Logo Studenta

Ambigüedades sexuales -Sexuación y psicosis -Geneviève Morel pdf

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

AMBIGÜEDADES SEXUALES 
facebok.com/lacanempdf
GENEVIEVE MOREL 
Ambigüedades sexuales 
Sexuación y psicosis
MANANTIAL 
Buenos Aires 
facebok.com/lacanempdf
Título original: Ambigultés sexuelles. Sexuation et psychose.
© Ed. ANTHROPOS, 2000 
155.3 
MOR 
Traducción: Horacio Pons 
Diseño de tapa: Estudio R 
More!, Genevieve 
Ambigüedades sexuales : sexuación y psicosis. -
l'. ed. - lra reimp. - Buenos Aires : Manantial, 2012. 
280 p. : 24x15 cm. - (Estudios de psicoanálisis) 
Traducción de : Horacio Pons 
ISBN 987-500-070-1 
l. Título. - 1. Psicoanálisis. 2. Psicología Sexual.
3. Psicosis
Hecho el depósito que marca la ley 11. 723 
Impreso en la Argentina 
© 2002, Ediciones Manantial SRL de la traducción 
y de la edición en castellno. 
Avda. de Mayo 1365, 6º piso, 
(1085) Buenos Aires, Argentina 
Telefax: 54 11 4383-7350/4383-6059 
E-mail: info@emanantial.com.ar
www.emanantial.com.ar
ISBN: 987-500-070-1 
Impresos 1000 ejemplares en octubre de 2012 en 
Talleres Gráficos Leograf SRL, Rucci 408, 
Valentín Alsina, Buenos Aires, Argentina 
Derechos reservados 
Prohibida la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el al­
quiler, la transmisión o la transformación de este libro, en cualquier 
forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante 
fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y 
escrito del editor. Su infracción está penada por las leyes 11. 723 y 
25.446. 
A raíz de su constitución bisexual y su herencia cru­
zada, todos los individuos humanos poseen a la vez 
rasgos masculinos y rasgos femeninos, de manera que 
el contenido de las construcciones teóricas de la mas­
culinidad pura y la femineidad pura sigue siendo in­
cierto. 
s. FREUD,
"Algunas consecuencias psíquicas 
de la diferencia anatómica entre los sexos" 
(1925) 
No hay nada más vago que la pertenencia a uno de 
estos dos lados [ ... }. Es preciso, de todos modos, que 
me despegue de algo que es una[ ... ] suposición, la de 
que hay un sujeto masculino o femenino. Es una supo­
sición que, con toda evidencia, la experiencia hace in­
sostenible. 
J. LACAN,
Les non-dupes errent 
(15 de enero de 1974) 
ÍNDICE 
Introducción.................................................................................... 17 
Primera parte 
EL PSICOANALISIS Y LO REAL 
l. El sexo para la ciencia y para el psicoanálisis.............................. 25 
No hay relación sexual .................................................................... 26 
¿Quién es el padre de quién? ........................................................... 28 
La sexualidad de los lagartos........................................................... 31 
El campo del goce............................................................................ 32 
El real biológico .............................................. :............................... 35 
Lo real como imposible ................................................................... 37 
Un mito de la detumescencia y del nacimiento del lenguaje.............. 42 
La causa y la máscara ............... '. ... :.................................................. 43 
11. La reproducción y la muerte: el sujeto entre medicina
y psicoanálisis . . . .. .. .. .. .... . .. . .. .. .. ..... . ...... .......... ..... .. ... .. . .. .. .. .. .. .. .. .. 4 7 
El hijo como objeto a...................................................................... 47 
El hijo mártir y el hijo varón preferido....................................... 50 
Lo real, lo simbólico, lo imaginario y el "sínthoma" ............. 51 
La invención de una nueva relación: ser el hijo varón
preferido de un padre............................................................ 55 
La reproducción y el inconsciente.................................................... 5 6 
Lo que nos atrae sexualmente hacia otro.................................... 5 8 
10 ÍNDICE 
El sujeto y la muerte ....................................................................... . 
El punto supremo del goce ........................................................ . 
El entre-dós discursos de la medicina y el psicoanálisis .............. . 
Primer ejemplo: el hijo intercambiable .................................. . 
Segundo ejemplo: una repetición inexorable ......................... . 
Tercer ejemplo: "soy un pescado" ........................................ . 
Segunda parte 
LA DIFERENCIA DE LOS SEXOS 
III. Sexuación: el pensamiento clasificador no agota la cuestión ...... . 
Crítica del género ........................................................................... . 
Observaciones sobre una teoría antropológica de la diferencia 
sexual ............................................................................................. . Las oposiciones significantes y la diferencia de los sexos ........... . El semejante y el espejo ........................................................ . Lo diferente y el significante ................................................. . La diferencia de los sexos y la alteridad ................................ . Freud y el órgano genital femenino ....................................... . El nacimiento de la oposición significante, según Freud ........ . Las causas de la misoginia ......................................................... . ¿Superar el complejo de castración? ...................................... . El horror al Otro .................................................................. . Profesor de deseo ................................................................. . 
La diferencia anatómica y el saber .................................................. . Preguntas y respuestas ............................................................... . Comparación de dos mitos ................................................... . Percepción y verdad .................................................................. . Refutación del "todo fálico" infantil .................................... . La persistencia del falo de la madre ...................................... . El caso Sandy: la niña, su madre y el perro ................................ . Resumen de la observación ................................................... . Los momentos cruciales ....................................................... . U d. , . d l . ¡ . 2 ¿ n caso para zgmatzco e a neurosis 1emenma . ................. . El "tope último del pensamiento" es el fantasma ....................... . 
IV. Función fálica, función síntoma ................................................. . 
La sexuación, más allá de las identificaciones ................................. . 
Una sexuación centrada en el "malo" ....................................... .. 
Una clasificación sexual ........................... ,. .......................... .. 
60 
61 
65 
66 
67 
68 
75 
76 
78 
80 
80 
81 
83 
84 
85 
86 
86 
88 
89 
92 
93 
94 
95 
95 
96 
98 
98 
99 
101 
102 
105 
105 
106 
107 
ÍNDICE 
El equívoco del significante "malo" ...................................... . 
Jesús, el significante inclasificable ......................................... . 
La falta del falo .................................................................... . 
Labilidad de las identidades sexuales .................................... . 
La función fálica ............................................................................. . 
Tener el falo .............................................................................. . 
Ser el falo .................................................................................. . 
· Por qué la "frase con agujeros" de Frege? ................................ . 2 d l . , Valor positivo de la función fálica: gozar e a castraczon ..... . 
El falo como función proposicional ...................................... . 
Valor negativo de la función fálica: castración y renuncias ... . 
La función síntoma .......................................................................... 
El delirio de Schreber ................................................................ . 
"Pegan a un niño" ..................................................................... . 
El caso Maria: un destino, una frase .................................... ······· 
La expoliación originaria ..................................................... . 
Ferocidad ............................................................................. . 
Su matrimonio con el "señor" .............................................. . 
Comprar una casa ........................................................... · · ... . 
Escritura de la función síntoma ........................................ ····· 
Contingencia y determinismo ................................................ ···· · 
V. Anatomía analítica: los tres tiempos de la sexuación .................. . 
Los tres tiempos de la sexuación ..................................................... . 
La diferencia anatómica natural y el discurso sexual ................. . 
El error común sobre el falo ..................................... ············· 
·"No" psicótico o "sí" aporético? ........................................ . 2 La sexuación (o elección del sexo) ............................................. . 
¿Por qué dos sexos? .............................................................. . 
El lado hombre: "todo" y contradicción ............................... . 
El lado mujer: el "no-todo" contra la simetría ...................... . 
Una lectura contemporánea del tratado 
Sobre la interpretación .................................................... . 
Dominios psicoanalíticos del no-todo: la interpretación 
y la sexualidad femenina ..................................... ·· ····· ····· · 
El desdoblamiento del goce femenino ............................................. . 
. . f l , Mzrzam, rente a vaczo ............................................................. · · "Otro goce" y "goce del Otro" ..................... ; ........................... . 
Una figura de discurso del no-todo, el discordancia!.. ................ . 
El príncipe disfrazado ........................................................... . 
Obieción masculina y discordancia femenina ....................... . 
Retorno a la anntomía analítica ...................................................... . 
11 
107 
108 
109 
110 
110 
111 
112 
114 
115 
117 
119 
121 
125 
126 
128 
128 
129 
129 
130 
131 
133 
135 
136 
137 
138 
140 
141 
141 
144 
146 
147 
149 
152 
153 
155 
158 
159 
161 
162 
12 ÍNDICE 
VI. Sexos contradichos ................................................................... . 
El caso de lqallijuq: cuando el discurso contradice la naturaleza .... .. 
¿ Un tercer sexo? ....................................................................... .. 
Un caso de Fairbairn: las razones de un empuje-al-hombre ............. . 
Despertar sexual en el análisis .................................................. .. 
No tener vagina y desear un pene .............................................. . 
Un razonamiento anatómico ................................................ . 
u d .d ·¡· . n set e t entz1 zcaczones ..................................................... . 
Un caso "neutro" de Stoller ........................................................... .. 
De la necesidad de diferenciar tres momentos de la sexuacíón ....... .. 
Tercera parte 
SEXUACION Y PSICOSIS 
VII. El transexualismo y la clasificación sexual.. ............................. . 
Razones de un rechazo del órgano ................................................. .. 
Un caso de transexualismo femenino: una sexuación imaginaria .... .. 
Un encuentro, una imagen, una decisión ................................... . 
Matriz de la sexuación y trauma .......................................... .. 
El padre, la ley, la anatomía ..................................................... .. 
Miradas de mujeres ................................................................... ·. 
El amor, no el goce ................................................................... .. 
La prueba de amor por el pene ........................................ : ........ .. 
Travestismo, verdad, transferencia ........................................... .. 
Una realización imaginaria de la verdad .............................. .. 
"Parecer es ser" ......................................................................... . 
El travestismo como síntoma ............................................... .. 
Un caso de transexualismo masculino "contrariado": 
dos tipos de identificación sexuada ................................................ .. 
Desencadenamiento ................................................................... . 
Espejo femenino y aspiración viril ............................................. . 
La decisión de Sophie ................................................................ . 
