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PARED POSTERIOR DEL ABDOMEN

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7 ÓRGANOS DE LA REGIÓN LUMBAR 
Y DE LA PELVIS MENOR 0
La región posterior del abdomen, o región lumbar, constituye una entidad anató-
mica: no sólo su pared difiere de la pared anterolateral del abdomen sino que recubre
las vísceras retroperitoneales, que tienen un origen y una significación particulares. La
cavidad abdominal está ocupada por los órganos del aparato digestivo; las vísceras re-
troperitoneales pertenecen al aparato urinario, cuyo receptáculo, la vejiga urinaria,
está situado en la pelvis menor. La embriología relaciona los órganos genitales y los
urinarios; por tanto, es lógico, desde un punto de vista descriptivo y topográfico, agru-
par los órganos genitales y urinarios en una misma parte de esta obra.
La topografía nos lleva a describir aquí también las glándulas suprarrenales. Aun-
que no pertenecen al aparato urogenital, estas glándulas deben incluirse en este capí-
tulo a causa de sus relaciones con las paredes y con los órganos de la región lumbar.
Estudiaremos sucesivamente las paredes de la región lumbar, el peritoneo del apa-
rato urogenital, las glándulas suprarrenales, el aparato urinario y el aparato genital, y
terminaremos este capítulo con la topografía de la pelvis menor y del periné.
7 I. PARED POSTERIOR DEL ABDOMEN 0
La pared posterior del abdomen se compone de una región vertebral y de las re-
giones lumbares.
REGIÓN VERTEBRAL
La región vertebral de la pared posterior del abdomen es continuación de la región
vertebral del tórax, de igual manera que ésta sucede a la región de la nuca. Compren-
de la columna vertebral y las partes blandas que la cubren posteriormente.
Estas partes blandas están constituidas por la piel, un panículo adiposo, una fascia
superficial, una capa de tejido celular subcutáneo y los planos musculares de la re-
gión posterior del tronco.
La columna vertebral contiene, en el conducto vertebral, la médula espinal, las me-
ninges, los plexos venosos vertebrales internos y las raíces de los nervios espinales
desde su origen hasta su entrada en el agujero intervertebral.
La médula espinal, cuyo diámetro es bastante más pequeño que el del conducto ver-
tebral, no ocupa el eje de dicho conducto, sino que tiende a adoptar la dirección del eje
de las curvaturas de la columna vertebral. Termina a la altura de la segunda vértebra
lumbar.
De la médula nacen las raíces de los nervios espinales.
Está rodeada por las meninges espinales: duramadre espinal, aracnoides espinal y
piamadre espinal. Las meninges espinales limitan entre sí el espacio subdural y el es-
pacio subaracnoideo (v. tomo 4).©
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A A. Agujeros intervertebrales
El conducto vertebral está en conexión con los agujeros intervertebrales. 
Los agujeros intervertebrales están limitados: superior e inferiormente, por los pe-
dículos de las vértebras; anteriormente, por el disco intervertebral correspondiente
y por la parte del cuerpo vertebral comprendido entre el disco y los pedículos supra y
subyacentes; posteriormente, por la apófisis articular inferior de la vértebra situada su-
periormente al agujero intervertebral y por la apófisis articular superior de la vértebra
subyacente.
Los agujeros intervertebrales dan paso a las raíces de los nervios espinales, a las
ramas espinales de las arterias vecinas, a venas, a vasos linfáticos y al ramo menín-
geo del nervio espinal. Una grasa blanda y fluida rodea estos órganos y llena los in-
tersticios que los separan entre sí.
Las raíces de los nervios espinales se unen entre sí en el extremo lateral del agujero
intervertebral. En el trayecto de la raíz posterior se encuentra el ganglio espinal o
ganglio sensitivo del nervio espinal. De manera general, los ganglios espinales están si-
tuados en el agujero intervertebral, a excepción de los ganglios espinales de los nervios
sacros, que quedan situados en el conducto vertebral.
Las raíces de los nervios espinales están acompañadas en los agujeros interverte-
brales: a) por la piamadre espinal, que se confunde con su neurilema; b) por la durama-
dre espinal, que en el límite externo del agujero intervertebral se une en parte al perios-
tio y en parte al neurilema del nervio espinal; c) por la aracnoides espinal, que limita con
la duramadre, en torno a las raíces, una prolongación del espacio subaracnoideo; en
profundidad, la aracnoides espinal se pierde rápidamente en el neurilema de las raíces
(Forestier) y limita así, hacia el agujero intervertebral, el espacio subaracnoideo, y d) por
la rama espinal; ésta se desprende, según la región, de la arteria vertebral, de la arteria
cervical ascendente, de las arterias intercostales posteriores o de las arterias lumbares.
Después de su entrada en el agujero intervertebral, perfora la duramadre espinal y
aborda el nervio en el punto de unión de sus dos raíces (Tanon).
