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374 © 2019. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos INDICACIONES DE LA CORONARIOGRAFÍA, 374 Criterios de uso idóneos, 375 Contraindicaciones de la coronariografía, 375 Complicaciones de la coronariografía, 375 Lesión renal aguda inducida por contraste, 375 Riesgos relacionados con exposición a la radiación, 377 TÉCNICA DE LA CORONARIOGRAFÍA, 377 Preparación del paciente, 377 Puntos de acceso, 377 Técnica básica, 378 Catéteres diagnósticos, 378 Canalización de arterias coronarias específicas, 379 Selección del contraste, 380 Inyección automática y manual del contraste, 381 Reacciones adversas al contraste y tratamiento profiláctico, 382 PROYECCIONES ANGIOGRÁFICAS, 382 ANATOMÍA CORONARIA, 383 ANOMALÍAS DE LAS ARTERIAS CORONARIAS, 384 INCONVENIENTES DE LA CORONARIOGRAFÍA, 386 Puentes miocárdicos, 386 Espasmo de las arterias coronarias, 386 EVALUACIÓN DE LA ANGIOGRAFÍA, 388 Cuantificación de las estenosis, 388 Evaluación del flujo sanguíneo microvascular, 389 Circulación de vasos colaterales, 390 CONSIDERACIONES SOBRE LESIONES ESPECIALES, 390 Oclusión total crónica, 390 Lesiones calcificadas, 390 Lesiones trombóticas, 391 Lesiones de bifurcación, 391 Disección coronaria, 392 RESERVA FRACCIONAL DE FLUJO, 393 Aplicación clínica, 393 COCIENTE INSTANTÁNEO SIN ONDAS, 395 Comparación con la reserva fraccional de flujo, 395 PRUEBAS DE IMAGEN INTRACORONARIA, 395 Ecografía intravascular, 395 Tomografía de coherencia óptica, 397 BIBLIOGRAFÍA, 400 Coronariografía y pruebas de imagen intracoronaria ROXANA MEHRAN Y GEORGE D. DANGAS 20 La coronariografía, o arteriografía coronaria, consiste en la visuali- zación de la anatomía coronaria bajo radioscopia, facilitada por la inyección directa de un contraste en las arterias coronarias epicárdicas a través de un catéter introducido desde una arteria periférica hasta la raíz de la aorta y en los orificios coronarios. La historia de la coronariografía comienza en el siglo XIX con el descubrimiento de los rayos X por Roentgen en 1895. Un mes después, Haschek y Lindenthal inyectaron una mezcla de carbonato cálcico en los vasos sanguíneos de una mano amputada y fueron capaces de visualizar el lecho vascular usando una roentgenografía. Al mismo tiempo, Frédérick Cournand y Dickinson Richards llevaron a cabo en la Columbia University los primeros experimentos de cateterismo car- díaco en animales, que llevaron a la descripción de la hemodinámica cardíaca y el desarrollo de técnicas y principios esenciales, como el método Fick para medir el gasto cardíaco y la manometría de presión (v. capítulo 19). Forssmann se realizó a sí mismo el primer cateterismo cardíaco humano en 1928, introduciendo el catéter a través de una vena antecubital en su aurícula derecha, y obtuvo roentgenografías para documentarlo. La coronariografía selectiva fue intentada por primera vez en 1958 por Mason Sones, que canalizó una arteria coronaria derecha con un catéter insertado a través de la arteria braquial.1 En los años sesenta se realizaron estudios angiográficos para la determinación de enfermedad arterial coronaria (EAC) en pacientes extremadamente enfermos en los pocos centros asistenciales terciarios de EE. UU. con los recursos necesarios. La coronariografía siguió siendo una técnica exclusivamente diagnóstica hasta 1977, cuando Gruentzig realizó la primera angioplastia coronaria transcatéter percutánea (v. «Bibliografía clásica»: Ryan). A comienzos de los años noventa, el campo de la coronariografía inició un período de crecimiento explosivo de modo que en 2010 se calcula que al año se realizan 1.029.000 cateterismos cardíacos diagnósticos y 954.000 intervenciones coronarias percutáneas (ICP) en ingresados (v. capítulo 62) solo en EE. UU.2 Los últimos años han sido testigo del rápido desarrollo y maduración del campo, con la introducción continua de nuevos materiales, técnicas e innovaciones para la coronariografía y las intervenciones intracoronarias. A pesar de la existencia de técnicas de imagen no invasivas como coronariografía por tomografía computarizada (CTC) y coronariografía por resonancia magnética (CRM) que permiten la visualización de la anatomía coronaria sin los riesgos asociados a una intervención percutánea invasiva (v. capítulos 17 y 18), la coronariografía selectiva sigue siendo la prueba de referencia para determinar la extensión de la EAC porque es la única técnica capaz de aportar simultáneamente información funcional y anatómica para la estimación de la carga isquémica de la EAC. Aunque la técnica de la coronariografía está bien establecida, es importante tener en cuenta que se trata de una intervención invasiva con posibles complicaciones. Por este motivo, sus indicaciones están definidas claramente en las directrices de práctica clínica actuales de la American Heart Association y del American College of Cardiology (AHA/AAC).3,4 En este capítulo revisamos las indicaciones de la coronariografía, la técnica básica y la interpretación de las imágenes coronariográficas, con una revisión de las técnicas de imagen intracoronaria existentes. INDICACIONES DE LA CORONARIOGRAFÍA La selección de candidatos para la coronariografía invasiva se basa en la probabilidad preprueba de EAC, estimada según la evaluación clínica del paciente, su presentación clínica y los resultados de pruebas diagnósticas no invasivas, como electrocardiograma, ecocardiograma, análisis de sangre, prueba de esfuerzo y CTC o CRM si se han realizado5,6 (v. capítulos 13, 14 y 16 a 18). Las directrices e indicaciones actuales de la coronariografía según la presentación clínica están resumidas en los capítulos 59 a 61 (tabla e20-1).3,7 En pacientes con baja probabilidad preprueba de EAC es necesaria una valoración del riesgo cardiovascular de primera línea no invasiva para decidir si se llega a la coronariografía. Clásicamente, los hallazgos de la prueba de esfuerzo se definen como de riesgo bajo, intermedio o alto, que se asocian con una mortalidad cardíaca de menos del 1%, del 1-3% y más del 3% anual, respectivamente. En pacientes con una probabilidad preprueba de riesgo intermedio puede considerarse la coronariografía, mientras que en aquellos con alto riesgo de pro- babilidad preprueba hay que realizar la coronariografía sin demora ni necesidad de más pruebas. Los pacientes que se presenten con síndrome coronario agudo (SCA), angina inestable (AI) o infarto de Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 375 C o ro n ario g rafía y p ru eb as d e im ag en in traco ro n aria 20 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . miocardio sin elevación del segmento ST (IMSEST) con inestabilidad hemodinámica, o que tengan un alto riesgo clínico (determinado por la presencia de cualquiera de los factores de riesgo recogidos en la tabla e20-2) deberían someterse a una evaluación invasiva precoz. En caso de pacientes con AI/IMSEST hemodinámicamente estables sin alto riesgo clínico podría estar justificada una estrategia invasiva demorada, aunque es posible que fuera de EE. UU. se realice una estratificación del riesgo no invasiva inicialmente. Los pacientes que presentan un infarto de miocardio con elevación del segmento ST (IMEST) deberían someterse por lo general a una intervención invasiva urgente en cuanto sea posible tras el inicio de los síntomas.7 Los pacientes con casos retrasados pueden tratarse de forma conservadora, como se describe en otros capítulos. Criterios de uso idóneos En 2012 se publicaron los criterios de uso idóneos (CUI) para la coronariografía diagnóstica.4 Este documento y una actualización específica más reciente proporcionanun esquema de clasificación de las intervenciones en asistencia idónea, posiblemente idónea y rara vez idónea de acuerdo con criterios específicos. La proporción de ICP no agudas «no idóneas» se ha reducido globalmente.8 Las indicaciones clínicas de la ICP quedan fuera del objetivo de este capítulo, pero aquí se mencionan los CUI del cateterismo diagnóstico para subrayar la selección correcta de pacientes remitidos a la coronariografía con fines diagnósticos, puesto que la coronariografía por sí misma podría ser una intervención invasiva innecesaria capaz de motivar una intervención coronaria no idónea en algunos casos.9 La tasa de arterias coronarias normales o con afectación mínima en la coronariografía en pacientes sometidos a intervenciones programadas es del 39% aproximadamente.10 El uso de la coronariografía y las ICP en pacientes asintomáticos en concreto es incierto. Un estudio reciente mostró que en una muestra de 300.000 pacientes sometidos a coronariografía en EE. UU., el 25% estaba asintomático en el momento de realizar la coronariografía programada. Además, la tasa de coronariografías en pacientes asintomáticos se correlacionaba directamente con la cifra de técnicas de ICP no idóneas realizadas.9 Por este motivo, son necesarias estrategias destinadas a verificar la derivación correcta de pacientes a la coronariografía para evitar intervenciones innecesarias, reducir los costes sanitarios y prevenir la cascada terapéutica que puede llevar de la coronariografía diagnóstica a una ICP inapropiada. Contraindicaciones de la coronariografía Las directrices de práctica clínica no recogen contraindicaciones absolutas de la coronariografía. Sin embargo, hay que tener en cuenta ciertas situaciones a la hora de sopesar los riesgos y beneficios de la intervención. De acuerdo con el riesgo cardiovascular del paciente y la