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U4 - El posconflicto de una cultura de violencia a una cultura de paz

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Resolución
DE CONFLICTOS
El posconflicto: de una cultura
de violencia a una cultura de paz
Unidad didáctica
Subdirección de Proyección Institucional -ESAP-
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Escuela Superior de Administración 
Pública ESAP 
Unidad didáctica
El posconflicto: de una cultura
de violencia a una cultura de paz
Autora
Rocío Del Pilar Marín
Equipo de virtualización
Dirección de Capacitación ESAP.
Corrección de estilo, acompañamiento 
pedagógico, diseño instruccional, 
diseño grá ico y virtualización.
Fecha última revisión 
Abril 2023
Contenido
Resumen de la unidad didáctica ................................................................................................ 4
Palabras clave ............................................................................................................................ 5
Competencia .............................................................................................................................. 5
Tema 1. Generalidades del conflicto y del posconflicto colombiano 6
Tema 2. De una cultura de violencia a una cultura de paz 16
Glosario .................................................................................................................................... 22
Lista de referencias .................................................................................................................. 23
Resolución
DE CONFLICTOS
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El posconflicto: de una cultura
de violencia a una cultura de paz
Resumen de la unidad didáctica
La firma del Acuerdo de Paz entre el Gobierno Nacional 
y las Farc-EP en noviembre del 2016, dio lugar a que se 
hablara de posconflicto en el país. Sin embargo, no es la 
primera vez que se habla de posconflicto o que se consi-
dera estar inmersos en dicha condición, puesto que ya se 
había hablado de una Colombia de posconflicto, por ejem-
plo, al proferirse la Constitución Política de 1991 o cuando 
se expidió la Ley de Justicia y Paz.
El posconflicto no solo se relaciona con la terminación de 
un conflicto armado sea este internacional o de carácter 
interno, sino que también hace referencia a la etapa de re-
construcción social, política y económica que debe reali-
zarse una vez terminan las confrontaciones armadas, pero 
más importante aun, se relaciona con la actividades que 
hay que llevar a cabo para la consolidación de la paz y la 
consecución de la reconciliación entre todos los miembros 
y sectores afectados por el conflicto. 
Así, la presente unidad contempla dos te-
mas. El primero, relacionado con el con-
texto del conflicto colombiano y el paso 
a la etapa de posconflicto, para lo cual 
se define este último, sus características 
y elementos. 
El segundo tema es el relacionado con la 
transformación de la cultura de violencia en 
cultura de paz, en la medida que toda so-
ciedad que transita por el posconflicto debe 
reconstruir sus valores y forma de interac-
ción ciudadana que, debido a la prolonga-
da exposición al conflicto y diversas formas 
de violencia, terminaron incorporando esta 
última en su quehacer cotidiano.
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El posconflicto: de una cultura
de violencia a una cultura de paz
Palabras clave
 • Convivencia ciudadana
 • Conflicto
 • Paz
 • Posconflicto
 • Reconciliación
Competencia
Comprender la importancia del cambio de una cultura 
de violencia a una cultura de paz, como consecuencia 
del posconflicto, para proponer acciones conducentes 
a la efectividad de la convivencia pacifica en su entorno 
vivencial próximo.
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El posconflicto: de una cultura
de violencia a una cultura de paz
Tema 1
Generalidades 
del conflicto y 
del posconflicto 
colombiano
Como se dejó establecido en la primera unidad del curso, el conflicto 
es connatural al ser humano, se trata de un fenómeno “implícito en el 
mismo acto de vivir, que se halla presente en todas las épocas y edades 
y que afecta de manera importante a la vida de las personas y de las 
sociedades que estas conforman” (Vinyamata, 1999, p. 7).
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El posconflicto: de una cultura
de violencia a una cultura de paz
De acuerdo con lo anterior, no siempre que se habla de 
conflicto se debe entender en su lado negativo, puesto 
que este constituye una oportunidad para el conocimien-
to y reconocimiento del ser humano, pues a partir de la 
conflictividad se pueden construir relaciones, en la medida 
que “el conflicto, la diversidad y la diferencia son constitu-
tivos del orden democrático” (Toro, 2011, p. 23). 
Sin embargo, en el contexto colombiano, 
el conflicto sociopolítico vivido a lo largo 
de siete décadas ha tenido claramente 
una connotación negativa, que ha traído 
consigo un número considerable de víc-
timas derivadas de las violaciones masi-
vas, múltiples y sistemáticas de derechos 
humanos cometidas por diversos actores 
del conflicto.