Las venas intervertebrales forman plexos venosos intervertebrales que comunican los ple-
xos venosos vertebrales internos con las venas y los plexos vertebrales externos. Se
aplican contra las paredes del agujero intervertebral, pero la mayor parte del plexo es
anterior a las raíces del nervio espinal (Charpy).
El ramo meníngeo del nervio espinal o ramo recurrente del nervio espinal penetra en el
conducto vertebral pasando anterior a las raíces del nervio espinal y de su vaina. Se
pierde entre las venas anteriores del plexo intervertebral.
REGIÓN LUMBAR
Esta región está limitada: superiormente, por la duodécima costilla o, más exacta-
mente, por los ligamentos arqueados medial y lateral; lateralmente, por el borde late-
ral del músculo cuadrado lumbar; inferiormente por la cresta ilíaca, y medialmente
por los cuerpos vertebrales.
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J CONSTITUCIÓN. Profundamente a los planos superficiales, que presentan la misma
disposición que en la región vertebral, los músculos y las aponeurosis están distribui-
dos de anterior a posterior en tres grupos: anterior, medio y posterior.
a) GRUPO MEDIO. Está formado por la aponeurosis posterior del músculo transverso del
abdomen, que refuerza superiormente el ligamento lumbocostal (de Henle), y por los
músculos intertransversos.
b) GRUPO ANTERIOR. Anteriormente a la aponeurosis del músculo transverso del abdo-
men, se encuentran el músculo cuadrado lumbar y el músculo psoas mayor (fig. 315).
El músculo cuadrado lumbar está comprendido entre la aponeurosis posterior del
músculo transverso del abdomen y su propia fascia, que cubre su cara anterior. Ante-
riormente al músculo y a su fascia, discurren el nervio subcostal y los nervios iliohi-
pogástrico e ilioinguinal; posteriormente, los vasos lumbares.
El músculo psoas mayor es anterior y medial al músculo cuadrado lumbar. Inferior-
mente, se une al músculo ilíaco, que cubre la fosa ilíaca. El músculo iliopsoas, formado
de esta manera, está revestido por la fascia ilíaca. Sin embargo, ésta se halla separada
del músculo por una delgada capa de tejido celular muy laxo.
El músculo iliopsoas está atravesado, en el intervalo comprendido entre la parte que
nace de las apófisis costales y la que se inserta en los cuerpos vertebrales y en los discos in-
tervertebrales, por el plexo lumbar, por la vena lumbar ascendente y por los vasos lum-
bares, que discurren junto con los ramos comunicantes del tronco simpático bajo los ar-
cos que forman las inserciones del músculo psoas mayor sobre los cuerpos vertebrales.©
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M. dorsal ancho
M. erector
de la columna
M. serrato post. inf.
Cuadrilátero lumbar
M. oblicuo int.
del abdomen
Pleura parietal
Diafragma
Pleura visceral
Fascia renalFascia renal
Riñón
Aponeurosis del 
m. transverso del abdomen
Cápsula adiposa
Grasa pararrenal
Fascia del 
m. cuadrado lumbar
M. cuadrado lumbar
M. erector de la columna
Fascia toracolumbar
Fig. 315 ▪ Región lumbar y triángulo lumbocostoabdominal.
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c) GRUPO POSTERIOR. Este grupo muscular está situado posteriormente a la aponeuro-
sis posterior del músculo transverso del abdomen y a las apófisis costales. Compren-
de: o a) el músculo erector de la columna, que ocupa el canal vertebral y se desborda so-
bre la aponeurosis posterior del músculo transverso del abdomen; en este músculo se
encuentran las ramificaciones principales de las ramas posteriores de las arterias y de
los nervios lumbares; o b) posterior al músculo erector de la columna, el músculo 
serrato posterior inferior superiormente y el músculo oblicuo interno del abdomen inferior-
mente, y o c) el músculo dorsal ancho y su aponeurosis, la fascia toracolumbar, que cubre
todos los músculos precedentes (figs. 68 y 69).
El músculo dorsal ancho puede extender sus inserciones en la cresta ilíaca hasta la
inserción del músculo oblicuo externo del abdomen, o bien detenerse medialmente a
éste. En este último caso, el borde lateral del músculo dorsal ancho, oblicuo superior
y lateralmente, cruza, a cierta distancia superiormente al hueso coxal, el borde poste-
rior del músculo oblicuo externo del abdomen, y configura con él un triángulo cuya
base está ocupada por el segmento de cresta ilíaca comprendido entre las inserciones
de los dos músculos: se trata del triángulo lumbar inferior.
La fascia toracolumbar se moldea sobre los músculos subyacentes y marca todas
sus irregularidades, de manera que se halla alzada medialmente por el músculo erec-
tor de la columna y marca, a lo largo del borde lateral de éste, una depresión alargada
de superior a inferior y reproducida por los tegumentos: se trata del surco lumbar.
