a especular. Comienza a pensar un aparato psíquico como una esfera, como una vesícula indiferenciada de sustancia estimulable donde su superficie exterior sirve como órgano receptor de estímulos. Esta vesícula marca un adentro y un afuera que esta distinción es dada por su superficie, una barrera protectora inorgánica que filtra, atenúa y disminuye todos aquellos estímulos (del exterior) que son intramitables para el aparato, y así prevenir un cambio brusco en su funcionamiento regido por el principio de placer. Pero, cuando hay estímulos lo suficientemente intensos, logran romper esta barrera e ingresar al aparato superando su capacidad para tramitarlos, esto es llamado por Freud “situación traumática”. La forma que tiene el sujeto de manejar esa situación es por la vía de la repetición, intentando ligar algo de este exceso, es decir, el sujeto revive la situación como un intento de dominarla y ligar el exceso de energía en huellas mnémicas o representaciones, ya que la energía no puede estar suelta en el aparato porque si no este no funciona. Cuando una situación traumática sucede es mas urgente ligar la energía a una representación, por lo que el principio de placer se deja de lado y aparece esta compulsión a la repetición más originaria y elemental. El aparato se pone en modo repetir, buscando ligar el exceso de energía en una representación, y después que eso se logre ahí si vuelve a funcionar el principio del placer, pero está en un segundo plano, destronado. Freud también se interroga que pasa con aquellos estímulos que provienen del interior, porque en este nuevo esquema del aparato psíquico, tiene un adentro y por lo tanto tiene estímulos internos. Los estímulos internos no cuentan con protección alguna, no hay capa protectora, son las pulsiones y para estas no existe protección. En su esencia la pulsión trae algo de lo traumático, la pulsión en este momento aparece como novedosamente traumática, por lo que ahora trauma y pulsión son inherentes al ser humano, tanto los estímulos internos como los externos tienen en común una perturbación en la economía del organismo. Breuer formulo dos modos de concebir la energía psíquica: energía ligada y energía libremente móvil; y considera que en el aparato psíquico la energía debería estar ligada en representaciones, pero ante la irrupción energética, se intenta ligar para que el principio de placer retome su función, apareciendo la compulsión a la repetición en primer plano para hacer esa tarea: ligar la energía.El trauma deja de ser accidental, ya que de la pulsión nadie puede huir. Esto lo lleva a redefinir su dualismo pulsional, ya que dice que la compulsión a la repetición tiene una parte fructuosa que da buenos resultados y otra que no. Esto ocurre porque cuando se intenta ligar la energía por medio de la repetición, algo se va a poder ligar (Pulsión de vida) y algo no (Pulsión de muerte), lo que no puede ligarse es imposible de pronunciar y ser puesto en palabras, esta pulsión actúa en forma muda (sin representación palabra), resistencial (insiste) y mortífera (autodestructiva). Primer dualismo, antes del giro: Yoicas vs sexuales, pero cuando Freud introduce el narcisismo, comienza a quebrarse porque supone un yo sexualizado. Luego de 1920, plantea otro dualismo a partir de la compulsión a la repetición, las pulsiones yoicas y sexuales las junta en la pulsión de vida y las contrapone a las pulsiones de muerte. En “Conferencia 32: Angustia y vida pulsional” da un resumen de lo que fue investigando a lo largo de toda su vida respecto a la angustia, diferenciando esta del miedo y el terror. (Lo que se ejemplifica más arriba con neurosis de guerra) Diferencia también angustia realista de angustia neurótica. La primera la definió como una reacción frente a un peligro exterior que despierta angustia en el individuo, y que por ende lo prepara para este; Paralelamente define a la angustia como un estado afectivo, y esto supone que como todo afecto implica una descarga y si localizamos la descarga en la angustia realista puede tener un doble desenlace: por un lado, una descarga total, acto que termina con una parálisis general del sujeto, y por otro una descarga señal, acto que habilita la huida, en oposición a la angustia realista Freud plantea a la neurótica, atribuye a los estados neuróticos donde acá el peligro aparentemente no tiene gran protagonismo, uno esta angustiado pero no es por un peligro real, como si lo había en la realista, en la neurótica uno está mal y no hay peligro. Para