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resumen para el final de sociología 2021
Sociología (Universidad Católica de Salta)
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Sociología (Universidad Católica de Salta)
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UNIDAD 1
SOCIOLOGÍA Y MODERNIDAD 
Los orígenes de la Sociología. 
La sociología es delimitada como campo del saber a mediados del siglo XIX en Europa occidental (Francia, Alemania, 
Italia y Gran Bretaña) y en las primeras décadas del siglo XX se termina de constituir como una disciplina científica, 
reconocida académica y socialmente como tal. El término sociología fue utilizado por primera vez por Auguste Comte y 
más tarde por otros autores decisivos para su desarrollo y consolidación: Henri de Saint-Simon, Alexis de Tocqueville, 
Herbert Spencer e incluso algunos economistas, filósofos políticos y morales.
Para Anthony Giddens la sociología es una disciplina moderna porque es producto de los cambios sociales que la 
modernidad trae aparejada consigo, tiene la capacidad de pensar sobre sí misma y de reflexionar sobre sus propias 
direcciones y consecuencias. Sin embargo, la modernidad europea es un fenómeno cultural relacionado a las 
transformaciones económicas en los países de Europa occidental a partir del siglo XVI, en términos de procesos sociales 
es difícil lograr un consenso sobre los acontecimientos puntuales que habilitaron el surgimiento de la modernidad. Para 
los autores sociológicos es preferible pensar este fenómeno como una sucesión de procesos sociales novedosos capaces 
de trastocar valores sociales anteriores y de producir un fuerte impacto en las distintas esferas y grupos de la vida social. 
Lo que caracterizo a estas transformaciones fue su fe en la ciencia como proyecto emancipador de aquella sociedad 
sumergida en el atraso tecnológico y el oscurantismo cultural impuesto por siglos de dominación 
eclesiástico/monárquica.
La evolución industrial en los países de Europa occidental a fines del siglo XVIII ha sido determinante para la aparición de 
la sociología. Es evolución y no revolución pues se trató de una serie de transformaciones paulatinas y constantes en el 
campo de las relaciones sociales económicas, las técnicas y tecnologías productivas, y la consolidación del mercado como
institución organizadora de la vida social.
La modernidad y el capitalismo son fenómenos interdependientes, aunque entre los sociólogos existen desacuerdos 
sobre la primacía de uno u otro, lo cierto es que coinciden en la radicalidad y la velocidad con la que estos cambios se 
sucedieron a partir del surgimiento la modernidad capitalista. Pero como ocurre en la mayoría de los casos, los cambios 
sociales, económicos o políticos traen aparejados consecuencias, es decir aquel país que adopte el modo de producción 
capitalista será protagonista del crecimiento de las ciudades; la aparición de talleres y fábricas en espacios reducidos; la 
proliferación de plagas, pestes y otros tipos de enfermedades; la multiplicación exponencial de las riquezas en pocas 
manos y la desigualdad social.
La revolución francesa re-articulo el sistema de dominación vigente y sentó las bases para la consolidación de una nueva 
clase social hegemónica: la burguesía industrial. Su efecto más importante es el pasaje de una sociedad constituida en 
torno a un discurso teológico monárquico a una apoyada en los fundamentos de la soberanía popular y la igualdad formal
de los hombres frente a ley, pues inaugurará una nueva forma de sujeción social, encubierta bajo el derecho de los 
hombres a la libertad de expresión, al acceso a la participación política y a los derechos sociales y laborales.
La modernidad como proceso de desanclaje. 
Para Giddens la modernidad ha inaugurado un proceso continuo de separación del tiempo y del espacio mediante el 
desarrollo de las fuerzas productivas y de las tecnologías de transporte y de comunicación. En las sociedades pre- 
modernas era imposible separar el tiempo pues la organización de las rutinas sociales estaba anclada a espacios 
físico/territoriales. Con la llegada de la modernidad, las relaciones sociales son formas novedosas de intercambio entre 
co-ausentes mediante complejas herramientas tecnológicas. El desanclaje de las relaciones sociales le da a la 
modernidad un dinamismo extremo pues permite crear unidades sociales más amplias, complejas e interdependientes 
las unas de las otras.
Para Giddens esta integración de lo local con lo global es posible gracias a dos mecanismos puntuales:
● Las señales simbólicas: Son medios de intercambio sin consideraciones espacio-temporales, se dan de 
manera impersonal y desterritorializada. Por ejemplo, los emojis son un conjunto de códigos o signos 
universales que unifican a personas de culturas muy distintas, pues no tienen que ser interpretados en una
época ni lugar determinado.
● Los sistemas expertos: Son sistemas de logros técnicos o de experiencia profesional que organizan grandes 
áreas del entorno material y social. Por ejemplo, el algoritmo de YouTube va aprendiendo de nuestros gustos 
y necesidades para sugerirnos videos.
Tanto los sistemas expertos como las señales simbólicas mueven las relaciones sociales de la inmediatez de sus 
contextos. Ambos fomentan la separación entre tiempo y espacio pues descansan sobre la noción constitutiva de las 
instituciones de la modernidad, la "fiabilidad".
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La fiabilidad (fiarse) es la confianza en una persona o sistema, opera en entornos de riesgos en los que se pueden 
alcanzar distintos niveles de seguridad (protección ante peligros).
¿Qué es y para qué sirve la Sociología? 
¿Qué es? 
Según Anthony Giddens: “la sociología es el estudio de la vida social humana, de sus grupos y sociedades. Es una empresa
cautivadora y atrayente, al tener como objeto de estudio el comportamiento de los seres sociales. Su campo se extiende 
desde el análisis de los encuentros entre individuos en la calle hasta la investigación de las relaciones
internacionales y las formas globales de organización”. El pensamiento sociológico trata de comprender cómo las distintas
formas mediante las cuales actuamos, pensamos, sentimos y percibimos la realidad que nos rodea, se encuentran 
influidas por fenómenos históricos y colectivos que escapan al entorno individual o particular. El objetivo de la 
investigación sociológica es poner en duda las explicaciones (sentido común) que laspersonas suelen dar a sus acciones y 
comportamientos,
Para Norbert Elías la sociología establece explicaciones profundas de los hechos que ocurren en la
sociedad mediante la comprobación y contrastación sistemática y empírica de determinadas ideas o representaciones 
que circulan socialmente. Esto se traduce como prejuicios o discursos sociales sin ningún sustento científico real.
La sociología es la ciencia de lo social, en tanto intenta comprender mediante el análisis fáctico de las relaciones 
sociales, los nexos causales entre los comportamientos de las personas y la sociedad. El pensamiento sociológico es 
aquel que frente a una inquietud de carácter supuestamente individual intentará problematizarla social y 
colectivamente, colocando en la balanza elementos y datos de carácter históricos, sociodemográficos, económicos, 
políticos y simbólicos.
¿Para qué sirve? 
La función de la sociología es comprender el mundo social, aunque tiene más posibilidades de decepcionar o de 
contrariar a los poderes cuanto mejor cumpla con su función científica.
La sociología tiene todo un desafío por delante a la hora de dar cuenta de su función como campo del conocimiento 
ya sea porque se trata de una disciplina académica y científicamente menos legitimada que otras, o porque su 
mismo objeto de estudio la obliga a tener que responder sobre la justificación de su existencia y los
resultados de sus estudios. Frente a esto los sociólogos están obligados a transitar tanto tiempo justificando su utilidad 
como los científicos ofreciendo los resultados de sus investigaciones y reflexiones.
Sin embargo, dar cuenta del rol de la sociología y de los sociólogos en la sociedad es un trabajo interesante y necesario. 
Los autores Jacobson y Tester sostienen que la sociología sirve para muchas finalidades en constante cambio, que crecen 
continuamente y entran en conflicto entre ellas. Mills explicaba que la sociología debería servir para aportar calidad a la 
vida humana de los tiempos actuales.
Con este fin es que la sociología intenta sensibilizar a la humanidad para despertar nuevamente su capacidad de 
asombrarse y de indignarse, pero también de pensarse y cuestionarse a sí misma y a sus propios valores.
La imaginación como perspectiva sociológica .
Para Charles W. Mills “los hechos de la historia contemporánea son también hechos relativos al triunfo y al fracaso de 
hombres y mujeres individuales”, no se puede establecer vinculaciones individuales entre la historia del yo mismo y la 
historia del mundo. Frente a esto la sociología se presenta con la promesa de la imaginación sociológica y el ofrecimiento
para aquellos que decidan acercarse a la perspectiva científica de la realidad social, pues permite religar lo individual con 
lo colectivo, mediante la utilización esforzada y perseverante del pensamiento crítico reflexivo.
