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Farmacologia clinica y teraputica medica

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FARMACOLOGÍA
CLÍNICA Y
TERAPÉUTICA
MÉDICA
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NOTA
La medicina es una ciencia sometida a un cambio constan-
te. A medida que la investigación y la experiencia clínica
amplían nuestros conocimientos, son necesarios cambios
en los tratamientos y la farmacoterapia. Los editores de
esta obra han contrastado sus resultados con fuentes con-
sideradas de confianza, en un esfuerzo por proporcionar
información completa y general, de acuerdo con los crite-
rios aceptados en el momento de la publicación. Sin em-
bargo, debido a la posibilidad de que existan errores hu-
manos o se produzcan cambios en las ciencias médicas, ni
los editores ni cualquier otra fuente implicada en la prepa-
ración o la publicación de esta obra garantizan que la in-
formación contenida en la misma sea exacta y completa
en todos los aspectos. Por ello, se recomienda a los lecto-
res que contrasten dicha información con otras fuentes.
Por ejemplo y en particular, se aconseja revisar el prospec-
to informativo y la ficha técnica que acompañan a cada
medicamento que deseen administrar, para asegurarse de
que la información contenida en este libro es correcta y no
se han producido modificaciones en la dosis recomenda-
da o en las contraindicaciones para su administración. Es-
ta recomendación resulta de particular importancia en re-
lación con los fármacos nuevos o de uso poco frecuente.
Los lectores también deben consultar a su propio labora-
torio para conocer los valores normales.
FARMACOLOGÍA
CLÍNICA Y
TERAPÉUTICA
MÉDICA
A. Velasco Martín
A. Alsásua del Valle
A. Carvajal García-Pando
A. Dueñas Laíta
F. de la Gala Sánchez
P. García Méndez
A. Jimeno Carruez
J. A. Macías Fernández
R. Martínez Sierra
J. S. Serrano Molina
MADRID • BUENOS AIRES • CARACAS • GUATEMALA • LISBOA • MÉXICO
NUEVA YORK • PANAMÁ • SAN JUAN • SANTAFÉ DE BOGOTÁ • SANTIAGO • SÃO PAULO
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SAN FRANCISCO • SYDNEY • SINGAPUR • ST. LOUIS • TOKIO • TORONTO
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FARMACOLOGÍA CLÍNICA Y TERAPÉUTICA MÉDICA
No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento
informático, ni la transmisión de cualquier otra forma o por cualquier medio,
electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso
previo y por escrito de los titulares del Copyright.
DERECHOS RESERVADOS © 2004, respecto de la primera edición en español, por
A. VELASCO y cols.
McGRAW-HILL/INTERAMERICANA DE ESPAÑA, S. A. U.
Edificio Valrealty
Basauri, 17, 1.a planta 
28023 Aravaca (Madrid)
ISBN: 84-486-0427-X
Depósito legal: 47.639-2002
Preimpresión: FER Fotocomposición, S. A.
Impreso en:
IMPRESO EN ESPAÑA - PRINTED IN SPAIN
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A nuestros alumnos, destinatarios finales de nuestro
esfuerzo, confiando en que esta obra les ayude a realizar
una prescripción más racional.
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A. Velasco Martín
Catedrático de Farmacología
Médico Especialista en Farmacología Clínica y 
Análisis Clínicos
Facultad de Medicina
Universidad de Valladolid
A. Alsásua del Valle
Profesora Titular de Farmacología
Facultad de Medicina
Universidad Complutense de Madrid
A. Carvajal García-Pando
Catedrático de Farmacología
Médico Especialista en Farmacología Clínica 
Facultad de Medicina 
Universidad de Valladolid
A. Dueñas Laita
Profesor Titular de Toxicología
Médico Especialista en Farmacología Clínica
Hospital Universitario Río-Hortega 
Facultad de Medicina
Universidad de Valladolid
F. de la Gala Sánchez
Servicio de Medicina Interna
Fundación MAPFRE
Majadahonda, Madrid
P. García Méndez
Servicio de Medicina Interna
Fundación MAPFRE
Majadahonda, Madrid
A. Jimeno Carrúez
Catedrático de Medicina
Médico Especialista en Medicina Interna
Jefe de Servicio de Medicina Interna
Hospital Clínico Universitario de Valladolid
Facultad de Medicina
Universidad de Valladolid
J. A. Macías Fernández
Profesor Titular de Psiquiatría
Médico Especialista en Neuropsiquiatría
Hospital Clínico Universitario de Valladolid
Facultad de Medicina
Universidad de Valladolid
R. Martínez Sierra
Catedrático de Farmacología
Médico Especialista en Farmacología Clínica
Jefe de Servicio de Farmacología Clínica
Hospital Universitario Reina Sofía
Facultad de Medicina
Universidad de Córdoba
J. S. Serrano Molina
Catedrático de Farmacología
Médico Especialista en Farmacología Clínica
Jefe de Servicio de Farmacología Clínica
Hospital Universitario Virgen Macarena
Universidad de Sevilla
Editores
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x Colaboradores
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I. Aguiar García
Cátedra de Farmacología
Facultad de Medicina
Universidad de Córdoba
F. Alonso del Teso
Médico Especialista en Psiquiatría
Centro de Salud Mental 
Benavente, Zamora
F. J. Álvarez González
Profesor Titular de Farmacología y Terapéutica
Facultad de Medicina
Director del Instituto de Alcohol y Drogas
Universidad de Valladolid
A. Barcenilla Laguna
Doctor en Farmacia
Profesor Colaborador de la Cátedra de Farmacología
Facultad de Medicina
Universidad de Valladolid
G. Burillo Putze
Médico Adjunto del Servicio de Urgencias
Hospital Universitario
Santa Cruz de Tenerife
M. Cornide Santos
Médico Especialista en Oncología 
Hospital Montepríncipe 
Madrid
F. J. Cortejoso Hernández
Doctor en Medicina
Especialista en Obstetricia y Ginecología
Profesor Asociado de Obstetricia y Ginecología
Hospital Clínico Universitario 
Valladolid
M. T. Dannert Alsásua
Licenciada en Farmacia
Máster en Biotecnología
Departamento de Farmacología
Facultad de Medicina
Universidad Complutense de Madrid
C. Domínguez Martín
Médico Especialista en Psiquiatría
Hospital Bellevue
Nueva York
M. Fernández Prada
Médico Especialista en Reumatología
Servicio de Reumatología
Hospital Universitario La Paz
Madrid
A. García Alberola
Profesor Titular de Cardiología
Médico Adjunto al Servicio de Cardiología
Hospital Universitario Virgen de la Arreixaca
Universidad de Murcia
J. García del Pozo
Doctor en Farmacia
Cuerpo Farmacéutico de Sanidad Nacional
Instituto de Farmacoepidemiología
Universidad de Valladolid
J. C. García Palomeque
Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria
Médico Residente de Farmacología Clínica
Hospital Universitario Virgen Macarena
Universidad de Sevilla
S. García Rodicio
Farmacéutica
Especialista en Farmacia Clínica
Hospital Universitario Río-Hortega
Valladolid
E. Giménez Barriga
Médico Especialista en Medicina Interna
Servicio de Medicina Interna
Hospital Clínico Universitario
Valladolid
J. Hernández Cascales
Catedrático de Farmacología
Facultad de Medicina
Universidad de Murcia
B. Lara Romero 
Profesor Titular de Farmacología
Facultad de Medicina
Universidad de Córdoba
C. Laudo Pardos
Profesora Asociada 
Escuela Universitaria de Fisioterapia de Soria
Universidad de Valladolid
Colaboradores xi
Colaboradores
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D. Macías Saint-Gerons
Farmacéutico
Instituto de Farmacoepidemiología
Universidad de Valladolid
L. Martín Arias
Médico Especialista en Farmacología Clínica
Instituto de Farmacoepidemiología
Profesor Titular de Farmacología
Facultad de Medicina
Universidad de Valladolid
R. Martínez Cabeza de Vaca
Médico Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria
Médico de Familia del Área 5 de Salud
Asesor Médico de Laboratorios Pfizer 
Madrid
B. Monteagudo Nogueira
Médico Especialista en Medicina Interna
Servicio de Urgencias
Hospital Clínico Universitario de Valladolid
Facultad de Medicina
Universidad de Valladolid
L. Moreno Rodríguez
Médico Especialista en Medicina Interna
Profesor Titular de Medicina
Jefe de Sección de Medicina Interna
Hospital Clínico Universitario de Valladolid
Facultad de Medicina
Universidad de Valladolid
J. G. Muñoz Hernández
Doctor en Medicina
Médico Titular del Centro de Salud de Portillo
Valladolid
L. del Olmo Martínez
Médico Especialista en Medicina Digestiva
Profesora Asociada de Medicina
Servicio de Aparato Digestivo
Hospital Clínico Universitario de Valladolid
Facultad de Medicina
Universidad de Valladolid
C. Pérez-Accino PicatosteDoctor en Medicina y Farmacia
Profesor colaborador de la Cátedra de Farmacología
Facultad de Medicina
Universidad de Valladolid
M. C. del Río Gracia
Doctora en Medicina 
Profesora Colaboradora de la Cátedra de Farmacología 
Facultad de Medicina
Universidad de Valladolid
M. J. del Río Mayor
Catedrática de Farmacología
Escuela Universitaria de Fisioterapia de Soria
Universidad de Valladolid
P. de Santos Castro
Médico Especialista en Medicina Interna
Servicio de Urgencias
Hospital Universitario de Valladolid
Facultad de Medicina
Universidad de Valladolid
M. C. Serrano Martino
Doctora en Farmacia
Especialista en Microbiología Clínica
Hospital Universitario Virgen de Valme
Sevilla
M. I. Serrano Molina
Profesor Titular de Farmacología
Facultativa Especialista 
Servicio de Farmacología Clínica
Hospital Universitario Virgen Macarena
Facultad de Medicina
Universidad de Sevilla
A. Torres Castillo
Profesor Titular de Farmacología
Facultad de Medicina
Universidad de Córdoba
A. Torrijos Eslava
Médico Especialista en Reumatología
Servicio de Reumatología
Hospital Universitario La Paz
Madrid
B. Vicente Montes
Médico Especialista en Medicina Interna
Hospital de Medina del Campo
Valladolid
xii Colaboradores
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Si la publicación de un libro constituye siempre una buena noticia, lo es mucho más al tratarse de la Farmacología clí-
nica y terapéutica médica que me honro en prologar. Esta iniciativa se enmarca dentro de la capacidad emprendedora del
Profesor Alfonso Velasco, a la que une su fecundidad mantenida durante una dilatada trayectoria docente e investigadora.
