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Injuria UP 2 Cátedra de Semiología Dolor El dolor es uno de los síntomas más frecuentes en el motivo de consulta y se define como sensación molesta y aflictiva de una parte del cuerpo por causa interior o exterior. Bases neurofisiológicas De acuerdo con la embriología se puede comprender algunas de las diferencias entre los dolores somáticos, cuya génesis está en es las estructuras somíticas superficiales (piel) o profundas (huesos, articulaciones y músculos) de localización más o menos precisa; y los dolores viscerales, cuya ubicación topográfica es más difusa. Las primeras neuronas de la vía somática del dolor (estructuras derivadas de las somitas) tienen sus somas seudomonopolares ubicados en los ganglios anexos a las raíces posteriores medulares o en el ganglio de Gasser, en el caso del trigémino. Las primeras neuronas de la vía simpática (vísceras) tienen sus cuerpos multidentriticos en los ganglios de las cadenas laterovertebrales. Las neuronas seudomonopolares envían una prolongación integrante de los nervios periféricos que termina en el nociceptor primario (centrifuga) y otra que ingresa a la medula (centrípeta). En el nervio periférico se encuentran fibras de distintas características estructurales como: fibras mielínicas A (alta velocidad) que se dividen en Aα que se activan ante estímulos táctiles y Aδ que participan en la transmisión del dolor; y fibras amielínicas C. Ambos tipos de fibras transmiten el dolor; las A predominan en el sector somático y las C en las vísceras. La estimulación de las fibras Aδ produce un dolor agudo y punzante, de localización precisa y comienzo y finalización rápidos. En cambio, la estimulación de las fibras C origina un dolor de limites poco netos, de carácter urente y lento. La prolongación centrípeta de las células seudomonopolares entra en la medula por las raíces posteriores, mientras que las aferencias viscerales ingresan al mismo nivel por donde salen las eferencias autonómicas. El conjunto de fibras somáticas y viscerales hace sinapsis con neuronas de las astas posteriores, participando neurotransmisores como la sustancia P y el glutamato. El predominio del reconocimiento de los dolores somáticos por sobre los viscerales pueden dar una confusión del lugar de origen, lo que se llama dolor referido. Los cuerpos neuronales constituyen el comienzo de la vía espinotalamica que asciende terminando en el núcleo ventral-posterolateral y los núcleos intralaminares del tálamo, lo que se denomina vía neoespinotalamica responsable de la percepción del dolor. Junto a esta existe otra vía multisinaptica, conectada en su ascenso con el cerebelo, la formación reticular, el locus coeruleus, los núcleos del rafe medio, la sustancia gris periacueductal, el hipotálamo y el límbico, denominada vía paleoespinotalamica que permite comprender la coordinación de los reflejos vinculados con el dolor, su componente afectivo, y la activación de vías nerviosas o endocrinas. Regulación de la vía del dolor y la sensación dolorosa La sensación de dolor no solo es determinada por la calidad del estímulo, los receptores y el sitio de aplicación, sino que tiene mayor complejidad, una experiencia adaptada a las circunstancias. En efecto, operan numerosos mecanismos que a distintos niveles van modulando los impulsos. Cabe diferenciar el umbral perceptivo para los estímulos dolorosos (sensación) que es semejante para toda la especie humana, de la respuesta emotiva al dolor (percepción) que varía según la edad, sexo, instrucción, atención, etnia, ambiente. Mecanismos medulares Cuando se produce una lesión periférica debida a una noxa de acción prolongada (daño de nervios), se incrementan en número y duración las aferencias dolorosas. El glutamato es el principal responsable en el desarrollo y mantenimiento de la hiperalgesia, mediante su unión a receptores NMDA (N-metil D-aspartato) que abren canales para la entrada de Ca++ que genera a su vez la producción de óxido nítrico. Tanto el glutamato como el NO, pueden actuar sobre autorreceptores presinápticos que incrementan la liberación de más glutamato y sustancia P. Mecanismos supramedulares El sistema descendente inhibidor del dolor es el más conocido y puede ser activado por diversos estímulos. La estimulación de diversas áreas como la corteza somatosensitiva, la sustancia gris periacueductal y sobre todo el locus coeruleus y el núcleo ventromedial del bulbo, produce una marcada analgesia. Estos núcleos se encuentran conectados en serie y tienen alta concentración de opioides endógenos. Además se ha descripto el sistema descendente facilitador del dolor. Clasificación del dolor Dolor somático A nivel somático puede producirse dolor mediante traumatismos que estimulan mecanorreceptores, temperaturas muy altas (55oC) o muy bajas (5oC) que estimulan