El sueño del muro de Berlín ..................................................... .. 
Sueño de la mujer monstruosa ............................................. .. 
Sueño del volquete de basura ................................................ . 
Sueño del muro de Berlín ..................................................... . 
s - d l ·¡· . , uenos e c asz1 zcaczon ........................................................ .. 
L ºd ·¡· ., " l ·¡· d " a t entz1zcaczon c asz1zca ora .............................................. .. 
Tres modos de construcción de la sexuación en la psicosis .............. . 
165 
166 
167 
169 
170 
172 
173 
174 
176 
178 
183 
183 
188 
188 
189 
191 
192 
194 
195 
196 
197 
197 
199 
200 
202 
202 
203 
204 
205 
205 
205 
206 
207 
209 
ÍNDICE 
VIII. El empuje-a-la-mujer ...... � ...................................................... .. 
¿Cómo orientarse? .......................................................................... . 
Dos orientaciones del goce ........................................................ . 
Dos objeciones ......................................................................... .. 
El concepto del "empuje-a-la-mujer" ............................................. .. 
El seminario sobre "La carta robada": Lacan, Poe y 
Lévi-Strauss ...................................................................... ; ........ . 
La reina, fuera de la ley ........................................................ . 
La "cuestión preliminar": las palabras de Schreber ................... .. 
Entmannung y Verweiblichung ............................................. . 
"El atolondradicho": la "lógica" del empuje-a-la-mujer ............ . 
La inexistencia ..................................................................... . 
Un efecto sardónico .............................................................. . 
La irrupción de Un-padre .................................................... .. 
IX. Empuje-a-la-mujer y clínica de la sexuación ............................ .. 
El empuje-a-la-mujer contra el núcleo de identidad ·de género ......... . 
El derecho y el revés del empuje-a-la-mujer .................................... . 
El caso de Eisa: Atenea y Aracne o el empuje-a-la-mujer 
y la pulsión de muerte ............................................................... . 
Melancolía y paranoia ......................................................... .. 
La abolición del nombre propio .......................................... .. 
La pulsión de muerte ............................................................ . 
Un empuje-a-la-mujer muy localizado en un caso de esquizofrenia .. 
¡Fuego! ..................................................................................... .. 
Pasajes al acto en serie ......................................................... .. 
"Me hice un pelotudo de aire" .................. : .............................. .. 
Invertir el calor en frío .......................................................... 
Tres enunciaciones ............................................................... . 
Las mujeres y el sexo ............................................................ . 
Una feminización local que permite ser un hombre .............. .. 
Hacer sínthoma del empuje-a-la-mujer .......................................... .. 
Cartas de amor ......................................................................... .. 
El hombre ........................................................................... .. 
"Soy la de las cartas" ........................................................... . 
Divorciar la destinación y el goce ........................................ .. 
Los basamentos de un desdoblamiento de la vida amorosa ....... .. 
¿ Una niña pequeña? ............................................................ .. 
Un tirano doméstico ............................................................. . 
Lazos sociales ....................................................................... . 
El empuje-a-la mujer y la identificación sexuada ............................ . 
13 
211 
211 
213 
215 
217 
218 
218 
219 
219 
222 
223 
228 
230 
235 
235 
238 
239 
240 
241 
242 
243 
243 
244 
246 
246 
247 
248 
249 
250 
251 
252 
252 
254 
257 
257 
258 
258 
260 
14 ÍNDICE 
Conclusión ..................................................................................... . 
í d. r · d b n ice ana 1t1co y e nom res ......................................................... . 
Índice de casos clínicos ···································································· 
263 
269 
275 
AGRADECIMIENTOS 
En primer lugar, debo mencionar mi agradecimiento a los colegas con 
quienes discutí, en estos últimos tiempos, los temas abordados en este li­
bro: Franz Kaltenbeck, Diana Kamienny-Boczkowski, Brigitte Lemonnier, 
Lilia Mahjoub, Herbert Wachsberger y Fran<;;ois More!, así como a mis 
compañeros del seminario de investigación de Lille y de un cartel de París 
sobre la psicosis. Las observaciones de Mercedes Blanco, Marie-Christine 
Hamon y Darían Leader me incitaron a plantearme nuevas cuestiones y 
precisar ciertos puntos. La ayuda de Jean-Michel More!, que leyó el ma­
nuscrito con una atención crítica, ha sido invalorable. Beatrice Khiara y 
Lucile Charliac se ocuparon de manera sostenida de dar forma al texto. 
Michel Gardaz tuvo la amabilidad de incluir mi libro en su colección. La 
doctora Frani;oise Gorog me ayudó a enfrentarme a la psicosis en su servi­
cio del hospital Sainte-Anne. Por último, mi gratitud a los profesores Phi­
lippe-Jean Parquet y Michel Goudemand, así como al doctor Emmanuel 
Fleury por el trabajo clínico efectuado en el Centro Hospitalario Regional 
Universitario de Lille. 
INTRODUCCIÓN 
"No sé cómo ser una mujer, porque nadie me dio el modelo" (una mu­
jer de treinta años) . 
"Siempre sentí la nostalgia de no ser una mujer. Pero eso es lo que me 
permite ver, en contraste, que existe la elección de ser un hombre" (señor 
T., cincuenta años). 
"No me hago el hombre, lo soy porque sostengo todo en casa. Sin mí, 
el todo no existiría. Lo único que me falta para ser un hombre es un pito" 
(señora H., cincuenta años) . 
"Después, voy a ser un varón, así nunca voy a tener hijos" (Léa, cinco 
años, luego del nacimiento de su hermano). 
"Fui impotente durante diez años. Eso me ayudó a entablar comunica­
ción con las mujeres, porque estaba verdaderamente cerca de ellas" (señor 
B., treinta y cinco años). 
"Quiero dejar a las mujeres" (una joven homosexual). 
"Ser hombre era ser nada. Para mí, ser algo implicaba convertirme en 
mujer [ ... ] Antes, yo era hombre o mujer, podía cruzar la frontera entre 
los sexos. Cuando fui padre, ya no me resultó posible pasar de hombre a 
mujer y de mujer a hombre" (señor H., cuarenta años). 
Un psicoanalista se ve en la necesidad de escuchar esas palabras en el 
diván, pero también fuera de él. Así, las de una actriz que afirmaba que su 
papel preferido había sido el de "Orlando", de Virginia Woolf: le había 
encantado cambiar de sexo en escena. Otra, que encarnaba en la pantalla 
a un recluta femenino, explicaba sus sensaciones durante un rodaje que 
había puesto a prueba su cuerpo: estaban los hombres por un lado, las 
mujeres por el otro y además ella, sin clasificación. Un escritor transexual, 
autor de numerosas biografías de hombres célebres, decía, durante una en­
trevista, que quería "reconciliar los opuestos". "Él" había estado casado y 
1 8 INTRODUCCIÓN 
era padre de familia antes de operarse y "transformarse" en muj er. "Así 
-decía-, hombres y mujeres se sienten como en su casa conmigo; pertenez­
co a los dos grupos. " 
Estas afirma ciones son diversas. Algunas se refieren a la identidad se­
xual. Incertidumbre: "¿Soy hombre o muj er? " , que puede deslizarse hacia 
la perplej idad. Definición qué se sustrae indefinidamente: "¿Qué es una 
muj er? " , apertura a un desconcierto ante la ausencia de instrucciones que 
indiquen cómo serlo. Incapacidad: "No puedo ser un hombre", que causa 
a veces impotencia pero en la que se advierte el beneficio de una identifica­
ción con el otro sexo, a falta de una relación e incluso de un acto sexual 
posible. Negativa: "No quiero ser una muj er", entre los polos de la nega­
ción y el rechazo más radical: "Soy un hombre en el cuerpo de una mu­
jer". Deseo de pertenecer a una categoría aparte, excepcional, con humor 
o sin él: "Soy un ser sexualmente inclasificable". 
Algunos suj etos apuntan a un saber sobre lo que el otro sexo experi­
menta como inimaginable: el caso de Tiresias, 1 quien, tras ser sucesiva­
mente hombre, muj er y luego otra vez hombre, podía jactarse de ser quien 
más gozaba en el acto sexual. La cosa se extiende desde la actuación, el rol 
en el teatro,2 hasta los trastornos sexuales más graves. 
Otros aspiran a deshacer lo que Zeus, según dice Aristó fanes en el Ban­
quete,3 había realizado: cortar a los hombres en dos. "Reconciliar los 
opuestos" , reunir los dos en uno, ¿ no es acaso lo mismo? No sin ironía, 
pero eventualmente con la ayuda del escalpelo. Algunos, en efecto, sin de­
jar de confundir ser y parecer, exigen la metamorfosis en su propia carne. 
La técnica médica les hace la oferta4 y, si darnos crédito a las estadístic;as, 
cada vez son más quienes la aceptan. 
Ésta es la varied�d que quise estudiar con el título de " ambigüedades 
sexuales". En la lengua, la ambigüedad es el doble sentido del que deriva 
la incertidumbre y depende el enigma. Es el equívoco que, según Freud,5 
siempre alimenta el síntoma con dos significaciones opuestas. La ambigüe-
l. Ovidio, Les Métamorphoses, m, 300-330, París, Gallimard, 1992, col. "Fo­
lio", págs. 1 1 6-1 1 7 [traducción castellana: -Metamorfosis, Madrid, Consejo Supe­
rior de Investigaciones Científicas, 1988] . Cf también N. Loraux, Les Expériences 
de Ti1'ésias. Le fémini11 et l'homme grec, París, Gallimard, 1989. 
2. F. Regnault, "Pourquoi les hommes jouent-ils une femme sur le théiitre?", en 
Barca nº 4, Les Énigmes du masculin, Toulouse, Les parchemins du midi, mayo de 
1 975, págs. 19-41 . 
3 . Platón, Le Banquet, 1 8 9e-190b, París, Les Belles Lettres, 1976, pág. 3 1 [tra­
ducción castellana: Banquete, en Diálogos, Madrid, Gredos, 2000]. 
4. C. Chiland, Changer de sexe, París, Odile Jacob, 1997, pág. 36 [traducció.n 
castellana: Cambiar de sexo, Madrid, Biblioteca Nueva, 1 999]. 
