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Un viaje al autismo de 1995

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Un viaje al autismo de 1995
Me encuentro leyendo los relatos de las personas con autismo, sus “problemas sociales” a los que ellos se enfrentan, la forma en la que nos hacen pensar que son personas sin futuro y muy distintas a tan punto de excluirlas de las personas “normales”, palabra muy interesante para mí porque me pregunto siempre al verla en algún texto o cuando la escucho en algún discurso, ¿qué es lo normal?, ¿normal para quién? Y sobre todo, ¿qué tanto se busca esta “normalidad” socialmente mencionada con mucho énfasis? 
Se mencionan muchas cosas a cerca de las personas que tienen autismo, entre ellas: que son personas que no pueden hablarnos de sus experiencias, sentimientos y su estado interior; que suelen ser agresivos y con movimientos muy exagerados, que no pueden comprender lo que las otras personas están sintiendo; no pueden comprender la simulación y el fingimiento; no pueden sentir amor; no son empáticos; no distinguen los estados de ánimo de las demás personas ni de ellos mismos; que jamás podrían enamorarse o tener relaciones amistosas; no pueden hacer metáforas ni analogías; no hay situaciones reprimidas; que los procesos verbales están menos desarrollados que los procesos visuales; etcétera. 
Algunas de las cosas anteriormente mencionadas, son verdaderas, pero hay algunas que con un ejemplo podemos destruir toda esa descripción del autismo y decir que no es del todo así, que hay personas que no necesariamente hacen eso, hablamos de Temple Grandin. Una famosa autista que tiene varios textos a cerca de los animales y del autismo. Adentrándonos un poco más a su vida, las cual nos redacta Sacks en su libro “Un antropólogo en Marte” nos podemos percatar que la vida de Temple, en sus inicios no fue del todo agradable, pues ella menciona que llegó a tener varias situaciones muy diferentes a las de los otros niños de su edad, ella no podía hacer amigos, por alguna razón se alejaban de ella y no comprendía porque ocurría esto. Ella menciona que a veces necesitaba de un abrazo, pero al momento de ser abrazada, sentía mucho terror y no le gustaba esa sensación porque no sentía que podía controlar el abrazo y la intensidad de él. Así que ella soñaba con una máquina que pudiera abrazarla cuando ella quisiera y soltarla cuando lo deseara. Al paso del tiempo, ella fue creciendo y se fue informando de la situación por la que ella atravesaba y comenzó a tratar su situación, hizo una colección de videos en donde se les veía a las personas reaccionando a distintas situaciones que ocurren en la vida cotidiana, que ella no las comprendía pero si la decodificaba en su cerebro para identificarlas cuando se presentaran cerca de ella. La situación de los abrazos, lo solucionó finalmente como ella lo había deseado, con una máquina, en la cual, cuando la usaba, Temple se tornaba un poco más empática, comenzaba a sentir y recordar cosas del pasado, entraba en un momento de total relajación, lo cual no le ocurría con cualquier cosa.
Su amor a los animales era muy notorio, pues se preocupaba mucho por ellos, no quería que sufrieran, no quería que estuvieran nerviosos al momento de su muerte, ella los acompañaba acariciándolos hasta que llegara el momento de partir, situación que le dolía mucho y la hacía llorar demasiado. Por tal motivo, ella tuvo que ocupar su concentración en otros aspectos y lo hizo dando conferencias y relacionándose más con las personas, pero ella sin poder lograr hacer amistad con alguien. 
La vida la fue poniendo en distintas situaciones y ella las fue enfrentando a su manera. Ella expresaba cómo la hacían sentir ciertas cosas y esto dejaba perplejo al autor, pues se hablaba mucho de las cosas que no sentían o hacían las personas con autismo y se encuentra con una persona que es todo lo contrario, que si bien no tiene sentimientos grandes y notorios hacia las personas, los tiene hacia los animales y que si no pone atención a las cosas que dice la gente, lo pone en intentar dar un buen texto para las personas que quieran leerlas. 
Algunos de nosotros (tal vez muchos) podríamos sentir mucha lástima de estas personas y desear que se desapareciera esto en las personas, pero ¿en realidad eso quisieran ellos? ¿o cómo lo tomas? Temple en algún momento de su vida fue medicada, los cuales la hacía sentirse más relajada, tener mejor relación con las personas, pero de cierta forma esa “paz” frenó su inspiración para escribir, ella dice que si esto le hubieran dado desde sus 20 años, ella tal vez no sería lo que es ahora, porque las cosas que la motivaron para escribir, hubieran estado controladas por los medicamentos. Y no es el único caso, también nos dan un ejemplo de Robert Lowell, que tiene un trastorno “Maniaco-depresivo” y que al ser medicado, se ha sentido más sereno pero su poesía ha perdido mucha fuerza. Y que a veces extraña sus emociones que antes presentaban.
Entonces, ¿ellos quieren ser realmente ayudados? Porque tal vez al “ayudarlos” en realidad los estamos perjudicando más, es algo en lo cual me gustaría profundizar un poco más porque mientras me sumerjo más en las soluciones, me encuentro en cosas totalmente contrarias a “ayudar”.
Cerraré con la respuesta que dio Temple en una conferencia “Si pudiera chasquear los dedos y dejar de ser autista, no lo haría, pues entonces no sería yo. El autismo es parte de lo que yo soy” y en un artículo en 1990 menciona que “Es posible que las personas con una pizca de estos rasgos sean más creativas, o posiblemente incluso genios” 
BIBLIOGRAFÍA 
-Oliver Sacks. (1995). Un antropólogo en Marte. En un antropólogo en marte (pp. 301-360). Nueva york: Anagrama.

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