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13 caPítulo i ¿Qué es la modernidad? Cecilia Caputo Este artículo tiene por objetivo ofrecer una introducción a la com- prensión de la época moderna para aquellos que no están familiarizados con el tema. La necesidad de este trabajo se debe a que los estudios sobre la modernidad son muchos y, a la vez, cada uno ilumina un aspecto de la cuestión, pero no siempre resulta sencillo encontrar alguno que ofrezca una mirada global sobre el tema. La época El concepto de época puede entenderse en dos sentidos complemen- tarios a los que vamos a llamar cronológico y filosófico. El primero define una época por un comienzo y un fin en términos temporales; en cambio para el filosófico prevalece la mentalidad imperante.1 1. Para dar un ejemplo que ilumine esta distinción pensemos en William de Baskerville, el personaje principal del film El nombre de la rosa, cuya trama está situada en la Italia medieval, quien –al investigar el misterio de una serie de crímenes que se dan en la abadía que visita– hace gala de una forma de pensar moderna. Es decir que, aunque vive en el medioevo, piensa guiándose por criterios racionales y no dogmáticos como lo hace la mayoría de sus contemporáneos. Por lo tanto, si tuviéramos que decir a qué época pertenece, deberíamos decir que al medioevo; pero si tenemos en cuenta su mentalidad –el sentido filosófico de época– deberíamos decir que a la modernidad. Podríamos ver esta diferencia como un problema o podríamos considerar que, al contrario, enriquece nuestra comprensión de lo que es una época. Libro_Raffin_MAT-CAT_04 abr 2016__.indd 13 04/04/2016 09:42:32 a.m. 14 S O C I E D A D , C U L T U R A Y P O D E R . R E F L E X I O N E S S O B R E T E O R Í A S O C I A L Época en sentido “histórico o cronológico” Por “época” solemos referirnos a un lapso histórico que transcurre entre ciertos acontecimientos considerados de particular significación: la caída de un imperio, una revolución, el inicio de una empresa colonizadora o la aparición de un nuevo sistema de producción. El fin del imperio romano, la caída de Constantinopla, los inicios del capitalismo, por ejemplo, han sido señalados como lindes entre épocas. Pero esos son signos externos, elegidos de un modo arbitrario, para indicar transformaciones lentas y difusas cuya maduración toma mucho tiempo. La caída del imperio romano simboliza, en realidad, el fin de la concepción armónica del mundo heredada de Grecia y el inicio del mundo mágico y religioso, bárbaro y cristiano. La toma de Constantinopla es una fecha elegida al azar para marcar los comienzos de una nueva manera de ver el mundo y de actuar sobre él, que despunta en el Renacimiento y va desplazando poco a poco la concepción medieval del universo, hasta constituir lo que llamamos “modernidad” (Villoro, 1993). En este marco, el autor –como muchos otros– considera como fecha de inicio de la modernidad el año de 1453, la caída del Imperio Romano de Oriente; nosotros vamos a hacer nuestra la afirmación de Tzvetan Todorov según la cual: El descubrimiento de América es lo que anuncia y funda nuestra identidad presente; aun si toda fecha que permite separar dos épocas es arbitraria, no hay ninguna que convenga más para marcar el comienzo de la era moderna que el año de 1492, en que Colón atraviesa el océano Atlántico. Todos somos descendientes directos de Colón, con él comienza nuestra genealogía (Todorov: 2003, 15). La conquista abre la modernidad por varias razones indiscutibles: dio un impulso a la transformación de la economía feudal en el capitalismo, Libro_Raffin_MAT-CAT_04 abr 2016__.indd 14 04/04/2016 09:42:32 a.m. 15 implicó una ampliación de los horizontes vitales europeos planteándole conflictos inéditos por el enfrentamiento con nuevas culturas2 y, para América, significó la destrucción de las formas de vida imperantes hasta el momento. Sin embargo la afirmación de Todorov va más allá de estas razones y es ciertamente discutible porque nos dice que todos los individuos modernos somos descendientes directos de Colón. ¿Por qué? Es necesario tener bien presente que la conquista de América redujo la población de América de 80 a 10 millones en menos de un siglo. “Si alguna vez se ha aplicado con precisión a un caso la palabra genocidio, es a este” (2003:144). Es entonces este genocidio el que abre la modernidad y funda la identidad moderna, no solo por las consecuencias particulares que tuvo para América sino para todos los individuos modernos. “Colón ha descubierto a América, pero no a los americanos” (2003:57). La hipótesis que defiende Todorov es que la modernidad es la época en la cual el encuentro con el otro no se ha producido, “el otro todavía está por descubrir” (2003:257). Veamos el argumento que sostiene dicha hipótesis. La postura de los europeos no ha sido solamente la de considerar al otro como alguien diferente y por lo tanto susceptible de ser catalogado como superior o inferior: en este caso no dudaron de la inferioridad; sino que también se han esforzado por hacer desaparecer su alteridad exterior por el camino del asimilacionismo, es decir: extendiendo sus valores y su modo de vida al mundo entero. “Ambas posturas descansan en el egocentrismo: en la identificación de los propios valores con los valores en general, del propio yo con el universo” (2003:50). Y así es que se niega la existencia del otro, porque no se lo considera como un igual –en tanto ser humano–, pero diferente –por su cultura–; se lo considera como ser humano solo si es igual al modelo y si no, lo catalogo como inferior porque no hay duda de la superioridad europea y así, en el peor de los casos: se lo destruye y, en el mejor: se pierde la posibilidad de descubrirlo. Las consecuencias de esta falta las seguimos sintiendo hasta hoy en día: el egocentrismo y el individualismo son las características de esta modernidad líquida en la que estamos sumergidos (Bauman, 2003:12). 2. Es verdad que no es la primera cultura extraña a la europea con la que se enfrentaron. Pero, por ejemplo, problemas como saber si los nativos americanos tenían alma o no tenían alma nunca se habían planteado antes al encontrarse con mahometanos, turcos u orientales. Cecilia Caputo Libro_Raffin_MAT-CAT_04 abr 2016__.indd 15 04/04/2016 09:42:32 a.m. 16 S O C I E D A D , C U L T U R A Y P O D E R . R E F L E X I O N E S S O B R E T E O R Í A S O C I A L La cuestión de la importancia de la conquista de América en la com- prensión de la modernidad ha sido también analizada por Enrique Dusell, quien sostiene que la afirmación del sujeto y su razón como punto de apo- yo de la modernidad, tal como lo sostuvo Descartes con su famoso cogito ergo sum (pienso entonces existo) fue posible porque fue antecedida en un siglo por el ego conquiro (yo conquisto) de los españoles. Es decir que el pensamiento moderno solo pudo sostenerse en tanto hubo detrás de él una voluntad de poder que se impuso y lo hizo posible. Dusell también afirma que solamente podemos superar las contradicciones de la modernidad si asumimos esta cara oculta que sigue presente en el rostro de los oprimidos: los indios, los negros, las mujeres, etc. y logramos incorporarlos como otros en pie de igualdad. Pero la conquista de América no es el único acontecimiento central de la modernidad. Para comprenderla debemos tener presente también otros acontecimientos históricos relevantes que mencionaremos a continuación ubicándolos dentro de lo que podríamos considerar, con Berman (1988:1- 26), los tres períodos en los que podríamos dividir la época moderna. El primero es aquel que va desde fines del siglo XV o comienzos del siglo XVI hasta la revolución francesa (1789), el cual se caracteriza porque las personas todavía no tienen conciencia de estar viviendo en un mundo nuevo: • La invención de la imprenta alrededor de 1450 que tuvo como consecuencia el inicio de un proceso de ‘socialización’ del saber (con lo que estoimplica también a nivel social y político). • La Reforma religiosa llevada a cabo por Lutero (una de cuyas ideas fundamentales es la libre interpretación de las Escrituras posibilitada por el acceso a ellas a que dio lugar la imprenta), mo- vimiento que fue respondido por la Contrarreforma (una de cuyas medidas fue, en 1542, la institucionalización de la Inquisición). • El Renacimiento y el Humanismo, movimiento artístico e inte- lectual respectivamente surgidos ambos en la Italia de los siglos XV y XVI, que mostraron una nueva concepción del hombre. • Los fundamentos de la revolución científica del siglo XVII, cuya consecuencia central es, por un lado, el abandono de la concepción Libro_Raffin_MAT-CAT_04 abr 2016__.indd 16 04/04/2016 09:42:32 a.m. 17 geocéntrica del universo por la concepción heliocéntrica y, por el otro, el proceso científico-filosófico-cultural, que acompaña la instauración de la concepción científica del mundo, sobre la que volveremos con más detalle. El segundo período abarca desde fines del siglo XVIII hasta fines del siglo XIX y se caracteriza porque los individuos ya tienen conciencia de estar viviendo en una nueva época. Es el período que Hobsbawm llama el “siglo XIX largo” ya que incluye el decenio final del siglo XVIII y el primer decenio del siglo XX. Algunos de los acontecimientos más relevantes son: • La consolidación del capitalismo gracias al éxito de la revolución industrial y la aparición del mercado mundial con sus consecuen- cias: imperialismo y colonialismo. • El Iluminismo o Ilustración, movimiento intelectual del siglo XVIII que, de alguna manera, sirvió de fundamento a las revo- luciones burguesas y cuyo lema es, tal como lo expusiera Kant: Atrévete a pensar. • El nacimiento de la ciudad moderna, cuyo exponente es la trans- formación de París que lleva a cabo Haussmann en torno a 1860 al construir los bulevares que caracterizarán a toda ciudad moderna. El último período