Logo Studenta

Eysenck H - Teorías de personalidad y ejecución

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

r 
^ 
HANS J. EYSENCK 
INSTITUTE OF PSYCHIATRY. UNIVERSITY OF LONDON 
MICHAEL W. EYSENCK 
BIRKBECK COLLEGE. UNIVERSITY OF LONDON 
Personalidad 
y diferencias individuales 
Ediciones Pirámide, S. A. - Madrid 
LL 
7 Teorías de personalidad y ejecución1 
Hasta aquí, en este libro nuestro énfasis se ha centrado en los intentos por 
describir las dimensiones principales de la personalidad. Una vez realizada la ta-
rea de describir la estructura básica de la personalidad, el siguiente paso obvio 
es proponer teorías explicativas que den cuenta de forma sistemática de las di-
mensiones de personalidad que han sido descubiertas. Ya que el mayor progreso 
se ha conseguido con la dimensión de la extraversión, gran parte de nuestro exa-
men se centrará en tal dimensión. 
La diferenciación entre descripción y explicación se considera normalmente 
de tipo gradual más que absoluto; no obstante, es importante hacerla en el mo-
mento presente. En un nivel descriptivo, se sabe que los extravertidos tienden a 
ser más impulsivos y más sociables que los introvertidos. Bien está, pero deja mu-
chas preguntas importantes sin contestar. En concreto, queremos saber por qué 
los individuos extravertidos tienden a ser impulsivos y sociables, mientras los su-
jetos introvertidos no tienden a serlo. También sería de gran valor disponer de 
una teoría explicativa de la extraversión que aportara una base firme para pre-
decir las diferencias comportamentales entre introvertidos y extravertidos en un 
margen amplio de situaciones. 
¿Cómo podría ser tal teoría explicativa? Un ingrediente probable supondría 
hacer una estimación de las diferencias fisiológicas subyacentes entre introverti-
dos y extravertidos. Merece la pena distinguir dos tipos distintos de teorías fisio-
lógicas sobre la extraversión. Uno supone constructos y procesos semifisiológi-
cos, pero no los relaciona con lo que se conoce sobre la fisiología humana. El 
otro tipo también especifica varios procesos fisiológicos subyacentes, pero es más 
exacto porque se especifican los mecanismos fisiológicos fundamentales que re-
cogen las diferencias comportamentales entre introvertidos y extravertidos. 
En este capítulo consideraremos cuatro teorías explicativas sobre la extraver-
sión. Dos de estas teorías (las de H. J. Eysenck, 1957, y Brebner) tratan los pro-
cesos fisiológicos sin implicar ninguna parte específica del sistema fisiológico, 
mientras que las otras dos (las de H. J. Eysenck, 1967a, y Gray, 1973) van más 
allá, y especifican estructuras y procesos fisiológicos reales. En otras cosas son 
equivalentes. Las teorías que relacionan la extraversión con componentes defi-
1 La voz performance se ha traducido unas veces por «ejecución», indicando el desempeño y 
realización de una tarea, y otras por «rendimiento», indicando el resultado de la ejecución de esa tarea. 
(N. del T.) 
1 9 4 Personalidad y diferencias individuales 
nidos del sistema fisiológico tienen ciertas ventajas claras sobre las que no lo ha-
cen. Por ejemplo, es probable que tales teorías generen predicciones más especí-
ficas, dado el conocimiento actual sobre el funcionamiento de las estructuras fi-
siológicas especificadas. Como consecuencia, tales teorías resultan, probablemen-
te, más contrastables. 
Se han propuesto otras teorías intentando describir las bases psicológicas de 
la personalidad. Por ejemplo, Claridge (1967) identificó dos componentes de la 
actividad psicofisiológica, uno era el factor de reactivación y el otro el que se en-
cargaba de la modulación de la entrada sensorial en el sistema nervioso y de la 
atención selectiva. Se suponía que las interrelaciones dinámicas entre estos dos 
mecanismos subyacían a la neurosis y a la psicosis. Zuckerman (por ejemplo, 
1979b) ha investigado la dimensión de personalidad de búsqueda de sensacio-
nes, consiguiendo un progreso significativo al no descubrir bases fisiológicas en 
las diferencias individuales de la búsqueda de sensaciones. Sin embargo, estas 
dos teorías no se examinarán aquí en detalle, puesto que la teoría de Claridge 
está diseñada principalmente para estimar el comportamiento anormal y no ha 
generado una cantidad sustancial de investigación experimental, y gran parte de 
la aportación de Zuckerman es compatible con la teoría de H. J. Eysenck (1967a). 
Antes de proceder a un análisis más detallado de las cuatro hipótesis princi-
pales, quizá merezca la pena dar al lector alguna orientación sobre las interrela-
ciones de estas teorías. La teoría original fue propuesta por H. J. Eysenck (1957) 
y luego sustancialmente modificada (H. J. Eysenck, 1967a). La teoría de Gray 
(1973) es, básicamente, una modificación de la teoría de H. J. Eysenck (1967a), 
y comparte muchas características con ella. Finalmente, la teoría desarrollada por 
Brebner y sus asociados debe bastante a la teoría de H. J. Eysenck (1957) y tam-
bién a la de H. J. Eysenck (1967a). Por ello, sería bastante inadecuado considerai 
las cuatro teorías examinadas en este capítulo de forma completamente aparte > 
separadas unas de otras. El estado cierto de la cuestión es que las distintas teo-
rías representan una evolución gradual de las ideas teóricas procedentes de H. J 
Eysenck (1957). 
7 .1 . H. J. Eysenck (1957) 
H. J. Eysenck ha propuesto dos teorías explicativas relacionadas, pero con-
ceptualmente diferentes. La primera de ellas se propuso en 1957, y de aquí en ade-
lante nos referiremos a ella como la teoría de la inhibición. Como resultado de 
un aumento de las pruebas, esta teoría se quedó inadecuada en algunos aspectos. 
Eysenck (1967a) sugirió una concepción teórica modificada; por conveniencia, 
nos referiremos a ella como la teoría de la reactivación. 
Aunque la teoría de la reactivación ha ocupado ampliamente el lugar de la 
inicial teoría de la inhibición, el modo en el que el pensamiento y la investiga-
ción se han desarrollado debe mucho al ímpetu aportado por la teoría de la in-
hibición. Así, se hace necesaria una breve valoración de la teoría original. Uno 
Teorías de personalidad y ejecución 1 9 5 
de los principales propósitos de la teoría de la inhibición era aportar algún tipo 
de comprensión teórica sobre las diferencias fundamentales entre introvertidos 
y extravertidos. Más específicamente, Eysenck cuestionó, en efecto, si era posi-
ble recoger las abultadas diferencias comportamentales entre introvertidos y ex-
travertidos a partir de un número extremadamente pequeño de diferencias fisio-
lógicas fundamentales o semifiosiológicas. Por abreviar, contestó esta cuestión 
de forma afirmativa. Su declaración teórica más importante respecto de la di-
mensión teórica de la extraversión se contenía en el siguiente postulado ti-
pológico: 
Los individuos cuyo potencial excitatorio se genera lentamente y cu-
yos potenciales excitatorios así generados sean relativamente débiles es-
tarán predispuestos a desarrollar esquemas extravertidos de comporta-
miento y a desarrollar alteraciones histérico-psicopáticas en los casos de 
crisis neurótica; los individuos cuyo potencial excitatorio se genere rá-
pidamente y cuyos potenciales excitatorios así generados sean fuertes es-
tarán predispuestos a desarrollar esquemas introvertidos de comporta-
miento y alteraciones distímicas en el caso de crisis neuróticas. De for-
ma parecida, los individuos cuya inhibición reactiva se desarrolla rápi-
damente, en quienes se generen inhibiciones reactivas fuertes, y en quie-
nes la inhibición reactiva se disipe lentamente, estarán predispuestos a 
desarrollar esquemas de comportamiento extravertido y alteraciones his-
térico-psicopáticas en el caso de crisis neurótica. Contrariamente, los in-
dividuos cuya inhibición reactiva se desarrolla lentamente, cuyas inhi-
biciones reactivas se generen débilmente, y en quienes la inhibición reac-
tiva se disipe rápidamente, estarán predispuestos a desarrollar esquemas 
de comportamiento introvertido y alteraciones distímicas en el caso de 
crisis neuróticas (pág. 114). 
Este postuladotipológico se refiere a dos constructos explicativos diferentes 
(es decir, excitación e inhibición). Sin embargo, para la mayoría de los objetivos, 
el equilibrio excitación-inhibición se trató como un constructo unidimensional. 
Puede verse el problema de la desunión de las distintas influencias de la excita-
ción e inhibición si apreciamos que, de acuerdo con el postulado tipológico, aque-
llos que generen potenciales excitatorios con facilidad también generan potencia-
les inhibitorios con dificultad, mientras que los que generen potenciales excita-
torios con dificultad también generan potenciales inhibitorios con facilidad. Igual-
mente, a menudo resulta posible interpretar las diferencias de ejecución entre in-
trovertidos y extravertidos, o bien en términos de mayor excitación en introver-
tidos que en extravertidos, o bien en términos de mayor inhibición en extraver-
tidos que en introvertidos. Merece la pena señalar que el concepto de inhibición 
tal como está utilizado en el postulado tipológico se refiere a algún proceso cen-
tral de origen fisiológico desconocido, que no debe ser confundido con la inhibi-
ción del comportamiento. Muy a menudo la mayor inhibición central de los ex-
travertidos supone una forma desinhibida en su comportamiento. 
