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CAPÍTULO II LA COMUNICACIÓN LINGÜÍSTICA: SUS FACTORES CONSTITUTIVOS INTRODUCCIÓN Tanto en el paradigma estructural como en el de la pragmática, se insiste en las relaciones que existen entre el lenguaje y la comunica- ción. A menudo, y entendida como la utilización de un código para la transmisión de información entre un emisor y un receptor, la comuni- cación ha sido considerada a menudo como la función central del len- guajo. Pero función central no significa única función. En este senti- do, uno de los desarrollos más importantes lo constituye, sin duda, el estudio de las funciones del lenguaje impulsado, entre otros', por Karl Büklōr y Roman Jakobson (1896-1982). En este capítulo, presentare- mos pues una breve síntesis del análisis de las funciones lingüísticas formuladas por Bühler en 1934, para luego introducir la modificación y ampliación que años más tarde, en 1960, propondría Jakobson. La gran difusión e influencia que estos esquemas clasificatorios han ejer- cido en el ámbito de los estudios lingüísticos posteriores provocaron también algunas críticas y nuevas caracterizaciones del escenario co- > 'Para otros estudios sobre las funciones descriptiva, social y expresiva del len- guaje, ver por ejemplo los trabajos de Vossler (1932), Gardiner (1932), Malinowski [1930] (1964), Firth (1950), Halliday [1970] (1975). Escaneado con CamScanner B6 Temas y problemáticas municativo. Es por ello que incluimos también aquí la propuesta de Catherine Kerbrat-Orecchioni (1943). Su crítica, en particular res- pecto de las fases de emisión y recepción, será finalmente, el punto de partida que tomaremos para analizar, en la última sección, el múltiple polifacético ámbito de la destinación. La complejidad de la instan- cia emisora y la polifonía de voces que en el enunciado aparecen puestas en escena por el locutor será abordada en detalle en el capí-. tulo VI. La comunicación lingüística: sus factores constitutivos 37 EXPRESIÓN Emisor Objetos y relaciones REPRESENTACIÓN S CUADRO 1 APELACIÓN Receptor 梅 1. EL ESQUEMA DE LA COMUNICACIÓN SEGÚN BÜHLER A mediados de los años 30, y retomando una descripción pro- puesta por Platón en el Cratilo (diálogo sobre el origen del lenguaje), el filósofo y psicólogo alemán Karl Bühler caracteriza al lenguaje como un Organon, como una herramienta de la que se sirven los ha- blantes de una lengua para comunicarse entre sí2. Para ello, establece una clasificación del acto verbal haciendo hincapié en sus tres com- ponentes esenciales el emisor, el receptor y la situación externa (objetos y relaciones) a la que se hace referencia en la comunicación. A partir de esta clasificación que, como afirma Lyons (1980: 51), pre- senta un evidente paralelismo con el análisis tradicional de la situa- ción típica de la enunciación como un drama de tres personajes (emi- sor, receptor y mundo del que se habla), Bühler caracteriza las tres funciones fundamentales que, en su opinión, tiene el lenguaje. Según cual de los tres componentes del proceso de comunicación obtenga prioridad en la enunciación, la función de los distintos enunciados de la lengua será primariamente expresiva, apelativa o representativa3. Bühler, K., [1934] (1961), Teoría del lenguaje, Madrid, Revista de Occidente. En efecto, tal como lo subraya el propio Bühler, son pocos, si los hay, los enun- clados que posean una sola de estas funciones con exclusión de las demás. El modelo del Organon de Bühler (1934) y las funciones semánticas del signo lingüístico La determinación y caracterización de los tres componentes del acto verbal y de la triple funcionalidad del lenguaje resulta asimismo pertinente para la distinción que el autor alemán establece entre sín- tomas, símbolos y señales. En efecto, en la perspectiva de Bühler, el signo lingüístico es complejo: es a la vez «símbolo en virtud de su or- denación a objetos y relaciones; síntoma (indicio) en virtud de su de- pendencia del emisor, cuya interioridad expresa, y señal en virtud de su apelación al oyente, cuya conducta externa o interna dirige como otros signos de tráfico»>4. 2. EL ESQUEMA DE JAKOBSON El esquema tripartito de Bühler fue modificado en 1960 por R. Jakobson quien lo amplió al incorporarle tres nuevos factores. En efecto, según el punto de vista adoptado por este autor, uno de los 4 Bühler, K., op. cit., pågs, 51-52. 5 Jakobson, R. (1960), «Linguistics and Poetics», en T. A. Sebeok (ed.), Style in Language, Cambridge, MIT Press. Traducción española; «Lingüística y Poética», en Jakobson, R. (1975), Ensayos de lingüística general, Barcelona, Seix Barral. Escaneado con CamScanner 38 Temas y problemáticas teóricos más importantes de la Escuela de Praga, en el acto de comu- nicación verbal también intervienen, además del emisor, del receptor y del mundo (objetos y relaciones), el código, el mensaje y el canal o contacto establecido entre los interlocutores. En otras palabras, para que el emisor, aquí llamado destinador, pueda enviarle un mensaje a su receptor o destinatario deben cum- plirse varias condiciones. . El mensaje debe tener un cierto contenido que pueda ser captado por el destinatario. En este sentido, el mensaje tiene que tener un contexto o, dicho de otro modo, debe hacer referencia a una determi- nada realidad susceptible de ser verbalizada. Además del contexto, construir y recibir un mensaje supone que destinador y destinatario comparten un mismo código. Las activida- des de codificación y decodificación que ambos llevan a cabo solo pueden concebirse si se admite que ambos poseen (total o parcial- mente) un código en común. Por último, para que el imensaje pueda llegar al destinatario es he- cesario que exista un canal fisico (el aire, a través del cual se trans- miten las ondas sonoras, si se trata de la comunicación oral; el cable, si se trata es de la comunicación telefónica o del correo electrónico, por ejemplo) así como también una determinada conexión psicológica entre los dos interlocutores. En otras palabras, para que la comunica- ción verbal pueda establecerse y mantenerse con éxito, es necesario que ambos sujetos estén en contacto. 