corresponde al siglo XX, al que Hobsbawm de- nomina “siglo XX corto” porque comienza con la primera guerra mundial (1914) y termina en los años 90 con la caída del bloque socialista. Según Berman se caracteriza porque las personas y sus principales exponentes intelectuales perdieron conexión con las raíces de la modernidad y a esto se debe la crisis de la cual aún no hemos salido. Algunos de los aconteci- mientos centrales son: • La globalización: el mundo se ha convertido en una única unidad operativa. Vivimos en una aldea global, eso quiere decir que lo que pasa en un rincón del planeta tiene grandes posibilidades de incidir en otro aunque se encuentre a miles de kilómetros de distancia. Cecilia Caputo Libro_Raffin_MAT-CAT_04 abr 2016__.indd 17 04/04/2016 09:42:32 a.m. 18 S O C I E D A D , C U L T U R A Y P O D E R . R E F L E X I O N E S S O B R E T E O R Í A S O C I A L • Adelantos espectaculares en el campo científico, artístico y cul- tural, solo a título de ejemplo podemos mencionar la teoría de la relatividad, las vanguardias de principios de siglo y los derechos humanos. Podríamos no solamente clasificar, como lo hicimos, estos aconte- cimientos según un criterio cronológico sino por su pertenencia a lo que Berman (1988:2) llama “modernización” y “modernismo”. El primero hace referencia a los procesos sociales que caracterizan a la modernidad y el segundo a las ideas, los valores y las visiones que encontramos en ella. De esta manera, consideramos a la globalización como un aspecto de la modernización, mientras que los cambios artísticos tienen que ver con el modernismo. La limitación de esta concepción cronológica de época es que puede reducirse a la descripción de los acontecimientos centrales sin preocuparse por entender la mentalidad imperante en el conjunto de dicho período y que es, en definitiva, lo que hace que se considere a una época determinada como una unidad. Veamos entonces el segundo sentido de época. Época en sentido “filosófico” Un cambio de época es, ante todo, una transformación en la manera en que los hombres ven el mundo y se sitúan en él. Las creencias colectivas predominantes en una época son muy variadas, pero todas se levantan sobre el supuesto de ciertas creencias y actitudes básicas, que son condiciones de las demás y que, por ende, no se ponen en cuestión. Se trata de creencias ontológicas acerca de lo que se considera razonable admitir como existente en el mundo, de supuestos epistémicos, acerca de lo que debe valer como razón para justificar cualquier proposición, de adhesiones valorativas sobre lo que debe considerarse como altamente valioso. Las concepciones religiosas, filosóficas, políticas o artísticas más diversas se contraponen en una misma época, pero esa contraposición no sería posible sin el supuesto de un consenso sobre lo que puede aceptarse como razones y valores válidos. De lo contrario, toda argumentación sería imposible. Ese acuerdo Libro_Raffin_MAT-CAT_04 abr 2016__.indd 18 04/04/2016 09:42:32 a.m. 19 está implícito en cualquier controversia y permanece inexpreso a través de las diversas expresiones de ideas contrapuestas. Las creencias básicas, comunes a una época, determinan la manera como, en un lapso histórico, el mundo se configura ante el hombre; constituyen pues lo que podríamos llamar una “figura del mundo”. “Figura” y no “concepción” o “dibujo”, porque es solo un esquema, un marco restringido de conceptos y actitudes comunes que delimita las diversas concepciones de una época. Una figura del mundo es el supuesto colectivo de las creencias y actitudes de una época. Una época dura lo que dura su figura del mundo (Villoro, 1993). Vamos a proponer algunos ejemplos que iluminen estas distinciones: creencias ontológicas, supuestos epistémicos y adhesiones valorativas. En cuanto a la primera, los individuos modernos somos más propensos a creer en la existencia de los virus que en la de las brujas, como se creía en la época medieval. ¿Qué queremos decir con esto? Que si bien probablemente ninguno de nosotros vio un virus (solo visibles en un microscopio electró- nico) ni una bruja, estamos mucho más dispuestos a aceptar la existencia del primero y no de la segunda porque somos modernos, y la modernidad es –como lo afirmó el sociólogo alemán Max Weber– la época del desen- cantamiento del mundo.3 Un supuesto epistémico hace referencia a lo que se considera una razón o argumento válido. Siguiendo la línea del ejemplo anterior, los mo- dernos vamos a suponer que la causa de una gripe es un virus antes que suponer que se debe a una posesión de fuerzas demoníacas. Y las adhesiones 3. “La intelectualización y racionalización crecientes no significan, pues, un creciente conocimiento general de las condiciones generales de nuestra vida. Su significado es muy distinto; significan que se sabe o se cree que en cualquier momento en que se quiera se puede llegar a saber que, por tanto, no existen en torno a nuestra vida poderes ocultos o imprevisibles, sino que, por el contrario, todo puede ser dominado mediante el cálculo y la previsión. Pero esto significa el desencantamiento del mundo. A la inversa del salvaje, el cual aún cree que tales poderes existen, nosotros no tenemos que valernos de medios que obren efectos mágicos para controlar a los espíritus. O incitarlos a la piedad. Esto es algo que se puede lograr por medio de la técnica y la previsión. He ahí, en esencia, el significado de la intelectualización” (Weber, 1919). Cecilia Caputo Libro_Raffin_MAT-CAT_04 abr 2016__.indd 19 04/04/2016 09:42:32 a.m. 20 S O C I E D A D , C U L T U R A Y P O D E R . R E F L E X I O N E S S O B R E T E O R Í A S O C I A L valorativas hacen referencia a aquello que consideramos valioso. Para los individuos modernos el valor de la vida humana es más incuestionable que el de la salvación del alma humana, si lo comparamos nuevamente con el medioevo. Es interesante tener en cuenta que esto no significa queno podamos encontrar ahora, en el presente, gente que siga creyendo en los demonios, en las brujas y en la importancia de la salvación del alma. Esto es así porque las mentalidades no desaparecen, solo se imponen o prevalecen unas sobre las otras. Agreguemos además que tampoco podemos dar por sentado que un cambio de mentalidad implique un avance en el sentido de una mejor comprensión del mundo. Sin embargo, dada la fe que la modernidad de- posita en el progreso de la humanidad, sí está dispuesta a afirmar que ella implica una evolución respeto a las épocas pasadas. La modernidad es la primera época que se autocomprende a sí misma, que mira al pasado como una preparación para su advenimiento y que se concibe como universal. El pasado sobre el que la modernidad se construye a sí misma es un arco que va desde la antigüedad grecorromana que finaliza en el siglo V con la caída del Imperio Romano de Occidente pasa luego por los diez siglos que comprende la edad media hasta llegar a la época de las luces. Es recién a partir del siglo XVIII que se construye la idea de historia universal, apa- reciendo así –por primera vez– la conciencia histórica. La idea de historia universal esconde dentro de sí el ideal de hombre, que no es otro que el hombre europeo (Vattimo, 1990:74). La historia universal es el relato por el cual el hombre europeo se cuenta a sí mismo el camino por el cual ha evolucionado desde su pasado primitivo hacia el presente luminoso con vistas hacia un futuro de emancipación. La confianza en el progreso de la humanidad es un supuesto incuestionable para la mentalidad moderna. Racionalidad y subjetivación Los dos términos claves que se encuentran a la base del pensamiento de la época moderna son el sujeto y la razón. Sujeto En el pensamiento antiguo, tanto griego como romano, el hombre tiene un puesto determinado en un orden que abarca a la Libro_Raffin_MAT-CAT_04 abr 2016__.indd 20 04/04/2016 09:42:32 a.m. 21 totalidad de los entes. Es un ente entre otros. Solo a partir del todo podemos determinar el lugar que le corresponde y, por lo tanto, su naturaleza. El pensamiento moderno ejecuta una inversión en ese punto de vista: ya no considera al hombre desde el mundo sino el mundo desde el hombre. El hombre es sujeto ante el que todo puede ser objeto. No es solo un ente entre los entes, con un puesto asignado en el todo, sino un centro de actos que pueden dirigirse a todo.4 (...) La naturaleza del hombre no puede ser del mismo orden que la de las cosas no humanas. Todas las cosas tienen una naturaleza establecida y obedecen a leyes fijas; el hombre, en cambio, puede elegir para sí su propio puesto en el cosmos: su naturaleza es libertad. Esta idea apunta ya en el famoso Discurso sobre la dignidad del hombre de Pico della Mirandola.5 Desde entonces el hombre es visto como un sujeto autónomo, abierto al mundo, para transformarlo según sus proyectos y su trabajo. Más tarde se presentará como autor de su propia historia, constructor de su sociedad, legislador de su propia ley moral. En suma, desde Pico hasta Sartre, pasando por Descartes o por Kant, el hombre ya no es solo una criatura de la naturaleza, sujeta a sus leyes; es también un sujeto que tiene al mundo como correlato de su conocimiento y de su acción. Naturaleza y sociedad las transforma con su acción; en la diversidad del mundo establece la unidad de la razón: nombra todas las cosas, las relaciona entre sí, las recrea. El hombre es la fuente de sentido de todas las cosas (Villoro, 1993). Villoro se refiere al paso del teocentrismo medieval al antropocen- trismo moderno. El mundo medieval gira en torno a la idea de Dios, el 4. Heidegger resumió el pensamiento moderno en estos términos: “…lo importante es que la esencia del hombre se transforma desde el momento en que el hombre se convierte en sujeto (…), esto significa que se convierte en aquel ente sobre el que se fundamenta todo ente en lo tocante a su modo de ser y su verdad. El hombre se convierte en centro de referencia de lo ente como tal” (Heidegger, 2000:73). 