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Bazo y páncreas En superficie, el bazo se encuentra en el cuadrante abdominal superior izquierdo, entre la 9.a y la 11.a costillas (fig. A5-3). Su cara diafragmática, convexa, se adapta a la cara inferior del diafragma y a los cuerpos curvos de las costillas. En decúbito supino, el eje mayor del bazo es aproximadamente paralelo al eje longitudinal de la 10.a costilla. El bazo es raramente palpable a través de la pared anterolateral del abdomen, a no ser que haya aumentado de tamaño (v. cuadro clínico p. 300). El cuello del páncreas se encuentra a la altura de las vértebras L1 y L2 en el plano transpilórico. La cabeza está a la derecha e inferior a este plano, y el cuerpo y la cola se sitúan a la izquierda y superiores a este nivel. El páncreas no es palpable debido a que está profundo en la cavidad abdominal, posterior al estómago y a la bolsa omental. FIGURA A5-3. Anatomía superficial del bazo y el páncreas. 585 https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org FIGURA 5-34. Vascularización del bazo y el páncreas. A) Vascularización arterial. B) Drenaje venoso. C) Drenaje linfático. D) Inervación. Páncreas El páncreas, una glándula digestiva accesoria alargada, se sitúa retroperitoneal y transversalmente a través de la pared posterior del abdomen, posterior al estómago, entre el duodeno a la derecha y el bazo a la izquierda (v. fig. 5-24). La raíz del mesocolon transverso se sitúa a lo largo de su borde anterior. El páncreas produce una secreción exocrina (jugo pancreático de las células acinares) que excreta en el duodeno, así como secreciones endocrinas (glucagón e insulina de los islotes pancreáticos [de Langerhans]) que pasan a la sangre. A efectos descriptivos, el páncreas se divide en cuatro porciones (figs. 5- 586 https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org FIGURA 5-34. Vascularización del bazo y el páncreas. A) Vascularización arterial. B) Drenaje venoso. C) Drenaje linfático. D) Inervación. Páncreas El páncreas, una glándula digestiva accesoria alargada, se sitúa retroperitoneal y transversalmente a través de la pared posterior del abdomen, posterior al estómago, entre el duodeno a la derecha y el bazo a la izquierda (v. fig. 5-24). La raíz del mesocolon transverso se sitúa a lo largo de su borde anterior. El páncreas produce una secreción exocrina (jugo pancreático de las células acinares) que excreta en el duodeno, así como secreciones endocrinas (glucagón e insulina de los islotes pancreáticos [de Langerhans]) que pasan a la sangre. A efectos descriptivos, el páncreas se divide en cuatro porciones (figs. 5- 586 https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 24 y 5-35): La cabeza del páncreas, la porción ensanchada de la glándula, está abrazada por la curva en forma de C del duodeno. El proceso unciforme, una proyección de la parte inferior de la cabeza, se extiende medialmente hacia la izquierda, posterior a la AMS. El cuello del páncreas es corto y oculta los vasos mesentéricos superiores, y origina la vena porta hepática, que forman un surco en su cara posterior. El cuerpo del páncreas se continúa desde el cuello y se sitúa a la izquierda de la AMS y la VMS, anterior a la vena esplénica (lienal). La cola del páncreas se relaciona estrechamente con el hilio del bazo y la flexura cólica izquierda. La cola es relativamente móvil y pasa entre las hojas del ligamento esplenorrenal junto con los vasos esplénicos (v. fig. 5- 33). FIGURA 5-35. Páncreas y sistema biliar. A) Vías biliares extrahepáticas y conductos pancreáticos. B) Esfínteres. C) Colangiografía retrógrada endoscópica y pancreatografía que muestra las vías biliares y pancreáticas. El tubo en T distribuye el medio de contraste radiopaco en los conductos. 587 https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org El conducto pancreático principal empieza en la cola del páncreas y discurre a lo largo del parénquima de la glándula hasta la cabeza, donde gira inferiormente y se une al conducto biliar (fig. 5-35). El conducto biliar cruza la cara posterosuperior de la cabeza del páncreas o está incluido en su parénquima. Los conductos pancreático y biliar se unen para formar una ampolla hepatopancreática, corta y dilatada (fig. 5-35 B), que desemboca en la porción descendente del duodeno en el vértice de la papila duodenal mayor. En esta zona hay varios esfínteres de músculo liso. El esfínter del conducto biliar (colédoco), alrededor de la porción terminal