5. S. Freud, "Les modes de formation de symptomes", en Introduction a la 
INTRODUCCIÓN 1 9 
dad provoca l a indecisión, siembra la duda. Es tentador deslizarse entre 
dos: no ser ni lo uno ni lo otro, ni hombre ni mujer. O bien creerse ambos, 
una combinación de hombre y mujer. Volvernos a encontrar esas posicio­
nes en las dos grandes neurosis freudianas, la histeria y la obsesión. 
También se puede querer pasar del otro lado, por un "cli c" , como di­
cen alg_unos transexuales, o bien continuamente, si uno cree haberse empa­pado siempre en el contrasentido desdesu nacimiento. Es posible, asimis­
mo, sentirse obligado por una fuerza, subyugado por una voluntad 
experimentada como exterior, ajena, pese a una resistencia íntima y encar­
nizada que se debilitará con el tiempo. Fue el caso del presidente S chre­
ber,6 transformado por el delirio, a su pesar, en muj er de Dios. 
La ambigüedad sexual puede ser imaginaria, como la femineidad acre­
centada del marimacho o el j uego unisex de la moda andrógina. Puede ser 
simbólica, cuando se convierte en la metáfora del síntoma histérico.7 Pue­
de ser real cuando es la sustancia de una convicción que quiere decidir di­
rectamente sobre el cuerpo, especialmente por medio de la cirugía, o que 
atormenta el espíritu con un delirio invasor. 
Frente a la complej idad de la ambigüedad sexual, ¿es pertinente res­
ponder en términos de género, esa noción gramatical de la oposición mas­
culino/femenino en la lengua? ¿Existe realmente una identidad definible 
como la "identidad de género", que se refiera al "ser mismo de la perso­
na" 8 y sea, en cierto modo, su sexo psíquico? "Uno representa un papel, 
uno es su identidad", dice en efecto Robert Stoller, al que debemos varios 
estudios sobre el transexualismo. ¿De qué "ser" se trata en la identidad de 
género? ¿Basta con creerse hombre o mujer para funcionar efectivamente 
como tal, frente al partenaire del otro sexo o del mismo? ¿Es razonable 
pensar la feminización forzada, en el caso S chreber, como el recubrimien­
to de un "núcleo de identidad de género" masculino por un delirio que es 
presuntamente una defensa contra el "conocimiento inalterable" de ser un 
psychanalyse ( 1916 ), París, Payot, 1995, col. "Petite Bibliotheque Payot", pág. 339 
[traducción castellana: "Los caminos de la formación de síntoma" , Conferencias 
de introducción al psicoanálisis, en Obras completas (en lo sucesivo OC), 24 volú­
menes, Buenos Aires, Amorrortu, 1 978- 1985, vol. 16, 1978]. 
6. D. P. Schreber, Mémoires d'un névropathe, traducción de P. Duquenne y N. 
Seis, París, Seuil, 197 5 [traducción castellana: Memorias de un enfermo nervioso 
Buenos Aires, Perfil, 1 999]. 
' 
7. La identificación con la virilidad impotente de la enuresis infantil de la Dora 
de Freud, por ejemplo. Cf. S. Freud, "Fragment d'une analyse d'hystérie (Dora)" 
( 1 905 ), en Cinq psychanalyses, París, PUF, 1 954, pág. 53 [traducción castellana: 
Fragmento de análisis de un caso de histeria, en OC, vol. 7, 1978]. 
8. R. J. Stoller, Masculi11 ou féminin?, traducción de Y. Noizet y C. Chiland, 
París, PUF, 1 989, ¡:,4¡. 2 1 , 
20 INTRODUCCIÓN 
varón?9 ¿Qué motivaría entonces una defensa tan . . . exitosa? Las teorías 
del género, cualquiera sea el interés de las investigaciones clínicas que pro­
dujeron, son conceptualmente insuficientes y están "al costado" de lo que 
se deduce de la práctica del psicoanáli sis. He tratado de decir por qué y de 
proponer una alternativa. 
Hay demasiada ambigüedad sexual, y en demasiadas personas, para 
que sea defendible postular un "núcleo de identidad de género", aun cuan­
do se afirme que está recubierto por esas ambigüedades, por tal razón se­
cundarias. Yo preferí plantear que la ambigüedad sexual es fundamental. 
Al hacerlo, habría podido aproximarme a la famosa bisexualidad freudia­
na. Pero esta teoría, cuya paternidad reivindicaba Fliess, está calcada sobre 
un modelo anatómico por el que Freud no se dejaba engañar. Ya en 
190510 decía no saber en qué consistía esa "predisposición bisexual" , 
"más allá de la conformación anatómica" , y remitía al lector al desarrollo 
de la pulsión sexual. Lo confirmó en 1 929: 1 1 "La teoría de la bisexualidad 
es aún muy oscura, y en psicoanálisis debemos considerar como una grave 
laguna la imposibilidad de asociarla a la teoría de las pulsiones" . 12 Allí 
donde la gender theory (teoría de la identidad de género) nos dirige hoy 
hacia las identificaciones, Freud nos guiaba, entonces, hacia la pulsión y 
sus vicisitudes, más que hacia la bisexualidad. 
Si a los �eres humanos les cuesta tanto orientarse en lo que se refiere a 
la sexuación, sí les es tan difícil alinearse del lado hombre o del lado mu­
jer, ¿ no hay que suponer en el íníciol 3 un vacío real y no un núcleo de 
identidad? 
Un vacío que Freud postula cuando afirma que no existe pulsión feme­
nina sino una sola libido, de naturaleza masculina, 14 o cuando sitúa el falo 
9. R. J. Stoller, Recherches sur l'identité sexuelle, París, Gallimard, 1978, pág. 
68. 
10. S. Freud, Trois essais sur la théorie sexuelle ( 1905), París, Gallimard, 1987, 
pág. 49 [traducción castellana: Tres ensayos de teoría sexual, en OC, vol. 7, 
1978]. 
11. S. Freud, Malaise dans la civilisation ( 1929), París, PUF, 1971 [traducción 
castellana: El malestar en la cultura, en oc; vol. 21, 1979]. 
12. El término alemán es Trieblehre, que debe traducirse como "teoría de las 
pulsiones" y no de los instintos. Cf. S. Freud, "Das Unbehagen in der Kultur", en 
Gesammelte Werke, Werke aus den Jahren 1 925-1 931 , Francfort, S. Fischer Ver­
lag, 1976, pág. 466. 
1 3. Esta expresión debe tomarse en un sentido mítico o lógico, más que crono­
lógico. 
14. S. Freud, Trois essais . . . , op. cit., pág. 161 . Cf. también "Sur la sexualité fé­
minine" ( 1 931 ), en La Vie sexuelle, París, PUF, 1969, págs. 150-152 [traducción 
castellana: "Sobre la sexualidad femenina ", en OC, vol. 21, 1 979]. 
INTRODUCCIÓN 21 
Y el complejo de castración en el centro de la vida sexual, tanto de los va­
rones como de las niñas. 
Lacan formula ese vacío, esa ausencia, mediante aforismos: "No hay 
relación sexual" , "La mujer no existe". Subraya la misma disimetría que 
Freud, al plantear que el falo es la única referencia para los dos sexos en el 
inconsciente. El falo sería debido a ello el pivote mismo de la ambigüedad 
sexual. 
Dos sexos anatómicos, pero un solo principio del sexo en el inconscien­
te,, el fa lo, que �¡ sujeto, por otra parte, puede rechazar; una pulsión ciega, acefala, que exige constantemente una satisfacción. En efecto, al contrario 
de la abstinencia sexual, la abstinencia pulsional no existe. Tenemos así 
sentadas las bases de la ambigüedad sexual. 
Si el sujeto no tiene un "núcleo de identi dad de género", ¿cómo sale de 
esa ambigüedad? Por lo demás, ¿ sale siempre? ¿Cuál es el papel, en su se­
xuación de hombre o mujer, de las determinaciones que pesan sobre él: 
anatomía, biología, fisiología, pero también discurso circundante, familiar 
social, educativo? ¿Hay también lugar para una o más elecciones incons� 
cientes? Si es así, ¿ a qué se referirán: al yo, a las identi ficaciones del suje­
to, a sus objetos sexuales, a sus modos de satisfacción pulsíonal? Sí dichas 
elecciones existen, ¿pueden modificarse? ¿Cómo? 
La primera parte de este libro delimita el campo psicoanalítico de la se­
xualidad. En ella mostramos cómo el lenguaje opone un obstáculo a la re­
lación sexual, al confrontar a los seres humanos con un real específico, el 
goce. Desde allí deben repensarse la muerte, la reproducción, el cuerpo, 
que cobran un valor muy distinto del que tienen en la biología. Una "psí­
copatología" de la actualidad y una clínica en los límites del psicoaná lisis 
y la medicina sostienen ese recorrido. 
La segunda parte se consagra a la diferencia de los sexos. Creerse hom­
bre o mujer, aunque sea inconscientemente, ¿ equi�ale a serlo? ¿Bastan las 
identificaciones para determinar la sexuaci ón? La clínica responde estas 
preguntas oponiéndoles el desmentido de lo real. El estudio de teorías con­
temporáneas ( la gender theory y una teoría antropológica derivada del es­
tructuralismo) muestra el punto de tope de todas las clasificaciones sexua­
les: éstas dejan escapar la otredad al reducirla a un sistema de oposiciones 
significantes. Freud ya lo había comprobado al descubrir la incapacidad de 
las teorías sexuales infantiles para aprehender la feminei dad; pero, ¿no so­
brestimaba la importancia de )a diferencia anatómica y el valor del falo 
para el niño de ambos sexos?Un estudio de la misoginia y una relativiza­
ción de la importancia de la observación de la diferencia anatómica para el 
niño especifican esta problemá tica. Como tengo más confianza en los 
ejemplos que en las definiciones para introducir los conceptos necesarios, 
multipliqué los primeros sin omitir, empero, las segundas y sus fuentes. La 
discusión de estos puntos lleva a plantear diferentes " funciones de goce", 
22 INTRODUCCIÓN 
en especial la función fálica y la función síntoma. Tras los pasos de Lacan, 
propongo para ellas una formalización simple y clínicamente útil para la 
neurosis y la psicosis. Construyo luego una teoría de la sexuación en tres 
momentos lógicos articulados alrededor de la función fálica, que tiene en 
cuenta la anatomía y el medio ambiente simbólico y social, a la vez que 
preserva la parte de elección del sujeto. La decisión de ser hombre o mujer 
se arraiga entonces en sus modos de goce. Esta teoría es, a mi juicio, más 
coherente y más cercana a la experiencia clínica que la oposición de lo in­
nato y lo adquirido, denunciada ya en 1905 por Freud, y que volvemos a 
encontrar apenas disfrazada en el debate contemporáneo entre los partida­
rios de la "social construction" y los del "todo biológico". La teoría es 
puesta a prueba por los casos de personas a quienes su entorno declaró de 
un sexo y más tarde del otro. 
