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Negroni y Tordesillas La comunicación lingüística - Romi Scuderi

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CAPÍTULO II
LA COMUNICACIÓN LINGÜÍSTICA: SUS FACTORES
CONSTITUTIVOS
INTRODUCCIÓN
Tanto en el paradigma estructural como en el de la pragmática, se insiste en las
relaciones que existen entre el lenguaje y la comunica- ción. A menudo, y entendida como
la utilización de un código para la transmisión de información entre un emisor y un receptor, la
comuni- cación ha sido considerada a menudo como la función central del len- guajo. Pero función
central no significa única función. En este senti- do, uno de los desarrollos más importantes
lo constituye, sin duda, el estudio de las funciones del lenguaje impulsado, entre otros',
por Karl Büklōr y Roman Jakobson (1896-1982). En este capítulo, presentare-
mos pues una breve síntesis del análisis de las funciones lingüísticas formuladas por
Bühler en 1934, para luego introducir la modificación y ampliación que años más tarde,
en 1960, propondría Jakobson. La gran difusión e influencia que estos
esquemas clasificatorios han ejer- cido en el ámbito de los estudios lingüísticos
posteriores provocaron también algunas críticas y nuevas caracterizaciones del escenario co-
>
'Para otros estudios sobre las funciones descriptiva, social y expresiva del len- guaje, ver por
ejemplo los trabajos de Vossler (1932), Gardiner (1932), Malinowski [1930] (1964), Firth (1950), Halliday
[1970] (1975).
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Temas y problemáticas municativo. Es por ello que incluimos también aquí la propuesta de
Catherine Kerbrat-Orecchioni (1943). Su crítica, en particular res- pecto de las fases de emisión y
recepción, será finalmente, el punto de partida que tomaremos para analizar, en la última
sección, el múltiple polifacético ámbito de la destinación. La complejidad de la
instan- cia emisora y la polifonía de voces que en el enunciado aparecen puestas en escena
por el locutor será abordada en detalle en el capí-. tulo VI.
La comunicación lingüística: sus factores constitutivos
37
EXPRESIÓN
Emisor
Objetos y relaciones
REPRESENTACIÓN
S
CUADRO 1
APELACIÓN
Receptor
梅
1. EL ESQUEMA DE LA COMUNICACIÓN SEGÚN BÜHLER
A mediados de los años 30, y retomando una descripción pro- puesta por Platón en el
Cratilo (diálogo sobre el origen del lenguaje), el filósofo y psicólogo alemán Karl Bühler
caracteriza al lenguaje como un Organon, como una herramienta de la que se sirven los ha-
blantes de una lengua para comunicarse entre sí2. Para ello, establece una clasificación del
acto verbal haciendo hincapié en sus tres com- ponentes esenciales el emisor, el receptor y la
situación externa (objetos y relaciones) a la que se hace referencia en la
comunicación. A partir de esta clasificación que, como afirma Lyons (1980:
51), pre- senta un evidente paralelismo con el análisis tradicional de la situa- ción típica de la
enunciación como un drama de tres personajes (emi- sor, receptor y mundo del que se
habla), Bühler caracteriza las tres
funciones fundamentales que, en su opinión, tiene el lenguaje. Según cual de los tres
componentes del proceso de comunicación obtenga prioridad en la enunciación, la función de
los distintos enunciados de la lengua será primariamente expresiva, apelativa o
representativa3.
Bühler, K., [1934] (1961), Teoría del lenguaje, Madrid, Revista de Occidente. En efecto, tal como lo
subraya el propio Bühler, son pocos, si los hay, los enun- clados que posean una sola de estas funciones
con exclusión de las demás.
El modelo del Organon de Bühler (1934)
y las funciones semánticas del signo lingüístico
La determinación y caracterización de los tres componentes del acto verbal y de la triple
funcionalidad del lenguaje resulta asimismo pertinente para la distinción que el autor alemán
establece entre sín- tomas, símbolos y señales. En efecto, en la perspectiva de Bühler, el signo
lingüístico es complejo: es a la vez «símbolo en virtud de su or- denación a objetos y relaciones;
síntoma (indicio) en virtud de su de- pendencia del emisor, cuya interioridad expresa, y señal en
virtud de su apelación al oyente, cuya conducta externa o interna dirige como otros signos
de tráfico»>4.
2. EL ESQUEMA DE JAKOBSON
El esquema tripartito de Bühler fue modificado en 1960 por R. Jakobson quien lo amplió al
incorporarle tres nuevos factores. En efecto, según el punto de vista adoptado por este autor,
uno de los
4 Bühler, K., op. cit., pågs, 51-52.
5
Jakobson, R. (1960), «Linguistics and Poetics», en T. A. Sebeok (ed.), Style in Language, Cambridge, MIT
Press. Traducción española; «Lingüística y Poética», en Jakobson, R. (1975), Ensayos de lingüística
general, Barcelona, Seix Barral.
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Temas y problemáticas
teóricos más importantes de la Escuela de Praga, en el acto de comu- nicación verbal también
intervienen, además del emisor, del receptor y del mundo (objetos y relaciones), el código, el
mensaje y el canal o contacto establecido entre los interlocutores.
En otras palabras, para que el emisor, aquí llamado destinador, pueda enviarle un mensaje a
su receptor o destinatario deben cum- plirse varias condiciones.
. El mensaje debe tener un cierto contenido que pueda ser captado por el destinatario.
En este sentido, el mensaje tiene que tener un contexto o, dicho de otro modo, debe hacer
referencia a una determi- nada realidad susceptible de ser verbalizada.