6 Al poner el acento tanto en el sistema de la lengua como en la función que ese sistema posee (i.e. la lengua es un instrumento de la comunicación, un medio para obtener ciertos fines), los lingüistas del Círculo lingüístico de Praga no solo retoman y desarrollan algunas de las ideas esenciales de F. de Saussure (la noción de sincronía, de sistema, el papel de la lengua en la comunicación humana, etc.) sino que se cons- tituyen en el punto de partida de las diferentes corrientes estructuralistas y funciona listas en ciencias humanas del siglo xx. Además de Jakobson, pertenecen a esta es- cuela fundada en 1928, V.Mathésius, N. Troubetzkoy, A.Martinet, J. Firbas, entre fotros. La comunicación lingüística: sus factores constitutivos Destinador ContextoMensaje Contacto Código CUADRO 2 Destinatario Los factores inalienables de la comunicación verbal según R. Jakobson (1960) 39 Ahora bien, puesto que cada uno de estos seis componentes puede ser el centro de la enunciación, Jakobson añade a las tres funciones ya identificadas por Bühler (a las que rebautiza, respectivamente, como expresiva, conativa y referencial) otras tres, denominándolasmeta- lingüística, fática y poética. • La función referencial o denotativa, centrada en el contexto de referencia, concierne el aspecto puramente informativo vehi- culizado por el mensaje. • La función expresiva o emotiva, centrada en el destinador, co- rresponde a la huella del emisor en su mensaje. Las lenguas disponen de diferentes procedimientos para realizar esta fun- ción pero es sin duda en la interjección donde ésta se mani- fiesta con mayor claridad. Se observará no obstante que el destinador puede utilizar otros medios (tanto fónicos como gramaticales y léxicos) para expresar sus reacciones emocio nales respecto de los contenidos de su mensaje. La entona ción (para manifestar enojo o alegría, por ejemplo), la elec-ción de ciertas palabras, la estructuración de la oración o incluso la organizaciónmisma del discurso en su totalidad constituyen a menudo claras 'indicaciones de la actitud emo- cional del destinador. La función conativa, orientada hacia el destinatario, halla su más pura expresión en el empleo del vocativo y del imperativo, forma verbal, esta última, destinada no a transmitir una in- formación sino a obtener un determinado comportamiento del destinatario. Las órdenes y los pedidos, los ruegos y las Escaneado con CamScanner 40. Temas y problemáticas plegarias, las fórmulas religiosas y mágicas constituyen, en- tre otras, formas que ponen de manifiesto la función incitati- va o conativa del lenguaje y ello, aun en los casos en los que el destinatario sea un ser inanimado o imaginario (lo impor- tante es que en el discurso se presente a ese destinatario co- mo teniendo acceso al poder de la palabra). Como puede ob- servarse, la función conativa está muy ligada al uso del lenguaje para conseguir algún efecto práctico, es decir a lo que comúnmente se llama su función instrumental. • Centrada en el código, la función metalingüística refleja la con- ciencia que el locutor tiene del mismo y es la que prevalece en aquellos enunciados destinados a verificar que los interlo- cutores emplean la misma lengua o dialecto o que usan ex- presiones de la lengua de una misma manera. Si decimos, por ejemplo, No comprendo qué quiere usted decir con eso o La', inflación, en el sentido técnico del término, es la excesiva emisión de billetes en reemplazo de moneda o La palabra 'perro' tiene cinco letras estamos haciendo referencia a ciertos aspectos de la lengua que utilizamos. Así pues, y en la medida en que en esos enunciados se alude, respectivamente, a las implicaciones y sobreentendidos que un discurso puede tener, al sentido específico en que es utilizado un término y a la forma de una determinada palabra, su función es funda- mentalmente metalingüística: en mayor o menor medida, en todos ellos, el lenguaje es utilizado para hablar del lenguaje mismo. La función metalingüística, que juega un papel central tanto en la adquisición de la lengua materna como en la de las len- guas segundas y extranjeras, es específica del lenguaje hu- mano'. Este es, en efecto, el único sistema semiótico que po- see la capacidad de hacer referencia a su propio código. ? La capacidad metalingüística se manifiesta bajo formas muy diversas y algunas de ellas se desarrollan solo recién después de los cuatro años (ejemplos de estas capa- La comunicación lingüística: sus factores constitutivos །” 41 • La función fática, orientada hacia el contacto o canal de comu- nicación, es la que se manifiesta en aquellos enunciados que sirven para abrir o a mantener abierto el canal, para cercio- rarse de que el canal funciona, para llamar la atención del interlocutor o para confirmar si su atención se mantiene. De- cir Hola, por ejemplo al levantar el auricular del teléfono, es producir un mensaje cuya significación no es otra que la de indicar que el contacto ha quedado instaurado. Una función similar es la que cumplen