del conducto biliar, controla el flujo de la bilis. El esfínter del conducto pancreático (alrededor de la parte terminal del conducto pancreático) impide el reflujo de la bilis al conducto, y el esfínter hepatopancreático (esfínter de Oddi) alrededor de la ampolla hepatopancreática impide que el contenido del duodeno entre en la ampolla. El conducto pancreático accesorio drena el proceso unciforme y la porción inferior de la cabeza del páncreas y desemboca en el duodeno, en la papila duodenal menor (fig. 5-35 A). En general, el conducto accesorio comunica con el conducto pancreático principal, pero en algunas personas puede constituir un conducto separado. Las arterias pancreáticas derivan principalmente de las ramas de la arteria esplénica (lienal) (fig. 5-34 A; tabla 5-5). Las arterias pancreatoduodenales superiores anterior y posterior, ramas de la arteria gastroduodenal, y las arterias pancreatoduodenales inferiores anterior y posterior, ramas de la AMS, irrigan la cabeza del páncreas. Las venas pancreáticas son tributarias de las ramas esplénica y mesentérica superior de la vena porta hepática; sin embargo, la mayoría de ellas desemboca en la vena esplénica (lienal) (fig. 5-34 B). Los vasos linfáticos pancreáticos acompañan a los vasos sanguíneos (fig. 5-34 C). Casi todos ellos terminan en los nódulos pancreatoesplénicos que se encuentran a lo largo de la arteria esplénica (lienal), aunque algunos vasos lo hacen en los nódulos linfáticos pilóricos. Los vasos eferentes de estos nódulos drenan en los nódulos linfáticos mesentéricos superiores o en los nódulos linfáticos celíacos a través de los nódulos linfáticos hepáticos. C U A D R O C L Í N I C O Rotura esplénica y esplenomegalia El bazo, aunque está bien protegido por las 9.a-12.a costillas, es el órgano 588 https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org abdominal que se lesiona con mayor frecuencia. Los golpes fuertes en el lado izquierdo pueden fracturar una o más costillas, con la consiguiente formación de fragmentos óseos afilados que pueden lacerar el bazo. Las contusiones en otras regiones del abdomen pueden causar un aumento pronunciado y súbito de la presión intraabdominal y también pueden romper el bazo debido a que su cápsula es delgada y su parénquima (sustancia esencial) es blando y pulposo. Cuando el bazo se rompe, sangra profusamente. La rotura esplénica causa hemorragia intraperitoneal grave y shock. Es difícil reparar una rotura esplénica; en consecuencia, a menudo debe realizarse una esplenectomía (extirpación del bazo) o una esplenectomía subtotal (parcial) (extirpación de uno o más segmentos del bazo), a fin de impedir que el paciente muera a causa de la hemorragia. Incluso una esplenectomía total no suele producir efectos secundarios graves, sobre todo en los adultos, dado que la mayoría de sus funciones las asumen otros órganos reticuloendoteliales (p. ej., el hígado y la médula ósea), aunque hay mayor vulnerabilidad a ciertas infecciones bacterianas. Cuando el bazo enferma debido a, por ejemplo, leucemia granulocítica (aumento del recuento leucocitario), puede agrandarse hasta alcanzar un tamaño y un peso más de 10 veces superior a lo normal (esplenomegalia). La hipertensión (aumento de la presión arterial) se acompaña a veces de congestión del bazo. Normalmente, el bazo no es palpable en el adulto. Rotura del páncreas La lesión pancreática puede deberse a una compresión brusca, grave e intensa del abdomen, como ocurre al impactar con el volante en un accidente automovilístico. Como el páncreas se sitúa transversalmente, la columna vertebral actúa comoun yunque y la fuerza traumática puede romper el páncreas. La rotura del páncreas suele desgarrar el sistema ductal, lo que permite que el jugo pancreático entre en el parénquima de la glándula e invada los tejidos adyacentes. La digestión del tejido pancreático y de otros tejidos por el jugo pancreático es muy dolorosa. Cáncer pancreático El cáncer de la cabeza del páncreas es una de las causas más frecuentes de obstrucción extrahepática del sistema biliar. Dadas las relaciones posteriores del páncreas, el cáncer de la cabeza suele comprimir y obstruir el conducto biliar, la ampolla hepatopancreática o ambos. Esta afección causa una obstrucción, con la consiguiente retención de pigmentos biliares, aumento del tamaño de la vesícula biliar e ictericia obstructiva. La ictericia es la coloración amarillenta de la mayoría de los tejidos, la piel, las mucosas y la conjuntiva por los