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Fernández López 1 - 6

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FACULTAD DE CIENCIAS F.CONOMJCA.S 
BIBLIOTECA 
Moreno 2557 - (S3000CVE) Santa Fe 
Te: (0342) - 4571179/80/8 I (lnt. 120) 
E-mail : infoteca@tce.unl.edu.ar 
s. T.= :o.~t~-~-0 .. [. ,.R (,_ ... . . 
N· INV.: .. . ~~ -~~? .. .... ........ . 
M'"FN:. _:¿,_~(p~~- .. .... . . .. .. . .. .. . 
fACUI.IAb ~ OOllAS ffilOOMICAS 
BIBL!OTECA 
~ 2SS1 - IS3000CV9 Sonlo ~ 
· Manuel Fernández López 
Historia 
. del pensamiento 
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econonuco 
ft'I. ia.., 2,~ 3~0 
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_f_[E . ....cc..(, _ _ 
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PROGRAMA DE BIBLIOTECAS -AÑO 2004 . . 
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FACULTAD dP. CIENCIAS fCDNOMICAS 
BIBLIOTECA 
Moreno 2557 - IS3000CVEI Sonlo f'e 
Índice 
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 
l.- Viajemos por la historia de una ciencia .. . . ..... . . . .... 13 
2.- Primer rodeo a Jericó . .. .. .. ....... . . . .. . . .. ..... . 19 
3.- Doctrinas económicas de la Antigüedad . ... . . . . ...... . . 21 
4.- Babilonia y Judea .. .. . . . .. ......... .. . . . . . . .. . .. 23 
5.- Grecia ...... ... . .... ......... . . . . .. ..... . . .... 31 
6.- Roma . . . . .. . . ... .. . . . . . ..... . . . . .... . ....... . SI 
7.- Edad Media .. . . .. ...... ... . .. . . . .. .. . .. ...... . . 61 
8.- Consideraciones generales sobre el mercantilismo . ... ... . 75 
9.- Thomas Mun . .. .. . .. . .. . . . . . . ... ... .. . .. : . . .. .. 83 
10.- Philipp Wilhelm von Homigk . .. ... .. . ..... .... . . .. . 89 
ll .• William Petty .. . . ..... .. . . .. . ... . .... . . ... . . ... . 9S 
12.- Richard Cantillon . . ........ . .. ........... .... . . . 107 
13.- David Hume . ...... .. .. . ... . .. . ....... . . . . . . . . 12.5 
· 14.· Fran~ois Quesnay . . . . .. .. . .. ... . . .. .. . . ......... 143 
15.- Jacques Turgot . . . . . ... .. .. .. . ...... . .. . .. . . . . .. 167 
16.- Consideraciones generales sobre la economía clásica ..... 191 
17.- AdamSmith ... ..... .... .. . .. . .. .. . . . . ......... 195 
18.· Thomas Robert Malthus .. . . .... .. .. . . ... . . . ...... 217 
19.- Henry Thomlon . . . . . .. . ......... .... . . .. ...... . 227 
20.- David Ricardo .. . . •. . .. .... ... ... . . .. ... . .. . . . . 239 
21.- Henri de Saint-Simon .... .. . ... . ....... . . . . .... . . 265 
22.- Karl Marx . . . . ... .. . .. .. ... . ... : . ..... . ... . . .. 271 
23.- Consideraciones generales sobre la econonúa neoclásica .. . 289 
24.- Antoine Augustin Cournot ... . . .... . .... . . . . . ...... 295 
25.- Johann Heinrich von Thünen . . .. .. .. ......... . . . .. 313 
26.- Jules Dupuit ... .... .. . ..... .... .. . . .. .. .. . .... 331 
27.- Hermann Heinrich Gossen .......... ...... . ..... . . 341 
28.- William Stanley Jevons .. . . . .. . . .. ... . . .... .. . .. . . 351 
!29.- Car! Menger .... . ... . . . . . ... . ... . ... . . . .... .... 361 
30.- Léon Walras• ... .. .. .. ...... ... .. . . ... ... .. ..... 379 
Apéndice técrúco .... ...... . .. ... ......... ........ ... 391 
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_Prólogo 
La historie del pensamiento económico se nutre de escritos de seres de car-
ne y hueso que en el pasado, mediante cierta lógica, intentaron aprehender de-
terminada realidad, ciñéndose o no a valores. 
Toda persona ha meditado alguna vez sobre alglin problema económico, pero 
sólo algunos elaboraron ideas ó.tiles para otras gentes y otras épocas. Cada eco-
nomista incluido en esta obra dejó un mensaje que merece recordarse, ya por su 
ejemplaridad científica como por sus descubrimientos. De cada uno se distin-
guen: las vicisitudes personales, mediante una autobiografía, las circunstancias 
de su tiempo y el contenido de su obra. 
Pero de cada economista hay dos textos: lo que él escribió y lo que se ha es-
crito acerca de su obra, llamados lenguaje-objeto y metalenguaje, respectiva-
mente. El aporte específico de la ciencia es, estrictamente, un metalenguaje. El 
lenguaje-objeto queda para las antologías, de existencia autónoma. Esta obra 
presenta los dos niveles vinculados; a continuación de cada exposición acerca 
del autor, se ofrece una selección de sus escritos, traducidos por el autor, salvo 
aclaración en contrario. 
La quintaesencia del metalenguaje es la formulación del modelo del autor 
analizado, mediante categorías científicas actuales. Ese terreno no puede pisar-
se sin conocer matemática para economistas. Por ello, el análisis fonnal de los 
modelos se condensa al final del libro en un único Apéndict técnico. 
Estas páginas nacieron en el aula universitaria, pero no están dirigidas sólo 
a quien estudia una carrera, sino al lector inteligente, que acaso pensó ya algu-
nas ideas que aquí se presentan, y se le ofrece la posibilidad de compararlas con 
las de los grandes economistas. 
Man.1Ltl Ftmó.ndu l6pu 
Buenos Aires,. utiembre de 1998 
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UJ\' Ltl'iC:l!A JE Bl[~ HECHO 
Supimos otro peldaño d . . Y, para acentuar la analogía con las lenguas natural s~:=:~: ob):tos de l~ ciencia económica son las realidades económic:: su . 1 rmmos técrucos y construcciones lógicas llamadas "modelos" y s usuarios, os economistas. ' 
La concepción del disc · re-. bert d .. " un;o c1entu1co como un lenguaje no es nueva. D'Alem-ec1a. . .. comenzar por ed · l al b . decirlo, los símbolos • . r uc1.r as P_ a ras a signos, porque son, por a.sí 1 . que ~e henen más fácilmente a mano. Además el orden de a generación de las palabras ba seguido el orden de 1 . , d 1 . tu· d és d l . . . as operaciones e espCri-·. ~pu e os mdmduos, se nombraron las cualidades sensibl l . exist1r p 11 · . es, as que, sm or e as mismas, existen en estos individuos y son comunes 11 varios· po-co a poco se llegó fin~ente a esos términos abstractos, de los que unos s~en rai: ~Ir entre sí l~ ideas, otros para expresar nociones puramente espiritua-es · Un cuarto de siglo después Condillac sentaba que "el art d b" u · • ' e e 1en tratar a na c1enc1a se reduce al arte de bien hacer su lengua" y que "tod · · , a c1enc1a no es ::s que un lenguaje bien hecho". Por último, el lógico polaco Alfred Tarski sir-
o como_ voc~ro_de esta tendencia, al expresar que "el tratamiento metodológico 
de una ciencia tiene como parte esencial el estudio del lenguaje científico". 
¿Y DÓNDE ESTÁ EL PILOTO? 
Una teoría actual es análoga a un medicamento, si entendemos por "actual" 
aquella teoría que merece el consenso mayoritario de la comunidad científica. 
Como tal, se le atribuye la propiedad de pennitir conocer un problema y actuar 
sobre él para corregirlo. Un medicamento nos especifica su composición quími-
ca, las enfermedades a que es aplicable y los casos en que aparecen reacciones 
adversB.!!. Nunca se menciona el inventor o el equipo que creó la fórmula. Siem-
pre está sobreentendido que se trata de la mejor fórmula conocida. Los autores 
-en el caso de la Economía, los economistas- son el aspecto más prescindible de 
una leona económica actual. Por otra parte, hoy la economía tiene tal compleji-
dad, Y es fruto del concurso de tantos investigadores, que sería bastante presun-
tuoso para un economista reclamar la paterrúdad e.,¡:clusiva de una teoría. Si bus-
camos la sencillez, al precio de un poco de inexactitud, de los tres factores el 
que menos perjudica, con su exclusión, la descripción del contenido de la cien-
cia económica actual es la mención de los autores. Quedan, pues, realidad y mo-
<klos. Ahora bien, un modelo no necesita referir sus conclusiones a determinada 
realidad en la que se muestra aplicable. En caso de estar referido a alguna rea-
lidad, distinguimos este hecho hablando de una teona económica, no de un mo-
delo. Por tanto, un modo alternativo de decir que los elementos a que se reduce 
la ciencia económica son principalmente modelos y realidades,es decir que los 
entes principales de la ciencia económica son teorías y modelos. Esta es la pro-
puesta de Andreas Papandreou, en su libro La economía como ciencia (1958). 
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TtORI A; T 'o!O,rt.01 1: 
DESAPARECIDOS EN ACCIÓN 
[I devenir hi~lórico ~ letnl pan d0c, dt \O'\ tr r.11 droi~nt r.., d, u-... , .,.,,ó.}. F-1 
como la bomha al6mi ca sohre Hiroshima. Lo" autores de obr~ ~.1,\d·,•~ d-: t.;ic" 
apenas un siglo o dos fall ecieron . No \o, lr.ncm0-, p1m11 pr.- ¡svn1,r\-:" clroo c:nCA· 
raban sus trabajos. a qué aspeclos daban preeminencia. cómn tr<1t..1b.'Ul " :~ el 1tos 
y si sus resultados sirvieron para entender o modifi car el fen,',mrn,, ,~111d,,.do. 
Los lugares que habi taron ya no esl:in o fueron cambiad~. 
Sólo quedan los escritos donde plos mnron sus ideD.S. Esparcidos en la. mesa 
de trabajo folletos, libros y artículos que contienen las ideos ¿e los econom.t~ 
del pasado. Los hechos a que se refieren no está n desc riptos en 10!. ~en,~ mis-
mos. Estos tampoco nos hablan del autor. La lengua en que estin narrados no ~ 
la misma hoy. Los vocablos técnicos, conceptos e instrumentos de anál.i ,.is tam· 
poco son los de hoy. ¿Qué nos dicen? Estamos como Miguel Angel frente .1 la es-
tatua de David. Le pedimos a un objeto inerte que hable. 