“No basta con hablar de paz. Uno debe creer en ella 
y trabajar para conseguirla”. 
Eleanor Roosevelt.
Las cifras que evidencian dichas vulneraciones de dere-
chos varían dependiendo de la fuente que se consulte, 
sin embargo, solo a manera de ilustración, se relaciona la 
información plasmada el 25 de junio del 2016 por la revista 
Semana cuando indicó que:
… el conflicto armado que ha padecido Colombia por
más de 50 años ha dejado 1.800 soldados heridos, 
1.500 presos militares, 8 millones de víctimas, 3.000 
falsos positivos, 2.083 guerrilleros muertos en comba-
te, 716 acciones bélicas, 27.023 secuestrados en toda 
la guerra, 2.000 presos de las Farc y 100.000 desapa-
recidos según el Comité Internacional de la Cruz Roja 
(http://bit.ly/2HPg0U7). 
Pero, antes de hablar de posconflicto re-
sulta pertinente recordar cómo el conflicto 
marcó por décadas el desarrollo político, 
social y económico del país, para lo cual 
se transcribe a continuación una breve, 
pero concisa caracterización efectuada 
por Fundación Ideas para la Paz (2017), 
a propósito de la transición del país hacia 
una etapa de posconflicto.
A finales de la primera década del 
2000 Colombia era considerada lite-
ralmente un milagro. Hoy es un caso 
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El posconflicto: de una cultura
de violencia a una cultura de paz
paradigmático y un laboratorio de políticas públicas a 
propósito del nexo entre seguridad, desarrollo y paz. 
Efectivamente, en menos de veinte años nuestro país 
pasó de ser un “estado fallido” para situarse hoy en la 
antesala de la OECD. En ese lapso, nuestra tasa de ho-
micidios por 100.000 habitantes se redujo de 66 a 24, al 
tiempo que la pobreza multidimensional cayó de 30,4% a 
17,8% y el desempleo pasó de 16,9% a 9,7%.
A lo largo de este tránsito las autoridades colombianas 
han tenido que lidiar con problemas de seguridad de muy 
distinta naturaleza. En primer lugar, con un conflicto ar-
mado interno protagonizado por el Estado, guerrillas de 
izquierda y paramilitares de extrema derecha, que dejó 
más de 8 millones de víctimas directas en los últimos 
treinta años. Este conflicto se ha venido apaciguando, 
primero con un proceso que llevó a la desmovilización 
parcial de los grupos paramilitares hace una década, 
y luego con un momento de inflexión crucial durante el 
2016, cuando el Gobierno de Juan Manuel Santos firmó 
un acuerdo de paz con las FARC, la guerrilla más longe-
va y numerosa del hemisferio occidental.
El conflicto armado interno se ha superpuesto con dis-
tintas manifestaciones de criminalidad común y organi-
zada que afectan directamente laseguridad ciudadana. 
Es bien conocida la descomunal capacidad de daño y 
de captura institucional que tuvieron los grandes carte-
les de la droga en la Colombia de los 80s y 90s. En una 
guerra sin cuartel, auspiciada por los Estados Unidos, 
el Estado colombiano logró vencer a estos capos, pero 
el problema del narcotráfico continuó 
y hoy seguimos siendo el principal 
productor de cocaína del mundo. A la 
vez irrumpió con fuerza la explotación 
criminal de oro que además de sus im-
pactos humanitarios ha tenido efectos 
ambientales devastadores.
Actualmente estamos en un escenario 
de transición marcado por la salida de 
las FARC como actor armado predo-
minante de una cuarta parte de los 
municipios del país, la reconfiguración 
de reductos guerrilleros y de una mul-
tiplicidad de organizaciones criminales 
herederas de los viejos carteles y de 
los paramilitares. Estos grupos dina-
mizan economías ilícitas en muchas 
regiones del país las cuales son causa 
y consecuencia de la debilidad del Es-
tado a nivel local y representan un 
enorme reto para asegurar la paz terri-
torial (http://bit.ly/2Uag2vt).
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El posconflicto: de una cultura
de violencia a una cultura de paz
Así las cosas, resulta ser todo un reto hablar de paz y re-
conciliación en una nación como la nuestra, en la que varias 
generaciones de colombianos hemos crecido bajo la zozo-
bra del conflicto, para algunos cercano, para otros lejano, 
pero en todo caso, con una influencia que ha permeado 
todas las instancias de nuestra interacción ciudadana al 
punto de parecernos normal las diferentes formas de vio-
lencia que se viven en lo cotidiano: verbal, física, intrafami-
liar, psicológica, laboral, escolar, de género, etcétera.
