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Parcial domiciliario - Problemas sociológicos en psicología

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Problemas Sociológicos en Psicología
Parcial Domiciliario
Cátedra Ferrari 
Comisión: 1 
Profesor adjunto: Federico Appiano
Alumna: Luciana Bertoli
LU: 402283620
Primer cuatrimestre, 2019
1. Hardt y Negri (2002) caracterizan las transformaciones del capitalismo mundial contemporáneo a partir del concepto de Imperio. Según estos autores, aparece un nuevo sistema de dominación, el cual no tiene un lugar físico, no establece ningún centro de poder. Tampoco tiene fronteras, no tiene límites: sus formatos se replican en todos lados. Su dominio funciona en todos los ámbitos del orden social. 
 Se produce un pasaje del trabajo material al trabajo inmaterial. La fuerza laboral de los trabajadores de la fábrica comienza a ser reemplazada por una fuerza laboral intelectual, inmaterial y comunicativa. Lo que se destaca de esta producción inmaterial es la creatividad. En este sentido, el trabajo se extiende más allá de una jornada laboral determinada, haciéndose difícil la separación entre tiempo de producción del tiempo libre o de reproducción (Hardt y Negri, 2002). 
 Este nuevo sistema se impone sobre un nuevo sujeto de dominación, al cual llaman multitud. Se refiere a todos los sujetos que tienen vida y con esa vida alimentan al imperio. El sistema de dominación no puede existir sin la energía de la vida. Todos somos multitud, todos somos la clase que puede ser dominada. Es el “(…) conjunto de todos los explotados y sometidos, una multitud que se opone directamente al imperio” (p. 341). 
 Volviendo al concepto de imperio, y a partir de los desarrollos de De Giorgi (2002), podemos decir que este nuevo sistema no puede abarcar todo, hay algo que escapa a su dominación. Esto que queda por fuera es lo que este autor caracteriza como excedencia. Plantea que el imperio ejerce un gobierno de la excedencia. 
 De Giorgi (2002) se enfoca en la transición del fordismo al postfordismo, y lo caracteriza como “el pasaje de un régimen productivo de la carencia (y por el despliegue de un complejo de estrategias orientadas al disciplinamiento de la carencia) a un régimen productivo definido por la excedencia (y, por ende, por el emerger de estrategias orientadas al control de la excedencia)” (p. 3). 
 Propone una excedencia positiva y una excedencia negativa, que este sistema tiende a intentar controlar. Con excedencia positiva, se refiere a una potencia productiva que desborda el control que ejerce el capital. Esto se relaciona con el trabajo inmaterial que caracteriza al imperio, según Hardt y Negri (2002). Al expandirse el tiempo de trabajo, hay algo de esa producción que excede al control del sistema y es esa excedencia la cual intenta gobernar, reapropiándosela. 
Por otro lado, habla de una excedencia negativa, con lo cual se refiere a los desocupados, marginados y excluidos sociales. Es decir, aquellos que quedan fuera del sistema. Este sector de la sociedad es producto de la menor cantidad de trabajo y de trabajo formal que genera esta transformación del modelo productivo. 
 De Giorgi (2002) propone como ejemplo de control de la excedencia negativa el aumento de las tasas de población encarcelada. Concluye que esto se debe al intento de mantener controlados en un lugar a ciertos sectores de la población que son considerados como riesgosos y no reinsertarlos en la sociedad.
 Anteriormente, las instituciones suponían a un sujeto carente, al cual había que disciplinar para volverlo eficiente para la sociedad. A partir del pasaje a un nuevo régimen productivo, ya no se intenta disciplinar a los sujetos sino a mantener controlados a aquellos que son considerados como de alto riesgo. Lo que reina “no es una racionalidad disciplinaria sino actuarial” (p.7), es decir, de control de riesgos. El aumento del encarcelamiento puede ser visto como el avance de la cárcel como dispositivo disciplinario, sin embargo hay que considerar el aspecto distintivo de esta racionalidad que es el riesgo. 
 Esto entra en relación con lo que Foucault (2000) propone como racismo de estado. Este autor, tomando la consideración de la vida por parte del poder, marca una diferencia en relación a esto, entre el poder soberano y el biopoder. Observa que el poder soberano tenía derecho de vida y de muerte, es decir que puede “hacer morir y dejar vivir”. En el biopoder, este poder soberano se expresa de otra manera como “hacer vivir y dejar morir”. Con dejar morir se refiere al hecho de que un estado no haga nada por mantener la vida de ciertos sectores de la población, y esto en base a la clasificación y jerarquización de grupos dentro de la población. Esta ponderación de ciertos grupos es lo que este autor llama racismo de estado. 