Además del contexto, construir y recibir un mensaje supone que destinador y destinatario
comparten un mismo código. Las activida- des de codificación y decodificación que ambos llevan
a cabo solo pueden concebirse si se admite que ambos poseen (total o parcial- mente) un
código en común.
Por último, para que el imensaje pueda llegar al destinatario es he- cesario que exista un canal
fisico (el aire, a través del cual se trans- miten las ondas sonoras, si se trata de la comunicación
oral; el cable, si se trata es de la comunicación telefónica o del correo electrónico, por ejemplo) así
como también una determinada conexión psicológica entre los dos interlocutores. En otras
palabras, para que la comunica- ción verbal pueda establecerse y mantenerse con éxito, es
necesario que ambos sujetos estén en contacto.
6 Al poner el acento tanto en el sistema de la lengua como en la función que ese sistema posee
(i.e. la lengua es un instrumento de la comunicación, un medio para obtener ciertos fines), los
lingüistas del Círculo lingüístico de Praga no solo retoman y desarrollan algunas de las ideas
esenciales de F. de Saussure (la noción de sincronía, de sistema, el papel de la lengua en la
comunicación humana, etc.) sino que se cons- tituyen en el punto de partida de las diferentes
corrientes estructuralistas y funciona listas en ciencias humanas del siglo xx. Además de Jakobson,
pertenecen a esta es- cuela fundada en 1928, V.Mathésius, N. Troubetzkoy, A.Martinet, J. Firbas, entre
fotros.
La comunicación lingüística: sus factores constitutivos
Destinador
ContextoMensaje
Contacto
Código
CUADRO 2
Destinatario
Los factores inalienables de la comunicación verbal según R. Jakobson (1960)
39
Ahora bien, puesto que cada uno de estos seis componentes puede ser el centro de la
enunciación, Jakobson añade a las tres funciones ya identificadas por Bühler (a las que
rebautiza, respectivamente, como expresiva, conativa y referencial) otras tres,
denominándolasmeta- lingüística, fática y poética.
• La función referencial o denotativa, centrada en el contexto de referencia, concierne el aspecto
puramente informativo vehi- culizado por el mensaje.
• La función expresiva o emotiva, centrada en el destinador, co- rresponde a la huella del
emisor en su mensaje. Las lenguas disponen de diferentes procedimientos para realizar esta
fun- ción pero es sin duda en la interjección donde ésta se mani- fiesta con mayor claridad. Se
observará no obstante que el destinador puede utilizar otros medios (tanto fónicos como
gramaticales y léxicos) para expresar sus reacciones emocio nales respecto de los
contenidos de su mensaje. La entona ción (para manifestar enojo o alegría, por ejemplo), la
elec-ción de ciertas palabras, la estructuración de la oración o incluso la organizaciónmisma del
discurso en su totalidad constituyen a menudo claras 'indicaciones de la actitud emo- cional del
destinador.
La función conativa, orientada hacia el destinatario, halla su más pura expresión en el empleo del
vocativo y del imperativo, forma verbal, esta última, destinada no a transmitir una in- formación
sino a obtener un determinado comportamiento del destinatario. Las órdenes y los pedidos, los
ruegos y las
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Temas y problemáticas
plegarias, las fórmulas religiosas y mágicas constituyen, en- tre otras, formas que ponen
de manifiesto la función incitati- va o conativa del lenguaje y ello, aun en los casos en los
que el destinatario sea un ser inanimado o imaginario (lo impor- tante es que en el discurso
se presente a ese destinatario co- mo teniendo acceso al poder de la palabra). Como
puede ob- servarse, la función conativa está muy ligada al uso del lenguaje para
conseguir algún efecto práctico, es decir a lo que comúnmente se llama su función
instrumental.
• Centrada en el código, la función metalingüística refleja la con- ciencia que el locutor tiene del
mismo y es la que prevalece en aquellos enunciados destinados a verificar que los
interlo- cutores emplean la misma lengua o dialecto o que usan ex- presiones de la lengua de
una misma manera. Si decimos, por ejemplo, No comprendo qué quiere usted decir con
eso o La', inflación, en el sentido técnico del término, es la excesiva emisión de billetes
en reemplazo de moneda o La palabra 'perro' tiene cinco letras estamos haciendo
referencia a ciertos aspectos de la lengua que utilizamos. Así pues, y en la medida en que
en esos enunciados se alude, respectivamente, a las implicaciones y sobreentendidos
que un discurso puede tener, al sentido específico en que es utilizado un término y a la
forma de una determinada palabra, su función es funda- mentalmente metalingüística: en
mayor o menor medida, en todos ellos, el lenguaje es utilizado para hablar del lenguaje
mismo.
La función metalingüística, que juega un papel central tanto en la adquisición de la lengua
materna como en la de las len- guas segundas y extranjeras, es específica del lenguaje hu-
mano'. Este es, en efecto, el único sistema semiótico que po- see la capacidad de hacer
referencia a su propio código.
? La capacidad metalingüística se manifiesta bajo formas muy diversas y algunas de ellas se
desarrollan solo recién después de los cuatro años (ejemplos de estas capa-
La comunicación lingüística: sus factores constitutivos
།”
41
• La función fática, orientada hacia el contacto o canal de comu- nicación, es la que
se manifiesta en aquellos enunciados que sirven para abrir o a mantener abierto el canal,
para cercio- rarse de que el canal funciona, para llamar la atención del interlocutor o para
confirmar si su atención se mantiene. De- cir Hola, por ejemplo al levantar el auricular del
teléfono, es producir un mensaje cuya significación no es otra que la de indicar que el
contacto ha quedado instaurado. Una función similar es la que cumplen enunciados del tipo Sí,
sí, te escu- cho o Ajá, claro. Muy frecuentes en la conversación cotidia- na, estos enunciados
son utilizados, en efecto, para indicar o confirmar que el canal se mantiene abierto y que, por
lo tan- to, el contacto entre los interlocutores sigue estando vigente. Por último, la función
poética se define como la función comu- nicativa orientada hacia el mensaje mismo.
