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REFERENTE TEORICO CONCEPTUAL DEL ESPACIO RURAL REGIONAL

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REFERENTE TEÓRICO CONCEPTUAL DEL ESPACIO RURAL REGIONAL
José Luis Reyes Morales[footnoteRef:1], Brayan Cosco Rivera[footnoteRef:2] [1: Docente del ITSJC. Pról. Miguel Hidalgo No. 1514, Col. Centro, CP 96950, Jesús Carranza, Ver.] [2: Alumno del ITSJC. Pról. Miguel Hidalgo No. 1514, Col. Centro, CP 96950, Jesús Carranza, Ver.] 
INTRODUCCIÓN 
México, durante el siglo XX, se transformó de una sociedad y economía rural a una sociedad y economía fundamentalmente urbana. Así, en el período comprendido entre los años de 1940 a 1970 las actividades industriales se convirtieron en la base del desarrollo económico, las cuales se localizaron en las principales ciudades. Esta situación, aunada a un crecimiento promedio anual de 3% de la población, propició el aumento espectacular de los centros urbanos. Este proceso de concentración acentuó los desequilibrios regionales y generó una centralización de las actividades económicas, sociales, culturales, políticas y administrativas en las grandes ciudades (Ocampo, 1983). El patrón de desarrollo urbano que ha seguido el país desde 1940 se caracteriza por áreas metropolitanas especializadas en actividades del sector servicios, en tanto que las zonas conurbadas —o ciudades cercanas a la metrópoli— concentran las actividades industriales y presentan tasas elevadas de crecimiento en su población, debido a la emigración hacia las zonas urbanas (Henderson, 2000). Sin embargo, actualmente las actividades agropecuarias siguen siendo importantes en 15 estados de la república mexicana (47% de las entidades). Por otra parte, el crecimiento de las áreas urbanas ha modificado los patrones de demanda en favor de los sectores de servicios y manufacturas, que propician la diversificación de bienes y servicios en el mercado.
Aunado al proceso interno de transformación de la sociedad y de la estructura económica, de lo rural a lo urbano, en las últimas tres décadas, se han generado importantes cambios como la apertura comercial, la liberalización financiera, la venta de empresas públicas, así como las nuevas tecnologías en medios de comunicación y transporte, que han tenido sin duda un impacto importante en la distribución espacial de las actividades económicas y con ello en las poblaciones rurales y urbanas. En efecto, estas transformaciones han llevado a una inserción acelerada de las economías rurales en el proceso de globalización, con todas las implicaciones que ello tiene sobre los grados de autonomía de las políticas nacionales. 
LA CONCEPCION DE DESARROLLO Y SU CONCEPCION ESPACIO REGIONAL.
Revisando la historia filosófica que realiza Robert Nisbet (1998) en su obra “Historia de la idea del progreso”, podemos encontrar algunos de esos pensamientos cuyas aportaciones traemos a cita:
Filósofos preclásicos como Protágoras, (~ 485-410 a.C) decía que la historia del hombre había sido y seguirá siendo una historia de continuo progreso, en el curso del tiempo. Platón (427-399 a.C) sostiene, el progreso debe de ser paulatino. Y para Lucrecio (94 - x, 53 a.C.) parafraseando a Platón, este progreso debe ser “paso a paso”.
Sostenía la existencia de dos ciudades, la ciudad de dios y la ciudad del hombre, el progreso para este filosofo afirma Robert Nisbet “es un elemento dinámico para la historia”, en donde “no puede haber progreso ni avance si no se produce el enfrentamiento, la pugna entre estas dos ciudades” (Nisbet, 1998: 112). Hasta que una de las dos triunfe, pero sobre todo que el triunfo final sea de la ciudad de dios, pensamiento primordial de San Agustín.
Para el siglo XVIII, Turgot, quien basaba sus pensamientos en el punto de vista científico, sostiene que para comprender el progreso no se necesita otro instrumento que la ciencia. Abandonando en ese instante el pensamiento ideológico que mantuvieron sus antecesores y dando paso a la objetividad científica.
El filósofo Rousseau, (siglo XVIII) como teórico del progreso en su obra el “Contrato social”, sostiene en un contenido de su discurso simultáneamente antropológico, sociológico, económico y político que la libertad es uno de los elementos centrales del contrato social, en donde para arribar al progreso, primero hay que tener libertad y esta libertad nos conducirá al poder de decisión como objetivo final.
Todos estos aspectos quedan inscritos en una visión del desarrollo de la historia en el sentido del progreso, hay que tener libertad de decidir nuestro propio destino, libertad económica, libertad social y otras libertades, para que nos conduzca al camino final que es el poder.
Entre fines del siglo XVIII y principio del siglo XIX, surgen las figuras filosóficas de Saint Simon y Hegel.
