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730 © 2019. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos CARACTERÍSTICAS ELECTROCARDIOGRÁFICAS, 730 CLASIFICACIÓN DE LA FIBRILACIÓN AURICULAR, 730 EPIDEMIOLOGÍA DE LA FIBRILACIÓN AURICULAR, 731 MECANISMOS DE LA FIBRILACIÓN AURICULAR, 731 FACTORES GENÉTICOS, 732 CAUSAS DE FIBRILACIÓN AURICULAR, 732 MANIFESTACIONES CLÍNICAS, 732 EVALUACIÓN DIAGNÓSTICA, 733 PREVENCIÓN DE LAS COMPLICACIONES TROMBOEMBÓLICAS, 733 Estratificación del riesgo, 733 Ácido acetilsalicílico y otros antitrombóticos, 734 Warfarina e inhibidores directos de la trombina, 734 Nuevos anticoagulantes orales, 735 Heparina de bajo peso molecular, 735 Escisión o cierre de la orejuela de la aurícula izquierda, 735 TRATAMIENTO AGUDO DE LA FIBRILACIÓN AURICULAR, 736 TRATAMIENTO A LARGO PLAZO DE LA FIBRILACIÓN AURICULAR, 736 Control farmacológico de la frecuencia frente a control del ritmo, 736 Control farmacológico de la frecuencia, 737 Control farmacológico del ritmo, 737 Control del ritmo con fármacos distintos de los antiarrítmicos, 738 TRATAMIENTO NO FARMACOLÓGICO DE LA FIBRILACIÓN AURICULAR, 738 Marcapasos para prevenir la fibrilación auricular, 738 Ablación por catéter de la fibrilación auricular, 738 Ablación del nódulo auriculoventricular, 741 Abordajes quirúrgicos de la fibrilación auricular, 742 Abordaje híbrido de la ablación para la fibrilación auricular, 742 SÍNDROMES CLÍNICOS ESPECÍFICOS, 742 Fibrilación auricular postoperatoria, 742 Síndrome de Wolff-Parkinson-White, 743 Insuficiencia cardíaca congestiva, 743 Miocardiopatía hipertrófica, 743 Intervención coronaria percutánea para la enfermedad arterial coronaria, 744 Gestación, 744 PERSPECTIVAS FUTURAS, 744 BIBLIOGRAFÍA, 744 DIRECTRICES, 746 38 Fibrilación auricular: manifestaciones clínicas, mecanismos y tratamiento global FRED MORADY Y DOUGLAS P. ZIPES CARACTERÍSTICAS ELECTROCARDIOGRÁFICAS La fibrilación auricular (FA) es una arritmia supraventricular caracterizada electrocardiográficamente por oscilaciones de baja amplitud de la línea base (ondas de fibrilación o f, de aurículas fibrilantes) y un ritmo ven- tricular irregular. Las ondas f, de 300 a 600 latidos/min, son variables en amplitud, forma y presentación en el tiempo. Las ondas del aleteo o flúter auricular tienen una frecuencia de 250-350 latidos/min y son constantes en su morfología y aparición en el tiempo (fig. 38-1). En la derivación V1 las ondas f aparecen en ocasiones uniformes y pueden imitar ondas de aleteo (fig. 38-2). En algunos pacientes las ondas f son muy pequeñas e imperceptibles en el electrocardiograma, y el diagnóstico de FA se basa en el ritmo ventricular irregularmente irregular (fig. 38-3). La frecuencia ventricular en la FA no tratada es típicamente de 100 a 160 latidos/min. Los pacientes con síndrome de Wolff-Parkinson- White (WPW) pueden presentar frecuencias ventriculares en la FA que superan 250 latidos/min por la conducción por la vía accesoria (v. capítulo 37). La frecuencia ventricular en la FA parece más regular cuando es extremadamente alta (> 170 latidos/min) (fig. 38-4) si una taquicardia de la unión controla los ventrículos de forma independiente, en caso de que exista un bloqueo auriculoventricular (AV) de alto grado con un ritmo de escape regular (fig. 38-5) o cuando los complejos QRS dependen por completo de un marcapasos. En estos casos el diagnós- tico de FA se basa en la presencia de ondas f. Infrecuentemente, una taquicardia de la unión muestra un bloqueo de salida de Wenckebach (a menudo durante toxicidad por digital) causando una frecuencia ventricular regularmente irregular. CLASIFICACIÓN DE LA FIBRILACIÓN AURICULAR La fibrilación auricular que termina espontáneamente antes de 7 días se denomina paroxística, y la FA presente continuamente más de 7 días se llama persistente. Una FA que persiste más de 1 año recibe el nombre de persistente de larga evolución, mientras que la FA de larga evolución resistente a la cardioversión se califica de permanente. Sin embargo, la «FA permanente» no es necesariamente permanente en sentido literal porque es posible eliminarla con éxito mediante ablación quirúrgica o por catéter. Algunos pacientes con FA paroxística tienen en ocasiones episodios persistentes, y viceversa. La forma predominante de FA determina cómo debería clasificarse. Un factor de confusión en la clasificación de la FA es el tratamiento mediante cardioversión y fármacos antiarrítmicos (FAA). Por ejemplo, si un paciente se somete a una cardioversión transtorácica 24 h después del inicio de la FA se desconoce si la FA habría persistido más de 7 días. Además, el tratamiento con FAA puede transformar una FA persistente en paroxística. Por lo general se considera que la clasificación de la FA no debería modificarse según los efectos de la cardioversión eléctrica o los FAA. Fibrilación auricular aislada hace referencia a la FA que se produce en pacientes menores de 60 años que no tienen hipertensión ni ninguna muestra de cardiopatía estructural. Esta denominación es relevante clínicamente porque los pacientes con FA aislada tienen menos riesgo de complicaciones tromboembólicas, lo que elimina la necesidad de anticoagulación. Puede que también sea más probable que tengan causas familiares o genéticas. Además, la ausencia de cardiopatía estructural permite el uso seguro de fármacos de control del ritmo como la flecainida en pacientes con FA aislada. La FA paroxística también se clasifica clínicamente según el contexto del sistema nervioso autónomo en que aparece con más frecuencia. Cerca del 25% de los pacientes con FA paroxística tienen FA vagotónica: la FA comienza en un contexto de tono vagal alto, típicamente al final de la tarde cuando el paciente está relajado o durante el sueño. Los fármacos con efecto vagotónico (p. ej., digital) pueden empeorar la FA vagotónica, y aquellos con efecto vagolítico (p. ej., disopiramida) serían especialmente apropiados como profilaxis. La FA adrenérgica se produce en cerca del 10-15% de los pacientes con FA paroxística en un contexto de tono simpático alto, como sucede en el ejercicio extenuante. En pacientes con FA adrenérgica los β -bloqueantes no solo logran el control de la frecuencia, sino que pueden prevenir la aparición de FA. La mayoría de los pacientes tiene una forma mixta o aleatoria de FA paroxística, sin un patrón de inicio constante. En algunos el alcohol es un precipitante. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 731 Fib rilació n au ricu lar: m an ifestacio n es clín icas, m ecan ism o s y tratam ien to g lo b al 38 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . EPIDEMIOLOGÍA DE LA FIBRILACIÓN AURICULAR La FA es la arritmia más frecuente tratada en la práctica clínica y motivo de ingreso de los pacientes; cerca del 33% de los ingresos relacionados con arritmias son por FA. La FA se asocia con un riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular (ictus) aproximadamente cinco veces mayor y con un incremento del doble de la mortalidad por todas las causas.1 La FA también se asocia con el desarrollo de insuficiencia cardíaca y se ha ligado a la muerte súbita. La incidencia de FA está relacionada con la edad y el sexo: oscila entre 0,1% anual antes de los 40 años a más del 1,5% anual en mujeres y más del 2% anual en hombres mayores de 80 años. Insuficiencia cardíaca congestiva, valvulopatía aórtica y mitral, aumento de tamaño de la aurícula izquierda, hipertensión y edad avanzada son factores de riesgo independientes para el desarrollo de FA, al igual que obesidad y apnea obstructiva del sueño2 (v. capítulo 87). Otro factor de riesgo es la psoriasis,que, cuando es grave, triplica el riesgo de FA en pacientes menores de 50 años.3 Un estudio de cohortes comunitario en Olmstead County, Minnesota, describió que la incidencia ajustada por la edad de FA por 1.000 años- persona aumentó significativamente entre 1980 y 2000 de 4,4 a 5,4 en los hombres y de 2,4 a 2,8 en las mujeres.4 Se produjo un incremento relativo del 0,6% anual de la incidencia de FA ajustada según la edad. El aumento de la obesidad explicaba el 60% del incremento en la incidencia de FA ajustada según la edad. Se calculó que el número de pacientes con FA en EE. UU. era de 3,2 millones en 1980 y 5,1 millones en 2000, y se proyectó que llegaría a 12,1-15,9 millones en 2050: todas esas cifras eran más altas que las estimaciones previas. MECANISMOS DE LA FIBRILACIÓN AURICULAR Los mecanismos responsables de la FA son complejos. Los aconteci- mientos precipitantes pueden ser distintos de los mecanismos de man- tenimiento. Además, los fenotipos clínicos de paroxística, persistente y persistente de larga evolución tienen características electrofisiológicas diferentes debido a la remodelación y distintos moduladores clínicos que afectan al sustrato, como insuficiencia cardíaca, distensión e isquemia auricular, influencias simpaticovagales, inflamación y fibrosis. Los dos mecanismos electrofisiológicos probables de la FA son uno o más focos automáticos, desencadenados o con microrreentrada, los llamados impulsores, que descargan con frecuencias altas y causan actividad similar a la fibrilación, y múltiples circuitos de reentrada dispersos por las aurículas, que destruyen y reforman pequeñas ondas que perpetúan la fibrilación. En muchos estudios la aurícula izquierda contiene la zona de descarga de frecuencia dominante, con un gradiente de izquierda a derecha. Es posible que ambos mecanismos estén presentes a la vez y puedan modificarse cuando las aurículas se remodelan. En el estudio CONFIRM se obtuvieron