Más aun cuando en la actualidad, a poco más de dos años 
de la firma del Acuerdo Final, se observa una mezcla de es-
cepticismo y preocupación de muchos colombianos frente 
a la forma como se van a aminorar los conflictos en el país. 
Esto se debe en parte porque no tenemos claro que el 
Acuerdo de Paz solo buscó la terminación de un conflicto 
en particular: el vivido con la guerrilla de las Farc-EP. 
Uno de cientos de miles o incluso millones de conflictos 
existentes, puesto que se vive en medio de la conflictividad, 
en una sociedad con raíces en el conflicto, nacida del con-
flicto y viviendo en el conflicto. Sin embar-
go, en el fondo vivir en, por y para el con-
flicto no es un asunto del todo negativo. 
Por esto, se debe tener claro en qué con-
siste el posconflicto y cuáles son sus ele-
mentos y características. 
Lo primero a establecer, es qué se en-
tiende por posconflicto. Así, para diversos 
expertos en el tema, se trata de un “con-
cepto multidimensional y multitemporal 
(o sencillamente impreciso)” (Rettberg, 
2003, p. 16), 
Algo que debe quedar claro desde ya, 
es que “el posconflicto no es la paz” (Ga-
ribay, 2015), pero lo más importante, es 
que se trata de un proceso de largo pla-
zo, que puede tomar varios años e inclu-
so lograrse como cambio social y cultural 
en varias generaciones, que requiere por 
tanto de un fuerte compromiso institucio-
nal, pero también ciudadano. 
En el ámbito internacional, el concep-
to de posconflicto se vincula al informe 
“Un programa de paz” (1992) elaborado 
por la Oficina del Secretario General de 
Naciones Unidas con el fin de desarrollar 
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El posconflicto: de una cultura
de violencia a una cultura de paz
actividades de diplomacia preventiva, enfocadas al esta-
blecimiento y el mantenimiento de la paz en todos los paí-
ses que acababan de salir de una situación de guerra o 
conflicto –nacional o internacional.
Este informe, no define el posconflicto como tal, ni hace 
mención al mismo, sino que toma el concepto generalizado 
de “consolidar la paz después de los conflictos” para seña-
lar los compromisos y actividades que se deben desarro-
llar al interior de los Estados para evitar de una parte, que 
el conflicto o las hostilidades se reanuden, pero de otra, 
para hacer frente a los problemas que han aquejado a la 
población en general y que, por causa del conflicto, fueron 
dejados de atender por el Estado, entiéndase, problemas 
económicos, sociales, cultuales, humanitarios, etcétera.
Para las Naciones Unidas la consolidación de la paz (de-
rivada de una situación de posconflicto o postacuerdo) es 
un concepto además relacionado con los objetivos de de-
sarrollo sostenible1, en particular con la meta número 16 
que habla de la consecución de la paz, justicia e institu-
ciones sólidas.
1 Los Objetivos de Desarrollo Sostenible fueron proferidos en septiembre 
del 2015 después de evaluar las metas alcanzadas en los Objetivos del 
Milenio, y que se proponen 17 nuevas metas para el año 2030, y en el 
que “líderes mundiales adoptaron un conjunto de objetivos globales 
para erradicar la pobreza, proteger al planeta y asegurar la prosperidad 
para todos como parta de una nueva agenda de desarrollo sostenible” 
http://bit.ly/2HGzo5m 
Ahora bien, cabe preguntarse: ¿Cuándo 
se empieza a hablarse de posconflicto y 
cuándo de construcción de paz? En 
esencia, el posconflicto “se inicia con el 
cese de las hostilidades entre las partes 
previamente enfrentadas [en tanto que] la 
construcción de paz prepara el terreno 
desde mucho antes [a la terminación del 
conflicto]” (Rettberg, 2003, p. 20).
Por esta razón es que en Colombia se ha 
hablado en más de una ocasión de pos-
conflicto, en tanto que solo hasta ahora 
–en el marco de la firma del Acuerdo Fi-
nal- es que se empieza a hablar en el país 
de consolidación de la paz, mediante la 
planeación y desarrollo de actividades de 
construcción y consolidación de la paz 
que no tienen un término fijo ni una fór-
mula única para su aplicación.
