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4 - Silverman - Los boasianos y la invencion de la antropologia cultural segunda lectura - Lucía Guillermina Heredia (1)

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Una disciplina, cuatro caminos : Antropología británica, 
alemana, francesa y estadounidense 1 
Frederik Barth ... [et .al.] . - la ed. - Buenos Aires : 
Prometeo Libros, 2012. 
480 p . ; 21x15 cm. 
Traducido por: Gabriel Merlino 
ISBN 978-987-574-446-2 
l. Antropología. l. Barth, Frederik II . Merlino , Gabriel , 
trad. 
CDD 301 
Cuidado de la edición: Magalí C. Álvarez Howlin 
© 2005 by the University of Chicago Press 
Chicago, U. S. A. 
©De esta edición, Prometeo libros, 2012 
Pringles 521 (Cll83AEI), Ciudad Autónoma de Buenos Aires 
República Argentina 
Tel. : (54-11) 4862-67941 Fax: (54-11) 4864-3297 
editorial@treintadiez.com 
www.prometeoeditorial .com 
Hecho el depósito que marca la ley 11 .723 
Prohibida su reproducción total o parcial 
Derechos Reservados 
Fredrik Barth 
Andre Gingrich 
Roben Parkin 
Sydel Silverman 
Las conferencias de La Haya Con prólogo de Chris Hann 
UNA DISCIPLINA, 
CUATRO CAMINOS: 
ANTROPOLOGÍA BRITÁNICA, 
ALEMANA, FRANCESA 
Y ESTADOUNIDENSE 
1 Pf?T~:e~ > 
l. Los boasianos y la invención de la antropología 
cultural 
Mi tarea, el trazado de la historia de la antropología en Estados Unidos en 
cinco conferencias, es de enormes proporciones, tan sólo por mera magnitud 
del tema. Quizás existan en la actualidad veinte mil personas en Estados Uni-
dos que profesen la antropología de alguna forma o se dediquen a ser antropó-
logos. Su trabajo e intereses abarcan un enorme abanico de temas y cuentan 
con el respaldo de un siglo de antecedentes, con variaciones equivalentes. 
Supera mis posibilidades hacer justicia para todos ellos. No obstante, les pro-
pongo subyugar mis cuestiones con varias salvedades. 
En primer término, a pesar de que los antropólogos estadounidenses se 
dividen en al menos cuatro variedades (las subespecialidades de la antropo-
logía cultural o social a la que cada vez con menos frecuencia en nuestros días 
se la llama etnología, la antropología física o biológica, la arqueología y la an-
tropología lingüística), me concentraré principalmente en la variante socio-
cultural, dado el énfasis de este instituto . N o obstante, tendré oportunidad 
· de hacer referencia al resto de las subespecialidades y espero poder explicar 
el motivo por el cual la antropología estadounidense tiene una configuración 
peculiar y la razón por la que algunos de nosotros, al menos, consideramos 
que ello aún es útil. 
En segundo lugar, trataré de brindar una noción de las principales corrien-
tes y desarrollos en la especialidad, pero ello lo haré desde mi propia perspec-
tiva y pondré énfasis en aquello que considero lo más significativo o lo más 
imponante. Dado que la tradición estadounidense es la más reciente de nue{;-
tras cuatro tradiciones y cuenta con una historia más breve pero con más temas 
para comentar durante el siglo XX, comenzaré en un punto posterior al de mis 
colegas y me concentraré en el siglo que apenas pasó . La organización de mis 
cinco conferencias sigue una secuencia más o menos cronológica, pero luego 
de los primeros dos retrocederé en el tiempo a fin de considerar algo de inte-
319 
SydelSilvennan 
rés estadounidense en particular en la antropología de las sociedades com-
plejas, lo que me lleva a seguirlas en la década de 1970. Las dos últimas con-
ferencias continuarán a partir de esa década. 
Tercero, no trataré a esta historia como una secuencia de ideas vacías (los 
"ismos") sino que trataré de conectarlas con los relatos de las instituciones y 
las relaciones sociales y las circunstancias externas que las afectan. Es en tales 
contextos sociales e institucionales que las ideas emergen y tienen sus efec-
tos. Aunque mi visión fuera parcial, dando prioridad a lo que conozco mejor, 
espero que les habré brindado una perspectiva de la antropología estadouni-
dense como fenómeno social. 
Finalmente, no propongo presentar esta historia como una progresión 
ordenada que se desarrolla sobre una acumulación sistemática de conoci-
miento. No creo que sea la forma en que funcione cualquier tipo de disci-
plina y no tengo ningún interés en volver a darle forma al pasado para que sea 
una versión triunfal de la antropología estadounidense que avanza hacia ade-
lante y en forma ascendente a través del siglo XX. Una gran parte de nuestra 
historia se encuentra marcada por la discordia y la agresión, no del todo ama-
bles. A pesar de que se le podría reprochar a nuestros ancestros y colegas sus 
errores ad hominem, considero que es por medio de dicha discordia que 
aprendemos la mayor parte de las cosas. Sin embargo, formularé algunos de 
mis comentarios alrededor de las controversias y conflictos. Espero que hacia 
el final los haya persuadido de que somos un grupo alegre y revoltoso y que 
la antropología estadounidense continúa creciendo con fuerza en su peculiar 
mezcla de apasionado compromiso y discrepancia. 
Inicios 
La composición de los libros de texto habituales sobre los inicios de la an-
tropología estadounidense es algo así: su padre fue Franz Boas, quien capa-
citó a las figuras más importantes de la primera mitad del siglo XX. Con Boas 
llegó la crítica antievolucionista, el historicismo de la variedad de la distribu-
ción por rasgos y la institucionalización de la antropología en los departa-
mentos de las universidades, museos y entidades profesionales. También 
con Boas llegó la estructura de las cuatro especialidades, que inicialmente se 
trató de un dispositivo metodológico para el estudio de los amerindios pero 
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Los boasianos y la invención de la antropología cultural 
luego quedó afianzada bajo un fundamento teórico . Y con Boas desde el ini-
cio apareció el uso de la cultura como el concepto central, en oposición al én-
fasis social y socioestructural de la antropología social británica, a l¡:¡. 
etnología de noción despectiva de A. R. Radcliffe-Brown y, especialmente, a 
las explicaciones basadas en la raza o la biología. 
Todo esto es cierto, pero la antropología estadounidense no se trató de un 
despliegue sistemático, controlado y unificado por una escuela compuesta 
de seguidores de Boas, para excluir otras voces que estaban guiadas por un 
prolijo marco teórico. En cambio, sí era un ruedo de debate, de conflictos y 
diferencias de numerosas clases: teóricas, sociales, políticas, culturales e ins-
titucionales. 
El paisaje antropológico estadounidense en el cual se insertó Boas no es-
taba ni vacante y a la espera de su influencia ni sin potenciales competidores . 