1 9 6 Personalidad y diferencias individuales 
¡Cómo puede utilizarse el postulado tipológico para recoger los efectos de la 
extraversión del comportamiento a través de tareas de laboratorio? En la prácti-
ca, la estrategia empleada por Eysenck y sus asociados era intentar localizar aque-
llas tareas en las que hubiera una buena razón para suponer que la inhibición (o 
excitación) contribuyera sustancialmente a su ejecución. Si se producía algún tipo 
de efecto en la ejecución de un test de laboratorio por inhibición, entonces los 
extravertidos (que son más propensos que los introvertidos a la inhibición) ha-
brían de sufrir un efecto mayor. Quizá el empleo más claro de esta estrategia de 
las operaciones lo constituya el efecto de reminiscencia en la tarea de seguir un 
rotor. Esta tarea normalmente supone el manejo de un disco metálico encajado 
en una mesa giratoria y de una aguja metálica. El sujeto sostiene la aguja e in-
tenta mantenerla en contacto con el disco metálico. Si alguien realiza esta tarea 
de forma continua durante varios minutos y luego tiene un descanso de unos po-
cos minutos, el nivel de ejecución al retomar la tarea tras el descanso es, con fre-
cuencia, considerablemente superior que en cualquier otro momento antes del 
descanso. Esta mejora espontánea sorprendente es lo que se conoce con el nom-
bre de efecto de reminiscencia. 
Desde un punto de vista teórico, resulta tentador suponer que este efecto de re-
miniscencia sucede porque los procesos inhibitorios que ocurren antes del 
período de descanso reducen la ejecución. Esta inhibición se disipa durante el pe-
ríodo de descanso, y por eso mejora la ejecución. Si se combina este análisis teórico 
del efecto de reminiscencia con el postulado tipológico, se desprende que los ex-
travertidos deberían mostrar más reminiscencia que los introvertidos. Esta pre-
dicción se ha confirmado repetidamente, pero desgraciadamente ya no se puede 
mantener la interpretación original de los datos (véanse en el capítulo 9 los de-
talles). Para los actuales objetivos, sin embargo, lo importante es que el trabajo 
con el efecto de reminiscencia ejemplifica la manera de investigar el postulado 
tipológico. 
Hemos discutido en términos generales la idea de que la inhibición puede dis-
minuir la ejecución. Más específicamente, la actividad continua de cualquier tipo 
conduce al desarrollo de la inhibición. Cuando se ha creado un alto nivel de in-
hibición, se da un bloqueo o período de descanso involuntario en la ejecución 
que permite disipar parte de la inhibición. La existencia de estas pausas involun-
tarias de descanso es directamente responsable de los efectos alteradores de la in-
hibición de la ejecución. De nuevo, una vez más las pruebas empíricas no ofre-
cen fuerte apoyo a esta afirmación teórica (véase a este respecto el capítu-
lo 9). 
Uno de los problemas de la estrategia de investigación hasta aquí señalada es 
que no permite la manipulación experimental de lo que supuestamente es el fac-
tor causal (es decir, el equilibrio excitación-inhibición). La consecuencia es que 
sólo es posible obtener pruebas indirectas del impacto conductual a partir de las 
variaciones en ese equilibrio. Eysenck afirmó que, de hecho, era posible mani-
pular el equilibrio excitación-inhibición; su postura teórica sobre esta cuestión se 
concentró en la siguiente afirmación sobre las drogas: 
Teorías de personalidad y ejecución 1 9 7 
Las drogas sedantes aumentan la inhibición cortical, disminuyen la 
excitación cortical y provocan esquemas de comportamiento extra verti-
do. Las drogas estimulantes disminuye la inhibición cortical, aumentan 
la excitación cortical y provocan esquemas de comportamiento intro-
vertido (pág. 229). 
En cualquier tarde se pueden obtener pruebas coherentes informales de la afir-
mación sobre las drogas en su bar próximo o albergue. El alcohol es básicamente 
un sedante, y realmente hace a bastantes introvertidos mucho más animados, 
más dicharacheros y, generalmente, mucho más extravertidos de lo normal. (Una 
revisión de pruebas más formales aparece en H. J. Eysenck, 1983c.) 
El uso de drogas estimulantes y sedantes en la investigación no sólo ofrece 
una forma poderosa de alterar el equilibrio excitación-inhibición, también am-
plía el ámbito de las tareas de laboratorio que pueden ser utilizadas para com-
probar el postulado tipológico de Eysenck. En resumidas cuentas, se espera que 
los efectos de las drogas estimulantes y los de la introversión en la ejecución sean 
bastante semejantes, y lo mismo debería ser cierto respecto a las drogas sedantes 
y la extraversión. Si estas expectativas se confirmaran, aportarían un apoyo bas-
tante fuerte a la idea de que las diferencias entre introvertidos y extravertidos es-
tán en gran medida determinadas por sus diferentes situaciones sobre el equili-
brio excitación-inhibición. 
Lo que aquí tenemos es una especie de «boda entre defectos». Cualquier di-
ferencia comportamental entre introvertidos y extravertidos puede deberse al 
equilibrio excitación-inhibición, pero también puede deberse a una multitud de 
otros factores sobre los que no tenemos control. De forma similar, los efectos de 
las drogas sedantes y estimulantes sobre la ejecución pueden reflejar sus efectos 
inhibitorios y excitatorios respectivamente, pero también pueden deberse a los 
efectos secundarios producidos por las drogas. No obstante, si llevamos dos es-
tudios conjuntos, uno investigando los efectos de la extraversión en una tarea y 
el otro los efectos de drogas estimulantes y sedantes en la misma tarea, será más 
probable que cualquier equivalencia comportamental de los efectos de la perso-
nalidad y las drogas se deba a la influencia del equilibrio excitación-inhibición. 
En vista del hecho de que Eysenck ya ha identificado tres dimensiones orto-
gonales de personalidad, extraversión, neuroticismo y psicoticismo, puede pare-
cerle raro al lector que nuestro examen de su teoría, tal como se relaciona con la 
ejecución, tenga poco que decir sobre cualquier dimensión de personalidad que 
no sea la extraversión. Su estrategia de investigación ha supuesto, en su mayor 
parte, un intento de aclarar las características fundamentales de una dimensión 
de personalidad antes de prestar atención a otras dimensiones. La secuencia his-
tórica se desarrolló como sigue: la extraversión fue la primera dimensión de per-
sonalidad en explorarse sistemáticamente; la siguió el neuroticismo (H. J. Ey-
senck, 1967a) y, luego, el psicoticismo (H. J. Eysenck y S. B. G. Eysenck, 1976). 
¿Por qué la teoría de la inhibición propuesta por Eysenck llegó a ser consi-
derablemente menos influyente de lo que fue al principio? Con mucho, la razón 
1 9 8 Personalidady diferencias individuales 
más importante es el éxito de la teoría de la reactivación posterior (H. J. Eysenck, 
1967a). Con relativamente pocas excepciones, la teoría de la rectivación es capaz 
de manejar los resultados que la teoría de la inhibición explicaba y también los 
muchos otros resultados que parecían anómalos desde la teoría de la inhibición. 
Además, la teoría de la reactivación tiene la ventaja de identificar los sistemas 
subyacentes de las diferencias individuales en extraversión y neuroticismo, mien-
tras que la anterior teoría de la inhibición permanecía en silencio sobre estas 
materias. 
Una dificultad más de la teoría de la inhibición era el mismo concepto de in-
hibición. En primer lugar, la idea de inhibición de Eysenck representa una com-
pleja amalgama de los conceptos de inhibición reactiva y condicionada de Hull, 
la saciación del estímulo de Koehler y la inhibición interna de Pavlov. En segun-
do lugar, parece claro que el estado inhibitorio producido por, digamos, una prác-
tica masiva del seguimiento con un rotor no es, en absoluto, sinónimo del estado 
inhibitorio producido por una droga sedante. Se piensa que la inhibición del pri-
mer tipo es específica de una tarea concreta, mientras que la inhibición del se-
gundo tipo es mucho más general, y afectaría supuestamente a la ejecución de la 
mayor parte de las tareas. 
7.2 H. J. Eysenck (1967a) 
El aumentar las pruebas de que su teoría de la inhibición era inadecuada 
condujo a H. J. Eysenck (1967a) a sustituirla por la teoría de la reactivación. Esta 
teoría fue mucho más específica que la anterior en su descripción de los meca-
nismos subyacentes de las diferencias individuales en personalidad. Los supues-
tos fisiológicos básicos de esta teoría pueden verse en la figura 7.1. 
Figura 7.1.—Interrelaciones entre el cerebro visceral (GB), el sistema activador reticular ascendente 
(SARA) y el córtex. También se muestran las vías aferentes. (Extraído de The Biological Basis ofPer-
sonality, de H. J. Eysenck, Springfield, 111. Charles C. Thomas, 1967. Derechos de autor 1967, de Char-
les C. Thomas, Publishers. Autorizada la adaptación.) 
Teorías de personalidad y ejecución 1 9 9 
El sistema ascendente reticular activador (SARA) fue inicialmente investiga-
do por Moruzzi y Magoun (1949). Descubrieron que la estimulación de algunas 
partes del SARA provocaba una forma de activación general en el EEG cortical. 
Lo que pasa es que algunas vías colaterales de las sensoriales ascendentes provo-
can actividad en el SARA, que posteriormente transmite la excitación a nume-
rosos sitios en el córtex cerebral. Fue esta excitación la que producía la desincro-
nización observada por Moruzzi y Magoun. 
