Logo Studenta

1 Cuaderno de Cátedra

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

CUADERNO DE CÁTEDRA 
TEORÍA GENERAL DEL DERECHO: 
INTRODUCCIÓN A UNA TEORÍA 
DEL LENGUAJE y LA COMUNICACIÓN 
 
 
 
 
 
Jorge E. Douglas Price 
colaboración de María Raquel Calvo 
2 | P á g i n a 
 
 
CUADERNO DE CÁTEDRA ........................................................................................................ 1 
TEORÍA GENERAL DEL DERECHO: ........................................................................................... 1 
INTRODUCCIÓN A UNA TEORÍA DEL LENGUAJE y LA COMUNICACIÓN .................................. 1 
1 EL LENGUAJE ............................................................................................................... 4 
1.1 Concepto ....................................................................................................... 6 
1.2 Filosofía del Lenguaje. ................................................................................. 9 
1.3 Las corrientes analíticas .............................................................................. 11 
1.4 El lenguaje como actividad. ........................................................................ 12 
1.5 Tipos de enunciados. Los enunciados valorativos. ..................................... 14 
2 SEMIÓTICA .................................................................................................................... 15 
2.1 Concepto. .................................................................................................... 15 
2.2 Lengua y Habla (Langue et Parole: Saussure) ............................................ 17 
2.3 Cosas, signos, símbolos, discursos, textos e intérpretes. ............................ 19 
2.4 Diferencia entre signos. Signos y Símbolos. .............................................. 20 
2.5 Comunicaciones y Códigos ........................................................................ 21 
2.6 Semiótica de la argumentación. .................................................................. 21 
3 SINTÁCTICA ................................................................................................................... 22 
3.1 Concepto ..................................................................................................... 22 
3.2 Sintagmas .................................................................................................... 23 
3.3 Oraciones .................................................................................................... 24 
4 SEMÁNTICA ................................................................................................................... 26 
4.1 Concepto ..................................................................................................... 26 
4.2 Apuntes sobre Historia de la Filosofía del Lenguaje .................................. 27 
4.3 Las palabras y el mundo. Convencionalismo vs realismo verbal ............... 30 
4.3.1 El Cratilo .............................................................................................. 31 
4.4 La polémica en la época actual ................................................................... 37 
4.4.1 Tipos de significado .............................................................................. 41 
4.4.2 Palabras de Clase y Clasificaciones .................................................... 41 
4.5 Denotación y Designación. Características Definitorias y Concomitantes 43 
3 | P á g i n a 
 
4.6 Reglas del Significado: Libertad de Estipulación y Uso Común ................ 44 
4.7 Características del Lenguaje Natural .......................................................... 46 
4.7.1 Vaguedad, Ambigüedad, Textura Abierta............................................. 46 
5 PRAGMÁTICA. ............................................................................................................... 49 
5.1 Concepto. Diferencias con la semántica ....................................................................... 50 
5.2 Usos y funciones del Lenguaje ...................................................................................... 51 
5.2.1 Uso Informativo .................................................................................... 51 
5.2.2 Uso Expresivo ....................................................................................... 51 
5.2.3 Uso prescriptivo .................................................................................... 51 
5.2.4 Uso emotivo .......................................................................................... 51 
5.2.5 Uso operativo. ....................................................................................... 52 
6 LA COMUNICACIÓN HUMANA ...................................................................................... 54 
6.1 La cultura como comunicación ................................................................... 54 
6.2 Los axiomas de la comunicación ................................................................ 54 
6.2.1 Primer Axioma: es imposible no comunicar......................................... 55 
6.2.2 Segundo Axioma: Toda comunicación tiene un nivel de contenido y un 
nivel de relación ........................................................................................................... 55 
6.2.3 Tercer Axioma: La naturaleza de una relación depende de la 
puntuación que los participantes hagan de las secuencias comunicacionales entre 
ellos 56 
6.2.4 Cuarto Axioma: La comunicación humana implica dos modalidades, la 
digital y la analógica .................................................................................................... 56 
6.2.5 Quinto Axioma: Los intercambios comunicacionales pueden ser tanto 
simétricos como complementarios ............................................................................... 57 
6.3 Mensajes no verbales .................................................................................. 57 
6.4 Las condiciones de los actos de comunicación y la conducta humana. ...... 58 
7 Semiótica y Derecho: ruinas circulares ........................................................................ 60 
8 APÉNDICE ...................................................................................................................... 64 
8.1 El Golem ..................................................................................................... 64 
8.2 El idioma analítico de John Wilkins ........................................................... 67 
8.3 Las ruinas circulares ................................................................................... 71 
4 | P á g i n a 
 
 
1 EL LENGUAJE 
 
¿Por qué ingresar a los estudios de derecho, al menos de la Teoría General del 
Derecho, por vía de la Teoría del Lenguaje? 
Lo primero que tengo que afirmar, como petición de principio, desde que no podré 
desarrollar aquí su justificación, es porque entiendo que la sociedad son, como dice Niklas 
Luhmann, las comunicaciones que producimos y esas comunicaciones se producen 
principalmente, aunque no exclusivamente, a través del lenguaje. 
Esta afirmación necesita de muchos matices que, insisto, no podré dar aquí, pero sí 
decir que la comunicación, según dicha teoría, es un hecho altamente improbable, porque 
toda la comunicación está basada en el principio de “doble contingencia1” (o contingencia 
social), idea que tiene origen en la teoría sociológica de Talcott Parsons2. 
La “doble contingencia” indica el hecho, no por obvio menos relevante, que 
siempre hay un Alter para un Ego, y que tanto uno como el otro, observan las selecciones 
del otro como contingentes (es decir: no necesarias, no forzosas, no esperadas); y 
contingencia, significa, filosóficamente, exclusión de necesidad e imposibilidad; significa 
que lo que es actual (y por lo tanto posible), es posible también de otras maneras (y por lo 
tanto no necesario, en el sentido de fatal o ineluctable). 
La doble contingenciasignifica, en estos términos, que siempre los mensajes que 
forman parte del circuito de la comunicación, pueden ser decodificados por los sistemas 
psíquicos que forman el entorno de la sociedad en un sentido diverso de aquél que le 
otorgó el emisor. 
Este problema, lo veremos en su momento, está a la base del funcionamiento de 
todos los sistemas sociales, por ende también del Derecho. 
Para avanzar un poco más en esta teoría hay que entender que revoluciona el 
concepto de sistema, y que existen diversos tipos de sistemas (máquinas, seres vivos, 
sistemas sociales, sistemas psíquicos). 
Consecuentemente, los seres humanos individuales son considerados, por un lado, 
seres vivos, organismos, y, por el otro, sistemas psíquicos. Ellos que constituyen el 
“entorno” del sistema de la sociedad, no “son” la sociedad. La sociedad que, como los 
 
1 “Para Aristóteles, lo contingente, se contrapone a lo necesario. ...En la literatura lógica clásica es frecuente 
definir la contingencia como la posibilidad de que algo sea y la posibilidad de que algo no sea. Si el término 
'algo' se refiere a una proposición, la definición corresponde efectivamente a la lógica; si 'algo' designa un 
objeto, corresponde a la ontología….” - 
http://www.ferratermora.org/ency_concepto_ad_contingencia.html 
2 Para Parsons el principio de doble contingencia indica: que las elecciones de ego son contingentes en su 
selección y, por ende, la reacción de alter será contingente en la selección de ego y resultará de una 
selección complementaria por parte de alter. 
http://www.ferratermora.org/ency_concepto_ad_contingencia.html
5 | P á g i n a 
 
seres humanos, es un sistema construido en base al “sentido”, es, precisamente, las 
comunicaciones que ellos producen. 
Ahora bien, desde esta perspectiva, un sistema social puede ser una interacción, o 
una organización, o una sociedad. 
La interacción es un sistema social cuya especificidad se da por la presencia física 
de los interlocutores de la comunicación, es decir que existe interacción cuando la 
percepción de la presencia física está en la base de la comunicación que se realiza a partir 
de la doble contingencia. La interacción constituye el nivel mínimo de producción de la 
comunicación: sin interacciones no sería posible ningún sistema social. Pero la interacción 
no es la sociedad, sino es un tipo de episodios que permite la realización de la sociedad, 
pero ellos mismos (los episodios), no pueden producirse sin tener una sociedad como 
base, lo que hace ver la circularidad del fenómeno. Sólo porque existen ciertas 
comunicaciones con sentidos relativamente homogéneos, es que puede suceder que las 
interacciones tengan sentido, aún si están sometidas al principio de doble contingencia. 
Para comprender mejor la evolución de la sociedad debemos recordar que primero 
con la invención de la escritura y luego con la de otros medios de comunicación, la 
comunicación (de la que la sociedad está “hecha” o aquello en lo que consiste la sociedad) 
se hizo posible también “entre ausentes”, es decir: sin que sea necesaria la presencia física 
de los interlocutores. 
La organización es un tipo de sistema social que se constituye en base a reglas de 
reconocimiento3 que lo vuelven identificable y que le permiten especificar las propias 
estructuras. Las reglas son básicamente reglas de pertenencia, que pueden ser fijadas 
mediante la selección de personal y la definición de los roles internos, sólo pocas personas 
pueden ser miembros de una organización formal. Esto se refiere básicamente a 
organizaciones como las empresas, las asociaciones, y también los aparatos del estado. 
Las comunicaciones que fungen como elementos últimos de la organización 
asumen la forma de decisiones. Las decisiones son comunicaciones de tipo particular, cuya 
selección debe poder ser siempre atribuida a un miembro de la organización, pero ser 
miembro del organización no equivale a ser parte del sistema organizado: “Las personas 
ejercitan la pertenencia a la organización contribuyendo a determinar las estructuras que 
permiten al sistema ser operativo, y, en cuanto sistemas psíquicos, permanecen en el 
entorno de la organización4”. 
La organización establece premisas de decisión, las cuales limitan de manera 
diferenciada el ámbito del cual, de vez en cuando, se puede escoger. Estas premisas se 
presentan de tres formas distintas: a) la organización establece programas, con base a los 
 
3 Veremos oportunamente la relación entre este concepto de Luhmann y la Teoría del Derecho de H. L. Hart. 
4 Corsi, Giancarlo, Espósito, Elena y Baraldi, Claudio. Glosario sobre la Teoría Social de Niklas Luhmann, 
Anthropos, Universidad Iberoamericana, México, 1996, pag.121/122. 
 