termonociceptores y estímulos mecánicos, térmicos y químicos que estimulan a los nociceptores polimodales. También existen recetores silenciosos que no responden a estímulos mecánicos, pero si a estímulos químicos. Los nociceptores, al ser activados, además de transmitir señales al SNC, tienen la propiedad de liberar sustancias localmente, como la sustancia P (polipeptido) que genera vasodilatación, quimiotaxis de leucocitos y mastocitos, que contribuyen a la reacción inflamatoria. Dolor visceral Los desencadenantes del dolor visceral son más complejos y menos conocidos. La distensión espontanea es el estímulo algogenico de las vísceras huecas, el cual se agrava periódicamente con las ondas de contracción propias de cada órgano, siendo la base del dolor cólico. El segundo estímulo para el dolor visceral es la isquemia, pudiendo extenderse la sensación a otros órganos. El último gran mecanismo es la inflamación. Dolor neuropatico En algunos casos, agresiones de etiológicas diversas, aun después de haber cesado su acción, desencadenan un dolor de intensidad variable, cuya evolución puede ser crónica, y se denomina dolor neuropatico. Este dolor tiene varias características que ayudan a su diagnóstico como: en algunos paciente es permanente y en otros intermitente; se debe a la lesión de vías nerviosas de una región determinada, ya sea central o periférica; la estructura nerviosa se activa en forma espontánea; no responde a los analgésicos antiinflamatorios no esteroides, pero si a algunos psicofármacos; en su génesis participa el sistema nervioso simpático (receptores α2); y a menudo lo acompañan tres sensaciones que son la alodinia (dolor provocado por estimulo que en condiciones normales es inocuo), hiperalgesia (descenso del umbral perceptivo para el dolor) e hiperpatía (alteración del SNC que eleva el umbral del dolor, pero luego desencadena un dolor de máxima intensidad). Dolor funcional Es un dolor psicogénico, que carece de sustrato estructural evidenciable. En este caso caben varias posibilidades; en algunos casos se diagnostica el dolor funcional y se lo relaciona con ciertas perturbaciones mentales (neurosis, hipocondría) o enfermedades que descienden el umbral perceptivo del dolor, donde el dolor es tan real como el provocado por lesiones anatómicas. Muy distinta es la situación de los simuladores. Semiología del dolor El instrumento semiológico más importante es la anamnesis, que en algunos casos se puede complementar con maniobras físicas percutorias o palpatorias. La anamnesis cuidadosa permite reunir información para interpretar el dolor. La minuciosidad en los detalles y el tiempo asignado al interrogatorio dependen del problema y el entorno. Para sistematizar el interrogatorio del dolor conviene establecer en forma ordenada los siguientes aspectos: Antigüedad La dimensión temporal es básica para la interpretación. En el dolor agudo, la duración puede ser corta, desde minutos hasta una semana y puede estar acompañado por fenómenos autonómicos (sudoración, taquicardia, vasoconstricción, hipertensión y midriasis). Existen dolores episódicos, de comienzo y terminación súbitos denominados dolores paroxísticos. El dolor crónico puede llegar a durar meses, no lleva cortejo autonómico,pero a menudo está acompañado por alteraciones psíquicas. Otro aspecto importante es la velocidad de instalación: los dolores de instalación súbita sugieren mecanismos vasculares o rotura de vísceras, mientras que los de aparición gradual suelen deberse a inflamaciones, lesiones degenerativas o tumores. Localización Ayuda a establecer el órgano y el proceso que lo afecta. Los más evidentes son los dolores de las extremidades. El problema es más complejo en el cráneo, cello, tórax, abdomen y raquis. El tórax puede presentar un dolor visceral con característica de intenso o sostenido, o de la caja torácica. En el abdomen se puede presentar un dolor visceral que tiene por lo común límites imprecisos y no hay contractura de la pared abdominal, o un dolor parietal que participa de las características precisas de los dolores somáticos. La región lumbar es asiento de dolores frecuentes, ya sea somático o referido. Otro problema con la localización ocurre en el llamado dolor referido, cuyo mecanismo reside en el ingreso concomitante de fibras nerviosas somáticas y viscerales. El diagnostico de órgano y de lesión se logra integrando las particularidades del dolor con otros datos de la anamnesis y el examen físico. Irradiación Un dolor puede quedar circunscrito a su punto de origen o extenderse a regiones más o menos distantes. Esta irradiación sugiere a veces la estructura afectada e incluso el mecanismo de su compromiso. Carácter El carácter puede definirse como el conjunto de rasgos o circunstancias con que se da a conocer una cosa y que la distinguen de las demás. Los