presentación clínica, hay que tomar la decisión de evitar o posponer la intervención o pasar a realizar la coronariografía empleando medidas profilácticas para reducir la probabilidad de complicaciones periintervención. Las contraindicaciones relativas que deben tenerse en cuenta son reacción anafilactoide conocida al contraste, insuficiencia renal moderada-grave, insuficiencia cardíaca descompensada y edema de pulmón que impidan al paciente mantenerse en decúbito supino durante la intervención, hipertensión descontrolada, infección activa, coagulopatía y hemorragia digestiva.12 Además, la coronariografía precisa el uso de radiación para visualizar las guías y catéteres introducidos a través de los vasos sanguíneos y obtener imágenes de las arterias coronarias. Por este motivo las mujeres gestantes no deben someterse a una coronariografía a menos que sea estrictamente necesario y tras una explicación exhaustiva de los riesgos relacionados con la exposición a la radiación, medicamentos y contraste para la madre y el feto.13 Es fundamental considerar minuciosamente la presencia de trastornos concomitantes que puedan aumentar el riesgo de complicaciones antes de remitir a los pacientes a la coronariografía.14 Complicaciones de la coronariografía Las complicaciones durante la coronariografía son infrecuentes, aparecen en cerca del 2% de los pacientes, y las complicaciones graves como accidente cerebrovascular (ACV, ictus) o infarto de miocardio (IM) representan menos del 1% de todos los pacientes. La tasa de mortalidad es inferior al 0,1%.14 Las complicaciones durante la ICP son más frecuentes (v. capítulo 62). La tabla 20-1 recoge las complicaciones que pueden producirse durante la coronariografía. Aunque infrecuentes, las complicaciones más habituales son reacciones alérgicas al contraste, complicaciones vasculares y empeoramiento de la función renal (v. sección siguiente). Las complicaciones vasculares en el punto de acceso incluyen hematoma, seudoaneurisma, aneurisma y disec- ción. El riesgo de sufrir una complicación vascular aumenta con el diámetro de la vaina usada, edad del paciente y grado de calcificaciones locales. La disección coronaria yatrógena es infrecuente pero potencialmente mortal y en ocasiones requiere la inserción urgente de un dispositivo endovas- cular coronario15 (fig. 20-1). Las arritmias ventriculares y auriculares son relativamente frecuentes. La inyección intracoronaria de contraste es capaz de inducir arritmias por sí misma. En especial, durante la inyección de un contraste en la arteria coronaria derecha (ACD) hay que tener cuidado para evitar la canalización profunda de la ACD y la inyección del contraste directamente en la rama del cono, porque esto puede provocar fibrilación ventricular (FV).16 Además, en la ventriculografía, la fuerza mecánica del catéter sobre las paredes ventriculares es capaz de desencadenar arritmias ventriculares que van desde extrasístoles ventriculares (ESV) aisladas a salvas de taquicardia ventricular (TV). Habitualmente, estas arritmias ceden solas con la recolocación del catéter y no requieren ninguna intervención médica. Las embolias son infrecuentes pero posibles y pueden afectar a las arterias coronarias, el sistema nervioso central y arterias periféricas.17 Una gran calcificación de las arterias axilares o subclavias aumenta la probabilidad de embolización. Además, se han descrito como factores de riesgo para ACV periinter- vención la edad avanzada, diabetes mellitus, coronariografía urgente, ACV previo, insuficiencia renal e insuficiencia cardíaca congestiva (ICC).17 Las infecciones son absolutamente excepcionales en pacientes inmunocom- petentes y no suele ser necesario administrar antibióticos profilácticos. La hemorragia suele ser leve, excepto cuando se desencadena por com- plicaciones vasculares. Por lo general, el uso de anticoagulación durante la coronariografía debe dosificarse según la duración de la intervención, peso del paciente y presencia de trastornos concomitantes como insuficiencia renal, para evitar el riesgo de hemorragia cuando se retira la vaina del punto de acceso. El uso del acceso radial en vez del femoral ha reducido significativamente la tasa de complicaciones vasculares y hemorrágicas18 (v. capítulo 19). Lesión renal aguda inducida por contraste La lesión renal aguda inducida por contraste (LRA-IC) se define como deterioro agudo de la función renal, especificado por un aumento en la creatinina de 0,5 mg/dl o más, o 25% o más comparado con la basal. Por lo general, se desarrolla de 24 a 72 h después de la administración de un contraste intravascular en ausencia de otras causas identificables (v. «Bibliografía clásica»: Goldenberg). Esta complicación influye nota- blemente en la duración del ingreso hospitalario y los costes sanitarios asociados. La LRA-IC también tiene repercusiones importantes sobre la morbilidad y mortalidad a corto y largo plazo.19 En especial, los estudios de pacientes con disfunción renal moderada-grave (filtración glomerular estimada [FGe] < 60 ml//min/1,73 m2) sometidos a coronariografía o angioplastia coronaria muestran que el desarrollo de LRA-IC en esos pacientes es un factor pronóstico negativo del resultado clínico tanto a corto como a largo plazo.20 La incidencia de LRA-IC oscila desde el 2% entre pacientes de bajo riesgo hasta el 12-50% entre aquellos con diabetes y enfermedad renal crónica (ERC) conocida (v. capítulos 51 y 98). Los mecanismos de la LRA-IC solo son conocidos en parte. Sin duda, el daño tóxico causado por el paso de moléculas de yodo en el intersticio renal es una de las causas. Otro mecanismo se relaciona con la redistribución de flujo en el tejido renal secundaria a la administración de contraste. Tras la inyección del contraste, específicamente, el flujo sanguíneo aumenta en la corteza y disminuye en la médula. Lamenta- blemente, la médula es especialmente vulnerable a la lesión isquémica TABLA 20-1 Riesgos asociados con la coronariografía COMPLICACIÓN RIESGO (%) Muerte 0,11 Infarto de miocardio 0,05 Accidente cerebrovascular 0,07 Arritmias0,38 Complicaciones vasculares 0,43 Reacciones al contraste 0,37 Complicaciones hemodinámicas 0,26 Perforación de cavidad cardíaca 0,03 Otras complicaciones 0,28 Total de complicaciones importantes 1,7 Modificado de Scanlon P, Faxon D, Audet A, et al. ACC/AHA guidelines for coronary angiography. J Am Coll Cardiol 1999;33:1756. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 376 Ev A Lu A CI Ó N d EL P A CI EN tE III por la situación hipóxica basal (Po2 = 20 mmHg) debido a su elevada actividad metabólica (p. ej., canales de transporte de sodio). Así pues, la reducción de flujo sanguíneo en la médula tras la inyección del contraste disminuye aún más la tensión de oxígeno, lo que provoca disfunción endotelial. Otro elemento importante que afecta a la función renal son las características físicas y químicas de los contrastes, especialmente su osmolalidad y viscosidad. Los contrastes con alta osmolalidad y viscosidad aumentan significativamente la hipoxemia y el sufrimiento tubular. Los efectos consecuentes son aumento de radicales libres, reducción de la biodisponibilidad de óxido nítrico (NO) y aumento de la muerte celular.19,20 El riesgo de LRA-IC depende en gran medida de la función renal basal. La FGe es un índice válido para describir el nivel de función renal. Los pacientes con un valor de FGe inferior a 60 ml/min tienen un riesgo alto de LRA-IC. Sin embargo, la FGe no es capaz de identificar formas subclínicas o latentes de disfunción renal. Por este motivo resulta esencial valorar cuidosamente el riesgo de LRA-IC, especialmente antes de técnicas intervencionistas que pueden requerir un volumen alto de contraste (fig. 20-2) (v. «Bibliografía clásica»: Mehran). Es posible estratificar el riesgo de LRA-IC si se usa un modelo de índice de riesgo que incluye las características de los pacientes basales y durante la intervención.21 En pacientes de alto riesgo la prevención es crucial y comprende medidas farmacológicas y no farmacológicas. Hay que estimar minuciosamente los cocientes individuales de riesgo-beneficio en cada paciente, y valorar la utilidad de una prueba diagnóstica alternativa no invasiva. Si el uso de contraste es necesario con fines diagnósticos se debe minimizar el volumen usado, y se recomienda emplear contrastes monoméricos de osmolalidad baja o isoosmolales. La hidratación resulta clave para reducir la incidencia de LRA-IC. Según el trastorno clínico (p. ej., ICC), las recomendaciones del panel de trabajo de consenso sobre la nefropatía inducida por contraste (NIC) señalan que una perfusión de 1-1,5 ml/kg/h de solución salina isotónica, de 3 a 12 h antes hasta 6-24 h después de la intervención es apropiada para minimizar la incidencia de NIC.22 Recientemente, un estudio clínico investigó especí- ficamente la eficacia y seguridad de un protocolo de hidratación guiado por la presión telediastólica del ventrículo izquierdo (VI) con buenos resultados; así pues, se puede usar la hidratación rápida dirigida por las presiones de llenado en el laboratorio de cateterismo.23 Además, con el fin de lograr una hidratación efectiva se han desarrollado dispositivos que equilibran el volumen de perfusión y los líquidos perdidos por la diuresis.24 Hace años que se plantea la N-acetilcisteína en la prevención de la LRA-IC. En modelos animales de lesión por isquemia-reperfu- sión, el uso de N-acetilcisteína limitaba de manera significativa el daño renal, fundamentalmente por FIGURA 20-2 Índice de riesgo para determinar la probabilidad de lesión renal aguda inducida por contraste. BCIA, balón de contrapulsación intraaórtico; CrCl, aclaramiento de creatinina; CIO, contraste isoosmolar; COB, contraste de osmolaridad baja; DM, diabetes mellitus; FGe, filtración glomerular estimada; ICC, insuficiencia cardíaca congestiva; i.v., intravenoso; LRA-IC, lesión renal aguda inducida por contraste; PTDVI, presión telediastólica del ventrículo izquierdo. FIGURA 20-1 Perforaciones coronarias yatrógenas. Izquierda. Perforación por la guía de la porción distal de la arteria descendente anterior izquierda (DAI). Derecha. Perforación de una rama posterolateral izquierda (PLI) tras la aterectomía rotatoria. Las flechas negras indican la salida del contraste. CAU., caudal; CRAN., craneal; CxI, arteria circunfleja izquierda; OAD, oblicua anterior derecha. (Imágenes coronariográficas por cortesía de la Dra. Annapoorna Kini, Icahn School of Medicine at Mount Sinai, New York City, NY.