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Raúl Martín Hernández Juárez Literatura y Sociedad 2015 Ideología en el arte y el arte en la ideología: una relación dialéctica indisoluble. No se intentará, a estas alturas, hallar el hilo negro de la relación entre el modo de producción de un momento histórico y la manifestación artística que este nos otorga, directa o indirectamente; sólo se buscará hacer una pequeña reflexión sobre las influencias del uno en el otro. Es sabido que ninguna manifestación artística, de cualquier índole y por pequeña que parezca, carece de cierta carga ideológica; y que a los estudiosos de las distintas manifestaciones del arte compete encontrarla. Este hecho podría ser bastante fácil si se piensa, y puede llegar a serlo en textos panfletarios en los cuales la ideología está bastante clara y nos pone explícitamente cuál es la postura del creador hacia tal ideología o incluso hacia cierto personaje, buscando su difamación. Pero no siempre es así, ya que en ocasiones y debido a diversas circunstancias ─históricas, sociales, políticas, económicas─ el artista se ve orillado a “disfrazar” su ideología a través de varios recursos que estén a su alcance, y la carga de pensamiento se vuelve más difícil de identificar; esta situación puede ser por hechos de represión, que obligan al autor a no hacerse explícito; por cuestiones de estilo artístico; o simplemente el autor no se da cuenta de que está poniendo en su obra una señal de su postura ideológica, ya que vive inmiscuido en ella y llega un punto en que manifiesta su parecer hacia un hecho de forma inconsciente; y ese en este caso en el que los estudiosos deberán valerse de diversos mecanismos, recursos y teorías para poder encontrar, o al menos intentarlo, la carga ideológica de determinada manifestación artística. ¿La ideología construye al arte o viceversa? Si tomamos en cuenta la definición de ideología como “un conjunto de ideas de coherencia relativa de representaciones, valores y creencias”1 de cierto grupo social, que “es la expresión de los hombres con su ‘mundo’” (íb; p.12) podemos dar por entendido una relación de causa-efecto; en la que la causa será la ideología y el efecto será el arte, pero estos a su vez podrán cambiar los papeles dependiendo de la lupa con que se miren; es decir, si tomamos en análisis la dupla modo de producción- ideología, el primero será la causa y la segunda el efecto, que en este caso ya habrá cambiado de valor del paradigma de causa al de efecto, por lo que grosso modo se podría concluir que el arte es el punto culminante de todas las relaciones que se gestan desde el punto de vista 1 HADJINICOLAU, Nicos. Historia del arte y lucha de clases. (1979) México: Siglo XXI; p.11 Raúl Martín Hernández Juárez Literatura y Sociedad 2015 económico, político, ideológico y social en un determinado grupo y momento histórico; y como punto final de esa cadena también podríamos considerar al arte como la manifestación tangible y visible de cierta ideología; como la la puerta de acceso a la mente de las personas. Por lo que puede ser difícil que se dé una relación a la inversa de influencia, es decir, que el arte cambie estructuras mentales ─ideologías─ que están “prefabricadas”, si el término capitalista es pertinente, con base en otros hechos, si bien no ajenos al arte, sí bastante alejados como los políticos y, principalmente, económicos. Con base en esta pequeña reflexión, y siendo un tanto pesimistas ante la influencia revolucionadora del arte en la sociedad, creo que es necesario que el arte exista más allá del goce estético que nos puede ofrecer y que tiene, o debería tener, un compromiso de transformación social, que muchas veces pierde. Muchos artistas han intentado llevarlo a cabo y es de admirarse cómo entregan su efímera vida al servicio de la clase a que pertenecen, sea cual sea, para intentar modificar, a través del arte, las estructuras de pensamiento y por ende impactar en la infraestructura económica y poder verse beneficiados. Debemos mencionar que el sector menos favorecido siempre es el que tiene menos recursos económicos, pues en la sociedad actual el valor monetario equivale a prestigio y credibilidad; de modo que los artistas que vienen empujando desde estratos sociales bajos hacia los sectores dominantes suelen verse más mermados, ignorados y su intento suele ser desechado. En cambio, si la manifestación viene desde el sector privilegiado económicamente y dominante, con uno de los llamados “artistas orgánicos” es muy probable, más no totalmente seguro que tenga más impacto en el grueso de la población, por las ideas erróneas que se tienen. Sin embargo, si echamos una mirada a la historia de la humanidad, nos podemos dar cuenta de que existen hechos sociales que sobrepasan al ser individual, y que si un hecho lleva suficiente fuerza, no importa la calidad de la obra artística que intente frenarlo, de nada servirá, pues bien lo dijo Borges en su texto de Los teólogos “la historia es un circulo y que nada es que no haya sido y que no será”; idea que nos resume bien la calidad cíclica de la historia, pues aunque haya cientos de avances tecnológicos y miles de cambios con las sociedades que nos precedieron, cientos de textos literarios que busquen mejores condiciones para los sectores más desfavorecidos, ¿realmente podemos hablar de Evolución humana?
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