pacientes suelen ser capaces de describir con palabras y gestos las particularidades de su dolor. Si el dolor se asemeja al que provocaría una lanza clavada se lo denomina lancinante o en puntada; si parece que quemara, urente o quemante; si apretara, constrictivo u opresivo; si atravesara de lado a lado, transfixiante; si fuera de escasa intensidad, pero molesto y prolongado, sordo; si fuera instantáneo y agudo, exquisito; si se pareciera a una llamarada o golpe de electricidad, fulgurante; si diera la sensación de algo que se rompe, desgarrante; si fuera como un taladro, terebrante; si estuviera acompañado por una sensación de latido, pulsátil, de retortijón, cólico y de peso, gravativo. Intensidad La cuantificación del dolor es un problema, ya que depende según la percepción del paciente. En la práctica, la evaluación de la intensidad es sencilla en los extremos, tanto un dolor leve, como los dolores extremos. La mayor dificultad reside en los cuadros intermedios. Frente a un paciente dolorido es necesario medir la evolución del dolor, para lo que existen una serie de procedimientos que se utilizan. Un método de cuantificación es la escala nominal, en la que se utiliza una serie discontinua de nominaciones de fácil comprensión, como dolor leve, moderado, intenso y ausente. El método más difundido es la escala visual analógica, ofreciendo al paciente un segmento de recta horizontal, con divisiones cada 1 centímetro, pidiéndole que marque el punto en el que considera que se encuentra su dolor, pariendo de la base de que en el 10 estaría el dolor máximo y en el 0 la ausencia de dolor. Una forma indirecta de medir la intensidad del dolor es interrogar al paciente sobre la duración y calidad del sueño, el apetito y la posibilidad de desarrollar algunas actividades. Atenuación o agravación La circunstancia (contexto) en que aparece un dolor y la detección de sus factores agravantes o atenuantes son datos valiosos que puede aportar la anamnesis cuando se cuenta con una hipótesis diagnostica bien orientada. Junto a las situaciones espontaneas de agravación del dolor, se pueden emplear maniobras de provocación. Además resulta útil evaluar la actitud del paciente, siendo común la quietud en un paciente con dolor debido a afecciones osteoarticulomusculares o con un cuadro abdominal que compromete el peritoneo, mientras que en el dolor cólico (víscera hueca) el paciente está inquieto porque no encuentra una posición que calme su dolor. Siempre se deberán evaluar cuidadosamente los signos y síntomas acompañantes del dolor pues en muchas oportunidades constituirán la clave del diagnóstico. Diarrea Para definir diarrea se ha establecido de forma arbitraria una cifra límite de 200 gramos/día de materia fecal. Independientemente de este dato, los pacientes asocian el término diarrea con un aumento en la frecuencia evacuatoria o en el contenido liquido de las heces. Tipos y clasificación Conceptualmente la diarrea es la manifestación de un mecanismo fisiopatológico común, que consiste en la ruptura del equilibrio entre la absorción y la secreción intestinal. Se considera diarrea aguda a aquella que comienza bruscamente y tiene una duración menor de dos semanas. Este tipo de diarreas obedecen en su mayoría a infecciones de diversa índole (virales, bacterianas, parasitarias) por toxinas o al efecto adverso de algunos medicamentos. Por otra parte, se consideran diarreas crónicas a las que persisten por un periodo superior a cuatro semanas y entre las etiologías se incluyen enfermedades inflamatorias del intestino, tumores, patologías que evolucionan con síndrome de malabsorción, infecciones crónicas y enfermedades que alteran la motilidad intestinal. Las diarreas que duran entre 2 y 4 semanas se denominan diarreas persistentes. Etiopatogenia Las causas más frecuentes de las diarreas agudas son las infecciones, las toxinas y los fármacos. Las diarreas crónicas suelen agruparse según sus distintos mecanismos fisiopatogenicos. Se reconocen cinco mecanismos básicos que alteran el movimiento de líquidos y electrolitos en la luz intestinal y finalmente provocan diarrea: -Diarreas inflamatorias: resultan del daño del epitelio absortivo o de la liberación de citocinas (leucotrienos, prostaglandinas, histamina). Suelen estar acompañadas por fiebre, dolor y hemorragia digestiva. -Diarreas osmóticas: el mecanismo de estas diarreas radica en que, por distintas razones, ciertos solutos no se absorben y provocan la retención de agua en la luz intestinal. Además, incrementan las secreciones intestinales y el aumento del contenido de la luz intestinal provoca diarrea. El aumento de la osmolaridad intraluminal es causado por elementos exógenos que no se absorben debido a alteraciones en su digestión o a alguna imposibilidad absortiva de la mucosa intestinal. -Diarreas secretorias: en este caso, la