En consecuencia, nuestra primera pregunta es dónde comenzar. Las cuestio-
nes que serían temas centrales de la antropología una vez profesionalizada 
habían sido debatidas por políticos, hombres de letras y científicos de diversa 
estirpe al menos desde el comienzo del siglo XX: cuestiones tales como los 
orígenes y el estado cultural de los indios y qué significaba eso durante la ex-
pansión hacia el oeste de la frontera, el significado de las diferencias raciales 
y la forma en que se relacionó con las políticas sobre la esclavitud, y la natu-
raleza de los nuevos grupos de inmigrantes y la cuestión del lugar que les co-
rrespondía en la sociedad. Existían viajeros que recolectaban artefactos e 
información etnológica de los indios, filólogos que describían o especulaban 
sobre los idiomas indios americanos, frenólogos que realizaban estudios an-
tropométricos y arqueólogos aficionados intrigados por los montículos del 
este de Estados Unidos y las ruinas de Pueblo en el sudoeste, como así tam-
bién existieron sociedades cultas en las que se perseguían estos intereses. En 
la era postdarwiniana, las interpretaciones en general cumplían esquemas 
evolutivos de una u otra especie. 
Desde nuestro actual punto de vista, Lewis Henry Morgan era el más im-
portante de los eruditos del siglo XIX. Morgan, abogado que se había ente.,-
rado de la existencia de la tribu seneca cuando los representó en un litigio por 
tierras, se interesó por el parentesco de los iroqueses (1851)y siguió adelante 
para publicar un extenso estudio comparativo de los sistemas de parentesco 
(1870) que, algunos argumentaron, marcó la invención de la noción antopo-
lógica del parentesco. En consecuencia, Morgan utilizó el parentesco como 
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Syde!Silverman 
punto de entrada a una teoría de evolución social más amplia, que explayó en 
Ancient Society (La SociedadAntigua-1877). Esta obra llamó la atención de 
Marx y Engels y tuvo un papel estratégico en la antropología estadounidense 
a mediados del siglo XX. 
Dada la presión ejercida con la expansión hacia el oeste, se presentaron 
razones tanto prácticas como intelectuales para conocer a los indígenas. J ohn 
Wesley Powell, explorador y héroe de la Guerra Civil al que le faltaba un 
brazo, fue un infatigable compilador de las costumbres y el idioma de los in-
dios y se lo nombró para que encabezara un Estudio de geología en Estados 
Unidos y, posteriormente en 18 79, para que hiciera lo propio en la reciente-
mente establecida Oficina de Etnología de Estados Unidos. En la oficina, Po-
well tuvo la enorme responsabilidad de profesionalizar el estudio de los 
amerindios dentro de un marco interpretativo-evolutivo. Los etnólogos de 
la oficina, algunos de ellos llevando a cabo venturosas investigaciones de 
campo en la frontera, siguieron trazando un curso diferente al de Boas. De 
hecho, una de las críticas a Boas ha sido que ha negado (incluso borrado de la 
memoria de la antropología) tales antecedentes y competidores, incluido 
Morgan, a la vez que él continuaba su proyecto para desarrollar una nueva 
disciplina. 
La antropología institucional tuvo sus inicios en los museos y en los orga-
nismos gubernamentales. El Museo Nacional del Smithsoniano, el Mueso Pe-
abody en Harvard y el Museo Estadounidense de Historia Natural (AMNH) de 
Nueva York se fundaron poco después de mediados de siglo y pronto se esta-
blecieron las divisiones arqueológicas y etnológicas para reunir y cuidar colec-
ciones. Asimismo, instituyeron la investigación: por ejemplo, la expedición de 
jesup delAMNH del año 1894 fue anterior y fue m.ás explícita a nivel antropo-
lógico que la expedición al Estrecho Torres que hicieron los británicos. Alrede-
dor de esa época, la Exposición Universal de Chicago, esa gran feria mundial 
de 1893, hizo surgir al Museo Field. La figura clave para el desarrollo de la an-
tropología en los museos fue Frederick Ward Putnam, que continuó su labor 
estableciendo los primeros departamentos académicos también, en las univer-
sidades de Colombia, Harvard, Chicago y Berkeley. Gracias a Putnam, que se 
convirtió en el mentor de Boas, éste encontró trabajo en la exposición de Chi-
cago en primera instancia y luego enelAMNH. 
Boas entró en la escena de la antropología en 1883 cuando fue a la isla Baf-
fin, en la zona esquimal central, para realizar un estudio geográfico y terminó 
322 
Los boasianos y la invención de la antropología cultural 
siendo etnólogo. Al volver a su Alemania natal por un año, trabajó a las órde-
nes de Adolf Bastian en el Museo Real de Etnología de Berlín. Posterior-
mente, transpuso las nociones de Bastian y Rudolph Virchow a su tratado 
cultural en un contexto estadounidense. Tras otro viaje de campo, esta vez a 
la costa noroeste de América del Norte, Boas decidió asentarse en Estados 
Unidos, donde aceptó hacer una serie de editoriales y puestos de curador de 
museos. Logró afianzarse en la antropología estadounidense cuando, alre-
dedor de 189 5, adquirió una base institucional tanto en el AMNH como en 
la Universidad de Columbia. 
En la última década del siglo XIX, el centro de gravedad en lo que se re-
fiere a la antropología estadounidense era Washington. Los hombres de la 
Oficina de Etnología de Estados Unidos, del Estudio de geología y del Museo 
Nacional formaron la Sociedad Antropológica de Washington hasta el año 
1902, en el que se transfirió a la recientemente creada Asociación Estadouni-
dense de Antropología de Estados Unidos. (La Sociedad de Etnología Esta-
dounidense, con sede en Nueva York, en realidad fue anterior a la sociedad 
de Washington con mayor influencia). La clase dirigente de Washington es-
taba dominada por una tradición de tipo evolutiva, como lo eran la mayoría 
de los escritos y muestras de museo sobre etnología de la época. 
Boas descubrió que la tradición evolucionista contenía también antropo-
logía del orden tipológico y físico-racial, que fue encabezada por Ales 
Hrdlicka en el Museo Nacional (y posteriormente por Earnest A. Otón en 
Harvard). Los que pronto iban a aliarse contra Boas fueron los arqueólogos 
del Museo Peabody de Harvard y el Instituto Carnegie de Washington. Su 
rama de la arqueología, esencialmente descriptiva y que por mucho tiempo 
negó la antigüedad de la existencia humana en el continente americano, con-
trastaba con el historicismo de Boas. No obstante, otro actor en la escena de 
la antropología contra el cual luchó Boas fue el movimiento eugenésico lide-
rado por Charles B. Davenport. 
Estas fuerzas, que casi tenían la misma fuerza en Harvard y en Washing-
ton, llegaron a ser conocidas como el eje Washington/Cambridge . Su oposi-
ción a Boas en Columbia y a los boasianos que pronto se esparcieron en todo 
el país marcaba una continua falla y las relaciones entre las facciones no era 
amigable. Se enfrentaron por el dominio del Consejo Nacional de Investiga-
ciones y otras fuentes de recursos para investigación, el control de la Asocia-
ción Estadounidense de Antropología, la dirección del boletín American 
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S y del Silvennan 
Anthropologisty las citas en los departamentos de reciente fundación . La di-
visión era teórica y contraponía los modelos evolucionistas a los historicistas, 
los racialistas con el determinismo cultural y los modelos preestablecidos a la 
plasticidad; era una divergencia cultural con predominio de la antigua elite es-
tadounidense conformada por blancos, anglosajones y protestantes (WASP) 
por una parte y de los inmigrantes boasianos, con frecuencia judíos, de la 
otra. A menudo estas divergencias correspondían a diferencias políticas en 
relación con cuestiones de la política de inmigración, de las relaciones de las 
razas, del nacionalismo y el aislacionismo durante la Primera Guerra Mundial, 
el separatismo de los amerindios y el asirnilacionismo, entre otros temas. 
