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Con menos del 5 por ciento de la población mundial, Estados Unidos es responsable por aproximadamente el 25 por ciento de los gases de invernadero del mundo. Las emisiones totales de gases de invernadero de ese país alcanzan las 6 toneladas (5 toneladas métricas) de carbono por persona cada año, más que cualquier otro país del planeta. ¿Es posible que las acciones de un individuo hagan la dife- rencia? Jonathan Foley, de la Universidad de Wisconsin, así lo cree. Foley está a la vanguardia de la investigación sobre el cli- ma y encabezó un equipo que desarrolló uno de los primeros modelos por computadora del cambio climático global para considerar las repercusiones de los sistemas biológicos y el uso que hacen de la tierra los humanos (como convertir bosques en tierras de cultivo) sobre el clima. En 1998 Jon y su esposa An- drea, al reconocer que las decisiones y elecciones individuales pueden tener un efecto significativo sobre las emisiones de ga- ses de invernadero y el cambio climático resultante, tomaron una decisión: reducir el uso de energía de su familia y las emi- siones de dióxido de carbono a la mitad. Los Foley y su peque- ña hija vivían en una casa de cinco habitaciones a 48 kilómetros de sus centros de trabajo; Jon y Andrea utilizaban, cada uno, un automóvil para recorrer unos 96 kilómetros al día. Primero, se mudaron a una casa más pequeña pero mucho más cercana al trabajo. Un visitante a la nueva casa de los Foley —cálida y aco- gedora en invierno y fresca durante el verano— jamás se imagi- naría cuán poca energía consume. Las grietas se sellaron y el ático se aisló. Cada aparato electrodoméstico se eligió en fun- ción de su eficiencia en el consumo de energía. Pequeñas bom- billas fluorescentes, que consumen un 75 por ciento menos de energía que las incandescentes, brindan luz en toda la casa. Unos decorativos ventiladores que cuelgan de los techos redu- cen la necesidad de utilizar el aire acondicionado durante el ve- rano. Unos colectores solares suministran unos dos tercios de las necesidades de calentar agua, mientras los vidrios de las ventanas de baja emisión permiten la entrada de la luz solar y reducen la pérdida de calor en invierno. Los Foley ahora utilizan bicicletas o toman el autobús para ir al trabajo, pero también disfrutan su automóvil híbrido Toyota Prius que consume gaso- lina y energía eléctrica, el cual rinde casi 80 kilómetros por ga- lón en los trayectos dentro de la ciudad. ¿Habrán alcanzado su meta? En los dos años posteriores a su decisión, los Foley, quie- nes ahora tienen dos hijas, redujeron su consumo de energía aproximadamente en un 65 por ciento. Foley afirma: Reducir las emisiones de gases de invernadero no implica de ningún modo un “sacrificio”. Redujimos nuestras emi- siones en más del 50 por ciento, y ahora los recibos de con- sumo de energía eléctrica son menores, tenemos una casa más confortable, más tiempo para dedicar a nuestra familia y una mejor calidad de vida. Los estadounidenses pueden obtener mucho si reducen el consumo de combustibles fó- siles: menores emisiones de gases de invernadero, mejor calidad del aire en nuestras ciudades, menos dependencia de las importaciones de petróleo, entre otras ventajas. Éste es un escenario de triunfo, así que, ¿por qué no empeñarse en conseguirlo? Recientemente, programas innovadores por todo el mundo (como Carbonfund.org) están proponiendo otras formas de lle- var a cabo ese “empeño” individual. Las iniciativas de com- pensación del carbono ayudan a la gente a realizar una compensación por el carbono que liberan invirtiendo en pro- yectos que alientan una mayor eficiencia en el consumo de energía, el uso de energía renovable y la reforestación. Por ejemplo, si tu auto tiene un rendimiento de 48 kilómetros por galón y manejas 19,000 kilómetros por año, tu auto liberará unas 3.5 toneladas de CO2 (o una tonelada de carbono). Car- bonfund.org te permite elegir proyectos donde la inversión re- ducirá las emisiones de CO2 por alrededor de $5 por tonelada. Ésta y muchas otras iniciativas de compensación del carbono (véase la sección al respecto en http://www.ecobusinesslinks- .com) constituyen una excelente forma de mejorar las eleccio- nes personales del estilo de vida y reducir sus efectos ulteriores. ¿Puedes hacer la diferencia? ¡La respuesta es un rotundo “Sí”! Es posible hacer una diferenciaENLACES CON LA VIDA O T R O V I S TA Z O A L E S T U D I O D E C A S O E L R E G R E S O D E L S A L M Ó N Los científicos que inves- tigan el regreso del salmón rojo a las corrientes de Alaska son testigos de una maravillosa vista. Cientos de cuerpos de color rojo bri- llante se retuercen en el agua tan super- ficialmente que apenas si los cubre. Una hembra agita su cola, excavando una depre- sión poco profunda en la grava donde libe- ra sus óvulos de color rojo coral; mientras tanto, un macho los baña con sus esperma- tozoides. Pero después de su larga y agota- dora migración, estos salmones adultos mueren. Su carne es destrozada, sus múscu- los se degradan y el acto final de reproduc- ción consume su último remanente de energía. Pronto, la corriente estará llena de cuerpos en agonía, muertos y en des- composición, lo que representa una abun- dancia de nutrimentos inimaginable en cualquier otra época del año. Las águilas, los osos pardos y las gaviotas se congregan para atiborrarse con la efímera recompensa. Las moscas se reproducen en los cadáveres, sir- viendo de alimento a arañas, aves y truchas. Los ciclos de reproducción de las poblaciones locales de visones se han desarrollado en función del acontecimiento; las hembras lac- tan precisamente cuando los salmones les proveen abundante alimento. Los estudios de los isótopos revelan que más de una cuarta parte del nitrógeno que se incorpora a las hojas de los árboles y arbustos cerca- nos a estas corrientes proviene de los cuer- pos de los salmones. Los investigadores estiman que 230 millones de kilogramos de salmón migran corriente arriba en el noroes- te del Pacífico de Estados Unidos cada año, aportando cientos de miles de kilogramos de nitrógeno y fósforo tan sólo al río Colum- bia. Ahora, debido a factores que incluyen la pesca excesiva, la construcción de presas en los ríos, el desvío de las aguas para labores de irrigación, los escurrimientos de las acti- vidades agrícolas y la contaminación de los estuarios (donde varias especies de salmón pasan buena parte de su ciclo de vida), las poblaciones migratorias de salmón en la re- gión han disminuido en un 90 por ciento en relación con el siglo pasado. La red de vida que dependía del enorme flujo de nutrimen- tos que circulaba corriente arriba cada año se ha perturbado. Piensa en esto Algunas poblaciones de sal- món se han reducido tanto que ameritan protección de la Ley de Especies en Peligro de Extinción. Algunos argumentan que, pues- to que el salmón también se cultiva con fines comerciales en estanques artificiales, no re- quiere de protección legal. Mientras tanto, los investigadores que estudian el salmón rey cultivado en estanques artificiales advir- tieron una disminución del 25 por ciento en el tamaño promedio de los huevos de sal- món en apenas cuatro generaciones. Estos huevos producen peces de menor tamaño. Con base en esta información, explica por qué los ecologistas y conservacionistas es- tán solicitando que se proteja al salmón en estado silvestre.
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