fisiopatología consiste en un aumento de la secreción intestinal activa de líquidos y electrolitos, produciendo diarreas acuosas y de grandes volúmenes. Las criptas intestinales pueden ser estimuladas por agentes endógenos (hormonas) o exógenos (enterotoxinas). Además ciertas sustancias con propiedades detergentes (ácidos biliares, laxantes) también pueden desencadenarlas. Un elemento distintivo con respecto al osmótico es que en estas el cuadro no se modifica por el ayuno. -Diarrea malabsortiva: en esta situación, por distintas etiologías, se producen alteraciones en el proceso de transporte, mediante los cambios estructurales de la mucosa intestinal. Clínicamente, estas diarreas se caracterizan por una marcada pérdida de peso y déficit nutricional (anemia, hipoalbuminemia, hipocalcemia), y un dato orientador es la presencia de esteatorrea. -Alteración de la motilidad intestinal: distintas patologías modifican el tránsito intestinal, aumentándolo o provocando su enlentecimiento, con sobrecrecimiento bacteriano que deriva a su vez en malabsorción y diarrea. Enfoque diagnostico La evaluación clínica debe establecer a través de una correcta anamnesis la forma de comienzo y el tiempo de duración del cuadro. El interrogatorio debe obtener información sobre el tipo de ingesta reciente, los viajes realizados últimamente, la afección de otros miembros de la familia, la procedencia de los líquidos ingeridos, la administración de antibiótico, y la existencia de factores de riesgo para ITS. Las diarreas agudas son de intensidad moderada y autolimitadas, y habitualmente se resuelvenen el término de tres a cinco días, por lo que la intervención terapéutica no va más allá de una adecuada hidratación y agentes sintomáticos. En caso de diarreas crónicas, se deberá tener en cuenta los mecanismos fisiopatológicos y los estudios secundarios para orientar el diagnostico. En el examen físico, en los casos agudos, se debe fomentar la atención sobre el estado mental, los signos de deshidratación y las características del abdomen. Disfagia La disfagia es la dificultad inmediata para trasladar los alimentos sólidos o líquidos de la boca al estómago (trastorno deglutorio). Se incluye también la sensación de que este alimento se detiene en su pasaje entre la boca y el estómago. El acto de la deglución requiere una coordinación compleja, que se puede dividir en tres fases: oral (voluntaria), faríngea y esofágica (involuntarias). Tipos y clasificación Según la zona alterada se dividen en: -Disfagia orofaringea: la dificultad en el pasaje del alimento se produce de la boca al esófago superior, siendo los líquidos los que más causan esta situación. Se asocia generalmente con enfermedades neurológicas. Se caracteriza porque el paciente refiere dificultad para iniciar la deglución y esta última se asocia con regurgitación nasal, tos, sensación de ahogo. El paciente señala la garganta como el sitio afectado. -Disfagia esofágica: se debe a lesiones mecánicas obstructivas o a trastornos motores del esófago, e implica el pasaje del alimento del esófago superior al estómago. No se acompaña de regurgitación nasal, tos o neumonías aspirativas. El paciente localiza el síntoma en la región retroesternal o epigástrica y veces, en la garganta. Otros síntomas son el dolor torácico, la regurgitación tardía de comida y la odinofagia. Cuando el trastorno es obstructivo se experimenta disfagia para los sólidos (recurrente, predecible y progresiva), mientras que cuando es motor, se experimenta tanto para solidos como para líquidos (episódica, impredecible y no progresiva). Diagnóstico diferencial La disfagia debe diferenciarse de: odinofagia que es el dolor con la deglución, que por lo común implica un proceso inflamatorio; y globo histérico que es la sensación de ocupación en la garganta que es constante. Etiologías Más del 75% de disfagias orofaringeas se deben a alteraciones musculares y los accidentes cerebrovasculares son la causa más frecuente, ya que afectan el centro de la deglución o los núcleos motores de los pares craneales (V, VII, IX y XII). La mayoría de causas de disfagia esofágica están comprendidas en dos patologías: la estenosis péptica o el cáncer de esófago. Respecto de las causas motoras de disfagia esofágica, pueden ser primarias (acalasia, espasmo esofágico) o secundarias (esclerodermia). Enfoque diagnostico La anamnesis es el elemento más importante para su interpretación. El primer paso consiste en discriminar una disfagia orofaringea de una esofágica y, el segundo paso, diferenciar entre una alteración motora y otra mecánica. En el examen físico se deben detectar alteraciones extraesofágicas que orienten hacia el origen de la disfagia (signos de un ACV, debilidad muscular, piel seca, adenopatía cervical o supraclavicular). Dispepsia La dispepsia (dis: mala, pepsis: digestión) es