que se presente la angustia, implica la presencia de algún peligro, ¿Cuál sería entonces el peligro en la angustia neurótica?, para tratar de responder esto toma como eje la oposición entre el yo y la libido, va a decir que será la propia libido quien aparece como representante del peligro que estábamos buscando, y es la propia libido el peligro, porque ante el reclamo de su libido lo que hace el yo es emprender la huida, sin embargo, esto a Freud mucho no le convence y al final de la conferencia, lo que hace es cambiar la teoría de la angustia, la invierte, es decir, que no es la represión lo que causa la angustia (libido no tramitada, afecto suelto mudado en angustia), sino que la angustia causa la represión, ya que en el texto “el yo y el ello” va a decir que la angustia es una pequeña “señal de alarma” que cuando detecta una moción libidinal se activa el mecanismo de la represión para sofocar esa moción. UNIDAD 14. La segunda tópica, insuficiencia de la primera para dar cuenta de los problemas de la clínica. El esquema del peine le es insuficiente, no alcanza a dar cuenta de los problemas de la clínica, por ejemplo, aquellos pacientes que cuando el medico les dice que se están por curar, estos empeoran, causando una: reacción terapéutica negativa, ocurriendo lo contrario a lo esperado. Esto, desde la primera tópica no se puede abordar. Por eso debe pensar en otro esquema y otras instancias que puedan dar respuesta. Freud vuelve a pensar la estructura del aparato psíquico, el esquema del peine le permitía pensar al Inconsciente y sus formaciones, comparado este a lo reprimido, y las tres instancias psíquicas le permitía a Freud pensar el conflicto entre pulsiones reprimidas y fuerzas de la represión a las cuales ubicamos siempre del lado del yo, el yo reprime y el síntoma aparecía como una transacción mal hecha, de compromiso. Entonces, Freud comienza a darse cuenta que no es lo mismo decir que el conflicto psíquico es entre el inconsciente y la conciencia, que entre el inconsciente y el yo. Pues a este ultimo ya no se lo identifica plenamente con la conciencia, sino que hay una parte del yo que es inconsciente (ejemplo de esto: la represión). Y por lo tanto el inconsciente no se va a identificar plenamente con lo reprimido. Si bien todo lo reprimido es inconsciente no todo lo inconsciente es reprimido. Freud va a retomar la idea de la vesícula y le suma un aporte de su amigo George Grodekk, quien tenia una tesis de que somos manejados por algo (pasiva), de que hay fuerzas que nos gobiernan y nos impulsan a hacer cosas, determinando nuestros actos. Toma esta idea, y dice que eso que determina mis actos, forma parte de mi aparato psíquico (activa). Entonces hay una parte en el aparato que nos empuja a hacer cosas más allá de lo que conscientemente podemos pensar: el ELLO. Este ello incluye a las pulsiones, almacigo de lo pulsional, por eso es pura pulsión que aspira a satisfacerse, demanda satisfacción, lo que hace al ello indomable (su único interés es la satisfacción). La idea de Freud es que en el origen del aparato, solo habría ello, pulsiones insensatas, atemporales y amorales que solo demandan satisfacción; Y luego, por el contacto con el mundo se produce una modificación en el aparato, surgiendo algo que intenta canalizar esas pulsiones por la vía de se tramitación con la realidad: El YO. Este asume la representación del individuo y aparece como una diferenciación del ello. El yo va a tratar de mediar y conciliar para que la pulsión se satisfaga, pero a expensas de la realidad. Freud piensa la relación de las dos instancias en una metáfora: la del jinete (yo) y el caballo (ello); el yo se cree que maneja y dirige al caballo, pero quien tiene la verdadera fuerza es el ello. Esto se da porque el yo no tiene fuerzas propias, se sirve de energías prestadas del ello que contiene las pulsiones. El ello más abarcativo que lo reprimido. La mudez pulsional: Lo reprimido forma parte de la pulsión de vida ya que logra ligarse, esto se expresa en las formaciones del inconsciente. Pero también en el ello hay algo que responde a lo que no se expresa (mudez pulsional), es decir, a las pulsiones de muerte, porque estas se manifiestan como tendencias destructivas por fuera de la palabra y de lo reprimido. Por lo tanto, el ello reúne aquello relacionado a las dos pulsiones. La aspiración a la unidad por parte del yo, y sus relaciones de dependencia, vasallajes. El lugar del mundo externo y la realidad: Por último, plantea una tercera