6 | P á g i n a 
 
cuales es posible evaluar la corrección de las decisiones, poniendo por ejemplo objetivos a 
cumplir; b) el ámbito de decisión se restringe estableciendo algunas vías de comunicación, 
por ejemplo mediante la estructuración jerárquica, mediante ella se vuelve claro qué 
secuencia comunicativa puede tener la decisión y si se pueden formar de este modo 
expectativas realmente atendibles; y c) la tercera premisa que vuelve operativa a la 
organización está relacionada con las personas que son miembros, es decir con los 
requisitos para seleccionarlos o admitirlos, por ejemplo el tipo de currículo, las 
capacidades, la reputación que la persona ha adquirido en base a la propia experiencia o 
formación (y podríamos agregar: el propio método mediante el cual la organización 
“decide” que una persona pasa a formar parte de ella). 
Los programas, las vías de comunicación y las personas constituyen estructuras de 
expectativas al interior de la organización que ponen a la organización misma en 
posibilidad de operar. 
Estas tres premisas se consolidan en puestos de trabajo, cada puesto tiene tareas 
que desarrollar (programa), pertenece a una cierta oficina (vía de comunicación) y está 
ocupada por un aparato psíquico (persona): “De esta manera la contingencia se vuelve 
operativa, ya que toda posibilidad decisional queda vinculada según lo que puede ser 
variado y según lo que debe permanecer constante5”. Esta oscilación entre conservación e 
innovación es la característica de los sistemas, como el del Derecho, por ejemplo. 
Una segunda petición de principio es la de que, partiendo de esa misma teoría 
sociológica, se afirma que los sistemas sociales, y el lenguaje como el derecho son 
ejemplos de ellos, se “autofundan”, es decir fabrican sus propios componentes y sus 
propias relaciones. No podemos ir a buscar a “otro” sitio, en “otro” lugar su origen, su 
explicación o fundamentación. Este es el proceso que se denomina, en esta teoría, como 
autopoiésis6. 
 
1.1 Concepto 
El lenguaje es el instrumento que nos diferencia de las demás especies animales; 
no porque las demás carezcan – en sentido amplio – de lenguaje, pues es posible 
atribuírselos desde esta perspectiva, sino porque no conocemos otra que haya generado 
uno tan complejo y que sea, a la vez, constitutivo de las sociedades de la especie. Esto es 
lo que ha llevado al biólogo y psicólogo Humberto Maturana a decir que los seres 
humanos somos seres “lenguajeantes”, es decir seres constituidos en el lenguaje. 
 
5 Corsi, G. et alt., op.cit.pag.122. 
6 "Una máquina autopoiética es una máquina organizada como un sistema de procesos de producción de 
componentes concatenados de tal manera que producen componentes que: i) generan los procesos 
(relaciones) de producción que los producen a través de sus continuas interacciones y transformaciones, y ii) 
constituyen a la máquina como una unidad en el espacio físico" H. Maturana y F. Varela: De máquinas y 
seres vivos, Editorial Universitaria, 1995. pág. 69. 
7 | P á g i n a 
 
Un aspectodistintivo de los seres humanos respecto de otras especies con 
capacidad para comunicarse por algún tipo de lenguaje es, como lo ha advertido el 
pensamiento cartesiano, el elemento creativo en el uso del lenguaje. 
El lenguaje es, al mismo tiempo, constituyente y portador de la cultura humana. 
Mediante él, el hombre ha podido elaborar una meditación acerca de su propia condición 
como especie. 
La lengua forma una parte intrínseca de nosotros mismos, es nuestro vehículo de 
comunicación y es también parte de la estructura de nuestra identidad: “De ello se deduce 
que el lenguaje tiene dos características: por un lado, es el medio para lograr la expresión 
personal, permitiéndonos articular nuestra genuina individualidad, y al mismo tiempo es lo 
que tenemos en común con los restantes miembros de nuestra comunidad, lo que nos 
asemeja y liga a ellos”7. 
La cultura está cifrada en el lenguaje, bien que no solo en él, y todo lenguaje refleja 
los intereses y actividades de las gentes que lo hablan. Por ello podemos ver que incluso el 
mundo físico es clasificado de formas de manera diferentes por pueblos diversos, hasta el 
punto de que uno se siente tentado de afirmar que los hablantes de lenguajes diferentes 
viven mundos diferentes. 
Noam Chomsky8 , dice que entre las varias razones que han inducido al estudio del 
lenguaje, una de ellas es la especial importancia que tiene para el estudio de la naturaleza 
humana, en tanto es una propiedad exclusiva de la especie y además tiene que ver, de 
manera crucial, con el pensamiento, la acción y las relaciones sociales. 
Es que, cuando uno habla, no repite –como un mero acto mecánico- algo ya oído, 
sino que produce formas lingüísticas que se adecuan a la situación que lo evoca: “El uso 
normal de la lengua es por tanto libre e indeterminado, pero no obstante apropiado a las 
situaciones; y así lo reconocen los otros participantes en la situación del discurso, que 
pudieron haber reaccionado de maneras similares y cuyos pensamientos, suscitados por el 
discurso, corresponden a los del orador”9. 
Cuando se habla acerca de una lengua, se piensa en algún tipo de fenómeno social, 
una propiedad compartida por una comunidad. Es que en el uso corriente, el término 
“lengua”, pone en juego otros factores que van más allá del acto de hablar, pues la 
comunicación siempre conlleva factores sociopolíticos y normativos. 
El lenguaje interviene en todo tipo de propuesta comunicativa: se usa como 
expresión del pensamiento (lo que implica admitir que se usa también como parte del 
proceso del pensar, cuestión que ha merecido profundos análisis que no podemos recoger 
aquí), y también para establecer relaciones interpersonales sin ningún interés ulterior, 
 
7 Fenichel Pitkin, Hanna. “Wittgenstein: El lenguaje, la política y la justicia”. P. 14 
8 Chomsky, Noam. El Lenguaje y los Problemas del Conocimiento. Conferencias de Managua 1 
9 Chomsky, Noam, op. cit. 
8 | P á g i n a 
 
como los juegos (aunque muchos juegos forman parte de la trama social compleja, es 
decir de un proceso comunicativo más amplio que excede a los “jugadores”, y, por 
supuesto, para todo otro tipo de fines humanos. 
El lenguaje, como objeto de la investigación científica ha tenido diversas 
definiciones y todas ellas mantuvieron o mantienen la pretensión de corrección. 
Es cierto que otros objetos científicos han merecido menos complicaciones en su 
definición, o al menos eso parece; pero una característica, si se quiere extraña, de la 
Lingüística es que trabaja con el propio objeto que estudia, esto es el lenguaje. 
En esto, vale señalarlo, se “parece” al Derecho, no porque el objeto del Derecho 
sea el lenguaje sino porque el Derecho está “hecho de lenguaje”, es uno de los 
subsistemas sociales, es decir uno de los subsistemas de la sociedad que, como vimos, 
según la teoría de Niklas Luhmann, está “hecha de comunicaciones” o, mejor dicho, es las 
comunicaciones que producen los aparatos psíquicos, los individuos de la especie humana, 
que son, a la sazón ellos mismos, entornos de la sociedad. 
Como señala Graciela Reyes, el lenguaje natural (es decir el espontáneamente 
generado en una comunidad cualquiera) puede definirse de maneras distintas, sea como 
un objeto exterior – la totalidad de las enunciaciones que pueden producirse en una 
comunidad de habla – (Bloomfield «A set of postulates for the sciences of language», 
1926, pag.156); como un sistema gramatical virtualmente existente en los cerebros de un 
grupo de individuos, según la famosa descripción de Saussure10 («Curso de Lingüística 
General», 1945, pag.57), ya sea como un sistema de conocimiento, el conjunto de 
representaciones mentales internalizadas por el individuo, de acuerdo con la definición de 
Chomsky (Noam Chomsky, «Knowledge of language», 1986, pag.26)11. 
Lo cierto es que algo podemos “ver”, si se permite la expresión, de común en estas 
definiciones: cierta inasibilidad, o, mejor dicho, cierta variabilidad que no es más que la 
característica de un objeto que muta constantemente (aunque, tal vez, la epistemología 
contemporánea nos mostraría que es una característica que comparte con otros objetos 
científicos). 
Es cierto también que cada uno de estos modos de “ver” el lenguaje representa 
distintas “ideologías”, como ya lo había advertido, a propósito del conocimiento en 
general, Francis Bacon12. 
Es decir, siempre, al observar el lenguaje como objeto, estamos aplicando un modo 
de ver el mundo, con toda su carga de fracasos y preconceptos acerca del mismo mundo. 
Por eso, sino todos, muchos de los filósofos, particularmente los que han 
reflexionado sobre el conocimiento, también lo han hecho sobre el lenguaje y su 
 
10 Lo que significa que nunca el lenguaje está “todo” presente en persona alguna, y, hasta podría decirse, 
siquiera tampoco en el conjunto de los seres vivientes que lo hablan. Es más y menos que eso. 
11 Reyes, Graciela. La pragmática lingüística. El estudio del uso del lenguaje, Montesinos, Barcelona, 1990. 
12 Me refiero a su conocida teoría de los idola fori. 
9 | P á g i n a 
 
incidencia en ese proceso (así Platón, como veremos más adelante, Aristóteles, San 
Agustín, Guillermo de Occam, Charles Sanders Pierce, William James, John Austin, Ludwig 
Wittgenstein, Jürgen Habermas, y la lista podría continuar indefinidamente). 
 