La imaginación sociológica otorga a sus poseedores tres destrezas fundamentales:
● La capacidad de ver al individuo en su contexto histórico. Para entender nuestra propia existencia individual, 
es necesario poder contextualizar e historizar nuestras propias biografías. Esta premisa nos ayuda a 
comprender que dependemos y estamos condicionados en gran medida por la sociedad, por las relaciones 
con los otros, en aquellos aspectos que solemos creer que son íntimos y personales. Por ejemplo, Emile 
Durkheim en la primera investigación empírica de sociología (1897) fue capaz de demostrar cómo las fuerzas 
sociales influyen en el acto supuestamente individual como el de quitarse la vida. Pues lo estudió desde u
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dejando de lado los motivos individuales para tratar de entender cuáles son los motivos sociológicos detrás de los 
hechos individuales que lleva a las personas a quitarse la vida. Detrás de un hecho social ocurren o existen otros hechos 
sociales. Entonces, las corrientes suicidogenas son variables de carácter colectivo.
● La capacidad de ver lo general en lo particular. Es la habilidad para reconocer el carácter colectivo de muchas
de nuestras frustraciones, amarguras y dramas cotidianos, que generalmente son el producto de fenómenos 
sociales que nos exceden como individuos.
● La capacidad de ver lo extraño en lo natural. Es la desnaturalización de la realidad social, tiene que ver con la
posibilidad de asombrarse y extrañarse frente a acontecimientos que la sociedad suele considerar como 
naturales. Implica develar los orígenes sociales de toda actividad o pensamiento impuesto como normal y 
dado, es preguntarse el porqué de los hechos sociales. Sin embargo, suele sacar a la luz descubrimientos de 
comportamientos sociales que generan resistencias por parte de la sociedad, al develar estructuras, 
relaciones y prácticas sociales que encubren situaciones de dominación, de desigualdad y de discriminación 
social.
Aspectos positivos y problemáticos del pensamiento sociológico. 
En épocas de crisis e incertidumbre social, las personas tendemos a agudizar nuestra imaginación sociológica, dado que 
sentimos las limitaciones que nos impone la realidad social.
En este sentido la sociología, en tanto pensamiento crítico ayuda a las personas a:
● Desarrollar una forma de conciencia que les permita poner en duda los conocimientos que tienen sobre ellos
mismos y sobre los demás, cuestionando la validez de los pre-juicios y los pre-supuestos naturalizados como
verdaderos y universales.
● Establecer un marco relacional de referencia para evaluar las oportunidades y las limitaciones de nuestras 
acciones individuales. Ayuda a visibilizar la importancia de los colectivos organizados en la transformación de
los valores y las instituciones sociales y culturales.
● Involucrarse y participar activamente en la toma de las decisiones públicas. Nos alienta a ser sujetos lúcidos,
bien informados y comprometidos con las problemáticas actuales.
● Reconocer y valorar positivamente las diferencias y la diversidad cultural presente en nuestras sociedades, 
respetando las distintas formas de creencias y expresiones y comprendiendo las complejidades propias de un
mundo plural atravesado por distintos tipos de desigualdades e injusticias.
Por otro lado, la imaginación sociológica también permite a los sujetos reconocer algunos de los problemas con los que 
la disciplina se enfrenta constantemente:
● Aceptar que la sociología estudia un mundo que se encuentra en permanente cambio y transformación. Esto 
implica advertir el carácter limitado de toda investigación social, y la necesidad de innovar de manera 
permanente nuestras metodologías y marcos conceptuales en función de los cambios que se van sucediendo.
● Reconocer que los sociólogos forman parte de sus propios objetos de estudio, el problema es la subjetividad
del investigador y como esta puede influir en los procedimientos y los resultados de la investigación.
● La publicidad y la difusión de las investigaciones sociales no sólo son aprendidas por la sociedad en general, 
sino que también producen efectos y tienen consecuencias en ella. Por lo tanto, los sociólogos deben manejar
con mucha cautela y responsabilidad los resultados y conclusiones de sus tesis de investigación.
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UNIDAD 2
SOCIOLOGÍA CLÁSICA Y DERECHO: HACIA LA CONSTRUCCIÓN DE UN OBJETO DE ESTUDIO 
¿A qué denominamos sociología clásica? 
Los clásicos de la disciplina son aquellos teóricos de las ciencias sociales que, por sus aportes, han resultado y resultan 
indispensables para la sociología. Si bien sólo Emile Durkheim se hubiera sentido reconocido plenamente como 
sociólogo, Karl Marx y Max Weber, contribuyeron significativamente a la construcción de la disciplina como materia de 
análisis e investigación científica de lo social. Cada uno representa a cada una de las tres perspectivas metodológicas de 
la sociologíaclásica, al menos las más importantes y con mayor vigencia en la actualidad.
La sociología del conflicto social .
Marx hubiera odiado la sola idea de que alguien relacionara sus obras con la sociología, por considerarla, una ciencia al 
servicio de la burguesía y del capitalismo. Trabajó durante toda su vida intelectual en la consolidación del “socialismo 
científico” o la teoría de la revolución social basada en leyes sociales científicamente elaboradas. En este sentido, las 
pretensiones intelectuales de Marx no se alejaban mucho del clima positivista a pesar de haber sido uno de sus 
principales críticos.
Descubrió la ley del desarrollo de la historia humana: “el hecho tan sencillo de que el hombre necesita, en primer lugar, 
comer, beber, tener un techo y vestirse antes de poder hacer política, ciencia, arte, religión, etc.; por lo tanto, la 
producción de los medios de vida inmediatos y materiales corresponde a la fase económica de desarrollo de un pueblo o
una época, pues es la base a partir de la cual se han desarrollado las instituciones políticas, las concepciones jurídicas, las
ideas artísticas y religiosas de los hombres”. Esta cita clarifica la propuesta del autor: comprender la historia y el 
desarrollo de las relaciones sociales materiales mediante las cuales los hombres organizan la reproducción de sus vidas 
cotidianas. Es por esto que se denomina a la teoría de Marx como “materialismo histórico”. Materialista, porque su obra 
se fundamenta en el análisis de las relaciones económicas, entre los hombres; e histórica, porque estas relaciones son 
dinámicas y varían con el desarrollo mismo de estas sociedades.
En su obra más importante “El capital”, se condensan aportes de distintas disciplinas sociales y variadas perspectivas
teóricas de la filosofía dialéctica hegeliana, los enunciados de la ciencia política francesa y el socialismo europeo, y las
contribuciones teóricas de la economía política inglesa.
Se denomina a la teoría de Marx como una sociología del conflicto porque contiene profundos conocimientos sociales 
que abarcan diversas ramas del saber como la economía política, la filosofía, la antropología, la ciencia política, la 
historia, la sociología política y económica. Para Marx, el conflicto entre los grupos sociales o la lucha entre las clases es 
el motor que pone a andar la historia de las sociedades humanas. El conflicto aunque esté en estado de latencia, es un 
fenómeno subyacente a la constitución de las sociedades, en la medida que éstas organizan su estructura económica 
mediante la explotación de la fuerza del trabajo ejercida por una clase social sobre otra.
La metodología de Marx es materialista porque parte de la idea de que la historia existe desde el momento en que los 
hombres actúan para garantizar su propia subsistencia, y esto es básicamente el trabajo humano que le permite 
transformar la naturaleza para garantizar la reproducción de su vida. Sin embargo, en Marx el trabajo no se reduce solo a 
connotaciones económicas, sino que tienen un sentido histórico y filosófico. Histórico, porque le ha permitido al ser 
humano revolucionar las formas de su intervención sobre ella. Filosófico, porque el ser humano se realiza como sujeto a 
través de la liberación de su creatividad e imaginación en el proceso productivo, esto es lo que lo define su humanidad y 
lo diferencia del resto de los animales.
Para Marx, el sistema capitalista ha alcanzado el grado máximo de desarrollo de las fuerzas productivas, mediante un 
despiadado incremento de la explotación social a la clase trabajadora. Pues este trabajo en la sociedad capitalista se 
encuentra alienado, el trabajador no puede desarrollar sus potencialidades humanas, ya que ha sido reducido a simple 
fuerza laboral, es por esto que se encuentra des-integrado del propio proceso productivo.
1. Se encuentra alienado del producto de su trabajo, ya que no es el propietario de estos.
2. Se encuentra alienado respecto a las decisiones de la producción misma, ya que no es el dueño de los medios 
de producción necesarios para realizar los bienes.
3. Se encuentra alienado porque su propio trabajo no le pertenece, ya que es el patrón de la fábrica el que 
decidirá qué, cómo, cuándo, dónde y para quién producir.
4. Se encuentra alienado respecto de sí mismo, porque frente a estas restricciones, el obrero siente que sus 
energías y esfuerzos diarios no lo satisfacen ni permiten su desarrollo intelectual y espiritual.
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En el capitalismo, las relaciones de producción se vinculan con las fuerzas productivas mediante la forma del trabajo 
asalariado. Las personas modernas son libres porque han logrado eliminar todo tipo de mecanismo de sujeción, excepto 
la del sistema económico. A diferencia del esclavo, un trabajador asalariado no está atado a su empleador por ningún tipo
de restricción a su libertad, las leyes y las instituciones dicen que es libre. Sin embargo, la sujeción sigue existiendo, de 
manera encubierta, bajo la forma de trabajo remunerado salarialmente. En palabras de Marx: “Por eso [el trabajo] es 
solamente un medio para satisfacer las necesidades fuera de él. Su carácter extraño se evidencia en el hecho de que tan 
pronto como no existe una coacción física o de cualquier otro tipo se huye del trabajo como de la peste” Pero sin el 
salario el hombre no podría garantizar su sustento cotidiano, ni el de su familia, por eso Marx sostiene que la libertad de 
aquellos hombres es simplemente formal, en los papeles, pero no real.