pigmentos biliares circulantes. La mayoría de las personas que lo sufren presenta un adenocarcinoma ductal. Por lo general cursa con dolor intenso en el dorso. El cáncer del cuello y del cuerpo del páncreas puede causar una obstrucción de la vena porta o de la VCI, debido a que el páncreas cubre estas grandes venas. El amplio drenaje 589 https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org pancreático a nódulos linfáticos relativamente inaccesibles y el hecho de que el cáncer de páncreas suele metastatizar precozmente en el hígado, a través de la vena porta hepática, hace que la resección quirúrgica del páncreas canceroso sea casi inútil. Los nervios del páncreas proceden de los nervios vago y esplácnico abdominopélvico que pasan a través del diafragma (fig. 5-34 D). Las fibras nerviosas parasimpáticas y simpáticas pasan a lo largo de las arterias del plexo celíaco y el plexo mesentérico superior y llegan al páncreas. Además de las fibras simpáticas que pasan hacia los vasos sanguíneos, las fibras simpáticas y parasimpáticas se distribuyen hacia las células acinares y los islotes pancreáticos. Las fibras parasimpáticas son secretomotoras, aunque la secreción pancreática está mediada principalmente por hormonas, secretina y colecistocinina, que se forman en el duodeno y la porción proximal del intestino. Las fibras aferentes viscerales (dolor) acompañan a las fibras simpáticas. Hígado El hígado, el mayor órgano interno y la mayor glándula del organismo, pesa aproximadamente 1 500 g. El diafragma separa el hígado de la pleura, los pulmones, el pericardio y el corazón. Con excepción de los lípidos, todas las sustancias absorbidas en el tubo digestivo se dirigen primero al hígado. Además de sus actividades metabólicas, el hígado almacena glucógeno y secreta la bilis. CARAS DEL HÍGADO El hígado tiene una cara diafragmática convexa (anterior, superior y algo posterior) y una cara visceral relativamente plana, cóncava (posteroinferior), que está separada anteriormente por el agudo borde inferior (fig. 5-36). La cara diafragmática es lisa y con forma de cúpula en la parte donde se relaciona con la concavidad de la cara inferior del diafragma. Los recesos subfrénicos, extensiones superiores de la cavidad peritoneal, se localizan entre las caras anterior y superior del hígado y el diafragma (fig. 5-36 C). Los recesos subfrénicos están separados por el ligamento falciforme, que se extiende entre el hígado y la pared anterior del abdomen y da lugar a los recesos derecho e izquierdo. El receso hepatorrenal (bolsa de Morrison) del receso subhepático es un receso profundo de la cavidad peritoneal en el lado derecho, inferior al hígado y anterior al riñón y la glándula suprarrenal. El receso hepatorrenal es una parte de la cavidad peritoneal dependiente de la gravedad cuando la persona está en decúbito supino; el líquido que drena de la bolsa omental fluye hacia este receso. Se comunica anteriormente con el receso subfrénico derecho. 590 https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org FIGURA 5-36. Hígado y vesícula biliar. A) Cara visceral del hígado. El área desnuda está limitada por la reflexión del peritoneo desde el diafragma hasta el hígado como hojas anterior (superior) y posterior (inferior) del ligamento coronario. Estas hojas se juntan hacia la derecha para formar el ligamento triangular derecho y divergen hacia la izquierda para abarcar el área desnuda. La hoja anterior del ligamento coronario se continúa a la izquierda con la hoja derecha del ligamento falciforme, y la hoja posterior se continúa con la hoja derecha del omento menor. Las hojas izquierdas del ligamento falciforme y el omento menor se unen para formar el ligamento triangular izquierdo. B) Cara diafragmática del hígado. C) Cara visceral del hígado, tríada portal. D) Caras del hígado y recesos. 