Logo Studenta

Estructuras Vasculonerviosas de la Pelvis

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

Estructuras Vasculonerviosas de la Pelvis 
Las principales estructuras vasculonerviosas de la pelvis se sitúan extraperitonealmente 
junto a las paredes posterolaterales. Los nervios somáticos se sitúan lateralmente 
(adyacentes a las paredes), con las estructuras vasculares mediales a ellos. En general, 
las venas son laterales a las arterias (fig. 6-15). Los nódulos linfáticos pélvicos están en 
su mayor parte agrupados alrededor de las venas pélvicas; el drenaje linfático a menudo 
corre paralelo al flujo venoso. Disecando desde la cavidad pélvica hacia las paredes de 
la pelvis, primero se encuentran las arterias pélvicas, seguidas de las venas pélvicas 
asociadas y luego de los nervios somáticos de la pelvis. 
 
Fig. 6-15. Relaciones vasculonerviosas de la pelvis. Se muestran las estructuras 
vasculonerviosas de la pelvis masculina. Generalmente, las venas pélvicas se sitúan 
entre las arterias pélvicas (en situación medial o interna) y los nervios somáticos (en 
situación lateral o externa). 
Arterias de la pelvis 
La pelvis posee una rica irrigación arterial, con numerosas anastomosis entre sus 
arterias, que proporcionan una amplia circulación colateral. En la figura 6-16 y la tabla 
6-4 puede encontrarse información sobre el origen, la trayectoria, la distribución y las 
anastomosis de las arterias de la pelvis. El texto siguiente aporta información adicional 
que no se incluye en la tabla. 
En la mujer, en la pelvis menor entran seis arterias principales: las arterias ilíacas 
internas y ováricas, pares, y las arterias sacra media y rectal superior, impares. Como las 
arterias testiculares no entran en la pelvis menor, en el hombre sólo hay cuatro arterias 
principales que entren en la pelvis menor. 
 
Fig. 6-16. Arterias y anastomosis arteriales de la pelvis. El origen, el recorrido y la 
distribución de las arterias y la formación de la anastomosis arterial se describen en la 
tabla 6-4. 
 
Arteria ilíaca interna 
La arteria ilíaca interna es la principal arteria de la pelvis, y proporciona la mayor 
cantidad de sangre para las vísceras pélvicas y parte de la porción musculoesquelética 
de la pelvis; sin embargo, también aporta ramas para la región glútea, las regiones 
mediales de los muslos y el periné (fig. 6-15). 
Cada arteria ilíaca interna, con una longitud aproximada de 4 cm, se inicia a medida que 
la arteria ilíaca común se bifurca dando las arterias ilíacas interna y externa a nivel del 
disco intervertebral situado entre las vértebras L5 y S1. El uréter cruza la arteria ilíaca 
común o sus ramas terminales en el punto de la bifurcación o inmediatamente distal a 
esta. La arteria ilíaca interna está separada de la articulación sacroilíaca por la vena 
ilíaca interna y el tronco lumbosacro. Desciende posteromedialmente dentro de la pelvis 
menor, medial a la vena ilíaca externa y al nervio obturador, y lateral al peritoneo. 
División anterior de la arteria ilíaca interna 
El patrón de ramificación de la arteria ilíaca interna presenta variantes en la mayoría de 
los casos. El patrón más frecuente, aquí representado, ocurre en menos de la mitad de 
los casos. La arteria ilíaca interna suele finalizar en el borde superior del foramen 
isquiático mayor, bifurcándose en una división (tronco) anterior y otra posterior. Las 
ramas de la división anterior de la arteria ilíaca interna son fundamentalmente 
viscerales (es decir, irrigan la vejiga, el recto y los órganos reproductores), pero también 
hay ramas parietales que pasan hacia el muslo y la nalga (fig. 6-17 A y B). La 
disposición de las ramas viscerales es altamente variable. 
 
