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1617© 2019. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos PERSPECTIVA GENERAL Y DEFINICIÓN, 1617 EPIDEMIOLOGÍA, 1617 FACTORES ETIOLÓGICOS ESPECÍFICOS, 1618 Virus, 1618 Bacterias, 1620 Protozoos, 1621 Helmintos, 1622 Factores físicos, incluidos efectos farmacológicos adversos, 1623 PATOGENIA, 1623 Infección vírica, 1623 Inmunidad innata, 1624 Inmunidad adquirida, 1625 Remodelación cardíaca, 1626 SÍNDROMES CLÍNICOS, 1626 ABORDAJES DIAGNÓSTICOS, 1627 Pruebas de laboratorio, 1627 Pruebas de imagen cardíacas, 1627 Biopsia endomiocárdica, 1628 PRONÓSTICO, 1628 TRATAMIENTO, 1628 PERSPECTIVAS FUTURAS, 1629 BIBLIOGRAFÍA, 1629 79 Miocarditis LESLIE T. COOPER JR. Y KIRK U. KNOWLTON PERSPECTIVA GENERAL Y DEFINICIÓN En su sentido más amplio, el término miocarditis se refiere a cualquier infla- mación del miocardio, que puede producirse después de cualquier tipo de lesión del corazón, como lesiones isquémicas, traumatismos mecánicos y miocardiopatías genéticas. Sin embargo, de forma más específica, la miocarditis clásica se refiere a la inflamación del músculo cardíaco que se produce como resultado de la exposición a antígenos externos concretos, como virus, bacterias, parásitos, toxinas o fármacos, o a desencadenantes internos, como la activación autoinmune contra autoantígenos. Aunque la infección vírica sigue siendo la causa más frecuente de la miocarditis, la hipersensibilidad a los fármacos y las reacciones farmacológicas tóxicas, otras infecciones y la miocardiopatía periparto también pueden producir miocarditis. La patogenia de la miocarditis es un paradigma clásico de lesión cardíaca seguida por la respuesta inmunológica del huésped como inflamación cardíaca. La incidencia relativa de las causas víricas está evolucionando constantemente a medida que disponemos de nuevas herramientas diagnósticas basadas en la epidemiología molecular. De hecho, más de 20 virus se han asociado a la miocarditis, y actualmente los más frecuentes son el parvovirus B19 (B19V) y el virus del herpes humano 6.1 Históricamente, los enterovirus, como el virus de Coxsackie B, han sido los patógenos que más se han identificado, y las cepas de enterovirus siguen utilizándose mucho en modelos de la enfermedad en roedores.2 Si la respuesta inmunitaria del huésped es excesiva o inapropiada, la inflamación puede destruir el tejido del corazón de forma aguda o puede persistir y producir remodelación cardíaca que conduce a miocardiopatía dilatada (MCD), insuficiencia cardíaca o la muerte. Afortunadamente, en la mayoría de los pacientes, la miocarditis clínica suele ser autolimitada, si disponen del apoyo y de los cuidados de seguimiento adecuados. En muchos casos, el virus se elimina con éxito y la respuesta inmunitaria se regula de forma descendente. Sin embargo, en algunos pacientes persiste una reacción autoinmune frente a antígenos endógenos más allá de esta fase, y puede producirse disfunción cardíaca persistente. En ocasiones, los genomas víricos permanecen en el corazón, con o sin inflamación aguda.3 Con frecuencia se han detectado genomas víricos en las muestras de las biopsias endomiocárdicas (BEM) de pacientes con MCD, y pueden indicar una infección relacionada con la enfermedad. Como se analiza en este capítulo, gracias a los nuevos conocimientos para entender la fisiopatología de la miocarditis y a los nuevos tratamientos para esta enfermedad, las perspectivas para los pacientes afectados siguen mejorando. EPIDEMIOLOGÍA Globalmente, el número de casos de miocarditis en 2015 era aproxi- madamente de 2,2 millones, un incremento respecto a 1,48 millones de casos en la población mundial en 2013.4 En 2015 hubo 200.000 muertes aproximadamente en los hombres y 150.000 en las mujeres por miocarditis y miocardiopatía, con una tasa de mortalidad de 5-6 por cada 100.000 hombres y 4-5 por cada 100.000 mujeres (fig. 79-1). La carga de miocarditis como porcentaje de insuficiencia cardíaca prevalente varía según la edad y la región entre el 0,5 y el 4%.5 En las series de casos clínicos de muerte súbita, la miocarditis es a menudo la tercera causa más frecuente detrás de la miocardiopatía hipertrófica y de la enfermedad arterial coronaria ateroesclerótica y congénita. La miocarditis es responsable de la muerte cardiovascular súbita en el 2% de los lactantes, el 5% de los niños y el 5-14% de los deportistas jóvenes, aproximadamente.6,7 La tasa global de miocarditis fue del 3% (6 de 200) en autopsias de pacientes con muerte súbita en Japón.8 Esta tasa debe contemplarse en el contexto de una tasa de diagnóstico no seleccionado de miocarditis, el 0,11% de 377.841, en autopsias registradas en Japón entre 1958 y 1977. La miocarditis es responsable de una minoría considerable de casos de MCD (v. también capítulos 21 y 77). En una revisión de series de casos de MCD de 1978 a 1995 en los que se realizó BEM, la incidencia de miocarditis confirmada mediante biopsia varió considerablemente, entre el 0,5 y el 67%, con una media del 10,3%. Los datos del Pediatric Cardiomyopathy Registry estadounidense, en el que el 46% (222/485) de los niños con una causa identificada de MCD tenían miocarditis, son ilustrativos de los informes recientes. Igual que en la mayoría de las series de casos de MCD, solo una minoría de los niños de esta serie, el 34% de 1.426, tenía una causa específica de MCD identificada.9 La mayoría de las series de casos clínicos muestran predominio masculino, que puede estar determinado por las hormonas sexuales. La prevalencia de miocarditis como causa de miocardiopatía es relativamente alta en el primer año de vida, baja entre los 2 y los 11 años, y sube de nuevo desde la pubertad hasta los 40 años. La prevalencia de miocarditis en la población general es más alta probablemente, porque la prueba diagnóstica, la BEM, se emplea con poca frecuencia fuera de los centros sanitarios de referencia. Los distintos criterios histológicos que se utilizan para definir la miocarditis son responsables de algunas de las variaciones de la preva- lencia de la miocarditis que se observan. Los criterios de Dallas estándar definen la miocarditis idiopática como un infiltrado inflamatorio del miocardio con necrosis y/o degeneración de los miocitos adyacentes que no es típica de las lesiones isquémicas que se asocian a la enfer- medad arterial coronaria (fig. 79-2A y tabla 79-1).10 Estos criterios se han cuestionado debido a la variabilidad de la interpretación entre los lectores, la falta de valor pronóstico y la baja sensibilidad (que se debe, en parte, a errores de muestreo). Las tinciones inmunohistoquímicas específicas que detectan antígenos celulares, como anti-CD3 (linfocitos T), anti-CD68 (macrófagos) y antígenos leucocíticos humanos de las clases I y II (fig. 79-2B), pueden tener más sensibilidad para los infil- trados pequeños que la tinción de hematoxilina-eosina. Los marcadores de la actividad del complemento, como C4d, también se encuentran Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1618 En fE rm Ed a d Es d El m io ca rd io , d El p Er ic a rd io y d El l Ec h o v a sc u la r pu lm o n a r IX habitualmente en los corazones nativos con miocardiopatía. Las tinciones inmunohistoquímicas más nuevas tienen un valor predictivo mayor para los episodios cardiovasculares que los criterios de Dallas.11 La presencia de genomas víricos en el tejido cardíaco puede indicar miocarditis infecciosa activa. Después de un trasplante, la presencia de genomas víricos en el material de la biopsia del miocardio predice episodios futuros de rechazo y pérdida del injerto en los niños.12 Los virus de los que habitualmente se hacen pruebas cuando sesospecha miocarditis son B19V, adenovirus, citomegalovirus, enterovirus, virus de Epstein-Barr, virus de la hepatitis C, los virus del herpes simple 1, 2 y 6 y de la gripe A y B. Se han propuesto nuevos criterios de diagnóstico basados en un número de copias mayor del B19V o en la evidencia de replicación vírica activa.2 En los estudios epidemiológicos en los que no es posible la BEM universal, se han utilizado clasificaciones diagnósticas basadas en síndromes clínicos, biomarcadores y/o anomalías en las pruebas de imagen13 (tabla 79-2). FACTORES ETIOLÓGICOS ESPECÍFICOS En la mayoría de los casos, la miocarditis se inicia por un episodio desencadenante, como una infección o la exposición a un fármaco o toxina, que activa la respuesta inmunitaria. Un subconjunto de los casos se debe a anomalías inmunológicas primarias en el paciente afectado. Las técnicas avanzadas en virología, inmunología y biología molecular han demostrado que la miocarditis puede tener muchas causas posibles. Casi todos los microorganismos infecciosos se han asociado a la miocarditis. Sin embargo, en la práctica clínica suele ser difícil identificar un factor etiológico específico. Virus Las infecciones víricas se han considerado una de las causas infecciosas más frecuentes de la miocarditis (tabla 79-3). Las primeras evidencias de la infección por virus y su asociación a la miocarditis y la pericarditis se obtuvieron durante los brotes de gripe, poliomielitis, sarampión, y parotiditis y en casos de pleurodinia asociada a infección por enterovirus.14 Las técnicas virológicas y moleculares modernas han demostrado que los adenovirus, los enterovirus y los parvovirus se encuentran entre los microorganismos infecciosos que se identifican con más frecuencia en la miocarditis. La incidencia precisa causada por estos microorganismos varía geográfica y temporalmente. Sin