mapas informáticos en pacientes mediante el procesamiento de la señal de múltiples elec- trogramas registrados simultáneamente durante la FA.5 Esta técnica es capaz de poner de manifiesto rotores y orígenes focales. Se encontró una media de 2,1 orígenes en el 97% de 101 pacientes, que eran rotores en el 70% y orígenes focales en el 30%. Las descargas rápidas de las venas pulmonares son los desencade- nantes más frecuentes de la FA y es posible que también sirvan para perpetuarla, más en la FA paroxística que en la persistente. Es por este motivo que el aislamiento de las venas pulmonares resulta especialmente eficaz para eliminar la FA paroxística. En la FA persistente los cambios del sustrato auricular, incluida la fibrosis intersticial que contribuye a FIGURA 38-1 Comparación entre las ondas f de la FA (panel superior) y las ondas del aleteo o flúter auricular (panel inferior). Obsérvese que las ondas f son variables en frecuencia, forma y amplitud, mientras que las ondas del aleteo son constantes en frecuencia y todos los aspectos de la morfología. Se muestran las derivaciones V1 y II. FIGURA 38-2 Ejemplo de FA con ondas f prominentes en V1 que imitan ondas del aleteo auricular. Obsérvese que están presentes las ondas f típicas en las derivaciones II y V5, estableciendo así el diagnóstico de FA. FIGURA 38-3 Electrocardiograma de 12 derivaciones con FA en el que no se distinguen las ondas f. La frecuencia ventricular irregularmente irregular indica que se trata de una FA. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 732 A rr it m iA s, m u er te s ú bi tA y s ín co pe V una conducción lenta, discontinua y anisótropa, podrían dar lugar a electrogramas auriculares fraccionados complejos (EAFC) y reentrada. Por este motivo, el aislamiento de venas pulmonares sin otra intervención suele ser insuficiente para poner fin a una FA persistente (v. capítulo 36). FACTORES GENÉTICOS Se han identificado varias mutaciones responsables de la FA familiar y que predisponen a la FA. Estas mutaciones causan un aumento de función de las corrientes de repolarización de potasio que resulta en el acortamiento del período refractario auricular y la facilitación de la reentrada auricular. También se han caracterizado múltiples polimorfismos asociados con FA idiopática o cardiopatía estructural o que aparecen en el postoperatorio.6 Estos polimorfismos se dan en genes que afectan a los canales de sodio y potasio, sarcolipina, sistema renina-angiotensina, óxido nítrico sintasa endotelial, interleucina 10 y conexina 40. Los resultados finales son alteraciones en el manejo del calcio, fibrosis, conducción e inflamación que predisponen a la FA. CAUSAS DE FIBRILACIÓN AURICULAR La mayoría de los pacientes con FA tiene hipertensión (habitualmente con hipertrofia del ventrículo izquierdo; v. capítulos 46 y 47) o algún otro tipo de cardiopatía estructural. Además de la cardiopatía hipertensiva, las anomalías cardíacas asociadas con más frecuencia a la FA son cardiopatía isquémica (v. capítulo 58), valvulopatía mitral (v. capítulo 69), miocardiopatía hipertrófica (v. capítulo 78) y miocardiopatía dilatada (v. capítulo 77). Otras causas menos frecuentes de FA son miocardiopatías restrictivas como la amiloidosis (v. capítulo 77), pericarditis constrictiva (v. capítulo 83) y tumores cardíacos (v. capítulo 95). La hipertensión pulmonar grave suele asociarse con FA (v. capítulo 85). La apnea obstructiva del sueño y la obesidad están asociadas entre sí, y ambas aumentan por sí solas el riesgo de FA (v. capítulo 87). Los mecanismos posibles de FA en pacientes con apnea del sueño son hipoxia, picos de tono autónomo y la hipertensión.2 Los datos exis- tentes indican que la dilatación auricular y un aumento de los factores inflamatorios sistémicos son responsables de la relación entre obesidad y FA. La obesidad también se asocia con mayores depósitos de grasa epicárdica (v. capítulo 50). Los mecanismos más probables por los que la grasa epicárdica predispone a la FA son conducción lenta o anisótropa causada por la infiltración de adipocitos en el músculo auricular, fibrosis auricular causada por adipocinas secretadas por la grasa epicárdica y secreción local de factores proinflamatorios (p. ej., IL-6, IL-8, TNF-α).7 El estudio LEGACY demostró que una pérdida de peso mantenida y el ejercicio reducen la carga de FA.8 La FA puede tener causas temporales o reversibles. Las causas temporales más frecuentes son la ingesta excesiva de alcohol («corazón en día de fiesta»), la cirugía torácica o a corazón abierto, el infarto de miocardio (v. capítulos 58 y 59), la pericarditis (v. capítulo 83), la mio- carditis (v. capítulo 79) y la embolia pulmonar (v. capítulo 84). La causa corregible más frecuente es el hipertiroidismo (v. capítulo 92). La FA está causada en ocasiones por taquicardia. Los pacientes con FA inducida por taquicardia tienen sobre todo una taquicardia por reentrada del nódulo AV o una taquicardia relacionada con síndrome de WPW que degenera en FA. Una FA en un paciente que refiere palpitaciones rápidas y regulares antes de la aparición de palpitaciones irregulares o con un patrón electrocardiográfico de WPW apunta a FA inducida por taquicardia. El tratamiento de la taquicardia que desencadena la FA previene con frecuencia (aunque no siempre) la recidiva de la FA. MANIFESTACIONES CLÍNICAS Los síntomas de la FA van desde ninguno a graves y funcionalmente incapacitantes. Los más frecuentes son palpitaciones, cansancio, disnea, intolerancia al esfuerzo y mareo. Puede haber poliuria por la liberación de péptido natriurético auricular. Muchos pacientes con FA paroxística sintomática también tienen episodios asintomáticos, y algunos pacientescon FA persistente presentan síntomas tan solo intermitentemente, lo que dificulta la valoración precisa de la frecuencia y duración de la FA según los síntomas. FIGURA 38-4 Registro de FA con frecuencia ventricular rápida de 160 latidos/min. Se muestran las derivaciones V1, II y V5. En una ojeada rápida puede parecer que existe una frecuencia regular compatible con taquicardia supraventricular paroxística. Tras una inspección más cuidadosa está claro que la frecuencia es irregularmente irregular. FIGURA 38-5 Fibrilación auricular y ritmo de la unión regular con una frecuencia de 43 latidos/min. Hay un bloqueo auriculoventricular (AV) de tercer o segundo grado subyacente con conducción AV extremadamente lenta que permite la aparición del ritmo de escape de la unión. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 733 Fib rilació n au ricu lar: m an ifestacio n es clín icas, m ecan ism o s y tratam ien to g lo b al 38 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . Se estima que el 25% de los pacientes con FA están asintomáticos, sobre todo ancianos y pacientes con FA persistente. En ocasiones se clasifica erróneamente esos casos como FA «asintomática» a pesar de tener síntomas de cansancio o intolerancia al esfuerzo. Como el cansancio es un síntoma inespecífico tal vez no esté causado claramente por una FA persistente. La «cardioversión diagnóstica» puede ser útil para mantener el ritmo sinusal al menos unos días y así determinar si un paciente se siente mejor en ritmo sinusal. Esto será el fundamento de la búsqueda de una estrategia de control del ritmo en vez de control de la frecuencia. El síncope, un síntoma infrecuente de la FA, puede estar causado por una pausa sinusal larga al finalizar la FA en un paciente con síndrome del seno enfermo. También es posible durante la FA con frecuencia ventricular rápida por un síncope neurocardiógeno (vasodepresor) desencadenado por la taquicardia o debido a un descenso grave de la presión arterial causado por la reducción del gasto cardíaco. Los pacientes con FA asintomática o mínimamente sintomática no tienen motivos para consultar al médico y en ocasiones se presentan con una complicación tromboembólica como accidente cerebrovascular o el inicio insidioso de síntomas de insuficiencia cardíaca, en último término con la presentación de una insuficiencia cardíaca congestiva patente. La marca distintiva de la FA en la exploración física es el pulso irregularmente irregular. Los cortos intervalos R-R de la FA no dejan el tiempo necesario para el llenado diastólico del ventrículo izquierdo, con el resultado de un volumen latido bajo y ausencia de pulso periférico palpable. Esto resulta en un «déficit de pulso» durante el cual el pulso periférico no es tan rápido como la frecuencia de la punta. Otras mani- festaciones de la FA en la exploración física son pulsaciones venosas yugulares irregulares e intensidad variable del primer tono cardíaco. EVALUACIÓN DIAGNÓSTICA En un paciente que describa palpitaciones irregulares o rápidas indicativas de FA paroxística la monitorización ambulatoria resulta útil para documentar si la FA es responsable de los síntomas. Si los síntomas aparecen todos los días es apropiado un registro Holter de 24 h. Sin embargo, la monitorización ampliada de 2 a 4 semanas con un monitor de episodios o por telemetría ambulatoria cardíaca móvil es la correcta en pacientes con síntomas esporádicos (v. capítulo 32). La anamnesis debería estar dirigida a determinar el tipo y la gravedad de los síntomas, la primera aparición de FA, si es paroxística o persis- tente, los desencadenantes de la FA, si los episodios ocurren al azar o en momentos determinados (p. ej., durante el sueño) y la frecuencia y duración de los episodios. Cuando no queda claro de la anamnesis, la monitorización ambulatoria durante 2-4 semanas con un monitor de episodios