1.2 Filosofía del Lenguaje. 
Ahora bien, la filosofía no ha estado, no está, pacífica acerca del problema de qué 
cosa sea el lenguaje, y, en todo caso, cómo hay que abordarlo. 
Podríamos decir que el lenguaje fue considerado por la filosofía como un objeto 
más de sus análisis, hasta el comienzo del siglo XX. 
Recién desde entonces, comenzó a desarrollarse a partir de los estudios de dos 
filósofos y lógicos importantísimos: Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein, una corriente 
que ha dado en llamarse “analítica”. 
Analítica porque revela el papel decisivo, hasta entonces considerado inocuo del 
lenguaje en la reflexión humana, analítica porque propone advertir que el lenguaje es el 
mediador de nuestros debates y que en él habitan muchos de los problemas que 
consideramos básicos de la filosofía o, incluso – a veces – irresolubles. 
Puso, en suma, la atención sobre el hecho de que, en muchas oportunidades, los 
debates se originaban en el lenguaje mismo y no en supuestas “esencias” o “piedras 
filosofales”, detrás o debajo de las cuales habríamos de hallar la “verdad”. 
Por ejemplo, para la corriente analítica, muchos de los problemas de la filosofía 
son meros problemas “verbales”, esto es: si aclarásemos que entendemos por el término 
“x”, la discusión cesaría y quedarían, a lo sumo, como supo decir William James, unos 
pocos problemas, auténticamente filosóficos. 
La primera corriente analítica, también denominada positivismo metodológico, 
consideróbásicamente que la manera en que la gente de la calle habla normalmente es 
deficiente, descuidada y engañosa y que el papel a desempeñar por la filosofía con 
respecto a este punto es corregir o reemplazar completamente el lenguaje ordinario, al 
igual que la ciencia corrige o reemplaza la forma de comprender el mundo que 
corresponde al llamado sentido común. 
Esta tendencia trata de construir un lenguaje ideal, libre de las imperfecciones 
lógicas del hablar cotidiano, intenta traducir expresiones que son ambiguas y que 
pertenecen al lenguaje ordinario, es decir, clarificarlas, con una forma lógica precisa, 
distinguiendo entre lo que tiene y no tiene sentido. 
Parte de los mismos presupuestos lógicos en los que la teoría nació: para ellos los 
enunciados auténticos o son tautológicos o pertenecen al universo discursivo de las 
ciencias naturales, en tanto que el resto – particularmente los enunciados axiológicos, los 
referidos a valores – son sinsentidos lógicos. 
10 | P á g i n a 
 
Es decir: sostienen que el uso del lenguaje informativo, el uso aquél en el que el 
lenguaje se usa para describir algo (una cosa o un estado de cosas, en el más amplio 
sentido del término “cosa”), es el único uso donde puede lograrse un acuerdo racional, el 
caso en donde puede decirse “esto es verdadero o esto es falso”. 
También ha llegado a observarse o señalarse que muchas expresiones que parecen 
enunciados o bien no son formuladas en absoluto para registrar o suministrar información 
directa acerca de los hechos o bien tienen ese propósito sólo en parte. Siguiendo esta 
línea se ha mostrado, fragmentariamente hasta ahora, o por lo menos se ha presentado 
como probable, que muchas perplejidades filosóficas tradicionales han surgido merced a 
un error; el error de tomar como enunciados fácticos lisos y llanos a expresiones que son 
sinsentidos. 
De acuerdo con ello, el supuesto fundamental del Tractatus Logicus Philosophicus, 
la primera gran obra de Ludwig Wittgenstein, es que el lenguaje es una figura de la 
realidad (una “descripción” de la misma); y por ende su función es representar al mundo 
para nuestro uso, para nuestra comprensión e interacción con él, una teoría que ya 
estaba, al menos en forma preliminar, en San Agustín. 
Para Wittgenstein, una proposición (y una proposición es un enunciado que 
“afirma” algo) es una “figura de la realidad” y responde a “un modelo de la realidad tal 
como nos la imaginamos”. 
Esa figura puede ser correcta o incorrecta, verdadera o falsa, dependiendo de si 
está “de acuerdo con la realidad”; y tal acuerdo es, fundamentalmente, una cuestión de 
correspondencia de partes13. 
Ahora bien, desde esa perspectiva, la de Wittgenstein, una proposición tiene 
tantas partes distintivas como el estado de cosas que representa y estas partes son 
esencialmente los nombres de los objetos del mundo que se combinan en la situación 
particular. 
Cada palabra es el nombre de una cosa y la proposición las relaciona unas con 
otras de una cierta manera, pretendiendo decir algo verdadero sobre la realidad. La 
proposición contenida en un enunciado es una especie de grabado o de mapa, donde las 
relaciones reales son representadas por correspondientes relaciones en un medio 
diferente. 
En el lenguaje, el pensamiento aparece, con frecuencia, encubierto, y hay que 
sacarlo a la luz mediante el análisis, traduciendo frases complejas a sus proposiciones 
elementales, cada una de las cuales consta de “nombres de combinación inmediata”. Este 
 
13 Esta idea conecta, además, con el problema epistemológico de los criterios de verdad, problema que no 
podemos tampoco desarrollar aquí, pero que vale tener presente, pues la teoría de Wittgenstein, de la 
verdad “como correspondencia” propia del denominado Círculo de Viena, ha merecido diversas refutaciones 
como las que están presentes, por ejemplo, en la teoría de William James. 
11 | P á g i n a 
 
tipo de análisis es la tarea que debe realizar la filosofía propiamente dicha: se propone la 
clarificación lógica de los pensamientos14. 
La filosofía tradicional no ha meditado sobre las cuestiones que les preocupaban 
desde el punto de vista de la lingüística; al contrario, dichos problemas se les han 
presentado como ontológicos. 
Esto equivale a decir: como vinculados al ser de las cosas, lo que es consecuente 
con su idea del lenguaje como “espejo del mundo”, no se pensaba que el lenguaje fuese 
una “construcción” sino un mero artefacto tan natural como nuestras manos o nuestros 
oídos, en el cual no había “mediación” alguna de nuestra psiquis, de nuestra volición o 
nuestras preferencias, o, incluso de nuestros errores epistémicos. En tanto que el lenguaje 
“espejaba” al mundo, los problemas estaban en nuestra comprensión del mundo (en la 
ontología) y no en alguna otra parte (como por ejemplo en el lenguaje). 
El problema se acentuaba con los objetos de nuestra comunicación que no 
pertenecen al mundo natural, así por ejemplo las ideas políticas o sociales. Las 
investigaciones tradicionales, por caso, se han ceñido a la naturaleza de la libertad, pero 
no han abordado los usos de la palabra “libertad”, es decir, entendían que una pregunta 
tal era análoga a la pregunta ¿qué es una piedra? y por ende discutían sobre la “naturaleza 
de la libertad”, tal como discutían acerca de la de la piedra. 
Esta confusión entre semántica y ontología, ha sido una de las más frecuentes en la 
historia de la filosofía y contra ella se alzó la corriente analítica, que califica a su vez como 
una propuesta crítica, dado que permite desentrañar los supuestos ideológicos que están 
presentes siempre en toda presunta “descripción” acerca de una cosa o un estado de 
cosas. 
 
1.3 Las corrientes analíticas 
Para simplificar diremos que dentro de la corriente analítica se dice que hay dos 
grandes líneas: 
1) La primera, vinculada a Wittgenstein, que entienden que los problemas 
filosóficos son pseudo-problemas, que se originan en abusos cometidos en directo 
detrimento del lenguaje ordinario o natural, cuando se pretende usarlo fuera de los 
contextos donde cumple cabalmente su función. 
2) La otra, que se desarrolla en Oxford, entre otros puntos sostiene que la 
tarea del filósofo consiste en la elucidación de los conceptos ordinarios, incorporados al 
lenguaje común. Para esta corriente, hacer filosofía es poner en claro el complejo aparato 
conceptual presupuesto en el empleo ordinario de palabras y expresiones que en su 
mayoría pertenecen al lenguaje cotidiano no especializado; o bien que el lenguaje 
 
14 Una idea análoga está presente, bien que en un sentido diferente, en el psicoanálisis fundado a partir de 
los estudios de Sigmund Freud. 
12 | P á g i n a 
 
ordinario recoge las distinciones que vale la pena hacer en los aspectos prácticos de la 
vida humana. Por lo tanto, un estudio detenido del mismo, permite resolver todos los 
problemas filosóficos genuinos relativos a aquellos aspectos. Todas las distinciones 
conceptuales justificadas están incorporadas al lenguaje ordinario, y no hay distinción 
incorporada a él que no esté justificada15. Por último sostienen que antes de preocuparse 
por el origen o la naturaleza de los problemas filosóficos, como tarea indispensable previa, 
se requiere dominar adecuadamente el cúmulo de distinciones y riquezas de matices que 
exhibe el lenguaje ordinario; su estudio no garantiza la solución a los problemas filosóficos 
pero constituye el punto de partida. 
 