Comprendida en sentido amplio, esta función no se limita soló a la poesía sino que se
manifiesta también en todo uso artístico o creador de la palabra. La publicidad o la propaganda
política recurren amenudo a ella y en el empleo cotidiano de la lengua aparece también con
frecuencia. Recordemos al respecto el ejemplo que propone Jakobson:
«"Por qué dices siempre Ana y María y nunca María y Ana? ¿Acaso quieres más a Ana
que a su hermana gemela?”. “No, lo que ocurre es que suena mejor". En una secuencia de
dos nombres coordinados, mientras no haya interferencia de cuestiones de rango, la
precedencia del nombre más corto cae mejor al hablante, como una configuración bien
ordenada del mensaje del que él no puede dar razón».
1
cidades son los juicios sobre la adecuación pragmática o sobre la corrección léxica y sintáctica de los
discursos).
& Jakobson, R. (1975), op. cit., pág. 358.
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·Temas y problemáticas . El cuadro 3 reproduce el esquema precedente
reemplazando cada factor por la función lingüística que le corresponde.
Emotiva
Referencial
Poética
Fática
Metalingüística
CUADRO 3
Conativa
Las seis funciones del lenguaje según R. Jakobson (1960)
Subrayemos para finalizar que estas distintas funciones no se pre- sentan en general
aisladas. De hecho, lo más habitual es que un mis- mo mensaje cumpla varias funciones a
la vez: así, por ejemplo, en un poema (en el que evidentemente es la función poética la
que prevale- ce) pueden manifestarse también la función expresiva o la referencial. Por su
parte, si utilizamos una interjección como ¡Ay! no solo expre- samos un cierto sentimiento
(función emotiva), sino que también informamos a nuestro destinatario que ese sentimiento es de
dolor (función referencial). Como afirma Jakobson, «la diversidad [de los mensajes] no
está en un monopolio por parte de alguna de estas varias funciones, sino en un orden
jerárquico de funciones diferentes. La estructura verbal de un mensaje depende, primariamente,
de la fun- ción predominante»>".
3. ALGUNAS CRÍTICAS AL MODELO DE JAKOBSON
Consideremos una vez más el esquema general de la comunica- ción verbal y detengámonos
unos instantes en algunas de las críticas y observaciones que su formulación y
caracterización ha suscitado.
En su libro La Enunciación. De la subjetividad en el lenguaje, Kerbrat-Orecchioni llama la
atención sobre algunos puntos proble-
9 Jakobson, R. (1975), op. cit., pág. 353.
La comunicación lingüística: sus factores constitutivos
43
máticos en los que tanto el modelo propuesto por Jakobson como el que ella misma
sugiere resultan insuficientes o incluso inadecuados 10. Entre ellos, merecen destacarse el
problema de la homogeneidad del código, la cuestión de la unicidad del canal, el estatismo
y esquemati- cidad de la propuesta en su conjunto que no permite dar cuenta de ciertas
propiedades características de la comunicación verbal y, por último (last but not least), la
simplicidad con la que las instancias emisora y receptora" quedan en ella definidas.
Respecto del primer punto, Kerbrat-Orecchioni hace notar que contrariamente a lo que el
singular de la palabra «código» haría supo- ner, los participantes de la comunicación nunca
hablan exactamente la misma lengua, aun cuando pertenezcan a la misma comunidad lin-
güística. Este modelo, en el que la competencia del hablante queda identificada con la del
oyente, no es más que una idealización teórica ya que, de hecho, en la comunicación
existen frecuentes disimetrías entre producción e interpretación y la intercomprensión
entre los ha- blantes es solo relativa y gradual. Siguiendo a Kerbrat, admitiremos pues, que
la comunicación se basa no sobre la existencia de un único
10 Para el detalle de la propuesta de C. Kerbrat-Qrecchioni, remitimos al lector a su libro La
Enunciación. De la Subjetividad en el lenguaje, Buenos Aires, Hachette, 1986, págs. 17 ss. (original:
L'énonciation. De la subjectivité dans le langage, Paris, Armand Colin, 1980). Señalemos, no obstante,
que su modelo es más preciso que el de Jakobson, en particular en lo que se refiere al papel que juegan los
interlocutores en la elaboración del sentido. A tal efecto, la autora introduce, además de las competen- cias
lingüísticas y paralingüísticas respectivas, las competencias ideológicas y cultu- rales de ambos,
sus determinaciones "psi-" (psicológicas y psicoanalíticas) y diferen- tes modelos de producción e
interpretación. Para otros comentarios y observaciones sobre el esqueinade la comunicación y sus
distintos componentes, ver por ejemplo, Soutet, O. (1995), Linguistique, París, PUF (sobre todo,
págs. 103-109 y 149-156), Baylon Ch. y Mignot; X. (1995), Sémantique du langage, Parls, Nathan
(sobre todo, págs. 7-15 y 183-187), Escandell Vidal, M. V. (1996), Introducción a la prägmática,
Barcelona, Ariel (sobre todo cap. 2).