El surco lumbar no se oblitera jamás, ya que la fascia toracolumbar está unida a los
planos musculoaponeuróticos subyacentes por medio de sólidos tractos conjuntivos.
J TRIÁNGULO LUMBOCOSTOABDOMINAL (DE GRYNFELT). El borde posterior del mús-
culo oblicuo interno del abdomen lateralmente, el borde lateral del músculo erector de
la columna medialmente, y el músculo serrato posterior inferior y la duodécima cos-
tilla superiormente limitan un espacio triangular o cuadrilátero, dependiendo de si el
músculo serrato posterior inferior invade o no el ángulo formado por el músculo erec-
tor de la columna con la duodécima costilla.
En el área de este espacio, denominado triángulo o cuadrilátero lumbocostoabdominal
(de Grynfelt), la aponeurosis posterior del músculo transverso del abdomen está di-
rectamente recubierta por el músculo dorsal ancho. Es un punto débil de la pared y
una región herniaria (fig. 86).
Sin embargo, la resistencia de la pared en el triángulo lumbocostoabdominal no es
igual en todas partes. En efecto, el músculo cuadrado lumbar cubre la cara anterior
de la aponeurosis posterior del músculo transverso del abdomen en la parte medial del
triángulo, mientras que, lateralmente al músculo cuadrado lumbar, la pared abdomi-
nal está constituida sólo por la aponeurosis posterior del músculo transverso del ab-
domen, cubierta posteriormente por el músculo dorsal ancho. Esta segunda zona del
triángulo lumbocostoabdominal es el verdadero punto débil de la región, sobre todo
porque la aponeurosis posterior del músculo transverso del abdomen presenta uno o
dos orificios vasculonerviosos que disminuyen todavía más la resistencia de la pared
(figs. 86 y 315).
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DESARROLLO DE LOS ÓRGANOS GENITOURINARIOS. 
EVOLUCIÓN DEL PERITONEO CORRESPONDIENTE
A A. Alantoides y peritoneo vesical
J TABICAMIENTO DE LA CLOACA. En una determinada fase del desarrollo, el extremo
caudal del intestino consiste en un confluente, la cloaca, en el cual se abren: o ventral-
mente el alantoides y o lateralmente los conductos mesonéfricos (de Wolff) y parameso-
néfricos (de Müller), cuya importancia, evolución y formación señalaremos más adelante.
El repliegue alantoideo, que separa el alantoides del intestino, aumenta de craneal
a caudal. Su borde libre, denominado tabique urorrectal, pliegue urogenital o espolón peri-
neal, desciende transversalmente a la manera de una cortina que divide la cloaca en
dos partes: una ventral, que tiene continuidad con el alantoides, y otra dorsal intesti-
nal (fig. 219). o Así considerado, el divertículo peritoneal comprendido en el repliegue
alantoideo desciende hacia la cloaca y forma un fondo de saco peritoneal que separa
el intestino del alantoides.
Cuando el tabicamiento de la cloaca ha finalizado, la parte ventral de ésta, deno-
minada seno urogenital, recibe en sus paredes laterales los conductos mesonéfricos y pa-
ramesonéfricos. Los orificios de desembocadura de estos conductos permiten entonces
distinguir, en el seno urogenital, dos segmentos: o uno, situado cranealmente a los
orificios de los conductos mesonéfricos, que constituye el conducto uretrovesical, y o otro
situado caudalmente, que se denomina conducto urogenital (Tourneux) (fig. 316).©M
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Fondo de saco vesicogenital
Conducto genital
Conducto urogenital
Uraco
Vejiga
Recto
Fondo de saco genitorrectal
Fig. 316 ▪ Corte sagital semiesquemático de la pelvis, que muestra el modo de formación de los fondos de saco
vesicogenital y genitorrectal.
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J EVOLUCIÓN DEL CONDUCTO URETROVESICAL
a) FORMACIÓN DE LA VEJIGA URINARIA Y DEL URACO. El conducto uretrovesical y el alan-
toides, que es craneal a éste, se desarrollan de forma desigual. El alantoides se estrecha
y luego se oblitera en su parte craneal; forma así en primer lugar un conducto estrecho
y después un cordón fibroso que se extiende desde el ombligo hasta el vértice de la ve-
jiga urinaria; este cordón fibroso se denomina uraco. El conducto uretrovesical se es-
trecha también en su extremo caudal para dar nacimiento en la mujer a la totalidad de
la uretra, y en el hombre al segmento de la uretra comprendido entre el cuello de la ve-
jiga urinaria y los orificios de los conductos eyaculadores, que representan los orificios
de los conductos mesonéfricos. El segmento intermedio entre el uraco y la uretra se
dilata y constituye la vejiga urinaria (fig. 316).
b) CONEXIONES DE LA VEJIGA URINARIA Y EL URACO CON EL PERITONEO. El uraco y la ve-
jiga urinaria, limitados lateralmente por las arterias umbilicales, protruyen en la cavi-
dad abdominal. Ambos elevan el peritoneo y forman una vaina que se adhiere a la pa-
red abdominal ventral por medio de un corto meso medio, el mesoalantoideo, que se
denomina mesocisto a lo largo de la vejiga urinaria. o El mesoalantoideo separa dos
fondos de saco laterales prealantoideos o prevesicales (fig. 317).
