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Hacia una práctica eficaz de las psicoterapias cognitivas, modelos y técnicas principales

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Isabel Caro Gabalda
Modelos y técnicas principales
De Brouwer
b
HACIA UNA PRÁCTICA EFICAZ
DE LAS PSICOTERAPIAS COGNITIVAS 
Modelos y técnicas principales
ISABEL CARO GABALDA
HACIA UNA PRÁCTICA EFICAZ
DE LAS PSICOTERAPIAS COGNITIVAS 
Modelos y técnicas principales
BIBLIOTECA DE PSICOLOGÍA
DESCLÉE DE BROUWER
© Isabel Caro Gabalda, 2011
© EDITORIAL DESCLÉE DE BROUWER, S.A., 2011
 Henao, 6 – 48009 Bilbao
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A mi familia.
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . I
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
PARTE I
Introducción histórica y conceptual
1. Principales modelos y resultados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
PARTE II
Evaluación, técnicas principales y formación
de los terapeutas cognitivos
2. La evaluación de tipo racionalista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113
3. La evaluación de tipo constructivista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171
4. Técnicas cognitivas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 211
5. Técnicas conductuales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 265
Índice
6. Técnicas emocionales y experienciales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 289
7. Técnicas lingüísticas y narrativas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 313
8. La formación de los terapeutas cognitivos. . . . . . . . . . . . . . . . 381
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 413
Índice temático . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 443
Índice general . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 451
HACIA UNA PRÁCTICA EFICAZ DE LAS PSICOTERAPIAS COGNITIVAS10
Estaba tranquilamente sentada intentando escribir este prólogo, 
cuando de repente oigo la voz de Freud en el televisor, mi primer pen-
samiento fue que se trataba de una alucinación auditiva, claro, me 
dije, tener que hablar de psicoterapia me ha llevado hasta el padre 
del psicoanálisis y estoy tan intensamente metida en el tema que has-
ta oigo su voz. Pero no, cuando volví mi cabeza hacia el televisor, lo 
vi y ya no creí que pudiera ser una alucinación visual, Freud aparecía 
en el televisor diciendo que «una persona sana era aquella capaz de 
amar y trabajar» como respuesta a un periodista y todo ello formaba 
parte de un anuncio no sé muy bien de qué. Mi primera reacción fue 
de perplejidad, no podía crear en qué había convertido al padre del 
psicoanálisis la sociedad contemporánea; pero sí era, casi casi el 
padre de la psicoterapia, uno de los primeros en poner de manifiesto 
la causación psicológica de los problemas mentales, el que estaba 
siendo utilizado por los publicistas para intentarnos vender algo. Me 
pregunte entonces ¿merece la pena hablar de psicoterapia, en una 
sociedad como ésta?
La lectura del libro de la Dra. Caro me dio la respuesta, no no, no 
hay que hablar de psicoterapia sino más bien de psicoterapias y ade-
Prólogo
HACIA UNA PRÁCTICA EFICAZ DE LAS PSICOTERAPIAS COGNITIVASXII
más, no hay que hablar de modelos teóricos sino más bien de técni-
cas a utilizar para intentar aliviar el sufrimiento humano. No puedo 
dejar de recordar con nostalgia las polémicas teóricas entre psicoa-
nalistas y conductistas, o entre conductismo y fenomenología no sólo 
acerca de la génesis de la conducta sino también acerca de la posibi-
lidad de modificación o no, cada teoría tenía su epistemología, su 
metodología y, como no, su praxis, mientras los psicoanalistas recu-
rrían a la historia pasada para resolver los problemas del presente, 
los conductistas miraban al presente y a sus circunstancias para solu-
cionar los problemas del pasado, los fenomenólogos recurrían al 
aquí y ahora y miraban con perspectiva positiva hacia el futuro inten-
tando que el sujeto se auto-realizase.
Que lejanas permanecen las psicoterapias actuales a todo aquello. 
En la actualidad hay más técnica y menos teoría. El psicoanálisis nos 
daba una imagen del hombre como alguien atormentado por sus 
deseos e impulsos internos, incapaz de satisfacerlos de una forma 
socialmente aceptable y condenado, por ello, a sufrir diferentes tras-
tornos neuróticos. La motivación humana, la capacidad de lograr 
metas, el debate entre lo que quiero y lo que puedo hacer se convertía 
así en objeto de la psicoterapia, el ayudar a canalizar de una forma 
adecuada las metas, el darse cuenta «hacer consciente» los conteni-
dos reprimidos en el inconsciente para así hacerse libre, llevaban al 
psicoanalista a analizar horas y horas de sesiones entre paciente y 
terapeuta para intentar encontrar el final de las represiones y la apa-
rición de un yo nuevo, alejado de sus angustias y problemas. Finales 
del siglo XIX y comienzos del XX se pueden señalar como los años 
dorados de la psicoterapia psicoanalítica.
Sin embargo, después de la Segunda Guerra Mundial, el dominio 
intelectual del imperio americano intentó acabar no solo con la psi-
coterapia psicoanalítica sino también con el psicoanálisis, aunque 
sin éxito pues aún siguen estando vigentes hoy diversas formas de 
psicoterapias psicoanalíticas (véase en este mismo libro la terapia 
cognitivo-analítica de Ryle), aparecen así en escena las terapias con-
ductistas, conductuales o terapia de conducta, que bajo un halo de 
psicología científica impregnó todas las estructuras psicológicas no 
Rafaela
Resaltado
Rafaela
Resaltado
PRÓLOGO XIII
solo del continente americano sino también del continente europeo. 
A pesar de que Freud siempre había asegurado que su sistema era 
provisional y que intentaba dar una explicación científico-natural de 
la psicología humana, la mayor parte de los psicólogos se olvidaron 
de ello y bajo el pretexto de que el psicoanálisis no era científico vie-
ron en el conductismo la tabla de salvación de todos sus males. 
No es raro pues, que la década de los cincuenta y sesenta se viera 
presidida por diversas modalidades de terapia de conducta, desde la 
desensibilización sistemática hasta todos los programas de modifica-
ción de conducta que terminan admitiendo la existencia de un apren-
dizaje encubierto como en el caso de Joseph Cautela, o el modelado 
(aprendizaje observacional) de Albert Bandura. Pero a pesar de la plu-
ralidad de técnicas, las terapias conductuales encerraban en sí mis-
mas lo que se ha venido en llamar el modelo del hombre como rata; es 
decir, la negación de todo aquello que sonara a inobservable como era, 
en un principio, todo lo mental. La primacía de los principios metodo-
lógicos sobre la epistemología, de lo directamente observable sobre lo 
inferido, la causa eficiente sobre la causa final, el fisicalismo rabioso 
y el determinismo ambientalista llevaron al conductismo a plantear 
un organismo vacío que reaccionaba ante las demandas ambientales 
para ir construyendo una conducta determinada, el aprendizaje se 
convierte así en piedra angular de la psicología, la conducta anormal 
se considera una conducta aprendida y la psicoterapia se convierte en 
modificación de conducta; es decir, cambiando la conducta manifies-
ta de un sujeto se acabarán sus problemas y, para ello, es fundamental 
cambiar las contingencias de aprendizaje. De este modo, por ejemplo, 
para la desensibilización sistemática y, en general, paratodas las téc-
nicas de exposición, para acabar con la ansiedad basta con exponer al 
individuo a la situación o situaciones ansiógenas y lograr que no expe-
rimente ansiedad, para ello se crean unas condiciones de aprendizaje 
incompatibles con la ansiedad, como es, por ejemplo, la relajación, de 
este modo el enfermo re-aprende a no tener ansiedad en situaciones 
que anteriormente se la creaban.
