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Reflexión sobre el texto de Joaquim Prats

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Taboada Ordaz Ian Israel
Reporte de lectura 4: “Retos y dificultades para la enseñanza de la historia” Joaquim Prats
El autor del artículo consultado presenta de manera estructurada y organizada una serie de problemáticas que conlleva la enseñanza de la Historia, una enseñanza que al menos en ciertos países europeos con un desarrollo aparentemente más innovador, al haber dejado atrás el tradicional método de personajes y fechas aprendidos con memorización, afrontaban ahora nuevos retos por la propia naturaleza compleja de la disciplina histórica. Sin dejar atrás los intereses políticos que permeaban en el pensamiento de la sociedad; intereses políticos que, en últimas instancias abogaron por el retorno a este método tradicional antes mencionado, puesto que este facilita la transmisión de ciertos valores de la preferencia del régimen vigente para mantener a su población inactiva y acrítica, aunque bien es cierto, que la excusa que propuso el gobierno al menos en Inglaterra tiene algo de verdad; ya que siempre es más sencillo enseñar sólo fechas y personajes.
Los puntos planteados por Prats, cabe mencionar, obedecen a un contexto español (naturalmente) en este sentido, lo que él menciona pudiera tener o no cierta concordancia con el caso mexicano, y con el fin de exponer estas posibles concordancias y diferencias, lo compararé con la experiencia que como alumno acumulé. Sin embargo, es preciso mencionar desde estas instancias, que la enseñanza de la historia en México carece de las reflexiones innovadoras generadas en los debates de Europa, y que por lo tanto, nuestro país sigue anclado en una enseñanza donde predomina la memorización de personajes y fechas para enaltecer ciertos símbolos (personajes y hechos).
El cuerpo del artículo comienza con una primera gran dificultad, esta radica en la concepción que el alumnado tiene de la historia misma. Las concepciones expuestas, quedan resumidas por el propio autor en la siguiente cita: 
primero, que la historia es una materia fácil, aburrida y poco útil; segundo, que tan solo exige buena memoria y que se aprende fácilmente las noches anteriores al examen; tercero, que es muy poco interesante (18).
Es en este apartado encontramos que hay una alta similitud con el caso mexicano; aunque tengo mis dudas respecto a si aquí se le considera una materia fácil, puesto que la exposición a nombres y fechas de manera casi indiscriminada hace que se mezclen los conceptos en la cabeza del estudiante que, al no entender ni comprender un fenómeno los confunde fácilmente. Pero por otro lado concuerdo con el resto; rescatando que se le considera poco útil y aburrida, así como una disciplina menor que sólo requiere erudismo. Con lo primero puedo retomar de mis vivencias gracias a las citas que el autor hace del alumnado entrevistado, que las clases de Historia consisten en el o la profesora hablando y exponiendo todo el tiempo, en el mejor de los casos, lo hará con tal pasión y emoción que nos contagiará de su entusiasmo, como si de cuento se tratara; en este sentido reflexioné y resolví en que es interesante que al menos la mayoría del estudiantado de la carrera de Historia recuerda con cariño a este profesorado, escapando así, de las críticas que ejercemos al sistema educativo. Pero la totalidad del alumnado es muy distinto entre sí, muy probablemente un bajo número se sentirá atraído por estos profesores aún cuando demuestren entusiasmo en sus narraciones, así que lo óptimo siempre será involucrar, al menos, al estudiante en la participación y dinámica de clase.
Respecto al erudismo asociado a la disciplina histórica, puedo decir que también es evidente en el caso mexicano; ya que el alumnado poco o nada sabe acerca de la verdadera labor de un historiador y ya ni se diga de la importancia que la Historia tiene en la vida de cada persona. El método tradicional hace creer que el historiador hace lo mismo y que por lo tanto requiere sólo buena memoria, incluso en mi experiencia como aspirante a historiador, he escuchado gente preguntarse si en verdad esa era una carrera por sí sola o a algunas personas exclamar que les gusta, pero prefirieron dejarla como “hobbie” para estudiar otra cosa. Por otro lado, también hace creer que no tiene relevancia alguna en la vida del individuo, por la poca vinculación entre uno y otro, difícilmente el alumnado sentirá útil guardar en su mente el nombre de alguien que vivió 200 años atrás más que para, como bien menciona el autor, demostrar sabiduría y ganar concursos de televisión.