5. Esta centralidad conferida al hombre se puede observar en el Discurso del humanista cuando nos enteramos que Dios –habiendo creado todas las criaturas celestes y terrestres– se da cuenta que no le queda ninguna característica para darle al hombre; así que decide darle al hombre la libertad para que elija ser lo que quiera ser. Cecilia Caputo Libro_Raffin_MAT-CAT_04 abr 2016__.indd 21 04/04/2016 09:42:32 a.m. 22 S O C I E D A D , C U L T U R A Y P O D E R . R E F L E X I O N E S S O B R E T E O R Í A S O C I A L mundo moderno no va a deshacerse de Dios pero sí va a empezar a despla- zar la fuente última de sentido hacia el hombre mismo. El pensamiento de Descartes, considerado el primer filósofo moderno, es un buen ejemplo de esto. La piedra angular de su filosofía es el famoso cogito ergo sum: pienso, existo. La única razón por la que podemos estar seguros, ciertos, de nuestra existencia es porque pensamos. Todo puede ser un sueño,6 pero de lo que no podemos dudar es de ser seres pensantes. De esta manera, el filósofo francés erige al yo como lo único de lo que no podemos dudar y punto de partida de todo conocimiento. Esta conversión del hombre en sujeto tuvo sus consecuencias. Derivó, en primer lugar, en la transformación del mundo en objeto; y así fue posible considerar a la naturaleza como un conjunto de objetos puestos al servicio del hombre. Pero en segundo lugar, tuvo como consecuencia la conversión del hombre mismo en objeto. El hombre no solo se convirtió en objeto cuando el capitalismo lo redujo a ser fuerza de trabajo, un engra- naje más dentro del conjunto de las fuerzas productivas, sino que también se convirtió en objeto de conocimiento cuando nacieron las ciencias del hombre en el siglo XIX.7 Razón El segundo concepto clave es el de razón. La modernidad formula un proyecto de racionalización del universo. Se trata de una razón totalizadora, porque dirigida a todo; única, porque se ejerce por igual en todos los órdenes del ser; universal, porque es compartida por todos los sujetos (Villoro, 1993). Esto no quiere decir, de ninguna manera, que los hombres hayan comenzado a usar su razón o a ser racionales en la modernidad. Podemos afirmar que el advenimiento del pensamiento racional lo encontramos en la Grecia antigua, más precisamente en el siglo VI a.C., con el surgimiento del pensamiento filosófico, cuya novedad es apartarse del pensamiento mítico o 6. Cf. Matrix, el famoso film que los hermanos Wachowsi presentaron en 1999. 7. Va a ser Michel Foucault quien señale esta correlación a la largo de su obra. Libro_Raffin_MAT-CAT_04 abr 2016__.indd 22 04/04/2016 09:42:32 a.m. 23 mágico.8 La gran diferencia entre la razón pre-moderna y la moderna es que esta última se vuelve totalizadora, lo cual significa que no solo los sujetos son racionales sino que el mundo mismo lo es. Veamos una ilustración de este supuesto en la obra de teatro que Bertold Brecht escribió sobre la vida de Galileo Galilei: Barberini: (...) Ustedes los astrónomos piensan en círculos o elipses y en velocidades proporcionadas, es decir, en movimientos simples adecuados a sus cerebros. ¿Qué pasaría si a Dios se le hubiese ocurrido dar este movimiento a sus astros? (Dibuja en el aire, con el dedo, una trayectoria muy complicada con velocidades irregulares) ¿Qué sería entonces de sus cálculos? Galilei: Amigo mío, si Dios hubiese construido un mundo así, entonces habría construido nuestros cerebros de la misma manera, de modo que reconocerían inmediatamente a esos movimientos como si fueran los más simples. Yo creo en la razón (Brecht, 1964:150). Esto quiere decir que la modernidad supone una homogeneidad entre el sujeto y el objeto: ambos están construidos con el mismo criterio racional. Para la visión medieval, el mundo era un lugar poblado de misterios y, por tanto, heterogéneo en relación al hombre.En el Renacimiento, en algunas ideas de Leonardo da Vinci se anuncia ya esta idea. En el siglo XVII se convierte en el proyecto de una ciencia universal, capaz de expresarse en ideas claras y de formularse en lenguaje matemático. Todo debe estar sujeto a las condiciones marcadas por la razón. En la Ilustración se vuelve el ideal del dominio universal de la razón. En los siglos XIX y XX se concreta en el avance triunfal de la ciencia y la técnica, transformadoras de la morada humana. Volver el mundo racional no es solo explicarlo y comprenderlo, es también transformarlo. 8. Si tenemos en cuenta los estudios recientes sobre filosofía no occidental podemos poner en cuestión esta afirmación (Tola y Dragonetti, 2008). Cecilia Caputo Libro_Raffin_MAT-CAT_04 abr 2016__.indd 23 04/04/2016 09:42:32 a.m. 24 S O C I E D A D , C U L T U R A Y P O D E R . R E F L E X I O N E S S O B R E T E O R Í A S O C I A L La razón está ligada a la acción técnica tanto en la naturaleza como en la sociedad. La suprema dignidad del hombre, pensaban los renacentistas, consiste en su capacidad de recrear el mundo en torno para construir una “segunda naturaleza”, a su imagen y semejanza; esto lo logra por el arte y por la técnica. Transformar es el signo de dominar. La razón, una y universal, se entiende ante todo ligada a la capacidad de dominio. Es un instrumento para establecer sobre la Tierra, al fin, el regnum hominis de que hablaba Francis Bacon (Villoro, 1993). Veamos entonces cómo fue el nacimiento de esta ciencia moderna capaz de transformar, gracias a su alianza con la técnica, al mundo y ponerlo al servicio del hombre. La ciencia moderna El conjunto de la naturaleza era, para los hombres de fines de la Edad Media, un mundo cerrado: cerrado, porque el universo tenía límites más allá de los cuales no había nada, y cuyo centro era la Tierra (Koyré, 1992:11); mundo, en el sentido de cosmos. El término griego cosmos significa lo contrario de caos, o sea, orden y también armonía y belleza. Y el mundo medieval –o, mejor, la astronomía medieval que se apoyaba en la metafísica aristotélica– era efectivamente ordenado y armónico: a diferencia de lo que se observa en el mundo sublunar (o sea, en la Tierra), los cielos son incorruptibles, inmutables, eternos –más aún, los planetas están fijos en esferas concéntricas que se mueven en círculos (además de ser la figura perfecta, el movimiento circular es el tipo de movimiento más semejante al reposo)– y, por si eso no alcanzara, hasta se pensaba que las esferas producían un sonido armonioso, una música, al girar. Como se ve, este era un orden jerárquico y armónico... que empieza a desmoronarse en el Renacimiento. Reale caracteriza al Renacimiento como una época de renovación, retorno a los orígenes y ruptura (1999:38), marcado por el res- cate de la cultura clásica que el Humanismo había iniciado: renovación del pensamiento y, lo que es más importante, conciencia de estar inaugurando un pensamiento nuevo; retorno a los orígenes ya sea en la Grecia clásica, ya sea en el cristianismo primitivo (como es el caso de Lutero o Erasmo), Libro_Raffin_MAT-CAT_04 abr 2016__.indd 24 04/04/2016 09:42:32 a.m. 25 ruptura con el pasado inmediato. Esta actitud, por su parte, muestra un rasgo profundamente moderno que ya hemos mencionado: la conciencia histórica. Tener conciencia histórica significa, recordemos, un posiciona- miento en el tiempo: reconocer el pasado como el camino que hubo de recorrerse para llegar a este presente que nosotros haremos futuro. Tanto la ruptura con el pasado inmediato y el sentimiento de origina- lidad del presente, pues, implican conflicto. Como señala Koyré, “después de haber destruido la física, la metafísica y la ontología aristotélicas, el Renacimiento se encontró sin física y sin ontología, es decir, sin posibilidad de decidir con anticipación si algo es posible o no” y la consecuencia de esto es que “no hay ningún criterio que permita decidir si la información que se recibe de tal o cual ‘hecho’ es verdadera o no” (2000:42). Desde ya, esta situación es de una profunda angustia, a partir de la cual o bien se intenta buscar un nuevo fundamento para construir un nuevo orden, o bien los hombres se resignan a bucear en la incerteza y la locura –pero siempre en tensión entre ambos extremos. Una lucha íntima, una tensión nunca del todo resuelta subyace, en efecto, en toda la modernidad. En este marco, el pensamiento intenta construir un orden: el orden de la razón. Con respecto a la construcción científica del orden de la naturaleza, diremos que si bien ésta se construye sobre la base de la razón en el siglo XVII, la primera ontología que la modernidad se dio a sí misma, según Koyré, fue la magia. La magia concibe, en general, a todas las cosas que constituyen la naturaleza en una interconexión íntima y al hombre como un microcosmos. De dicha interconexión se desprende una influencia mutua; y de la situación privilegiada del hombre como reuniendo en sí mismo todos los elementos naturales, la posibilidad de gobernar las fuerzas e influencias naturales para su provecho. La astrología, por ejemplo, supone esto y, de hecho, tiene una fuerte presencia en la época, al punto que representantes de la revolución científica, como J. Kepler o el mismo Galileo, hacían ho- róscopos por encargo. De la magia a la filosofía de la naturaleza, y de allí a la ciencia, he ahí el camino de la ciencia moderna. De la concepción científica moderna del orden del universo, seña- laremos sus rasgos principales. En general, los que se suelen subrayar son los tres que siguen: el carácter matemático, el carácter experimental y, en relación con esto último, el uso de instrumentos. El carácter matemático es el más importante, sobre todo por sus consecuencias. Se puede explicar Cecilia Caputo Libro_Raffin_MAT-CAT_04 abr 2016__.indd 25 04/04/2016 09:42:32 a.m. 26 S O C I E D A D , C U L T U R A Y P O D E R . R E F L E X I O N E S S O