Fig. 6-17. Arterias de la pelvis. Las divisiones anteriores de las arterias ilíacas internas 
suelen irrigar la mayoría de las estructuras pélvicas. 
Arteria umbilical 
Antes del nacimiento, las arterias umbilicales son la principal prolongación de las 
arterias ilíacas internas; pasan a lo largo de la pared lateral de la pelvis y luego 
ascienden por la pared anterior del abdomen hasta y a través del anillo umbilical para 
entrar en el cordón umbilical. 
En la vida intrauterina, las arterias umbilicales transportan sangre pobre en oxígeno y 
nutrientes hasta la placenta, donde se vuelve a aprovisionar de ellos. Cuando se secciona 
el cordón umbilical, las porciones distales de estos vasos ya no desempeñan ninguna 
función y se obliteran distalmente a las ramas que pasan hacia la vejiga. Las porciones 
obliteradas forman cordones fibrosos que se conocen como ligamentos umbilicales 
mediales (figs. 6-16 y 6-17 A y B). Los ligamentos forman pliegues en el peritoneo 
(pliegues umbilicales mediales) en la cara profunda de la pared anterior del abdomen. 
Después del nacimiento, las porciones permeables de las arterias umbilicales discurren 
anteroinferiormente entre la vejiga urinaria y la pared lateral de la pelvis. 
Arteria obturatriz 
El origen de la arteria obturatriz es variable; normalmente nace cerca del origen de la 
arteria umbilical, donde se cruza con el uréter. Discurre anteroinferiormente sobre la 
fascia obturatriz en la pared lateral de la pelvis y pasa entre el nervio obturador y la 
vena obturatriz (figs. 6-16 y 6-17 A y B). 
En el interior de la pelvis, la arteria obturatriz emite ramas musculares, una arteria 
nutricia para el ilion y una rama púbica. La rama púbica se origina justo antes de que 
la arteria obturatriz abandone la pelvis. Asciende por la superficie pélvica del pubis para 
anastomosarse con su homóloga del otro lado y con la rama púbica de la arteria 
epigástrica inferior, una rama de la arteria ilíaca externa. 
En una variación frecuente (>20%), de la arteria epigástrica inferior nace una arteria 
obturatriz accesoria o aberrante, que desciende al interior de la pelvis por el recorrido 
habitual de la rama púbica (figs. 6-15 y 6-16). Los cirujanos deben tener presente esta 
frecuente variación cuando reparan una hernia. La distribución extrapélvica de la arteria 
obturatriz se describe con el miembro inferior. 
Arteria vesical inferior 
La arteria vesical inferior sólo se encuentra en el hombre (figs. 6-16 y 6-17 A); en las 
mujeres, puede ser —con casi la misma frecuencia— una rama separada de la arteria 
ilíaca interna o una rama de la arteria uterina (figs. 6-16 y 6-17 B). 
Arteria uterina 
La arteria uterina es una rama adicional de la arteria ilíaca interna en la mujer, que 
suele nacer directamente y por separado en la arteria ilíaca interna (figs. 6-16 y 6-17 B). 
Puede originarse en la arteria umbilical. 
Evolutivamente, es homóloga a la arteria del conducto deferente del varón. Desciende 
sobre la pared lateral de la pelvis, anterior a la arteria ilíaca interna, y pasa medialmente 
para alcanzar la unión del útero y la vagina, donde el cuello del útero protruye dentro de 
la porción superior de la vagina (fig. 6-18 A y B). Mientras discurre medialmente, la 
arteria uterina pasa directamente superior al uréter. La relación entre el uréter y la 
arteria suele recordarse con la frase «El agua (orina) pasa bajo el puente (arteria 
uterina)». Sin embargo, a mitad del recorrido o más adelante, la arteria en realidad 
serpentea alrededor del uréter descendente, pasando por encima y por delante de él. 
Cuando alcanza el lado del cuello del útero, la arteria uterina se divide en una rama 
vaginal descendente, más pequeña, que irriga el cuello del útero y la vagina, y una 
rama ascendente, más grande, que discurre a lo largo del borde lateral del útero, 
irrigándolo. La rama ascendente se bifurca en ramas ováricas y tubáricas, que siguen 
irrigando los extremos mediales del ovario y la tuba uterina, y se anastomosan con las 
ramas ovárica y tubárica de la arteria ovárica. 
 