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El posconflicto: de una cultura
de violencia a una cultura de paz
Como se indicó, en Colombia se ha pasado, en los últimos 
tiempos, al menos por tres situaciones que se podrían ca-
lificar como de “posconflicto”: la Constitución Política de 
1991, la Ley 975 del 2005 y la firma del Acuerdo Final. Cla-
ro, la experiencia nos ha demostrado que la terminación 
de todas las formas de violencia no se logra únicamente 
con la expedición de una nueva Constitución Política o de 
una ley o con la firma de un acuerdo de paz, puesto que 
la consecución de una sociedad libre de violencia, con la 
posibilidad de resolver de forma pacífica sus conflictos, 
solo se logra a través de un proceso que conlleva tiempo, 
recursos y esfuerzos institucionales, sociales y personales 
para su realización efectiva. 
Así, la Constitución Política de 1991, la 
Ley 975 del 2005 y más recientemente el 
Acuerdo de Paz tuvieron como propósito 
terminar con el conflicto armado, pero ol-
vidamos que el propósito de cada una de 
estas iniciativas, se enmarcó dentro de un 
contexto político en particular y frente a 
unos actores armados ilegales igualmen-
te particulares: terminar con un conflicto 
dentro de una compleja realidad conflic-
tiva del país. 
El propósito particular de cada iniciativa, 
quedó plasmado bien de forma expresa o 
de forma tácita en cada una de ellas, así:
Tabla 1. Instrumentos que han dado por terminado el conflicto en Colombia
Constitución Política de 1991 Ley 975 del 2005 Acuerdo de Paz
Se dio de forma indirecta, cuando se indi-
có en el artículo 13 transitorio que “Dentro 
de los tres años siguientes a la entrada en 
vigencia de esta Constitución, el Gobierno 
podrá dictar las disposiciones que fueren 
necesarias para facilitar la reinserción de 
grupos guerrilleros desmovilizados que 
se encuentren vinculados a un proceso 
de paz bajo su dirección; para mejorar las 
condiciones económicas y sociales de las 
zonas donde ellos estuvieran presentes; 
y para proveer a la organización territorial, 
organización y competencia municipal, ser-
vicios públicosy funcionamiento e integra-
ción de los cuerpos colegiados municipa-
les en dichas zonas”.
Se plasmó de forma di-
recta en el artículo 1º de 
la norma, cuando señaló 
que la “presente ley tiene 
por objeto facilitar los 
procesos de paz y la re-
incorporación individual 
o colectiva a la vida civil
de miembros de grupos 
armados al margen de la 
ley, garantizando así los 
derechos de las víctimas 
a la verdad, la justicia y la 
reparación”.
Se dio de forma indirecta, 
cuando en la parte introduc-
toria del texto del Acuerdo 
Final se indicó que el objetivo 
del mismo es “construir una 
paz estable y duradera, con 
la participación de todos los 
colombianos y colombianas…
poner fin de una vez y para 
siempre a los ciclos históricos 
de violencia y sentar las bases 
para la paz”.
Fuente: elaboración propia a partir de Constitución Política, Ley 975 del 2005 y Acuerdo de Paz
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El posconflicto: de una cultura
de violencia a una cultura de paz
De la lectura de la información de la anterior tabla, se ob-
serva que el propósito de terminar con el conflicto armado 
y conseguir una paz –por demás estable y duradera- no 
se ha podido materializar o hacer efectivo, puesto que 
esto dependerá de diversos factores, y que van más allá 
del cambio de Constitución Política, de la expedición de 
una ley o de la firma de un Acuerdo de Paz. 
Por supuesto que esto no basta, es apenas el comienzo, 
en la medida que el “éxito o el fracaso del post-conflic-
to puede depender no solo de lo que se negocia, sino 
primordialmente de lo que se logra concretar” (Rettberg, 
2002, p. 9).
Además, para la realización efectiva del derecho y valor 
supremo de la paz, haría falta tener en cuenta elementos 
adicionales, como serían entre otros los que se enlistan 
a continuación. 
1. El involucramiento de actores armados que aun se 
encuentran en la ilegalidad.
2. La puesta en marcha de procesos judiciales en el 
marco de la justicia transicional en aras de la lograr la 
verdad, la justicia y la reparación.
3. Una mayor inversión del Estado en infraestructura en 
las regiones.
4. Un mayor compromiso ciudadano en el proceso de 
cambio, a través del respeto por las diferencias y re-
solviendo de forma pacífica los conflictos.
Este último elemento toma fuerza, en la 
medida que el cambio cultural no opera a 
manera de imposición desde el Estado 
hacia el ciudadano, sino desde la toma 
de consciencia de la necesidad del cam-
bio, aprovechando las herramientas que 
el Estado prodiga y exigiendo de este lo 
que se necesite para lograr la superación 
de una problemática que por generacio-
nes ha marcado el desarrollo del país. 