B R E T E O R Í A S O C I A L recurriendo a la distinción que Galileo propone entre las propiedades subjetivas y las propiedades objetivas de las cosas. Las primeras son pro- piedades cualitativas, que resultan del contacto de los objetos con nuestros sentidos, tales como frío, calor, color, dulzor, etc. Estas son muy variables de persona en persona (lo que para uno es caliente, para otro puede ser tibio, por ejemplo) e imprecisas. En consecuencia, con ellas no es posible construir un conocimiento científico. En cambio, las segundas, son las propiedades matemáticas, cuantificables, las únicas sobre las que se puede constituir un conocimiento científico. El nuevo orden del mundo es, pues, un orden racional. La racionalidad de la naturaleza, a su vez, es homogé- nea. La posibilidad de cuantificar tanto el espacio como el tiempo implica una homogeneidad opuesta a la jerarquía heterogénea de la concepción aristotélica (la diferencia entre el mundo sublunar y el supralunar). Para la concepción matemática del mundo, un centímetro del espacio es idéntico a otro, una porción de tiempo es idéntica a otra y, si hay leyes que explican un fenómeno en un lugar y tiempo determinados, explicarán el mismo tipo de fenómeno en cualquier tiempo y lugar. Dicho en otras palabras, la natura- leza es uniforme. Lewis Mumford subraya la relevancia del reloj mecánico como máquina modelo de la modernidad. Por un lado, en el reloj se ve claramente la cuantificación del tiempo y la intercambiabilidad de espacio y tiempo (el tiempo se mide según el espacio recorrido por la aguja) a la que Descartes dio expresión matemática en los “ejes cartesianos”; asimismo, el reloj como máquina sirvió como imagen del universo, concebido como un mecanismo perfecto. Recordemos que el reloj mecánico hace su aparición en las Iglesias de Europa en el siglo XIV. Su difusión se dará de la mano de la revolución industrial a partir del siglo XVIII, pero recién se masificará haciafines del siglo XIX, en el marco de la mecanización del trabajo en las fábricas, con la aparición del reloj de pulsera. El reloj será piedra angular en el proceso de consolidación de la sociedad capitalista industrial. De este momento es la famosa frase “El tiempo es dinero” acuñada por Benjamin Franklin (Raffin, 2006:26). En lo que hace al carácter experimental de la ciencia moderna, recor- demos que, desde el Renacimiento, el naturalismo impuso la idea de que, si hemos de conocer la naturaleza, entonces debemos interrogarla a ella Libro_Raffin_MAT-CAT_04 abr 2016__.indd 26 04/04/2016 09:42:32 a.m. 27 misma y no a los libros considerados portadores de la verdad sobre ella.9 Pero esta experiencia no puede ser la de la percepción cotidiana, de ahí que se diferencia la mera experiencia de la experimentación. Por ejemplo, la experiencia nos dice que el Sol del mediodía cabría en las manos, o que la Tierra está perfectamente inmóvil; en cambio, la razón y la experimentación demuestran otra cosa. En este sentido, Francis Bacon subrayó la impor- tancia de liberar a la percepción y al pensamiento de todos los prejuicios o “ídolos” (como él los llamaba) que obstaculizan el conocimiento científico. Esta diferencia es de suma importancia, sobre todo porque, a su vez, la ex- perimentación guarda con la teoría una relación que la experiencia cotidiana no tiene: por un lado, la teoría sugiere la interpretación de lo que se observa en la experimentación; por el otro, la teoría subyace a los instrumentos que se utilizan en la experimentación, por eso Galileo construía él mismo los telescopios con los que observaba el cielo.10 El proyecto de racionalización en lo social Ideal de la modernidad ha sido la racionalización, no solo de la Naturaleza sino también de la sociedad. Solo la modernidad intentó la construcción de una sociedad política con base en reglas puramente racionales. Solo ella concibió la sociedad como resultado de un acto racional y libre de los individuos o bien como efecto de causas sometidas a leyes necesarias. La ciudad ideal debe ser construida por la razón. También en este campo impera la idea de la razón como instrumento para lograr los fines humanos. La explicación racional del origen de la sociedad política y la construcción racional de la utopía son dos caras de la misma concepción de la sociedad como un orden sujeto a reglas que el hombre puede conocer y dominar (Villoro, 1993). 9. Esta idea de consultar los libros de Aristóteles o de la Revelación, por su parte, tiene su lógica interna: para conocer la obra de un creador, qué mejor fuente que la verdad sobre la obra que el mismo creador reveló, teniendo en cuenta también la debilidad de los instrumentos con que el hombre cuenta para conocer por su propia cuenta. 10. Agradezco la colaboración de Andrea Pac para este apartado. Cecilia Caputo Libro_Raffin_MAT-CAT_04 abr 2016__.indd 27 04/04/2016 09:42:32 a.m. 28 S O C I E D A D , C U L T U R A Y P O D E R . R E F L E X I O N E S S O B R E T E O R Í A S O C I A L Las utopías renacentistas, especialmente la Utopía de Tomás Moro, muestran cómo la capacidad racional del hombre puede construir una sociedad ideal donde reine la paz y la justicia. Pero también podemos en- contrar la presencia de la idea de razón debajo de dos conceptos centrales del pensamiento político moderno: pacto social y revolución. Jean-Jacques Rousseau, pensador paradigmático del primer período de la modernidad y Karl Marx del segundo (Berman, 1989:3-9) nos pueden ayudar en esta tarea. El pacto o contrato social (Rousseau, 1769) es el acto de asociación por el cual los hombres deciden unirse para formar una sociedad civil dejando atrás el estado de naturaleza. De esta manera renuncian a la libertad natu- ral y a la posibilidad de hacer justicia por mano propia y ganan la libertad civil, la justicia y la moralidad. De esta manera, se invierte la visión clásica del origen de la sociedad: ya no es la comunidad la que crea al hombre (tal como lo plantea Aristóteles en su Política)11 sino el hombre el que, con su razón, crea la sociedad. Solo un pensador perteneciente a la cosmovisión moderna podía engendrar esta idea por la cual el hombre se erige en un sujeto que, con la sola ayuda de la razón, puede crear el orden social como modo de salvaguardar su vida y sus bienes. De la misma manera, Marx es profundamente moderno al afirmar que la revolución es la llave por la cual los hombres pueden, a través de una decisión racional, cambiar el orden establecido con el fin de alcanzar una sociedad libre de la opresión y la injusticia. En ambos conceptos –pacto social y revolución– encontramos al hombre como sujeto racional dominando el orden social, por eso podemos afirmar que la modernidad lleva a cabo también un proyecto de racionali- zación de la sociedad. La posibilidad de este proyecto viene dada por el proceso de secula- rización que inició la modernidad. Ya hemos mencionado este concepto de la mano de Weber, quien la describe como la desaparición de la magia del 11. “La razón por la cual el hombre es más que la abeja o cualquier animal gregario, un animal social es evidente: la naturaleza, como solemos decir, no hace nada en vano, y el hombre es el único animal que tiene la palabra.(...) La ciudad es por naturaleza anterior a la casa y a cada uno de nosotros, porque el todo es necesariamente anterior a la parte; (...) Es evidente, pues, que la ciudad es por naturaleza y anterior al individuo, porque si el individuo no se basta a sí mismo será semejante a las demás partes en relación con el todo, y el que no puede vivir en sociedad, o no necesita nada por su propia suficiencia, no es miembro de la ciudad, sino una bestia o un dios” (Aristóteles, 1997:43). Libro_Raffin_MAT-CAT_04 abr 2016__.indd 28 04/04/2016 09:42:32 a.m. 29 mundo. La mirada religiosa va a dejar de estar presente en todos los aspectos del mundo y del hombre y, paulatinamente, va a circunscribirse a su propio ámbito: el espiritual. Este proceso se va a dar en diversos ámbitos, como el del conocimiento y de las ciencias en general, entre otros. Observemos por un momento el caso del arte. En las obras de arte del período medieval, la temática es exclusiva- mente religiosa; en cambio en el Renacimiento empiezan a aparecer otros motivos además del religioso, por ejemplo: personajes importantes de la antigüedad grecolatina constituyen el tema de “La escuela de Atenas”, el cuadro de Rafael. Si nos adentramos aún más en la modernidad, nos en- contramos con el surgimiento del arte moderno, que ya no va a buscar la representación fiel de la realidad sino la expresión del artista. Movimientos como el impresionismo, el expresionismo, el cubismo, el surrealismo, el dadaísmo, entre otros, nos muestran cómo el arte se ha independizado de toda atadura –no solo de la religiosa–, idea que se plasmó en la afirmación: “el arte por el arte”. De esta manera, la modernidad inaugura una separa- ción entre las esferas del conocimiento, el arte y la moralidad.12 Cada una va a regirse por su propia lógica y ya no se va a dar por sentado que existe una convergencia entre la verdad, la belleza y el bien. Incluso estos valores van a ponerse en cuestión, pero ahí ya estamos dentro de la crisis de la modernidad. Crisis de la modernidad Revisemos los puntos centrales del proyecto de la modernidad an- tes de abordar su crisis. “El concepto profano de época moderna expresa la convicción de que el futuro ha empezado ya: significa la época que vive orientada hacia el futuro, que se ha abierto a lo nuevo” (Habermas, 1989:16). De esta manera, la modernidad es la época que confía en el progreso de la humanidad, lo que va unido a la idea de la historia universal como un proceso unitario, lineal y racional. La historia es considerada como un 12. “Con las ciencias experimentales modernas, con las artes convertidas en autónomas, y con las teorías de la moral y el derechofundadas en principios, se