El primero, hace referencia completa a lo científico, al trazar una visión panorámica de la historia y el progreso de las ciencias, en la que cada nueva ciencia surge de otra anterior y sólo alcanza la auténtica naturaleza de ciencia cuando su predecesora llega a ser exacta y definida.
Y para Hegel, quien es considerado el más influyente de la historia de occidente del siglo XIX, el resultado definitivo de progreso humano no es la civilización occidental en conjunto sino el pueblo germano, el estado germano que creía haber alcanzado grandes conquistas de civilización y de desarrollo.
Augusto Comte, (siglo XIX) concluye en su estudio sobre el progreso que no hay duda de que progreso, desarrollo o evolución son lo mismo.
México” sostienen “como hemos señalado, el desarrollo regional implica necesariamente un proceso de concertación, en el cual compartan responsabilidades tanto el estado como los actores regionales, a través de formas concretas de articulación entre ambos, de las cuales se deriven recomendaciones sobre las políticas específicas que serán más apropiadas para promover el desarrollo del territorio en cuestión”. (Delgadillo y Torres, 2002: 287)
Podemos apreciar que para estos dos últimos autores, el desarrollo regional tiene que ver con políticas generadas desde los territorios, desde abajo, que éstas políticas de desarrollo, sean capaces de lograr esa conexión entre ellas mismas, que permitan un crecimiento y desarrollo primero en las regiones, para ser capaces de tener competitividad hacia las otras regiones del país y del mundo y no como es planteada en una de sus tesis Keynesiana, que asevera que el grado de desarrollo de un espacio territorial, se logrará por el sólo hecho de pertenencia a una región favorecida e iluminad por el capital.
El desarrollo, en general y el regional en particular, es un fenómeno complejo del devenir de los individuos, de los colectivos que integran una sociedad, de las estructuras económicas y sociales, y de los sistemas ambientales en que se desenvuelve. Este hecho exige un enfoque sistémico integral, donde el factor decisivo es el hombre y la dirección de las acciones e intervenciones, las cuales tienen que estar orientadas al desarrollo del individuo social y a la elevación de su bienestar, esto sobre la base del incremento continuo y sostenible del rendimiento de la producción social, de la eficiencia de la gestión económica y del mejoramiento de las condiciones de vida y trabajo, así como de las ambientales, en las que se desenvuelve el hombre. El desarrollo no es una cosa dada en la abstracción del tiempo y del espacio; más bien, se encuentra delimitado en estas coordenadas, producido por los actores locales y su acción humanizada. Así, el desarrollo se realiza como aprovechamiento racional de los recursos naturales en equilibrio natural. De ahí que sea menester confrontar la concepción del desarrollo como concepto general y abstracto que no distingue entre el todo y las partes, ya que la generalidad significa una minimización que descalifica las particularidades. Los actores regionales y locales son centrales, además de las condiciones y recursos con que cuenta el espacio territorial, que son la base material para la generación del desarrollo. La base territorial es el espacio físico en el que tiene lugar la acción histórica de los distintos actores que pueden hacer posible el desarrollo;es ahí donde se suscitan los hechos y se dan cita los factores que hacen posible o no el desarrollo. Es menester revisar la historia de los conceptos de desarrollo y de región a la par que la realidad concreta de ese desarrollo y de los actores concretos que lo hacen posible, ya que las teorías tienen que ser actualizadas conforme a las nuevas circunstancias del cambio mundial y local. Los actores son los artífices del cambio social, le dan la connotación dinámica; todo ello conforma un campo de acción histórica, un sistema en el cual los actores, sus acciones, el espacio y el tiempo, conjugan perspectivas, lo que conforma una unidad en una relación-acción históricamente dada, lo que Touraine denomina el sistema de acción histórica. Por lo tanto, hablar de desarrollo regional implica tratar de conjuntar dos conceptos que de entrada parecen no estar conectados ni teórica ni empíricamente. Esta pretensión aparece más como una tarea, en ocasiones, producto de un anhelo, un afán voluntarista, incluso como un imperativo político, que como un quehacer anclado en la posibilidad real de incidir en el rumbo, dirección y sentido de ese conjunto de elementos que interrelacionados por una disputa entre actores y adversarios constituyen un modelo histórico de sociedad. La búsqueda del desarrollo, entendido como la evolución progresiva de una sociedad hacia mejores niveles de vida, ha sido siempre un anhelo de la sociedad en general, y de sus actores y componentes estructurales; desde los años cuarenta y más pronunciadamente desde la década de los sesenta en México y América Latina, como producto del debate, ha sido establecida la aspiración del desarrollo como la búsqueda de la redistribución de tres componentes fundamentales en toda sociedad: el ingreso, la propiedad y el poder (Cueva, 