Boas y los boasianos hasta la Primera Guerra Mundial 
En la década de 1890, Boas comenzó a publicar críticas del pensamiento 
evolucionista, tales como su famoso artículo sobre "The Limitations of the 
Comparative Method" ("Las limitaciones del método comparativo" -1896); 
lo que quiso decir con método comparativo refería a los procedimientos espe-
cíficos que seguían los evolucionistas. Utilizó cada crítica para señalar el én-
fasis alternativo, no siempre lográndolo con consistencia. Aunque no creó 
una sistemática obra maestra teórica, hacia el momento en que publicó The 
Mind ofPrimitive Man (La mente del hombre primitivo -1911 b), libro dirigido 
tanto para un lego como para una audiencia profesional, los perfiles del pa-
radigma eran claros. 
Los paradigmas de Boas llevaron adelante el estudio empírico de lo que se 
consideraba que sería la prioridad de la antropología: la rápida desaparición de 
las culturas nativas. La investigación de campo fue la clave para tal estudio, 
aunque ello en general significara la narración de los hechos por parte de losan-
cianos y el registro de textos en lugar de la observación del participante del la 
etnografía posterior.Se veía a las cuatro subespecialidades de la antropología 
como un medio complementario del estudio y la reconstrucción histórica de 
las culturas no alfabetizadas. Se ponía el énfasis en el lenguaje, tanto en la insis-
tencia de que se trabajara con textos en los idiomas nativos como en la idea de 
que el idioma era la puerta de entrada a los estados mentales de los nativos. 
Este paradigma indicaba un cambio en el concepto de cultura. Definía a 
la cultura inclusivamente para abarcar las esferas material, social y simbólica. 
324 
Los boasianos y la invención de la antropología cultural 
En forma superficial, se pareció a la definición de Edward Burnett Tylor, pero 
Boas intentaba algo bastante distinto. Su paradigma usaba al término cultura 
no como sinónimo de civilización, como los había hecho Tylor, sino en sen~ 
ti do plural , enfatizando la diversidad cultural y viendo a las culturas como 
contextos del comportamiento del aprendizaje humano . (En esto, contras-
taba con la psicología de la época, que ponía el acento en el instinto) . Esta no-
ción de cultura también convocaba a tomar postura en relación al relativismo 
cultural en su idea de que es necesario comprender las culturas en sus pro-
pios términos y en sus propios contextos históricos antes de intentar genera-
lizaciones. El paradigma boasiano ofrecía una estrategia de particularismo 
histórico como alternativa al evolucionismo ontogenético que criticaba: es 
decir, el concepto de que el progreso cultural consiste en un despliegue de es-
tadios de desarrollo predeterminados. A pesar de que la difusión y el contacto 
entre culturas eran vistos como los mecanismos históricos primarios, a la larga 
la estrategia abrió paso al interés sobre la forma en que se fijaron patrones a 
nivel interno en las culturas, interés que surgió de los estudios difusionistas 
dado que tales patrones afectaron la forma en que estos rasgos se advertían en 
una situación de contacto . Asimismo, dicho cambio comprendió una cre-
ciente preocupación con respecto a la relación entre la cultura y el individuo. 
El paradigma de Boas afirmaba la autonomía relativa del fenómeno cul-
tural. La clave de su enfoque era la separación que hacía de la raza, el idioma 
y la cultura, de los que insistía que eran fenómenos distintos y sujetos a la 
causación independiente. Esta perspectiva conformó su búsqueda de la an-
tropología física, que se concentraba menos en la biología que en el signifi-
cado del desafío de tipologías raciales de la época con el supuesto de fijación 
a nivel rr:tental y los atributos físicos de las razas. Boas cuestionó la fijación de 
incluso los rasgos antropométricos clásicos en su estudio comparativo sobre 
la medida de la cabeza de los inmigrantes con aquellos descendientes naci-
dos en Estados Unidos, los cuales demostraron la plasticidad de esos rasgos, 
presuntamente en respuesta a las condiciones del medioambiente ( 1911 a). 
En este paradigma, se observan las dos líneas de pensamiento de Boas~ 
que fueron recogidas por sus estudiantes de formas distintas y entre las cua-
les él mismo variaba: la histórica, que se relacionaba especialmente con los 
procesos identificables que podrían representar la distribución de los rasgos 
culturales, y la psicológica, que incluía tanto intereses mentalistas que se re-
lacionan con lo que diferencia a las mentes de las personas de diferentes cul-
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Sticky Note
relativismo cultural
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S y del Silverman 
turas como inquietudes integracionistas sobre la forma en que se ajustan los 
rasgos en su totalidad. De manera aproximada, estas dos líneas correspon-
dían también a dos aspectos epistemológicos de Boas, el histórico y el cientí-
fico . En general, la primera generación de estudiantes de Boas, los que se 
prepararon antes de la Primera Guerra Mundial, pusieron énfasis en la pri-
mera línea; sin embargo, se diferenciaban claramente entre sí y con Boas en 
el significado de la historia cultural y la forma en que debería estudiarse. 
La segunda generación, que estudió con Boas en la década de 1920, tomó 
la segunda línea, que buscaba los principios de la integración cultural sincró-
nica y la enculturación individual. Una tercera generación, la de Co}umbia 
durante la década de 1930, mezcló ambas líneas, aunque su retomo a la his-
toria cultural tomó la forma de foco sobre los hechos reales (en oposición a 
las relaciones históricas inferidas a partir de la distribución de los rasgos) , in-
cluyendo las respuestas de los nativos a las condiciones externas y la atención 
en contextos más amplios en los cuales se insertaban las culturas nativas. 
