Logo Studenta

TEÓRIA - Renato Descartes

¡Estudia con miles de materiales!

Vista previa del material en texto

UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN LUIS 
Facultad de Ciencias Humanas 
Prof. y Lic. en Educación Inicial 
Filosofía de la Educación 
Clase Teórica. Unidad IV 
 
Equipo Docente: 
Profesora Responsable: Dra. Nora A. Fiezzi 
Jefe de Trabajos Prácticos: Lic. Gastón H. Guevara 
Auxiliares Docentes: Lic. Andrea C. Cacace Mini 
 Prof. Natalia Carolina Solano 
 
Documento de Cátedra 
 
UNIDAD IV: La racionalidad filosófica y educativa en el Mundo Moderno I 
Rene Descartes: "Cogito" y método. 
 
 
Renato Descartes (1596-1650) 
 
 
Hoy quisiera presentarle a uno de esos filósofos 
geniales, cuya soberbia inteligencia ha engendrado un 
mundo
1
: Renato Descartes. 
Simboliza la figura del filósofo moderno por 
oposición al medieval. Ya no es un clérigo el que filosofa, 
sino un noble. Es, además, uno de los que inicia el uso de 
su lengua nativa (francés) para fines científicos (hasta ese 
momento solo se usaba el latín). Fue filósofo, es cierto, 
pero también fue un excelente matemático. Seguramente 
en la secundaria estudiaron los “ejes cartesianos” ¿Saben 
quién es su autor? ¡DESCARTES! Y se llaman “cartesianos” porque su nombre, en 
escritura latina, es Renatus Cartesius; de ahí cartesianos. 
 
1
 Aunque bien podríamos denunciar ciertos errores. 
Pero vayamos a lo que vinimos. Allá por el mes de noviembre de 1619, el joven 
Renato se retira a los cuarteles de invierno de Ulm, Alemania (era en el tiempo de la 
Guerra de los Treinta Años), luego de presenciar la coronación del Emperador 
Fernando en Frankfurt. El joven soldado-filósofo, que cuenta con 23 años a la sazón, está 
anonadado de entusiasmo científico. Recordemos que la época
2
 en la que vivió nuestro 
filósofo estaba caracterizada, entre otras cosas, por una profunda transformación en el 
ámbito científico. Descartes es contemporáneo de Kleper, Galileo, Da Vinci, Bacon, 
Copérnico. Estos inician una corriente verdaderamente fecunda, basada en el método 
experimental combinado con las 
matemáticas. De allí su entusiasmo. Pero, 
hay que decirlo, se deriva 
progresivamente hacia un concepto 
mecanicista
3
 de la realidad. Retomemos. 
En ese mes de noviembre, frío mes en su 
estancia alemana, se encontraba al cobijo 
del calor de una estufa, cansado y sobre 
estimulado parece haber caído en un sueño. Tras ese sueño (en realidad fueron tres 
sueños), descubrió los fundamentos de la “Ciencia Admirable”, esto es, “la idea de 
generalizar el método matemático extendiéndolo a todas las ciencias, de manera de darles 
a todas la posibilidad de alcanzar ese grado de certeza que constituía privilegio de la 
matemática” (Lamana, p. 58). 
Descartes considera este sueño como una revelación sobrenatural (aunque parezca 
una contradicción para un espíritu tan racional). El Espíritu de Verdad quería abrirle, por 
medio de este sueño, el tesoro de todas las ciencias. Entre otras cosas sueña con estas 
palabras Est et Non, que significan algo así como ¿Qué cosa es y qué no? (¿qué cosa es 
verdadera y qué cosa es falsa?). 
 
2
 A René se lo puede ubicar históricamente en la Edad Moderna, la cual se abre (aunque las fechas son un 
poco arbitrarias) en 1453 con la caída del Imperio Romano de Oriente, y se extiende hasta 1789 con otro 
hecho de notable magnitud histórica: la Revolución Francesa. A su vez, la Modernidad tiene una puerta de 
acceso, esta es el Renacimiento. La época renacentista es, en el orden del pensamiento, una época de crisis 
y de reacción, en la que se debaten aquellos impulsos negativos antiescolásticos. Se restaura y cultiva a 
Platón y Aristóteles. Pero, a pesar de ello, el hombre moderno necesitaba apoyar los pies sobre una 
concepción del Universo que sustituyera al aristotelismo cristiano, que dos siglos de crítica y ascepticismo 
habían desplazado del aprecio de los hombres. Pero el primer gran filósofo constructivo de la Edad 
Moderna no aparece hasta principios del s. XVII ¿Quién es este filósofo? Renato Descartes. 
3
 Desde Descartes se ha empleado “mecánico” principalmente para designar una teoría destinada a explicar 
las obras de la naturaleza como si fuesen obras mecánicas, como si fuesen máquinas. 
 