el dolor o malestar localizado en el abdomen superior, crónico o recurrente, de más de un mes de duración, a menudo desencadenado por la ingesta. La saciedad precoz, distensión abdominal, eructos, acidez, y nauseas son también síntomas incluidos en la definición. En el 40% de los casos se encuentra un origen orgánico (ulcera gastroduodenal, reflujo gastroesofágico), mientras que en el 60% restante no hay causa evidente y la dispepsia se denomina esencial, idiopática o no ulcerosa. Fisiopatología Se proponen algunas hipótesis para explicar la dispepsia esencial. La secreción de ácido gástrico es normal y se presume que la mucosa de estos pacientes tendría mayor sensibilidad a la acidez gástrica. Algunos pacientes tienen gastritis por Helicobacter pylori. La teoría de los trastornos motores es otra hipótesis, debido al retraso en la evacuación gástrica y la disminución de la motilidad del intestino. Otra hipótesis es la psiquiátrica, debido a la ansiedad. La hipótesis de la intolerancia alimentaria propone que ciertas comidas pueden causar síntomas dispépticos por respuestas alérgicas o secretorias motoras. Tipos y clasificación La dispepsia esencial se clasifica en: -Dispepsia de tipo reflujo: se distingue por acidez y regurgitación. -Dispepsia de tipo ulceroso: con dolor epigástrico que suele calmar con antiácidos y tiene aparición intermitente. -Dispepsia de tipo trastorno de la motilidad: con saciedad precoz, distensión postprandial, náuseas y vómitos, sin dolor. Diagnóstico diferencial El diagnóstico diferencial entre la dispepsia esencial y la orgánica tiene importancia terapéutica y pronostica. Náuseas y vómitos El vómito o emesis es la expulsión oral violenta del contenido gástrico, mientras que la náusea es el deseo inminente de vomitar, habitualmente referido al epigastrio y a la garganta. Cuando el material vomitado es sangre que proviene del esófago, estómago o duodeno, se denomina hematemesis. Existen otras situaciones íntimamente relacionadas con este tema: arcadas que son contracciones rítmicas forzadas de los músculos respiratorios y abdominales pero sin descarga del contenido gástrico; regurgitación que es el retorno del contenido gastroesofágico a la boca sin esfuerzo; y la rumiacion es la regurgitación seguida por la masticación y deglución. Fisiopatología Cuando ocurre un vómito, se produce una interacción coordinada de mecanismos neurales, humorales y musculares. El mecanismo de la náusea no se conoce, pero se sabe que para su producción se requiere la activación de sitios corticales, y preceden al vomito asociándose con actividad parasimpática refleja. Durante el vómito se produce una contracción de los músculos torácicos, de la pared abdominal y del diafragma, aumentando la presión intraabdominal, sumado a la relajación del esfínter esofágico inferior y contracción pilórica. El contenido gástrico pasa al esófago y por aumento de la presión torácica a la boca. Luego sigue una elevación del paladar blando y el cierre de la glotis. Existen dos centros bulbares que coordinan el acto del vomito: -Centro del vomito: ubicado en la porción distal de la formación reticular lateral del bulbo (vecino a centro vasomotor y respiratorio), que recibe aferencias de la corteza (estimulo de gustos, olores, dolor o estímulos visuales), del tronco cerebral (activadas por movimiento e infecciones, vías H1 o M1), del tubo digestivo (activadas por distensión antral, intestinal, colonica, inflamación peritoneal), zona quimiorreceptora gatillo y otros sitios (corazón, faringe); y envía eferencias al nervio frénico, pares craneales (V, VII, IX, X y XII), nervios espinales y nervio vago. -Zona reflexogena quimiorreceptora: ubicada en la zona posterior del piso del cuarto ventrículo (área postrema), que puede ser alcanzada por sustancias irritantes, teniendo receptores dopaminergicos, muscarinicos, histaminergicos y serotoninergicos, que se activan por fármacos, alteraciones metabólicas, toxinas bacterianas, radiación. Envía impulsos eferentes al centro del vomito (no puede desencadenar por si sola el vómito). La motilidad gastrointestinal es regulada por una actividad eléctrica oscilatoria conocida como onda lenta (3 ciclos por minuto en dirección del píloro). Los pacientes con nauseas tienen frecuencia de ondas gástricas anormales: el aumento de frecuencia se llama taquigastria y la disminución se conoce como bradigastria. Antes del vomito las ondas lentas intestinales son abolidas y se produce una contracción antiperistáltica que ocasiona un reflujo enterogastrico, comenzando en el íleon y movilizándose al estómago. Clasificación Tipos de vomito Los vómitos pueden contener alimentos sin digerir (patología esofágica), parcialmente digeridos (gastroparesia u obstrucción pilórica) o con presencia de bilis.La hematemesis es el vómito de sangre, pudiendo presentarse