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Actividad 17 de octubre - Marcela Aguirre

¡Estudia con miles de materiales!

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En la actividad de esta semana lxs invitamos a pensar cuáles fueron las políticas de ampliación de ciudadanía y democratización del bienestar que se impulsaron bajo las dos primeras presidencias de J. D. Perón. El material de estudio para pensar estos problemas se encuentra en el capitulo 3 del libro de PHA “Los años peronistas: entre los conflictos políticos y la construcción del un Estado de Bienestar” (p. 85 a 118) https://drive.google.com/file/d/10BvkSKyUKRqJNElhKCb3gD9FyA6m-yU-/view
Para abordar estos temas vamos a trabajar con un par de fragmentos de 3 libros, en ells se analizan las experiencias de los trabajadores en el momento del “17 de octubre” que llevaron a transformaciones sociales.  
1. Lee los fragmentos de los libros y, luego, respondé las consignas.
A- EL TRABAJO EN EL FRIGORÍFICO
[…]
Entré en el frigorífico en 1944 en la picada. Cortaba carne y le sacaba el nervio y ponía la carne limpia ahí y el nervio en otro tacho, había que hacer 100 kilos de carne limpia por hora. Ésa era una sección muy grande 1200 mujeres. Era un pueblo, era una cuadra, usted miraba así, todo blanco de gente trabajando, hermoso, era un espectáculo. […] Tenían que agarrar un pedazo, y el cuchillo para sacarle el nervio. No fue difícil de aprender. Las ganas de llevar un peso a la casa y el hambre y la necesidad le obligan a aprender en dos días. Era trabajo duro. Muchas se cortaron, yo me corté acá y la marca me quedó para toda la vida. Otros se cortaron mucho, hubo también accidentes fatales, resbaladas, huesos rotos de las personas, en fin. Comenzábamos a las seis de la mañana, salíamos a las doce, entrábamos a la una, salíamos a las siete, a las ocho. Del mediodía, entrábamos a la 1, una hora para comer, ir a casa, todo, no alcanzaba para nada, muchas se quedaban a comer en los boliches de por ahí, un sándwich y una Coca- Cola, y otra vez adentro, pero uno que quería ver a sus hijos venía de una escapadita. 
[…] 
-D. J.: La actitud de las mujeres con respecto a los capataces, ¿cómo era, con algo de miedo?
-M.R.: Miedo al ser humano, al capataz, no; miedo a perder el trabajo y quedar sin pan. Entonces, por ese miedo a perder el trabajo y quedar sin pan, se lo respetaba como a un dios, se veía venir al capataz y había que agachar la cabeza y trabajar lo más que se podía porque de ellos dependía, que daban el informe arriba, tal obrera anda bien, tal obrera anda regular o tal obrera anda mal. 
Yo fui siempre respetada por mis compañeras de trabajo. Llegué a ser dirigente de mi sección casi de entrada. No sé por qué. [...] Mucha gente nos decía a nosotros: “Ustedes lo que van a hacer es a exponerse a que los lleven presos, a que los maten a palos, y que los hagan perder de vista en la Patagonia o por ahí porque con la oligarquía nadie puede, consigan la tranquilidad de seguir con su trabajo y no digan nada más”.
Para mí lo más importante de esas realidades que pude ver con mis ojos y palparlo fue el respeto del patrón hacia el trabajador. Ya no se le trataba como a un animalito, como a un mueble, como a algo que se usa, se le trataba como se debe tratar al semejante, entonces, el patrón respeta al obrero, se ha conseguido mucho más de la mitad, mucho más de lo que valen los salarios. El respeto y la moral de los pueblos está por delante de todo lo demás. Los cambios se fueron sintiendo muy lentamente, pero se sentían, después del 17 de octubre de 1945, cuando el pueblo argentino y extranjeros bien intencionados salieron a la calle a pedir la libertad de un hombre que estaba preso por las Fuerzas Armadas, que se llamaba Juan Domingo Perón, desde ahí notamos el cambio, y cuando fuimos a trabajar ya éramos no prepotentes hacia el patrón pero sí entrábamos con cierta gallardía, con cierto orgullo, decir vengo a trabajar contento porque tengo quien me defiende; desde Trabajo y Previsión ya hay un hombre seguro que nos defiende. Desde ahí fuimos más respetados, pero también nos hicimos respetar. Porque enumerar todos los paros chiquitos que hemos hecho, yo creo que son centenares. Fueron aislados, de dos horas, de cinco horas, de tres horas. Cada vez que ocurría un despido de un señor que por razones de salud o ambientales o lo que fuera, no podía cumplir con lo que los obligaba la empresa a rendir, entonces nos despedían un compañero y se hacía un paro de media hora, porque notificábamos a la gerencia, fulano de tal está despedido injustamente, si ese señor vuelve al trabajo porque tiene una familias que mantener, nosotros continuamos trabajando. Ese compañero volvía al trabajo y nosotros continuábamos trabajando. Siempre tenía éxito. […]
Daniel James, Doña María. Historia de vida, memoria e identidad política. Buenos Aires: Manantial, 2004 (1era. Edición). Páginas 54 a 57.
B-“Las multitudes continuaban llegando. Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres de Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, de las fundiciones y acerías del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas. Brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora. Hermanados en el mismo grito y en la misma fe iban el peón de campo de Cañuelas y el Tornero de precisión, el fundidor mecánico de automóviles, la hilandera y el peón. Era el subsuelo de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la Nación que asomaba [...] Era el de nadie y el sin nada en una multiplicidad casi infinita de gamas y matices humanos, aglutinados […] Aglutinados por el mismo estremecimiento y el mismo impulso, sostenidos por una misma verdad que una sola palabra traducía: Perón.”
Raúl Scalabrini Ortiz, “El 17 de Octubre”, en Hechos e ideas, Buenos Aires, Febrero de 1946
C-“Los mirábamos desde la vereda, con un sentimiento parecido a la compasión. ¿De dónde salían? ¿Entonces existían? ¿Tanto? ¿Tan diferentes a nosotros? ¿Realmente venían a pie desde los suburbios, cuyos nombres componían una vaga geografía desconocida, “una tierra incógnita” por la que nunca habíamos andado? ¿Sería posible que los moviese el nombre de ese hombre, el aborrecido? Nos parecía increíble todo eso y las columnas que marchaban, cada vez más espesas.”
Félix Luna, El 45. Buenos Aires: Sudamericana, 1971
1. ¿Qué nos cuenta el fragmento A sobre la vida de los y las trabajadoras a fines de la década del cuarenta? ¿qué palabras son claves en su descripción?
2. ¿Cómo era la vinculación con la autoridad en el frigorífico? En función del texto de Queirolo, ¿qué rol cumplía la mujer como trabajadora?
3. ¿Cómo caracteriza cada autor a los manifestantes en los textos B y C? ¿Cómo es la lectura o mirada de cada autor sobre el acontecimiento?
4. ¿Cómo se puede vincular lo que vivían los trabajadores con el acontecimiento que relatan las fuentes sobre lo que sucedió el 17 de octubre de 1945, a su vez con lo planteado por Queirolo en su texto?

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