La farmacología clínica debe formar parte de la base curricular de los estudios de licenciatura de Medicina, por lo que
la publicación de textos actualizados sobre la materia es muy conveniente.
La asignatura de Farmacología, que suele ubicarse en el tercer curso, establece unos cimientos mínimos en materia de
medicamentos que servirán al futuro médico para generar unos criterios a partir del conocimiento de las propiedades de
los fármacos. Pero esto sólo no basta, pues cuando se aborda el estudio de dicha materia, actualmente bastante escaso, el
alumno aún no conoce más que los principios básicos de la patología. Consecuentemente, se hace necesario, a partir de di-
cha base, aprender el manejo de los fármacos en las diferentes situaciones patológicas, si no de una forma exhaustiva, sí al
menos en lo que se refiere a cómo aplicarlos.
No podemos sustraernos a una realidad: un alto porcentaje del conjunto de intervenciones que componen el acto mé-
dico ha de pasar necesariamente por una correcta prescripción de los medicamentos, y difícilmente se alcanzarán los obje-
tivos si no se dispone de unos conocimientos adecuados sobre lo que ofrece el arsenal terapéutico.
No cabe invocar razones de aprendizaje de posgrado cuando, al finalizar los estudios universitarios, comienza el pe-
ríodo de residencia. Evidentemente esto es necesario, pero el médico ejercerá con más eficacia si posee unos criterios cla-
ros sobre los medicamentos, su origen, las propiedades físico-químicas de las que emana su mecanismo de acción, su es-
tudio enmarcado en el correspondiente grupo terapéutico, el porqué de su comportamiento específico, la revisión de sus
interacciones y efectos adversos. Todo esto lo lleva aprendido el alumno cuando va finalizando la carrera, pero sería insu-
ficiente si no se estableciera una relación biunívoca entre medicamento y enfermedad. La Farmacología clínica se hace
precisa entonces para ayudar a comprender que el medicamento no es solamente un instrumento de curación.
Al médico no le debe bastar con aplicar de modo automático un protocolo terapéutico previamente establecido. La
Farmacología clínica acompañada de la Terapéutica le enseñará cómo actuar frente a las patologías más frecuentes, selec-
cionando con seguridad el medicamento más adecuado para cada situación.
Paciente, patología y medicamento deben formar un bloque individualizado que el médico debe enjuiciar con acierto,
labor que culminará con éxito gracias a los conocimientos adquiridos. 
Sin embargo, la oportunidad de la publicación de este libro va más allá. Me refiero al hecho de que la Unión Europea
está a punto de aprobar una Directiva Comunitaria sobre Cualificaciones Profesionales en la que, tras las enmiendas apro-
badas por el Parlamento Europeo, se contempla la necesidad de la Formación Continuada para los profesionales sanita-
rios. Por otra parte, en España se aprobó hace escasos meses la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias que esta-
blece la obligatoriedad de dicha Formación.
Independientemente de las disposiciones legales que regulen la mencionada Ley, parece muy adecuado que, mediante
la elaboración periódica de libros como el que tenemos entre manos, se atienda la necesidad de cubrir y actualizar los co-
nocimientos sobre Farmacología clínica y terapéutica.
Por estas razones entiendo que es un acierto la publicación de este libro. Entrando en el núcleo fundamental del mis-
mo, hay que destacar que la excelente selección de autores garantiza el éxito de la obra, sobre todo al considerar que parte
de un meditado planteamiento.
En efecto, considero muy adecuada la conjunción de la Farmacología clínica con la Terapéutica. Los profesores Ve-
lasco y Serrano, en los dos primeros capítulos, siguiendo a la OMS, definen la Farmacología clínica como la disciplina
que se ocupa del estudio científico de los fármacos en el ser humano. Evidentemente, el tratamiento de las enfermedades
constituye la continuación de los conocimientos anteriores, con los que guarda una clara relación.
Prólogo
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En esencia, la obra comprende unas primeras lecciones dedicadas a los conceptos básicos referentes a los ensayos clí-
nicos, la forma de realizar los registros de los medicamentos y el uso racional de los mismos de conformidad con las dis-
posiciones legales vigentes, donde se explican las bases reales de utilización de los fármacos, con aplicación de los indi-
cadores de calidad de empleo.
Tras estudiar las reacciones adversas, así como las leyes generales del «movimiento» de los fármacos en el organismo
humano y su biotransformación, se incluyen dos capítulos dedicados al manejo de los medicamentos en situaciones espe-
ciales, culminando esta primera parte con dos lecciones que comprenden, respectivamente, el estudio de las interacciones
medicamentosas y la farmacodependencia.
A continuación se aborda el estudio del tratamiento de las principales patologías, considerando que el lector posee los
conocimientos suficientes acerca de los fármacos en sí. Todo ello compone un conjunto bastante homogéneo, gracias a la
excelente labor de armonización que ha llevado a cabo el Prof. Velasco.
Es apreciable además el esfuerzo realizado por los distintos autores en lo referente a la claridad de exposición, y si a
ello añadimos que cada capítulo incorpora un resumen de su contenido así como las principales referencias bibliográficas,
hemos de afirmar que el conjunto de lecciones compone una obra excelente que el lector, a buen seguro, sabrá apreciar.