1, receso hepatorrenal; 2, 591 https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org espacio subhepático; 3, receso subfrénico. E) Cara superior del hígado. A N A T O M Í A D E S U P E R F I C I E Hígado El hígado se sitúa principalmente en el cuadrante superior derecho, donde está oculto y protegido por la caja torácica y el diafragma (fig. A5-4). El hígado normal se sitúa profundo a las costillas 7.a-11.a en el lado derecho, y cruza la línea media hacia el pezón izquierdo. El hígado se localiza más inferiormente en bipedestación, debido a la gravedad. Su borde inferior agudo sigue el arco costal derecho. Cuando se le pide a un paciente que inspire profundamente, puede palparse el hígado, debido al desplazamiento inferior del diafragma y el hígado. FIGURA A5-4. Dimensiones verticales y movilidad del hígado. La cara diafragmática está cubierta por peritoneo, excepto posteriormente, en el área desnuda del hígado, donde se encuentra en contacto directo con el diafragma (fig. 5-36 A, C y E). La cara visceral del hígado está cubierta por peritoneo, a excepción del lecho de la vesícula biliar y el porta hepático. El porta (hilio) hepático es una fisura transversa en la mitad de la cara visceral del hígado, que deja paso a la vena porta hepática, la arteria hepática propia, el plexo nervioso hepático, los conductos hepáticos y vasos linfáticos (figura 5-37). La cara visceral del hígado se relaciona con: 592 https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org C U A D R O C L Í N I C O Abscesos subfrénicos La peritonitis puede inducir la formación de abscesos (acumulación localizada de pus) en diversas partes de la cavidad abdominal. Los recesos subfrénicos son una zona donde se producen abscesos con frecuencia. Los abscesos subfrénicos son mucho más comunes en el lado derecho, dada la frecuencia de rotura del apéndice vermiforme y de perforación de úlceras duodenales. Los recesos subfrénicos derecho e izquierdo se continúan con el receso hepatorrenal (figura 5-36 D), por lo que el pus de un absceso subfrénico puede drenar en uno de los recesos hepatorrenales, sobre todo cuando se ha sometido al paciente a un desbridamiento. El absceso subfrénico a menudo se drena mediante una incisión realizada por debajo o a lo largo de la 12.a costilla. El lado derecho de la cara anterior del estómago, áreas gástrica y pilórica. La porción superior del duodeno, área duodenal. El omento menor. La vesícula biliar, fosa de la vesícula biliar. La flexura cólica derecha y el colon transverso, área cólica. El riñón y la glándula suprarrenal derechos, áreas renal y suprarrenal. El omento menor, que rodea la tríada portal (vena porta hepática, arteria hepática propia y conducto biliar), pasa desde el hígado hacia la curvatura menor del estómago y los 2 cm iniciales de la porción superior del duodeno (fig. 5-37). El borde libre engrosado del omento menor que se extiende entre el porta hepático y el duodeno es el ligamento hepatoduodenal; encierra las estructuras que pasan a través del porta hepático. LÓBULOS Y SEGMENTOS DEL HÍGADO Anatómicamente, a partir solo de las características externas, el hígado se divide en cuatro «lóbulos»: derecho, izquierdo, caudado y cuadrado; sin embargo, funcionalmente, en términos de irrigación y secreción glandular, el hígado se divide en dosporciones independientes, derecha e izquierda, los lóbulos portales (fig. 5-38 A). El gran lóbulo derecho anatómico está separado del lóbulo izquierdo, más pequeño, por el ligamento falciforme y la fisura umbilical. En la cara visceral, las fisuras portal principal y umbilical y el porta hepático limitan el lóbulo caudado (posterior y superior) y el lóbulo cuadrado (anterior e inferior), ambos forman parte del lóbulo derecho. La fisura portal principal (sagital derecha) es el surco continuo formado por la fosa de la vesícula biliar, anteriormente, y el surco de la VCI, 593 https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org posteriormente. La fisura umbilical (sagital izquierda) es el surco continuo formado anteriormente por la fisura del ligamento redondo y posteriormente por la fisura del ligamento venoso (figura 5-38 B). El ligamento redondo del hígado es el resto obliterado de la vena umbilical, que transportaba sangre oxigenada desde la placenta hacia el feto. El ligamento venoso es el resto fibroso del conducto venoso fetal que derivaba la sangre desde la vena umbilical hacia la VCI, «cortocircuitando» el hígado (Moore et al., 2016). FIGURA 5-37. Omento menor. Se muestran los ligamentos hepatogástrico y hepatoduodenal. El corte sagital anterior se ha realizado en el plano de la fosa de la vesícula biliar y el corte sagital posterior de la fisura del ligamento venoso. Ambos cortes se han unido mediante un estrecho corte coronal en el plano del porta hepático. La división entre porciones hepáticas derecha e izquierda (lóbulos portales) está en el plano de la vena hepática media (fisura portal principal) y en el plano sagital que pasa a través de la fosa de la vesícula biliar y el surco de la vena cava, en la cara visceral del hígado, y una línea imaginaria sobre la cara diafragmática que discurre desde