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 377 C o ro n ario g rafía y p ru eb as d e im ag en in traco ro n aria 20 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . sus propiedades antioxidantes.25 Sin embargo, la eficacia de la N-acetilcis- teína en estudios clínicos humanos sigue sin estar clara, dada la elevada heterogeneidad en los protocolos y las poblaciones de los estudios.26 Del mismo modo, algunos estudios señalan que el uso de bicarbonato sódico isotónico se asocia con una mayor reducción en la incidencia de LRA-IC que la solución salina. Este hallazgo se atribuyó a una reducción potencial en la producción de especies reactivas del oxígeno en el parénquima renal. A pesar de todo, los metaanálisis recientes no mostraron la superioridad del bicarbonato sódico respecto a la solución salina.27,28 Por este motivo, tanto la N-acetilcisteína como el bicarbonato sódico ocupan un lugar mínimo en las últimas directrices sobre prevención (es decir, sin beneficios) y la prevención habitual de NIC en pacientes sometidos a coronariografía e intervenciones percutáneas. Riesgos relacionados con la exposición a la radiación El cateterismo coronario tiene el potencial de causar lesión asociada a la radiación, que aunque infrecuente puede ser grave. La lesión por radiación es determinista (es decir, dependiente de la dosis), que es posible que aparezca semanas después de la exposición, o bien estocástica, determinada genéticamente y no dependiente de la dosis. La lesión estocástica es capaz de provocar cáncer, complicaciones de la gestación y enfermedades heredables. La lesión determinista tiene el potencial de causar lesión de la piel, caída del cabello y daño del cristalino. Sin embargo, la localización más frecuente de las lesiones inducidas por radiación en el cateterismo cardíaco es la piel de la espalda, y los patrones habituales consisten en eritema, telangiectasias y placas.29 La sensibilidad de la piel a la radiación es diferente según la zona; las áreas con riesgo en orden descendente de sensibilidad son parte anterior del cuello, flexura del codo, área poplítea, superficie flexora de las extremidades, tórax y abdomen, cara, espalda, extensores, nuca, cuero cabelludo, palmas y plantas.30 Aunque no es frecuente en la práctica contemporánea, las primeras descripciones de coronariografía indican eritemas y quemaduras profundas y extensas de la piel en la zona de exposición a la radiación, algunos necesitaron injertos de piel. Las ICP pueden provocar una exposición a la radiación 10 veces mayor que el cateterismo diagnóstico (v. capítulo 62). Una ICP promedio da lugar a aproximadamente 150 veces más exposición que una placa de tórax y el quíntuple de la exposición anual a la radiación recibida como radiación de fondo ambiental.31 Las medidas usadas para valorar la dosis del paciente son el producto de dosis-área (PDA; dosis absorbidamultiplicada por el área radiada), kerma en aire (KA; energía cinética liberada por unidad de masa de aire) y tiempo de radioscopia (TR), que son medidos y documentados universalmente.32 Todas las intervenciones deben realizarse con el principio ALARA (as low as reasonably achievable, «tan poco como sea razonablemente posible»).33 Se puede minimizar la exposición de varias formas: TR y tiempo de obtención de las imágenes reducidos, uso de múltiples ángulos en vez de una sola posición operativa de la cámara, menos dosis de radioscopia, evitar una magnificación elevada, uso de rayos colimadores y filtros, evitar una angulación elevada y reducción al máximo posible en el detector de imágenes de panel plano. Para exposiciones de radiación absorbida superior a 5 Gy hay que recomendar a los pacientes que vigilen posibles áreas de eritema; en las mayores de 10Gy se debe solicitar a un físico médico que calcule la dosis máxima en 2-4 semanas; las dosis superiores a 15 Gy se consideran episodios de manejo hospitalario de riesgo. Del mismo modo, en caso de que el TR supere 60 min, los médicos deben estar alerta ante posibles efectos tardíos de la radiación. Desde la perspectiva de la exposición laboral a la radiación, los operadores deben ser conscientes de la necesidad de llevar puesto el equipo de protección personal durante los cateterismos, con delantal de plomo, protector de tiroides, gafas de plomo y dosímetros.33 Son importantes la altura de la mesa y la distancia de la fuente de rayos X, y el riesgo de radiación es inversamente proporcional al cuadrado de la distancia desde la fuente. En condiciones óptimas, los operadores también deberían colocarse escudos y faldas plomadas y cumplir con el uso de los dosímetros de radiación para controlar la exposición de todo el organismo (tórax) y ojos. Los nuevos dosímetros, al proporcionar seguimiento y alertas en tiempo real, sirven para reducir la exposición a la radiación del operador.34 El control, notificación y auditoría de la exposición a la radiación ayudan a promover un mejor conocimiento y práctica en el operador y el personal del laboratorio de cateterismo. TÉCNICA DE LA CORONARIOGRAFÍA Preparación del paciente Los pacientes deben recibir una explicación minuciosa de la coronario- grafía diagnóstica y de las intervenciones coronarias potencialmente necesarias. Hay que abordar los riesgos de la coronariografía en profundidad y sopesarlos respecto al beneficio clínico y los riesgos asociados al rechazo de la intervención. Los pacientes tienen que otorgar su consentimiento informado por escrito antes de la coronariografía. A las mujeres en edad fértil hay que preguntarles si están embarazadas y asesorarles sobre los riesgos adicionales de la exposición a la radiación durante la gestación. Es necesario obtener una anamnesis médica completa, incluidos trastornos concomitantes, medicamentos presentes y alergias, antes de la intervención. En caso de realizarse de urgencia, como ante una presentación de IMEST, hay que realizar si es posible una evaluación breve de la anamnesis del paciente prestando especial atención a ERC y alergias a contrastes conocidas. En pacientes con intervenciones de injerto de derivación arterial coronaria (IDAC) previas debe incorporarse si es posible un informe que indique el tipo, el injerto o injertos venosos o arteriales, y la posición de los mismos, para facilitar la canalización y pruebas de imagen posteriores de los injertos. Los pacientes pueden ser sometidos a una sedación leve con una benzodiacepina antes de la intervención de acuerdo con la práctica habitual del hospital.35 En caso de inestabilidad hemodinámica o dificultad respiratoria, es posible que sea necesaria la ayuda de un anestesista. En la mayoría de los pacientes, no obstante, la anestesia general y sedación profunda son innecesarias para una coronariografía. Es más frecuente la sedación consciente con fármacos de acción corta como midazolam o fentanilo. Es necesaria la monitorización cons- tante del ECG del paciente, su frecuencia cardíaca, presión arterial, frecuencia respiratoria y saturación de oxígeno durante el período periintervención. Hay que contar con una vía venosa para perfundir líquidos o medicamentos. En todos los pacientes se debe emplear anes- tesia local con crema de anestésico tópico o inyección subcutánea de lidocaína o mepivacaína al 1% (0,5-1 ml para el acceso radial y 2-5 ml en el femoral) antes de pinchar la arteria periférica e introducir la vaina.36 Un anestésico local adecuado no solo hará que el paciente esté más cómodo sino que además, al reducir el dolor durante la canalización arterial, también disminuye el riesgo de espasmo arterial periférico. Puntos de acceso Los puntos de acceso posibles para la coronariografía son la arteria femoral y la arteria radial. Aunque el acceso radial se asocia con menos complicaciones vasculares y hemorrágicas, el femoral sigue siendo el más usado en EE. UU. El acceso femoral permite un equipo de mayor diámetro que podría ser necesario en caso de ICP. Además, el acceso desde la arteria femoral garantiza habitualmente un avance más sencillo del catéter hasta la raíz de la aorta debido a la ausencia de recorridos tortuosos de la aorta descendente. Tras la desinfección y anestesia local apropiada en el punto de acceso, se penetra en la arteria femoral común (AFC) con una aguja de metal aproximadamente 1 cm por debajo de la línea inguinal con un ángulo de 45 a 60°.35 En pacientes obesos a veces resulta difícil determinar el punto ideal de punción. Es posible usar la cabeza del fémur, observada