desarrollaron aquí esferas culturales de valor que posibilitaron procesos de aprendizaje de acuerdo en cada caso con la diferente legalidad interna de los problemas teóricos, estéticos y práctico-morales” (Habermas, 1989:11). Cecilia Caputo Libro_Raffin_MAT-CAT_04 abr 2016__.indd 29 04/04/2016 09:42:32 a.m. 30 S O C I E D A D , C U L T U R A Y P O D E R . R E F L E X I O N E S S O B R E T E O R Í A S O C I A L progresivo proceso de emancipación (Vattimo, 1990:74). La humanidad, entendida como una, se despliega en la historia desde su pasado primitivo hacia un futuro brillante. Que la humanidad sea “una” significa que se ha elegido a un grupo humano concreto para representarla y que se ha dejado de lado a otros grupos que no representan el avance de la humanidad. Y, ¿quiénes han sido los que han realizado los más grandes aportes al avance civilizatorio sino los europeos? Ahora bien, como ya hemos mencionado, esos aportes culturales han venido acompañados de un afán de poderío que se manifestó principalmente en la expansión imperialista. Cuando los pueblos colonizados comenzaron a rebelarse, es que asistimos al inicio de la crisis de la modernidad. Se ponen en cuestión los ideales modernos: quizá no sea ya lícito hablar de la historia universal como aquel relato que nos cuenta las vicisitudes por las que ha pasado el hombre para llegar a este presente de esplendor. Porque constatamos que no podemos pensar que el hombre moderno es el hombre, que los hombres que conservan una forma de vida ancestral no son hombres atrasados sino solamente hombres que eligen una forma de vida diferente a la vida moderna. Al caer la idea de una historia universal, cae también el supuesto de que la historia es un proceso racional. Que la historia es racional implica, no solamente, que es un proceso que se puede explicar racionalmente sino que se despliega se- gún una racionalidad interna hacia ese futuro promisorio. Evidentemente en este siglo XXI transitamos por un mundo donde la idea de un futuro mejor ya no es, de ninguna manera, evidente; más bien su contrario es lo que está a la orden del día. La rebelión de los pueblos colonizados no es el único acontecimiento ligado a la crisis de la modernidad. También el proyecto de racionalización del universo ha entrado en crisis cuando constatamos que la conversión del mundo en una morada digna para el hombre ha devenido en el agotamiento de los recursos naturales, en la contaminación del planeta, en la elimina- ción de un gran número de especies animales y vegetales; consecuencias indeseadas pero quizá necesarias, que atentan contra el mismo proyecto. En cuanto a la racionalización de la sociedad, la idea de revolución ya no cuenta con la fuerza que tuvo durante el siglo XX; más bien creemos que la época de las revoluciones ya pasó. Y, como afirma Bauman (2003:11), incluso si quisiéramos hacer una revolución, no sabríamos qué edificio tomar porque el poder ya no se encuentra en un lugar determinado. Libro_Raffin_MAT-CAT_04 abr 2016__.indd 30 04/04/2016 09:42:33 a.m. 31 Si consideramos los conceptos regentes de la modernidad, también la subjetividad y la racionalidad han entrado en crisis, tanto cada una por separado como la relación entre ellas. En cuanto a la relación entre ellas, escuchemos a Touraine: El drama de nuestra modernidad estriba en que se desarrolló pugnando contra la mitad de sí misma, expulsando el sujeto en nombre de la ciencia, rechazando toda contribución del cristianismo, que vive todavía en Descartes y el siglo siguiente, destruyendo, en nombre de la razón y de la nación, la herencia del dualismo cristiano y de las teorías del derecho natural que hicieron nacer las declaraciones de los derechos del hombre y el ciudadano en ambos lados del Atlántico. De manera que se continúa llamando modernidad a lo que constituye la destrucción de una parte esencial de ella. Cuando solo hay modernidad por la creciente interacción del sujeto y la razón, de la conciencia y la ciencia, nos han querido imponer la idea de que había que renunciar al concepto de sujeto para hacer triunfar la ciencia, que había que ahogar el sentimiento y la imaginación para liberar la razón y que era necesario aplastar las categorías sociales identificadas con las pasiones, mujeres, niños, trabajadores y pueblos colonizados, bajo el yugo de la élite capitalista identificada con la racionalidad (1999:207). La crítica de Touraine apunta a la excesiva racionalidad de la mentali- dad moderna, que ha terminado por ahogar al sujeto y su libertad, negando aquellos aspectos no racionales que son tan humanos como la misma razón: el sentimiento y la imaginación, la pasión; pero también, la conexión con lo espiritual (que Touraine identifica con el cristianismo), que va más allá de la adhesión a una religión en particular. Crisis entonces del encuentro entre razón y sujeto. Analicemos ahora a cada uno de ellos en sí mismo. Si tuviéramos que caracterizar al sujeto moderno diríamos que es un sujeto racional que guía sus acciones en función de sus intereses propios y que se ha independizado, conquistando así su libertad subjetiva. Logra su independencia al abandonar su adscripción a la comunidad a la que Cecilia Caputo Libro_Raffin_MAT-CAT_04 abr 2016__.indd 31 04/04/2016 09:42:33 a.m. 32 S O C I E D A D , C U L T U R A Y P O D E R . R E F L E X I O N E S S O B R E T E O R Í A S O C I A L pertenece, es decir: ya no va a estar determinado por el lugar que dicha comunidad le asigne sino que va a elegir su propio camino. Se lo suele identificar con el sujeto cartesiano, que, como vimos, se erige en el punto de partida de todo conocimiento válido. Este modelo comienza a resquebrajarse cuando Nietzsche, en pleno siglo XIX y Freud, a principios del siglo XX, introducen el concepto de inconsciente. Freud lo considera determinante del aparato psíquico y demuestra que solemos actuar movidos no por nues- tra conciencia en busca de intereses propios, sino gobernados por motivos inconscientes que escapan a nuestra consciencia y que, muchas veces, van en contra de dichos intereses. En definitiva, los estudios de Freud afirman que no nos conocemos a nosotros mismos y que, por lo tanto, no somos sujetos enteros sino divididos: una parte, la consciencia, es racional; pero la otra, el inconsciente, no lo es. Algunos afirman entonces que el sujeto moderno ha desaparecido y nos encontramos ahora en presencia de un sujeto posmoderno, descentrado; incluso hay quienes afirman que más bien debemos considerar la muerte del sujeto (Foucault, 1988:375). La crisis de la razón encuentra en la crítica que le hace Horkheimer su punto de partida. Esta razón moderna, afirma nuestro autor, terminó revelándose meramente como razón instrumental, es decir: se convirtió en una razón que solo se usa como instrumento para un fin, que queda fuera del ámbito de la razón. El ejemplo más mentado es el holocausto judío perpetrado por los nazis, dado que echaron mano de la racionalidad técnica para llevar a cabo su plan; pero su objetivo escapa a todo examen racional. Podríamos ampliar con creces las críticas que ha recibido la razón moderna, pero recordemos que este trabajo apunta a desarrollar la moder- nidad y no su crisis. Si nos hemos detenido en ella es porque no es posible entender la modernidad sin tener presente que la modernidad incluye su crisis como parte de ella. El fin de la modernidad La cuestión de si la modernidad sigue vigente o aún no ha concluido es una discusión abierta. Los que defienden su final, lo van a ubicar a partir de mediados del siglo XX con la segunda guerra mundial, en particular en relación al genocidio nazi y a la bomba atómica que destruyó Hiroshima y Nagasaki. Estos dos acontecimientos entran en flagrante contradicción con los principios de la modernidad que la humanidad parecía defender. Por Libro_Raffin_MAT-CAT_04 abr 2016__.indd 32 04/04/201609:42:33 a.m. 33 eso es que algunos pensadores van a decir que el proyecto de la modernidad está agotado y que hemos entrado en una nueva época: la posmodernidad. Otros no van a tomar una posición tan definida pero sí van a pensar cuál es el vínculo entre la modernidad y estos acontecimientos que podríamos calificar de antimodernos. Por último, están los que afirman que el proyecto moderno sigue vigente, que es cuestión de ajustarlo. Ejemplo de la primera posición es Vattimo, quien afirma que en la época posmoderna “se abre camino un ideal de emancipación a cuya base misma están, más bien, la oscilación, la pluralidad, y en definitiva, la erosión del propio principio de realidad” (1990:82) Ejemplo de la segunda es Bauman, quien afirma que: Sospechamos que, aunque nos neguemos a admitirlo, el Holocausto podría haber descubierto un rostro oculto de la sociedad moderna [… Por eso] propongo que tratemos el Holocausto como una prueba rara, aunque significativa y fiable, de las posibilidades ocultas de la sociedad moderna (1997:9-15). Ejemplo de la tercera es Habermas, quien considera a la modernidad como un proyecto inacabado y no superado (1989). No es nuestra intención profundizar en los argumentos de cada uno para defender su posición, solo diremos que todos ellos tienen buenas razones para sostener lo que afirman. Los defensores de la posmodernidad van a hacer hincapié en la caída de algunos de los pilares de la época, como la fe en el progreso de la humani- dad y en la guía de la razón. Los defensores del proyecto moderno siguen apostando a la razón y a la ciencia como modo de conocernos a nosotros mismos y al mundo. Quizá esto muestre que tanto la modernidad como la posmodernidad pueden ser entendidas como épocas contradictorias en sí mismas. Es necesario tener presente que no hay acuerdo en cuánto a qué mentamos cuando hablamos de posmodernidad. Para sus defensores, decíamos, es una nueva época con características positivas que la distin- guen claramente de la modernidad. En