Fig. 6-18. Arterias uterinas y vaginales. A) Origen de las arterias procedentes de la 
división anterior de la arteria ilíaca interna y su distribución por el útero y la vagina. B) 
Las anastomosis entre las ramas ováricas y tubáricasde las arterias ováricas y uterinas, 
y entre la rama vaginal de la arteria uterina y la arteria vaginal, proporcionan vías 
potenciales de circulación colateral. Estas comunicaciones tienen lugar entre las hojas 
del ligamento ancho, por donde también discurre la rama ascendente. 
Arteria vaginal 
La arteria vaginal es la homóloga de la arteria vesical inferior del varón. Suele 
originarse en la porción inicial de la arteria uterina en lugar de nacer directamente de la 
división anterior. La arteria vaginal emite numerosas ramas para las caras anterior y 
posterior de la vagina (figs. 6-16, 6-17 B y 6-18) y para el fondo y cuello de la vejiga. 
Arteria rectal media 
La arteria rectal media puede originarse independientemente a partir de la arteria 
ilíaca interna, o puede hacerlo junto a la arteria vesical inferior o la arteria pudenda 
interna (figs. 6-16 y 6-17). 
Arteria pudenda interna 
La arteria pudenda interna, más grande en el hombre que en la mujer, pasa 
inferolateralmente, anterior al músculo piriforme y al plexo sacro. Abandona la pelvis 
entre los músculos piriforme y coccígeo, pasando a través de la porción inferior del 
foramen isquiático mayor. A continuación, la arteria pudenda interna pasa alrededor de 
la cara posterior de la espina isquiática o del ligamento sacroespinoso, y entra en la fosa 
isquioanal a través del foramen isquiático menor. 
La arteria pudenda interna, junto con las venas pudendas internas y ramos del nervio 
pudendo, pasa a través del conducto pudendo en la pared lateral de la fosa isquioanal 
(fig. 6-11 B). Cuando sale del conducto pudendo, medial a la tuberosidad isquiática, la 
arteria pudenda interna se divide en sus ramas terminales, la arteria perineal y las 
arterias dorsales del pene o del clítoris. 
Arteria glútea inferior 
La arteria glútea inferior es la rama terminal de mayor tamaño de la división anterior 
de la arteria ilíaca interna (fig. 6-18 A), pero en torno a la mitad de los casos, es la rama 
terminal de la división posterior (fig. 6-17). Pasa posteriormente entre los nervios sacros 
(generalmente S2 y S3) y sale de la pelvis a través de la porción inferior del foramen 
isquiático mayor, inferior al músculo piriforme (fig. 6-16). Irriga los músculos y la piel 
de la nalga y de la cara posterior del muslo. 
División posterior de la arteria ilíaca interna 
Cuando la arteria ilíaca interna se bifurca en sus divisiones anterior y posterior, esta 
última suele dar lugar a las tres arterias parietales siguientes (fig. 6-17 A y B): 
 Arteria iliolumbar. Esta arteria discurre superolateralmente de forma recurrente 
(gira con brusquedad hacia atrás respecto a su origen) hacia la fosa ilíaca. Dentro 
de la fosa, la arteria se divide en una rama ilíaca, que irriga el músculo ilíaco y el 
ilion, y una rama lumbar, que irriga los músculos psoas mayor y cuadrado 
lumbar. 
 Arterias sacras laterales. Estas arterias, superior e inferior, pueden originarse 
como ramas independientes o desde un tronco común. Las arterias sacras 
laterales pasan medialmente y descienden anteriores a las ramas sacras 
anteriores, emitiendo ramas espinales, que pasan a través de los forámenes 
sacros anteriores e irrigan las meninges espinales que envuelven las raíces de los 
nervios sacros. Algunas ramas de estas arterias pasan desde el conducto del 
sacro a través de los forámenes sacros posteriores e irrigan los músculos 
erectores de la columna en el dorso y la piel que recubre el sacro. 
 Arteria glútea superior. Esta arteria es la rama más grande de la división 
posterior; irriga los músculos glúteos en las nalgas. En casos excepcionales, esta 
arteria discurre entre el tronco lumbosacro y la rama anterior de S1. 
Arteria ovárica 
La arteria ovárica nace en la aorta abdominal, inferior a la arteria renal pero 
considerablemente superior a la arteria mesentérica inferior (fig. 6-16). Cuando pasa 
inferiormente, la arteria ovárica se adhiere al peritoneo parietal y discurre anterior al 
uréter en la pared posterior del abdomen, normalmente dando ramas para aquél. Al 
entrar en la pelvis menor, la arteria ovárica cruza el origen de los vasos ilíacos externos. 
A continuación discurre medialmente, dividiéndose en una rama ovárica y una rama 
tubárica, que irrigan el ovario y la tuba uterina, respectivamente (fig. 6-18 B). Estas 
ramas se anastomosan con las ramas correspondientes de la arteria uterina. 
Arteria sacra media 
La arteria sacra media es una pequeña arteria impar que normalmente nace en la cara 
posterior de la aorta abdominal, justo superior a su bifurcación, pero puede originarse en 
su cara anterior (fig. 6-16). Este vaso discurre en o cerca de la línia media anterior a los 
cuerpos de la última o las dos últimas vértebras lumbares, el sacro y el cóccix. Durante 
los procedimientos pélvicos laparoscópicos, es una buena referencia de la línea media 
en la pared posterior de la pelvis. Sus ramas terminales participan en diversas asas 
anastomóticas. Antes de que la arteria sacra media entre en la pelvis menor, a veces 
emite un par de arterias de L5. 
Mientras desciende sobre el sacro, la arteria sacra media da lugar a pequeñas ramas 
parietales (sacras laterales) que se anastomosan con las arterias sacras laterales. 
También da origen a pequeñas ramas viscerales a la parte posterior del recto, el cual 
anastomosa con las arterias rectales superiores y medias. La arteria sacra media 
representa el extremo caudal de la aorta dorsal embrionaria, que va disminuyendo su 
tamaño a medida que desaparece la eminencia caudal en forma de cola del embrión. 
Arteria rectal superior 
La arteria rectal superior es la continuación directa de la arteria mesentérica inferior 
(fig. 6-16). Cruza los vasos ilíacos comunes y desciende en el mesocolon sigmoideo 
hasta la pelvis menor. A nivel de la vértebra S3, la arteria rectal superior se divide en 
dos ramas, que descienden a cada lado del recto y lo irrigan hasta el esfínter interno del 
ano. 
Venas de la pelvis 
Los plexos venosos pélvicos están formados por la interconexión de venas que rodean 
las vísceras de la pelvis (fig. 6-19 B y C). Estas redes venosas interconectadas tienen 
importancia clínica. Los diversos plexos de la pelvis menor (rectal, vesical, prostático, 
uterino y vaginal) se unen y drenan, principalmente, en tributarias de las venas ilíacas 
internas, aunque algunos drenan a través de la vena rectal superior en la vena 
mesentérica inferior del sistema porta hepático (fig. 6-19 A), o a través de las venas 
sacras laterales en el plexo venoso vertebral interno. Existen vías adicionales, 
relativamente menores, para el drenaje de la pelvis menor, como la vena sacra media 
parietal y, en las mujeres, las venas ováricas. 
 