enunciados del tipo Sí, sí, te escu- cho o Ajá, claro. Muy frecuentes en la conversación cotidia- na, estos enunciados son utilizados, en efecto, para indicar o confirmar que el canal se mantiene abierto y que, por lo tan- to, el contacto entre los interlocutores sigue estando vigente. Por último, la función poética se define como la función comu- nicativa orientada hacia el mensaje mismo. Comprendida en sentido amplio, esta función no se limita soló a la poesía sino que se manifiesta también en todo uso artístico o creador de la palabra. La publicidad o la propaganda política recurren amenudo a ella y en el empleo cotidiano de la lengua aparece también con frecuencia. Recordemos al respecto el ejemplo que propone Jakobson: «"Por qué dices siempre Ana y María y nunca María y Ana? ¿Acaso quieres más a Ana que a su hermana gemela?”. “No, lo que ocurre es que suena mejor". En una secuencia de dos nombres coordinados, mientras no haya interferencia de cuestiones de rango, la precedencia del nombre más corto cae mejor al hablante, como una configuración bien ordenada del mensaje del que él no puede dar razón». 1 cidades son los juicios sobre la adecuación pragmática o sobre la corrección léxica y sintáctica de los discursos). & Jakobson, R. (1975), op. cit., pág. 358. Escaneado con CamScanner 42 ·Temas y problemáticas . El cuadro 3 reproduce el esquema precedente reemplazando cada factor por la función lingüística que le corresponde. Emotiva Referencial Poética Fática Metalingüística CUADRO 3 Conativa Las seis funciones del lenguaje según R. Jakobson (1960) Subrayemos para finalizar que estas distintas funciones no se pre- sentan en general aisladas. De hecho, lo más habitual es que un mis- mo mensaje cumpla varias funciones a la vez: así, por ejemplo, en un poema (en el que evidentemente es la función poética la que prevale- ce) pueden manifestarse también la función expresiva o la referencial. Por su parte, si utilizamos una interjección como ¡Ay! no solo expre- samos un cierto sentimiento (función emotiva), sino que también informamos a nuestro destinatario que ese sentimiento es de dolor (función referencial). Como afirma Jakobson, «la diversidad [de los mensajes] no está en un monopolio por parte de alguna de estas varias funciones, sino en un orden jerárquico de funciones diferentes. La estructura verbal de un mensaje depende, primariamente, de la fun- ción predominante»>". 3. ALGUNAS CRÍTICAS AL MODELO DE JAKOBSON Consideremos una vez más el esquema general de la comunica- ción verbal y detengámonos unos instantes en algunas de las críticas y observaciones que su formulación y caracterización ha suscitado. En su libro La Enunciación. De la subjetividad en el lenguaje, Kerbrat-Orecchioni llama la atención sobre algunos puntos proble- 9 Jakobson, R. (1975), op. cit., pág. 353. La comunicación lingüística: sus factores constitutivos 43 máticos en los que tanto el modelo propuesto por Jakobson como el que ella misma sugiere resultan insuficientes o incluso inadecuados 10. Entre ellos, merecen destacarse el problema de la homogeneidad del código, la cuestión de la unicidad del canal, el estatismo y esquemati- cidad de la propuesta en su conjunto que no permite dar cuenta de ciertas propiedades características de la comunicación verbal y, por último (last but not least), la simplicidad con la que las instancias emisora y receptora" quedan en ella definidas. Respecto del primer punto, Kerbrat-Orecchioni hace notar que contrariamente a lo que el singular de la palabra «código» haría supo- ner, los participantes de la comunicación nunca hablan exactamente la misma lengua, aun cuando pertenezcan a la misma comunidad lin- güística. Este modelo, en el que la competencia del hablante queda identificada con la del oyente, no es más que una idealización teórica ya que, de hecho, en la comunicación existen frecuentes disimetrías entre producción e interpretación y la intercomprensión entre los ha- blantes es solo relativa y gradual. Siguiendo a Kerbrat, admitiremos pues, que la comunicación se basa no sobre la existencia de un único 10 Para el detalle de la propuesta de C. Kerbrat-Qrecchioni, remitimos al lector a su libro La Enunciación. De la Subjetividad en el lenguaje, Buenos Aires, Hachette, 1986, págs. 17 ss. (original: L'énonciation. De la subjectivité dans le langage, Paris, Armand Colin, 1980). Señalemos, no obstante, que su modelo es más preciso que el de Jakobson, en particular en lo que se refiere al papel que juegan los interlocutores en la elaboración del sentido. A tal efecto, la autora introduce, además de las competen- cias lingüísticas y paralingüísticas respectivas, las competencias ideológicas y cultu- rales de ambos, sus determinaciones "psi-" (psicológicas y psicoanalíticas) y diferen- tes modelos de producción e interpretación. Para otros comentarios y observaciones sobre el esqueinade la comunicación y sus distintos componentes, ver por ejemplo, Soutet, O. (1995), Linguistique, París, PUF (sobre todo, págs. 103-109 y 149-156), Baylon Ch. y Mignot; X. (1995), Sémantique du langage, Parls, Nathan (sobre todo, págs. 7-15 y 183-187), Escandell Vidal, M. V. (1996), Introducción a la prägmática, Barcelona, Ariel (sobre todo cap. 2). [] Téngase en cuenta que en la propuesta de Kerbrat-Orecchioni las instancias emisora y receptora corresponden, en la terminología de Jakobson, a destinador destinatario, respectivamente. y Escaneado con CamScanner 44 Temas y problemáticas codigo compartido sino sobre la de dos idiolectos mutuamente com- patibles 12 La caracterización del canal como