En fin, mientras que las técnicas conductuales adquirían su zenit, 
comenzaba a abrirse camino una nueva terapia basada en la psicolo-
HACIA UNA PRÁCTICA EFICAZ DE LAS PSICOTERAPIAS COGNITIVASXIV
gía humanista, la Terapia Centrada en el Cliente, de Carl Rogers que se 
basa en una concepción fenomenológica y existencial del hombre. Es 
decir, en la concepción del ser humano como un todo organizado que 
tiene experiencias dentro de su campo fenoménico y que tiende a la 
autorrealización; esto implica que el ser humano tiende siempre a ser 
todo lo que quiere ser y que la patología aparece cuando se desvía de 
los medios adecuados para lograr su autorrealización, de tal forma 
que la psicoterapia tiene que ser, obligatoriamente, no-directiva y 
autorreflexiva pues es el propio paciente quien debe encontrar la for-
ma de volver al camino adecuado para lograr las metas que se ha pro-
puesto.
En los años 60 la Psicología sufre un cambio de paradigma, poco 
a poco el hombre-rata, el aprendiz de dar a las palancas, va convir-
tiéndose en un hombre capaz de competir y manipular un ordenador. 
La metáfora del ordenador entra con fuerza en psicología y el proce-
samiento de la información se convierte en la nueva visión del hom-
bre. Ya no sólo tiene metas como mover palancas, ahora es capaz de 
almacenar lo aprendido y de seleccionar activamente la información 
que almacena. La memoria va sustituyendo, poco a poco, a las inves-
tigaciones sobre el aprendizaje. Sin embargo, el procesamiento de la 
información estuvo poco interesado en la conducta anormal, salvo 
algunos autores como Colby con su modelo de Paranoia artificial, de 
lo que se deduce que contribuyeron poco al campo de conocimiento 
de la psicoterapia, salvo que queramos ver en las terapias actuales 
basadas en la realidad virtual una continuación de ese proyecto, 
alguien debería estudiar esa conexión, si es que existe.
Sin embargo, la Psicología del Procesamiento de la Información, 
introdujo, de nuevo, en el campo de la psicología conceptos como 
mente, memoria, conocimiento, procesamiento de imágenes, etc. Lo 
que dio lugar, desde mi punto de vista, a que pronto cualquier psicó-
logo que hablara de pensamiento, de razonamiento, o de cualquier 
proceso psicológico interno, recibiera el nombre de cognitivo. Y esto 
dio lugar, al principio del fin de la psicoterapia, o si se quiere al 
comienzo del caos, porque a partir de este momento todas las psico-
terapias, o casi todas, para no caer en una distorsión cognitiva, se 
atribuyeron el nombre de cognitivas. Así, dos autores formados clíni-
camente en el psicoanálisis y, por tanto, con una visión racionalista y 
con un determinismo negativo del ser humano, Ellis y Beck, empeza-
ron a denominar a sus respectivas técnicas terapéuticas cognitivas, 
quizás porque les faltaba formación psicológica tanto en el conductis-
mo como en la psicología del procesamiento. Lo que quiero señalar es 
que, las dos psicoterapias cognitivas princeps, no se sustentan en nin-
guno de los modelos de hombre propuestos por la psicología, para 
ellos el ser humano no es un ser motivado ni un ser que aprende, ni 
que procesa información, ni que experimenta su medio ambiente, no, 
como mucho ellos mantienen una visión lega del ser humano, el hom-
bre es alguien que está continuamente cometiendo errores, errores 
que no son de procesamiento, por mucho que se empeñe Beck, sino 
que están más emparentados con la teoría de los sesgos cognitivos o 
con la de las atribuciones causales que con cualquier otra cosa.
De hecho, esta visión cognitivista de la psicología es la que dio 
paso a las denominadas actualmente neurociencias cognitivas, que 
basándose en el concepto de procesamiento en paralelo de la infor-
mación, cogieron al cerebro humano, en lugar del ordenador, como 
metáfora tal y como establece el conexionismo. Quizá también por 
todo esto podemos decir que la psicoterapia dejó de ser la aplicación 
de una teoría a una persona que padece, para convertirse en un con-
junto de técnicas, sin modelo de ser humano en que sustentarse, que 
se aplican para intentar aliviar los problemas de los seres humanos.
Todo esto queda patente en el libro de Caro, el lector atento podrá 
percibir como la autora parte de una concepción muy amplia de lo 
que quiere decir cognitivo así como de la concepción que se plantea 
de ser humano para ser después tremendamente concreta y correcta 
en lo que son las técnicas específicas de cada terapia. También podrá 
apreciar el lector como mientras psicoanálisis, conductismo, huma-
nismo y procesamiento de la información presentaban una visión del 
hombre, a veces contradictoria entre ellas, las psicoterapias cogniti-
vas comparten, todas ellas la misma visión lega del hombre, a excep-
ción quizá de la psicoterapia cognitiva-analítica de Ryle, que no ha 
perdido su raigambre psicoanalítica.
PRÓLOGO XV
HACIA UNA PRÁCTICA EFICAZ DE LAS PSICOTERAPIAS COGNITIVASXVI
Mención especial merecen, a este respecto, las terapias construc-
cionistas/constructivistas, sobre todo porque tienen detrás de sí todos 
los presupuestos sustentados por el posmodernismo de la época y, 
por ello, tienen justificada su imagen del hombre como narrador de 
historias, o como hacedor de sí mismo o como constructor social de 
su propia identidad. Detrás de todas ellas late un modelo dividido, 
saturado y desorganizado del Yo en busca de un autor (el terapeuta) 
que lo de-construya y re-construya al mismo tiempo. Por ello, sus téc-
nicas no son técnicas en sí sino más bien derivaciones de sus presu-
puestos teóricos, tal y como ocurría en las antiguas psicoterapias. La 
profesora Caro ha sabido, con la maestría que le caracteriza hacer 
patente dichas diferencias.
En cualquier caso, y por el ya viejo conocimiento que tengo de la 
autora, espero que no termine convirtiéndose en un anuncio televisi-
vo, como le sucedió al creador del psicoanálisis, por muchos y muy 
buenos que sean sus méritos.
Elena Ibáñez Guerra
Valencia, Navidades de 2010
Con este volumen me gustaría actualizar el amplio campo de las 
psicoterapias cognitivas que siempre se ha caracterizado por su evo-
lución y por intentar dar cabida a distintos enfoques de tratamiento.
Los objetivos, pues, de este texto se centran en exponer cuestiones 
relevantes, en mi opinión, sobre el campo de los tratamientos cogni-
tivos con claras implicaciones para la formación o para la actualiza-
ción de conocimientos dentro del modelo cognitivo. Así, desde mi 
punto de vista, un buen terapeuta cognitivo debería conocer distintas 
formas de práctica cognitiva, provenientes de diversos marcos episte-
mológicos, teóricos, etc. dentro del propio modelo.
Con esta pretensión he articulado este texto en dos partes. La pri-
mera parte (Introducción Teórica y Conceptual) está compuesta de un 
único y amplio capítulo (Principales modelos y resultados). Parte de 
una definición operativa sobre lo que supone practicar la terapia cog-
nitiva en la actualidad, desde la que se van desgranando diversos 
modelos cognitivos, introduciendo al lector en la práctica cognitiva 
entendida en función de cuatro bloques principales: modelos de rees-
tructuración cognitiva, modelos cognitivo-comportamentales, mode-
los “intermedios”, y modelos construccionistas. Así, en este capítulo, 
Introducción
Rafaela
Resaltado
Rafaela
Resaltado
se presentan los elementos principales de modelos tan diversos, 
como la terapia cognitiva de Beck o de Ellis o los modelos construc-
tivistas, como la terapia postracionalista de Guidano. Se exponen, 
pues, modelos clásicos en terapia cognitiva, como losya citados de 
Beck o Ellis, o la inoculación de estrés de Meichenbaum, junto a 
modelos más actuales como la terapia lingüística de evaluación, la 
terapia centrada en esquemas, la psicoterapia cognitivo narrativa o 
la terapia cognitiva basada en la conciencia plena (mindfulness).
Además, en este primer capítulo, se exponen cuestiones importan-
tes para la formación de todo aquel practicante de la psicoterapia 
cognitiva, como las raíces históricas principales del modelo y se 
hacen referencias a la formación en psicoterapia cognitiva, o a la 
importancia de la conceptualización de casos. También es importan-
te, siguiendo con la definición operativa propuesta, exponer la efica-
cia de los diversos modelos cognitivos que, aunque ofrece resultados 
diversos según los modelos estudiados, nos permite afirmar la impor-
tancia del campo cognitivo y su propuesta para el tratamiento de 
diversos trastornos y problemas. Termina esta primera parte con una 
revisión crítica del modelo, así como con una definición tentativa de 
lo que supone practicar la psicoterapia cognitiva.