A continuación, el meso y los fondos de saco desaparecen; la vejiga urinaria y el
uraco se unen a la pared en la totalidad de su cara ventral. Esta última transformación
se debe a la soldadura de las dos hojas serosas que forman las paredes de estos fondos
de saco; la fascia umbilicoprevesical constituye la fascia de coalescencia resultante de
la soldadura de dichas hojas (Cunéo y Veau, Barbilian).
A B. Órganos genitales y peritoneo
J MESONEFROS. CRESTA GENITAL. CONDUCTOS MESONÉFRICO Y PARAMESONÉFRICO,
CORDÓN UROGENITAL. Los mesonefros o riñones primitivos son órganos alargados
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Conducto mesonéfrico
Conducto paramesonéfrico
A. umbilical
Receso peritoneal prevesical
Pared abdominal ant.
Meso rectal
Recto
Vejiga
Mesocisto
Fig. 317 ▪ Corte transversal de la pelvis deun embrión, antes de la desaparición del mesocisto (semiesquemático).
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verticalmente que se hallan situados en la pared dorsal del abdomen, a ambos lados
de la línea media (fig. 318, A). Estos órganos están básicamente constituidos por una
serie de conductillos tortuosos situados transversalmente, los unos craneales a los
otros. Estos conductillos, denominados túbulos mesonéfricos, se abren por su extremo la-
teral en un conducto colector denominado conducto mesonéfrico (de Wolff) (fig. 318, A),
mientras que su extremo medial está en relación con un glomérulo vascular.
En la parte craneal y medial de cada mesonefros se alza un saliente vertical, la
cresta genital. La presencia de la cresta genital permite distinguir en el mesonefros dos
partes: una craneal o genital, en relación con la gónada; otra caudal o urinaria, subya-
cente a la anterior (fig. 319, A).
Sobre la parte ventral y lateral del mesonefros discurren de craneal a caudal dos
conductos denominados conducto mesonéfrico y conducto paramesonéfrico (de Müller). En
el extremo caudal del mesonefros, estos dos conductos se inclinan medialmente y se
dirigen hacia el extremo caudal del embrión, acercándose cada vez más a la línea me-
dia. Se abren caudalmente, primero en la pared lateral de la cloaca y después, cuando
la cloaca está tabicada, en la pared lateral del seno urogenital, en la unión de los con-
ductos uretrovesical y urogenital (fig. 316).
Los conductos mesonéfrico y paramesonéfrico forman juntos un cordón en relieve
sobre el mesonefros o la pared, que se denomina cordón urogenital (figs. 317 y 318, A).
En el cordón urogenital, los conductos mesonéfrico y paramesonéfrico están siem-
pre uno al lado del otro, pero su posición recíproca cambia de craneal a caudal. A lo
largo de todo el mesonefros, el conducto paramesonéfrico es ventral y ligeramente
lateral al conducto mesonéfrico (fig. 318). En el extremo caudal del mesonefros, el
conducto paramesonéfrico se sitúa medial al conducto mesonéfrico y desciende me-
dialmente hasta su terminación (fig. 319). El conducto paramesonéfrico se abre en
sus dos extremos: caudalmente en el conducto urogenital y cranealmente en la cavi-
dad peritoneal. Este último orificio, ensanchado en forma de embudo, se sitúa a la al-
tura del extremo craneal del mesonefros.
J RELACIONES DEL MESONEFROS, DE LA GÓNADA Y DEL CORDÓN UROGENITAL CON EL
PERITONEO. El mesonefros sobresale en la cavidad peritoneal y se halla unido a la pa-
red abdominal dorsal por medio de un corto meso, el meso del mesonefros, que se ex-
tiende a lo largo de todo su borde dorsal (fig. 318).
La gónada y el cordón urogenital, que describen un relieve sobre el mesonefros y
destacan al igual que éste en la cavidad peritoneal, están a su vez unidos al revesti-
miento peritoneal del mesonefros por dos mesos: el mesorquio o mesotestes o el meso-
vario para la gónada, y el mesourogenital para el cordón urogenital (fig. 318, A).
Caudal al mesonefros, el mesourogenital continúa hasta el extremo caudal del cor-
dón urogenital y une éste a la pared (fig. 317).