La plusvalía es el proceso mediante el cual se da la explotación en el mundo capitalista y es la expropiación del 
excedente de producción generado por los trabajadores en el proceso productivo. Este excedente representa las horas 
trabajadas por los obreros que no han sido remuneradas en el salario. El empleador, sólo le paga al trabajador lo que 
este necesita para vivir e incluso mucho menos, aunque este trabajador haya producido muchos más bienes en su 
jornada laboral que las que se expresan salarialmente. Y es debido a esta inequidad e injusticia que la sociedad se 
encuentra atravesada por contradicciones y conflictos insalvables.
Para Marx en el capitalismo los hombres se convierten en objetos necesarios para la producción de mercancías y la 
multiplicación de las ganancias de los empleadores. El se sentía sorprendido por la enorme e ilimitada capacidad 
productiva del capitalismo, también su espanto era grande cuando percibía el nivel de desigualdad y empobrecimiento 
social que la producción de estas riquezas traía aparejada.
Anticipó uno de los fenómenos sociales más dramáticos de nuestra época: la mercantilización de las relaciones sociales 
es que allí donde el mercado capitalista se desarrollaba, todas las otras formas pre-existentes de organización social 
quedaban subsumidas en la lógica de este. Esta lógica mercantil, donde prima el cálculo del costo/beneficio y el afán de 
lucro se impone como un objetivo social que amenaza con convertir a las personas en meros objetos, mediante un 
proceso de deshumanización nunca antes visto. Hoy, ese proceso de mercantilización de la vida, ha llegado a su máxima 
expresión con el desarrollo de la “sociedad de consumo”, donde las personas son valoradas no por el sólo hecho de ser 
personas, sino por su capacidad de comprar y producir las mercancías que el sistema necesita.
En las sociedades donde predomina el modelo capitalista de producción e intercambio, las mercancías cobran “vida
propia”, asumiendo una extraña ilusión de objetos separados de las condiciones objetivas que les dieron existencia. Este 
misterio con el que las mercancías se presentan frente a los consumidores, es a lo que Marx llamó el fetichismo de la 
mercancía, en el cual desconocemos los procesos productivos reales que subyacen a los objetos que nos rodean, las 
mercancías nos encandilan con sus formas, colores y brillos, a tal punto que nos distraen de una verdad fundamental:son 
el producto del trabajo humano alienado y explotado.
Por último, Marx fue un convencido activista de la rebelión de las masas obreras en contra de la explotación, la 
cosificación y la deshumanización del sistema; fue un activo promotor de la constitución de una nueva sociedad sin 
desigualdades sociales, la llamada sociedad socialista.
La sociología funcionalista .
Emile Durkheim hubiera coincidido con la frase célebre de Marx: “Los hombres hacen su propia historia, pero no la 
hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se 
encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado”. Ambos autores defendieron una concepción 
estructuralista sobre la forma en que se organizan y desarrollan las relaciones sociales, estructuralista
porque existen fuerzas sociales que condicionan y determinan los límites de las acciones que los sujetos pueden realizar 
en sociedad. Para estos autores, el sujeto es un ser sujetado por las relaciones económicas y las condiciones sociales de 
clase (Marx), y sujetado por las instituciones, los valores, las normas y los principios morales constitutivos de una época 
(Durkheim). Los autores también defenderían la idea de la naturaleza social del hombre como característica esencial de 
los seres humanos, cuando Aristóteles definía al hombre animal de la polis se refería también al espacio de relaciones y 
vínculos sociales sin el cual los sujetos no podrían desarrollarse como tales. Durkheim creía que los sociólogos debían 
abordar los hechos sociales científicamente y con la misma rigurosidad con la que las ciencias naturales estudian sus 
respectivos objetos de estudio. Para Durkheim lo social tiene una entidad real con un origen propio (sui generis), es decir, 
los hechos sociales son el producto de formas de actuar, pensar o sentir, externas a los individuos, y que poseen una 
existencia más allá de las percepciones y las existencias de estos individuos. El hecho de que no podamos observarlos 
directamente no significa que no existan, esta sociología invita a poner en evidencia a estos hechos sociales, mediante las 
manifestaciones externas o los efectos que estos tienen sobre la vida de las personas. Para la sociología durkhemiana los 
hechos sociales deben ser tratados como cosas, materiales, aunque de otra manera”, pero no significa clasificarlos en tal 
o cual categoría de lo real; se trata de mantener frente a ellos una actitud mental determinada; es abordar su estudio 
partiendo del principio de que ignoramos por completo lo que son, y que no podemos descubrir sus propiedades 
características, como tampoco las causas desconocidas de las que dependen, ni siquiera valiéndose de la introspección 
más atenta.
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Lo que Durkheim buscó con su obra, además de desarrollar el pensamiento sociológico científico y racional, era 
posicionar a esta nueva disciplina como una rama de las ciencias sociales, acreditada y validada académica y socialmente 
como tal. Para esto debió enfrentarse a muchas resistencias y feroces críticas que negaban a sus aportes un espacio 
dentro del conocimiento científico. Durkheim respondio a las criticas elaborando el primer estudio empirico y sistematico
de investigación sociologica, el tema de su tesis de investigación fue el suicidio. Con mucha destreza supo delimitar su 
objeto de estudio y la forma de explicarlo, pues no se limitó a constatar relaciones particulares sino advirtió que “la tasa 
de suicidio no era un simple agregado de decisiones individuales sino que constituía un fenómeno de naturaleza 
colectiva.
La decisión de Durkheim de escoger el suicidio tiene carácter estratégico y fundacional. “Si la investigación era capaz de 
demostrar que la acción de quitarse la vida, una conducta de apariencia individual, estaba sometida a regularidades y 
dependía de fuerzas morales colectivas, habría contribuido a sustentar su posición acerca de la existencia de lo social y 
mostrar el camino que debía seguir la sociología”. Anteriormente, en su tratado epistémico/metodológico “Las reglas del 
método sociológico” el autor se proponía dar cuenta de qué eran los hechos sociales, objetos de estudio de la sociología,
y cuáles debían ser las condiciones para su correcto abordaje científico.
Durkheim sostenía que sólo un hecho social puede explicar otro hecho social. Esto se debe a que las causas que subyacen
a los fenómenos sociales son de origen social. No obstante, estos presentan ciertas características que pueden ofrecer 
algunas pistas para su descubrimiento:
 Son colectivos: Tienen un origen social propio no son un agregado de acciones y pensamientos
individuales. Existen más allá de los individuos.
 Son anteriores: Existen por sí mismos, no se puede adjudicar a ningún individuo particular el origen de
estos hechos. Como representaciones colectivas del mundo, se heredan de generación en generación.
 Son coactivos: Se imponen al sujeto desde fuera, condicionando acciones que en principio parecen
resultado de las decisiones individuales de cada persona. Las modas, las tradiciones, las costumbres, los
gustos, los pensamientos suelen estar guiadas por hechos sociales, incorporados en nosotros desde
nuestras primeras experiencias de socialización.
 Son irreflexivos: Se aprenden a través de la educación y la vida en las instituciones. No nos percatarnos
de su existencia, ya que operan en nosotros de forma rutinaria e inconsciente.
A diferencia del materialismo histórico, el funcionalismo no cree que el desarrollo de las sociedades se pueda atribuir al
conflicto social entre las clases sociales, al contrario, la sociología durkhemiana sostiene que las sociedades tienden a
buscar el equilibrio-homeóstasis, es decir, un estado de autorregulación de los conflictos y las perturbaciones de la
sociedad mediante mediante la intervención de sus instituciones. Para Durkheim el desarrollo de las sociedades se
explica por la división del trabajo social, aquí el autor se separa de la postura marxista, por enfocarse solamente en las
transformaciones productivas de la especialización de tareas que esta división social del trabajo genera. La división del
trabajo tiene un importante contenido moral, “y su función es crear entre dos o más personas un sentimiento de
solidaridad”.
Para Durkheim, el individualismo como ideología moderna es producto de la sociedad industrial, en tanto los hombres
creen ser menos dependientes y más libres los unos de los otros, cuando en realidad es una ilusión generada, y
alentada, por una intensa división del trabajo social. La idea de la solidaridad orgánica, propia de las sociedades
modernas, contrasta con la de la solidaridad mecánica, constitutiva de las sociedades preindustriales, donde las tareas
se encuentran poco diferenciadas y las personas se agrupan a partir de las semejanzas y de ciertos criterios colectivos
homogeneizantes. Para las sociedades orgánicas, el tipo de actividad y el desenvolvimiento de las personas en el medio
profesional, constituyen las funciones que cada uno desempeña. Durkheim sostiene: “a medida que la sociedad se
extiende y se concentra, envuelve de menos cerca al individuo, y por consiguiente, no puede contener con igual eficacia
las tendencias divergentes que salen a la luz”. Esta cita anticipa un concepto central en la obra durkhemiana: el de
anomia social, es una consecuencia indeseada e inevitable de las transformaciones de la modernidad y es un proceso
gradual de ruptura de los lazos sociales que permiten el funcionamiento solidario, cooperativo y consensuado de la
sociedad. La anomia es el resultado directo de una serie de transformaciones sociales lo suficientemente veloces como
para volver obsoletos los marcos sociales que los individuos tienen como referencia.
