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mostrando así que si ese asesinato es el momento fecundo de la deuda con la que el sujeto se liga para toda la vida con la Ley, el Padre simbólico en cuanto que significa esa Ley es por cierto el Padre muerto. Iv. por el lado de schreber 1. Podemos ahora entrar en la subjetividad del delirio de Schreber. La significación del falo, hemos dicho, debe evocarse en lo imaginario del sujeto por la metáfora paterna. Esto tiene un sentido preciso en la economía del significante del que sólo podemos aquí recordar la formalización, bien conocida por quienes siguen nuestro seminario de este año sobre las formaciones del inconsciente. A sa- ber: fórmula de la metáfora, o de la sustitución significante: donde las S mayúsculas son significantes, x la significación desconocida y s el significado inducido por la metáfora, la cual consiste en la sustitución en la cadena significante de S’ por S. La elisión de S’, representada aquí por su ta- chadura, es la condición del éxito de la metáfora. Esto se aplica así a la metáfora del Nombre-del-Padre, o sea a la metáfora que sustituye el lugar primeramente simbolizado por la operación de la au- sencia de la madre, por este Nombre. Tratemos de concebir ahora una circunstancia de la posición subjetiva en que, al llamado del Nombre-del-Padre, responda, no la ausencia del padre real, pues esta ausencia es más que compatible con la presencia del signifi- cante, sino la carencia del significante mismo. No es ésta una concepción a la que nada nos prepare. La presencia del sig- nificante en el Otro es en efecto una presencia cerrada al sujeto por lo gene- ral, puesto que por lo general es en estado de reprimido (verdrängt) como persiste allí, como desde allí insiste para representarse en el significado, por su automatismo de repetición (Wiederholungszwang). Extraigamos de varios textos de Freud un término que está en ellos lo bas- tratamiento posible de la psicosis 533 Nombre del Padre Nombre del Padre Deseo de la Madre A Falo Deseo de la Madre Significado al sujeto ( ) S · S’→ S(1)S’ x s / / 534 escritos 2 tante articulado como para hacerlos injustificables si ese término no designa allí una función del inconsciente distinta de lo reprimido. Tengamos por de- mostrado lo que fue el corazón de mi seminario sobre las psicosis, a saber, que este término se refiere a la implicación más necesaria de su pensamiento cuando se mide en el fenómeno de la psicosis: es el término Verwerfung. Se articula en ese registro como la ausencia de esa Bejahung, o juicio de atribución, que Freud establece como precedente necesario de toda aplica- ción posible de la Verneinung, que le opone como juicio de existencia: a la vez que todo el artículo en el que destaca esa Verneinung como elemento de la ex- periencia analítica demuestra en ella la confesión del significante mismo que ella anula. Es pues también sobre el significante sobre el que tiene efecto la Bejahung primordial, y otros textos permiten reconocerlo, y concretamente la carta 52 de la correspondencia con Fliess, donde es aislado expresamente en cuanto término de una percepción original bajo el nombre de signo, Zeichen. La Verwerfung será pues considerada por nosotros como preclusión del sig- nificante. En el punto donde, ya veremos cómo, es llamado el Nombre-del- Padre, puede pues responder en el Otro un puro y simple agujero, el cual por la carencia del efecto metafórico provocará un agujero correspondiente en el lugar de la significación fálica. Es la única forma en que nos es posible concebir aquello cuyo desenlace nos presenta Schreber como el de un daño que no está capacitado para de- velar sino en parte y en el que, nos dice, con los nombres de Flechsig y de Schreber, el término “asesinato de almas” (Seelenmord: S. 22-II) desempeña un papel esencial.19 Está claro que se trata aquí de un desorden provocado en la juntura más íntima del sentimiento de la vida en el sujeto, y la censura que mutila el texto antes de la adición que Schreber anuncia a las explicaciones bastante desvia- 19 He aquí el texto: Einleitend habe ich dazu zu bemerken, dass bei der Genesis der betreffenden Entwicklung deren erste Anfänge weit, vielleicht bis zum 18. Jahrhun- dert zurückreichen, einertheils die Namen Flechsig und Schreber [subrayado por nosotros] (wahrscheinlich nicht in der Beschränkung auf je ein Individuum der betreffenden Familien) und anderntheils der Begriff des Seelenmords [en “Sperrdruck” en el texto] eine Hauptrolle spielen. [A manera de introduc- ción, debo señalar al respecto que en la génesis de este proceso, cuyos orígenes se remontan muy atrás, tal vez hasta el siglo XVIII, desempeñan un papel fundamental, por una parte, los nombres de Flechsig y de Schreber (probablemente no limitados a un individuo de cada una de las respectivas familias) y, por otra, el concepto de almicidio. Op. cit., p. 29. AS] das que intentó de su procedimiento deja pensar que asociaba en él al nom- bre de personas vivas, hechos cuya publicación difícilmente toleraban las convenciones de la época. Así, el capítulo siguiente falta por entero, y Freud, para ejercer su perspicacia, tuvo que contentarse con la alusión al Fausto, al Freischütz y alManfredo de Byron, obra esta última (de la que supone que está tomado el nombre de Ahriman, o sea, de una de las apofanías de Dios en el delirio de Schreber) que le pareció recibir en esa referencia todo su valor de su tema: el héroe muere por la maldición que hace caer sobre él la muerte del objeto de un incesto fraterno. En cuanto a nosotros, puesto que con Freud hemos escogido confiar en un texto que, con la salvedad de esas mutilaciones, sin duda lamentables, si- gue siendo un documento cuyas garantías de credibilidad se igualan con las más elevadas, será en la forma más desarrollada del delirio con la que el libro se confunde en la que nos aplicaremos a mostrar una estructura que revelará ser semejante al proceso mismo de la psicosis. 2. En esta vía, comprobaremos con el matiz de sorpresa en que Freud ve la connotación subjetiva del inconsciente reconocido, que el delirio despliega toda su tapicería alrededor del poder de creación atribuido a las palabras de las que los rayos divinos (Gottesstrahlen) son la hipóstasis. La cosa empieza como un leit-motiv en el primer capítulo: donde el autor primeramente se detiene en lo que el acto de hacer nacer una existencia de la nada tiene de chocante para el pensamiento por contrariar la evidencia que la experiencia le proporciona en las transformaciones de una materia en la que la realidad encuentra su sustancia. Acentúa esa paradoja con su contraste con las ideas con que está más fami- liarizado el hombre que nos certifica que es él, como si hiciera falta: un ale- mán gebildet de la época wilhelminiana, alimentado de metacientificismo haeckeliano, en apoyo de lo cual proporciona una lista de lecturas, ocasión para nosotros de completar, remitiéndonos a ella, lo que Gavarni llama en al- gún sitio una prepotente idea del Hombre.20 Es incluso en esa paradoja sometida a reflexión de la intrusión de un pen- samiento para él hasta entonces impensable donde Schreber ve la prueba de que ha debido pasar algo que no viene de su mente: prueba a la cual, al pa- tratamiento posible de la psicosis 535 20 Se trata principalmente de la Natürliche Schöpfungsgeschichte del doctor Ernst Haeckel (Berlín, 1872), y de la Urgeschichte der Menschheit de Otto Casari (Brockhaus, Leipzig, 1877).
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