Desde los primeros esfuerzos de Moruzzi y Magoun, nuestro conocimiento 
sobre el funcionamiento del SARA ha aumentado considerablemente. Básica-
mente, parece que el SARA está involucrado en un número amplio de procesos 
psicológicos, como aclaró Stelmack (1981) en un capítulo resumen: 
La formación reticular está implicada en la iniciación y manteni-
miento de la motivación, emoción y condicionamiento mediante el con-
trol excitatorio e inhibitorio de los ajustes autónomos y posturales y me-
diante la coordinación cortical de la actividad que se requiere para la 
atención, la reactivación y el comportamiento orientativo (pág. 40). 
Según H. J. Eysenck (1967a), la dimensión de la extraversión se identifica am-
pliamente con las diferencias en los niveles de actividad del circuito corticorre-
ticular. Los introvertidos se caracterizan por niveles de actividad superiores a los 
de los extravertidos, y así se reactivan más corticalmente que de otra manera. 
Debe apreciarse que esta idea teórica sobre las diferencias subyacentes entre in-
trovertidos y extravertidos representa una extensión y modificación de la ante-
rior investigación sobre la inhibición más que una teoría completamente nueva. 
Así, los introvertidos en la anterior teoría eran los que tenían una excitación su-
perior y una inhibición inferior, y ahora son los que tienen un nivel de reactiva-
ción superior. Los individuos extravertidos son los que tienen un nivel de reac-
tivación inferior en vez de una excitación inferior y una inhibición superior. Se-
ría tentador (pero simplista y erróneo) afirmar que estas dos teorías son básica-
mente la misma, excepto porque se ha trasladado el énfasis del componente in-
hibitorio del equilibrio excitación-inhibición al componente excitatorio o reacti-
vador. Volveremos con las similitudes y diferencias de las dos estimaciones teó-
ricas un poco más tarde. 
Haciendo referencia a la figura 7.1, se observará la localización del sistema 
conocido como cerebro visceral, que consta del hipocampo, amígdala, cíngulo, 
septum e hipotálamo. El cerebro visceral parece estar bastante implicado en la 
emoción. Como marcan con claridad las flechas de la figura, el cerebro visceral 
y el SARA son independientes sólo parcialmente uno de otro. De hecho, una de 
las maneras en las que se puede producir una reactivación cortical es a través de 
la actividad del cerebro visceral que llega a la formación reticular a través de las 
vías colaterales. La actividad del cerebro visceral produce una reactivación au-
tónoma. Eysenck empleó el término activación para distinguirlo de la reactiva-
ción producida por el sistema reticular. La resistencia del cerebro visceral en la 
2 0 0 Personalidad y diferencias individuales 
teoría de la personalidad, según Eysenck, reside en que las diferencias individua-
les en neuroticismo dependen de su funcionamiento. Más específicamente, la gen-
te que es alta en neuroticismo está más dispuesta a generar actividad en el cere-
bro visceral (es decir, actividad) que los que son bajos en neuroticismo. 
Ahora que hemos señalado los mecanismos fisiológicos que subyacen a las di-
mensiones de personalidad de extraversión y neuroticismo, es el momento de vol-
ver sobre el tema de la relación exacta entre las interpretaciones de la inhibición 
y de la reactivación sobre las diferencias cruciales entre introvertidos y extrover-
tidos. Como Gray (1981) señaló en el tratamiento perceptivo que él dio a este 
tema, el movimiento se demuestra andando; si dos teorías generan predicciones 
diferentes, no pueden ser la misma. 
Un ejemplo claro que sirve de diferencia entre las dos teorías es el del um-
bral crítico de fusión de destello, que se obtiene aumentando el ritmo con el que 
una luz lanza destellos hasta que parece que para de parpadear y llega a ser cons-
tante. Según la teoría de la inhibición (1957), los extrovertidos tendrían que mos-
trar unos umbrales críticos de fusión del destello superiores a los de los introver-
tidos. El argumento era que dos destellos separados se podrían distinguir más fá-
cilmente si los efectos perceptuales del primer destello eran disminuidos o inhi-
bidos y si los extrovertidos eran más susceptibles a la inhibición. Por el contra-
rio, la teoría de la reactivación (1967a) realiza la predicción contraria. Los intro-
vertidos se reactivan más corticalmente que los extrovertidos, y así aumentan la 
estimulación que entra. Esto hace que subjetivamente los destellos de luz sean 
más intensos, y es sabido que los umbrales críticos de fusión de destello aumen-
tan con la intensidad del estímulo (Gray, 1964). Como resultado, los introverti-
dos tendrían umbrales superiores a los de los extrovertidos. 
Los efectos reales de la extraversión sobre el umbral crítico de la fusión del 
destello se discuten con cierto detalle en el capítulo 9. En este momento basta de-
cir que la mayor parte de los datos concuerdan con la predicción de la teoría de 
la reactivación más que con la teoría de la inhibición. Por ello, el caso de la fu-
sión del destello crítica ilustra tanto las diferencias entre las teorías de la inhibi-
ción y de la reactivación como la superioridad de la teoría de la reactivación. 
Otra diferencia entre las dos investigaciones teóricas es que las predicciones 
de la teoríade la inhibición, con frecuencia están bastante más detalladas que las 
de la teoría de la reactivación. Consideremos los posibles efectos de la extraver-
sión en las tareas de vigilancia, en las que los sujetos pasan un largo tiempo in-
tentando detectar señales estimulares poco frecuentes. Según la teoría de la inhi-
bición, la percepción es una respuesta, y la producción repetida de respuestas ge-
nera inhibición. Cuando se ha generado inhibición suficiente, se dan pausas para 
descansar y permitir disipar parte de la inhibición, y el rendimiento aquí dismi-
nuye. Esto nos conduce a predecir que los extrovertidos, quienes generan más in-
hibición que los introvertidos, sufrirían una mayor disminución a lo largo del 
tiempo en el rendimiento. Por el contrario, la teoría de la reactivación predice 
que cierto nivel intermedio de reactivación es óptimo para el rendimiento (Yer-
kes y Dodson, 1908). Dependiendo de la situación exacta de introvertidos y ex-
Teorías de personalidad y ejecución 2 0 1 
travertidos respecto del nivel óptimo de reactivación al principio de la tarea de 
vigilancia y de los cambios concretos en el nivel de reactivación durante la se-
sión experimental, así será posible para la teoría de la reactivación acomodarse 
al resultado de que la ejecución de los extrovertidos disminuye más rápidamente 
en el tiempo que la de los introvertidos, y también el resultado opuesto. De he-
cho, ambos resultados se han dado (Bakan, 1959; Bakan, Belton y Toth, 1963, y 
Keister y McLaughlin, 1972). 
Una diferencia final pero importante entre la teoría de la inhibición y la de 
la reactivación atañe al rango de aplicabilidad de cada teoría. Puesto que la in-
hibición es extremadamente difícil de medir, la forma principal en la que se pro-
baba la teoría de la inhibición era empleando tareas con cuya práctica masiva se 
suponía un aumento progresivo de la cantidad de inhibición producida. Sin em-
bargo, puesto que el nivel de reactivación ofrece índices por lo menos aproxima-
dos mediante varias medidas fisiológicas, se pueden generar predicciones para 
una mayor variedad de situaciones, factores y tareas. Por ejemplo, consideremos 
el descubrimiento de Colquhoun (1960) de que los efectos de la extraversión en 
la vigilancia venían sistemáticamente afectados por la hora del día en la que 
ocurrían las pruebas. Más específicamente, él observó los resultados de 17 estu-
dios sobre vigilancia, y encontró que los experimentos hechos en la mañana da-
ban una correlación negativa entre la extraversión y la eficiencia, mientras que 
los experimentos hechos por la tarde daban una correlación positiva. Este tipo 
de resultados es bastante misterioso desde la perspectiva de la teoría de la inhi-
bición, pero puede ser asumido por la teoría de la reactivación. La clave reside 
en que la reactivación fisiológica aumenta progresivamente durante el transcur-
so del día (M. W. Eysenck, 1982). Así se puede aventurar que los extrovertidos 
se reactivan por debajo del óptimo por la mañana y que los introvertidos se reac-
tivan por encima del óptimo por la tarde. 
Hasta aquí hemos cubierto algunas de las complejidades asociadas al uso de 
la teoría de la reactivación de H. J. Eysenck (1967a) para predecir diferencias 
comportamentales entre introvertidos y extrovertidos. Mientras que se consigue 
algún avance teórico afirmando que los introvertidos se reactivan más cortical-
mente que los extrovertidos, es obviamente esencial relacionar esta hipótesis con 
las afirmaciones teóricas sobre las consecuencias comportamentales de la reacti-
vación alta y baja en varias tareas. La primera de tales declaraciones teóricas (que 
todavía mantiene su influencia hoy) fue propuesta por Yerkes y Dodson (1908). 
Su postura teórica se reflejó en lo que generalmente se denomina ley de Yerfces-
Dodson. Tiene dos supuestos principales. El primero es que existe una relación 
de U invertida entre el nivel de reactivación, la tensión o motivación y la cali-
dad de la ejecución. En otras palabras, la ejecución es más efectiva en cuanto un 
individuo se sitúa en un nivel intermedio de reactivación. El segundo supuesto 
es que el nivel óptimo de reactivación es inversamente proporcional a la dificul-
tad de la tarea; es decir, que el nivel óptimo de reactivación resulta superior en 
las tareas fáciles que en las difíciles. Estas relaciones predichas se muestran en la 
figura 7.2. 