Ante una destrucción tan amplia, ¿qué hacer?: -une recon~titution. a faute 
d'autre chose" 3 • Una ciudad arrasada queda sin viviendas. sin hospitales. sin ca-
lles, sin cloacas, sin !fneas eléctricas. Sería caótico que \05 hospitales fuer:m re-
construidos por meros albañiles, o las cloacas por electricista5, etc. Lo primero 
es saber cuántos grupos de objetos distintos fueron dañados y qué espec ialida-
des hacen falta. 
DESCOMPOSICIÓN. TEMA: LA VACA 
Un comerciante en carnes mira una vaca, y no ve una vaca, sino un cúmulo 
de bifes de costilla, tiras de asado, colitas de cuadril. Los hombres de .ciencia 
son parecidos, y acaso por ello no son buenos políticos: por un vicio profesional 
casi inevitable, constantemente fomentan la desunión . Donde uno ve agua., ellos 
ven hidrógeno y oxígeno. Donde uno ve la luna y el sol, ellos piensan en elipses, 
masa, densidad y gravedad. ¿Qué es una uva? Para una bodega, son muchos re-
sultados posibles -jugo, vino, coñac, grapa- según qué parte desea beneficiar Y 
cuál desechar y hasta dónde avanzar en su transformación . 
El científico hace lo mismo que el matarife o el bodeguero: troza, divide, se-
para, destila. Desde Descartes aprendió que para llegar al fondo de un proble-
ma, debía "reducirlo a la mayor simplicidad, y dividirlo, mediante una enumera-
ción, en partes tan pequeñas como sea posible~'- A eso llama análisis. Sobre la 
base de lo dicho, las partes discernibles en una teoría económica, presente o 
pretérita, son: la realidad referida por la teoría;el autor de la teoría 'i el núcleo 
lógico o "modelo". Los dos primeros están desapar~idos: para ~ecu~rarlos.' e:-
indispensahle ser competente en búsquedas en archivos y en b1stona .econorru-
J De uno de los diálo1t:os de la pel{cula Hiro,hima mori amour. escrito, ooc Manuerilc Dur~. 
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.-¿·P~,~ QUt ESTUDIAR L_A .HISTORIA DE LA _ ECONOMIA? 
tf ~ ·· < · b' · ente El tercero está en los textos mismos: de lo que se trata es 
1: ;, ea, ·:respec vam , • ,, . . .:y d~ discernir el lenguaje formal o "modelo subs~do en un disc~o en lengua-
:'.> je ordinario. No hace falta avanzar mucho para decir que el economista, entre las 
tres especialidades, es más competente para la tercera, y de lejos prefiere traba-
jar en ese aspecto que en los demás. 
Cuando dos personas cocinan en un mismo lugar, tenninan molestándose: 
necesitan las mismas hornallas, la misma mesada, la misma pileta. Es preferible 
que primero cocine una y después la otra. Con el análisis de las teorías econó-
micas sucede otro tanto. Cuando el que estudia la teoría se concentra en la .figu-
ra del autor, debe dejar en suspenso, como congelados, los objetos de estudio de 
otros especialistas, y hacer lo suyo, un análisis pragmd.lico. Quien se concentra 
en las realidades pretéritas, no avanza sobre otros aspectos, y se limita a su aná-
lisis semántico. Por último, quien hace un análisis sintdctico, se concentra en el 
modelo implícito en una teoría pretérita y deja a otros los aspectos humanos y la 
realidad material a que era aplicable la teoría. . 
Las tres faenas se presentarán sucesivamente. ¿En qué orden? La realidad es 
anterior al individuo; el individuo, a la creación científica. En el texto respeta-
mos ese orden: para cada autor o escuela, en primer lugar se presenta el análi-
sis semántico ("El mundo de ... ") y luego el pragmático (''Soy ... "), en el que, pa-
ra resaltar su carácter subjetivo, se habla en primera persona. El análisis sintác-
tico, por desgracia, requiere algún conocimiento-adicional: cierto dominio de 
teoría económica y matemática para economistas. Por tanto, el análisis de los 
respectivos modelos se reúne en un solo capítulo, al final de la obra (Apéndice 
técnico). Esta misma introducción se repite, con mayor rigor formal, en dicho 
· Apéndice. Cada capitulo contiene un panorama del pensamiento, un viaje por la 
principal obra del autor y l~cturas seleccionadas que intentan ofrecer una viven-
cia directa del modo de expresión de cada economista. 
Hasta aquí, el análisis. u1 síntesis, o reagrupamiento de las facetas diversas 
de cada autor y escuela, no tiene una fórmula única. Cuál se utilice dependerá 
del fin perseguido. Queda, pues, al lector formular su propia síntesis. 
¿Qué buscamos al estudiar historia del pensamiento económico·? ¿El conoci-
miento por sí mismo? ¿O encontrar en el pasado respuestas a preguntas que sus-
cita nuestro propio mundo? La historia, en este sentido, es una gran pregunta al 
pasado hecha desde el presente. "Ogni vera storia e storia contemporanea", de-
cía Benedetto Croce. El buscar en el pasado delata la sospecha de que el proble-
ma alguna vez existió, o que su solución ya fue pensada antes. Alguien ·dijo: ''To-
das las ideas inteligentes ya han sido pensadas por otros hombres antes que por 
nosotros, miles de veces. PBI-a hacerlas verdaderamente nuestras, debemos pen-
sarlas de nuevo, profundamente, hasta que formen parte de nuestra experiencia 
· personal". 
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TOMA DE JERICÓ 
(Detalle) 
Primer rodeo a J eric6 
Hay dos modos de viajar por la historia de la ciencia ecqnómica. Si tuviéramos hi 
máquina del tiempo que imaginó H. G. Wells, en un viaje al pasado iríamos vien-
do escenas sucesivas, no simultáneas, de cada época. Una secuencia de pre.senles. 
Sin embargo, para e1 economista, el lapso que separa el momento pretérito en 
que una teoría tuvo vigencia del momento en que habla, su presente, no cuenta 
mucho como criterio para calificar o clasificar teorías económicas. Al comparar 
griegos y mercantilistas, estos últimos y los clásicos, o éstos y los neoclásicos, no 
atribuimos tanta importancia a las fechas como a la arquitectura de las teorla.s. 
Es más fácil pensar las distintas teorías que hubo en la historia como una simul-
taneidad de presentes. Como barrios de wia ciudad en perpetua expansión, todos 
presentes hoy, algunos con casas vacías y otros rebosantes de vida, distinguibles 
por su estilo arquitectónico, sus materiales y, sobre todo, su habitabilidad. 
Nuestro viaje en el tiempo se convierte en un recorrido en el espacio. ¿Cómo 
acceder a un compuesto tan diverso y abigarrado? Antes que distinguir a Aristó-
teles de Jenofonte, parece más natural saber qué tienen en común, en qué barrio 
viven. Distinguir primero el tipo de barrio y luego lo particular de cada· casa 
Aproximamos para captar los rasgos más generales, los visibles desde lejos, y tra-
tar de obtener una idea del conjunto. Este método es tan antiguo como el usado 
por Josué para ingresar en Jericó. ¿Porqué no probarlo en la historia del pensa-
miento? Ello fue sugerido por Ortega: "Los grandes problemas filosóficos requie-
ren una táctica similar a la que los hebreos emplearon para tomar a Jericó y sus 
rosas íntimas: sin ataque directo, circulando en torno lentamente, apretando la 
curva cada vez más y manteniendo vivo en el aire son de trompetas dramáticas"1. 
\ 1 José Orte2:a v G8llset. ;Qué e., filosofía? Madrid: Revista de Occidente. 31 edición. 1963. 4. 
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20 DIVISIONES DE LA HISTORIA 
Hay una ciudad vieja, la de las teorías más antiguas. La economía es apenas 
un sector de una catedral gótica, cuyo techo puntiagudo es un enonne dedo índi-
ce que apunta al cielo y sellala la primacía de un valor: la justicia. La economía 
es una entre otras secciones de esta edificación medieval. A visitar la catedral pa-
ra hurgar sus raíces, nos acompañan estudiosos de otras disciplinas -filosofía, de-
recho, política- separadas y hoy casi independientes una de otra. Las obras que 
allí se encuentran no sori sino un conjunto de "tratados fragmentarios, incidenta-
les y ocasionales, de problemas económicos aislados·( ... ] mezclados con otros ór-
denes de investigación"2• Pero no una mezcla confusa y desordenada. Coino el 
contexto en que lo económico se presenta es el estudio de la justicia, cada sus-
tantivo económico aparece acompañado del adjetivo "justo" o "justa", por lo que . 
el resultado global es una doctrina del "deber ser" o una "economía nonnativa". 
Otro barrio de la ciudad, algo más moderno que el anterior, lo forman 
edificios muy bajos, muy pegados a la tierra, como si sus habitantes tuvieran ho-
rror a la altura, o por la precariedad de sus materiales temiesen que la construc-
ción se les virúese encima. Es la literatura mercantilista, independizada del va-
lor "justicia", que fonna wia suerte de recetario con los ingredientes y propor-
ciones para obtener una buena t~a, sin indagar mucho o poco en qué procesos . 
físicos o químicos permiten tal resultado. Se llamó a esa literatura "máximas de 
gobierno", destinadas a remediar problemas específicos o alcanzar fines concre-
tos en momentos· detenninados. Habitan el hiirrio consultores o asesores, 
ocupados en aconsejar a príncipes y mercaderes qué acciones les conviene más 
emprender para obtener metal precioso. Piensan y escriben siempre en interés 
ele uno solo, no del común. El bien común de su discurso. El lugar de los valo-
res, aparece ocupado por el criterio de eficacia de los consejos dados a los po-
derosos, para conseguir ciertos fines materiales. Con elló, cuando se trata de for-
mular una política económica, la economía deja a un lado algo imprescindible: 
la sujeción a valores más altos que los que directamente atañen a las activida-
des económicas en sí mismas. 
El barrio clásico está construido sobre la base de planos y estructuras·, con 
buenos cimientos en la tierra. El plano y la estructura son los modelos económi-
cos, y los cimientos, la realidad socioeconómica. Por primera vez, la arquitectu-
ra del pensamiento económico reúne el pensar a base de modelos, como los an-
tiguos, y refiere sus ideas a realidades concretas, como los mercantilistas. 