El mesourogenital y el meso del mesonefros se prolongan cranealmente por medio
de un repliegue que se extiende craneal al mesonefros hasta el diafragma. Este replie-
gue contiene en su espesor algunas fibras musculares lisas. Se denomina ligamento ge-
nital craneal o ligamento diafragmático (fig. 319, A).©M
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El extremo caudal del mesonefros está también unido a la región inguinal de la
pared abdominal por otro repliegue peritoneal que se denomina ligamento genital cau-
dal (fig. 319, A). Este repliegue contiene elementos conjuntivos y musculares lisos que
forman el gubernáculo testicular (Hunter).
El ligamento genital caudal y su contenido, el gubernáculo testicular, están cruza-
dos superficialmente por el cordón urogenital. En el punto de cruce, el gubernáculo
testicular se adhiere a este cordón.
J PROCESO VAGINAL. En el extremo caudal del gubernáculo testicular y del liga-
mento genital caudal, el peritoneo da origen, a través de la pared abdominal, a un di-
vertículo denominado proceso vaginal del peritoneo.
En la mujer, el proceso vaginal se denomina también conducto de Nuck. Es corto,
puesto que termina en los labios mayores y se oblitera normalmente mediante la sol-
dadura de sus paredes hacia el cuarto mes de vida intrauterina.
En el hombre, el proceso vaginal desciende hasta el escroto y su desarrollo está re-
lacionado, como señalaremos más adelante, con el descenso del testículo.
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Aorta
Riñón
Gónada
Mesonefros
Conducto mesonéfrico
Conducto mesonéfrico y mesourogenital
Conducto paramesonéfrico
Esbozo del mesosálpinx
Gónada
Conducto mesonéfrico
Conducto paramesonéfrico
Aorta
Riñón
AA
BB
Fig. 318 ▪ Cortes transversales esquemáticos que muestran dos estadios sucesivos del desarrollo del mesonefros y
de la gónada en la mujer. A) Antes de la atrofia del mesonefros. B) Después de dicha atrofia.
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J EVOLUCIÓN EN LA MUJER DEL MESONEFROS, DE LA GÓNADA, DEL CORDÓN UROGENI-
TAL Y DEL PERITONEO CORRESPONDIENTE
a) FORMACIÓN DE LOS LIGAMENTOS ANCHOS DEL ÚTERO Y DESCENSO DEL OVARIO. En la
mujer, el mesonefros se atrofia. Su porción genital forma el epoóforo, mientras que su
porción urinaria constituye el paroóforo. La gónada forma el ovario (compárense los es-
quemas A, B y C de la fig. 319).
De los dos elementos del cordón urogenital, el conducto mesonéfrico se atrofia,
mientras que el conducto paramesonéfrico persiste e integra, con el del lado opuesto,
el conducto genital de la mujer (fig. 319).
b) FORMACIÓN DEL CONDUCTO UTEROVAGINAL Y DEL MESOMETRIO. Desde el punto de
vista de su destinación se pueden distinguir en el cordón urogenital, así como en los
conductos paramesonéfrico y mesonéfrico que lo constituyen, dos segmentos: uno
craneal y otro caudal. El límite entre ambos corresponde a la inserción superior del li-
gamento genital caudal en el mesonefros y en el cordón urogenital.
En el curso de su desarrollo, el segmento inferior del cordón urogenital se dirige
poco a poco medialmente, y se une en la línea media, en la cavidad pélvica, con el
del lado opuesto. Los conductos paramesonéfricos, que ocupan la parte medial de
cada cordón urogenital, se adhieren entre sí para después fusionarse en un conduc-
to único y medio: el conducto uterovaginal, que más adelante formará el útero y la
vagina.
La soldadura de los dos conductos paramesonéfricos se efectúa de caudal a craneal,
desde el extremo caudal de la vagina hasta el fondo del útero. Este proceso de solda-
dura puede detenerse en un estadio cualquiera de su evolución, dando origen a mal-
formaciones uterinas y vaginales tanto más importantes cuanto más precoz haya sido
la detención del desarrollo.
La porción del conducto mesonéfrico que corresponde al conducto uterovaginal
se atrofia y se convierte en el conducto longitudinal del epoóforo.
Por último, el segmento del mesourogenital, en relación con el conducto uterova-
ginal, se extiende transversalmente entre dicho conducto y la pared lateral de la cavi-
dad pélvica para constituir el mesometrio. Las hojas peritoneales que tapizan las caras
ventral y dorsal del mesometrio de un lado se adhieren con las del lado opuesto por
medio del peritoneo que reviste las caras ventral y dorsal del conducto uterovaginal.
c) TROMPA UTERINA: DESCENSO DE LA TROMPA Y DEL OVARIO. El segmento superior del
conducto paramesonéfrico forma la trompa uterina. El orificio superior del conducto
paramesonéfrico, abierto en la cavidad peritoneal, se convierte en el infundíbulo de
la trompa uterina.