Para Durkheim, la búsqueda de la revolución social por parte de algunos grupossociales no constituye unasolución, sino
un síntoma de inestabilidad de la época causada por los fenómenos anómicos presentes en las sociedades
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industriales. Es por esto que Durkheim abogaba por el desarrollo de instituciones capaces de contener las tendencias
anómicas del individualismo moderno. Algunos han visto en Durkheim a un precursor de las ideas del Estado de
bienestar, en tanto autoridad promotora de un tejido institucional y moral capaz de dar contención a las desigualdades y
a las injusticias sociales generadas por el capitalismoy el individualismo, principales causantes de la anomia social.
La sociología comprensiva. 
Una de las críticas más frecuentes al funcionalismo durkheniano tiene que ver con el carácter estructuralista de esta
teoría, no es cierto que las instituciones sociales preceden e imponen restricciones alos individuos porque los hechos
sociales nunca determinan las prácticas de las personas. Otra de las críticas al funcionalismo está ligada al pretendido
cientificismo biologicista de raíz positivista desde el cual Durkheim pensó la sociedad. Los seres humanos tenemos
nuestras razones para hacer lo que hacemos, y asignamos a nuestras acciones significados culturales que intentan darles
sentido. Por lo que no podemos reducir los hechos sociales a meras “cosas”, ni tampoco podemos establecer “leyes”
sobre el comportamiento social, dado que esto implicaría desestimar la capacidad creadora y transformadora del
individuo.
La sociología comprensiva toma al individuo como punto de partida, Weber pretende comprender el sentido que los
sujetos le imprimen a sus actos, mediante la interpretación de sus desarrollos y sus efectos. Sin embargo, para la
sociología weberiana no se trata de comprender cualquier acción humana, sino y sólo la acción social, como aquella
práctica realizada por uno o varios actores sociales, con el objetivo de incidir en las conductas de otros actores.
Para Weber, la sociología busca analizar los motivos subjetivos orientados por “imágenes del mundo, hechas de ideas e
intereses, que determinan las vías que llevan a las personas a actuar de determinadas maneras. La propuesta
metodológica de Weber es la construcción de tipos ideales de acción social capaces de dar cuenta del desarrollo de la
acción real de los sujetos y expresar el curso probable de la acción social y los motivos ideacionales que la sustentan,
aunque es muy raro encontrar en la realidad unaacción que coincida plenamente con su tipo ideal. Weber logró aislar,
histórica y teóricamente, cuatro formas de acción social:
● Acción tradicional: Los individuos conducen sus acciones en función de los valores y principios heredados del
pasado (costumbre).
● Acción afectiva: Especialmente emotiva, orientada por afectos y estados sentimentales.
● Acción racional con arreglo a valores: Orientada por la creencia consciente en el valor propio y absoluto de
una determinada conducta, sin relación alguna con el resultado.
● Acción racional con arreglo a fines: Orientada por expectativas en el comportamiento de los objetos del
exterior y de los hombres. Utiliza esas expectativas como “medios” para el logro de fines propios 
racionalmente perseguidos.
Weber explica el origen de la modernidad capitalista como el fruto de un cambio en la mentalidad con la cual los sujetos 
piensan y organizan el mundo. Es por esto que para Weber fue tan importante el estudio sociológico de los sistemas 
religiosos de las grandes civilizaciones históricas, como aquellos marcos de interpretación del mundo que tienen la 
capacidad de organizar las ideas y las rutinas cotidianas de sus fieles. La obra más importante y más recordada de Weber 
es su ensayo sobre La ética protestante y el espíritu del capitalismo donde explica la vinculación entre las ideas religiosas 
y las prácticas sociales.
Weber indaga en las causas religiosas que posibilitaron el surgimiento y desarrollo de ese sistema económico en Europa 
occidental. Con este objetivo, estudió las ideas y las formas de organización de las principales religiones universales de la 
historia de las civilizaciones. Le interesó particularmente el estudio del budismo y el confucianismo chinos, debido a las 
interrogantes que organizan su libro: ¿por qué existiendo en el Imperio Chino (S. XIV- XV) las condiciones materiales, 
técnicas e intelectuales para el desarrollo del capitalismo este no ocurrió allí?, y en consecuencia, ¿por qué sí ocurrió en 
Europa occidental, donde estas condiciones se hallaban mucho menos desarrolladas? Para Weber “sólo la reforma 
protestante posibilitó una transformación tal en el plano de las ideas capaz de dar paso a prácticas sociales compatibles 
con el ordenamiento del sistema capitalista en desarrollo” supeditandose en lo cultural como el factor explicativo del 
cambio en los comportamientos de las personas y los grupos sociales. En el desarrollo del proto-capitalismo europeo del 
siglo XVI, la ética religiosa de las iglesias apoyadas en el autocontrol, la planificación rigurosa del trabajo, y la vida ascética
como elementos de la salvación y pruebas de la gracia de Dios, permitieron el surgimiento de prácticas económicas 
basadas en el cálculo, la acumulación y la reinversión de los riquezas generadas por el trabajo, factores que Weber asocia 
al espíritu de los primeros capitalistas modernos.
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Para la sociología comprensiva, la modernidad se caracteriza por el encuentro de dos procesos: la secularización del 
mundo, esto es el retroceso de las ideas religiosas como factor explicativo de la vida humana, y la racionalización de las 
conductas sociales. Las instituciones sociales de la modernidad capitalista se organizan bajo el predominio de la acción 
racional con arreglo a fines, la cual da lugar a criterios de cálculo (costo-beneficio) y eficiencia (optimización de recursos 
en función de objetivos).
Para Weber de cada uno de los tipos de acción se desprenden tipos ideales de dominación. Dominación, implica “un 
determinado mínimo de interés en obedecer, algo que resulta esencial en toda relación de autoridad”. Weber categorizó 
los tipos ideales de dominación social:
● Dominación de carácter tradicional: Descansa en la creencia cotidiana en la santidad de las tradiciones que
rigieron desde lejanos tiempos y en la legitimidad de los señalados por esta tradición para ejercer la 
autoridad.
● Dominación de carácter carismático: Se apoya en la entrega extracotidiana a la santidad, heroísmo o
ejemplaridad de una persona o las revelaciones por ella creadas o reveladas.
● Dominación de carácter racional: Se fundamenta en la creencia de la legalidad de ordenaciones estatuidas y
de los derechos de mando por esas ordenaciones a ejercer la autoridad.
Para Weber, la empresa capitalista y el Estado moderno son las formas de organización legal que más se aproximan al 
tipo ideal de la dominación racional. Esto se debe a que ambas cuentan con un cuerpo de funcionarios 
burocrático/administrativos con determinadas características:
● Son libres, por lo que sólo se deben a las funciones y objetivos de sus cargos.
● Obedecen una jerarquía institucional rigurosa.
● Poseen y ejercen competencias laborales específicas.
● Sus nombramientos se fundamentan en criterios de calificación profesional.
● Ejercen el cargo con exclusividad.
● Tienen carrera y perspectivas de ascenso en la jerarquía de la organización.
● Reciben un salario a cambio de sus servicios.
● Ni el cargo ni las herramientas de administración les pertenecen.
● Están sometidos a una rigurosa disciplina y vigilancia administrativa.
Para Weber, la burocratización de las relaciones sociales constituye una de las contradicciones fundamentales de las 
sociedades modernas, ya que por un lado, no existía un modelo más eficiente y adecuado de dominación y gestión parala organización y la administración de las sociedades de masa modernas, sin embargo, por otro lado, “ningún país ni 
ninguna época se ha visto condenado como el occidente a encasillar todos los supuestos básicos de orden, político, 
técnico y económico en los estrechos moldes de una organización de funcionarios especializados, y ninguna ha sabido de
funcionarios estatales de formación técnica, comercial y jurídica”.
En “La ética protestante” y “El espíritu del capitalismo”, Weber advierte sobre el riesgo que representa esta “jaula de 
hierro” de la burocracia moderna sobre la vida social, y como el espíritu de un capitalismo desprovisto de toda 
espiritualidad, amenaza con racionalizar absolutamente todos los aspectos de la cotidianeidad de las personas.
UNIDAD 3
LA SOCIOLOGÍA CONTEMPORÁNEA: MARCOS CONCEPTUALES DE SÍNTESIS
Los dilemas propuestos por Giddens, son los siguientes:
⯌ El dilema de la acción humana y la estructura social: ( ¿sujeción de los sujetos o sujetos autónomos?) este 
representa la tensión metodológica entre los sociólogos al interior de la disciplina, es decir, recupera los extensos debates 
en torno a qué es la sociedad, y por lo tanto, también respecto a cómo debemos abordarla
⯌ El dilema del consenso y el conflicto: si el primer dilema tiene que ver con discusiones que hacen a definiciones de 
tipo epistémico/metodológicas dentro de la disciplina, el segundo dilema, en cambio, apunta de lleno a las tensiones en 
torno a las posturas políticas e ideológicas de cada autor.