FinaLnente, la ciudad nueva, donde apenas hay construcciones. Aquí los eco-
nomistas diseñan planos, y su principal cuidado es que los planos no contengan 
errores. Planos no diseñados para un terreno concreto. Aplicables a casos inde-
terminados. Edificar casas en base a ellos se reserva a otros especialistas, los eco-
nómetras, que se encargan de reconocer el terreno, medir, y ver qué traducción 
debe darse a cada elemento del plano en cada lugar. El plano es un modelo y las 
precisiones para traducirlo a determinada realidad, teoremas de aplicabilidad. 
~ Franceso Vito. Ecorwmía Polúica. Madrid: Tesoro, 1959, 35. 
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Doctrinas económicas 
de la Antigüedad 
CAPILLA SIUl;\A 
Migud Ángel 
"Haz esto", "Abstente de aquello". El antiguo alza sus ojos al cielo y mira adon-
de apunta el dedo de Zeus o de Dios para seftalar el recto camino. La severa mi-
rada ele su Dios vigila si sus acciones efectivas se apartan de lo presc.ripto. Los 
escritos antiguos se sometían al valor justicia, con su disvalor, la injusticia. 
Esta caracterización es ace11ada respecto de textos como el Código de Ham-
murabi, la Biblia, el pensamiento griego del siglo ele oro (Platón, Aristóteles) y 
pensadores romanos como Cicerón. Pero cada idea vio nacer ideas ri~-ales sobre 
un mismo asunto económico. La sujeción al valor justicia no es una hipótesis fe-
cunda para un contemporáneo de Aristóteles como Jenofonte. Hay entre ellos 
tanta oposición como entre la escolástica y el mercantilismo. 
Este pasado es común a la Economía y a la Filosofía, la Ética, el Derecho y la 
Politología. Los escritos respectivos conterúan génnenes de más de una discipli-
na, En esta etapa -decía Vito- "no se fue más allá de fragmentarios, incidentales 
y ocasionales tratados de problemas económicos aislados [ ... ] siempre mezclados 
con otros órdenes de investigación". Pero tal mezcla no equivalía a confusión o 
desorden, sino a pluralidad temática," donde conocimientos hoy diferenciados se 
hallaban entonces apenas en embrión. 
Lo justo se presenta como la calificación de tres grandes sustantivos: el pre-
cio, el interés y el crecimiento económico. Cada cual refleja cierto grado de 
avance de las instituciones económicas. El precio, el desarrollo de mercados y 
prácticas de intercambio. El interés, la aparición del crédito y el uso del dine-
ro no sólo como medio de cambio, sino como medio de transferencia de poder 
adquisitivo. Y el crecimiento, la expansión en el espacio y la sujeción de múl-
? tiples poblaciones a un mismo gobernante. 
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22 PRECIO, INTER~S. CRECIMIENTO 
La regulación de precios presupone alguna noción de "precio jwto", u.na ca-
tegoría normativa. Hammurabi pautó salarios, alquileres y tasas de interés. ¿Se 
trataba de "salariosjwtos", etc.? En el Antiguo Testamento, se traduce por ''jus-
to precio" la suma que paga Ahraham por una parcela de tierra para su tumba. 
La Biblia dice "importe de dinero" o "'peso·eotero del precio" ("plata Hena"). 
Aristóteles adscribe esa categoría a la ~tica y dentro de ella a la explicación de 
la naturaleza de la justicia y la injusticia. Cicerón comienza a elaborar una doc-
trina del "precio irifu,sw", el viciado por estafa o fraude def vendedor hacia el 
comprador, que será continuada en la Edad Media por Santo Tomás. 
Para Platón y Aristóteles "crecer" era peligroso. Su ideal apuntaba a la armo-
nía, la justa proporción, el equilibrio. "Todo en su justa proporción" era el canon, 
ya se tratase del tiempo destinado a trabajar, a1 intercambio de mercancías o la 
extensión de los estados. La desme_sura merecía rechazo, ya fuese un precio exa-
geradamente alto en relación al mérito de su vendeclo1~ ya fuese un crecimiento 
demográfico descontrolado. "Cada cosa -dice Aristóteles-, para poseer todas las 
propiedadesque le pertenecen, no debe ser ni desmesuradamente grande ni des-
mesuradamente pequefia." · 
Identificaban el.crecimiento económico con el número de habitantes, es decir, 
el tamaño de las ciudades. Pero también con la acumulación de riquezas, vincu-
lada necesariamente a la multiplicación de goces. refl.idos con la virtud. La ciu-
dad debía ser recinto para vivir una vida virtuosa, y su mayor enemigo era la 
multiplicación de hombres y de bienes. La tasa de crecimiento "justa" era la nula. 
Una ciudad, una sociedad, una vez alcanzada la magnitud necesaria para produ-
cir todos los bienes absolutamente indispensables, debía detener su crecimiento 
y, de alú en más, continuar en el tiempo siempre con el mismo tamaño. La contra-
partida de una tasa de crecimiento nula era una tasa de mterés nula. Mientras el 
Código de Hammurabi y el derecho romano autorizaban el cobro de interés, en 
el Antiguo Testamento y en los escritos de Platón y Aristóteles, se condenaba la 
tasa de interés positiva como contraria a la naturaleza. ·· 
Se temía la proliferación de los goces materiales, ya fueran el fruto del cre-
cimiento de la ciudad o del intercambio con países extranjeros. El crecimiento 
era portador de la mayor desgracia: la corrupción de la ciudad como recinto del 
ejercicio de la virtud. De lo que se trataba no era de impulsar el c.recirniento, si-
no realizar determinados valores: la belleza, la verdad y el bien, y como manifes-
tación social de este altimo, la justicia. Este peóodo, por tanto, fue una larga 
meditación acerca del progreso. No se pretendía describir la economía del mo-
mento, sino buscar pautas para regir una sociedad económica ideal. Era econo-
mía positiva, según la terminología de John Neville Keynes'. 
1 Decía J. N. Keynes: '"!'al como se emplean aquí los términos, puede definirse una ciencia po-
siliva como un cuerpo de conocimiento sistematizado concerniente a lo que es; una ciencia re-
gulativa o normativa, como un cuerpo sistematizado donde ~e discuten criterios de lo que de-
biera ser, y su preocupación es lo ideal en cuanto diferente a Jo actu11l". The Scop<! anti MeJh-
od o/ Política[ Economy. Londres: Macmillan, 1891, 34-5 .. 
4 
PUERTA DE ISHT.-\R 
Trasladada piutJ por pica 
al M us,o Briidnico. 
Babilonia y Judea 
¡AY, VÁMONOS ALLÁ! 
La mención de Babilonia evoca el fausto llevado a l~jo desmesurado, lo gigan-
tesco llevado a lo inabarcable. El goce de los sentidos y el disfrute del poder sin 
límite. Y su contracara necesaria: pues no hay gran poder que no genere gran su-
misión, ni disfrute exclusivo que no despierte emulación y envidia. Babilonia: un 
pasado, pues, que llamaba a ser recreado por el arte. En el Nabuco {1842) de 
Verdi, el número más bello e impresionante era el "coro de los esclavos", pensa-
do quizá como mensaje a sus compatriotas, sujetos entonce_s al dominio de la 
monarquía austríaca. Griffith, en Intolerancia {1916), no tenía sonido pero sí 
imagen, y lo aprovechó para reconstruir espacios, edificios y monumentos gigan-
tescos. Filmó en plena guerra mundial, y su tema era la agresión a naciones o 
grupos humanos pacíficos. Puso en boca de Ciro una fatídica plegaria: "Matar, 
matar, matar, para la gloria de Dios, por los siglos de los siglos. Amén". Pero 
también en el filme de Griffith aparecía el culto a Ishtar, diosa del amor, y no fal-
taban un templo del amor y un mercado del matrimonio. Este costado más agra-
dable de la vida inspiró a los maestros del género chico español Guillemio Pe-
rrin, Miguel Palacios y Vicente Lleó la zarzuela picaresca ÚJ corte de Fara-0n, 
interpretada en cine por una infartante María Belén, y uno de sus números invi-
taba a un viaje de placer: 
Son las mujeres de Babilonia 
las más ardientes que el amor crea. 
Tienen el alma samaritana, 
son por su fu.ego de Galilea. · 
-, 
} 
1 
I 
f 
24 
Cuando suspir(I.11. voluptuosas 
el babilonio muere de amor. 
BABILONIA 
Y cuando cant(I.11. ponen su..s besos 
en cada nota de su canci6n. 
Ahí va, ahi va, ¡ ay, babilonio que marea! 
Ah( va, ah.( va, ¡ay, vámanos pronto a Judea! 
Ahí va, ah.{ va, ¡aJ~ vá1nonos allá.! 
BABILONIA 
Babilonia basó su economía en las explotaciones agrícolas de los valles irúe-
riores del Tigris y el Éufrates, sólo al alcance de gente experta en el método de 
riego necesaiio en esa tierra, que consiste en encauzar las avenidas fluviales y 
evitar la erosión del suelo. El Tigris, por fusión de ]as nieves en las alturas del 
norte y este, crece a fines de marzo y comienzos de abril, y la inundación de sus 
riberas puede provocar grandes daños en la región de Bagdad y sur~ña. El Éu-
frates crece en la época de bajante del Tigris; el dal'lo en ese caso no se debe 
tanto a la violencia de la correntada como al depósito salino que deja en Ja su-
perlicie una crecida temporaria. Para ser eficaz, fa. irrigación debe contar con un 
sistema de drenaje. El problema se resolvfa en parte impidiendo las crecidas; se 
habían construido sistemas de canales capaces de absorber lo más posible de la 
crecida, lo que a veces se lograba desviando el curs~ del Éufrates al norte de Ba-
bilonia. Los canales, sin excep~ión, se construían _mediante trabajo forzado. Y en 
toda la historia de Babilonia, el título de "El irrigador" era un timbre de honor 
para todo rey. Los pequeños canales derivadores eran a.1.Ímentados por máquinas 
simples. El auge y la declinación de las ciudades se conectaba estrechamente 
con la apertura o el cegamiento de los canales. Su obstrucción, que provoca que 
el lecho y riberas del río se eleven a una altura muy ppr encima de la planicie, 
sólo se evita con la limpieza anual, lo que se aseguraba obligando a ello a los 
municipios y terratenientes 1ibereños. Una dinastía como aquella a la que perte-
neció Hammurabi aseguró la correcta irrigación merced a una administración 
personal con mano más que finne 1• 
1 Es natural pregunlar.;e si tal sistema económico podía funcionar sin despotismo'. En el siglo X 
la invasión de tribus acameas intenumpió el sistema, y el resultado fue un gran incremento de 
ciénagas y tierras pllntanosas: Federico Engels, el colaborador de Mane, parece baber tenido 
en cuenta el sistema de riego babilónico y su sislema polftico despótico como caso histórico de 
lo que Marx denominó ~modo de producción asiático" en el Prólogo de su Contribución a la 
Cn1ica de la Economía Poláica (1859). Al menos así se expresa en carta a Mar.e, 6 de junio 
de 1853 (Marx Engel.s ~rke, 19í0, vol. 28, 260-61; y en Anli-[)¡¡}1ring, M. E. Wer~, 1971, vol. 