Fig. 6-19. Venas de la pelvis. A) Patrones femenino (derecha) y masculino (izquierda) 
de los sistemas venosos porta hepático y sistémico (de la cava) de la cavidad 
abdominopélvica. El drenaje venoso de los órganos pélvicos se dirige 
fundamentalmente al sistema de la cava a través de las venas ilíacas internas. La porción 
superior del recto drena normalmente en el sistema porta hepático, aunque las venas 
rectales superiores se anastomosan con las venas rectales medias e inferiores, que son 
tributarias de las venas ilíacas internas. Se muestran las venas y plexos venosos pélvicos 
de la mujer (B) y del hombre (C). 
Las venas ilíacas internas se forman superiormente al foramen isquiático mayor y se 
sitúan posteroinferiores a las arterias ilíacas internas (fig. 6-19 A y B). Las tributarias de 
las venas ilíacas internas son más variables que las ramas de la arteria ilíaca interna con 
las que comparten denominación, pero discurren aproximadamente junto a ellas y 
drenan los territorios irrigados por dichas arterias. Sin embargo, no hay venas que 
acompañen a las arterias umbilicales entre la pelvis y el ombligo, sino que las venas 
iliolumbares procedentes de las fosas ilíacasde la pelvis mayor suelen drenar en las 
venas ilíacas comunes. Las venas ilíacas internas se fusionan con las venas ilíacas 
externas para formar las venas ilíacas comunes, que se unen a nivel de la vértebra L4 o 
L5 para formar la vena cava inferior (fig. 6-19 A). 
Las venas glúteas superiores, las venas que acompañan a las arterias glúteas superiores 
de la región glútea, son las mayores tributarias de las venas ilíacas internas, excepto 
durante el embarazo, cuando las venas uterinas son mayores. Las venas testiculares 
atraviesan la pelvis mayor mientras pasan desde el anillo inguinal profundo hacia su 
desembocadura abdominal posterior, pero normalmente no drenan estructuras de la 
pelvis. 
Las venas sacras laterales suelen verse desproporcionadamente grandes en las 
angiografías. Se anastomosan con el plexo venoso vertebral interno, formando una vía 
colateral alternativa para alcanzar la vena cava inferior o la superior. También pueden 
proporcionar una vía para las metástasis de neoplasias prostáticas o uterinas hacia 
localizaciones vertebrales o craneales. 
Nódulos linfáticos de la pelvis 
Los nódulos linfáticos que reciben el drenaje linfático procedente de los órganos de la 
pelvis son variables en número, tamaño y localización. Su asociación en grupos 
definidos suele ser algo arbitraria. Cuatro grupos principales de nódulos se localizan en 
la pelvis o adyacente a esta, y se denominan según los vasos sanguíneos con que se 
asocian (fig. 6-20): 
 Nódulos linfáticos ilíacos externos. Se encuentran por encima de la línea 
terminal, a lo largo de los vasos ilíacos externos. Reciben principalmente linfa 
procedente de los nódulos linfáticos inguinales; no obstante, también reciben 
linfa de las vísceras pélvicas, en especial de las porciones superiores de los 
órganos pélvicos medios a anteriores. Aunque la mayoría del drenaje linfático de 
la pelvis tiende a ser paralelo a las vías del drenaje venoso, el drenaje linfático 
de los nódulos ilíacos externos no sigue ese patrón. Estos nódulos drenan en los 
nódulos ilíacos comunes. 
 Nódulos linfáticos ilíacos internos. Se agrupan alrededor de las divisiones 
anterior y posterior de la arteria ilíaca interna y los puntos de origen de las 
arterias glúteas. Reciben el drenaje procedente de las vísceras pélvicas 
inferiores, el periné profundo y la región glútea, y drenan en los nódulos ilíacos 
comunes. 
 Nódulos linfáticos sacros. Se encuentran en la concavidad del sacro, adyacentes 
a los vasos sacros medios. Reciben linfa procedente de las vísceras pélvicas 
posteroinferiores y drenan en los nódulos ilíacos internos o en los comunes. 
 Nódulos linfáticos ilíacos comunes. Localizados superiormente en la pelvis, a 
lo largo de los vasos sanguíneos ilíacos comunes (fig. 6-20), reciben el drenaje 
procedente de los tres grupos principales expuestos anteriormente. Estos nódulos 
inician una vía común para el drenaje de la pelvis que pasa cerca de los nódulos 
lumbares (de la cava/aórticos). Desde algunos órganos pélvicos (ej. el cuello de 
la vejiga urinaria y la parte inferior de la vagina) puede darse de forma 
inconstante un drenaje hacia los nódulos ilíacos comunes. 
 