autoactivado o mediante telemetría ambulatoria cardíaca móvil resulta útil para determinar si la FA es paroxística o persistente y cuantificar la carga de FA en pacientes con FA paroxística. La anamnesis también debería estar dirigida a la identificación de causas potencialmente corregibles (p. ej., hipertiroidismo, ingesta excesiva de alcohol), cardiopatía estructural y trastornos concomitantes. Las pruebas analíticas tienen que incluir función tiroidea, hepática y renal. El ecocardiograma siempre es apropiado para evaluar el tamaño auricular y la función del ventrículo izquierdo, así como buscar hiper- trofia ventricular, cardiopatía congénita (v. capítulo 75) y cardiopatía valvular (v. capítulos 68 y 69). La placa de tórax será correcta si la anamnesis o exploración física apuntan a enfermedad pulmonar (v. capítulo 15). La prueba de esfuerzo es apropiada para evaluar una posible cardiopatía isquémica en pacientes en riesgo (v. capítulo 13). PREVENCIÓN DE LAS COMPLICACIONES TROMBOEMBÓLICAS Estratificación del riesgo Un objetivo fundamental del tratamiento en los pacientes con FA es preve- nir complicaciones tromboembólicas como el accidente cerebrovascular. La warfarina y otros anticoagulantes orales son más eficaces que el ácido acetilsalicílico para la prevención de complicaciones tromboembólicas.9 Sin embargo, debido al riesgo de hemorragia por anticoagulantes, su uso debería limitarse a los pacientes cuyo riesgo de complicaciones tromboembólicas sea mayor que el riesgo de hemorragia. Por este motivo es útil estratificar según el riesgo a los pacientes con FA con el fin de identificar candidatos apropiados a la anticoagulación. Los factores predictivos más sólidos de accidente cerebrovascular isquémico y tromboembolia sistémica son antecedentes de accidente cere- brovascular o episodio isquémico transitorio y estenosis mitral. Cuando los pacientes con FA y accidente cerebrovascular isquémico previo son tratados con ácido acetilsalicílico, el riesgo de otro accidente cerebrovascular es muy alto, en torno al 10-12% al año. En el otro extremo de la línea continua del riesgo están los pacientes con FA aislada, cuyo riesgo acumulado de accidente cerebrovascular a los 15 años es del 1-2%. Aparte del antecedente de accidente cerebrovascular, los factores de riesgo mejor establecidos de accidente cerebrovascular en pacientes con FA no valvular son diabetes (riesgo relativo [RR], 1,7), hipertensión (RR, 1,6), insuficiencia cardíaca (RR, 1,4) y edad de 70 años o más (RR, 1,4 por década).2 Un esquema clínico simple para estratificar el riesgo de los pacientes de acuerdo con los factores de riesgo principales es el índice CHADS2 (cardiac failure, hypertension, age, diabetes, stroke, «insuficiencia cardíaca, hipertensión, edad, diabetes, accidente cerebrovascular»). Cada uno de los cuatro primeros factores de riesgo cuenta 1 punto, y un accidente cerebrovascular o episodio isquémico transitorio supone 2 puntos. Hay una relación directa entre el índice CHADS2 y el riesgo anual de accidente cerebrovascular en ausencia de tratamiento con ácido acetilsalicílico o warfarina. La utilidad clínica del índice CHADS2 reside en su sencillez y valor predictivo. No obstante, el índice CHADS2 ha sido desbancado por el índice CHA2DS2-VASc porque este discrimina con más precisión entre pacientes de riesgo bajo e intermedio.10 En este sistema de puntuación del riesgo, la insuficiencia cardíaca, la hipertensión, diabetes, la enfermedad vascular, la edad de 65 a 74 años y el sexo femenino recibe 1 punto cada ítem, mientras que la edad de 75 años o más y el accidente cerebrovascular o el episodio isquémico transitorio previo suponen 2 puntos. El riesgo anual de accidente cerebrovascular es de 0 o próximo a 0 cuandoel índice CHA2-DS2-VASc es 0, en comparación con aproximadamente el 2% con esta misma puntuación en el índice CHADS2.11 Una puntuación de 1 se asocia con un riesgo anual de accidente cerebrovascular de aproximadamente el 3% con el índice CHADS2 frente al 0,7% en el CHA2-DS2-VASc (fig. 38-6). La insuficiencia renal también es un factor de riesgo independiente de accidente cerebrovascular en pacientes con FA.12 El riesgo relativo de un episodio tromboembólico en ausencia de anticoagulación fue de 1,4 en pacientes con enfermedad renal crónica no terminal y de 1,8 en aquellos que precisan hemodiálisis o trasplante cardíaco. La fortaleza predictiva de la enfermedad renal crónica respecto a un episodio tromboembólico parece ser equivalente a la de la insuficiencia cardíaca y edad avanzada. Por este motivo, tal vez sea apropiado incorporar la enfermedad en la evaluación del perfil de riesgo de los pacientes con FA. Por definición, la carga de FA es mayor en pacientes con FA persistente que en aquellos con FA paroxística. Podría parecer razonable asumir que el riesgo de accidente cerebrovascular es menor en pacientes con episo- dios ocasionales de FA autolimitada que en aquellos continuamente con FA. Sin embargo, los datos disponibles indican en realidad que el riesgo FIGURA 38-6 Riesgo anual de accidente cerebrovascular (porcentaje de riesgo/año) según los índices CHADS2 y CHA2DS2-VASc. (Basado en datos de Lip GY. Implications of the CHA(2) DS(2)-VASc and HAS-BLED Scores for thromboprophylaxis in atrial fibrillation. Am J Med 2011;124:111-4.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 734 A rr it m iA s, m u er te s ú bi tA y s ín co pe V de complicaciones tromboembólicas es el mismo en pacientes con FA paroxística y persistente. Concordantemente, las recomendaciones de las directrices sobre anticoagulación son las mismas en pacientes con FA paroxística y persistente.2,13 Los marcapasos de doble cavidad y desfibriladores automáticos implantables (DAI) actuales son capaces de detectar episodios breves de FA asintomática que de otro modo no habrían sido detectados clínica- mente. En un estudio multicéntrico prospectivo reciente se detectaron ta- quiarritmias auriculares subclínicas (frecuencia auricular > 190 latidos/min durante > 6 min) gracias al registro del dispositivo en el 10,1% de los pacientes de 65 años o más con hipertensión sin antecedentes de FA que habían recibido un marcapasos o un DAI.14 Las taquiarritmias auriculares subclínicas se asociaban de forma independiente con un riesgo de accidente cerebrovascular 2,5 veces mayor. Una consideración importante en los pacientes tratados con un anticoagulante oral es el riesgo de hemorragia. Se han desarrollado varios sistemas de puntuación del riesgo para valorar la susceptibilidad del paciente de sufrir complicaciones hemorrágicas. El sistema de puntuación con el mejor equilibrio entre sencillez y precisión es el índice HAS-BLED.15 Los componentes de este índice son hipertensión, función renal o hepática anómala, accidente cerebrovascular, antecedentes o predisposición a las hemorragias, cociente normalizado internacional (INR) variable, ancianos (> 75 años) y consumo concomitante de fármacos (antiagregantes o antiinflamatorios no esteroideos) o alcohol. Cada uno de esos componentes suma 1 punto. A medida que el índica pasa de 0 al máximo de 9 hay un incremento escalonado en el riesgo de hemorragia en pacientes tratados con warfarina. Por ejemplo, en un estudio la tasa anual de hemorragias importantes fue del 1,1% entre los pacientes con un índice HAS-BLED de 0, del 3,7% si la puntuación llegaba a 3 y del 12,5% cuando el índice era de 5.16 En dos grandes estudios de cohortes de 132.372 y 170.292 pacientes con FA no valvular se calcularon los índices CHA2-DS2-VASc y HAS-BLED de todos los pacientes.17,18 El beneficio clínico neto de la warfarina se definió como número de accidentes cerebrovasculares sin warfarina menos el número de hemorragias intracraneales con warfarina. En ambos estudios la warfarina se asociaba con beneficio clínico neto, excepto cuando el índice CHA2-DS2-VASc era de 0. En pacientes con una puntuación de 1 o más en este índice, el riesgo de accidente cerebrovas- cular en ausencia de warfarina superaba el número de complicaciones hemorrágicas durante el tratamiento con warfarina. A pesar de los resultados de esos estudios con grandes cohortes, la decisión de anticoagular a un paciente debería individualizarse en la práctica clínica. Es posible que en ciertos momentos sea apropiado no anticoagular a un paciente cuyo índice CHA2-DS2-VASc es igual a 1 o más. Por ejemplo, el riesgo anual de accidente cerebrovascular en un paciente con una puntuación de 2 se aproxima al 2%, lo que habitualmente justifica el uso de warfarina. Sin embargo, si ese paciente tiene un índice HAS-BLED de 5 o más, que se asocia con un riesgo anual de hemorragias importantes del 12% o superior, sería imprudente tratar a ese paciente con warfarina. El índice HAS-BLED se desarrolló y validó en pacientes anticoagu- lados con warfarina. Excepto por el INR variable, los componentes del índice HAS-BLED probablemente también se apliquen a pacientes anticoagulados con uno de los últimos nuevos anticoagulantes orales (NACO), ya sea un inhibidor directo de la trombina o un inhibidor del factor Xa. Sin embargo, los estudios clínicos han indicado que el riesgo de hemorragia importante es menor con los NACO que con la warfarina (v. más adelante). Concordantemente, el beneficio de la anticoagulación con warfarina se estima que es mayor que el riesgo hemorrágico cuando el riesgo anual de accidente cerebrovascular es de al menos el 1,7%, en comparación con el riesgo anual de accidente cerebrovascular del 0,9% como mínimo en pacientes tratados con un NACO.19 Ácido acetilsalicílico y otros antitrombóticos El