de color rojo cuando es reciente o negro más tarde. Los vómitos en borra de café indican daño mucoso. El vómito fecaloide tiene un olor pútrido y refleja el sobrecrecimiento bacteriano (obstrucción intestinal o colonica). Un vomito de gran volumen (mayor a 1500 ml/día) sugiere siempre una causa orgánica. Tiempo del vomito Los vómitos pueden ocurrir a la mañana, previos al desayuno (embarazo, uremia, ingesta de bebidas alcohólicas, hipertensión intracraneana), una hora después de la ingesta (gastroparesia), varias horas después de la ingesta (obstrucción pilórica). Síntomas asociados El dolor puede indicar una patología biliar o pancreática y obstrucción intestinal o apendicular, precediendo al vomito. El alivio del dolor con el vómito es típico de la ulcera péptica. El vértigo y los zumbidos indican patología del laberinto. El vértigo, cefalea, alteración de la conciencia, alteraciones visuales y rigidez de nuca son manifestaciones del SNC. En las infecciones es frecuente la presencia de fiebre, diarrea y mialgias. Contexto clínico Las náuseas y vómitos pueden aparecer en una gran variedad de situaciones como: urgencias abdominales, alteraciones e infecciones del tubo digestivo, infecciones sistémicas agudas, patologías del SNC, enfermedades del laberinto, alteraciones endocrinológicas y metabólicas, embarazo, enfermedades cardiacas, posoperatorio, fármacos y drogas, psicógenos. Enfoque diagnostico En cuanto a la anamnesis, en primera instancia hay que diferenciar el vómito de la regurgitación y la rumiacion, y definir el contexto clínico en el que aparece. Es esencial determinar la duración de los síntomas y si el paciente presenta un cuadro autolimitado o un cuadro más grave. Además es importante saber las características del vómito, momento en que ocurre y síntomas asociados. En el examen físico deben examinarse los signos vitales y la presencia de signos que indiquen deshidratación, la frecuencia cardiaca y la temperatura. Es fundamental inspeccionar el abdomen, determinar si existe dolor espontaneo o a la palpación y su localización. Dolor abdominal La consulta por dolor abdominal es muy frecuente. No existe consenso en cuanto a las horas de duración para definir un dolor como agudo o crónico. Un dolor de horas o unos pocos días, que ha empeorado desde su aparición es claramente agudo, mientras que un dolor que ha persistido sin cambios durante semanas o meses puede ser clasificado como crónico. El dolor que no se ajusta a ninguna de estas categorías debe ser denominado como subagudo. Fisiopatología El dolor visceral se origina en órganos abdominales recubiertos por peritoneo visceral, siendo sordo, mal localizado y puede percibirse a distancia de la víscera afectada, pudiendo ubicarse en la línea media abdominal. El dolor somático se genera en el peritoneo parietal, el estímulo es inflamatorio (bacteriano o químico), acompañado de un espasmo reflejo de la musculatura del abdomen, intenso y de aparición brusca, agudizándose con los movimientos, la tos y la respiración. El dolor referido surge en estructuras viscerales y se percibe a distancia del órgano afectado. Constipación Se define el síntoma constipación o estreñimiento a partir de la impresión subjetiva del paciente de tener alteraciones en la función intestinal al intentar evacuar el intestino. Se define como constipación funcional a la presencia de dos o más de las siguientes manifestaciones, durante más de tres meses, en los últimos seis meses: evacuaciones esforzadas, materia fecal dura o escíbalos, sensación de evacuación incompleta, sensación de obstrucción anorrectal, menos de tres evacuaciones por semana. Etiopatogenia, tipos y clasificación El síntoma constipación se puede producir por alteraciones en la consistencia de la materia fecal, la motilidad o calibre del colon, o en la evacuación rectal. La mayoría de los episodios de constipación aguda son benignos y autolimitados, debiéndose en general a cambios en la dieta o fármacos. La constipación crónica puede clasificarse según sus causas en funcional (primaria) o extracolonica (secundaria). Constipación primaria Es la que tiene su origen en el colon o el piso de la pelvis. Se subdivide en: -Transito colonico normal: es el tipo de constipación más común y no presenta patología demostrable. -Transito colonico lento: es un trastorno idiopático de la motilidad colonica, siendo el colon anatómicamente normal. El transito colonico normal varía entre 18 y 72 horas. La fisiopatología sería un trastorno de los plexos mientericos. -Disfunción del piso pelviano: hay una incoordinación de los músculos del piso pelviano, con una falla en la relajación de los músculos puborrectales o una contracción paradójica del esfínter anal. Constipación secundaria La función del colon o el recto se ve afectada por factores ajenos a ellos mismos como: hábitos