⯌ El dilema del género: en general, remarca Giddens, hay una escasa mención de las cuestiones de género en los clásicos 
de la sociología, a mediados del siglo XX, resultó fundamental para introducir la perspectiva de los estudios de género 
como una problemática transversal en la agenda investigativa de la disciplina. 
 
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⯌ El dilema de la configuración del mundo moderno: este dilema está también estrechamente vinculado a las 
definiciones metodológicas de las teorías de los autores clásicos. (¿Cómo surge la modernidad?)
Es en este escenario, de profunda dispersión de los estudios de la sociología, donde las teorías de Bourdieu y Giddens 
cobran sentido: un sentido de unidad y sistematicidad teórico/práctico.
 
La teoría de la estructuración social
Lo primero que debemos hacer cuando hablamos de teoría de la estructuración es establecer una aclaración: no es lo 
mismo la teoría de la estructuración social desarrollada por el sociólogo inglés Anthony Giddens con la teoría de la 
estructuración, Giddens se propone resolver la tensión entre estructuralistas y teóricos de la acción social al interior de la 
disciplina, y este problema puede resolverse a partir de la interrelación entre estructura y acción social: esta es justamente
la apuesta de su concepto de estructuración.
El concepto de estructuración flexibiliza los postulados del estructuralismo ortodoxo, tanto en su versión durkhemiana, 
como en la aún más radicalizada escuela estructural funcionalista norteamericana de Talcott Parsons. Para Giddens, los 
hechos sociales no pueden ser concebidos como cosas externas a los individuos, ya que no podría existir la sociedad sin el 
sustrato físico que la permite como tal: las interacciones entre los individuos. Por otro lado, tampoco se puede pretender 
que estos hechos sociales determinen la conducta de los individuos, porque esto los convertiría en personas 
absolutamente sujetadas por las normas y las pautas culturales de la estructura. Frente a la realidad social relativamente 
estática y pre-establecida de los estructuralistas, Giddens intentará recuperar al actor social como sujeto activo y creativo, 
capaz de tomar decisiones y de dar explicaciones mentadas de sus actos; en otras palabras, un individuo que participa – 
junto a otros - en el proceso de producción y re-producción de la sociedad en la que vive.
En las perspectivas estructuralistas clásicas, las acciones desviadas de los sujetos que violaban el orden social establecido, 
se explicaban fundamentalmente por dos motivos: ya sea por el debilitamiento en la capacidad regulatoria de las pautas y 
normas, o porque el proceso de socialización había “fracasado” en un individuo determinado, por lo que este no habría 
logrado incorporar correctamente las pautas y las normas establecidas por el orden social. En ambos casos, los sujetos 
aparecen como un elemento secundario dentro de la explicación estructural, ya que, en última instancia, responden de 
manera pasiva a estímulos – o a falta de ellos – que determinan y preestablecen los rumbos probables de su acción. Este 
tipo de perspectiva teórica no sólo anula la capacidad política del sujeto, en tanto agente del cambio social, sino, y aún más
polémico, no logra establecer un argumento sólido que permita entender la razón misma del cambio.
Si las críticas de Giddens al estructuralismo ortodoxo parecen ser muy duras, eso es porque aún no hemos revisado sus 
diferencias con las teorías de la acción social, a las que él llama “sociologías comprensivas”, Giddens intentará tomar una 
posición equidistante tanto de las posturas sistémicas y estructuralistas, como de las corrientes 
hermenéuticas/interpretativas, vinculadas a la sociología de la acción social. Desde esta posición intermedia, se abocará a 
religar nuevamente las posturas antagónicas del primer dilema, y refundar ciertos planteos de base de la disciplina. Si los 
estructuralistas, según el autor, cometen el error de exagerar el poder de coacción o constreñimiento de la estructura, los 
comprensivistas ponderan excesivamente la autonomía del sujeto en sociedad. (Crítica de Giddens). 
Para Giddens, el principal error metodológico de las escuelas hermenéuticas es su “excesiva concentración en la conducta 
intencional” de los agentes, sin mostrarse muy interesados en analizar los orígenes de dichas acciones que, por cierto, los 
presuponen ya dados. Es decir, si los estructuralistas subestiman la capacidad de los individuos en tanto actores sociales, 
los teóricos de la acción los sobrestiman, dejando de lado las propiedades estructurales que toda acción social posee
Ahora bien, para Giddens, la estructura no puede ser pensada como una cosa externa, tal y como la planteara la 
perspectiva funcionalista; esta estructura social, antes bien, existe en tanto condición y consecuencia de las prácticas 
sociales. Dicho más sencillamente, las personas no tienen estructuras, son las acciones sociales de estas personas las que 
están orientadas, determinadas, – pero, y mucha atención aquí – también posibilitadas por las propiedades estructurales 
de la acción. Con el concepto de dualidad de la estructura, Giddens intenta explicar esta característica ambivalente de la 
construcción de las prácticas sociales: el de ser tanto estructuras condicionantes como habilitantes de la acción social. Es 
decir, su condición dual se da porque la estructura es “constituida por una acción”, pero, y al mismo tiempo “la acción es 
constituida estructuralmente” 
Otra de las críticas importantes de Giddens a las teorías sociológicas comprensivas está ligada a la cuestión del abordaje de
la realidad social que realizan estas escuelas. A diferencia de las ciencias naturales, la realidad social es un mundo pre-
interpretado, por lo que “el observador tiene que ser capaz de aprehender los conceptos legos, o sea, de penetrar 
hermenéuticamente en la forma de vida cuyas características quiere analizar o explicar” esto no significa dar por válido el 
sentido común (o doxa) de los actores legos, sino que implica la posibilidad de analizarlo como una serie de creencias 
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fácticas rutinarias, y muchas veces no explicitadas, que pueden ser validadas - o desmitificadas - por el método científico. 
La sociología, a diferencia de las disciplinas que estudian la naturaleza, mantiene una relaciónde tensión con su objeto de 
estudio, en la medida que los descubrimientos científicos que realiza pueden utilizarse como un potencial instrumento 
para “expandir la autonomía racional de la acción”, aunque también, y con riesgos no suficientemente asumidos por la 
propia disciplina, ( Ciencias naturales/ Ciencias sociales)
A diferencia de las perspectivas positivistas, Giddens rescata, para la teoría sociológica, dos elementos insoslayables del 
discurso del sentido común: por un lado, los actores legos dotan de sentido a la sociedad a través de las interpretaciones y 
las explicaciones que de ella se hacen, aunque, por supuesto, estos motivos o razones sólo se expliciten por las personas 
de manera excepcional, bajo situaciones de introspección o indagación externa por parte de sus semejantes; y por otro 
lado, la relación entre el conocimiento científico y la doxa está muy lejos de seguir un sentido meramente unidireccional, 
ya que existe un proceso de retroalimentación permanente entre ambos niveles de interpretación de la vida social. Ni los 
científicos permanecen ajenos a los sentidos que la doxa construye, ni tampoco el sentido común se encuentra indiferente 
frente a los avances y descubrimientos de las diversas disciplinas científicas. A este proceso circular de entrecruzamiento y 
yuxtaposición entre órdenes discursivos Giddens lo llama: doble hermenéutica.
Este concepto de doble interpretación es fundamental en la definición de las nuevas reglas sociológicas que el autor 
intenta fundar, ya que “la sociología no se ocupa de un universo “pre-dado” de objetos, sino de un objeto que está 
constituido o es producido por los quehaceres activos de los sujetos. En otras palabras, las personas crean y transforman 
con sus acciones el mundo en el que viven, y esto ocurre porque la sociedad no se encuentra “biológicamente 
programada”, sino que es el resultado de la misma interacción entre los individuos, que intentan a su vez, dotar de sentido 
a esa realidad que van creando colectivamente.
Por último, y cerrando la idea de círculo hermenéutico que Giddens propone con su hermenéutica doble: la tarea de la 
sociología es recuperar los marcos de sentido que los actores legos construyen sobre su propia realidad cotidiana, y 
reinterpretarlos – por eso el proceso de hermeneusis es doble – dentro de lenguaje técnico específico de la ciencia social. 
Ahora bien, Giddens advierte, este proceso no es para nada sencillo, porque como ya aclaramos anteriormente, existe un 
permanente imbricamiento entre ambos niveles discursivos.
La teoría de los campos sociales
 Bourdieu desarrolló durante toda su carrera intelectual un incesante y variado trabajo de campo sobre el cual sustentaba 
sus reflexiones y aportes teóricos; y por último, porque su constructivismo estructuralista supo sintetizar y sistematizar los 
aportes más valiosos de la disciplina, en el marco de un nuevo corpus teórico/práctico para el abordaje de la realidad 
sociocultural.