único, por su parte, resulta asimismo deficiente ya que, al menos en la oralidad, la comunicación es sin duda multicanal. En efecto, el mensaje no solo es verbal: en nuestros intercambios cotidianos, los comportamientos paraverbales (gestos, mímica, direccionalidad de la mirada, entre otros) revisten una importancia a veces central y es por ello que las competencias lingüística y paralingüística no pueden ser disociadas en el estudio de la comunicación humana. En lo que respecta al estatismo y esquematicidad del modelo en su conjunto, observaremos, siguiendo a Kerbrat, que éste no permite dar cuenta de las propiedades de reflexividad, simetría y transitividad características de la comunicación verbal. En efecto, y dado que todo emisor o destinador de un mensaje es al mismo tiempo su primer re- ceptor o destinatario, la comunicación es reflexiva. Por otra parte, y en la medida en que el receptor funciona al mismo tiempo como emi- sor en potencia, la comunicación lingüística es simétrica. Esto no sig- nifica evidentemente que los interlocutores desempeñen siempre al- ternativamente los papeles de emisor y receptor: ésta no es más que una simplificación, aceptable como mucho cuando de lo que se trata es solo de los comportamientos verbales. De hecho, cuando se tienen en cuenta los otros tipos de comportamientos que intervienen en nuestros intercambios lingüísticos cotidianos, se observa que al mis- mo tiempo que del lado del emisor entran en juego su competencia verbal de codificación y su competencia paraverbal de codificación y decodificación de los comportamientos (activos) del receptor, del la- do de este último interviene no solo su competencia verbal de decodi- ficación (pasiva) sino también su competencia paraverbal de decodi- ficación y codificación. Finalmente, y respecto de la transitividad de la comunicación, esto es de la posibilidad de que un emisor x pueda 12 Al respecto, ver también Fuchs, C. y Le Goffic, P. (1992), Les linguistiques contemporaines, Paris, Hachette, sobre todo cap. 11, «Énonciation et Pragmatique».. La comunicación lingüística: sus factores constitutivos 45 transmitir a un receptor y un cierto contenido c, y este receptor y pue- da a su vez en tanto emisor transmitir c a otro receptor z, subrayare- mos que es esta propiedad la que explica que el lenguaje humano pueda funcionar como instrumento privilegiado para la transmisión del saber. Específicas de la comunicación verbal, estas tres propiedades permiten oponerla a otros tipos de comunicaciones semióticas. Con- sidérese, por ejemplo, el caso de los mensajes que se leen en los car- teles de señalización urbana: la comunicación aquí no es ni reflexiva -un cartel no se habla nunca a sí mismo, ni simétrica -la res- puesta del receptor no se produce a través del mismo código—, ni mucho menos transitiva. 3.1. A propósito de las fases de emisión y de recepción " Un último reproche que puede formulársele al esquema propuesto por Jakobson concierne la simplificación extrema con la que quedan caracterizados destinador y destinatario, o en términos de Kerbrat- Orecchioni, los polos de la emisión y de la recepción, respectiva- mente. En efecto, si la presentación del lingüista de Praga permite, hasta cierto punto, dar cuenta del caso más simple, esto es, el de la comunicación cara a cara entre dos individuos 13, muchísimas situa- ciones de comunicación cotidiana no quedan con ella adecuadamente explicadas. que Consideremos, en primer lugar, la fase de la emisión. Es fácil ver en muchos casos, por ejemplo cuando se reproduce en estilo di- 13 Se observará que aun en el caso de la comunicación cara a cara, el locutor nun- ca se expresa en forma directa sino que siempre lo hace a través de la puesta en escena de puntos de vista (i.e., los enunciadores) respecto de los cuales adopta distintas act?- tudes. Cf. más adelante Capítulo VI, §4. La teoría polifónica de la Enunciación, Del lado de la recepción, y tal como veremos a continuación, también es necesario distin- guir grados y niveles diversos: un mismo mensaje puede, en efecto, estar destinado a diferentes receptores por lo que resulta necesario diferenciar la figura del alocutario o destinatario directo de la del destinatario indirecto y del encubierto. Ver Infra §4. El ámbito de la recepción y las distintas categorías de destinatarios. Escaneado con CamScanner 46 Temas y problemáticas recto el discurso de otro locutor" o cuando se habla en nombre o en representación de otra persona o institución (caso del portavoz), el desdoblamiento de la instancia emisora se torna pertinente y necesa- rio. En otros, resulta imprescindible, incluso, establecer una cadena en la que distintos individuos van ejerciendo en forma sucesiva el pa- pel del emisor. Es lo que ocurre, por ejemplo, en la comunicación teatral donde nos vemos obligados a admitir la existencia de una larga cadena de emisión: autor (o destinador original), director de la puesta en escena, iluminador, actores, decorador, constituyen los distintos emisores responsables (en grados y ámbitos diversos, por cierto) del. mensaje teatral, mensaje que a su vez presenta por lo menos dos ni- veles de recepción diferentes (cf. infra § 4.3. Receptores adicionales). Pero no solo en estas situaciones resulta conveniente establecer dis- tinciones y precisiones en el ámbito de la emisión. En el proceso enunciativo, variadas son las facetas y actitudes que el locutor's de un 14 Ver de todos modos más adelante (Capitulo VI, § 2. El camino hacia la polifo- nia de Ducrot: el discurso reproducido) el análisis que desde la teoría de la Polifonla enunciativa se reserva a los distintos tipos de discursos referidos. Ver en especial la caracterización del discurso referido en estilo directo como un caso de doble enuncia- ción, y ello en la medida en que las marcas de primera persona presentes en el enun- ciado no remiten todas al mismo locutor sino a dos locutores diferentes: Li, el respon- sable del enunciado total, y L2, el responsable del fragmento de discurso citado en estilo directo. 