embargo, en los metaanálisis, la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) en pacientes con sospecha clínica de miocarditis o miocardiopatía a los que se les practicó una biopsia cardíaca demostró que el virus podía identificarse con una frecuencia 3,8 veces superior en los pacientes con miocarditis que en los sujetos de control. Otras evidencias indican que la persistencia de genoma vírico en los pacientes con miocardiopatía se asocia a una mayor disfunción ventricular y a resultados peores durante el seguimiento. Enterovirus, incluido el virus de Coxsackie. El virus de Coxsackie es un miembro del género Enterovirus, familia Picornaviridae. Es un virus lítico sin envoltura. Las proteínas de la cápside albergan un genoma de ARN de cadena simple, positiva, de 7,4 kb. A lo largo de la historia, en los estudios sobre las causas de la miocarditis, los enterovirus como el virus de Coxsackie B3 o los virus ECHO se han identificado de forma habitual en un subgrupo de pacientes con una frecuencia mayor que en los sujetos de control. Con el uso de técnicas moleculares, como la PCR y la hibridación FIGURA 79-1 A. Número global de muertes con un intervalo de incertidumbre del 95% entre las mujeres (rojo) y entre los hombres (azul) por miocardiopatía y miocarditis entre 1990 y 2015. B. Tasa de mortalidad global por cada 100.000 personas con un intervalo de incertidumbre del 95% entre las mujeres (rojo) y entre los hombres (azul) por miocardiopatía y miocarditis entre 1990 y 2015. (Tomado del Global Burden of Disease Project, Institute for Health Metrics and Evaluation database. Imagen provista por Greg A. Roth, MD, MPH, y Catherine O. Johnson, Division of Cardiology, University of Washington, Institute for Health Metrics and Evaluation. Heymans S, Eriksson U, Lehtonen J, Cooper LT Jr: The quest for new approaches in myocarditis and inflammatory cardiomyopathy. J Am Coll Cardiol 2016;68:2348-64.) FIGURA 79-2 A. Miocarditis aguda con infiltrado linfocítico e histiocítico extenso (flecha) y lesión de los miocitos asociada (punta de flecha). B. Inmunotinción CD3 de los linfocitos T en un paciente con miocarditis aguda. (Por cortesía de Dylan Miller, MD. Tomado de Cooper LT: Myocarditis. N Engl J Med 2009;360:1526.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1619 M io card itis 79 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . in situ, el genoma de enterovirus se ha identificado en el corazón del 15-30% de los pacientes con miocarditis y en el 7-30% de las muestras con MCD, aunque la incidencia varía considerablemente en diferentes estudios. La infección por el virus de Coxsackie cumple los criterios de los postulados de Koch como causa de la miocarditis en los seres humanos: se puede encontrar habitualmente en las lesiones de la enfermedad; se ha aislado en un cultivo puro procedente de pacientes con miocarditis; y cuando se inocula en un ratón puede reproducir la enfermedad, y después puede recuperarse del corazón del ratón infectado. El virus de Coxsackie es un pariente cercano del poliovirus y del rinovirus, que se han estudiado extensamente. Aunque los fenotipos patológicos son diferentes, las muchas similitudes en los ciclos de replicación vírica han facilitado la comprensión de los mecanismos por los que el virus de Coxsackie puede causar enfermedad. Generalmente, el virus de Coxsackie entra en el huésped a través del sistema gastrointestinal o respiratorio. Utiliza el receptor virus de Coxsackie-adenovirus (CAR), una proteína de adhesión transmembrana, como receptor primario para entrar en la célula. Puede causar una amplia gama de síndromes clínicos, como meningitis, erupciones cutáneas, enfermedad respiratoria aguda, miositis esquelética y miocarditis. Más recientemente, la evaluación de pacientes con miocarditis ha demostrado una disminución de la prevalencia de enterovirus en el miocardio. Esto es especialmente evidente en Europa occidental. La razón de esta disminución no está clara, pero puede estar relacionada con una inmunidad de grupo que se produce después de un período prolongado de exposición al virus. La incidencia más baja también puede confundirse por los brotes estacionales de infecciones por enterovirus, lo que hace que la incidencia exacta dependa de los brotes. Adenovirus. Los adenovirus son virus ADN sin envoltura que también utilizan el CAR (adenovirus de tipos 2 y 5), así como las integrinas, como receptores para entrar en la célula diana. La cápside de los adenovirus alberga un genoma de ADN de doble cadena. Generalmente, los adenovirus infectan la superficie de las mucosas. El genoma del adenovirus se ha identificado consistentemente en un subgrupo de pacientes con miocarditis. En los pacientes con miocarditis se ha registrado una incidencia tan alta como del 23% y tan baja como inferior al 2%.15 Aunque los mecanismos de la infección por adenovirus se han estudiado con gran detalle en cultivos celulares y en otras enfermedades, ha sido un desafío estudiar la miocarditis causada por adenovirus debido a las dificultades para identificar un modelo adecuado en ratones usando los mismos adenovirus que afectan a los seres humanos. Parvovirus. En la última década se ha dedicado mucha atención al papel del parvovirus B19 (B19V) del género Eritrovirus en la patogenia de la miocarditis debido a la alta prevalencia de ADN B19V en los corazones de pacientes con miocarditis. El parvovirus es un virus sin envoltura, con un genoma de ADN de cadena simple y positiva de aproximadamente 5,6 Kb. Los seres humanos son el único huésped conocido del B19V, por lo que es difícil estudiarlo en modelos animales, pero existe información de ejemplos de miocarditis en ratones estimulados con la proteína VP1 de la cápside o anticuerpos contra el VP1.15Su receptor primario es globósido, también conocido como antígeno del grupo P. Este antígeno se encuen- tra principalmente en los progenitores eritroides, los eritroblastos y los megacariocitos. También se ha demostrado que se expresa en las células endoteliales. Este hallazgo puede ser importante por su función en la patogenia de la miocarditis. Se cree que la infección generalmente se transmite por vía respiratoria. La incidencia de la infección en la población general es alta, existe evidencia de infección por el B19V confirmada aproximadamente en el 50% de los niños de 15 años, y se ha detectado IgG dirigida contra el B19V hasta en el 80% de los pacientes ancianos.16 Utilizando la PCR, se ha identificado el genoma del PVB en el 11 al 56% de los pacientes con miocarditis y en el 10 al 51% de los pacientes con MCD. Debido a la alta prevalencia del B19V en la población general, hay que seguir investigando su función patógena. En un estudio en el que se evaluó el B19V mediante inmunohistoquímica y PCR, los investigadores observaron que el virus podía detectarse mediante análisis inmunohis- toquímico en el 65% de los pacientes con miocarditis, en el 35% de los pacientes con MCD y en el 8% de los corazones de control sin inflamación. Se evaluó la carga viral por el número de copias del genoma en las mues- tras que fueron positivas para B19V en el análisis inmunohistológico. La carga viral fue significativamente mayor en los pacientes con miocarditis aguda, después en los pacientes con MCD, y fue la más baja en las personas con el corazón sano, sin inflamación.17 Además, solo se detectó replicación del ARN vírico intermedia en los pacientes con inflamación TABLA 79-1 Diagnóstico de la miocarditis mediante biopsia endomiocárdica: criterios de Dallas dEfiniciÓn Miocarditis idiopática: «infiltrado inflamatorio del miocardio con necrosis y/o degeneración de los miocitos adyacentes que no son típicas de las lesiones isquémicas asociadas a la enfermedad arterial coronaria» clasificaciÓn Primera biopsia • Miocarditis con/sin fibrosis • Miocarditis límite (puede estar indicado repetir la biopsia) • Sin miocarditis Biopsia posterior • Miocarditis en curso (persistente) con o sin fibrosis • Miocarditis que se está resolviendo (curación) con o sin fibrosis • Miocarditis resuelta (curada) con o sin fibrosis dEscripTorEs infilTrado inflamaTorio fiBrosis Distribución Focal, confluente, difuso Endocárdica, intersticial Extensión Leve, moderado, grave Leve, moderado, grave Tipo Linfocítico, eosinófilo, granulomatoso, de células gigantes, neutrófilo, mixto Perivascular, de sustitución Modificado de Leone O, Veinot JP, Angelini A, et al: 2011 Consensus statement on endomyocardial biopsy from the Association for European Cardiovascular Pathology and the Society for Cardiovascular Pathology. Cardiovasc Pathol 2012;21:245. TABLA 79-2 Clasificación clínica de tres fases para el diagnóstico de la miocarditis según el grado de certeza diagnóstica caTEGorÍa diaGnÓsTica criTErio confirmaciÓn hisTolÓGica BiomarcadorEs, anomalÍas dEl EcG o dE las pruEBas dE imaGEn compaTiBlEs con miocardiTis TraTamiEnTo nEcEsario Miocarditis aguda subclínica posible En el contexto clínico de una lesión del miocardio posible sin síntomas cardiovasculares, pero con al menos uno de los siguientes: Aumento de los biomarcadores de lesión cardíaca Hallazgos en el ECG que indican lesión cardíaca Anomalías de la función cardíaca en el ecocardiograma o la RMC Ausente Obligatorios Desconocido Miocarditis aguda probable En el contexto clínico de una lesión del miocardio posible con síntomas cardiovasculares y al menos uno de los siguientes: Aumento de los biomarcadores de lesión cardíaca Hallazgos en el ECG que indican lesión cardíaca Anomalías de la función cardíaca en el ecocardiograma o la RMC Ausente Obligatorios Por el síndrome clínico Miocarditis definitiva Evidencias histológicas o inmunohistológicas de miocarditis Presente No obligatorios Adaptado para la causa específica RMC, resonancia magnética cardíaca. Modificado de Sagar S, Liu PP, Cooper LT, Jr: Myocarditis. Lancet 2012;379:738. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1620 En fE rm Ed a d Es d El m io ca rd io , d El p Er ic a rd io y d El l Ec h o v a sc u la r pu lm o n a r IX del corazón. También se ha determinado que los indicios de transcripción vírica se asocian a un transcriptoma miocárdico anómalo del huésped.18 Estos hallazgos indican que la cantidad de ADN vírico del B19V se asocia al fenotipo patológico. Es importante mencionar que el virus se encontró en las células endoteliales y no en las células del miocardio. Otros estudios indican una función de espectador del B19V en la miocarditis en los adultos,16 en la que la persistencia de títulos bajos del B19V es un hallazgo frecuente, pero que no tiene relación con la lesión del miocardio que se está desarrollando. Es necesario investigar más para determinar los mecanismos por los cuales el B19V podría contribuir a la miocarditis y la miocardiopatía. Virus de la inmunodeficiencia humana. El aumento de la supervi- vencia de los pacientes con infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) (v. también capítulo 82) ha afectado a la incidencia de cardiopatías en esta población. Se producido un cambio de la enfermedad miocárdica y pericárdica a una incidencia más alta de enfermedad arterial coronaria. En series retrospectivas y en estudios de autopsias de pacientes infectados con el VIH, la incidencia de la afección cardíaca varió del 25 al 75%. Las presentaciones cardiovasculares clínicas que se asocian a la infección por el VIH son miocarditis, pericarditis, MCD, arritmias y enfermedades vasculares. Se ha observado miocarditis con infiltración linfocítica en el 40 al 52% de los pacientes que mueren del síndrome de la inmunodeficiencia adquirida (sida). Sin embargo, parece que la incidencia de las miocardiopatías ha disminuido al aumentar el tratamiento antirretroviral, especialmente en relación con la MCD, la enfermedad pericárdica y las arritmias. La incidencia de miocardiopatías, miocarditis y enfermedades del pericardio se relaciona con la gravedad de la infección por el VIH, que se mide por un recuento bajo de CD4+ o por títulos víricos altos. Debido a los cambios continuos del tratamiento para la infección por el VIH, no está clara la incidencia exacta de las miocardiopatías, pero siguen siendo un problema. Además, muchos pacientes de regiones del mundo en vías de desarrollo no reciben tratamiento antirretroviral de gran actividad y pueden presentarse con cardiopatía. Aunque la infección por el VIH puede estar asociada a disfunción ventricular, no se conocen completamente los mecanismos por los que se produce esto, pero es posible que participen la activación de citocinas y la alteración de células inmunitarias que afectan a la función cardíaca. No existen pruebas convincentes de que el VIH infecte directamente el miocardio. La patogenia de la miocardiopatía asociada al VIH se complica por la infección con patógenos asociados a la inmunodepresión, la malnutrición y otros efectos contradictorios. En la época posterior a la terapia antirretroviral, los síndromes coronarios agudos y la enfermedad arterial coronaria son las principales enfermedades cardiovasculares en pacientes infectados por VIH en EE. UU.19 Virus de la hepatitis C. Parece que la infección por el virus de la hepatitis C se asocia, principalmente, a la miocardiopatía en los países asiáticos, como Japón. En los pacientes que participaron en el Myocarditis Treatment Trial se identificó una baja incidencia de anticuerposcontra el virus de la hepatitis C (4,4%). Sin embargo, esta tasa de ocurrencia era más alta que la de la población general de EE. UU. (1,8%). Es posible que la mayor incidencia de la infección por el virus de la hepatitis C en la MCD se relacione con la mayor incidencia general de esta infección en Asia. En las muestras de biopsia del miocardio de pacientes con miocardiopatía se ha demostrado la presencia del genoma vírico de la hepatitis C, y en los pacientes muy afectados se ha observado un aumento de los títulos de anticuerpos séricos. También se ha descrito que el fenotipo asociado al virus de la hepatitis C comprende la miocardiopatía hipertrófica, lo que indica que la hepatitis C puede tener un efecto directo sobre el crecimiento y la hipertrofia de las células miocárdicas. Generalmente, se observa miocarditis sintomática entre la primera y la tercera semanas de la enfermedad. Se ha informado de que la función cardíaca puede volver a la normalidad tras la eliminación del virus. Virus de la gripe. La infección por el virus de la gripe A es una causa bien conocida de miocarditis, y hay que tener en cuenta esta asociación durante los brotes periódicos de gripe A. No se conoce la incidencia exacta de miocarditis en los brotes de gripe A, pero, en general, se considera que está en el rango del 5%. Durante las pandemias, como la H1N1 de 2009, se produce miocarditis en el 5 al 15% de los casos, diagnosticada por los cambios en el electrocardiograma (ECG) y por la presencia de síntomas cardíacos. Algunos casos se manifiestan con miocarditis fulminante. Generalmente, el análisis histopatológico demuestra la presencia del infiltrado inflamatorio típico de la miocarditis.20 Bacterias Otros patógenos no víricos, como bacterias y parásitos, pueden afectar al corazón y, en algunos casos, activar una reacción inmunitaria. Prácticamente, cualquier microorganismo bacteriano puede causar disfunción miocárdica, pero esto no significa necesariamente que las bacterias hayan infectado el miocardio. En los casos de sepsis u otras infecciones bacterianas graves, la disfunción del miocardio suele atribuirse a la activación de mediadores inflamatorios (v. capítulo 23). Sin embargo, hay que destacar que la infección sanguínea causada por prácticamente cualquier infección bacteriana puede producir focos metastásicos en el miocardio. Este hallazgo se asocia con más frecuencia a la endocarditis bacteriana. Es bien conocido que algunas infecciones bacterianas tienen efectos específicos sobre el corazón que pueden estar mediados por la infección directa o por la activación de mecanismos inflamatorios. Las más frecuentes son la difteria, la cardiopatía reumática y las infecciones estreptocócicas. Infección por Corynebacterium. La afectación del miocardio por Corynebacterium diphtheriae es una complicación grave y es la causa más frecuente de muerte en la difteria. Hasta en la mitad de los casos mortales, pueden encontrarse pruebas de afectación cardíaca. Los estudios realizados en la última década indican evidencias de afectación del miocardio en el 22-28% de los pacientes. La incidencia global ha disminuido en los países desarrollados debido a la vacunación, pero también ha habido un aumento del número de individuos no protegidos en los países desarrollados. Esto puede estar relacionado con la evitación de la vacuna. C. diphtheriae produce una exotoxina que daña gravemente el miocardio y el sistema de conducción cardíaco. La lesión cardíaca se debe a la liberación de esta exotoxina, que inhibe la síntesis de proteínas al interferir en los mecanismos de translación del huésped. Parece que la toxina tiene una afinidad por el sistema de conducción cardíaco. Tanto la antitoxina como los antibióticos son importantes en el tratamiento de la difteria. Infección estreptocócica. La complicación cardíaca que más se detecta después de la infección por estreptococos β-hemolíticos es la fiebre reumática aguda, seguida por la valvulopatía reumática aproxi- madamente en el 60% de los pacientes. En muy pocas ocasiones, los estreptococos pueden producir una miocarditis no reumática distinta de TABLA 79-3 Causas de la miocarditis virus y TrasTornos vÍricos BacTErias y TrasTornos BacTErianos cardioToXinas mEdiadorEs y facTorEs dE hipErsEnsiBilidad Adenovirus* B19V Citomegalovirus* Fiebre amarilla Parotiditis Poliovirus Rabia Rubéola VIH* Virus de Coxsackie B* Virus de Epstein-Barr Virus de la gripe Virus de la hepatitis C Virus de la varicela-zóster Virus del herpes simple Chlamydia Cólera Enfermedad de Lyme Espiroquetas Fiebre recurrente Leptospirosis Mycoplasma Neisseria Salmonella Staphylococcus Streptococcus Sífilis Tuberculosis Tétanos Arsénico Catecolaminas Cobre Cocaína* Enfermedad de Chagas Etanol* Fármacos antraciclina* Leishmaniosis Mercurio Metales pesados Monóxido de carbono Paludismo Plomo Protozoos Cefalosporinas Clozapina Diuréticos Enfermedad de Kawasaki Granulomatosis de Wegener Hipereosinofilia Litio Mordeduras de serpientes Picaduras de insectos Sarcoidosis Sulfonamidas Tetraciclina Toxoide tetánico Trastornos sistémicos *Causa frecuente de miocarditis. Modificado de Elamm C, Fairweather D, Cooper LT: Pathogenesis and diagnosis of myocarditis. Heart J 2012;98:835. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1621 M io card itis 79 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . la carditis reumática aguda cuando afectan al corazón. Esta entidad clínica se caracteriza por la presencia de un infiltrado intersticial compuesto de células mononucleares con leucocitos polimorfonucleares ocasionales, que puede ser focal o difuso. A diferencia de la cardiopatía reumática, la miocarditis estreptocócica generalmente coincide con la infección aguda o se produce algunos días después de la faringitis. Son frecuentes las alteraciones electrocardiográficas, como elevación del ST y prolongación de los intervalos PR y QT. Entre las secuelas menos frecuentes se encuen- tran la muerte súbita, las alteraciones de la conducción y las arritmias. Tuberculosis. Es poco frecuente que Mycobacterium tuberculosis afec- te al miocardio (no la pericarditis tuberculosa). La afectación del miocardio se produce por diseminación hematógena o linfática, o directamente desde estructuras contiguas, y puede causar enfermedad nodular, miliar o infiltrante difusa. En ocasiones se producen arritmias, como fibrilación auricular y taquicardia ventricular, bloqueo auriculoventricular completo, insuficiencia cardíaca, aneurismas del ventrículo izquierdo y muerte súbita. Enfermedad de Whipple. Aunque la afectación abierta es infre- cuente, la lipodistrofia intestinal, o enfermedad de Whipple, se asocia a afección cardíaca en muchos casos. Pueden encontrarse macrófagos positivos para ácido peryódico de Schiff en el miocardio, el pericardio, las arterias coronarias y las válvulas cardíacas de los pacientes con este trastorno. Con la microscopia electrónica se han observado estructuras con forma de varilla en el miocardio, similares a las encontradas en el intestino delgado, que representan el microorganismo causante de la enfermedad, Tropheryma whipplei, un bacilo gramnegativo relacionado con los actinomicetos. También puede haber un infiltrado inflamatorio y focos de fibrosis. La fibrosis valvular puede ser lo suficientemente grave como para causar insuficiencia aórtica y estenosis mitral. Aunque, por lo general, es asintomática, las alteraciones electrocardiográficas inespecíficas son más frecuentes; pueden producirse soplos sistólicos, pericarditis, bloqueo cardíaco completo e incluso insuficiencia cardíaca congestiva evidente. La antibioterapiaparece ser eficaz para el tratamiento de la enfermedad básica, pero pueden producirse recaídas, a menudo más de 2 años después del diagnóstico inicial. Carditis de Lyme. La enfermedad de Lyme está causada por una espiroqueta que se transmite por garrapatas (Borrelia burgdorferi). Por lo general, comienza durante los meses de verano con una erupción característica (eritema crónico migratorio), seguido por afectación neu- rológica aguda, articular o cardíaca, generalmente con pocas secuelas a largo plazo. Los primeros estudios indican que hasta un 10% de los pacientes con enfermedad de Lyme que no se tratan muestran evidencias de afectación cardíaca transitoria; la manifestación más frecuente es el bloqueo auriculoventricular de grado variable. Sin embargo, debido al uso temprano de antibióticos, la carditis de Lyme se considera ahora una manifestación infrecuente.21 Solo el 1,1% de los pacientes con enfermedad de Lyme comunicados a los Centers for Disease Control (CDC) presentaban carditis de Lyme.22 El síncope causado por un bloqueo cardíaco completo es frecuente cuando está afectado el corazón, porque suele producirse depresión de los ritmos de escape ventriculares asociada. Las anomalías difusas del segmento ST y de la onda T son transitorias y generalmente asintomáticas. Una gammagrafía con galio anómala es compatible con la afectación cardíaca, y la demostración de espiroquetas en muestras de biopsia del miocardio en los pacientes con carditis de Lyme indica un efecto cardíaco directo. Los pacientes con bloqueo cardíaco com- pleto o de segundo grado deben hospitalizarse y someterse a un control electrocardiográfico continuo. Los pacientes con bloqueo de alto grado pueden necesitar estimulación transvenosa temporal con marcapasos durante 1 semana o más. Se cree que los antibióticos pueden prevenir las complicaciones posteriores y que pueden acortar la duración de la enfermedad, por lo que se utilizan habitualmente en los pacientes con carditis de Lyme. Está indicado el uso de antibióticos intravenosos, aunque pueden utilizarse antibióticos orales cuando la afectación cardíaca es leve. Los corticoesteroides pueden reducir la inflamación y el edema del miocardio, lo que, a su vez, puede acortar la duración del bloqueo cardíaco. Se cree que el tratamiento de las primeras manifestaciones de la enfermedad previene el desarrollo de complicaciones tardías. Protozoos La enfermedad de Chagas es una de las principales causas de la miocardiopatía no isquémica en todo el mundo, aunque la incidencia está cambiando. En una historia notable del descubrimiento, a princi- pios del siglo XX, Carlos Chagas identificó casi sin ayuda el parásito, Trypanosoma cruzi, que causa la entidad que ahora se conoce como enfermedad de Chagas. También dilucidó el ciclo de vida relativamente complejo del parásito en las zonas rurales pobres de Brasil.23 El parásito reside y se replica en un huésped infectado, como un armadillo o un gato doméstico. Después infecta a insectos triatominos, como los insectos redúvidos hematófagos que se alimentan de la sangre de los portadores vertebrados infectados. El triatomino actúa como vector de la infección cuando pica a un ser humano, depositando el parásito con sus heces en el área de la herida de la picadura, la conjuntiva u otras mucosas. Una vez dentro del individuo infectado, el parásito se replica e infecta los órganos diana, como el corazón. La infección parasitaria de los miocitos cardíacos y la activación de la función inmunitaria asociada dañan el corazón y otros órganos, dando lugar a las manifestaciones clínicas de la enfermedad de Chagas, la figura 79-3 se presenta el ciclo de vida.24 La enfermedad de Chagas es endémica en las zonas rurales pobres de América Central y América del Sur (fig. e79-1). La distribución está cambiando para incluir áreas más urbanas y áreas tradicionalmente no endémicas debido a la migración de personas infectadas de las zonas rurales a las zonas urbanas. Las iniciativas para controlar los vectores en las zonas endémicas y la detección sistemática intensiva en los bancos de sangre han reducido la incidencia global de esta enfermedad. En la década de los ochenta, 17,4 millones de personas estaban infectadas en 18 países endémicos.25 En 2010, se estimó que el número de personas infectadas se había reducido a cerca de 5,7 millones. En 1990, se calculó que se habían diagnosticado 700.000 casos nuevos cada año. En 2010, ese número se había reducido a 29.925. Del mismo modo, el número de muertes anuales por la enfermedad de Chagas ha disminuido, de 50.000 por año en 1990 a alrededor de 12.500 por año.24,26 Sin embargo, al mismo tiempo que la enfermedad de Chagas está disminuyendo a nivel global, la incidencia en el mundo desarrollado está aumentando debido a la inmigración desde áreas endémicas. Se estima que actualmente hay alrededor de 238.000 personas infectadas con T. cruzi en EE. UU.27 Esto tiene implicaciones importantes en relación con las transfusiones de sangre y la donación de órganos, ya que el microorganismo infeccioso puede transferirse desde el donante al receptor –una consideración especialmente importante para los receptores de trasplantes inmunodeprimidos–. Generalmente, los síntomas de la infección por T. cruzi comienzan 1-2 semanas después de la picadura de un triatomino infectado o hasta unos meses después de una transfusión de sangre infectada. La carga parasitaria puede afectar a la gravedad de la presentación clínica. La fase aguda se acompaña de la presencia de parásitos en los frotis de sangre y dura 4-8 semanas. Durante esta fase de la infección, los pacientes más afectados son asintomáticos o tienen una enfermedad febril leve, subaguda. Otras manifestaciones potenciales son adenopatía, hepatomegalia, miocarditis y meningoencefalitis. Las anomalías cardiovasculares durante la fase aguda pueden comprender cambios no específicos del ECG, bloqueo auriculoventricular de primer grado y cardiomegalia en la exploración radiológica del tórax. La muerte se produce debido a la miocarditis o la meningoencefalitis en menos del 5-10% de los pacientes sintomáticos. Los síntomas de la enfermedad se resuelven espontáneamente hasta en el 90% de los pacientes. De estos, alrededor del 60-70% nunca desarrollan manifestaciones de la enfermedad de Chagas crónica, incluso en ausencia de tratamiento con fármacos tripanocidas, pero estos pacientes son seropositivos durante toda su vida. Aparte de la seropositividad para T. cruzi, los pacientes sin manifestaciones de la enfermedad no presentan signos o hallazgos de laboratorio de la enfermedad de Chagas, como se describe más adelante. El otro 30-40% de los pacientes al final desarrollan manifestaciones más típicas de la forma crónica de la enfermedad de Chagas. Normalmente, el tratamiento con fármacos antiparasitarios, como el benznidazol, puede curar al paciente durante la enfermedad aguda.23,24 La fase crónica de la infección por T. cruzi continúa durante toda la vida del huésped infectado. El 30-40% de los pacientes con la enfermedad aguda que llegan a desarrollar la enfermedad de Chagas crónica, habitualmente manifiestan la enfermedad 5-15 años después de la infección inicial. Sin embargo, en menos del 1% de los pacientes con la enfermedad de Chagas crónica existen antecedentes de síntomas de la enfermedad aguda. La forma crónica se caracteriza por fibrosis del miocardio, destrucción del sis- tema de conducción, dilatación ventricular, adelgazamiento del ápex del corazón y formación de un trombo en el ápex del corazón. Estos cambios producen insuficiencia cardíaca, arritmia, bloqueo