Fig. 6-20. Nódulos linfáticos de la pelvis. 
El tejido conectivo situado a lo largo de las ramas de los vasos ilíacos internos contiene 
grupos adicionales de nódulos linfáticos de menor importancia (ej. los nódulos 
pararrectales). 
Tanto los grupos de nódulos pélvicos principales como los secundarios están muy 
interconectados, por lo que pueden extirparse muchos nódulos sin alterar el drenaje 
linfático. Las interconexiones también permiten que las neoplasias se diseminen 
prácticamente en cualquier dirección, hacia cualquier víscera pélvica o abdominal. 
Aunque el drenaje linfático tiende a reproducir el drenaje venoso (excepto en el caso de 
los nódulos ilíacos externos, donde la proximidad ofrece una guía aproximada), el 
patrón no es lo bastante predecible como para que permita anticipar o determinar el 
estadio de la progresión del cáncer metastásico desde órganos pélvicos de forma 
comparable a la progresión del cáncer de mama a través de los nódulos axilares. El 
drenaje linfático desde cada órgano pélvico se describirá después de la descripción de 
las vísceras pélvicas. 
Nervios de la pelvis 
Las estructuras pélvicas están inervadas, fundamentalmente, por los nervios espinales 
sacros y coccígeos, y por la porción pélvica del sistema nervioso autónomo. Los 
músculos piriforme y coccígeo forman un lecho para los plexos nerviosos sacro y 
coccígeo (fig. 6-21). Los ramos anteriores de los nervios S2 y S3 emergen entre las 
digitaciones de estos músculos. 
 