La tercera parte, titulada "Sexuación y psicosis " , somete esta teoría a 
la prueba de la práctica analítica en el campo de las psicosis, previamente 
delimitado. Contiene lo que me incitó a iniciar esta investigación: seis cu­
ras analíticas que fueron una mina de preguntas con algunas respuestas. 
¿Qué sucede si un sujeto no dispone de la función fálica para orientarse en 
el campo de la sexualidad? ¿En qué puede apoyarse, cuando Nombre-del­
Padre y función fálica están forcluidos para él? Los transexuales quieren 
ser del otro sexo y no retroceden frente a modificaciones corporales a ve­
ces irreversibles. Pero, ¿ no es más bien la función fálica lo que rechazan, 
como lo sugiere Lacan en un debate con Stoller? El análisis de casos de 
ambos sexos muestra la importancia de ciertas identificaciones precoces, 
ancladas en el deseo materno. Sin embargo, un sujeto transexual puede en­
contrar en el análisis otras soluciones que una operación mutiladora al 
problema de su sexuación (travestismo, identificación "clasificadora " ) . La 
comprobación de que el amor por una mujer es aquí determinante nos in­
duce a estudiar el concepto lacaniano del "empuje-a-la-mujer " . A veces 
fuente de ambigüedad sexual, a menudo mortífera, sus múltiples facetas se 
ponen en perspectiva en la dinámica transferencia! de la cura analítica del 
suj eto psicótico: se deduce de ello la solución singular inventada por cada 
uno al problema de su sexuación, así como nuevas perspectivas para el 
tratamiento de la ambigüedad sexual por la palabra. 
Primera parte 
EL PSICOANÁLISIS Y LO REAL 
I 
EL SEXO PARA LA CIENCIA 
Y PARA EL PSICOANÁLISIS 
El psicoanálisis afirma la existencia de un real que no es el de la cien­
cia, y que le es específico. Mientras que Freud planteaba, en una de sus 
conferencias de 19 32, 1 que " [ el psicoanálisis] es una parte de la ciencia y 
puede asociarse a la Weltanschauung [ concepción del mundo] científica" , 
Lacan nos invitaría más bien a considerar como irreductible l a hiancia en­
tre lo real de la ciencia y el o los reales (porque es preferible hablar en plu­
ral) del psicoanálisis. 
Describamos brevemente esta oposición. La ciencia descubre un saber 
en lo real, del que deduce leyes con alcance universal. Éstas permiten al 
científico predecir lo que ocurre en lo real, con la condición de efectuar las 
experiencias adecuadas. Así, Newton escribe la ley de la gravitación y lo 
real la obedece, hasta cierto punto. Gracias a ella, por otra parte, podemos 
fabricar nuevos objetos: satélites, por ejemplo. Ciertas "experiencias de 
pensamiento" descriptas por Einstein, que no podían realizarse técnica­
mente en su época, confirman hoy por sus resultados las previsiones más 
asombrosas de la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica.2 
1 . S. Freud, "Sur une Weltanschauung", en Nouvelles conférences d'introduc­
tion a la psychanalyse, París, Gailimard, 1984, pág. 243 [traducción castellana: 
"En torno de una cosmovisión", Nuevas conferencias de introducción al psicoaná­
lisis, en OC, vol. 22, 1979] . 
2. Por ejemplo, la paradoja de Einstein-Podolsky-Rosen, imaginada por el pri­
mero en 1930. La acción de un individuo A, que determina la identidad de una 
partícula, determina también la identidad de otra partícula en B, a cierta distancia. 
En 19 82, el físico Alain A1pect intentó la experiencia con éxito, y recientemente se 
1·epiti6 con una di1t1111ci1 de diez kilómetros entre A y B; cf. Le Monde, 15 de di· 
26 EL PSICOANÁLISIS Y LO REAL 
¿Cómo definir lo real para la ciencia ? No ignoramos que el tema es ob­
jeto de debates que están fuera del campo de nuestro estudio. Si bien exis­
te, desde luego, el real en el cual funcionan las leyes científicas, señalemos 
únicamente que es el mismo en que algunas. de ellas encuentran su límite: 
observaciones finas de los astros contradijeron en un momento dado la ley 
de la gravitación. La ley funciona en lo real , pero puede chocar en ese 
marco con obstáculos desencadenantes de crisis científicas cuya resolución 
coincide con el avance de la teoría o su cambio. Por lo tanto, podríamos 
definir lo real en la ciencia como lo que se resiste al estado actual del sa­
ber, lo que obliga a buscar nuevas leyes. Lo real sería entonces lo imposi­
ble de saber. Habría que diferenciar en él lo que incumbe a lo todavía im­
posible de saber ( los futuros descubrimientos en el marco de una teoría 
existente) y lo que compete a un imposible definitivo para una teoría dada. 
Así, desde el punto de vista de la mecánica clásica, cabría esperar que fue­
ra posible determinar simultáneamente la posición y la velocidad de una 
partícula. Ahora bien, diversas experiencias muestran que no es así.3 Pero 
este imposible es relativo a la mecánica clásica, que no permite una con­
cepción correcta de las partículas elementales. El problema se resuelve en 
la mecánica cuántica, en la que las partículas no poseen al mismo tiempo 
esos dos atributos: una posición y una velocidad. "La excepción somete a 
prueba la regla" ,4 dice el físico Richard Feynman. Una experiencia que in­
valida una regla y pone de manifiesto un imposible de saber incita al cien­
tífico a inventar una nueva teoría que lo integre. La diferencia entre estas 
dos subcategorías ( lo todavía imposible de saber y lo imposible definitivo) , 
en consecuencia, no es fácil de establecer y constituye el objeto de contro­
versias científicas. 
NO HA Y RELACIÓN SEXUAL 
Para el psicoanálisis, la situación es diferente e incluso opuesta. En él 
no existen leyes universales, deducidas de la experiencia, que permitan pre­
decir con certeza qué le sucederá a un sujeto puesto en tal o cual coyuntu-
ciembre de 1 982 y 1 8 de diciembre de 1 997 (referencias comunicadas por Helmut 
Kirchner, durante una conferencia en Lille sobre la identidad en física) . 
3 . E. Klein, "Le príncipe de Heisenberg" , en La Physique quantique, París, Do­
minos-Flammarion, 1 986, págs. 34-38 . 
4. "The exception tests the rule". R. P. Feynman, The Meaning of It Al/. 
Thoughts of a Citizen-Scientist ( 1 963) , Reading, Massachusetts, Addison-Wesley, 
1 998, pág. 1 5 [traducción castellana: Qué significa todo eso: r1fl11xic111es de un cien­
tífico-ciudadano, Barcelona, Crítica, 1999]. 
EL SEXO PARA LA CIENCIA Y PARA EL PSICOANÁLISIS 2 7 
ra. En cambio, un saber acumulado por la tradición psicoanalítica descri­
be las estructuras clínicas y sus rasgos diferenciales, el desarrollo tipo de 
un análisis, la sexualidad infantil , etc. También hay un saber singular, el 
del caso clínico, pero no precede la experiencia de la cura psicoanalítica. 
Por esoFreud aconsejaba al profesional que olvidara todo lo que sabía an­
tes de escuchar a un nuevo paciente. El aforismo de Lacan: "No hay rela­
ción sexual" , s debe entenderse así: no hay equivalente psicoanalítico de la 
ley de Newton; no se puede escribir la ley psicoanalítica de la atracción de 
los seres humanos. Es cierto, hombres y mujeres tienen "relaciones" se­
xuales, en el sentido habitual de la expresión, pero el psicoanálisis no pue­
de escribir la ley universal de esa relación ni dar sus reglas, porque no exis­
ten. En su lugar, cada uno inventa una especie de bricolaje que funciona 
más o menos bien. Es verdad que del fracaso o el éxito contingente -gra­
cias al amor,6 por ejemplo- del lazo con el partenaire sexual se deduce un 
vasto saber psicoanalítico. Pero éste no reemplaza lo que sería la escritura 
universal de una ley que brindara una especie de " instrucciones de uso" de 
la relación con ese partenaire. La etología describe esas reglas para el aco­
plamiento de los animales, cuyo instinto no está desnaturalizado por el 
lenguaje. Si así fuera en el caso de los seres humanos, ¡apostamos que el 
psicoanálisis sería inútil! Lo real, en el psicoanálisis, es ante todo la ausen­
cia de esa escritura de la relación sexual y las consecuencias de esa falta 
para cada uno. Lo imposible de saber, por ende, no tiene en absoluto el 
mismo sentido que en la ciencia, en la que se trata de encontrar leyes que 
funcionen universalmente. 
El desfasaje entre real de la ciencia y real del psicoanálisis es muy sen­
sible en lo que se refiere al sexo. La biología se consagra a describir justa­
mente las células sexuales masculinas y femeninas y su estructura genética, 
y establece las condiciones de la fecundación. En su caso, lo real, si lo de­
finimos sumariamente como lo imposible de saber, la induce a afinar cada 
vez más una escritura genética: para descubrir nuevos genes, para reducir 
todos los casos de ambigüedad sexual gracias al examen del genotipo, etc. 
La etología y la biología, una por la observación de las señales sexuales del 
acoplamiento, la otra por el establecimiento de escrituras genéticas, subor­
dinan el sexo a la reproducción y realizan, cada una en su dominio, una 
especie de escritura de la relación sexual. Pero ésta es letra muerta para el 
inconsciente. 
En el campo del psicoanálisis, comprobamos que el inconsciente tiene 
S. J. Lacan, "L'Étourdit", en Scilicet nº 4, París, Seuil, 1973, pág. 1 1 [traducción 
castellana: "El atolondradicho" , en Escansión nº 1 , Buenos Aires, Paidós, 1984]. 