el fondo de la vesícula biliar hacia la VCI (fig. 5-38). La porción hepática izquierda incluye el lóbulo caudado anatómico y la mayor parte del lóbulo cuadrado. Las porciones hepáticas derecha e izquierda están más equilibradas en cuanto a su masa que los lóbulos anatómicos, aunque la porción derecha es algo mayor. Cada porción hepática tiene su propia irrigación de la arteria hepática propia y la vena porta hepática y su propio drenaje venoso y biliar. Las porciones hepáticas se subdividen en ocho segmentos hepáticos (fig. 5-39). La segmentación se basa en las ramas terciarias de las ramas derecha e izquierda de la arteria hepática propia, de la vena porta hepática y los conductos hepáticos. Cada segmento está irrigado por una rama terciaria de la rama derecha o izquierda de la arteria hepática propia y de la vena porta hepática, 594 https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org y es drenado por un ramo del conducto hepático derecho o izquierdo. Las venas hepáticas intersegmentarias pasan entre ellos y, por tanto, delimitan segmentos en su trayecto hacia la VCI. FIGURA 5-38. Lóbulos anatómicos y fisuras del hígado, cara visceral. A) Los cuatro lóbulos anatómicos. B) Estructuras que forman y ocupan las fisuras de la cara visceral del hígado. 595 https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org FIGURA 5-39. Segmentación hepática. A) Cada segmento (I-VIII) posee una vascularización y un drenaje biliar intrasegmentarios propios. B y C) La inyección de látex de distintos colores en las ramas de la vena porta permite visualizar los segmentos hepáticos. VB, vesícula biliar. VASOS Y NERVIOS DEL HÍGADO El hígado recibe sangre de dos fuentes (figs. 5-26, 5-27 y 5-39 A): la vena porta hepática (75-80 %) y la arteria hepática propia (20-25 %). La vena porta hepática transporta sangre poco oxigenada desde la porción abdominopélvica del tubo digestivo. La arteria hepática propia, una rama del tronco celíaco, lleva sangre oxigenada procedente de la aorta. En el porta hepático, o cerca de él, la arteria hepática propia y la vena porta hepática terminan dividiéndose en ramas derecha e izquierda, que irrigan las porciones hepáticas derecha e izquierda, respectivamente. Dentro de cada lóbulo, las ramas secundarias y terciarias de la vena porta hepática y de la arteria hepática propia son lo bastante consistentes para formar segmentos hepáticos (fig. 5-39). Entre los segmentos se encuentran las venas hepáticas 596 https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org derecha, intermedia (media) e izquierda, que drenan partes de los segmentos adyacentes. Las venas hepáticas abocan en la VCI justo inferior al diafragma (fig. 5- 39 A). La unión de estas venas a la VCI ayuda a mantener el hígado en su posición. El hígado es un importante órgano productor de linfa; entre la cuarta parte y la mitad de la linfa que recibe el conducto torácico procede del hígado. Los vasos linfáticos del hígado aparecen como vasos linfáticos superficiales en la cápsula fibrosa subperitoneal del hígado (cápsula de Glisson), que forma su superficie externa, y como vasos linfáticos profundos en el tejido conectivo que acompaña las ramificaciones de la tríada portal y de las venas hepáticas. Los vasos linfáticos superficiales de las superficies anteriores de las caras diafragmática y visceral, y los vasos linfáticos profundos que acompañan a las tríadas portales, convergen hacia el porta hepático y drenan en los nódulos linfáticos hepáticos distribuidos a lo largo de los vasos y conductos hepáticos en el omento menor (fig. 5-40 A). Los vasos linfáticos eferentes procedentes de estos nódulos linfáticos drenan en los nódulos linfáticos celíacos, que a su vez drenan en la cisterna del quilo, en el extremo inferior del conducto torácico. Los vasos linfáticos superficiales procedentes de las superficies posteriores de las caras diafragmática y visceral del hígado drenan hacia el área desnuda del hígado. Desde esta drenan en los nódulos linfáticos frénicos o se unen a los vasos linfáticos profundos que han acompañado a las venas hepáticas que convergen en la VCI, y luego pasan con esta gran vena a través del diafragma para drenar en los nódulos linfáticos mediastínicos posteriores. Los vasos eferentes de estos ganglios se unen a los conductos linfático derecho y torácico. Unos cuantos vasos linfáticos drenan también en los nódulos gástricos izquierdos, a lo largo del ligamento falciforme, hacia los nódulos linfáticos paraesternales y a lo largo del ligamento redondo del hígado hacia los vasos linfáticos de la pared anterior del abdomen. Los nervios del hígado proceden del plexo nervioso hepático (fig. 5-40 B), el mayor de los derivados del plexo celíaco. El plexo hepático acompaña a las ramas de la arteria hepática propia y de la vena porta hepática hacia el hígado. Está constituido por fibras simpáticas procedentes del plexo celíaco y de fibras parasimpáticas de los troncos vagales anterior y posterior. 