1984). Desarrollo es un concepto muy trabajado. En el campo de las ciencias económicas, con frecuencia, ha sido equiparado a crecimiento económico. El progreso de la sociedad se va alcanzando en el sentido de su análisis; desde posiciones cada vez más multidisciplinarias, se ha ido favoreciendo un enfoque más integral del concepto de desarrollo. El avance en la elaboración de tales concepciones se desplaza lentamente impulsado por los debates y las críticas que han permitido en claro su sustento teórico y empírico. En particular, se ha avanzado en el sentido de que el desarrollo posee sus fundamentos en la sociedad, pero no de manera general, sino tomando en cuenta su contextualización en términos espaciales y temporales. El concepto desarrollo en las décadas de 1950 y 1960 se centró en alcanzar el objetivo fundamental del desarrollo económico equiparado a crecimiento, éste medido a partir del Producto Interno Bruto (pib), olvidando que no forzosamente todo crecimiento del PIB, per cápita, constituye por sí mismo el desarrollo. Ya en los años setenta se observaba que es insuficiente este impulso, por lo que conjuntamente con el crecimiento económico para lograr el desarrollo, si éste era posible, se debía disminuir la pobreza, la desigualdad y el desempleo, logrando de esta forma equidad. Como elemento novedoso, se acuñó el concepto de ecodesarrollo, entendido como el desarrollo socialmente deseable, económicamente viable y ecológicamente prudente, ya que las perspectivas imperantes no contemplaban la preocupación por el deterioro del medioambiente, causado por el ímpetu de aumentar la producción de manera acelerada sin reparar en el daño causado al entorno ecológico. A lo largo de los años ochenta y noventa, el objetivo fundamental del desarrollo económico y social se focalizó en la sustentabilidad. Apoyado en una nueva concepción, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) propone una concepción que, de cierta manera, converge con la manejada durante la década de 1970. Ésta es una nueva visión del desarrollo que no se fundamenta en la producción material, más bien se centra en el despliegue de las capacidades humanas. Esto trae consigo una nueva forma de medición del desarrollo, el Índice de Desarrollo Humano (IDH).
EVOLUCION DE LA PLANIFICACION DEL DESARROLLO RURAL
La planificación del territorio no puede transcurrir disociado de las actuales estrategias marco del desarrollo rural. Actualmente, el término “territorial” está presente (explícita o implícitamente) en la mayoría de las publicaciones que abordan el tema del desarrollo. Se está dando una revalorización, un resurgimiento del concepto de territorio, no sólo como soporte físico, sino como un “agente” fundamental de desarrollo.   En la bibliografía especializada, se afirma que la visión territorial del desarrollo permite superar la mirada sectorial, favoreciendo una interpretación ampliada de lo rural, incorporando elementos de otras actividades no agrícolas y de la economía de los recursos naturales. En tal contexto y dada la revalorización del “territorio” entendido ahora como un factor estratégico en el desarrollo de las zonas rurales, es justamente que las premisas de ordenamiento territorial toman un lugar destacado en los procesos de desarrollo rural. 
Tabla 1 EVOLUCION DE LAS POLITICAS RURALES.
	PERIODO HISTORICO
	POLITICAS Y ACCIONES RELEVANTES
	1940 a 1950
	· Desarrollo Comunal
	1950 a 1960
	· Desarrollo económico regional: modernización a través de la creación de infraestructuras
	1960 a 1970
	· Revolución verde, transferencia agrícola. ƒ
· Atracción de actividades externas, polos de desarrollo, base exportadora.
	1970 a 1980
	· Desarrollo endógeno, PYMES, competencias locales. ƒ
· Encadenamiento del Desarrollo Rural, Desarrollo Rural Integrado, crédito agrícola estatal, inducción de la innovación.
	1980 a 1990
	· Ajuste estructural, liberalización de mercados, surgen ONGs. ƒ 
· Fondos de inversión social. 
· ƒ Innovación, difusión de tecnología, medios innovadores. ƒ
· Sistemas de producción agrícola.
	1990 a 2000
	· Conocimiento, factores intangibles, aprendizaje colectivo. ƒ
· Microcrédito, ambiente y sostenibilidad.
	2000 a la actualidad
	· Medios de vida sostenibles, gobernabilidad. ƒ 
· Capital relacional, interconexión, cultura local.
LO RURAL Y URBANO EN RELACION CON LA GLOBALIZACION
En épocas recientes, las sociedades rurales han tenido cambios estructurales, debido, en gran medida, a los procesos de globalización. En estas vertiginosas transformaciones han intervenido, por un lado, la expansión de las lógicas del mercado y la producción industrial o agroindustrial hacia la esfera de la producción primaria agrícola y, por otro, las políticas del Estado, que han llevado a la modificación de prácticas y valores tanto de los habitantes de localidades rurales, como de aquellos que ha-bitan en las ciudades. En ese sentido, el modelo tradicional de articulación del campo y la ciudad, así como entre los actores de cada uno de estos contextos, también se ha visto trastocado por las nuevas modalidades que asume la cuestión agraria en la época actual, es decir, por aquello que se ha empezado a reconocer como una nueva ruralidad.