mediante radioscopia, como referencia (v. capítulo 19, fig. 19-2). La punción debe realizarse con la aguja en la zona de la mitad de la cabeza del fémur. Hay que evitar las punciones múltiples para reducir el riesgo de hemorragia y daño vascular. Se inserta una guía flexible con punta en J a través de la aguja en la AFC. A continuación, se retira la aguja y se avanza una vaina alrededor de la guía en la arteria (v. fig. 19-3). Una vez completamente pasada la vaina en la arteria, el dilatador y la guía se retiran y la vaina se lava con salino.37 Por lo general, se usa la vaina de 6 unidades French (6F) (unidades French: F = 0,33 mm) para la coronariografía y las intervenciones coronarias. La verificación de la posición correcta de la vaina en el vaso se comprueba simplemente extrayendo sangre de la misma. Siempre hay que considerar en primer lugar el acceso radial, antes de recurrir al femoral, especialmente en la coronariografía diagnóstica.38 La técnica de inserción de la vaina es similar a la descrita para la arteria femoral. Sin embargo, cuando se use el acceso radial hay que realizar una prueba de Allen modificada en ambas manos (v. capítulo 19). La prueba de Allen modificada se lleva a cabo aplicando presión a la vez en la arteria cubital y la radial de la muñeca con el fin de ocluirlas mientras el paciente mantiene la mano elevada haciendo puño durante 30 s aproximadamente. Una vez abierta, la mano está pálida. Entonces se retira la compresión de la arteria cubital manteniendo la presión sobre la radial. Si la vascularización de la mano dependiente de la arteria cubital es adecuada, la mano recupera rápidamente su coloración y la Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 378 Ev A Lu A CI Ó N d EL P A CI EN tE III prueba es normal. Por el contrario, si la mano no recupera la coloración, la vascularización dependiente de la arteria cubital es insuficiente, lo que significa que la arteria radial se encarga de toda la circulación de la mano. En este caso no debe perforarse la arteria radial porque esto puede alterarel flujo sanguíneo de la mano. Es posible infringir esta norma colocando un oxímetro en el pulgar durante la oclusión de la arteria radial y documentando la reaparición del pulso y oxigenación tras su desaparición inicial («método de Barbeau»). Cuando ambas arterias radiales son puntos de acceso aceptables, la derecha del paciente, más próxima al operador, es la de elección por razones técnicas. Sin embargo, es posible que la arteria subclavia izquierda sea menos tortuosa que la arteria innominada. El punto de punción ideal es 1-2 cm proximal a la estiloides radial con la muñeca ligeramente hiperextendida. Tras la anestesia local, por lo general 0,5-1 ml de lidocaína al 1%, se inserta la aguja con un ángulo de 30-45° respecto a la piel hasta que se observa reflujo de sangre. Se inserta una guía de punta recta suavemente a través de la aguja. Una vez retirada la aguja se introduce una vaina de calibre 5F o 6F en la arteria radial a través de la guía. Se puede hacer una pequeña incisión de 1 mm en la piel para facilitar la introducción de la vaina. Como la arteria radial es enormemente vasoactiva, el riesgo de espasmo es alto, especialmente en las mujeres; por este motivo, en cuanto se logra el acceso hay que administrar un compuesto espasmolítico intraarterial como nitroglice- rina (100-200 µg) o verapamilo (2,5 mg) diluidos en 10 ml de salino.35 Las vainas de cubierta hidrófila reducen aún más la probabilidad de espasmo y dolor regional. Para prevenir problemas tromboembólicos y la oclusión de la arteria radial se administra heparina no fraccionada (HNF) ajustada al peso, desde 40-70 U/kg hasta 5.000 U, por vía intravenosa o intraarterial.39 El acceso radial parece asociarse con menos episodios periinter- vención y debería ser el elegido siempre que sea posible. Hay que mencionar, no obstante, que el eje axilar-subclavia puede ser tortuoso y estar calcificado, especialmente en pacientes ancianos, y por tanto resultará técnicamente difícil pasar el catéter hasta la raíz de la aorta. El acceso braquial es muy infrecuente pero a diferencia del radial evita las arterias de pequeño calibre del antebrazo, y por este motivo tal vez sea necesario si el acceso radial no es posible o fracasa. El acceso braquial se consigue con un abordaje percutáneo o de corte. Por otra parte, no hay alternativas para el suministro de sangre al antebrazo en caso de que se obstruya. Técnica básica La coronariografía es una intervención invasiva basada en la introduc- ción intravascular de guías angiográficas y catéteres desde un acceso subcutáneo usando la técnica de Seldinger. Tras insertar una vaina con valvas en la arteria de acceso (v. «Puntos de acceso») se introduce una guía metálica flexible de punta en J a través de la vaina y se avanza lentamente bajo radioscopia a través del eje arterial hasta llegar a la raíz de la aorta. A continuación, se pasa un catéter relleno de líquido por la guía angiográfica, manteniendo en su lugar la propia guía. Una vez que el catéter está en la raíz de la aorta la guía se extrae por completo de la vaina, y el catéter se lava y se conecta al aparato de inyección de contraste. Bajo radioscopia y con la ayuda de pequeñas inyecciones de contraste se coloca la punta del catéter en el orificio coronario.40 En este punto, el tubo de rayos X se coloca correctamente (v. «Proyecciones angiográficas») y se obtienen las imágenes de la coronariografía mien- tras se inyecta contraste directamente en la arteria coronaria canalizada. Catéteres diagnósticos Hay varios tipos de catéteres diagnósticos, caracterizados por dis- tintas longitudes, diámetros y formas. Por lo general, los catéteres están compuestos de una capa externa, que no es trombógena ni está lubricada, y por una capa interna lubricada. Estas dos capas incluyen un núcleo metálico delgado necesario para conferir estabilidad, mejorar la maniobrabilidad y reducir los riesgos de que se retuerza. En su longitud el catéter se divide en tres partes: conector, cuerpo y punta. A través de un Luer-Lok hembra, el conector une el catéter con el sistema de inyección de contraste y facilita el agarre y la rotación del catéter con puntas en ala. El cuerpo, en su mayor parte fuerte y rígido, transmite a la punta los movimientos impartidos al conector por el operador. La punta se divide, desde el extremo distal, en tres curvas: primaria, secundaria y terciaria, que permiten el máximo encaje posible en la curvatura de la raíz aórtica. El tamaño del catéter es otra característica importante. Comparados con los catéteres guía usados en las ICP (v. capítulo 62), los catéteres diagnós- ticos tienen la pared más ancha, lo que reduce considerablemente la luz interna. Los catéteres de 5F permiten un equilibrio óptimo entre flujo del contraste y manipulación satisfactoria del catéter, especialmente en el abordaje radial. La longitud del catéter oscila entre 80 y 110 cm según las características anatómicas y el punto de acceso (radial, braquial o femoral). No obstante, la longitud estándar para el cateterismo del corazón izquierdo en adultos con el abordaje radial y femoral es de 100 cm, mientras que para el acceso braquial basta con 80 cm. De los catéteres diagnósticos los más usados son los de Judkins y Amplatz. Los catéteres de Judkins pueden usarse con el abordaje femoral y radial derecho/izquierdo. Un Judkins izquierdo (JI) preformado presenta una curva primaria de 90° y una curva secundaria de 180°, mientras que el Judkins derecho (JD) tiene una curva primaria de 90° y secundaria de 30° (fig. 20-3). Como el JL está preformado, tras retirar la guía angiográfica se introduce automáticamente en el orificio de la arteria coronaria izquierda (ACI). El JD, por el contrario, una vez colocado en el seno coronario derecho, requiere una rotación en el sentido de las agujas del reloj para introducirse en el orificio de la ACD desde cualquier acceso vascular. En los dos catéteres, JD y JI, la distancia entre la curva primaria y la secundaria (denominada brazo) es variable; por ejemplo, el JI4 tiene un brazo de 4,2 cm de longitud, JI5 y JI6 cuentan con brazos de 5,2 y 6,2 cm de largo, respectivamente (v. fig. 20-3). La selección del catéter depende del abordaje (radial o femoral), talla del paciente y diámetro y curvatura de la aorta. Por ejemplo, si se usa un acceso femoral, el JI4 es el catéter más adaptable para la ACI, mientras que en el acceso radial podría ser más apropiado el JI3,5. Además, la presencia de una raíz aórtica dilatada o la anatomía de pacientes especialmente altos (> 180 cm) aumentan la longitud necesaria entre la curva primaria y la secundaria y es posible que obligue a elegir un catéter con un brazo más largo. Además de su uso clásico, los catéteres JR se emplean en el estudio de injerto de vena safena (IVS) y de arteria mamaria interna izquierda a través del abordaje femoral y radial izquierdo. Los catéteres de Amplatz para la ACI (AI) y la ACD (AD) representan una alternativa válida a los Judkins (fig. 20-4). Las longitudes y tamaños disponibles son los mismos que los correspondientes a los catéteres de Judkins, pero la morfología de la punta del catéter de Amplatz izquierdo (AI) es diferente, lo que permite una mejor introducción en las coronarias en situaciones específicas, como orificio principal izquierdo corto, orificio distinto de la circunfleja (Cx)-ramas de la arteria descendente FIGURA 20-3 Catéteres de Judkins. Izquierda (I). Judkins para la arteria coronaria izquierda. Derecha (D). Judkins para la arteria coronaria derecha. Las flechas verdes indican la curva primaria. Las flechas moradas señalan la curva secundaria. Las flechas rojas marcan la distancia entre la curva primaria y la secundaria. Para determinar la punta del catéter correcta, el operador tiene que evaluar el abordaje (femoral o radial), la talla del paciente y el diámetro de la raíz aórtica. En concreto, resulta útil añadir 0,5 cm en el abordaje femoral y en casode una aorta horizontal o dilatada. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 379 C o ro n ario g rafía y p ru eb as d e im ag en in traco ro n aria 20 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . anterior izquierda (DAI) y ACD de origen anterior-alto. Por el con- trario, el catéter de Amplatz derecho (AD) permite ocuparse de ACD con orientación inferior. Los catéteres de Amplatz también pueden usarse con total confianza para el estudio de IVS. Los catéteres multifunción (MF) presentan una sola curvatura (MFA 1 y 2 tienen una curva primaria de 45 a 60°, mientras que MFB 1 y 2 cuentan con una curva primaria de unos 80°) y se usan en la canalización de orificios coronarios difíciles de acceder con otros catéteres, así como para la introducción de IVS. Los catéteres de la arteria mamaria interna (AMI) tienen una punta de la curva primaria muy angulada (80°) con el fin de facilitar la captura de la AMI a través del abordaje femoral o radial. Estos catéteres también pueden usarse para introducirse en una ACD que apunte hacia arriba (v. fig. 20-4). Hay que señalar que los catéteres descritos son los más usados en la coronariografía diagnóstica. Existen otros tipos de catéteres, empleados con menos frecuencia, en caso de variables anatómicas coronarias específicas. Canalización de arterias coronarias específicas Arteria coronaria izquierda. El catéter coronario JI4.0 es el más usado para acceder a la ACI (fig. 20-5). El catéter se pasa por la guía hasta alcanzar la raíz de la aorta. Allí se rota en el sentido de las agujas del reloj para dirigirlo hacia el seno de Valsalva izquierdo. Una vez en su posición se retira la guía y el catéter recupera su curva primaria y debería colocarse en el orificio de la ACI. Cuando la aorta ascendente está dilatada o el cayado de la aorta se encuentra desplegado puede ser necesario pasar el JI4.0 o JI5.0. Si la punta del catéter JI sobrepasa el orificio de la ACI sin introducirse en el orificio es posible hacer avanzar más el catéter hasta que la punta se introduzca en el seno izquierdo y el cuerpo de catéter adopte en ángulo agudo. En ese punto, la retirada inmediata del catéter debería permitir que la punta «aparezca» en el orificio de la ACI. Arteria coronaria derecha. La ACD se canaliza en la posición oblicua anterior izquierda (OAI) (v. más adelante «Proyecciones angiográficas»). Una vez que el catéter JD o de Amplatz modificado alcanza la raíz aórtica, tiene que girarse en el sentido de las agujas del reloj para introducirse en el vaso. En posible que sea necesario ajustar la altura del catéter durante la rotación retirándolo con suavidad hasta colocarlo en el orificio. En pacientes con IDAC previos la canalización puede resultar muy compleja debido a que las localizaciones de los orificios de injertos son más variables, incluso si se usan clips quirúrgicos o marcadores de orificios. Siempre que sea posible hay que obtener el número, el tipo y el recorrido de los injertos de derivación antes de la intervención. Injertos de vena safena. Los IVS desde la aorta hasta la ACD dis- tal o arteria descendente posterior (ADP) tienen su origen en la cara anterolateral derecha de la aorta unos 5 cm por encima de la cresta sinotubular. Los IVS a la arteria DAI (o ramas diagonales) comienzan en la porción anterior de la aorta aproximadamente 7 cm por encima de la cresta sinotubular (fig. 20-6). Los IVS a las ramas obtusas marginales nacen de la cara anterolateral izquierda de la aorta de 9 a 10 cm por encima de la cresta sinotubular. En la mayoría de los pacientes es posible acceder a todos los IVS con un solo catéter, como el JR4.0 o un Amplatz derecho modificado 1 o 2. En la proyección OAI el catéter tiene que rotarse anteriormente desde la posición izquierda mientras se rota en el sentido de las agujas del reloj. Este movimiento debe repetirse con el catéter en varias alturas de la aorta ascendente, de 5 a 10 cm por encima de la cresta sinotubular, y con distintos grados de rotación. Se pueden inyectar pequeñas cantidades de prueba de contraste para verificar que el catéter está en el IVS. Si el injerto está ocluido suele ser posible visualizar un «muñón» durante la inyección de contraste. Los clips quirúrgicos se emplean para comprobar que se han visualizado todos los injertos. Si no es posible observar uno o más IVS resulta útil realizar una aortografía ascendente (preferiblemente en biplano) y así visualizar todos los IVS y su curso hasta las arterias coronarias. Cuando se observa un IVS es importante evaluar el orificio y la zona de anastomosis en busca de irregularidades o estenosis. También es importante valorar el flujo distal a la anastomosis. Los injertos secuenciales son aquellos que dan flujo a dos ramas epicárdicas diferentes con una anastomosis laterolateral (para la arteria epicárdica más proximal) y terminan en una anastomosis terminolateral (en la arteria epicárdica más distal). El injerto en Y se caracteriza por una anastomosis proximal laterolateral a otra vena safena o injerto arterial, con dos anastomosis terminolaterales distales a los dos injertos epicárdicos de estos dos injertos. Hay que mencionar que, ante calcificaciones intensas de la aorta ascendente, el IVS podría salir de la aorta descendente hasta alcanzar las ramas de la pared lateral. Injertos de arteria mamaria interna. La AMI izquierda (AMII) puede canalizarse con un catéter de AMI con punta en J especialmente diseñado. El catéter se introduce en el cayado de la aorta distalmente al origen de la arteria subclavia izquierda, y a continuación se rota en el sentido contrario de las agujas del reloj y se retira con suavidad con la punta apuntando en dirección craneal, lo que permite su entrada en la arteria subclavia izquierda. Puede usarse la proyección oblicua anterior derecha (OAD) o la anteroposterior (AP) para visualizar la AMI (figs. 20-7 y 20-8). En la AMI derecha (AMID) primero se llega a la arteria innominada con la guía en la proyección OAI, y entonces se hace avanzar el catéter de AMI a un punto FIGURA 20-4 A. Catéteres de Amplatz izquierdo (I), Judkins para la arteria coronaria izquierda, y derecho (D), Judkins para la arteria coronaria derecha. Las flechas verdes indican la curva primaria. Las flechas moradas apuntan a la curva secundaria. B. Catéter A multifunción. C. Catéter B multifunción. D. Catéter de la arteria mamaria interna. FIGURA 20-5 A. Técnica de empuje-retirada para el cateterismo de la arteria coronaria izquierda (ACI) con el catéter Judkins izquierdo. En la vista oblicua anterior izquierda, el catéter coronario se coloca en la aorta ascendente sobre una guía y, a continuación, se retira esta. Se hace avanzar el catéter de modo que la punta entre en el seno de Valsalva izquierdo. B. Si el catéter no se introduce selectivamente en el orificio de la ACI, un avance lento adicional en el seno de Valsalva izquierdo crea un ángulo agudo temporal en el catéter. La retirada inmediata de este permite entrar fácilmente en la arteria. (Tomado de Popma JJ, Kinlay S, Bhatt DL. Coronary angiography and intracoronary imaging. In Mann D, et al, editors. Braunwald’s Heart Disease: A Textbook of Cardiovascular Medicine. 10th ed. Philadelphia: Elsevier Science; 2014.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 380 Ev A Lu A CI Ó N d EL P A CI EN tE III distal al presuntoorigen de la AMID. El catéter se retira lentamente en la vista OAI y se rota para canalizar la AMID. Se usan pequeñas inyecciones de contraste con el fin de valorar la posición y canalización de la AMI. Si no es posible acceder específicamente a la AMI y puede realizarse una arteriografía de la arteria subclavia, esto suele permitir que toda o la mayor parte de la AMI se torne opaca, aunque débilmente (fig. 20-9). La AMI también se visualiza con la inyección de contraste semiselectivo; para evitar el daño al orificio, el catéter se orienta simplemente hacia la AMI sin canalizarla. La orientación correcta se logra al pasar una guía en la AMI con el fin de estabilizar la posición del catéter durante la inyección. Injertos radiales. Los injertos de arteria radial (AR) representan los injertos arteriales más populares después de la AMII y AMID. Del mismo modo que los IVS, los injertos radiales requieren anastomosis dobles, una en la aorta y la otra en el vaso coronario. Debido al posible espasmo precoz, los injertos de AR se abandonaron en los años setenta y ochenta. En los años noventa, no obstante, esta intervención fue redescubierta, y con técnicas quirúrgicas específicas y profilaxis farmacológica se ha usado con seguridad y buenos resultados a corto y largo plazo (fig. 20-10). Arteria gastroepiploica. La arteria gastroepiploica (AGE) derecha se usa rara vez en los IDAC. Para canalizar la AGE se inserta en primer lugar un catéter especial denominado «cobra» en la arteria hepática común. A continuación, se introduce una guía de cubierta hidrófila hasta la arteria gastroduodenal y entonces a la AGE derecha. Después se sustituye el catéter