Fig. 6-21. Nervios y plexos nerviosos de la pelvis. Se muestran los nervios somáticos 
(plexos nerviosos sacro y coccígeo) y la porción pélvica (sacra) del tronco simpático. 
Aunque se localizan en la pelvis, la mayoría de los nervios que aquí se muestran 
participan en la inervación del miembro inferior más que en la de las estructuras de la 
pelvis. 
Nervio obturador 
El nervio obturador se origina en los ramos anteriores de los nervios espinales L2-L4 
del plexo lumbar en el abdomen (pelvis mayor) y entra en la pelvis menor. Discurre por 
la grasa extraperitoneal a lo largo de la pared lateral de la pelvis hacia el conducto 
obturador, la abertura en la membrana obturatriz que cubre el resto del foramen 
obturado. A medida que pasa por el canal y entra en el muslo, se divide en ramos 
anterior y posterior, que abandonan la pelvis a través de este conducto e inervan los 
músculos mediales del muslo. El nervio obturador no inerva ninguna estructura de la 
pelvis. 
Tronco lumbosacro 
En la línea terminal o justo superior a ella, la parte descendente del ramo anterior del 
nervio L4 se une al ramo anterior del L5, para formar el grueso tronco lumbosacro, 
con aspecto de cordón (figs. 6-9 D, 6-21 y 6-22). Este discurre inferiormente, sobre la 
cara anterior del ala del sacro, para unirse al plexo sacro. 
Plexo sacro 
El plexo se ilustra en la figura 6-22, y la composición y la distribución segmentaria de 
los nervios que derivan de él se detallan en la tabla 6-5. El texto siguiente aporta 
información adicional sobre la formación de los nervios y sus recorridos. 
El plexo sacro se localiza en la pared posterolateral de la pelvis menor. Los dos nervios 
principales del plexo sacro son el nervio isquiático y el pudendo, situados externamente 
a la fascia parietal pélvica. La mayoría de ramos del plexo sacro abandonan la pelvis a 
través del foramen isquiático mayor. 
El nervio isquiático, el nervio más voluminoso del cuerpo, está formado por los ramos 
anteriores de los nervios espinales L4-S3 al converger en la cara anterior del piriforme 
(figs. 6-21 y 6-22). Una vez formado, el nervio isquiático pasa a través del foramen 
isquiático mayor, normalmente inferior al piriforme, para entrar en la región glútea. A 
continuación, desciende a lo largo de la cara posterior del muslo para inervar a esta y a 
toda la pierna y el pie. 
El nervio pudendo es el nervio principal del periné, y el principal nervio sensitivo de 
los genitales externos. Acompaña a la arteria pudenda interna y abandona la pelvis a 
través del foramen isquiático mayor, entre los músculos piriforme y coccígeo. Este 
nervio se incurva alrededor de la espina isquiática y el ligamento sacroespinoso, y entra 
en el periné a través del foramen isquiático menor (fig. 6-22). 
El nervio glúteo superior abandona la pelvis a través del foramen isquiático mayor, 
superior al piriforme. Inerva músculos de la región glútea (figs. 6-21 y 6-22). 
El nervio glúteo inferior abandona la pelvis a través del foramen isquiático mayor (fig. 
6-22), inferior al piriforme y superficial al nervio isquiático, acompañando a la arteria 
glútea inferior. Ambos se dividen en varias ramificaciones que entran en la superficie 
profunda del músculo glúteo mayorsuprayacente. 
 
Fig. 6-22. Nervios somáticos de la pelvis: plexo sacro. 
 
Plexo coccígeo 
El plexo coccígeo es una pequeña red de fibras nerviosas formada por los ramos 
anteriores de los nervios espinales S4 y S5 y los nervios coccígeos (fig. 6-21). Se sitúa 
en la superficie pélvica del músculo coccígeo, e inerva a este músculo, que forma parte 
del elevador del ano, y a la articulación sacrococcígea. Los nervios anococcígeos que 
se originan de este plexo atraviesan el coccígeo y el ligamento anococcígeo, e inervan 
una pequeña área de piel entre el vértice del cóccix y el ano. 
Nervios autónomos de la pelvis 
La inervación autónoma de la cavidad pélvica se realiza por cuatro vías (fig. 6-23): 
 Los troncos simpáticos sacros. Se encargan principalmente de la inervación 
simpática de los miembros inferiores. 
 Los plexos periarteriales. Fibras vasomotoras simpáticas postsinápticas para las 
arterias rectal superior, ovárica e ilíaca interna y sus ramas. 
 Los plexos hipogástricos. La vía más importante por donde llegan fibras 
simpáticas a las vísceras pélvicas. 
 Los nervios esplácnicos pélvicos. Vía para la inervación parasimpática de las 
vísceras pélvicas y del colon descendente y sigmoide. 
 