La segunda parte (Evaluación, Técnicas Principales y Formación 
de los Terapeutas Cognitivos), sigue una intención decididamente 
integradora. Comienza con dos capítulos dedicados a la evaluación 
de tipo cognitivo en distintos enfoques, pero en dos grandes bloques. 
Podemos hablar de una evaluación de tipo racionalista (Capítulo 2) y 
de una evaluación de tipo constructivista (Capítulo 3). Así, en estos 
dos capítulos se recogen diversos tipos de procedimientos de evalua-
ción, de diversos modelos. Desde los registros de pensamientos, o 
conductas, hasta la propuesta de evaluación dentro de perspectivas 
de tipo narrativo, mediante diarios o escritos terapéuticos.
En la práctica cognitiva disponemos de técnicas propiamente cog-
nitivas, conductuales, emocionales y experienciales, así como lingüís-
ticas y narrativas. Por ello, los siguientes capítulos se centran en estos 
tipos de técnicas. En el Capítulo 4 se exponen las técnicas cognitivas, 
en el Capítulo 5, las técnicas conductuales, en el Capítulo 6, las técni-
HACIA UNA PRÁCTICA EFICAZ DE LAS PSICOTERAPIAS COGNITIVAS12
Rafaela
Resaltado
Rafaela
Resaltado
INTRODUCCIÓN 13
cas emocionales y experienciales, y finalmente, en el Capítulo 7, las 
técnicas de tipo lingüístico y narrativo. Desde esta perspectiva integra-
dora que estoy siguiendo conviven, dentro de cada capítulo, técnicas 
que provienen de marcos cognitivos muy diferentes entre sí, pero que 
pueden emplearse por cualquier clínico para centrarse en determina-
dos aspectos del funcionamiento humano facilitando el cambio cogni-
tivo entendido en un sentido amplio. Se presentan técnicas como el 
diálogo socrático o técnicas para cambiar esquemas, junto a técnicas 
lingüísticas como los dispositivos extensionales, junto a técnicas cons-
tructivistas como la técnica de la moviola y técnicas conductuales, 
como la programación de actividades. Lógicamente, por cuestiones de 
espacio, no he podido dar cabida a todas las técnicas cognitivas de las 
que disponemos en la actualidad, pero me gustaría pensar (y que el 
lector lo confirmara tras su lectura) que las aquí presentadas descri-
ben bien el extenso campo de los tratamientos cognitivos.
El texto termina con un capítulo (Capítulo 8: Formación de los 
terapeutas cognitivos) en donde planteo aquellos elementos que 
deben tenerse en cuenta a la hora de formar a futuros terapeutas cog-
nitivos. En este capítulo se reflexiona sobre competencias de los tera-
peutas cognitivos y cuestiones referidas a la formación, que puede 
incluir o no, que el terapeuta se someta a terapia. Desde una perspec-
tiva general se plantea una serie de recomendaciones que siguen los 
distintos tipos de terapias cognitivas sobre el importante campo de la 
relación terapéutica en donde la formación, conocimiento y sensibi-
lidad del terapeuta se ponen en juego. Termino el capítulo, y este tex-
to, con una serie de reflexiones y comentarios, fruto de años forman-
do a terapeutas cognitivos sobre lo que supone y sobre lo que no 
supone hacer psicoterapia cognitiva.
Para terminar esta Introducción me gustaría agradecer a la edito-
rial Desclée De Brouwer su confianza en mí para sacar adelante este 
libro. Por último, agradezco a la Profesora Elena Ibáñez Guerra que 
prologue este texto. Los inicios de mi interés en el campo cognitivo se 
vieron refrendados, desde siempre, por su apoyo y ayuda. Como 
siempre le estoy en deuda.
Valencia, diciembre de 2010
Rafaela
Resaltado
Rafaela
Resaltado
Introducción histórica 
y conceptualI
Lo primero que hizo fue trazar una pista para la carrera, más o 
menos en círculo (“la forma exacta no importa demasiado”, dijo), y 
luego todo el grupo se fue situando por aquí y por allá. Nadie dio la 
salida con el consabido “¡A la una, a las dos y a las tres! ¡Ya!”, sino que 
cada uno empezó a correr cuando quiso, de forma que resultaba algo 
difícil saber cuándo iba a terminar la carrera. Sin embargo, después 
de haber estado corriendo como una media hora y estando todos ya 
bien secos, el Dodo exclamó súbitamente: “¡Se acabó la carrera!”, y 
todos se agruparon ansiosamente en su derredor, jadeando y pregun-
tando a porfía: “Pero ¿quién, quién ha ganado?”.
No parecía que el Dodo pudiera contestar a esta pregunta sin 
entretenerse en muchas cavilaciones; y estuvo así durante mucho 
tiempo, con un dedo puesto sobre la frente (algo así como el Shakes-
peare que vemos en los retratos), mientras el resto aguardaba en 
silencio. Al fin, el Dodo sentenció: “¡Todos hemos ganado y todos 
recibiremos sendos premios!”.
Lewis Carroll, Alicia en el país de las maravillas
Principales modelos y resultados1
Introducción
Antes de exponer el marco histórico y conceptual de las psicotera-
pias cognitivas conviene que me detenga, en unas breves cuestiones de 
etiquetado y definitorias. Para ello, me gustaría ofrecer, a modo intro-
ductorio, una definición operativa del modelo propio de las psicotera-
pias cognitivas. Esta definición operativa me servirá para articular los 
diversos apartados de este bloque histórico y conceptual y articular los 
capítulos siguientes. La definición operativa es la siguiente:
La psicoterapia cognitiva supone un modelo de tratamiento psico-
lógico con orígenes filosóficos y psicológicos amplios que acoge distin-
tas perspectivas y explicaciones sobre el ser humano que han ido evo-
lucionando desde sus orígenes. Estas diversas perspectivas acogen 
una diversidad de métodos que defienden la importancia que para el 
conocimiento humano tienen factores cognitivos, lingüísticos, emo-
cionales y conductuales. Por tanto, las psicoterapias cognitivas en la 
actualidad representan un modelo de tratamiento practicado por pro-
fesionales competentes y formados que ha demostrado su utilidad en 
diversos cuadros diagnósticos, aunque no están exentas de problemas.
La psicoterapia cognitiva...
En primer lugar, me gustaría hacer constar que estoy utilizando la 
etiqueta psicoterapias cognitivas (ya sea en singular o en plural) a 
conciencia y por necesidad. ¿Por qué lo hago? ¿Por qué uso el sustan-
tivo de “psicoterapia”?
1. Necesitaría englobar bajo esta etiqueta a toda la amplia serie 
de tradiciones y enfoques, con orígenes bien diversos y con cer-
canía a otros modelos bien diferentes entre sí. Todos ellos, hoy 
por hoy, conviven en el “campo de los tratamientos de tipo cog-
nitivo” y los expondré en diversos apartados de esta introduc-
ción histórica y conceptual.
2. Por necesidad me gustaría distinguir el modelo cognitivo del enfo-
que de la terapia cognitiva, propio de Beck y que muchas veces se 
identifica (erróneamente) con el modelo cognitivo como tal.
HACIA UNA PRÁCTICA EFICAZ DE LAS PSICOTERAPIAS COGNITIVAS18
Hablar de psicoterapia no es complejo si entendemos que bajo esta 
etiqueta se han acogido modelos bien diversos: desde modelos cerca-
nos a perspectivas psicodinámicas y humanistas a modelos de tipo 
conductual (por ejemplo,véase Pérez, 1996). Siguiendo a Ávila (1994) 
se puede asumir que la psicoterapia puede definirse desde distintos 
ejes (objetivos, procedimientos, profesionales implicados, tipo de rela-
ción, etc.), y que cualquier definición de psicoterapia va a tener como 
elementos comunes: La intervención de un especialista con el propó-
sito de aliviar o curar determinados trastornos de la persona, de base 
emocional y mediante procesos psicológicos (Poch y Ávila, 1998). 
