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Biologia la Vida en La Tierra-comprimido-822

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790 Capítulo 38 EL SISTEMA NERVIOSO Y LOS SENTIDOS
estamos resfriados, los alimentos que normalmente conside-
ramos sabrosos nos parecen insípidos y poco apetitosos, mien-
tras que el café simplemente sabe amargo.
El dolor es un sentido químico especializado
Ya sea que nos quememos, cortemos o aplastemos la punta de
un dedo, sentiremos la misma sensación: dolor. Casi todo el
dolor se debe a daños en los tejidos. Los investigadores han
descubierto que la percepción del dolor en realidad es un ti-
po especial de sentido químico (FIGURA 38-28).
Cuando una cortada o quemada daña las células y los ca-
pilares, su contenido penetra en el líquido extracelular. Ese
contenido incluye iones potasio, que estimulan a los recepto-
res del dolor
CONEXIONES EVOLUTIVAS
Sentidos poco comunes
Hemos examinado los sentidos “comunes” del oído, la vista, el
olfato, el gusto y el dolor. Pero si este libro estuviera enfoca-
do en los murciélagos, sin duda habría incluido una sección
importante acerca de la ecolocalización y casi habría omitido
la cobertura de la vista. Aquí haremos una reseña de unos
cuantos de los sentidos “poco comunes” que la evolución ha
producido como respuesta a diferentes entornos.
Ecolocalización
Algunos animales que cazan en la oscuridad o en aguas tur-
bias han desarrollado una especie de sonar llamado ecolocali-
zación. Con este sistema, los murciélagos pueden guiarse y
cazar insectos en medio de una completa oscuridad. Un mur-
ciélago ecolocalizador emite pulsos de sonido a frecuencias
ultrasónicas (más altas de las que el oído humano puede de-
tectar), los cuales rebotan en los objetos cercanos. Los patro-
nes de sonido reflejado comunican información precisa
acerca del tamaño, la forma, la textura superficial y la ubica-
ción de los objetos en el entorno. Los pequeños murciélagos
pardos pueden detectar alambres de apenas 1 milímetro de
espesor a una distancia de 2 metros. Varias adaptaciones con-
tribuyen a esta notable sensibilidad. Los enormes pabellones
auriculares del murciélago, con sus complejos pliegues, captan
los ecos y ayudan al animal a localizar su origen (FIGURA 38-
29a). Cuando el murciélago emite su chillido, los músculos co-
nectados a los huesos del oído interno se contraen por un
breve lapso; esto reduce las vibraciones de los huesecillos y
evita que el animal quede ensordecido por su propio chillido.
La membrana timpánica y los huesos del oído medio son ex-
cepcionalmente ligeros y los débiles ecos los hacen vibrar fá-
cilmente.
Las marsopas y los delfines producen chasquidos ultrasó-
nicos dentro de sus conductos nasales y los emiten a través de
la parte delantera de la cabeza (FIGURA 38-29b).Ahí, una bol-
sa grande y flexible, llena de aceite, dirige el sonido hacia 
delante en un haz amplio (para navegar) o estrecho (para lo-
calizar presas). Una marsopa puede encontrar por ecolocali-
zación un objeto del tamaño de un chícharo en el fondo de su
tanque, y distinguir entre peces de diferentes especies. Las
marsopas también pueden usar el haz enfocado para aturdir a
los peces con un sonido intenso, lo que facilita su captura.
Detección de campos eléctricos
Algunos peces, llamados peces débilmente eléctricos, utilizan
campos eléctricos para la electrolocalización, de forma muy
parecida a como los murciélagos y las marsopas usan ondas
sonoras para la ecolocalización. Esos peces producen señales
eléctricas de alta frecuencia con un órgano eléctrico localiza-
do delante de la cola; luego detectan las señales con células
electrorreceptoras situadas en ambos costados de su cuerpo
(FIGURA 38-30
lesión
capilar
neurona
receptora
del dolor
El capilar
dañado libera
proteínas
de la sangre.
Las células
dañadas liberan
K+ y enzimas.
FIGURA 38-28 Percepción del dolor
La percepción del dolor es un sentido químico especializado. Una
herida daña tanto a las células como a los vasos sanguíneos. Las
células dañadas liberan K+, el cual activa neuronas receptoras del
dolor. Las células dañadas también liberan enzimas que convierten
ciertas proteínas de la sangre en bradicinina, que también estimu-
la neuronas sensibles al dolor.

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