1.4 El lenguaje como actividad. 
Pero el propio Wittgenstein habría de plantear un giro revolucionario en la 
concepción del lenguaje. Un giro que variaría sustancialmente el concepto acerca de cómo 
el lenguaje se relaciona con el mundo (las cosas), a partir, justamente, de cómo lo usamos. 
Ese “segundo Wittgenstein”, que es el de su libroInvestigaciones Filosóficas16 
investiga la idea según la cual el lenguaje se fundamenta en un discurso en el que se habla 
y se responde y que estas son cosas que nosotros hacemos; que el lenguaje es – ante todo 
– discurso, y el hablar un lenguaje es parte de una actividad o de una forma de vida. 
De esta forma, no se trata de que, cuando se comprende un lenguaje, se capte 
alguna suerte de esencia interior del significado; antes bien, por el contrario, se trata de 
saber cómo hacer ciertas cosas. 
Comprender un lenguaje significa dominar una técnica. Por eso habría de 
relacionarlo con los juegos y más específicamente con la teoría de los juegos. 
Ello implicaba decir que las diferentes palabras, como las diferentes proposiciones 
lingüísticas, al igual que las herramientas o útiles que la humanidad ha inventado (desde el 
hacha al teléfono sólo por dar dos ejemplos), pueden ser utilizadas de muy diferentes 
maneras, muchas veces separadas de su “función” originaria. 
Una de las razones que Wittgenstein tiene para enfatizar la diversidad de juegos de 
lenguaje que utilizamos descansa en que quiere mostrar lo que de erróneo hay en la 
hipótesis, que el mismo compartió en otro tiempo. Así dice: “Resulta interesante 
comparar la multiplicidad de herramientas en el lenguaje y los modos en que son usadas, 
la multiplicidad de las clases de palabras y de frases con lo que los lógicos han afirmado la 
estructura del lenguaje (incluyendo al autor del Tractatus lógico-philosopicus)”17. 
 
15 Se atribuye a Borges haber dicho que “siempre hay una buena razón para que exista una palabra”, esto es 
que una propuesta comunicativa, un ruido o un grafismo, se transforman en “palabra” cuando superan el 
“test de supervivencia” esto es que son aceptadas por la comunidad de hablantes, como tal. Es claro que 
esto es una tautología, pero, en cierto modo – como veremos más adelante – todo el lenguaje lo es. 
16 Ludwig Wittgenstein Investigaciones Filosóficas. Ediciones Altaya. Barcelona, Agosto de 1999. 
17 Wittgenstein, Ludwig. Investigaciones … Pág. 16 (23) 
13 | P á g i n a 
 
Eso significa que con el lenguaje se “hacen” muchas cosas, no solo informar, por 
ejemplo: referir, afirmar, preguntar, interjectar; todos ellos aparecen sólo como juegos de 
lenguaje, sin que sean más ejemplares que el resto. Wittgenstein ya no considera que sea 
necesario traducir (o analizar) expresiones ordinarias según “su verdadera forma lógica”, a 
la forma de la simple aseveración (o afirmación). 
No se trata, tampoco, de que nosotros nunca refiramos o describamos, nunca 
hagamos aseveraciones verdaderas o falsas, nunca utilicemos palabras como etiquetas. Se 
trata de que estas funciones no son, como se afirmaba en su primera época, privilegiadas 
o definitivas. 
 “El significado de una palabra es su uso en el lenguaje” dice Wittgenstein, es decir, 
lo que hace al lenguaje es la forma en que es usado y practicado en los diversos juegos, 
como dar órdenes, informar, etc. La gente aprende a hablar viendo cómo hablan los 
demás en relación con ciertas prácticas y formas de vida específicas, de manera que los 
usos del lenguaje difieren de un juego de lenguaje a otro y entre ellos solo hay un “aire de 
familia” (“un parecido”). 
Por eso es que las palabras no pueden ser entendidas fuera de la utilización que 
hacen de ellas los hablantes y ese uso del lenguaje está en concordancia con las demás 
prácticas que ellos realizan. El significado de las palabras es comprendido dentro de los 
juegos de lenguaje de la comunidad a la que pertenecen y donde se los usa en forma 
práctica. Para Wittgenstein “la expresión juego de lenguaje debe poner de relieve aquí 
que hablar del lenguaje forma parte de una actividad o de una forma de vida”. 
Así, cada juego de lenguaje tienes sus propias reglas del juego, las que son 
comprendidas solo por aquellos que lo practican, porque así lo han pactado “sin darse 
cuenta” (he aquí un juego de lenguaje, precisamente, porque es claro que no hay pactos, 
en sentido estricto, que se configuren “sin darnos cuenta”, antes bien tenemos un 
consenso tácito, afirmado en la práctica social respectiva y es esta práctica la que concede 
“sentido” a lo que se dice, ella establece cómo se usan no sólo las palabras en las 
oraciones, sino – más aún – qué sentido adquieren las oraciones – los enunciados 
complejos – en los diversos “ambientes” o “juegos” en las que son utilizadas (pensemos, 
por ejemplo, en las “declaraciones” de juegos que permiten la mentira, como el truco). 
De allí que, para Wittgenstein, el lenguaje consista en juegos. Es el uso diario y “en 
situación” de las palabras (y las oraciones) lo que genera todo y cualquier sentido de un 
acto de comunicación en el mundo. 
Por ende: cualquier significado y sentido de una expresión es siempre es relativo a 
su “juego”, su marco relacional, su ambiente. 
Esta nueva concepción lleva a observar que al análisis del lenguaje, que hasta aquí 
se había concentrado en los aspectos semánticos y sintácticos, había que agregar una 
14 | P á g i n a 
 
tercera dimensión, la pragmática, esto es: incorporar al análisis del mismo, los contextos 
que “indican” alternativas del sentido. 
 
1.5 Tipos de enunciados. Los enunciados valorativos. 
En suma, para estas teorías, en el mundo de los hechos, el mundo real, “todo es 
como es y sucede como sucede”, en él no hay ningún valor. 
En un buen sentido, ello es así, el mundo es como es y sucede lo que sucede, pero 
– paradójicamente – nosotros podemos entendernos con respecto al mundo, ya lo dijimos 
casi exclusivamente a través del lenguaje y el lenguaje posee unas ciertas características 
que eran desconocidas por la filosofía tradicional. 
Esa filosofía, ignoraba la diferencia, por ejemplo, entre proposiciones y 
prescripciones, o lo que es lo mismo entre enunciados informativos y enunciados 
prescriptivos. 
Para los autores del Círculo de Viena, por ejemplo, es claro que la ética no se 
puede expresar en palabras. Para ellos la ética es “trascendental”. Así, la mayor parte de 
las proposiciones y cuestiones que se han escrito sobre materia ética no son falsas, sino 
sinsentidos. En consecuencia, las proposiciones contenidas en enunciados referidas a 
valores no pueden tener ningún significado, pues “no describen nada”. 
Para esta posición (la de la analítica), el sector del lenguaje que tiene significado 
está confinado dentro de estrechos límites y gobernados por unas reglas claras e 
inequívocas; la tarea de la filosofía consiste en separar en el uso del lenguaje lo que tiene 
significado de lo que no lo tiene, esclareciendo el primero de acuerdo con las reglas antes 
expuestas. 
15 | P á g i n a 
 
2 SEMIÓTICA 
2.1 Concepto. 
En primer lugar, tenemos que explicar que al indagar sobre el término semiótica, 
abarcamos, tal como lo propone Umberto Eco, tanto lo que Saussure, el padre de la 
lingüística, llamó semiología, como lo que otros autores, como Peirce, llamaron 
propiamente semiótica. 
El lingüista suizo Ferdinand de Saussure, a comienzos del Siglo XX, consideró la 
posibilidad de desarrollar una ciencia que estudie la vida de los signos en el seno de la vida 
social18, a la que denominó semiología, del griego semeion ("signo")19, en tanto que el 
norteamericano Charles Sanders Peirce anunció el propósito de elaborar una teoría 
general de los signos que los clasifique e identifique. 
Vale señalar que para Saussure, el signo lingüístico es una entidad psíquica de dos 
caras, que representa con un óvalo dividido al medio, que en su parte superior tiene al 
concepto, y en su parte inferior a la imagen acústica (de por sí ya un “signo” complejo). 
Signo es entonces, para él, la combinación del concepto y la imagen acústica, aunque en el 
lenguaje corriente se designe como signo sólo a la imagen acústica, como por ejemplo una 
palabra (él utilizael caso de “árbol”)20. 
Según Peirce, un signo es algo que está en lugar de alguna otra cosa para alguien 
en ciertos aspectos y capacidades (aunque ese alguien pueda ser uno mismo, tal como si 
Robinson dejase mensajes para sí en su solitaria isla, el personaje de Memento lo graba en 
su piel). Como advierte Eco, un signo puede representar alguna otra cosa en opinión de 
alguien sólo porque esa relación (representar) se da gracias a la mediación de un 
interpretante, pero, afirma el autor del El nombre de la rosa, no se puede negar que 
Peirce haya concebido en alguna ocasión el interpretante (que es otro signo que traduce y 
explica el signo anterior, y así hasta el infinito) como un fenómeno psicológico que se ´se 
produce´ en la mente de un posible intérprete, pero igualmente esto podría pensarse de 
un modo no antropomórfico, por ejemplo, sostiene, la tríada de Peirce (signo, objeto, 
interpretante) aun cuando tenga un destinatario humano, puede provenir de una fuente 
no humana, podríamos decir – por ello mismo – no intencional, tal como las “señales” del 
clima o de las enfermedades (de hecho ese aspecto de la medicina se llama “semiología”). 
Claro, que, como dice Morris, “algo es un signo sólo porque un intérprete lo interpreta 
como signo de algo…por tanto, la semiótica no tiene nada que ver con el estudio de un tipo 
de objetos en particular, sino con los objetos comunes en la medida en que (y sólo en la 
medida en que) participan de la semiosis”. 
 
