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Tercer parte teoria - Andrea Perez

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Giro conceptual de los años 20. Parte 3 del programa: Paradojas del 
orden. 
 
En esta parte del programa, Freud hace un cambio brusco en sus conceptos, 
por empezar en “Más allá del principio de placer” va a decir que ya el aparato 
psíquico no se rige única y exclusivamente por el principio de placer, que este 
ya no es universal, sino que hay una instancia más originaria y elemental que 
esta: la compulsión a la repetición. 
Freud llega a esta conclusión porque se le presentaron varios referentes 
clínicos que contradecían el principio de placer que, hasta ese momento, regia 
el aparato psíquico; estos referentes eran: sueños que no son cumplimiento de 
deseo (neurosis de guerra), juegos que no persiguen el placer (Fort- da), 
repetición de experiencias que no contuvieron posibilidad alguna de placer y 
restos no tramitables en la transferencia. 
Neurosis de guerra: Luego de la primer guerra mundial (1918) el mundo 
atravesó una situación política y socioeconómica muy grande, por lo que 
convocan a Freud por su saber de lo psíquico para que proporcione una 
explicación de lo que le sucedía a aquellos soldados que fueron a la guerra y 
soñaban con los peores momentos que habían vivido allí, lo interrogaban por 
haber dicho que los sueños eran un cumplimiento de deseo, pero ¿Qué pasa 
con estos soldados que despertaban de estos sueños con renovado terror? 
Esta pregunta la contesta en la “Conferencia 29: revisión de la doctrina de los 
sueños” dice que los sueños de las personas con neurosis traumática no son 
un cumplimiento del deseo, Freud ya venía afirmando que estos sueños eran 
un “intento” de cumplimiento de deseo, porque lo que se buscaba con la 
repetición de ese sueño era intentar ligar, tramitar la situación traumática para 
que una vez ligado ese exceso de energía a una idea o representación, el 
aparato vuelva a funcionar como principio de placer. 
Freud va a destacar dos características de estos soldados. Una era que si a 
consecuencia de la situación traumática, el sujeto había sido herido 
físicamente, este no contraía la neurosis, ya que había dos condiciones para 
que se contraiga la neurosis: la primera condición para que la contrajera era 
ausencia de consecuencias físicas; y su otra condición era el “factor sorpresa”, 
es decir, que el sujeto no estuviera preparado para la situación traumática. En 
“Mas allá del principio de placer: capítulo 2” Freud se pregunta cual es la 
diferencia entre angustia, miedo y terror; y va a decir que el miedo es una 
reacción frente a la aparición de un objeto concreto (una araña x ej), algo que 
tiene nombre y permite la anticipación y así evitar el terror. Si de la nada 
aparece el objeto al cual le temo, la reacción es terror, ya que no se estaba 
preparado; Y la angustia, es el miedo sin saber a qué, es un estado de alerta, 
de espera y un intento de prevención de algo, que no se le puede poner un 
nombre. No pensar en un objeto puntual, es un afecto que desarrolla el 
“apronte angustiado”. 
Entonces, va a decir que si el soldado contrajo la neurosis traumática fue por la 
falta del apronte angustiado, no hubo una espera ni indicio que algo iba a 
ocurrir, entonces la situación fue tan grande que devino en trauma. Y si hubiese 
habido angustia, se evita el trauma. 
Juegos displacenteros: Freud toma el caso de su nieto quien jugaba un juego 
denominado “fort-da” (se fue-acá esta); esto ocurría porque la madre del niño 
comenzaba a dejarlo solo las primeras veces para retomar su vida, entonces 
por medio de este juego el niño interpretaba la partida de la madre, él podía 
tolerar su ausencia con la idea de que esta iba a volver. Lo que llamaba la 
atención es que el niño repetía la parte del sueño asociada al momento 
traumático, es decir repetía la partida de la madre, arrojaba el carretel, por esta 
acción el niño tomaba un papel activo (vos no me dejas, yo te estoy echando), 
esto también contradice el principio de placer. 
Restos no tramitables en la transferencia: Esto tiene que ver con lo que 
Freud observa en el análisis cuando la transferencia estaba establecida; el 
paciente repite sus actuaciones con la persona del analista, pero lo que a 
Freud le interesa recortar, es que, al paciente en vez de recordar una situación, 
por ejemplo, con su padre que era un hombre autoritario, la repetía con el 
analista, y de repente se comenzaba a comportar con el analista de una 
manera desafiante y autoritaria. El sujeto también ve las peores formas de 
relación y las peores situaciones que vivió con su padre, salen a la luz en el 
análisis, por lo que se repite lo más displacentero y traumático. 
Repetición de experiencias displacenteras (Neurosis de destino): Por 
ejemplo: persona que se queja de que todo le sale mal, que siempre fracasa y 
que una y otra vez falla en lo mismo, siempre tropieza con la misma piedra. 
Mientras mas desea evitar la situación, vuelve a padecerla. 
Esta compulsión a la repetición de situaciones que no traen posibilidad alguna 
de obtener place, va contra la idea del principio de placer, entonces Freud la va 
a explicar en el capitulo 4 de “Mas allá del principio de placer”, donde dará una 
base teórica para todos estos fenómenos. Reformulara la concepción que tiene 
del aparato psíquico, hasta ese entonces el esquema del peine, donde el 
aparato estaba totalmente abierto en su polo perceptivo, y comenzara a 
especular. 