cambio para los defensores de la modernidad, la posmodernidad no es más que la crisis de la modernidad, por eso es negativa y es necesario superarla si queremos salir airosos de la crisis actual. Cecilia Caputo Libro_Raffin_MAT-CAT_04 abr 2016__.indd 33 04/04/2016 09:42:33 a.m. 91 caPítulo iv sociología y Producción de conocimiento cientíFico Dan Adaszko ¿Qué es la sociología? La idea original de este capítulo surgió al constatar que, tras varios años de docencia en sociología, muchos alumnos finalizaban la asignatura sin lograr sintetizar en sus cabezas qué es y en qué consiste concretamente dicha disciplina científica. Esto motivó el interés del autor, quien le asigna mucha importancia al género de la divulgación científica, por escribir un artículo de este carácter, que pudiera intentar dar respuesta, al menos en parte, a ese interrogante. Tras constatar, después de tres años, que el resul- tado fue muy positivo y valorado por los estudiantes, se ha decidido realizar algunas correcciones y modificaciones al texto original, transformándolo en el capítulo que aquí se presenta. La sociología es una ciencia que nació en Europa Occidental en la segunda mitad del siglo XIX y se consolidó hacia principios del XX. A partir de ese momento, aquella se instaló en las principales universidades y centros de investigación del globo como una de las disciplinas “madres” dentro de las ciencias sociales, junto a la economía, la ciencia política y la antropología. Todas ellas nutren de teorías, interpretaciones sobre la realidad y datos de investigaciones empíricas a muchas otras disciplinas, sean estas científicas o no. Así, el conocimiento que la sociología produce acerca de lo social es utilizado por ella misma o por otras disciplinas. Ejemplo de ello es que el trabajo social, el derecho, la historia, la economía, las ciencias de la Libro_Raffin_MAT-CAT_04 abr 2016__.indd 91 04/04/2016 09:42:35 a.m. 92 S O C I E D A D , C U L T U R A Y P O D E R . R E F L E X I O N E S S O B R E T E O R Í A S O C I A L comunicación, el periodismo, la administración de empresas, la pedagogía, etc., se nutren de sus producciones a efectos de complementar o sustentar sus propias teorías. La medicina y la salud pública se enriquecen de sus ideas a efectos de comprender, por ejemplo, las relaciones de poder que se establecen entre médicos y pacientes, para entender los procesos de salud y enfermedad a nivel poblacional o para explicar por qué las enfermeda- des no se distribuyen de igual modo entre ricos y pobres. La política, para interpretar los procesos sociales ligados a ella. La publicidad, el marketing y la investigación de mercado, para comprender por qué la gente se rige de acuerdo a determinados patrones de consumo. Estos son algunos po- cos ejemplos, entre muchísimos otros, acerca de la utilización de la teoría sociológica. ¿Pero qué es la sociología? En resumidas cuentas es una disciplina que indaga e intenta explicar científicamente distintos fenómenos y proble- máticas de la realidad social dentro de una misma totalidad, a diferencia de otras ciencias que abordan lo social de manera fragmentada. Como ejemplo, son temas habituales de su interés, las relaciones sociales inter e intra grupales; la conformación y el lugar de las instituciones; las distintas modalidades en que se manifiestan los conflictos sociales; la estratifica- ción y la organización en clases; los procesos de transformación política; la objetivación de las relaciones sociales como el derecho y el Estado; la reproducción de la cultura, los mecanismos de socialización; los sistemas de legalidad y legitimidad dentro de una sociedad; entre tantos otros temas. Algunas preguntas acerca de estos son: por qué surgieron y cuáles fueron las condiciones de posibilidad para ello, de qué modos se han desarrollado, a la vez que la forma en que desaparecen y son reemplazados por otros. Hace un siglo, el célebre sociólogo francés Émile Durkheim llamaría a este conjunto de fenómenos colectivos “hechos sociales” y diría que son el objeto de estudio propio de la sociología, que lo distingue de otras ciencias como la psicología, la economía o la historia. Los hechos, fenómenos o pro- cesos que estudia la ciencia de la que trata este capítulo son producidos por una sociedad como un colectivo y no por sus individuos en forma aislada.1 1. Si bien a primera vista esta definición de sociología es extremadamente abarcativa, a medida que el alumno vaya ingresando en el tema podrá ir recortando y delimitando el campo de conocimiento al que nos estamos refiriendo. Libro_Raffin_MAT-CAT_04 abr 2016__.indd 92 04/04/2016 09:42:35 a.m. 93 Dan Adaszko Fuera del propio campo científico y de las universidades, durante el siglo XX lo que el sociólogo norteamericano Right Mills denominó “imagi- nación sociológica” inspiró a intelectuales, periodistas, escritores, cineastas dramaturgos y políticos de todo el mundo. Y es que esta ciencia no tiene bordes claramente definidos sino que se trata de un conjunto de teorías y conocimiento en continuo cambio y expansión. Por último, cabe remarcar que –a diferencia de lo que mucha gente no familiarizada con la teoría social cree–, en el presente no puede identifi- carse al pensamiento sociológico con ninguna corriente ideológica o política en particular. Esta ciencia –al igual que la economía, la ciencia política, u otras– ha producido conocimiento acerca de la sociedad que fue utilizado tanto por el pensamiento progresista, revolucionario o conservador. ¿Cómo surgió esta ciencia? Esta disciplina no tuvo una evolución distinta a la de la mayoría de las ciencias modernas. Podría pensarse en tres etapas, estando caracte- rizada la primera por la delimitación del objeto y el método, la segunda por el desarrollo de grandes paradigmas y teorías, a la vez que por una sofisticación metodológica, y una tercera etapa de apertura e integracióninterdisciplinaria con otras ciencias y formas de conocimiento. En efecto, en principio y conforme al pensamiento positivista impe- rante en el siglo XIX, estuvo atravesada por el interés por fijar los límites y diferencias con respecto a otros campos de conocimiento; se delimitó un objeto de estudio propio y se definieron métodos de investigación y vali- dación de sus enunciados. Dentro de esta primera etapa (segunda mitad del siglo XIX y pri- meros años del XX) no hubo una única corriente o paradigma dominante. En Francia se desplegó una sociología positivista que intentó aplicarle al pensamiento acerca de la sociedad métodos semejantes a los de las cien- cias naturales y exactas (en especial la biología y la física), asignándole al sociólogo un rol análogo al del médico, pero en este caso para la sociedad. En el Reino Unido esta inclinación a copiar el modelo de las ciencias naturales fue aún más significativa, plasmándose en el fuerte impacto que tuvo la teoría de Darwin en el pensamiento de la época y en la fuerza que Libro_Raffin_MAT-CAT_04 abr 2016__.indd 93 04/04/2016 09:42:35 a.m. 94 S O C I E D A D , C U L T U R A Y P O D E R . R E F L E X I O N E S S O B R E T E O R Í A S O C I A L mostraban el empirismo y el método experimental a partir de los avances de las ciencias naturales.2 Las primeras sociologías francesa e inglesa fueron profundamente conservadoras: pretendían encontrar leyes que explicaran los mecanismos de control y ordenamiento social a efectos de evitar los graves problemas que se estaban suscitando en Europa a los ojos de la burguesía de aquel entonces. La crisis y el orden eran las contracaras de una misma moneda. Lo que hoy conocemos como sociedad moderna era una gran revolución cultural, económica y política y estaba modificando todos los cimientos de la sociedad. En terminología sociológica diríamos que se estaba concluyendo el pasaje de la comunidad pre moderna a la sociedad moderna. Por el contrario, durante el mismo período en Alemania se rechazó el positivismo, a la par que emergieron dos nuevos paradigmas de pensamien- to sobre la sociedad. Por un lado la sociología comprensiva, fundamentada en el individualismo metodológico y que desistiría de cualquier analogía entre lo biológico y lo socio-cultural, a la vez que de toda pretensión de abordar lo social a través de una teoría totalizadora. Pondría asimismo un mayor énfasis en la comprensión del sentido de la acción social de los sujetos: ¿por qué y con qué intensiones actuamos socialmente? Unas décadas antes, en las mismas latitudes Marx daría origen al materialismo histórico, un paradigma por completo diferente y que se constituiría en el punto de partida de las corrientes marxistas. Muchos autores han agrupado a las distintas líneas de pensamiento sociológico en dos grandes conjuntos: las llamadas “teorías del orden” y las “teorías del conflicto”, dependiendo en cuál de los dos términos pusieran el acento para explicar el desarrollo y cambio de una sociedad. Bajo esta mirada, el positivismo clásico se encontraría dentro de las primeras, mien- tras que el materialismo histórico sería un claro ejemplo de las segundas. No obstante esto, al modo de ver de muchos sociólogos –entre los que se encuentra el autor de este capítulo–, esta clasificación es sumamente reduccionista y más que ordenar, por lo general lleva a perder la riqueza y heterogeneidad de la producción sociológica. Durante la primera etapa de la sociología se produjo una gran cantidad de material epistemológico y metodológico a partir del que se 2. Ver Portantiero, (1988) “Introducción a la sociología clásica”, en La sociología clásica. Libro_Raffin_MAT-CAT_04 abr 2016__.indd 94 04/04/2016 09:42:35 a.m. 95 Dan Adaszko pretendió diferenciar a esta ciencia de otros campos de conocimiento. Un interrogante que guio a este período –más allá de las diferencias en cada país– fue: ¿cómo indagar, explicar y comprender aquel tema (la sociedad) que hasta ese momento había sido el objeto de la