597 https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org FIGURA 5-40. Drenaje linfático e inervación del hígado. A) Drenaje linfático. B) Inervación. 598 https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org FIGURA 5-41. Conductos biliares extrahepáticos y vesícula biliar. A) Colangiografía retrógrada endoscópica de la vesícula biliar. B) Sección sagital esquemática que muestra las relaciones de la parte superior del duodeno. C) Colangiografía retrógrada endoscópica de las vías biliares. Muy a menudo el conducto cístico se sitúa en la parte anterior del conducto hepático común. Conductos biliares y vesícula biliar La bilis se produce continuamente en el hígado y se almacena en la vesícula biliar (fig. 5-41). Además de almacenar la bilis, la vesícula biliar la concentra mediante la absorción de agua y sales. Cuando entra grasa en el duodeno, la vesícula biliar envía bilis concentrada al duodeno a través de los conductos cístico y colédoco. La bilis emulsiona la grasa, de manera que puede absorberse en la porción distal del intestino. Los hepatocitos secretan bilis en los conductillos biliares que se forman entre ellos (fig. 5-42). Los conductillos drenan en los pequeños conductos biliares interlobulillares y luego en conductosbiliares colectores de mayor tamaño de la tríada portal intrahepática, que confluyen para formar los conductos hepáticos derecho e izquierdo. Los conductos hepáticos derecho e izquierdo drenan las porciones hepáticas derecha e izquierda (lóbulos portales), respectivamente. Poco después de dejar el porta hepático, los conductos hepáticos derecho e izquierdo se unen para formar el conducto hepático común, al que se une por la derecha el conducto cístico para formar el conducto biliar (fig. 5-41). 599 https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org FIGURA 5-42. Flujos de sangre y bilis en el hígado. Esta pequeña parte de un lobulillo hepático muestra los componentes de la tríada portal interlobulillar y la posición de los sinusoides y los conductillos biliares. A la derecha, la superficie de corte del hígado muestra el patrón hexagonal de los lobulillos. CONDUCTO BILIAR El conducto biliar (colédoco) se forma en el borde libre del omento menor por la unión del conducto cístico y el conducto hepático común. Este conducto desciende posterior a la porción superior del duodeno y se sitúa en un surco en la cara posterior de la cabeza del páncreas. En el lado izquierdo de la porción descendente del duodeno, el conducto biliar entra en contacto con el conducto pancreático (figs. 5-35 y 5-43). Los dos conductos discurren oblicuamente a través de la pared de esta porción del duodeno, donde se unen para formar la ampolla hepatopancreática (ampolla de Vater). El extremo distal de la ampolla desemboca en el duodeno a través de la papila duodenal mayor. El músculo que rodea el extremo distal del conducto biliar se engruesa para formar el esfínter del conducto biliar. Cuando este esfínter se contrae, la bilis no puede entrar en la ampolla y/o en el duodeno; en consecuencia, la bilis regresa hacia la vesícula biliar a través del conducto cístico, para ser concentrada y almacenada. Las arterias que irrigan el conducto biliar (figs. 5-37 y 5-44) son: La arteria pancreatoduodenal superior posterior y la arteria gastroduodenal, que irrigan la porción retroduodenal del conducto. La arteria cística, que irriga la porción proximal del conducto. La rama derecha de la arteria hepática, que perfunde la parte media del conducto. Las venas de la porción proximal del conducto biliar y de los conductos hepáticos suelen entrar directamente en el hígado. La vena 600 https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org pancreatoduodenal superior posterior drena la porción distal del conducto biliar y drena en la vena porta hepática o en una de sus tributarias (v. fig. 5- 27). Los vasos linfáticos del conducto biliar pasan hacia el nodo linfático cístico, cerca del cuello de la vesícula biliar, el nodo del foramen omental y los nódulos linfáticos hepáticos (fig. 5-40 A). Los vasos linfáticos eferentes del conducto biliar pasan hacia los nódulos linfáticos celíacos. FIGURA 5-43. Vías biliares extrahepáticas y vesícula biliar. 