dietéticos (dieta pobre en fibras, escasa ingesta de líquidos), medicamentos, endocrino-metabólicas (hipercalcemia e hiperpotasemia, diabetes, embarazo), enfermedades neurológicas, enfermedades sistémicas. Diagnostico Anamnesis En la mayoría de los pacientes, la constipación crónica es funcional. Se debe interrogar sobre la presencia de síntomas asociados (dolor abdominal, dolor anal), momento de comienzo de la constipación, uso de medicamentos, enfermedades sistémicas, neurológicas y hábitos dietéticos, presencia de melena (heces negras) o hematoquecia (heces rojas). La práctica por parte del paciente de maniobras digitales sobre el ano, y la necesidad de asumir posiciones inusuales durante la defecación orientan hacia una disfunción del piso pelviano. Examen físico Debe ser completo pero orientado a tres aspectos puntuales: examen abdominal (distensión, timpanismo, dolor), semiología anorrectal (hemorroides, fisuras) y examen neurológico. Examen físico de abdomen normal La superficie abdominal puede ser dividida topográficamente en nueve regiones por medio de dos líneas horizontales, una a nivel del reborde costal inferior y otra a nivel de las espinas iliacas anterosuperiores, y dos verticales a nivel de la mitad del arco crural. El hipocondrio derecho es el área de proyección del hígado, la vesícula biliar y el duodeno, mientras que en el epigastrio se proyectan el estómago, el lóbulo izquierdo del hígado y el páncreas. El hipocondrio izquierdo corresponde al estómago y al bazo; en la zona umbilical el intestino delgado; en el flanco derecho el colon ascendente y el riñón derecho; en el flanco izquierdo el colon descendente y el riñón izquierdo; en las fosas iliacas, el ciego a la derecha y el sigmoides a la izquierda. En el hipogastrio se proyectan la vejiga y el útero. El examen físico del abdomen requiere al paciente en decúbito dorsal, con sus músculos relajados, su cabeza reposando sobre una almohada y con los miembros descansando sobre la camilla. La luz debe ser perpendicular, la temperatura adecuada para evitar la contracción muscular, la posición del examinador habitualmente a la derecha del paciente. Es importante una adecuada temperatura de las manos del examinador, lo que se consigue frotando las manos o colocándolas en agua caliente. Es conveniente lavarse las manos antes de comenzar cualquier maniobra y la aproximación al paciente debe ser con movimientos y gestos lentos y suaves. Es conveniente observar la cara del paciente en busca de gestos de dolor. Inspección Se debe observar la forma, el color de la piel, el estado de nutrición, la presencia de vello, las características del ombligo, los movimientos respiratorios, la presencia de latidos normales o movimientos fetales. Una vez inspeccionado el abdomen, se le solicita al paciente que realice un esfuerzo para distenderlo y otros para retraerlo. El abdomen del adulto normal no debe sobrepasar una línea imaginaria que una la apófisis xifoides con el pubis. El ombligo consta de un rodete y un surco umbilical, y en condiciones normales se observa como una depresión que no debe protruir con la bipedestaciónni con las maniobras de Valsalva. Auscultación Los ruidos intestinales normales son agudos y se originan casi en su totalidad en el intestino delgado. Tienen características de gorgoteo, con una frecuencia de 5 a 30 por minuto. Los borborigmos son los gorgoteos prolongados que se escuchan cuando la peristalsis esta aumentada. En algunos pacientes se auscultan soplos en el epigastrio, que carecen de significado. Palpación El iniciar la palpación con las manos frías puede generar rechazo, contracción de la musculatura de la pared anterior. Si se despiertan cosquillas se debe conversar y distraer al paciente. Palpación superficial Se realiza con movimientos de la mano sobre la superficie abdominal, con suaves flexiones de las articulaciones metacarpofalangicas (tanteo) o deslizamiento de los dedos sobre una zona del abdomen (rastreo). Se debe sentir la relajación de los músculos durante la espiración. Palpación profunda A través de la superficie palmar de los dedos que se profundizan en el abdomen, se realiza la palpación profunda. El hígado, que normalmente está cubierto por la caja costal, puede ser sentido en ocasiones durante la inspiración profunda. El borde es firme, regular y liso. El polo inferior del riñón derecho puede ser palpado en sujetos normales, con abdómenes delgados. Con las manos yuxtapuestas, el colon sigmoide también puede ser palpado en condiciones normales, reconociéndolo como un tubo que rueda bajo los dedos del explorador (despierta ligera molestia). En la fosa iliaca derecha normalmente se puede palpar, con manos yuxtapuestas, el ciego, lo cual despierta un ligero dolor. En sujetos sanos y delgados, en ocasiones es posible palpar el promontorio del sacro, que es de