Ésta desciende con el ovario y los restos del mesonefros y del conducto mesoné-frico, y se extiende transversalmente con ellos en la pelvis mayor, lateralmente al cuer-
po del útero (fig. 319, B y C). Parece como si el segmento caudal del cordón urogeni-
tal se situara en su lugar desplazando medialmente el segmento superior de este cor-
dón, el mesonefros y el ovario, y los traccionara en sentido a la vez medial y caudal.
En realidad, el descenso de estos órganos a la pelvis mayor se debe a numerosas cau-
sas que indicaremos más adelante a propósito del descenso del testículo.©
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En cualquier caso, la trompa uterina, el ovario y los restos del mesonefros, que ori-
ginariamente presentan una dirección vertical, descienden y se sitúan transversalmen-
te en la pelvis mayor, lateralmente a la cavidad pélvica y al conducto uterovaginal.
A continuación, la pelvis menor crece. El conducto uterovaginal se hunde en lo más
profundo de la cavidad pélvica. Al mismo tiempo, desplaza consigo (es decir, caudal y
medialmente) la trompa uterina, el ovario y los restos del mesonefros; estos órganos
descienden en la pelvis menor, que se ha ampliado (fig. 319, C).
d) MESOSÁLPINX Y LIGAMENTO ANCHO DEL ÚTERO. La trompa uterina, el ovario y el me-
sonefros atrofiado entran en la cavidad pélvica junto con los mesos del peritoneo, que
los unen entre sí o al peritoneo parietal. Pero estos mesos han sufrido importantes
transformaciones después de la atrofia del mesonefros.
En efecto, cuando el mesonefros se atrofia, se aplana transversalmente y su reves-
timiento peritoneal se reduce a dos hojas, que tienen continuidad con las del meso-
urogenital ventralmente y con el meso del mesonefros dorsalmente (fig. 318, B). En
concreto, la trompa uterina, que deriva del segmento superior del conducto parame-
sonéfrico, se encuentra entonces unida a la pared por un amplio meso, el mesosálpinx,
formado de ventral a dorsal: a) por el mesourogenital; b) por el peritoneo que reviste
los vestigios del mesonefros, y c) por el meso del mesonefros.
Cuando la trompa uterina ha ocupado su lugar en la cavidad pélvica, el mesosál-
pinx se encuentra situado cranealmente al mesometrio y en continuidad con éste. Jun-
tos forman el ligamento ancho del útero (fig. 319, C).
La cara dorsal del mesosálpinx en la cavidad pélvica representa la cara medial del me-
sourogenital y del peritoneo del mesonefros cuando éste se encontraba aún en la cavidad
abdominal. También el ovario, que en un principio está unido por el mesoovario a la cara
medial del mesonefros, se adhiere en la cavidad pélvica a la cara dorsal del mesosálpinx.
El mesosálpinx aloja, entre sus dos hojas, vestigios de la parte craneal o genital del
mesonefros y del conducto mesonéfrico, convertidos ahora en epoóforo (v. Ligamen-
tos anchos del útero).
e) LIGAMENTO REDONDO DEL ÚTERO Y LIGAMENTO SUSPENSORIO DEL OVARIO. El liga-
mento genital caudal está adherido por su extremo craneal al cordón urogenital y,
por consiguiente, a los conductos mesonéfrico y paramesonéfrico, en el límite entre
los segmentos craneal y caudal de estos conductos.
El ligamento genital caudal persiste en el adulto. Traccionado hacia la pelvis du-
rante el descenso del ovario y de la trompa, constituye el ligamento redondo del úte-
ro (fig. 319, C).
El ligamento genital craneal origina el ligamento suspensorio del ovario.
f) FORMACIÓN DE LOS FONDOS DE SACO VESICOUTERINO Y RECTOUTERINO. El útero y los li-
gamentos anchos del útero constituyen un tabique casi transversal que divide el fondo
de saco peritoneal, formado por el descenso del repliegue alantoideo, en dos fondos de
saco secundarios: uno anterior denominado excavación vesicouterina o fondo de saco vesi-
couterino; otro posterior que recibe el nombre de excavación rectouterina o fondo de saco rec-
touterino. Estos fondos de saco, y sobre todo el fondo de saco vesicouterino, desaparecen
en parte debido a la soldadura, de caudal a craneal, de las dos hojas serosas en contacto.
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J EVOLUCIÓN EN EL HOMBRE DEL MESONEFROS, DE LA GÓNADA, DEL CORDÓN UROGENI-
TAL Y DEL PERITONEO CORRESPONDIENTE. En el hombre, la gónada forma el testículo.
Los túbulos mesonéfricos de la parte craneal o genital del mesonefros entran en re-
lación con el testículo y forman los conductillos eferentes (compárense los esquemas
A y C de la fig. 320).
Los túbulos mesonéfricos de la porción caudal o urinaria del mesonefros se atrofian
y desaparecen.
Sin embargo, algunos persisten. Aun cuando no tienen ninguna conexión con el tes-
tículo, permanecen en relación con el conducto mesonéfrico: son los conductillos aberrantes.