ácido acetilsalicílico no previene las complicaciones tromboembólicas tan eficazmente como la warfarina o los NACO en pacientes con FA. En un metaanálisis de cinco estudios aleatorizados clínicos el ácido acetilsalicí- lico no reducía significativamente el riesgo de accidente cerebrovascular comparado con placebo en pacientes con FA.9 En un estudio de cohortes de gran tamaño de pacientes con FA no valvular, el ácido acetilsalicílico no tuvo eficacia terapéutica para prevenir accidentes cerebrovasculares.17 Por tanto, si se usa ácido acetilsalicílico como profilaxis, esto solo debería hacerse en pacientes con el riesgo más bajo de complicaciones tromboembólicas (índice CHA2-DS2-VASc de 0). Sin embargo, las direc- trices de 2014 del American College of Cardiology (ACC), la American Heart Association (AHA) y la Heart Rhythm Society (HRS) sobre el tratamiento de pacientes con FA recomiendan que para pacientes con FA no valvular y un índice CHA2-DS2-VASc de 0 es razonable omitir todos los tratamientos antitrombóticos, incluido el ácido acetilsalicílico. Cuando el índice CHA2-DS2-VASc es 1, las directrices recomiendan no usar ningún antitrombótico o bien plantear el tratamiento con un anticoagulante oral o ácido acetilsalicílico.2 Dado el efecto terapéutico tan mínimo del ácido acetilsalicílico, el riesgo de complicaciones hemorrágicas próximo al de los anticoagulantes orales y la capacidad del índice CHA2-DS2-VASc para identificar con precisión a los pacientes de bajo riesgo, las directrices más recientes de la European Society of Cardiology (ESC) recomiendan no usar ningún tratamiento antitrombótico cuando la puntuación es 0 y una decisión individualizada entre ningún tratamiento antitrombótico y un anticoagulante oral si el índice es igual a 1.20 En caso de usar ácido acetilsalicílicopara la prevención del accidente cerebrovascular en pacientes con FA, la dosis diaria correcta es de 81 a 325 mg/día. No hay datos que indiquen la superioridad de una dosis concreta en la prevención de tromboembolias. En pacientes con un índice CHADS2 mayor de 1 que no toleren la anti- coagulación con warfarina o un NACO, el tratamiento de combinación con ácido acetilsalicílico y el antiagregante clopidogrel es más eficaz que el ácido acetilsalicílico en monoterapia para la prevención de com- plicaciones tromboembólicas.21 El beneficio potencial del tratamiento combinado con ácido acetilsalicílico más clopidogrel podría superar el riesgo mayor de complicaciones en pacientes de alto riesgo que no sean buenos candidatos a recibir warfarina o un NACO. Warfarina e inhibidores directos de la trombina Un metaanálisis de los principales estudios aleatorizados clínicos que comparaban la warfarina con placebo en la prevención de tromboem- bolias en pacientes con FA demostró que la warfarina reducía el riesgo de todos los accidentes cerebrovasculares (isquémicos y hemorrágicos) en aproximadamente un 60%.9 El INR objetivo debería estar entre 2 y 3. Este intervalo de INR supone el mejor equilibrio entre prevención del accidente cerebrovascular y complicaciones hemorrágicas. En la práctica clínica, mantener el INR en el intervalo terapéutico ha resultado muy complejo y una gran proporción de pacientes tienen con frecuencia INR por debajo de 2. Un gran estudio prospectivo de centros comunitarios puso de manifiesto que el promedio de tiempo en el intervalo terapéutico de los pacientes tratados con warfarina solo era el 66%, y que el tiempo en el intervalo terapéutico era inferior al 60% en el 34% de los pacientes.22 Es importante mantener el INR en 2 o más porque una reducción incluso relativamente pequeña del INR, de 2 a 1,7, multiplica por más de 2 el riesgo de accidente cerebrovascular. El riesgo anual de una complicación hemorrágica importante durante la anticoagulación con warfarina está en el intervalo del 1 al 2%, y un factor predictivo sólido de episodios hemorrágicos importantes es un INR superior a 3. Por ejemplo, el riesgo de hemorragia intracraneal es aproximadamente el doble con un INR de 4 que de 3. Esto resalta la importancia de mantener el INR en 2-3. Algunos estudios han indicado que la edad avanzada es un factor de riesgo de hemorragia intracraneal en pacientes con FA tratados con warfarina. El problema de las complicaciones hemorrágicas podría llevar a algunos clínicos a decantarse por el uso de ácido acetilsalicílico o uno de los NACO en pacientes ancianos. Sin embargo, los datos exis- tentes indican que el cociente entre riesgos y beneficios de la warfarina y los NACO es más favorable que el del ácido acetilsalicílico, incluso en pacientes mayores de 75 años.23 Está bien establecido que ciertos factores genéticos influyen en la dosis de warfarina necesaria para mantener el INR en el intervalo terapéutico. Se han identificado varios polimorfismos de nucleótido único que afectan al metabolismo de la warfarina. Los algoritmos basados en factores farmacogenéticos y clínicos mejoran la precisión de la iniciación de la dosis de warfarina, comparado con los algo- ritmos basados únicamente en factores clínicos.24 Se necesitan más estudios para determinar si los beneficios clínicos del genotipificado Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 735 Fib rilació n au ricu lar: m an ifestacio n es clín icas, m ecan ism o s y tratam ien to g lo b al 38 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . de los candidatos a recibir warfarina justifican el coste de las pruebas genéticas (v. capítulo 8). Nuevos anticoagulantes orales Los inhibidores directos de la trombina y los inhibidores del factor Xa tienen varias ventajas respecto a los antagonistas de la vitamina K como la warfarina: la más notable de ellas es un régimen de dosis fijas que elimina la necesidad de controlar una prueba analítica como el INR. El dabigatrán, un inhibidor directo de la trombina, y el rivaroxabán y el apixabán, inhibidores del factor Xa, están aprobados por la Food and Drug Administration (FDA) estadounidense para la prevención del accidente cerebrovascular/embolias en pacientes con FA no valvular. Los estudios aleatorizados clínicos pusieron de manifiesto que los tres NACO eran no inferiores o superiores a la warfarina en cuanto a eficacia y seguridad en pacientes con FA no valvular que tenían factores de riesgo de accidente cerebrovascular.25 Uno de los riesgos más graves de la anticoagulación es la hemorragia intracraneal. Estudios recientes han indicado que el riesgo de hemorragia in- tracraneal es cerca de un 50% menor con NACO que con warfarina.26 Los NACO, además de eliminar la necesidad de seguimiento analítico, tienen otras ventajas respecto a la warfarina: menos interacciones farmacológicas, ninguna interacción con alimentos y comienzo rápido de la acción que elimina la necesidad de un tratamiento de transición. Sin embargo, también presentan algunos inconvenientes comparado con la warfarina: mayor coste, más efectos secundarios digestivos en el caso del dabigatrán, pauta de dos veces al día para el dabigatrán y el apixabán, y ausencia de una prueba analítica sencilla para verificar el cumplimiento. Además, estos fármacos no pueden usarse con seguridad en pacientes con enfermedad renal grave. Otra limitación es que no existen compuestos que reviertan específicamente todos los NACO. La FDA acaba de aprobar el idarucizumab, un fragmento de anticuerpo que revierte los efectos anticoagulantes del dabigatrán en minutos.27 El concentrado de complejo de protrombina es capaz de revertir el efecto anticoagulante de los NACO,28 pero aún no contamos con antídotos específicos y de acción rápida para el rivaroxabán y el apixabán. A pesar de todo, en muchos pacientes con FA las ventajas de los nuevos anticoagulantes superan los inconvenientes. Hay estudios más antiguos que muestran la utilización insuficien- te de warfarina en pacientes con FA y factores de riesgo de accidente cerebrovascular. La inconveniencia y los riesgos potenciales del fármaco probablemente contribuían a su uso escaso. Sin embargo, el empleo insuficiente de un anticoagulante oral en pacientes con FA sigue produciéndose incluso con la introducción de los NACO o en pacientes con un índice CHA2-DS2-VASc de 3 o mayor.29 Las principales sociedades profesionales han incorporado recomen- daciones sobre el uso de los inhibidores directos de la trombina y el factor Xa en sus directrices actualizadas más recientes sobre el tratamiento de la FA. Las directrices de práctica de ACC/AHA/HRS recomiendan el dabigatrán, el rivaroxabán y el apixabán como alternativas útiles a la warfarina para la prevención del accidente cerebrovascular o embolia sistémica en pacientes con FA no valvular paroxística o persistente y factores de riesgo de accidente cerebrovascular.2 Esta recomendación se limita a pacientes sin válvulas protésicas, con un aclaramiento de creatinina superior a 15 ml/min y sin alteraciones de la coagulación por hepatopatía avanzada. Las directrices de la ESC recomiendan el dabigatrán, el rivaroxabán y el apixabán en pacientes con FA en los cuales resulta difícil el mantenimiento de un INR terapéutico durante el tratamiento con warfarina y señalan que hay que considerar uno de estos NACO en vez de la warfarina ajustada según la dosis en la mayoría de los pacientes con FA no valvular, de acuerdo con sus beneficios clínicos netos.13 Estas directrices recomiendan no usar NACO en pacientes con un aclaramiento de creatinina inferiora 30 ml/min. Los resultados de un estudio clínico prospectivo aleatorizado y análisis post hoc de otros tres estudios aleatorizados clínicos indican que los NACO son