Como creador de una institución, Boas logró grandes avances. Comen-
zando conAlfred Kroeber, que recibió su doctorado en filosofía bajo la direc-
ción de Boas en 1901 y siguió su. camino para construir el departamento de 
antropología de la Universidad de California en Berkeley, la primera genera-
ción de estudiantes de Boas estableció oficinas departamentales en todo el 
país: Roben Lowie Qunto a Kroeber) en Berkeley, Frank Speck en la Univer-
sidad de Pensilvania, Fay-Cooper Cole y Edward Sapir en la Universidad de 
Chicago (y posteriormente Sapir lo hizo en Y ale), Melville Herskovits en la 
Universidad Northwestem, Alexander Goldenweiser en la Nueva Escuela de 
Investigación Social (donde fue profesor de Leslie White y Ruth Benedict), y 
tantos otros. La .mayoría de estos departamentos incorporaron el modelo de 
cuatro especialidades en antropología de Boas, aunque el mismo Boas (y la 
gente de Columbia) se concentró principalmente en la etnología y la lingüís-
tica. Una gran parte de la investigación antropológica de la época aún se ba-
saba en los museos; Boas fomentó la profesionalización de los museos y 
colocó a sus estudiantes en puestos clave (como por ejemplo a Clark Wissler 
en el AMNH) . Asimismo, Boas se mantenía activo para crear las asociacio-
nes profesionales, incluyendo a la Asociación Estadounidense de Antropo-
logía en 1902 (aunque no se convirtió en su presidente hasta 1907), para 
fundar publicaciones informativas y garantizár la representación anivelan-
tropológico en las organizaciones nacionales. Además, era frecuente comen-
326 
los boasianos y la invención de la antropología cultural 
tarista de cuestiones públicas con la convicción de que el conocimiento an-
tropológico señalaría la forma de encontrar soluciones a nivel sociaL 
Aunque a los estudiantes de Boas se los denomina frecuentemente como · 
boasianos, existieron marcadas diferencias entre ellos. (Debemos mencionar 
que el mismo Boas era autocrítico, a menudo cambiando sus puntos de vista 
y retractándose de opiniones anteriores .) Dentro de la primera generación, 
se diferenciaron con respecto a la forma en que debía cumplirse el programa 
de Boas. Georg e Stockingj r. ha establecido divisiones entre los boasianos es-
trictos y rebeldes (Stocking 1974, 17). Entre los de la primera categoría, se 
encontraban Lowie, Leslie Spier, Herskovits, Wisslery Speck. La segunda ca-
tegoría abarcaba a Kroeber, que investigaba su propia rama del historicismo , 
y Sapir, que tomó una dirección que se concentraba sobre los enfoques in di-
viduales y lingüísticos desarrollados que se diferenciaban cada vez más de los 
de Boas. Stocking incluso observa una tercera categoría, los boasianos evo-
lucionados, entre los que se encuentran Benedict y Margaret Mead. 
Paul Radin fue un boasiano rebelde . Siendo casi el polo opuesto a nivel 
temperamental a Boas y aún más a Kroeber e incondicionalmente crítico de 
sus estudios de distribución y métodos estadísticos, la inquietud principal 
de Radin era lavisión del mundo de los "filósofos primitivos". Un tema de su 
obra fue la forma en que figuras recurrentes como los chamanes y arquetipos 
místicos revelaron las verdades universales sobre la sociedad primitiva y su 
contraste con la civilización (por ejemplo, la de 192 7). Para Radin, la historia 
residía en la experiencia humana. Él fue el primero en presentar un método 
de historia vital centrado sobre la experiencia individual y publicó una auto-
biografía de un indio winnebago (1920) . Posteriormente, apareció Golden-
weiser, que se alió con Sapir y Radin en ciertos aspectos (por ejemplo, les 
concedió a las personas ejercer influencia creativa sobre la cultura) pero dis-
crepaba con ellos sobre otras cuestiones. 
Las divisiones dentro de la primera generación de boasianos alcanzaron 
un punto de crisis con la publicación hecha por Kroeber de "The Su perorga-
nic" ("Los superorgánko" -191 7) . Otros miembros del grupo se alinearon en ..... 
ambos bandos y cada uno de éstos acusaba al otro de traicionar las intencio-
nes de Boas. Unos años después Sapir desencadenó otra tormenta de fuego 
al rechazar la idea de cultura "técnica y etnológica" de la mayoría de los boa-
sianos y proponer en su lugar una teoría de la cultura como las "posesiones 
espirituales" de un grupo, que era la elaboración de la noción de Boas del 
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"genio de las personas". En esto, Sapir ofrecía el primer enunciado de la "in-
tegración cultural", que observó como la confección de patrones de valores. 
Esbozó un contraste entre las culturas integradas "genuinas", que eran armo-
niosas , vitales, orgánicas y se encontraban en sintonía con la creatividad in-
dividual, y las culturas "espurias": híbridas, discordantes e impuestas a las 
personas en forma artificial (192 4) . 
Pero estas disensiones en el campo de lo boasiano eran menores en compa-
ración con los desafíos presentados a Boas por sus numerosos adversarios. Los 
antropólogos que no pertenecían a su círculo albergaban resentimiento por su 
dominio de la disciplina y su abierta forma de hablar lo convirtió en alguien 
odioso a los ojos de la administración senior de Columbia. Sus enemigos no 
perdían oportunidad para atacarlo. Su oportunidad llegó cuando Boas se 
opuso a que Estados Unidos entrara en la Primera Guerra Mundial, no porque 
estuviera a favor de los alemanes (como se lo acusó) sino porque siempre fue 
pacifista. En 1919, publicó en The Nation, una revista conocida, una carta titu-
lada "Científicos como espías", condenando a aquellos personajes anónimos 
que, denunciaba él, utilizaban como pantalla la investigación antropológica 
para trabajar como agentes del gobierno (él pensaba en los arqueólogos de Car-
negie). La alianza entre Washington y Cambridge utilizaron la carta para hacer 
que la Asociación Estadounidense de Antropología lo censurase y lo quitara de 
varios cargos clave. No obstante, su excomunión no duró mucho. 
Período entre guerras 
Kroeber y Sapir fueron los más destacados de la primera generación de re-
beldes. Kroeber, que luego del fallecimiento de Boas en 194 2 fue el indiscu-
tido gran sabio de la antropología estadounidense, iba a mantener el poder 
hasta su muerte en 1960, produciendo un enorme caudal de trabajo (que as-
cendía a más de 700 artículos) y organizando investigaciones en la totalidad 
de las subespecialidades. Kroeber avanzó hacia el aspecto histórico del para-
digma boasiano pero con su propio giro que se diferenciaba cada vez más de 
Boas . Sus intereses primordiales eran las formas culturales, la cohesión de 
patrones y la creatividad cultural. Él los investigaba por medio de métodos 
formales históricos, enfatizando la clasificación y la cuantificación. Comen-
zando con la observación de los rasgos culturales en sus matrices particula-
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Los boasianos y la invención de la antropología cultural 
ristas , continuó la búsqueda de la organización de patrones entre los rasgos, 
utilizando un método que él denominó integración conceptual. Inició el en-
foque área-cultura para clasificar las regiones significativas a nivel etnológico 
de los nativos de América del Norte ( 1939) y continuó para escribir las con-
figuraciones del desarrollo cultural y los ciclos de desarrollo y, con el tiempo, 
del "estilo" (1944, 1957). Esperaba lograr grandes síntesis, desde su pro-
yecto integral de Distribución del Elemento Cultural a sus lineamientos de 
los amplios procesos de civilización dirigidos por el concepto de progreso . 
El proyecto Elemento Cultural terminó en un fiasco que revela la perso-
nalidad de Kroeber. Durante la década de 1930, Kroeber había iniciado esta 
ambiciosa serie de estudios, los que pensaba que producirían un análisis de-
finitivo del proceso cultural de la zona oeste de América del Norte, y había 
puesto a una docena de sus estudiantes o más a trabajar en ello. Luego , en 
una reunión de la Asociación Estadounidense de Antropología, repentina-
mente anunció que los estudios fueron un fracaso dado que no se había ob-
tenido ningún tipo de patrón. Las personas que habían invertido años de 
trabajo y recopilado grandes cantidades de información estaban desoladas 
(Gene Weltfish, en Silverman 1981, 60) . 
