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Reflexión sobre el texto de Pablo Torres

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Taboada Ordaz Ian Israel
Reporte de lectura 5: “El tiempo de la Historia en la escuela”
Pablo Torres
El capítulo consultado aborda la complejidad de la concepción del tiempo histórico dentro de la enseñanza de la historia en sí. Empezando por reflexionar sobre el horizonte temporal para después proponer ciertos puntos a tomar en consideración para un aprendizaje óptimo del tiempo histórico; puntos que en su mayoría, me parece, tienen que ver con la visión que tiene el propio estudiante así como sus niveles de maduración conforme se desenvuelve. Finalmente habla sobre lo que significa enseñar el tiempo histórico.
“el estudio de la Historia es uno de los elementos esenciales para la ampliación del horizonte temporal de niños y adolescentes” (73) ya desde aquí podemos entender la importancia de la enseñanza de este rubro; entendiendo al horizonte temporal, que también define el autor, como nuestro sentido del pasado y del futuro, que se construye a través de nuestra experiencia y puede cambiar en función de que completemos ciertos objetivos personales; podemos también entender lo determinante que este llega a ser en el desarrollo individual en búsqueda de cierta realización. En este apartado, además de definir al horizonte temporal, Torres rescata y me parece importante señalar, que el alumnado pasa por distintas etapas de maduración, naturalmente, en las que se deben tomar en cuenta las capacidades que cada edad determina para adquirir conocimiento en relación al tiempo histórico; como por ejemplo que a partir de los nueve años un niño o niña es capaz de comprender los “sistemas de medición social” así como señalar los distintos periodos la historia; y ya para los 12 años comienza a adquirir la posibilidad de comprender el tiempo histórico en su totalidad. 
Una vez descrito lo anterior, el autor entra en el tema del aprendizaje del tiempo histórico. Dentro de este destaca la idea de que a diferencia de lo que se creía en los setentas y ochentas, estudios más recientes proponían que la adquisición de conocimiento está más relacionada con la influencia que las características de la materia en cuestión ejerce sobre el proceso de aprendizaje, así como las actividades ejercidas en esta; dicho esto, señala la problemática de confundir el tiempo histórico con el tiempo cronológico, puesto que ha hecho que este último predomine como método de aprendizaje en las escuelas y que las dificultades que esto causa, se aplican de manera general para señalar lo imposible que es instruir sobre el tiempo histórico, y se dejan de lado todo lo demás que puede implicar.
Dicho esto, Torres trae a colación las investigaciones de Asensio, Carretero y Pozo, así como la de Sansom; para ilustrar determinados estadios del alumnado respecto a la comprensión del tiempo histórico y otras cuestiones a tomar en cuenta para mejorar este aprendizaje.
Llegando al último y más amplio apartado, al del significado de enseñar sobre tiempo histórico. De manera somera adelanta que significa brindar al alumnado de herramientas que lo ayuden a comprender la evolución de las sociedades, en las que están inmersos y que naturalmente son históricas. “Mejorar la capacitación de los alumnos para organizar temporalmente la información” (81).
Al ser la historia, influyente en la vida de cada individuo desde el primer momento de su vida, la manera en la que se enseña en la escuela debe aprovechar esta relación tan estrecha para trasladarse de lo particular a lo general y tomar el tiempo familiar para enseñar el tiempo histórico con su complejidad; tal como lo propone el autor en este apartado. También señala la existencia de temas o conceptos clave para la comprensión de la historia según Prats; para después dividir el contenido en tres nociones del tiempo histórico: como conocimiento conceptual; como desarrollo procedimental y como factor actitudinal.
En lo conceptual, la idea principal es la justificación de la utilización de determinados conceptos de temporalidad, para organizar y estructurar de manera sencilla la información sobre un hecho o proceso histórico. Sin embargo, dentro de estos conceptos hay subdivisiones en función de su magnitud, aplicación y/o complejidad; hay unos sencillos que a la vez están inmersos dentro de otros no demasiado complejos; pero hay otros que requiere un mayor grado de madurez cognitiva debido a sus múltiples aplicaciones contextualizadas.
Ahora bien, en lo que respecta a lo procedimental, destaco como idea principal la cita a Valls dentro del texto, que “define el procedimiento como unas estrategias cognitivas específicas que se construyen en los alumnos a partir del aprendizaje de diversas técnicas”. Dicho esto, es también importante señalar que las técnicas contenidas en un procedimiento, contienen a su vez ciertas acciones que buscan un objetivo dado; y que por lo tanto el enseñante debe tener desarrollado esto antes de su clase, y que debe estar también organizado por grado de complejidad.
Me parece que en este punto, Torres habla en su mayoría de la cronología como procedimiento de enseñanza, que si bien es perjudicial que la educación de la historia esté cimentada en su totalidad sobre la cronología, no se puede descartar por ser un sencillo método de organización de los procesos históricos, a la vez que es bastante ilustrativo, pero este debe reservarse a manera de “síntesis” de un tema, una vez que los alumnos pueda darle sentido al proceso que tratan.
Por último, para tocar el subtema del tiempo histórico como conocimiento actitudinal, me remito una vez más a la cita de un tercero, Aróstegui: “ni la Historia ni ninguna otra enseñanza del ámbito de las ciencias sociales tiene como objetivo determinante la transmisión de “valores” sino la promoción de procesos de autoconciencia”(90) Es decir, la enseñanza de la historia debe, casi por naturaleza, fomentar el sentido crítico del alumnado, no sembrar valores que determinado régimen considere apropiado para su ciudadanía, como tradicionalmente ha sido. Y si acaso ha de sembrar valores, es pertinente que sea, como dice la lectura, en pro de “valorar el tiempo” ser conscientes de esta evolución y la conexión entre procesos; así como otros que sí podríamos calificar como valores humanistas, que velen por el desarrollo personal y social, tal como un sentido de empatía y tolerancia.
Como reflexión final, es evidente la importancia de la comprensión del tiempo histórico, puesto que su aplicación no sólo tiene consecuencias académicas, sino que ayudan a la comprensión de un todo social contextual en el que el alumno nace y se desarrolla. Aunque volviendo al aula, la comprensión del tiempo histórico puede fungir como procedimiento de la enseñanza de la historia en sí, siendo también una suerte de guía para que el enseñante se desempeñe de manera óptima en su oficio.

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