Desde este punto de vista, y tal y como ampliaré en un apartado 
siguiente, califico a estas/psicoterapia/s como cognitiva/s, puesto que 
tienen que ver con cómo adscribimos significado los seres humanos 
a nuestras experiencias y mediante qué tipo de procesos o estructu-
ras de conocimiento tiene lugar este aporte de significado, y cómo 
influye todo ello en nuestro bienestar. Etimológicamente, “cognitivo” 
proviene del término latino “cognoscere” o conocimiento. Las tera-
pias cognitivas se centran pues en los procesos de conocimiento 
humano, pero no podemos identificar estos procesos simplemente 
con pensamiento, sino que habrá distintos modos de conocer (Maho-
ney, 1991), como iré exponiendo en diversos apartados.
Tal y como planteé en un trabajo anterior (Caro Gabalda, 2007a, 
p. 25), podría asumir que cuando estamos hablando de terapia cog-
nitiva debemos partir de los siguientes supuestos:
1. Ser = conocer.
2. Los problemas de los seres humanos se entienden como pro-
blemas de conocimiento y significado.
3. Los terapeutas cognitivos trabajan con los supuestos, premisas 
y actitudes de los seres humanos y con la repercusión de este 
“mundo cognitivo” en nuestro bienestar.
4. Las terapias cognitivas darán diversas respuestas al problema 
del significado y a los mecanismos necesarios de cambio. Por 
ejemplo, y de forma muy esquemática, mientras que para unos 
(por ejemplo, Ellis) la meta está en desarrollar una filosofía más 
racional de vida, para otros (por ejemplo, Beck) la meta estará en 
PRINCIPALES MODELOS Y RESULTADOS 19
cambiar el procesamiento distorsionado de la información. Final-
mente, para modelos constructivistas (como el de Guidano) la 
meta está en producir un cambio en la dinámica del sí mismo.
La psicoterapia cognitiva supone un modelo de tratamiento psi-
cológico...
La psicoterapia cognitiva es un modelo de tratamiento psicológi-
co. Es importante hacer esta precisión ya que el modelo cognitivo no 
es la simple suma de técnicas, sino que comparte con otros modelos 
de tratamiento el estar basado sobre un modelo conceptual, formular 
procesos o principios propios sobre el cambio y la personalidad y 
desarrollar técnicas de tratamiento, vinculadas al marco conceptual 
del que se parte (Linn y Garske, 1988).
De forma más específica, Beck (1976) se preocupó de encuadrar la 
terapia cognitiva en el campo amplio de los tratamientos psicológicos 
en función de varios requisitos que la psicoterapia cognitiva cumpliría:
1. Un modelo o teoría comprensivo de la psicopatología que 
explique su objeto con la mínima complejidad, que sea lo sufi-
cientemente flexible como para permitir el desarrollo de nue-
vas técnicas, sin que pierda su esencia.1
2. Una descripción detallada y una guía de técnicas terapéuticas 
relacionadas con este modelo. Es decir, la forma de funcionar 
en terapia debe estar implícita en la teoría y debe permitir que 
distintos terapeutas traten el mismo problema (con pacientes 
semejantes) empleando el mismo tipo de técnicas.
3. Cualquier sistema de psicoterapia debe estar basado sobre evi-
dencia empírica, empleando los diseños de investigación dis-
ponibles en el campo, como estudios de análogos, estudios de 
casos, o ensayos clínicos (tal y como iré desarrollando).
Me gustaría afirmar que las psicoterapias cognitivas cumplen con 
creces estos requisitos, pero entendidos siempre desde una perspectiva 
 1. Las cursivas destacan un aspecto que me servirá más adelante para juzgar la evo-
lución histórica de las psicoterapias cognitivas.
HACIA UNA PRÁCTICA EFICAZ DE LAS PSICOTERAPIAS COGNITIVAS20
plural y que comparten escena, plenamente asentadas, con los otros 
modelos como el psicodinámico, el humanista-experiencial, el con-
ductual, el sistémico y los enfoques integradores (Mahoney, 1995a).
La psicoterapia cognitiva supone un modelo de tratamiento 
psicológico con orígenes filosóficos y psicológicos amplios...
 Los autores dentro del modelo cognitivo se han ocupado de señalar 
los antecedentes históricos de sus modelos. En los cuadros 1.1 y 1.2 
nos aparece un resumen de los principales orígenes (englobados en la 
filosofía, la psicología y otras disciplinas) de las psicoterapias cogniti-
vas hasta 1958. He puesto este punto de corte en 1958 pues fue cuando 
Albert Ellis publicó su primer artículo sobre la terapia racional emoti-
vo conductual (TREC) entonces llamada Terapia Racional. Como todo 
punto de corte es discutible, pero marca la aparición de lo que podría-
mos calificar como primera psicoterapia cognitiva propiamente dicha.
Cuadro 1.1. Principales antecedentes filosóficos
de las psicoterapias cognitivas
 (a partir de Beck y cols., 1979; Dryden y Ellis, 1988; Ellis, 1962; Mahoney, 1991)
Estoicismo (Epicteto). - El hombre no se trastorna ...
Filosofía cristiana. - Condena del pecado y no del pecador.
Filosofía oriental (Confucio, Buda, Lao-Tse). - Las emociones se basan en ideas.
Idealismo (Platón, Kant, Shopenhauer). - Toda la realidad está basada en la ideación.
Fenomenología (Husserl, Heidegger). - Papel de la experiencia subjetiva consciente.
Racionalismo (Espinosa, Descartes). - Pienso, luego existo.
Filosofía de la ciencia (Popper, 
Reichenbach, Russell, Kuhn).
- Comprobar la validez de nuestras hipótesis.
- Métodos lógico-empíricos de la ciencia.
Filosofía de la historia (Vico). - Saber es hacer.
- Fundador del constructivismo.
Constructivismo (Vaihinger). - Filosofía del como sí.
- La mente humana sirve a una función orgá-
nica con propósito.
PRINCIPALES MODELOS Y RESULTADOS 21
Cuadro 1.2. Principales antecedentes psicológicos
de las psicoterapias cognitivas
 (a partir de Beck y cols., 1979; Dryden y Ellis, 1988; Ellis, 1962; Mahoney, 1991)
Modelos 
psicodinámicos 
(Freud, Adler, 
Horney, Sullivan, 
Alexander).
- Influencia de las ideas inconscientes en los síntomas y el afecto.
- Importancia de la percepción y la experiencia de la persona en 
el mundo.
- Sentimientos de inferioridad, importancia de las metas y 
valores, significados, propósitos.
- Tiranía de los “debo”.
- Importancia de la cognición y la cultura.
Modelo humanista 
(Kelly, Berne, 
Frankl).
- Construcción del sujeto sobre el mundo.
- Importancia del significado.
Modelo conductual 
(Watson).
- Métodos conductuales.
Psicología cognitiva. - Bartlett y Piaget: concepto de esquema.
- Hayek: patrones de orden tácitos.
- Vygotsky: “Pensamiento y Lenguaje”.
- 1956: conferencia en el MIT (Miller, Simon, Newell y Chomsky 
entre otros).
William James. - Con sus Principios de Psicología de 1890 anticipó algunos de los 
elementos centrales de las ciencias cognitivas.
Otras disciplinas 
(Semántica General: 
Korzybski)
- Papel del lenguaje en nuestras construcciones - toda percepción 
implica una interpretación.
- Abstracciones de orden superior.
- Papel de la extensionalización.