En cierto sentido, Kroeber era más boasiano que el mismo Boas en el sen-
tido de que su explicación consistió únicamente en procesos internos de la 
cultura para excluir factores externos. Por ejemplo, su tipología con respecto 
al área y la cultura reconocía factores medioambientales (que tomaba por 
sentado) pero cesó al poco tiempo de sugerir la causación medioambiental. 
En forma similar, en sus famosos estudios Qunto a j ane Richardson) sobre los 
cambios en la moda femenina durante el curso del siglo , al principió trató de 
correlacionar los cambios con las tensiones sociales , pero al poco tiempo 
haría de lado dicho esfuerzo en pos de un análisis cuantitativo, a partir del 
cual concluyó que las formas culturales obedecen un ritmo de variación in-
herente (Richardson y Kroeber, 1940). Como hemos observado, Kroeber fue 
más lejos que Boas en cuanto a su afirmación del determinismo cultural en el 
concepto de lo superorgánico, a partir del cual (a diferencia de Boas) aparro 
todo tipo de participación para la persona o para la psicología. No dudó en 
desafiar a Boas en forma directa, como en la ocasión en que lo acusó de no 
tener ningún interés en la historia. Boas hizo caso omiso de los ataques. 
Nunca había sido admirador de Kroeber, habiendo dicho alguna vez que "a 
éljamásse le ocurre nada" (Lesser 1981, 29). 
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S y del Silverman 
Sapircreó menos instituciones que Kroeber, pero tenía una profunda in-
fluencia por la fuerza de su brillantez. Tras pasar quince años en el museo na-
cional canadiense de Ottawa, Sapirimpartió clases durante poco tiempo en 
Chicago y luego se mudó a Y ale . Y ale había atrapado su atención debido a la 
posibilidad de colaborar con psicólogos afines a él (entre ellos, Harry Stack 
Sullivan), pero cuando llegó se encontró que la psicología conductual y la so-
ciología evolucionista, que le eran antipáticas, se habían apoderado del Ins-
tituto Interdisciplinario de Relaciones Humanas (Damell200 1, 130-32). A 
pesar de ello, sus años en Y ale, que fueron interrumpidos en forma prema-
tura por su enfermedad y su fallecimiento temprano, tuvieron un significa-
tivo impacto en el desarrollo de la lingüística antropológica por medio de la 
formación que le impartió a un importante grupo de estudiantes que se espe-
cializó en idiomas amerindios. 
Hacia 1920, Sapir se encontraba en las antípodas de Boas con respecto a 
los modelos apropiados para el cambio lingüístico y cultural; el conflicto ver-
saba sobre la mismísima definición de historia. Con la aplicación de métodos 
de la filología a las lenguas de los amerindiosy continuando a partir de ello 
con el desarrollo de reconstrucciones históricas de las culturas en base de la 
evidencia lingüística, Sapir hizo énfasis en las relaciones genéticas del len-
guaje por sobre la difusión. Incluso, empleó términos prohibidos como orí-
genes y la noción de "residuos arcaicos" a partir de un pasado histórico en 
comün. A Sapir le interesaba cada vez más la relación de la cultura en las per~ 
sanas, proponiendo que la cultura no era simplemente una limitación sino 
que las personas desvían lo dado a nivel cultural hacia sus propios fines . 
Desde esta perspectiva:, también discutió con su amigo fntimo Benedict. Las 
disputas de Sapir con los boasianos lo acercaron a la lingüística. En un prin-
cipio era aliado de Leonard Bloomfield pero luego se separó de él. Dado que 
Bloomfield tenía mayor peso en la lingüística debido a que se desarrollaba en 
un campo autónomo, Sapir llegó a ser un tanto marginado también en esos 
círculos. 
Incluso, mientras Sapir disputaba sobre la lingüística y la historia de la 
cultura segün los boasianos en lo que se decfa que era un conflicto entre 
Nueva York y New Ha ven, siguió siendo la figura guía de dicha segunda ge-
neración de boasianos al igual que Benedict y Mead. Los antropólogos que 
no son lingüistas posiblemente conozcan mejor a Sapir por su colaboración 
con su estudiante Benjamín Whorf en lo que se llamó la hipótesis Sapir-
330 
Los boasianos y la invención de la antropología cultural 
Whorf. Su idea era que las estructuras semánticas de diferentes lenguajes (es-
pecialmente del gramatical) son fundamentalmente inconmensurables y 
dan forma a la manera en que los hablantes perciben el lenguaje y clasifican a 
la experiencia en el mundo. El paso siguiente (que tomó WhorO consistía en 
ver estas estructuras lingüísticas con respeto a las consecuencias que tenían 
en cuanto al pensamiento y la cultura, de forma tal que cada idioma se asocia 
con una perspectiva del mundo distinta. La hipótesis tuvo gran nivel de in-
fluencia durante un tiempo, aunque recibió cada vez más críticas y fue des-
acreditada en la década de 1960, sólo para surgir en forma reciente con un 
renovado interés en la relatividad lingüística (ver, por ejemplo, Gumperz y 
Levinson 1996). 
Durante la década de 1920, la segunda generación de estudiantes de Boas 
maduró. El difusionismo y el historicismo con lista de rasgos estaban pa-
sando de moda y la corriente psicológicalintegracionista de Boas tuvo pro-
minencia, ahora influenciada por el psicoanálisis y la psicología de la Gestalt. 
Entre los que siguieron a esta corriente boasiana, reformándola mientras 
avanzaba junto a lo que se daría en llamar escuela de cultura y personalidad, 
se encontraban Benedict, Mead, lrving Hallowell (estudiante de Speck) y 
Clyde Kluckhohn. Ralph Linton, de la rama de Harvard, adhirió a esta tradi-
ción, a la cual le fusionó la influencia de la antropología social británica. Entre 
los que participaban de esta escuela, no había virtualmente un interés en la 
historia. El historicismo boasiano continuó a lo largo de esta corriente , con 
frecuencia muy crítica de ello, pero incluso los boasianos se hartaron del for-
malismo y los crecientes vínculos forzados con los movimientos comparati-
vos y funcionalistas que se introducían en Estados Unidos desde Inglaterra. 
Por ejemplo, Lowie , siempre vigoroso defensor de la agenda histórica de 
Boas y crítico incansable del evolucionismo, era uno de los precursores de los 
estadounidenses en escribir un trabajo general sobre la organización social 
desde un punto de vista analítico y comparativo (1920). Posteriormente, re~ 
cogió el tema de la cultura y la personalidad con un estudio del carácter na-
cional de los alemanes ( 1945). Incluso Kroeber se sintió afectado . Por lo que 
hemos visto, su preocupación por las áreas culturales y los estudios de distri-
bución cambiaron cada vez más las configuraciones de la cultura. 
