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¿LA BIOLOGÍA LOGRA EXPLICAR EL COMPORTAMIENTO HUMANO? 507 aprendizaje que son importantes para el modo de vida de su especie. En el ser humano, una de esas predilecciones innatas parece apuntar a la adquisición de lenguaje. Los niños pequeños pueden adquirir lenguaje rápidamente y casi sin esfuerzo; por lo regular adquieren un vocabulario de unas 28,000 palabras antes de cumplir los ocho años. Un gran número de investiga- ciones sugieren que, al nacer, nuestro cerebro ya cuenta con esta facilidad temprana para el lenguaje. Por ejemplo, el feto humano comienza a responder a sonidos durante el tercer tri- mestre del embarazo, y los investigadores han demostrado que los bebés pueden distinguir diversos sonidos de conso- nantes a las seis semanas de nacidos. En el experimento, un bebé respondió a la presentación de diversos sonidos de con- sonante succionando un chupón que contenía un transductor de fuerza para registrar la intensidad de succión. Cuando se presentaba de forma repetida un sonido (digamos, “ba”), el bebé se habituaba y reducía su intensidad de succión. En cam- bio, cuando se presentaba un sonido nuevo (como “pa”), la in- tensidad de succión aumentaba, revelando que el pequeño percibía el nuevo sonido como diferente. Los comportamientos comunes a culturas diversas podrían ser innatos Otra forma de estudiar las bases innatas del comportamiento humano es comparar actos sencillos realizados por personas de diferentes culturas. Este enfoque comparativo, adoptado inicialmente por el etólogo Irenaus Eibl-Eibesfeldt, ha reve- lado varios gestos y ademanes que al parecer constituyen un sistema humano de señales universal y probablemente inna- to. Esto incluye diversas expresiones faciales para indicar pla- cer, ira y desdén, así como movimientos de saludo como la mano levantada o el “destello ocular” (en el que los ojos se abren al máximo y las cejas se elevan rápidamente). Es de su- poner que la evolución de estos mensajes “configurados” dependió de las ventajas que obtenían tanto quienes los en- viaban como quienes los recibían, al compartir información acerca del estado emocional y las intenciones del emisor. Es probable que, antes de la aparición del lenguaje, haya sido muy importante contar con un método de comunicación ge- neral para toda la especie y que después haya seguido siendo útil durante encuentros entre individuos que no tenían un lenguaje común. Los comportamientos sociales complejos también pueden estar muy extendidos entre culturas diversas. Por ejemplo, el tabú contra el incesto (evitar aparearse con parientes cerca- nos) parece ser universal en todas las culturas humanas (e in- cluso en muchas especies de primates no humanos). A pesar de la universalidad del tabú, parece poco probable que una creencia compartida pudiera estar codificada en nuestros ge- nes. Algunos biólogos han sugerido que el tabú es más bien una expresión cultural de un comportamiento adaptativo evolucionado. Según esta hipótesis, un contacto cercano entre miembros de la familia en los primeros años de vida suprime el deseo sexual y este efecto surgió por las consecuencias per- judiciales de la endogamia (por ejemplo, una mayor inciden- cia de enfermedades genéticas). La hipótesis no nos obliga a suponer una creencia social innata, más bien propone que he- redamos un programa de aprendizaje que nos hace pasar por una especie de impronta en los primeros años de vida. Las personas podrían responder a feromonas FIGURA 25-29 Los recién nacidos prefieren la voz de su madre Utilizando un chupón conectado a una computadora que reprodu- ce cintas de audio, el investigador William Fifer demostró que es posible condicionar a los recién nacidos para que succionen con ritmos específicos a cambio del privilegio de escuchar la voz de su madre a través de audífonos. Por ejemplo, si el bebé succiona con mayor rapidez que la normal, se reproduce la voz de su madre; si succiona más lentamente, se reproduce la voz de otra mujer. Los investigadores descubrieron que los pequeños aprendían fácil- mente y estaban dispuestos a esforzarse en esa tarea sólo para es- cuchar la voz de su madre, quizá porque se acostumbraron a ella cuando estaban en su vientre.
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