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vas actúan como guarderías que ayu- dan a restaurar las poblaciones fuera de la reserva. Muchos países han esta- blecido límites máximos a la pesca de tiburones y de otras poblaciones ame- nazadas de peces, en tanto que el dra- gado se prohibió recientemente en la costa occidental de Estados Unidos para proteger a las comunidades ma- rinas. El cultivo de peces, o acuicultu- ra, también puede ayudar a satisfacer la demanda de ciertos tipos de peces y mariscos, como el camarón y el sal- món, pero las granjas de peces y ca- marones deben planearse y administrarse cuidadosamente para no perjudicar los ecosistemas locales. Comunidades únicas cubren el lecho oceánico Comunidades en las profundidades del océano FIGURA 29-32). En esa zona, muchos animales generan su propia luz utilizando complejas vías metabólicas que liberan energía lumínica, un fenómeno conocido como bioluminis- cencia. Algunos peces mantienen colonias de bacterias biolu- miniscentes en visibles cámaras especiales en sus cuerpos. La bioluminiscencia ayuda a los habitantes del fondo marino a ver (muchos de ellos tienen enormes ojos), a atraer a sus pre- sas (figura 29-32a), o bien, a sus parejas. Poco se sabe acerca del comportamiento y la ecología de estas criaturas sorpren- dentes y exóticas, que nunca sobreviven si se les trae a la su- perficie marina. Recientemente se han encontrado comunidades enteras —incluidas especies nuevas para la ciencia— que se alimen- tan de cadáveres de ballenas, cada una de las cuales provee unas 40 toneladas en promedio de alimento al lecho oceánico (figura 29-32c). Primero, los peces y los cangrejos se encargan de despojar al cadáver de los músculos y la grasa; luego, den- sas masas de gusanos, almejas y caracoles se abarrotan sobre el enorme esqueleto para extraer las grasas almacenadas en los huesos. Los cuerpos de los “gusanos zombi” comedores de huesos, descritos por primera vez en 2005, están formados principalmente de estructuras con forma de raíces que perfo- ran los huesos, una estrategia alimentaria nunca antes obser- vada (figura 29-32d). Las bacterias anaeróbicas continúan después con la descomposición de los huesos, y una comuni- dad sumamente diversa de almejas, gusanos, mejillones y crustáceos se moviliza para alimentarse de las bacterias pre- sentes en ese estado de descomposición, que bien puede du- rar varias décadas. Comunidades de las chimeneas hidrotermales En 1977 los geólogos que exploraban la fisura de las Galápa- gos (una zona del lecho del Pacífico donde las placas que for- man la corteza terrestre se están separando) encontraron unas chimeneas que arrojaban agua sobrecalentada y enne- grecida por su contenido de azufre y minerales. En torno a es- tas chimeneas había una rica comunidad hidrotermal de peces rosados, cangrejos blancos ciegos, enormes mejillones, alme- jas blancas, anémonas de mar, gusanos tubulares gigantes y caracoles que portaban armazones cubiertos de placas de hie- rro (FIGURA 29-33). Se han encontrado cientos de nuevas es- pecies en estos hábitat especializados y que ahora se han descubierto en muchas regiones de las profundidades del mar donde las placas tectónicas se están separando, permitiendo la expulsión de material del interior de la Tierra. En este singular ecosistema las bacterias sulfurosas son los productores primarios. Estas bacterias obtienen energía de una fuente insólita que es mortífera para casi todas las demás formas de vida: el sulfuro de hidrógeno que sale de las grietas de la corteza terrestre. Este proceso, llamado quimiosíntesis, ocupa el lugar de la fotosíntesis en estas comunidades de chi- a) c) d) b) FIGURA 29-32 Habitantes de las pro- fundidades Un pez víbora, cuyas enormes mandí- bulas y filosos dientes le permiten atra- par y tragar a su presa completa, seduce a sus víctimas con su atractiva luminis- cencia. b) Un calamar de las profundida- des del océano. c) El esqueleto de una ballena constituye una enorme fuente de nutrimentos en el fondo del mar. d) Un “gusano zombi” puede insertar la parte inferior de su cuerpo, con forma de raíz, profundamente en los huesos del cadá- ver en descomposición de la ballena.
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