(Miguel Teubal, XXI) afirma, En este contexto, la cuestión agraria cobró una nueva entidad en América La-tina, enmarcada en estos procesos de globalización y de ajustes estructurales que la acompañaron. Muchos de los fenómenos que se manifiestan en la actualidad en el medio rural latinoamericano pueden relacionarse con la naturaleza de dichos procesos y con algunas de sus consecuencias. Entre ellos se destaca la exclusión social que estarían generando. En efecto, muchos de los fenómenos que se agudizaron en estas décadas reciente la intensificación del dominio del capital sobre el agro en el marco de un proceso capitalista crecientemente globalizado: la difusión creciente del trabajo asalariado; la precarización del empleo rural; la multi ocupación; la expulsión de medianos y pequeños productores del sector; las continuas migraciones campo-ciudad o a través delas fronteras; la creciente orientación de la producción agropecuaria hacia los mercados; la articulación de los productores agrarios a complejosagroindustriales en los que predominan las decisiones de núcleos de poder vinculados agrandes empresas transnacionales o transnacionalizados; la conformación en algunos países de los denominados.
LA NUEVA RURALIDAD EN LAS TEORIAS DE ORDENAMIENTO TERRITORIAL.
El cambio en las décadas de 1980 y 1990 de una estrategia de desarrollo orientado al interior vía la industrialización por sustitución de importaciones por una estrategia orientada al exterior, que acercó más el sector agrícola a los mercados globales, desencadenó una reestructuración mayor de la sociedad y de la economía rurales en Latinoamérica. Este importante cambio de una estrategia de desarrollo impulsada por el Estado a una neoliberal impulsada por el mercado, dio paso al surgimiento del enfoque de la "nueva ruralidad" del desarrollo rural. Aunque este enfoque nos hace comprender las transformaciones rurales de la región, se sostiene en este trabajo que requiere desarrollarse sistemática y congruentemente para tener un mayor valor analítico.
EL ENFOQUE DE LA NUEVA RURALIDAD
Las transformaciones que se generaron a partir del proceso de la globalización neoliberal impulsaron a los sociólogos rurales a buscar nuevos conceptos que captaran los cambios con mayor claridad. Desde mediados de la década de 1990, empezaron a aparecer estudios y documentos que hablaban sobre la "nueva ruralidad" de Latinoamérica. El concepto ganó popularidad debido a los múltiples seminarios y conferencias sobre el tema, se escribieron cientos de artículos y se publicaron decenas de libros en Latinoamérica en los que se utilizaba el novedoso término "nueva ruralidad". Aunque el término se mantuvo confinado en un principio a los círculos académicos, más tarde fue ampliamente adoptado por instituciones multilaterales como el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), por organizaciones no gubernamentales (ONG) e instituciones financieras internacionales (IICA, 2000; BM/FAO, 2003). El término se volvió más común y se usó (in)adecuadamente para fines políticos y para promover la legitimidad de ciertas acciones. Los gobiernos de Latinoamérica comenzaron a utilizar el término en sus proyectos de desarrollo rural con la esperanza de atraer recursos financieros de la comunidad internacional.
El concepto de nueva ruralidad es un enfoque muy latinoamericano de los estudios rurales, aunque pudo haber tenido cierta influencia de los estudios europeos que utilizaban una perspectiva orientada al actor (Long y Long, 1992; Van der Ploeg, 1993).
 Específicamente los sociólogos brasileños, en especial los que se formaron en Francia, recibieron la influencia de la gran variedad de la literatura francesa sobre este tema, que probablemente explica la popularidad de los estudios sobre la pluriactividad y la multifuncionalidad rural en Brasil (Carneiro y Maluf, 2003).
 Sin embargo, existen importantes diferencias entre estos términos y la nueva ruralidad, como se desprende del análisis que se realiza a continuación. En pocas palabras, en mi opinión, nueva ruralidad es un término más rico y extenso que abarca fenómenos que otros términos no incluyen. Pero, sobre todo, los textos sobre la nueva ruralidad se refieren a un contexto muy diferente del de los países muy avanzados, en especial cuando se considera el efecto de la Política Agrícola Común (PAC) sobre la economía y la sociedad rurales de los países de la Unión Europea (UE). Por lo tanto, el concepto de nueva ruralidad debe ser considerado por sus propios méritos.
El concepto de nueva ruralidad evidentemente despertó el interés de mucha gente que se ocupa de los temas rurales y estimuló nuevas investigaciones en la transformación rural en Latinoamérica, sin embargo, el término nunca ha sido desarrollado de un modo sistemático y total.
En resumen, el término se ha convertido en un concepto paraguas utilizado para referirse a cualquier nuevo desarrollo en las áreas rurales, o a cualquier problema relegado o al que no se le prestara suficiente atención en esquemas de trabajo anteriores. La resultante falta de consistencia requiere ser abordada de nuevo si este punto de vista ha de ser desarrollado.