 
Como vemos en los cuadros 1.1 y 1.2, las psicoterapias cognitivas 
recogen fuentes bien diversas, desde la filosofía oriental, al cristianis-
mo, hasta la filosofía de la ciencia o disciplinas como la lingüística o 
la semántica general. Filosóficamente, influyen en el modelo cogniti-
vo propuestas que destacan el papel del “pensamiento” en la cons-
trucción de nuestras experiencias. A este respecto, una de las citas 
más empleadas proviene de Epicteto. La famosa frase de Epicteto, en 
el “Enquiridion”, describe en gran medida lo que supone hacer psico-
terapia cognitiva, así como la apuesta que el modelo cognitivo hace 
sobre el origen y tratamiento de los problemas “emocionales”. Dijo 
Epicteto:HACIA UNA PRÁCTICA EFICAZ DE LAS PSICOTERAPIAS COGNITIVAS22
“Los hombres no se trastornan por las cosas que pasan, sino por 
las opiniones sobre las cosas: por ejemplo, la muerte no es terri-
ble, porque si lo fuera, le hubiera parecido así a Sócrates, ya que 
la opinión sobre la muerte, ‘que es terrible’, es lo terrible. Cuando 
nos vemos molestados o trastornados, o apenados, no debemos 
culpar a los otros sino a nosotros mismos, es decir, a nuestras 
opiniones. Es el acto de un hombre mal instruido culpar a los 
otros por sus propias condiciones adversas; es el acto de un hom-
bre que está empezando a ser instruido, culparse a él mismo; y el 
acto de uno cuya instrucción ha terminado, no culpar al otro, ni 
a él mismo” (citado en Meichenbaum, 1977, pp. 183-184).
Psicológicamente la herencia es muy amplia y afecta tanto a los 
modelos clásicos en psicoterapias cognitivas, como a los constructivis-
tas (por ejemplo, Piaget con su obra es citado por autores de ambas 
perspectivas). En este sentido, puedo situar desde modelos psicodiná-
micos de tradición neufreudiana, por ejemplo, la influencia de Adler 
con la importancia de la percepción y la experiencia de la persona en 
el mundo o sus técnicas como la asignación de tareas o la teoría de 
Sullivan con su concepto de distorsiones paratáxicas (en Raimy, 1985), 
llegando hasta modelos humanistas, como la logoterapia o el modelo 
de Kelly que tanta influencia ha tenido, y tiene, en los modelos cogni-
tivos de corte constructivista. Así cabe destacar que en su libro de 1985 
Mahoney y Freeman incluyen toda una segunda parte donde conviven 
enfoques psicodinámicos o la logoterapia, con los modelos cognitivos, 
ya clásicos, de Ellis y Beck. No podemos olvidar la influencia de la 
terapia de conducta (por ejemplo, cómo se basa Ellis en algunos de los 
métodos conductuales desarrollados por Watson), al margen de las 
relaciones que podemos establecer históricamente, y en la actualidad, 
entre el modelo conductual y el cognitivo (Caro Gabalda, 1995).
Respecto a la influencia de autores provenientes de otras discipli-
nas, es requisito obligado hablar de la influencia de Alfred Korzybski 
que tal y como señalaron Mahoney (1991) y Meichenbaum (1977) o 
R.A. Neimeyer (1995) está en los orígenes del modelo cognitivo a tra-
vés del desarrollo de la teoría de la semántica general. Conceptos 
como la diferencia mapa-territorio, la percepción vinculada a la 
PRINCIPALES MODELOS Y RESULTADOS 23
interpretación o el concepto de reacción psico-lógica y su relación 
con el significado, sitúan la obra de Korzybski (1921, 1933, 1951) 
como antecedente de algunos de los elementos actuales de las psico-
terapias cognitivas, al margen de que partiendo de esta teoría se haya 
podido desarrollar la terapia lingüística de evaluación. Pero esa es 
otra historia y en ella entraré en su momento.
Una cuestión importante para juzgar la aparición y asentamiento 
de las psicoterapias cognitivas se refiere a la posibilidad de señalar 
algunos hitos históricos que acompañaron a la aparición de las pri-
meras publicaciones2 que contribuyeron a dotar de estatuto al cam-
po cognitivo. Siguiendo la obra de Mahoney (1991), hay que destacar 
que Hayek publica en 1952 su obra, The sensory order con la influen-
cia que ésta ha tenido para el desarrollo del constructivismo (a través 
de las estructuras tácitas y encarnadas). También para el constructi-
vismo es importante la publicación de Kelly de 1955, La psicología de 
los constructos personales.
Mención especial, pues, hay que hacer a las relaciones existentes, o 
mejor dicho, casi inexistentes entre la Psicología cognitiva (entendida 
en cuanto a “procesamiento de la información”, E. Ibáñez, 1982; Del-
claux y Seoane 1982) y el modelo cognitivo. En principio, y aunque el 
modelo de Beck está basado en el concepto de esquema, esta vincula-
ción es más léxica que de otro tipo, es decir, de tipo terapéutico, que 
guíe el quehacer clínico. Como señala E. Ibáñez (1990) poco de lo 
ofrecido por la psicoterapia cognitiva tiene algo que ver con el proce-
samiento de la información, a pesar de que no podemos olvidar que 
fue el paradigma del procesamiento el que permitió dar un estatuto 
científico a los procesos mentales, por lo que podríamos decir (utili-
zando una terminología en desuso) que las psicoterapias cognitivas 
serían una versión débil de la psicología cognitiva (recuérdese al res-
pecto las críticas de Teasdale, 1983, al uso dado por Beck al concepto 
de esquema). Salvo algunos intentos, como el de Colby, Faught y Par-
kinson (1979) de desarrollar un programa informático de tratamiento 
cognitivo de la paranoia, la relación histórica es muy tenue (E. Ibáñez 
 2. Por primera publicaciones me refiero a los trabajos de Ellis (1958, 1962) y de Beck 
(1963, 1964, 1967).
HACIA UNA PRÁCTICA EFICAZ DE LAS PSICOTERAPIAS COGNITIVAS24
y Caro, 2005). Lo cierto, es que, tal y como vemos en el cuadro 1.2, la 
psicología cognitiva y la psicoterapia cognitiva comparten en sus orí-
genes el momento histórico, el zeitgeist, o el contexto influyente (Seme-
rari, 2000) beneficiándose la primera, de la revolución cognitiva mar-
cada por el simposio organizado en el MIT en 19563 y en el que parti-
ciparon autores tan notables como Chomsky, Miller, Newell o Simon.
En el cuadro 1.3 nos aparecen recogidos, para terminar con esta 
breve panorámica histórica, algunos de los hitos de las psicoterapias 
cognitivas en el siglo XX. Con ello pretendo mostrar el grado de evo-
lución y asentamiento que ha experimentado el modelo cognitivo. He 
evitado referencias a enfoques específicos, como por ejemplo, los tra-
bajos en solución de problemas de Nezu o los de Young en la terapia 
centrada en esquemas o los de Clark en el enfoque cognitivo del páni-
co, por citar sólo algunos de ellos. Y me he centrado, en su lugar, en 
aquellos trabajos que podríamos considerar más fundacionales, ya 
sea con la publicación de textos que considero importantes, la funda-
ción de importantes revistas, y la “vida” del modelo cognitivo a través 
de Asociaciones y Congresos. Estos hitos históricos (sobre todo a tra-
vés de la década de los 90) configuran buena parte de la propia evo-
lución de las psicoterapias cognitivas, y en ello entro a continuación.
Cuadro 1.3. Algunos hitos de las psicoterapias cognitivas
en el siglo XX
 
Ellis 1956 (Trabajo en un congreso de la APA).
1958 (Rational psychotherapy).
1962, Reason and emotion in psychotherapy.
Beck 1963 y 1964, primeros trabajos en Archives of 
General Psychiatry.
1967, Depression: Clinical, experimental and 
theoretical aspects.
Mahoney (1974) Cognition and behavior modification.
Beck (1976) Cognitive therapy and the emotional disorders.
 3. En 1960, Miller, Gallanter y Pribram publican su obra clave “Planes y estructura 
de la conducta”, donde se reconocían como conductistas subjetivos y reconocían 
la existencia de la mente.
PRINCIPALES MODELOS Y RESULTADOS 25
Rush, Beck, Kovacs y Hollon (1977) Estudio de eficacia de la terapia de Beck 
publicado en Cognitive Therapy and Research.
Meichenbaum (1977) Cognitive behavior modification.
Revista Cognitive therapy and research Fundada en 1977.
Beck y cols (1979) Cognitive therapy of depression.
Guidano y Liotti (1983) Cognitive processes and emotional disorders.
