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Biologia la Vida en La Tierra-comprimido-731

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El páncreas suministra varias secreciones digestivas 
al intestino delgado
El páncreas está en la curva entre el estómago y el intestino
delgado (véase la figura 34-10) y consta de dos tipos principa-
les de células. Un tipo produce hormonas que intervienen 
en la regulación del azúcar en la sangre (como veremos más
adelante, en el capítulo 37); el otro produce una secreción di-
gestiva llamada jugo pancreático
Las enzimas digestivas pancreáticas desdoblan tres tipos
principales de nutrimentos (véase la tabla 34-4): la amilasa
desdobla carbohidratos, las lipasas digieren lípidos y varias
proteasas desdoblan proteínas y péptidos.
Las células de la pared intestinal completan 
el proceso digestivo
La pared del intestino delgado está tapizada de células espe-
cializadas que completan el proceso digestivo y absorben las
pequeñas moléculas que resultan. Estas células tienen diver-
sas enzimas en su membrana externa, la cual constituye el re-
vestimiento interior del intestino delgado. Entre esas enzimas
se encuentran las peptidasas, que terminan de desdoblar los
péptidos para convertirlos en aminoácidos, y disacaridasas,
que desdoblan los disacáridos para obtener monosacáridos
(véase el capítulo 3). Por ejemplo, la disacaridasa conocida co-
mo lactasa
¿CÓMO DIGIEREN LOS ALIMENTOS LOS SERES HUMANOS? 699
Las úlceras se presentan cuando áreas localizadas de las capas
de tejido que revisten el estómago o la parte superior del intes-
tino delgado se deterioran. Las víctimas de úlcera experimen-
tan ardor en el área del estómago, así como vómitos y náuseas;
en casos graves, aparece sangre en las heces por el sangrado
que se produce al destruirse el tejido (FIGURA E34-2). Anterior-
mente los médicos creían que las úlceras eran provocadas por
la sobreproducción de ácido (que se pensaba estaba relaciona-
da con el estrés), y trataban a sus pacientes con antiácidos y
programas de reducción del estrés. Sin embargo, ahora los
Centros para el Control de Enfermedades reportan que la bac-
teria Helicobacter pylori causa entre el 80 y 90 por ciento de to-
das las úlceras y que los antibióticos adecuados (administrados
en conjunción con medicamentos que reducen la acidez) pue-
den curar la mayoría de las úlceras. ¿Qué provocó este cambio
en nuestra comprensión de las úlceras? En 1983 J. R. Warren,
un patólogo australiano, observó que muestras de tejido esto-
macal inflamado estaban infectadas de manera consistente con
una bacteria en forma de espiral. Warren trabajaba con Barry
Marshall, un médico internista, con el objetivo de aislar y culti-
var la bacteria, que tiempo después se llamaría Helicobacter
pylori. Los investigadores sugirieron que la H. pylori causaba in-
flamación que con el tiempo se convertiría en úlcera; pero la co-
munidad médica se mostraba escéptica. ¿Cómo era posible
que las bacterias pudieran sobrevivir y, más aún, prosperar en el
ambiente ácido y capaz de digerir proteínas que prevalece en
el estómago? Para probar su hipótesis, Marshall y otro volunta-
rio ingirieron un lote de bacterias y tiempo después presenta-
ron muestras de sus propios tejidos estomacales infectados con
H. pylori. Posteriores investigaciones y estudios epidemiológi-
cos apoyaron la hipótesis de Warren y Marshall; finalmente, es-
tos investigadores recibieron el Premio Nobel de Fisiología o
Medicina en 2005.
Ahora los científicos saben que la Helicobacter pylori coloniza
la capa protectora de moco que recubre la pared estomacal, así
como las paredes de la porción superior del intestino delgado.
En el proceso, estas bacterias debilitan la capa de mucosidad e
incrementan la producción de ácido por parte del estómago,
haciendo que el recubrimiento de este último y de la parte su-
perior del intestino se vuelva más susceptible al ataque de los
ácidos y las enzimas que digieren las proteínas. La respuesta in-
munitaria del cuerpo a la infección también contribuye a la des-
trucción de tejido. Es interesante hacer notar que, aunque
aproximadamente la mitad de la población mundial alberga la
H. pylori, la mayoría de las personas no padecen úlceras ni pre-
sentan síntomas obvios de infección.
Algunas úlceras son provocadas por otros factores, incluido
el uso prolongado de analgésicos, como la aspirina o el ibupro-
fen, que interfieren con los mecanismos que protegen el estó-
mago y las células intestinales de los ácidos y las enzimas
digestivas. Otros factores que podrían agravar las úlceras y re-
tardar su curación incluyen el tabaquismo, así como el consumo
de cafeína y alcohol.
Las úlceras digieren el tracto digestivoGUARDIÁN DE LA SALUD
FIGURA E34-2 Una úlcera
Esta fotografía de una úlcera se tomó por medio de un dispositi-
vo de observación a base de fibras ópticas, llamado endoscopio.

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