tan eficaces como la warfarina para la prevención de complicaciones tromboembólicas asociadas a la cardioversión.30 Esto se mantiene independientemente de si se realiza o no un ecocardiograma transesofágico (ETE) antes de la cardioversión para buscar trombos en la aurícula izquierda. El inicio de la acción del dabigatrán, del rivaroxabán y del apixabán está en torno a 1,5-2 h después de la dosis. La semivida del dabigatrán y del apixabán oscila entre 10 y 16 h, y la del rivaroxabán, 5-9 h. Estos anticoagulantes pierden la mayor parte de su efecto en las 24 h siguientes a su suspensión. El rápido inicio y eliminación de la acción obvia la nece- sidad de tratamiento de transición con heparina cuando se interrumpe la administración de uno de los NACO por una intervención quirúrgica o invasiva. Datos recientes indican que el riesgo de complicaciones periintervención importantes no es significativamente diferente entre los pacientes sometidos a ablación por catéter de la FA durante un tratamiento mantenido con warfarina y aquellos anticoagulados con un NACO cuando la última dosis de este se administra 1-2 días antes de la intervención y la pauta se reinicia 6 h después de esta, sin tratamiento de transición.31 Heparina de bajo peso molecular La heparina de bajo peso molecular (HBPM) tiene una semivida más prolongada que la heparina no fraccionada y un efecto antitrombó- tico predecible que se logra con una dosis fija administrada por vía subcutánea dos veces al día. Como la inyección de HBPM puede ser autoadministrada fuera del hospital, es una alternativa práctica a la heparina no fraccionada para iniciar la anticoagulación con warfarina en pacientes con FA. El tratamiento de transición con HBPM se mantiene hasta que el INR sea igual o mayor a 2. Debido a su alto coste, la HBPM casi nunca se usa en la práctica clínica como sustituta de la anticoagulación convencional a largo plazo. La HBPM se usa típicamente como transición temporal a la anticoagulación terapéutica cuando se inicia el tratamiento con warfarina o en pacientes de alto riesgo durante unos días antes y después de una intervención médica o dental si se ha suspendido la anticoagulación con warfarina. Escisión o cierre de la orejuela de la aurícula izquierda Cerca del 90% de los trombos de la aurícula izquierda se forman en la orejuela de la aurícula izquierda (OAI), y por este motivo la escisión o cierre eficaz de la OAI debería reducir enormemente el riesgo de complicaciones tromboembólicas en pacientes con FA. Las técnicas quirúrgicas consisten en escisión o cierre mediante suturas o grapado. La eficacia de estas técnicas es variable y probablemente dependiente de la propia técnica y del operador.32 Hay que realizar un ETE tras el cierre quirúrgico de la OAI para confirmar el cierre efectivo antes de suspender la anticoagulación. En los últimos años se han desarrollado varios dispositivos percutá- neos de oclusión y sutura de la OAI como alternativa a las técnicas de cierre quirúrgico. Estos dispositivos alcanzan su máxima utilidad en pacientes de alto riesgo con FA que no toleran o rechazan tomar un anticoagulante oral. El único dispositivo de oclusión percutánea aprobado por la FDA específicamente para la prevención del accidente cerebrovascular como alternativa a la warfarina es el WATCHMAN. Este tapón de nitinol recubierto de tejido fenestrado pasó a estar ampliamente disponible para uso clínico al ser aprobado por la FDA en 2015. Tras implantar el WATCHMAN mediante un acceso por la vena femoral y cateterización transeptal es necesaria la anticoagulación con warfarina durante al menos 45 días, momento en el cual se puede suspender si no hay indicios en el ETE de flujo peridispositivo. El estudio clínico y los datos de registro más recientes indicaron una tasa de éxito del implante de 95% y una tasa de complicaciones de la intervención del 2-3% aproximadamente, siendo la más frecuente el derrame pericárdico que precisó drenaje.32 Cerca del 95% de los pacientes son capaces de suspender la warfarina a los 45 días del implante. Los datos de estudios clínicos han demostrado la no inferioridad del WATCHMAN comparado con la warfarina en la prevención del accidente cerebrovascular y un riesgo significativamente menor de accidente cerebrovascular hemorrágico en el seguimiento a largo plazo.32 Otro dispositivo usado en EE. UU. para la oclusión de la OAI es el LARIAT. Este dispositivo tiene la aprobación de la FDA como método para la aproximación de tejidos blandos (no prevención de accidentes cerebrovasculares) y se ha usado en la práctica clínica con una indicación no recogida en la ficha técnica en EE. UU. y Europa para la oclusión de la OAI. Se inserta una guía con punta magnéti- ca en la aurícula izquierda tras la cateterización transeptal y se coloca en la punta de la OAI y funciona como raíl para un lazo epicárdico. La entrada en el espacio pericárdico se logra mediante un abordaje percutáneo. Se inserta un lazo con una sutura preligada y se dirige hacia Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 736 A rr it m iA s, m u er te s ú bi tA y s ín co pe V la OAI. La sutura preligada se tensa entonces hasta ocluir la OAI. En un gran registro multicéntrico el cierre completo de la OAI se conseguía en el 94% de 712 pacientes.33 Hubo un fallecimiento relacionado con la intervención y se produjo perforación cardíaca en el 3,4% de los pacientes, con necesidad de cirugía a corazón abierto para reparar la perforación en el 1,4% de los casos.33 No contamos con datos de estudios clínicos que pongan de manifiesto la eficacia del LARIAT en la prevención del accidente cerebrovascular. TRATAMIENTO AGUDO DE LA FIBRILACIÓN AURICULAR Los pacientes que acuden al servicio de urgencias por la FA suelen tener una frecuencia ventricular alta, y el control de la frecuencia ventricular se consigue más rápido con diltiacem o esmolol intravenoso. Si el paciente está inestable hemodinámicamente, puede ser apropiada la cardioversión transtorácica inmediata. Hay que realizar un ETE antes de la cardiover- sión para descartar trombos en la aurícula izquierda si la FA lleva más de 48 h o su duración es indeterminada y el paciente no está ya anticoagulado. Si el paciente se encuentra hemodinámicamente estable, la decisión de restablecer el ritmo sinusal mediante cardioversión depende de varios factores, como síntomas, episodios anteriores de FA, edad, tamaño de la aurícula izquierda y tratamiento con FAA presente. Por ejemplo, en un paciente anciano cuyos síntomas se resuelven una vez que la frecuencia ventricular queda controlada y que ya ha tenido recidivas precoces de la FA a pesar del tratamiento farmacológico de control del ritmo no suele ser apropiado hacer más intentos de cardioversión. Sin embargo, la cardioversión es habitualmente correcta en pacientes con FA sintomática que se presentan con un primer episodio de FA o han estado en ritmo sinusal durante largos períodos entre los episodios anteriores. Si se decide la cardioversión para un paciente hemodinámicamente estable que se presenta con una FA que no parece ser autolimitada, hay que tomar dos decisiones terapéuticas: cardioversión precoz o demorada y cardioversión farmacológica o eléctrica. Las ventajas de la cardioversión precoz son alivio rápido de los síntomas, evitar la necesidad de ETE o anticoagulación terapéutica durante 3-4 semanas antes de la cardioversión si esta se realiza en las 48 h siguientes al inicio de la FA y posiblemente un riesgomenor de recidiva precoz de la FA debido a menos remodelación auricular (v. capítulo 36). Un motivo para retrasar la cardioversión es la falta de ETE en un paciente no anticoagulado con FA de duración incierta o superior a 48 h. Otros motivos son trombos en la aurícula izquierda detectados por el ETE (v. capítulo 14), sospecha (basada en episodios anteriores de FA) de que la FA se convertirá espontáneamente en unos pocos días o una causa corregible de FA (p. ej., hipertiroidismo). Cuando la cardioversión se realiza pronto en el transcurso de un episodio de FA, existe la opción de que sea farmacológica o eléctrica. La cardioversión farmacológica tiene la ventaja de que no precisa anestesia general ni sedación profunda. Además, la probabilidad de una recidiva inmediata de la FA es menor con la cardioversión farmacológica que con la eléctrica. Sin embargo, la cardioversión farmacológica se asocia con el riesgo de efectos adversos de los medicamentos y no es tan eficaz como la eléctrica. No es probable que la cardioversión farmacológica sea eficaz si la duración de la FA supera 7 días. Los fármacos que pueden administrarse por vía intravenosa para la cardioversión de la FA son la ibutilida, la procainamida y la amiodarona. En los episodios de FA de duración inferior a 2-3 días la eficacia es de aproximadamente el 60-70% con ibutilida, el 40-50% con amiodarona y el 30-40% con procainamida. Para minimizar el riesgo de prolongación del QT y taquicardia ventricular polimorfa (torsades de pointes; v. capítulo 39), la ibutilida se restringe a los pacientes con una fracción de eyección mayor del 35%. También puede intentarse la cardioversión farmacológica aguda de la FA con fármacos orales en pacientes sin cardiopatía estructural. Los fármacos orales más usados en la conversión aguda de la FA son la propafenona (300-600 mg) y la flecainida (100-200 mg). Resulta prudente administrar estos fármacos bajo vigilancia en su primer uso. Si no se observan efectos secundarios adversos, el paciente podría ser un candidato apropiado para el tratamiento con FAA episódicos autoadministrados en régimen