Reda y Mahoney (1984) Cognition and psychotherapy.
Revista Journal of Cognitive Psychotherapy Fundada en 1987.
Guidano (1987) Complexity of the self.
Portugal (1981) First European Meeting on Cognitive-
Behavioral Therapies.4
Revista International Journal of Personal 
Construct Psychology
Fundada en 1988.
Dobson (1988, reeditado en 2001 y 2010) Handbook of cognitive-behavioral therapies.
Persons (1989) Cognitive therapy in practice.
Oxford (1989) Primer congreso mundial de psicoterapias 
cognitivas.
Filadelfia (1990) International Association for Cognitive 
Psychotherapy.
Mahoney (1991) Human change processes.
Guidano (1991) The self in process.
Beck y cols (1991) Cognitive therapy ofpersonality disorders.
Neimeyer y Mahoney (1991) Constructivism in psychology.
Revista Behavioural and Cognitive 
Psychotherapy (inicialmente, Behavioural 
Psychotherapy)
Fundada en 1993.
 
European Association for Behavioural 
and Cognitive Psychotherapies
1993 (realización de Congresos en adelante).
World Congress of Behavioural and 
Cognitive Psychotherapies
1995 (realización de congresos en adelante).
Clark, Beck y Alford (1999) Cognitive theory and therapy of depression.
4
 4. Agradezco a Luis Joyce-Moniz esta información.
HACIA UNA PRÁCTICA EFICAZ DE LAS PSICOTERAPIAS COGNITIVAS26
La psicoterapia cognitiva supone un modelo de tratamiento psi-
cológico con orígenes filosóficos y psicológicos amplios que aco-
ge distintas perspectivas y explicaciones sobre el ser humano 
que han ido evolucionando desde sus orígenes...
Con anterioridad he planteado esta cuestión (Caro Gabalda, 
1997a, 2003, 2007a). Así podría establecer 3 fases de evolución de las 
psicoterapias cognitivas que conviene ahora actualizar ya que en el 
año 2003 planteaba la siguiente pregunta como conclusión al texto:
“¿collage o pastiche?”
Intentaré dar respuesta ahora a si la terapia cognitiva es un collage 
o un pastiche estableciendo una cuarta fase. Pero primero, debería 
revisar las primeras fases, siguiendo, en parte, el trabajo de 2007a.
1ª fase: La terapia cognitiva está en el aire (mediados años 
50-1980)
Algunos de los principales hitos en psicoterapias cognitivas se dan 
en esta fase, como los primeros manuales o el primer estudio de efi-
cacia (véase, cuadro 1.3). Esta fase comienza a mediados de los años 
50 con los primeros trabajos de Ellis y los primeros de Beck a comien-
zos de los 60, incluye el primer gran estudio en eficacia del grupo de 
Beck (Rush, Beck, Kovacs y Hollon, 1977) y termina, en mi opinión, 
con las primeras críticas hacia el modelo cognitivo, desde dentro del 
propio modelo, hechas por Mahoney (1977a,b;1980). En el centro de 
estas críticas estaba el inicio de los modelos constructivistas que cri-
ticaban a los que hoy podemos considerar “modelos clásicos” como 
siendo modelos racionalistas que no tenían en cuenta procesos 
importantes como el papel del afecto y la emoción, o procesos de tipo 
no consciente o “inconsciente”. La polémica entre los modelos racio-
nalistas y los constructivistas, sin embargo, fue más relevante en la 
segunda fase de evolución que en esta primera que acoge, básica-
mente, aquellos trabajos que permitieron la aparición del modelo 
cognitivo, como los ya citados de Beck y Ellis.
PRINCIPALES MODELOS Y RESULTADOS 27
Rafaela
Resaltado
Rafaela
Resaltado
Sin duda, contribuyó a dar un gran impulso al modelo cognitivo 
el desarrollo, en esta fase, de los modelos cognitivo-comportamen-
tales, por ejemplo, el trabajo en solución de problemas de D’Zurilla 
y Goldfried (1971), y los primeros de Meichenbaum (1977) en el 
entrenamiento en inoculación de estrés. Es decir, modelos que evo-
lucionaron directamente del modelo conductual (véase, Pelechano, 
1985).
2ª fase: El establecimiento cognitivo (1981-1991)
Esta fase comienza en 1981 y es donde se establece, de forma defi-
nitiva, la terapia cognitiva, puesto que los modelos de reestructura-
ción y los cognitivo-comportamentales aumentan su relevancia y 
grado de aplicación. Es la década de ampliación y popularización ya 
que en ella se aplica la terapia cognitiva a prácticamente cada tipo de 
psicopatología, junto a la profusión de manuales y de libros de autoa-
yuda (p. ej., Beck, Emery y Greenberg, 1985; Ellis y Grieger, 1981; 
Dobson, 1988; Emery, 1981; Perris, Blackburn y Perris, 1988). En 
esta fase aparecen modelos nuevos como la terapia de valoración 
cognitiva de Wessler (1987), la terapia centrada en esquemas de 
Young (1990) o el modelo de tratamiento para el pánico (Clark, 1986) 
que aún defendiendo una forma diferente de actuar no suponen un 
intento de ruptura de paradigma.
Pero sin embargo, ésta es la fase donde se defiende un cambio de 
paradigma y la apertura de la terapia cognitiva a otros modelos e 
influencias, tal y como muestran los trabajos de Guidano y Liotti 
(1983), Guidano (1987), Mahoney (1988), Safran y Segal (1990), 
Gonçalves (1994) o nuestros trabajos en semántica general (Caro 
Gabalda, 1990) y en la terapia lingüística de evaluación (entonces 
denominada terapia cognitiva de evaluación) con origen en la teoría 
de Korzybski (véase cuadro 1.2).
Buena parte de esta fase, y en relación a las críticas de los modelos 
constructivistas hacia los modelos cognitivos que podríamos deno-
minar “clásicos”, se centró en la clasificación que establecieron 
Mahoney y Gabriel (1987) entre modelos “racionalistas” y “construc-
HACIA UNA PRÁCTICA EFICAZ DE LAS PSICOTERAPIAS COGNITIVAS28
Rafaela
Resaltado
tivistas/ evolutivos”. La clasificación, que articulaba las diferencias 
teóricas, epistemológicas, ontológicas y de estilo de funcionamiento 
entre estas formas de practicar la terapia cognitiva representaba las 
críticas constructivistas a las terapias cognitivas, así como la defensa 
de una forma diferente de hacer terapia cognitiva. Por motivos de 
espacio no puedo entrar en detalle en ella (véase Caro Gabalda, 1995; 
Mahoney, 1991) pero sí puedo asumir que hoy en día esa clasifica-
ción ha caído en desuso. Como dijo Mahoney (1995b, p. 54) para qué 
separar “racionalismo” y “constructivismo” cuando nadie quiere 
reconocerse como “racionalista” hoy en día.
Por este motivo se han planteando alternativas. Es decir, mientras 
que unos señalaban que esta diferenciación nos servía como “una 
dimensión para medir desarrollos dentro de una escuela concreta de 
terapia, y no como un principio clasificatorio que establezca límites 
entre enfoques” (R.A. Neimeyer, 1993a), otros como Mahoney 
(1995b), sugirieron un cambio de etiquetas, oponiendo, entonces, los 
modelos simples a los modelos complejos.
Desde mi punto de vista, estas formas distintas de trabajar “cog-
nitivamente” se entienden mejor asumiendo que las terapias cogni-
tivas no son ajenas, al igual que cualquier otra cosa, al paso del 
tiempo. Si asumimos este paso del tiempo, situaremos a cada 
modelo cognitivo en su lugar, sin levantar barreras infranqueables. 