consistencia pétrea. En el hipogastrio pueden palparse la vejiga distendida y el útero grávido. Normalmente es posible palpar la aorta abdominal en los cuadrantes superiores y en los inferiores se pueden sentir los pulsos iliacos. Maniobras para la palpación del hígado El hígado normalmente se encuentra debajo de la parrilla costal, pero cuando este rebasa el borde óseo, se lo puede palpar. Existen diversas maniobras para palpar el hígado. El paciente, en decúbito dorsal, debe respirar con tranquilidad, y cuando se apoya la mano exploradora se le solicita que respire con profundidad. La mano exploradora comienza a palpar por la fosa iliaca derecha, aprovechando cada espiración para ir ascendiendo. Las manos pueden ser colocadas en diversas posiciones: la mano derecha “en cuchara” apoyada sobre el borde cubital, con los dedos juntos y semiflexionados. También puede ser palpado con la mano derecha situada en una línea paralela a la hemiclavicular, que percibirá con el pulpejo de los dedos. La maniobra bimanual, con manos yuxtapuestas, “en gancho”, y el explorador mirando hacia los pies del paciente. Existe otra maniobra, en la cual se coloca la mano izquierda por detrás del paciente, paralela a la 12a costilla empujando hacia arriba, y la mano derecha con los dedos apuntando a la cabeza del paciente. Maniobras para la palpación del bazo En condiciones normales el bazo no es palpable y en condiciones de palpárselo se hallara un polo que puede presentar una escotadura, con su eje mayor dirigido hacia la zona umbilical. Con el explorador a la derecha del paciente, la mano izquierda se apoya en la región lumbar y atrae el hipocondrio izquierdo hacia la mano derecha del explorador, la cual avanza desde el ombligo, solicitando al paciente que respire profundamente. Con el explorador a la izquierda, la mano izquierda en cuchara, palpando suavemente, avanzara desde el ombligo hacia las costillas. Esta maniobra puede ser mejorada apoyando la mano derecha sobre el hipocondrio izquierdo y presionando dicha zona. También es posible palpar el bazo con el paciente en decúbito lateral derecho, con la rodilla izquierda flexionada. Maniobras para la palpación de los riñones Es una maniobra profunda, bimanual y que aprovecha cada espiración profunda para profundizar la mano. El explorador se sitúa a la derecha del paciente y la mano izquierda se sitúa en la zona lumbar, con los pulpejos apoyados sobre la masa de músculos paravertebrales, el borde radial sobre el borde inferior de las costillas y el borde cubital sobre la cresta iliaca. La mano derecha se ubica paralela al musculo recto anterior. En el pico de la inspiración se presionan ambas manos, ejerciendo más presión con la mano anterior. Cuando el paciente comienza a espirar se le solicita que detenga la espiración, se realiza menor presión con la mano anterior y se siente que el riñón se desliza hacia arriba. Maniobras para la palpación de la aorta La aorta se palpa con frecuencia en el epigastrio, siendo dolorosa. La característica semiológica más importante es su latido. Para palparla se presiona en el epigastrio, directamente a la izquierda de la línea media. Si la pared abdominal es gruesa, la palpación debe ser bimanual, con cada mano apoyada sobre la pared lateral de la aorta. Percusión Se utiliza alternadamente y al mismo tiempo que la palpación, para determinar el tamaño de los órganos, en general del hígado y del bazo, identificar aire en el estómago o en la cavidad abdominal y descartar la presencia de líquido. La presencia de aire en el estómago produce a la percusión un sonido de tono alto, denominado timpanismo. El sonido que produce la percusión del tejido adiposo y de vísceras como el hígado y bazo se denomina matidez. La percusión debe ser suave, mediando entre cada golpe un tiempo prudencial. La percusión del hígado se ejecuta siguiendo la línea hemiclavicular; se comienza en el tercer espacio intercostal y se desciende espacio por espacio. Al principio el sonido será sonoro debido al parénquima pulmonar, al llegar al cuarto-quinto espacio intercostal se obtendrá un sonido submate por la interposición del pulmón sobre el hígado. Posteriormente el sonido será mate, no debiendo sobrepasar el reborde costal, donde el sonido será timpánico. La percusión del bazo debe ser una percusión suave. Con el paciente en decúbito lateral derecho se la inicia sobre la línea axilar media, donde se obtiene un sonido sonoro. La matidez esplénica se encuentra a nivel de los arcos costales, noveno y décimo, y no sobrepasa el undécimo arco costal. El timpanismo del aire gástrico debe buscarse en el hipocondrio izquierdo. También se percutirán las fosas lumbares con la superficie cubital del puño derecho cerrado, normalmente el paciente percibiendo el golpe, pero sin dolor.
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