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INSTITUTO DIOCESANO “SAN JOSÉ” ASIGNATURA: LENGUA Y LITERATURA CURSO: 6TO.AÑO PROFESORA: DANIELA GODOY CLASE 8: EL TEXTO POLÉMICO. EL DISCURSO POLÍTICO Objetivos: Reconocer los elementos constitutivos de un discurso político, marcadores lingüísticos para analizar la intención del mismo. Valorar la importancia de la enunciación en un discurso político, como elemento de persuasión. Contenidos: Reconocimiento, análisis y reflexión crítica de las estrategias y recursos empleados por el productor del mensaje que inciden en el sentido que la audiencia otorga a los hechos presentados: registros y variedades lingüísticas empleados; distancia enunciativa en relación con los hechos presentados. Lectura y análisis del discurso político. ACTIVIDADES: 1) Leer la bibliografía presentada para reconocer el discurso polémico, sus características y tipos. Realizar un gráfico con la información. EL DISCURSO POLÉMICO En algunos casos, la argumentación tiene por objetivo no sólo convencer al destinatario acerca de la opinión del emisor, sino probar la falsedad del discurso de un adversario. Esto se ve en los discursos políticos en épocas de elecciones. A este tipo de argumentación se lo llama polémica. Uno de sus rasgos consiste en que está dirigida a un blanco determinado: el discurso del adversario, así mismo, se caracteriza por presentar dos posiciones encontradas respecto de un tema. Por esta razón, en la polémica se usan enunciados cuya función es refutar y otros, para hacer concesiones. También es propio de la polémica el uso de enunciados que tienen por objeto descalificar eal adversario más que a sus argumentos. Por ejemplo: El emisor y los diferentes destinatarios El discurso político es un discurso polémico y es producido por agrupaciones, partidos o líderes políticos. Es, a la vez, una réplica y una espera o anticipación de réplica, pues su existencia depende de la construcción de un adversario. Existen argumentos, reales o posibles, opuestos al propio. Se pueden distinguir tres tipos de destinatarios: Destinatario positivo o prodestinatario: es el que comparte las mismas ideas que el enunciador, son los del mismo partido político, a quien no tiene que convencer. Se suelen reconocer con palabras que representan al partido (compañeros, camaradas, correligionarios, etc) Destinatario negativo o contradestinatario: es el adversario, el que no comparte las ideas o valores del enunciador y al que no es fácil convencer; se suele usar hacia este destinatario, palabras y argumentos descalificadores. Paradestinatario: es el indeciso, al que hay que convencer con argumentos persuasivos y es al que ponen mayor atención en los procesos electorales. Marcadores lingüísticos del enunciador en su enunciación En todo discurso se produce la enunciación, es decir, una forma personal de decir, de expresarse que tiene un enunciador. Hay marcas lingüísticas, indicios, palabras o frases que se usan para persuadir, y que dan idea de los valores que se defienden, de lo que se quiere desestimar y de la intención del enunciador. Podemos reconocer: Deícticos: son adverbios, pronombres, que nos indican lugar, momento o tiempo, persona gramatical que nos evidencia en lo que se pone énfasis, lo que se quiere destacar y por qué, en el discurso; cómo se posiciona el emisor. Por ejemplo: con el pronombre nosotros, el enunciador se involucra con otros, distinto si dice ellos o uds o yo. O si se habla de un hoy o un mañana, etc, Estos marcadores tienen una intención en esa enunciación, en un contexto. Subjetivemas, frases subjetivas: se usan adjetivos para dar valoraciones o desvaloraciones. Se pueden usar sustantivos diminutivos, aumentativos, despectivos, calificativos (gentuza, grandioso, etc); comparaciones, metáforas, etc. Modalizadores: se usan para apoyar una idea. Ej.: sin lugar a dudas, es indudable, felizmente, lamentablemente, etc. Citas de autoridad, intertextualidad: se parafrasean ideas o palabras de otros enunciadores a los que se los reconoce como especialistas o respetados en la generalidad. También se pueden citar ejemplos literarios u otros textos, para avalar el discurso. Ironía: modo de expresión o figura retórica que consiste en decir lo contrario de lo que se quiere dar a entender, empleando un tono, una gesticulación o unas palabras que insinúan la interpretación que debe hacerse; es una burla escondida. Con todos esos recursos y otros como tonos de voz, silencios, expresividad, gesticulación, se construye, se muestra, el enunciador, el que emite el discurso político. Poder reconocerlos permiten analizar y reconocer la intención del enunciador, sus valores. 2) A continuación, analizaremos discursos políticos representativos de la vuelta de la democracia argentina en 1983, del Dr. Raúl Alfonsín, y de la lucha contra la desigualdad racial, del activista Martin Luther King. Para ello, reconoceremos a qué destinatario se dirigen y qué recursos usan. El 10 de diciembre de 1983 el doctor Raúl Alfonsín asumió la presidencia del país, poniendo fin al autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, una dictadura de más de siete años, que tuvo como consecuencia la persecución y desaparición de 30.000 personas. Alfonsín apareció en los balcones y comenzó un discurso de diez minutos de duración. Sus palabras fueron interrumpidas varias veces por los aplausos de la multitud que cubría el lugar. Compatriotas: Iniciamos todos hoy una etapa nueva de la Argentina. Iniciamos una etapa que sin duda será