cobra por un MF o JD, usado en la canalización selectiva de la AGE (fig. 20-11). Selección del contraste Desde la introducción de los contrastes intravasculares (CI) en los años cincuenta la práctica clínica se ha hecho cada vez más dependiente de su uso, especialmente porque la tomografía computarizada (TC) y las intervenciones de cateterismo cardíaco han crecido exponencialmente en los últimos años. Los CI usados actualmente se clasifican según su estructura física y química, específicamente por su osmolalidad, con- tenido de yodo, ionización en una solución y viscosidad (tabla 20-2). La clasificación más útil en la práctica clínica divide a los CI existentes en contrastes de osmolaridad alta (COA), osmolaridad baja (COB) e isoosmolares (CIO). Los COA tienen una osmolalidad 4-5 veces mayor que la sangre (300 Osm). La osmolalidad de los COB es del doble que la sangre. Los CIO de última generación tienen la misma osmolalidad que la sangre. Los CI iónicos de osmolalidad alta fueron los primeros CI usados. Sin embargo, la elevada osmolalidad y sus propiedades quelantes del calcio a menudo resultaban en trastornos del ritmo cardíaco (bradicardia sinusal, bloqueos AV, prolongación del QRS, QT largo, ST-T, inversión de la onda T gigante y extremadamente infrecuente, TV y FV) y alteración de la contractilidad del VI. Por este motivo, en las últimas décadas se han creado CI de nueva generación, con osmolalidad baja y características químicas neutras, que permiten FIGURA 20-6 Injerto secuencial de la vena safena a la primera rama diagonal (D1) y a la arteria descendente anterior izquierda (DAI) con anastomosis laterolateral a D1 y terminolateral a la DAI distal. CRAN., craneal. (Por cortesía de la Dra. Annapoorna Kini, Icahn School of Medicine at Mount Sinai, New York.) FIGURA 20-7 Injerto en Y de la arteria mamaria interna izquierda (AMII) a la arteria descendente anterior izquierda (DAI) y de la arteria mamaria interna derecha (AMID) a la rama posterolateral izquierda (PLI). CAU., caudal; OAD, oblicua anterior derecha. (Por cortesía de la Dra. Annapoorna Kini, Icahn School of Medicine at Mount Sinai, New York.) FIGURA 20-8 Injerto arterial de la arteria mamaria interna izquierda (AMII) a la arteria descendente anterior (DAI). CAU., caudal; OAD, oblicua anterior derecha. (Por cortesía de la Dra. Annapoorna Kini, Icahn School of Medicine at Mount Sinai, New York.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 381 C o ro n ario g rafía y p ru eb as d e im ag en in traco ro n aria 20 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . una reducción significativa de los episodios adversos.41 En estudios de cohortes de gran tamaño la incidencia de todos los tipos de reacciones adversas al contraste fue de aproximadamente 12% con los compuestos de osmolalidad alta, comparado con solo 3% de los CI con osmolalidad baja (v. «Bibliografía clásica»: Katayama). Por este motivo, los COB y los CIO se consideran actualmente los CI más seguros para usar en técnicas vasculares diagnósticas. Inyección automática y manual del contraste La inyección manual de contraste con un colector múltiple posibilita una modulación constante de la presión de la inyección y permite que el operador perciba la resistencia del vaso a la inyección. Sin embargo, hay que realizar una evaluación minuciosa de la vía antes de la inyección para garantizar la ausencia de burbujas de aire en el sistema. La inyección manual era la técnica usada con el contraste hasta hace 10 años, cuando se introdujeron las inyecciones de potencia. Estos sistemas automáticos son capaces de detectar burbujas de aire en los FIGURA 20-9 Canalización no selectiva de la arteria mamaria interna derecha (AMID) anastomosada a la arteria descendente anterior izquierda (DAI). CAU., caudal; OAI, oblicua anterior izquierda. (Por cortesía de la Dra. Annapoorna Kini, Icahn School of Medicine at Mount Sinai, New York.) FIGURA 20-10 Injerto radial libre a una gran rama diagonal. CAU., caudal; D2, se- gunda rama diagonal; DAI, arteria descendente anterior izquierda; OAD, oblicua anterior derecha. (Por cortesía de la Dra. Annapoorna Kini, Icahn School of Medicine at Mount Sinai, New York.) FIGURA 20-11 Cateterismo de un injerto de arteria gastroepiploica (AGE) derecha. A. Se accede específicamente al tronco celíaco (TC) con un catéter cobra, y se pasa suavemente una guía hasta la arteria gastroduodenal (AGD) y la AGE. B. Se pasa el catéter sobre la guía para realizar una arteriografía selectiva del injerto de AGE. AE, arteria esplénica; ACD, arteria coronaria derecha; AHC, arteria hepática común. (Tomado de Popma JJ, Kinlay S, Bhatt DL. Coronary angiography and intracoronary imaging. In Mann D et al, editors. Braunwald’s Heart Disease: A Textbook of Cardiovascular Medicine. 10th ed. Philadelphia: Elsevier Science; 2014.) TABLA 20-2 Contrastes intravasculares yodados: características NOMBRE GENÉRICO OSMOLALIdAd (mOsm/kg H2O) vISCOSIdAd (cp O mPa·s) 37 °C IONICIdAd Osmolaridad alta Diatrizoato/meglumina 1.500-2.000 4,1-10,5 Iónicos Diatrizoato/yotalamato sódico 600-1.400 1,5-4 Osmolaridad baja Yoxaglato 600 7,5 Adipiodona 664 5,6 Iohexol 322-844 1,5-10,4 No iónicos Iopamidol 413-796 3-9,4 Yopromida 330-770 1,5-10 Yoversol 502-792 3-9 Yoxilano 610-721 5,1-8,1 Isoosmolaridad Yodixanol 270-320 6,3-11,8 Modificado de Manual on Contrast Media of the American College of Radiology (ACR) Committee on Drugs and Contrast Media. Version 10.2, 2016. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 382 Ev A Lu A CI Ó N d EL P A CI EN tE III tubos y parar la inyección si es necesario. Se puede predeterminar el volumen máximo de contraste inyectado, así como la presiónmáxima, para reducir el riesgo de disección yatrógena de la arteria. Los sistemas actuales también permiten inyecciones de presión y volumen variables, sensibles al tacto. En la ACD suelen inyectarse 4-6 ml/s para visualizar óptimamente todo el vaso, con una presión máxima de 450 psi. En la ACI se inyecta un volumen de 6-8 ml/s con una presión de 450-600 psi. Actualmente, el uso de sistemas de inyección automáticos es el de elección en la mayoría de los laboratorios de cateterismo europeos, mientras que en EE. UU. el 50% de los centros siguen usando la inyección manual. Las inyecciones automáticas pueden reducir notablemente el volumen de contraste usado en las intervenciones coronarias, y algunos estudios señalan que tal vez disminuyan el riesgo de lesión renal aguda inducida por contraste.42,43 Reacciones adversas al contraste y tratamiento profiláctico Las reacciones adversas tras la inyección de un CI pueden ser agudas o retrasadas y subdividirse en alergicoides o fisiológicas. Las reacciones fisiológicas se presentan con distintos síntomas clínicos, desde prurito hasta exantema cutáneo, edema local, asma y reacción anafilactoide plenamente establecida. Los mecanismos fisiopatológicos se basan en la activación de distintos componentes del sistema inmunitario. Las reacciones alergicoides tienen una presentación clínica similar a la res- puesta alérgica clásica pero son independientes de la activación del sistema inmunitario. Estas reacciones giran en torno a una respuesta fisiológica al contraste (p. ej., náuseas, vómitos, reacción vasovagal, hipertensión, enrojecimiento).44 La incidencia de reacciones adversas agudas está relacionada con las características químicas y físicas de los CI (tabla 20-3). En concreto, como describimos anteriormente, la tasa de episodios adversos agudos de los CI de osmolalidad alta es de aproximadamente 12%, mientras que la de los CI de osmolalidad baja o isoosmolares resulta notablemente menor (v. «Bibliografía clásica»: Katayama). En una cohorte de 545 pacientes en los que se realizó una TC, el uso de CI no iónicos se tradujo en una tasa de reacciones fisiológicas de tan solo 0,6%, de las cuales únicamente el 23% recibieron el calificativo de moderadas-graves.45 Las reacciones agudas tienen lugar a los segundos o minutos de contactar con el CI. Las reacciones retrasadas, sin embargo, pueden aparecer de 30 min a 1 semana después de la inyección del CI y, por lo general, se presentan con manifestaciones cutáneas (tabla 20-4). Un estudio prospectivo de Loh et al. con 539 pacientes puso de manifiesto que el porcentaje de episodios adversos retrasados con el uso del grupo de peso molecular bajo dimérico (iohexol) es del 14,3%, en comparación con el 2,5% observado en el grupo sin contraste.45a Además, de los distintos tipos de CI, los compuestos diméricos no iónicos muestran un porcentaje mayor de episodios retrasados que los monómeros no iónicos. Como la tasa de auténticas reacciones alérgicas al contraste es tan baja, la profilaxis solo está indicada en pacientes con antecedentes de episodios adversos alérgicos. En pacientes programados con riesgo de reacciones alérgicas, especialmente en aquellos con antecedentes de reacción anafiláctica, el tratamiento profiláctico debe constar de prednisona, 50 mg vía oral (p.o.) o hidrocortisona, 200 mg por vía intravenosa (i.v.) 13, 7 y 1 h antes de la inyección del CI, más difenhi- dramina, 50 mg i.v., p.o. o por vía intramuscular (i.m.) 1 h antes de la administración del CI (v. «Bibliografía clásica»: Lasser). También se puede usar metilprednisolona, 32 mg p.o., 12 y 2 h antes de la inyección del CI, más un antihistamínico. Además, la selección cuidadosa del CI junto con el tratamiento profiláctico ayudan a reducir aún más el riesgo de reacciones adversas, que son muy infrecuentes (0,2-1,6%). Las