2 0 2 Personalidad y diferencias individuales 
Alto 
2 *2 'o 'o ct 3 o o t - « 
W 57 
Bajo 
Nivel de reactivación 
— Tarea difícil Tarea fácil 
Figura 7.2.—Eficacia en la ejecución en función del nivel de reactivación y de la dificultad de la ta-
rea, según la ley de Yerkes-Dodson. (Extraído de «The Relation of Strenght of Stimulus to Rapidity 
of Habit-formation», de R. M. Yerkes and J. D. Dodson, Journal of Comparative and Neurological 
Psychology, 1908, 18, 459-482.) 
Se acepta normalmente que Yerkes y Dodson (1908) identificaron con éxito 
dos de las generalizaciones más importantes sobre la reactivación y la ejecución. 
Hay poderosas pruebas de que el nivel óptimo de reactivación es inversamente 
proporcional a la dificultad de la tarea (véase M. W. Eysenck, 1982, para más de-
talles), pero existe un acuerdo pobre sobre la mejor forma de valorar la dificul-
tad de la tarea. Está menos claro que sea necesariamente una relación de U in-
vertida la que haya entre la reactivación y la ejecución. En muchos estudios sólo 
se comparan tres niveles de reactivación, de forma que son posibles seis ordena-
ciones de estos tres niveles respecto de la calidad de la ejecución. Puesto que sólo 
hay dos ordenaciones que chocan con la ley de Yerkes-Dodson en las que el ni-
vel intermedio de reactivación produce la peor ejecución, se desprende que dos 
terceras partes de los estudios con sólo tres niveles de reactivación aportan un 
aparente apoyo a la ley de Yerkes-Dodson ¡sólo por azar! 
La deficiencia más seria de la ley de Yerkes-Dodson es el hecho de que es des-
criptiva más que explicativa. En lo que la ley fracasa llamativamente es en de-
cirnos por qué debe haber una relación curvilínea entre la reactivación y la eje-
cución, y por qué la naturaleza de esta relación se ve afectada por la dificultad 
de la tarea. El intento mejor conocido y más influyente para solucionar esta falta 
de refuerzo teórico a la ley de Yerkes-Dodson fue el de Eastbrook (1959). Supuso 
que el aumento de la reactivación, de la ansiedad o de la emotividad provoca 
una reducción progresiva del margen de señales ambientales empleadas, que 
reducirá la proporción de señales irrelevantes empleadas, y así mejorará 
el rendimiento. Cuando todas las señales irrelevantes hayan sido exclui-
das, sin embargo, ...otra reducción en el número de señales utilizadas 
sólo podría afectar a las señales relevantes, y la eficacia decaería (pá-
gina 193). 
Teorías de personalidad y ejecución 2 0 3 
Así, la idea de Eastbrook de que la reactivación provoca una reducción de la 
atención aporta una explicación directa de la relación curvilínea entre reactiva-
ción y rendimiento. 
La explicación de Eastbrook (1959) también aporta una argumentación po-
tencial al hecho de que el nivel óptimo de reactivación sea inferior ante tareas 
difíciles que ante fáciles. Si suponemos que no existen más señales asociadas a 
las tareas difíciles que a las fáciles, se empezarán a ignorar las señales relaciona-
das con la tarea en niveles de reactivación inferior con las tareas más difíciles. 
Como consecuencia, el aumento de reactivación producirá un deterioro antes en 
las tareas difíciles que en las fáciles. 
¿Cómo se amolda a los hechos la hipótesis de Eastbrook? Generalmente se 
ha probado empleando un paradigma en el que a los sujetos se les da una tarea 
principal y otra complementaria al mismo tiempo. Se espera que una alta reac-
tivación altere con más probabilidad el rendimiento en la tarea complementaria 
que en la principal. La razón es que el margen reducido de la utilización de se-
ñales con unareactivación alta excluye las señales de la tarea complementaria an-
tes que las de la principal. La mayor parte de los datos concuerdan en esto (M. 
W. Eysenck, 1982). Sin embargo, la hipótesis de Eastbrook es claramente inapro-
piada por varias razones. Supone que la alta reactivación deteriora el rendimien-
to porque conduce a una concentración intensa en algunos, más que en todos, 
los estímulos de la tarea. Esto implica que una reactivación alta reduciría la dis-
tracción y, por lo tanto, los introvertidos estarían menos distraídos que los ex-
travertidos. De hecho, la mayoría de las pruebas disponibles indican que los in-
trovertidos están significativamente más distraídos que los extrovertidos (Ho-
warth, 1969b; Morgenstern, Hodgson y Law, 1974, y Shanmugan y Santhanam, 
1964). 
Aunque se puede probar la teoría de la reactivación de la extraversión inves-
tigando la medida en la que el rendimiento de los introvertidos y extravertidos 
se conforma con las distintas predicciones teóricas, también es posible (y quizás 
preferible) adoptar una investigación algo más empírica (Broadbent, 1971, y 
Duffy, 1962). En esta investigación, se supone que el nivel de reactivación del in-
dividuo se puede alterar experimentalmente mediante manipulaciones de, por 
ejemplo, la intensidad del ruido, la retroalimentación por error, los incentivos, 
la privación del sueño, la hora del día, las descargas eléctricas y las drogas. El con-
tenido central de la concepción de la teoría de la reactivación es que los efectos 
comportamentales de la mayoría o de todos los anteriores factores están media-
dos por un mecanismo de reactivación común. En la medida en que los intro-
vertidos se reactivan realmente más que los extravertidos, las diferencias de ren-
dimiento entre introvertidos y extravertidos deberán reflejar las que existan en-
tre las personas que se someten a manipulaciones de la reactivación (por ejem-
plo, la intensidad del ruido) frente a las que no se someten a ellas. 
Dentro de esta investigación general, merece la pena distinguir entre una ver-
sión fuerte y una débil de la teoría de la reactivación (M. W. Eysenck, 1982). La 
versión fuerte supone que, virtualmente, todos los efectos de los distintos reac-
2 0 4 Personalidad y diferencias individuales 
tivadores están mediados por un sistema de reactivación simple, mientras que la 
versión débil de la teoría de la reactivación afirma sólo que hay una similitud par-
cial en las formas de ejecución provocadas por las distintas manipulaciones de 
la reactivación. Se da una falta de semejanza porque cada reactivador tiene sus 
propios efectos específicos o idiosincrásicos. 
La teoría fuerte de la reactivación es más fácil de probar que la teoría débil. 
La razón de esto es que los resultados que son problemáticos para la teoría débil 
siempre pueden justificarse admitiendo efectos idiosincráticos adicionales. Por 
cuanto concierne a la teoría débil, la predicción crucial la constituye la equiva-
lencia comportamental; es decir, que todo aquello que reactiva debería producir 
formas de ejecución semejantes. 
Ofreceremos un análisis más detallado de las pruebas relativas a la equiva-
lencia comportamental un poco más tarde en el capítulo. No obstante, merece 
la pena destacar aquí que hay más apoyo empírico a la idea de equivalencia com-
portamental en un nivel de análisis relativamente molar que en uno molecular. 
Por ejemplo, es bastante admitido que los diferentes reactivadores normalmente 
intensifican la memoria a largo plazo; sin embargo, un análisis más detallado in-
dica que todo no es tan bonito como parece. Como M. W. Eysenck (1982) señaló: 
Las pruebas disponibles sugieren que la retención a largo plazo es me-
jor en la tarde que en la mañana porque la superior reactivación condu-
ce a un procesamiento semántico mayor o más profundo. Por otro lado, 
el sonido intenso aumenta la retención a largo plazo, a pesar del hecho 
de que la reactivación provocada por el ruido conduce a un procesa-
miento semántico menor o más superficial. El incentivo parece mejorar 
la retención a largo plazo al producir una elaboración superior del pro-
cesamiento sin ningún efecto discernible en la profundidad del procesa-
miento (pág. 185). 
Una segunda predicción importante se refiere a lo que ocurriría al utilizar se-
parada o conjuntamente dos reactivadores distintos durante la ejecución de la 
misma tarea. Si dos reactivadores realmente afectan a mecanismos internos di-
ferentes, sus efectos en la ejecución al emplearse conjuntamente simplemente 
corresponderían a la suma de sus efectos cuando se utilicen separadamente. En 
otras palabras, deberían tener efectos independientes en la ejecución. Por otra par-
te, si dos reactivadores afectaran a los mismos mecanismos internos de reactiva-
ción de la misma manera (como la versión fuerte de la teoría de la reactivación 
propone), sus efectos combinados podrían diferir sustancialmente de los predi-
chos sumando simplemente sus efectos de cuando se utilizan aisladamente. Esto 
es, dos reactivadores tendrían habitualmente efectos interactivos en la ejecución. 
Es posible ir más allá y predecir la forma de interacción demostrando que que-
remos hacer uno o dos supuestos adicionales. La más popular de tales ideas es 
la de que un nivel intermedio de reactivación es óptimo para la ejecución (Yer-
kes-Dodson, 1908). 
Teorías de personalidad y ejecución 2 0 5 
Podemos ilustrar el tema en este momento y considerar algunos ejemplos con-
cretos. Los efectos de dos reactivadores (el incentivo de conocer los resultados y 
el ruido, una combinación no significativa de frecuencias de sonido) y de un 
a-reactivador (privación del sueño) fueron evaluados en una tarea de reacción se-
rial continua. Los distintos efectos resultantes de la interacción pueden observar-
se en la figura 7.3. Como se muestra en el cuadro A, el ruido mejora el rendi-
o 
fc 
B 
c 
o 
OH 
5 - i 
4 A 
3 A 
2 A 
i A 
2 0 - , 
15 -J 
10 J 
5 A 
25 -. 