Alcalá de Henares a 19 de marzo de 2004
Dr. Francisco Zaragoza García
Catedrático de Farmacología
Facultad de Farmacia
Universidad de Alcalá de Henares
xiv Prólogo
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SECCIÓN I
Farmacología clínica
1. Introducción, A. Velasco Martín . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3
2. El ensayo clínico, J. S. Serrano Molina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
3. Uso racional de los medicamentos. Estudios de utilización de medicamentos, J. G. Muñoz Hernández y
F. J. Cortejoso Hernández . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
4. Reacciones adversas a medicamentos, A. Carvajal García-Pando y L. H. Martín Arias . . . . . . . . .. . . . . . . . . . 33
5. Leyes generales de la farmacocinética, A. Velasco Martín . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
6. Farmacología fetal, perinatal e infantil, A. Dueñas Laita y S. García Rodicio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
7. Manejo de fármacos en ancianos y pacientes con enfermedad hepática, renal y de otro tipo, A. Dueñas Laita
y S. García Rodicio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
8. Interacciones medicamentosas, L. H. Martín Arias, A. Carvajal García-Pando y A. Velasco Martín . . . . . . . . . 89
9. Farmacodependencia, C. Pérez-Accino Picatoste y A. Velasco Martín . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95
10. Fármacos antineoplásicos, M. Cornide Santos, R. Martínez Cabeza de Vaca y A. Velasco Martín . . . . . . . . . . . 109
11. Tratamiento farmacológico del dolor, F. de la Gala Sánchez, P. García Méndez y A. Velasco Martín . . . . . . . . 135
12. Farmacoeconomía: evaluación económica de los medicamentos, C. del Río Gracia y F. J. Álvarez González . . 143
13. Registro de medicamentos, J. García del Pozo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151
SECCIÓN II
Terapéutica médica
Enfermedades infecciosas y parasitarias
14. Tratamiento de las enfermedades infecciosas y parasitarias, M. C. Serrano Martino y A. Velasco Martín . . . . . 163
Enfermedades cardiovasculares
15. Tratamiento de las arritmias cardíacas, A. García Alberola, J. Hernández Cascales y J. S. Serrano Molina . . . 193
16. Tratamiento de la insuficiencia cardíaca, J. S. Serrano Molina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 213
17. Tratamiento de la cardiopatía isquémica, J. S. Serrano Molina y J. C. García Palomeque . . . . . . . . . . . . . . . . . 219
18. Tratamiento de la hipertensión arterial, A. Velasco Martín y J. S. Serrano Molina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 235
19. Tratamiento de la enfermedad tromboembólica, J. S. Serrano Molina y J. C. García Palomeque . . . . . . . . . . . 245
20. Tratamiento de las hiperlipidemias, M. I. Serrano Molina y J. S. Serrano Molina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 251
Enfermedades respiratorias
21. Tratamiento sintomático de la tos y del resfriado común, A. Velasco Martín . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 259
22. Tratamiento de las neumonías, E. Giménez Barriga, A. Jimeno Carrúez y B. Monteagudo Nogueira . . . . . . . . 271
23. Tratamiento de la bronquitis aguda y crónica (bronconeumopatía crónica obstructiva), A. Barcenilla Laguna
y A. Velasco Martín . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 279
Contenido
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24. Bases farmacológicas del tratamiento del asma bronquial, A. Velasco Martín y A. Barcenilla Laguna . . . . . . . 285
25. Tratamiento de la tuberculosis, P. A. de Santos Castro, A. Jimeno Carrúez y B. Vicente Montes . . . . . . . . . . . . 293
Enfermedades digestivas
26. Tratamiento del reflujo gastroesofágico, A. Velasco Martín . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 309
27. Tratamiento médico de la úlcera péptica, A. Alsásua del Valle y A. Velasco Martín . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 313
28. Tratamiento de la diarrea y del estreñimiento, B. Monteagudo Nogueira, A. Jimeno Carrúez y 
E. Giménez Barriga . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 323
29. Tratamiento del colon irritable, B. Vicente Montes, A. Jimeno Carrúez y P. A. de Santos Castro . . . . . . . . . . . 335
30. Infecciones gastrointestinales, B. Vicente Montes, L. Moreno Rodríguez y A. Jimeno Carrúez . . . . . . . . . . . . . 343
31. Tratamiento de la colitis ulcerosa y de la enfermedad de Crohn, A. Jimeno Carrúez, E. Giménez Barriga y
B. Monteagudo Nogueira . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 349
32. Tratamiento de las enfermedades hepáticas, M. L. del Olmo Martínez y A. Jimeno Carrúez . . . . . . . . . . . . . . . 357
Enfermedades endocrinas y metabólicas. Nutrición
33. Tratamiento de las enfermedades suprarrenales, R. Martínez Cabeza de Vaca, I. Aguiar García y 
R. Martínez Sierra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 369
34. Tratamiento de las enfermedades del tiroides, R. Martínez Cabeza de Vaca, I. Aguiar García y
R. Martínez Sierra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 381
35. Farmacoterapia de la diabetes, R. Martínez Cabeza de Vaca, M. Cornide Santos y R. Martínez-Sierra . . . . . . 389
36. Tratamiento de la obesidad, M. García del Pozo y A. Carvajal García-Pando . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 401
37. Tratamiento de la gota y de la hiperuricemia, A. Velasco Martín . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 409
38. Principios de la nutrición, C. Laudo Pardo y A. Velasco Martín . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 413
Enfermedades urinarias
39. Tratamiento de la glomerulonefritis, A. Alsásua del Valle y A. Velasco Martín . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 445
40. Tratamiento médico de las infecciones urinarias, A. Alsásua del Valle y A. Velasco Martín . . . . . . . . . . . . . . . 449
41. Tratamiento de las litiasis urinarias, A. Alsásua del Valle y M. T. Dannert Alsásua . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 459
42. Tratamiento del adenoma prostático, A. Alsásua del Valle y M. T. Dannert Alsásua . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 463
Enfermedades hematológicas
43. Discrasias sanguíneas inducidas por fármacos, A. Torres Castillo, B. Lara Romero y R. Martínez Sierra . . . . . 471
44. Tratamiento de las anemias, A. Torres Castillo, B. Lara Romero y R. Martínez-Sierra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 475
Enfermedades osteoarticulares
45. Enfermedades osteoarticulares, M. Fernández Prada y A. Torrijos Eslava . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 481
Enfermedades neurológicas
46. Tratamiento de las meningitis y las encefalitis, M. J. del Río Mayor y A. Velasco Martín . . . . . . . . . . . . . . . . . 513
47. Tratamiento de la enfermedad de Parkinson, A. Carvajal García-Pando y A. Velasco Martín . . . . . . . . . . . . . . 517
48. Tratamiento de la epilepsia, J. A. Macías Fernández, C. Domínguez Martín y D. Macías Saint-Gerons . . . . . . 523
49. Tratamiento de la migraña y otras encefaleas, P. García Méndez, F. de la Gala Sánchez y A.Velasco Martín . . 533
50. Tratamiento de la miastenia grave, M. J. del Río Mayor y A. Velasco Martín . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 537
51. Tratamiento del vértigo, M. J. del Río Mayor y A. Velasco Martín . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 539
52. Tratamiento de la neuralgia del trigémino y otras neuralgias craneofaciales, F. de la Gala Sánchez,
P. García Méndez y A. Velasco Martín . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 543
53. Tratamiento del insomnio, J. A. Macías Fernández, F. Alonso del Teso y D. Macías Saint-Gerons . . . . . . . . . . 545
xvi Contenido
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Enfermedades psiquiátricas
54. Tratamiento de las enfermedades mentales, A. Carvajal García-Pando, L. H. Martín Arias y 
A. Velasco Martín . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . 553
Miscelánea
55. Métodos anticonceptivos, F. J. Cortejoso Hernández . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 567
56. Generalidades y tratamiento de las intoxicaciones agudas, A. Dueñas Laita y G. Burillo Putze . . . . . . . . . . . . . 585
Apéndices
Apéndice I. Índice de conversión del nombre genérico en nombre registrado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 597
Apéndice II. Índice de conversión del nombre genérico en nombre registrado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 615
Apéndice III. Interacciones farmacológicas clínicamentes importantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 633
Apéndice IV. Receta, J. Gabriel Munoz Hernández y A. Velasco Martín . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 645
Índice analítico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 651
Contenido xvii
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El nuevo plan de estudios de Medicina, implantado recientemente en todas las facultades de Medicina de España, in-
troduce la asignatura de Farmacología clínica y Terapéutica médica en el segundo ciclo de la licenciatura en Medicina,
bien como materia troncal, bien como materia obligatoria de universidad o en el peor de los casos, como asignatura opta-
tiva el número de créditos que se le otorgan, tanto teóricos como prácticos, es bastante escaso pero, como decimos habi-
tualmente a nuestros alumnos en relación con las prácticas de Farmacología básica del primer ciclo «más vale poco que
nada». Durante el período 1999-2003 la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid impartió esta asignatura en
sexto curso como materia independiente con muy buenos resultados, como se ha comentado en un editorial publicado en
el número 3807 de la revista Noticias Médicas; pero en la reforma llevada a cabo en el año 2002, la Comisión de Ordena-
ción Académica de la Facultad de Medicina de Valladolid, encargada de la Reforma del nuevo plan de estudios, propuso la
supresión de esta asignatura y repartir los créditos correspondientes entre las asignaturas clínicas de los cursos cuarto y
quinto. Con ello se corre el grave riesgo de su desintegración y pérdida de identidad, con la consiguiente desmotivación
del profesorado y carencia de nuevas vocaciones, sin que se hayan escuchado los argumentos esgrimidos por el área de
Farmacología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid. Además, precisamente los contenidos teóricos
del programa de Farmacología clínica no se pueden integrar con las asignaturas clínicas. Afortunadamente, la situación de
la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid es excepcional y no se da en el resto de España.
Numerosas publicaciones aparecidas en las revistas Educación Médica y Farmacoterapia, entre otras, han señalado
que «los médicos salen de la Universidad con una cultura farmacológica muy escasa, debido a que la Farmacología se im-
partía en la mayor parte de las facultades de Medicina de España en un solo curso, en tercero, y los resultados pedagógi-
cos eran malos, porque la Farmacología se impartía cuando los alumnos no tenían la preparación clínica para comprender
la Terapéutica». Este debate es muy antiguo. En 1928, el plan de estudios Callejo introdujo en el último curso de la licen-
ciatura de Medicina la asignatura de Terapéutica clínica, a propuesta de Don Teófilo Hernando, catedrático de Farmacolo-
gía y Terapéutica de la entonces denominada Universidad Central (hoy Complutense). La Terapéutica clínica fue suprimi-
da en 1944 por el ministro Ibáñez Martín, siendo sustituida por la denominada Terapéutica física (hoy Radiología y
Rehabilitación). En 1970, el Dr. Salvá Miquel, decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Barce-
lona, creó la primera Cátedra de Farmacología clínica de la Universidad Española, que fue ocupada por el Dr. Laporte Sa-
las. Muy posteriormente se han creado otras cátedras de Farmacología clínica en otras universidades españolas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), en su Informe Técnico número 446 titulado: «Farmacología Clínica: ac-
tividades, servicios y enseñanza», publicado en 1970, reconoció la especialidad de Farmacología clínica, y se inició un re-
novado interés por la especialidad en España. En 1978, la Farmacología clínica es reconocida como especialidad médica
por el correspondiente Real Decreto, y comienzan a formarse especialistas en diversos hospitales. En 1985 se crea la So-
ciedad Española de Farmacología clínica, que desde esa fecha ha celebrado reuniones científicas que han contribuido no-
tablemente a su consolidación. En relación con la Terapéutica clínica en España, conviene destacar la publicación en
1933 de la obra Terapéutica Clínica-Formulario por el Dr. D. Benigno Lorenzo-Velázquez, que ha sido reeditada quince
veces a lo largo del período 1933-1980, y de la obra Arte de recetar y Formulario, por el Dr. D. Vicente Belloch Montesi-
nos, cuyo éxito editorial fue bastante menor. También se editaron algunas revistas como Farmacología y Terapéutica
(1940-1950), Farmacoterapia actual (1944-1950), Progresos de Terapéutica Clínica (1947-1975), Farmacoterapia
(1984-2001) y Actualidad en Farmacología y Terapéutica (fundada el año 2003). A partir de 1970 se publicaron obras
más modernas de Terapéutica Clínica que se reseñan en la bibliografía de bastantes capítulos de esta obra.