Boas parece haberse suavizado para esa época; ahora él era Papá Franz 
para su circulo. Esta cohorte de estudiantes abarcaba una cantidad sustancial 
de mujeres (algunas de las cuales comenzaron siendo sus secretarias) . Él ele-
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r-
Sydel Silverman 
gía sus temas de investigación y aseguraba el financiamiento en su campo de 
trabajo, aunque rara vez les encontraba trabajo: ninguna de estas mujeres al-
canzó un puesto académico regular durante la vida de Boas. Benedict se con-
virtió en su mano derecha en la parte administrativa, pero ella pasó por alto 
su sillón al retirarse Boas y no se convirtió en profesora de tiempo completo 
en Columbia sino hasta dos meses antes de fallecer. La década de 1920 fue 
una época para la etnografía del tipo romántico , "cálida y confusa" que enfa-
tizaba la coherencia y lo comunitario. Los Pueblos (como el Zuni) brindaron 
los primeros ejemplos, pero el caso tipo pronto llegaba a ser la Samoa de 
Mead (1928). Mead hizo su primer viaje de campo a Samoa en 1926 con el 
espíritu del costado científico de Boas. Había decidido que quería hacer in-
vestigaciones de campo en la Polinesia y Boas lo había aceptado de no muy 
buen grado. Seleccionó para ella un tema de investigación que pensó sería . 
coherente con su edad u personalidad: la fuerza relativa de la pubertad bio-
lógica y los patrones culturales en la adolescencia. Dada la creencia de los bo-
asianos de que las culturas son contextos de diversidad para el desarrollo y el 
comportamiento del hombre, el estudio cuestionaría la suposición general 
en Estados Unidos de que la etapa de la adolescencia era inevitablemente tor-
mentosa por los sucesos a nivel hormonal y biológico. Mead pensaba que si 
encontraba un solo caso negativo, podría probar lo contrario a lo que se ha 
considerado como algo universal. El estudio también perseguía los intereses 
psicológicos de Boas, un intento, según comentó en el prólogo de su libro, 
"por entrar en la vida mental de una sociedad primitiva" (1928). El trabajo en 
Samoa de Mead fue probablemente el primer trabajo de etnografía de Estados 
Unidos en un sentido integral y malinowskiano, basado en la observación del 
participante.Asimismo, abrió diferentes nichos para la antropología, inclu-
yendo nuevos intereses en la zona del Pacífico, la adolescencia y el papel de 
los sexos. Además, luego de que Mead accediera a la sugerencia de su publi-
cista en cuanto a que agregaran un capítulo sobre las implicancias para la so-
ciedad estadounidense, el libro se convirtió en referente enlo que pronto 
sería su papel público particular. 
N o obstante, fue Benedit quien llevó el interés integracionista de Boas a 
su última expresión. Se había visto influida por los puntos de vista de Sapir 
sobre la cultura y la individualidad, pero aunque el énfasis de Sapir estaba 
puesto en la persona, el de ella se ubicaba sobre la cultura. Las propias incur-
siones de Benedict en la etnografía de los pueblos y sus contactos con Ruth 
332 
los boasianos y la invención de la antropología cultural 
Bunzel, Reo Fortune, Mead y otros le brindaron un respaldo para lo que se 
convirtió en el documento Ur-configuracionista: sus Patems of Culture (Pa-
trones de cultura -1934). (Boas, en una presentación ambivalente, reconoció 
que el "antiguo" interés en la reconstrucción histórica había dado paso al pro-
blema de la integración y a los esfuerzos en "una penetración profunda en el 
genio de la cultura", aunque advirtió que la idea no debía llevarse demasiado 
lejos [ 1934, xv] .) Escribió Benedict que cada cultura se selecciona y se ela-
bora sobre ciertas partes del "arco" de posibilidades del ser humano; que 
cada cultura podría ser vista como "un gran escrito de lapersonalidad" , inte-
grado en ciertos temas dominantes. Las diferentes culturas descriptas se vin-
culan a síndromes psicológicos y el destino del hombre (ya sea que se 
convierta en alguien admirado y exitoso o que se lo defina como anormal) 
dependía de las condiciones de su personalidad con los valores devaluados 
o desacreditados por la cultura. 
A esta altura, esto se trataba de relativismo cultural. Ese concepto puede en-
tenderse en sentido endeble o sólido. En un sentido endeble, era una premisa 
básica de la antropología boasiana (y así han sido el resto de las antropologías a 
partir de entonces) : la idea de que las culturas y los procesos culturales deben 
entenderse en sus propios términos en primera instancia, además de las nor-
mas etnocéntricas del observador. En sentido sólido, el relativismo cultural 
observa las culturas como algo inconmensurable, cada persona en sí misma 
e integrable sólo en sus propios términos. Esta clase sólida de relativismo no 
desapareció con Benedict: en décadas recientes tuvo un resurgimiento . 
El determinismo cultural es otra cuestión. Ni Boas ni ninguno de sus es-
tudiantes creyeron en el "determinismo cultural absoluto", tal como De re k 
Freeman afirmó cuando publicó su crítica sobre el estudio de Mead en 
Samoa cincuenta años más tarde (1983) . Freeman aseveró que Boas le había 
ordenado a Mead encontrar un adolescente que no padeciera tensiones en 
Samoa, de acuerdo con sus propias convicciones, y que todos los estadouni-
denses habían aceptado su versión, dando lugar a medio siglo de permisivi-
dad. (Si alguno de los boasianos era vulnerable a la acusación de Freem'an, 
ése era Kroeber, que había argumentado que los fenómenos culturales eran 
sui generis, pero los estudios de Kroeber de los diseños de canastas y clanes no 
alimentaron la ira de Freeman.) 
La premisa de la antropología de Boas trataba sobre la interacción de los 
fenómenos culturales y él fue pionero en cuatro ramas de la antropología en 
333 
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relativismo cultural
S y del Silvennan 
forma parcial sobre esa base . No obstante, también luchó continuamente 
contra el determinismo racial, especialmente contra la creencia de que las 
"razas" tenían diferentes capacidades mentales. Blandía el arma del determi-
nismo cultural que insistía que el comportamiento y la mentalidad eran pro-
ductos del aprendizaje dentro de determinados entornos culturales. Boas 
comenzó a hacer declaraciones públicas sobre la raza a principios de 1906 y 
se dice que sus últimas palabras mientras se desmayaba y fallecía en brazos 
de Claude Lévi-Strauss fueron acerca de la raza. 
El punto de Mead, y el de otros antropólogos de la época, consistía en la 
lección fundamental de la variabilidad cultural. Freeman y otros críticos en 
boga la distorsionaron con crueldad, pero es un mensaje al que los antropó-
logos tienen que volver a recurrir durante el siglo XX: desde las respuestas del 
círculo de Boas a las ideas nazis sobre la raza y la eugenesia, a las múltiples re-
apariciones de reclamos racistas en libros como The Bell Cu.rve eHerrnstein y 
Murray, 1994) y a los usos incorrectos de la palabra "cultura" como justifica-
ción por la violencia étnica. Esta tarea propia de los antropólogos aún nos 
pertenece. 