ambulatorio. La eficacia de la cardioversión transtorácica se acerca al 95%. Los choques con ondas bifásicas convierten la FA más eficazmente que los de ondas monofásicas y permiten el uso de menos choques de energía, de modo que la piel no se irrita tanto. La energía apropiada para el primer choque con ondas bifásicas es de 150 a 200 J, seguida de choques más potentes en caso necesario. Si un choque bifásico de 360 J resulta infructuoso, hay que perfundir ibutilida antes de aplicar otro choque porque reduce la energía necesaria para la desfibrilación y mejora la tasa de éxito de la cardioversión transtorácica. La cardioversión transtorácica no siempre restablece el ritmo sinusal. El aumento de la energía del choque o la perfusión de ibutilida suele resultar en el éxito de la cardioversión repetida. El segundo tipo de fracaso es la recidiva inmediata de la FA a los pocos segundos de una conversión eficaz al ritmo sinusal. Esto se produce en aproximadamente el 25% de los episodios de duración inferior a 24 h y en el 10% de los que llevan presentes más de 24 h. En este tipo de fracaso de la cardioversión resulta inútil aumentar la energía del choque. Si el paciente no ha estado recibiendo un fármaco oral controlador del ritmo, la perfusión de ibutilida podría ser útil para prevenir la reaparición inmediata de la FA. Tanto si la cardioversión es farmacológica como eléctrica será necesaria una anticoagulación terapéutica durante 3 semanas o más antes de la cardioversión para prevenir complicaciones tromboembólicas en caso de que la FA se haya mantenido más de 48 h. Si no está claro cuándo comenzó la FA, hay que asumir por seguridad que la duración es superior a 48 h. Estos pacientes deben recibir anticoagulación terapéutica durante 4 semanas después de la cardioversión para prevenir complicaciones tromboembólicas que pueden producirse por aturdimiento auricular. Si sabemos que la duración de la FA es inferior a 48 h, se puede realizar la cardioversión sin anticoagulación. Con el fin de mejorar el margen de segu- ridad tal vez sea apropiado usar un punto de corte de 24 h para la duración de la FA que permita una cardioversión segura sin anticoagulación. Es posible que haya aturdimiento auricular y fenómenos tromboembólicos tras la cardioversión en pacientes con trastornos concomitantes, incluso con FA de menos de 48 h, y resulta apropiado anticoagular durante 4 semanas cuando el índice CHA2-DS2-VASc es mayor de 2.34 Si la duración de la FA es mayor de 48 h o incierta, una alternativa a las 3 semanas de anticoagulación terapéutica antes de la cardioversión es la anticoagulación con heparina y ETE para comprobar si hay trombos en la aurícula izquierda. Si no se observan trombos, es posible realizar una cardioversión segura, pero el paciente sigue precisando 4 semanas de anticoagulación terapéutica después de la intervención para prevenir tromboembolias relacionadas con el aturdimiento auricular. El beneficio clínico principal del abordaje dirigido por ETE respecto al convencional es que el ritmo sinusal se restablece varias semanas antes. Comparado con el abordaje convencional, no se ha encontrado que la estrategia con ETE reduzca el riesgo de accidente cerebrovascular o hemorragias mayores ni afecte a la proporción de pacientes que sigue estando en ritmo sinusal a las 8 semanas de la cardioversión. TRATAMIENTO A LARGO PLAZO DE LA FIBRILACIÓN AURICULAR Control farmacológico de la frecuencia frente a control del ritmo Varios estudios aleatorizados han comparado una estrategia de control de la frecuencia con otra de control del ritmo en pacientes con FA. Global- mente, esos estudios han puesto de manifiesto una tasa significativamente menor de reingreso con la estrategia de control de la frecuencia, sin diferencias significativas en los demás resultados importantes, como mortalidad por todas las causas, accidentes cerebrovasculares, hemo- rragias, empeoramiento de la insuficiencia cardíaca o calidad de vida.35 Los resultados de esos estudios aleatorizados no deben aplicarse sistemáticamente a todos los pacientes con FA. Es importante tener en cuenta que muchos pacientes en los brazos de control de ritmo de esos estudios seguían teniendo FA, y que los posibles efectos beneficiosos del ritmo sinusal respecto a la FA podrían haber sido anulados por efectos adversos de los FAA. Además, muchos de los pacientes incluidos en esos estudios eran ancianos y con una FA mínimamente o nada sintomática. La decisión de poner en práctica una estrategia de control del ritmo en vez de la frecuencia debería ser individualizada teniendo en cuenta varios factores: naturaleza, frecuencia y gravedad de los síntomas; período de tiempo que la FA lleva presente continuadamente en pacientes con FA persistente; tamaño de la aurícula izquierda; trastornos Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 737 Fib rilació n au ricu lar: m an ifestacio n es clín icas, m ecan ism o s y tratam ien to g lo b al 38 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . concomitantes; respuesta a cardioversiones previas; edad; efectos secundarios y eficacia de los FAA ya usados para tratar al paciente; y preferencia del paciente. Los estudios aleatorizados demostraron convincentemente que la estrategia de control de la frecuencia es preferible a la de control del ritmo en pacientes asintomáticos o mínimamente sintomáticos de 65 años o más. Si la FA es persistente, resulta razonable restablecer el ritmo sinusal con FAA o cardioversión transtorácicaal menos una vez en pacientes menores de 65 años y en pacientes de 65 años o más con FA sintomática a pesar de un buen control de la frecuencia cardíaca. Si la FA lleva más de 1 año presente o el diámetro de la aurícula izquierda es muy grande (> 5 cm), hay una probabilidad elevada de recidiva precoz de la FA, y esto debe tenerse en cuenta a la hora de decidir la mejor estrategia. Tras la cardioversión, la decisión de mantener al paciente con FAA para retrasar el siguiente episodio de FA se basa en la preferencia del paciente, el riesgo percibido de recidiva precoz de la FA y la duración del ritmo sinusal entre cardioversiones anteriores. El tratamiento con cardioversión sin FAA diarios es aceptable si los episodios de FA están distanciados por al menos 6 meses. El tratamiento con un fármaco controlador del ritmo es apropiado cuando la FA reaparece a los pocos meses de la cardioversión. El objetivo más realista del tratamiento con FAA en pacientes con FA persistente es retrasar la aparición del siguiente episodio al menos unos meses, no varios años. Suele ser correcto mantener el tratamiento con un FAA concreto en una dosis constante si las recidivas de la FA se limitan a un episodio al año, aproximadamente. En pacientes con FA paroxística sintomática la intensidad con la que se aplica una estrategia de control del ritmo debería estar determinada por la frecuencia y gravedad de los síntomas, y lo bien que se toleren los FAA. Es más probable que el tratamiento farmacológico se considere eficaz si se recuerda a los pacientes que el objetivo del mismo no es la supresión completa de la FA sino una reducción clínicamente significa- tiva de la frecuencia, duración y gravedad de los episodios. La estrategia farmacológica de control del ritmo no siempre requiere una administración diaria de FAA. El tratamiento farmacológico episódico (abordaje de «pastilla de bolsillo») es útil en pacientes cuyos episodios de FA son relativamente infrecuentes. El tratamiento farmacológico episódico es una opción razonable en pacientes que conocen sin lugar a dudas cuándo empiezan y terminan los episodios de FA y que tienen FA aislada o con cardiopatía estructural mínima exclusivamente. Un régimen típico de FAA consiste en un fármaco de la clase IC (flecainida o propafenona) más un β-bloqueante de acción corta (p. ej., propranolol) o antagonista del calcio (p. ej., verapamilo) para el control de la frecuencia. Muchos pacientes con episodios infrecuentes prefieren este abordaje porque elimina las molestias, el coste y los posibles efectos secundarios del tratamiento profiláctico diario. Sin embargo, los pacientes que resultan incapacitados por síntomas graves durante la FA tal vez prefieran el tratamiento profiláctico diario incluso con episodios infrecuentes. Muchos pacientes con FA sintomática tienen también episodios asin- tomáticos. Por este motivo es apropiado el tratamiento antitrombótico diario para prevenir episodios tromboembólicos en todos los pacientes tratados por FA recidivante, ya sea persistente o paroxística, o se use una estrategia de control del ritmo o de la frecuencia. La elección de ningún tratamiento, un anticoagulante oral, ácido acetilsalicílico o ácido acetilsalicílico más clopidogrel debería estar determinada por un análisis de los factores de riesgo. Control farmacológico de la frecuencia Una frecuencia ventricular excesivamente rápida en la FA suele resultar en síntomas molestos y menor tolerancia al esfuerzo, y puede causar una miocardiopatía inducida por taquicardia si se mantiene semanas o meses. Las frecuencias cardíacas óptimas durante la FA varían según la edad y deberían ser similares a las frecuencias cardíacas que tendría un paciente con un grado de esfuerzo determinado durante el ritmo sinusal. Hay que valorar el control de la frecuencia cardíaca en reposo y con esfuerzo. En reposo la frecuencia ventricular ideal en la FA está en 60-80 latidos/min. Durante el esfuerzo ligero-moderado (p. ej., caminar rápido), el objetivo de frecuencia debería ser de 90 a 115 latidos/min. En el ejercicio pesado la