15 A diferencia del término emisor, demasiado vago e impreciso, el de locutor de- signa a aquel personaje discursivo que según el enunciado mismo es el responsable de la enunciación. Es con este sentido preciso que lo utilizaremos de aquí en más. Otros lingüistas, entre ellos M. V. Escandell Vidal, prefierenmantener el término de emisor. Afinnan que si bien el término ha sido tomado de la teoría de la información, el con- cepto debe entenderse demodo diferente «porque no se refiere a un mero codificador o un transmisor mecánico de información sino a un sujeto real con sus conocimientos, creencias y actitudes capaz de establecer toda una red de diferentes relaciones con su entorno» (Escandell Vida), M. V., 1996, op. cit., pág. 26). La misma autora agrega que la palabra emisor añade algunas precisiones desde el punto de vista pragmático a hablante. Si un hablante es un sujeto que posee el conocimiento de una determinada lengua, independientemente de que en un momento dado actuallce o no ese conoci- miento, un emisor es, en cambio, «el hablante que está haciendo uso de la palabra en La comunicación lingüística: sus factores constitutivos 47 discurso puede adoptar, múltiples los grados de adhesión y de distan- cia que frente a lo que dice estepersonaje discursivo puede manifes- tar. Volveremos sobre ello en forma detallada cuando abordemos el análisis de los distintos aspectos de la teoría polifónica de la enuncia- ción (cf. capítulo VI). Al igual que la del emisor, la del receptor es una categoría teórica compleja por lo que su caracterización también debe ser afinada. La serie de parámetros que a continuación introduciremos nos permitirá dar cuenta de los distintos niveles de recepción o de destinación que un determinado mensaje o discurso puede tener. 4. EL ÁMBITO DE LA RECEPCIÓN Y LAS DIS TINTAS CATEGORÍAS DE DESTINATARIOS 4.1. Alocutarios o destinatarios directos Una primera gran distinción que debe establecerse en el ámbito de la recepción es la que opone la figura del alocutario a la de los no- alocutarios. Compañero del locutor en la relación de interlocución, el alocuta- rio es el personaje discursivo a quien explícitamente se dirige la enunciación. Las formas de segunda persona son las que permiten de- signarlo. Pero no solo los pronombres (personales, posesivos), tam- bién los vocativos y muchas veces la direccionalidad de la mirada del locutor en la situación comunicativa en cuestión constituyen marcas que lo definen como tal en el discurso. Con frecuencia se lo llama también destinatario directo 15. ..... un determinado momento, y lo es solo cuando emite su mensaje» (ibid.). En este sen- tido, según Escandell Vidal, la de emisor no es una categoría absoluta sino una posi- ción determinada por las circunstancias. 16 M. V. Escandell Vidal llama destinatario «a la persona (o personas) a la(s) que el emisor dirige su enunciado y con la(s) que normalmente suele intercambiar su papel en la comunicación dialogante». Afirma que a diferencia del término receptor, «<la palabra destinatario solo se refiere a sujetos y no a simples mecanismos de descodifi- Escaneado con CamScanner 48 Temas y problemáticas. 49 la que, exterior y 17 La comunicación lingüística: sus factores constitutivos El alocutario puede ser individual o grupal, puede ser un perso-bras del lingüista francés, «yo plantea otra persona, naje real, virtual o ficticio, puede ser nominal o anónimo. Puede tener o no la posibilidad de responder al locutor, y su respuesta, en caso de producirse, puede ser inmediata o diferida. Por último, y si bien por su naturaleza enunciativa forma parte constitutiva de la relación de interlocución (y es esto-reiterémoslo lo que cuenta en la defini- ción del alocutario), en la situación comunicativa real el individuo de- signado como tal puede estar o no físicamente presente. Teniendo en cuenta estos parámetros (presencia/ausencia, locuencia/no-locuencia), es posible distinguir diferentes clases de receptores alocutarios. Consideremos en primer lugar el caso más habitual, el de nuestros intercambios orales cotidianos. En ellos, locutor y alocutario(s) están presentes y alternan sus papeles en la relación de interlocución. Re- cordemos aquí que en el proceso de la comunicación queda estableci- da, como afirma Benveniste, una polaridad de las «personas». Esta polaridad que no significa igualdad ni simetría, indica complementa- riedad entre ambas (una no es posible sin la otra) y reversibilidad en los roles (en el intercambio lingüístico, los roles se invierten indefini- damente de manera que yo se transforma en tú y viceversa). En pala- cación» y, por otra parte, que «destinatario se opone a oyente en el mismo sentido en que emisor contrasta con hablante: un oyente es todo aquel que tiene la capacidad abstracta de comprender un determinado código lingüístico; el destinatario es la per- sona a la que está dirigido unmensaje». En este sentido, señala la autora, «no puede considerarse destinatario a un receptor cualquiera, o a un oyente ocasional: alguien que capta por casualidad una conversación no es su destinatario. El destinatario es