El libro Farmacología clínica y terapéutica médica consta de dos partes: la primera incluye la Farmacología clínica, y
recoge temas tan importantes como ensayos clínicos, farmacocinética clínica y vigilancia de las concentraciones plasmá-
ticas, factores que modifican la respuesta farmacoterápica (gestación, edades extremas de la vida, insuficiencia hepática y
Prefacio
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renal, interacciones medicamentosas), reacciones adversas a medicamentos y farmacoeconomía; la segunda parte describe
el tratamiento de las enfermedades más prevalentes en nuestro medio; deliberadamente se ha prescindido del tratamiento
de las enfermedades oculares, otorrinolaringológicas y ginecológicas, por considerarse demasiado especializado. Comple-
tan la obra cuatro apéndices: un índice de conversión de nombres genéricos en nombres registrados, un índice de conver-
sión de nombres registrados en nombres genéricos, una relación de las interacciones medicamentosas clínicamente más
importantes y, finalmente, un documento sobre recetas médicas, incluyendo la legislación más reciente sobre la prescrip-
ción.
Somos conscientes de que existen excelentes obras de Farmacología clínica y terapéutica médica en la bibliografía
nacional e internacional, que se enumeran en el capítulo de introducción de este libro, pero creemos que es importante la
existencia de un texto básico introductorio de Farmacología clínica y terapéutica médica para los alumnos del segundo ci-
clo de la licenciatura de Medicina y para los médicos en ejercicio, porque como se indica en el primer párrafo de este pre-
facio, «mejor es poco que nada».
Este libro ha sido dirigido conjuntamente por farmacólogos y especialistas en disciplinas clínicas (Medicina interna,
Psiquiatría y Toxicología), y han colaborado en la redacción de los capítulos farmacólogos clínicos, farmacéuticos clíni-
cos y cualificados especialistas en las distintas disciplinas clínicas, algunos muy jóvenes y con un gran dominio de la in-
formática que han proporcionado dinamismo.
No nos queda más que agradecer a McGraw-Hill/Interamericana de España, editorial de prestigio y proyección inter-
nacionales, el esmero con que publica esta obra, en especial a Rosario Femenía por su competencia y dedicación.
Madrid, 30 de mayo de 2004
A. VELASCO, F. DE LA GALA, P. GARCÍA MÉNDEZ,
A. JIMENO, J. S. SERRANO, R. MARTÍNEZ SIERRA,
A. CARVAJAL, J. A. MACÍAS, A. ALSÁSUA Y A. DUEÑAS
xxPrefacio
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SECCIÓN I
Farmacología clínica
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1. CONSIDERACIONES GENERALES
Las investigaciones farmacológicas y los avances terapéu-
ticos se han desarrollado paralelamente al progreso de las
ciencias biomédicas. Por otra parte, en los últimos años se
ha registrado un extraordinario aumento en el número de
productos farmacéuticos lanzados al mercado, aunque,
como señala Valtueña (1985), no se ha observado una me-
joría proporcional en el estado general de salud. No obs-
tante, aunque resultan evidentes las ventajas aportadas por
la farmacología, hay que tener en cuenta los inconvenien-
tes que pueden acarrear el mal uso y el indebido manejo de
los fármacos. Es de sobra conocido que en muchos casos la
diferencia entre veneno y medicamento sólo depende de la
dosis; las reacciones adversas, los efectos secundarios e ia-
trogénicos, así como las características propias del pacien-
te, son razones lo suficientemente poderosas para imponer
la necesidad de unos adecuados conocimientos farmacoló-
gicos. Esta necesidad debe quedar patente en el pregradua-
do, ya que la enseñanza en este período es la base de una
formación continuada.
Desde hace años se viene debatiendo algo muy impor-
tante dentro de la enseñanza de la farmacología. Me refie-
ro a la distinción entre farmacología básica y clínica. Se ha
hablado de una posible crisis de identidad de la farmacolo-
gía en las Facultades de Medicina (Csaky, 1976), proba-
blemente por esta doble faceta que presenta la enseñanza
de esta disciplina y por las diferentes actitudes existentes
entre farmacólogos y médicos en ejercicio. En este sentido,
Herxheimer (1976) hablaba de que la enseñanza de la far-
macología es todavía insuficiente en relación con los pro-
blemas prácticos a los que se enfrentan los médicos. La-
sagna (1985) indica la necesidad de mejorar la enseñanza
tanto de los estudiantes pregraduados como de los médicos
en ejercicio. No obstante, pese a estas desavenencias y crí-
ticas a su enseñanza, parece ser que la farmacología ocupa
un destacado lugar, tanto para enseñantes como para alum-
nos, dentro de las ciencias básicas o asignaturas del primer
ciclo, según queda de manifiesto en un estudio de Spilman
y Spilman (1975).
Los objetivos de la enseñanza de la farmacología fue-
ron muy bien definidos por el comité de expertos de la
OPS-OMS en 1969 y siguen estando vigentes, a pesar de
los años transcurridos. No voy a transcribirlos en este
momento, y remito al lector al libro «Estado actual de la
enseñanza de la medicina» de A. Velasco y J. Alonso-
Vielba, editado por el Secretariado de Publicaciones de la
Universidad de Valladolid, 1988, donde se encuentran re-
cogidos.
Las tendencias actuales de la enseñanza de la farmaco-
logía se basan en la extensión de ésta a los cursos clínicos.
Esto podría hacerse de varias formas: coordinando las acti-
vidades docentes entre los Departamentos de Farmacología
y de Medicina Interna con participación conjunta de profe-
sores de uno y otro en la enseñanza de las lecciones sobre
el tratamiento medicamentoso, o estableciendo un curso de
Farmacología Clínica y Terapéutica en el último año de la
licenciatura, de tal manera que no sólo se enseñen aspectos
CAPÍTULO 1
Introducción
A. Velasco Martín
1. Consideraciones generales
2. Farmacología clínica: concepto
3. Nomenclatura de los fármacos
4. Categorías de los medicamentos
5. Tipos de tratamiento
6. El efecto placebo en farmacología
7. Resumen
8. Bibliografía
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prácticos del tratamiento de las enfermedades más impor-
tantes, sino que se insista sobre los principios básicos de la
farmacología clínica: metodología del estudio de nuevos
fármacos en el ser humano, interacciones medicamentosas,
efectos no deseados de los fármacos, etc. (Velasco, 1994;
Pérez-Accino y cols.,1995; Baños y Farré, 2002).
Para la Clinical Pharmacology Section of the British
Pharmacological Society (1978) el significado más impor-
tante, a largo plazo, de la mejora del pregraduado en la
educación de la farmacología clínica es aumentar la efica-
cia, la seguridad y la economía en el uso de los medica-
mentos. Para ello se debe hacer hincapié en un número de
medicamentos limitado, de uso común, incluidos sus cos-
tes, a lo largo de toda la carrera.
No cabe duda de que la farmacología básica y clínica
deben estar estrechamente relacionadas y de la necesidad
de incluir ésta en el «currículum médico». Aunque, por
otra parte, pese a las actuales tendencias, tan fundamental
es una como otra, sobre todo teniendo en cuenta que con
los rápidos avances en farmacología, un departamento que
trabaje en una disciplina científica puede estar en mejor
disposición a la hora de preparar a los estudiantes para los
futuros avances terapéuticos.
Queda patente que la farmacología básica y la clínica
tienen metas distintas. La educación inicial en farmacolo-
gía tiene dos propósitos: el primero consiste en la selección
correcta de los medicamentos comunes que se administra-
rán en las enfermedades que se estudien en el período clí-
nico y el segundo se basa en la apreciación de la función
social de los fármacos en orden a asesorar a los pacientes
y asegurar su observancia en el cumplimiento del trata-
miento. Para alcanzar estos propósitos se requiere que el
estudiante logre identificar las creencias y las esperanzas
de los pacientes, asesorarles y advertirles y, por otra parte,
tiene que ser capaz de usar datos científicos, obtener infor-
mación técnica y cumplir con las regulaciones establecidas
en las prescripciones medicamentosas.
La enseñanza en el período clínico tiene el propósito
fundamental de permitir a los estudiantes tratar las en-
fermedades que han estudiado y asumir responsabilida-
des. Para lograrlo, los estudiantes tendrán que ser capa-
ces de:
1. Obtener historiales farmacológicos.
2. Componer prescripciones.
3. Utilizar nombres de fármacos.
4. Manejar la información necesaria.
5. Saber lo que los pacientes deben recordar y cono-
cer sobre su medicación.
6. Establecer tratamientos racionales y sintomáticos
de síntomas comunes.
7. Identificar los problemas medicamentosos de los
pacientes.
8. Identificar las reacciones adversas.
9. Conocer las interacciones medicamentosas.
10. Conocer y manejar el uso de placebos, incluidos
sus aspectos éticos.