[] Téngase en cuenta que en la propuesta de Kerbrat-Orecchioni las instancias emisora y
receptora corresponden, en la terminología de Jakobson, a destinador destinatario, respectivamente.
y
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Temas y problemáticas codigo compartido sino sobre la de dos idiolectos mutuamente
com- patibles 12
La caracterización del canal como único, por su parte, resulta asimismo deficiente ya que, al menos
en la oralidad, la comunicación es sin duda multicanal. En efecto, el mensaje no solo es
verbal: en nuestros intercambios cotidianos, los comportamientos paraverbales (gestos, mímica,
direccionalidad de la mirada, entre otros) revisten una importancia a veces central y es por
ello que las competencias lingüística y paralingüística no pueden ser disociadas en el
estudio de la comunicación humana.
En lo que respecta al estatismo y esquematicidad del modelo en su conjunto, observaremos,
siguiendo a Kerbrat, que éste no permite dar cuenta de las propiedades de reflexividad,
simetría y transitividad características de la comunicación verbal. En efecto, y dado que todo
emisor o destinador de un mensaje es al mismo tiempo su primer re- ceptor o destinatario, la
comunicación es reflexiva. Por otra parte, y en la medida en que el receptor funciona al
mismo tiempo como emi- sor en potencia, la comunicación lingüística es simétrica. Esto no sig-
nifica evidentemente que los interlocutores desempeñen siempre al- ternativamente los papeles
de emisor y receptor: ésta no es más que una simplificación, aceptable como mucho cuando
de lo que se trata es solo de los comportamientos verbales. De hecho, cuando se tienen en
cuenta los otros tipos de comportamientos que intervienen en nuestros intercambios
lingüísticos cotidianos, se observa que al mis- mo tiempo que del lado del emisor entran en
juego su competencia verbal de codificación y su competencia paraverbal de codificación
y decodificación de los comportamientos (activos) del receptor, del la- do de este último
interviene no solo su competencia verbal de decodi- ficación (pasiva) sino también su
competencia paraverbal de decodi- ficación y codificación. Finalmente, y respecto de la
transitividad de la comunicación, esto es de la posibilidad de que un emisor x pueda
12 Al respecto, ver también Fuchs, C. y Le Goffic, P. (1992), Les linguistiques contemporaines, Paris,
Hachette, sobre todo cap. 11, «Énonciation et Pragmatique»..
La comunicación lingüística: sus factores constitutivos
45
transmitir a un receptor y un cierto contenido c, y este receptor y pue- da a su vez en tanto
emisor transmitir c a otro receptor z, subrayare- mos que es esta propiedad la que explica que el
lenguaje humano pueda funcionar como instrumento privilegiado para la transmisión del
saber.
Específicas de la comunicación verbal, estas tres propiedades permiten oponerla a otros tipos
de comunicaciones semióticas. Con- sidérese, por ejemplo, el caso de los mensajes que se leen en
los car- teles de señalización urbana: la comunicación aquí no es ni reflexiva -un cartel no se habla nunca a
sí mismo, ni simétrica -la res- puesta del receptor no se produce a través del mismo código—, ni
mucho menos transitiva.
3.1. A propósito de las fases de emisión y de recepción
"
Un último reproche que puede formulársele al esquema propuesto por Jakobson concierne
la simplificación extrema con la que quedan caracterizados destinador y destinatario, o en
términos de Kerbrat- Orecchioni, los polos de la emisión y de la recepción, respectiva- mente. En
efecto, si la presentación del lingüista de Praga permite, hasta cierto punto, dar cuenta del caso más
simple, esto es, el de la comunicación cara a cara entre dos individuos 13, muchísimas situa- ciones de
comunicación cotidiana no quedan con ella adecuadamente explicadas.
que
Consideremos, en primer lugar, la fase de la emisión. Es fácil ver en muchos casos, por
ejemplo cuando se reproduce en estilo di-
13 Se observará que aun en el caso de la comunicación cara a cara, el locutor nun- ca se expresa en
forma directa sino que siempre lo hace a través de la puesta en escena de puntos de vista (i.e., los
enunciadores) respecto de los cuales adopta distintas act?- tudes. Cf. más adelante Capítulo VI, §4. La
teoría polifónica de la Enunciación, Del lado de la recepción, y tal como veremos a continuación, también es
necesario distin- guir grados y niveles diversos: un mismo mensaje puede, en efecto, estar destinado a
diferentes receptores por lo que resulta necesario diferenciar la figura del alocutario o destinatario directo
de la del destinatario indirecto y del encubierto. Ver Infra §4. El ámbito de la recepción y las distintas
categorías de destinatarios.
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Temas y problemáticas
recto el discurso de otro locutor" o cuando se habla en nombre o en representación de otra
persona o institución (caso del portavoz), el desdoblamiento de la instancia emisora se
torna pertinente y necesa- rio. En otros, resulta imprescindible, incluso, establecer una
cadena en la que distintos individuos van ejerciendo en forma
sucesiva el pa- pel del emisor. Es lo que ocurre, por ejemplo, en la comunicación
teatral donde nos vemos obligados a admitir la existencia de una larga cadena de emisión: autor
(o destinador original), director de la puesta en escena, iluminador, actores, decorador,
constituyen los distintos emisores responsables (en grados y ámbitos diversos, por cierto)
del. mensaje teatral, mensaje que a su vez presenta por lo menos dos ni- veles de recepción
diferentes (cf. infra § 4.3. Receptores adicionales). Pero no solo en estas situaciones resulta
conveniente establecer dis- tinciones y precisiones en el ámbito de la emisión. En el proceso
enunciativo, variadas son las facetas y actitudes que el locutor's de un
14 Ver de todos modos más adelante (Capitulo VI, § 2. El camino hacia la polifo- nia de Ducrot: el discurso
reproducido) el análisis que desde la teoría de la Polifonla enunciativa se reserva a los distintos tipos de
discursos referidos. Ver en especial la caracterización del discurso referido en estilo directo como un caso de doble enuncia-
ción, y ello en la medida en que las marcas de primera persona presentes en el enun- ciado no remiten
todas al mismo locutor sino a dos locutores diferentes: Li, el respon- sable del enunciado total, y L2, el
responsable del fragmento de discurso citado en estilo directo.