20 J 
2 15 J 
10 -I 
5 ^ 
Privación del sueño/silencio 
Privación del sueño/ruido 
Dormir/silencio 
o Dormir/ruido 
B 
S Privación del sueño/sin CT 
x 
,'' ^ o o Dormir/sin CT 
J. a -- Privación del sueño/CT 
^ Dormir/CT 
.̂«o Silencio/sin CT 
Ruido/sin CT 
Ruido/CT 
Silencio/CT 
Primero Segundo Tercero .' 
Períodos de 10 min 
Figura 7.3.—Efectos de la reactivación en una reacción serial continua. A) Ruido y privación del sue-
ño. B) Incentivo (conocimiento de los resultados) y privación del sueño. C) Ruido e incentivo (co-
nocimiento de los resultados). (Los cuadros A) y C) de «Interaction of Noise with Knowledge of Re-
sults and Sleep Deprivation», de R. T. Wilkinson, Journal of Experimental Psychology, 1963, 66, 
332-337. Derechos de autor de 1963 de American Psychological Association. Cuadro B) de «Interac-
tion of Lack of Sleep with Knowledge of Results, Repeated Testing and Individual Differences», de 
R. T. Wilkinson, Journal of Experimental Psychology, 1961, 62, 263-271. Derechos de autor de Ame-
rican Psychological Association. Diagramas reimpresos con autorización.) 
2 0 6 Personalidad y diferencias individuales 
miento de los sujetos privados de sueño, quizá porque evita tener el nivel de reac-
tivación por debajo del óptimo. Sin embargo, deterioró el rendimiento de aque-
llos sujetos que habían dormido normalmente, tal vez porque provocó un nivel 
de reactivación por encima del óptimo. Se puede aplicar una explicación similar 
a los datos que aparecen en el cuadro B, donde la reactivación mediante el co-
nocimiento de los resultados, o incentivo, aumentó el rendimiento de los sujetos 
con escasa reactivación privados del sueño más que el de los sujetos que no ha-
bían sufrido una falta de sueño. Por último, en el cuadro C, un estímulo reacti-
vador (ruido) provoca una disminución en el rendimiento entre los sujetos que 
en cualquier caso han sido reactivados (por ejemplo, los que recibieron incenti-
vo), puesto que el nivel global de reactivación llegó a serdemasiado alto, pero 
tuvo el efecto opuesto de reactivar menos a los sujetos que no tuvieron 
retroalimentación. 
La detallada interpretación de los datos ofrecidos en la figura 7.3 puede re-
sultar algo aventurada. Sin embargo, parece probable que exista cierta similitud 
importante entre el incentivo, el ruido y la privación del sueño. Con cualquiera 
de las deficiencias de la investigación de la teoría de la reactivación merece la 
pena destacar el hecho de que tales factores aparentemente dispares tengan algo 
en común, lo que resulta de considerable interés y sólo ha sido explicado en tér-
minos de la teoría de la reactivación. 
La estrategia de comparar los efectos de dos reactivadores diferentes emplea-
dos separada y conjuntamente ha sido utilizada para investigar la teoría de la 
reactivación de la extraversión. Se ha supuesto que las diferencias individuales 
en extraversión reflejan de forma natural las diferencias que se dan en el nivel 
de reactivación, constituyendo así un factor reactivador más. En otras palabras, 
la investigación convencional para manipular la reactivación de dos formas di-
ferentes ha sido modificada ligeramente para que una dimensión de la persona-
lidad, es decir, la extraversión, sustituya una de las manipulaciones experimen-
tales. Los resultados de los estudios que emplean esta investigación han sido bas-
tante resaltados y examinados en el capítulo 9. 
Resulta pertinente una tercera predicción de la teoría fuerte de la reactiva-
ción, si ésta se interpreta en términos fisiológicos, tal como ha hecho H. J. Ey-
senck (1967a). La predicción consiste simplemente en que distintos reactivado-
res habrían de provocar formas similares de respuestas fisiológicas, indicativas 
de un sistema reactivado. Aunque pueda parecer que las medidas fisiológicas 
aportan una forma nada complicada de evaluar los muchos contenidos de la teo-
ría de la reactivación, la cuestión es, de hecho, bastante compleja. Primero, las 
diversas medidas fisiológicas de la reactivación (como el pulso, el EEG y la con-
ductancia cutánea) arrojan frecuentemente sólo intercorrelaciones modestas que 
oscilan aproximadamente entre 0,2 a 0,3. Segundo, se dan algunas situaciones en 
las que una medida indica un aumento de la reactivación, mientras que otra su-
giere lo contrario. Lacey (1967) utilizó el término fraccionamiento direccional 
para referirse a este estado de la cuestión. Cuando el sujeto está esperando la apa-
rición de un estímulo inminente, algunos componentes del EEG indican una reac-
Teorías de personalidad y ejecución 2 0 7 
tivación alta, pero al mismo tiempo disminuye el pulso cardíaco. Tercero, tiene 
que explicarse el estereotipo de respuesta autonómica (Lacey, 1950, 1967). El es-
trés provoca habitualmente un tipo de gran activación en algunas medidas autó-
nomas y mucha menor activación en otras medidas. Este tipo de activación per-
manece bastante constante para cualquier individuo dado, independientemente 
de lo que produzca el estrés, pero se dan marcadas diferencias individuales en el 
tipo concreto de activación autónoma. 
Se dan complicaciones adicionales con los datos fisiológicos cuando se inten-
ta emplearlos para diferenciar la reactivación cortical y la activación autónoma 
(H. J. Eysenck, 1967a). Se recordará que, teóricamente, la dimensión de perso-
nalidad de extraversión está vinculada con la reactivación cortical, y el neuroti-
cismo está vinculado con la activación autónoma. Sin embargo, la activación au-
tónoma puede conducir de modo indirecto a la reactivación cortical. De hecho, 
como H. J. Eysenck (1967a) señaló, «cuando los sujetos son altamente emocio-
nales, por ejemplo, personas para quienes estímulos incluso bastante suaves les 
resultan emotivos, la diferenciación tiende a desaparecer, y activación = reacti-
vación» (pág. 233). 
En un intento de aclarar la cuestión, H. J. Eysenck (1967a) propuso que «la 
conductancia cutánea y la actividad alfa fueran medidas de extraversión» (pág. 
170). Las pruebas pertinentes se examinan en el capítulo 8. Baste decir en este 
momento que los resultados concretos obtenidos dependen críticamente de la na-
turaleza de la situación experimental, de las instrucciones dadas al sujeto y de va-
rios otros factores. 
Respecto a la dimensión de personalidad de neuroticismo, H. J. Eysenck 
(1967a) afirmó que las diferencias entre las personas altas y bajas en neuroticis-
mo pueden interpretarse «en términos de umbrales diferenciales de la actividad 
hipotalámica» (pág. 237) y de las diferencias de respuesta del sistema nervioso 
simpático «con las puntuaciones altas en neuroticismo asociadas a una mayor res-
puesta». Consecuentemente, una amplia variedad de medidas indicativas de la 
activación autonómica debería diferenciar entre aquéllos que son altos y bajos 
en neuroticismo. Las medidas adecuadas incluyen: la conductancia cutánea, la 
tensión muscular, el pulso cardíaco, la presión de la sangre, el EEG y el ritmo 
respiratorio. 
No se desprende de esta hipótesis que los que puntúen alto y bajo en neuro-
ticismo difieran siempre respecto de la activación autónoma. En concreto, es im-
portante apreciar que la activación autónoma refleja típicamente una reacción 
emocional a una situación dada. Como consecuencia, probablemente el neuroti-
cismo no tenga efecto alguno sobre las medidas de la activación autónoma ob-
tenida en condiciones relajadas. Así, cualquier prueba apropiada de la hipótesis 
parece requerir el uso de condiciones relativamente estresantes en las que las di-
ferencias de respuesta del sistema nervioso simpático en función del neuroticis-
mo tengan una oportunidad razonable de manifestarse. 
Ya hemos examinado varias formas en las que la teoría de la reactivación pue-
de comprobarse. ¿Cómo se amolda esta teoría a la luz de las pruebas disponi-
2 0 8 Personalidad y diferencias individuales 
bles? En resumidas cuentas, hay un apoyo mucho más fuerte para la versión dé-
bil de la teoría de la reactivación que para la versión fuerte. En otras palabras, 
las diferentes manipulaciones de la reactivación sí manifiestan ciertas similitu-
des en lo que se refiere a sus efectos sobre el funcionamiento fisiológico y sobre 
el comportamiento, pero también se hacen evidentes varias discrepancias. Esta 
valoración de las pruebas puede ofrecerse de forma más concreta si volvemos so-
bre la investigación resumida por M. W. Eysenck (1982). Consideró con cierto 
detalle los efectos de la hora del día, del ruido, del incentivo, de la ansiedad, de 
la extraversión y de la privación del sueño en la ejecución. Los aspectos de la 
ejecución que más atención han recibido en los estudios incluyen: la selectividad 
de la atención (Eastbrook, 1959), la eficiencia y/o capacidad del sistema de al-
macenamiento a corto plazo, la memoria a largo plazo, la velocidad y exactitud 
de la ejecución, la susceptibilidad a la distracción y la eficacia de la recuperación 
de la información. 