Comienza a pensar un aparato psíquico como una esfera, como una vesícula 
indiferenciada de sustancia estimulable donde su superficie exterior sirve como 
órgano receptor de estímulos. Esta vesícula marca un adentro y un afuera que 
esta distinción es dada por su superficie, una barrera protectora inorgánica que 
filtra, atenúa y disminuye todos aquellos estímulos (del exterior) que son 
intramitables para el aparato, y así prevenir un cambio brusco en su 
funcionamiento regido por el principio de placer. Pero, cuando hay estímulos lo 
suficientemente intensos, logran romper esta barrera e ingresar al aparato 
superando su capacidad para tramitarlos, esto es llamado por Freud “situación 
traumática”. La forma que tiene el sujeto de manejar esa situación es por la vía 
de la repetición, intentando ligar algo de este exceso, es decir, el sujeto revive 
la situación como un intento de dominarla y ligar el exceso de energía en 
huellas mnémicas o representaciones, ya que la energía no puede estar suelta 
en el aparato porque si no este no funciona. 
Cuando una situación traumática sucede es mas urgente ligar la energía a una 
representación, por lo que el principio de placer se deja de lado y aparece esta 
compulsión a la repetición más originaria y elemental. El aparato se pone en 
modo repetir, buscando ligar el exceso de energía en una representación, y 
después que eso se logre ahí si vuelve a funcionar el principio del placer, pero 
está en un segundo plano, destronado. 
Freud también se interroga que pasa con aquellos estímulos que provienen del 
interior, porque en este nuevo esquema del aparato psíquico, tiene un adentro 
y por lo tanto tiene estímulos internos. 
Los estímulos internos no cuentan con protección alguna, no hay capa 
protectora, son las pulsiones y para estas no existe protección. En su esencia 
la pulsión trae algo de lo traumático, la pulsión en este momento aparece como 
novedosamente traumática, por lo que ahora trauma y pulsión son inherentes al 
ser humano, tanto los estímulos internos como los externos tienen en común 
una perturbación en la economía del organismo. 
Breuer formulo dos modos de concebir la energía psíquica: energía ligada y 
energía libremente móvil; y considera que en el aparato psíquico la energía 
debería estar ligada en representaciones, pero ante la irrupción energética, se 
intenta ligar para que el principio de placer retome su función, apareciendo la 
compulsión a la repetición en primer plano para hacer esa tarea: ligar la 
energía.El trauma deja de ser accidental, ya que de la pulsión nadie puede huir. Esto lo 
lleva a redefinir su dualismo pulsional, ya que dice que la compulsión a la 
repetición tiene una parte fructuosa que da buenos resultados y otra que no. 
Esto ocurre porque cuando se intenta ligar la energía por medio de la 
repetición, algo se va a poder ligar (Pulsión de vida) y algo no (Pulsión de 
muerte), lo que no puede ligarse es imposible de pronunciar y ser puesto en 
palabras, esta pulsión actúa en forma muda (sin representación palabra), 
resistencial (insiste) y mortífera (autodestructiva). 
 
Primer dualismo, antes del giro: Yoicas vs sexuales, pero cuando Freud 
introduce el narcisismo, comienza a quebrarse porque supone un yo 
sexualizado. Luego de 1920, plantea otro dualismo a partir de la compulsión a 
la repetición, las pulsiones yoicas y sexuales las junta en la pulsión de vida y 
las contrapone a las pulsiones de muerte. 
En “Conferencia 32: Angustia y vida pulsional” da un resumen de lo que fue 
investigando a lo largo de toda su vida respecto a la angustia, diferenciando 
esta del miedo y el terror. (Lo que se ejemplifica más arriba con neurosis de 
guerra) 
Diferencia también angustia realista de angustia neurótica. La primera la definió 
como una reacción frente a un peligro exterior que despierta angustia en el 
individuo, y que por ende lo prepara para este; Paralelamente define a la 
angustia como un estado afectivo, y esto supone que como todo afecto implica 
una descarga y si localizamos la descarga en la angustia realista puede tener 
un doble desenlace: por un lado, una descarga total, acto que termina con una 
parálisis general del sujeto, y por otro una descarga señal, acto que habilita la 
huida, en oposición a la angustia realista Freud plantea a la neurótica, atribuye 
a los estados neuróticos donde acá el peligro aparentemente no tiene gran 
protagonismo, uno esta angustiado pero no es por un peligro real, como si lo 
había en la realista, en la neurótica uno está mal y no hay peligro. 
Para que se presente la angustia, implica la presencia de algún peligro, ¿Cuál 
sería entonces el peligro en la angustia neurótica?, para tratar de responder 
esto toma como eje la oposición entre el yo y la libido, va a decir que será la 
propia libido quien aparece como representante del peligro que estábamos 
buscando, y es la propia libido el peligro, porque ante el reclamo de su libido lo 
que hace el yo es emprender la huida, sin embargo, esto a Freud mucho no le 
convence y al final de la conferencia, lo que hace es cambiar la teoría de la 
angustia, la invierte, es decir, que no es la represión lo que causa la angustia 
(libido no tramitada, afecto suelto mudado en angustia), sino que la angustia 
causa la represión, ya que en el texto “el yo y el ello” va a decir que la angustia 
es una pequeña “señal de alarma” que cuando detecta una moción libidinal se 
activa el mecanismo de la represión para sofocar esa moción. 