reflexión exclusiva de la filosofía, la teología y el derecho pero, esta vez, con métodos científicos? ¿Pero cuál es el motivo por el que en aquellos tiempos imperara tanta obsesión por construir un campo de conocimiento que llevara la impronta científica (que tuviera la etiqueta de “ciencia”), si hasta los siglos XVIII y parte del XIX solo se entendía por tal a aquellas disciplinas que se ocupaban de los fenómenos ligados a la naturaleza y que tenían por objeto explicarlos y descubrir leyes inherentes a los mismos? ¿Por qué la sociedad decimonónica incorporó a la sociedad como objeto de estudio de las ciencias? Durante la Modernidad la ciencia y la razón se consolidaron como las “verdaderas” y “legítimas” formas de conocer y explicar la realidad, desplazando a un segundo plano a cualquier otro modo de aproximación (como por ejemplo, la fe, la religión, los mitos, las leyendas, los saberes populares, la teología, la filosofía, el arte, entre otros). En la primera modernidad la creencia en la ciencia llegó a convertirse en una verdadera fe, con toda la connotación religiosa que esto implica. Esta creencia irrestricta y sin reparos en la ciencia implicó tanto consecuencias positivas, por los avances que posibilitó, como negativas, ya que, como se demostró posteriormente, los métodos científicos solo pueden explicar y dar cuenta de una pequeña porción de la realidad, a la vez que también pueden ser utilizados para fines no benignos para la humanidad. No puede decirse que la ciencia sea un producto netamente moderno, pero sí afirmar en forma categórica que lo que se impuso a partir de los siglos XVI y XVII fueron los métodos empíricos y experimentales y que la “ciencia” fue homologada a ellos. Los términos “empírico” y “experimental” no son sinónimos y, por lo general, las ciencias sociales no pueden trabajar con los segundos aunque sí con los primeros. La “veneración” por la ciencia a partir de esos siglos no fue fortuita sino que se basó en los impresionantes avances en el campo de la física y la astronomía de la mano de pioneros como Copérnico, Galileo, Kepler o Newton; en la aparición dentro de la matemática del cálculo infinitesimal por parte de Leibnitz y Newton –lo que revolucionó el pensamiento de su tiempo (desde la industria hasta la filosofía)–; y los avances en la biología, Libro_Raffin_MAT-CAT_04 abr 2016__.indd 95 04/04/2016 09:42:35 a.m. 96 S O C I E D A D , C U L T U R A Y P O D E R . R E F L E X I O N E S S O B R E T E O R Í A S O C I A L la química y la medicina. Lo que se imponía en estos era la racionalidad instrumental en la aplicación del método científico. Estamos en condiciones de aseverar, sin lugar a dudas, que la física fue la disciplina madre y modelo de las ciencias modernas, teniendo este atributo consecuencias positivas y negativas para aquellas otras disciplinas que durante la Modernidad buscaran el estatus de “ciencia”. Por un lado, dejó una huella imborrable al fijar como meta fundamental de la indaga- ción científica la explicación de todos los aspectos de la realidad a través de métodos racionales y mediante el descubrimiento de leyes universales no basadas en fundamentos teológicos. El ser humano podría descubrir todo por medio de su intelecto. Pero por otro, con sus métodos de investigación y su forma restringida de entender el concepto de “racionalidad”, condicionó fuertemente al resto de las disciplinas que también procuraron explicar la realidad de un modo no religioso. Fue por estas razones que quien durante los siglos XIX y XX quisiera legitimar y hacer socialmente aceptable nuevas formas de pensar la realidad –como fue el caso de las ciencias sociales– debería colocarle a su disciplina y al conocimiento que esta produjera el rótulo de “ciencia” y construirla a imagen y semejanza de aquellas que ya estaban con-sagradas.3 Se hace necesario tomar en consideración que ninguna de las ciencias -sociales,naturales o exactas- acuña una autonomía completa con respecto a lo que suceda en la realidad social que la circunda. La economía se desarrolló tratando de dar respuestas a los problemas de la producción, distribución y circulación originados en el ingreso del Capitalismo en su etapa industrial, así como dando respuesta al interrogante sobre qué es lo que le da su valor a las mercancías. La antropología se formó acompañando al colonialismo británico en África, Asia y Oceanía. La sociología, como respuesta conserva- dora a los conflictos entre las clases sociales en la Europa de mediados del siglo XIX. La astronomía moderna acompañó la llegada de los europeos al 3. Esta obsesión por asemejarse a las otras ciencias fue uno de los tantos motivos que produjeron un cisma dentro de las ciencias económicas y la irrupción de las teorías neoclásicas a fines del siglo XIX. Es posible postular, sin lugar a dudas, que la economía del siglo XX en adelante ha tenido, más que ninguna otra ciencia social, una obstinación por parecerse a una ciencia natural, tratando de encontrar leyes universales del funcionamiento económico; obstinación que la ha hecho oscilar de frustración en frustración –ya que la mayoría de las veces ha fallado en sus predicciones. Libro_Raffin_MAT-CAT_04 abr 2016__.indd 96 04/04/2016 09:42:35 a.m. 97 Dan Adaszko nuevo mundo. La matemática, al desarrollo del sistema financiero y como apoyatura de la astronomía y la física. Esta última experimentó un gran avance acompañando a la revolución industrial (aunque la precede y no se limita en absoluto a ella), y de la mano de la experimentación de una infini- dad de inventores que pretendían hacerse ricos patentando sus productos.4 La química moderna emergió, entre otras circunstancias, de la obsesión de los alquimistas medievales por inventar oro. La ciencia política se desarrolló a la par de la unificación de los Estados nacionales, de la consolidación de las monarquías absolutas y de la comparación de los distintos regímenes políticos que afloraban a ambos lados del Océano Atlántico. La demografía intentó dar una explicación acerca de los problemas derivados del creci- miento poblacional que surgieron a partir de la “transición demográfica”. La biología fue motorizada por el descubrimiento de nuevas especies tras la conquista de territorios coloniales. Las ciencias de la administración surgieron acompañando el salto productivo en las fábricas de finales del siglo XIX; entre otros tantos ejemplos. En resumidas cuentas, la ciencia es una expresión y producto de lo que sucede en una sociedad y no se desarrolla autónomamente a esta. Los espacios de autonomía en lo que respecta a la invención, la creatividad y la imaginación del científico, si bien existen, están acotados a las condiciones de posibilidad de una época. La segunda etapa en el desarrollo de la sociología se llevó adelante a lo largo del siglo XX y consistió en: a) la profundización y asentamiento de los paradigmas y de las corrientes de pensamiento que ya estaban circulando; b) la aparición de nuevas teorías c) el avance en el desarrollo metodológico; y d) la especialización temática dentro de la propia ciencia. Esto último significó que ya no existiera una única sociología sino múltiples áreas de competencia sobre los que los profesionales de esta ciencia intervienen: trabajo, urbanismo y medio ambiente, derecho, industria, salud, cultura, política, economía, demografía, etc. Finalmente, la tercera etapa que la sociología atraviesa en el presente está caracterizada por una integración a otros saberes y conocimientos. Las limitaciones disciplinares quedaron así dentro de los estudios de grado de 4 Durante el siglo XX los grandes avances de la física se produjeron a la sazón de la industria bélica. Libro_Raffin_MAT-CAT_04 abr 2016__.indd 97 04/04/2016 09:42:35 a.m. 98 S O C I E D A D , C U L T U R A Y P O D E R . R E F L E X I O N E S S O B R E T E O R Í A S O C I A L los sociólogos, pero el posgrado y el ejercicio profesional se abrió claramente a la interdisciplina. Todos los estudios de la sociología, desde que naciera hasta la ac- tualidad, y más allá de las especializaciones referidas, tienen por objeto comprender y dar respuestas a dos preguntas fundamentales: ¿cómo es la sociedad en la que vivimos? y ¿por qué es de ese modo? Los bordes de las ciencias A decir verdad, las ciencias tal como las conocemos hoy y como están organizadas en las universidades son relativamente recientes y en muchos casos comienzan a desaparecer y entremezclarse. Gran parte de las nuevas carreras universitarias no se corresponden con las disciplinas científicas clásicas, sino con áreas temáticas muy diversas. Hasta los siglos XVIII y XIX el conocimiento acerca de un tema o problema no estaba encerrado dentro de una disciplina concreta con una etiqueta como sociología, economía, ciencias políticas, psicología, biología, física, etc. Durante la etapa en que se fueron constituyendo las nuevas co- rrientes de pensamiento e investigación en la Modernidad, el conocimiento tenía un carácter transversal y no un límite concreto. La mayor parte de la gente ilustrada de aquellos tiempos contaba con sólidos conocimientos en filosofía, derecho, teología, ciencias, matemática y arte. Por ejemplo, muchos de los primeros astrónomos, físicos y químicos modernos eran sacerdotes.5 La formación de base de uno de los fundadores de la Economía Política moderna, Adam Smith, no era la economía sino la filosofía, actividad que ejerció como profesor de moral en la universidad. El creador de la corriente alemana de sociología, Max Weber, era abogado. Los primeros astrónomos no tenían una formación sólida en la materia sino que eran, básicamente, grandes experimentadores. Leibnitz, uno de los creadores (junto a Newton) del cálculo diferencial e integral (lo que se estudia en el presente en análisis matemático) tenía como formación básica la filosofía y el derecho y no la matemática. Francis Bacon, quien