instancia en la nueva tópica: super yo; ya en “introducción al narcisismo” tenemos un antecedente de esta instancia al hablar de la consciencia moral, como una instancia que observa y vigila permanentemente al yo, midiendo la distancia entre el yo actual y el ideal del yo. Acá, toma esta idea y la reformula: dice que es una instancia que observa al yo desde arriba, lo juzga y critica cuando el yo no cumple o se aleja del ideal. Es el heredero del complejo de Edipo porque cuando este se sepulta, la critica de los padres se introyecta y todas esas exigencias y mandatos se internalizan. Los vasallajes del yo son tres amos exigentes y contradictorios: el ello, que demanda pura satisfacción para la pulsión sin importarle nada; el super yo que también vigila al yo permanentemente; y a estos, le sumamos otro mano: el mundo exterior o la realidad, que también le exige al yo, porque uno tiene que actuar de acuerdo con la realidad, exigiéndole todo lo contrario que le pide el ello. Estas exigencias hacen que el yo sea una instancia mediadora, y donde el yo no es amo de su propia casa. Freud descubre que cuando el yo no cumple con el ideal, siente culpa, racional y consciente, conociendo sus razones; pero, descubre que también hay un sentimiento de culpa inconsciente, proveniente del superyo. Este super yo tiene dos caras: una, ordenadora, representante de la ley del padre en tanto heredero del complejo de Edipo, y la otra: una no tan ordenada y cruel, esto lo descubre en la clínica, ya que pacientes le dicen que hicieron lo “correcto” y aun así se sienten mal. Aquí Freud se encuentra con una paradoja: la exigencia sádica del super yo. De cada renuncia pulsional que el yo hace, el super yo se alimenta y sigue exigiendo más y más, se torna cada vez más severo y se convierte en alguien tan sádico y cruel como solo el ello sabe serlo. El super yo hereda todo, no solo los mandatos y exigencias, también hereda la parte pulsional que tiene que ver con la idea de una satisfacción pulsional, algo del ello que se filtra en el super yo. Esto, da cuenta de que el super yo esta siendo una especie de abogado del ello, defendiendo sus intereses y buscando la satisfacción de las pulsiones. En el capitulo 4 de “el yo y el ello” repasa el nuevo dualismo pulsional y aclara que estas 2 pulsiones se mezclan en diferentes porciones, lo que va a permitir retomar cual es el tratamiento que el aparato puede realizar sobre las pulsiones de muerte. En un primer momento las pulsiones estaban unidas, pero con el sepultamiento del complejo de Edipo y el origen del super yo, se genera una desmezcla pulsional. La identificación con el padre a partir de la cual se forma el super yo, trae aparejado una desexualizacion y una sublimación, esto genera que la energía que investía a ese objeto quede libre, y esta es la que va a nutrir al super yo, filtrándose por la segunda cara de este, pasando a ser el abogado del ello. Esta energía libre, al intentar ligarse, le pega al yo repetidamente por lo que el super yo le exige desmedidamente al yo. Jamás va a dejar de exigirle. La reacción terapéutica negativa esta vinculada con la relación de el super yo y la pulsión de muerte. Cuando se ven progresos en el trabajo analítico, el paciente empeora en vez de mejorar, ya que la cura es vista como un peligro para el sujeto y se aferra a su sufrimiento, se vincula este fenómeno clínico con un sentimiento de culpa que encuentra su satisfacción en la enfermedad, sin querer renunciar al castigo del padecer derivado de la pulsión de muerte y es mudo, ya que no se siente culpable, sino que se siente enfermo, esto es paradojal, porque la culpa es algo inconsciente, no quiere curarse porque no quiere dejar de pagar con su sufrimiento, la posición del yo frente a esto es masoquista, porque en el castigo encuentra cierta satisfacción pulsional. Plantea Freud diferentes masoquismos, moral, erógeno, y femenino. Masoquismo moral: Es un placer que tiene que ver con la pulsión de muerte, para un sistema es placentero (ICC) pero para el otro es displacentero (CC); el yo tiene una parte donde sufre, por eso consulta y pide ayuda, pero hay otra parte que encuentra el placer en el sufrimiento. Por esto es una satisfacción paradojal. Masoquismo erógeno: tiene que ver con obtener satisfacción sexual con una pareja, de alguna manera implica un otro, cuando por ejemplo se nos infringe un castigo corporal, placer sexual a partir de un castigo que es infringido en el propio cuerpo y que es ejercido por un