De ahí, conviene entender la evolución de la terapia cognitiva en 
función de un planteamiento socio-cultural que nos lleva a asumir 
que los cambios en los modelos terapéuticos son consecuencia de 
cambios en creencias, expectativas, normas sociales, etc. Lo que 
supone contribuir a este tema de la clasificación y diferenciación 
entre modelos cognitivos con la ya propuesta clasificación de 
modelos cognitivos cercanos a una epistemología modernista5 y 
otros cercanos a una epistemología postmoderna. Por ello, he con-
cretado el final de esta segunda fase en 1991, momento en el que se 
publican dos textos importantes Human change processes de Maho-
ney (1991) y The self in process de Guidano (1991a). Igualmente, y 
 5. Clark, Beck y Alford (1999, p.62) plantean que la terapia cognitiva por ellos prac-
ticada asume una epistemología modernista y realista.
PRINCIPALES MODELOS Y RESULTADOS 29
en el campo de la psicología social, K. Gergen publica en 1991 su 
obra El yo saturado, donde se describen de forma divulgadora la 
cultura modernista, romántica y postmoderna6 y las consecuencias 
para la psicología.
3ª fase: Un mundo cognitivo feliz (1992-2002)
En el año 2003 cerré esta fase con un “hasta la fecha actual”, pero 
ahora es posible cerrarla. En principio esta fase va desde 1992 hasta 
2002 y esboza notablemente la entrada en una 4ª fase y la posibilidad 
de responder a la pregunta inicial: ¿collage o pastiche?
En esta fase vemos una mayor contribución al campo cognitivo de 
los modelos constructivistas, lingüísticos y narrativos (sobre todo en 
Europa y menos en EEUU donde se sigue consumiendo el modelo de 
Beck y sus múltiples derivados) y un aumento de las características 
de las fases anteriores: amplio rango de aplicación, reconocimiento y 
popularidad,etc. De todas maneras, lo más importante es la convi-
vencia de dos paradigmas de trabajo cognitivo: el clásico o racionalis-
ta y el rupturista o evolutivo que corresponderían, respectivamente, a 
los que se pueden considerar como modelos modernistas y modelos 
postmodernistas en terapia cognitiva (Caro, 1995, 1997a). Lo que qui-
zá podría haber supuesto una ruptura dentro del campo cognitivo por 
estas dos formas tan diferentes de hacer terapia cognitiva, no ha teni-
do lugar, al menos de momento.
Esta fase termina con la publicación en 2002 del texto de Segal, 
Teasdale y Williams, Terapia cognitiva basada en la conciencia plena 
para la depresión (TCCP). La publicación de este texto supuso la apa-
rición muy reciente de una gran serie de manuales y artículos que se 
preocupan de desarrollar un método de prevención de las recaídas en 
pacientes depresivos (Kuyken, Byford, Taylor, Watkins, Holden y 
 6. Brevemente, ya que no es éste el momento ni el lugar, hay que destacar que los temas 
básicos de la postmodernidad se refieren a la crisis de la legitimación, a la reflexión 
sobre lo que hemos dado en llamar realidad, el problema del sujeto-objeto, la descen-
tralización del sujeto, y la no separación de lo individual de lo universal, la defensa de 
la perspectiva lingüística, la expansión de la racionalidad y el reconocimiento de una 
cultura del pastiche, del collage y de la apariencia, dentro de una aldea global (Kvale, 
1992a; Gergen 1989, 1991, 1994; Jameson, 1994; McLuhan y Powers, 1989).
HACIA UNA PRÁCTICA EFICAZ DE LAS PSICOTERAPIAS COGNITIVAS30
cols., 2008; Teasdale, Segal, Williams, Ridgeway, Soulsby y Lau, 2000; 
Williams, Russell y Russell, 2008). Sin ninguna duda, la TCCP está de 
moda, como lo están todos los desarrollos sobre el mindfulness en 
otros campos, como la terapia de conducta (Hayes, Follete y Line-
han, 2004; Hayes y Plumb, 2007; Roemer y Orsillo, 2002). Incluso se 
ha llegado a considerar al mindfulness como un ingrediente común a 
las psicoterapias (Martin, 1997).
La idea que conviene tener en cuenta para explicar este “mundo 
feliz” es, como ya se ha señalado, que la evolución de las terapias 
cognitivas se explica, en buena medida, por una postmodernización 
del modelo que empieza en la segunda fase, pero que es mucho más 
obvia en esta tercera fase. Es decir, actualmente, algunas de las 
características de la terapia cognitiva son bastante postmodernas 
(por ejemplo, el acercamiento a la meditación por la TCCP), mien-
tras que en otras se sigue apreciando una actitud modernista (por 
ejemplo, en la práctica clásica de los modelos de Beck y Ellis y en 
los continuos estudios de eficacia). Por tanto, y aunque clasificar es 
reducir y abstraer, a veces más de la cuenta, creo que relacionar de 
forma epistemológica a los modelos de reestructuración cognitiva y 
los cognitivo-comportamentales con una epistemología modernis-
ta, y a los construccionistas con una epistemología de tipo postmo-
derno facilita entender las diferencias y la evolución entre los mode-
los cognitivos que en esta fase se describe como un mundo cogniti-
vo feliz.
¿En qué momento estamos de evolución? ¿Podemos plantear una 
4ª fase en las psicoterapias cognitivas?
4ª Fase: ¿la deriva hacia el pastiche (2003-hasta la actualidad)?
Pocos años han pasado desde 2002 para destacar la influencia de 
algunos nombres y tendencias. Pero podemos apreciar con toda cla-
ridad que en la psicoterapia cognitiva ha entrado con fuerza la ten-
dencia hacia el mindfulness. Textos, artículos, números especiales 
de revistas, congresos, etc. la fuerza del mindfulness se hace notar y 
ese será, pues, el elemento descriptivo principal con el que configu-
PRINCIPALES MODELOS Y RESULTADOS 31
Rafaela
Resaltado
ro por el momento, esta cuarta fase de evolución (Hofmann y 
Asmundson, 2008; Kuyken, Byford, Taylor, Watkins y cols., 2008; 
Segal,Williams y Teasdale, 2002; Shapiro, 2009; Shapiro, Carlson, 
Astin y Freedman, 2006). ¿Cómo está afectando esto a la personali-
dad del campo cognitivo?
Una “personalidad pastiche es un camaleón social que toma pres-
tados continuamente fragmentos de identidad de cualquier origen y 
los adecua a una situación determinada” (Gergen, 1991, p. 196, tra-
ducción castellana). Por tanto, una personalidad pastiche es una per-
sona sin identidad definida a priori, cambiante y mudable según el 
contexto, las circunstancias, el momento, etc. (Caro Gabalda 2003). 
Si juzgamos esta tendencia, las psicoterapias cognitivas, parafra-
seando a Lyotard (1996, p. 17) se perfuman de occidentalismo en Tokio 
y de orientalismo en París. 
Como el etiquetado de esta cuarta fase sugiere, las psicoterapias 
cognitivas están derivando hacia el pastiche. Si se asienta plena-
mente esta tendencia, la psicoterapia cognitiva habrá perdido, en 
parte, su esencia original. ¿Esto es bueno? ¿Es malo? Creo que por 
el momento certifica que la psicoterapia cognitiva se hace distinta, 
diferente, por esta moda, de su impulso y esencia inicial –a saber 
hacer un modelo propio diferente de los otros modelos en el campo, 
como el psicoanálisis o la terapia de conducta. Recordemos lo que 
planteaba Beck (1976) y que ya mencioné en un apartado anterior: 
una terapia cognitiva debe ser un modelo comprensivo, flexible 
como para permitir el desarrollo de nuevas técnicas, sin que pierda 
su esencia.
Ha llovido, pues, mucho desde los inicios de la psicoterapia cogni-
tiva y de todo su ímpetu inicial. Curiosamente, por este camino algu-
nos autores alegan que la psicoterapia cognitiva es un modelo más de 
la terapia de conducta, dentro de la denominada tercera ola de la tera-
pia de conducta (Hayes, 2004). 
Indudablemente, como ya he comentado, sí que se sigue practi-
cando la psicoterapia cognitiva a la manera “usual”, pero la recep-
ción que se le ha dado a este tipo de trabajos y la polémica implícita, 
HACIA UNA PRÁCTICA EFICAZ DE LAS PSICOTERAPIAS COGNITIVAS32
Rafaela
Resaltado
Rafaela
Resaltado
Rafaela
Resaltado
hace que pueda inferir que esta moda va a estar con nosotros mucho 
tiempo. Aunque tiempo es lo que necesitamos para juzgar mejor 
esta tendencia hacia el pastiche. Por lo que por el momento, tendría 
que dejar como interrogante esta denominación de la cuarta fase. 
