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Biologia la Vida en La Tierra-comprimido-539

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¿LA BIOLOGÍA LOGRA EXPLICAR EL COMPORTAMIENTO HUMANO? 507
aprendizaje que son importantes para el modo de vida de su
especie. En el ser humano, una de esas predilecciones innatas
parece apuntar a la adquisición de lenguaje. Los niños pequeños
pueden adquirir lenguaje rápidamente y casi sin esfuerzo; por
lo regular adquieren un vocabulario de unas 28,000 palabras
antes de cumplir los ocho años. Un gran número de investiga-
ciones sugieren que, al nacer, nuestro cerebro ya cuenta con
esta facilidad temprana para el lenguaje. Por ejemplo, el feto
humano comienza a responder a sonidos durante el tercer tri-
mestre del embarazo, y los investigadores han demostrado
que los bebés pueden distinguir diversos sonidos de conso-
nantes a las seis semanas de nacidos. En el experimento, un
bebé respondió a la presentación de diversos sonidos de con-
sonante succionando un chupón que contenía un transductor
de fuerza para registrar la intensidad de succión. Cuando se
presentaba de forma repetida un sonido (digamos, “ba”), el
bebé se habituaba y reducía su intensidad de succión. En cam-
bio, cuando se presentaba un sonido nuevo (como “pa”), la in-
tensidad de succión aumentaba, revelando que el pequeño
percibía el nuevo sonido como diferente.
Los comportamientos comunes a culturas 
diversas podrían ser innatos
Otra forma de estudiar las bases innatas del comportamiento
humano es comparar actos sencillos realizados por personas
de diferentes culturas. Este enfoque comparativo, adoptado
inicialmente por el etólogo Irenaus Eibl-Eibesfeldt, ha reve-
lado varios gestos y ademanes que al parecer constituyen un
sistema humano de señales universal y probablemente inna-
to. Esto incluye diversas expresiones faciales para indicar pla-
cer, ira y desdén, así como movimientos de saludo como la
mano levantada o el “destello ocular” (en el que los ojos se
abren al máximo y las cejas se elevan rápidamente). Es de su-
poner que la evolución de estos mensajes “configurados”
dependió de las ventajas que obtenían tanto quienes los en-
viaban como quienes los recibían, al compartir información
acerca del estado emocional y las intenciones del emisor. Es
probable que, antes de la aparición del lenguaje, haya sido
muy importante contar con un método de comunicación ge-
neral para toda la especie y que después haya seguido siendo
útil durante encuentros entre individuos que no tenían un
lenguaje común.
Los comportamientos sociales complejos también pueden
estar muy extendidos entre culturas diversas. Por ejemplo, el
tabú contra el incesto (evitar aparearse con parientes cerca-
nos) parece ser universal en todas las culturas humanas (e in-
cluso en muchas especies de primates no humanos). A pesar
de la universalidad del tabú, parece poco probable que una
creencia compartida pudiera estar codificada en nuestros ge-
nes. Algunos biólogos han sugerido que el tabú es más bien
una expresión cultural de un comportamiento adaptativo
evolucionado. Según esta hipótesis, un contacto cercano entre
miembros de la familia en los primeros años de vida suprime
el deseo sexual y este efecto surgió por las consecuencias per-
judiciales de la endogamia (por ejemplo, una mayor inciden-
cia de enfermedades genéticas). La hipótesis no nos obliga a
suponer una creencia social innata, más bien propone que he-
redamos un programa de aprendizaje que nos hace pasar por
una especie de impronta en los primeros años de vida.
Las personas podrían responder a feromonas
FIGURA 25-29 Los recién nacidos prefieren la voz de su madre
Utilizando un chupón conectado a una computadora que reprodu-
ce cintas de audio, el investigador William Fifer demostró que es
posible condicionar a los recién nacidos para que succionen con
ritmos específicos a cambio del privilegio de escuchar la voz de su
madre a través de audífonos. Por ejemplo, si el bebé succiona con
mayor rapidez que la normal, se reproduce la voz de su madre; si
succiona más lentamente, se reproduce la voz de otra mujer. Los
investigadores descubrieron que los pequeños aprendían fácil-
mente y estaban dispuestos a esforzarse en esa tarea sólo para es-
cuchar la voz de su madre, quizá porque se acostumbraron a ella
cuando estaban en su vientre.

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