otro. Inconsciente en el sentido descriptivo, sistémico y dinámico. Tiene que ver con un conjunto de contenidos no presentes en el campo actual de la conciencia, hay representaciones que están presenten en la conciencia y de las que nos percatamos, pero que también hay otras representaciones latentes, ocultas, esto sería el icc descriptivo, se refiere a este conjunto de contenidos que no están presentes en la consciencia pero sabemos que de alguna manera existen y a partir de indicios podemos percatarnos de que están, es una manera de considerar al inconsciente pero no es la única porque el inconsciente tiene que ver con un punto de vista sistémico, y Freud con esto se refiere a que hay leyes que rigen lo inconsciente, que tiene que ver con un funcionamiento particular de este sistema, lo cual hace que el inconsciente, sea visto desde este punto, como un sistema con una legalidad y leyes propias que son condensación y el desplazamiento, que hacen a un funcionamiento singular y distinto de la consciencia, funcionamiento propio y singular porque tiene leyes distintas, que las transcribe al proceso primario, condensación y desplazamiento, los caracteres esenciales del inconsciente como sistema, son precisamente los mecanismos específicos, eso es lo que hace a lo esencial de lo inconsciente entendiéndolo como sistema. Freud tiene que dar cuenta de un inconsciente dinámico, porque dice que la represión es en alto grado móvil, no se consuma de una vez y para siempre, sino que le exige un gasto de energía constante y permanente, admite que existen pensamientos inconscientes que son eficaces, y de los cuales sabemos que vienen los síntomas, y también otros que a pesar de su intensidad y su acción eficiente se mantienen alejados de la conciencia, no gastan mucha energía, pero la idea central es la lucha de fuerzas opuestas, dentro del aparato psíquico, las que insisten y colaboran en mantener alejadas algunas representaciones y de alguna manera estas fuerzas que vienen del inconsciente que insisten en que esto reaparezca, esta lucha colabora con un inconsciente dinámico, donde hay un gasto de energía permanente en el aparato. UNIDAD 15. Complejidad de las resistencias y limite a la meta del recordar. Acá, ya no hablamos de la resistencia como única fuerza, como obstáculo contracara de la defensa, pues era la resistencia la misma fuerza que originaba la represión, sino que ahora hablamos de 5 tipos distintos de resistencia que provienen de 3 lados: del yo, el ello y el superyó. Del YO (Antes del giro de los 20): Resistencia de represión: La meta del análisis es llenar las lagunas del recuerdo, y el yo reprime ahuyentando las representaciones inconciliables, por lo que se vuelve una resistencia que parte de este yo. Resistencia de transferencia: parte también del yo, tiene que ver con la transferencia negativa, siendo esta el obstáculo del análisis. Tiene dos vertientes: una erótica y otra hostil. La primera, me gusta el analista y no le cuento mis miserias, el yo se disfraza y se falsea, por lo que no avanza la cura; la segunda, la hostil, no hay suposición de saber, no le cuenta cosas e incluso deja de ir a las sesiones. Beneficio secundario: El síntoma tiene dos beneficios, primario y secundario. Freud define al síntoma como el resultado de la lucha de las fuerzas, como una transacción, un mal negocio, entre estas, las que vienen del yo que se quiere defender de la representacion inconciliable y la que viene del inconsciente que quiere aparecer, y el resultado de este conflicto es el síntoma como una solución del compromiso antes del giro. Esto ya supone un beneficio primario, ya que esta ligado a la formación del síntoma, es inconsciente. En cambio, el beneficio secundario se da una vez que el síntoma se formó, pues le saco una ventaja de este. Por ejemplo: en el caso Dora, la caligrafía preciosa, esto es una resistencia porque si yo le saco un beneficio al síntoma, no quiero que me lo saquen porque curarse significaría renunciar a este beneficio. Estas tres decimos que las ubicamos antes del giro porque el yo era equivalente a conciencia. Después del giro. Resistencia por parte del ELLO: Compulsión de repetición, eterno retorno de lo igual. La meta del análisis es que el sujeto se posicione de modo diferente ante las situaciones que repite. Esta es considerada una de las mayores resistencias del análisis, resistencia de lo pulsional, por eso tiene tanta fuerza y siempre lleva a que el análisis fracase o quede ahí. En “Análisis terminable e