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Comentario a El circo que se perdió en el desierto de Sonora

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Comentario a El circo que se perdió en el desierto de Sonora
Raúl Martín Hernández Juárez
En esta novela de Miguel Méndez, escritor chicano cuya producción se dio en la segunda mitad del siglo XX, se conjugan una infinidad de voces que buscan una a una hacerse del protagonismo de la trama sin que ninguna logre sobresalir e imponerse realmente. El circo… de Miguel Méndez nos sitúa en el calvario de la frontera norte perteneciente al estado de Sonora, al que retrata como un lugar de inclemencias naturales e injusticias sociales, que obligan al habitante de estas tierras a buscar mejores condiciones de vida en los Estados Unidos de América o bien, a embarcarse en la aventura cirquera con un puñado de gente rara, de pasado dudoso y habilidades cuestionables, todo con la finalidad de cumplir la ardua empresa de no quedarse con hambre. 
	Desde el aspecto estructural de la obra, podemos reconocer tres voces principales, la de don Homo, que con su habla coloquial traza los recuerdos que en su memoria viven de los personajes del circo para que su pupilo literato, el Chavo, los oiga; este personaje del Chavo también tiene un peso fundamental en el desarrollo de la novela, puesto que es quien dota de rigor literario a las charlas de don Homo; y, por último, nos encontramos con la voz de los personajes del circo, que si bien, cada uno se diferencia en ciertos aspectos, en todos hay una especie de rencor hacia la situación que les ha tocado vivir, son seres marginados, habitantes errantes de un lugar árido que no les tiene preparada otra cosa que la muerte. 
	El personaje de “el canillones” funciona como el símbolo del migrante que ha tenido que partir de su tierra en busca de mejores condiciones de vida, pero que, a causa de la nostalgia que le provoca estar lejos de su lugar de nacimiento, se ve obligado a regresar cuando su vida está por terminar, encontrando que nada es como él lo recordaba cuando partió, que lo más de sus conocidos ya han fallecido por la edad, o las condiciones tan precarias de vida, y se da de frente con la realidad: es un don nadie, sin hogar; debido a que no hay persona viva que lo reconozca ni ayuda y en esa misma situación muere, en un completo anonimato que representa a tantos y tantos migrantes de nuestro país y de otros tantos lugares que pierden la vida en el éxodo o , en su defecto, cuando buscan recuperar la vida que se les fue. 
	Es importante resaltar el determinismo a que este pasaje nos remite, pues ya al hablar de destino nos está remitiendo a una situación en la que el sujeto no dispone de un poder para guiar sus pasos, lo cual queda bien ejemplificado en el fragmento donde hace su partida “El canillones”, ya que lanza su zapato al aire y se dirige hacia donde este le ha indicado. De manera adicional, debemos resaltar el carácter de “epidémico” con que el autor se refiere a ese destino pues ese adjetivo nos remite a una situación descontrolada y por la que poco se puede hacer para resolverla, tal es la situación de pobreza que está latente en la frontera, ya sea por las condiciones sociales de delincuencia y falta de atención por parte del Estado, o bien, por las condiciones naturales tan agrestes que poco otorgan para un buen desarrollo del campo. 
	Por último, una parte que nos parece fundamental abordar es la cuestión de las reflexiones literarias que realiza don Homo en sus pláticas con el Chavo; mediante estas prácticas metaficcionales podemos percibir la crítica interna que el personaje de don Homo realiza hacia el quehacer literario, como cuando enuncia que “En cuanto al uso de la palabra, llámesele estilo, técnica o lo que fuere, habemos más de uno al que no le cuadra la prosa planchada, revestida de un léxico uniforme con variantes sólo en signeríos gramaticales inútiles” (Méndez, M; p. 129). Este fragmento nos puede acercar un poco a la vida de don Homo, ya que si bien no se nos dice a qué ámbito social pertenece, ni a qué se dedicó en su vida de joven, nos hace saber que tiene conocimiento de las prácticas literarias. 
En este mismo sentido de la metaficción, es necesaria le mención de lo que se puede percibir como un desdoblamiento del autor en voz de don Homo; dicha afirmación es realizada con base en el siguiente enunciado que funge incluso como una tesis de lo que significó la obra para el autor, ya que don Homo le menciona al Chavo “No olvides tampoco que antes escribí novelas pensando en lectores y críticos, y ésta la he llevado a voluntad particularísima” (Méndez, M; p. 181).

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