siempre el receptor elegido por el emisor. Pero no solo eso: además el mensaje está construido específicamente para él. Este hecho es de capital importancia ya que 'con- diciona en gran medida la forma del mensaje: no es lo mismo hablar a un adulto o a un niño, a un amigo de la infancia o a alguien a quien apenas se conoce, a un especia- lista en unamateria o a un profano en ella... Incluso, el escritor que ni conoce ni tiene fisicamente presentes a sus posibles receptores, prefigura una imagen ideal del tipo de personas a quienes le gustaría que estuviera dirigida su obra y se construye un modelo de destinatario.» (Escandell Vidal, M. V., 1996, op. cit., págs. 26-27). Observaciones similares respecto de la distinción alocutario/destinatario versus oyente, pueden en- contrarse en Ducrot, O. y Schaeffer, J. M., 1998, Nuevo diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje, Madrid, Arrecife, pág. 668. i todo a "mí" se vuelve mi eco al que digo tú y que me dice tú Un segundo caso es el de la conferencia o clase magistral, En ella, el alocutario está físicamente presente pero, contrariamente a lo que ocurre en la conversación de todos los días, este personaje no tiene aquí la posibilidad de responder (al menos no, durante la enunciación del locutor o hasta que éste le dé su autorización para hacerlo). En efecto, la situación comunicativa es, en este caso, asimétrica. La circunstancia inversa es la que se presenta en la comunicación telefónica. En ella, el alocutario está físicamente ausente pero puede, en cambio, responder en forma inmediata alternando su papel con el de su interlocutor en el intercambio comunicativo. Finalmente, en la comunicación por escrito (cartas, mensajes elec- trónicos, faxes, etc.), el alocutario está físicamente ausente pero ade- más es no-locuente: su respuesta, en la que se asumirá el papel de lo- cutor, aparece aquí necesariamente diferida. 1- Pero, como afirmábamos más arriba, el alocutario no es el único tipo de receptor posible del mensaje del locutor. Otros receptores, no- alocutarios, deben ser tenidos en cuenta. Siguiendo a Kerbrat-Orec- chioni, y dentro de esta categoría no alocutaria distinguiremos desti- natarios indirectos (previstos) y receptores adicionales (no previstos) y agregaremos, por nuestra parte, un último tipo de receptor no alo-: cutario, los destinatarios encubiertos. 4.2. Destinatarios indirectos 1 Por ser un receptor no alocutario, el destinatario indirecto no for- ma parte de la relación de interlocución propiamente dicha y es por ello que nunca se lo designa con las formas de segunda persona. Pero si esto es así, su presencia está claramente prevista por el locutor del discurso, y muchas veces funciona como testigo o cómplice del inter- cambio comunicativo. Es lo que ocurre, por ejemplo, en el caso de los 17 Benveniste, É. [1966] (1971), Problemas de lingüistica general; 1, México, Si- glo XXI, pág. 181. Escaneado con CamScanner 50 Temas y problemáticas: concursos o de las defensas de Tesis en los que el público, testigo de la situación comunicativa entre el concursante/tesista y su jurado, actúa como destinatario indirecto (i.e. como receptor no-alocutario previsto). Aun cuando no se dirijan a él, i.e. no lo constituyan como el alocutario o destinatario directo de la enunciación, todos saben de su presencia, la que puede incluso llegar a determinar la forma y/o el contenido de los discursos producidos. Se recordará aquí, al respecto, el famoso ejemplo de H. P. Grice 18 en el que dos adultos A y B están conversando en presencia de un niño y en el que A se expresa de ma- nera deliberadamente oscura con la esperanza de que B entienda lo que él dice sin que el niño se entere de ello. Si bien Grice presenta esta situación como un caso de implicatura conversacional particula- rizada («al efectuar su contribución conversacional de esta manera, A está implicando que el contenido de su mensaje no tendría que ser compartido por nadiemás» 19), es posible constatar que en ella solo B es constituido como el alòcutario o destinatario directo de A; el niño, cuya presencia es precisamente la que motiva la oscuridad deliberada en el discursode A cumple, en cambio, solo el papel de destinatario indirecto. 1 Ahora bien, la presencia de este tipo de destinatarios no solo pue- de determinar (esto es, modificar, oscurecer) la forma o contenido del discurso del destinador. En ocasiones, su presencia deja incluso claras huellas en la superficie del discurso. Es lo que ocurre, por ejemplo, en los reportajes radiales a personalidades públicas donde es frecuente que el periodista se dirija a su entrevistado (i.e., su alocutario) lla- mándolo, en reiteradas ocasiones durante la entrevista, por su nombre completo y/o cargo o función. Es evidente que estas repeticiones constantes no están destinadas al aloculario (salvo casos extremos, éste sabe cómo se llama y qué cargo ocupa). Su función es que la au- diencia (i.e. el destinatario indirecto) pueda, al cabo de pocos minutos 18 Grice, H. P. [1975] (1995), «Lógica y Conversación», en Valdés Villanueva, L (ed.), La búsqueda del significado, Madrid; Tecnos, págs. 511-530. 