15 A diferencia del término emisor, demasiado vago e impreciso, el de locutor de- signa a aquel
personaje discursivo que según el enunciado mismo es el responsable de la enunciación. Es
con este sentido preciso que lo utilizaremos de aquí en más. Otros lingüistas, entre ellos M. V.
Escandell Vidal, prefierenmantener el término de emisor. Afinnan que si bien el término ha sido
tomado de la teoría de la información, el con- cepto debe entenderse demodo diferente «porque no se
refiere a un mero codificador o un transmisor mecánico de información sino a un sujeto real con sus conocimientos,
creencias y actitudes capaz de establecer toda una red de diferentes relaciones con su entorno» (Escandell
Vida), M. V., 1996, op. cit., pág. 26). La misma autora agrega que la palabra emisor añade algunas
precisiones desde el punto de vista pragmático a hablante. Si un hablante es un sujeto que posee el
conocimiento de una determinada lengua, independientemente de que en un momento dado
actuallce o no ese conoci- miento, un emisor es, en cambio, «el hablante que está haciendo uso de la
palabra en
La comunicación lingüística: sus factores constitutivos
47
discurso puede adoptar, múltiples los grados de adhesión y de distan- cia que
frente a lo que dice estepersonaje discursivo puede manifes- tar. Volveremos sobre ello
en forma detallada cuando abordemos el análisis de los distintos aspectos de la teoría
polifónica de la enuncia- ción (cf. capítulo VI).
Al igual que la del emisor, la del receptor es una categoría teórica compleja por lo que su
caracterización también debe ser afinada. La serie de parámetros que a continuación
introduciremos nos permitirá dar cuenta de los distintos niveles de recepción o de
destinación que un determinado mensaje o discurso puede tener.
4. EL ÁMBITO DE LA RECEPCIÓN Y LAS DIS TINTAS CATEGORÍAS DE DESTINATARIOS
4.1. Alocutarios o destinatarios directos
Una primera gran distinción que debe establecerse en el ámbito de la recepción es
la que opone la figura del alocutario a la de los no- alocutarios.
Compañero del locutor en la relación de interlocución, el alocuta- rio es el personaje
discursivo a quien explícitamente se dirige la enunciación. Las formas de segunda
persona son las que permiten de- signarlo. Pero no solo los pronombres (personales,
posesivos), tam- bién los vocativos y muchas veces la direccionalidad de la mirada del locutor en
la situación comunicativa en cuestión constituyen marcas que lo definen como tal en el discurso.
Con frecuencia se lo llama también destinatario directo 15.
.....
un determinado momento, y lo es solo cuando emite su mensaje» (ibid.). En este sen- tido, según
Escandell Vidal, la de emisor no es una categoría absoluta sino una posi- ción determinada por las
circunstancias.
16 M. V. Escandell Vidal llama destinatario «a la persona (o personas) a la(s) que
el emisor dirige su enunciado y con la(s) que normalmente suele intercambiar su papel en la
comunicación dialogante». Afirma que a diferencia del término receptor, «<la palabra destinatario solo
se refiere a sujetos y no a simples mecanismos de descodifi-
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Temas y problemáticas.
49
la
que,
exterior y
17
La comunicación lingüística: sus factores constitutivos El alocutario puede ser
individual o grupal, puede ser un perso-bras del lingüista francés,
«yo plantea otra persona, naje real, virtual o ficticio, puede ser nominal o
anónimo. Puede tener
o no la posibilidad de responder al locutor, y su respuesta, en caso de producirse, puede
ser inmediata o diferida. Por último, y si bien por su naturaleza enunciativa forma parte
constitutiva de la relación de interlocución (y es esto-reiterémoslo lo que cuenta en la
defini- ción del alocutario), en la situación comunicativa real el individuo de- signado
como tal puede estar o no físicamente presente. Teniendo en cuenta estos parámetros
(presencia/ausencia, locuencia/no-locuencia), es posible distinguir diferentes clases de
receptores alocutarios.
Consideremos en primer lugar el caso más habitual, el de nuestros intercambios orales
cotidianos. En ellos, locutor y alocutario(s) están presentes y alternan sus papeles en la
relación de interlocución. Re- cordemos aquí que en el proceso de la comunicación queda
estableci- da, como afirma Benveniste, una polaridad de las «personas». Esta polaridad que no
significa igualdad ni simetría, indica complementa- riedad entre ambas (una no es
posible sin la otra) y reversibilidad en los roles (en el intercambio lingüístico, los roles se
invierten indefini- damente de manera que yo se transforma en tú y viceversa). En
pala-
cación» y, por otra parte, que «destinatario se opone a oyente en el mismo sentido en que emisor
contrasta con hablante: un oyente es todo aquel que tiene la capacidad abstracta de
comprender un determinado código lingüístico; el destinatario es la per- sona a la que está
dirigido unmensaje». En este sentido, señala la autora, «no puede considerarse destinatario a
un receptor cualquiera, o a un oyente ocasional: alguien que capta por casualidad una
conversación no es su destinatario. El destinatario es siempre el receptor elegido por el emisor.