20), d~nde exp~: "Los muchos despotismos que han aparecido y desaparecido en Persia y 
la India sabían bien siempre que eran ante todo empresarios colectivos de la irrigación de los 
valles flu,·iales, sin la cual no es posible la agricultm11 en e-5las regiones", 167. Véase cap. 22 
de la presente obra. 
LO 
FACULíAD de (IBKIAS ECOrmMILA~ 
BIBLIOTECA 
Morar.o 2557. ts3000CVEI Sanie Fe 
CODICO DE HAMMURABI 25 
Los canales también permitían el comercio .fluvial, por medio de embarcacio-
nes de mediano porte, tipo canoas impelidas con pértigas. 
Esta cultura dependía en altísimo grado del comercjo_ Las grandes riquezas 
que sobrevivieron al tiempo sólo pudieron obleneTSe por esa vía. Y la existencia 
misma de nutridas comunidades urbanas es otro signo de la importancia del co-
mercio. Y no es casual que en lugares muy alejados se emplease el sistema mo-
netario babilónico de minas, shekels y granos. Como medio de intercambio se 
empleaba el oro, la plata, el cobre y, en algunos casos, el plomo. 
Las materias primas comerciadas eran el trigo, la escandia, la cebada, los dá-
tiles, el sésamo y las fibras textiles. Entre fines del tercer milenio y antes del 
2000 a. C., los 6nicos cereales de uso común eran la cebada y la escandia. El te-
jido, hacia el 2500 a. C., dependía de la importación de Üno. El algodón se ha-
bía convertido en producción vernácula, introducido por Senaquerib. La apicul-
tura, destinada a beneficiar la miel y la cera, se practicaba en Suk.hi,región al 
oeste del Éufrates. 
EL CÓDIGO DE HAMMURABI 
Hacia el siglo XVIII a. C. el tráfico comercial entre las distintas ciudades de 
Mesopotamia era floreciente, en la fonna de caravanas escoltadas o a través de ríos 
y canales; existían prácticas bancarias, préstamo a interés y letra de cambio. El 
gran desarrollo mercantil y la densa trama de intereses que ello significaba, jun-
to al deseo del rey babilonio de fomentar en su propio interés político y fiscal la 
seguridad jurídica de ese tráfico, pueden haber sido, según Max Weber, las cau-
sas de la confección de las leyes de Hamruurabi, que forman el código más an-
tiguo del mundo. Sus 282 párrafos versan sobre una sociedad dividida en clases, 
libres y esclavos, y entre ambos los mushkinu (de donde deriva la voz árabe mis-
kin - pobre, desgraciado- y de ella, la castellana mezquino). El Código regulaba 
las distintas actividades económicas: mantenimiento de canales, contrato laboral 
o de arrendamiento, intercambio comercial, aplicación del talión para compen-
sar en especie daños materiales, protección de los miembros de la familia y sus 
bienes, ele. Fijaba taxativamente alquileres y salarios, as1 como límites al pago 
de intereses [v. Texto]. Los artículos transcriptos abajo suscitan la pregunta so-
bre si han de entenderse como anticipaciones de las ideas de condena a la usu-
ra (48),justo sdario (239) y justo precio (242). 
JUDEA 
La Biblia, en el Pentateuco (la Torá, en hebreo) o libros de Moisés, estipulaba 
nozmas que, aunque aplicables hasta el fin de los tiempos, aparecían en un mo-
mento en que la comunidad todavía no había alcanzado un asentamiento definiti.-
. , 
26 JUDEA 
vo. Se refería a un proyecto de sociedad --teocéntrica-, por establecexse. En con-
secuencia, sus referencias a cuestiones económicas se inscriben en la "economía 
normativa". Por lo que no es casual que en la Biblia se·hable por primera vez de 
justo precio (Génesis 23:9). La constitución "normal" de tal comunidad no conte· 
nía a miembros iguales, en cuanto a capacidad o poder econó~co, sexo, edad, 
condición jurldica o laboral, sino a desiguales, y entre ellos algunos más vulnera-
bles, ya fuera por causas naturales (nifíos, ancianos) ó circunstanciales (viudas, 
huérfanos, pobres, extranjeros): había productores (agricultores, pastores, etc.) y . 
no productores (sacerdotes), propietarios y no propietarios, solventes y no solven-
tes. Procuraba evitar que sobre la desigualdad no se erigiesen situaciones de pri-
vación, explotación o sometimiento de Jos menos favorecidos. Y establecía el de-
ber de solidaridad con el débil, el desposeído, el caído en desgracia y el oprimi-
do. La norma ética era el renunciamiento de parte de los bi~~es poseídos en abun-
dancia y compartirlos con los carecientes de ellos: " ... Compartirás tu pan con el 
hambriento, los pobres sin techo entrarán en tu casa, vestirás al que veas desnu-
do" (Isaías 58:7). Anticipaba, pues, la justicia social. Prohibía la explotación 
("Busquen la justicia, den sus derechos al oprinúdo, hagan justicia al.huérfano y 
defiendan la viuda". lsaías 1:17), fijaba el derecho a un nivel mínimo de subsis-
tencia, más allá de sexo, edad o situación laboral. Se expresaba como regulaciones 
sobre aspectos económicos, tales como impuestos a la producción, préstamo de di-
nero, entrega de víveres a los pobres, pago de salarios en término, protección del 
más débil, limitación de la propiedad en el tiempo (jubileo), etc. La prohibición de 
cobrar interés a los hermanos de religión o a los pobres era una fonna de proteger 
al débil, pues los préstamos se tomaban con fines de subsistencia y no de produc-
ción; en tales casos, el deudor quedaba a merced del acreedor y la Ley procuraba 
evitar que un acto de solidaridad generase una situación de sojuzgamiento. 
Las leyes de Moisés, fundadas en que la tierra era de Yaveh, dada en usu-
fructo al pueblo (Lev. 25:23), instituían el diezmo eclesiástico o entrega del diez 
por ciento de los productos de la tierra a los sacerdotes, representantes de Ya-
veh. Este impuesto continuó a lo largo de siglos, y tras su adopción por el clero 
cristiano, reapareció en el esquema fisiocrático y en las instituciones coloniales 
de Iberoamérica. 
TEXTOS 
l) CÓDIGO DÉ HAMMURABI 
Transcripción de Castro Dassen y González Sánchez 
40. Para fgarantía] de un comerciante o una obligación extranjera puede vender sus 
[propios] campos, huertos o casa; el comprador puede explotar el campo, huerto o ca-
sa que ha comprado. . 
48. Si un hombre ha estado sujeto a una obligación que conlleva intereses y si la tor-
menta ha inundado su campo y arrebatado su cosecha, o si, carente de agua, el trigo 
CÓDICO DE HAKMURABI 27 
no creció en el campo, este afio no dará trigo al acreedor, sumergirá en agua su table-
ta y no dará el inter~s de este al!o .. - . . . 
49. Si uno ha recibido en préstamo dinero de un comerciante y ha dado al negocum-
te un camp~ cultivable de trigo o de sésamo dici~ndole: «cultiva el campo, co_secha ! 
toma el trigo o el sésamo que habrá nllf,. cuando el cultivador baya hecho verur el tn-
go o el sésamo en el campo, en el momento de la cosecha el propietario del campo lo-
mará el trigo o sésamo que exista en él y dará al negociante trigo por el dinero con los 
intereses que tomó del negociante y el costo del cultivo del campo. 
50. Si ha ciado el negociante un campo de trigo cultivado o un campo de sésamo cul-
tivado, el dueño del campo tomará el trigo o sésamo que se encuentre en el campo y 
devolverá el dinero con sus intereses al negociante. 
SI. Si no tiene dinero para restituir, dará al negociante sésamo, segtjn la tasa del rey, 
por el valor del dinero recibido del negociante, con sus intereses. 
100. Si un negociante dio a un delegado dinero para vender (prestar a interés! y com-
prar y lo puso en ruta Po designó viajante], el comisionista en viaje hará fructificar la 
plata que se le ha confiado ... si en el lugar de destino obtuvo beneficios sumará los in-
tereses y lo que ha recibido, deducirá los gastos de sus días [ de viaje] y pagará a su 
negociante. 
101. Si en el lugar de destino no obtuvo ganancia, una cantidad de dinero igual a la 
tomada, el delegado lo entregara al negociante. 
102. Si wi negociante entregó dinero a título gratuito a un delegado y éste en d. sitio 
adonde se le envió, sufrió pérdida, entregará el capital del dinero al negociante. 
103. Si, en camino, durante su excwsión, el enemigo le hiciese perder lo que lleva, 
el delegado jurará por el nombre de Dios y será liberado. 
112. Si un hombre ~e encuentra en viaje y envió a otro plata, oro, piedras u otros ob-
jetos manuables para que los transporte, lo que debía· transportar; si éste no los entre-
gó en el lugar al que debfa transportarlos, sino que los arrebató [para sí] el propietario 
de los objetos a transportar hará comparecer a este individuo por no haber entregado 
lo que debía transportar, y este individuo dará al duei'lo del envío él quíntuplo de lo 
que le habla confiado. 
113. Si un hombre tiene una acreencia de trigo o de plata sobre otro,_y si, sin saber-
lo el dueilo del trigo, tomó trigo en el granero o en el depósito, se hará co~parecer a 
este hqmbre por haheúomado trigo en el granero o en el depósito; eni:;-egará todo el 
trigo que tomó, y perderá todo cuanto había prestado. · 
114 . . Si un hombre no tenía una acreencia de trigo o de plata sobre ·otro, y sin embar-
go ha ~jerciclo apremio sobre él, por cada apremio pagará un tercio dé mina de plata . 
. 115. iSi Ílll hombre tenía una acreencia de trigo o de plata sobre otro y ejerció apre-
mio contra él, si le encontraren muerto de muerte natural en la casa del apremiador, 
esta muerte nu comportará reclamo. 