Al igual que Giddens, Bourdieu también está interesado en recuperar los valiosos aportes de la sociología clásica, aunque 
evitando caer en las estériles disputas entre corrientes y escuelas sociológicas. La teoría de los campos, es precisamente un
intento de conjugar lo subjetivo con lo objetivo, de religar las estructuras con los individuos, en última instancia, de aunar 
lo dado con lo construido. 
Al igual que Giddens, Bourdieu entiende que la familiaridad que el sociólogo tiene con el universo social constituye el 
“obstáculo epistemológico por excelencia”, y frente a esto el autor insiste en la necesidad de que el investigador lleve 
adelante una constante vigilancia epistemológica, que permita distinguir entre separación entre sentido común y discurso 
científico. Al verse frente a un objeto que habla, es decir, que elabora sus propias interpretaciones sobre la realidad, el 
sociólogo puede equivocarse y sustituir las prenociones de los agentes por conclusiones científicas falsamente objetivas. 
Por eso en Bourdieu, ruptura, construcción y prueba de los hechos, son tres momentos lógicos (aunque no necesariamente
cronológicos) indispensables de toda investigación social seria.
Bourdieu, sostiene: “la sola descripción de las condiciones objetivas no logra explicar totalmente el condicionamiento 
social de las prácticas: es importante también rescatar al agente social que produce las prácticas y a su proceso de 
producción”. Pero cuidado, se rescata al agente en tanto actor socializado, que ha in-corporado (hecho cuerpo) las 
estructuras sociales externas, o lo social hecho cosas, en su propia subjetividad, que no es otra cosa que la estructura 
social internalizada por el agente en su proceso de socialización. Es por esto que Bourdieu dirá que las estructuras sociales 
tienen una doble existencia, y aunque en un primer momento esto nos puede fácilmente confundir con el concepto de 
dualidad de la estructura de Giddens, veremos que, aunque comparten ciertos criterios, están muy lejos de ser posturas 
idénticas.
 
Para Bourdieu, a diferencia de Giddens, si existe un momento objetivo de la estructura, expresado en el sistema de 
relaciones y posiciones sociales desde los cuales los individuos despliegan su acción; aunque, este momento, debe ser 
complementado con el análisis de como esas estructuras son internalizadas por los sujetos, es decir, el sociólogo debe 
también prestar atención a las percepciones que las personas se hacen sobre esa estructura, y que se encuentran a la vez 
condicionadas por la posición que estas ocupan en esa misma estructura.
Las estructuras externas se manifiestan a través del concepto de campo social, o como lo definen Chauviré y Fontaine 
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“espacios estructurados de posiciones” Sin embargo, los campos no son estructuras estáticas, por el contrario, son 
espacios dinámicos y conflictivos, donde los agentes desarrollan determinadas estrategias con el fin de imponer – al resto 
de los participantes - sus propios criterios de organización y funcionamiento del campo. Al igual que Max Weber, Bourdieu 
comparte la idea de una modernidad con “esferas” sociales relativamente autonomizadas, proceso ocasionado, 
principalmente, por el avance de la secularización en la vida social. Esta dispersión de ámbitos de la vida social, que antes 
se encontraban aglutinados por la preeminencia de las ideas y las instituciones religiosas sobre las prácticas sociales, tiene 
como principal consecuencia la consolidación de una independencia relativa en la definición de las reglas de 
funcionamiento de cada una de estas esferas. Así, en las sociedades modernas, existen campos diferenciados en la 
economía, la política, los bienes de salvación, la educación, el arte, la ciencia, etc.
Esta autonomía siempre relativa – entre campos, está definida por la especificidad de aquello que se pone en juego en 
cada espacio de relaciones, es decir, por el capital específico que los agentes intentan poseer, invertir y acumular. Cada 
campo tiene un contenido sincrónico que lo caracteriza, esto es, un sistema de relaciones, posiciones y capitales, 
estructurados de una manera determinada en un momento histórico determinado; pero a la vez, los campos también se 
definen por su historia, o su contenido diacrónico, que tiene que ver con la forma en que ese conjunto de relaciones, 
posiciones y capitales, han ido transformándose a lo largo de la existencia de dicho campo. Aquí, y de forma magistral, 
Bourdieu logra sistematizar algunas de las principales tensiones ocasionadas en torno al segundo dilema sociológico: el del 
consenso vs el conflicto. Para el sociólogo francés, consenso y conflicto son dos momentos indistinguibles del proceso de 
conformación y reproducción de los campos sociales, ya que el campo, en tanto sistema de relaciones, está configurado y 
atravesado por las distintas disputas que se desarrollan entre los agentes miembros, pero, y al mismo tiempo, en tanto 
estructuraobjetiva, el campo es el resultado – siempre provisorio – de los intereses y las definiciones que los agentes van 
consensuando como resultado de cada una de esas disputas. El campo es un espacio relacional, y como tal, involucra 
acuerdos y tensiones, consensos y conflictos.
Cada campo, al definir aquello que se encuentra en juego (enjeu), despierta un interés específico en los agentes (illusio), 
que los lleva a involucrarse en el juego que allí se está desarrollando, por más que los mismos agentes nieguen o renieguen
de este interés. Ahora bien, y a diferencia de Marx, para Bourdieu la illusio puede estar referida a cuestiones no 
estrictamente económicas.
 En otras palabras, que los campos tengan una autonomía relativa, se explica en gran parte gracias a la posibilidad de que 
otros tipos de capitales se pongan en juego al interior de las disputas y los acuerdos entre agentes. 
En cada uno de estos campos, el capital específico que allí se pone en juego despierta interés en los agentes, ya que para 
ellos es importante y tiene sentido participar de esa disputa, en la que invierten y arriesgan estrategias con el fin de 
obtener beneficios. Esto quiere decir que los agentes aprenden de manera intuitiva las reglas de juego del campo en 
cuestión, incorporándolas mediante el mismo proceso de interacción y socialización que se genera al interior de este 
espacio relacional. A este proceso de aprendizaje, o de construcción de las estructuras sociales internalizadas, Bourdieu lo 
llama principio de generación y de percepción de las prácticas, o más sencillamente: habitus.
El habitus es un conjunto deMdisposiciones duraderas: es una forma de actuar, de sentir y de valorar la realidad social de 
determinada manera (antes que de otras). Es decir, nos provee de esquemas de clasificación y de percepción que se 
encuentran en estrecha relación con las formas que el orden social presenta. El habitus es la interiorización de ese orden 
social. El habitus permite el desarrollo de un sentido práctico en los agentes, que economiza nuestras prácticas sociales, al 
actuar en nosotros como una suerte de segunda naturaleza, que a su vez se manifiesta ante nosotros como algo dado y 
natural¸ pero que en realidad es el producto de arbitrariedades culturales construidas histórica y socialmente.
El habitus es tan fuerte, e inmediato en sus respuestas, que una vez adquirido, al propio agente le parecerá que siempre ha
estado allí, incluso al punto de creer que es algo innato a su propia persona. El habitus, en este sentido, construye una 
relación corporal del agente con el mundo.Bourdieu llama a esto a sense of one´s place, o la capacidad del agente de 
percibir el sentido de su propio lugar en el espacio social y, por lo tanto, de distinguir su lugar respecto al de otros.
No obstante, y algo fundamental para comprender el alcance profundamente político de la obra de Bourdieu, es el hecho 
de que los habitus, en tanto expresión constructiva de las posiciones sociales objetivas desde las cuales se construye la 
realidad misma de los agentes, no son solo recursos inocuos para el desarrollo de la vida cotidiana de estos, ya que, en la 
medida que rutinizan prácticas sociales, se constituyen en verdaderos elementos de legitimación de la dominación y la 
naturalización de la subordinación de unos sectores sobre otros. Bourdieu, dedicó toda su vida intelectual a tratar de 
dilucidar los sutiles (y a veces no tan sutiles) mecanismos mediante los cuales se garantizaba, en términos de re-producción
social, la continuidad de la sociedad y de sus relaciones de poder o, dicho de otra manera, la continuidad del status quo 
vigente.
Sencillamente, aquí el habitus implica la adhesión voluntaria a un orden social desigual, pero que es interpretado por los 
propios agentes como algo natural. Por eso Bourdieu hará un fuerte hincapié en el concepto de violencia simbólica, o la 
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legitimación de una “relación de dominación inscripta en una naturaleza biológica, que es, al mismo tiempo una 
construcción social naturalizada”. Para el autor, al igual que para Max Weber, no es posible la dominación como práctica 
social, sino existe una sumisión dóxica por parte de los dominados hacia los dominantes. Esto, que en Weber hace a la 
diferencia entre poder y dominación, tiene que ver con la capacidad de asumir la relación de obediencia como algo 
determinado en el orden de las cosas y, por lo tanto, algo que no se cuestiona y ocurre de manera - casi siempre - 
inconsciente.
UNIDAD 4
NUEVAS PROBLEMÁTICAS SOCIOLÓGICAS EN UN CONTEXTO DE POSMODERNIDAD Y GLOBALIZACIÓN 
La modernidad líquida. 