 2. Desde la perspectiva de Laclau y Mouffe (1987) no hay realidad por fuera de lo discursivo. Lo discursivo es previo al sujeto, determina a las identidades y determina a lo social. Estos autores toman una posición anti-escencialista, ya que plantean que la sociedad no es un todo saturado, es decir, no es una realidad entera, completa, cerrada sobre sí misma, sino que es un efecto de la realidad que el discurso produce. Marcan algunas diferencias con los enfoques esencialistas o deterministas, alejándose de ellos. A diferencia de dichos enfoques, se inscriben en el rechazo de la noción de totalidad, negando el carácter esencial de los lazos que unen a los elementos de esa supuesta totalidad, y describiéndolos como relaciones contingentes. Remarcan además el carácter precario, es decir incompleto y abierto, tanto de las identidades como de la sociedad y “la imposibilidad de fijar el sentido de los «elementos» en ninguna literalidad única” (p. 108). No hay una literalidad última, no hay una posibilidad de fijar el sentido, no hay sentido único de las relaciones ni de las identidades. Las relaciones y las identidades son contingentes.
 En relación a esto, critican la postura determinista del marxismo, la cual supone que la economía es creadora de cualquier realidad, es decir que la determina. Reemplazan el concepto de determinación por el de sobredeterminación, el cual va de la mano de una concepción de la sociedad como conjunto estructurado complejo (concepción tomada de Althusser), en oposición a la concepción de la sociedad como una totalidad cerrada (Laclau y Mouffe, 1987). 
 Según lo desarrollado entonces, ni la sociedad ni las identidades tienen una sustancia o esencia predeterminada, sino que son determinadas por los discursos. Todos los discursos le dan configuración pero no terminan de tener un efecto de cierre que le dé un sentido literal último. Cada discurso puede intentar producir un orden social distinto.
 Estos autores se avocan a describir el proceso de producción de hegemonía. Plantean que para construir hegemonía es necesario un discurso que interpele a ciertos sectores de la sociedad, ciertos intereses. Llaman discurso a la totalidad estructurada que resulta de la articulación, el establecimiento de una relación entre elementos, a partir de la cual la identidad de dichos elementos resulta modificada (Laclau y Mouffe, 1987). La hegemonía es un proceso de producción de poder, que requiere la articulación de las diferencias y a partir de esto transforma las identidades. El discurso que construye poder interpela intereses y necesidades sociales y las vuelve equivalentes. Primero produce dispersión, marca diferencias, y luego hace equivaler esas diferencias, las articula. 
 Las identidades son precarias, no son esenciales, constituidas de una vez para siempre sino que están en constante movimiento. Se construyen negativamente a partir de antagonismos. “(…) La presencia del “Otro” me impide ser totalmente yo mismo” (p. 145). Producir hegemonía entonces es desplegar un discurso que articule esas diferencias a partir de las cuales se constituyen las identidades, haciéndolas equivaler entre sí. La equivalencia de las diferencias se opone a un antagonismo. El antagonismo se construye a partir de la negación de la equivalencia. Para producir hegemonía, el discurso no genera un antagonismo,es decir, no produce un único y máximo dilema que provoque el “estar de un lado o del otro”. Por el contrario, hegemonizar lo social es producir un discurso que intente suturar parcialmente lo social, nombrarlo, darle un sentido. Y esto es lo que produce un consenso social ideológico en torno a la dominación, es decir, a partir de ella se justifica la dominación. 
 La producción de hegemonía se apoya entonces en el carácter precario e indeterminado de la sociedad. Siguiendo a Laclau y Mouffe (1987), la apertura e indeterminación de lo social, da un carácter primario y fundante a la negatividad y al antagonismo, y asegura la existencia de prácticas articulatorias y hegemónicas. 
Bibliografía
De Giorgi, A. (2002). L'eccedenza postfordista e il lavoro della moltitudine. Governo dell'eccedenza e controllo della moltitudine (Lic. Logiudice, A., Trad.). En Il governo dell' eccedenza. Postfordismo e controllo della moltitudine (cap. 2, 3). Verona: Ombre Corte.
Foucault, M. (2000). Clase del 7 de enero. Clase del 14 de enero. Clase del 17 de marzo. Resumen del Curso. Situación del Curso. En Defender la Sociedad. Curso 1975-1976 (pp. 15-31, 33-42, 271-237, 239-244, 247-260). Buenos Aires: FCE.
Hardt, M. & Negri, A. (2002). Prefacio. El orden mundial. La producción biopolítica. La Multitud contra el Imperio. En Imperio (pp. 11-16, 19-33, 35-50, 341-357). Buenos Aires: Paidós.
Laclau, E. & Mouffe, C. (1987). Hegemonía y Estrategia Socialista. Hacia una radicalización de la Democracia (cap. III). Madrid: Siglo XXI.

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