interminable”, Freud habla sobrela viscosidad de la libido, La libido viscosa es pegajosa, no fluye libremente, es una resistencia para el análisis, porque entorpece y hace lenta la cura, si hay alguien que tiene que hacer un trabajo de duelo y es una libido que no fluye libremente eso va a demorar, alguien que no puede retirar rápidamente su libido del objeto y recuperarla hacia su yo, es resistencia porque esa persona no lo hace con la misma rapidez que otra, decimos que es una resistencia del ello, porque la libido es una pulsión y las pulsiones están en el ello. Alteración del yo, el yo se forma como diferenciación del ello, y el yo se va alterando por cuestiones internas y externas, accidentes en lo externo por ejemplo, y en lo interno, sublimación, proyección, represión, etc, pero el yo se caracteriza por amigarse, incorporar algunos síntomas, al punto tal de que cuando a alguno le pasa alguna situación desgraciada, se termina amigando con eso, los síntomas son incorporados por el yo, y el síntoma llega un punto tal que no molesta, se hace un rasgo de carácter, el síntoma me molesta por lo que me lleva a consultar, el rasgo de carácter en cambio no molesta entonces no me lleva a consultar al psicólogo. Resistencia del SUPERYÓ: Necesidad de castigo, tiene que ver con la reacción terapéutica negativa, porque el super yo resiste, porque se vuelve una resistencia para la terapia analítica, porque el super yo también está obteniendo de alguna manera una ganancia, que tiene que ver con obtener placer, más allá de que esté ligado a la pulsión de muerte, el super yo le pega al yo y eso le da placer, y al yo le da placer ser pegado, entonces entre la relación sádico del super yo y masoquista del yo, obtenemos justamente síntomas paradojales, por más que me hagan mal, no quiero renunciar a ellos, por el placer que obtengo, entonces no es solamente una necesidad que parte del super yo, a esta resistencia la ubicamos entre la relación entre el super yo sádico y el costado inconsciente del yo. Dos teorías de la angustia ANTES DEL GIRO: Freud decía que la represión causaba la angustia. Porque cuando el yo se defiende de una representación inconciliable le arranca el afecto que se encontraba amarrado, y si ese afecto no se anuda se termina mudando en angustia, angustia libido no tramitada, energía que no se anuda a algo, queda libre y flotante termina por mudarse en angustia. DESPUES DEL GIRO: Todo lo contrario, la angustia causa la represión. En 1925, en inhibición, síntoma y angustia, es donde el propone una nueva teoría de la angustia, y dice que es ella la que causa la represión, cuando el yo detecta algo amenazador que se está gestando desde el ello, alguna moción libidinal incestuosa, que insiste en volver, el yo lo detecta, emite un pequeño desprendimiento de angustia, llamado angustia señal, que activa el mecanismo de la represión, entonces es la angustia la que causa la represión, y se va a tender a sofocar esa moción libidinal, que proviene del ello, en ese choque de fuerzas entre la represión y la moción libidinal, Freud dice que surge el síntoma como la cara visible de todo este conflicto. La angustia es angustia señal, la última trinchera, es lo que evita el trauma, la condición para el trauma era el factor sorpresa. La lucha del yo contra el síntoma: Una vez que el síntoma se forma el yo va a emprender toda una lucha, el síntoma se forma entonces como algo extraterritorial al yo, y este último se ve obligado a hacer algo con eso, ahora formado el síntoma luchara contra él, y esto Freud lo llama la lucha secundaria del yo con el síntoma: el yo se da cuenta que hizo un mal negocio porque el síntoma le molesta, no le ahorra el displacer que pensaba que le iba a ahorrar, entonces podemos ver de esta manera, que la lucha contra el síntoma tiene dos caras, la primera es un intento de conciliación, un intento para cancelar la geneidad del síntoma, el yo es quien se encarga de la función de síntesis, el yo apunta a la integración, unidad, mediante la cual pretenderá incorporar a la vida anímica y sacar la mayor ventaja posible de este síntoma, beneficio secundario del síntoma, el síntoma le permite al sujeto, rechazar todas las exigencias del mundo exterior. Pero la segunda cara sigue la línea de la represión, menos amistosa, no se trata de sacarle un beneficio a ese síntoma, el yo busca suprimir al síntoma por ser algo ajeno a él, cada vez que las mociones pulsionales renuevan su exigencia de satisfacción, llevan al yo a renovar la