A finales del siglo XX, se comienza a discutir en el mundo un tema de fundamental importancia para las ciencias sociales 
y para la sociedad misma. La caída de los regímenes socialistas y la imposición de un capitalismo neoliberal desenfrenado
marcaban el fin de una época y el inicio de una nueva, asentando la re-problematización de la modernidad capitalista. 
Los autores de la sociología contemporánea, enfrentados a la novedad y a la particularidad de nuevas transformaciones 
que les exigirán la revisión del marco conceptual clásico de la disciplina, se preguntarán por el destino de la civilización 
humana .
El final de la segunda guerra mundial fue decisivo en dos aspectos fundamentales: abrió paso a un nuevo ordenamiento 
internacional y geopolítico, y habilitó un período largo de bonanza económica que repercutiría favorablemente en los 
indicadores socio-económicos de la mayoría de los países. El orden mundial de la posguerra se caracteriza con el modelo 
de la bipolaridad, un sistema internacional dividido en dos grandes bloques, enfrentados el uno contra el otro, y 
hegemonizados cada uno por una de las dos grandes potencias: Estados Unidos liderando el bloque capitalista, y la 
Unión Soviética el socialista. Al enfrentamiento se le conoce como Guerra Fría, donde ambos países con sus aliados, 
dirimirán su superioridad mundial a través de conflictos y competencias libradas en distintos frentes: militar, 
tecnológico, político, social, ideológico, informativo y deportivo. Se le llama Guerra Fría porque si bien existió un 
enfrentamiento y una enemistad por la supremacía de uno nunca llegaron al ataque militar directo, aunque sí fue 
bastante “caliente” en los países convertidos en zona de disputa por la influencia de ambas potencias.
El surgimiento de distintas formas de Estado de Bienestar en los países desarrollados y en algunos países 
subdesarrollados del tercer mundo, fue la modalidad que promovieron las principales naciones occidentales para 
contrarrestar el avance de las revoluciones sociales del siglo XX y para evitar las insurrecciones sociales, frutos de la
organización popular frente a la miseria y la pobreza generadas por la guerra y la crisis. Este modelo proyectaba una
serie de reformas políticas, económicas y sociales para volver menos desigual y más “humano” al sistema económico. 
En mayor o menor medida, logró una mejora significativa en el nivel de vida de los sectores trabajadores y las clases 
medias, y a su vez alejó al pueblo de las ideologías extremistas y transformaciones radicales.
La expansión del nuevo modelo social requería el estudio detallado y sistemático de la sociedad, y contar con un 
asesoramiento riguroso que ayudará en la planificación de las políticas públicas referidas a la solución de los problemas 
sociales existentes. El Estado de bienestar como conjunto de principios y valores instituidos colectivamente, promovió el 
desarrollo de derechos sociales, políticos y civiles, con el objetivo de integrar a las masas trabajadoras a las repúblicas 
democráticas del siglo XX. Implicaba mejoras sensibles en las condiciones laborales y salariales de los sectores 
trabajadores y garantizó a la población el acceso universal a determinados servicios y prestaciones públicas básicas:salud, educación, vivienda, recreación, entre otros. Durante este modelo estatal, medidas económicas como el 
sostenimiento del pleno empleo, el desarrollo de la industria nacional, la regulación estatal sobre diversos aspectos 
centrales de la vida económica, la estatización de áreas productivas estratégicas, la concepción del consumo popular 
como eje dinámico del crecimiento económico fueron premisas políticas de estado que organizaban las expectativas 
sociales del conjunto.
Esta sociedad del bienestar también institucionalizó una serie de certidumbres y expectativas sociales más prometedoras,
respecto al presente y al futuro, que de las que disponían las generaciones anteriores. Por lo tanto, el ascenso social era 
una realidad posible y efectiva para un sector importante de la sociedad. Ahora bien, “esos puntos de orientación 
estables, y por los cuales era posible guiarse, escasean cada vez más en la actualidad”, dando lugar a un pasaje de una 
modernidad sólida, previsible y rígida, a una modernidad líquida, caracterizada por la fluidez y la maleabilidad de las 
pautas sociales de referencia.
Zygmunt Bauman, no cree que la modernidad haya sufrido algún tipo de cambio en su dinámica esencial, y comenta que:
“Lo que induce a tantos teóricos a hablar del “fin de la historia”, de posmodernidad, de “segunda modernidad” y 
“sobremodernidad” es el hecho de que el largo esfuerzo por acelerar la velocidad del movimiento ha llegado ya a su 
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“límite natural”. La caída del socialismo real y la desarticulación de los estados benefactores a partir de la década de 
1970, hace que las garantías y seguridades se diluyan frente al avance de una modernidad privatizada, donde “el peso de
la construcción de pautas y la responsabilidad del fracaso caen sobre los hombros de cada individuo”. A esto se refiere 
Bauman con el concepto de lo líquido: un estado de cosas donde el poder se ha vuelto lo suficientemente fluido como 
para prescindir de todo tipo de trabas, barreras, fronteras y controles, en donde las poblaciones quedan desamparadas 
frente a la desintegración de la trama social y el desmoronamiento de las agencias de acción colectiva.
La licuefacción en el mundo del trabajo. 
Para Bauman, el trabajo ha estado vinculado desde los inicios de la modernidad a la idea de progreso. No obstante, en las
sociedades líquidas, ya no ofrece un lugar seguro para la construcción de identidades personales o proyectos de vida, ni 
tampoco puede ser pensado como fundamento ético de la sociedad, ni como eje ético de la vida individual. Para Bauman
el trabajo está totalmente separado de la idea del grandioso diseño de la misión común y universal de la humanidad. En 
la actualidad un sentido mayoritariamente estético, ya que se lo mide y evalúa por su capacidad de divertir, entretener, o 
de satisfacer ciertas necesidades de consumo y experiencias.
En este sentido, lo que el modelo pionero de Henry Ford cristalizaba era la noción del compromiso y esfuerzo mutuo 
entre los empresarios y los trabajadores para alcanzar un ideal de unión y destino común capaz de resistir cualquier tipo 
de enfrentamiento social. Para Bauman, el Estado de Bienestar fue el garante de esta unión porque desactivaba, 
mediante la política social, las consecuencias generadas por el alienante trabajo fabril. Este capitalismo “pesado”, crea un 
tipo de mentalidad a largo plazo que permite a los trabajadores atar el destino de su vida al destino de la fábrica que lo 
emplea donde lo más seguro es que su vida laboral concluyera allí al momento de su jubilación.
La licuefacción de las relaciones sociales en el ámbito del trabajo es conocida como “flexibilización
laboral”. En la sociedad líquida, donde la fluidez es la norma, se presume que un joven con un nivel educativo medio 
cambié al menos once veces su empleo a lo largo de toda su vida laboral. Este cambio tan significativo muestra la llegada
de formas “flexibles” de contratación, donde prevalecen los contratos breves, los empleos sin seguridad de permanencia,
la pérdida de derechos laborales adquiridos, dan cuenta de la profunda incertidumbre que gobierna al
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mercado de trabajo actual, y a los trabajadores que ofrecen su mano de obra en el. El capitalismo siempre ha sido hostil 
a la regulación del Estado, la esencia del sistema es la misma, lo que ha variado son las tecnologías (de la comunicación y 
el transporte) que habilitan esta fluidez y volatilidad con la que se desplazan actualmente los grandes capitales globales. 
Este capitalismo desterritorializado ha logrado romper el acuerdo social que lo ligaba a los trabajadores, ya que una vez 
alcanzada la autonomía suficiente, simplemente procedió a desprenderse deliberadamente de este
molesto pacto. Para Bauman, la política hoy, se ha convertido en un verdadero tira y afloje “entre la velocidad con que 
el capital se mueve y la cada vez menos disimulada capacidad de acción de los poderes locales”.
Para Robert Reich y Z. Bauman, las personas que están insertas hoy en la actividad económica pueden ser divididas en:
● Manipuladores de símbolos: Es el estrato más alto jerárquicamente. Se encargan de elaborar el diseño de 
productos atractivos para el mercado y los consumidores.
● Encargados de la reproducción del trabajo: Los capacitadores y los funcionarios de Estado dedicados a la 
preparación y sostenimiento de la mano de obra.
● Encargados de “servicios personales”: Son los intermediarios entre los productos y sus
destinatarios, por lo tanto cumplen la función de vender las mercancías y generar el deseo por estas en los 
consumidores.
● Trabajadores rutinarios: Es el estrato más débil, prescindible, desechable e intercambiable. Son los
trabajadores que permanecen atados a la cadena de montaje como operarios manuales de plantas mecanizadas,
robotizadas y automatizadas. En ellos recaen todas las nefastas consecuencias de la flexibilización laboral de la
modernidad líquida.
Hoy el mercado de trabajo da cuenta de un fenómeno común: “La experiencia combinada de inseguridad (de nuestra 
posición, de nuestros derechos y medios de subsistencia), de incertidumbre (de nuestra continuidad y futura estabilidad)
y de desprotección (del propio cuerpo, del propio ser y de sus extensiones: posesiones, vecindario, comunidad)”.
