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Desarrollo cognitivo La promoción de la actividad física y los hábitos de vida saludable se han convertido en estrategias fundamentales para aumentar la calidad de vida y el bienestar humano. Estas estrategias son especialmente importantes debido a la alarmante pandemia de enfermedades crónicas no transmisibles, como la obesidad, la resistencia a la insulina, la diabetes y el síndrome metabólico, que muestran una alta prevalencia durante la infancia y la adolescencia. Desde la Antigüedad Clásica, se conoce la importancia de la actividad física en todas las etapas de la vida humana, como lo demuestra la conocida frase "mens sana in corpore sano" ("mente sana en cuerpo sano"). La actividad física está estrechamente relacionada con los procesos neurocognitivos que se observan en el desarrollo humano, especialmente durante la infancia y la adolescencia. Durante estas etapas, la actividad física organizada (como los deportes escolares o en clubes) y la actividad física desorganizada (como los deportes durante el tiempo libre) son de gran importancia para el desarrollo cognitivo. La infancia, la pubertad y la adolescencia se consideran "ventanas críticas" u "oportunidades" en las cuales la actividad física puede establecerse como un hábito y tener un impacto positivo en las modificaciones que ocurren en el desarrollo del sistema nervioso central, especialmente a nivel cerebral. Esto es especialmente relevante para favorecer el proceso de enseñanza-aprendizaje en niños y adolescentes. La motricidad es la capacidad de generar movimientos a través de la contracción muscular, y está estrechamente relacionada con el desarrollo motor y psicológico. El desarrollo motor humano está incorporado o integrado, lo que significa que las oportunidades de acción dependen del estado actual del cuerpo, las variaciones en el entorno crean y restringen las posibilidades de acción, las influencias sociales y culturales moldean los comportamientos motores, y las nuevas habilidades motoras crean nuevas oportunidades para la exploración y el aprendizaje en diversos dominios psicológicos. La plasticidad cerebral se refiere a la capacidad del sistema nervioso central para experimentar cambios en su estructura y función como resultado de la actividad neuronal repetida. Durante la infancia y la adolescencia, se observa una mayor plasticidad cerebral, que disminuye con el tiempo. La neuroplasticidad se refiere a los cambios en la actividad neuronal que resultan de la experiencia y está regulada por mecanismos genéticos, moleculares y celulares. Durante el desarrollo, se producen modificaciones fundamentales en la formación de sinapsis y redes neuronales estructurales y funcionales. El aprendizaje es un proceso que involucra factores biológicos, experiencias personales y factores socioculturales. Las experiencias y los factores biológicos que afectan la neuroplasticidad del cerebro durante las ventanas críticas de oportunidad son fundamentales para las conductas, emociones, hábitos y estilos de vida que se manifiestan en la vida adulta. El ejercicio físico desempeña un papel importante en el desarrollo del cerebro durante la infancia y la adolescencia al influenciar el aprendizaje motor. El aprendizaje motor se basa en la reorganización y la optimización de las conexiones neuronales en áreas específicas del cerebro involucradas en el control y la ejecución de movimientos. Numerosos estudios han demostrado que la práctica regular de actividad física en niños y adolescentes se asocia con mejoras en la función cognitiva, la memoria, la atención y la capacidad de aprendizaje. La actividad física también se ha relacionado con un menor riesgo de desarrollar trastornos neuropsiquiátricos, como la depresión y la ansiedad, en estas etapas de la vida. Uno de los mecanismos implicados en los efectos beneficiosos del ejercicio físico en el cerebro es la estimulación de la neurogénesis, es decir, la formación de nuevas neuronas en regiones cerebrales clave para el aprendizaje y la memoria, como el hipocampo. Además, el ejercicio físico promueve la liberación de neurotransmisores y factores neurotróficos que favorecen el crecimiento y la supervivencia neuronal, así como la creación de nuevas sinapsis (conexiones entre neuronas). La actividad física también tiene efectos positivos en la estructura del cerebro. Estudios de neuroimagen han mostrado que los niños y adolescentes que practican ejercicio regularmente presentan un mayor volumen de materia gris en áreas cerebrales asociadas con funciones ejecutivas, como la corteza prefrontal, que están involucradas en la toma de decisiones, la planificación y el control cognitivo. Además de los beneficios cognitivos, el ejercicio físico en la infancia y la adolescencia también tiene un impacto positivo en la salud física. Ayuda a controlar el peso corporal, fortalece los músculos y los huesos, mejora la salud cardiovascular y promueve un sistema inmunológico saludable. Estos beneficios físicos también contribuyen a un mejor funcionamiento cognitivo, ya que un organismo saludable y en forma puede mantener un adecuado suministro de oxígeno y nutrientes al cerebro. La actividad física durante la infancia y la adolescencia tiene múltiples beneficios para el desarrollo cognitivo y el bienestar general. Establecer hábitos de ejercicio desde temprana edad puede potenciar la plasticidad cerebral, mejorar la función cognitiva, promover la salud física y reducir el riesgo de enfermedades mentales.
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