Fig. 6-23. Nervios autónomos de la pelvis. El plexo hipogástrico superior es una 
continuación del plexo aórtico que se divide en nervios hipogástricos izquierdo y 
derecho cuando entra en la pelvis. Los nervios hipogástricos y esplácnicos pélvicos se 
fusionan para formar los plexos hipogástricos inferiores, que por tanto constan de fibras 
tanto simpáticas como parasimpáticas. Las fibras autónomas (simpáticas) también 
entran en la pelvis a través de los troncos simpáticos y los plexos periarteriales. 
Los troncos simpáticos sacros son la continuación inferior de los troncos simpáticos 
lumbares (figs. 6-21 y 6-23). Cada tronco sacro tiene un tamaño menor que el tronco 
lumbar, y en general tiene cuatro ganglios simpáticos. Los troncos sacros descienden 
sobre la cara pélvica del sacro, justo mediales a los forámenes sacros anteriores, y 
convergen para formar el pequeño ganglio impar medio (ganglio coccígeo), anterior al 
cóccix. Los troncos simpáticos descienden posteriores al recto, en el tejido conectivo 
extraperitoneal, y emiten ramos comunicantes (ramos comunicantes grises) para cada 
uno de los ramos anteriores de los nervios sacros y coccígeo. También emiten ramos 
para la arteria sacra media y el plexo hipogástrico inferior. La función principal de estos 
troncos es proporcionar fibras postsinápticas al plexo sacro para la inervación simpática 
(vasomotora, pilomotora y sudomotora) del miembro inferior. 
Los plexos periarteriales de las arterias rectal superior, ovárica e ilíaca interna son vías 
menores por donde entran fibras simpáticas en la pelvis. Su función principal es 
vasomotora sobre las arterias a las cuales acompañan. 
Los plexos hipogástricos (superior e inferior) son redes de fibras nerviosas simpáticas 
y aferentes viscerales. La porción principal del plexo hipogástrico superior es la 
prolongación inferior del plexo intermesentérico, que se sitúa inferior a la bifurcación 
de la aorta (fig. 6-23). Transporta fibras que salen y entran del plexo intermesentérico a 
través de los nervios esplácnicos L3 y L4. El plexo hipogástrico superior entra en la 
pelvis y se divide en los nervios hipogástricos izquierdo y derecho, que descienden 
anteriores al sacro. Estos nervios descienden laterales al recto, dentro de las vainas 
hipogástricas, y luego se extienden en abanico, a medida que se unen con los nervios 
esplácnicos pélvicos, para formar los plexos hipogástricos inferiores derecho e 
izquierdo. 
Por tanto, los plexos hipogástricos inferiores contienen fibras simpáticas, 
parasimpáticas y viscerales aferentes, que continúan por la lámina de la vaina 
hipogástrica hasta las vísceras pélvicas, sobre las que forman unos plexos secundarios 
denominados plexos pélvicos. En ambos sexos, estos plexos secundarios se asocian a 
las caras laterales del recto y a las inferolaterales de la vejiga urinaria. Además, en el 
hombre, también se asocian a la próstata y las vesículas seminales, y en la mujer al 
cuello del útero y las porciones laterales del fórnix de la vagina. 
Los nervios esplácnicos pélvicos se originan en la pelvis a partir de los ramos 
anteriores de los nervios espinales S2-S4 del plexo sacro (figs. 6-21 a 6-23). Contienen 
fibras parasimpáticas presinápticas derivadas de los segmentos S2-S4 de la médula 
espinal, que constituyen el flujo de salida sacro del sistema nervioso parasimpático 
(craneosacro), y fibras aferentes viscerales procedentes de cuerpos celulares situados en 
los ganglios sensitivos de los nervios espinales correspondientes. Normalmente, la 
mayor contribución de estas fibras procede del nervio S3. 
El sistema de plexos hipogástricos/pélvicos, que recibe fibras simpáticas a través de los 
nervios esplácnicos lumbares, y fibras parasimpáticas a través de los nervios esplácnicos 
pélvicos, inerva las vísceras de la pelvis. Aunque el componente simpático es 