11. Conocer tratamientos para las urgencias médicas.
12. Utilizar fármacos de acuerdo con los resultados de
las pruebas de laboratorio.
13. Establecer cuándo y por qué puede ser útil la me-
dición de fármacos en sangre.
14. Valorar, proyectar y evaluar los ensayos clínicos,
aplicar sus resultados a la práctica y conocer los
aspectos éticos que conllevan.
15. Obtener información sobre nuevos fármacos y
descubrimientos, así como de ensayos en seres hu-
manos.
2. FARMACOLOGÍA CLÍNICA: CONCEPTO
La Organización Mundial de la Salud (OMS) en su infor-
me técnico número 446 de 1970, titulado «Farmacología
Clínica: actividades, servicios y enseñanza», define la far-
macología clínica como la disciplina que se ocupa del es-
tudio científico de los fármacos en el ser humano. La far-
macología clínica, en su forma moderna, se inició en los
años treinta, pero hasta poco después de 1950 no se reco-
noció su capacidad para hacer aportaciones originales a la
medicina.
El desarrollo que ha alcanzado la farmacología clínica
y la actual demanda de especialistas competentes obedecen
sobre todo a los siguientes factores:
1. El creciente número de nuevos medicamentos pro-
ducidos por la industria farmacéutica.
2. El concepto aceptado de que la elección y el em-
pleo inocuo y eficaz de los medicamentos dependen
de conocimientos que pueden obtenerse mediante
un estudio científico sistemático.
3. Varios desastres terapéuticos que se han registrado.
Cuando mejoran la eficacia y reducen el riesgo de
los medicamentos originado por deficiencias en su
concepción, fabricación, distribución y empleo, los
especialistas en farmacología clínica participan de
manera importante en los siguientessectores:
1. Investigación clínica de los medicamentos exis-
tentes y de otros nuevos.
2. Instrucción a los estudiantes de medicina, perso-
nal de los hospitales y médicos en ejercicio acer-
ca de la aplicación científica de la farmacoterapia.
3. Servicios consultivos a los organismos que dic-
tan normas sobre los medicamentos y a la indus-
tria farmacéutica para fines de investigación y
desarrollo.
El farmacólogo clínico desempeña las siguientes fun-
ciones:
1. Mejora la asistencia de los pacientes procurando un
empleo más eficaz e inocuo de los medicamentos.
2. Amplía los conocimientos mediante la investiga-
ción (estudios farmacocinéticos, estudios farmaco-
dinámicos, variaciones individuales de la respuesta
a los medicamentos, estudios iniciales en el ser hu-
4 Farmacología clínica y terapéutica médica
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mano, ensayos terapéuticos, relaciones entre los es-
tudios preclínicos y los clínicos).
3. Transmitir los conocimientos mediante la enseñan-
za.
4. Prestar servicios como, por ejemplo, mediciones de
las concentraciones de medicamentos en los humo-
res, vigilancia de la utilización de los medicamen-
tos, información sobre medicamentos y asesora-
miento para organizar experimentos.
3. NOMENCLATURA DE LOS FÁRMACOS
Los fármacos constan de los siguientes nombres: número
de código o designación codificada, nombre químico,
nombre genérico u oficial y nombre registrado o comercial.
El número de código o designación codificada se for-
ma generalmente con las iniciales del laboratorio, del quí-
mico o del equipo investigador que preparó o ensayó por
primera vez el fármaco, seguido por un número. Esta de-
nominación es provisional y se descarta cuando se elige el
nombre adecuado.
El nombre químico describe con precisión la estructu-
ra del fármaco según las reglas de nomenclatura de los
compuestos químicos (Unión Internacional de Química
Pura y Aplicada, IUPAC). Este nombre suele ser muy com-
plicado y por ello se recurre con gran frecuencia al nombre
genérico o al nombre registrado.
El nombre genérico, oficial o denominación común in-
ternacional (DCI), se refiere al nombre común por el que se
conoce al fármaco como sustancia concreta e independien-
te de su fabricante; debe ser sencillo, conciso y significati-
vo, y es elegido, aprobado y divulgado por la Organización
Mundial de la Salud (Suplemento de Crónica de la OMS,
1976, vol. 31, número 3). El nombre registrado o nombre
comercial es el elegido o empleado por el fabricante; si,
como es frecuente, un fármaco lo fabrica más de una com-
pañía, cada una da su nombre registrado; por ello, siempre
que sea posible debe emplearse el nombre genérico y no el
nombre comercial.
En un intento de desarrollar un método universal para
la designación de los fármacos, se ha propuesto reciente-
mente un sistema de nomenclatura conocido como «ana-
tómico-terapéutico-químico» (ATC). Aunque este méto-
do ha sido recomendado por la OMS para su utilización
en estudios sobre consumo de fármacos, hasta la fecha
sólo los países nórdicos lo han adoptado oficialmente.
En el tercer capítulo de esta obra se hará una descripción
muy amplia del sistema de nomenclatura anatómico-te-
rapéutico-químico.
La Organización Mundial de la Salud ha aconsejado a
sus miembros la adopción de los siguientes principios ge-
nerales para asignar los nombres genéricos a las prepara-
ciones farmacéuticas:
1. Las Denominaciones Comunes Internacionales
(DCI) deberán diferenciarse tanto fonética como
ortográficamente. No deberán ser incómodamente
largas ni dar lugar a confusión con denominaciones
de uso común.
2. La DCI de una sustancia que pertenezca a un grupo
de sustancias farmacológicamente emparentadas
deberá mostrar apropiadamente este parentesco.
Deberán evitarse nombres que puedan inducir fá-
cilmente en el paciente sugerencias anatómicas, fi-
siológicas, patológicas o terapéuticas.
3. Al idear la DCI de la primera sustancia de un nue-
vo grupo farmacológico, deberá tenerse en cuenta
la posibilidad de formar DCI convenientes para las
sustancias emparentadas que vengan a incrementar
el nuevo grupo.
4. Al idear DCI para ácidos, se preferirán las de una
sola palabra; sus sales deberán denominarse sin
modificar el nombre de ácido; por ejemplo «oxaci-
lina» y «oxacilina sódica», «ibufenaco» e «ibufena-
co sódico».
5. Las DCI para sustancias que se usan en forma de
sal deberán en general aplicarse a la base activa o,
respectivamente, al ácido activo. Las denominacio-
nes para diferentes sales o ésteres de la misma sus-
tancia activa deberán solamente diferir en el nom-
bre del ácido o de la base inactivos. En los
compuestos de amonio cuaternario, el catión y el
anión deberán denominarse adecuadamente por se-
parado, como componentes independientes de una
sustancia cuaternaria y no como sales de una amina.
6. Deberá evitarse el empleo de una letra o un núme-
ro aislados; tampoco es deseable el empleo de guio-
nes.
7. Para facilitar la traducción y la pronunciación, se
emplearán preferentemente las letras «f» en lugar
de «ph», «t» en lugar de «th», «e» en lugar de «ae»
u «oe» e «i» en lugar de «y»; se deberá evitar el em-
pleo de las letras «h» y «k».
8. Siempre que las denominaciones que se sugieran
estén de acuerdo con estos principios, recibirán una
consideración preferente las denominaciones pro-
puestas por la persona que haya descubierto la sus-
tancia, o la que primero fabrique o ponga a la ven-
ta la sustancia farmacéutica, así como las
denominaciones oficialmente adoptadas en cual-
quier país.
9. El parentesco entre sustancias del mismo grupo se
pondrá de manifiesto en las DCI utilizando alguna
de las partículas de la Tabla 1.1. La partícula sola-
mente se utilizará para sustancias del grupo adecua-
do. Cuando una partícula aparece sin guión alguno,
puede emplearse en cualquier lugar de la palabra.
Dada la extensión de sus nombres en la nomenclatura
química sistemática, la Organización Mundial de la Salud
ha abreviado los nombres de varios radicales y grupos pre-
sentes en las sales o ésteres de los fármacos. En la Tabla 1.2.
se enumeran los términos abreviados para los radicales y
grupos aprobados por la Organización Mundial de la Salud.
Capítulo 1. Introducción 5
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4. CATEGORÍAS DE LOS MEDICAMENTOS
Desde el punto de vista de la prescripción, los medicamen-
tos se clasifican en:
1. Productos oficinales: inscritos en la Farmacopea
Española y que obligatoriamente el farmacéutico
debe tener en su farmacia; son los siguientes:
1.1. Drogas o medicamentos en bruto tal como se
ofrecen en la naturaleza o tras sencillas opera-
ciones (desecación, incisión, etc.).
1.2. Productos químicos puros (codeína, isoniazi-
da, fenacetina, etc.).
2. Preparaciones magistrales: empleo de una fórmula
no inscrita en la Farmacopea, propuesta por el mé-
dico para un determinado enfermo; se emplean mu-
cho todavía en dermatología y en patología del apa-
rato respiratorio.
3. Especialidades farmacéuticas patentadas: fabrica-
das en serie por la industria farmacéutica y muy di-
fundidas en el momento actual.
4. Medicamentos esenciales: la Organización Mundial
de la Salud elaboró a partir de 1975 una lista de
medicamentos indispensables para el tratamiento
de las enfermedades más comunes. Esta lista se re-
visa periódicamente y se compone de alrededor de
220 principios activos, número mínimo de los que
debería disponer todo médico, en especial en los
países en vías de desarrollo.