represión, y esta renovación represiva constante, implica para el yo un gasto anímico permanente, por eso es todo lo contrario a conciliadora, provoca un debilitamiento del yo, la energía es limitada, siempre pensamos en términos económicos, desgaste de energía. El yo tiene una tendencia a incorporar el síntoma y fortalecer su fijación, por eso es tan difícil atacar al síntoma en la terapia. UNIDAD 16: Consecuencias del giro. En “El porvenir de una ilusión” y “El malestar en la cultura” se hablan temas distintos, pero se encuentran asociados por su temática, pues ambos son reflexiones de orden antropológico, político y social, pero desde el psicoanálisis. El porvenir surge de una discusión que Freud tenia con un pastor que le interesaba el PSS. Discutian el valor de la religión. Dice que no debe ser casualidad que luego de tantos años la humanidad se nuclee en torno a estas creencias. Y se pregunta cuando se recurre a esta religión, y dice que cuando uno está contento jamás se acuerda de Dios, solo cuando se encuentra indefenso recurrira a este, con la ilusión de que alguien pueda poner un orden. El porvenir de la ilusión del padre garante del ordenamiento: Cuando hay algo que supera a los niños, recurren a sus padres. Lo mismo ocurre con los adultos que recurren a la religión, el adulto necesita seguir contando con un padre garante de ordenamiento que le va a decir que esta todo bien. Entonces, el lugar de Dios es en realidad el lugar del padre. El reinado de una providencia divina, calma la angustia frente a los peligros de la vida, la institución religiosa de un orden ético asegura el cumplimiento de justicia, que es tan incumplido en la cultura humana. Freud va a decir que la actitud religiosa no es mas que la ilusión de un padre al cual puedo apelar frente a lo que no puedo manejar, este padre me asegura la justicia. Es una ilusión porque siempre deriva de lo que a MI me gustaría que suceda, de los deseos humanos. La característica de esta ilusión es que no se puede comprobar ni decir que es verdadera, pero tampoco la puedo refutar y decir que es falsa, y en esto se sustenta la fe. Religión y ciencia: ¿Ilusión freudiana?: Freud dice que las ciencias nos ofrecen un punto de apoyo acerca de los enigmas que inquietan al ser humano, como la genesis del mundo o la ciencia como tal. El trabajo científico es quien puede averiguar algo acerca de la realidad del mundo, para aumentar nuestro poder y organizar la vida. Para Freud la ciencia no es una ilusión, para el hay un núcleo casi inmodificable. Aquí, la ilusión freudiana yace en que cree que la ciencia lo va a rescatar de el inevitable malestar que todos sufrimos por pertenecer a la cultura humana, se ilusiona con la ciencia. En “El malestar en la cultura” Freud expone tres fuentes de sufrimiento del hombre: Desde el propio cuerpo: Pues el cuerpo esta destinado a la riuna y no puede prescindir del dolor y la angustia como señales de alarma. Dolor de cuerpo como fuente ineludible de sufrimiento. Desde el mundo exterior: Hiperpotencia de la naturaleza, como las catástrofes naturales, no las podemos evitar. Desde los vínculos con otros seres humanos: Las mas dolorosas, peleándose con amigos o pareja. La insuficiencia de la cultura como reguladora: Hay que hacer una articulación entre el malestar en lacultura y el porvenir de una ilusión. Freud se pregunta de dónde viene ese padecimiento y nombramos las tres fuentes de padecimiento, lo que llamamos cultura esta creado para enfrentar los padecimientos, como por ejemplo: si tengo frio me abrigo; todos los inventos del hombre están hechos para atenuar el sufrimiento del cuerpo, tratando de encausar esos padecimientos, de esta forma la apelación a la cultura, queriendo a alguien que me salve, también terminaría siendo una ilusión, es mas en “Tótem y tabú”, plantea que la cultura surge como un intento de ordenamiento, luego del asesinato del padre, la cultura aparece para ordenar, sin embargo Freud señala que al ser humano no se lo ve muy contento con la organización social en la que está viviendo, lo curioso es que es la misma cultura, la misma relación de los sujetos, la cultura se termina convirtiendo en otra fuente que genera malestar, en una fuente más de sufrimiento. Es contradictorio, paradojal, y lo podemos comparar con el super yo, el cual tiene dos caras, una reguladora y la otra una fuente de malestar, peligrosa, sádica. Con la cultura pasa lo mismo, se convierte en una fuente de padecimiento tan grande como la naturaleza y el propio