19 Ibid., pág. 527, La comunicación ungüística: sus factores constitutivos 51 de escucha, identificar al interlocutor del periodista.. Se observará que en el reportaje televisivo estos apelativos son mucho menos frecuen tes. Es que en éste, el periodista sabe que para poder identificar a su entrevistado alocutario, su receptor no alocutario previsto (i.e. el dest tinatario indirecto televidente) cuenta no solo con la voz sino también con la imagen del personaje público en cuestión y el epígrafe que ca- da tanto aparece al pie de la pantalla. Subrayemos, por último, que en la medida en que la presencia del destinatario indirecto está prevista por el locutor, no es extraño que su status enunciativo se modifique en el transcurso de la situación comunicativa. De destinatario indi- recto, testigo de la relación interlocutiva entre periodista y entrevista- do, la audiencia puede en ciertos momentos transformarse en el alo- cutario o destinatario directo del periodista. Las formas de segunda persona y, en el caso de la televisión, también la mirada del periodista hacia la cámara, le serán entonces destinadas con el fin de constituirla como tal. 4.3. Receptores adicionales Muy diferente es el caso de los receptores adicionales 20A dife- rencia de los destinatarios indirectos (con quienes comparten el status de no alocutarios), éstos no están previstos por el locutor por lo que su presencia (posible, por cierto) no deja ninguna huella en el discur- so. De hecho, este tipo de receptores no entra dentro de la categoría de destinatarios. Un caso característico de este tipo de recepción (muy habitual, sin duda, en los lugares públicos) es el de las escuchas telefónicas o el de las cámaras ocultas. En estas situaciones, en efecto, el locutor no sabe que está siendo escuchado u observado por receptores adicionales y es precisamente en ello en lo que reside la «virtud» de estos métodos de espionaje. 20 A veces, también se los denomina oyentes ocasionales. Cf., por ejemplo, Es- candell Vidal, M. V. (1996), op. cit., pág. 27. Escaneado con CamScanner 52 Temas y problemáticas Otro tanto ocurre si se nos escucha detrás de una puerta o si una carta es leída, a hurtadillas, por alguien a quien no le ha sido destina- da. Notemos, al respecto, que este tipo de recepción (adicional, no prevista) es cada vez menos frecuente con los nuevos métodos de comunicación escrita (fax, correo electrónico). En efecto, dadas las características formales de recepción de este tipo de mensajes (i.e. el locutor es consciente de que su mensaje puede llegar a una máquina o a un ordenador que en muchos casos será común y accesible a una gran variedad de personas), se sabe que éstos pueden, sin ningún tipo de dificultad, ser leídos por otras personas además de por aquella a la que explícitamente están destinados. La forma y el contenido del texto enviado estarán sin duda influidos por ese saber. Por consi- guiente, más que de receptores adicionales conviene, en este caso, hablar de destinatarios indirectos. Consideremos para concluir, la cuestión de la comunicación tea- tral. Tal como lo habíamos adelantado, se presentan aquí, por lo me- nos, dos niveles de recepción diferentes: un primer nivel, intra- escénico, en el que los actores/personajes dialogan entre sí alternán- dose los papeles de locutor y alocutario; y un segundo nivel, el de la relación con el público, en el que éste es el receptor no alocutario previsto, esto es, el destinatario indirecto de lo que ocurre en 'escena. Estos dos niveles básicos de recepción teatral pueden modificarse o incluso complejizarse. Así, por ejemplo, en el nivel intra-escénico, es posible además, la presencia de destinatarios indirectos (ie,, otros actores/personajes están presentes en escena pero sólo como testigos de una determinada situación comunicativa) y de receptores adicio- nales, No prevista por los interlocutores en escena, la presencia indis- creta de estos últimos es sin embargo evidente y significativa en el segundo nivel de recepción, el del público. Por último, en lo que res- pecta al funcionamiento enunciativo del monólogo y del soliloquio, dos recursos habituales del discurso teatral, señalaremos, siguiendo a Kerbrat-Orecchioni, que si ambos tienen en común el nivel de recep- ción con el público y la no presencia de actores/alocutarios a nivel intra-escénico, se los puede diferenciar por la existencia (en el caso .5 53 La comunicación lingüística: sus factores constitutivos del monólogo) o la ausencia (en el del soliloquio) de uno omás re ceptores adicionales en escena... 4.4. Destinatarios encubiertos j Para completar el panorama de la recepción, es necesario tomar · ́en consideración un último grupo de destinatarios: el encubierto. Ca racterístico fundamentalmente (pero no solo) del discurso político, este destinatario puede definirse como aquel personaje discursivo que a lo largo del discurso es constituido como una no-persona2 como el Tercero del que se habla pero al que sin embargo se le destinan actos (de advertencia, de amenaza o de desautorización de voz) ocultos en complejos ilocucionarios 22. 21 Al igual que el de la publicidad, el discurso político tiene una cla- ra función persuasiva. Como afirma E. Verón, tanto uno como otro tipo de discurso, <<en virtud del componente persuasivo deben cons truir su legitimidad a partir de un presupuesto de interés: el enuncia- dor no puede sino construirse como interesado en obtener la adhesión del destinatario»> 23. Sin embargo, y a pesar de ello, el dispositivo de enunciación es notablemente diferente en uno y otro caso. En efecto, -| 21 Para la caracterización de la no-persona y su diferenciación respecto de las per- sonas del discurso, véase más adelante, Cap. III, § 5.1.1. Desarrollo de las principa- les diferencias entre «o/tú» y «él/ella». 