Así las cosas, se puede como nación, en-
trar y salir de una situación de poscon-
flicto a otra, dependiendo del contexto 
social, político y económico del momen-
to. Solo a través de la adecuada mate-
rialización de lo que ya existe plasmado 
en una norma o en un acuerdo, puede 
hacer realidad la paz, ya que una nueva 
Constitución Política (1991), la expedición 
de una norma, o la firma de un acuerdo 
de paz, se insiste, no son suficientes, con 
estos instrumentos recién empieza el 
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El posconflicto: de una cultura
de violencia a una cultura de paz
cambio institucional y social, a manera de una “gran tarea 
de preparar al país para lo que se llama el post conflicto es 
decir todas aquellas dimensiones nuevas, énfasis nuevos, 
recursos nuevos, instituciones nuevas y mentalidad nue-
va” (https://bit.ly/2Uy70Fj, 2013).
No se puede tampoco pretender tomar un modelo de ex-
periencia exitosa de posconflicto de otras latitudes y apli-
carlo en su integridad al país, puesto que las experiencias 
internacionales en la terminación de conflictos de diversa 
índole aun cuando tengan elementos en común como se-
rían el tipo o modalidad del conflicto, la forma de su termi-
nación o los retos y desafíos que tuvieron que afrontar a 
posteriori, es claro que todas las experiencias de poscon-
flicto son distintas y no se encuentran casos idénticos en 
el mundo. Estas experiencias sirven solamente de ejemplo 
al momento de analizar el tema del posconflicto.
Es claro que el posconflicto es una etapa en la que no exis-
te un agenda particular a seguir o un término específico de 
duración, lo importante, es tener en cuenta que “prevenir 
que la violencia se reanude y crear una 
paz autosostenible son los dos desafíos 
primordiales a los que se ven enfrentadas 
las sociedades y los Estados en el con-
texto posconflicto” (Abello, 2006, p. 316), 
desafíos en los que se debe trabajar ar-
duamente, pero a distinto nivel, tanto por 
parte del Estado como de los ciudada-
nos, para que “el después de la violencia 
no se convierta tan fácilmente en el antes 
de la violencia” (Galtung, 1998, p. 13).
Es por esto que, con el posconflicto, sur-
ge “la tarea de restaurar la paz [la cual] 
es más difícil que antes del inicio de la 
violencia pues, los efectos visibles y no 
visibles dejados por la misma permane-
cen durante un largo período de tiempo” 
(Hueso, 2000, p. 139), tarea en la que se 
busca aplicar lo que Galtung (1998) de-
nominó las “3Rs” o la reconstrucción, la 
reconciliación y la resolución tras la vio-
lencia, en cuya obra del mismo nombre, 
señala lo siguiente:
La enorme complejidad de los pro-
blemas, peligros y oportunidades que 
emergen de la violencia en general, y de 
la guerra en particular, ha quedado re-
ducida a tres ingredientes: reconstruc-
ción (tras la violencia), reconciliación (de 
Resolución
DE CONFLICTOS
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El posconflicto: de una cultura
de violencia a una cultura de paz
las partes) y, más que nunca, resolución (del conflicto subyacente). Cada uno es un universo en sí mismo con su 
propia complejidad (p. 109).
Como bien lo indica Fisas (2011), “toca reconstruir lo destruido, lo material y lo inmaterial. De ahí que du-
rante unos años se hable de etapa de reconstrucción posbélica, en la que hay que trabajar al menos en 
ocho áreas” (p. 51) las cuales se presentan de forma esquemática en la siguiente figura.
Figura 1. Áreas a intervenir durante el posconflicto. Fuente: elaboración propia a partir de Fisas (2011, 
pp. 51-52). 
Las áreas así descritas deben tener unos mínimos de intervención del Estado, puesto que pueden ser 
muchas más las áreas a trabajar durante el posconflicto. Colombia, como todo país que firma un acuerdo 
Posconflicto
Apoyo 
democratización y 
modernización del 
Estado, sectores:
* Judicial
* Seguridad
* Electoral
* Educativo
Fortalecimiento 
proceso de paz:
* Verificación
acuerdos.
* Creación
Comisionado de
paz y Comisiones
de la Verdad
Desarme, 
desmovilización 
y reintegración:
* Asistencia.
* Capacitación.
* Educación.
Vigilancia, 
educación y difusión 
de los DD. HH. 
* Fortalecimiento
institucional.
* Creación tribunales
especializados.
Desmilitarización:
* Desminado.