6 . Cf. D. Leader, A quoi penses-tu?, París, Odile Jacob, 1996, y Les Promesses 
des amants. Soxe, amm1r < 'I fid"ité, París, Odile Jacob, 1 999. 
28 EL PSICOANÁLISIS Y LO REAL 
una dificultad estructural para responder a la excitación y las sensaciones 
corporales que desbordan al sujeto desde la infancia. Sabemos también 
que el sexo llega al niño en la forma de preguntas acuciantes, en principio 
conscientes y luego inconscientes, para las que tendrá que encontrar res­
puestas. Ése es el núcleo de la neurosis infantil: ¿cómo se hacen los niños ? 
¿ Cómo vine al mundo? ¿Cuál es la diferencia entre las chicas y los varo­
nes ? Las impasses del sexo en el ser hablante provienen del hecho de que 
en el inconsciente el sexo sólo se aborda por medio del lenguaje, y no de la 
unión de los gametos sexuales. De tal modo, se pueden oponer muy sim­
plemente la escritura de la relación sexual en el campo de la ciencia (biolo­
gía y etología ) y su no escritura en el campo del psicoanálisis como dos 
reales distintos; sólo el segundo tiene que tener en cuenta al primero, 
mientras que, por el momento, la recíproca no es verdadera.7 
¿QUIÉN ES EL PADRE DE QUIÉN? . 
El desfasaje entre esos dos reales se aprehende como límite en la prácti­
ca del psicoanalista. Pero también puede estimularlo, al enfrentarlo a des­
cubrimientos científicos que no debe ignorar: desde hace años se puede sa­
ber, de manera científicamente segura, quién es el padre de quién. Así, la 
máxima latina pater semper incertus (el padre es siempre incierto), citada 
por Freud, se bate en retirada por obra de la ciencia. El caso Montand, a 
fines de 1997, lo demostró: se puede hacer "hablar" al genotipo de un 
muerto y "obligar" eventualmente a éste a un "reconocimiento" jurídico 
de paternidad póstuma. La antigua noción del reconocimiento por el pa­
dre, que era una especie de adopción e implicaba por lo tanto su palabra, 
es sustituida por un procedimiento en que ya no hace falta palabra alguna, 
cosa mucho más notoria cuando se trata de un muerto. Advertimos de tal 
modo la distancia con respecto a Freud, para quien el padre muerto era 
promovido a padre de la ley. Es cierto que, gracias a Lacan, desde enton­
ces los psicoanalistas relativizaron e incluso criticaron esta concepción 
freudiana del padre, en beneficio de una noción más utilitarista (¿para qué 
sirve un padre? ) . El caso Montand no deja de ser por ello un signo de la 
pérdida de valor del "padre muerto" freudiano. Corresponde al psicoaná­
lisis, sin embargo, afirmar en primer lugar la no equivalencia de un "reco-
7. Sobre la ambición del psicoanálisis en cuanto a la consideración científica, 
cf J. Lacan, "La science et la vérité" ( 1966), en Écrits, París, Seuil, 1966, pág. 874 
[traducción castellana: "La ciencia y la verdad", en Escritos 2, 10" edición, Méxi­
co, Siglo xxr, 1984], y "Note aux Italiens" ( 1973) , en Omicarf nº 25, París, Na­
varin, 1982. 
EL SEXO PARA LA CIENCIA Y PARA EL PSICOANÁLISIS 29 
nocimiento" biológico legal y el reconocimiento-adopción que exige la pa­
labra del padre: la diferencia puede apreciarse en sus efectos sobre la des­
cendencia. Le corresponde, a continuación, recordar que ninguna certeza 
biológica impedirá a un hijo seguir dudando inconscientemente de la iden­
tidad de su padre, ni frenará la invención de una novela familiar y hasta la 
construcción de un delirio de filiación. 
Encontramos la misma oposición entre certeza y duda, esta vez certeza 
de la percepción y duda del inconsciente, en lo que se refiere a la diferen­
cia sexual: un niño puede ver perfectamente que las mujeres no tienen pe­
ne y seguir suponiendo la existencia de un falo en su madre. 
O bien uno puede estar convencido de que "todos los hombres son 
mortales" y, no obstante, creerse inconscientemente inmortal, etc. La cer­
teza en el campo de la ciencia, de la experiencia o de la percepción no 
siempre puede oponerse al inconsciente, para el cual la verdad se apoya 
sobre otra especie de prueba: la que afecta lo más íntimo de las razones de 
un sujeto. 
Para volver al problema del padre, ¿un psicoanalista responderá lo mis­
mo a un integrante de una pareja estéril, según exista o no la técnica de la 
inseminación que pueda sacarlos del apuro? ¿Contestará, como me conta­
ron una vez: "No tiene ninguna importancia que usted tenga un hijo con 
su marido o con otro hombre anónimo, porque el padre no es el progeni­
tor y el que cuenta no es éste sino el padre simbólico" ? 8 La analizante po­
dría reírse en la cara de quien se situara de manera tan intemporal frente a 
la ciencia. Los descubrimientos científicos tienen una incidencia real sobre 
el sujeto en análisis, y no habrá sino un diálogo de sordos entre quien di­
ga: "lo que cuenta es el padre simbólico" , y la mujer que responda, con su 
8 . "Padre simbólico" es una expresión de Lacan que designa al padre que sería 
el representante de la ley en el inconsciente, en oposición al progenitor o padre bio­
lógico. Como tal, el padre simbólico nunca se encarna y el concepto remite al mito 
del padre muerto en Tótem y tabú ( 1 ) (2). "Padre simbólico" se utiliza a veces co­
mo equivalente de "Nombre-del-Padre" o de "significante del Nombre-del-Padre" 
(3) (4) . 
(1 ) S. Freud, Tótem et tabou (1912), París, Payot, 1 995 [traducción castellana: 
Tótem y tabú, en OC, vol. 13, 1980]; (2) Cf J. Lacan, Le Séminaire. Livre IV. La 
relation d'objet ( 1 956-1957), París, Seuil, 1994,pág. 210 sq. [traducción castellana: 
El Seminario de Jacques Lacan. Libro 4. La relación de objeto. 1956-1 957, Buenos 
Aires, Paidós, 1998]; (3 ) Cf J. Lacan, "D'une question préliminaire a tour traite­
mcnt possible de la psychose" (1958) , en Écrits, op. cit., págs. 556-557 [traducción 
Cil,Stcllana: "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis", 
t'll Escritos 2]; (4) J. Lacan, "Subversion du sujet et dialectique du désir dans l'in­
wnscient freudien" ( 1 960), en ibid., págs. 8 12-8 13 [traducción ca�tellana: " Subver­
•ión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano", en Escritos 2]. 
30 EL PSICOANÁLISIS Y LO REAL 
deseo de un hijo sostenido por la ciencia: "Hoy se pueden inyectar directa­
mente espermatozoides en un óvulo, sin ningún padre" o tal vez, muy · 
pronto: "Me pueden clonar idéntica ". 
En algunos países, se autorizan en nuestros días experiencias con los 
embriones de menos de catorce días. Se trata de estudiar la partenogéne­
sis, vale decir, el desarrollo como huevos de óvulos no fecundados por un 
espermatozoide. Hay interés también en la sexualización [sexage], esto es, 
la elección .del sexo del embrión e incluso su cambio eventual, por lo tanto 
en la selección inicial de varones y mujeres. El pretexto de estas investiga­
ciones es terapéutico. Existen enfermedades genéticas ligadas al sexo que 
de ese modo podrían prevenirse mediante la elección del sexo de los hijos. 
Pero si esta práctica es posible con un objetivo terapéutico, también lo es 
sin éL ¿Los psicoanalistas deben indignarse? ¿Deben decir, como la Igle­
sia, que esas investigaciones son inmorales? ¿ O bien, a la inversa, tienen 
que aplaudir ciegamente el progreso científico, aun cuando se perfila la 
posibilidad de una nueva segregación enmascarada por metas terapéuti­
cas? Nada impide, por cierto, que un psicoanalista participe en un comité 
de ética o milite a favor o en contra de tal o cual ley de adopción.9 Pero 
parece más interesante, más "fecundo", que los psicoanalistas elaboren 
respuestas específicas de su campo, y transmitan su saber fuera de él, a los 
científicos, los médicos, los juristas, los trabajadores de la salud mental, a 
todos . . . En 1 967, Lacan10 escribía que el psicoanalista no tiene " que va­
gar del humanismo al terror" y, por lo tanto, no debe atenerse a un dis­
curso ideológico, humanista o profético. El humanismo consistiría aquí en 
denunciar la ciencia sin conciencia o el terrorismo científico. El psicoanáli­
sis debe, más bien, responder a la ciencia con sus propios conceptos: por 
ejemplo el del sujeto, esencial. En otras palabras, debe elaborar una res­
puesta que implique la clínica del sujeto, que no es ni la de la generalidad, 
ni la de la analogía. El psicoanálisis parte de la verdad que determina a 
ese sujeto. Éste es un ser hablante y ya no únicamente un ser animal que 
se reproduce. 
A partir de lo que sabe del sujeto como ser hablante, el psicoanálisis 
puede dar su opinión sobre la clonación humana. El deseo de ser clonado 
manifiesta la conjunción del narcisismo y la pulsión de muerte, concebidos 
respectivamente corno amor a sí mismo y rechazo del otro (el clon es lo 
mismo) y deseo o, mejor, fantasma de inmortalidad (reproducción de uno 
9. Cf. G. Delaisi y P. Verdier, Enfant de personne, París, Odile Jacob, 1994. 
10 . J. Lacan, "Proposition du 9 octobre 1967 sur le psychanalyste de l'École", 
en Scilicet nº 1 , París, Seuil, 1968, pág. 29 [traducción castellana: "Proposición del 
9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela ", en Mnm,mtns cruciales 
de la experiencia anaUtica, Buenos Aires, Manantial, 19 R7, 
EL SEXO PARA LA CIENCIA Y PARA EL PSICOANÁLISIS 3 1 
mismo al infinito, más allá de l a propia muerte, a l precio eventual d e la 
destrucción de la especie ) . Es Thanatos contra Eros, para retornar los tér­
minos freudianos. 