18 Saussure, Ferdinand de. Curso de Lingüística General, Editorial Losada, Buenos Aires, 1945, pag.60. 
19 Aclaraba que ella nos enseñaría en qué consisten los signos y cuáles son las leyes que los gobiernan. 
20 Saussure, F. Op.cit. pag.129. 
16 | P á g i n a 
 
En todo caso, por esto mismo, no perderemos de vista que ella la lengua no es el 
único sistema de signos de los que se vale la Comunicación Humana, ni siquiera el 
Derecho como uno de los subsistemas sociales; aunque aquí nos vamos a ocupar, 
centralmente, de los signos lingüísticos, porque es a través de la lengua como instrumento 
de comunicación que el derecho funciona (principalmente); se trata, valga el deliberado 
juego de palabras, de una cuestión de códigos. 
Según Eco, todas las formas de comunicación funcionan como emisión de 
mensajes basados en códigos subyacentes21, es decir, agrega, que todo acto de 
comunicación supone una competencia preexistente: que todo acto de «parole» 
presupone una «langue» (en alusión a la conocida distinción de Saussure22, que veremos 
más abajo). 
No obstante, por todo ello, debemos advertir que será necesario precisar varios de 
estos conceptos, como los de código y mensaje. 
Un código es, dice Eco (siguiendo a Miller), un sistema de símbolos que por 
convención previa está destinado a representar y a transmitir información desde la fuente 
al punto de destino23”, aclarando que esto nos lleva a tener que definir también que 
entendemos por «sistema», «símbolo», «fuente», «punto de destino», pero podemos 
aceptar que cuando yo “me dirijo” a alguien mediante fonemas, gestos, sonidos, 
grafismos, en suma “señales de algún tipo”, lo hago en base a un código preexistente que 
permite “eso que llamamos comunicación”. 
Una de las hipótesis de la semiótica es entonces, que existen estas convenciones 
que determinan el valor de los signos y de sus reglas sintácticas, sin los cuales son vacíos. 
Si los signos y sus formulaciones pudiesen “comprenderse”, o lo que es lo mismo: fuesen 
exitosos comunicacionalmente sin necesidad de estos códigos subyacentes, la semiótica 
no tendría sentido porque estaríamos hablando de una relación natural y, por ende, no 
existiría la diversidad de “lenguajes” que detectamos en la existencia cotidiana. 
Me explico más de cerca: si el código de los lenguajes no fuese una invención, 
entonces sería una facultad predispuesta en nuestra estructura psico-neuronal, en este 
sentido un elemento natural no disponible, por lo tanto no arbitrario. 
Volveremos sobre esto al tratar la cuestión de la relación de las palabras 
(podríamos decir de los signos) con el mundo (podríamos decir las “cosas”), sin dejar de 
advertir que es también un campo “en progreso”. 
 
21 Eco, Umberto. Tratado de Semiótica General, Editorial Lumen, Milan, 2000, pag.9. 
22 Este, distinguía entre « langue » y « parole », que fueron traducidos al español como “lengua” y “habla”. 
23 Eco, U. op.cit.pag.9. 
17 | P á g i n a 
 
2.2 Lengua y Habla (Langue et Parole: Saussure) 
Señala Saussure que existe una diferencia entre "la realización concreta de una 
expresión lingüística o un conjunto de ellas" (habla) y "el sistema o estructura que genera 
las expresiones de dichas expresiones" (lengua). 
También señala que para ciertas personas, la lengua es sólo una nomenclatura, 
una especie de taxonomía de ruidos o grafismos, pero que esa concepción es criticable 
por muchas razones. Por ejemplo supone que las ideas preexisten a las palabras, para 
Saussure, nuestro pensamiento sin los signos sería una masa amorfa, no dice nada – por 
ejemplo – acerca de si el nombre (la palabra) es un hecho de naturaleza psíquica o 
meramente vocal; por otra parte – agrega – supone que el vínculo que une a un nombre 
con una cosa es una operación muy simple, lo cual está muy lejos de ser verdad24. 
Advierte que el lenguaje tiene un lado individual y uno social, pero que no se 
puede concebir el uno sin el otro. En cada instante el lenguaje implica a la vez un sistema 
establecido y una evolución, es, a cada momento, una institución actual y un producto del 
pasado (es en este sentido que decimos que el lenguaje “vive”). 
Se pregunta si sería posible resolver los dilemas que el lenguaje nos plantea 
estudiando el de los niños y se responde que no, porque en los niños la “lengua” ya está 
dada: “es imposible salir del círculo25”. 
Por eso, dice, como no se puede evitar esa característica dual o multifacética del 
lenguaje, hay que colocarse desde el primer momento en el terreno de la lengua y tomarla 
como norma de todas las manifestaciones del lenguaje. Pero: ¿qué es la lengua?, para 
Saussure, la lengua no se confunde con el lenguaje: la lengua no es sino una determinada 
parte del lenguaje, que no se confunde con él, aunque sea esencial: “Es a la vez un 
producto social de la facultad del lenguaje y un conjunto de convenciones necesarias 
adoptadas por el cuerpo social para permitir el ejercicio de esa facultad en los 
individuos26” 
La lengua, dice Saussure, es una institución social, pero que se diferencia en 
muchos rasgos de otras instituciones sociales, como las políticas o las jurídicas. La lengua 
es un sistema de signos que expresan ideas, y por eso es comparable a la escritura, al 
alfabeto de los sordomudos, a los ritos simbólicos, a las formas de cortesía, a las señales 
militares, etc.; sólo que, afirma, es el más importante de esos sistemas. 
La lengua, sostiene, “…existe en la colectividad en la forma de una suma de 
acuñaciones depositadas en cada cerebro, más o menos como un diccionario cuyos 
ejemplares, idénticos, fueran repartidos entre los individuos (ver pag.57). Es, pues, algo 
que está en cada uno de ellos, aunque común a todos y situado fuera de la voluntad de los 
 
24 Saussure, Ferdinand de. Op.cit., pags.127 y 191. 
25 Saussure, Ferdinand de. Op.cit., pag.50. 
26 Saussure, Ferdinand de. Op.cit., pag.51. 
18 | P á g i n a 
 
depositarios…El habla es la suma de todo lo que las gentes dicen y comprende: a) 
combinaciones individuales, dependientes de la voluntad de los hablantes; b) actos de 
fonación igualmente voluntarios, necesarios para ejecutar tales combinaciones. No hay 
nada de colectivo en el habla; sus manifestaciones son individuales y momentáneas….Por 
todas estas razones sería quiméricoreunir en un mismo punto de vista la lengua y el 
habla27. 
Esto alude, al mismo tiempo, a las dos características que apunta Saussure como 
constitutivas de la lengua, por un lado el carácter arbitrario del signo, al que ya nos hemos 
referido, y por el otro a la relativa mutabilidad del mismo, esto es que si bien el signo es 
arbitrario, su disposición por parte de los hablantes está limitada. Es decir el significante 
es libremente elegido, pero una vez elegido la masa que habla la lengua ya no puede 
ejercer su soberanía sobre una sola palabra. Quiere significar con ello que aún en las 
lenguas originales, solo podemos presumir que un acto tal ocurriera (el de la convención 
alrededor de la relación entre las cosas y los signos), pero es algo que jamás ha sido 
comprobado. Hace aquí una analogía con las instituciones sociales y advierte que en cada 
una hay un balance entre la tradición impuesta y la acción libre de la sociedad. Ya hemos 
visto, vuelve a ello, el carácter arbitrario del signo, lo que expresa la posibilidad de su 
mutación. Pero sabemos también que hace falta una multitud de signos para constituir 
una lengua y éste no es un dato menor, desde que se puede pensar en que un individuo o 
grupo de individuos influyan en la variación del sentido de un signo o grupo de signos, 
pero no de todos ellos (de hecho se antoja imposible por el estado de suspensión de la 
comunicación que supondría). El siguiente punto es que una lengua constituye un sistema, 
donde se halla un principio de razón relativa, que hace indisponible – cuando menos en 
forma absoluta – su forma constructiva, su gramática. Por última se verifica que en el nivel 
colectivo, existe una resistencia en forma de inercia colectiva a las innovaciones 
lingüísticas. 
Claro que podemos distinguir en torno a ello, entre cambios en la estructura 
gramatical y cambios en la estructura semántica. 
Afirma Umberto Eco que al examinar las distintas lenguas originales, uno debe 
contrastarlas con una noción rigurosa de lengua natural (en el sentido de lengua 
espontánea) y, continua, una lengua natural (y en general cualquier sistema semiótico) se 
compone de un plano de la expresión (un léxico, una fonología y una sintaxis) y un plano 
del contenido que refiere el universo de conceptos que podemos expresar, que es como 
decir el universo de distinciones que hemos hecho, esto es: el “conocimiento” que hemos 
construido. 
Allí es donde podemos percibir que se producen las mayores mutaciones. 
 