cuerpo. El padecimiento que genera la cultura es el que más difícil se nos hace tolerar, porque tenemos una ilusión con la cultura, ya que se creó para atenuar el padecimiento, pero resulta ser que las relaciones con los seres humanos, es la que más padecimiento genera, entonces resulta que esta cultura no termina de garantizar que uno no va a sufrir. Apunta a un malestar que no depende de ningún régimen político, sino de la cultura misma, que haya cultura eso ya supone un mal estar imposible de resolver, si se crea la cultura, esta nos exige la renuncia de lo pulsional, para vivir en una cultura, en sociedad, tengo que renunciar a aquello que me da placer, entonces la cultura en si misma siempre va a ser una fuente de mal estar imposible de resolver, porque yo no puedo canalizar en ninguna cultura, la pulsión de muerte, entonces ese impulso destructivo que no puede ir hacia afuera, que no lo puedo tramitar, se vuelve hacia el propio sujeto, paradoja de la cultura. No puede regular todo, su función es ordenar, pero resulta ser que la pulsión de muerte atenta contra toda organización social, y si yo vivo en sociedad no puedo matar y así restrinjo la violencia, pero el malestar se vuelve hacia mí. Como hago para sacarme de encima la pulsión de muerte, si lo que no puede ir hacia afuera se vuelve contra mí, Freud da el ejemplo de la guerra, y nos dice que esta es la mejor manera de canalizar a la pulsión de muerte, porque haciendo la guerra se mantiene unida la misma sociedad y se descarga la furia con la sociedad rival. La cultura no puede canalizar o tramitar la pulsión de muerte, pero sabemos que esta sin embargo se encuentra allí siempre presente, insistiendo, resistiendo, la cultura, el ordenamiento en función a un padre (inconsciente), no puede dar cuenta de todo, pero sí de mucho, porque tiene una cara ordenadora, regula los vínculos, de lo que no puede dar cuenta de la pulsión de muerte, y no hay manera feliz de tramitar esto en ninguna cultura humana. Sin embargo, todo el mundo trata de ocultar esto en base a una ilusión, religiosa política, personal, filosófica, etc. La cultura nos hace sufrir y queremos ocultarlo ilusionándonos con algo. Super yo como exponente del malestar: tiene que ver con las dos caras del super yo, podemos decir que la cultura es la lectura sociológica del super yo, tiene dos caras una ordenadora y otra que nos hace mal, de igual manera que el super yo. El problema de la sublimación: Más que un problema vendría a aportar una solución, la sublimación es un mecanismo de defensa del cual se vale el yo, el aparato anímico es complejo, y la sublimación es un proceso que Freud postula, a partir de la cual se le puede cambiar de meta o fin a una pulsión, y en vez de que sea una sexual, van a ser actividades humanas que no guarda conexión con la sexualidad pero que encuentra su energía en la fuerza de la pulsión sexual, describe como actividades, artísticas, intelectuales y deportivas, se dice que la pulsión se sublima en la medida que es derivada hacia un nuevo fin o una nueva meta no sexual y que apunta a objetos culturalmente valorados. Nos permite adaptarnos a la cultura, cuando se trata de una pulsión de muerte la sublimación sería un problema, no la de vida que tiene que ver con la energía sexual. UNIDAD 17: El movimiento freudiano y la ética del psicoanálisis. Esta unidad esta ligada con la 16, de la añoranza del padre a las paradojas de la cultura, referencia a que la cultura humana esta organizada a partir de la función del padre, ese padre que muere y su muerte dicta la ley, pero que ese orden no garantiza felicidad; porque si bien la cultura nos ordena por un lado, nos restringe por el otro y no nos deja canalizar o tramitar la pulsión de muerte, por ello la cultura es insuficiente a la hora de regular. El psicoanálisis no es una cosmovisión, pues una cosmovisión vendría a ser una construcción intelectual que soluciona todos los problemas de nuestra existencia a partir de una hipótesis suprema, y el psicoanálisis no lo es, no se propone dar respuesta a todo el conjunto de problemas que se presenten en la vida anímica. Del padre universal a “cada padre”: Poner en discusión a un padre no es igual a matarlo. Lo que tienen en común “Tótem y tabú”, “Psicología de las masas”, “El malestar en la cultura”, “El porvenir de una ilusión” y “Moisés y la religión monoteísta” es que en todos habla del padre. En tótem habla del asesinado del padre primordial quien funda la cultura humana; en Psico de las masas habla