 
UNIDAD 14. La segunda tópica, insuficiencia de la primera para dar 
cuenta de los problemas de la clínica. 
El esquema del peine le es insuficiente, no alcanza a dar cuenta de los 
problemas de la clínica, por ejemplo, aquellos pacientes que cuando el medico 
les dice que se están por curar, estos empeoran, causando una: reacción 
terapéutica negativa, ocurriendo lo contrario a lo esperado. Esto, desde la 
primera tópica no se puede abordar. Por eso debe pensar en otro esquema y 
otras instancias que puedan dar respuesta. 
Freud vuelve a pensar la estructura del aparato psíquico, el esquema del peine 
le permitía pensar al Inconsciente y sus formaciones, comparado este a lo 
reprimido, y las tres instancias psíquicas le permitía a Freud pensar el conflicto 
entre pulsiones reprimidas y fuerzas de la represión a las cuales ubicamos 
siempre del lado del yo, el yo reprime y el síntoma aparecía como una 
transacción mal hecha, de compromiso. Entonces, Freud comienza a darse 
cuenta que no es lo mismo decir que el conflicto psíquico es entre el 
inconsciente y la conciencia, que entre el inconsciente y el yo. Pues a este 
ultimo ya no se lo identifica plenamente con la conciencia, sino que hay una 
parte del yo que es inconsciente (ejemplo de esto: la represión). Y por lo tanto 
el inconsciente no se va a identificar plenamente con lo reprimido. Si bien todo 
lo reprimido es inconsciente no todo lo inconsciente es reprimido. 
Freud va a retomar la idea de la vesícula y le suma un aporte de su amigo 
George Grodekk, quien tenia una tesis de que somos manejados por algo 
(pasiva), de que hay fuerzas que nos gobiernan y nos impulsan a hacer cosas, 
determinando nuestros actos. Toma esta idea, y dice que eso que determina 
mis actos, forma parte de mi aparato psíquico (activa). Entonces hay una parte 
en el aparato que nos empuja a hacer cosas más allá de lo que 
conscientemente podemos pensar: el ELLO. Este ello incluye a las pulsiones, 
almacigo de lo pulsional, por eso es pura pulsión que aspira a satisfacerse, 
demanda satisfacción, lo que hace al ello indomable (su único interés es la 
satisfacción). La idea de Freud es que en el origen del aparato, solo habría ello, 
pulsiones insensatas, atemporales y amorales que solo demandan satisfacción; 
Y luego, por el contacto con el mundo se produce una modificación en el 
aparato, surgiendo algo que intenta canalizar esas pulsiones por la vía de se 
tramitación con la realidad: El YO. Este asume la representación del individuo y 
aparece como una diferenciación del ello. El yo va a tratar de mediar y conciliar 
para que la pulsión se satisfaga, pero a expensas de la realidad. 
Freud piensa la relación de las dos instancias en una metáfora: la del jinete (yo) 
y el caballo (ello); el yo se cree que maneja y dirige al caballo, pero quien tiene 
la verdadera fuerza es el ello. Esto se da porque el yo no tiene fuerzas propias, 
se sirve de energías prestadas del ello que contiene las pulsiones. 
El ello más abarcativo que lo reprimido. La mudez pulsional: Lo reprimido 
forma parte de la pulsión de vida ya que logra ligarse, esto se expresa en las 
formaciones del inconsciente. Pero también en el ello hay algo que responde a 
lo que no se expresa (mudez pulsional), es decir, a las pulsiones de muerte, 
porque estas se manifiestan como tendencias destructivas por fuera de la 
palabra y de lo reprimido. Por lo tanto, el ello reúne aquello relacionado a las 
dos pulsiones. 
La aspiración a la unidad por parte del yo, y sus relaciones de 
dependencia, vasallajes. El lugar del mundo externo y la realidad: Por 
último, plantea una tercera instancia en la nueva tópica: super yo; ya en 
“introducción al narcisismo” tenemos un antecedente de esta instancia al hablar 
de la consciencia moral, como una instancia que observa y vigila 
permanentemente al yo, midiendo la distancia entre el yo actual y el ideal del 
yo. Acá, toma esta idea y la reformula: dice que es una instancia que observa 
al yo desde arriba, lo juzga y critica cuando el yo no cumple o se aleja del ideal. 
Es el heredero del complejo de Edipo porque cuando este se sepulta, la critica 
de los padres se introyecta y todas esas exigencias y mandatos se internalizan. 
Los vasallajes del yo son tres amos exigentes y contradictorios: el ello, que 
demanda pura satisfacción para la pulsión sin importarle nada; el super yo que 
también vigila al yo permanentemente; y a estos, le sumamos otro mano: el 
mundo exterior o la realidad, que también le exige al yo, porque uno tiene que 
actuar de acuerdo con la realidad, exigiéndole todo lo contrario que le pide el 
ello. Estas exigencias hacen que el yo sea una instancia mediadora, y donde el 
yo no es amo de su propia casa. 
