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HENRIETTA LACKS Y LA CÉLULA HELA Henrietta Lacks tenía sólo 31 años cuando murió de un agresivo cáncer de cuello uterino en 1951, pero dejó un lega- do notable y duradero. Mientras Lacks estaba bajo tratamien- to en el hospital Johns Hopkins, se tomó una muestra de teji- do de su cáncer y se entregó a un biólogo llamado George Gey. Lacks y su familia no fueron consultados porque, en ese momento, no se requería el consentimiento de un paciente antes de proporcionar su tejido para investigación médica. Gey había trabajado durante décadas en el estableci- miento de una línea celular humana que podría proporcionar información sobre el cáncer. Sólo un año antes de recibir la muestra de Lacks, Gey había establecido un centro para el cultivo de tejidos en Johns Hopkins que incluía dispositivos hechos a mano para cultivar y estudiar las células. Una má- quina, llamada tambor de rodillos, hacía girar lentamente nu- merosos tubos de vidrio soplado a mano, mientras los man- tenía a temperatura cálida. En cada tubo, Gey colocaba una muestra de tejido y la bañaba en un caldo nutritivo que había ideado para sostener las células. Sin embargo, en tubo tras tubo, los tejidos sobrevivirían y crecerían sólo de 20 a 50 generaciones antes de morir. Cáncer B O S Q U E J O D E L C A P Í T U L O 16.1 Propiedades básicas de una cé- lula cancerosa 16.2 Causas del cáncer 16.3 VÍAS EXPERIMENTALES: Descubrimiento de los oncoge- nes 16.4 Cáncer: un desorden genético 16.5 Descripción de los genes su- presores de tumores y oncoge- nes 16.6 Genes supresores de tumores: el gen RB 16.7 Genes supresores de tumores: el gen TP53 16.8 Otros genes supresores de tu- mores 16.9 Oncogenes 16.10 Fenotipo mutador: genes mu- tantes involucrados en la repa- ración del DNA 16.11 MicroRNA: un nuevo participan- te en la genética del cáncer 16.12 El genoma del cáncer 16.13 Análisis de la expresión génica 16.14 Estrategias para combatir el cáncer 16.15 Inmunoterapia 16.16 Inhibición de la actividad de las proteínas promotoras del cán- cer 16.17 Concepto de una célula madre del cáncer 16.18 Inhibición de la formación de nuevos vasos sanguíneos (an- giogénesis) 16 C A P Í T U L O (continúa) Imagen microscópica de células HeLa fijadas y teñidas contra acti- na (roja), microtúbulos (cian) y DNA (azul). FUENTE: Cortesía de Tom Deerinck. C A P ÍT U L O 16 C á n c e r 628 No obstante, en el tubo que contenía la muestra del tumor de Lacks, Gey observó algo que nunca antes había visto. Las células crecieron en abundancia, en una gruesa capa dentro del tubo. Gey dividió las células en tubos adicionales, donde continuaron dividiéndose y creciendo. No pasó mucho tiempo antes de que Gey se diera cuenta de que había creado la pri- mera línea celular humana inmortal, a la que llamó HeLa a par- tir del nombre de la paciente de la cual se derivó. Desde su creación en la década de 1950, las células HeLa se han utilizado para más de 74 000 estudios de investigación en todo el mundo. Sin embargo, el hecho de que nunca se ha- ya otorgado permiso para el uso científico de las células de Lacks ha planteado numerosas cuestiones éticas difíciles que apenas se han comenzado a abordar recientemente. Por ejemplo, en 2013, la controversia rodeó el lanzamiento público del genoma HeLa recientemente secuenciado debido a las preocupaciones de privacidad de los descendientes de Lacks. Las discusiones entre los representantes de los Institutos Nacionales de Salud y la familia de Lacks llevaron a la crea- ción de un grupo, que incluye a los miembros de la familia Lacks, que proporcionaría un acceso controlado a los datos genómicos. 16.1 Propiedades básicas de una célula cancerosa El cáncer es una enfermedad genética porque se puede rastrear hasta alteraciones dentro de genes específicos, pero en la mayoría de los casos, no es una enfermedad hereditaria. En una enferme- dad hereditaria, el defecto genético está presente en los cromoso- mas de un padre y se transmite al cigoto. En contraste, las altera- ciones genéticas que conducen a la mayoría de los cánceres surgen en el DNA de una célula somática durante la vida del in- dividuo afectado. Debido a estos cambios genéticos, las células cancerosas se liberan de muchas de las restricciones a las que están sometidas las células normales. Las células normales no se dividen a menos que sean estimuladas por la maquinaria ho- meostática del cuerpo; ni sobreviven si han sufrido daños irrepa- rables; ni vagan lejos de un tejido para iniciar nuevas colonias en otras partes del cuerpo. Por el contrario, la mayoría de las células cancerosas experimenta una rotura de todas estas influencias re- gulatorias que protegen al cuerpo del caos y la autodestrucción. Lo más importante es que las células cancerosas proliferan incon- trolablemente y producen tumores malignos que invaden el teji- do sano circundante (véase FIGURA 16-1). Siempre que el creci- miento del tumor permanezca localizado, por lo general la enfermedad se puede tratar y curar mediante la extirpación qui- rúrgica del tumor. Pero los tumores malignos tienden a hacer me- tástasis, es decir, a generar células renegadas que se separan de la masa parental, ingresan a la circulación linfática o vascular y se diseminan a sitios distantes del cuerpo donde establecen tumores secundarios letales (metástasis) que ya no son susceptibles de eli- minación quirúrgica. El tema de la metástasis se trata en “Pers- pectiva humana” del capítulo 7 (véase sección 17.8). Debido a su impacto en la salud humana y a la esperanza de que se pueda desarrollar una cura, el cáncer ha sido el centro de un esfuerzo de investigación masivo durante décadas. Aunque los estudios han llevado a un desarrollo notable en la compren- sión de las bases celulares y moleculares del cáncer, los pronósti- cos para muchos tipos de cáncer permanecen relativamente sin cambios. Sin embargo, se ha avanzado. En 2011, la Asociación Estadounidense para la Investigación del Cáncer informó que las tasas de mortalidad para todos los cánceres combinados disminu- yeron durante los años comprendidos entre 1990 y 2007 en 22% para los hombres y 14% para las mujeres. Gran parte de este pro- greso se atribuye al diagnóstico y tratamiento más temprano de tres tipos principales de cáncer: cáncer de mama, cáncer de prós- tata y cáncer de colon. La incidencia de varios tipos de cáncer en Estados Unidos y las tasas de mortalidad correspondientes se muestran en la FIGURA 16-2. La mayoría de los tratamientos ac- tuales, como la quimioterapia y la radiación, carecen de la especi- ficidad necesaria para destruir las células cancerosas sin dañar simultáneamente las células normales, como lo demuestran los graves efectos secundarios que acompañan a estos tratamientos. Como resultado, los pacientes suelen no poder someterse a dosis suficientemente altas de químicos o radiación para matar todas las células tumorales en su cuerpo. Los investigadores han estado trabajando durante muchos años para desarrollar terapias dirigi- das más efectivas y menos debilitantes. Algunas de las más nove- dosas estrategias en la terapia contra el cáncer serán discutidas al final del capítulo. El comportamiento de las células cancerosas es más fácil de estudiar cuando estas crecen en cultivo. Como se discutió al ini- cio del capítulo, las células cancerosas se pueden obtener median- te la eliminación de un tumor maligno, la disociación del tejido en sus células separadas, y el cultivo de las células in vitro. Con los años, muchas líneas diferentes de células cultivadas que origi- nalmente se derivaron de tumores humanos se han recolectado en bancos de células y están disponibles para su estudio. Una al- ternativa es convertir las células normales en células cancerosas mediante tratamiento con sustancias químicas cancerígenas, ra- diación o virus tumorales. Las células que se han transformado in vitro porproductos químicos o virus generalmente pueden causar tumores cuando se introducen en un animal hospedador adecua- do. Existen muchas diferencias entre las propiedades de un tipo de célula cancerosa y las de otro tipo. Al mismo tiempo, hay una serie de propiedades básicas que comparten las células cancero- sas, independientemente de su tejido de origen. A nivel celular, la característica más importante de una célula cancerosa, ya sea que resida en el cuerpo o en un plato de cultivo, es su pérdida de control del crecimiento. La capacidad de creci- miento y división de una célula cancerosa no es muy diferente a la de la mayoría de las células normales. Cuando las células nor- males se desarrollan en cultivo en condiciones que promueven la proliferación celular, éstas crecen y se dividen a una velocidad similar a la de sus contrapartes malignas. Sin embargo, cuando proliferan hasta el punto en que cubren el fondo de la placa de FIGURA 16-1 Invasión de un tumor en crecimiento en tejido normal. Esta micrografía de luz de una sección del hígado humano muestra un melano- sarcoma metastásico (en rojo) que está invadiendo el tejido hepático nor- mal. FUENTE: Astrid y Hanns-Frieder Michler/Photo Researchers, Inc. 16 .1 P ro p ie d a d e s b á s ic a s d e u n a c é lu la c a n c e ro s a 629 cultivo, su velocidad de crecimiento disminuye marcadamente, y tienden a permanecer como una sola capa (monocapa) de células (véase FIGURA 16-3a, b). Las tasas de crecimiento disminuyen a medida que las células normales responden a las influencias inhi- bidoras de su ambiente. Las influencias inhibidoras del creci- miento pueden surgir como resultado del agotamiento de los factores de crecimiento en el medio de cultivo o del contacto con las células circundantes en la placa. Por el contrario, cuando las células malignas se cultivan en las mismas condiciones, conti- núan su crecimiento, se apilan una sobre otra para formar