difícil, porque tenemos todos, la enorme responsabilidad de asegurar hoy y para los tiempos la democracia y el respeto por la dignidad del hombre en la tierra argentina. Sabemos que son momentos duros y difíciles, pero no tenemos una sola duda, vamos a arrancar los argentinos, vamos a salir adelante, vamos a hacer el país que nos merecemos. Y lo vamos a poder hacer, no por obra y gracia de gobernantes iluminados sino por esto que la plaza está cantando, porque el pueblo unido jamás será vencido. Una feliz circunstancia ha querido que este día en que los argentinos comenzamos esta etapa de 100 años de libertad, de paz y de democracia, sea el Día de los Derechos Humanos. Y queremos, en consecuencia, comprometernos una vez más: vamos a trabajar categórica y decisivamente por la dignidad del hombre, al que sabemos hay que darle libertad, pero también justicia, porque la defensa de los derechos humanos no se agota en la preservación de la vida, sino además también en el combate que estamos absolutamente decididos a librar contra la miseria y la pobreza en nuestra Nación. Este es un saludo nada más, y no hubiera sido completa la fiesta de la democracia argentina –por lo menos para mí- si no hubiera contado con la posibilidad de encontrarme nuevamente con ustedes para ratificar una vez más que soy el servidor de todos, el más humilde de los argentinos. Me comprometo nuevamente a trabajar junto con todos ustedes para concretar los objetivos que hemos pregonado por toda la extensión de la geografía argentina, y hacer ciertos esos objetivos que los hombres que nos dieron la nacionalidad nos presentan como un mandato que ahora sabemos está al alcance de nuestras manos. Entre todos vamos a constituir la unión nacional, consolidar la paz interior, afianzar la justicia, proveer a la defensa común, promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que deseen habitar el suelo argentino”. Martin Luther King, Jr. "Tengo un sueño", discurso en Washington, D.C.(fragmento). Pronunciado: El 28 de agosto de 1963 delante del monumento a Abraham Lincoln en Washington, DC, durante una histórica manifestación de más de 200,000 en pro de los derechos civiles para los afroamericanos en los EE.UU. Hace cien años, un gran estadounidense,cuya simbólica sombra nos cobija hoy, firmó la Proclama de la emancipación. Este trascendental decreto significó como un gran rayo de luz y de esperanza para millones de esclavos negros, chamuscados en las llamas de una marchita injusticia. Llegó como un precioso amanecer al final de una larga noche de cautiverio. Pero, cien años después, el negro aún no es libre; cien años después, la vida del negro es aun tristemente lacerada por las esposas de la segregación y las cadenas de la discriminación; cien años después, el negro vive en una isla solitaria en medio de un inmenso océano de prosperidad material; cien años después, el negro todavía languidece en las esquinas de la sociedad estadounidense y se encuentra desterrado en su propia tierra. Por eso, hoy hemos venido aquí a dramatizar una condición vergonzosa. Sé que algunos de ustedes han venido hasta aquí debido a grandes pruebas y tribulaciones. Algunos han llegado recién salidos de angostas celdas. Algunos de ustedes han llegado de sitios donde en su búsqueda de la libertad, han sido golpeados por las tormentas de la persecución y derribados por los vientos de la brutalidad policíaca. Ustedes son los veteranos del sufrimiento creativo. Continúen trabajando con la convicción de que el sufrimiento que no es merecido, es emancipador. Hoy les digo a ustedes, amigos míos, que a pesar de las dificultades del momento, yo aún tengo un sueño. Es un sueño profundamente arraigado en el sueño "americano". Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo: "Afirmamos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales". Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos, se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad. Sueño que un día, incluso el estado de Misisipí, un estado que se sofoca con el calor de la injusticia y de la opresión, se convertirá en un oasis de libertad y justicia. Sueño que mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el cual no serán juzgados por el color de su piel, sino por los rasgos de su personalidad. ¡Hoy tengo un sueño! Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la cual regreso al Sur. Con esta fe podremos esculpir de la montaña de la desesperanza una piedra de esperanza. Con esta fe podremos trasformar el sonido discordante de nuestra nación, en una hermosa sinfonía de fraternidad. Con esta fe podremos trabajar juntos, rezar juntos, luchar juntos, ir a la cárcel juntos, defender la libertad, juntos, sabiendo que algún día seremos libres. Ese será el día cuando todos los hijos de Dios podrán cantar el himno con un nuevo significado, "Mi país es tuyo. Dulce tierra de libertad, a ti te canto. Tierra de libertad donde mis antecesores murieron, tierra orgullo de los peregrinos, de cada costado de la montaña, que repique la libertad". Y si Estados Unidos ha de ser grande, esto tendrá que hacerse realidad. Cuando repique la libertad y la dejemos repicar en cada aldea y en cada caserío, en cada estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día cuando todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, puedan unir sus manos y cantar las palabras del viejo espiritual negro: "¡Libres al fin! ¡Libres al fin! Gracias a Dios omnipotente, ¡somos libres al fin!"
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