27 Saussure, Ferdinand de. Op.cit.pag.65. 
19 | P á g i n a 
 
Agrega el mismo autor: “En una lengua natural, la forma de la expresión, está 
constituida por un sistema fonológico, por un repertorio léxico y por sus reglas 
sintácticas…Para que los sonidos de una lengua sean comprensibles28 hay que asociarles 
los significados, o bien los contenidos…Los distintos modos de organizar el contenido, 
cambian de una lengua a otra y a veces también cambian según consideremos el uso 
común de una lengua o su uso científico29”. 
Esto significa, valga la redundancia, que debemos observar más de cerca cómo 
funcionan esas relaciones entre “palabras” y “cosas”, lo que haremos en el punto 4. 
 
2.3 Cosas, signos, símbolos, discursos, textos e intérpretes. 
En la compleja gama de nociones que vamos a tratar a partir de aquí aparecerán 
una serie de nociones claves para comprender este fenómeno distintivo de lo humano 
que es la comunicación y su herramienta principal: el lenguaje. 
Ellos son los que indicamos en el subtítulo: signos, símbolos, discursos, textos e 
intérpretes. 
Consideramos cosas, a todo aquello que responde al criterio heideggeriano de 
cosa: es decir, lo que se nos aparece en tanto que se nos aparece, sin importar que exista 
como objeto del mundo que llamamos “real” o no, tampoco si tiene o no corporeidad (o 
algún otro tipo de manifestación física como los protones, por ejemplo), por ello es que 
“cosa”, en este sentido, es un unicornio o un centauro, y también una ecuación de 
segundo grado. 
Llamaremos signo, por otra parte, a todas aquellas “cosas” que ocupen el lugar o 
refieran, a otra cosa (en sentido más psicológico que nos “evoquen” otras “cosas”). 
Llamaremos símbolos a la creación artificial de una “cosa” destinada a esa 
“evocación”. 
Llamaremos discurso a un evento comunicativo social, realizado mediante el 
empleo de elementos lingüísticos, en donde se articula el enunciado con una situación de 
comunicación singular (con lo que se comunican unos aparatos psíquicos con otros). Es el 
mecanismo más utilizado entre los seres humanos para producir comunicación; es aquello 
en lo que consiste un circuito comunicativo, basado en la existencia de un código previo 
que hace posible al mismo circuito, como dice el propio Eco. 
Un texto es un discurso escrito y la escritura – como dice Niklas Luhmann – debió 
suponer una catástrofe en términos de organización social al aparecer como un 
instrumento que, a partir de entonces, permitirá tratar a los “ausentes como presentes” (y 
 
28 En términos de teoría de la comunicación podríamos decir “sean pragmáticamente exitosos”, lo que 
significa decir que puedan producir comunicación, más allá de cómo esta se produzca y los efectos que 
cause. 
29 Eco, Umberto. La estructura ausente, 1993, pags.30-31. 
20 | P á g i n a 
 
es justamente lo que facilitará la progresiva autonomización del derecho como subsistema 
social). 
Intérprete es todo partícipe de un acto de comunicación, que puede o no ser un 
sistema psíquico. 
 
2.4 Diferencia entre signos. Signos y Símbolos. 
En definitiva la comunicación se realiza mediante signos, pero no simplemente 
mediante los signos, sino signos en base a códigos. 
Pero, a su vez, las relaciones entre los signos pueden ser múltiples. 
La más común, es la que percibimos en el lenguaje ordinario. Los seres humanos 
hemos correlacionado, como ya vimos, unas cosas con otras, acordando que una de ellas 
“implica” a la otra. Se trata, como vemos, de una relación “artificial”, voluntaria o 
arbitraria. Arbitraria en tanto contingente, porque es del modo en que es, y pudo ser de 
cualquier otro modo. 
Pero hay otros casos en que la relación entre las cosas, en las que una aparece 
como “signo” de la otra, es una relación en la que no podemos influir, llamamos a esa 
clase de relaciones “naturales” porque están así dadas en “eso” que llamamos naturaleza. 
Y lo que se da en la naturaleza es “necesario”, en tanto que, justamente, no es 
modificable por el ser humano30. 
Algunos autores llaman a la primera relación signo arbitrario, y a la segunda signo 
natural. Otros, como John Hospers, por ejemplo, prefieren emplear la palabra símbolo 
para la primera y la palabra signo para la segunda. 
Lo cierto es que, ateniéndonos a lo que hemos dicho ya sobre la convencionalidad 
del lenguaje, no hay “una” forma para llamar a esta distinción, pero se nos ocurre que la 
primera, la de usar el sustantivo “signo” con los adjetivos “artificial” y “natural”, nos 
permite eliminar ciertas dudas interpretativas y, al mismo tiempo, conservar – vaya como 
deliberado juego de palabras – la potencialidad explicativa de “signo” como signo. 
 
 
30 Debemos tener presente que las intervenciones del hombre en la naturaleza, no alteran sus leyes, sí, tal 
vez, su curso, que es otra cuestión. Pero, en todo caso, toda alteración del curso de la naturaleza el hombre 
la logra produciendo “otras intersecciones” que aquellas que están ya presentes en el curso de ella. Por 
ejemplo: si realizo explosiones nucleares puedo producir profundas alteraciones en el curso de los 
ecosistemas, pero esas alteraciones se producen “en cumplimiento de leyes naturales” (esta forma de 
expresarme para referirme a leyes de la naturaleza no hace sino mostrar, paralelamente,de qué modo la 
ambigüedad de algunos términos, en este caso “ley”, puede producir dudas o interferencias en la 
comunicación). 
 
21 | P á g i n a 
 
2.5 Comunicaciones y Códigos 
La semiótica estudia todos los procesos culturales, afirma Eco, como procesos de 
comunicación, pero – advierte – estos procesos parecen subsistir sólo porque debajo de 
ellos subsiste un sistema de significación. 
Un proceso comunicativo, dice, puede ser definido como el paso de una señal (lo 
que no significa necesariamente un signo) desde una Fuente, a un Transmisor, a lo largo 
de un Canal, hasta un Depositario (o punto de destino). En un proceso entre una máquina 
y otra la señal no tiene capacidad significante, solo puede determinar al destinatario como 
estímulo, en tal caso no se puede decir que haya comunicación, aunque sí hay 
información. En cambio cuando el destinatario es un ser humano (aunque no es necesario 
que la fuente sea otro ser humano, bastará con que se emitan señales conforme reglas 
que él conoce) estamos frente a un proceso de comunicación, siempre que la señal no se 
tome como simple estímulo y se solicite una respuesta31. Advierto, solo para observar la 
circularidad del lenguaje que, contra ello, lo que ocurre entre máquinas son operaciones 
análogas a las que ocurren entre humanos. 
Muestra de ello es que Eco, afirma, que el hecho de la comunicación ocurre sólo 
cuando existe un código y un código es un sistema de significación que reúne entidades 
presentes y entidades ausentes: “Siempre que una cosa MATERIALMENTE presente en la 
percepción del destinatario REPRESENTA otra cosa a partir de reglas subyacentes, hay 
significación32”. 
 
2.6 Semiótica de la argumentación. 
Desde este punto de vista es que se estudia, en particular en el análisis de la 
comunicación de masas, la influencia de la argumentación, ya sea a través de una 
relectura de los tratados clásicos de teoría de la argumentación, como los de Aristóteles o 
Quintiliano, como del desarrollo de nuevas teorías en el campo de la influencia del 
lenguaje en la conducta humana (un aspecto que los filósofos del derecho suelen ignorar), 
un desarrollo que retomaremos en la Unidad sobre Teoría de la Producción Jurídica, pero 
que se vuelve necesario advertir desde este punto, para tratar de comenzar a entender el 
fenómeno jurídico. 
 
31 Eco, U. Op.cit. pags.24/25 
32 Eco, U. Op.cit. pag.25. 
22 | P á g i n a 
 
3 SINTÁCTICA 
 
3.1 Concepto 
 
Ahora bien, en un nivel mucho más simple, ya podemos observar que el lenguaje 
no se trata meramente palabras, es también, y principalmente, enunciados, y los 
enunciados guardan – bien que diferentes en cada lengua – ciertas reglas de construcción, 
reglas a las que llamamos sintácticas. 
Sintáctica es la disciplina que se ocupa de la sintaxis. Este término, deriva del latín 
syntaxis, y este a su vez del vocablo griego que se traduce como “coordinar”. 
La sintáctica se ocupa de la análisis de la relación entre los distintos símbolos o 
signos que constituyen el lenguaje. 
Es referida también como la parte de la gramática que estudia las formas de 
coordinación y unión de las palabras para formar las oraciones y expresar conceptos. 
En suma, la sintaxis se encarga del estudio de las reglas que gobiernan la 
combinatoria de constituyentes y la formación de unidades superiores a éstos, como los 
sintagmas y oraciones. 
Se supone que las reglas sintácticas nos proveen los criterios para la formación de 
“enunciados u oraciones bien formadas” y parece que enunciados u oraciones bien 
formadas son requisitos necesarios, aunque no suficientes (y en lo que sigue veremos 
porqué) de una comunicación eficaz. 
El análisis sintáctico es, en el campo de la Lingüística, el análisis de las funciones 
sintácticas o relaciones de concordancia y jerarquía que guardan las palabras agrupándose 
entre sí en sintagmas u oraciones. Como no está muchas veces claro el límite entre la 
sintaxis y la morfología a estos respectos, especialmente según el tipo de lengua de que se 
trate, también se suele denominar análisis morfosintáctico, aunque esta denominación se 
suele reservar para un análisis más profundo y detenido. 
Su estudio es importante, ya que de un correcto análisis sintáctico depende a 
menudo la interpretación y comprensión de los textos, especialmente de los documentos 
problemáticos en legislación, política o tecnología (el llamado procesamiento de lenguajes 
naturales). 
Es que el análisis sintáctico puede ayudar a despejar ambigüedades de 
interpretación que generan los enunciados. En el Derecho existen numerosos ejemplos de 
ello (es conocido el ejemplo del último acto de Los intereses creados, de Jacinto de 
Benavente, donde un estereotipo de abogado dice: “Mi previsión se anticipa a todo. 
Bastará con puntuar debidamente algún concepto. Ved aquí, donde dice «Y resultando 
que si no declaró…”, basta una coma y dice: “Y resultando que sí, no declaró…” Y aquí: “Y 
23 | P á g i n a 
 