1, esfínter del conducto biliar; 2, esfínter del conducto pancreático; 3, esfínter hepatopancreático. 601 https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org FIGURA 5-44. Irrigación arterial de la vesícula biliar VESÍCULA BILIAR La vesícula biliar, con forma de pera (de 7-10 cm de longitud), se sitúa en la fosa de la vesícula biliar en la cara visceral del hígado (figs. 5-38 B y 5-41). El peritoneo rodea completamente el fondo de la vesícula biliar y une su cuerpo y su cuello al hígado. La cara hepática de la vesícula biliar se une al hígado mediante tejido conectivo de la cápsula fibrosa del hígado. La vesícula biliar tiene tres porciones (figs. 5-41 y 5-43): El fondo, el extremo ancho, que se proyecta desde el borde inferior del hígado y suele localizarse en el extremo del 9.o cartílago costal, en la línea medioclavicular. El cuerpo, que contacta con la cara visceral del hígado, el colon transverso y la porción superior del duodeno. El cuello, que es estrecho, ahusado y se dirige hacia el porta hepático. El cuello tiene forma de S y se une al conducto cístico. Internamente, la mucosa del cuello forma una espiral y crea un pliegue, el pliegue (válvula) espiral, que mantiene abierto el conducto cístico de modo que la bilis puede desviarse fácilmente al interior de la vesícula biliar cuando el extremo distal del conducto biliar está cerrado por el esfínter del conducto biliar o el esfínter de la ampolla, o cuando la bilis pasa hacia el duodeno cuando se contrae la vesícula biliar. El conducto cístico (de unos 4 cm de longitud) conecta el cuello de la vesícula biliar con el conducto hepático común. Pasa entre las hojas del omento menor, generalmente paralelo al conducto hepático común, al que se une para formar el conducto biliar. La arteria cística, que irriga la vesícula biliar y el conducto cístico, se 602 https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org origina a menudo en la rama derecha de la arteria hepática, en el ángulo entre el conducto hepático común y el conducto cístico (fig. 5-44). Las variaciones en el origen y recorrido de la arteria cística son frecuentes. Las venas císticas que drenan los conductos biliares y el cuello de la vesícula biliar pueden pasar hacia el hígado directamente o drenar en el hígado a través de la vena porta hepática. Las venas del fondo y el cuerpo pasan directamente a la cara visceral del hígado y drenan en los sinusoides hepáticos. El drenaje linfático de la vesícula biliar se debe a los nódulos linfáticos hepáticos (fig. 5-40 A), a menudo a través del nodo linfático cístico, localizado cerca del cuello de la vesícula biliar. Los vasos linfáticos eferentes de estos nódulos pasan hacia los nódulos linfáticos celíacos. Los nervios para la vesícula biliar y el conducto cístico pasan junto con la arteria cística desde el plexo nervioso celíaco (fibras simpáticas y aferentes viscerales [dolor]), el nervio vago (parasimpático) y el nervio frénico derecho (fibras aferentes somáticas) (fig. 5-40 B). Las hormonas estimulan la contracción de la vesícula biliar. Vena porta hepática y anastomosis portosistémicas La vena porta hepática es el conducto principal del sistema venoso porta (fig. 5- 45). Recoge la sangre poco oxigenada pero rica en nutrientes de la porción abdominal del tubo digestivo, incluidos la vesícula biliar, el páncreas y el bazo, y la conduce hacia el hígado. Dentro del hígado, sus ramas se distribuyen en un patrón segmentario y terminan en capilares ensanchados, los sinusoides venosos del hígado (v. fig. 5- 42). Las anastomosis portosistémicas, en las que el sistema venoso porta se comunica con el sistema venoso sistémico, se encuentran en las siguientes localizaciones (fig. 5-45): Entre las venas esofágicas que drenan en la vena ácigos (sistema sistémico) o en la vena gástrica izquierda (sistema porta); cuando se dilatan forman varices esofágicas. Entre las venas rectales, las venas inferiores y medias que drenan en la VCI (sistema sistémico) y la vena rectal superior, que se continúa como vena mesentérica inferior (sistema porta); cuando se dilatan anormalmente constituyen las hemorroides. Las venas paraumbilicales de la pared anterior del abdomen (sistema porta), que se anastomosan con las venas epigástricas superficiales (sistema sistémico); cuando se dilatan, estas venas dan lugar a la cabeza de medusa, venas varicosas que irradian desde el ombligo y cuya denominación hace referencia a las serpientes que formaban la cabellera de Medusa, un personaje de la mitología griega. 