Sin embargo, Joaquim hace poco énfasis en las deficiencias metodológicas de la didáctica histórica, para explicar otras dos grandes dificultades: las contextuales y las de la naturaleza de la historia. En las contextuales encontramos la concepción que la población en general tiene de la disciplina en cuestión, esta ya fue abordada anteriormente, y permea porque la totalidad de la mexicanidad fue educada de esta forma, y en su día a día recibe la historia ya procesada, como forma de difusión. Aunque en este apartado contextual el autor también propone que la historia se ha confundido con el periodismo y que hay una tendencia marcadamente presentista. Naturalmente, hay mayor peso en lo contemporáneo por parte de la educación pública, pero también pienso que esto, bien desarrollado, puede facilitar la vinculación de la historia con la vida del alumnado en pro de la comprensión de su propio contexto, así como del conocimiento que se tendría de los fenómenos sociales para que el alumnado influya para mejorar su situación. Obviamente concuerdo en que los extremos son perjudiciales, pero decir que ciertas cosas no son historia sería meternos en el interminable debate de hasta dónde un historiador puede historiar; y yo más bien pienso que si se llega a confundir el periodismo con la labor histórica es gracias a la misma concepción y desconocimiento del propio método histórico y no gracias a la presencia de lo contemporáneo en la historia pública. Además, hablando más de mi experiencia, no he notado un caso similar en México, por la tendencia a rescatar lo prehispánico y lo mexicano en detrimento de lo español (independencia) y por el hecho de que los regímenes políticos han buscado legitimarse en el movimiento revolucionario y más actualmente en la Reforma. Ahora bien, tocando justamente los intereses políticos, esto es de lo que más ha afectado a la enseñanza de la historia en México. De cierta forma, las ciencias más exactas poco pueden contribuir con intereses políticos y por lo tanto su desarrollo se puede dar más plenamente y sin intervención, caso contrario la historia, que se ha usado como medio de legitimación e instrumento de control por el estado, formando así el ideal de ciudadanía que este prefiera; provocando así que se pierda la poco o mucha objetividad que se requiera al analizar hechos históricos, dándonos la historia tan maniquea y xenófoba que caracteriza a la concebida en México.
En cuanto a la formación del cuerpo docente, es de llamar la atención que el cuerpo docente al menos en España, está formado por concepciones posteriores a la positivista; Escuela de los Annales y Marxismo historiográfico; cuando en México desde mi punto de vista, no se ha rebasado la visión precisamente positivista del currículum técnico. Sin embargo es cierto, que la educación en México se basa en su totalidad en el libro de texto si no es en la explicación del profesor; y cuando no, se recurre a museos que lejos de ayudar, consiguen que el estudiantado odie estos recintos ya que sólo se les envía ahí a copiar aún más información; así como también es cierto que se muestra como una disciplina con conocimiento absoluto y carente evolución, a la vez que no se muestra todo el proceso que un historiador recorre para formar un conocimiento histórico; nos llega como un saber procesado e inalterable.
Llegando ahora sí, a las dificultades que el autor describe como las que están ligadas a la naturaleza de la historia como ciencia social, se produce un mayor distanciamiento conel caso mexicano, al menos con las dificultades generales, puesto que como nuestro país no ha superado la llamada historia de bronce, no las ha sufrido totalmente. Pero son útiles como un ejemplo de qué se debe tomar en cuenta para presentar a los alumnos una enseñanza de la historia más preocupada en que este genere reflexiones sobre el conocimiento que se le pone enfrente.

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