116. Si en la casa de su apremiador, el apremiado· muere a consecuencia de golpes o 
de miseria, el patrón del apremiado hará comparecer a su negociante, y si el muerto fue-
se hijo de hombre libre, se matará a su hijo, y si el muerto fuese esclavo de hombre li-
. bre, pag-,miun tercio de mina de plata, y cualquiera fuese la suma prestada, la perderá. 
117. Si una deuda ha contraído [sic] a un hombre; y si él dio por plata a su mujer, 
hijo e bija, y los ha entregado a sujeción. durante tres años servirán en la casa de su 
comprador y comprador, el cuarto año los pondní en libertad . 
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28 L.\ BIBLIA 
118. Si una deu~a ha contraído [sic! a un hombre, y si él ha vendido una de sus es-
clavas que le ha dado hijos, el dueño de la esclava pagará el negociante la plata que 
aquel pagó, y rescatará a la esclava. 
120. Si un hombre ha entregado para almacenar su trigo en la casa de otro, y si en 
el granero se produce un faltante, sea que el duelio de casa abrió el almacén y tomó 
del trigo. o s~a ~e dispu~e acerca de la calidad total del trigo que se le entregó en su 
casa, el prop,etano del tngo demandará su trigo ante Dios, y el dueño de la casa, que 
tomó el trigo, lo repondrá y lo entregará al propietario del trigo. 
121. Si un hombre ha entregado.trigo en la casa de otm, pagará por año, como ·alqui-
ler del almacén, 5 qa de trigo por gur. · 
122. Si un hombre da a otro plata, oro o cualquier otra cosa en depósito, hará cono-
cer a testigos lo que da, estatuirá las obligaciones y efectuará el depósito. 
123. Si dio en depósito sin testigos ni obligaciones (estatuidas), y si allí donde ha da-
do en depósito lo niegan, esta causa no comporta reclamación. 
124. Si un hombre ha dado a otro en depósito plata o cualquier otra cósa ante testi-
gos, Y se lo niegan, hará comparecer a este individúo y él repondrá y entregará todo lo 
que ha negado. . 
125. Si un hombre ha dado una cosa en depósito y si allí donde la dio, sea por frac-
tura o por escalada, su cosa y la del dueño de casa desaparecen, el dueño de casa que 
está en falta repondrá todo lo que se le habfa enviado en depósito y· perdió e indemni-
zará íntegramente al dueño de los bienes. El dueño de la casa buscará su haber perdi-
do y lo recobrará de su ladrón. • 
151. Si una mujer que vive en la casa de un hombre se hizo prometer por su mari-
do que no se verá embai·gada por sus acreedores y se hizo entregar U:na tableta, si 
este hombre, desde antes de desposar a esta mujer estaba cargado de deudas, el 
acreedor de la deuda no embargará a su esposa; y si esta mujer, desde antes de en-
trar en casa de este hombre estaba cargada de deudas, el acreedor de la deuda no 
embargará a su marido. 
152. Si después que esta mujer entró en la casa del hombre, una deuda pesa sobre 
ellos, pagarán al negociante ambos. 
239. Si uno tomó en 1oc:ación un barq~ero, le pagará 6 gur de trigo por año. 
2<.1,2. Si uno ha alquilado por un año un buey de trabajo, pagará 4 gur de trigo por 
año. 
2) LA TOR.Á O PENTATEUCO 
Génesis 23:9 Para que me dé la cueva de Macpela, que tiene al cabo de su heredad : 
~e por su justo precio me la dé, pan1 posesión de sepultura en medio de vosotros. 
Exodo 22:25 Si prestares dinero >'I [alguno de] mi pueblo, al pobr-e que vive contigo, 
no has de ser- para él como logrero, no le impondrás interés. 
Levítico [El Jubileo) 25: 10 Y santificaréis el ai'\o cincuenta, y pregonaréis libertad 
en la tierra a todos sus moradores: este os será jubileo; y ·volveréis cada uno a su po-
sesión, y cada cual volverá a su familia. 25:16 Conforme a la multitud de los ai'\os au-
mentarás el pr-ecio, y conforme a la disminución de los años disminuirás el precio; por-
que según el número de los rendimientos te ha de vender él. 25:23 Y la tierra no se 
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L.\ BIBLIA 2? 
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venderá rematadamente, porque la tierra es mía; que vo,iouos sois hu6pedes mios. 
25:24 Por tanto, en toda la tierra de vuestra posesión. otorg¡u6s redención a la tierra. 
[De la usura] 25:36 No tomnrá3 de (tu hermano] usura ni intetts. 25:3'7 No le darás tu 
dinero a usura ni tu alimento por [querer] acrecer. 
Deuteronomio [El Diezmo] 14:22 Separarás puntualmente el diexmo de todo el pro-
ducto de tu sementera. lo que brota del campo alío tras al\o. 14:23 Y comeris delanle 
de Jehová · tu Dios, en el lugar que él escogiere para hacer habitar allí su nombre, el 
~ \ 
diezmo de tu grano, tu mosto y tu aceite, y los primogénitos de tu ganado mayor y me-
oor, para que aprendas a temer a Jehová tu Dios todos los días. 14:24, Mas si el cami-
oo resulta excesivo para ti .. . 14:25 lo trocarás por plata [venderlo has}, y atarás el di-
nero en tu mano e irás al sitio que Yaveh, tu Dios, haya escogido. 14:26 Y. da.rás,' el di-
nero por todo lo que deseare tu alma. por vacas., o por ovejas, o por .i.no, o por sidra. 
o por cualquier cosa que tu alma le demandare: y comerás allí delante de Jehová tu 
Dios, y le alegrarás tú y tu familin. 14:2'7 Y no desampararás al Levita que habitare en 
tus poblaciones; porque no tiene parte ni heredad contigo. 14:28 Al cabo de cada tres 
años, sacarás todo el diezmo de tus productos de aquel año, y lo guardardS en rus ciu-
dades. 14:29 Y vendrá el Levita, que no tiene parte ni heredad contigo. y el extranje-
ro, y el huérfano, y la viuda. que hubiere en tus poblaciones, y comerán y serán sacia-
dos, para que Jehová tu Dios te bendiga en toda obra de tus manos que hicieres. lEZ 
año de remisión] 15:l Al cabo de siete años harás remisión. 15:2. Y esta es la manera 
de la remisión: Perdonará a su deudor todo aquel que hizo empréstito de su mano, con 
que obligó a su prójimo: no lo demandará más a su prójimo, o a su hermano; porque la 
remisión de Jehová es pregonada. 15:3 Del extranjero demandarás el reintegro: mas io 
que tu hermano tuviere tuyo, lo perdonará tu mano. 15:4 Para que así no haya en ti 
mendigo; porque Jehová te bendecirá con abundancia en la tierra que Jehová tu Dios 
le da por heredad. [Los pobres· r los esclavos) 15:7 Cuando buhiere en ti menestero:o 
de alguno de tus hermanos en alguna de tus ciudades, en tu tierra que Jehová tu Dios 
te da, no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano & tu hermano pobre: 15:8 Mas 
abrirás a él tu mano liberalmente, y en efecto le prestarás \o que basta, \o que buhi.e-
re menester. 15:11 Porque no faltarán menesterosos de en medio <le \a tierra, por eso 
yo le mando, diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, a tu pobre, y a tu menesteroso 
en tu tienra. 15:12 Cuando se vendiere a ti tu hermano hebreo o hebrea. v te hubiere 
servido seis años, al séptimo año le despedirás libre de ti. 15:13 Y cu~do lo despi-
dieres libre de ti, no lo enviarás vacío: 15:14 Le abastecerás liberalmente de tus O'ie-
jas, de tu era, y de tu lagar; le daros de aquello en que Jehová te hubiere bendecido. 
15:15 Y te acordarás de que fuiste siena en tiena de Egipto, y que Jehová tu Dios te 
rescató: por tanto, yo te mando esto hoy. (De la u.su.ra) 23: 19 No prestarás con interés 
a t~ hermano, ni interés de dinero, ni interés de víveres, ni interés de cosa alguna que 
produzca interés. 23:20 Al extranjero podrás -prestar a interés, mas a tü. hermano no 
prestarás así. (De la caridad con las viudas, los huérfanos y los e.;;tranjeros1 24:111-lo 
torcerás el derecho del peregrino y del huérfano; ni tomarás por .prenda la ropa de la 
viuda: 24:18 Mas acuérdate que fuiste siervo en Egipto, y de allí te rescató Jehová tu 
Dios: por tanto, yo te mando que hagas esto. 24:19 Cuando segares tu mies en tu cam-
po, Y olvidares alguna gavilla en e\ campo, no volverás u tomarla: para el extranjero, 
para el huérfano, y para la Yiuda será; porque te bendiga Jehová tu Dios en toda obra 
de tus manos. 24:20 Cuando sacudieres tus olivas, no recorrerás las ramas tras de ti: 
-~~ 
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1 1, 
30 OBRAS Y ESTUDIOS 
para el extranjero, para el huérfano, Y para la viuda aed. 24:21 Cuando vendimiares 
tu vi1la, no rehuacarú tras de ti: para el extranjero, para el huérfano, y para In viuda 
será. 24:22 Y acu&dale de que fuiste siervo en tierra de Egipto: por tanto yo te man-
do que hagas esto.OBRAS Y ESTUDIOS 
Castro Dassen, Horacio N. y Ca..-los A. González Sánchez 
1982. Código de Hammurabi. ,4.n.tecedentes históricos r a'f'queológicos. 
'Jran.scripción. Valoracióñ filosófica. Buenos Aires, Ediciones Librería del 
Jurista. 
Silva Herzog, Jesús 
1939. Judea. Historiar antología del _peruamiento económico. Antiguedad 
y Edad Media. México, Fondo de Cultura Económica. 3ª ed. 1953, 11-28. . 
5 
Grecia 
TODO EN SU MEDIDA Y ARMONIOSAMENTE 
PARTE!',ÓN 
Acrdpolü tk AteMJ. 
Observe el Partenón: ¿no le transmite una sensación de proporción divina, de 
justo medio, de medida ideal? Lea el pasaje siguiente y compare la sensación que 
le produce con la anterior: "La belleza resulta de ordinario de la armonía del mi-
mero con la extensión; y la perfección para el Estado consistirá necesariamente 
en reunir una justa extensión y un número conveniente de ciudadanos. Pero la 
extensión de los Estados está sometida a ciertos límites, como cualquiera otra co-
sa, como los animales, las plantas, los instrumentos. Cada cosa, para poseer todas 
las propiedades que le son propias, no debe ser ni desmesuradamente grande, ni 
desmesuradamente pequeña, porque, en tal ca.so, o ha perdido completamente su 
naturaleza especial, o se ha pervertido. Una nave de una pulgada tendría tanto de 
nave como una de dos estadios; si tiene ciertas dimensiones, será completamen-
te inútil, ya sea por su extrema pequel1ez, ya por su extrema grandeza". 