* Reducción
FF. MM. -
formación
excombatientes.
Apoyo a retornos 
desplazados: 
* Asistencia
humanitaria,
alimentaria y
sanitaria.
* Reasentamientos.
Rehabilitación y 
reconstrucción 
de zonas 
dañadas.
Apoyo a los 
heridos y a 
familias de 
víctimas.
Resolución
DE CONFLICTOS
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El posconflicto: de una cultura
de violencia a una cultura de paz
de paz, podrá presentar dificultades en el momento de 
abordar cada una de dichas áreas, ya que:
… sin excepción, todos los países que firman un acuerdo
han de hacer frente a toda una serie de dificultades polí-
ticas, económicas y sociales y, en virtud de la superación 
de estas dificultades, podrá hablarse de una auténtica 
superación del conflicto original (Fisas, 2011, p. 52). 
Dificultades en la instauración de la paz 
que de alguna manera serán normales, 
la paz no puede ser entendida como la 
mera ausencia de guerra o la terminación 
de un conflicto armado, sino de muchas 
otras formas: como valor supremo, como 
principio constitucional, pero también 
como derecho y comodeber ciudadano.
Resolución
DE CONFLICTOS
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El posconflicto: de una cultura
de violencia a una cultura de paz
Tema 2
De una 
cultura de 
violencia a una 
cultura de paz
De forma amplia la cultura de paz ha sido definida por las Naciones Uni-
das (1999) como un “conjunto de valores, actitudes, tradiciones, com-
portamientos y estilos de vida basados”, entre otros en el respeto, la 
promoción, la práctica o en la adhesión a valores supremos como serían 
entre otros: 
Resolución
DE CONFLICTOS
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El posconflicto: de una cultura
de violencia a una cultura de paz
• La vida.
• El fin de la violencia –entendida como la no violencia
por medio de la educación, el diálogo y la cooperación-.
• Los derechos humanos y las libertades fundamentales.
• El arreglo pacífico de los conflictos.
• La satisfacción del desarrollo y protección del medioam-
biente de las generaciones presentes y futuras.
• La igualdad de derechos y oportunidades de muje-
res y hombres.
• La justicia, democracia, tolerancia, solidaridad, coo-
peración, pluralismo, diversidad cultural, diálogo y
entendimiento a todos los niveles de la sociedad y
entre las naciones.
De acuerdo con esta misma Declaración de las Naciones 
Unidas (1999), el logro efectivo de una cultura de paz solo 
es posible con el concurso del compromiso, los esfuerzos 
y el actuar tanto del gobierno como de la sociedad civil. 
Este último aspecto es muy importante en 
toda sociedad de posconflicto, como es el 
caso de Colombia, por cuanto ante mayor:
… participación de la sociedad civil,
mayor sostenibilidad tiene el proceso. 
La gente se acerca a un acuerdo como 
un punto final, pero el acuerdo es una 
puerta que abre un espacio nuevo. Un 
espacio conflictivo y de transforma-
ción. El cambio no se puede imple-
mentar de arriba abajo, desde una 
mesa en Cuba a los territorios en Co-
lombia. No es así. Se requiere una ro-
busta participación de la sociedad 
(Lederach, 2016).
Hablar de posconflicto significa, necesaria-
mente, pasar de una marcada cultura de 
violencia a una nueva cultura de paz, lo que 
puede tomar varios años, incluso décadas, 
Resolución
DE CONFLICTOS
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El posconflicto: de una cultura
de violencia a una cultura de paz
en la medida que se trata de reconstruir tejido social en so-
ciedades que han tenido una larga y cruenta historia de con-
flictos internos y en los que se incluye a Colombia.
El proceso de cambio –de una cultura de violencia a una 
paz- es per se lento, debido al fuerte arraigo que se gene-
ra en el imaginario colectivo de algunos elementos que 
facilitan, estimulan y coadyuvan la cultura de violencia, 
como los mencionados por Fisas (1998, p. 2), y que se 
enlistan a continuación.
• El patriarcado y la mística de la masculinidad.
• La búsqueda del liderazgo, el poder y el dominio.
• La incapacidad para resolver pacíficamente los 
conflictos.
• El economicismo generador de desintegración social 
y su principio de competitividad.
• El militarismo y el monopolio de la violencia por parte 
de los Estados.
• Los intereses de las grandes potencias.
• Las ideologías exclusivistas y las 
interpretaciones religiosas, que per-
miten matar a otras personas.
• El etnocentrismo y la ignorancia 
cultural.