cúmu- los (consúltese figura 16-3c, d). Es evidente que las células malig- nas no responden a los tipos de señales que hacen que sus homólogas normales dejen de crecer y dividirse. Las células cancerosas no sólo ignoran las señales que inhiben el crecimiento, sino que prosiguen creciendo en ausencia de las señales estimulantes que requieren las células normales. Las cé- lulas normales que crecen en cultivo dependen de factores de crecimiento, como el factor de crecimiento epidérmico y la insu- lina, que están presentes en el suero (la fracción líquida de la sangre), que generalmente se agrega al medio de cultivo (véase FIGURA 16-4). Las células cancerosas pueden proliferar en ausen- cia de suero porque su ciclo celular no depende de la interacción entre los factores de crecimiento y sus receptores, los cuales se localizan en la superficie celular (consúltese sección 15.10). Como veremos más adelante, esta transformación es el resultado de cambios básicos en las vías intracelulares que gobiernan la proli- feración y la supervivencia celulares. Las células normales que crecen en cultivo exhiben una ca- pacidad limitada para la división celular; después de un número finito de divisiones mitóticas, éstas se someten a un proceso de envejecimiento que las vuelve inadecuadas para continuar su crecimiento y su división. Las células cancerosas, por otro lado, son aparentemente inmortales porque se dividen de manera in- definida. Esta diferencia en el potencial de crecimiento a menudo se atribuye a la presencia de telomerasa en las células cancerosas y Pu lm ón y b ro nq ui os Co lo rr ec ta l Li nf om a Ve jig a M el an om a Ut er in o M am a Pr ós ta ta Le uc em ia Ri ñó n Pá nc re as O va rio Ce re br o y ne rv io s Te jid os b la nd os Nuevos casos de cáncer Muertes 0 50 100 150 200 250 FIGURA 16-2 Estimado de nuevos casos de cán- cer y muertes en Estados Unidos en 2015. Se es- tima un total de 1 658 370 nuevos casos de cáncer y 589 430 muertes por cáncer para 2015. FUENTE: Datos de la American Cancer Society, Inc. FIGURA 16-3 Propiedades de crecimiento de las célu- las normales y las cancerosas. Generalmente las célu- las normales crecen en una placa de cultivo hasta que cubren la superficie como una monocapa (a y b). Por el contrario, las células que han sido transformadas por vi- rus o sustancias químicas cancerígenas (o células malig- nas que se han cultivado a partir de tumores) suelen crecer en cúmulos de múltiples capas o focos (c y d). FUENTE: b, d) Cortesía de G Steven Martin, Universidad de California en Berkeley.d)c) Las células cancerosas crecen en cúmulos (focos) Células cancerosas b) Células normales Las células normales crecen en monocapa a) C A P ÍT U L O 16 C á n c e r 630 su ausencia en las normales. Recuérdese, de la página 475, que la telomerasa es la enzima que mantiene los telómeros en los extre- mos de los cromosomas, lo que permite que las células sigan di- vidiéndose. Se cree que la ausencia de telomerasa en la mayoría de los tipos de células normales es una de las principales defensas del organismo que protege contra el crecimiento tumoral. Las alteraciones más llamativas en el núcleo después de la transformación ocurren dentro de los cromosomas. A diferencia de las células normales que replican su DNA a una tasa de error muy baja (p. 526), las células cancerosas son genéticamente ines- tables y a menudo tienen complementos cromosómicos altamen- te anómalos, una condición llamada aneuploidía (véase FIGU- RA 16-5), que puede ocurrir principalmente como resultado de defectos en el punto de control mitótico (véase sección 14.5) o la presencia de un número anormal de centrosomas (véase figura 14-17c).1 En la figura 16-5 se aprecia que el crecimiento de las células cancerosas es mucho menos dependiente de un contenido cromosómico diploide estándar que el crecimiento de las células normales. De hecho, cuando el contenido cromosómico de una célula normal se altera, por lo regular se activa una vía de señali- zación que conduce a la autodestrucción (apoptosis) de la célula. Por el contrario, las células cancerosas por lo regular no logran inducir la apoptosis, incluso cuando el contenido se altera de for- ma notoria. La protección contra la apoptosis es otra característi- ca importante que distingue a muchas células cancerosas de las células normales. Por último, se puede observar que las células cancerosas a menudo dependen de la glucólisis, considerada una vía metabólica anaeróbica (consúltese figura 3-24). Esta propie- dad puede reflejar los altos requerimientos metabólicos de las células cancerosas y el inadecuado suministro de sangre dentro del tumor. Bajo condiciones de hipoxia (O2 reducido), las células cancerosas activan un factor de transcripción llamado HIF que induce la formación de nuevos vasos sanguíneos y promueve las propiedades migratorias de las células, lo que puede contribuir a la diseminación del tumor. Sin embargo, aun cuando el oxígeno es abundante, muchas células tumorales continúan generando gran parte de su ATP por glucólisis (llamada glucólisis aeróbica). A pesar de que la glucólisis genera mucho menos ATP por gluco- sa que la fosforilación oxidativa en la mitocondria, produce ATP a un ritmo más rápido. El aumento de la captación de glucosa por parte de las células tumorales en comparación con las células nor- males se puede utilizar como un medio para localizar tumores metastásicos dentro del cuerpo usando las tomografías por emi- sión de positrones (PET) (véase figura 16-24). Tiempo en cultivo (días) Células cancerosas + factores de crecimiento en suero Células cancerosas – factores de crecimiento en suero Células normales + factores de crecimiento en suero Células normales – factores de crecimiento en suero 1 N úm er o de c él ul as 2 3 4 FIGURA 16-4 Efectos de la privación de suero sobre el crecimiento de las células normales y transformadas. Mientras que el crecimientode las células cancerosas continúa independientemente de la presencia o au- sencia de factores de crecimiento exógenos, las células normales requie- ren estas sustancias en su medio para que el crecimiento continúe. El cre- cimiento de las células normales se nivela a medida que se agotan los factores de crecimiento en el medio. 1 Existe controversia en cuanto a si el desarrollo de aneuploidía ocurre en una etapa temprana de la formación del tumor y es la causa de la inestabi- lidad genética que caracteriza a las células cancerosas, o es un evento tardío y es simplemente una consecuencia del crecimiento anormal del cáncer. FIGURA 16-5 Cariotipo de una célula de una línea de cáncer de mama que muestra un complemento cromosómico muy anormal. Una célula diploide normal tendría 22 pares de autosomas y dos cromosomas sexuales. Los dos miembros de un par serían idénticos, y cada cromosoma tendría un único color continuo (como en el cariotipo de una célula normal en la figura 12-22b que utiliza una técnica de visualización espectral similar). Los cromosomas de esta célula están muy alterados, como lo demuestra la presencia de cromosomas adicionales y faltantes (es decir, aneuploidía), así como cromosomas de más de un color. Estos cromosomas multicolores reflejan la gran cantidad de translocaciones que se han producido en generaciones celulares anteriores. Una célu- la con puntos de control del ciclo celular normal y vías apoptóticas nunca alcanzaría un complemento cromosómico que se aproxime al que se ve aquí. FUENTE: Cortesía de Joanne Davidson y Paul AW Edwards. 16 .2 C a u s a s d e l c á n c e r 631Son estas propiedades, que pueden demostrarse en cultivo, junto con su tendencia a diseminarse a sitios distantes dentro del cuerpo, las que hacen que las células cancerosas sean una amena- za para el bienestar de todo el organismo. Ciertos linfomas gástricos están asociados con la infección crónica de la bacteria Helicobacter pylori, que también puede cau- sar úlceras. La evidencia reciente sugiere que muchos de estos cánceres vinculados a infecciones virales y bacterianas persisten- tes en realidad son causados por la inflamación crónica que se desencadena por la presencia del patógeno. Las enfermedades inflamatorias intestinales (IBD, inflammatory bowel disease), que también se caracteriza por inflamación crónica, se ha asociado con un mayor riesgo de cáncer de colon. Estos hallazgos han lle- vado a los investigadores a observar más de cerca el proceso ge- neral de la inflamación como un factor no explorado anterior- mente en el desarrollo de muchos tipos de cáncer. La determinación de las causas de los diferentes tipos de cán- cer es una tarea llevada a cabo por epidemiólogos, investigadores que estudian los patrones de las enfermedades en las poblaciones. Las causas de ciertos cánceres son obvias: fumar causa cáncer pul- monar, la exposición a la radiación ultravioleta causa cáncer de la piel y la inhalación de fibras de asbesto causa mesotelioma. Pero a pesar de una gran cantidad de estudios, aún no estamos seguros de las causas de la mayoría de los tipos de cáncer humano. Los seres humanos viven en ambientes complejos y están expuestos a muchos carcinógenos potenciales con un patrón cambiante du- rante décadas. Ha resultado muy difícil intentar determinar las causas del cáncer a partir de una montaña de datos estadísticos obtenidos de las respuestas a cuestionarios sobre estilos de vida individuales. La importancia de los factores ambientales (p. ej., la dieta) se advierte con más claridad en los estudios de los hijos de parejas que se han trasladado de Asia a Estados Unidos o Europa. Estas personas ya no exhiben una tasa alta de cáncer gástrico, como ocurre en Asia, sino que están sujetas a un riesgo elevado de cáncer de colon y de mama, que es característico de los países occidentales (consúltese FIGURA 16-6). Existe un consenso general entre los epidemiólogos de que la dieta puede desempeñar un papel importante en el riesgo de de- sarrollar cáncer. Las tasas de cáncer son más altas entre las perso- nas obesas que en las no obesas, y los estudios en primates sugie- ren que una dieta restringida en calorías (véase sección 3.14) REPASO 1. Describa algunas de las propiedades que distinguen a las cé- lulas cancerosas de las células normales. 