Los datos pertinentes se resumen en la tabla 7.1. En todos los casos se mues-
tran los efectos de una reactivación alta sobre la ejecución. Así, por ejemplo, los 
datos sobre el ruido indican los efectos del ruido intenso comparados con los del 
ruido débil o con los de la carencia de ruido, y los de la hora del día representan 
la ejecución al final del día (cuando se supone que la reactivación es mayor) com-
parada con la ejecución al principio del día. En el caso de la privación del sueño, 
en el que se supone que se reduce el nivel de reactivación, los efectos reales han 
sido invertidos para ofrecer una mejor base de la comparación con los efectos de 
las manipulaciones que intensifican el nivel de reactivación. 
TABLA 7.1 
Efectos de varias formas de reactivación alta en los aspectos de la ejecucióna 
Ejecución 
Selectividad de la atención 
Almacenamiento a corto plazo 
Memoria a largo plazo 
Velocidad 
Exactitud 
Susceptibilidad a la distracción 
Recuperación de la informa-
ción 
Hora 
del día * 
? 
-
+ 
+ 
-
? 
+ 
Ruido 
+-
+ 
+ 
-
? 
+ 
Incentivo 
+ 
+ 
0 
+ 
-
+ 
0 
Ansiedad 
+ 
-
-
0 
-
+ 
Introver. 
+ 
0 
+ 
-
+ 
+ 
Privación' 
del sueñof 
+ 
+ 
+ 
+ 
0 
? 
? 
a + = ejecución mejorada; - = ejecución deteriorada; 0 = sin efecto; ? = efecto desconocido. 
b Se supone que al final del día se presenta mayor reactivación. 
c Se invierten los resultados en privación sensorial (que es un reactivador) para facilitar 
la comprensión. 
Teorías de personalidad y ejecución 2 0 9 
Observando la tabla 7.1 se hace claro que hay algunas pruebas de un tipo co-
mún de comportamiento asociado con una reactivación alta. Constan de una se-
lección de la atención superior, una distracción superior, una mayor velocidad, 
una mayor propensión a los errores, una capacidad de almacenamiento a corto 
plazo reducido y una memoria a largo plazo mejor. Sin embargo, aunque se pue-
da identificar un tipo común de comportamiento, hay varios resultados discre-
pantes. En primer lugar, no existe un reactivador único que produzca un tipo de 
comportamiento que coincida en todos los detalles con el que se tiene por carac-
terístico de una reactivación alta. En segundo lugar, no se da ningún aspecto de 
la ejecución que esté afectado por todos y cada uno de los reactivadores de ma-
nera uniforme. A la vista de estas complicaciones, parece probable que podamos, 
al fin y al cabo, necesitar cierto número de teorías interrelacionadas sobre la reac-
tivación en vez de una sola. 
Como hemos visto, la teoría de la reactivación aporta una perspectiva bas-
tante imprecisa y supersimplificada. Esto ha conducido a algunos investigadores 
a afirmar que cada reactivador debería considerarse de forma aparte en un nivel 
teórico. Se nos hace más fácil meter un camello por el ojo de una aguja, ya que 
ignora la visión crucial, incorporada a la teoría de la reactivación, de que hay si-
militudes importantes entre la confusión de variables experimentales que apa-
rentemente no tienen nada en común. 
Una opción alternativa y más razonable sería el considerar sustituir el con-
cepto unitario de reactivación por otro más complejo que incorpore dos o más 
conceptos sobre reactivación relativamente específicos. Argumento que ha sido 
seguido por Broadbent (1971), M. W. Eysenck (1982) y Kakneman (1973). Por 
ejemplo, Broadbent sugería dos mecanismos de reactivación interrelacionados. 
El mecanismo inferior suponía, principalmente, llevar a cabo los procesos de de-
cisión bien establecidos, mientras que el mecanismo inferior regularía y variaría 
los parámetros del mecanismo inferior, con objeto de mantener el nivel de eje-
cución. Según Broadbent, los factores que afectan al mecanismo inferior directa-
mente incluyen: la falta de sueño, las anfetaminas, el ruido y la cloropromazina, 
mientras que el mecanismo superior se ve afectado por la extraversión, la hora 
del día, el alcohol y la duración de la tarea. 
Una diferenciación parecida entre dos sistemas de reactivación diferentes fue 
propuesta por M. W. Eysenck (1982). El primer sistema de reactivación refleja 
el mecanismo inferior de Broadbent, y consiste en un estado de reactivación pa-
sivo bastante general e indiferenciado fisiológicamente. Los efectos de la activi-
dad en este sistema de reactivación dependen de la medida en que el estado de 
reactivación despertado sea apropiado para la tarea en cuestión. Por el contrario, 
el segundo sistema de reactivación consiste en una reacción activa y esforzada 
ante los efectos de la actividad en el primer sistema de reactivación sobre la eje-
cución. Normalmente habrá una mayor actividad compensatoria en el segundo 
sistema de reactivación cuando se den con claridad efectos adversos en la ejecu-
ción de la tarea provenientes del primer sistema de reactivación. 
¿Tiene este tipo de modificaciones de la teoría de la reactivación alguna con-
2 1 0 Personalidad y diferencias individuales 
secuencia importante? En un nivel muy general, las diferencias cruciales entre la 
versión inicial de la teoría de la reactivación y las ideas teóricas de Broadbent 
(1971), M. W. Eysenck (1982) y otros consisten simplemente en que al principió 
se suponía que el nivel de reactivación de un individuo se determinaba median-
te su comportamiento de forma directa, mientras que ahora se cree que los efec-
tos comportamentales de la reactivación son habitualmente indirectos. La razón 
de que sean indirectos está en la intervención de sistemas de control cognitivo 
que probablemente reaccionen con una retroalimentación sobre la ejecución en 
distintos niveles de reactivación. En otras palabras, no estamos completamente 
a merced de nuestros estados fisiológicos internos, como se sugirió por los que 
originalmente propusieron la teoría de la reactivación. 
Si relacionamos algunas de estas ideas con las predicciones sobre los efectos de 
la extraversión en la ejecución, obtendremos una diferencia interesante entre la 
teoría de H. J. Eysenck (1967a) y las de Broadbent (1971) y M. W. Eysenck (1982). 
H. J. Eysenck afirmó que los introvetidos se veían más afectados fisiológicamen-
te por estímulos reactivadores que los extravertidos, y esto supone que normal-
mente los estímulos reactivadores alterarán en mayor medida la tarea de ejecu-
ción de los introvertidos que la de los extravertidos. Por el contrario, Broadbent 
y M. W. Eysenck afirmaron que el control cognitivo ejercido por el mecanismo 
superior, o por el segundo sistema de reactivación, es mucho mayor en introver-
tidos que en extravertidos. En consecuencia, nos hemos quedado con la predic-
ción opuesta a la de H. J. Eysenck (1967a). En palabras de M. W. Eysenck (1982): 
El poderoso funcionamiento del mecanismo superior en introverti-
dos tiende a impedir que los cambios en los niveles de reactivación que-
den de manifiesto, mientras que el débil funcionamiento del mecanis-
mo superior en extravertidos hace que su ejecución esté directamente de-
terminada por el nivel de reactivación que prevalezca en el mecanismo 
inferior (pág. 138). 
No está claro todavía qué teoría aporta la mejor interpretación de los datos. 
Sin embargo, merece la pena recalcar las similitudes entre las dos posturas teó-
ricas. Ambas parten del supuesto de que los introvertidos se reactivan más que 
los extravertidos, y discrepan simplemente en detalles de cómo esta diferencia se 
refleja en la ejecución. 
7.3. La teoría de Gray 
Gray (1970, 1972, 1973, 1981) ha propuesto una teoría de la personalidad que 
guarda un gran parecido con la de H. J. Eysenck (1967a). Gray coincidía con Ey-
senck en que el espacio bidimensional formado por las dos dimensiones ortogo-
nales de personalidad de extraversión y neuroticismo era de primordial impor-
tancia. Sin embargo, disentía de la idea de que los principales medios de influen-
Teorías de personalidad y ejecución 2 1 1 
cia causal dentro de este espacio se identificaran con las dimensiones de perso-
nalidad de Eysenck. De hecho, como se muestra en la figura 7.4, Gray afirmó 
que eran dos las dimensiones de personalidad (ansiedad e impulsividad) de mayor 
importancia. Gray localizó sus dimensiones de ansiedad e impulsividad a 45 gra-
dos de las dimensiones de neuroticismo y extraversión de Eysenck, aunque sería 
preferible localizar la dimensión de ansiedad más próxima a la dimensión de neu-
roticismo que a la de extraversión. La razón es que las medidas de cuestionario 
de ansiedad (por ejemplo, la Manifest Anxiety Scale) correlacionan más con el 
neuroticismo que con la extraversión (aproximadamente 0,7 y - 0,3, respectiva-
mente). Si se alterara la situación de la dimensión de la ansiedad de esta manera, 
la impulsividad tendría que acercarse a la dimensión de la extraversión para que 
permaneciera siendo ortogonal a la dimensión de la ansiedad. S. B. G. Eysenck 
y H. J. Eysenck (1977) ofrecieron datos de cuestionario que coincidían con esta 
afirmación. 
Neurótico 
Estable 
Introvertido Extravertido 
| * Susceptibilidad al castigo 
[J ''. Susceptibilidad al premio 
Figura 7.4.—Interrelacionesentre las dimensiones de personalidad de ansiedad e impulsividad y ex-
traversión y neuroticismo según Gray. (Extraído de «Causal Theories of Personality and How to Test 
Them», de J. A. Gray. En J. R. Royce (ed.), Multivariate Analysis of Psychological Theory, New York: 
Academic Press, 1973. Derechos de autor 1973, de Pergamon Press. Autorizada la adaptación.) 
