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Reflexión sobre un material de la Didáctica de la Historia

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Taboada Ordaz Ian Israel
Reporte de lectura 3
Este artículo atiende de manera puntual el recorrido que ha seguido la enseñanza de la Historia en México desde el inicio de su periodo independiente hasta nuestros días, por lo tanto, vemos los cambios que se han planteado en esta actividad pero también vemos las características que son constantes en todo el lapso, y que no por serlo significan que aporten positivamente a la enseñanza, sino muchas veces por el contrario, estancan su desarrollo y se niegan a desaparecer independientemente cuanta crítica y reflexión se lleve a cabo en su contra.
Las autoras dividen la enseñanza de la Historia en México en 4 grandes etapas. La primera corresponde de 1821 a 1860, en la que no ocurre mucho movimiento que interese al objetivo del artículo puesto que como bien señalan, lo caracterizó “la presencia tardía de la asignatura de Historia en los programas de educación primaria y educación secundaria” (43). Que llegó en 1854 con la instauración de su obligatoriedad en secundaria. E incluso ya desde ese momento, se hablaba de abandonar el estilo cronológico de la Historia por uno que la dividiera en épocas, esto a la vez que en la búsqueda de la unficación de la educación pública se formulaban los primeros planes de estudios. Cabe mencionar, que aquí se analiza al libro de texto como material de apoyo, que después se convertiría en prácticamente el único con el que el enseñante de Historia pareciera contar.
La segunda etapa que va desde 1860 a 1920, empieza con la Historia ya bien asentada en la educación pública, misma que va adquiriendo consolidación. Que, con la llegada del porfirismo, el cual tenía como bandera el positivismo, no es muy difícil pensar que aquí llega a México el currículum técnico. Sin embargo, en este punto también se ejercen reflexiones y discusiones en sus congresos organizados, que me parece pertinente rescatar. Tal como el de la importancia del educar no sólo como transmisión de conocimiento, sino también como proceso de formación necesario en la vida del alumnado; así como el de la oposición a la educación basada en la frase de “la letra con sangre entra”.
En estos espacios de construcción de una mejor educación aparecieron personajes importantes como Enrique Rébsamen y Enrique Laubscher; que a pesar de estar en contra de este proceso unilateral y cerrado de preguntar responder, no tocarían el tema de la memorización. A la vez que Rébsamen hace énfasis en procesos sociales y en que el estudiantado conozca el método histórico y se acerque a las fuentes. Método e importancia en las fuentes que no debe distar mucho la concepción historiográfica del momento.
La etapa de institucionalización de la Historia que siguió hasta los sesentas, aporta en la teoría muchos avances que ni siquiera hoy parecieran llevarse a cabo en su totalidad. Se planteó la finalidad de que la enseñanza de la Historia brindara a la juventud una comprensión de su pasado y por lo tanto presente, en fin, prepararlos para la vida; también se realizan esfuerzos para aligerar los contenidos; y algo que me parece importante, es que se pretende vincular la Historia de México con la del mundo y con la de América, así como concientizar sobre los problemas del momento. Es así que se pueden ver ciertos esbozos de intenciones de introducir un currículum más cercano al práctico, en concordancia con su aparición en el periodo entreguerras y la década de los sesentas, pero como aciertan las autoras “Pero la Historia de nombres, fechas y lugares seguía instalada en las aulas”. Y para dar un ejemplo, no se me dejará mentir cuando digo que, en nuestra formación como estudiantes ya contemporáneos, poco o nada se ha visto en cuanto a la Historia de América se refiere, y muchos menos su vinculación a nuestra nación.
El último periodo, referente al que corrió desde los sesentas hasta el 2014; representa varios avances, sí, pero una vez más, reflejadas la mayoría sólo en el papel. El que se hayan formulado modelos educativos que promovieran el aprendizaje de procesos históricos y no acontecimientos; haciendo énfasis en los de corte social frente a los político-militares, con el fin de formar un criterio propio; tal como se propone que se aprenda primero lo que para el estudiante es más cercano con el fin de vincular la Historia a su contexto, y que vemos términos como “desigualdad social”, “diversidad cultural” e “Historia familiar” entre otros; nos dejan ver las consecuencias del nacimiento de un currículum más crítico. Para sintetizar aún más esto, rescato una cita de tres de los puntos que, según las autoras, fueron los cambios que reformas como la del 93 buscaron implementar: 
• que el alumno requiere fuertes dosis de autonomía para poder asumir su propio aprendizaje;
• cambiar la concepción de enseñanza como trasmisión de información y de aprendizaje;
• lo que se aprende debe vincularse con la vida real; (53).
Sin embargo, y ya para concluir, estas reformas no se ven reflejadas en el salón de clases, hay una clara desvinculación sistema-profesorado, incluso, la reforma del 2011 desechó algunas acciones que el cuerpo docente había considerado valiosas.
Pero esto no es sólo característica del último periodo, a lo largo de este recorrido pocas han sido las acciones encaminadas a adaptar al cuerpo docente a los cambios que se pretenden tomar. Los y las profesoras siguen enseñando con base en un currículum técnico porque pareciera ser el más sencillo al ser el más mecanizado, y porque es con el que se han educado. Es por eso, creo yo, que criticas tan antiguas como la de Rébsamen al sistema preguntas-respuestas o la necesidad de vincular la Historia de México con la de América y el mundo no se han visto reflejadas. Incluso nuestros padres y abuelos fueron educados bajo el precepto de “la letra con sangre entra” a pesar que desde el porfiriato se ha atacado.
Todo esto, aunado a que la educación pública obedece a intereses políticos y a los valores que un estado quiera trasmitir, así como la política sexenal que indican las autoras, ha propiciado una educación sin continuidad y estancada en lo teórico.

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