5. Medicamentos huérfanos: ciertas enfermedades son
muy raras y afectan a un número escasísimo de per-
6 Farmacología clínica y terapéutica médica
Tabla 1.1. Partículas utilizadas en la creación de
Denominaciones Comunes Internacionales. La posición de los
guiones indica si se trata de prefijos (cef-), sufijos (-aco) o
partículas que pueden colocarse en cualquier lugar del nombre
(barb)
Partícula Grupo de fármacos
-aco Antiinflamatorios del grupo del ibufenaco 
(derivados del ácido fenilacético)
-actida Polipéptidos sintéticos de acción semejante a 
la corticotrofinaandr Esteroides andrógenos
-antel Antihelmínticos que no sean miembros de un 
grupo definido
-arol Anticoagulantes del grupo del dicumarol
-azam y -azolam Ansiolíticos cuya estructura no corresponde 
exactamente con la de una benzodiazepina
-acepam Sustancias del grupo del diazepam 
(benzodiazepinas)
-azocina Antagonistas/agonistas narcóticos del grupo 
de los benzomorfanos
-bamato Ansiolíticos derivados del propanodiol y 
el pentanodiol
barb Derivados del ácido barbitúrico con actividad 
hipnótica
-bendazol Antihelmínticos del grupo del mebendazol
bol Esteroides anabolizantes
-butazona Analgésicos antiinflamatorios del grupo de la 
fenilbutazona
-caína Anestésicos locales
cef- Antibióticos derivados del ácido 
cefalosporánico
-ciclina Antibióticos del grupo de la tetraciclina
-cidina Antibióticos naturales no pertenecientes a una 
clase determinada
-cilina Antibióticos derivados del ácido 
6-aminopenicilánico
cort Corticosteroides, excepto los del grupo de la 
prednisona
-crina Derivados de la acridina
-dapsona Derivados de la dapsona
-dipino Antagonistas del calcio del grupo del 
nifedipino
-drina Simpaticomiméticos (adrenérgicos)
-eridina Analgésicos del grupo de la meperidina
estr Estrógenos
fenamato Antiinflamatorios derivados del ácido 
antranílico
-fibrato Sustancias del grupo del clofibrato
-formina Antidiabéticos orales del grupo de la 
fenformina
gest Esteroides progestágenos
gli- Sulfamidas hipoglucemiantes
io- Medios de contraste que contienen yodo
-io Compuestos de amonio cuaternario
-metacina Antiinflamatorios del grupo de la 
indometacina
mito- Antineoplásicos nucleotóxicos
-micina Antibióticos producidos por Streptomyces
nal- Agonistas (antagonistas) narcóticos 
relacionados con la normorfina
-nidazol Antiprotozoarios del grupo del metronidazol
nifur- Derivados de 5-nitrofurano
-olol Betabloqueantes del grupo del propranolol
-ónido Esteroides de uso tópico que contienen un 
grupo acetal
-orex Anoréxicos derivados de la feniletilamina
orfán (-orfano) Agonistas/antagonistas narcóticos del grupo 
del morfinano
-oxacina Antibacterianos del grupo del ácido nalidíxico
-perona (-peridol) Neurolépticos del grupo de las butirofenonas
-pramina Sustancias del grupo de la imipramina
-prenalina Broncodilatadores derivados de la 
feniletilamina
-presina Vasoconstrictores
-prida Derivados de la sulpirida (ortopramidas)
-pril Antihipertensivos del grupo del captopril
-profeno Antiinflamatorios del grupo del ibuprofeno 
(ácidos arilpropiónicos)
prost Prostaglandinas
-quina Derivados de quinolina
-relina Péptidos estimulantes de la liberación de 
hormonas hipofisarias
sal Derivados del ácido salicílico
stat Inhibidores enzimáticos
sulfa- Sulfamidas quimioterápicas
-terol Broncodilatadores derivados de la 
feniletilamina
-tiazida Diuréticos del grupo de la clorotiazida
-tidina Antihistamínicos H2 del grupo de la cimetidina
-verina Espasmolíticos de acción semejante a la de la 
papaverina
vir Sustancias antivirales
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sonas; hay medicamentos destinados a combatirlas,
pero su explotación comercial no es rentable y por
ello se habla de medicamentos huérfanos. A menudo
es muy difícil encontrar padres adoptivos, es decir,
firmas comerciales capaces de interesarse por estas
sustancias. Son ejemplos característicos la trientina,
la 4-aminopiridina y la 3,4-diaminopiridina.
5. TIPOS DE TRATAMIENTO
Se habla de tratamiento etiológico, causal o curativo
cuando se puede combatir la causa de una enfermedad.
Este tipo de tratamientos se puede aplicar en las infeccio-
nes y procesos parasitarios, por ejemplo, el empleo de
isoniazida en el tratamiento de la tuberculosis. El trata-
miento patogénico o correctivo no actúa frente a la causa,
sino frente al mecanismo patogénico de la misma, como
ocurre con la insulina en la diabetes. El tratamiento pro-
filáctico es el que protege al organismo para impedir que
actúe la causa; así, la vacunación antitetánica previene la
aparición del tétanos. El tratamiento supresor tiene por
objeto eliminar los trastornos mientras se administra el
fármaco, por ejemplo el empleo de glucocorticoides en el
tratamiento del lupus eritematoso. El tratamiento funcio-
nal o sintomático alivia los síntomas o manifestaciones
funcionales de la enfermedad; así, por ejemplo, la disnea
se corrige con opiáceos y el dolor articular se trata con sa-
licilatos, la diarrea con bismúticos y la tos con noscapina
o narcotina.
6. EL EFECTO PLACEBO EN FARMACOLOGÍA
6.1. Conceptos y definiciones
En latín placebo significa «yo complaceré» y se define
como «cualquier procedimiento terapéutico (o el compo-
nente de dicho procedimiento) que objetivamente no tenga
acción específica para el proceso patológico en tratamien-
to». El placebo debe distinguirse del efecto placebo, que
puede o no producirse en una situación determinada. El
efecto placebo se define como «el efecto psicológico, fi-
siológico o psicofisiológico de cualquier fármaco o proce-
dimiento aplicado con fines terapéuticos, que es indepen-
diente o tiene una relación mínima con los efectos
farmacológicos de la medicación o con los efectos especí-
ficos del procedimiento y que actúa a través de un meca-
nismo psicológico».
Se distinguen tres tipos de placebos:
1. Sustancias inertes sin pretensiones, tales como el al-
midón o la lactosa; a estas sustancias se les denomi-
na placebos puros, aunque hay que tener en cuenta
que la lactosa puede crear problemas de intolerancia
digestiva en sujetos con déficit de lactasa.
2. Pseudomedicamentos: extractos de plantas, minera-
les, vitaminas innecesarias y, en general, la mayor
parte de los medicamentos que en los Estados Uni-
dos se despachan sin receta. Se denominan place-
bos impuros.
3. Efecto placebo que obligatoriamente acompaña a
la acción farmacodinámica de agentes terapéuticos
específicos.
Habitualmente, el placebo se administra a sujetos en-
fermos, pero a veces se trata de voluntarios normales. En
Capítulo 1. Introducción 7
Tabla 1.2. Términos abreviados para los radicales y grupos
aprobados por la Organización Mundial de la Salud (OMS)
Nombre
propuesto Nombre químico sistemático
Acetofénido Metilfenilmetileno
Acetónido Isopropiledeno éter de un alcohol dihidroxílico
Aceturato N-Acetilglicinato
Amsonato 4,4'-Diaminoestilbeno-2-2'-disulfonato
Berilato Bencenosulfonato
Bunapsilato 3,7-Di-terc-butil-1,5-naftalenodisulfonato
Camsilato Canfosulfato
Caproato Hexanoato
Carbesilato p-Carboxibencenosulfonato
Closilato p-Clorobencenosulfonato
Cromesilato 6,7-Dihidroxicumarina-4-metanosulfonato
Cromocato [(6-Hidroxi-4-metil-2-oxo-2H-benzopirán-7-il) oxi]
acetato
Ciclotato 4-Metilbiciclo(2,2,2)-2-octeno-1- carboxilato
Cipionato Ciclopentanopropionato
Dibudinato 2,6-Di-tercbutil-1,5- naftalenodisulfonato
Diolamina Dietanolamina
Dobesilato 2,5-Dihidroxibencenosulfonato
Edetato Etilendiaminotetraacetato
Edisilato 1,2-Etanodisulfonato
Embonato Véase pamoato
Enantato Heptanoato
Esteaglato Octadecanoilacetato
Esilato Etanosulfonato
Estolato Laurilsulfato propionato
Fendizoato o-[(2'-hidroxi-4-bifenilil)carbonil]- benzoato
Gluceptato Glucoheptanoato
Hibenzato o-(4-Hidroxibenzoil) benzoato
Isetionato 2-Hidroxietanosulfonato
Laurilsulfato Dodecilsulfato
Megalato 3,4,5-Trimetoxibenzoato
Meglumina N-Metilglucamina
Mesilato Metanosulfonato
Metembonato 4,4'-Metilenobis (3-metoxinaftoato)
Napadisilato Naftaleno-1,5-disulfonato
Napsilato Naftaleno-2-sulfonato
Olamina Etanolamina
Oxoglurato 2-Oxoglutarato
Pamoato 4,4'-Metilenobis (3-hidroxi-2-naftoato)
Fenpropionato 3-Fenilpropionato
Pivalato Trimetilacetato
Tebutato Tercbutilacetato
Tenoato 2-Tiofenocarboxilato
Teoclato 8-Cloroteofilinato (teofilina = 1,3-dimetilpurina-
2,6-diona)
Teprosilato 1,2.3,6-Tetrahidro-1,3-dimetil-2,6- dioxipurina-7-
propano-sulfonato
Tofesilato 1,2,3,6-Tetrahidro-1,3-dimetil-2,6- dioxipurina-7-
etanosulfonato
Tosilato p-Toluenosulfonato
Triclofenato 2,4,5-Triclorofenolato
Trolamina Trietanolamina 
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cualquier caso se conocen como sujetos reactivos al place-
bo a aquellosque responden con una modificación de su
estado cuando se les administra un placebo, y no reactivos
a los que no experimentan modificación alguna.