2. ¿Cómo se manifiestan las propiedades de las células cancero- sas en cultivo? 16.2 Causas del cáncer En 1775, Percivall Pott, un cirujano británico, realizó la primera correlación conocida entre un agente ambiental y el desarrollo del cáncer. Pott concluyó que la alta incidencia de cáncer de la cavidad nasal y la piel del escroto en los deshollinadores se debía a su exposición crónica al hollín. En las últimas décadas, se aisla- ron los químicos cancerígenos del hollín, junto con cientos de otros compuestos que causan cáncer en animales de laboratorio. Además de una gran variedad de sustancias químicas, varios otros tipos de agentes también son cancerígenos, incluida la ra- diación ionizante y una variedad de virus que contienen DNA y RNA. Todos estos agentes tienen una propiedad en común: alte- ran el genoma. Casi siempre se puede demostrar que los produc- tos químicos carcinógenos, como los que se encuentran en el hollín o el humo del cigarrillo, son directamente mutagénicos o que las enzimas celulares los convierten en compuestos mutagé- nos. Del mismo modo, la radiación ultravioleta, que es la princi- pal causa de cáncer de piel, también es altamente mutagénica. Varios virus pueden infectar células de mamíferos que crecen en cultivos celulares, transformándolos en células cancerosas. Estos virus se dividen de manera amplia en dos grandes grupos: virus tumorales de DNA y virus tumorales de RNA, según el tipo de ácido nucleico que se encuentre dentro de la partícula de virus maduro. Entre los virus de DNA capaces de transformar células están el virus del polioma, el virus del simio 40 (SV40), adenovirus y virus similares al del herpes. Los virus tumorales de RNA, o retrovirus, son similares en estructura al VIH (véase figu- ra 1-22b) y son el tema del apartado “Vías experimentales” en la sección 16.3. Los virus tumorales pueden transformar las células porque portan genes cuyos productos interfieren con las activida- des normales de regulación del crecimiento de la célula. Aunque los virus tumorales fueron una herramienta invaluable para los investigadores en la identificación de numerosos genes implica- dos en la transformación celular, están asociados con sólo un pe- queño número de cánceres humanos. Sin embargo, otros tipos de virus están relacionados con hasta 20% de los cánceres en todo el mundo. En la mayoría de los casos, estos virus aumentan en gran medida el riesgo de una persona de desarrollar cáncer, en lugar de ser el único determinante responsable de la enfermedad. Esta relación entre la infección viral y el cáncer está ilustrada por el virus del papiloma humano (HPV, human papilloma virus), que puede transmitirse a través de la actividad sexual y está aumen- tando en frecuencia en la población. Aunque el virus está presen- te en cerca de 90% de los cánceres del cuello uterino, lo que indi- ca su importancia en el desarrollo de la enfermedad, la gran mayoría de las mujeres que han sido infectadas con el virus nun- ca desarrollará esta malignidad. El HPV también está vinculado como principal agente causante de cáncer de boca y lengua tanto en hombres como en mujeres. Ya están disponibles las vacunas efectivas contra este virus. Otros virus vinculados a cánceres hu- manos incluyen el virus de la hepatitis B, que está asociado con el cáncer de hígado; el virus de Epstein-Barr, que se asocia al linfo- ma de Burkitt en áreas donde la malaria es común, y un virus del herpes (HHV-8), relacionado con el sarcoma de Kaposi. In ci de nc ia p or 1 00 0 00 h ab ita nt es Estómago (varones) 100 80 60 40 20 0 In ci de nc ia p or 1 00 0 00h ab ita nt es Mama (mujeres) 100 80 60 40 20 0 In ci de nc ia p or 1 00 0 00 h ab ita nt es Colon (varones) 100 80 60 40 20 0 Japoneses Primera generación de inmigrantes Hawaianos caucásicos Segunda generación de inmigrantes FIGURA 16-6 Cambios en la incidencia del cáncer en personas de as- cendencia japonesa después de la migración a Hawái. La incidencia del cáncer estomacal disminuye, mientras que la de cáncer de mama y de co- lon aumenta. Sin embargo, de los tres tipos de cáncer, sólo el cáncer de colon ha alcanzado tasas equivalentes a las de los hawaianos caucásicos en la segunda generación. FUENTE: Tomada de LN Kolonel, et al. Reimpreso con autorización de Nature Revs Cancer 2004;4:3; copyright 2004. Nature Reviews Cancer by Nature Publishing Group. Reproducido con la autorización de Nature Publishing Group reutilizado en el formato de libro/libro de texto a través de Copyright Clearance Center. C A P ÍT U L O 16 C á n c e r 632 protege contra el cáncer. El centro de atención de las investigacio- nes más recientes ha residido en los niveles elevados de insulina y factor de crecimiento similar a la insulina (IGF-1) que se encuen- tran en individuos obesos como la principal causa del aumento de la incidencia de cáncer en este grupo. Aunado a ello, hay eviden- cia de que algunos ingredientes de la dieta, como la grasa animal y el alcohol, pueden aumentar el riesgo de desarrollar cáncer, mientras que ciertos compuestos que se encuentran en los alimen- tos pueden reducir ese riesgo. Como ejemplo de esta última afir- mación se incluyen las isoflavonas que se encuentran en la soja, los sulforafanos que están en el brócoli y EGCG que se encuentran en el té. Varios medicamentos muy recetados también tienen un efecto preventivo. Los fármacos que interfieren con la acción del estrógeno (p. ej., tamoxifeno o raloxifeno) o en el metabolismo de la testosterona (p. ej., finasterida) pueden reducir la incidencia de cáncer de mama o cáncer de próstata, respectivamente. El uso a largo plazo de medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (NSAID, nonsteroidal anti-inflammatory drugs) como la aspirina y la indometacina ha demostrado que disminuye de manera sustancial el riesgo de cáncer de colon. Se cree que tienen este efecto al inhi- bir la ciclooxigenasa-2, una enzima que cataliza la síntesis de pros- taglandinas similares a las hormonas, que promueven el creci- miento de pólipos intestinales. La acción supresora de cáncer de los NSAID respalda la idea de que la inflamación desempeña un papel importante en el desarrollo de varios cánceres. También las personas que tomaron el medicamento antidiabético metformina parecen tener menos riesgo de desarrollar este tipo de enferme- dad. En este caso, el beneficio puede ser el resultado de la acción del medicamento para reducir los niveles circulantes de insulina y del IGF-1. REPASO 1. Describa al menos tres agentes diferentes que se sabe que son cancerígenos. 2. Describa varios factores que pueden conducir a un mayor riesgo de cáncer. indometacina ha demostrado que disminuye de manera sustancial 16.3 VÍAS EXPERIMENTALES Descubrimiento de los oncogenes En 1911, Peyton Rous del Instituto Rockefeller de Investigación Médica publicó un artículo de menos de una página (compartía la página con una nota sobre el tratamiento de la sífilis) y práctica- mente no tuvo impacto en la comunidad científica. Sin embargo, este trabajo notificó una de las observaciones con más visión de futuro en el campo de la biología celular y molecular. 1 Rous trabajaba con un sarcoma de pollo que lograba propagarse de una gallina a otra mediante la inoculación al hospedador de la misma cepa con trozos de tejido tumoral. En este artículo, Rous describió una serie de experimentos que sugerían que el tumor podía transmitirse de un animal a otro por un “virus filtrable”, un término acuñado una década antes para describir los agentes patógenos que eran lo bastante pequeños como para pasar a través de filtros que eran impermeables a las bacterias. En sus experimentos, Rous eliminó los tumores de las pe- chugas de las gallinas, molió las células en un mortero con are- na estéril, centrifugó las partículas hasta obtener un sedimento, eliminó el sobrenadante e impulsó el líquido sobrenadante a través de filtros de varias porosidades, incluido uno lo bastante pequeño como para evitar el paso de bacterias. Luego inyectó el filtrado en el músculo de la pechuga de una gallina receptora y descubrió que un porcentaje significativo de los animales inyec- tados desarrolló el tumor. El virus descubierto por Rous en 1911 es un virus que contie- ne RNA. A finales de la década de 1960, se descubrió que virus similares estaban asociados con tumores mamarios y leucemias en roedores y gatos. Se han engendrado ciertas cepas de rato- nes que desarrollaron tumores específicos con muy alta frecuen- cia. Se pueden ver partículas virales que contienen RNA dentro de las células tumorales y también brotar de la superficie celular, como se muestra en la micrografía de la FIGURA 1. Era evidente que los genes que causan tumores en estas cepas endogámi- cas se transmiten de manera vertical, es decir, a través del óvulo fertilizado de la madre a la descendencia, de modo que invaria- blemente los adultos de cada generación desarrollan el tumor. Estos estudios proporcionaron evidencia de que el genoma vi- ral puede heredarse a través de los gametos y posteriormente transmitirse de célula a célula por medio de la mitosis sin tener ningún efecto obvio sobre el comportamiento de las células. La presencia de genomas virales heredados no es una peculiaridad de las cepas endogámicas de laboratorio, porque se demostró que los ratones silvestres (salvajes) tratados con carcinógenos químicos desarrollan tumores que a menudo contienen los mis- mos antígenos característicos de los virus tumorales de RNA y que exhiben partículas de virus bajo el microscopio electrónico. Una de las principales preguntas sobre la transmisión verti- cal de los virus tumorales de RNA era si el genoma viral se pasa de los progenitores a la progenie como moléculas de RNA libre o de alguna manera se integra en el DNA de la célula hospeda- dora. La evidencia indica que la infección y la transformación de estos virus requieren la síntesis de DNA. Howard Temin, de la Universidad de Wisconsin, sugirió que la replicación de los virus tumorales de RNA ocurre por medio de un intermediario de DNA, un provirus, que luego sirve como plantilla para la síntesis del RNA viral. Pero este modelo requiere una enzima única, una DNA FIGURA 1 Micrografía electrónica de un virus de leucemia de ratón Friend que brota de la superficie de una célula leucémica cultivada. FUENTE: Cortesía de E De Harven. 