 A la edad de 32 años todo el mundo de conocimientos, de ideas y de ambientes de 
su época gravitaban sobre su mente. A esa edad decidió retirarse a la soledad para 
meditar serenamente sobre aquel complejísimo mundo cultural al que no ve. El método 
que busca Descartes es el que conduzca por vía segura y con pasos firmes, hacia la 
construcción de una ciencia, de un saber que ofrezca a la razón las debidas garantías. 
A propósito de lo antes dicho escribe dos obras fundamentales, a saber: El Discurso 
del Método en 1637 y Meditaciones metafísicas en 1641. “El Discurso del Método -nos 
dice Lamana- es celebrado como una especie de manifiesto de la filosofía moderna, 
como el programa racionalista en el que debía inspirarse todo el movimiento del 
pensamiento de los siglos XVII y XVIII”. No nos olvidemos que el racionalismo se 
presenta como la contrapartida de otra corriente filosófica de la época que es el 
Empirismo, y también que desde el Renacimiento hay un giro en la cosmovisión: se pasa, 
paulatinamente, desde una concepción teocéntrica del mundo a una antropocéntrica. 
Dijimos más arriba tres cosas: 1) que después del sueño no sabía qué era y qué no 
era cierto, 2) que prescindía de todo conocimiento anterior y 3) que quería construir una 
nuevo edificio científico. ¿Cómo haría todo esto? Decide entonces prescindir de todo lo 
antes edificado (de todo el conocimiento previo a él) para comenzar la construcción de 
un nuevo edificio científico conforme a los nuevo principios ¿Por dónde comenzar, 
desde dónde partir? Parte de la duda: “Al iniciar su filosofía desde la duda metódica, 
pondrá entre paréntesis no solo el conocimiento vulgar, sino todo aquel conocimiento 
que aunque estructurado científicamente, respondiera a la cosmovisión filosófica de la 
época” (García Orza, p. 14). Esto significa que no da nada por cierto, de todo hay que 
dudar. ¿De todo, todo? En realidad no se propone dudar realmente de todo, cosa que es 
imposible prácticamente, sino obrar como si dudase de todo, dudar universalmente por 
método. Se preguntarán, además, por qué la duda es metódica. Es metódica
4
 porque es 
un camino, un medio para llegar a la certeza. Entonces, y como dice Lamanna, se hacen 
“todas las concesiones a los escépticos, pero con una intención netamente antiescéptica. 
La de Descartes es una duda metódica, medio para llegar a la certeza, no fin en sí 
misma”. Nuestro filósofo aspira a asentar el edificio de la filosofía sobre una base 
inconmovible, de tal solidez que resista incluso la duda más radical. 
 
4
 Método viene de las palabras griegas odos (camino) y metas (hacia): camino, dirección que lleve 
rectamente hacia el fin que se pretende. 
Entonces, dudar de todo, por ahí comienza el método de nuestro autor
5
. ¿Y de qué 
es lo primero que debemos dudar? Ante todo debo dudar de lo que atestiguan mis 
sentidos. Porque, a veces, los sentidos engañan. ¿No les ha pasado alguna vez que 
creyendo ver una cosa ha resultado otra? El primer paso, entonces, es dudar de lo que 
nos muestran sentidos. Pero debe haber algo de lo que no se pueda dudar, claro, dice 
Descartes, por ejemplo: la extensión, la magnitud, el número, la duración. Estos son 
principios constitutivos de cualquier realidad inimaginable. Es decir, puede que NO 
EXISTA NADA, pero si algo existe debe tener, por ejemplo, EXTENSIÓN (longitud, 
latitud, profundidad). Y además, de más está decirlo, al margen de cualquier duda 
aparecen las verdades matemáticas, pues se fundan en las nociones que acabamos de 
nombrar renglones arriba. SON INDEPENDIENTES DE TODA EXPERIENCIASENSIBLE, es decir, no pasan por los sentidos, son RACIONALES. ¡Es imposible que 
2 + 2 no sea 4! Podemos exclamar: -¡Hemos llegado entonces a la certeza inconmovible!-, 
pero Descartes, que nos mira con el ceño fruncido nos dice: -Claro que no. Debemos 
dudar también de esto-: ¿no es posible, acaso, que fuera de nosotros la naturaleza 
constituya el dominio de lo irracional? ¿No podría estar nuestra inteligencia sometida al 
influjo de un Genio maligno? Este Genio maligno tendría el propósito de engañar, de 
hacer parecer lo irracional como racional. Aquí se presenta la duda en su grado extremo, 
la duda hiperbólica, en este punto hay que suspender el juicio sobre todas las cosas, 
porque ya no puedo saber qué es y qué no es. No queda más remedio que evitar el juicio, 
o sea, decir que está bien o mal, qué es verdadero o falso. Esto hasta que la idea se 
presente en nuestra inteligencia con tal claridad y distinción que no quepa la menor duda. 
Pero he aquí que la duda más extrema se convierte 
en la certeza más luminosa: “sobre todas las cosas 
puedo engañarme, pero no que estoy pensando que me 
engaño; si dudo, pienso, quiere decir que existo: 
Cogito, ergo sum. Pienso, luego existo” (Lamanna, p. 
64). 
En esa proposición, la existencia no se deduce del 
pensar por vía racional o discursiva, sino que es todo 
ello una intuición6, un golpe de vista en que me 
 