de resucitar a un padre para volverlo a matar como en el banquete totémico, masa hipnotizada y enamorada de ese padre que así tiernisa su vínculo con él; En el porvenir se trata de una añoranza de un padre garante, el padre al que se le debe la organización es estructuralmente inconsistente; La lista para intentar desmentir esa inconsistencia es larga, pasa del amor al delirio. Poner en discusión a un padre no es igual a matarlo, aceptar que ese padre es inconsistente, esto lo dice en moisés, cuando está hablando del padre, pero también de su propio padre, el padre de su pueblo, y dice que no se trata de negar, o de quitarle el padre a su pueblo, sino más bien de discutirlo, de ponerlo sobre el tapete, no se trata de decretar una muerte que solo eternisa lo que mata o que provoca resucitaciones salvadoras, ni de sumirse en quejas , sino de hacer algo diferente con el padre, producir algo nuevo a partir de aceptar que ese padre es inconsistente, pero para esto hay que aceptarlo, es recién ahí que yo puedo servirme de él. Entonces poner en discusión a un padre, es aceptar su inconsistencia, ver que hizo en que fallo, y no es igual a matarlo, tal como Freud se puso hacer con el padre de su propia religión, moisés. La ética del psicoanálisis: Siempre tuvo que ver con no plantearse como una ilusión. Si lo hiciéramos estamos quitándole la palabra al sujeto, evitando conocer su historia, no le decimos que tiene que hacer, lo escuchamos. En la transferencia el paciente siempre ubica al analista en un lugar de saber, y para que un análisis funcione tiene que llevarse a cabo la transferencia, la cura se da en transferencia, y esta genera un sujeto supuesto a saber, es decir que el analista sea necesariamente colocado en el lugar del saber, y el paciente piense que su analista le va a decir que tiene que hacer, desde el psicoanálisis no ocupamos el lugar del ideal, no le decimos que tiene que hacer, nos corremos de ese lugar de a poco, en el cual somos ubicados en la transferencia, lo que hacemos es reconducirlo al sujeto, decirleque en realidad es en su inconsciente en donde está la verdadera respuesta de lo que tiene que hacer el o no, advirtiéndolo de que el tratamiento es largo, no garantiza resultado, sobre todo no lo ilusionamos, la ética del psicoanálisis tiene que ver con esto, la posición del analista, siempre tiene que ver con la abstinencia, que quiere decir que a veces es muy difícil, por más que lo sepamos, no decirle al paciente lo que puede hacer. Correrse del lugar al cual constantemente el paciente nos empuja. Distancia de la pedagogía tiene que ver con un error en la práctica que es muy difícil no caer que es la idea de reeducar emocionalmente al paciente, no estamos para enseñarle nada, no tenemos por qué enseñar porque no somos mejores, no tenemos la clave de la felicidad, y de toda ilusión, la ética el psicoanálisis tiene que ver con que uno ande prometiendo que va a obtener resultados. Dificultades del método, costoso, largo, no garantizaba resultados, no puedo ilusionar al paciente con que el psicoanálisis le va a solucionar la vida. No es ético ilusionar al paciente. La ética pasa por la apuesta que el analista hace a que el paciente se encuentre con el deseo y este siempre apunta a la contradicción, muchas veces tiene que ver con algo muy doloroso, y difícil de aceptar, y que también ese deseo pueda coexistir con el malestar, porque siempre y cuando vivamos en una cultura vamos a sufrir, ya que implica restricciones, me ordena, pero me hace sufrir. Alguien puede desenvolverse bien si tiene la capacidad para amar y para trabajar. Los dos pilares de la salud mental. En el malestar en la cultura Freud establece que existe un irremediable antagonismo entre las exigencias pulsionales y las restricciones impuestas por la cultura, y agrega que, la represión es causada principalmente por las influencias sociales externas. Sufrimos porque es totalmente contradictorio satisfacer la pulsión y lo que la cultura espera que yo haga, de alguna manera las pulsiones a partir de que se crea la cultura, de que se da este ordenamiento en función de un asesinato, ya esto me restringe, me dice que no puedo satisfacer mis pulsiones como a mí me da la gana, y a veces mi deseo, las pulsiones, me apuntan a una cosa, pero las cultura me exige otra, entonces eso ya supone una fuente de malestar de la cual ninguno de los seres humanos podemos escapar, porque vivir en una cultura supone eso.
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