propusiera y defendiera el método inductivo para la investigación científica también era un filósofo. Uno de los grandes filósofos modernos, Emanuel 5. Todas las primeras universidades europeas pertenecían a la Iglesia. Libro_Raffin_MAT-CAT_04 abr 2016__.indd 98 04/04/2016 09:42:35 a.m. 99 Dan Adaszko Kant, respondió desde esa disciplina a algunas preguntas y postulados que Newton formulara previamente desde la física y la astronomía. Descartes, uno de los autores paradigmáticos de la filosofía racionalista moderna era un destacado matemático que fortaleció los vínculos entre el álgebra y la geometría. Bayes, el creador de una de las ramas centrales del cálculo de probabilidad en la estadística, era un sacerdote que, en verdad, estaba intentando demostrar la existencia de Dios. Karl Marx tuvo su formación básica en derecho y filosofía y recién en su exilio en Inglaterra se especializó en economía. Como estos ejemplos hay infinidad que demuestran que en un prin- cipio los campos de conocimiento no tenían barreras sólidas, ni títulos uni- versitarios. La delimitación de espacios académicos con objetos de estudio y métodos propios fue, de algún modo, un “capricho” del positivismo del siglo XIX. En rigor, la delimitación de campos científicos separados con carreras universitarias y métodos propios, hoy en día se vuelve cada vez más obsoleta y en muchos casos se transforma en un límite para la construcción de nuevos conocimientos. ¿Cuáles son algunos de los rasgos que distinguen a las ciencias sociales de las naturales y de las exactas? En primer lugar, a diferencia de las naturales y las exactas, en nin- guna de las ciencias sociales –con excepción de la economía donde existe una hegemonía de las teorías neoclásicas– hay un paradigma o corriente dominante, sino que coexiste una diversidad de ellos, los que discuten y se disputan la “verdadera” interpretación de lo que sucede en la realidad social. Amodo de ejemplo, podemos citar que en la física actual hay una teo- ría dominante acerca de la relación entre el tiempo y el espacio compartida por la mayoría de los científicos que se desempeñan en esa disciplina. En la química, el camino que transitan los distintos científicos e instituciones de investigación son similares y se va modificando al ritmo de los nuevos descubrimientos. Si surge una nueva teoría, se discute y se disputa el lugar de la “verdad” con la teoría que ya estaba asentada, en los canales institu- cionalizados para esa disputa –revistas especializadas, congresos, etc.–. Si la nueva teoría se impone, la anterior cae. El conocimiento va siguiendo una dinámica de desarrollo lineal en la que se suceden distintas etapas que Libro_Raffin_MAT-CAT_04 abr 2016__.indd 99 04/04/2016 09:42:35 a.m. 100 S O C I E D A D , C U L T U R A Y P O D E R . R E F L E X I O N E S S O B R E T E O R Í A S O C I A L van superando a las previas en cuanto a hipótesis, teorías y métodos, pero siempre puede identificarse algún paradigma que domina y oscurece al resto. Esta dinámica no se da del mismo modo en las ciencias sociales, sino que en estas los paradigmas o corrientes coexisten en forma simultánea. Así como en la economía no hay una explicación unívoca y dominante acerca del por qué se producen fenómenos como el desempleo, el crecimiento económico o la inflación de precios, tampoco en la sociología prevalece una visión dominante y hegemónica acerca del por qué se producen los conflic- tos sociales, qué criterios utilizar para la estratificación social, cómo son los procesos de comunicación institucional, cómo y por qué se desintegró la sociedad feudal y se desarrolló el sistema capitalista, etc. En términos de Bourdieu, el campo en las ciencias exactas y naturales es mucho más homogéneo y hegemónico que el de las ciencias sociales. Otro aspecto que las diferencia sustancialmente es que en estas últimas no es posible utilizar métodos experimentales, lo que fue un rasgo distintivo y central en las ciencias naturales durante la Modernidad. Un experimento es un proceso observado y controlado sistemáticamente, en el que a un cierto elemento o conjunto de ellos se les aplica un tratamiento, o se lo somete a una serie de estímulos o factores, evaluando con posterioridad si aquel sufrió modificaciones y de qué naturaleza. Los cambios y diferen- cias se miden con distintas técnicas y pruebas –por ejemplo estadísticas– a partir de las cuales se aceptan, reformulan o rechazan hipótesis. De un modo formal podemos definir a un experimento como un procedimiento mediante el cual se confirman o refutan hipótesis acerca de un fenómeno, por medio de la manipulación o alteración de factores que se presumen pueden estar relacionados entre sí de acuerdo a alguna teoría. Existe una gran variedad de diseños experimentales y de criterios para clasificarlos de acuerdo a la disciplina científica en la que se desarrollen y a los propósitos de la investigación en la que se enmarquen. Ejemplos de experimentos son: aplicar distintos reactivos a idénticas células e indagar si posteriormente se verifican reacciones diversas; utilizar distintos tratamientos de calor para comparar el efecto sobre algún metal determinado; darles un tratamiento farmacológico a un grupo de pacientes con una cierta enfermedad y a otros no, a efectos de evaluar qué diferencias experimentó cada uno de los dos grupos (a esto se lo llama protocolo de investigación clínica); arrojar una moneda y calcular la probabilidad de que Libro_Raffin_MAT-CAT_04 abr 2016__.indd 100 04/04/2016 09:42:35 a.m. 101 Dan Adaszko caiga de cada lado; comparar la precisión de dos máquinas que fabrican una cierta pieza bajo determinadas condiciones, etc. En todos los casos los métodos experimentales son: (a) empíricos porque se basan en observaciones; (b) utilizan la medición para describir y comparar resultados; (c) pueden identificarse y aislarse claramente fac- tores a ser aplicados durante el tratamiento; (d) tienen -o buscan tener- un control total sobre el procedimiento; (e) pueden ser replicables por otros investigadores siguiendo la metodología utilizada; y (f) si se aplica exacta- mente el mismo procedimiento, se debería arribar a idénticos resultados. La aplicación de un método de esta naturaleza implica la estandarización de procedimientos y por ello la replicabilidad del experimento. Como puede preverse, en lo social, económico, político y cultural no es factible la experimentación tal como fue planteado para las otras cien- cias. No solo se trata de que experimentar en estos campos pueda llegar a ser inmoral y colisionar con la ética profesional, sino que no hay modo de controlar el experimento o saber con precisión en qué medida un factor afecta o modifica la situación original. De los cinco puntos mencionados previamente, únicamente pueden cumplirse el (a) –aunque no todo enun- ciado de las ciencias sociales se basa necesariamente en la observación empírica–, en ciertos casos el (b), el (e) y el (f), pero nunca el (c) ni el (d). Si a un grupo de alumnos se les aplica cierto programa educativo y a otros no, aunque hayan llegado a resultados heterogéneos, es muy difícil afirmar con certeza que esas diferencias se deban al programa aplicado y no a otros motivos. Tampoco se puede saber si el grupo que tuvo mejores resultados no hubiera arribado al mismo lugar sin aplicársele tratamien- to alguno. Si en una economía se efectúa una emisión de moneda y esto produce inflación, nada quita que esta última pudiera haber sucedido sin esa emisión monetaria (en muchos casos, existen emisiones que no pro- ducen inflación). Si una persona que tiene un determinado conflicto se ve en la necesidad de encarar una psicoterapia, es probable que evolucione o altere su situación de algún modo; sin embargo, no hay forma de saber cómo hubiera evolucionado sin esa psicoterapia e, incluso, podría suceder que arribe al mismo punto de llegada sin hacer ningún tratamiento. A veinte consumidores se les puede aplicar un mismo estímulo -como ser un incentivo monetario para comprar un producto- y, sin embargo, pueden reaccionar de veinte maneras diferentes (o no). Libro_Raffin_MAT-CAT_04 abr 2016__.indd 101 04/04/2016 09:42:35 a.m. 102 S O C I E D A D , C U L T U R A Y P O D E R . R E F L E X I O N E S S O B R E T E O R Í A S O C I A L Esto se debe fundamentalmente a tres razones estrechamente vincu- ladas. En lo social los procesos no siguen una dinámica mecánica y previsible ni una relación lineal unívoca causa-efecto, como en muchos fenómenos físicos, químicos o biológicos, en donde un proceso puede expresarse siem- pre con la misma ecuación. Una segunda razón es que no existen dos seres humanos idénticos, un presupuesto fuerte que sí se aplica a los elementos con los que se ex- perimenta en las ciencias naturales y exactas. Pueden ser casi idénticas y reaccionar del mismo modo dos células, dos moléculas, dos objetos en caída libre, dos ratones de laboratorio, pero no dos personas, dos mentalidades, dos organizaciones sociales o dos culturas. La tercera razón, ya no de orden estática sino dinámica, es que como lo social y lo cultural están en continuo cambio -y nuestras personalidades también lo están-, que en el presente se pueda formular una relación entre factores mediante alguna ecuación, un esquema conceptual, etc., no implica que dentro de algún tiempo este pueda seguir siendo utilizado. Este es otro de los motivos que conducen a la imposibilidad de la replicabilidad de las condiciones experimentales en el campo de las ciencias sociales. Aunque se reitere un procedimiento, el escenario social o los sujetos involucrados en el experimento ya habrán cambiado. En esta línea, mientras que las ciencias naturales y exactas realizan sus análisis en base a lo que se denomina datos experimentales, las ciencias sociales lo hacen sobre datos observacionales. Los primeros
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