El segmento craneal del conducto mesonéfrico, en relación con el mesonefros, se
alarga, se agrupa y constituye el epidídimo. El segmento caudal forma el conducto defe-
rente (fig. 320).©
M
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N,
 S
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eli
to
.
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Conducto
utero-
vaginal
Gónada
Conducto 
mesonéfrico
Lig. genital craneal
Mesonefros
Conducto
paramesonéfrico
Abertura sup.
de la pelvis
Mesometrio
Lig. genital caudal
Proceso vaginal
del peritoneo
Lig. genital craneal
Gónada
Porción
gonadal
Porción
urinaria
Conductillos
mesonéfricos
Conducto
parameso-
néfrico
Conducto
uterovaginal
Conducto
parameso-
néfrico
Mesonefros
Conducto
mesonéfrico
Lig. genital 
caudal
Meso urogenital
Abertura 
sup. de la pelvis
Proceso vaginal 
del peritoneo
Epoóforo
Lig. suspensor del ovario
Ovario
Lig. redondo del útero
Trompa uterina
Paroóforo
Mesometrio
Útero
Conducto longitudinal del epoóforo
CC
AA BB
Fig. 319 ▪ Tres esquemas destinados a mostrar el desarrollo de los órganos genitales en la mujer. A) Antes del
descenso del ovario. B) El ovario se ha alargado transversalmente en la pelvis mayor. C) El ovario ha descendido
en la cavidad pélvica.
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Por último, el conducto paramesonéfrico desaparece casi por completo. Sólo per-
sisten sus extremos. El extremo craneal se convierte en el apéndice del testículo, homó-
logo al infundíbulo de la trompa uterina. El extremo caudal se une con el del lado
opuesto y de su unión resulta un conducto medio y único: el utrículo prostático, homó-
logo de la vagina (fig. 320).
a) DESCENSO DEL TESTÍCULO. Independientemente del sexo, el mesonefros, la gónada
y el segmento superior del cordon urogenital se desplazan de craneal a caudal. Su des-
censo a la pelvis mayor se debe a las siguientes causas:
1. La pared dorsal del cuerpo crece más rápidamente que el mesonefros, las gó-
nadas y los cordones urogenitales. Dado que estos órganos están fijos caudalmente a
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PARED POSTERIOR DEL ABDOMEN
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Conducto
parameso-
néfrico
Conducto
mesonéfrico
Lig. genital 
caudal
Meso urogenital
Abertura sup. 
de la pelvis
Proceso vaginal 
del peritoneo
Paradídimo
Conducto epididimario
Epidídimo
Apéndice del epidídimo
Apéndice del testículo
Conductillo eferente
Mesonefros
Lig. genital
Gónada
Conductillos mesonéfricos
(porción genital)
Conductillos mesonéfricos
(porción urinaria)
Lig. craneal
Mesonefros
Gónada
Conducto 
mesonéfrico
Conducto
uterovaginal
Abertura sup.
de la pelvis
Mesometrio
Gubernáculo
testicular
Proceso vaginal
del peritoneo
Conducto
paramesonéfrico
Conducto
parameso-
néfrico
Conducto
uterovaginal
Vesícula seminal
Utrículo prostático
Conducto deferente
Conductillo aberrante
Testículo
AA
CC
BB
Fig. 320 ▪ Tres esquemas destinados a mostrar el desarrollo de los órganos genitales en el hombre. A) Antes del
descenso del testículo. B) El testículo ha descendido a la pelvis mayor. C) El testículo ha descendido alescroto.
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la región inguinal por medio del ligamento genital caudal, tienden a acercarse gra-
dualmente a la pelvis.
2. Debido también a esta desigualdad de desarrollo, los segmentos caudales de
los dos cordones urogenitales, soldados uno a otro en la línea media y fijados al fondo
de la cavidad pélvica por su extremo caudal, traccionan caudal y medialmente del seg-
mento craneal de estos cordones, así como del mesonefros y la gónada.
3. El riñón y la glándula suprarrenal se desarrollan con gran rapidez y rechazan
lateral y caudalmente la parte craneal del mesonefros, situada a lo largo de su borde la-
teral (Broman). A causa de ello, el mesonefros, así como la gónada y el cordón uroge-
nital que se le unen, se inclinan lateral y caudalmente y se sitúan de forma gradual en
dirección transversal (fig. 320, B).
Las razones del desplazamiento del mesonefros y de la gónada desde la pelvis
mayor hasta su lugar definitivo son diferentes en la mujer y en el hombre.
Hemos señalado antes que en la mujer el descenso del ovario y de la trompa uteri-
na a la pelvis menor se debe al crecimiento de ésta.
En el hombre, el descenso del testículo y de los derivados mesonéfricos que lo
acompañan es motivado por la acción del gubernáculo testicular.