PROPUESTAS ALTERNATIVAS PARA UNA NUEVA RURALIDAD
Los nuevos ruralistas reformistas proponen una serie de recomendaciones para las políticas públicas o para las intervenciones de organismos no gubernamentales y para la comunidad internacional de donantes, que buscan aminorar las consecuencias negativas, así como incrementar las oportunidades de la globalización neoliberal.
En Latinoamérica, la situación del agro comparte con Europa la pérdida del protagonismo de los pequeños y medianos productores como dinamizadores de lo rural, profundizándose la presencia de empresas integradas a las demandas del mercado internacional. Sin embargo, las diferencias entre un espacio y otro son indudables. Miguel Teubal sostiene que muchos de los fenómenos que se agudizaron en las últimas décadas en América Latina reflejan la intensificación del dominio del capital sobre el agro en el marco de un proceso capitalista crecientemente globalizado: “la precarización del empleo rural; la multiocupación; la expulsión de medianos y pequeños productores del sector; las continuas migraciones campo-ciudad; la creciente orientación de la producción agropecuaria hacia los mercados; la articulación de los productores agrarios a complejos agroindustriales en los que predominan las decisiones de núcleos de poder a grandes empresas trasnacionales” (2001: 47), acompañando la creciente concentración de la tierra relacionada con el capital financiero y agroindustrial. La reducción de la pobreza rural es el objetivo de desarrollo más enérgicamente promovido por los primeros defensores de una nueva ruralidad. Su concepción de la pobreza es más integral y, por tanto, requiere de una variedad más amplia de políticas públicas que la aborden. Reconoce las limitaciones del mercado y resalta la importancia de las instituciones.
LA NUEVA RURALIDAD Y EL DESARROLLO RURAL
Desde la década ´80 una nueva etapa del proceso de expansión del capitalismo en el mundo ha sido definida como globalización, en tanto se presentan procesos novedosos como la vertiginosa mundialización de los flujos financieros, la cobertura mundial sin precedentes que ha alcanzado el AIBR. Revista de Antropología Iberoamericana, Nº 42. Julio-agosto 2005 3 capitalismo y la universalización de una uniformización cultural (Borón, 1999), no pudiéndose ignorar los impactos que estos cambios han producido en los espacios rurales, definiendo una “nueva ruralidad”.
En Latinoamérica, la situación del agro comparte con Europa la pérdida del protagonismo de los pequeños y medianos productores como dinamizadores de lo rural, profundizándose la presencia de empresas integradas a las demandas del mercado internacional. Sin embargo, las diferencias entre un espacio y otro son indudables. Miguel Teubal sostiene que muchos de los fenómenos que se agudizaron en las últimas décadas en América Latina reflejan la intensificación del dominio del capital sobre el agro en el marco de un proceso capitalista crecientemente globalizado: “la precarización del empleo rural; la multiocupación; la expulsión de medianos y pequeños productores del sector; las continuas migraciones campo-ciudad; la creciente orientación de la producción agropecuaria hacia los mercados; la articulación de los productores agrarios a complejos agroindustriales en los que predominan las decisiones de núcleos de poder a grandes empresas trasnacionales” (2001: 47), acompañando la creciente concentración de la tierra relacionada con el capital financiero y agroindustrial.
LA PLANIFICACION COMO INSTRUMENTO DE DESARROLLO RURAL
La planeación participativa En el propósito de que los esfuerzos institucionales y de la ciudadanía se traduzcan en beneficios sobre el conjunto de la población de la región, aunque en principio privilegiando en su cobertura a la más vulnerable, las intervenciones a adelantardeben ser resultado concertado de un ejercicio de planeación con los diversos actores de la región y de la institucionalidad de instancias nacionales decisorias en la asignación de recursos públicos para la región. Tal ejercicio de planeación debe traducirse en tres instrumentos encadenados y secuenciales que interpreten la situación y perspectiva de la región, la visión prospectiva e integral de su desarrollo, y finalmente un proyecto neurálgico y jalonador con el que se movilicen las fortalezas endógenas y se propicien sinergias entre los factores de la región.
Metodologías Antes de detallar el esquema de trabajo para los resultados propuestos de la planeación participativa, cabe preguntarse con cuál metodología deben construirse esto productos. La pregunta se debe a la disponibilidad de múltiples métodos con que se hacen ejercicios de planeación concertada. Por ejemplo: • DRP (Diagnóstico Rápido Participativo): Cosecha de información directa con los asistentes. • DSA (Diagnostico de Sectores Agrarios): Con base en caracterización de sistemas de producción. • ZOOP (Planificación de Proyectos orientados por resultados): Marco lógico de proyectos, problemas/objetivos. • Árbol de Problemas y Objetivos: Lluvia de ideas que conducen a proyectos • Planificación estratégica (DOFA): Relaciones de debilidades, oportunidades, fortalezas, amenazas. • IRP (Innovación Rural Participativa): Vinculación de organizaciones a través del enfoque de cadenas de valor.