La sociedad salarial y el concepto de desafiliación. 
Robert Castel indaga el papel del trabajo como elemento constitutivo de la identidad social de la persona y en las 
consecuencias que generan las políticas de flexibilidad en el entramado social. Para Castel, la lucha histórica de los 
trabajadores desde los inicios de la industrialización hasta mediados del siglo XX, permitió la constitución de una 
sociedad salarial, que incluso en su estado de crisis actual, sigue siendo un mecanismo de protección social para millones
de trabajadores en el mundo entero.
La sociedad salarial operó como un mecanismo de desindividualización, en tanto “inscribía al trabajador en
convenciones colectivas, regulaciones públicas del derecho del trabajo y de la protección social”. Frente al pauperismo 
la sociedad salarial fijó un estatuto profesional público y colectivo que garantizaba un anclaje social y permitía 
estabilizar los modos de vida de los trabajadores.
En este sentido, el trabajo se constituyó en el siglo XX, como el elemento central del sostenimiento personal y de la 
conexión social de la clase obrera. La génesis de la sociedad salarial está vinculada al reconocimiento de esa dimensión 
constitutiva del empleo, y a su capacidad de dotar a los trabajadores de ciertas protecciones sociales, que tenían como 
objetivo amortiguar los efectos de la explotación y la alienación laboral. Sin embargo, esta sociedad salarial se 
encuentra hoy en estado de descomposición debido a tres procesos o transformaciones enel mercado de trabajo:
● La degradación de las garantías del empleo: Es la desregulación de las protecciones laborales, que trae 
aparejada como consecuencia la profundización de las desigualdades entre los trabajadores, y
ocurre en un contexto donde la segmentación y la individualización de los comportamientos laborales parece tornarse 
una tendencia irreversible.
● La precarización: Debido a la misma heterogeneidad del mercado de trabajo se dificulta el 
sostenimiento de la solidaridad y los acuerdos entre los grupos sociales. Esto da lugar al fortalecimiento del 
individualismo negativo, caracterizado por la falta de consideración, seguridad, bienes seguros y vínculos 
estables. Para Guy Standing este proceso social incluso ha dado lugar a una nueva clase social: el precariado, 
aquellas personas que se encuentran en la parte inferior de la pirámide de estratificación social, y poseen 
vidas frágiles e inseguras, con altos niveles de pauperización y desposesión, y con bajos niveles de capital 
económico, cultural y social.
● Los supernumerarios o inútiles-normales: Es un nuevo actor social, que se encuentra ubicado en los
márgenes externos de la sociedad salarial, y se caracteriza por no ser integrable a esta. Son sujetos
“normales”, pero incapacitados por su situación de exclusión del mercado laboral.
Descargado por Aylen Amerise (poly.amerise@hotmail.com)
lOMoARcPSD|2714847
Para Castel, el concepto que mejor define la situación de estos sectores sociales es el de desafiliación social, el
desafiliado es el sujeto que se encuentra “completamente individualizado y expuesto a la falta de vínculos y de sostenes 
relacionados con el trabajo, la transmisión familiar, la posibilidad de construirse un futuro. Castel prefiere el concepto de 
desafiliación al de exclusión, porque considera que la mirada de la exclusión constituye una trampa analítica. La exclusión,
es un proceso lento, pero paulatino, de vulneración de las protecciones y las garantías sociales. Además, la idea de 
exclusión supone un continuum entre los integrados y los excluidos que ya no existe más, dado que el trabajo se ha 
convertido en pura mercancía, y el mercado no puede, ni quiere, por sí sólo reconstruir la cohesión social perdida. La 
desafiliación permite en cambio pensar la realidad laboral actual de grupos sociales que si bien pueden estar incluidos en
el mercado de trabajo, permanecen no obstante en una situación de fragilidad y precariedad social.
Por último, las políticas destinadas a resolver coyunturalmente una problemática específica, fueron pensadas en un 
primer momento como provisionales, pero debido a la crisis estructural del mercado laboral, debieron ser prorrogadas 
de manera indefinida por los gobiernos. Estas políticas de RMI (Rentas de inserción mínima) para la población más 
pobre y desprotegida, es una política pública necesaria, pero para nada suficiente. Esta suerte de “salario social” “no 
está a la altura de la gravedad del problema, y no puede suplir, permanentemente, a otros factores sólidos de
integración”. De hecho, paradójicamente las RMI integran mediante la desafiliación.
La prisionalización como respuesta al problema del desempleo. 
Loïc Wacquant se dedicó a la investigación social de los fenómenos de la modernidad contemporánea. Como sociólogo 
de los procesos urbanos, se dedica a estudiar los fenómenos de la marginalidad y la desigualdad social en las principales 
metrópolis del mundo. En sus dos libros más importantes, Las cárceles de la miseria y Los condenados de la ciudad, el 
autor analiza las condiciones de vida de los habitantes de los barrios marginales urbanos, prestando especial atención a 
los procesos de pauperización y penalización social.
Para este autor, a mediados de la década de 1970, asistimos a un cambio de las sociedades capitalistas, signado por la 
instalación de una nueva dinámica urbana y un nuevo patrón de desigualdad social. Al igual que Castel, Wacquant 
comparte la idea de que el núcleo central de la “revolución neoliberal” ha sido la creación de “un vínculo estrecho entre 
el crecimiento del neoliberalismo como ideología y como práctica gubernamental, que apoya la sumisión al mercado y la 
celebración de la “responsabilidad individual” en todos los dominios, y el despliegue y la difusión de las políticas públicas
de seguridad activas y ultrarrepresivas”. Para el autor, este notable incremento se lo analiza a la luz de las 
transformaciones actuales en el Estado de bienestar. Y es que la prisionalización como modelo social es el 
encarcelamiento masivo como política de Estado frente a las problemáticas de la pobreza y la marginalidad, resulta ser la
contracara de la desregulación social, el aumento del trabajo precario y la caída de las fuentes laborales en las 
sociedades contemporáneas.
Para el sociólogo francés, este nuevo patrón de desigualdad urbana o marginalidad avanzada, está compuesto por cuatro
lógicas estructurales y combinadas:
● Desocialización del trabajo: Si antes la famosa fórmula 40-50-60 (40 horas semanales de trabajo, 50 semanas 
al año, hasta los 60 años de edad), propia de los Estado de bienestar, garantizaban un salario decente para 
sostener el hogar y permitir la transmisión del status social a los hijos; hoy, nadie sabe si un trabajo puede 
garantizar la supervivencia de una familia, y mucho menos si ese empleo puede durar en el tiempo o habilitar
el sostenimiento del status social en la siguiente generación.
● Fragmentación del trabajo asalariado: Esta desconexión entre los mismos sectores trabajadores, genera que 
muchos segmentos de la clase obrera se encuentren desproletarizados, es decir, con empleos precarios o 
marginales dentro del mercado laboral, o excluidos de la sociedad asalariada. Los habitantes de barrios 
pobres sufren un deterioro que nunca llega a ser completamente subsanado por los ciclos expansivos en la 
economía. Por lo tanto, nunca se llega a compensar las caídas sufridas en ciclos anteriores, lo que genera un 
notorio alejamiento del resto de los sectores sociales y un deterioro social profundo en sus condiciones de 
vida.
● Concentración y estigmatización espacial de la pobreza: Tiende a concentrarse en áreas estigmatizadas 
socialmente como “zonas peligrosas”, donde existe “concentración de pobres, de violencia, de delito, de 
degradación de la vivienda, de la infraestructura, de la moral”. El estigma existe, y esto lleva a los propios
habitantes del barrio a no sentirse identificados, esto es porque quieren evadirse del estigma social que ese espacio
representa para la sociedad. Esta falta de sentido de pertenencia profundiza la desunión frente a las problemáticas que
el barrio vive cotidianamente.
● Ausencia de símbolos unificadores: Esta población no tiene un nombre que permita asumir la magnitud del 
problema. Generalmente son tratados como “marginales”, “desposeídos” o “inmigrantes ilegales”, lo cual 
autoriza la intervención de las fuerzas de seguridad y el sistema penitenciario para “mantener el orden”, y no
encargarse seriamente del problema.
Descargado por Aylen Amerise (poly.amerise@hotmail.com)
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Para Wacquant, en el caso de las metrópolis latinoamericanas, estos factores se ven agravados por la pobreza “antigua” 
de estos países, vinculadas al escaso desarrollo de sus aparatos productivos, y a la incapacidad de generar suficientes 
empleos para todos los trabajadores, se suma una “nueva” pobreza, propia de esta época, y vinculada a los cambios que 
el neoliberalismo trae aparejado. Por otro lado, las estructuras sociales de los países latinoamericanos son muy distintas a
las europeas, por lo que la pobreza extrema tiene otras características que la hacen mucho más profunda e intensa. Por 
último, los estados de bienestar de los países latinoamericanos difieren mucho de las experiencias europeas, tanto en el 
alcance de sus coberturas como en la calidad de sus instituciones. El problema aparece cuando sus gobiernos pretenden 
extrapolar

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