633 16 .3 V ía s e x p e rim e n ta le s 633 16 .3 V ía s e x p e rim e n ta le s polimerasa dependiente de RNA, que nunca se había encontra- do en ningún tipo de célula. Luego, en 1970, David Baltimore, del Instituto de Tecnología de Massachusetts, y Temin y Satoshi Mizutani, descubrieron una enzima que posee esta actividad. 2,3 Baltimore examinó los viriones (las partículas virales madu- ras) de dos virus tumorales de RNA, el virus de la leucemia de ratón Rauscher (R-MLV, Rauscher mouse leukemia virus) y el virus del sarcoma de Rous (RSV, Rous sarcoma virus). Se incubó una preparación de virus purificado en condiciones que promoverían la actividad de una polimerasa de DNA, que incluyó Mg 2+ (o Mn 2+ ), NaCl, ditiotreitol (que evita que los grupos —SH de la enzima se oxiden), y los cuatro trifosfatos de desoxirribonucleósidos, uno de los cuales (TTP) fue marcado radiactivamente. Bajo estas condi- ciones, la preparación incorporó el precursor marcado de DNA en un producto insoluble en ácido que exhibía las propiedades del DNA (consúltese tabla 1). Como es característicodel DNA, el producto de reacción se volvió soluble en ácido (lo que indica que se había convertido en producto de bajo peso molecular) me- diante tratamiento con desoxirribonucleasa pancreática o nuclea- sa de micrococos, pero no se vio afectado por la ribonucleasa pancreática o por hidrólisis alcalina (a la cual es sensible el RNA; véase tabla 1). Se encontró que la enzima de polimerización de RNA cosedimentaba junto a las partículas virales maduras, lo que sugiere que era parte del virión en sí y no una enzima donada por la célula hospedadora. Aunque el producto era insensible al tratamiento con ribonucleasa pancreática, la plantilla era muy sen- sible a esta enzima (obsérvese FIGURA 2), particularmente si los viriones se trataban previamente con la ribonucleasa antes de la adición de los otros componentes de la mezcla de reacción (véa- se figura 2, curva 4). Estos resultados reforzaron la sugerencia de que el RNA viral otorgaba la plantilla para la síntesis de una copia de DNA, que supuestamente servía como plantilla para la sínte- sis de los mRNA virales requeridos para la infección y la transfor- mación. Estos experimentos no sólo sugirieron que la transforma- ción celular por virus tumorales de RNA procedía de un interme- diario de DNA, sino que también anularon el antiguo concepto originalmente propuesto por Francis Crick y conocido como el dogma central, que establecía que la información en una célu- la siempre fluye desde el DNA al RNA y a la proteína. La DNA polimerasa dependiente de RNA se conoce como transcriptasa inversa. Durante la década de 1970, la atención se fijó en la identi- ficación de los genes transportados por los virus tumorales que fueron responsables de la transformación y del mecanismo de acción de los productos génicos. Las evidencias de los análisis genéticos indicaron que po- dían aislarse cepas mutantes de virus que conservaban la ca- pacidad de crecer en las células hospedadoras, pero que no podían transformar la célula en una que exhibiera propiedades malignas. 4 Por tanto, la capacidad de transformar una célula resi- día en una porción restringida del genoma viral. Estos hallazgos establecieron las bases para una serie de documentos de Harold Varmus, J Michael Bishop, Dominique Stehelin y sus colaboradores de la Universidad de California en San Francisco. Estos investigadores comenzaron aislando las ce- pas mutantes del virus del sarcoma aviar (ASV, avian sarcoma vi- rus) que tenían deleciones de 10-20% del genoma que incapacita al virus para inducir sarcomas en pollos o para transformar fibro- blastos en cultivos. El gen responsable de la transformación, que falta en estos mutantes, se denominó src (de sarcoma). Para aislar el DNA correspondiente a las regiones eliminadas de estos mu- tantes, que presumiblemente llevan los genes requeridos para la transformación, se adoptó la siguiente estrategia experimental. 5 El RNA de los genomas de viriones completos (oncogénicos) se usó como plantilla para la formación de un DNA complementario (cDNA, complementary DNA) monocatenario marcado radiacti- vamente, para lo cual se usó la transcriptasa inversa. El cDNA marcado (que está presente como fragmentos) se unió en un híbrido con el RNA obtenido a partir de uno de los mutantes de la deleción. Los fragmentos de DNA que no formaron híbridos con el RNA representan porciones del genoma que se habían eliminado del mutante incapaz de provocar la transformación y, por ello, se presume que contienen el gen requerido por el virus para causar la transformación. Los fragmentos de DNA que no formaron híbridos con el RNA se separaron de los que formaban parte de los híbridos DNA-RNA mediante cromatografía en co- lumna. Al utilizar esta estrategia básica, se aisló una secuencia de DNA denominada cDNAsarc, que correspondía a aproximada- mente 16% del genoma vírico (1 600 nucleótidos de una longitud genómica total de 10 000 nucleótidos). Una vez aislado, el cDNAsarc demostró ser una sonda muy útil. Primero se probó que este cDNA marcado forma híbridos TABLA 1 Caracterización del producto de polimerasa Experi- mento Tratamiento Radiactividad insoluble en el ácido Porcentaje de producto no di- gerido 1 No tratado 1 425 (100) 20 μg de desoxirribo- nucleasa 125 9 20 μg de nucleasa de micrococo 69 5 20 μg de ribonucleasa 1 361 96 2 No tratado 1 644 (100) Hidrolizado con NaOH 1 684 100 Fuente: Tomado de D Baltimore, Nature 1970;226:1210, copyright 1970. Nature by Nature Publishing Group. Reproducido con autorización de Nature Publishing Group reutilizado en el formato de libro/libro de texto a través de Copyright Clearance Center. 30 3 H -T M P in co rp or ad o (c .p .m . � 1 0– 2 ) Min 5 10 15 20 1 2 3 4 25 1209060 FIGURA 2 Incorporación de radiactividad de [3H]TTP en un precipitado insoluble en ácido por la ADN polimerasa del virus de la leucemia mu- rina Rauscher en presencia y ausencia de ribonucleasa. (Nota: el pre- cursor de TTP marcado se convierte en TMP conforme se incorpora al DNA). Curva 1, sin ribonucleasa añadida; curva 2, preincubada sin ribonu- cleasa agregada durante 20 minutos antes de la adición de [3H]TTP; cur- va 3, ribonucleasa añadida a la mezcla de reacción; curva 4, preincubada con ribonucleasa antes de la adición de [3H]TTP. FUENTE: Tomada de D Baltimore, Nature 1970;226:1210, copyright 1970. Nature by Nature Publishing Group. Reproducido con autorización de Nature Publishing Group reutilizado en el formato de libro/libro de texto a través de Copyright Clearance Center. (continúa) C A P ÍT U L O 16 C á n c e r 634 C A P ÍT U L O 16 C á n c e r 634 con el DNA extraído de células de una variedad de especies de aves (pollo, pavo, codorniz, pato y emú), lo que indica que los genomas celulares de estas aves contienen una secuencia de DNA estrechamente relacionada con src.6 Estos descubrimientos proporcionaron la primera evidencia sólida de que un gen transportado por un virus tumoral que cau- sa la transformación celular está realmente presente en el DNA de las células normales (no infectadas) y, por tanto, es presu- miblemente una parte del genoma normal de las células. Estos resultados indicaron que los genes transformadores del genoma viral (los oncogenes) no son verdaderos genes virales, sino ge- nes celulares que fueron captados por virus tumorales de RNA durante una infección previa. La posesión de este gen derivado de la célula aparentemente dota al virus con el poder de trans- formar las mismas células en las que normalmente se encuentra el gen en cuestión. El hecho de que la secuencia esté presente en todas las especies de aves probadas sugiere que esta se ha conservado durante la evolución de las aves y, por ello, se supo- ne que gobierna una actividad básica de las células normales. En un estudio posterior, se descubrió que el cDNAsarc se une al DNA de todas las clases de vertebrados, incluidos los mamíferos, pero no al DNA de erizos de mar, moscas de la fruta o bacterias. Con base en estos resultados, fue posible concluir que el gen src no sólo está presente en el RNA del genoma de ASV y el genoma de las células de pollo que puede infectar, sino que también está presente un gen homólogo en el DNA de vertebrados distantes, lo que sugiere que desempeña alguna función crítica en las cé- lulas de todos los vertebrados. 7 Estos hallazgos plantearon numerosas preguntas; las más importantes fueron 1) ¿cuál es la función del producto de gen src? y 2) ¿cómo la presencia del gen viral (conocido como v-src) altera el comportamiento de una célula normal que ya posee una copia del gen celular (conocido como c-src)? El producto del gen src fue identificado inicialmente por Ray Erikson y colaboradores en la Universidad de Colorado, mediante dos procedimientos independientes: 1) precipitación de la proteí- na a partir de extractos de célulastransformadas por anticuerpos preparados a partir de animales infectados con RSV, y 2) síntesis de la proteína en un sistema de síntesis de proteínas libre de células usando el gen viral aislado como plantilla. Al utilizar estos procedimientos, se descubrió que el producto del gen src es una proteína de 60 000 daltones, que denominaron pp60 src . 