Pero no solo eso: además el mensaje está construido específicamente para él. Este hecho es
de capital importancia ya que 'con- diciona en gran medida la forma del mensaje: no es lo mismo
hablar a un adulto o a un niño, a un amigo de la infancia o a alguien a quien apenas se conoce, a un
especia- lista en unamateria o a un profano en ella... Incluso, el escritor que ni conoce ni tiene
fisicamente presentes a sus posibles receptores, prefigura una imagen ideal del tipo de
personas a quienes le gustaría que estuviera dirigida su obra y se construye un modelo de
destinatario.» (Escandell Vidal, M. V., 1996, op. cit., págs. 26-27). Observaciones similares respecto de
la distinción alocutario/destinatario versus oyente, pueden en- contrarse en Ducrot, O. y Schaeffer,
J. M., 1998, Nuevo diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje, Madrid, Arrecife, pág. 668.
i
todo a "mí" se vuelve mi eco al que digo tú y que me dice tú
Un segundo caso es el de la conferencia o clase magistral, En ella, el alocutario está
físicamente presente pero, contrariamente a lo que ocurre en la conversación de todos
los días, este personaje no tiene aquí la posibilidad de responder (al menos no,
durante la enunciación del locutor o hasta que éste le dé su autorización para hacerlo).
En efecto, la situación comunicativa es, en este caso, asimétrica.
La circunstancia inversa es la que se presenta en la comunicación telefónica. En ella, el
alocutario está físicamente ausente pero puede, en cambio, responder en forma
inmediata alternando su papel con el de su interlocutor en el intercambio comunicativo.
Finalmente, en la comunicación por escrito (cartas, mensajes elec- trónicos, faxes, etc.), el
alocutario está físicamente ausente pero ade- más es no-locuente: su respuesta, en la que
se asumirá el papel de lo- cutor, aparece aquí necesariamente diferida.
1-
Pero, como afirmábamos más arriba, el alocutario no es el único tipo de receptor posible del
mensaje del locutor. Otros receptores, no- alocutarios, deben ser tenidos en cuenta. Siguiendo a
Kerbrat-Orec- chioni, y dentro de esta categoría no alocutaria distinguiremos desti- natarios
indirectos (previstos) y receptores adicionales (no previstos) y agregaremos, por
nuestra parte, un último tipo de receptor no alo-: cutario, los destinatarios encubiertos.
4.2. Destinatarios indirectos
1
Por ser un receptor no alocutario, el destinatario indirecto no for- ma parte de la relación
de interlocución propiamente dicha y es por ello que nunca se lo designa con las formas
de segunda persona. Pero si esto es así, su presencia está claramente prevista
por el locutor del discurso, y muchas veces funciona como testigo o cómplice
del inter- cambio comunicativo. Es lo que ocurre, por ejemplo, en el caso de los
17 Benveniste, É. [1966] (1971), Problemas de lingüistica general; 1, México, Si- glo XXI,
pág. 181.
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Temas y problemáticas: concursos o de las defensas de Tesis en los que el público, testigo
de la situación comunicativa entre el concursante/tesista y su jurado, actúa como
destinatario indirecto (i.e. como receptor no-alocutario previsto). Aun cuando no se dirijan a
él, i.e. no lo constituyan como el alocutario o destinatario directo de la enunciación, todos saben
de su presencia, la que puede incluso llegar a determinar la forma y/o el contenido de los
discursos producidos. Se recordará aquí, al respecto, el famoso ejemplo de H. P. Grice 18
en el que dos adultos A y B están conversando en presencia de un niño y en el que
A se expresa de ma- nera deliberadamente oscura con la esperanza de que B entienda lo que él
dice sin que el niño se entere de ello. Si bien Grice presenta esta situación como un caso de
implicatura conversacional particula- rizada («al efectuar su contribución conversacional
de esta manera, A está implicando que el contenido de su mensaje no tendría que ser
compartido por nadiemás» 19), es posible constatar que en ella solo B es constituido
como el alòcutario o destinatario directo de A; el niño, cuya presencia es precisamente la que
motiva la oscuridad deliberada en el discursode A cumple, en cambio, solo el papel de
destinatario indirecto.
1
Ahora bien, la presencia de este tipo de destinatarios no solo pue- de determinar (esto es,
modificar, oscurecer) la forma o contenido del discurso del destinador. En ocasiones, su
presencia deja incluso claras huellas en la superficie del discurso. Es lo que ocurre, por ejemplo,
en los reportajes radiales a personalidades públicas donde es frecuente que el periodista
se dirija a su entrevistado (i.e., su alocutario) lla- mándolo, en reiteradas ocasiones durante la
entrevista, por su nombre completo y/o cargo o función. Es evidente que estas
repeticiones constantes no están destinadas al aloculario (salvo casos extremos, éste sabe
cómo se llama y qué cargo ocupa). Su función es que la au- diencia (i.e. el destinatario
indirecto) pueda, al cabo de pocos minutos
18 Grice, H. P. [1975] (1995), «Lógica y Conversación», en Valdés Villanueva, L (ed.), La
búsqueda del significado, Madrid; Tecnos, págs. 511-530.