resultando que no, debe condenársele…”, fuera la coma, y dice: “Y resultando que no 
debe condenársele…”. 
Tal como señala Alf Ross el significado de una expresión depende del orden de las 
palabras y de la manera en que estas se hallan conectadas, por ejemplo, afirma, desde 
“…el punto de vista de la sintaxis a menudo será dudoso con qué miembro primario está 
conectada una frase de modificación, excepción o condición. En tales casos la puntuación 
puede ser importante. 12) «En el ejercicio de sus funciones los jueces están limitados por el 
derecho. Los jueces no serán separados de sus cargos sino mediante juicio, ni serán 
trasladados en contra de su voluntad, excepto en aquellos casos en que tenga lugar una 
reorganización de los tribunales.» (Constitución Dinamarquesa, 1920, par. LXXI). La 
estructura de la frase en este enunciado no pone en claro si la excepción relativa a la 
reorganización de los tribunales se aplica solamente a la regla de que los jueces no pueden 
ser trasladados en contra de su voluntad, o también la regla de que no pueden ser 
separados de sus cargos sin juicio. El factor decisivo es la coma después de la palabra 
“voluntad”. Esto demuestra que la interpolación: «ni serán trasladados en contra de su 
voluntad» se encuentra en oposición respecto de (o es paralela a) la primera parte de la 
frase, y que la excepción se refiere por igual a ambas alternativas. Si la coma se suprime, la 
interpretación contraria sería natural33.” 
En todo caso, podemos advertir rápidamente que el análisis sintáctico puede 
resultar insuficiente, como por ejemplo cuando pensamos que el legislador puede haber 
errado en la composición de la oración o del sintagma, o bien pudo haber un error de 
imprenta no salvado, etc. 
No obstante, el sintáctico, es un tipo de análisis necesario en la actividad jurídica. 
 
3.2 Sintagmas 
El sintagma es una estructura sintáctica en la que no existe la relación sujeto y 
predicado. 
Se lo define, gramaticalmente como un conjunto de palabras agrupadas en torno a 
un núcleo con una misma función sintáctica. 
Es una estructura lingüística en forma de «cadena», hablada, agrupada, organizada 
y jerarquizada en torno a un elemento lingüístico (llamado núcleo). 
Los sintagmas se clasifican en nominales (cuando su núcleo es el nombre o 
sustantivo), preposicionales (cuando van introducidos por una preposición), verbales 
 
33 Ross, Alf. Sobre el Derecho y la Justicia, Eudeba, Buenos Aires, pags.122/123. 
24 | P á g i n a 
 
(cuando el núcleo es el verbo) y adjetivales (cuando están constituidos por un adjetivo); 
adverbiales (cuando el núcleo es un adverbio). 
 
3.3 Oraciones 
Así como las palabras constituyen la menor unidad de sentido, las oraciones 
constituyen las formas más pequeñas en las que una forma más amplia se puede analizar, 
sintácticamente hablando.El paradigma actual de la sintáctica se basa en lo que ha dado en denominarse 
gramática generativa, la que se centra en el análisis de la sintaxis, como constituyente 
primitivo y fundamental, del lenguaje natural. 
Por otra parte, el análisis sintáctico de una oración (o mínima unidad de 
expresión), supone la búsqueda del verbo, conjugado dentro de la oración, para distinguir 
entre el sintagma sujeto y el sintagma predicado. Para esto, una vez que se ubica el verbo, 
se pregunta quién realiza la acción. La respuesta constituye el sujeto, mientras que el 
resto es el predicado. 
Una oración en una palabra o un conjunto de palabras que tienen sentido en sí 
misma, con independencia fónica, ortográfica, sintáctica y semántica. 
Se trata de una unidad lingüística basada en un verbo, y que puede presentar 
distinta relación entre sujeto y predicado. 
Por eso, algunas escuelas afirman que, en virtud de esta naturaleza predicativa, la 
oración tiene como único componente obligatorio, del núcleo predicativo, al verbo, en 
torno al cual se agrupan otras variables, entre las que se encuentra el sujeto. De ahí que, 
la obligatoriedad del sujeto, como parte indispensable de la oración, devenga 
cuestionada. 
Una oración es un “texto” en sentido amplio, textos que pueden cumplir funciones 
diferentes como la organización/representación de las experiencias del grupo, comunidad 
o individuo “hablante” respecto de las relaciones “lógicas” que conforman su visión del 
mundo; pueden también servir para crear, modificar, reproducir roles/acciones sociales; 
pueden también permitir la creación de nuevos textos. 
Todos estamos sumergidos en una especie de “sopa pantextual” (por parafrasear a 
Magariños de Morentín y a la físico-química), sopa de la cual que nos servimos y a la cual 
servimos para la continua reproducción de la comunicación. 
25 | P á g i n a 
 
La oración, en cuanto signo lingüístico, mantiene una relación de predicación con 
la realidad extralingüística (vale aquí recordar las relaciones entre conocimiento y 
lenguaje34). Esa realidad, se afirma, se distribuye y analiza en la mente en cuanto sujeto 
lógico – aquello que ya conocemos – y en predicado lógico – lo que predicamos del sujeto 
lógico-. De este modo relacionamos esto con el tema, o información conocida, y el rema, o 
lo añadido. 
No obstante, en la elaboración lingüística, sujeto y predicado gramatical pueden no 
coincidir con sus homónimos lógicos. Por ejemplo: conozco que he de enviar unas cartas – 
sujeto lógico – pero no sé a quién – predicado lógico –, si enuncio: ¿Quién recibirá las 
cartas? El sujeto lógico ha pasado a gramatical y el predicado lógico a sujeto gramatical. 
 
 
 
 
34 Ver por ejemplo : Schaff, Adam, Lenguaje y Conocimiento, Enlace-Grijalbo, México, 1967, 
pag.51 y ss. 
26 | P á g i n a 
 
4 SEMÁNTICA 
4.1 Concepto 
 
Todos hemos experimentado alguna vez en la vida una discusión que amenazó con 
volverse interminable (y frecuentemente percibimos como estéril o “bizantina”) acerca 
del “significado” de una palabra. 
En esas discusiones acerca del “verdadero” significado de una palabra subyace, 
muchas veces inadvertida una vieja historia de la filosofía del lenguaje: la disputa entre 
realismo y convencionalismo verbal, que es la disputa acerca de si las palabras guardan 
con el mundo, con ese continuum de cosas que lo componen y que cada cultura 
“distingue” a su modo, aun cuando hallemos entre diversas culturas un “consenso 
solapado” sobre la forma de observar el mundo. 
Al estudiar el lenguaje podemos estudiar diversos aspectos de él. Podemos 
estudiar la relación de las palabras con el mundo (o con las cosas), es decir adentrarnos en 
el complejo mundo del significado o los significados, que muchas veces es confundido con 
todo el problema acerca del lenguaje. Estaremos hablando entonces de semántica. 
La semántica, dice Luhmann, es el patrimonio conceptual de la sociedad, la 
semántica se define en términos de sentido y comunicación. El sentido es una conquista 
evolutiva de los sistemas sociales (a través de comunicaciones) y de los sistemas psíquicos 
(a través de pensamientos). Mediante él es posible la construcción de la complejidad de 
tales sistemas. Basándose en la fenomenología de Husserl, Luhmann afirma que el sentido 
es la premisa para la elaboración de toda experiencia, es la forma mediante la que 
ordenamos el experimentar o hacemos inteligible el mundo. Es decir es el medio 
indispensable para la operación de estos sistemas. El sentido incluye a su contraparte: el 
sinsentido, o, lo que es lo mismo, el sinsentido tiene sentido: “El mundo se constituye, por 
tanto, como globalidad de las referencias de sentido: el sentido determina por sistemas 
sociales y sistemas psíquicos el inevitable excedente de posibilidades que construye la 
complejidad del mundo…35”. 
El sentido permite referirse no solo a todo lo actual (lo que observamos como real 
ya dado) sino a todo lo posible, mantiene accesible el mundo no actualizado (o no dado 
todavía); en otros términos: el sentido permite la reducción y el mantenimiento 
simultáneos de la complejidad del mundo en el sistema. 
El sentido opera a través de selecciones, y selección es la actualización de algo a 
través de la negación de lo demás. El sentido (o la atribución de sentido) es la operación 
específica de los sistemas sociales y los sistemas psíquicos; es mediante ella que se 
diferencian de los sistemas biológicos. 
 