auriculoventricular y de rama, y posible tromboembolia. Los trastornos gastrointestinales también pueden ser una parte importante de la presentación. Se ha observado que el 50-90% de los pacientes con la enfermedad de Chagas crónica permanecen asintomáticos a pesar de los procesos patológicos en curso.23,24 Latransmisión congénita del parásito desde la madre al feto es otro mecanismo importante. El parásito también puede transmitirse de la madre al neonato en el momento del nacimiento. Se ha demostrado que T. cruzi infecta la placenta y, posteriormente, infecta al feto en el útero. La transmisión congénita se produce en el 1-5% de los embarazos cuando la madre tiene la enfermedad de Chagas crónica. Produce aborto espontáneo, parto prematuro o infección de órganos en el feto.23,24 Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1622 En fE rm Ed a d Es d El m io ca rd io , d El p Er ic a rd io y d El l Ec h o v a sc u la r pu lm o n a r IX El objetivo del tratamiento en todas las formas de la enfermedad de Chagas es erradicar el parásito. El tratamiento antitripanosómico es muy recomendable para todos los pacientes con la infección aguda, congénita o reactivada. También se recomienda para todos los niños con infección crónica por T. cruzi que tienen 18 años de edad o menos. Debe ofrecerse el tratamiento a los pacientes de 19 a 50 años de edad sin enfermedad cardíaca avanzada. Hay que considerar firmemente adminis- trar el tratamiento a personas que no se han tratado antes, pero que han adquirido la infección por el VIH o que se están teniendo en cuenta para un trasplante de órganos. La enfermedad de Chagas se asocia a infección parasitaria persistente activa y a una respuesta inmunitaria que puede ir dirigida contra el parásito o puede ser una respuesta de origen autoinmune.28 Generalmente, el tratamiento antiparasitario no está indicado en pacientes con insuficiencia cardíaca avanzada causada por la enfermedad de Chagas. Helmintos Equinococosis (quiste hidatídico) La equinococosis es endémica en muchas zonas del mundo donde se crían ovejas, sobre todo Argentina, Nueva Zelanda, Grecia, el norte de África e Islandia; sin embargo, la afección cardíaca en pacientes con hidatidosis es poco frecuente (< 2%). El huésped habitual de Echinococcus granulosus es el perro, pero los seres humanos pueden servir como huéspedes intermediarios si ingieren accidentalmente huevos de las heces de perros contaminadas. Cuando existe afección cardíaca, los quistes suelen ser intramiocárdicos, y se localizan en el tabique interventricular o en la pared libre del ventrículo izquierdo. Los quistes del miocardio pueden degenerar y calcificarse, desarro- llar quistes hijos o romperse. La rotura del quiste es la complicación más temida; la rotura en el pericardio puede causar pericarditis aguda, que puede progresar a pericarditis constrictiva crónica. La rotura en las cámaras cardíacas puede provocar embolia sistémica o pulmonar. Puede producirse hipertensión pulmonar que progresa rápidamente cuando se rompen quistes en el lado derecho, con la subsiguiente embolización de cientos de escólices, fragmentos de la tenia, en la circulación pulmonar. La liberación de líquido hidatídico en la circulación puede producir colapso circulatorio profundo y mortal como resultado de una reacción anafiláctica a las proteínas que forman parte del líquido. Se estima que solo alrededor del 10% de los pacientes con quistes hidatídicos cardíacos tienen síntomas clínicos. El ECG puede reflejar la localización del quiste. Por lo general, el dolor torácico se debe a la rotura del quiste en el espacio pericárdico, con la pericarditis resultante. Las masas quísticas grandes a veces producen obstrucción del lado derecho. Las radiografías torácicas pueden mostrar anoma- lías del contorno cardíaco o una masa lobular calcificada adyacente al ventrículo izquierdo. La ecocardiografía bidimensional, la tomografía computarizada o la resonancia magnética cardíaca (RMC) pueden ayudar a detectar y localizar los quistes cardíacos. La eosinofilia, cuando está presente, es un hallazgo complementario útil. La prueba cutánea de Casoni y la evaluación serológica para equinococos tienen una función limitada en el diagnóstico cardíaco. En cuanto al tratamiento, a pesar de la disponibilidad de fármacos eficaces, como el mebendazol y el albendazol, generalmente se recomienda la escisión quirúrgica, incluso en pacientes asintomáticos. Esto se debe al riesgo importante de rotura del quiste y sus consiguientes consecuencias graves y, a veces, mortales. Triquinosis La infección con Trichinella spiralis es frecuente después de la inges- tión de carne infectada, generalmente de cerdo. Típicamente, el parásito infecta el músculo esquelético. Los informes de la incidencia de afectación cardíaca clínicamente detectable indican un promedio de alrededor del 25% de los pacientes infectados en todo el mundo. En algunos pacientes pueden desarrollarse miocardiopatía y arritmias, y constituyen la causa más frecuente de muerte en esta infección. Con menor frecuencia, la muerte se debe a embolia pulmonar secundaria a trombosis venosa o a complicaciones neurológicas. Aunque el parásito puede invadir el corazón, generalmente no se enquista en él, y no suelen encontrarse larvas o fragmentos de larvas en el miocardio. El corazón puede estar dilatado y flácido, y puede existir un derrame pericárdico. Puede encontrarse un infiltrado prominente focal compuesto principal- mente de eosinófilos, con microtrombos ocasionales en las arteriolas intraparietales. Hay áreas de degeneración muscular y necrosis. FIGURA 79-3 Ciclo de vida de Trypanosoma cruzi. Los insectos redúvidos transmiten T. cruzi. Mientras se está alimentando de sangre (A), el insecto defeca en la piel del huésped, liberando la forma tripomastigote infecciosa del parásito. Los tripomastigotes penetran en la piel o en las mucosas del huésped a través de las abrasiones que se causa al rascarse o frotarse la zona de la picadura (B). Los tripomastigotes pueden infectar las células cardíacas, esqueléticas, del músculo liso o nerviosas del huésped, y posteriormente se origina la forma amastigote redonda, que puede replicarse intracelularmente (C). Los amastigotes pueden dar lugar a tripomastigotes que pueden lisar las células (D). Los amastigotes y los tripomastigotes que se liberan desde las células muertas pueden propagar la infección o volver a la circulación (E-G). Los insectos pueden recoger el parásito mientras se alimentan de sangre (H), que se desarrolla en la forma epimastigote que se replica en el intestino del insecto (I). (Tomado de Macedo AM, Oliveira RP, Pena SD: Chagas’ disease: role of parasite genetic variation in pathogenesis. Expert Rev Mol Med 2002;4:1.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1623 M io card itis 79 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . En la triquinosis, la miocarditis clínica puede ser leve y pasar desapercibida, pero, en un subgrupo de casos, se manifiesta por insuficiencia cardíaca y dolor torácico, que por lo general aparecen aproximadamente en la tercera semana de la enfermedad. Se detectan anomalías electrocardiográficas en alrededor del 20% de los pacientes con triquinosis, paralelas al curso temporal de la afectación cardíaca clínica, que aparece inicialmente en la segunda o tercera semana y suele resolverse en la séptima semana. Las alteraciones electrocardiográficas más frecuentes son anomalías de la repolarización y extrasístoles ven- triculares. Generalmente, el diagnóstico se basa en la demostración de anticuerpos por inmunofluorescencia indirecta en un paciente conlas características clínicas de la triquinosis. La eosinofilia, cuando está presente, es un hallazgo complementario. El resultado de la prueba cutánea suele ser positivo, pero no siempre. El tratamiento se realiza con antihelmínticos y corticoesteroides; se ha observado una mejoría notable de la función cardíaca después de terminar un régimen adecuado con estos fármacos. Factores físicos, incluidos efectos farmacológicos adversos Existen muchas sustancias, además de los microorganismos infecciosos, que pueden actuar sobre el corazón y dañar el miocardio. En algunos casos, la lesión es aguda, transitoria y se asocia a evidencia de un infiltrado inflamatorio del miocardio con necrosis de los miocitos (p. ej., con los compuestos de arsénico y de litio). Otros factores que dañan el miocardio pueden causar cambios crónicos que dan lugar a evidencias histológicas de fibrosis y a un cuadro clínico de miocardiopatía dilatada o restrictiva. Numerosos productos químicos y fármacos (tanto indus- triales como terapéuticos) pueden causar lesiones y disfunción del corazón. En un suplemento en línea de este capítulo titulado «Additional Physical Agents That Cause Myocarditis» se expone información adicional sobre este tema. Fármacos El síndrome de hipersensibilidad inducida por fármacos puede afectar al corazón y asociarse a miocarditis. Generalmente, el síndrome aparece en las 8 semanas siguientes después de empezar a tomar un nuevo fármaco, pero puede iniciarse en cualquier momento. Entre los fármacos más frecuentes se encuentran los antiepilépticos, los antimicrobianos, el alopurinol y las sulfonamidas. La dobutamina, que se utiliza mucho para el apoyo hemodinámico en pacientes con fallo cardíaco, puede asociarse a miocarditis eosinófila, y su administración debe suspenderse cuando aparece la eosinofilia o cuando se observa un descenso ines- perado de la función del ventrículo