603 https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org Ramificaciones de las venas cólicas (sistema porta) que se anastomosan con las venas retroperitoneales (sistema sistémico). FIGURA 5-45. Sistema de la vena porta hepática. A) Las anastomosis portosistémicas proporcionan circulación colateral en caso de obstrucción en el hígado o en la vena porta hepática. En la ilustración, las tributarias de la porta se han coloreado en azul oscuro y las tributarias sistémicas en azul claro. Las letras A a D indican la situación de las anastomosis. A, anastomosis entrelas venas esofágicas. B, anastomosis entre las venas rectales. C, anastomosis entre las venas paraumbilicales (portales) y pequeñas venas epigástricas de la pared anterior del abdomen. D, anastomosis entre las venas cólicas (portal) y retroperitoneales. B) Angiografía (venografía portal) por resonancia magnética (angio-RM) que muestra las tributarias y la formación de la vena porta hepática. C U A D R O C L Í N I C O Biopsia hepática Mediante la biopsia hepática puede obtenerse tejido hepático con fines diagnósticos. La punción mediante aguja suele realizarse a través del 10.o espacio intercostal derecho, en la línea medioaxilar. Antes de que el médico realice la biopsia, se pide al paciente que haga una espiración completa y que contenga la respiración, a fin de reducir el receso costodiafragmático y disminuir la posibilidad de dañar el pulmón y de contaminar la cavidad pleural. 604 https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org Rotura del hígado Aunque en menor medida que el bazo, el hígado es vulnerable a la rotura debido a su tamaño, posición fija y friabilidad. A menudo, el hígado es desgarrado por una costilla fracturada que perfora el diafragma. Dado que el hígado cuenta con una gran vascularización y es muy friable, las laceraciones hepáticas suelen causar hemorragias profusas y dolor en el cuadrante superior derecho. Cirrosis hepática En la cirrosis hepática se destruyen los hepatocitos, que son reemplazados por tejido fibroso. Este tejido rodea los vasos sanguíneos y los conductos biliares intrahepáticos, lo cual hace que el hígado se endurezca e impide la circulación de la sangre a través de él. La cirrosis, la más frecuente de las muchas causas de hipertensión portal, suele aparecer en los alcohólicos crónicos. Lobectomías y segmentectomías hepáticas Cuando se descubrió que las ramas derecha e izquierda de la arteria hepática propia y los conductos hepáticos derechos e izquierdos, así como las ramas derecha e izquierda de la vena porta hepática, no se comunicaban significativamente, se hizo posible la práctica de lobectomías hepáticas, la extirpación de la porción hepática derecha o izquierda, con una hemorragia mínima. En caso de que una lesión grave o un tumor afecte un segmento o segmentos adyacentes, se puede realizar una segmentectomía, es decir, la extirpación de los segmentos afectados. Las venas hepáticas intersegmentarias sirven como guía de los planos interlobulillares. Cálculos biliares Los cálculos biliares son concreciones que se forman en la vesícula biliar, los conductos hepáticos, el conducto cístico o el conducto biliar (fig. C5-11). El extremo distal de la ampolla hepatopancreática es la parte más estrecha de las vías biliares y el lugar donde los cálculos biliares se impactan con mayor frecuencia. Los cálculos biliares pueden producir un cólico biliar (dolor en la región epigástrica). Cuando la vesícula biliar se relaja, el cálculo en el conducto cístico puede volver al interior de la vesícula biliar. Si un cálculo bloquea el conducto cístico, se produce una colecistitis (inflamación de la vesícula biliar) debido a la acumulación de bilis, lo que causa el aumento de tamaño de la vesícula biliar. Se produce dolor en la región epigástrica y más tarde se desplaza a la región hipocondríaca derecha, en la unión del 9.o cartílago costal y el borde lateral de la vaina del músculo recto del abdomen. La inflamación de la vesícula biliar puede causar dolor en la pared posterior del tórax o en el hombro derecho como resultado de la irritación del diafragma. Si la bilis no 605 https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org Push Button0:
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