·· Las palabras de Aristóteles -¿quién más autorizado que él?- son la mejor in-
troducción al modo de encarar el análisis económico por los antiguos griegos. 
También los bienes económicos, tanto como los procesos productivos o el recin-
to donde los hombres se reúnen para intercambiar sus producciones, _se ·ubica-
ban dentro de un cuadro general de jerarquía de los bienes: "Los bienes que el 
hombre puede gozar se dividen en tres clases: los externos, los del cuerpo y los 
del alma; la felicidad consiste en la reunión de todos ellos [ ... ] en la práctica, no 
hay conformidad ni sobre la medida, ni sobre el valor relativo de estos bienes 
[ ... ] pero en lo que concierne a dinero, riqueza, poder, reputación y todos los de-
más bienes de este género, procuran un exceso sin límite [ ... ] Los bienes exterio-
res tienen un límite, como cualquier otro medio o instrumento; y las cosas que se 
dicen útiles son precisamente aquellas cuyo exceso dafia inevitablemente a su 
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32 PLA.TÓ.N Y ARISTÓTELES 
poseedor". Luego, la c~tidad, variedad y disfrute de los bienes económicos de-
be ceñirse a proporciones y límites fijados por los bienes del alma, "pues lejos 
de adquirirse y conservarse las virtudes mediante los bienes exteriores, son, por 
el contrario, adquiridos y conservados éstos mediante aquéllas"1• 
¿CRECER O NO CRECER? HE AHÍ EL DILEMA 
Platón y Aristóteles identificaban al crecimiento económico con ef creci-
miento demográfico e, indirectamente, con el crecimiento de la producción mo-
tivado por la proliferación de necesidades. Y esta última circunstancia les hacía 
repudiar el crecimiento económico. Propiciaban un modo de vida ideal, en el 
que los valores fueran componente inseparable de las acciones económicas. Su 
pensamiento versaba, pues, sobre el progreso2, o -si -destacamos sólo lo econó-
mico- el progreso económico. Pero crecimiento y progreso pueden estar disocia-
dos e incluso ser antagónicos3• 
Se advierte de inmediato que los escritos económicos de Platón y Aristóteles 
encuadran en una caracterización como economía del bienestar o economía nor-
mativa. Su concepción de la ciencia social era ampliamente filosófica, no halla-
ban sentido en discutir el comportamiento económico fuera de un marco de de-
rechos y obligaciones generales; su orientación apuntaba al todo social y procu-
raba descubrir un método para organizar la sociedad que asegurase un resultado 
socialmente óptimo en el largo plazo•. Los ~omentos de economía que escribie-
ron no trataban del ser, sino del deber ser; no intentaban describir la economía 
tal y como se les presentaba, sino construir conceptualmente una situación ideal 
deseable. 
VISITA GUIADA POR LA REPÚBLICA DE PLATÓN 
Las ideas económicas de Platón {427/29-347) se encuentran en República, li-
bro 2, conocido precisamente como "tratado de la justicia". El estudio de la eco-
1 En esta sección nos valemo5 de la lraducci6n castellana de la Política de Aristóteles, Libro JV, 
efectuada por Patricio de Azcárate, Madrid, EsJ)lllla-Calpe, 1941 y eds . subsiguientes. 
2 Manuel García Morente, Erua¡os sobre el progreso, 1932. 
3 Julio H. G. Olivera, Crecimiento, Desarrollo, Progreso, Evolución: Nota sobre relaciones entre 
conceptos. El Trimestre Económico XXVT(3), México, julio-setiembre, 1959. NO 103, 410--421. 
Leemos: " ... progreso y crecimiento pueden estar disociados. Desde luego, puede haber creci-
miento ;in progreso, y progreso sin crecimiento. Quizá la hipótesis más interesante, sobre el 
particular, sea la del ~estado estacionario~ de la economía clásica. En él la acumulación neta 
se detiene, cesa el awnento de la población, y la producció.n se estabiliza a un nivel co.nstan-
te; pero[ ... ] el hombre libera tiempo y energías para tareas superiores, es decir, para la satis-
facción de necesidades más altas", 421. 
• Heimann, 1972, 23. 
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LA REPIJBUCA DE PLATÓN 33 
nornía en Plat6a aparece al indagar la noción de justicia. Segun él, la justicia do-
minaba en lá polis ideal. Por tantc;i, la polis era el esce:iario para mostrar en qué 
consiste la justicia. Ello le llevaba a preguntarse por el origen de la poli.s o ciu-
dad [véase Textos: Platón l], lo que a su vez conducía a examinar las bases eco-
nómicas de una polis ideal, aquella donde reinase la justicia. La fundación del 
Estado tenía origen en las necesidades humanas, de las que derivaban la produc-
ción, la división del trabajo, el intercambio, el dinero y el comercio internacional. 
En la República el estudio de lo económico aparecía como subsidiario del 
problema de hallar una organización politica y social, en cuyo seno fuera reali-
zable el valor justicia. Tal subordinación de la econorrúa a la justicie. continuó, 
después de Platón, con Aristóteles, Cicerón y Santo Tomás de Aquino. Para 
ellos, lo econórico era una especie del género Justicia. 
En República, por primera vez en la historia, aparecen en un mismo cuadro, 
interrelacionados, la división del trabajo como prólogo al estudio del interc&-n-
bio, los mercados, precios y dinero. Ese plan serfa seguido, por ejemplo, por 
Adam Smith. República presenta las categorías económicas en este orden; 1) ne-
cesidades; 2) producción; 3) medios de producción; 4) crecimiento. 
• 1) Necesúiades 
Las necesidades son el punto de partida tanto de la ciudad como de la orga-
nización económica que se crea en su seno: "¿Cuáles son los fundamentos de la 
ciudad? En realidad, se basa en nuestras necesidades". (Véase Textos: P2; ed. 
Eudeba, 160.) Considera las necesidades de los ciudadanos, no de los esclavos, 
y distingue en ellas varias características: i) Dit-ersidad y jerarqufü. Las necesi-
dades son múltiples y guardan una jerarquía u orden de importancia: ucada uno 
de nosotros[ ... ] necesita de muchas otras cosas";" ... tantas necesidades". Expli-
cita las esenciales, las primeras en generar un esfuerzo productivo para satisfa-
cerlas las que, dicho de paso, forman la parte principal de los índices de precios 
al consumidor: "La primera y más importante es la 3.limentación [ ... ] La segunda 
necesidad es la habitación; la tercera, la del vestido ... ". ii) Objetividad. Platónexpresa "necesidad" con la palabra kréos, que indica tanto el fenómeno psico-
lógico de carencia o penuria, como los objetos concretos capaces de llenar tal ca-
rencia. Cada necesidad se corresponde con cierto objeto. Así, pues, "la alimen-
tación, la habitación y el vestido" se corresponden con "t1.igo, vino [casa} trajes 
y calzado". De tal manera, un fenómeno universal y constante como las necesi-
dades lo transporta a otro plano, singular y mudable, como es el de la produc-
ción, donde juegan la tecnología, el acceso a fuentes de materia prima, 1a orga-
nización del trabajo, etc . El conjunto de las necesidades aparecía como un 
conjunto de requerimientos de determinados bienes de consumo final. iii) lim(-
taci6n. Tanto en variedad como en cantidad, Platón procuraba evitar la prolifera-
ción de necesidades, sobre todo las prescindibles, particularmente las de como-
didad, omato o placer. Su propósito era economizar el bien más escaso del ser 
humano: su tiempo. Hasta donde era posible, proponía suplir objetos manufactu-
rados, que requerían la intervención y gasto de trabajadores especializados, por 
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34 LA REPÚBLICA DE PLATÓN 
bienes naturales asequibles por simple recolección: en lugar de mesas, "juncos 
u hojas limpias" para servir el alimento; en lugar de camas, "lechos de follajes", 
etc. Los procesos productivos debían limitarse II obtener "lo simplemente nece-
sario" para "la conservación de nuestro ser y de nuestra vida", sin franquear "los 
límites de lo necesario". 
Detrás de esta restricción se advierte que Platón percibía 1~ limitación tem-
poral de la vida humana. Prescribía limitar al máximo la actividad productora, 
suprimiendo "los deseos no necesarios", y con ello la participación de aquellos 
individuos aptos para su producción. Prescribía la especialización de cada cual 
en una sola actividad. 
2) Producción 
La caracterización objetiva de las demandas de bienes lleva al modo de 
producirlos: "¿Cómo puede la ciudad satisfacer tantas necesidades?" [véase 
Textos: P3], se preguntaba. Cada necesidad, cada bien de consumo distinto 
exige una actividad productiva distinta: "¿No será necesario que un hombre 
sea labrador, otro albañil y otro tejedor? ¿Habremos qe agregar también que 
otro sea zapatero ... ?". 
Platón concebía la producción como resultante de unidades productivas uni-
personales y monoproductoras: un único ciudadano se encarga de la producción 
de un bien completo. Un mismo individuo reunía varias funciones productivas: 
la propiedad de los medios de producción -tieITii, instrumentos, esclavos y ani-
males de labor, materias primas- proyectaban y dirigían el proceso productivo y 
ejecutaban las labores propias de cada bien. El agricultor (georgós) era, a la vez, 
terrateniente y labrador. El constructor de viviendas (oikodómos) era arquitecto 
y albañil. 
2a) Trabajo 
El trabajo tenía las siguientes características: i) Calificaci6n. Platón suponía 
en cada individuo una aptitud diferencial innata, que lo calificaba para producir 
mejor o más eficientemente det~rminado bien: "no hay dos hombres completa-
mente iguales". Todos los trabajos implicaban cierta calificación, salvo el traba-
jo mercenario. ii) Carácter primario o no producido. Las aptitudes diferenciales 
eran un don gratuito de la naturaleza: "es la naturaleza la que introduce las di-
ferencias" (UNAM, 57). Por tanto, era intransferible e irreproducible. Pero, co-
mo joya en bruto, era susceptible de pulimento. El beneficiario de un don pro-
ductivo podía perfeccionarlo mediante educación. 
