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FIGURA 33-10a): un poco se disuelve en el plasma; una mayor cantidad se une débilmente a la hemoglobina, una proteína que contiene hierro y que está contenida en los glóbulos ro- jos; y la mayor parte de él se combina con agua para formar iones bicarbonato (HCO3 ) mediante la siguiente reacción: CO2 + H2O H + + HCO3 Esta reacción ocurre en los glóbulos rojos, que contienen la enzima anhidrasa carbónica. La mayor parte del HCO3 pa- sa por difusión al plasma, donde ayuda a mantener el pH ade- cuado de la sangre (alrededor de un pH de 7.4; el H+ restante se queda en los glóbulos rojos unido a la hemoglobina). Esta reacción se invierte cuando los capilares corren por los alveo- los, donde el dióxido de carbono es bajo (FIGURA 33-10b). Tanto la producción de iones bicarbonato como la unión del CO2 a la hemoglobina reducen la concentración de CO2 di- suelto en la sangre y elevan el gradiente para que el CO2 A medida que la sangre de los capilares, rica en dióxido de carbono proveniente de los tejidos, fluye por los alveolos de los pulmones (o de las membranas de otros órganos don- de se realiza el intercambio de gases), libera el CO2 y recoge el O2 678 Capítulo 33 RESPIRACIÓN Se calcula que unos 440,000 estadounidenses mueren por enfer- medades relacionadas con el tabaquismo cada año; esto incluye cáncer pulmonar, enfisema, bronquitis crónica, infartos al miocar- dio, accidentes cerebrovasculares y otras formas de cáncer. El humo del tabaco tiene un efecto drástico sobre las vías respiratorias humanas. Al inhalarse, las sustancias tóxicas como la nicotina y el dióxido de azufre paralizan los cilios que recu- bren a las vías respiratorias; un solo cigarrillo puede desactivarlos durante una hora. Como estos cilios “barrenderos” se encargan de eliminar las partículas inhaladas, el hecho de fumar inhibe su actividad justo cuando más se le necesita. La porción visible del humo del cigarrillo consiste en miles de millones de partículas microscópicas de carbono. Unas 200 sustancias tóxicas se ad- hieren a esas partículas, y se sabe que más de una docena de ellas son carcinógenos o posibles carcinógenos (sustancias que causan cáncer). Al quedar desactivados los cilios, las partículas se adhieren a las paredes de las vías respiratorias y entran en los pulmones. El humo del cigarrillo también afecta negativamente a los gló- bulos blancos que defienden las vías respiratorias envolviendo las partículas extrañas y las bacterias. Por ello, entran en los pul- mones aún más bacterias y partículas de polvo y humo. Como respuesta a la irritación del humo del cigarrillo, las vías respirato- rias producen más moco, que es otro método para atrapar las partículas extrañas. El problema es que, sin los cilios que lo des- plazan, el moco se acumula y puede obstruir las vías respiratorias; la conocida “tos de fumador” es un intento por expulsarlo. Par- tículas microscópicas de humo se acumulan en los alveolos al paso de los años hasta que los pulmones del fumador quedan li- teralmente ennegrecidos (compara un pulmón normal en la FI- GURA E33-3a con el pulmón enfermo en la FIGURA E33-3b). Cuanto más tiempo estén expuestos los delicados tejidos de los pulmones a los carcinógenos de las partículas atrapadas, mayor es la posibilidad de desarrollar cáncer (FIGURA E33-3c). Algunos fumadores desarrollan bronquitis crónica, una infec- ción persistente de los pulmones caracterizada por tos, infla- mación del revestimiento de las vías respiratorias, aumento en la producción de moco y reducción en el número y la actividad de los cilios. El resultado es una reducción en el flujo de aire ha- cia los alveolos. El enfisema se presenta (figura E33-3b) cuando las sustancias tóxicas del humo del tabaco estimulan al organis- mo para producir sustancias que hacen que los alveolos se vuel- van quebradizos y se rompan. La pérdida de los alveolos, donde se intercambian gases, provoca la falta de oxígeno en todos los tejidos del cuerpo. Una persona con enfisema tiene dificultad para respirar y su condición va empeorando hasta que muere. El monóxido de carbono, presente en niveles elevados en el humo del tabaco, se une tenazmente a los glóbulos rojos en vez del oxígeno. Esta unión reduce la capacidad de la sangre para transportar oxígeno y, por consiguiente, obliga al corazón a tra- bajar más. La bronquitis crónica y el enfisema complican este problema. El tabaquismo también causa aterosclerosis, un en- grosamiento de las paredes arteriales por depósitos grasos, lo cual puede causar infartos al miocardio (véase el capítulo 32). Por ello, los fumadores tienen una probabilidad 70 por ciento mayor que los no fumadores de morir por una enfermedad car- diaca. Las heridas y los huesos rotos de los fumadores tardan más en sanar y es más probable que su piel se arrugue prema- turamente. El monóxido de carbono del humo del tabaco tam- bién podría contribuir a los problemas que experimentan las mujeres embarazadas que fuman, porque el feto en desarrollo se ve privado de oxígeno. Además, entre las complicaciones re- productivas que provoca el tabaquismo se incluyen una mayor incidencia de infertilidad, abortos espontáneos, menor peso de los bebés al nacer y, más adelante, problemas de aprendizaje y de conducta en los hijos. El “tabaquismo pasivo”, que consiste en respirar humo de segunda mano, es un peligro real para la salud tanto de niños como de adultos. Los investigadores han llegado a la conclu- sión de que los hijos de padres que fuman tienen mayor proba- bilidad de contraer bronquitis, pulmonía, infecciones del oído, tos y resfriados, así como de tener capacidad pulmonar dismi- nuida. Los niños que crecen al lado de fumadores tienen mayor probabilidad de desarrollar asma y alergias; en el caso de niños con asma, el número y la gravedad de los ataques asmáticos aumentan con la exposición al humo de segunda mano. Entre los adultos, los estudios han llegado a la conclusión de que los Fumar: una decisión de vidaGUARDIÁN DE LA SALUD (anhidrasa carbónica)
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