• La deshumanización (la considera-
ción de otros seres humanos como 
‘objetos’).
• El mantenimiento de estructuras que 
perpetúan la injusticia y la falta de 
oportunidades y de participación.
 
Debido a la presencia de los anteriores ele-
mentos al interior de la sociedad, el cambio 
de una cultura de violencia a una de paz se 
hace más difícil –aunque no imposible- de 
lograr, requiriendo por tanto de la conjun-
ción de esfuerzos para su consecución.
Resolución
DE CONFLICTOS
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El posconflicto: de una cultura
de violencia a una cultura de paz
La construcción de una verdadera cultura de paz, requiere 
entonces de “un cambio de paradigma, cultural, mental y 
político” (Fisas, 2006, p.14), lo cual solo se logra, se insiste, 
si convergen diversos sectores: público y privado, la empre-
sa y la academia, la familia y la sociedad. Esto lo evidencia 
Fisas (2006), en los siguientes términos.
La cultura de la violencia desarrollada inevitablemente du-
rante el período de conflicto, lleva a penetrar y permeabili-
zar de tal modo la vida política y cultural de la sociedad 
que luego, ya iniciando el período de paz, se manifiesta 
como un permanente obstáculo para cumplir con los pun-
tos de la agenda de la reconstrucción. De ahí que surja el 
empeño de difundir y construir una nueva cultura de paz, 
como expresión de las necesidades de diálogo, coopera-
ción, empatía, responsabilidad, equidad y justicia, princi-
pios todos ellos que a su vez habrán de impregnar la nue-
va vida política, social, económica y cultural. Todo esto ha 
de construirse a partir de la creación de estructuras de 
reconciliación, del fomento de iniciativas ciudadanas y de 
un intenso trabajo en las escuelas (p. 123). 
De acuerdo con lo anterior, pasar de una 
cultura de la violencia con fuerte arraigo 
en todos los ámbitos de la sociedad y no 
solo en el marco de un escenario de con-
flicto armado, a una cultura de no violen-
cia o de paz, no es un proceso fácil o ins-
tantáneo como podría creerse. 
Ese clic en el pensar y en el actuar ciuda-
dano no ocurre de la noche a la mañana, 
como lo indica Fisas (2006). Es un largo, 
constante y costoso esfuerzo de varios 
sectores, y no únicamente del Estado, 
comenzando por el trabajo en las escue-
las, es decir, una apuesta por el cambio 
en las nuevas generaciones.
Al tratarse entonces de un proceso, la 
construcción de una cultura de paz re-
quiere de unas etapas o pasos a seguir 
con el fin de lograr la erradicación de la 
cultura violenta. A continuación, se pre-
sentan de forma esquemática dichos pa-
sos, los que involucran, además, diversos 
actores y no solo al Estado.
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DE CONFLICTOS
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El posconflicto: de una cultura
de violencia a una cultura de paz
Figura 2. Construcción de una cultura de paz y noviolencia. Fuente: Coordinadora Gesto por la Paz de 
Euskal Herria (2000). 
Erradicación
de la cultura de la violencia 
Desarrollo
de una cultura de paz
Bandos
Etiquetas
Uso o justificación 
de la violencia
Posturas erradas: en posesión 
de la "verdad absoluta”
Imagen de enemigo/a
Indiferencia
Doble moral: los derechos se 
exigen para mí o para mi 
grupo, no para los/as demás
Cultura de chales adosados: 
convivo contigo porque no 
tengo más remedio, te "tolero", 
pero no me interesan ni tu vida 
ni tus problemas
No violencia
Inconformismo
Solidaridad con las 
víctimas
Cultura del diálogo: buscar 
puntos de encuentro
Respeto a la vida y a la 
integridad de las personas 
La diversidad como 
riqueza.
Aceptación de la 
pluralidad 
Respeto para quienes 
piensan distinto
Dignidad de cualquier 
persona 
Carácter universal de 
los DD. HH.
Agentes
* Las instituciones. 
* Los partidos políticos. 
* Los medios de comunicación. 
* La escuela. 
* La familia. 
* La iglesia. 
* Las asociaciones y movimientos sociales. 
* Los líderes deportivos y culturales.
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DE CONFLICTOS
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El posconflicto: de una cultura
de violencia a una cultura de paz
La anterior figura parte de la base de que “la violencia es 
algo cultural, adquirido, creado, y que hay que potenciar 
unos nuevos valores que puedan contrarrestar y transfor-
mar esa realidad” (Coordinadora Gesto por la Paz de Euskal 
Herria, 2000, p. 5), por tanto, enfatiza en un elemento clave 
en el cambio en toda sociedad: la educación. En este caso, 
la educación para la paz en clave de derechos humanos. 