Freud descubre que cuando el yo no cumple con el ideal, siente culpa, racional 
y consciente, conociendo sus razones; pero, descubre que también hay un 
sentimiento de culpa inconsciente, proveniente del superyo. Este super yo 
tiene dos caras: una, ordenadora, representante de la ley del padre en tanto 
heredero del complejo de Edipo, y la otra: una no tan ordenada y cruel, esto lo 
descubre en la clínica, ya que pacientes le dicen que hicieron lo “correcto” y 
aun así se sienten mal. Aquí Freud se encuentra con una paradoja: la exigencia 
sádica del super yo. De cada renuncia pulsional que el yo hace, el super yo se 
alimenta y sigue exigiendo más y más, se torna cada vez más severo y se 
convierte en alguien tan sádico y cruel como solo el ello sabe serlo. 
El super yo hereda todo, no solo los mandatos y exigencias, también hereda la 
parte pulsional que tiene que ver con la idea de una satisfacción pulsional, algo 
del ello que se filtra en el super yo. Esto, da cuenta de que el super yo esta 
siendo una especie de abogado del ello, defendiendo sus intereses y buscando 
la satisfacción de las pulsiones. 
En el capitulo 4 de “el yo y el ello” repasa el nuevo dualismo pulsional y aclara 
que estas 2 pulsiones se mezclan en diferentes porciones, lo que va a permitir 
retomar cual es el tratamiento que el aparato puede realizar sobre las pulsiones 
de muerte. En un primer momento las pulsiones estaban unidas, pero con el 
sepultamiento del complejo de Edipo y el origen del super yo, se genera una 
desmezcla pulsional. La identificación con el padre a partir de la cual se forma 
el super yo, trae aparejado una desexualizacion y una sublimación, esto genera 
que la energía que investía a ese objeto quede libre, y esta es la que va a nutrir 
al super yo, filtrándose por la segunda cara de este, pasando a ser el abogado 
del ello. Esta energía libre, al intentar ligarse, le pega al yo repetidamente por lo 
que el super yo le exige desmedidamente al yo. Jamás va a dejar de exigirle. 
La reacción terapéutica negativa esta vinculada con la relación de el super yo y 
la pulsión de muerte. Cuando se ven progresos en el trabajo analítico, el 
paciente empeora en vez de mejorar, ya que la cura es vista como un peligro 
para el sujeto y se aferra a su sufrimiento, se vincula este fenómeno clínico con 
un sentimiento de culpa que encuentra su satisfacción en la enfermedad, sin 
querer renunciar al castigo del padecer derivado de la pulsión de muerte y es 
mudo, ya que no se siente culpable, sino que se siente enfermo, esto es 
paradojal, porque la culpa es algo inconsciente, no quiere curarse porque no 
quiere dejar de pagar con su sufrimiento, la posición del yo frente a esto es 
masoquista, porque en el castigo encuentra cierta satisfacción pulsional. 
Plantea Freud diferentes masoquismos, moral, erógeno, y femenino. 
Masoquismo moral: Es un placer que tiene que ver con la pulsión de muerte, 
para un sistema es placentero (ICC) pero para el otro es displacentero (CC); el 
yo tiene una parte donde sufre, por eso consulta y pide ayuda, pero hay otra 
parte que encuentra el placer en el sufrimiento. Por esto es una satisfacción 
paradojal. 
 
Masoquismo erógeno: tiene que ver con obtener satisfacción sexual con una 
pareja, de alguna manera implica un otro, cuando por ejemplo se nos infringe 
un castigo corporal, placer sexual a partir de un castigo que es infringido en el 
propio cuerpo y que es ejercido por un otro. 
Inconsciente en el sentido descriptivo, sistémico y dinámico. 
Tiene que ver con un conjunto de contenidos no presentes en el campo actual 
de la conciencia, hay representaciones que están presenten en la 
conciencia y de las que nos percatamos, pero que también hay otras 
representaciones latentes, ocultas, esto sería el icc descriptivo, se refiere a 
este conjunto de contenidos que no están presentes en la consciencia pero 
sabemos que de alguna manera existen y a partir de indicios podemos 
percatarnos de que están, es una manera de considerar al inconsciente 
pero no es la única porque el inconsciente tiene que ver con un punto de vista 
sistémico, y Freud con esto se refiere a que hay leyes que rigen lo 
inconsciente, que tiene que ver con un funcionamiento particular de este 
sistema, lo cual hace que el inconsciente, sea visto desde este punto, como un 
sistema con una legalidad y leyes propias que son condensación y el 
desplazamiento, que hacen a un funcionamiento singular y distinto de la 
consciencia, funcionamiento propio y singular porque tiene leyes distintas, que 
las transcribe al proceso primario, condensación y desplazamiento, los 
caracteres esenciales del inconsciente como sistema, son precisamente los 
mecanismos específicos, eso es lo que hace a lo esencial de lo inconsciente 
entendiéndolo como sistema. 
Freud tiene que dar cuenta de un inconsciente dinámico, porque dice que la 
represión es en alto grado móvil, no se consuma de una vez y para siempre, 
sino que le exige un gasto de energía constante y permanente, admite que 
existen pensamientos inconscientes que son eficaces, y de los cuales 
sabemos que vienen los síntomas, y también otros que a pesar de su 
intensidad y su acción eficiente se mantienen alejados de la conciencia, no 
gastan mucha energía, pero la idea central es la lucha de fuerzas opuestas, 
dentro del aparato psíquico, las que insisten y colaboran en mantener alejadas 
algunas representaciones y de alguna manera estas fuerzas que vienen del 
inconsciente que insisten en que esto reaparezca, esta lucha colabora con un 
inconsciente dinámico, donde hay un gasto de energía permanente en el 
aparato. 