22 Por complejos ilocucionarios entenderemos aquellos enunciados en los que se presenta una pluralidad de fuerzas ilocucionarias dirigidas simultáneamente a distintos destinatarios. Para su diferenciación de los actos de habla Indirectos (Searle, 1975) y para un estudio de la multidestinación en el discurso político, véase García Negroni,M. M. (1988), «La destinación del discurso político: una categoríamúltiples, en Len- guaje en Contexto I (1/2), págs. 85-110, y García Negroni, M. M. y Zoppi Fontana, M. . (1992), Análisis lingüístico y discurso político. El poder de enunciar, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina. Para una definición y caracterización de las nocio- nes de actos de habla, actos de habla indirectos, fuerza ilocucionaria, verbos realizati- vos, etc. cf. más adelante, Capítulo V: Los actos de habla. 23 Verón, E. (1987), «La palabra adversativa. Observaciones sobre la enunciación. política», en Verón, E., et al., El discurso político. Lenguajes y acontecimientos, Bue- nos Aires, Hachette, pág. 24. Escaneado con CamScanner 54 Temas y problemáticas a diferencia del publicitario, el discurso político supone una multi- destinación simultánea como consecuencia de la cual queda,por ne- cesidad, atrapado en las redes de una doble lectura, de una doble re- cepción, la del partidario/indeciso y la del adversario. Las mismas operaciones discursivas son en él, susceptibles de lecturas diferentes, según que su destinatario sea aquel que a lo largo del discurso queda- rá constituido como el destinatario directo (el partidario/indeciso) o como el tercero del discurso, el adversario. En efecto, el discurso po- litico no parece poder constituirse sin adversarios y, por lo tanto, sin una dimensión polémica de la que, en general, carecen tanto el dis- curso de la publicidad como el de la información 24. Quizás más que cualquier otra clase de discurso, el político se construye a través de lo ya dicho, en relación con lo cual toma posición (ya como réplica des- calificadora, ya como anticipo de futuras y posibles réplicas polemi- zadoras). Persuasivo y polémico a la vez, el discurso político se caracte- riza asimismo, como ya dijimos, por su multidestinación simultánea. Efectivamente, en él, no solo se construye la imagen del destinatario directo, aquel a quien se habla explícitamente (cf. marcas léxicas de interpelación: formas de segunda persona, vocativos) y que quedará finalmente incluido en el mismo grupo de identificación del locutor (cf. formas del nosotros inclusivo25), sino también la de aquellos a quienes también se hablan sin nunca ser interpelados claramente como tales y que por lo tanto quedarán excluidos de aquel grupo glo- "En el caso del discurso informativo, el único «enemigo» concebible es, según E. Verón, el no-saber, la falsedad o la falta de información pero, a diferencia de lo que ocurre en el discurso politico, ese enemigo es necesariamente común al locutor y a to- dos sus destinatarios. En el caso de la publicidad, por su parte, aun cuando se conside- re que el enemigo está constituido por el producto competidor, su estatuto discursivo es radicalmente diferente al del enemigo politico por cuanto el discurso de la publici- dad no está sometido a la restricción estructural de la doble recepción del partidario y del adversario, * Se denomina así a la forma del nosotros que incluye al tú alocutario (ie., yo+tú (46)). El nosotros buclusivo se distingue así del nosotros exclusivo (i.e., yo tél). La comunicación lingüística: sus factores constitutivos 55 balizador. Por cierto, para el enunciador político (i.e. el locutor), no solo es importante garantizarse el apoyo de quienes constituyen sus adherentes o seguidores y obtener el de los indecisos (función de per suasión), sino también dirigirse a sus adversarios (función polémica) para destinarles actos de advertencia, amenaza o simplemente para desautorizar su voz o su accionar 26. Este último protagonista (los adversarios) puede recibir en los di ferentes discursos, distinto tratamiento enunciativo. Variadas son las estrategias para aludir o dirigirse a ellos, pero todas coinciden en que nunca se los constituye más que como el tercero discursivo. De tal manera, no entran en el circuito comunicativo, no se les da voz y por lo tanto tampoco derecho a réplica pues, en la superficie del enuncia do, no se les está hablando: nunca hay interpelación en segunda per sona ni inclusión en el colectivo de identificación (i.e., nosotros in clusivo). Consideremos, a modo de ejemplo, el siguiente fragmento tomado del discurso de J. D. Perón, pronunciado el 20 de junio. de 1973: Los que ingenuamente piensan que pueden copar nuestro Movi- miento o tomar el poder que el Pueblo ha reconquistado, se equivo- can... Nos encontramos aquí en presencia de un complejo ilocucionario: una primera fuerza de aserción (obsérvese el uso del presente de indi cativo en la proposición principal, se equivocan) aparece dirigida a un destinatario explícito, definido al comienzo del discurso por el voca 26 Para E. Verón (1987, op. cit., págs. 17-18), el discurso político es a la vez «un discurso de refuerzo respecto del prodestinatario, de polémica respecto del contrades- tinatario y de persuasión solo en lo que concierne el paradestinatario. En la economla discursiva de los intercambios políticos, las tres funciones son igualmente importan tes». Como puede observarse, plurifuncionalidad (de refuerzo, persuasión y polémica) ýmultidestinación (al prodestinatario -el destinatario positivo-, al contra-destina- tario el otro negativo y al paradestinatario-los indecisos-) son también, en la perspectiva de E. Verón, dos aspectos fundantes y centrales en este tipo de discurso, constitutivos de su sentido. 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