Los años treinta fueron una época de depresión y política inestable. Los 
programas de recuperación económica y social conocidos como New De al 
brindaban apoyo a los estudios antropológicos en Estados Unidos, por for-
tuna, ya que no había puestos ni en universidades ni en museos además de 
los que ya estaban asegurados. Durante estos años y hasta el final de la Segunda 
Guerra Mundial, la mayoría de los trabajos en antropología se desarrollaban 
bajo el auspicio estatal en lugar del académico. Luego de la aprobación de la 
Ley de Reorganización de los Indios en 19 34, que instaba a revertir las polí-
ticas asimilacionistas anteriores y fomentaba una mayor autonomía tribal, 
muchos antropólogos se encontraban empleados en el servicio para indios. 
Se lanzaban proyectos arqueológicos de mayor envergadura. Asimismo, se 
contrataba a antropólogos para hacer estudios de las relaciones de la raza y 
las comunidades rurales. 
Los políticos radicales eran moneda común, especialmente en Nueva 
York, y esta tercera generación de estudiantes de Boas estaba más comprome-
tida a nivel político que sus predecesores. Esto se reflejaba en sus proyectos 
de investigación, que con frecuencia comenzaban como estudios boasianos 
formales pero después incorporaban temas económicos e historia: una his-
toria que ahora tenía sentido en el contacto real de las experien~s de los 
334 
Los boasianos y la invención de la antropología cultural 
amerindios. Entre este grupo se encontraban Osear Lewis, que escribió sobre 
los efectos del comercio de pieles en la cultura de la tribu pies negros e 194 2); 
Bernard Moshkin, que analizó los rangos y las tácticas de guerra de la cultura 
de los indios plain (l940);jane Richardson, que estudió las leyes y el esta tus 
entre los kiowa e1940); y Alexander Lesser, cuyo estudio del cambio cultural 
que reveló el juego de manos de la Danza de los Fantasmas de los indios paw-
nee ( 1933) se convirtió en un clásico. También se encontraban Gene Welt-
fiche Irving Glodman. Lesser encabezó una expedición de capacitación en 
campo entre los kiowa en 1935 que dio como resultado una serie de diserta-
ciones a partir de puntos de vista similares, como los de Presten Holder sobre 
el rol de los horticultores caddoan en la historia de la cultura de los indios 
plain e1951) y la dejosephjablow sobre la participación de los indios che-
yenne en las relaciones comerciales a principios del siglo XIX (1951). El 
mismo Lesser fue el autor de varios esfuerzos desafiantes para demostrar que 
la historia cultural era compatible con otros enfoques teóricos, como el fun-
cionalismo y el evolucionismo, y estuvo entre los primeros en desafiar las no-
ciones de sociedades primitivas como algo aislado, brindando el concepto 
de "campos sociales" como alternativa e 1961). Tras estos esfuerzos, se lo trató 
con desdén. 
Varios integrantes de esta generación boasiana criticaron la etnografía ro-
mántica de la década de 1920. Desafiaron las descripciones de integración y 
armonía, viendo en su lugar disenso, inequidad y conflictos en los llamados 
pueblos con armonía y en otros entornos que se habían descrito con térmi-
nos idílicos. Es notable que en este lazo hubiera algunas de las mujeres ins-
truidas por Boas, especialmente Bunzel y Esther Goldfrank. 
Cuando Boas se retiró en 1936, el presidente de la Universidad de Co-
lumbia estaba decidido a que Boas no nombrara un sucesor y se designó a 
Linton para que ocupara su lugar. La antipatía entre Linton y Benedict fue le-
gendaria y continuó durante los diez años que Linton estuvo en Columbia. 
Tras la muerte de Benedict, Linton hizo alardes sobre que él la había llevado 
a la tumba usando sus hechizos mágicos que adquirió durante su investiga-
ción de campo en Madagascar, hechizos que aún llevaba consigo en una bol-
sita de cuero eMintz 1981, 161). 
La designación de Linton fue una desgracia por partida doble para la tra-
dición boasiana en Columbia porque marginó a Benedict y porque llevó a la 
antropología a ser una "ciencia social" interdisciplinaria, noción que Boas 
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aborrecía, ya que se practicaban ciencias conductistas. La orientación de Un-
ton hacia las ciencias sociales ya era evidente en su libro The Study ofMan (El 
estudio del hombre-1936) , uno de los primeros libros de texto de antropolo-
gía, en el cual introdujo conceptos claves como estatus y rol. Su interés coin-
cidía con el ascenso de las ciencias sociales en el país , fomentado por lasnuevas fuentes de financiamiento como el Consejo de Investigación de Cien-
cias Sociales (establecido en 1925) y las fundaciones creadas por la familia 
Rockefeller. Untan mostró el camino entre los antropólogos al vincularse 
con la aculturación, un paradigma clave favorecido por los financistas y e m-
prendiendo una iniciativa interdisciplinaria sobre el tema. 
En Columbia, Linton tomó el interés sobre la cultura y la personalidad 
que habían desarrollado Mead,junto con su enfoque sobre la enculturación, 
y Benedict, cuyo énfasis se centraba en el arco, el abanico de culturas con per-
sonalidades distintas, aunque Linton les dio una nueva dirección. Organizó 
un seminario con el psicoanalista Abran Kardinei que comenzó en 1938 y si-
guió por varios años. Los antropólogos que volvían de sus investigaciones de 
·campo presentaban datos a nivel psicológico que habían recopilado que eran 
analizados en el seminario para sacar inferencias sobre la cultura. Entre los 
etnógrafos participantes estaban Linton con los datos de Tanala, Kluckhohn 
con los del pueblo navajo, Cara DuBois sobre el pueblo de alar, Carl Withers 
con datos de Plainville (una ciudad estadounidense de la parte central del 
país) y Francis Hsu sobre la aldea de los hunan. Este esfuerzo colectivo pro-
dujo modelos de interacción entre culturas, crianza de los hijos y personali-
dad individual y dio como resultado que tales conceptos se tomasen como 
estructura básica de la personalidad, dando mayor ímpetu a los campos 
emergentes. La lista de los casos del seminario indica otra tendencia en este 
período de la antropología estadounidense: su tentadora expansión pasando 
las fronteras de los amerindios hacia nuevas tierras de África, Asia y Oceanía. 
Hacia esa época, la antropología había ganado un perfil público significa-
tivo, gracias a la popularidad de los libros de Mead y Benedict. Mead, al prin-
cipio celebrada como la chica de la ciencia entre los salvajes, fue más allá de 
su papel de relatora sobre la cultura de Estados Unidos desde un punto de 
vista de una observadora capacitada en cuestiones exóticas . Su mensaje pri-
mordial era el relativismo cultural, del cual es la culpable, o no, de un período 
de permisividad en las actitudes de los estadounidenses con respecto al gé-
nero, la crianza de los hijos y demás prácticas culturales. Asimismo, amplió 
336 
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Los boasianos y la invención de la antropología cultural 
sus ambiciones en la antropología para jugar un rol más importan te en lapo-
lítica nacional y cada vez más se acercab a a la arena política. 
El sentido de la fe de Mead en el poder de la antropología puede vislum-
brarse en una carta que ella le escribió a Eleanor Roosevelt en agosto de 1939. 