 
UNIDAD 15. Complejidad de las resistencias y limite a la meta del 
recordar. 
Acá, ya no hablamos de la resistencia como única fuerza, como obstáculo 
contracara de la defensa, pues era la resistencia la misma fuerza que originaba 
la represión, sino que ahora hablamos de 5 tipos distintos de resistencia que 
provienen de 3 lados: del yo, el ello y el superyó. 
Del YO (Antes del giro de los 20): Resistencia de represión: La meta del 
análisis es llenar las lagunas del recuerdo, y el yo reprime ahuyentando las 
representaciones inconciliables, por lo que se vuelve una resistencia que parte 
de este yo. 
Resistencia de transferencia: parte también del yo, tiene que ver con la 
transferencia negativa, siendo esta el obstáculo del análisis. Tiene dos 
vertientes: una erótica y otra hostil. La primera, me gusta el analista y no le 
cuento mis miserias, el yo se disfraza y se falsea, por lo que no avanza la cura; 
la segunda, la hostil, no hay suposición de saber, no le cuenta cosas e incluso 
deja de ir a las sesiones. 
Beneficio secundario: El síntoma tiene dos beneficios, primario y secundario. 
Freud define al síntoma como el resultado de la lucha de las fuerzas, como una 
transacción, un mal negocio, entre estas, las que vienen del yo que se quiere 
defender de la representacion inconciliable y la que viene del inconsciente que 
quiere aparecer, y el resultado de este conflicto es el síntoma como una 
solución del compromiso antes del giro. Esto ya supone un beneficio primario, 
ya que esta ligado a la formación del síntoma, es inconsciente. En cambio, el 
beneficio secundario se da una vez que el síntoma se formó, pues le saco una 
ventaja de este. Por ejemplo: en el caso Dora, la caligrafía preciosa, esto es 
una resistencia porque si yo le saco un beneficio al síntoma, no quiero que me 
lo saquen porque curarse significaría renunciar a este beneficio. 
Estas tres decimos que las ubicamos antes del giro porque el yo era 
equivalente a conciencia. 
Después del giro. 
Resistencia por parte del ELLO: Compulsión de repetición, eterno retorno de lo 
igual. La meta del análisis es que el sujeto se posicione de modo diferente ante 
las situaciones que repite. Esta es considerada una de las mayores 
resistencias del análisis, resistencia de lo pulsional, por eso tiene tanta fuerza y 
siempre lleva a que el análisis fracase o quede ahí. 
En “Análisis terminable e interminable”, Freud habla sobrela viscosidad de la 
libido, La libido viscosa es pegajosa, no fluye libremente, es una resistencia 
para el análisis, porque entorpece y hace lenta la cura, si hay alguien que tiene 
que hacer un trabajo de duelo y es una libido que no fluye libremente eso va a 
demorar, alguien que no puede retirar rápidamente su libido del objeto y 
recuperarla hacia su yo, es resistencia porque esa persona no lo hace con la 
misma rapidez que otra, decimos que es una resistencia del ello, porque la 
libido es una pulsión y las pulsiones están en el ello. 
Alteración del yo, el yo se forma como diferenciación del ello, y el yo se va 
alterando por cuestiones internas y externas, accidentes en lo externo por 
ejemplo, y en lo interno, sublimación, proyección, represión, etc, pero el yo se 
caracteriza por amigarse, incorporar algunos síntomas, al punto tal de que 
cuando a alguno le pasa alguna situación desgraciada, se termina amigando 
con eso, los síntomas son incorporados por el yo, y el síntoma llega un punto 
tal que no molesta, se hace un rasgo de carácter, el síntoma me molesta por lo 
que me lleva a consultar, el rasgo de carácter en cambio no molesta entonces 
no me lleva a consultar al psicólogo. 
Resistencia del SUPERYÓ: Necesidad de castigo, tiene que ver con la reacción 
terapéutica negativa, porque el super yo resiste, porque se vuelve una 
resistencia para la terapia analítica, porque el super yo también está 
obteniendo de alguna manera una ganancia, que tiene que ver con obtener 
placer, más allá de que esté ligado a la pulsión de muerte, el super yo le pega 
al yo y eso le da placer, y al yo le da placer ser pegado, entonces entre la 
relación sádico del super yo y masoquista del yo, obtenemos justamente 
síntomas paradojales, por más que me hagan mal, no quiero renunciar a ellos, 
por el placer que obtengo, entonces no es solamente una necesidad que parte 
del super yo, a esta resistencia la ubicamos entre la relación entre el super yo 
sádico y el costado inconsciente del yo. 
Dos teorías de la angustia 
ANTES DEL GIRO: Freud decía que la represión causaba la angustia. Porque 
cuando el yo se defiende de una representación inconciliable le arranca el 
afecto que se encontraba amarrado, y si ese afecto no se anuda se termina 
mudando en angustia, angustia libido no tramitada, energía que no se anuda a 
algo, queda libre y flotante termina por mudarse en angustia. 