frecuencia ideal está en torno a 120-160 latidos/min. La valoración óptima del grado de control de la frecuencia cardíaca se realiza con un registro Holter ambulatorio de 24 h o una prueba de ejercicio. Los fármacos orales para el control a largo plazo de la frecuencia cardíaca en los pacientes con FA son la digital, los β-bloqueantes, los antagonistas del calcio y la amiodarona. Los compuestos de primera línea en el control de la frecuencia son los β-bloqueantes y los antagonis- tas del calcio verapamilo y diltiacem. A menudo se usa una combinación para mejorar la eficacia o limitar los efectos secundarios al permitir el uso de dosis menores de los fármacos individuales. En pacientes con disfunción del nódulo sinusal y síndrome de taquicardia-bradicardia el uso de un β -bloqueante con actividad simpaticomimética intrínseca (pindolol, acebutolol) podría lograr el control de la frecuencia sin agravar la bradicardia sinusal. Es posible que la digital controle bien la frecuencia en reposo, pero no suele conseguir un control adecuado con el esfuerzo. Sin embargo, su uso para el control de la frecuencia de la FA resulta controvertido porque se ha demostrado que la digital aumenta el riesgo de mortalidad por todas las causas, especialmente en pacientes con FA.36 La amiodarona se usa mucho menos en el control de la frecuencia que los demás compuestos dromótropos negativos por el riesgo de toxicidad de órganos asociado al tratamiento a largo plazo. La amiodarona es una opción correcta para el control de la frecuencia si los demás fármacos no se toleran o son ineficaces. Por ejemplo, la amiodarona sería una opción apropiada en pacientes con FA persistente, insuficiencia cardíaca y enfermedad reactiva de las vías respiratorias que no toleran antagonistas del calcio ni β-bloqueantes, y que tienen una frecuencia ventricular rápida a pesar del tratamiento con digital. Puede ser difícil lograr un control estricto de la frecuencia cardíaca con fármacos. De acuerdo con los resultados de un solo estudio aleato- rizado que puso de manifiesto la ausencia de diferencias significativas en los resultados principales entre una estrategia de control permisiva (frecuencia en reposo < 110 latidos/min) y otra estricta (frecuencia cardíaca en reposo < 80 latidos/min, frecuencia en el ejercicio mode- rado < 110 latidos/min), es razonable la estrategia permisiva de control de la frecuencia si el paciente se mantiene asintomático y la función sistólica del ventrículo izquierdo no está comprometida.2 Sin embargo, el control estricto de la frecuencia sigue siendo un objetivo adecuado para el alivio de los síntomas, mejora de la capacidad funcional y evitar la miocardiopatía inducida por taquicardia en el seguimiento a largo plazo. Control farmacológico del ritmo Los resultados de estudios publicados sobre la eficacia de los FAA para la FA indican que todos los fármacos existentes excepto la amiodarona tienen una eficacia similar y se asocian con una reducción del 50-60% en la posibilidad de FA recidivante durante 1 año de tratamiento. El único fármaco que sobresale por ser más eficaz que los demás es la amiodarona. En estudios que compararon directamente la amiodarona con el sotalol o fármacos de la clase I, la amiodarona resultó un 60-70% más eficaz en la supresión de la FA. Sin embargo, debido al riesgo de toxicidad de órganos, la amiodarona no es un tratamiento farmacológico apropiado de primera línea en muchos pacientes con FA. Como la eficacia de los demás fármacos de control del ritmo está en el mismo intervalo global, la elección de un FAA para prevenir la FA suele estar determinada por la seguridad y los efectos secundarios. La proarritmia ventricular por fármacos de la clase IA (quinidina, procainamida, disopiramida) y clase III (sotalol, dofetilida, dronedarona, amiodarona) se manifiesta por la prolongacióndel QT y taquicardia ventricular polimorfa (torsades de pointes). Los factores de riesgo de este tipo de proarritmia son sexo femenino, disfunción del ventrículo izquierdo e hipopotasemia. El riesgo de torsades de pointes parece ser mucho menor con dronedarona y amiodarona que con los demás fármacos de la clase III. La proarritmia ventricular de los fármacos de la clase IC (flecainida y propafenona) se manifiesta por taquicardia ventricular monomorfa, en ocasiones asociada con ensanchamiento del complejo QRS durante el ritmo sinusal pero no con prolongación del QT. Los fármacos con más probabilidad de resultar en proarritmia ventricular son la quinidina, la flecainida, el sotalol y la dofetilida. En los estudios controlados estos compuestos multiplicaban por 2-6 el riesgo de taquicardia ventricular. Los acontecimientos adversos o efectos secundarios de los fármacos resultantes en la suspensión del tratamiento farmacológico son bas- tante frecuentes con los fármacos controladores del ritmo: las tasas de abandono descritas llegan al 40%.37 Las mejores opciones de tratamiento farmacológico para suprimir la FA dependen de los trastornos concomitantes del paciente. En pacientes con FA aislada o cardiopatía mínima (p. ej., hipertrofia leve del ventrículo izquierdo), la flecainida, la propafenona, el sotalol y la dronedarona Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 738 A rr it m iA s, m u er te s ú bi tA y s ín co pe V son tratamientos de primera línea razonables, y pueden plantearse la amiodarona y la dofetilida si los compuestos de primera línea resultan ineficaces o no se toleran. En pacientes con una hipertrofia sustancial del ventrículo izquierdo (espesor de la pared del ventrículo izquierdo > 15 mm), la hipertrofia aumenta el riesgo de proarritmia ventricular, y las opciones farmacológicas más seguras son la amiodarona y la dronedarona.2 En aquellos con enfermedad arterial coronaria (EAC) se ha encontrado que varios de los fármacos de la clase I aumenta el riesgo de muerte, y las opciones de primera línea más seguras son la dofetilida y el sotalol, mientras que la amiodarona se reserva como fármaco de segunda línea. En pacientes con insuficiencia cardíaca varios FAA se han visto asociados con aumento de la mortalidad, y los dos últimos fármacos que sabemos que tienen un efecto neutro sobre la mortalidad son la amiodarona y la dofetilida (v. capítulo 36). Cuando la aprobó la FDA, ya se sabía que la dronedarona aumenta la mortalidad en la insuficiencia cardíaca de clase IV de la New York Heart Association (NYHA) o en pacientes con un episodio reciente de insuficiencia cardíaca descompensada. Tras su aprobación, los grupos de pacientes en los cuales está contraindicada la dronedarona aumentaron por los resultados de un estudio aleatorizado clínico que finalizó antes de tiempo por efectos adversos farmacológicos importantes.38 Hay que evitar la dronedarona en pacientes de 65 años o más con FA permanente y EAC, accidente cerebrovascular previo o insuficiencia cardíaca sintomática, y en aquellos de 75 años o más con hipertensión y diabetes. Control del ritmo con fármacos distintos de los antiarrítmicos Ciertos estudios experimentales indican que los inhibidores de la enzima conversora de la angiotensina (IECA) y los antagonistas del receptor de angiotensina (ARA) tienen efectos favorables sobre la remodelación eléctrica y estructural (v. capítulo 34). Esto explica por qué algunos estudios han mostrado que los IECA y ARA previenen la FA. Sin embargo, otros estudios han puesto de manifiesto lo contrario. Un metaanálisis demostró que los efectos beneficiosos más sólidos se han observado con ARA y en pacientes con insuficiencia cardíaca.39 Sin embargo, la calidad de los datos de los estudios de metaanálisis era baja y en el momento actual no hay datos suficientes a favor del uso de IECA y ARA con el único objetivo de prevenir la FA. Algunos indicios indican que las estatinas previenen la FA, quizás por sus efectos antiinflamatorios. Una revisión sistemática de 16 estudios observacionales demostró una reducción del 12% en el riesgo relativo de FA de nueva aparición y del 15% de la FA recidivante en pacientes tratados con estatinas.40 Sin embargo, un metaanálisis de 11 estudios aleatoriza- dos clínicos concluyó que las estatinas no previenen la FA en pacientes que no se hayan sometido a cirugía a corazón abierto.40 Por tanto, los datos existentes no respaldan el uso de estatinas para la prevención de la FA. Los ácidos grasos poliinsaturados (AGPI) w -3 tienen efectos antiin- flamatorios y antioxidantes y también pueden ejercer efectos directos sobre canales iónicos. Los estudios epidemiológicos indicaron que el aceite de pescado podría prevenir la FA, lo que llevó a varios estudios aleatorizados clínicos que valoraron la eficacia de los AGPI en la pre- vención de la FA. Estos estudios recogieron resultados contradictorios, pero los datos predominantes apuntan a que el consumo diario de AGPI o aceite de pescado no previene la FA recidivante tras la cardioversión o episodios de FA paroxística.41 TRATAMIENTO NO FARMACOLÓGICO DE LA FIBRILACIÓN AURICULAR Marcapasos para prevenir la fibrilación auricular Se han realizado múltiples estudios para determinar si varios tipos de marcapasos auriculares son capaces de prevenir o poner fin a la FA. Globalmente no hay indicios convincentes de que ninguno de ellos sea eficaz en la prevención o finalización de episodios de FA, y por este motivo no están indicados los marcapasos auriculares para la prevención de la FA en pacientes sin bradicardia. En pacientes con indicación de marcapasos por bradicardia y FA paroxística o episodios repetidos de FA persistente los datos existentes respaldan claramente el