reacciones a contrastes pueden ser más difíciles de abordar en pacientes tratados con β-bloqueantes. Es posible que las tasas de recidiva se aproximen al 50% con la exposición repetida a contrastes, y se ha recomendado el uso profiláctico de antagonistas de los receptores H1 y H2 de histamina y la administración de ácido acetilsalicílico. PROYECCIONES ANGIOGRÁFICAS Para ser capaces de identificar e interpretar la gravedad de las lesiones coronarias es esencial una buena visualización de todos los segmentos de los vasos epicárdicos principales y sus ramas. Aunque la anatomía coronaria tiene cierto grado de variabilidad en la coronariografía se usan típicamente angulaciones específicas del tubo de rayo X para garantizar que los segmentos de los vasos no se observen en escorzo ni se solapen. Las proyecciones dependen de la posición del tubo de rayos X y el intensificador de imagen. La vista AP se obtiene con el intensificador de imagen en posición perpendicular por encima del paciente, con el haz de rayos X desplazándose de detrás adelante. Entonces el intensificador se angula hacia el lado izquierdo o derecho TABLA 20-4 Clasificación de las reacciones adversas demoradas tras la inyección de contrastes intravasculares MÁS FRECuENtES INFRECuENtES Urticaria Exantema persistente Exantema maculopapular Exantema pustuloso Urticaria o prurito Angioedema o prurito Solo prurito Reacciones cutáneas graves en pacientes con lupus eritematoso sistémico (LES) Reacciones cutáneas en áreas del organismo expuestas al sol Inflamación y tumefacción de las glándulas salivales (parotiditis o paperas) Poliartropatía aguda Náuseas o vómitos Fiebre Somnolencia Cefalea Hipotensión grave* Parada cardiorrespiratoria* *Absolutamente excepcional (solo es explicable en parte por la administración de contrastes). Modificado de Manual on Contrast Media of the American College of Radiology (ACR) Committee on Drugs and Contrast Media. Version 10.2, 2016. TABLA 20-3 Clasificación de las reacciones adversas agudas tras la inyección de contrastes intravasculares yodados LEvES* MOdERAdAS† GRAvES‡ Alergicoides Urticaria o prurito (+) Edema cutáneo (+) Molestias en la garganta («picores») Congestión nasal Estornudos, conjuntivitis, rinorrea Urticaria o prurito (++) Eritema difuso (++) Edema facial (++) Sibilancias o broncoespasmo (++) Molestias en la garganta («estrechez o ronquera») Edema difuso (+++) Edema facial y disnea (+++) Eritema difuso e hipotensión (+++) Sibilancias o broncoespasmo e hipoxia (+++) Shock anafiláctico Fisiológicas Náuseas o vómitos (+) Reacción vasovagal autolimitada (+) Hipertensión (+) Sofoco o sensación de calor (+) Cefalea o mareo Alteración del sentido del gusto Ansiedad Náuseas o vómitos (++) Reacción vasovagal (++) Urgencia hipertensiva (++) Dolor torácico Reacción vasovagal, resistente al tratamiento (+++) Emergencia hipertensiva (++) Arritmias Convulsiones *Efectos adversos autolimitados sin indicios de progresión. †Efectos adversos más intensos que requieren tratamiento médico. ‡Alto riesgo de morbilidad permanente y mortalidad si no se tratan correctamente. Modificado de Manual on Contrast Media of the American College of Radiology (ACR) Committee on Drugs and Contrast Media. Version 10.2, 2016. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 383 C o ro n ario g rafía y p ru eb as d e im ag en in traco ro n aria 20 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . del paciente para obtener las vistas OAI y OAD. El rayo puede angularse cranealmente si el intensificador se rota hacia la cabeza del paciente, y caudalmente si se desplaza hacia los pies del mismo. Es posible cambiar el grado de angulación para impedir la superposición de vasos o la obstrucción de segmentos de vasos causados por la superposiciónde dispositivos implantables u otras estructuras, por ejemplo el hueso de la columna vertebral o el diafragma. Como norma general, en las vistas OAI, la DAI es visible al lado derecho de la columna vertebral. Por el contrario, en las proyecciones OAD la DAI está a la izquierda de la columna. La rotación craneal y caudal se usa para «abrir» segmentos superpuestos. Las vistas caudales son las más empleadas en el segmento proximal de la ACI, mientras que las vistas craneales evitan los escorzos y permiten evaluar la porción media y distal del vaso y sus bifurcaciones. La tabla 20-5 recoge las proyecciones habituales de todas las arterias coronarias, y las figuras 20-12 y 20-13 contienen ejemplos para la ACI y ACD, respectivamente. ANATOMÍA CORONARIA La vasculatura cardíaca comprende tres arterias epicárdicas principales que se dividen en ramas más pequeñas y delgadas que en último término forman las arteriolas. Las arteriolas tienen una pared muscular y son la zona principal de resistencia vascular que puede modular la presión arterial que llega a la red capilar anterógrada (v. capítulo 57). En esta sección se revisa la anatomía coronaria de los vasos epicárdicos principales que se visualizan en la coronariografía. Los vasos epicárdicos principales son el tronco coronario principal izquierdo (TCPI) y la ACD. El TCPI nace en el seno de Valsalva izquierdo y se divide en las arterias DAI y Cx. En ocasiones nace una tercera rama del TCPI, el ramo intermedio (RI), atribuido habitualmente a la arteria Cx. La arteria DAI discurre a lo largo del surco interventricular anterior y proporciona vascularización a la pared anterior y anterolateral del ventrículo izquierdo mediante los vasos diagonales y a los dos tercios anteriores del tabique interventricular gracias a las ramas septales. El número de ramas diagonales y septales es muy variable, y para la descripción de las coronarias solo se numeran consecutivamente (D1, D2… S1, S2, S3). Según la longitud del vaso, la DAI se clasifica en tipo 1 si no llega a la punta del VI; tipo 2, si alcanza la punta del VI, y tipo 3, si llega y se envuelve alrededor de la punta del VI, vascularizando también la parte posterior de esta. La arteria Cx recorre el surco auriculoven- tricular (AV) izquierdo y proporciona ramas a la aurícula izquierda, y ocasionalmente da lugar a la rama sinoauricular (SA; 40% de los casos). La Cx también vasculariza la pared lateral y posterior del VI con ramas llamadas obtusas marginales (OM), que se numeran secuencialmente de forma similar a las ramas diagonales (v. fig. 20-12). Hay una gran variabilidad anatómica en el número de ramas diagonales, septales y OM presentes en la ACI. La ACD tiene su origen en el seno de Valsalva derecho y discurre por el surco AV derecho. Las ramas proximales de la ACD son ramas auriculares para la aurícula derecha, el nódulo SA en el 60% de los casos y la rama del cono que irriga el tracto de salida del ventrículo derecho. Una vez que alcanza el borde agudo del ventrículo, la ACD da la rama marginal aguda. A continuación, la ACD continúa hacia la cruz del corazón (donde el surco AV cruza el surco interventricular posterior), donde se divide en la ADP y las ramas posterolaterales (PL) (v. fig. 20-13). Esta anatomía es la más frecuente y se denomina TABLA 20-5 Proyecciones angiográficas estándar PROYECCIÓN/GRAdOS dESCRIPCIÓN ANAtÓMICA Arteria coronaria derecha OAI 45 Proyección para la entrada en el vaso Orificio y ACD a lo largo del surco AV OAI 10-30, CRAN. 30 ADP, ramas PL y ACD tras la cruz OAD 30 Orificio de la ADP, ramas septales de la ADP, ramas del ventrículo derecho, ramas marginales agudas Arteria coronaria izquierda Anteroposterior, CAU. 10 Proyección de entrada en el TCPI OAI 20-45, CAU. 30-45 «Proyección araña»: TCPI y segmento proximal de la DAI, la Cx y el ramo (si está presente) OAI 20-45, CRAN. 30-60 DAI media y distal, y sus ramas, Cx, ADP y ramas PL de la Cx, si existen OAD 15-30, CAU. 10-30 Toda la DAI y sus ramas, Cx y ramas OM OAD 15-30, CRAN. 10-30 DAI media y distal, y sus ramas, Cx media y ramas ACD, arteria coronaria derecha; ADP, arteria descendente posterior; AV, auriculoven- tricular; CAU., caudal; CRAN., craneal; Cx, arteria circunfleja; OAD, oblicua ante- rior derecha; OAI, oblicua anterior izquierda; OM, obtusa marginal; PL, posterolateral; TCPI, tronco coronario principal izquierdo. FIGURA 20-12 Proyección coronariográfica para la arteria coronaria izquierda y evaluación anatómica. CAU., caudal; CRAN., craneal; Cx, arteria circunfleja; D, rama o ramas diagonales; DAI, arteria descendente anterior izquierda; I, intensificador; prox., proximal; OAD, oblicua anterior derecha; OAI, oblicua anterior izquierda; OM, rama o ramas obtusas marginales; prox., proximal; S, rama o ramas septales; TCPI, tronco coronario principal izquierdo. (Imágenes coronariográficas por cortesía de la Dra. Annapoorna Kini, Icahn School of Medicine at Mount Sinai, New York.