DESPUES DEL GIRO: Todo lo contrario, la angustia causa la represión. En 
1925, en inhibición, síntoma y angustia, es donde el propone una nueva teoría 
de la angustia, y dice que es ella la que causa la represión, cuando el yo 
detecta algo amenazador que se está gestando desde el ello, alguna moción 
libidinal incestuosa, que insiste en volver, el yo lo detecta, emite un 
pequeño desprendimiento de angustia, llamado angustia señal, que activa el 
mecanismo de la represión, entonces es la angustia la que causa la 
represión, y se va a tender a sofocar esa moción libidinal, que proviene del ello, 
en ese choque de fuerzas entre la represión y la moción libidinal, Freud dice 
que surge el síntoma como la cara visible de todo este conflicto. La angustia es 
angustia señal, la última trinchera, es lo que evita el trauma, la condición para 
el trauma era el factor sorpresa. 
La lucha del yo contra el síntoma: Una vez que el síntoma se forma el yo va 
a emprender toda una lucha, el síntoma se forma entonces como algo 
extraterritorial al yo, y este último se ve obligado a hacer algo con eso, ahora 
formado el síntoma luchara contra él, y esto Freud lo llama la lucha secundaria 
del yo con el síntoma: el yo se da cuenta que hizo un mal negocio porque el 
síntoma le molesta, no le ahorra el displacer que pensaba que le iba a ahorrar, 
entonces podemos ver de esta manera, que la lucha contra el síntoma tiene 
dos caras, la primera es un intento de conciliación, un intento para cancelar la 
geneidad del síntoma, el yo es quien se encarga de la función de síntesis, el yo 
apunta a la integración, unidad, mediante la cual pretenderá incorporar a la vida 
anímica y sacar la mayor ventaja posible de este síntoma, beneficio secundario 
del síntoma, el síntoma le permite al sujeto, rechazar todas las exigencias del 
mundo exterior. Pero la segunda cara sigue la línea de la represión, menos 
amistosa, no se trata de sacarle un beneficio a ese síntoma, el yo busca 
suprimir al síntoma por ser algo ajeno a él, cada vez que las mociones 
pulsionales renuevan su exigencia de satisfacción, llevan al yo a renovar la 
represión, y esta renovación represiva constante, implica para el yo un gasto 
anímico permanente, por eso es todo lo contrario a conciliadora, provoca un 
debilitamiento del yo, la energía es limitada, siempre pensamos en términos 
económicos, desgaste de energía. El yo tiene una tendencia a incorporar el 
síntoma y fortalecer su fijación, por eso es tan difícil atacar al síntoma en la 
terapia. 
 
UNIDAD 16: Consecuencias del giro. 
En “El porvenir de una ilusión” y “El malestar en la cultura” se hablan temas 
distintos, pero se encuentran asociados por su temática, pues ambos son 
reflexiones de orden antropológico, político y social, pero desde el 
psicoanálisis. 
El porvenir surge de una discusión que Freud tenia con un pastor que le 
interesaba el PSS. Discutian el valor de la religión. Dice que no debe ser 
casualidad que luego de tantos años la humanidad se nuclee en torno a estas 
creencias. Y se pregunta cuando se recurre a esta religión, y dice que cuando 
uno está contento jamás se acuerda de Dios, solo cuando se encuentra 
indefenso recurrira a este, con la ilusión de que alguien pueda poner un orden. 
El porvenir de la ilusión del padre garante del ordenamiento: Cuando hay 
algo que supera a los niños, recurren a sus padres. Lo mismo ocurre con los 
adultos que recurren a la religión, el adulto necesita seguir contando con un 
padre garante de ordenamiento que le va a decir que esta todo bien. Entonces, 
el lugar de Dios es en realidad el lugar del padre. El reinado de una providencia 
divina, calma la angustia frente a los peligros de la vida, la institución religiosa 
de un orden ético asegura el cumplimiento de justicia, que es tan incumplido en 
la cultura humana. 
Freud va a decir que la actitud religiosa no es mas que la ilusión de un padre al 
cual puedo apelar frente a lo que no puedo manejar, este padre me asegura la 
justicia. Es una ilusión porque siempre deriva de lo que a MI me gustaría que 
suceda, de los deseos humanos. La característica de esta ilusión es que no se 
puede comprobar ni decir que es verdadera, pero tampoco la puedo refutar y 
decir que es falsa, y en esto se sustenta la fe. 
Religión y ciencia: ¿Ilusión freudiana?: Freud dice que las ciencias nos 
ofrecen un punto de apoyo acerca de los enigmas que inquietan al ser humano, 
como la genesis del mundo o la ciencia como tal. El trabajo científico es quien 
puede averiguar algo acerca de la realidad del mundo, para aumentar nuestro 
poder y organizar la vida. Para Freud la ciencia no es una ilusión, para el hay 
un núcleo casi inmodificable. Aquí, la ilusión freudiana yace en que cree que la 
ciencia lo va a rescatar de el inevitable malestar que todos sufrimos por 
pertenecer a la cultura humana, se ilusiona con la ciencia. 
En “El malestar en la cultura” Freud expone tres fuentes de sufrimiento del 
hombre: 
Desde el propio cuerpo: Pues el cuerpo esta destinado a la riuna y no puede 
prescindir del dolor y la angustia como señales de alarma. Dolor de cuerpo 
como fuente ineludible de sufrimiento. 
Desde el mundo exterior: Hiperpotencia de la naturaleza, como las catástrofes 
naturales, no las podemos evitar. 
Desde los vínculos con otros seres humanos: Las mas dolorosas, peleándose 
con amigos o pareja. 