La dirección del cambio observado permite a su vez
establecer dos grupos dentro de los sujetos reactivos al pla-
cebo:
— Sujetos reactivos al placebo positivos: son los que
responden en la forma esperada con arreglo a la si-
tuación planteada, experimentan una mejoría y
acusan un efecto agradable, euforizante y estimu-
lante.
— Sujetos reactivos al placebo negativos: son los que
responden en sentido opuesto al esperado. Si se
trata de enfermos, su estado empeora y los efectos
observados podrían interpretarse como efectos ad-
versos o secundarios. Así se han descrito sequedad
de boca, náuseas, sensación de pesadez, dificultad
para concentrarse, obnubilación, rubor, relajación,
cansancio, sueño, dolores epigástricos, mareos,
palpitaciones, dermatitis medicamentosa, etc.
Los placebos actúan a través del sistema nervioso cen-
tral. En los sujetos cuyo dolor se alivia con un placebo se
ha observado que la naloxona, un antagonista de los recep-
tores opiáceos, disminuye el efecto del placebo sobre el
dolor, por lo que es probable que el placebo, al igual que la
acupuntura, libere encefalinas y endorfinas agonistas natu-
rales de los receptores opiáceos.
6.2. Papel del placebo en terapéutica
Los placebos se utilizan mucho en ensayos clínicos y, en
mayor medida de lo que generalmente se reconoce, en la
práctica terapéutica habitual. En los ensayos clínicos los
placebos son necesarios para que el investigador pueda dis-
tinguir una respuesta debida a una propiedad específica del
fármaco de la sensación general de bienestar que surge de
la estrecha atención y el apoyo que se brindan al paciente.
Con este fin se trata de que el placebo y el fármaco activo
tengan el mismo aspecto, consistencia y sabor, de manera
que el paciente o el médico no puedan distinguir fácilmen-
te uno de otro. La decisión de usar un placebo o una sus-
tancia activa conocida con fines comparativos en un ensa-
yo clínico a veces plantea difíciles problemas éticos. Si el
paciente tiene una enfermedad grave para la cual existe un
tratamiento de eficacia comprobada, sería poco ético usar
un placebo en el ensayo. Por otro lado, si existen dudas re-
ales sobre la eficacia del tratamiento, o si se trata de una
enfermedad leve, el placebo es generalmente la sustancia
de comparación apropiada.
La otra situación en la que se usan los placebos, a sa-
biendas o no, es como principal tratamiento del paciente.
En otro tiempo es probable que muchos de los «curaloto-
do» de gusto desagradable prescritos por los médicos no
tuvieran otro efecto que el de placebos. Algunos médicos y
la mayoría de los estudiantes de medicina consideran un
poco en broma el uso de un placebo, que merecería un tra-
tamiento más serio. Se ha demostrado que los placebos
producen un efecto positivo en muchas enfermedades, so-
bre todo para aliviar el dolor. Los ensayos clínicos han de-
mostrado que los placebos pueden aliviar los dolores del
parto, la cirugía o la angina de pecho. En general, el place-
bo no es tan eficaz como una sustancia activa conocida,
como la morfina, pero una proporción considerable de los
que se alivian con la sustancia activa también experimen-
tan alivio con el placebo.
La fluctuación espontánea de la gravedad de un proceso
patológico también sirve de explicación de la eficacia de los
placebos. Es más probable que el paciente consulte al médi-
co cuando empeoran los síntomas de su enfermedad. Muchas
enfermedades, aun las graves y progresivas como la esclero-
sis múltiple, tienen un curso de remisión y exacerbación va-
riable. La evolución natural de un paciente en el momento
máximo de una exacerbación puede ser la mejoría, y el mé-
dico y el fármaco utilizado se llevan el mérito. Los estadísti-
cos denominan a este fenómeno como «regresión a la me-
dia».
Resulta de especial importancia en relación con la eva-
luación de fármacos utilizados para tratar la hipertensión
arterial. Es muy probable que el paciente reciba el trata-
miento cuando se encuentra en el extremo superior de la
curva de distribución personal de la presión arterial, y la
tensión de una consulta en el hospital hace que ésta au-
mente aún más. Es probable que en consultas ulteriores la
presión arterial sea inferior, porque el paciente se ha adap-
tado a ella, y que haya habido una regresión hacia la media
personal de la presión arterial. En algunos estudios de an-
tihipertensivos suaves, el descenso de la presión con el pla-
cebo fue más de la mitad del descenso observado con un
diurético o un betabloqueante.
La combinación de la resolución espontánea de mu-
chas enfermedades de poca importancia y el efecto place-
bo de los medicamentos confiere al médico gran parte del
crédito en el tratamiento del dolor y el malestar, y en in-
fecciones leves, aun cuando las medidas específicas toma-
das no hubieran contribuido a este resultado, y en algunas
circunstancias podrían haber sido perjudiciales.
En muchos países no es posible explicar la frecuencia
del uso de antibióticos, analgésicos suaves y tranquilizan-
tes, como no sea suponiendo que se utilizan como place-
bos. La fe del público en los curanderos de diferentes ti-
pos, y en técnicas como la acupuntura, debe tener una base
parecida. Teniendo en cuenta la eficacia de los placebos en
algunas situaciones, los médicos deberían utilizarlos deli-
beradamente para proporcionar una sensación de bienestar
cuando no está indicada una sustancia activa o ésta no
exista.
En muchos países, los organismos gubernamentales
que controlan los medicamentos están empeñados en el es-
fuerzo de asegurarse que las virtudes terapéuticas atribui-
das a un medicamento estén justificadas por resultados ob-
tenidos en ensayos clínicos controlados. Dado que, en casi
cualquier circunstancia, no es probable que un placebo sea
8 Farmacología clínica y terapéutica médica
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ni más ni menos eficaz que otro, estas sustancias no pue-
den declarar acción terapéutica alguna. No ocurre así ne-
cesariamente cuando se comparan placebos que tienen di-
ferente color, consistencia o sabor. Cuando se administran
placebos con la idea de que sirven para modificar el estado
de ánimo, entonces es más probable que las tabletas de co-
lor azul produzcan una sensación de depresión y las rojas
levanten el ánimo.
Sin embargo, aun en los países desarrollados, se man-
tienen en el mercado algunos placebos. En su gran mayo-
ría, la población que presenta un estado de nutrición ade-
cuado considera a las vitaminas según este criterio. Si un
paciente está determinado a recibir alguna forma de trata-
miento y el médico sabe que no lo necesita o que no exis-
te un tratamiento útil, el uso de un preparado vitamínico
puede ser el camino de escape. Lamentablemente, esto su-
pone un engaño del paciente y a veces del médico. Es me-
jor explicar que no obtendrá beneficios con los medica-
mentos, aunque el resultado sea que el paciente recurra a
otro médico que le recetará un placebo, pero con más fe.
Aun cuando a veces está justificado el uso de place-
bos inertes, o por lo menos inofensivos, no ocurre lo
mismo cuando se trata de utilizar como placebos fárma-
cos potentes. Cuando la esperanza de que un medica-
mento proporcione algún beneficio es prácticamente
nula, la consideración que debe predominar es el daño
que pueden causar todas las sustancias activas. Esto se
aplica sobre todo a los hipnóticos, los analgésicos, los
antibióticos y los tranquilizantes. Todos ellos se recetan
con frecuencia en situaciones en las que es casi inexis-
tente la posibilidad de que sirvan para algo, y en una pe-
queña proporción de pacientes suelen ocasionar perjui-
cios. No se deben utilizar como placebos fármacos
activos potentes, con efectos colaterales tóxicos o sinto-
máticos, aun cuando éstos sean poco frecuentes.