uso de marcapasos auriculares y programación para minimizar la cuantía de control ventricular del ritmo.42 Ablación por catéter de la fibrilación auricular La ablación por catéter elimina fiable y permanentemente varios tipos de arritmias, como la taquicardia por reentrada del nódulo auriculoven- tricular (TRNAV) y las taquicardias mediadas por vías accesorias (v. capítulos 36 y 37). Se consiguen tasas de éxito superiores al 95% cuando el sustrato de la arritmia está bien definido y localizado, y se mantiene estable en el tiempo. Por el contrario, el sustrato arrítmico de la FA no se conoce bien, habitualmente está diseminado, varía según los pacientes y puede ser progresivo. Además, varios factores que promueven la FA no son tratables simplemente con la ablación por catéter, como trastornos concomitantes (p. ej., hipertensión, obesidad, apnea obstructiva del sueño), remodelación estructural de las aurículas, factores inflamatorios y factores genéticos (v. capítulo 7). Por este motivo, mientras que las recidivas tardías de la TRNAV o de las vías de conducción accesorias son muy infrecuentes, la FA reaparece más de 2 o 3 años después de una intervención de ablación inicialmente eficaz. Selección de pacientes Dadas las limitaciones de la ablación por catéter de la FA, suele ser apro- piado tratar al paciente con al menos un fármaco controlador del ritmo antes de plantear la ablación con catéter. Esto se aplica especialmente a la FA persistente porque la eficacia de la ablación por catéter es menor en la FA persistente que en la paroxística. Los candidatos más adecuados a la ablación por catéter tienen FA sintomática que afecta a su calidad de vida y no están respondiendo bien al tratamiento farmacológico. El candidato ideal presenta FA aislada o con cardiopatía estructural solo mínima. La recomendación de ablación por catéter depende de la gravedad de los síntomas, carga de FA, respuestasprevias al tratamiento farmacológico o la cardioversión transtorácica y probabilidad de éxito estimada. La ablación por catéter tiene menos posibilidades de resultar eficaz cuando la aurícula izquierda está enormemente dilatada o si la FA lleva más de 3 o 4 años siendo persistente. La ablación por catéter de la FA está contraindicada por lo general en pacientes con trombos en la aurícula izquierda o que no pueden tolerar la anticoagulación durante al menos 6-8 semanas después de la ablación. La ablación por catéter también es habitualmente inapropiada en personas asintomáticas con un índice CHA2-DS2-VASc superior a 1 cuya única motivación para someterse a la técnica es eliminar la ne- cesidad de anticoagulación. Aunque suele reservarse a pacientes que no han respondido bien al tratamiento con FAA, la ablación por catéter de la FA también puede ser un tratamiento correcto de primera línea en pacientes menores de 35 años con FA sintomática, pacientes con disfunción del nódulo sinusal en los cuales los FA probablemente provocarán la necesidad de un marcapasos permanente y aquellos que expresan vehementemente su preferencia por la ablación antes que el tratamiento farmacológico. Ablación por catéter de radiofrecuencia Una fuente de energía usada habitualmente para la ablación por catéter de la FA es la radiofrecuencia (RF). La energía de RF se suministra punto por punto, típicamente asociada a un sistema cartográfico elec- troanatómico tridimensional como guía de navegación y con el fin de crear un registro visual de las zonas ya sometidas a la ablación (fig. 38-7). Con el fin de mejorar la precisión anatómica se puede superponer el mapa electroanatómico de la aurícula izquierda con una imagen de tomografía computarizada o resonancia magnética de la aurícula izquierda y las venas pulmonares (VP) o una imagen ecográfica generada por ecocardiografía intracardíaca. Un determinante importante de la profundidad de la lesión y durabilidad es la fuerza de contacto, y los catéteres de ablación con RF de la última generación proporcionan al operador información inmediata sobre este parámetro. Debido a su importancia en la precipitación y mantenimiento de los episodios de FA, casi todas las estrategias de ablación incluyen el ais- lamiento eléctrico de las VP (fig. 38-8). Esto suele bastar en pacientes con FA paroxística y en ocasiones es suficiente para aquellos con FA persistente. El aislamiento de la VP se consigue mediante la ablación de orificios o bien ablación de un área amplia a 1-2 cm de los orificios, en las regiones antrales de las VP. La mayor parte de los datos existentes Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 739 Fib rilació n au ricu lar: m an ifestacio n es clín icas, m ecan ism o s y tratam ien to g lo b al 38 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . indican que la ablación de un área amplia es más eficaz que la ablación de orificios, probablemente porque también se ocupa de impulsores presentes en el antro, fuera de la propia VP.43 Los precipitantes de la FA también pueden surgir de otras venas torácicas, como vena cava superior, seno coronario y vena de Marshall. Una vez aisladas las VP, la perfusión de isoproterenol es útil para determinar si hay precipitantes fuera de las VP. Se han usado varias estrategias de ablación para la FA persistente tras el aislamiento de las VP: ablación lineal a lo largo del techo de la aurícula izquierda, istmo mitral o istmo cavotricuspídeo; ablación de electrogramas auriculares fraccionados complejos (EAFC) en la aurícula izquierda, seno coronario o aurícula derecha; varias combinaciones de ablación lineal y de EAFC; y ablación de plexos ganglionares.43 El criterio de valoración de la ablación por catéter de la FA persistente es completar un grupo de lesiones predeterminado (en cuyo caso el ritmo sinusal se restablece mediante cardioversión) o bien ablación escalonada hasta que la FA pase a ritmo sinusal. Estudios aleatorizados recientes han demostrado que el aislamiento de la VP antral es tan eficaz como el aislamiento de VP más ablación lineal y/o ablación de EAFC.44,45 Un nuevo abordaje en la ablación de la FA se basa en la hipótesis de que la FA se mantiene por fuentes localizadas, ya sean rotores o impulsos focales.5 El procesamiento de la señal mediante software patentado permite la identificación de los impulsos focales y rotores que quedan marcados para la ablación con RF durante episodios mantenidos de FA. En uno de los primeros estudios clínicos que usó este abordaje se logró poner fin o ralentizar la FA mediante ablación de las fuentes localizadas en el 86% de los casos. Con una mediana de 9 meses de seguimiento, el 82% de los pacientes carecían de FA frente al 45% de los pacientes de un grupo de control sometidos a ablación convencional.5 Estos primeros resultados indican que la modulación de impulsos focales y rotores puede mejorar los resultados de la ablación por catéter de la FA. Sin embargo, estudios más recientes en pacientes con FA paroxística, persistente y persistente de larga evolución no han confirmado los resultados iniciales de la ablación de rotores y/o impulsos focales. La ausencia de FA/taquicardia auricular (TA) con una sola intervención sin FAA a los 6-18 meses de seguimiento solo alcanzó el 17-21% en esos estudios.46,47 Por tanto, aunque la modificación de rotores e impulsos focales es potencialmente un paso importante con vistas a conocer el mecanismo de la FA, no se ha establecido su utilidad clínica en los pacientes que vayan a someterse a ablación por catéter. Cuando se evalúa la eficacia de la ablación por catéter de la FA, habitualmente se omiten las recidivas de la FA en los primeros 3 meses tras la ablación. Un período de omisión de 3 meses excluye las recidivas precoces que están causadas por una respuesta inflamatoria transitoria o maduración incompleta de la lesión. Incluso en pacientes con FA sintomática las recidivas postablación pueden ser asintomáticas. Por este motivo la evaluación precisa de la eficacia requiere control durante al menos 7 días y preferiblemente durante 1 mes con un dispositivo capaz de detectar episodios asintomáticos de FA. Lo ideal es realizar el control a los 6 y 12 meses. La monitorización continua en busca de FA recidivante es posible en pacientes que tienen un marcapasos o DAI y una derivación auricular. Un monitor cardíaco en miniatura con telemetría sin cables insertado para el registro a distancia (Reveal LINQ) también permite la monitorización intensiva de una posible FA postablación.48 Se han descrito intervalos muy amplios de tasas de éxito para la ablación por catéter de RF en la FA. Con catéteres de ablación de la última generación en manos de operadores experimentados la ausencia de FA/TA sin FAA a los 12 meses tras una sola intervención es por lo general del 70-75% para la FA paroxística49,50 y del 50-60% en la FA persistente.44,45 La FA recidivante tras el aislamiento de VP en pacientes con FA paroxística se atribuye con más frecuencia a la reconexión eléctrica de una o más VP, pero en ocasiones está causada por precipitantes o impulsores de la FA que tienen su origen en estructuras como la vena cava superior o el seno coronario, o en las propias aurículas. Tras el reaislamiento de las VP y ablación de los precipitantes fuera de las VP es posible anticipar una eficacia a los 12 meses del 85-90%. La reintervención de ablación en pacientes con FA persistente suele consistir en reaislamiento de las VP en caso necesario, y ablación adicional dirigida a modificar el sustrato abordando los EAFC o creando líneas de bloqueo de la conducción
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