La insuficiencia de la cultura como reguladora: Hay que hacer una 
articulación entre el malestar en lacultura y el porvenir de una ilusión. Freud se 
pregunta de dónde viene ese padecimiento y nombramos las tres fuentes de 
padecimiento, lo que llamamos cultura esta creado para enfrentar los 
padecimientos, como por ejemplo: si tengo frio me abrigo; todos los inventos 
del hombre están hechos para atenuar el sufrimiento del cuerpo, tratando de 
encausar esos padecimientos, de esta forma la apelación a la cultura, 
queriendo a alguien que me salve, también terminaría siendo una ilusión, es 
mas en “Tótem y tabú”, plantea que la cultura surge como un intento de 
ordenamiento, luego del asesinato del padre, la cultura aparece para ordenar, 
sin embargo Freud señala que al ser humano no se lo ve muy contento con la 
organización social en la que está viviendo, lo curioso es que es la misma 
cultura, la misma relación de los sujetos, la cultura se termina convirtiendo en 
otra fuente que genera malestar, en una fuente más de sufrimiento. 
Es contradictorio, paradojal, y lo podemos comparar con el super yo, el cual 
tiene dos caras, una reguladora y la otra una fuente de malestar, peligrosa, 
sádica. Con la cultura pasa lo mismo, se convierte en una fuente de 
padecimiento tan grande como la naturaleza y el propio cuerpo. 
El padecimiento que genera la cultura es el que más difícil se nos hace tolerar, 
porque tenemos una ilusión con la cultura, ya que se creó para atenuar el 
padecimiento, pero resulta ser que las relaciones con los seres humanos, es la 
que más padecimiento genera, entonces resulta que esta cultura no termina de 
garantizar que uno no va a sufrir. Apunta a un malestar que no depende de 
ningún régimen político, sino de la cultura misma, que haya cultura eso ya 
supone un mal estar imposible de resolver, si se crea la cultura, esta nos exige 
la renuncia de lo pulsional, para vivir en una cultura, en sociedad, tengo que 
renunciar a aquello que me da placer, entonces la cultura en si misma siempre 
va a ser una fuente de mal estar imposible de resolver, porque yo no puedo 
canalizar en ninguna cultura, la pulsión de muerte, entonces ese impulso 
destructivo que no puede ir hacia afuera, que no lo puedo tramitar, se vuelve 
hacia el propio sujeto, paradoja de la cultura. No puede regular todo, su función 
es ordenar, pero resulta ser que la pulsión de muerte atenta contra toda 
organización social, y si yo vivo en sociedad no puedo matar y así restrinjo la 
violencia, pero el malestar se vuelve hacia mí. 
Como hago para sacarme de encima la pulsión de muerte, si lo que no puede ir 
hacia afuera se vuelve contra mí, Freud da el ejemplo de la guerra, y nos dice 
que esta es la mejor manera de canalizar a la pulsión de muerte, porque 
haciendo la guerra se mantiene unida la misma sociedad y se descarga la furia 
con la sociedad rival. 
La cultura no puede canalizar o tramitar la pulsión de muerte, pero sabemos 
que esta sin embargo se encuentra allí siempre presente, insistiendo, 
resistiendo, la cultura, el ordenamiento en función a un padre (inconsciente), no 
puede dar cuenta de todo, pero sí de mucho, porque tiene una cara 
ordenadora, regula los vínculos, de lo que no puede dar cuenta de la pulsión de 
muerte, y no hay manera feliz de tramitar esto en ninguna cultura humana. Sin 
embargo, todo el mundo trata de ocultar esto en base a una ilusión, religiosa 
política, personal, filosófica, etc. La cultura nos hace sufrir y queremos ocultarlo 
ilusionándonos con algo. 
Super yo como exponente del malestar: tiene que ver con las dos caras del 
super yo, podemos decir que la cultura es la lectura sociológica del super yo, 
tiene dos caras una ordenadora y otra que nos hace mal, de igual manera que 
el super yo. 
El problema de la sublimación: Más que un problema vendría a aportar una 
solución, la sublimación es un mecanismo de defensa del cual se vale el yo, el 
aparato anímico es complejo, y la sublimación es un proceso que Freud 
postula, a partir de la cual se le puede cambiar de meta o fin a una pulsión, y 
en vez de que sea una sexual, van a ser actividades humanas que no guarda 
conexión con la sexualidad pero que encuentra su energía en la fuerza de 
la pulsión sexual, describe como actividades, artísticas, intelectuales y 
deportivas, se dice que la pulsión se sublima en la medida que es derivada 
hacia un nuevo fin o una nueva meta no sexual y que apunta a objetos 
culturalmente valorados. Nos permite adaptarnos a la cultura, cuando se trata 
de una pulsión de muerte la sublimación sería un problema, no la de vida que 
tiene que ver con la energía sexual. 
 
UNIDAD 17: El movimiento freudiano y la ética del psicoanálisis. 
Esta unidad esta ligada con la 16, de la añoranza del padre a las paradojas de 
la cultura, referencia a que la cultura humana esta organizada a partir de la 
función del padre, ese padre que muere y su muerte dicta la ley, pero que ese 
orden no garantiza felicidad; porque si bien la cultura nos ordena por un lado, 
nos restringe por el otro y no nos deja canalizar o tramitar la pulsión de muerte, 
por ello la cultura es insuficiente a la hora de regular. 