7. RESUMEN
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Capítulo 1. Introducción 9
La farmacología clínica es el estudio experimental de
los fármacos en el ser humano. No conviene confun-
dir la farmacología clínica con la farmacología apli-
cada o farmacoterapia, que estudia las indicaciones,
las contraindicaciones, los preparados, las vías de ad-
ministración, la dosificación, las incompatibilidades e
interacciones de los fármacos. Realiza farmacología
aplicada todo médico en ejercicio que prescribe; sin
embargo, la farmacología clínica es una especialidad
médica establecida en 1978 en la que actualmente
sólo se ingresa por la vía MIR (Médicos Internos y
Residentes), que regula el acceso a la formación mé-
dica especializada. Las tareas de la farmacología clí-
nica son fundamentalmente dos: a) investigación de
cómo afectan los fármacos al organismo humano sano
y enfermo (farmacodinámica) y cómo el organismo
afecta a los procesos de absorción, distribución, me-
tabolismo y excreción de los fármacos (farmacociné-
tica); y b) investigación acerca de si el fármaco es útil
en el tratamiento de las enfermedades, es decir, la
«evaluación terapéutica» de los resultados obtenidos
con el empleo del fármaco en los pacientes.
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10 Farmacología clínica y terapéutica médica
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1. CONCEPTO
En su definición más simple, el ensayo clínico podría con-
siderarse como el estudio experimental de la eficacia y la
tolerancia de los medicamentos en el ser humano. Su defi-
nición legal viene especificada en la Ley del Medicamento
(25/1990, art. 59)y en el artículo 2 del vigente Real De-
creto 561/1993 (BOE 13 mayo 1993), que consideran en-
sayo clínico toda evaluación experimental de una sustancia
o medicamento, a través de su aplicación a seres humanos,
orientada hacia alguno de los siguientes fines:
a) Poner de manifiesto sus efectos farmacodinámicos
o recoger datos referentes a su absorción, distribu-
ción, metabolismo y excreción en el organismo hu-
mano.
b) Establecer su eficacia para una indicación terapéu-
tica, profiláctica o diagnóstica determinada.
c) Conocer el perfil de sus reacciones adversas y esta-
blecer su seguridad.
Las administraciones sanitarias exigen a la industria
químico-farmacéutica la realización de ensayos clínicos
como requisito para el registro y la ulterior prescripción de
los medicamentos por el médico y su venta o dispensación
por el farmacéutico. Así se trata de controlar y asegurar la
eficacia, seguridad y calidad de los medicamentos disponi-
bles.
Antes de administrar los medicamentos en la terapéu-
tica habitual es preciso cumplir estos objetivos éticos, cien-
tíficos y administrativos, ya que los ensayos o experimen-
tos preclínicos no garantizan la extrapolación de los datos
de animales de laboratorio al ser humano. En cuanto a los
efectos farmacológicos (farmacodinamia), la extrapolabili-
dad suele ser mayor que respecto a los datos farmacociné-
ticos, en cuyo caso son más frecuentes las diferencias de
especie.
El ensayo clínico debe conciliar éticamente una serie
de intereses legítimos, de la sociedad (obtención de nuevos
medicamentos eficaces y seguros), de la industria químico-
farmacéutica (obtención de medicamentos económicamen-
te rentables), del paciente que voluntariamente se somete a
estos ensayos (curación de su enfermedad sin correr ries-
gos desproporcionados) y de los investigadores (obtención
de respuestas válidas a los problemas que plantea el ensa-
yo). De ahí que en los ensayos clínicos los principios éticos
reconocidos mundialmente deban respetarse escrupulosa-
mente. Nos referimos a los principios de autonomía, be-
neficencia, no maleficencia y justicia. Para la aplicación
de estos principios éticos, la Asamblea Médica Mundial
aprobó en 1964 la denominada Declaración de Helsinki,
cuya actualización más reciente se ratificó en Sudáfrica en
1996. El antecedente de estos cuerpos doctrinales fue el
denominado Código de Nuremberg, propuesto a la comu-
nidad médica mundial en 1947 a raíz del juicio a médicos
del Grossdeutsches Reich imputados por experimentos
CAPÍTULO 2
El ensayo clínico
J. S. Serrano Molina
1. Concepto
2. El ensayo clínico y sus fases de realización
3. Metodología y tipos de ensayos clínicos 
4. El ensayo clínico abierto
5. Ensayos clínicos con enmascaramiento de datos (ciegos, a
ciegas)
6. Ensayos paralelos y ensayos cruzados
7. Ensayo cruzado de cuatro vías (4x4). Cuadrado latino
8. Ensayos pareados
9. Ensayos secuenciales
10. Ensayos monocéntricos y multicéntricos o cooperativos
11. Ensayos pragmáticos o naturalistas. Ensayos imperfectos
12. Aspectos legales del ensayo clínico
13. Aspectos éticos del ensayo clínico
14. Buenas prácticas clínicas
15. Estudios poscomercialización y estudios de utilización de
medicamentos
16. Resumen
17. Bibliografía
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inhumanos. También en 1996 el Consejo de Europa firmó
en Salamanca un Convenio de Derechos Humanos y Bio-
medicina.
Con estas premisas se puede hoy asegurar que el ciu-
dadano tiene amplias garantías de que sus derechos serán
respetados en cualquier tipo de investigación biomédica.
2. EL ENSAYO CLÍNICO Y SUS FASES 
DE REALIZACIÓN
La puesta en marcha de un ensayo clínico requiere que el
medicamento que se ha de investigar obtenga del Ministe-
rio de Sanidad y Consumo la calificación de producto en
fase de investigación (PEI), una vez realizada una serie
completa de estudios farmacológicos preclínicos sobre sus
efectos, toxicidad y potencial terapéutico.
La primera vez que el medicamento se administra al
ser humano requiere el diseño de un ensayo clínico deno-
minado en fase 1, con el que se trata de establecer la segu-
ridad del medicamento; adicionalmente se obtienen datos
sobre los efectos biológicos y el metabolismo y se estable-
ce el intervalo posológico aplicable al ser humano. Estos
ensayos en fase 1 se llevan a cabo en un número reducido
de voluntarios presumiblemente sanos, salvo en el caso de
la investigación de antineoplásicos, que sólo se inicia en
pacientes, pues sus efectos adversos son inaceptables para
los sujetos sanos.
Contando con los datos obtenidos de esos ensayos se
planean estudios en un número también reducido de pa-
cientes seleccionados con la enfermedad que se pretende
tratar. El objetivo de estos ensayos clínicos que se etique-
tan de fase 2 es determinar la potencial eficacia y utilidad
terapéutica del fármaco en estudio. En su transcurso se
prueban pautas posológicas más precisas y pueden obte-
nerse más datos farmacocinéticos, especialmente sobre la
eliminación metabólica. Los farmacólogos clínicos deben
estar especialmente preparados para llevar a cabo ensayos
clínicos en fase 1 y 2. Más adelante se completa el estudio
del medicamento con ensayos clínicos en fase 3, o de uti-
lidad comparada. Se amplía el número de pacientes y se
trata de determinar la seguridad y la eficacia del medica-
mento en comparación con otro medicamento bien conoci-
do.
Cuando ya se tiene suficiente información del medica-
mento estudiado a través de los ensayos precedentes, la
Administración decide si el medicamento puede ser auto-
rizado. Los ensayos que pueden realizarse con medica-
mentos ya autorizados se consideran de fase 4 y pueden te-
ner diversos objetivos: comprobar nuevos usos posibles,
verificar la eficacia y los efectos adversos en el inicio de su
uso clínico masivo, y ampliar la información farmacociné-
tica y farmacodinámica. 
Cuando se inicia un ensayo clínico hay una serie de
procedimientos previos que permiten principalmente se-
leccionar la muestra y verificar la metodología de las me-
didas que pretenden cuantificar los efectos farmacológicos
(Fig. 2.1).
3. METODOLOGÍA Y TIPOS DE ENSAYOS
CLÍNICOS
El ensayo clínico es versátil en cuanto a la metodología
que se puede emplear. La selección depende del tipo de
respuesta que se espere, del tipo de enfermedad que se pre-
tende modificar, de la reversibilidad del efecto esperado,
etc.
Cuando el sesgo en la obtención de las respuestas es
pequeño, con respuestas muy objetivas, el experimentador
recoge directamente los datos del grupo experimental y co-
noce qué tratamiento recibe cada paciente; es lo que se de-
nomina ensayo abierto. Si los datos mensurables son sus-
ceptibles de influencias subjetivas, se diseña el ensayo
enmascarando la asignación de los sujetos al grupo experi-
mental o de control; en tal caso, el ensayo se denomina cie-
go o a ciegas, simple ciego cuando sólo el paciente desco-
noce a qué grupo ha sido asignado, y doble ciego cuando
tanto el paciente como el experimentador que recoge los
datos desconocen el grupo al que aleatoriamente ha sido
asignado el paciente.
En un ensayo clínico el medicamento en estudio pue-
de no compararse en el mismo ensayo con otro medica-
mento o tratamiento de referencia; en tal caso, el ensayo
clínico se considera no controlado. El ensayo es controla-
do si un tratamiento se compara con los efectos de la falta
de tratamiento, con otro tratamiento o con un placebo, que
sirve de control (controles concurrentes). En algunos ca-
sos, el control utilizado ha sido la comparación con una en-
fermedad de evolución y gravedad bien conocida anterior-
mente (control histórico).
Según su técnica, los ensayos clínicos pueden responder
a diversos formatos, con ventajas o inconvenientes depen-
diendo de las características del ensayo, del medicamento y
de la enfermedad. Las técnicas más conocidas responden a
los ensayos paralelos, cruzados y secuenciales.
El ensayo clínico suele ser prospectivo, pero en ocasio-
nes se han realizado estudios, más que ensayos, con datos de
12

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