Al mencionar su "experiencia en el campo con un sistema social más simple" 
y referirse a ciertos escritos psicoanalíticos, ofreció realizar una breve reseña 
de la composición psicológica de Hitler. Luego instó a la Sra. Roosevelt a co-
mentarle a su esposo que él podría "desviar [a Hitler] de un curso indeseable 
a uno deseado" al poner los actos del Führer "en un entorno moral" y redirigir 
su deseo de gloria en pos de un esfuerzo por construir la paz mundial (Yans-
Mclaughlin 1986, 194-95) . Una semana después , Hitler invadió Polonia . 
Más allá de la Universidad de Columbia y de la posición de avanzada de los 
boasianos , la antropología estadounidense estaba tomando otra dirección 
hacia la década de 1930. Por separado , el eje Washington/Cambridge con ti-
nuaba existiendo. La antropología física quedaba dominada por los enfoques 
tipo lógicos. Surgió una alternativa en la forma de biología humana, pero sólo 
se dio con la novedosa teoría evolucionista sintética en el área de la biología a 
principios de la década de 1940, más que con una antropología física más di-
námica que llegó a la palestra . En arqueología, la nueva estratigrafía del sud-
oeste y el descubrimiento de Folsom dieron descanso al larguísimo 
escepticismo sobre la antigüedad del hombre en el continente americano y el 
énfasis descriptivo abrió paso a un trabajo más orientado hacia el problema. 
La Universidad de Chicago siempre fue un mundo en sí misma y ahora 
era la sede con mayor influencia en la antropología estadounidense, a saber, 
la estadía allí de Radcliffe-Browndesde 1931 hasta 1937. El impacto de Rad-
cliffe-Brown, conjuntamente con la tradición única de la sociología urbana 
de Chicago, generó una base continua para una rama particular de la antro-
pología, con solidez socio-estructural y orientada a las ciencias sociales. (Pos-
teriormente, este énfasis llevaría al casi desahucio de la arqueología, los 
estudios sobre primates y la antropología física del departamento.) Fred 
Eggan y Sol Tax intentaron acercar las tradiciones de Radcliffe-Brown yios 
boasianos a su investigación sobre los amerindios, pero con éxito parcial. La 
estancia de Radcliffe-Brown y la pronta visita posterior en paralelo de Mali-
nowski a Y ale inyectaron contenidos de la antropología social inglesa en la 
disciplina estadounidense, con efectos duraderos. Entre otras cosas, le dio la 
etnología a un cierto círculo arcaico, y se prefería cada vez más el término an-
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Syde! Silvennan 
tropología cultural, que subrayaban la centralidad del concepto de cultura y 
la distinción de la tradición estadounidense . 
. Otras fuerzas estaban surgiendo en la década de 1930 cuyo impacto se sen-
tiría luego de la guerra. Dos renegados boasianos cultivaban nuevas agendas. 
Julian Steward (estudiante de Kroebery Lowie que también se vio influenciado 
por V Gordon Childe, luego residente en Berkely) estaba trabajando en a\-
queología y etnología de Great Basin y explorando las relaciones ambientales 
. y ecológicas. Leslie White (boasiano que cursaba la senda de Goldenweiser, 
Sapir y Cole) realizaba etnología de los Pueblos pero comenzó a trabajar 
hacia una teoría de la evolución de la cultura que invocaba la béte naire de los 
boasianos: Morgan. Ambos se harían oír en breve . 
Segunda Guerra Mundial 
Tras el ataque a Pearl Harbor, los antropólogos estadounidenses, como la 
mayoría de los estadounidenses, estaban ansiosos por unirse al esfuerzo por 
pelear esta guerra. El problema radicaba en que nadie en el gobierno les pres-
taba mucha atención y debían demostrar que eran útiles . Muchos antropó-
logos de la época y a futuro pertenecieron a las fuerzas armadas, lo que los 
llevó a nuevas partes del planeta. En varios casos, muchos volverían a esas 
zonas para investigarlas. Una veintena de antropólogos se incorporó para 
hacer análisis del tipo social en los diez campos de detención para japoneses. 
Un grupo de antropólogos tenía sede en las oficinas de los Servicios Estraté-
gicos o de Información de Guerra haciendo trabajo de inteligencia, mientras 
que otros les daban cursos de idioma y del área a los militares, aportando co-
nocimientos sobre lugares exóticos que repentinamente ahora eran estraté-
gicos. Posteriormente, estas experiencias ayudarían a crear florecientes 
programas de estudios del área en las universidades, como también base de 
datos sobre antropología como los Archivos del Área de Relaciones Humanas 
que existe en Y ale, que comenzó una compilación de datos antropológicos 
sobre la zona del Pacífico para uso de los militares. 
La mayor participación antropológica a nivel específico con la guerra se 
trató del empleo del análisis cultural para su potencial uso en la guerra psico-
lógica. Mead y Benedict se encontraban al frente de un grupo de antropólo-
gos que usó sus capacidades para proporcionar descripciones culturales de 
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Los boasianos y la invención de la antropología cultural 
los enemigos y los aliados de Estados Unidos. En una serie de estudios del 
"carácter nacional" , aplicaron enfoques a partir del movimiento de la cultura 
y la personalidad de la década de 1930 y desarrollaron métodos de análisis 
para culturas inaccesibles ,que denominaban estudio de culturas a distancia 
(ver Mead y Métraux 19 53). Tuvieron su mayor impacto con su asesoramiento 
sobre la manera en que los aliados se manejarían con el emperador japonés al 
finalizar la guerra. La guerra solidificó la participación de los antropólogos es-
tadounidenses en la arena política y con los organismos del estado . Esto 
marcó, entre otras cosas, los inicios de la antropología aplicada. 
El final de la guerra marcó una división en la antropología de Estados Uni-
dos. Una nueva generación se incorporó a la disciplina, incluidos endurecidos 
veteranos cuyos estudios se financiaron mediante subsidios denominados GI 
Bill ofRights. Ocurrió una explosión demográfica en el campo y la apertura la-
boral (no demasiada al principio, pero ciertamente mayor que durante los 
años de la depresión). Este crecimiento se correspondía con una expansión 
de intereses, enfoques y teorías. En 1946 se reorganizó la Asociación Esta-
dounidense de Antropología con el compromiso de resolver la contienda 
prolongada sobre si debía existir una sociedad de profesionales o si debía ser 
más inclusiva. Dos clases de membresía se instituyeron: había colegas, que 
tenían derecho a voto y podían mantener un cargo, y miembros sin derecho 
a voto. Tras un largo debate , se acordó también que se mantendría como una 
asociación con cuatro ramas. Aunque la creciente especialización ya estaba 
desafiando a la integración disciplinaria, el argumento triunfante se trató de 
un cuerpo mayor y unido de antropólogos tendría más fuerza para manejar 
las fuentes de financiamiento y a los políticos. En esta reorganización, el 
mayor de los campos era ahora denominado antropología cultural, una afir-
mación del cambio proveniente de la etnología que se había manifestado du-
rante años. La antropología se encontraba lista para una nueva era. 
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