8 Cuando se incubó pp60 src con [ 32 P]ATP, los grupos de fosfato radiactivo se transfirieron a las cadenas pesadas de las moléculas de an- ticuerpo asociadas (IgG) usadas en la inmunoprecipitación. Este hallazgo sugiere que el gen src codifica una enzima que posee actividad de proteína cinasa. 9 Cuando las células infectadas con ASV se fijaron, cortaron e incubaron con anticuerpos marcados con ferritina contra pp60 src , se encontró que los anticuerpos esta- ban localizados en la superficie interna de la membrana plasmáti- ca, lo que sugiere una concentración del producto del gen src en esta parte de la célula (consúltese FIGURA 3).10 Estos fueron los primeros estudios en dilucidar la función de un oncogén. La proteína cinasa es el tipo de producto ge- nético del que podría esperarse que tuviera una actividad trans- formadora potencial, porque puede regular las actividades de muchas otras proteínas, cada una de las cuales puede cumplir una función crítica en una u otra actividad relacionada con el crecimiento celular. El análisis adicional del papel del producto del gen src resultó ser un hallazgo inesperado. A diferencia de todas las otras proteínas cinasas cuya función se había estudia- do, pp60 src transfirió grupos de fosfato a residuos de tirosina en la proteína sustrato en lugar de residuos de serina o treonina. 11 La existencia de residuos de tirosina fosforilada había escapado a la detección previa porque los residuos de serina y treonina fosforilados son aproximadamente 3 000 veces más abundantes en las células que la fosfotirosina, y porque los residuos de fos- fotreonina y fosfotirosina son difíciles de separar el uno del otro por procedimientos electroforéticos tradicionales. No sólo el producto del código del gen viral src (v-src) codi- fica una proteína tirosina cinasa, también lo hace c-src, la versión celular del gen. Sin embargo, el número de residuos de tirosina fosforilada en proteínas de células transformadas por RSV fue aproximadamente ocho veces mayor que en las células de con- trol. Este hallazgo sugiere que la versión viral del gen puede inducir transformación porque funciona a un nivel más alto de actividad que la versión celular. Los resultados del estudio de RSV proporcionaron eviden- cia preliminar de que una mayor actividad de un producto de oncogenes podría ser la clave para convertir una célula normal en una célula maligna. Pronto estuvo disponible la evidencia de que el fenotipo maligno también podría ser inducido por un on- cogén que contuviera una secuencia de nucleótidos alterada. Robert Weinberg y sus colegas en el Instituto Tecnológico de Massachusetts realizaron un importante estudio inicial con la téc- nica de transfección de DNA. 12 FIGURA 3 Micrografía electrónica de un corte a través de un par de fibroblastos adyacentes que se habían tratado con anticuerpos mar- cados con ferritina contra la proteína pp60src. La proteína se localiza (según lo revelan los gránulos densos de ferritina) en la membrana plas- mática de la célula y se concentra sobre todo en los sitios de uniones gap. FUENTE: Tomada de Mark C Willingham, Gilbert Jay e Ira Pastan, Cell 1979;18:128, con autorización de Elsevier. 635 16 .3 V ía s e x p e rim e n ta le s 635 16 .3 V ía s e x p e rim e n ta le s Weinberg comenzó los estudios mediante la obtención de 15 líneas celulares malignas distintas que se derivaron de células de ratón tratadas con un producto químico cancerígeno. Así, estas células se habían vuelto malignas sin exponerlas a virus. Se extra- jo DNA de cada una de estas líneas celulares y se usó para trans- fectar un tipo de fibroblasto de ratón no maligno llamado célula NIH3T3. Las células NIH3T3 se seleccionaron para estos experi- mentos porque retoman el DNA exógeno con alta eficiencia y se transforman fácilmente en células malignas en cultivo. Después de la transfección con DNA de las células tumorales, los fibroblastos se cultivaron in vitro, y los cultivos se examinaron para determinar la formación de cúmulos (focos) que contuviesen células trans- formadas por el DNA agregado. De las 15 líneas celulares anali- zadas, cinco produjeron DNA que podría transformar las células receptoras NIH3T3. El DNA de las células normales carecía de esta capacidad. Estos resultados demostraron que los productos químicos cancerígenos causaron alteraciones en las secuencias de nucleótidos de los genes que dieron a los genes alterados la capacidad de transformar otras células. Por tanto, los genes celu- lares podrían convertirse en oncogenes de dos maneras distintas: como resultado de ser incorporados al genoma de un virus o por ser alterados con sustancias químicas cancerígenas. Hasta este punto, prácticamente todos los estudios sobre genes causantes de cáncer se habían llevado a cabo en ratones, pollos u otros organismos cuyas células eran muy susceptibles a la transformación. En 1981, la atención se centró en el cáncer humano cuando se demostró que el DNA aislado de células tu- morales humanas puede transformar células NIH3T3 de ratón después de la transfección. 13 De 26 tumores humanos diferentes que se analizaron en este estudio, dos proporcionaron DNA que fue capaz de transformar los fibroblastos de ratón. En ambos ca- sos, el DNA se había extraído de líneas celulares tomadas de un carcinoma de vejiga (identificados como EJ y J82). Se realizaron grandes esfuerzos para determinar si los genes se habían deri- vado de un virus tumoral, pero no se detectó evidencia de DNA viral en estas células. Estos resultados proporcionaron la primera evidencia de que algunas células cancerosas humanas contie- nen un oncogén activado que puede transmitirse a otras células, lo que induce su transformación. El hallazgo de que el cáncer puede transmitirse de una cé- lula a otra por fragmentos de DNA proporcionó una base para determinar qué genes en una célula, cuando se activan por mu- tación u otro mecanismo, son responsables de que la célula se vuelva maligna. Para hacer esta determinación, fue necesario ais- lar el DNA que fue absorbido por las células y provocar su trans- formación. Una vez que se aisló el DNA ajeno responsable de la transformación, se pudo analizar la presencia de los alelos cau- santes de cáncer. Dos meses después, en 1982, tres laboratorios diferentes informaron sobre el aislamiento y la clonación de un gen no identificado a partir de células de carcinoma humano de vejiga que pueden transformar fibroblastos NIH3T3 de ratón. 14-16 Una vez que el gen transformante de las células de cáncer vesical humano se había aislado y clonado, el siguiente paso era determinar si este gen tenía alguna relación con los oncogenes portados por los virus tumorales de RNA. Una vez más, con 2 me- ses de diferencia entre cada uno, se publicaron tres documentos de distintos laboratorios que informaron resultados similares. 17-19 Los tres mostraron que el oncogén de los carcinomas vesicales humanos que transforman las células NIH3T3 es el mismo onco- gén (denominado ras) que porta el virus del sarcoma Harvey, que es un virus tumoral de RNA de rata. Las comparaciones prelimina- res de las dos versiones de ras —la versión viral y su homólogo celular— no mostraron ninguna diferencia, lo que indica que los dos genes son muy similares o idénticos. Estos hallazgos sugie- ren que los cánceres que se desarrollan espontáneamente en la población humana son causados por una alteración genética que es similar a los cambios en las células que se han transformadoviralmente en el laboratorio. Es importante señalar que los tipos de cánceres inducidos por el virus del sarcoma de Harvey (sarco- mas y eritroleucemias) son muy diferentes de los tumores vesica- les, que tienen un origen epitelial. Esta fue la primera indicación de que las alteraciones en el mismo gen humano (RAS) pueden causar una amplia gama de tumores distintos. A fines de 1982, tres documentos adicionales de diversos laboratorios informaron sobre los cambios precisos en el gen RAS humano que conduce a su activación como un oncogén.20-22 Una vez que la sección de un gran fragmento de DNA que es responsable de causar la transformación se inmovilizó, el análi- sis de la secuencia de nucleótidos indicó que el DNA de las cé- lulas vesicales malignas se activa como resultado de una única sustitución de bases dentro de la región codificadora del gen. Sorprendentemente, las células de ambos carcinomas vesicales humanos estudiados (identificados como EJ y T24) contienen pre- cisamente DNA con la misma alteración: un nucleótido con gua- nina en un sitio específico en el DNA del protooncogén se había convertido en timidina en el oncogén activado. Esta sustitución de base da como resultado el reemplazo de una valina por una glici- na como el decimosegundo resto de aminoácido del polipéptido. La determinación de la secuencia de nucleótidos del gen v-ras portado por el virus del sarcoma de Harvey reveló una al- teración en la secuencia de bases que afectaba precisamente al mismo codón que se había modificado en el DNA de los carcino- mas vesicales humanos. El cambio en el gen viral sustituye a la glicina normal por una arginina. Parecía que este residuo particular de glicina jugaba un papel crítico en la estructura y función de esta proteína. Es interesante observar que el gen RAS humano es un protooncogén que, como SRC, se puede activar mediante un en- lace a un promotor viral. De tal manera, RAS puede activarse para inducir la transformación mediante dos vías totalmente diferentes, bien por un aumento de su expresión o bien por una alteración de la secuencia de aminoácidos de su polipéptido codificado. La investigación descrita en esta “Vías experimentales” re- presentó un gran avance en nuestra comprensión de la base ge- nética de la transformación maligna. Gran parte de la investigación inicial sobre los virus de tumores de RNA derivó de la creencia de que estos agentes pueden ser un importante agente causal en el desarrollo del cáncer humano. La búsqueda de virus como causa de cáncer llevó al descubrimiento del oncogén, lo cual condujo a la constatación de que el oncogén es una secuencia celular ad- quirida por el virus, lo que finalmente llevó al descubrimiento de que un oncogén puede causar cáncer sin la participación de un genoma viral. Por tanto, los virus tumorales, que no están directa- mente involucrados en la mayoría de los cánceres humanos, han proporcionado la ventana necesaria a través de la cual podemos ver nuestra propia herencia genética para la obtención de infor- mación que pueda conducir a nuestra propia ruina. Referencias 1. Rous P. Transmission of a malignant new growth by means of a cell-free filtrate. J Am Med Assoc 1911;56:198. 