5
 En la página 62 del texto de Lamana pueden encontrar las cuatro reglas que resumen el método. 
6
 Significa la visión directa e inmediata de una realidad y se trata de un acto simple de la mente en el que se 
conoce a las naturalezas simples y sus relaciones inmediatas. 
aprehendo como un ser que existe pensando. Este será para Descartes el asidero firme, el 
punto de apoyo sobre el que pueda construirse el sistema del saber. 
A continuación trata Descartes de descubrir lo que hace a ese principio, a diferencia 
de todo lo demás, inviolable a cualquier género de duda; y lo encuentra en el hecho de 
ser evidente. Una idea es evidente para Descartes cuando se presenta al entendimiento 
como clara y distinta. Clara es aquella idea que se conoce separada, bien delimitada de lo 
demás; distinta, aquella cuyas partes o elementos se destacan u ordenan con nitidez en su 
interior. 
Aquí ya vemos una ruptura gnoseológica con toda una tradición, porque si bien 
Descartes plantea que la verdad no se construye sino que descubre, plantea que el criterio 
primero de verdad para asignar esta condición a aquella primera idea indudable no será, 
pues, su adecuación con el mundo exterior, sino una propiedad de la misma idea. 
Sobre el punto de apoyo indudable del pienso, luego existo, y por los cauces del 
método racionalista, construye Descartes después su propio sistema filosófico. Sentada la 
realidad del propio yo como pensante, analiza las ideas que posee en su mente y halla 
una (la de Dios) que posee una propiedad muy especial: me persuade por sí misma de 
que el ser que es su objeto existe en sí, fuera de la mente que lo concibe. La idea clara y 
distinta me revela que yo existo como ser pensante, pero esta idea de Dios (y solo ésta) 
me pone en contacto con la existencia del objeto. El existir pertenece a la esencia misma 
de Dios: no puede concebirse a esta idea sin que su objeto exista, como no puede 
concebirse un hombre sin razón o un triángulo sin tres ángulos. Se trata aquí de una 
reviviscencia, en forma muy semejante, del argumento ontológico de san Anselmo. De la 
existencia de estas dos realidades (yo pensante y Dios) deduce Descartes la existencia real 
del mundo exterior o de las cosas. En efecto: si nuestros sentidos nos dicen que existe ese 
mundo de cosas materiales, en cuya realidad todo hombre cree espontáneamente, y si, 
además, existe Dios, ese mundo tiene realmente que existir. Lo contrario se opondría a la 
veracidad y bondad de Dios, autor de nuestros sentidos y de cuanto existe, que se 
complacería en mantenernos en un engaño irremediable y absoluto. 
 
Para ir cerrando este escrito podemos decir que Descartes recoge todo un ambiente 
filosófico difuso desde la época del Renacimiento y lo encauza por un camino muy 
definido, que es precisamente el del racionalismo. En aquella situación de profundísima 
crisis espiritual busca Descartes la verdad primaria y cree hallarla en la propia experiencia 
interior, en el análisis de su propio pensamiento. Como consecuencia, toda la posterior 
elaboración filosófica deberá hacerse a imagen y por extensión de esta experiencia 
racional: comprender una cosa será contemplarla reducida a la claridad y distinción de 
las verdades racionalmente evidentes. 
Lo realmente importante de la filosofía cartesiana es su intento de buscar en el 
análisis del pensamiento interior la verdad que fundamenta el edificio del saber, y las 
consiguientes reglas del Discurso del Método, principios que sientan las bases de la 
concepción racionalista del Universo. Las distintas corrientes racionalistas irán cayendo, 
como veremos, en la concepción filosófica que se llama idealismo, que es la culminación 
del racionalismo. Idealismo es aquella teoría que niega la existencia del mundo exterior, 
de las cosas reales, fuera del sujeto que piensa y conoce, porque, según ella, la realidad es 
creación del pensamiento y solo existe en cuanto es conocida. Pero esta es otra historia…