En cuanto a los trabajadores mercenarios5, aquellos que "venden el empleo 
de su fuerza", eran desdeiíados por Platón. Los consideraba un bien auxiliar, "un 
complemento de la ciudad", un insumo más, como un arado, un buey o materias 
primas [véase Textos: P4]. 
5 Antonio Camarero (Eudeb~ 164) traduce misthós por salario, y misthotós por asalariado, lo 
cual es poco feliz por no existir todavía el técnicamente llamado trabajo aJalariad.o. 
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La división ckl trabajo entrañaba que cada individuo produjera un bien dis-
tinto, pero completo. Para Adam -Smith, en cambio, la producción de un mismo 
bien se subdividía en tareas parcializadas. Y esa fue la tendencia en el capita-
lismo; donde cada trabajador cada vez produjo una parte más pequeña de un de-
terminado bien. En Platón, el principio tiene dos rasgos: i) Morwprofesionali.smo. 
Cada ciudadano desempeñaba una única profesión: aquella para la que posee un 
don natural: " ... que cada uno ejerza en favor de los demás el oficio que le es 
propio"," ... limitándose a ejercer el propio (oficiof; " ... cada individuo realiza 
un solo trabajo, de acuerdo con sus aptitudes, y en· el momento exigido, sin preo-
cuparse de otros trabajos". El criterio, en fin, es ~dar a cada ciudadano la ocu-
pación a la cual lo han destinado sus dotes naturales, a fin de que cada cual; 
aplicándose al trabajo que mejor le conviene, sea único, absolutamente único, y 
no móltiple". Esto conduce a la especializaci6ri total de cada individuo, por con-
traste con una especialización parcial o incluso la faha total de división del tra-
bajo [véase Textós: P6]. 
La razón para preferir especialización total o monoprof esionali.smo" era la eco-
nom{a de tiempo. Aparte de procurar reducir el número de bienes que han de 
producirse, Platón buscaba el método de minimizar el tiempo de trabajo insumi-
do en la producción de cada bien (véase Textos: P7). El resultado concuerda con 
el objetivo de Ümitar el tiempo total destinado a la producción7• 
2b) Medios de producción 
Platón expresa que la producción requiere el conc1ITS0 de instrumentos (ór-
gana) además del trabajo. El trabajo agrícola necesita arados y bueyes. Pero es-
tos, a su vez, no son producto del trabajo agrícola, sino de los trabajos del herre-
ro y el vaquero. Luego, si ha de ser coherente con su principio de monoprofesio-
nalismo, el agricultor no deberá producir sus propios requerimientos de ar-ados, 
bueyes y otros insumos -esto es, ser a la vez agricultor y herrero o vaquero- si-
no encomendar su producción a otros tantos individuos aptos para esos oficios 
[véase Textos: Pl0-11]. 
3) lntercambi4 
La consecuencia natural de la división del trabajo es el intercambio de e.1:ce-
dentes de producción, y el empleo de un medio para facilitar el intercambio 
(véase Textos: P8]. 
Mercado y mercader. Las diversas producciones maduran y están disponibles 
para consumir en montos y circunstancias determinados por las técnicas de pro-
a Tozzi. 1961, 78-81 . 
7 A:parece aquí, en germen, lo_ ~e sería la teoría de la división del trabajo de Adam Smith: "Má-
Xllila de todo cabeza de familia prudente es no empeñarse nunca en elaborar dentro de casa lo 
que le resultará más caro que comprándolo. El zapatero no intenta confeccionar sus propias ro-
pas, sino que recurre al sastre. El cullivador di; la tierra no trata de hacer ni una cosa ni otra, 
sino que emplea a ambos artesanas. Todoe ellos descubren que les con\;·~11e dar empleo a to-
da su actividad de la manera en que llevan.alguna ventaja a su~ conveciu0,;, y luego comprar 
con una parte de su producto, es decir, con el precio de una parte de ese proc:lucto, to<lo aque-
lla que necesitan y pueden comprar" (Riqueza de las Nacione3, IV, 2). 
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36 CRECIMIENTO ECONÓMICO 
ducción, la estacionaliqad, etc. Si los productores mismos debieran hacer coin-
cidir sus excederites disponibles con los montos y los momentos en que son re-
queridos por la demanda, deberían pasar gran parte de su tiempo simplemente 
esperando, desatendiendo la producción. "El dinero permite al hombre en tanto 
productor concentrar su atención en su propia tarea, y así contribuir más efecti-
vamente al flujo general de bienes y servicios que constituye el ingreso real de 
la sociedad [---) La especialización y la división del trabajo en que se cimientn 
nuestra estructura económica sería imposible si cada hombre tuviera que ga,star 
gran parte de su tiempo y energías en trocar sus· productos por los materiales de 
su industria y los bienes que requiere para su propio consumo"ª- Hace falta un 
mediador entre la producción y el consumo. Por el principio de la especializa-
ción completa, se requiere un ciudarlino que cumpla un oficio distinto al de los 
otros, el de mercader, considerado despectivamente por Platón y no sin conside-
rables reservas por Aristi5teles y los escolásticos [véase Textos: P9]-
4) Crecimiento económico 
Platón identificaba pequeña ciudad con pocos habitantes, y crecimiento de la 
ciudad con aumento del número de habitantes [véase Textos: Pl0-11]. 
¿La ciudad crecerá indefinidamente? Cada miembro ocupa un lugar como 
productor de algo, y ello depende de determinada necesidad. La "ciudad ideal" 
de Platón asegura la satisfacción de un conjunto el.e necesidades muy restringi-
do, y por tanto sólo debe crecer hasta reunir Íos productores necesarios. De ahí 
en más, el tiempo no se destinará a la producción sino al goce de la vida y a ala-
bar a los dioses [véase Textos: Pl2-13]. 
La consideración del tarnaf'lo económico y su crecimiento es explfcita en los 
escritos de Platón y Aristóteles, quienes otorgan a tales aspectos la propiedad de 
ser criterios de evaluación de la bondad de determinada ·organización social. En 
sus obras el tamaño y el crecimiento son referidos al número de habitantes de la 
ciudad; no a la cantidad de producción o de empleo, como en la teoría económi-
ca moderna. En Repd.blica la asociación entre los ciudadanos y la sucesiva incor-
poración de nuevos productores es, a la vez, crecimienlo demográfico y creci-
miento de la ciudad. Con esta aclaración, y en la medida en que el número de 
habitantes se corresponda positivamente con el monto del PBI y del capital, no 
habría mayor diferencia entre su medida y la de los clásicos o la contemporánea. 
Platón consideraba como función de los gobernantes fijar un "límite justo pa-
ra el crecimiento", expresión que, sacada de contexto, podía ser escrita por un 
economista moderno. Utilizaba la palabra mé,,auetos (altura, elevación, magni-
tud, grandor, alargamiento, etc.) para designar d crecimiento, y ayxáno (aumen-
tar, agrandar) para designar la acción de crecer [véase Textos: Pl4-15].
9 
s D. H. Robertson, Money, Cambridge Economic Handbooks, 6-7. 
• Para el lector que desee ampliHr conocimientos •obre Platón, y e~ particular sobre su obra Las 
Ú)'t!S, no considerada aquí, recomendamos el trabajo del profesor Roberto Varo de la Universi-
dad Nacional de Cuyo, "Platón. Aportes a la teoría económica en la Rtpúhlica r CD Las leyes", 
en Anales de la Asociacwn Argentina de Econom(a Política, La Plata, 1988, vo . 3, 267-91. 
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EL CUJU>US ARISTOTELICUH 37 
ARISTÓTELES 
Aristóteles, nacido en Estagira (384/3 a- C.), Macedonia, h.ijo de Nicómaco, 
fue discípulo de Platón. Dos largas décadas con él le permitieron conocer a fon-
do su pensamiento, y en particular l.:is fr~entos de economía contenidos en 
República y en leyes. 
Aristóteles dominó todo el conocimiento de su tiempo, y además lo extendió 
y sistematizó en el llamado Corpus Aristotelicum., o conjunto de sus obras. Sus 
textos económicos dependen del contexto del Corpus. El justo precio, por ejem-
plo, sólo puede regir efectii;amente en un Estado dominado por la justicia. El 
Corpus Aristotelicum fue el estudio básico de numerosas disciplinas a lo largo de 
casi el último milenio. La obra de algunos autores, no sólo Santo Tomás de Aqui-
no, sino otros como Petty, Cantillon o Marx, no se entiende en forma cabal sin un 
mínimo conocimiento del _Corpus, no sólo de los pasajes específicamente econó-
micos del Estagirita. La naturaleza de la presente obra no permite extendernos 
sobre aspectos no económicos. Pero a titulo de mención, debe recordarse que en 
FCsica y Metaflsica distingue entre causa formal y causa eficienle. En las mismas 
obras admite que todas las cosas están en movimiento, y que todo lo que se mue-
ve es movido por otra cosa, y postula un primer motor que, al no ser movido por 
otra cosa, es inmóvil: "Es necesario que haya un primer motor que no sea mon-
do por ninguna otra cosa"_ En su teoría hilemórfica, distingue entre materia 
-aquello de que está hecha una cosa- y forma -lo que hace que algo sea lo que 
es y no otra cosa-. En la Ética distingue entre justicia distribláiva y justicia con-
TTUJJaLiva. La primera versa sobre "la distribución de honores y de todas las ven-
tajas que puedan alcanzar los miembros del Estado". La segunda 'ºregula las re-
laciones de unos ciudadanos con otros, tanto voluntarias como involuntarias".'° 
En esta esfera se incluyen las transacciones económicas, y en particular el justo 
medio o justo precio, que deriva de una relación de proporcionalidad. Santo To-
más de Aquino, en su Comentario de la Ética a Nicómaco, explicó que ªen la 
justicia conmutativa el medio se toma no según una proporcionalidad geométri-
ca [ ... ] sinó según una proporcionalidad aritmética [ ... ) en relación a la justicia 
conmutativa debe haber siempre igualdad de cosa a cosa( ... ] Ahora bien, en és-
ta es preciso emplear una proporcionalidad para establecer la igualdad de las 
cosas, pues la acción de un artífice es mayor que la acción de otro, como edifi-
car la casa es una acción mayor que fabricar cuchillos"_" · 
10 El estudiante de filosoíía no necesita nuestra guía pai·a acceder al Corpus. Pero el leclor ubi-
cado en otras áreas se beneficiará con el encuadre que brinda F ranci~co Letizin. en Funda-
menJ.ación filosdfica de lru doctrinas económicas , Mendoza, Universidad Nacional de Cuyo, Fa-
cultad de Ciencias Económicas, Departamento de Disciplinas Hummníslicas, 1983, t. 4 caµ. 7 . 