principalmente vasomotor, como en las demás localizaciones, en esta también inhibe la 
contracción peristáltica del recto y estimula la contracción de los órganos genitales 
durante el orgasmo (lo que produce la eyaculación en el hombre). 
Como la pelvis no presenta una superficie cutánea, las fibras simpáticas pélvicas no 
tienen funciones pilomotoras ni vasomotoras. Las fibras parasimpáticas distribuidas por 
el interior de la pelvis estimulan la contracción del recto y la vejiga urinaria para la 
defecación y la micción, respectivamente. Las fibras parasimpáticas del plexo prostático 
atraviesan el suelo de la pelvis para inervar los cuerpos eréctiles de los genitales 
externos, y producen así la erección. 
Inervación aferente visceral en la pelvis 
Las fibras aferentes viscerales discurren con las fibras nerviosas autónomas, si bien los 
impulsos sensitivos se dirigen en dirección central de forma retrógrada a los impulsos 
eferentes que conducen las fibras autónomas. Todas las fibras aferentes viscerales de la 
pelvis que conducen sensaciones reflejas (información que no llega a ser consciente) 
discurren con fibras parasimpáticas. De este modo, en el caso de la pelvis, viajan por los 
plexos pélvicos e hipogástricos inferiores y por los nervios esplácnicos pélvicos hacia 
los ganglios sensitivos de los nervios espinales S2-S4. 
Las vías que siguen las fibras aferentes viscerales que transmiten sensaciones dolorosas 
desde las vísceras pélvicas difieren en su recorrido y destino, dependiendo de si la 
víscera o la porción de víscera de la cual procede la sensación dolorosa se encuentra 
superior o inferior a la línea de dolor de la pelvis. Excepto por lo que se refiere al tubo 
digestivo, la línea de dolor de la pelvis corresponde al límite inferior del peritoneo (figs. 
B y C de la tabla 6-3). Las vísceras abdominopélvicas intraperitoneales, o las caras de 
estructuras viscerales que están en contacto con el peritoneo, son superiores a la línea de 
dolor de la pelvis; las vísceras o porciones de vísceras pélvicas subperitoneales son 
inferiores a la línea de dolor de la pelvis. En el caso del tubo digestivo (intestino 
grueso), la línea de dolor de la pelvis no se correlaciona con el peritoneo; la línea de 
dolor se localiza en la mitad del colon sigmoideo. 
Las fibras aferentes viscerales que conducen sensaciones dolorosas desde las vísceras 
situadas por encima de la línea de dolor de la pelvis siguen a las fibras simpáticas de 
forma retrógrada y ascienden a través de los plexos hipogástricos/aórticos, los nervios 
esplácnicos abdominopélvicos, los troncos simpáticos lumbares y los ramos 
comunicantes blancos, hasta alcanzar los cuerpos celulares en los ganglios sensitivos de 
nervios espinales torácicos inferiores y lumbares superiores. Las fibras aferentes que 
conducen impulsosdolorosos desde vísceras o porciones de vísceras situadas por debajo 
de la línea de dolor de la pelvis siguen retrógradamente a las fibras parasimpáticas a 
través de los plexos pélvico e hipogástrico inferior y de los nervios esplácnicos pélvicos 
hasta alcanzar los cuerpos celulares en los ganglios sensitivos espinales de S2-S4. 
 
	Estructuras Vasculonerviosas de la Pelvis
	Arterias de la pelvis
	Arteria ilíaca interna
	División anterior de la arteria ilíaca interna
	Arteria umbilical
	Arteria obturatriz
	Arteria vesical inferior
	Arteria uterina
	Arteria vaginal
	Arteria rectal media
	Arteria pudenda interna
	Arteria glútea inferior
	División posterior de la arteria ilíaca interna
	Arteria ovárica
	Arteria sacra media
	Arteria rectal superior
	Venas de la pelvis
	Nódulos linfáticos de la pelvis
	Nervios de la pelvis
	Nervio obturador
	Tronco lumbosacro
	Plexo sacro
	Plexo coccígeo
	Nervios autónomos de la pelvis
	Inervación aferente visceral en la pelvis

Continuar navegando