izquierdo. En la presentación, las características pueden comprender erupción cutánea (a menos que el paciente esté comprometido inmunológicamente), fiebre y disfunción mul- tiorgánica (incluidas hepatitis, nefritis y miocarditis). La afectación difusa del miocardio puede dar lugar a hipotensión sistémica y episodios tromboembólicos. La RMC y la medición de los biomarcadores cardíacos pueden ayudar a identificar a los pacientes con afectación car- díaca. En la BEM puede demostrarse la presencia de eosinófilos, his- tiocitos, linfocitos, necrosis miocárdica y, ocasionalmente, granulomas y vasculitis. La participación de miocardio es irregular, por lo que el diagnóstico definitivo se realiza solo cuando los resultados de la biopsia son positivos. Suspender los corticoesteroides y los fármacos suele resolver este síndrome, pero algunos pacientes pueden presentar un curso prolongado y recurrente. La clozapina es un fármaco antipsicótico eficaz que se utiliza para tratar la esquizofrenia grave, resistente. La miocarditis es un efecto secundario poco frecuente del tratamiento con clozapina, con una incidencia inicial de entre el 0,01 y el 0,001%. Sin embargo, según las observaciones más recientes, la miocarditis afecta al 1-10% de los pacientes. Es posible que el aumento de la incidencia esté relacionado con una mayor conciencia del riesgo. La miocarditis puede desarrollarse en cualquier momento durante el tratamiento, pero se presenta con más frecuencia dentro de los primeros 4 días y hasta pasadas 22 semanas tras su inicio. La incidencia máxima se produce aproximadamente a los 19-21 días. Probablemente, la miocarditis relacionada con la clozapina es el resultado de una reacción de hipersensibilidad. Puede acompañarse de eosinofilia, y se observa infiltración eosinófila en el material de biopsia del miocardio. La clozapina es también un compuesto anticolinérgico potente, y las concentraciones altas que se asocian a alteración del metabolismo de las enzimas CYP450 también podrían contribuir a los efectos cardíacos. Cuando existe evidencia clara de miocarditis en un paciente que está tomando este fármaco, está indicada la suspensión inmediata.29 La vacunación contra la viruela en los militares se asocia a miopericarditis. En una valoración prospectiva de la miocarditis después de vacunación contra la viruela se observó una incidencia de miopericarditis clínica y de miocarditis subclínica de 463 y 2.868 por cada 100.000 personas, respectivamente (en una cohorte sana la incidencia de miopericarditis clínica fue de 2,2 por cada 100.000 personas). No hubo casos de miopericarditis clínica ni de miocarditis subclínica en un grupo de controles con vacunación trivalente contra la gripe.30 Conforme van apareciendo nuevos fármacos antineoplásicos que actúan en vías específicas en el corazón, cada vez es más aparente que la quimioterapia del cáncer puede causar miocardiopatía (v. también capítulo 81).31 Se ha descrito una miocarditis fulminante en dos pacientes tratados mediante una combinación de inhibidores del punto de control inmunitario con ipilimumab y nivolumab.32 La atención adicional a los mecanismos de inducción de miocardiopatía por los antineoplásicos puede aportar información adicional sobre los mecanismos de la miocarditis. PATOGENIA Gran parte de los conocimientos actuales sobre la patogenia de la miocarditis deriva de modelos en ratones de la infección por enterovirus, en particular el virus de Coxsackie B3, y de modelos en roedores de la miocarditis autoinmune.33 Los principios derivados de estos modelos se han aplicado a la miocarditis humana por diferentes causas.2 La descripción de la patogenia procede de datos celulares en el ser humano y en animales. La patogenia de la miocarditis vírica puede dividirse en tres componentes principales: infección y replicación vírica, respuesta inmunitaria (respuesta inmunitaria innata y adaptativa) y, en última ins- tancia, una fase de remodelación cardíaca crónica (fig. 79-4). También se ha observado que los micro-ARN tienen un papel en la miocarditis (v. detalles en el suplemento en línea «MicroRNAs in Myocarditis»). Infección vírica Los virus entran en el huésped a través de diversos lugares, como el sistema gastrointestinal y el sistema respiratorio. El virus puede replicarse inicialmente en el huésped en órganos como el hígado, el bazo y el páncreas. Al final, el virus llega al corazón por diseminación a través de la sangre o de los vasos linfáticos. Los pasos comprenden la unión del virus a su receptor, la entrada del virus en la célula, la replicación del virus dentro de la célula afectada en el corazón y, para los virus líticos, la salida del virus de la célula para infectar otras células cardíacas. En el caso del virus de Coxsackie, el virus infecta los mioci- tos cardíacos. Además, los virus pueden infectar otras células del corazón, como ocurre con el B19V, que se ha demostrado que infecta las células endoteliales cardíacas y no se encuentra en los miocitos.18 Inicialmente, el virus se une a un receptor vírico, que al final da lugar a la internalización del virus (fig. 79-5). Este proceso comprende la entrada de las proteínas de la cápside del virus y del genoma. En el caso de los virus de Coxsackie y los adenovirus, el receptor es una molécula transmembrana, CAR, que se denomina así por los dos virus que lo utilizan como receptor.34 La eliminación genética del CAR en los miocitos cardíacos inhibe notablemente la infección del corazón y el desarrollo de miocarditis.35 Además de intervenir el CAR, la interacción con el factor acelerador de la degradación (DAF), o CD55, también puede facilitar la infección por el virus de Coxsackie. El CAR actúa como un receptor tanto en las células humanas como de los ratones. Es una proteína de la unión estrecha en las células no cardíacas y se expresa en concentraciones elevadas en el disco intercalar de las células del miocardio. La entrada del virus a través del receptor activa un complejo de señalización que comprende p56lck, Ably Fyn cinasa.34 Cuando el enterovirus entra en la célula, el ARN de cadena única, positiva, se libera de la cápside icosaédrica y se traduce utilizando los mecanismos de traducción del huésped. El ARN vírico se traduce como Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1624 En fE rm Ed a d Es d El m io ca rd io , d El p Er ic a rd io y d El l Ec h o v a sc u la r pu lm o n a r IX una poliproteína única, monocistrónica, que se escinde en sus péptidos independientes por la acción de las proteasas víricas 2A y 3C; a través de un proceso de escisión autocatalítico, VP0 se escinde en VP2 y VP4. Esto hace que se generen la cápside y proteínas no estructurales, como una ARN polimerasa dependiente de ARN que es necesaria para la replicación del genoma del virus. Las otras proteínas no estructurales también son necesarias para la replicación del ARN de cadena positiva a través de un intermediario de cadena negativa. Una vez que el número de proteínas de la cápside del virus se ha amplificado y el ARN de cadena positiva se ha replicado, este es encapsidado dentro de las proteínas de la cápside vírica de nueva formación, VP1, VP2, VP3 y VP4. El ARN del virus de Coxsackie encapsidado se libera de la célula miocárdica mediante un proceso de lisis celular y alteración de la membrana del sarcolema. Se conocen varios mecanismos que afectan a la integridad de la membrana, que, a su vez, afectan a la liberación del virus replicado. Las células musculares dependen de la proteína del subsarcolema distrofina y de las proteínas asociadas en el complejo distrofina-glucoproteína para mantener la integridad de la membrana del sarcolema. La ausencia hereditaria de distrofina en la distrofia muscular de Duchenne, por ejemplo, causa disfunción del músculo cardíaco y esquelético. Se ha demostrado que en la miocarditis murina producida por enterovirus una de las proteínas no estructurales, la proteasa 2A, es capaz de escindir directamente la distrofina, alterando así el complejo distrofina-glucoproteína. Esto altera la integridad de la membrana del sarcolema y facilita la liberación del virus de la célula miocárdica. Cuando no hay distrofina en el corazón de los ratones, como ocurre en la distrofia muscular de Duchenne, el virus de Coxsackie se libera de forma más eficaz desde el miocito para infectar las células adyacentes.36 Sin embargo, cuando se expresa una proteína distrofina que no puede ser escindida por la proteasa 2A, dis- minuye la replicación vírica y la extensión de la lesión miocárdica.37 Las proteasas 2A y 3C pueden escindir otras proteínas del huésped que participan en el mantenimiento de la integridad de la membrana, el inicio de la traducción de las proteínas del huésped, la regulación de la apoptosis, la respuesta inmunitaria innata y el factor de respuesta sérico.38 Otros virus líticos utilizan mecanismos similares. Por ejemplo, el adenovirus expresa una proteinasa que escinde la proteína del citoesqueleto citoqueratina 18. Generalmente, la activación de las respuestas inmunitarias innata y adaptativa, específica de antígeno, elimina o reduce mucho la replicación del virus dentro de la célula del huésped. Sin embargo, en algunos casos, el virus puede persistir dentro del miocardio. En consonancia con la presencia del genoma enterovírico en un subgrupo de pacientes con MCD, se cree que la persistencia del genoma podría contribuir a la remodelación continua que se produce en la MCD. La viabilidad de este concepto se ha demostrado en un modelo en ratones en el que la