El gubernáculo testicular está originariamente fijado por su extremo craneal al me-
sonefros y a los conductos del cordón urogenital. Cuando el mesonefros se atrofia, el gu-
bernáculo testicular presenta inserciones secundarias en el extremo caudal de la gónada.
El gubernáculo testicular se fija caudalmente en el fondo del proceso vaginal del pe-
ritoneo (fig. 321). Cuando este proceso desciende, arrastra consigo el testículo y los
derivados mesonéfricos, a los cuales está estrechamente unido por el gubernáculo tes-
ticular; estos órganos descienden y se introducen caudalmente a la pared del proceso
vaginal. Dado que el gubernáculo testicular es relativamente corto y la retracción del
fondo del proceso vaginal apenas precede al testículo, ambas formaciones acceden
casi simultáneamente al escroto.
El gubernáculo testicular y el proceso vaginal se convierten en el ligamento escrotal.
b) PROCESO VAGINAL, OBLITERACIÓN PARCIAL DE ESTE CONDUCTO Y FORMACIÓN DE LA TÚ-
NICA VAGINAL DEL TESTÍCULO. Normalmente, el proceso vaginal (conducto peritoneova-
ginal) se alarga a través del conducto inguinal y desciende en el escroto que se forma an-
terior a él. Se pueden distinguir en este proceso dos partes: una superior funicular, en re-
lación con el cordón espermático, al que envuelve; otra inferior, que recubre el testículo.
En el nacimiento, la porción funicular del proceso vaginal se oblitera y la parte in-
ferior, ensanchada y relacionada con el testículo, persiste y forma la túnica vaginal del
testículo.
Cuando la porción funicular del proceso vaginal se oblitera, se conserva como
único vestigio de este conducto un tracto fibroso, el vestigio del proceso vaginal (fig. 321, D).
Este tracto es delgado y desciende entre los elementos del cordón espermático.
La obliteración de la parte funicular del proceso vaginal puede ser incompleta, y en
ese caso persiste un segmento de este conducto, abierto tanto cranealmente en la ca-
vidad peritoneal como caudalmente en la túnica vaginal. También puede estar cerra-
do en sus dos extremos.©M
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A veces el proceso vaginal se mantiene permeable en toda su extensión y, si los
órganos intraabdominales se introducen en este conducto, la hernia así producida se
denomina hernia inguinal congénita.
c) DESARROLLO DE LAS VESÍCULAS SEMINALES Y FORMACIÓN DE LOS FONDOS DE SACO VE-
SICOGENITAL Y GENITORRECTAL. La parte caudal del conducto deferente, situada late-
ralmente al utrículo prostático, da nacimiento a la vesícula seminal correspondiente.
Las dos vesículas se desarrollan dorsal y cranealmente, elevando el peritoneo re-
trovesical en un repliegue genital o seminal poco saliente, que se extiende transver-
salmente en sentido dorsal a la vejiga urinaria.
Aunque se halle poco marcado, este repliegue permite distinguir en el peritoneo pél-
vico del hombre una excavación vesicogenital o fondo de saco vesicogenital, escasamente visi-
ble, y una excavación genitorrectal o seminorrectal o fondo de saco genitorrectal o seminorrectal,
que se confunde con la excavación rectovesical o fondo de saco rectovesical (fig. 316).
ÓRGANOS DE LA REGIÓN LUMBAR Y DE LA PELVIS MENOR
PARED POSTERIOR DEL ABDOMEN
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Gubernáculo testicular
Tes-
tículo
Proceso vaginal
Gubernáculo 
testicular
Bulbo del 
gubernáculo
Testículo
Gubernáculo testicular
Bulbo del gubernáculo
Proceso vaginal
(porción funicular)
Vestigio del proceso
vaginal
Testículo
Túnica vaginal
Lig. escrotal
Proceso vaginal
(porción vaginal)
Testículo
Proceso vaginal
Bulbo del 
gubernáculo
AA
CC DD
BB
Fig. 321 ▪ Cuatro estadios sucesivos (A-D) del descenso del testículo (semiesquemático).
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El repliegue genital puede contener en la línea media el utrículo prostático cuando 
éste se halla muy desarrollado. Por este motivo, algunos autores establecen una ana-
logía entre el ligamento ancho del útero y el repliegue genital, que denominan liga-
mento ancho masculino.
En el curso del desarrollo, el fondo de saco vesicogenital desaparece casi totalmen-
te por adosamiento de sus paredes.
Asimismo, el fondo de saco genitorrectal, que en su origen desciende casi hasta el 
periné, disminuye muy pronto de profundidad por la soldadura de sus hojas ventral 
y dorsal. De este proceso resulta la formación de dos fascias de adosamiento, una pre-
seminal y otra retroseminal, incluidas ambas, como señalaremos más adelante, en la 
constitución del tabique rectovesical (Cunéo y Veau).
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ÓRGANOS LUMBARES
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