2. Baltimore D. RNA-dependent DNA polymerase in virions of RNA tumour viruses. Nature 1970;226:1209-1211. 3. Temin H, Mizutani S. RNA-dependent DNA polymerase in virions of Rous sarcoma virus. Nature 1970;226:1211-1213. 4. Martin GS. Rous sarcoma virus: A function required for the maintenance of the transformed state. Nature 1970;227:1021- 1023. 5. Stehelin D, et al. Purification of DNA complementary to nucleotide sequences required for neoplastic transformation of fibroblasts by avian sarcoma viruses. J Mol Biol 1976;101: 3 49-365. 6. Stehelin D, et al. DNA related to the transforming gene(s) of avian sarcoma viruses is present in normal avian DNA. Nature 1976;260:170-173. 7. Spector DH, Varmus HE, Bishop JM. Nucleotide sequences related to the transforming gene of avian sarcoma virus are present in DNA of uninfected vertebrates. Proc Nat’l Acad Sci USA 1978;75:4102-4106. (continúa) C A P ÍT U L O 16 C á n c e r 636 16.4 Cáncer: un desorden genético El cáncer es una de las dos principales causas de muerte en los países occidentales, y afecta aproximadamente a una de cada tres personas. Visto de esta manera, el cáncer es una enfermedad muy frecuente. Pero a nivel celular, el desarrollo de un cáncer es un evento muy raro. Cada vez que se examinan genéticamente las células de un tumor canceroso, invariablemente se descubre que han surgido de una sola célula. Por tanto, a diferencia de otras enfermedades que requieren la modificación de un gran número de células, el cáncer es el resultado de la proliferación incontrola- da de una única célula extraña (se dice que el cáncer es monoclo- nal). Considérese por un momento que el cuerpo humano contie- ne trillones de células, miles de millones de las cuales se someten a la división celular en un día cualquiera. Aunque casi todas estas células en división pueden tener el potencial de cambiar en la composición genética y convertirse en un tumor maligno, esto sólo ocurre en aproximadamente un tercio de la población huma- na durante toda su vida. Una de las principales razones por las que un mayor número de células no da lugar a tumores cancerosos es que la transforma- ción maligna requiere más que una sola alteración genética. Podemos distinguir dos tipos de alteraciones genéticas que pue- den hacernos más propensos a desarrollar un tipo particular de cáncer: las que heredamos de nuestros padres (mutaciones en la línea germinal) y las que ocurren durante nuestra propia vida (mutaciones somáticas). Hay algunos tipos de mutaciones que podemos heredar que nos hacen mucho más propensos a desa- rrollar cáncer. El estudio de estas mutaciones nos ha enseñado mucho sobre cómo los genes que funcionan mal pueden conducir al desarrollo del cáncer; algunos de estos síndromes de cáncer hereditarios se analizarán más adelante en esta sección. Sin em- bargo, en gran parte, las mutaciones hereditarias no son un factor importante en la aparición de la mayoría de los casos de la enfer- medad. Una forma de determinar una estimación global del im- pacto de la herencia en la formación de tumores es comprobar la probabilidad de que dos gemelos idénticos desarrollen el mismo tipo de cáncer cuando alcancen cierta edad. Este tipo de estudios sugiere que la probabilidad de que dos gemelos idénticos de 75 años compartan un cáncer en particular, como el cáncer de mama o de próstata, generalmente está entre 10 y 15%, en dependencia C A P ÍT U L O 16 C á n c e r 636 16 4 Cá d d é i 8. Purchio AF, et al. Identification of a polypeptide encoded by the avian sarcoma virus src gene. Proc Nat’l Acad Sci USA 1978; 75:1567-1671. 9. Collett MS, Erikson RL. Protein kinase activity associated with the avian sarcoma virus src gene product. Proc Nat’l Acad Sci USA 1978;75:2021-2924. 10. Willingham MC, Jay G, & Pastan I. Localization of the ASV src gene product to the plasma membrane of transformed cells by electron microscopic immunocytochemistry. Cell 1979;18: 125-134. 11. Hunter T, Sefton BM. Transforming gene product of Rous sar- coma virus phosphorylates tyrosine. Proc Nat’l Acad Sci USA 1980;77:1311-1315. 12. Shih C, et al. Passage of phenotypes of chemically transfor- med cells via transfection of DNA and chromatin. Proc Nat’l Acad Sci USA 1979;76:5714-5718. 13. Krontiris TG & Cooper GM. Transforming activity of human tumor DNA. Proc Nat’l Acad Sci USA 1981;78:1181-1184. 14. Goldfarb M, et al. Isolation and preliminary characterization of a human transforming gene from T24 bladder carcinoma cells. Nature 1982;296:404-409. 15. Shih C, Weinberg RA. Isolation of a transforming sequence from a human bladder carcinoma cell line. Cell 1982;29:161- 169. 16. PulcianiS, et al. Oncogenes in human tumor cell lines: Molecular cloning of a transforming gene from human blad- der carcinoma cells. Proc Nat’l Acad Sci USA 1982;79:2845- 2849. 17. Parada LF, et al. Human EJ bladder carcinoma oncogene is a homologue of Harvey sarcoma virus ras gene. Nature 1982; 297:474-478. 18. Der CJ, et al. Transforming genes of human bladder and lung carcinoma cell lines are homologous to the ras genes of Harvey and Kirsten sarcoma viruses. Proc Nat’l Acad Sci USA 1982;79:3637-3640. 19. Santos E, et al. T24 human bladder carcinoma oncogene is an activated form of the normal human homologue of BALB- and Harvey-MSV transforming genes. Nature 1982;298:343- 347. 20. Tabin CJ, et al. Mechanism of activation of a human onco- gene. Nature 1982;300:143-149. 21. Reddy EP, et al. A point mutation is responsible for the acqui- sition of transforming properties by the T24 human bladder carcinoma oncogene. Nature 1982;300:149-152. 22. Taparowsky E, et al. Activation of the T24 bladder carcinoma transforming gene is linked to a single amino acid change. Nature 1982;300:762-765. del tipo de cáncer. Claramente, los genes que heredamos tienen una influencia significativa en nuestros riesgos de desarrollar cáncer, pero el mayor impacto proviene de los genes que se alte- ran durante nuestra vida. El desarrollo de un tumor maligno (oncogénesis) es un proceso de múltiples pasos caracterizado por una progresión de alteracio- nes genéticas permanentes en una sola línea de células, que pue- de ocurrir a lo largo de muchas divisiones celulares sucesivas y que toma décadas para completarse. Cada cambio genético puede provocar una característica particular del estado maligno, como la protección contra la apoptosis, como se discutió en la sección 16.1. A medida que estos cambios genéticos se producen gradual- mente, las células de la línea responden cada vez menos a la ma- quinaria reguladora normal del cuerpo y pueden invadir mejor los tejidos normales. De acuerdo con este concepto, la oncogéne- sis requiere que la célula responsable de iniciar el cáncer sea ca- paz de un gran número de divisiones celulares. Este requerimien- to ha hecho que se ponga mucha atención en los tipos de células que están presentes en un tejido que podría tener el potencial de convertirse en un tumor. Los tumores sólidos más comunes, como los de mama, colon, próstata y pulmón, surgen en los tejidos epiteliales que de mane- ra normal experimentan un nivel relativamente alto de división celular. Lo mismo es válido para las leucemias, que se desarrollan en tejidos formadores de sangre en rápida división. Las células de la mayoría de los tejidos se pueden dividir de manera aproximada en tres grupos: 1) las células madre, que poseen un potencial de proliferación ilimitado, tienen la capacidad de producir más célu- las madre y pueden dar origen a todas las células del tejido (con- súltese sección 1.6); 2) células progenitoras, que se derivan de células madre y poseen una capacidad limitada para proliferar, y 3) los productos finales diferenciados del tejido, que generalmen- te carecen de la capacidad de dividirse. En la figura 17-6 se ilus- tran ejemplos de estos tres grupos de células. Dado el hecho de que la formación tumoral requiere que una célula sea capaz de dividirse extensamente, se han considerado dos escenarios generales para el origen de los tumores. Según un escenario, el cáncer surge dentro de la población relativamente pequeña de células madre que habitan en cada tejido adulto. Dada su larga vida y potencial de división ilimitado, las células madre tienen la oportunidad de acumular las mutaciones necesa- rias para la transformación maligna. Según otro escenario, las 16 .4 C á n c e r: u n d e s o rd e n g e n é tic o 637de la cromatina en, y alrededor de, el gen y/o un cambio en el estado de la metilación del DNA. Una vez que ha ocurrido el cambio epigenético, se transmite a toda la progenie de esa célula y, en consecuencia, representa una alteración permanente y here- dable. Incluso después de volverse malignas, las células cancero- sas continúan acumulando mutaciones