35 Corsi, G. et alt., op.cit.pag.147. 
27 | P á g i n a 
 
La semántica explora las dimensiones y actualizaciones del sentido, las conexiones 
entre las formulaciones más elementales (palabras) o más complejas (enunciados, 
oraciones, proposiciones) y el mundo. La semántica explora el significado, aún si no 
podemos aquí exponer todo lo que se ha debatido sobre el significado de la palabra 
“significado36”. 
La semántica es, entonces, un área de la lingüística que se ocupa del estudio del 
significado de las palabras en el lenguaje. 
La semántica lingüística contrasta con otros dos aspectos que intervienen en una 
expresión con significado: la sintaxis y la pragmática. 
La semántica es el estudio del significado atribuible a expresiones sintácticamente 
bien formadas. 
La sintaxis estudia sólo las reglas y principios sobre cómo construir expresiones 
interpretables semánticamente a partir de expresiones más simples, pero en sí misma no 
permite atribuir significados. 
La semántica examina el modo en que los significados se atribuían a las palabras, 
sus modificaciones a través del tiempo y aún sus cambios por nuevos significados. La 
lexicografía es otra parte de la semántica que trata de describir el significado de las 
palabras de un idioma en un momento dado, y suele exhibir su resultado en la confección 
de diccionarios. 
 
4.2 Apuntes sobre Historia de la Filosofía del Lenguaje 
La historia, como veremos, tiene antecedentes bíblicos. En el Libro Primero 
llamado Génesis, se contraponen las dos formas de relación de las palabras con el mundo 
que se debaten en la filosofía originaria: por un lado dios mismo impone nombre a las 
cosas en el acto de la creación37 y por el otro dios mismo delega en Adán la imposición de 
los nombres38. 
Pero antes Dios habló a Adán, y como dice Umberto Eco, no sabemos en qué 
lengua pudo hablarle, salvo en una especie de iluminación interior, en la que dios, como 
en otras partes de la Biblia se expresa mediante fenómenos externos (truenos y 
relámpagos)39. 
 
36 Ver por ejemplo el conocido trabajo de C.K.Ogden y I.A. Richards, El significado del significado, Paidós, 
Buenos Aires, 1984. 
37 “5. Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche…8. Y llamó Dios a la expansión Cielos” (Citado de 
La Santa Biblia. Antiguoy Nuevo Testamento. Revisión de 1960. Asociación Sociedad Bíblica Argentina, 
Buenos Aires, 1990, pag.5) 
38 “19. Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia de campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán 
para que viese cómo las había de llamar; y lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre.20.Y 
puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo…” (Ídem, pag.6). 
39 Eco, U., op.cit., 1993, pag.19. 
28 | P á g i n a 
 
Ahora, cuando dice la Biblia que Adán impuso los nombres, es decir se transformó 
en el “nomoteta” es decir el primer creador del lenguaje, no queda claro con qué criterio 
lo hizo, según el mismo libro sagrado lo hizo, como señala Eco, nomnibus suis, lo que 
significa “con sus nombres”, se pregunta el maestro de Bolonia: “¿significa que Adán los 
llamó con los nombres que ellos esperaban por algún derecho extralingüístico, o con los 
nombres que ahora nosotros (en virtud de la convención adánica) les atribuimos? ¿El 
nombre que les dio Adán es el nombre que debía tener el animal a causa de la naturaleza, 
o el que el Nomoteta decidió asignarles arbitrariamente, ad placitum, instaurando así una 
convención?”.40 
La referencia inicial en esta discusión de la filosofía del lenguaje, la tomaré de los 
griegos, estriba en que fueron los pioneros y sirven como natural preparación para tratar 
el trabajo de los pensadores medievales, época en que, quizás como ninguna otra hasta el 
siglo XX, el problema del lenguaje fue tratado. 
Las preguntas y las respuestas de los griegos oscilan en los mismos términos que 
las aquí planteadas: entre el naturalismo y el convencionalismo, esto es entre la idea que 
las palabras guardan con las cosas un vínculo natural, de necesidad, o artificial, arbitrario. 
En nuestro siglo desde la reconstrucción de los estudios de Saussure, la tesis 
predominante ha sido la convencionalista, no obstante que Noam Chomsky sostenga con 
profundas investigaciones la tesis de la existencia de una cierta estructura gramatical, 
innata, universal que, en todo caso – como dice Eco – constituye un “capítulo aparte” de 
esta discusión. No obstante ello señalo, que si bien la tesis chomskyana no responde a las, 
tal vez, ingenuas ideas del naturalismo platónico, insiste sobre algún grado de causalidad 
en la formación del lenguaje. 
Ahora, bien, desde un principio la pregunta fue: ¿cómo es que nuestras 
expresiones se corresponden con la realidad? Para algunos las palabras corresponden a 
las cosas por naturaleza, que es algo debido a la physis y esta se representa en logos, que 
es la palabra (Beauchot, 1987, pág. 14). Ello explica la cierta relación que veremos en la 
última parte de este tema, entre dicha forma de pensar y lo que denominamos el 
pensamiento mágico, sumariamente expuesta en la idea de que quien posee el nombre de 
la cosa, en el sentido de conocer el nombre, posee a la cosa misma y puede dominarla. 
Esta idea está fuertemente asentada también en la Biblia y de ella, puede decirse, se 
derivaron todos los intentos de descubrir la lengua originaria, la lengua universal o la 
“lengua perfecta” como señala Eco. Por eso el nombre auténtico de dios no es conocido, 
conocerlo significaría conocer los que dios sabe, o conocer al mismo dios, que sería 
análogo a disponer de su poder. Ello podría explicar por qué dios veda a los hombres 
comer del árbol de la ciencia del bien y del mal, aunque aquí la discusión nos llevaría a 
otras derivaciones que no podemos atender ahora. 
 
40 Eco, U., op.cit., 1993, pag.20. 
29 | P á g i n a 
 
Volvamos entonces a los griegos. Entre las escuelas presocráticas, los pitagóricos 
sostuvieron que la relación entre las palabras y las cosas es una relación o vínculo natural, 
pero de un modo distinto: para ellos la naturaleza de las cosas son los números, medidas o 
formas superiores y los nombres son los que resultan semejantes a aquellos o aquellas, 
son nombres conformes a la razón. 
Si bien la propia existencia de Pitágoras (532 AC) es puesta en dudas por algunos, 
lo cierto es que le es atribuida la idea de haber descubierto las relaciones proporcionales 
entre la altura de los sonidos y las longitudes de las cuerdas de la lira, de ello, de la 
relación entre la música y estas proporciones matemáticas, dedujo la idea de una 
“armonía universal”; según Aristóteles estos pensadores sostenían que “los elementos de 
los números eran la esencia de todas las cosas y que los cielos eran armonía y número”, 
idea que ha de persistir, bajo variadas formas hasta nuestros días. 
Recuerda Eco en la obra que venimos comentando, una cita de Leibniz de enorme 
valor ejemplificativo, dice el autor de Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano: 
“Si Dios inspirase a Vuestra Alteza Serenísima el pensamiento de concederme tan sólo que 
los 1.200 escudos que habéis tenido la bondad de fijar que se convirtieran en una renta 
perpetua, sería feliz como Ramón Llul, y quizás con mayor merecimiento…Porque mi 
invención comprende el uso de la razón entera, un juicio para las controversias, un 
intérprete para las nociones, una balanza para las probabilidades, una brújula que nos 
guiará a través del océano de las experiencias, un inventario de las cosas, una tabla de los 
pensamientos, un microscopio para examinar las cosas presentes, un telescopio para 
adivinar las lejanas, un cálculo general, una magia inocente, una cábala no quimérica, una 
escritura que cada uno leerá en su propia lengua; y, finalmente, una lengua que se podrá 
aprender en pocas semanas, y que enseguida se extendería por todo el mundo. Y que 
llevaría consigo, adonde quiera que fuese, la verdadera religión.”41 
La extensa cita es de enorme riqueza, pero extraeré de ella solo tres ideas 
centrales: a) es posible construir una lengua universal perfecta; b) ella es o sería la suma 
de todo el conocimiento (el árbol de la ciencia del bien y del mal, la verdadera religión) y 
c) es un producto de la razón. 
Lo cierto es que durante buena parte del Medioevo y avanzada la Modernidad, el 
intento de construir una lengua tal, que cumpliese con esos tres objetivos, estuvo 
presente, tal como lo muestra irónicamente el relato de Borges. 
Sin embargo, debo señalar, que la distancia que hay entre el pensamiento mágico 
animista inicial y éste de Leibniz, pese a que guardan cierta analogía en cuanto a la 
relación de las palabras con las cosas o el mundo, se puede encontrar el comienzo del 
pasaje del mitos al logos, que no es otra cosa que el pasaje de una explicación mágica y 
animista del mundo a una explicación lógico-racional. 
 
41 Eco, U. op.cit.pags.11-12. 
30 | P á g i n a 
 
Aún antes de los sofistas aparecería Pármenides (540 AC), quien probablemente 
tuvo relación con algunos pitagóricos y pese a que su doctrina está también incardinada, 
en varios aspectos, en un esencialismo similar al que luego mantendrá Platón (como el de 
que la verdad la pueden poseer, entre los mortales, sólo algunos: los filósofos), lo cierto es 
que ya apuntará el carácter nomotético de la palabra: es el filósofo el que plasma el 
conocimiento en los nombres. 
Más tarde, ya con los sofistas aparecería en toda su dimensión la posición 
antagónica: el convencionalismo verbal: es el nomos (ley, arbitrio, convención, institución) 
lo que da al logos (palabra) su capacidad de representar a la physis (cosa, naturaleza), 
pero esa relación no está sujeta sino al designio humano y no al de un ser humano en 
particular, ni siquiera una especie, sino a todos y cada uno. Para Protágoras (480 AC), para 
quien “el hombre es la medida de todas las cosas”, el hombre no domina las cosas 
mediante la palabra, simplemente las designa; lo que si domina mediante la palabra es el 
ánimo de los oyentes, ha advertido la fuerza persuasiva del lenguaje; el lenguaje es un

Otros materiales