¿Cuáles son las ventajas potenciales de la reformulación de Gray sobre la po-
sición de Eysenck? Gray (1973, 1981) afirmó que su teoría coincidía mejor con 
la investigación sobre el aprendizaje animal y con la fisiología, y que había con-
ducido al descubrimiento de dos sistemas principales. Un sistema responde 'a las 
señales de castigo o de frustración por falta de recompensas, mientras que el otro 
sistema responde a las señales de recompensas o a la no administración de cas-
tigos anticipados. Según Gray, las diferencias individuales en susceptibilidad al 
castigo descansan sobre la dimensión de ansiedad, y atañe, en un nivel fisiológi-
co, al sistema de inhibición comportamental. Abarca el sistema septo-hipocam-
pal, sus aferencias monoaminérgicas procedentes del tallo cerebral y su proyec-
ción neocortical en el lóbulo frontal. Por el contrario, las diferencias individuales 
2 1 2 Personalidad y diferencias individuales 
en la susceptibilidad a las recompensas se determinan por la dimensión de im-
pulsividad, y se relacionan fisiológicamente con el sistema de exploración que 
atañe al haz anteromedial cerebral y al hipotálamo lateral. 
En un nivel comportamental, una de las predicciones más importantes de la 
teoría de Gray es que las diferencias individuales en ansiedad e impulsividad de-
berían probar ampliamente que están relacionadas más poderosamente con la eje-
cución que las diferencias individuales en extraversión y neuroticismo. Desgra-
ciadamente las pruebas disponibles son bastante vagas. Revelle, Humphreys, Si-
món y Gilland (1980) investigaron los efectos de la extraversión, la droga esti-
mulante cafeína y la hora del día, en la ejecución de un test académico que reco-
gía la American Gradúate Record Examination. Encontraron en cada uno de los 
varios experimentos que se daban efectos de interacción consistentes con las tres 
variables independientes. Sin embargo, resulta de mayor interés su descubrimien-
to de que el aspecto crucial de la personalidad en producir estas interacciones era 
la impulsividad más que la extraversión. 
H. J. Eysenck y Levey (1972) obtuvieron un resultado similar en el campo 
del condicionamiento. El supuesto básico de H. J. Eysenck (1967a) era que los 
introvertidos son más condicionables que los extravertidos (al menos dentro de 
ciertos límites), pero H. J. Eysenck y Levey descubrieron que los efectos de la ex-
traversión en el condicionamiento estaban mediados completamente por la 
impulsividad. 
Se ha encontrado de forma invariable que la ejecución se predice mejor me-
diante la impulsividad que mediante la extraversión; no obstante, H. J. Eysenck 
y S. B. G. Eysenck (1969) consideraron los efectos de la personalidad en la sali-
vación como respuesta al zumo de limón. La cantidad de salivación correlacio-
naba más con la extraversión que con la impulsividad. 
Es completamente posible, por supuesto, que la naturaleza no haya prepara-
do las cosas tan cuidadosamente como para que la impulsividad (o la extraver-
sión) prediga consistentemente todo tipo de datos sobre ejecución mejor que la 
otra dimensión de personalidad. Obviamente, sería de interés saber qué aspectos 
de la ejecución se predicen mejor y por qué dimensión de personalidad, pero no 
se han recogido suficientes datos como para establecer esta información. 
Volvamos ahora sobre el tema de si la ansiedad debería considerarse como 
una entidad simple (Gray) o como una mezcla de introversión y neuroticismo 
(H. J. Eysenck). Gray (1970) dio considerable importancia al hecho de que va-
rios tratamientos fisiológicos reducían con éxito los síntomas distímicos (fobias, 
rituales obsesivo-compulsivos, estados de ansiedad y depresión neurótica). Pues-
to que H. J. Eysenck considera a los distímicos individuos altos en neuroticismo 
y bajos en extraversión, se desprende que los tratamientos con éxito deberían te-
ner dos efectos: reducir el neuroticismo y aumentar la extraversión. Aunque esto 
pueda ser una descripción razonable de lo que ocurre, resulta más parsimonioso 
afirmar con Gray que los distímicos tienen ansiedad alta y que las formas efec-
tivas de tratamiento simplemente reducen la ansiedad. 
Resumiendo, quizá merezca la pena destacar que la teoría de Gray es muy pa-
Teorías de personalidad y ejecución 2 1 3 
recida a la de H. J. Eysenck en muchos aspectos importantes. En primer lugar, 
ambas teorías se centran en el mismo espacio bidimensional de la personalidad. 
Sin embargo, Gray ha aclarado las razones de por qué este espacio bidimensional 
concreto es tan significativo; en esencia, su argumento es que las diferencias in-
dividuales en la susceptibilidad al premio y al castigo se centran en este espacio 
(véase la figura 7.4). En segundo lugar, se dispone de muchos resultados experi-
mentales que pueden interpretarse desde ambos campos teóricos. Si, por ejem-
plo, se encuentra que los sujetos altos en ansiedad realizan alguna tarea menos 
eficazmente que los sujetos bajos en ansiedad, H. J. Eysenck puede redescribir 
simplemente los resultados mostrando la inferioridad de los neuróticos introver-
tidos sobre los extravertidos estables. De forma similar, la teoría de Gray puede 
explicar las diferencias de ejecución entre introvertidos y extravertidos: 
Podemos considerar la dimensión de introversión-extraversión como 
una dimensión de susceptibilidad al castigo o a la falta de recompensas: 
cuanto mayor sea el grado de introversión, mayor será esta susceptibi-
lidad (Gray, 1972, pág. 194). 
Tercero, se predice que los introvertidos expuestos a estímulos de castigo se 
reactivan más que los extravertidos, ya sea porque en realidad se reactivan más 
y están más afectados por la estimulación (H. J. Eysenck, 1967a) o porque son 
más susceptibles al castigo (Gray, 1970). 
A pesar de estas semejanzas entre las dos teorías, sí hacen algunas prediccio-
nes diferentes. Consideremos el caso del condicionamiento, en el que se supuso 
(H. J. Eysenck, 1967a) que la alta reactivación normalmente aumentaba el ren-
dimiento. Mientras que ambos teóricos predijeron que los introvertidos caracte-
rísticamente se condicionarían mejor que los extravertidos cuando se utilizaran 
estímulos aversivos no condicionados, discrepan sobre los efectos de la introver-
sión-extraversión en el condicionamiento cuando se utilicen estímulos apetitivos 
o de recompensa no condicionados. H. J. Eysenck sigue prediciendo un condi-
cionamiento superior en introvertidos, mientras que Gray predice lo contrario 
por la mayor susceptibilidad de los extravertidos a la recompensa. Como vere-
mos más tarde, las pruebas empíricas son bastante equívocas. 
7.4. La teoría de Brebner 
¡ 
Brebner y sus colegas (Brebner y Cooper, 1974, 1978; Brebner y Flavel, 1978; 
Katsikitis y Brebner, 1981) han propuesto un modelo teórico que representa, 
esencialmente, una mezcla de las teorías de la inhibición y de la reactivación de 
Eysenck. Afirman que es importante determinar si los efectos de la extraversión 
sobre la realización de cualquier tarea constituyen efectos del estímulo o de la res-
puesta. Así, por ejemplo, el escaso rendimiento de los extravertidos en las tareas 
de vigilancia puede reflejar la necesidad de ocuparse en un análisis continuo del 
2 1 4 Personalidad y diferencias individuales 
estímulo, o, alternativamente, puede deberse a una relativa falta de oportunidad 
para responder. 
Según Brebner, la extraversión afecta tanto al análisis del estímulo como a la 
organización de la respuesta. En resumidas cuentas, propone que el introvertido 
se «adapta a exploran>, mientras que el extravertido se «adapta a responder». Es-
tas hipótesis sededucen del mismo razonamiento. Brebner y Cooper (1974) su-
girieron que había dos mecanismos centrales que podrían tener dos estados (ex-
citación o inhibición). Cualquiera de estos dos estados se podría producir como 
consecuencia de las exigencias del análisis del estímulo (la excitación estimular 
o la inhibición estimular) o de la organización de la respuesta (la excitación de 
la respuesta o la inhibición de la respuesta). Los significados de los términos ex-
citación e inhibición fueron aclarados por Katsikitis y Brebner (1981). La excita-
ción se refiere a la tendencia a continuar con el mismo comportamiento cuando 
las oportunidades de variar ese comportamiento obligan a cambiarlo, mientras 
que la inhibición se refiere a la tendencia a cambiar el mismo comportamiento 
en las mismas circunstancias. 
La personalidad aparece en este cuadro de la siguiente manera: los introver-
tidos tienden a derivar la excitación del análisis del estímulo y la inhibición de 
la organización de la respuesta, mientras que es más probable que los extraver-
tidos deriven la inhibición del análisis del estímulo y la excitación de la organi-
zación de la respuesta. Esto supone un refuerzo teórico de la idea de que los in-
trovertidos están «adaptados a explorar» y los extravertidos «adaptados a res-
ponder». Sin embargo, se da una ligera complicación cuando intentamos emplear 
este modelo teórico para predecir los datos sobre el rendimiento. Según Brebner 
y Cooper (1974), la percepción de un estímulo es en sí misma una respuesta que 
tiene un efecto excitatorio en introvertidos, pero un efecto inhibitorio en 
extravertidos. 