Esta valiosa herramienta –la educación- es la que final-
mente permitirá la transformación de los valores y cambio 
de paradigmas, en la medida que es en la escuela y en la 
donde se aprenden y aprehenden comportamientos fren-
te a la violencia o frente a la paz.
En el contexto colombiano, y a partirde la firma del Acuer-
do de Paz, realizada el 24 de noviembre del 2016, recién 
comienza la familiarización con las expresiones “cultura de 
paz” y “cultura de reconciliación”. 
Después de esta firma, vienen dos etapas. Una inicial que 
podrá denominarse de transición o de adecuación nor-
mativa e institucional, en la que todo el Estado revisa y 
modifica los criterios y procedimientos institucionales para 
adecuarlos a la nueva realidad postacuerdo, etapa por la 
que actualmente atraviesa el país.
Una segunda etapa, que se denominaría de normalización 
para “superar las condiciones estructurales detonantes de 
violencia, [que tendrá como] oportunidades: fomentar la cul-
tura de paz y de reconciliación. Tramitar pacíficamente con-
flictos entre sectores sociales” (FIP, 2017). 
Así, a nivel normativo, se expidió el De-
creto-Ley 885 del 26 de mayo del 2017, 
por medio del cual se modifica la Ley 434 
de 1998 y se crea el Consejo Nacional de 
paz, Reconciliación y Convivencia, que 
define la política de paz como una polí-
tica de Estado que debe trascender los 
gobiernos con el fin de poder alcanzar los 
siguientes propósitos.
… avanzar en la construcción de una
cultura de reconciliación, convivencia, 
tolerancia y no estigmatización; pro-
mover un lenguaje y comportamiento 
de respeto y dignidad en el ejercicio 
de la política y la movilización social, y 
generar las condiciones para fortale-
cer el reconocimiento y la defensa de 
los derechos consagrados constitu-
cionalmente” (Art. 1º).
Aunque son muchas las funciones a car-
go de esta nueva entidad para el pos-
conflicto, una labor específica en el tema 
es la de diseñar y ejecutar “campañas 
de divulgación masiva de una cultura de 
paz, reconciliación, pluralismo y debate 
libre de ideas en desarrollo de la demo-
cracia” (Decreto Ley 1885 del 2017, Art. 
6º, Num. 3º, Lit. i). 
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El posconflicto: de una cultura
de violencia a una cultura de paz
Glosario
A posteriori: expresión del latín que significa “posterior a”. 
Cuerpos colegiados: expresión con la que se denomi-
na a los órganos o instituciones que toman decisiones en 
conjunto o por una pluralidad de personas, es el caso de 
los tribunales de justicia o también de los consejos muni-
cipales o asambleas departamentales. 
Decreto-Ley: norma que se expide por parte del Presi-
dente de la República en ejercicio de las facultades extraor-
dinarias conferidas por el Congreso de la República con 
el fin de regular determinados temas y durante un tiempo 
igualmente determinado (que no supera los seis meses). 
Este tipo de norma tiene fuerza material de ley, es decir, 
con los mismos efectos de una ley a pesar de no serlo. 
Economicismo: forma de dar demasiada importancia a 
los temas económicos por encima de otros temas impor-
tantes para el país. 
Etnocentrismo: actitud o creencia de superioridad racial 
o étnica.
Paradigma: imaginario o pensamiento 
arraigados en la sociedad o en una cul-
tura determinada y que por lo general, 
resulta muy dificil de cambiar. Marcan las 
creencias de las personas. 
Per se: expresión del latín que significa 
“por sí mismo”. 
Reconciliación: se puede entender 
como la forma de resolver pacíficamen-
te los conflictos, pero también como un 
proceso de comprensión y acpetación 
del otro, sin cuestionar ni condicionar. 
Tácito: elemento implícito en otro y que 
no es necesario colocarlo de forma ex-
presa en un texto sino que, de la sola lec-
tura se desprende.
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El posconflicto: de una cultura
de violencia a una cultura de paz
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DE CONFLICTOS
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El posconflicto: de una cultura
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El posconflicto: de una cultura
de violencia a una cultura de paz
Unidad didáctica
Subdirección de Proyección Institucional -ESAP-
	Resumen de la unidad didáctica
	Palabras clave
	Competencia
	Generalidades del conflicto y del posconflicto colombiano
	De una
cultura de
violencia a una cultura de paz
	Glosario
	Lista de referencias

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