También en Henry William Spiegel, El desarrollo del Peruamiento Económico, Barcelon2.
 
Omega, 1973, cap. 2. 
11 "Videtur aulem hoc esse contra id quod supra dictum est quod scilicet in commu1a1iva justitia, 
medium accipitur non quidem secundum geometricaru proportionali1a1em, quae consis tit in 
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38 PoLITICA y l.rtCA, DE ARISTÓTELES 
VISITA GUIADA POR LA POL!TtCA Y LA tTICA 
Los fragmentos. de Aristóteles sobre economía se hallan principalmente en 
Poletica y en Ética a Nic6maco. Aristóteles no se limitó a convalidar a Platón: a 
sus ensefianzas les añadió matices propios, y además aportes nuevos. Mientras 
Platón prefería focalizar la producción, Aristóteles estudió el intercambio: cómo 
se define, cualitativa y cuantitativamente, el valor en él intercambio. El estagiri-
ta distinguió entre valor de uso y valor de cambio [Véase Textos: Polaica 1257 a]. 
La calificación de uso propio o primario e impropio o 5ecundario no debería en-
tenderse como condenatoria del segundo, sino como d orden de prioridad de ca-
da uso para el sistema económico, en forma análoga a como Smith prioriza la sa-
tisfacción de las necesidades de consumo respecto de los intereses de los secto-
res productivos. Cada miembro de la poli.5es, a la vez, consiunidor y productor. 
Produce para poder consumir. En el cuadro de la división del trabajo produce un 
11nico bien, retiene la parte de éste necesaria para su propio consumo, y lleva al 
mercado el sobrante; allí tal excedente es la moneda de compra de los demás 
bienes producidos en la polis; es el medio con que accede a los bienes de otros 
productores. No ve a su excedente como valor de uso, sino c~mo medio para ac-
ceder a valores de uso que no produce. El uso propio, pues, enfoca a los bienes 
en relación con los individuos en tanto consumidores. El uso impropio los con-
sidera en tanto productores. 
Si_ se prescinde, a los efectos del análisis, del u.so propio o primario, y la 
atención se concentra en el fenómeno de intercambio, donde la variable a deter-
minar es el "uso impropio o secundario", éste puede enfocarse desde dos ángu-
los: e_n la economía positiva o en la normativa: En el segundo caso, cuando se 
examman cómo serían las relaciones económica,; en una sociedad justa, la cate-
goría respectiva es el justo precio. Aristóteles hiw ese estudio en la Ética Nico-
171lMJuea, como un caso de la justicia de las transacciones o justicia conmutativa. 
Allí elaboraba~ valiéndose de concepto; sobre proporciones geométricas, una 
propuesta para regir el justo precio o relación de intercambio entre dos bienes 
[véase Textos: Ética 1133 a]. . · 
El sentido de "el_ número de zapatos intercambiados por una casa" es inequí-
voco: n zapatos eqmvalen a 1 casa, es decir, p,nz = p.c [o bien, p/p. - nz/c], 
d~nde ,f • Y Pe ~on los precios de zapatos y casa, o canticlacles ele dinero que per-
lDlten igualar ambas cosas. Pero la expresión "cociente entre el albañil y el za-
e~te ~~portioni.s, ~ secundum arithmeticam, quae consietit in iequalitate quantitatis ¡;;:1:ª ~W:llb~ co~ulati!am, ;5Cmpcr quidem oportet csse a:~alitatem rei ad rem .... Sed in . ~ e _adhiben .propo~onalit~em ~d hoc, 9'1-od fiat a,qualitas :n:rum, eo quo actio unius artificu !MJºr cst. quam ac!10 alt~1us, •.1cut edificatio domus, quam fabricatio cultelli ... ". In ~em Librru E~IC?rum Ari.stot.!u ad Nicomachum Expositio, Masrietti Editari, 1964. Traduc-c16n Y n°"8 prelimi~ar de ~• Maña Ma~ea, Ediciones CIAFlC, Buenos Aires, 198.3, 283. Vwe.~tephcn Worland 1971. Justwn pretiwn: one more round in an "cndless series". HiJtory o/ PolllU:a! Eccnomy 9:4, 504-21, esp. 516. 
EL JUSTO PRECIO 39 
} ~tero" es conf_usa: ¿cómo comparar un _albaltil con un zapatero? Aristóteles se 
?}\'.'.refiere, como VIDlOS, a product()re$, que mtercambian excedentes en el mercado . .{[ft~ pregunta que se formula es cuánto del excedente de cada productor debe en-
.,);{\Üegar a cambio de otro bien. Si el propósito de Aristóteles hubiese sido respon-
1 ;:~JH'.)/der a la pregunta a través ele los respectivos valores de uso, no habría sido tan 
· ,(;://:específico en destacar su papel como productores. Y en cuanto tales, su produc-
. : ' . ción y el excedente intercambiable derivan de la cantidad de tiempo de trabajo 
· invertida en producir. Luego, el pasaje confuso puede aclararse como sigue: 
Habrá, pues, reciprocidad cuando los términos se hayan igualado en forma 
tal que, como el [traba,io del] labrador es al [trabajo del] zapatero, la cantidad de -
obra del zapatero sea a la obra del agricultor, por la cual se cambia. Luego de la 
intercalación (entre corchetes) propuesta por Schumpeter12, acorde con una tra-
dición de varios siglos [ véase Textos: Ética 1133a]. La intercalación se basa en 
los siguientes pasajes del mismo texto: "El constructor debería recibir del zapa-
tero alguna parte de su trabajo, y entregarle a él su propio trabajo ... no hay ra-
zón por la cual el trabajo de uno no haya de ser superior al del otro, y por lo tan-
to tendrán que igualarse". La norma de Aristóteles se reduce así a una sencilla 
relación algebraica13• Sea a el trabajo inveit:ido por un albañil en la construcción 
de .una casa, a' el trabajo invertido por un zapatero en fabricar un zapato, z un 
trabajo y c wia casa. Supongamos que se cambian n zapatos por una casa La re-
lación es: 
a/a' - m/c 
Esta es una formulación correcta del valor de cambio como relación entre 
cantidades de bienes, igualada con la relación entre los respectivos costos de 
producción medidos en trabajo. Nada más natural, en efecto, en .una organiza-
ción política de dimensiones estrictamente limitadas, sin crecimiento ni ganan-
cia y con un único factor de producción primario -el trahaj<r-, que la proporción 
en que se intercambien los bienes corresponda a la proporción entre los costos-
trabajo unitarios1'. 
12 Dice Schumpeter: "As the Í8IIl1Cr ['s labor] compares with !he shoemaker rs labor] so the pro-
duct of the farmer compares with the product of the shoemaker". Hutory o/ Econo,;.ic Anal · 
60 N" l. La inteq>~tación de Sc:humpeter coincide con la de la escolástica (cf. Spiegel, Eici:: sarrollo_del perua1!'1ento económu:o, Ed. Omega, 1973, 49). Ul.5 corchetes son nuestros y encie-rran la mtercalaCJón de Schum~ter. 
13 Si tenemos en cuenta que la tnca quedó inconclusa, y fue el hijo cÍe Aristóteles Nicómaco el encargado de oolenar su texto, P?demos tender una analogía con la labor de F. Éngcl., al orde-nar los tomos TI Y Ill de El ~apital, luego de la muerte áe Man:: en el tomo m apareció una fónnula de la tasa de ~oanc1a que es sólo aplicable cuando todo el capital es circulante, por aparecer como un coc,~te entre dos flujos, y no como el cociente eotn, la masa de ganancia 
Y el .stock_ 1?1~ de capilal En la fórmula más bien incomprensible de .'1ris16teles, en la que 
d
aparecda e diV1dih1bºaun lalabraddo
1
r por W\ zapatero, acaso debamos ver la ro.ono de Nicómaco, sin u menos a que . e gran Estagirita. -
14 FemáJldez L6pez 1982, 202-3. 
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El dinero ')' su.s /unciones \\~ l ~-:~:f . "El acto económico es, por consiguiente, un acto vo-
40 
41 
~l intercambio exig~ u~ medio de cambio, el dinero. Aristóteles refina el pen- ~J · · luntario, libre, que busca el placE!r y rehuye el dolor mo-
samienlo de Platón, ad1ud1cándole al dinero una existencia convencional y su- m[ deradamente, dentro de ciertos límites de cordura ... "17 
brayando sus funciones: además de medio general de cambio, también unidad de ,1· Por esta misma época, el autor de la monumental y 
cuenta y_reseroa_de valor. Por último, y a pes~ de que su valor no es invariable, j más autorizada obra sobre historia del análisis econó-
es la me1or medida del valor [véase Textos: Ética 1133 a,b]. !rif mico, Joseph A. Schumpeter (1883-1950), coetáneo de 
Ta.sa de interés ~f? Gondra, expresaba también su reconocimiento al apor-
Una función del dinero, sin embargo, la de transferir poder adquisitivo a :i te griego: 
cambio de una tasa de interés, le motivó elaborar la doctrina de la esterilidad del ~ "Hasta donde podemos expresar, un rudimentario 
dinero, El célebre pasa1·e donde Aristóteles condena el interés del dinero, se lee · '.~.! análi·s1·, económico no es sino un elemento menor-muy ., V JOSE?H A. SCHU1'PEifR 
en la Pol(tica [véase Textos: Polctica J 1258 b]. ;f menor- dentro de la herencia que nos dejaron nuestros Autor de A Hi11orr 
Crecimiento j antepasados culturales, los antiguos griegos. Igual que of Ec011omic A.nulr,i.,. 
La condena de la usura -o afinnación de la tasa de interés nula como su ni- :iK su matemática y geometría, su astronomía, mecánica y 
j¡ · alm I fu d d l · · "'ª vel justo- oo podfa sino complementarse con la condena del crecimiento econó- ;ii óptica, su economía es vutu ente a ente ~ to o e pensarruento postenor. 
mico -o afirmación de la tasa de crecimiento nula como un nivel deseable-, ~.~.i.'_• 
cuantificado por Aristóteles por el número de habitantes de la ciudad [véase •• 
Text~e~~ti: ~¡~tóteles •_~,,,r.:_'._i' .. :~-~-:.:_ .. -,_::_:_· 
El profesor Luis Roque Gondra (1881-1947), eo octubre de 1945 (cuando es-
cribió el prólogo a su Curso de Economía Política y Social,

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