LA SEXUALIDAD DE LOS LAGARTOS 
Pero el desfasaje entre el real de la ciencia y el del psicoanálisis en 
cuanto al sexo se aprecia también en ciertas vacilaciones del discurso cien­
tífico. Lo muestra una anécdota comentada en una obra sobre las contro­
versias científica s.1 1 Para la ciencia, la definición del sexo está ligada a la 
de la reproducción y a la idea de una relación sexual programada por el 
instinto, especie de saber innato, automático, pero que, no obstante, sigue 
dependiendo de cierto imaginario descripto por la etología. En efecto, el 
saber instintivo, corno lo mostraron las experiencias de Konrad Lorenz, 
puede contrarrestarse en determinados períodos del desarrollo animal, lla­
mados períodos críticos. Lorenz demostró que si se relacionaba, en un pe­
ríodo crítico, con gansos grises jóvenes, podía hacerse pasar por su madre. 
Su imagen, una vez inscripta corno la de la madre de los gansos, cambiaba 
el comportamiento sexual ulterior de éstos: su visión desencadenaba en 
ellos una ostentación sexual normalmente reservada a los congéneres, du­
rante los períodos reproductivos.12 Esta experiencia muestra que el saber 
instintivo animal sigue ligado al medio ambiente y lo imaginario, aquí a 
una imagen propiamente dicha, la "impronta" . (No se trata, en efecto, del 
mismo imaginario que en el ser hablante, que está estructurado, marcado 
por lo simbólico y el lenguaje.) Pero lo que es importante recordar aquí es 
que el instinto y la influencia de lo imaginario se consideran, desde el pun­
to de vista de la ciencia, en la perspectiva de la reproducción, y quedan su­
bordinados a un fin que es la propagación de la especie. 
Vayamos a nuestra controversia científica sobre la vida sexual de los la­
gartos de cola de látigo, así llamados porque en ciertas circunstancias agi­
tan la cola corno un látigo. Los lagartos se reproducen por partenogénesis, 
1 1 . H. Collins y T. Pinch, " La vie sexuelle du lézard a queue en fouet" , en Tout 
ce que vous devriez savoir sur la science, París, Seui l , 1992, pág. 148 (traducción 
castellana: El gólem: todo lo que deberíamos saber acerca de la ciencia, Barcelona, 
Crítica, 1996]. 
12. Cf. K. Lorenz, Évolution et modification du comportement ( 1966) , París, 
Payot, 1990, págs. 76-77 [traducción castellana: Evolución y modificación de la 
conducta, Madrid, Siglo XXI, 1979), y "L'empreinte", en Les Oies cendrées ( 1 988 ), 
1'11rí1, Albin Michel, 1989, págs. 108-109 [traducción castellana: Estoy aquí, ¿dón­
,J,, 11tás túf: etoiogla del ga11so gris, Barcelona, Círculo de Lectores, 1990). 
32 EL PSICOANÁLISIS Y L O REAL 
lo cual constituye una excepción entre los reptiles: la hembra pone huevos 
sin que ningún macho la haya fecundado y no hay, por lo tanto, ninguna 
herencia masculina. Un estudioso, David Crews, comprobó un comporta­
miento curioso: una lagarta que se montaba sobre otra y "remedaba" un 
acoplamiento, con los órganos sexuales en contacto. Ahora bien, pese a 
que los biólogos estaban de acuerdo sobre los hechos, estalló una discusión 
en cuanto a la significación que había que darles. En efecto, ese comporta­
miento, que coincidían en considerar como sexual, era aberrante desde el 
punto de vista de la reproducción de los lagartos y tampoco tenía una fun­
ción desencadenante de la reproducción partenogenética en ninguna de las 
dos hembras. De allí una disputa científica para determinar si los actos 
aberrantes no eran provocados por el cautiverio de los animales: ese com­
portamiento no se habría producido si hubiesen estado en libertad, decían 
unos. Por desdicha, respondían los otros, esa actitud de las lagartas es im­
posible de observar en libertad, ¡porque se escapan! El problema, en conse­
cuencia, era insoluble, y no se resolvió. Pero lo que nos interesa aquí es que 
el espíritu científico se haya sentido desconcertado por un comportamiento 
que él mismo calificaba de sexual, pero que no tenía vínculo alguno con la 
reproducción ni, por lo tanto, con el sexo en la perspectiva científica. 
¿Por qué llamarlo sexual, entonces ? Desde el punto de vista de la cien­cia, no hay ninguna razón para calificar así el hecho de que dos lagartas se 
monten si no les sirve para reproducirse. En cambio, para los observadores 
humanos esa actitud es un acoplamiento que evoca automáticamente el 
campo de la sexualidad. Sugiere una satisfacción desconectada de la repro­
ducción, una satisfacción que no serviría aquí para nada desde la perspec­
tiva de la propagación de la especie, pero que estaría abierta a la dimensión 
que Freud llamaba de las "aberraciones sexuales" . 13 Un comportamiento 
que evoca de ese modo lo humano en el animal suscita de inmediato, en- . 
tonces, una disputa científica. Esta vacilación del espíritu científico se ma­
nifiesta en el límite del discurso de la ciencia, donde aflora un real que le es 
heterogéneo, el del campo del goce de los cuerpos, desconectado de las fi­
nalidades de la reproducción en el ser hablante. 
EL CAMPO DEL GOCE 
Aclaremos qué entendemos por "campo del goce" . 14 "]ouir" ["gozar" ] 
es uná vieja palabra de la lengua francesa, que se encuentra más en Racine 
13. Título de la primera parte de los Trois essais sur la théorie sexuelle, op. 
cit., pág. 35. 
14. J. Lacan, Le Séminaire. Livre XVII. L'Envers de la psycha11aly11 ( 1 969-
-· 
EL SEXO PARA LA CIENCIA Y PARA EL PSICOANÁLISIS 33 
y Corneille que en la lengua de nuestros días, con excepción del vocabula­
rio del derecho y de ciertas expresiones muy "privadas" . En referencia a la 
libido o las pulsiones, Freud utilizaba el término "satisfacción" (Befriedi­
gung), tanto en su uso corriente como en el contexto del síntoma, en el 
que se la experimenta como un padecimiento a causa de la represión. "La 
satisfacción que nace del síntoma es de naturaleza curiosa", escribe. 15 
"Gozar" significa obtener provecho, agrado, placer de algo. Pero una 
observación de E. Littré devela su ambigüedad: "Puesto que implica una 
satisfacción, no se habla de gozar con respecto a las cosas malas. [ . . . ] Sin 
embargo, cuando la cosa mala en cuestión: desdicha, pena, sufrimiento, 
puede considerarse, por una osadía del escritor, como algo con que el al­
ma se satisface, entonces gozar está muy bien empleado" . De tal modo, se­
gún Littré, se puede utilizar la expresión "gozar de su dolor" . 
Esta riqueza semántica hizo que Lacan l a eligiera para designar los fe­
nómenos descriptos por Freud como "más allá del principio de placer" , 
porque implican una destrucción de la homeostasis exigida por ese princi­
pio: ni tanto ni tan poco. "Goce" designa entonces tanto el exceso de pla­
cer, la satisfacción demasiado intensa para el sujeto, como el sufrimiento 
que puede resultar de una excitación interna prolongada que trastorna el 
equilibrio requerido por el principio de placer. Freud daba diversos ejem­
plos de ello: 1 6 el juego del niño que evoca la separación dolorosa con res­
pecto a su madre, la pesadilla de la neurosis traumática, la compulsión de 
repetición del neurótico que le hace reproducir acontecimientos penosos, 
la resistencia terapéutica negativa, etc. Llamó "pulsión de muerte" la ten­
dencia, más fuerte que el principio homeostático de placer, responsable de 
esos fenómenos. Si toda pulsión apunta a la satisfacción, lo hace apoyada 
por la pulsión de muerte: no hay Eros sin Thanatos. Lacan, luego de Me­
lanie Klein, tomó en serio la pulsión de muerte y quiso precisar su metap­
sicología mediante la introducción del "campo del goce" . 17 El polimorfis-
1970), París, Seuil, 1991 , pág. 93 [traducción castellana: El Seminario de Jacques 
Lacan. Libro 1 7. El reverso del psicoanálisis. 1969-1970, Buenos Aires; Paidós, 
1992]. 
15 . S. Freud, Introduction a la psychanalyse, op. cit., pág. 344. 
1 6. S. Freud, "Au-dela du príncipe de plaisir" ( 1 920), en Essais de psychanaly­
se, París, Payot, 1981 , capítulos 2 y 3, pág. 49 [traducción castellana: "Más allá 
del principio de placer" , en OC, vol. 1 8 , 1979] . 
1 7. El seminario de La ética del psicoanálisis circunscribe ese campo como el 
de "la cosa" (das Ding). Para Freud, la cosa se define a partir del primer partenaire 
del sujeto, la madre o un sustituto materno, "el prójimo" (das Nebenmensch). Ese 
primer otro es la "primera potencia" que lleva al sujeto su primera satisfacción y 
rn primer displacer. A partir de sus experiencias anteriores, el stjeto separa a ese 
otro en dos partes. Unn incluye el conjunto de los atributos de la cosa, que él pue-
34 EL PSICOANÁLISIS Y LO REAL 
mo del goce, notorio en el carácter heteróclito de la lista freudiana de 
"Más allá del principio de placer", se debe a los desvíos de la pulsión que 
" juega ardides" con la represión para alcanzar su meta: l a satisfacción. De 
allí, a veces, su índole extravagante, extraña e irreconocible. Así, "el hom­
bre de las ratas" , un neurótico obsesivo analizado por Freud, es presa de 
un " goce que él mismo ignora" al rel atar un fantasma a su analista.18 De 
allí, también, la variedad de modalidades del goce sexual de un sujeto al 
otro, y la "perversión pol imorfa" del niño, cuyos modos de gozar no se re­
ducen a l a genitalidad. Las primeras sensaciones genitales del niño son 
trastornadoras, a punto tal que no puede identificarlas ni localizarlas. El 
órgano genital, que escapa a todo control, puede incluso parecerle fuera 
del cuerpo. Se convoca entonces al lenguaj e a interpretar esas primeras ex­
periencias: de ello resultan esas curiosas elaboraciones de saber,° las "teo­
rías sexuales infantil es" . 19 
Stoller20 nos transmitió las valiosas observaciones de un psiquiatra clí­
nico sobre el transexualismo. Pero su teoría del género sigue dependiendo, 
de manera velada, de una concepción biológica del sexo. Actitud paradóji­
ca, porque en los sujetos transexuales de quienes se ocupa, se trata de fe­
nómenos que incumben al campo del goce y no están subordinados a la re­
producción. Pensar el sexo como subordinado a l a reproducción es creer 
que existe una rel ación sexual "natural" entre dos cl ases, los machos y las 
hembras, reconocibles en sus atributos. La noción de género sirve entonces 
para fundar una tercera clase, cuya identidad se define mediante atributos 
de reconocer e identificar. La otra es lo imposible de identificar: la cosa. A conti­
nuación, Lacan reemplaza el concepto de la cosa por el del "Otro del goce" (cf. i11-
fra, capítulo v, pág. 1 55 sq. ) . Intenta elaborar una topología ( "el espacio del go­
ce" ) y una lógica del goce. Cuando, al referirse a la sustancia en Aristóteles, habla 
de "sustancia gozante", quiere insistir en el valor real de ese campo del goce. Cf. J. 