expresión específica cardíaca, de bajo grado, de un genoma enterovírico de replicación deficiente puede causar miocardiopatía. Sin embargo, generalmente la proporción de pacientes en los que el genoma enterovírico puede identificarse mediante PCR trans- criptasa inversa (PCRti) o con técnicas de hibridación in situ es inferior al 10%. Las fases iniciales de la infección enterovírica y de la inmunidad innata intramiocárdica pueden estudiarse en la actualidad en células madre pluripotenciales inducidas humanas que se diferencian en miocitos cardíacos. También se han detectado otros tipos de virus en las muestras de biopsias cardíacas de pacientes con MCD. Estos virus son B19V, virus del herpes, citomegalovirus, el virus de la hepatitis C y otros.15 No es fácil diferenciar si la presencia del genoma vírico en cada paciente es causal o un hallazgo casual en la miocardiopatía. Por ejemplo, puede detectarse el genoma vírico del B19V en un alto porcentaje de pacientes, independientemente de si tienen miocardiopatía. Se ha demostrado que solo el 15,9% de los pacientes con ADN B19V en la BEM tienen indicios de ARNm B19V. De manera interesante, existe una diferencia considerable en el perfil de expresión en las biopsias que muestran B19V con actividad trans- cripcional, lo que indica que la actividad transcripcional de B19V puede tener un papel en la patogenia.18 Inmunidad innata La inmunidad innata es eficaz durante las primeras etapas de la infección por el virus. Es un mecanismo de defensa independiente de antígeno que protege al huésped de una amplia gama de patógenos microbianos. La inmunidad innata se inicia en los primeros días de la infección por enterovirus y es el principal mecanismo inmunológico responsable de la inhibición de la infección vírica y de la replicación durante los primeros 4-5 días después de la infección. Además de los mecanismos inmunológicos innatos en los órganos no cardíacos, también se activan respuestas inmunitarias innatas importantes en los miocitos cardíacos.36 FIGURA 79-4 Patogenia de la miocarditis. Los conocimientos actuales de la patogenia molecular y celular de la miocarditis autoinmunitaria y posvírica se basan únicamente en modelos animales. En estos modelos, la progresión de la lesión aguda a MCD crónica puede simplificarse en un proceso de tres etapas. La lesión aguda produce daños en el corazón, exposición a antígenos intracelulares, como la miosina cardíaca, y activación del sistema inmunitario innato. Durante semanas, la inmunidad específica mediada por linfocitos T y anticuerpos dirigidos contra epítopos patógenos y cardíacos endógenos produce inflamación intensa. En la mayoría de los pacientes, el patógeno se elimina y la reacción inmunitaria se regula hacia abajo, con mínimas secuelas. Sin embargo, en otros pacientes el virus no se elimina y sigue causando lesiones en los miocitos; la inflamación específica del corazón puede persistir debido al reconocimiento erróneo de los antígenos cardíacos endógenos como entidades patógenas. CPA, célula presentadora de antígeno. (Reproducido a partir de Cooper LT: Myocarditis. N Engl J Med 2009;360:1526.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1625 M io card itis 79 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . Uno de los ejemplos clásicos y mejor descritos de la inmunidad innata es la activación de la señalización del interferón (IFN) que se produce en la infección vírica. Las dos grandes clases de IFN utilizan diferentes receptores: los IFN de tipo I se unen al receptor del IFN-α y son el IFN-α y el IFN-β, mientras que el IFN-γ es el único miembro del IFN de tipo II. Ambos tipos de IFN limitan eficazmente la replicación vírica cuando se añaden a células infectadas o cuando se administran a un ratón infectado con el virusde Coxsackie.36 La ausencia de receptores del IFN de tipo I o del receptor del IFN-β en ratones se asocia a un aumento notable de la mortalidad, pero tiene menos efecto sobre la replicación vírica temprana en el corazón. Un estudio clínico de fase II ha demostrado que la adminis- tración de IFN-β a los pacientes positivos para virus con síntomas de insuficiencia cardíaca causó una eliminación o un descenso considerable de la carga viral y una mejoría de la clase funcional de la New York Heart Association (NYHA) y de la calidad de vida. En pacientes positivos para enterovirus, el IFN-β puede mejorar las tasas de supervivencia.39 En el suplemento en línea de este capítulo titulado «The Role of Innate Immunity in Myocarditis» se expone contenido adicional sobre este tema. Inmunidad adquirida La inmunidad adquirida se convierte en una manifestación destacada de la miocarditis vírica a partir de aproximadamente 4-5 días después de la infección vírica, aunque el valor máximo y el patrón de activación son variables. La respuesta inmunitaria adquirida es específica de antígeno, se dirige a un solo antígeno y está mediada por linfocitos T y B. Los linfocitos T se dirigen a las células infectadas y tratan de limitar la infección destruyendo la célula huésped a través de la secreción de citocinas o perforinas. Estas pueden con- tribuir a la muerte de la célula infectada a través de mecanismos de necrosis y/o apoptosis. Así, aunque los mecanismos inmunológicos mediados por los linfocitos T son importantes para controlar y limitar la replicación del virus, también pueden tener efectos perjudiciales sobre el órgano infectado al estimular los mecanismos de muerte celular en el huésped. Limitar ade- cuadamente los mecanismos inmunitarios de los linfocitos T y B podría reducir la lesión del corazón, pero es necesario equilibrar esta inhibición con la necesidad de impedir la replicación del virus.40 El proceso de la inmunidad adquirida se inicia cuando la región variable del receptor del linfocito T se une a péptidos con secuencias de aminoácidos específi- cas que se reconocen como extrañas para el huésped. Cuando interactúan con las células presentadoras de antígeno, como las células dendríticas, los linfocitos T CD4+ pueden diferenciarse en subgru- pos de células efectoras diferentes, como los subtipos de linfocitos Th1 y Th2 clásicos: linfocitos Th17 y linfocitos T reguladores (Treg). Las citocinas en el microambiente celular pueden controlar cómo se diferencian las células. En otro apartado se han revisado las cascadas de señalización celular precisas y el patrón de producción de citocinas que se asocian a la diferenciación de estos subtipos de linfocitos T diferenciados.40,41 Es necesaria la regulación adecuada de los linfocitos T efectores para controlar las infecciones y, al mismo tiempo, evitar la destrucción inmunológica inapropiada del tejido del huésped, como las célu- las del miocardio. La activación de los linfocitos T también conduce a la de los linfocitos B, lo que da lugar a la secreción de anticuerpos específicos de antígeno dirigidos contra el patógeno invasor. Después de la activación inicial, las células inmunita- rias se expanden de forma clonal para atacar la fuente de antígeno, que podría incluir una proteína de recubrimiento vírica o, en algunos casos, proteínas de los miocitos cardíacos, como la miosina. Hay evidencias de que puede producirse una reacción cruzada con el huésped debido al «mimetismo molecular» entre el virus y el huésped. Los linfocitos Treg tienen funciones importantes para la supresión de las respuestas inmunitarias de los linfocitos Th1 y Th2, y al principio se identificaron previamente como linfocitos T colaboradores. Se caracterizan por la expresión del factor de transcripción forkhead, Foxp3, y se definen como CD4+CD25+Foxp3+. El modelo clásico mantenía que el compromiso de los linfocitos CD4+ para los diferentes linajes efectores participaba en programas estables de la expresión génica, y que una vez diferenciadas mantenían el fenotipo efector, aunque se produjeran cambios en el microambiente. Sin embargo, este modelo ha evolucionado debido a la evidencia de que los linfocitos T CD4+ tienen un elemento de plasticidad y pueden alterar sus programas funcionales y, de esta manera, cambiar el equilibrio entre los linfocitos Treg y los linfocitos T productores de citocinas y el tipo de citocinas que producen.40 Esta plasticidad puede ser importante a medida que se desarrollen nuevas estrategias terapéuticas. La activación de los linfocitos T depende mucho de una interacción con la cascada de señalización de la inmunidad innata. FIGURA 79-5 Patogenia de la miocarditis vírica, como la causada por el virus de Coxsackie. El virus entra en la membrana celular a través de receptores de internalización del receptor Coxsackie-adenovírico (CAR), que a su vez pueden desencadenar cinasas asociadas al receptor, como p56lck, Fyn y Abl, para alterar el citoesqueleto de los miocitos del huésped y facilitar la entrada del virus. Los virus como el virus de Coxsackie B (VCB) pueden producir enzimas directamente, como la proteasa 2A, que puede desensamblar los componentes importantes del citoesqueleto, como el complejo distrofina-sarcoglucano, que da lugar a la remodelación y la destrucción de los miocitos. El acoplamiento del receptor también activa tirosina cinasas, que son importantes para la expansión clonal de los linfocitos T y la relación entre los sistemas inmunitarios innato y adquirido. El virus también activa la inmunidad innata mediante el acoplamiento a los receptores de tipo toll (TLR) a través de adaptadores como MyD88 y TRIF (dominio del receptor de tipo toll/interleucina 1 [IL-1], que contiene el adaptador de inducción del interferón β). Por un lado, la activación y la translocación de NF-kB producen citocinas y desencadenan la inmunidad adquirida, como la movilización de linfocitos T CD4+/CD8+. Por otro lado, esto puede atenuarse por la activación del IRF3 y la producción del interferón (IFN) de tipo I. Este último puede ser protector a través de múltiples mecanismos, como la atenuación del virus. DAF, factor acelerador de la degradación (correceptor del VCB); IRAK, cinasa asociada al receptor de interleucina (una proteína de señalización en la ruta de la inmunidad innata); IRF, factor regulador del interferón. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1626 En fE rm Ed a d Es d El m io ca rd io , d El p Er ic a rd io y d El l Ec h o v a sc u la r pu lm o n a r IX Por ejemplo, la señalización descendente del receptor del linfocito T utiliza p56lck. Es interesante señalar que se ha observado que el p56lck también se une al complejo receptor CAR-DAF y que esto interviene en la entrada del virus. Cuando se elimina p56lck genéticamente en ratones, la miocarditis típica casi se elimina, y no se produce mortalidad significativa después de la infección.42 Las alteraciones en cualquiera de los mecanismos patógenos que se acaban de describir podrían, en teoría, afectar a la susceptibilidad a la infección vírica. Por ejemplo, las alteraciones en el mecanismo de entrada y replicación del virus, los mecanismos de señalización de la inmunidad innata o adquirida, o la integridad de la membrana del sarcolema podrían afectar a la susceptibilidad para desarrollar miocarditis tras la exposición a un virus determinado. Es probable que la nutrición tenga también un efecto en la predisposición a la infección vírica. Se cree que una deficiencia de selenio puede aumentar el riesgo de miocarditis, como se ha descrito en la provincia de Keshan, en China. Cuando se previno ladeficiencia de selenio, la incidencia de miocarditis y de MCD disminuyó. Por otra parte, la deficiencia de selenio en ratones también aumentó la susceptibilidad a la miocarditis enterovírica. Aún falta mucho para comprender todos los mecanismos que afectan a la susceptibilidad a la miocarditis en los seres humanos. Remodelación cardíaca La remodelación del corazón después de una lesión cardíaca (v. tam- bién capítulo 23) puede afectar significativamente a su estructura y su función, y el grado de esta remodelación puede marcar la diferencia entre la curación adecuada y el desarrollo de MCD. El virus puede entrar directamente en las células endoteliales y los miocitos y puede realizar cambios que producen muerte celular directa o hipertrofia. El virus también puede modificar el citoesqueleto de los miocitos, como se ha mencionado anteriormente, causando MCD. Los procesos inflamatorios que se han descrito antes para la inmunidad tanto innata como adquirida pueden conducir a la liberación de citocinas y la activación de metaloproteinasas de la matriz, que digieren la estructura intersticial de colágeno y elastina del corazón (v. capítulo 23). SÍNDROMES CLÍNICOS La miocarditis puede presentarse clínicamente de muy diversas formas, una característica que contribuye a las dificultades para hacer el diagnóstico y la clasificación. El cuadro clínico puede consistir en anomalías electrocardiográficas o ecocardiográficas asintomáticas, o puede incluir signos y síntomas de dolor torácico, disfunción cardíaca, arritmias o insuficiencia cardíaca, y/o colapso hemodinámico. Se han observado alteraciones electrocardiográficas o ecocardiográficas transitorias con frecuencia durante los brotes víricos comunitarios o las epidemias de gripe, pero la mayoría de los pacientes permanecen asintomáticos desde el punto de vista cardíaco y tienen pocas secuelas a largo plazo. El dolor torácico de la miocarditis puede parecerse a la angina típica y acompañarse de cambios en el ECG, como elevación del segmento ST. El vasoespasmo coronario, que se demuestra utilizando una infusión intracoronaria de acetilcolina, es una de las causas del dolor torácico en los pacientes con signos clínicos de miocarditis en ausencia de ateroesclerosis coronaria significativa.43 El dolor también puede imitar el de la pericarditis, lo que indica inflamación epicárdica con afectación del pericardio adyacente. Generalmente, el resultado de la miopericarditis es bueno; en cuatro series de casos publicadas (N = 128) solo se produjeron dos muertes súbitas (tabla 79-4). En un suplemento en línea de este capítulo titulado «Specific Clinical Presentations of Myocarditis» se expone contenido adicional sobre los síndromes clínicos. Típicamente, la miocarditis tiene una distribución bimodal en términos de edad en la población, la presentación aguda o fulminante es más frecuente en los niños pequeños y los adolescentes. Por el con- trario, los síntomas en la presentación son más sutiles e insidiosos, muchas veces con MCD e insuficiencia cardíaca, en la población de edad avanzada. Es probable que la diferencia de la presentación esté relacionada con la madurez del sistema inmunitario, por lo que los jóvenes tienden a desarrollar una respuesta exuberante a la exposición inicial a un antígeno provocador. Por el contrario, las personas mayores habrían desarrollado un mayor grado de tolerancia y muestran una res- puesta inflamatoria crónica solo a la presencia crónica de un antígeno extraño o con un sistema inmunitario mal regulado que predispone a la autoinmunidad. Probablemente, la miocarditis es responsable del 10 al 50% de los casos de MCD idiopática de nueva aparición, una tasa que varía en función de los criterios utilizados para el diagnóstico. La miocarditis vírica se ha asociado a la insuficiencia cardíaca causada por disfunción tanto sistólica como diastólica aislada.44 La presentación de la miocarditis varía según la causa. Por ejemplo, el B19V suele causar dolor torácico debido a la disfunción endotelial, mientras que las arritmias ventriculares y el bloqueo cardíaco son más frecuentes en la miocarditis de células gigantes (MCG).44 Los hallazgos asociados de la exploración física apuntan a las causas específicas de la miocarditis. La dilatación de los ganglios linfáticos con adenopatía hiliar en las radiografías torácicas puede indicar sarcoidosis sistémica. Una erupción maculopapular, pruriginosa, con aumento del recuento de eosinófilos, indica una reacción de hipersensibilidad a fármacos o toxinas. Los pacientes que se presentan con MCD complicada por taquicardia ventricular sostenida o sintomática o bloqueo cardíaco de alto grado tienen riesgo elevado de MCG o sarcoidosis cardíaca. Un estudio de 72 pacientes finlandeses jóvenes con bloqueo auriculoven- tricular inicialmente inexplicable reveló que el 25% tenía sarcoidosis cardíaca (19%) o MCG (6%). De estos 18 pacientes, 7 (39%) sufrieron taquicardia ventricular o muerte cardíaca, o necesitaron un trasplante durante un período de seguimiento promedio de 48 meses (fig. 79-6).45 Un estudio prospectivo de 12 pacientes con MCG confirmada en la biopsia reveló que el 25% de los pacientes con una miocardiopatía de menos de 6 meses de duración, que no respondió a la atención habitual o se complicó por taquicardia ventricular o bloqueo cardíaco de alto grado, tenían MCG.46 En los pacientes que no se recuperan de un episodio agudo de miocarditis, la persistencia de la disfunción del ventrículo izquierdo puede deberse, a veces, a la activación inmunitaria continua o a miocarditis crónica.1 Se ha postulado que el que no se pueda eliminar el virus del corazón es la base de algunos casos de insuficiencia cardíaca persistente. El reconocimiento de proteínas endógenas, como la miosina cardíaca, como «extrañas» puede contribuir a la inflamación continua, incluso después de eliminarse el virus con éxito.47,48 En la práctica clínica, la distinción entre una MCD no inflamatoria y una MCD inflamatoria crónica con o sin infección vírica requiere una BEM. Como se analiza más adelante, la falta de datos procedentes de estudios a gran escala positivos que apoyen la inmunodepresión o el tratamiento antivírico limita actualmente la aplicación de la BEM en este entorno. TABLA 79-4 Resultado de miopericarditis y perimiocarditis en series clínicas recientes EsTudio EscEnario Troponina (mÁXimo) sEGuimiEnTo Tasas dE morTalidad Imazio et al., 2008 Miopericarditis/adultos (40 pacientes) TnI: 7,7 ± 6,7 µg/l (1,5-22,5) 12 meses 0%; normalización de parámetros en el 97,5% Machado et al., 2010 Miopericarditis/adultos (14 pacientes) TnI: 7,3 µg/l (4,4-10,2) 20 meses 21,4% Kobayashi et al., 2012 Miopericarditis/pediátrica (12 pacientes) TnI: 4,75 µg/l (1,35-9,72) 2 meses (de 2 semanas a 3 años) 0%; función y FEVI normales Buiatti et al., 2012 Perimiocarditis/adultos (62 pacientes) TnI: 10,5 ± 17 µg/l 4,5 ± 0,8 años 0%; normalización de las características ecográficas en el 100% FEVI, fracción de eyección del ventrículo izquierdo; TnI, troponina I. Modificado de Imazio M, Cooper LT: Management of myopericarditis. Expert Rev Cardiovasc Ther 2013;11:193. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1627 M io card itis 79 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . ABORDAJES DIAGNÓSTICOS Tradicionalmente, el diagnóstico de la miocarditis ha requerido un diagnós- tico histológico de acuerdo con los criterios de Dallas clásicos. Sin embargo, debido a la baja sensibilidad por la naturaleza irregular de los infiltrados inflamatorios en el miocardio y a la reticencia de los médicos a realizar una prueba de diagnóstico
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