y cambios epigenéticos que las hacen cada vez más anormales (como se evidencia en la figura 16-5). Esta inestabilidad genética hace que la enfermedad sea difícil de tratar con la quimioterapia convencional porque las células que son resistentes al fármaco a menudo surgen dentro de la masa tumoral. Los cambios genéticos que ocurren durante la progresión tu- moral a menudo van acompañados de cambios histológicos, es decir, cambios en la apariencia de las células. Los cambios inicia- les con frecuencia producen células que pueden identificarse co- mo “precancerosas”, lo que indica que han adquirido algunas de las propiedades de una célula cancerosa, como la pérdida de cier- tos controles de crecimiento, pero carecen de la capacidad de in- vadir tejidos normales o hacer metástasis en sitios distantes. La prueba de Papanicolaou es un examen para detectar células pre- cancerosas en el revestimiento epitelial del cuello uterino. El de- sarrollo de cáncer de cuello uterino generalmente progresa du- rante más de 10 años y se caracteriza por células cada vez más anormales (menos diferenciadas que las células normales, con núcleos más grandes, como en la FIGURA 16-8). Cuando se detec- células progenitoras pueden dar lugar a tumores malignos al ad- quirir ciertas propiedades, como la capacidad de proliferación ilimitada, como parte del proceso de progresión tumoral. Como se ilustra en la FIGURA 16-7, estos dos escenarios no son mutua- mente excluyentes, ya que se cree que algunos tumores surgen de células madre y otros de la población de células progenitoras. A medida que el cáncer crece, las células de la masa tumoral se someten a un tipo de selección natural que propicia la acumu- lación de células con las propiedades más favorables para el cre- cimiento tumoral. Por ejemplo, sólo aquellos tumores que contie- nen células que mantienen la longitud de sus telómeros serán capaces de crecer ilimitadamente (p. 473). Cualquier célula que aparezca dentro de un tumor que exprese la telomerasa tendrá una enorme ventaja de crecimiento sobre otras células que no expresan esta enzima. Con el tiempo, las células que expresan la telomerasa florecerán mientras que las células que no la expresan morirán hasta que todas las células del tumor contengan la telo- merasa. La expresión de la telomerasa ilustra otra característica importante de la progresión tumoral: no todos estos cambios son resultado de la mutación genética. La activación de la expresión de la telomerasa puede considerarse un cambio epigenético, que se debe a la activación de un gen que está reprimido normalmen- te. Como se discutió en el capítulo 12, este tipo de proceso de activación probablemente involucre un cambio en la estructura Evento oncogénico A Evento oncogénico A Célula madre de tejido Célula progenitora pluripotente Células maduras Célula progenitora comprometida Célula progenitora comprometida Evento oncogénico A Tumor subtipo x Tumor subtipo y Tumor subtipo z FIGURA 16-7 Células que se proponen como origen de los tumores ma- lignos. Los tejidos contienen células en diversas etapas del compromiso y la diferenciación. Estas incluyen a las células madre, las células progenito- ras multipotentes que pueden dar lugar a una variedad de tipos de células diferenciadas, las células progenitoras comprometidas que pueden dar lu- gar a un solo tipo de células diferenciadas, y las propias células diferen- ciadas (véase figura 17-6 para conocer los ejemplos). Según el modelo re- presentado, los tumores pueden surgir de células madre de tejido o células progenitoras, aunque en algunos casos al menos, estas diferen- tes células de origen dan lugar a diferentes tipos de cáncer (indicado por los tres colores diferentes de los tumores). FUENTE: JE Visvader, Nature 2011;469:316, figura 2b. Nature byNature Publishing Group. Reproducido con el permiso de Nature Publishing Group reutilizado en el formato de libro/libro de texto a través de Copyright Clearance Center. FIGURA 16-8 Detección de células anormales (premalignas) en una prueba de Papanicolaou. a) Células epiteliales escamosas normales del cuello uterino. Las células tienen una morfología uniforme con un peque- ño núcleo central. b) Células anormales de un caso de carcinoma in situ, que es un cáncer preinvasivo del cuello uterino. Las células tienen formas heterogéneas y núcleos grandes. FUENTE: a) Dr. E Walker/Photo Researchers, Inc.; b) SPL/Photo Researchers, Inc. b) a) C A P ÍT U L O 16 C á n c e r 638 tan células que tienen una apariencia anormal, se puede localizar la lesión precancerosa en el cuello uterino y destruirla mediante tratamiento con láser, congelación o cirugía. Algunos tejidos a menudo generan tumores benignos, que contienen células que han proliferado para formar una masa que representa una peque- ña amenaza de convertirse en maligno. Los lunares que todos poseemos son un ejemplo de tumores benignos. Los estudios in- dican que las células pigmentarias que componen un lunar han sufrido una respuesta que les hace entrar en un estado perma- nente de detención del crecimiento, conocido como senescencia. Aparentemente, la senescencia se desencadena en estas células pigmentarias después de haber sufrido algunos de los cambios genéticos que, de otro modo, las harían convertirse en células malignas. Este proceso de “senescencia forzada” representa otra vía que se ha desarrollado para restringir el desarrollo de cánce- res en organismos superiores. La base molecular de la senescen- cia se trata con más detalle en la sección 16.7. súltese FIGURA 16-9a). Originalmente la existencia de estos genes salió a la luz a partir de estudios a finales de 1960 en los cuales las células normales y malignas de roedores se fusionaron entre sí. Algunas de las células híbridas que se formaron a partir de este tipo de fusión perdieron sus características malignas, lo que sugiere que una célula normal posee factores que pueden supri- mir el crecimiento incontrolado de una célula cancerosa. Se reco- lectaron más datos de la existencia de genes supresores de tumo- res al observar que las regiones específicas de cromosomas particulares se eliminaban consistentemente en células de ciertos tipos de cáncer. Si la ausencia de tales genes se correlaciona con el desarrollo de un tumor, entonces se infiere que la presencia de estos genes normalmente suprime la formación del tumor. Los oncogenes, por otro lado, codifican proteínas que pro- mueven la pérdida del control del crecimiento y la conversión de una célula a un estado maligno (consúltese figura 16-9b). La ma- yoría de los oncogenes actúa como aceleradores de la prolifera- ción celular, pero también tienen otras funciones. Los oncogenes pueden provocar inestabilidad genética, evitar que una célula se vuelva víctima de la apoptosis o promover la metástasis. La exis- tencia de los oncogenes se descubrió a través de una serie de in- vestigaciones sobre virus de tumores de RNA que está documen- tada en la sección “Vías experimentales”. Estos virus transforman una célula normal en una célula maligna porque llevan un onco- gén que codifica una proteína que interfiere con las actividades normales de la célula. El momento crucial en estos estudios se produjo en 1976, cuando se descubrió que un oncogén llamado src, portado por un virus tumoral de RNA llamado virus del sar- coma aviar, estaba realmente presente en el genoma de las células no infectadas. De hecho, el oncogén no era un gen viral, sino un gen celular que se había incorporado al genoma viral durante una infección previa. Pronto se hizo evidente que las células poseen una variedad de genes, ahora conocidos como protooncogenes, que tienen el potencial de subvertir las propias actividades de la célula y empujar a la célula hacia el estado maligno. REPASO 1. ¿Qué se entiende con la afirmación de que el cáncer surge como resultado de una progresión genética? 16.5 Descripción de los genes supresores de tumores y oncogenes Los genes que han sido implicados en la carcinogénesis se divi- den en dos grandes categorías: los genes supresores de tumores y los oncogenes. Los genes supresores de tumores actúan co- mo frenos celulares; codifican proteínas que restringen el creci- miento celular y evitan que las células se vuelvan malignas (con- a) b) Crecimiento celular normal Crecimiento celular normal Crecimiento celular normal Gen supresor tumoral mutado Copias del gen supresor tumoral en ambos homólogos mutados Pérdida del control del crecimiento Crecimiento celular normal Crecimiento celular normal El protooncogén mutado se ha convertido en oncogén Pérdida del control del crecimiento Protooncogén FIGURA 16-9 Efectos contrastantes de mutaciones en genes supresores de tumores a) y oncogenes b). Mientras que una mutación en una de las dos copias (alelos) de un oncogén puede ser suficiente para hacer que una célula pierda el control del crecimiento, ambas copias de un gen supresor tumo- ral deben ser eliminadas para inducir el mismo efecto. Como se discutirá en breve, los oncogenes surgen de los protooncogenes como efecto de muta- ciones con ganancia de función, es decir, mutaciones que hacen que el producto génico presente nuevas funciones que conducen a la malignidad. Por el contrario, los genes supresores de tumores, sufren mutaciones con pérdida de función y/o desactivación epigenética que los vuelven incapaces de limi- tar el crecimiento celular. 16 .5 D e s c rip c ió n d e lo s g e n e s s u p re s o re s d e tu m o re s y o n c o g e n e s 639Como se verá más adelante, los protooncogenes codifican proteínas que tienen diversas funciones en las actividades norma- les de una célula. Los protooncogenes se pueden convertir en oncogenes (es decir, activarse) por diferentes mecanismos (véase FIGURA 16-10): 1. El gen puede mutar de tal manera que altere las propiedades del producto del gen por lo que que ya no funcione de forma normal (véase figura 16-10, vía a). 