19 Ibid., pág. 527,
La comunicación ungüística: sus factores constitutivos
51
de escucha, identificar al interlocutor del periodista.. Se observará que en el reportaje televisivo
estos apelativos son mucho menos frecuen tes. Es que en éste, el periodista sabe que para
poder identificar a su entrevistado alocutario, su receptor no alocutario previsto (i.e. el dest
tinatario indirecto televidente) cuenta no solo con la voz sino también con la imagen del
personaje público en cuestión y el epígrafe que ca- da tanto aparece al pie de la pantalla.
Subrayemos, por último, que en la medida en que la presencia del destinatario indirecto
está prevista por el locutor, no es extraño que su status enunciativo se modifique en el
transcurso de la situación comunicativa. De destinatario indi- recto, testigo de la relación
interlocutiva entre periodista y entrevista- do, la audiencia puede en ciertos momentos
transformarse en el alo- cutario o destinatario directo del periodista. Las formas de segunda
persona y, en el caso de la televisión, también la mirada del periodista hacia la cámara, le
serán entonces destinadas con el fin de constituirla como tal.
4.3. Receptores adicionales
Muy diferente es el caso de los receptores adicionales 20A dife- rencia de los destinatarios
indirectos (con quienes comparten el status de no alocutarios), éstos no están previstos por
el locutor por lo que su presencia (posible, por cierto) no deja ninguna huella en el discur-
so. De hecho, este tipo de receptores no entra dentro de la categoría de destinatarios.
Un caso característico de este tipo de recepción (muy habitual, sin duda, en los lugares
públicos) es el de las escuchas telefónicas o el de las cámaras ocultas. En estas situaciones,
en efecto, el locutor no sabe que está siendo escuchado u observado por receptores
adicionales y es precisamente en ello en lo que reside la «virtud» de estos métodos de
espionaje.
20 A veces, también se los denomina oyentes ocasionales. Cf., por ejemplo, Es- candell Vidal, M. V.
(1996), op. cit., pág. 27.
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52
Temas y problemáticas
Otro tanto ocurre si se nos escucha detrás de una puerta o si una
carta es leída, a hurtadillas, por alguien a quien no le ha sido destina- da. Notemos, al
respecto, que este tipo de recepción (adicional, no prevista) es cada vez menos frecuente con
los nuevos métodos de comunicación escrita (fax, correo electrónico). En efecto, dadas las
características formales de recepción de este tipo de mensajes (i.e. el locutor es
consciente de que su mensaje puede llegar a una máquina o a un ordenador que en muchos
casos será común y accesible a una gran variedad de personas), se sabe que éstos
pueden, sin ningún tipo de dificultad, ser leídos por otras personas además de por
aquella a la que explícitamente están destinados. La forma y el contenido del texto enviado
estarán sin duda influidos por ese saber. Por consi- guiente, más que de receptores adicionales
conviene, en este caso, hablar de destinatarios indirectos.
Consideremos para concluir, la cuestión de la comunicación tea- tral. Tal como lo habíamos
adelantado, se presentan aquí, por lo me- nos, dos niveles de recepción diferentes: un primer
nivel, intra- escénico, en el que los actores/personajes dialogan entre sí alternán- dose los
papeles de locutor y alocutario; y un segundo nivel, el de la relación con el público, en el que
éste es el receptor no alocutario previsto, esto es, el destinatario indirecto de lo que ocurre
en 'escena. Estos dos niveles básicos de recepción teatral pueden modificarse o incluso
complejizarse. Así, por ejemplo, en el nivel intra-escénico, es posible además, la presencia
de destinatarios indirectos (ie,, otros actores/personajes están presentes en escena pero
sólo como testigos de una determinada situación comunicativa) y de receptores adicio- nales,
No prevista por los interlocutores en escena, la presencia indis- creta de estos últimos es
sin embargo evidente y significativa en el segundo nivel de recepción, el del público. Por
último, en lo que res- pecta al funcionamiento enunciativo del monólogo y del soliloquio, dos
recursos habituales del discurso teatral, señalaremos, siguiendo a Kerbrat-Orecchioni,
que si ambos tienen en común el nivel de recep- ción con el público y la no presencia de
actores/alocutarios a nivel intra-escénico, se los puede diferenciar por la existencia (en el
caso
.5
53
La comunicación lingüística: sus factores constitutivos del monólogo) o la
ausencia (en el del soliloquio) de uno omás re
ceptores adicionales en escena...
4.4. Destinatarios encubiertos
j
Para completar el panorama de la recepción, es necesario tomar
· ́en consideración un último grupo de destinatarios: el encubierto. Ca racterístico
fundamentalmente (pero no solo) del discurso político, este destinatario puede definirse
como aquel personaje discursivo que a lo largo del discurso es constituido como una
no-persona2 como el Tercero del que se habla pero al que sin embargo se le destinan
actos (de advertencia, de amenaza o de desautorización de voz) ocultos en complejos
ilocucionarios 22.
21
Al igual que el de la publicidad, el discurso político tiene una cla- ra función persuasiva. Como
afirma E. Verón, tanto uno como otro tipo de discurso, <<en virtud del componente persuasivo
deben cons truir su legitimidad a partir de un presupuesto de interés: el enuncia- dor no
puede sino construirse como interesado en obtener la adhesión del destinatario»> 23. Sin
embargo, y a pesar de ello, el dispositivo de enunciación es notablemente diferente en uno y
otro caso. En efecto,
-|
21 Para la caracterización de la no-persona y su diferenciación respecto de las per- sonas del discurso,
véase más adelante, Cap. III, § 5.1.1. Desarrollo de las principa- les diferencias entre «o/tú» y «él/ella».