El psicoanálisis no es una cosmovisión, pues una cosmovisión vendría a ser 
una construcción intelectual que soluciona todos los problemas de nuestra 
existencia a partir de una hipótesis suprema, y el psicoanálisis no lo es, no se 
propone dar respuesta a todo el conjunto de problemas que se presenten en la 
vida anímica. 
 
Del padre universal a “cada padre”: Poner en discusión a un padre no es 
igual a matarlo. Lo que tienen en común “Tótem y tabú”, “Psicología de las 
masas”, “El malestar en la cultura”, “El porvenir de una ilusión” y “Moisés y la 
religión monoteísta” es que en todos habla del padre. En tótem habla del 
asesinado del padre primordial quien funda la cultura humana; en Psico de las 
masas habla de resucitar a un padre para volverlo a matar como en el 
banquete totémico, masa hipnotizada y enamorada de ese padre que así 
tiernisa su vínculo con él; En el porvenir se trata de una añoranza de un padre 
garante, el padre al que se le debe la organización es estructuralmente 
inconsistente; La lista para intentar desmentir esa inconsistencia es larga, pasa 
del amor al delirio. 
Poner en discusión a un padre no es igual a matarlo, aceptar que ese padre es 
inconsistente, esto lo dice en moisés, cuando está hablando del padre, pero 
también de su propio padre, el padre de su pueblo, y dice que no se trata de 
negar, o de quitarle el padre a su pueblo, sino más bien de discutirlo, de 
ponerlo sobre el tapete, no se trata de decretar una muerte que solo eternisa lo 
que mata o que provoca resucitaciones salvadoras, ni de sumirse en quejas , 
sino de hacer algo diferente con el padre, producir algo nuevo a partir de 
aceptar que ese padre es inconsistente, pero para esto hay que aceptarlo, es 
recién ahí que yo puedo servirme de él. Entonces poner en discusión a un 
padre, es aceptar su inconsistencia, ver que hizo en que fallo, y no es igual a 
matarlo, tal como Freud se puso hacer con el padre de su propia religión, 
moisés. 
La ética del psicoanálisis: Siempre tuvo que ver con no plantearse como una 
ilusión. Si lo hiciéramos estamos quitándole la palabra al sujeto, evitando 
conocer su historia, no le decimos que tiene que hacer, lo escuchamos. En la 
transferencia el paciente siempre ubica al analista en un lugar de saber, y para 
que un análisis funcione tiene que llevarse a cabo la transferencia, la cura se 
da en transferencia, y esta genera un sujeto supuesto a saber, es decir que 
el analista sea necesariamente colocado en el lugar del saber, y el paciente 
piense que su analista le va a decir que tiene que hacer, desde el psicoanálisis 
no ocupamos el lugar del ideal, no le decimos que tiene que hacer, nos 
corremos de ese lugar de a poco, en el cual somos ubicados en la 
transferencia, lo que hacemos es reconducirlo al sujeto, decirleque en 
realidad es en su inconsciente en donde está la verdadera respuesta de lo que 
tiene que hacer el o no, advirtiéndolo de que el tratamiento es largo, no 
garantiza resultado, sobre todo no lo ilusionamos, la ética del psicoanálisis 
tiene que ver con esto, la posición del analista, siempre tiene que ver con la 
abstinencia, que quiere decir que a veces es muy difícil, por más que lo 
sepamos, no decirle al paciente lo que puede hacer. Correrse del lugar al cual 
constantemente el paciente nos empuja. Distancia de la pedagogía tiene que 
ver con un error en la práctica que es muy difícil no caer que es la idea de 
reeducar emocionalmente al paciente, no estamos para enseñarle nada, no 
tenemos por qué enseñar porque no somos mejores, no tenemos la clave de la 
felicidad, y de toda ilusión, la ética el psicoanálisis tiene que ver con que uno 
ande prometiendo que va a obtener resultados. Dificultades del método, 
costoso, largo, no garantizaba resultados, no puedo ilusionar al paciente con 
que el psicoanálisis le va a solucionar la vida. No es ético ilusionar al paciente. 
La ética pasa por la apuesta que el analista hace a que el paciente se 
encuentre con el deseo y este siempre apunta a la contradicción, muchas 
veces tiene que ver con algo muy doloroso, y difícil de aceptar, y que también 
ese deseo pueda coexistir con el malestar, porque siempre y cuando vivamos 
en una cultura vamos a sufrir, ya que implica restricciones, me ordena, pero me 
hace sufrir. Alguien puede desenvolverse bien si tiene la capacidad para amar 
y para trabajar. Los dos pilares de la salud mental. 
En el malestar en la cultura Freud establece que existe un irremediable 
antagonismo entre las exigencias pulsionales y las restricciones impuestas por 
la cultura, y agrega que, la represión es causada principalmente por las 
influencias sociales externas. Sufrimos porque es totalmente contradictorio 
satisfacer la pulsión y lo que la cultura espera que yo haga, de alguna manera 
las pulsiones a partir de que se crea la cultura, de que se da este ordenamiento 
en función de un asesinato, ya esto me restringe, me dice que no puedo 
satisfacer mis pulsiones como a mí me da la gana, y a veces mi deseo, las 
pulsiones, me apuntan a una cosa, pero las cultura me exige otra, entonces 
eso ya supone una fuente de malestar de la cual ninguno de los seres 
humanos podemos escapar, porque vivir en una cultura supone eso.

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