2. El gen puede duplicarse una o más veces, lo que produce la amplificación génica y la producción excesiva de la proteína codificada (consúltese figura 16-10, vía b). 3. Se puede producir un nuevo ordenamiento cromosómico que mueva una secuencia de DNA de un sitio distante en el geno- ma hasta quedar próxima al gen, lo cual puede alterar la ex- presión del gen o la naturaleza del producto génico (consúlte- se figura 16-10, vía c). Cualquiera de estas alteraciones genéticas puede hacer que una célula responda menos a los controles de crecimiento norma- les. Los oncogenes actúan de manera dominante, lo que significa que una sola copia de un oncogén puede hacer que la célula ex- prese el fenotipo alterado, independientemente de si hay una copia normal, no activada, del gen en el cromosoma homólogo (obsérvese figura 16-9b). Los investigadores han aprovechado esta propiedad para identificar oncogenes al introducir el DNA sospe- choso de contener el gen en células cultivadas y monitorear las células en busca de evidencia de propiedades de crecimiento al- teradas (véase sección 16.1). Antes vimos que el desarrollo de un tumor maligno humano requiere más que una sola alteración genética. La razón se hace más aparente cuando se comprende que hay dos tipos de genes responsables de la formación de tumores. Siempre que una célu- la tenga su complemento completo de genes supresores de tumo- res, se cree que está protegida contra los efectos de un oncogén por razones que serán evidentes a continuación cuando se anali- cen las funciones de estos genes. La mayoría de los tumores con- tiene alteraciones tanto en los genes supresores de tumores como en los oncogenes, lo que sugiere que la pérdida de una función supresora de tumores dentro de una célula debe ir acompañada dela conversión de un protooncogén en un oncogén antes de que la célula se torne maligna. Incluso en ese caso, la célula puede no exhibir todas las propiedades requeridas para invadir los tejidos circundantes o formar colonias secundarias por metástasis. Se precisan mutaciones en genes adicionales, como las que codifican moléculas de adhesión celular o proteasas extracelulares (discuti- das en la sección 7.8), antes de que estas células adquieran un fenotipo metastásico. Ahora podemos pasar a las funciones de los productos codifi- cados por genes supresores de tumores y oncogenes y examinar cómo las mutaciones en estos genes pueden provocar que una célula se vuelva maligna. REPASO 1. Compare un tumor benigno y un tumor maligno; genes supre- sores de tumores y oncogenes; mutaciones que actúan de forma dominante y recesiva; protooncogenes y oncogenes. Región reguladora Mutación o deleción Proteína codificada con estructura o función alterada Aumento de la síntesis de proteína codificada Síntesis de una proteína que contiene porciones codificadas por diferentes genes. La proteína de fusión ya no está bajo control normal Proto- oncogén Proteína codificada por protooncogén Duplicación genética Aumento de la síntesis de proteína codificada O Una secuencia reguladora de DNA translocada desde el sitio distante altera la expresión de gen corriente abajo Un gen codificador de proteínas translocado desde un sitio distante se fusiona con la porción del gen y causa la formación de un gen de fusión a c b FIGURA 16-10 Activación de un protooncogén a un oncogén. La activación se puede lograr de varias maneras como se indica en esta figura. En la vía a, una mutación en el gen altera la estructura y la función de la proteína codificada. En la vía b, la amplificación génica da como resultado la sobreexpresión del gen. En la vía c, un reordenamiento del DNA coloca un nuevo segmento de DNA cerca o junto al gen, lo que altera su expresión o la estructura de la proteína codificada. C A P ÍT U L O 16 C á n c e r 640 16.6 Genes supresores de tumores: el gen RB La transformación de una célula normal en una célula cancerosa se acompaña de la pérdida de función de uno o más genes supre- sores de tumores. Los estudios de secuenciación de alto rendi- miento han identificado cientos de genes que están implicados como supresores de tumores en humanos. Algunos de los genes mejor caracterizados, enumerados en la tabla 16-1, incluyen a los que codifican factores de transcripción (p. ej., TP53 y WT1), regu- ladores del ciclo celular (p. ej., RB e INK4a), componentes que re- gulan las proteínas G (NF1), una fosfatasa de fosfoinosítido (PTEN) y una proteína que regula la degradación proteica (VHL).2 De una u otra manera, la mayoría de las proteínas codificadas por genes supresores de tumores actúan como reguladores negativos de la proliferación celular, por lo que su eliminación promueve el creci- miento celular incontrolado. Los productos de genes supresores de tumores también ayudan a mantener la estabilidad genética, lo cual puede ser una razón primordial por la que los tumores con- tienen un cariotipo tan anormal (véase figura 16-5). Algunos genes supresores de tumores están involucrados en el desarrollo de una amplia variedad de distintos tipos de cáncer, mientras que otros juegan un papel en la formación de uno o pocos tipos de cáncer. Es de común conocimiento que los miembros de algunas fami- lias corren un alto riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer. Aunque estos síndromes de cáncer hereditario son raros, brindan la oportunidad de identificar genes supresores de tumores que, en su ausencia, contribuyen al desarrollo de formas hereditarias y esporádicas (es decir, no hereditarias) de cáncer. El primer gen supresor tumoral estudiado y finalmente clonado, y uno de los más importantes, se asocia con un raro cáncer infantil de la retina del ojo, llamado retinoblastoma. El gen responsable de este trastor- no se llama RB. La incidencia de retinoblastoma sigue dos patro- nes distintos: 1) ocurre con gran frecuencia y a una edad temprana en los miembros de ciertas familias, y 2) ocurre esporádicamente a una edad más avanzada entre los miembros de la población en general. El hecho de que el retinoblastoma se presente en ciertas familias sugiere que el cáncer puede heredarse. El examen de cé- lulas de niños que padecen retinoblastoma reveló que a un miem- bro del decimotercer par de cromosomas homólogos le faltaba una pequeña parte de la porción interior del cromosoma. La deleción estaba presente en todas las células de los niños, tanto las células del cáncer de retina como las células en otras partes del cuerpo, lo que indica que la alteración cromosómica se heredó de alguno de los padres. El retinoblastoma se hereda como un rasgo genético domi- nante porque los miembros de familias de alto riesgo que desarro- llan la enfermedad heredan un alelo normal y un alelo anormal. Pero a diferencia de la mayoría de las afecciones de herencia do- minante, como la enfermedad de Huntington, donde un indivi- duo que hereda un gen faltante o alterado invariablemente desa- rrolla el trastorno, los niños que heredan un cromosoma al que le falta el gen del retinoblastoma tienen una marcada disposición hacia el desarrollo del retinoblastoma. De hecho, aproximada- mente 10% de las personas que heredan un cromosoma con una reducción de RB nunca desarrollan el cáncer de retina. ¿Cómo es que un pequeño porcentaje de estas personas predispuestas esca- pa de la enfermedad? En 1971, Alfred Knudson, de la Universidad de Texas, explicó la base genética del retinoblastoma. Knudson propuso que el de- sarrollo del retinoblastoma requiere que ambas copias del gen RB de una célula retiniana se eliminen o muten antes de que la célu- la pueda dar lugar a un retinoblastoma. En otras palabras, el cán- cer surge como resultado de dos “golpes” independientes en una sola célula. En los casos de retinoblastoma esporádico, el tumor se desarrolla a partir de una célula de la retina en la que ambas copias del gen RB han sufrido una mutación espontánea sucesiva (consúltese FIGURA 16-11a). Debido a que es muy baja la posibili- dad de que ambos alelos del mismo gen sean el blanco de muta- ciones debilitantes en la misma célula, la incidencia del cáncer en la población general es bajísima. Por el contrario, las células de una persona que hereda un cromosoma con una deleción RB ya se encuentra a la mitad del camino para volverse maligno. La mutación o deleción del alelo RB restante en cualquiera de las células de la retina produce una célula que carece de un gen RB normal y, por ello, no puede producir un producto funcional del gen RB (véase figura 16-11b). Esto explica por qué las personas que heredan un gen RB anormal están tan predispuestas a desa- rrollar el cáncer. El segundo “golpe” no ocurre en aproximada- mente 10% de estas personas, y no desarrollan la anomalía. La hipótesis de Knudson se confirmó con posterioridad, al examinar células de pacientes con una disposición hereditaria al retinoblas- toma y encontrar que, como se predijo, ambos alelos del gen fal- taban o estaban mutados en las células cancerosas. Los indivi- duos con retinoblastomas esporádicos tenían células normales que carecían de mutaciones RB y células tumorales en las que ambos alelos del gen eran anormales. Aunque las deficiencias en el gen RB se manifiestan por pri- mera vez en el desarrollo de cánceres de retina, este no es el final de la historia. Las personas que padecen la forma hereditaria de retinoblastoma también tienen un alto riesgo de desarrollar otros tipos de tumores en edades avanzadas, en particular sarcomas de tejidos blandos (tumores de origen mesenquimatoso en lugar de epitelial). Las consecuencias de las mutaciones RB no se limi- tan a las personas que heredan un alelo mutante. Las mutaciones en los alelos RB son un fenómeno frecuente en los tipos esporá- 2 Para el presente
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