POLITICAS, PLANES Y PROGRAMAS GUBERNAMENTALES Y PRIVADOS DE APOYO COMO DETONANTES DEL DESARROLLO RURAL.
Objetivos
El objetivo general en este campo es el mejoramiento sostenido de la calidad de vida de la población rural de bajos ingresos procurando asegurar, al mismo tiempo, una efectiva y eficiente contribución de la economía rural al proceso de desarrollo nacional. Para ello se apoya el desarrollo de las economías campesinas y otros sectores de menores ingresos de las áreas rurales a través de diversas combinaciones de esfuerzos de acuerdo a las circunstancias específicas de cada comunidad local.
En este contexto los objetivos más específicos son:
Promover la economía rural mediante el mejoramiento de la producción y la situación de empleo y los ingresos de la población rural por intermedio de:
a) el incremento del rendimiento económico de las unidades campesinas a través de aumentos de la productividad agropecuaria (apoyadas entre otras medidas con asistencia técnica, investigación especializada y crédito para el pequeño productor) y el mejoramiento de los precios de insumos y productos que mejoren las relaciones de intercambio de las unidades campesinas con el sistema económico nacional.
b) el desarrollo de nuevas actividades rurales no agropecuarias (como agroindustrias, servicios de apoyo, etc.) que, debido a su escala, puedan recibir un respaldo más adecuado mediante estructuras asociativas que permitan niveles superiores de productividad y competencia.
c) el mejoramiento de las condiciones laborales, de capacitación e ingreso de los trabajadores rurales.
d) la ocupación ordenada de nuevas tierras de frontera agropecuaria, atendiendo la naturaleza de los sistemas ecológicos, la posibilidad de rendimientos económicos y la integración física y económica con el mercado nacional.
Fomentar la creación de ahorros y facilitar un mayor nivel de inversión en el área rural.
Campos de Actividad
El Banco, mediante operaciones de financiamiento y cooperación técnica, colabora con los países en su búsqueda de soluciones apropiadas de desarrollo rural ajustadas a las circunstancias concretas de cada momento y lugar, con énfasis especial en tres campos complementarios de actividad:
1. El fortalecimiento de la capacidad nacional para identificar y preparar mejores programas y proyectos, incluyendo el apoyo a la formulación de medidas que mejoren el entorno general para el desarrollo rural y un esfuerzo para relacionar más productivamente la capacidad analítica y de investigación de la región con la búsqueda y elaboración de soluciones operativas.
2. La movilización de los esfuerzos de la población rural, lo cual implica estimular su participación en la adopción de decisiones, actividades de organización, capacitación y educación rural, comunicación social, incluyendo cuando corresponda, el desarrollo de formas asociativas de gestión económica que permitan abordar soluciones socioeconómicamente viables.
3. Financiamiento de programas y proyectos que contribuyan a la capitalización y dinamización de la economía rural y que actúen sobre los mecanismos de retención y reinversión de excedentes de origen rural, incluyendo el apoyo a poblados que cumplan funciones de centros de servicios y mercadeo. En este sentido, el Banco otorga préstamos para:
a) Proyectos productivos rurales para productores de bajos ingresos. Su objetivo es contribuir al aumento de la producción e ingreso del pequeño productor rural, asignando recursos para atacar a través de una sola actividad una limitante específica que impide u obstaculiza su desarrollo.
b) Proyectos de desarrollo agropecuario integrado. Son aquellos destinados a resolver más de una restricción productiva y/o de infraestructura económica. Su conceptualización contempla el financiamiento de más de un componente sectorial, incluyendo entre los beneficiarios directos a productores de bajos ingresos con potencial para expandir su producción. Dentro de esta categorización caben, entre otros, proyectos de inversión simultánea en campos como crédito, asistencia técnica, mercadeo, apertura de caminos, energía, etc.
c) Proyectos de desarrollo rural integrado. Con este tipo de proyectos se atacan coordinadamente limitantes de naturaleza productiva, de infraestructura económica y de servicios sociales. Su conceptualización requiere la especificación de diversos objetivos directos y contempla el financiamiento de dos o más componentes sectoriales. Por su naturaleza, considera entre los beneficiarios a la población rural de áreas marginadas procurando desarrollar su potencial productivo y buscando su mejor forma de incorporación a las actividades socioeconómicas del país.
d) Proyectos de infraestructura social. Se refieren a proyectos que procuran mejorar las condiciones sociales y organizativas de las comunidades rurales de menores ingresos, como ser proyectos de salud, saneamiento, educación rural, organización comunitaria, capacitación, etc.