Lacan, Le Séminaire. Livre VI/. L'éthique de la psycha11alyse ( 1959-1960) , París, 
Seuil, 1986 [traducción castellana: El Seminario de Jacques Lacan. Libro 7. La éti­
ca del psicoanálisis. 1 959-1 960, Buenos Aires, Paidós, 198 8); S. Freud, "Esquisse 
d'une psychologie scientifique" ( 1 895), en La Naissance de la psychanalyse, París, 
PUF, 1 979, capítulo 1 7, "Mémoire et jugement", págs. 347-349 [traducción caste­
llana: Proyecto de psicología, en OC, vol. 1, 1982); J.-A. Miller, L'Orientation la­
caniemze ( 198 1-1 997), inédito. 
18 . S. Freud, "Remarques sur un cas de névrose obsessionnelle (l'homme aux 
rats ) " ( 1909), en Cinq psychanalyses, op. cit. , pág. 207 [traducción castellana: A 
propósito de un caso de neurosis obsesiva, en OC, vol. 1 0, 19 80). 
19 . S. Freud, "Les théories sexuelles infantiles" ( 1908), en La Vie sexuelle, op. 
cit. [traducción castellana: "Sobre las teorías sexuales infantiles", en O C, vol. 9, 
1979). 
20. R. J. Stoller, Recherches sur l'identité sexuelle, op. cit. 
EL SEXO PARA LA CIENCIA Y PARA EL PSICOANÁLISIS 35 
psíquicos concebidos con tanta rigidez como los criterios anatómicos ( l a 
convicción de ser una mujer en un cue.rpo de hombre, por ejemplo). Un su­
jeto, reconocido a su pedido como perteneciente a esa tercera clase -en l a 
cual el género no corresponde al sexo anatómico-, tiene entonces funda­
das razones para reclamar una operación quirúrgica.El problema es que el 
clínico que se apoya en esta teoría, calcada a fin de cuentas sobre el mode-· 
lo biológico, se ve inducido a adherir al delirio del sujeto hasta en sus 
eventuales consecuenci as mutiladoras. Por eso es importante delimitar con 
rigor los modos de intervención sobre la sexualidad de un sujeto habl ante. 
La sexualidad humana no compete únicamente a la biología; la rel ación 
del sujeto con el lenguaje la subvierte. 
Esa relación implica ya un corte entre el animal, al margen del lengua­
je, y el ser humano, al que Lacan rebautizó " habl anteser", lo que significa 
" ser hablante" que sólo tiene ser por la pal abra, y cuyo organismo no se 
convierte en cuerpo sino por efecto del lenguaj e. Este corte acompaña el 
que divide los dos reales del sexo que tratamos de distinguir, el real cientí­
fico y el real del campo del goce, al cual da acceso el discurso analítico. 
EL REAL BIOLÓGICO 
El real científico, aquí biológico, es el que la ciencia elabora desde Dar­
win y Weismann, que fueron referenci as de Freud. Fran�ois Jacob nos in­
dica el real en juego en este caso:21 "Para la biología moderna, todo ser vi­
viente se forma graci as a la ejecución de un programa inscripto en sus 
cromosomas". 
Cada niño concebido por una pareja determinada es el resultado de 
una " lotería genética". Mediante innumerables c9mbinaciones a partir de 
un número finito de genes, el azar produce l a diversidad genética de los se­
res vivos: " Si hay que ser dos para reproducirse, es para hacer otro".22 No 
conocemos ni el algoritmo ni la lógica interna de ese programa, pero los 
científicos postulan que en él se incluyen l a información genética de un or­
ganismo viviente, la inscripción de los planes de su futuro desarrollo, etc. 
2 1 . F. Jacob, Le Jeu des possibles, París, Fayard, 1981 , col. " Biblio essai s", 
pág. 22 [traducción castellana: El juego de lo posible, Barcelona, Grijalbo Monda­
dori, 1997) . Cf. también, del mismo autor, La Logique du vivant, une histoire de 
/'hérédité, París, Gallimard, 1970 [traducción castellana: La lógica de lo viviente: 
una historia de la herencia, Barcelona, Tusquets, 1999], y La Souris, la mouche et 
l'homme, París, Odile Jacob, 1997 [traducción castellana: El ratón, la mosca y el 
hombre, Barcelona, Crítica, 1 998) . 
22. F. Jacob, J,, ]1!11 des pouibles, op. cit. , pág. 23. 
36 EL PSICOANÁLISIS Y LO REAL 
La teoría de la evolución implica la restricción de la reproducción sexua­
da, _que hace funcionar esta " lotería" por las distintas combinaciones de 
genes posibles. De tal modo, la ciencia puede escribir una "relación se­
xual" definida por esa combinación de las células sexuales masculinas y fe­
meninas y la combinatoria de los genes que la acompaña. Sabemos que re­
cientemente se produjeron avances muy importantes en el conocimiento de 
esos genes, y en particular de los sexuales, como el descubrimiento en 
1994 del gen de la femineidad DSS, responsable, entre otras cosas, de cier­
tas anomalías sexuales. El real biológico así delimitado se ajusta a la expe­
riencia, que, como lo recuerda F. Jacob, no está ligada a la idea de la ver­
dad -no existe verdad absoluta, total, ni siquiera en la ciencia- sino a la 
teoría que permite construir esa experiencia.23 
No obstante, esta escritura refinada de las combinaciones genéticas de 
la biología moderna induce siempre a efectuar clasificaciones de especies, 
por ejemplo la existente entre hombres y mujeres. Esta clasificación obede­
ce a una lógica del atributo: los hombres son quienes tienen el pene, las 
mujeres son quienes no lo tienen; por un lado, aquellos que tienen el rasgo 
positivo, por el otro, aquellas que tienen el rasgo negativo. Desde luego, 
gracias a los progresos biológicos y genéticos estos criterios anatómicos se 
pormenorizaron, y esto lleva a delimitar dos clases más precisas, pero con 
una zona de incertidumbre entre ambas . Esta zona concierne a las . perso­
nas con un sexo ambiguo. La biología no logra eliminarla por completo, 
aunque sus progresos la reducen día a día. Esta lógica de la clasificación 
sigue siendo la de Aristóteles, quien construye un ensamblaje de géneros y 
especies que contienen individuos: "Por ejemplo, el hombre individual en­
tra en una especie, que es el hombre, y el género de esta especie es el ani­
mal" .24 Establece así un árbol de géneros y especies. Dos géneros. son dife­
rentes y no subordi,iados entre sí si es posible distinguirlos por una 
"diferencia específica" . Por ejemplo, "animal bípedo y terrestre" se opone 
a "animal alado y acuático" , dentro del género "animal" .25 Veremos que 
si bien esta lógica de la clase y el atributo conviene a la identificación apo­
yada sobre rasgos diferenciales, no es suficiente para explicar la sexuación 
de un sujeto. 
23. !bid. , pág. 1 1 3 . " ¡Como si en el diálogo entre la teoría y la experiencia, los 
hechos tuvieran la palabra primero! Una creencia semejante es simplemente falsa., 
En la marcha científica, quien tiene la primera palabra es siempre la teoría. " 
24. Aristóteles, Organon, Catégories, 5: "La substance", traducción de Tricot, 
París, Vrin, 1969, pág. 7 [traducción castellana: Categorías, en Tratados de lógica 
(Organon), vol. 1 , Madrid, Gredos, 1982J. 
25. !bid., Catégories, 3, 4, pág. 5. 
EL SEXO PARA LA CIENCIA Y PARA EL PSICOANÁLISIS 3 7 
LO REAL COMO IMPOSIBLE 
El real implicado por el discurso analítico tiene por marco el dispositi­
vo analítico inventado por Freud, que es un dispositivo de habla. El len­
guaje, por lo tanto, es el primer marco del método psicoanalítico, que im­
plica la asociación libre, esto es, el hecho de decir " todo" lo que se nos 
ocurre. El dispositivo analítico requiere también la interpretación del ana­
lista. Los sujetos en análisis, los analizantes, tienen la impresión de que 
son ellos quÍ"enes hacen toda la cura. Pero el analista, sin embargo, es ope­
rador, actor, agente. Es el que menos habla, pero debe saber intervenir en 
el momento preciso y callarse en otros. Su deseo, en consecuencia, es cru­
cial en el asunto y forma parte del dispositivo analítico. Así, el real en 
cuestión, su producción, su deducción, están intrínsecamente ligados a lo 
que Lacan llamó el deseo del psicoanalista.26 Ese real, pues, no incumbe al 
campo de la ciencia, cuyo real, por su parte, no depende del deseo del ex­
perimentador. 
Decir que el real implicado por el discurso psicoanalítico no es el real 
de la ciencia no quiere decir que no sea definible. Lacan, por otra parte, 
definió lo real como imposible tanto para la ciencia como para el psicoa­
nálisis. Empero, como ya lo aclaramos, la imposibilidad en cuestión no es 
la misma. En el caso de la ciencia, se trata del límite que la experiencia y la 
práctica científica pueden oponer a la escritura de leyes universales. Para el 
psicoanálisis, se trata ante todo de la inexistencia de una ley universal que 
aparee al hombre y la mujer: no hay escritura de la relación sexual. Esta 
imposibilidad tiene consecuencias sobre el goce de ambos . Antes de abor­
dar este punto, examinemos dos referencias de la definición lacaniana de 
lo real como imposible: la lógica y la relación primordial del niño con el 
pecho. 