22 Por complejos ilocucionarios entenderemos aquellos enunciados en los que se presenta una
pluralidad de fuerzas ilocucionarias dirigidas simultáneamente a distintos destinatarios. Para su
diferenciación de los actos de habla Indirectos (Searle, 1975) y para un estudio de la
multidestinación en el discurso político, véase García Negroni,M. M. (1988), «La destinación del
discurso político: una categoríamúltiples, en Len- guaje en Contexto I (1/2), págs. 85-110, y
García Negroni, M. M. y Zoppi Fontana, M. . (1992), Análisis lingüístico y discurso político. El poder de
enunciar, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina. Para una definición y caracterización de las nocio- nes de
actos de habla, actos de habla indirectos, fuerza ilocucionaria, verbos realizati- vos, etc. cf. más adelante, Capítulo
V: Los actos de habla.
23 Verón, E. (1987), «La palabra adversativa. Observaciones sobre la enunciación. política», en Verón, E., et
al., El discurso político. Lenguajes y acontecimientos, Bue- nos Aires, Hachette, pág. 24.
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54
Temas y problemáticas
a diferencia del publicitario, el discurso político supone una multi- destinación simultánea
como consecuencia de la cual queda,por ne- cesidad, atrapado en las redes de una doble lectura,
de una doble re- cepción, la del partidario/indeciso y la del adversario. Las mismas
operaciones discursivas son en él, susceptibles de lecturas diferentes, según que su
destinatario sea aquel que a lo largo del discurso queda- rá constituido como el
destinatario directo (el partidario/indeciso) o como el tercero del discurso, el adversario. En
efecto, el discurso po- litico no parece poder constituirse sin adversarios y, por lo tanto, sin
una dimensión polémica de la que, en general, carecen tanto el dis- curso de la
publicidad como el de la información 24. Quizás más que cualquier otra clase de
discurso, el político se construye a través de lo ya dicho, en relación con lo cual toma
posición (ya como réplica des- calificadora, ya como anticipo de futuras y posibles réplicas
polemi- zadoras).
Persuasivo y polémico a la vez, el discurso político se caracte- riza asimismo, como ya
dijimos, por su multidestinación simultánea. Efectivamente, en él, no solo se construye
la imagen del destinatario directo, aquel a quien se habla explícitamente (cf. marcas
léxicas de interpelación: formas de segunda persona, vocativos) y que quedará finalmente
incluido en el mismo grupo de identificación del locutor (cf. formas del nosotros
inclusivo25), sino también la de aquellos a quienes también se hablan sin nunca ser
interpelados claramente como tales y que por lo tanto quedarán excluidos de aquel
grupo glo-
"En el caso del discurso informativo, el único «enemigo» concebible es, según E. Verón, el no-saber, la
falsedad o la falta de información pero, a diferencia de lo que ocurre en el discurso politico, ese enemigo es
necesariamente común al locutor y a to- dos sus destinatarios. En el caso de la publicidad, por su parte,
aun cuando se conside- re que el enemigo está constituido por el producto competidor, su estatuto
discursivo es radicalmente diferente al del enemigo politico por cuanto el discurso de la publici- dad no
está sometido a la restricción estructural de la doble recepción del partidario y del adversario,
* Se denomina así a la forma del nosotros que incluye al tú alocutario (ie., yo+tú (46)). El nosotros buclusivo
se distingue así del nosotros exclusivo (i.e., yo tél).
La comunicación lingüística: sus factores constitutivos
55
balizador. Por cierto, para el enunciador político (i.e. el locutor), no solo es importante
garantizarse el apoyo de quienes constituyen sus adherentes o seguidores y obtener el de
los indecisos (función de per suasión), sino también dirigirse a sus adversarios (función polémica)
para destinarles actos de advertencia, amenaza o simplemente para desautorizar su voz o su
accionar 26.
Este último protagonista (los adversarios) puede recibir en los di ferentes discursos, distinto
tratamiento enunciativo. Variadas son las estrategias para aludir o dirigirse a ellos, pero todas
coinciden en que nunca se los constituye más que como el tercero discursivo. De tal
manera, no entran en el circuito comunicativo, no se les da voz y por lo tanto tampoco derecho
a réplica pues, en la superficie del enuncia do, no se les está hablando: nunca hay interpelación
en segunda per sona ni inclusión en el colectivo de identificación (i.e., nosotros in clusivo).
Consideremos, a modo de ejemplo, el siguiente fragmento tomado del discurso de J. D. Perón,
pronunciado el 20 de junio. de 1973:
Los que ingenuamente piensan que pueden copar nuestro Movi- miento o tomar el poder que el Pueblo
ha reconquistado, se equivo-
can...
Nos encontramos aquí en presencia de un complejo ilocucionario: una primera fuerza de
aserción (obsérvese el uso del presente de indi cativo en la proposición principal, se
equivocan) aparece dirigida a un destinatario explícito, definido al comienzo del discurso por
el voca
26 Para E. Verón (1987, op. cit., págs. 17-18), el discurso político es a la vez «un discurso de refuerzo
respecto del prodestinatario, de polémica respecto del contrades- tinatario y de persuasión solo en lo que
concierne el paradestinatario. En la economla discursiva de los intercambios políticos, las tres funciones
son igualmente importan tes». Como puede observarse, plurifuncionalidad (de refuerzo, persuasión y
polémica) ýmultidestinación (al prodestinatario -el destinatario positivo-, al contra-destina- tario el otro
negativo y al paradestinatario-los indecisos-) son también, en la perspectiva de E. Verón, dos aspectos
fundantes y centrales en este tipo de discurso, constitutivos de su sentido.
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