Criterios de Evaluación
En la selección de los proyectos de desarrollo rural a ser financiados por el Banco, se efectuará un análisis de su viabilidad tomando en cuenta las políticas económicas y de desarrollo nacionales. En particular, se presta atención a las políticas vigentes en materia de precios, utilización y tenencia de la tierra, gravámenes, financiamiento, provisión de insumos, etc., que, por su naturaleza, contribuyen al éxito de las inversiones específicas de desarrollo rural.
El Banco alienta que las soluciones productivas para la economía rural no se restrinjan a actividades exclusivamente agropecuarias sino que también exploren posibles soluciones no agropecuarias (actividades agroindustriales, diversos servicios de apoyo a la producción rural, pequeña y mediana industria, artesanías) localizables dentro de las zonas rurales.
En relación a los sectores rurales de menores recursos se procura que el apoyo a actividades productivas de preferencia a pequeñas unidades que cuenten o puedan desarrollar capacidad productiva (agropecuaria y no agropecuaria), de manera de promover unidades económicas rurales con posibilidades de formación de capital, sea individualmente o a través de otras formas de gestión económica que posibiliten una mayor productividad.
En el proceso de transformación de las economías de subsistencia se otorga especial atención al mejoramiento de las condiciones sociales de las comunidades rurales beneficiadas, ya que ello constituye tanto un derecho social básico como una condición necesaria para poder materializar los desarrollos económicoproductivos. En este sentidoel Banco alienta que se combinen apropiadamente actividades que mejoren la base productiva con aquéllas que permitan la satisfacción de necesidades sociales básicas.
Se alienta la adopción de medidas que tiendan a perfeccionar el uso de los factores productivos, incluida la mejora de la tierra, de la mano de obra y de los mercados financieros y, el establecimiento de mecanismos para retener y reinvertir excedentes locales sobre bases de equidad y estímulo a la iniciativa de los diferentes grupos para capitalizar y aumentar su capacidad productiva.
La adecuada utilización y distribución de la tierra agrícola contribuye al logro de objetivos de desarrollo rural. La naturaleza básicamente primaria de la producción rural le asigna al factor tierra un papel condicionante de los procesos productivos en las áreas rurales. Por eso interesa al Banco que en los proyectos los aspectos de utilización y tenencia de la tierra se encuentren planteados sobre bases de equidad y posibiliten una eficiente asignación de los recursos financieros, enmarcando las soluciones específicas a los problemas de acceso, utilización y distribución de la tierra dentro de las políticas y legislaciones pertinentes de los países prestatarios.
Tomando en cuenta la política agropecuaria vigente, (ver OP-721), el Banco apoya el establecimiento y consolidación de sistemas de crédito para productores de bajos ingresos, procurando evitar la concentración del crédito institucional. Se dará énfasis al aumento de la eficiencia del sistema y a la reducción de los costos globales directos e indirectos. Especial atención se asigna al fortalecimiento de instituciones financieras y de asistencia técnica tanto públicas como no gubernamentales, que faciliten una efectiva movilización y canalización del ahorro interno y externo hacia inversiones y otros usos productivos para pequeños productores.
Orientaciones Básicas
PROYECTOS. Los proyectos deben contemplar una apropiada consideración de la naturaleza y dinámica de los procesos socioeconómicos en los que se insertan y sobre los que se pretende actuar. Los proyectos deberían evidenciar consistencia con las características de la situación existente, los problemas que se enfrentan, los objetivos que se persiguen y las medidas propuestas para alcanzarlos.
Se procura que los proyectos se coordinen y sean consistentes con otras acciones de desarrollo en términos de prioridades, complementación funcional, coordinación interinstitucional y adecuada implantación en el territorio. En los casos que corresponda se alentará la ejecución de otras acciones conexas, sean nuevas inversiones o proyectos de recuperación, que contribuyan a un aprovechamiento más pleno de las inversiones sectoriales específicas.
De igual forma se procura que los proyectos consideren un apropiado balance entre acciones de rápida respuesta y corta maduración, destinadas a la recuperación y mejoramiento de sistemas existentes e inversiones orientadas a la construcción de nuevas obras o sistemas que tienen efectos más diferidos en el tiempo.
El Banco alienta que las inversiones en áreas específicas se encuadren en una concepción integrada, aún cuando su ejecución pueda concretarse a través de diversos proyectos complementarios.
El Banco procura que los proyectos multisectoriales incluyan únicamente los componentes esenciales y relevantes capaces de inducir otros desarrollos ulteriores. Se requiere que se evidencie la consistencia entre los componentes de un proyecto para determinar sus relaciones técnicas e institucionales y sustentar debidamente la incorporación y dimensionamiento de cada uno. Se considerará la experiencia pasada y actual relacionada con costo, secuencia cronológica, coordinación, y otros problemas y complejidades de proyectos integrados.