Volvamos ahora con las pruebas experimentales referidas a esta postura teó-
rica. Puesto que el modelo al que se adhieren Brebner y sus colegas incorpora 
ideas teóricas tomadafe de la teoría de la inhibición de 1957 de H. J. Eysenck y 
de su teoría de la reactivación de 1967, puede decirse con seguridad que la ma-
yor parte de la investigación que apoya las teorías de Eysenck también apoya el 
modelo de Brebner. Esta investigación se examina con detalle en el capítulo 9. 
Además, Brebner ha llevado a cabo cierto número de estudios específicamente 
diseñados para probar su teoría, siendo éste el momento apropiado para su 
consideración. 
La predicción teórica de que los introvertidos derivan la excitación del aná-
lisis del estímulo mientras que los extravertidos derivan de él una inhibición ha 
sido comprobada por Brebner y Cooper (1974) y por Katsikitis y Brebner (1981). 
Brebner y Cooper utilizaron una tarea de tiempo de reacción en la que las señales 
visuales se presentaban a un ritmo lento y regular, cada 18 segundos. En su se-
gundo experimento, la extraversión correlacionaba 0,69 con el número de seña-
les omitidas. Un análisis de los datos sobre el tiempo de reacción reveló que sólo 
el de los extravertidos disminuyó durantefel curso del experimento, obteniendo 
Teorías de personalidad y ejecución 2 1 5 
tiempos de reacción mucho más bajos que los de los introvertidos durante la se-
gunda mitad de los ensayos. 
Brebner y Cooper (1974) eligieron interpretar sus datos en términos de la in-
hibición estimular, afirmando que es más probable que los extravertidos respon-
dan ante el análisis de estímulo con la inhibición que los introvertidos. Sin em-
bargo, no resulta claro que fuera realmente necesario un análisis del estímulo 
muy intenso, a juzgar por los intervalos regulares entre señales. Aseguraban que 
la inhibición de la respuesta no era un factor relevante, porque apenas se podía 
generar inhibición de la respuesta con el bajo ritmo de respuesta exigida; por la 
misma lógica, apenas se generaría inhibición estimular con el bajo ritmo regular 
de señales que se empleó. 
Katsikitis y Brebner (1981) intentaron manejar la magnitud del análisis del 
estímulo que fuera requerido de dos formas distintas. Utilizaron una tarea de ta-
char letras variando el número de letras que habían de tacharse (de una a cua-
tro). Algunos de los sujetos realizaban la tarea con público presente. El resultado 
clave fue que la ejecución de los extravertidos frente a la de los introvertidos era 
especialmente pobre cuando se requería, supuestamente, un análisis del estímulo 
superior (es decir, la versión más difícil de la tarea de tachar se realizaba con pú-
blico presente). Se indicó que estas condiciones producían la mayor inhibición 
estimular en los extravertidos. Resulta extraño que Katsikitis y Brebner predije-
ran que los extravertidos estarían en desventaja con respecto a los introvertidos 
sólo cuando fuera necesario un considerable análisis del estímulo, mientras que 
Brebner y Cooper (1974) predecían (y encontraron) que los extravertidos eran 
considerablemente inferiores a los introvertidos en una tarea que requería un aná-
lisis del estímulo relativamente modesto. 
Hasta aquí nos hemos centrado en los efectos de la extraversión en la exci-
tación e inhibición estimular. Brebner y Flavel (1978) consideraron la excitación 
de la respuesta, y supusieron que sería mucho más probable que los extraverti-
dos respondieran ante tareas de tiempo de reacción en ausencia del estímulo apro-
piado que los introvertidos. El argumento era que los extravertidos eran más de-
pendientes de la excitación de la respuesta para mantener un nivel de reactiva-
ción adecuado. El número de respuestas erróneas dadas fue superior que en la 
mayoría de tiempo de reacción porque se daban numerosos ensayos para «pi-
llar» a los sujetos en los que la señal de aviso no era seguida por el estímulo que 
requería respuesta. Como se esperaba, los extravertidos cometieron considera-
blemente muchos más errores que los introvertidos en esos ensayos. Aunque.los 
resultados son consistentes con la hipótesis, el problema es que la mayor precau-
ción de los introvertidos al responder puede ser debida a varios factores que no 
tienen nada que ver con la excitación de la respuesta. 
Tiggemann, Winefield y Brebner (1982) consideraron algunos de los posibles 
efectos de la extraversión en la inhibición de la respuesta al investigar el efecto 
de la indefensión aprendida. Este efecto supone una falta de respuestas y un de-
cremento en la ejecución que sigue a ciertos sucesos que el sujeto no puede con-
trolar. De forma parecida a como los introvertidos tienden a desarrollar la inhi-
2 1 6 Personalidad y diferencias individuales 
bición de la respuesta, mientras que los extrovertidos muestran una excitación 
de la respuesta, predijeron que los introvertidos deberían ser más susceptibles 
que los extravertidos al efecto de la indefensión. 
Según la teoría de Brebner, esta predicción es más probable que se realice 
cuando la tarea empleada impone grandes exigencias en la organización de la 
respuesta. Como resultado, Tiggeman y cois. (1982) emplearon una tarea en la 
que apretar un botón impedía controlar un zumbador, y una segunda tarea en la que 
el zumbador podía ser evitado o apagado mediante una serie relativamente com-
plicada de apretar botones (una vez en el botón izquierdo y dos en el botón de-
recho). Como se esperaba, se daba un efecto de indefensión considerablemente 
superior en introvertidos que en extravertidos. Lo que quizá resulte sorprenden-
te es, sin embargo, que la extraversión no tuviera prácticamente ningún efecto 
cuando se anteponía una tarea de apretar botones en la que el sujeto podía con-
trolar el zumbador. ¿Por qué la tendencia de los introvertidos hacia la inhibición 
de la respuesta no disminuyó también su rendimiento en estas condiciones? 
Quizá la investigación más directa de la formulación de Brebner la asumie-
ron Brebner y Cooper (1978). Utilizaron una tarea en la que los sujetos tenían 
la elección de examinar un estímulo visual o de responder en un intento de al-
terarlo. Más específicamente, responder apretando un botón producía un refuer-
zo al variar el estímulo según un ritmo variable determinado. Por estar los in-
trovertidos «adaptados a exploran>, exploraron mucho más que losextraverti-
dos. Por otro lado, los extravertidos, quienes están fundamentalmente «adapta-
dos a responden>, respondieron dos veces más que los introvertidos y casi tres 
veces más rápido. 
¿Cómo se amolda a los hechos la teoría propuesta por Brebner y sus colegas? 
Contiene una pequeña parte de verdad, pero parece sufrir una falta de contras-
tabilidad. Con objeto de realizar predicciones exactas sobre los niveles relativos 
de ejecución de introvertidos y extravertidos, debemos tener información de cua-
tro niveles distintos: 
1. La excitación estimular o la inhibición producida por el análisis del 
estímulo. 
2. La excitación de la respuesta o la inhibición provocada por la organiza-
ción de la respuesta. 
3. La excitación de la respuesta o la inhibición provocada por las respuestas 
perceptuales. 
4. La excitación estimular o la inhibición provocada por los estímulos gene-
rados al responder. 
En la práctica, tenemos información extremadamente simple sobre la mayor 
parte de estos factores. Como consecuencia, sí la podríamos obtener para cual-
quier conjunto de datos a post hoc. 
Brebner (1983) complicó más las cosas. Las afirmaciones anteriores sobre la 
teoría habían propuesto con claridad que cuanto más excitación se generara en 
una situación particular, mayor sería la tendencia a continuar con el análisis del 
Teorías de personalidad y ejecución 2 1 7 
estímulo y/o la organización de la respuesta que estuviera produciendo la exci-
tación. Como Paisey y Mangan (1982) señalaron, seguramente hay alguna dife-
rencia si estos aumentos en la excitación se ven acompañados por un carácter he-
donista positivo o negativo. En concreto, niveles extremadamente altos de exci-
tación probablemente resultarán aversivos y por eso eludidos. Por tanto, podría 
ser que los introvertidos, quienes derivan la excitación del análisis del estímulo 
y están «adaptados a exploran>, fueran menos propensos que los extravertidos a 
explorar estímulos relativamente intensos. Así, Weisen (1965) encontró que los 
introvertidos trabajaban más duro que los extravertidos para producir una va-
riación temporal de música alta y luces de color. A la vista de estas considera-
ciones, Brebner (1983) coincidió en que no es generalmente cierta la idea de que 
la excitación fuera invariablemente una recompensa. 
Cuando se llega a la máxima capacidad de excitación de un organis-
mo, las exigencias de un análisis estimular o de una organización de la 
respuesta suponen una carga más que tiene un efecto inhibitorio. Así es 
como el modelo intenta incorporar los conceptos de sobrerreactivación 
o de inducción de la inhibición transmarginal2 (pág. 229). 
En otras palabras, una predicción con éxito de las diferencias de ejecución en-
tre introvertidos y extravertidos requiere alguna valoración de la cuestión por la 
que la excitación creciente no consigue facilitar la ejecución. Por eso, necesita-
mos in toto información exacta sobre cinco factores distintos con objeto de pre-
decir la ejecución de la tarea. Peor aún es que las únicas pruebas típicamente dis-
ponibles provienen de la ejecución de la tarea misma, de forma que hay un ries-
go real de razonamiento circular. Hasta el momento en que se puedan obtener 
medidas de los diversos factores que sean independientes de los datos sobre eje-
cución que hayan de predecirse, esta teoría verá difícil en extremo su comproba-
ción de forma adecuada. 
2 La ley de inhibición transmarginal de Pavlov se suele conocer en los libros de texto por la ley 
de inhibición. (Ar. del T.)

Continuar navegando