La lógica moderna implica la escritura de fór.mulas que se encadenan. 
Esta escritura choca con impasses que, si se intenta reducirlas, circunscri­
ben finalmente un imposible. Este imposible es para Lacan el paradigma 
de un real captado a partir de una demostración. La lógica demuestra ser 
así, más que cualquier otra, "ciencia de lo real" :27 para Lacan, el teorema 
26. Cf. J. Lacan, Le Séminaire. Livre XI. Les quatre concepts fondamentaux de 
la psychanalyse ( 1964 ) , París, Seuil, 1973, pág. 14 [traducción castellana: El Semi­
nario de Jacques Lacan. Libro 1 1 . Los cuatro conceptos fundamentales del psicoa­
nálisis. 1 964, Buenos Aires, Paidós, 1986] . Cf. también S. Cottet, Freud et le désir 
du psychanalyste, París, Navarin, 1982 [traducción castellana: Freud y el deseodel 
psicoanalista, Buenos Aires, Manantial, 1984 J . 
. 27. J. Lacan, Le S6mi11aire. Livre XXI. Les non-dupes errent (1 973-1974) , iné­dito, clase del 1 2 de febrero de 1974. 
3 8 EL PSICOANÁLISIS Y LO REAL 
de incompletitud de Godel, al que a veces ahide,28 es el ejemplo princeps 
de este abordaje lógico de lo real. 
¿ Cómo puede la práctica del psicoanálisis, basada en la asociación li­
bre, esto es, en el hecho de decir todo lo que viene a la mente, llevar a un 
real definido de manera tan exigente? No puede sino tratarse de una ana­
logía, pues la palabra no es una escritura lógica. La idea es que en un aná­
lisis se produce cierta decantación de la palabra, que podemos esquemati­
zar mediante una construcción de tres niveles. En el primero están el 
dispositivo analítico y la asociación libre resultante de él. En el segundo, la 
producción por parte del analizante de un "decir verdadero" , de un saber 
salido del inconsciente. Ese saber, que el analizante supone ya existente, en 
realidad se inventa sobre la marcha en el análisis, gracias al encuentro de 
su deseo y el deseo del analista. El goce del sujeto polariza ese "decir ver­
dadero", lo imanta hacia determinados puntos. En efecto, el criterio de la 
verdad es para un sujeto lo que lo hace gozar.29 ¡Nos encontramos aquí 
muy lejos de las ideas platónicas! El ejemplo más sorprendente es la creen­
cia infantil de que todas las mujeres tienen un pene. Esa creencia se apoya, 
en efecto, sobre el goce masturbatorio que el niño obtiene de su propio ór­
gano considerado como fálico: pene o clítoris. Dejar de estimar verdadero 
este "todos los seres vivientes tienen pene" pondría en peligro su goce, a 
causa de la castración que a la sazón amenazaría su órgano. De manera 
más general, como Freud lo puso de manifiesto,3° las teorías sexuales in­
fantiles son teorías del goce del sujeto, consideradas por ello como verda­
deras. Son el basamento sobre el cual se elaboran los fantasmas. Por lo 
tanto, en el segundo nivel, el decir verdadero producido por el analizante 
se imanta alrededor de ciertos puntos que localizan su goce, en los cuales 
el saber y éste se anudan desde la infancia y determinan fantasmas y sínto­
mas que llevan al individuo al análisis. 
En el tercer nivel situamos lo real. ¿ Cómo pasar de ese "decir verdade­
ro" ligado a la palabra y que no cesa de decirse, a un real concebido como 
la "escritura" de un imposible? La apuesta del fin del análisis reside en esa 
"reducción a lo imposible", para hablar como Zenón de Elea, que sería el 
inventor de este tipo de prueba lógica.3 1 El goce está enganchado a ciertos 
28. J. Lacan, "Radiophonie", en Scilicet nº 2/3, París, Seuil, 1 970, págs. 79-80 
[traducción castellana : "Radiofonía", en Psicoanálisis: radiofonía y televisión.., Bar­
celona, Anagrama, 1 980] . 
29. Cf. J. Lacan, Le Séminaire. Livre xvn . . . , op. cit., "Vérité sceur de jouissan­
ce", pág. 61 , y J.-A. Miller, "Le vrai, le faux et le reste", en La Cause freudiemie, 
revue de psychanalyse nº 28, París, Publications de L'ECF-ACF/Seuil, 1994. 
30. Cf. S. Freud, "Les théories sexuelles infantiles", op. ci.t., capítulo 2, pág. 1 9. 
31 . R. Blanché, La Logique et son histoire, d'Aristote a Russe/1, París, Armand 
Colín, 1970, pág. 1 8 . 
-
EL SEXO PARA LA CIENCIA Y PARA EL PSICOANÁLISIS 3 9 
significantes,32 encerrado por su red articulada, concentrado e n algunas 
palabras o locuciones de la lengua, que a veces fueron incluso inventadas 
por el sujeto niño, cuando empezaba a hablar. De hecho, en el inconscien­
te se inscribe muy poco del goce. Lo que encontramos en él es, sobre todo, 
la castración como marca de la pérdida de goce, cicatriz de la interdicción 
del goce registrado por el sujeto con la forma de ley. El inconsciente, por 
lo tanto, está constituido por esos significantes, huellas del goce, pero en 
cuanto éste fue precozmente negado, expulsado, prohibido, reprimido.33 A 
partir de esos tenues indicios, el sujeto hace una reconstrucción de su his­
toria infantil. Pero el goce o, mejor, lo que le queda de goce tras su inter­
dicción por la castración, se mantiene en ella circunscripto precisamente 
por huellas significantes y por ende localizado, pero no está representado 
en el inconsciente. Eso es lo que llevaba a Freud a hablar de "construccio­
nes en el análisis" ,.34 porque no todo se rememora. 
Esta estructura se verifica al pie de la letra en algunos casos de histeria. 
Así, una joven, Valérie, no dejaba de vivir rupturas amorosas. Se quejaba 
de esta repetición dolorosa que veía como su síntoma esencial. En efecto, 
era incapaz de construir nada con un hombre. El análisis mostró que pade-
32. Estos " significantes" son fonemas, palabras e incluso fragmentos de pala­
bras o frases, los Wahrnehmungszeichen (signos de percepción) de la "Carta 52" 
de Freud a Fliess ( 1 ) , comentada por Lacan en L'Éthique . . . , op. cit. Son los ele­
mentos discretos de la lengua, portadores de la significación y que, yuxtapuestos, 
forman "la cadena significante". Lacan utiliza los términos "significante" y "signi­
ficado" en referencia a F. de Saussure (2 ) . Pero los convierte en disimétricos al 
plantear "la incidencia del significante sobre el significado" (3 ) . Por otra parte, su­
prime el recorte vertical saussuriano de uno y otro, para hacerlos relativamente in­
dependientes. Los puntos de la cadena significante en que significante y significado 
están anudados se llaman entonces "puntos de almohadillado" (4 ). 
( 1 ) S. Freud, La Naissance de la psychanalyse, op. cit., pág. 153 sq. [traducción 
castellana: " Carta 52", Fragmentos de la correspondencia con Fliess, en OC, vol. 
1 , 1982] ; (2) F. de Saussure, Cours de linguistique générale, París, Payot, 1972 
! traducción castellana: Curso de lingüística general, Buenos Aires, Losada, 1978] ; 
(3 ) cf. J. Lacan, "L'instance de la lettre dans l'inconscient ou la raison depuis 
Freud" ( 1957), en Écrits, op. cit. , pág. 515 (traducción castellana: "La instancia de 
In letra en el inconsciente o la razón desde Freud" , en Escritos 1 , 10" edición, Mé­
,dco, Siglo XXI, 1984]; (4) cf. Le Séminaire. Livre III. Les psychoses ( 1 955-1956) , 
l'nrís, Seuil, 1981 , pág. 293 [traducción castellana: El Seminario de Jacques Lacan. 
I.ibro 3. Las psicosis. 1 955-1 956, Buenos Aires, Paidós, 1984]. 
33 . Cf. S . Freud, "Die Verneinung" (1925), "La négation", en Résultats, idées, 
11roblames, 1 1 ( 1 921-1938 ) , París, PUF, 1 985, pág. 135 [traducción castellana: "La 
1w�11ción", en OC, vol. 1 9, 1 979]. 
�4. S. Freud, "Constructions dans l'analyse" ( 1937), en RésulXJts . . . , op. cit., pág. 
1 1, • 1 1 traducción castellano: "Construcciones en el análisis", en OC, vol. 23, 1980]. 
40 EL PSICOANÁLISIS Y LO REAL 
cía una amnesia infantil selectiva. Su padre se marchaba regularmente de 
viaje y la dej aba sola con su madre. Ahora bien, ella recordaba muy b ien 
los intervalos de ausencia y los regresos del padre, pero en absoluto esos 
momentos de "ruptura " que eran sus partidas. Estaban en blanco en su in­
consciente, hasta el día en que una serie de sueños permitió reconstruir 
que durante esas ausencias ella se acostaba en la cama de la madre. Así, la 
ruptura tan temida tenía la significación de un goce incestuoso con la ma­
dre. El interdicto de ese goce se traducía por la borradura del recuerdo, un 
blanco en la cadena significante. Pero el goce se conmemoraba en cada 
ruptura con un amante: " ¡ Desde el momento en que tengo una relación 
-decía Valerie-, espero la ruptura! Tengo la impresión de que es lo único 
que importa " . Ese momento, en sí mismo no sexual, tenía sin embargo un 
valor de goce. Había tomado el lugar de un "plus de gozar",35 es decir, un 
valor de goce superior al del acto sexual, en la relación con sus parejas. Es 
un ejemplo de lo que Lacan llama objeto a. 
Así, el "decir verdadero" deja en blanco en el inconsciente algo imposi­
ble de imaginar, nombrar o representar, que Lacan conceptualizó

Otros materiales