Se procura que los proyectos contemplen un marco institucional adecuado para su ejecución, evitando duplicaciones y aprovechando la capacidad institucional disponible en cada país. Cuando para la ejecución de ciertos proyectos sea esencial una adecuada coordinación interinstitucional, el Banco alienta que esos proyectos contemplen desde su fase de reinversión un ejercicio de coordinación interinstitucional.
El Banco considera de la mayor importancia la participación activa de los beneficiarios en toda la vida de un proyecto, así como la compatibilidad de éste con las características socioculturales de la población beneficiada.
El Banco alienta, cuando es pertinente, la transferencia de resultados y experiencias de un proyecto a otras localidades cuyas condiciones favorecen el fomento de actividades semejantes, para lo cual podrán considerarse, entre otros, componentes de difusión de informes y capacitación de líderes y técnicos de otras áreas, para su inclusión en el proyecto.
El diseño de los proyectos integrados debe contemplar la flexibilidad necesaria para encarar reajustes periódicos en función de un adecuado sistema de seguimiento y evaluación.
COOPERACION TECNICA El Banco apoya la elaboración de planes de desarrollo rural que aseguren un marco apropiado y condiciones favorables para los proyectos específicos, así como mecanismos de asignación de los recursos financieros, tecnológicos y de gestión necesarios.
El Banco da especial importancia a la cooperación técnica para la preparación de proyectos de desarrollo rural, procurando mejorar las metodologías de formulación utilizadas y los mecanismos recomendados de ejecución y seguimiento.
Se respaldan esfuerzos que tiendan a complementar acciones dirigidas al agro con el desarrollo de actividades productivas y de servicios en aldeas, poblados y centros urbanos menores.
Para el fortalecimiento institucional, el Banco brinda asistencia a entidades gubernamentales y no gubernamentales de desarrollo rural. Asimismo, da atención al mejoramiento de la capacidad para planificar o ejecutar acciones para campesinos y pequeños productores, asignar y canalizar recursos financieros, adaptar y transferir tecnologías apropiadas y mejorar sistemas y mecanismos de ejecución, operación, seguimiento y evaluación.
En los programas de capacitación, el Banco apoya el adiestramiento de beneficiarios y técnicos en la identificación, preparación y ejecución de proyectos de desarrollo rural, especialmente en aspectos de selección de tecnologías, administración de unidades productivas familiares o asociativas, integración espacial y coordinación multisectorial.
En la realización de investigaciones de desarrollo rural, incluida la investigación agrícola y ganadera, el Banco apoya también el análisis de alternativas para promover el ingreso y el empleo para los sectores de menores recursos, el estudio de las relaciones rural urbanas, la investigación orientada a sistemas de producción para unidades de pequeña escala y otras soluciones no tradicionales para enfrentar las circunstancias que impiden su transformación.
CONCLUSION 
A través de los mismos queremos evidenciar la diferente posición del individuo (rural) en distintos contextos que han sido objeto de atención por los analistas de los procesos de cambio y nueva ruralidad. Con los mismos hemos querido amalgamar las posiciones críticas, habitualmente ligadas a los otros en distintos planos, que en su conjunto proyectan una vía de integración de todos los individuos que viven en un determinado sitio. Por ello y para adoptar una posición micro, basada en la distinción, el matiz y la fluidez que dominan la vida cotidiana de los individuos, que creo asimismo que puede resolver posiciones de (in)justicia social, ambiental y territorial, se deben sustentar sobre todo en una visión moral de las mismas. No cabe duda que desde estas posiciones de análisis fundadas en el individuo pueden ser criticadas por todas las limitaciones cotidianas, quizás la principal sea la ausencia de una base material para el sustento digno, y por los condicionantes de las estructuras institucionales y sociales. A menudo detrás de las grandes cifras que sustentan una visión parcial de tal o cual fenómeno (rural), incluida la pobreza,es posible y natural reflexionar sobre la multiplicidad de situaciones, autopercepciones y visiones que es posible encontrar en una población (rural) cada vez menos agraria y lo difícil que es explicarlas a través de la condición (estática y fija) de ruralidad.
En consecuencia, estos ejes que proponemos no tendrían una consideración de binomio como ha sido habitual en los estudios rurales, sino que supondrían planos del juego del individuo en el campo global. Con todo ello pretendemos, por una parte, articular las posibilidades de los enfoques éticos y morales y los procesos de modernidad y, por otra, tratar de conceder un paraguas teórico común a los nuevos procesos rurales que surgen en diferentes áreas geográficas. No queremos con ello radicalizar nuestro enfoque y considerar al individuo como un player que se mueve con libertad sobre el espacio (y en consecuencia sin dificultad). No, en absoluto. Entendemos que existen estructuras rígidas que han prevalecido en los estudios rurales, lugar (territorio) y comunidad serían dos de ellas, también el gobierno agrario (y en cierta medida el rural), pero que simplemente serían condicionantes, no limitantes, en la nueva relación individuo-campo global.

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