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 384 Ev A Lu A CI Ó N d EL P A CI EN tE III dominancia coronaria derecha. La dominancia también puede ser izquierda o estar equilibrada, según el origen de la ADP y las ramas PL. Cerca del 80% de la población muestra dominancia derecha, lo que significa que la ADP y las ramas PL nacen de la ACD, mientras que el 10% tiene dominancia coronaria izquierda, con la ADP y las ramas PL provenientes de la arteria Cx. El 10% restante presenta codominancia, o dominancia coronaria equilibrada: la ADP nace de la ACD y las ramas PL, de la Cx1 (fig. 20-14). La subdivisión de las arterias coronarias en segmentos resulta esencial para describir la localización de las lesiones en la coronariografía. La tabla 20-6 recoge las definiciones de los segmentos coronarios adaptadas del estudio SYNTAX, con el número CASS (coronary artery surgery study, «estudio de cirugía de las arterias coronarias») corres- pondiente. ANOMALÍAS DE LAS ARTERIAS CORONARIAS La prevalencia de anomalías de las arterias coronarias (AAC) en pacien- tes sometidos a coronariografías es de 1-5% de media46 (tabla 20-7). A pesar de ser infrecuentes en la población general, las AAC son la segunda causa de muerte súbita cardíaca (MSC) más frecuente en deportistas jóvenes.47 Hay muchas formas de clasificar las AAC. Desde una perspectiva clínica, las AAC pueden dividirse según la presencia de isquemia del miocardio en anomalías sin isquemia, anomalías con isquemia episó- dica y anomalías con isquemia obligatoria (tabla 20-8). A pesar de esta valoración funcional tan importante, los médicos suelen clasificar las AAC por sus características anatómicas. El uso de CTC y CRM ha aumentado la capacidad de detectar y caracterizar las anomalías anatómicas y ayuda a determinar el manejo óptimo de los pacientes con una AAC. La clasificación anatómica más habitual de las AAC com- prende anomalías del orificio, origen anómalo de arterias coronarias, terminación anómala, ausencia congénita e hipoplasia.47 Atresia congénita del orificio coronario. La hipoplasia o atresia del orificio coronario puede aparecer como lesión aislada o bien en forma de anomalía concomitante con otras AAC. La esperanza de vida de los pacientes con hipoplasia o atresia de los orificios coronarios depende de la presencia de circulación colateral de otros vasos capaces de vascularizar el lecho coronario distal. Origen anómalo de arterias coronarias. El origen anómalo de las arterias coronarias es un tipo frecuente de AAC. Las arterias coronarias de origen ectópico pueden nacer de un seno de Valsalva incorrecto (p. ej., la arteria Cx del seno coronario derecho) (figs. 20-15 y 20-16) o de una estructuradiferente, incluida la arteria pulmonar (AP), una rama de otra arteria coronaria o incluso una cavidad ventricular.48 El curso de las arterias coronarias anómalas se evalúa mediante coronariografía en la vista OAD. La ACI nacida del seno aórtico derecho suele seguir uno de estos cuatro cursos: prepulmonar, retroaórtico, interarterial o transeptal (fig. 20-17). El curso interarterial de una ACI anómala procedente del seno derecho se asocia con MSC durante el ejercicio o poco después de este en personas jóvenes. El mecanismo hemodinámico subyacente al riesgo de MSC sigue sin estar claro. Algunos autores han propuesto que la distensión de la raíz aórtica y del tronco de la pulmonar durante el ejercicio o estrés podría aumentar la angulación preexistente de la arteria coronaria anómala, y provocar la compresión de la luz de la arteria coronaria. En otros casos es posible que el vaso tenga un curso aberrante dentro de la pared aórtica FIGURA 20-14 Dominancia de arteria coronaria. Cuadros superiores. Ejemplo de dominancia coronaria derecha. Cuadros centrales. Dominancia coronaria izquierda. Cuadros inferiores. Dominancia equilibrada. ACD, arteria coronaria derecha; ADP, arte- ria descendente posterior; CAU., caudal; CRAN., craneal; Cx, arteria circunfleja; D, rama o ramas diagonales; DAI, arteria descendente anterior izquierda; OAD, oblicua anterior derecha; OAI, oblicua anterior izquierda; OM, rama o ramas obtusas marginales; PL, ra- mas posterolaterales; S, rama o ramas septales. (Por cortesía de la Dra. Annapoorna Kini, Icahn School of Medicine at Mount Sinai, New York.) FIGURA 20-13 Proyección coronariográfica para la arteria coronaria derecha (ACD) y evaluación anatómica. ADP, arteria descendente posterior; Cr, rama del cono; CRAN., craneal; I, intensificador; OAD, oblicua anterior derecha; OAI, oblicua anterior izquierda; PL, ramas posterolaterales; prox., proximal. (Imágenes coronariográficas por cortesía de la Dra. Annapoorna Kini, Icahn School of Medicine at Mount Sinai, New York.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 385 C o ro n ario g rafía y p ru eb as d e im ag en in traco ro n aria 20 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . que favorezca la compresión de la arteria coronaria. Del mismo modo, el origen de la ACD en el seno aórtico izquierdo con un curso interarterial se asocia con isquemia de miocardio y MSC. Cuando se diagnostica esta anomalía se recomienda un IDAC, aunque también se ha descrito un abordaje de dispositivos endovasculares. Una variación benigna del origen de la ACD es la representada por el origen anterior alto. Esta variación no tiene relevancia hemodinámica pero puede dar lugar a una canalización difícil. El origen pulmonar anómalo de cualquier arteria coronaria (OPAAC) es absolutamente excepcional (fig. 20-18). Si las tres arterias coronarias nacen de la AP el pronóstico es malo; los pacientes con esta anomalía suelen fallecer en el primer mes de vida (v. «Bibliografía clásica»: Yamanaka). El origen anómalo de la ACI de la AP (OAACIAP), también conocido como síndrome de Bland-White-Garland, fue descrito por primera vez en 1956 y representa el OPAAC más frecuente. Cerca del 90% de los pacientes con esta AAC mueren en el primer año de vida. Solo unos pocos, con circulación colateral extensa procedente de la ACD, llegan a la edad adulta. Si se diagnostica a tiempo el tratamiento de elección para el OPAAC es el IDAC.49 Ausencia congénita. La falta del TCPI es la forma más frecuente de ausencia coronaria congénita, con una tasa de 0,41 a 0,67% en la población general. En ausencia del TCPI, la DAI y la Cx se limitan a nacer directamente del seno de Valsalva izquierdo con orígenes separados. Esta anomalía se considera benigna y es un hallazgo ocasional de la coronariografía. También se ha descrito la ausencia congénita de la Cx o ACD asociada a un pronóstico benigno.50 Hipoplasia. La hipoplasia de una arteria coronaria se define como el desarrollo incorrecto de al menos una de las arterias epicárdicas principales TABLA 20-6 Clasificación de los segmentos coronarios a partir del índice SYNTAX SEGMENtO dESCRIPCIÓN NÚMERO CASS Principal izquierda Del orificio de la ACI a su bifurcación en las ramas de la DAI y de la Cx izquierda 11 DAI proximal Proximal a la primera rama septal mayor, incluida esta 12 DAI media DAI inmediatamente distal al origen de la primera rama septal y hasta el punto en que la DAI forma un ángulo (vista OAD). Si este ángulo no es identificable, el segmento termina a la mitad de la distancia de la primera septal a la punta del corazón 13 DAI distal Porción terminal de la DAI, que comienza al final del segmento anterior y se extiende hasta la punta o más allá 14 Ramas diagonales mayores Ramas de la DAI, numeradas secuencialmente 15 primera diagonal 16 segunda diagonal 29 tercera diagonal Ramo intermedio Rama de la izquierda principal que se trifurca en otra rama distinta a la DAI proximal o a la Cx; pertenece al territorio de la Cx 28 Cx proximal Tronco principal de la Cx desde su origen en la principal izquierda hasta el origen de la primera rama OM, incluida esta 18 Cx distal Tronco de la Cx distal al origen de la rama OM más distal y que discurre a lo largo del surco auriculoventricular izquierdo posterior. La arteria puede tener un calibre pequeño o no existir 19 Ramas OM Ramas de la Cx, numeradas secuencialmente 20 primera OM 21 segunda OM 22 tercera OM Ramas PL de la Cx Rama PL originada en la Cx distal 24 primera PL 25 segunda PL 26 tercera PL ACD proximal Del orificio a la mitad de la distancia al borde agudo del corazón 1 ACD media Del final del primer segmento al borde agudo del corazón 2 ACD distal Del borde agudo del corazón al origen de la arteria descendente posterior 3 Descendente posterior Rama que discurre en el surco interventricular posterior 4 si nace de la ACD 27 si nace de la Cx Ramas PL de la ACD Rama posterolateral originada en la arteria coronaria distal, distalmente a la cruz 6 primera PL 7 segunda PL 8 tercera PL ACD, arteria coronaria derecha; CASS, coronary artery surgery study, «estudio de cirugía de las arterias coronarias»; Cx, arteria circunfleja; DAI, arteria descendente anterior izquierda; OAD, oblicua anterior derecha; OM, obtusa marginal; PL, posterolateral. Modificado de www.syntaxscore.com TABLA 20-7 Incidencia de anomalías coronarias en 1.950 angiografías vARIABLE NÚMERO FRECuENCIA (%) Anomalías coronarias 110 5,64 ACD dividida 24 1,23 ACD ectópica (cúspide derecha) 22 1,13 ACD ectópica (cúspide izquierda) 18 0,92 Fístulas 17 0,87 Ausencia de arteria coronaria principal izquierda 13 0,67 CxI originada en la cúspide derecha 13 0,67 ACI originada en la cúspide derecha 3 0,15 Origen bajo de la ACD 2 0,1 Otras anomalías 3 0,15 ACD, arteria coronaria derecha; ACI, arteria coronaria izquierda; CxI, arteria circunfleja izquierda. Tomado de Angelini P, editor. Coronary Artery Anomalies: A Comprehensive Approach. Philadelphia: Lippincott Williams & Wilkins; 1999, p 42. TABLA 20-8 Clasificación de las anomalías coronarias según la isquemia ISQuEMIA CLASIFICACIÓN Sin isquemia La mayoría de las anomalías (ACD dividida, ACD ectópica originada en la cúspide derecha, ACD ectópica originada en la cúspide izquierda) Isquemia episódica Origen anómalo de una arteria coronaria en el seno contrario (ACASC); fístulas de arterias coronarias; puente miocárdico Isquemia típica Origen anómalo de la arteria coronaria izquierda de la arteria pulmonar (OAACIAP); atresia o estenosis grave del orificio coronario Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of