Lo que sí parece sernos útil de nuevo es el empleo del momento 
postmoderno para explicar este giro. Los rasgos más destacados que 
podemos señalar en este sentido tienen que ver con los escenarios 
culturales y con un destacado eclecticismo.
Kvale (1992b) plantea varios escenarios de la psicología en el con-
texto postmoderno. Uno de esos escenarios considera a la psicología 
como un collage conceptual postmoderno, o lo que es lo mismo, un 
pastiche de métodos e ideas reciclados importados de otras discipli-
nas y combinados según las demandas consumistas más recientes de 
la cultura de masas. La psicología se adaptaría, de esta manera, a 
cualquier campo o mercado, lo mismo que cualquier modelo de tra-
tamiento psicológico. Además Kvale (1992b) señala el distinto pano-
rama cultural del mundo actual. Este cambio cultural ha sido reco-
nocido por el profesor Seoane (1997) respecto a la psicología social. 
Sin embargo, considero que sus comentarios respecto a tres tipos de 
cultura, la social, la científica y la profesional pueden generalizarse y 
ejemplifican adecuadamente este momento que están viviendo las 
psicoterapias cognitivas. 
Según Seoane (1997) la nueva cultura social que está surgiendo 
supone un cambio radical de lo que se demandaba a la psicología en 
los años 60 y 70. Es decir, casi en el cambio de siglo la psicología no 
persigue el compromiso social y político, puesto que ahora es la 
sociedad la que le impone el estilo y tipo de práctica psicológica. La 
sociedad nos pide cosas, para en cierto sentido dejarnos existir. Los 
argumentos de autoridad no se llevan y la sociedad se siente más 
cómoda pudiendo elegir entre diversos pequeños modelos no conflic-
tivos entre sí (T. Ibáñez, 1992). Como reconoce el profesorSeoane 
(1997) el collage al que se refería Kavle (1992b) es muy evidente en 
psicología social (y muy evidente en el estado actual de convivencia 
en psicoterapias cognitivas):
PRINCIPALES MODELOS Y RESULTADOS 33
“La psicología social ofrece todos sus recursos, pasados y presen-
tes, como un collage o encolado de conocimientos psicológicos, 
donde coexisten Freud y el conductismo, la cognición social y la 
inteligencia artificial, la psicoterapia y la realidad virtual, el expe-
rimento y la experiencia personal, las nuevas adicciones sociales 
y la meditación transcendental” (Seoane, 1997, p. 27).
La cultura científica o el conjunto de creencias y sentimientos 
relacionados con el conocimiento se refiere a uno de los elementos 
de cambio entre la modernidad y la postmodernidad: a la posición 
del científico. Para Seoane (op. cit.) el científico se convierte en un 
experto, término éste que acerca el lego al “profesional” y podemos 
señalar otro cambio radical:
“La validez del conocimiento psicológico ya no radica en la meto-
dología (ciencia clásica) ni tampoco en la comunidad científica 
(paradigma kuhniano), sino en el consenso entre expertos, ciu-
dadanos y afectados” (Seoane, op. cit., p. 28).
El tercer tipo de cultura, la profesional nos hace plantearnos otra 
importante repercusión. Ni el rigor metodológico, ni un buen marco 
teórico, ni la academia nos ampara a la hora de realizar nuestra acti-
vidad profesional. Y entonces ¿qué? El contenido de nuestra labor 
profesional pierde importancia y el éxito profesional se mide por la 
comunicación, la participación y el consenso. Como muy bien descri-
be el profesor Seoane (op. cit., p. 28):
“... la única solución consiste en fomentar grandes reuniones de 
creyentes en comunidades de base, donde el prestigio profesional 
no proviene de la propia actividad técnica sino de la participación 
continuada y sistemática en todo tipo de congresos y reuniones, a 
lo largo de todo el mundo occidental, donde se generan grandes 
masas de información indiferenciada que alimenta posteriormen-
te todos los sistemas de comunicación. En consecuencia, el reco-
nocimiento proviene de la participación en todos los circuitos 
posibles de reuniones profesionales, de los índices de impacto en 
los sistemas de comunicación y de colaborar en el consenso alcan-
zado por todos en los diversos temas profesionales”.
HACIA UNA PRÁCTICA EFICAZ DE LAS PSICOTERAPIAS COGNITIVAS34
Rafaela
Resaltado
Lo que supone para la práctica de la psicoterapia es una frag-
mentariedad y una ausencia de base (Polkinghorne, 1992) que es 
claramente reforzada por el momento actual de práctica profesio-
nal. Reflexiones desde el movimiento postmoderno (Gergen, 2000, 
2005) señalan precisamente la ventaja que tiene combinar la tera-
pia cognitiva con una práctica orientada espiritualmente hacia lo 
oriental, haciendo un melting-pot (las cursivas son mías) de Medi-
tación Zen, medicinas alternativas, yoga, artes marciales, etc. (Ger-
gen, 2000, p. 368). El siguiente párrafo de Gergen, (2005, p. 203 de 
la traducción castellana) es representativo de esta tendencia en 
esta cuarta fase. Veremos, además, esta tendencia en algunas de las 
terapias cognitivas descritas en un próximo apartado. Dice Gergen 
(op. cit):
“En este punto llegamos a una transformación de primer orden 
de la práctica terapéutica. Si lo mas inventivo en la profesión 
logra llevar su movimiento más allá de las palabras, se podrá 
abrir un espacio para ir más allá de todas las formas de trata-
miento singulares o delimitadas. En lugar de pensar en la terapia 
como algo que se centra en la mente, o el cuerpo o la medicación, 
veremos cómo nace un entusiasmo por la y, por la conectiva 
inclusiva que incluye las dos cosas a la vez. Los terapeutas se 
sentirán cada vez más libres para crear confluencias originales, 
prácticas combinadas que toman prestados elementos a tradicio-
nes dispares y a circunstancias exteriores. La lucha tradicional 
entre las escuelas o las maneras de ejercer se extinguirá, para dar 
paso a combinaciones sólidas y originales”.
No tengo nada que objetar a hacer combinaciones sólidas y origi-
nales, pero mientras esto se produce, el campo cognitivo va perdien-
do su identidad. Dejo abierto el camino que señala las diferencias 
entre psicoterapias cognitivas (y entre éstas y otros modelos), no 
como algo punible sino como algo destacable y me gustaría asumir 
que no debemos apuntarnos a la última moda, necesariamente. En 
estas diferencias entro a continuación.
PRINCIPALES MODELOS Y RESULTADOS 35
La psicoterapia cognitiva supone un modelo de tratamiento psi-
cológico con orígenes filosóficos y psicológicos amplios que aco-
ge distintas perspectivas y explicaciones sobre el ser humano 
que han ido evolucionando desde sus orígenes. Estas diversas 
perspectivas acogen una diversidad de métodos que defienden la 
importancia que para el conocimiento humano tienen factores 
cognitivos, lingüísticos, emocionales y conductuales...
Me gustaría señalar cuatro tipos principales de práctica cognitiva 
que quedan recogidos de diversas maneras en los restantes capítulos 
de este texto. Podemos practicar las psicoterapias cognitivas median-
te modelos:
1. De reestructuración cognitiva (metáfora del procesamiento de 
la información, Meichenbaum, 1995).
2. Cognitivo-comportamentales (metáfora del condicionamiento, 
Meichenbaum, 1995).
3. Constructivistas/Construccionistas (metáfora de la narrativa 
constructiva, Meichenbaum, 1995).
4. A ellos, podemos añadir los que podemos denominar como 
modelos “intermedios” que mantienen puntos de cercanía con 
los otros tres tipos propuestos.
Entre estos modelos existen diferencias filosóficas, teóricas y de 
práctica clínica que nos permiten asumir una cierta conexión entre la 
práctica y la conceptualización de los problemas de salud mental y 
física. Conceptual y aplicadamente podemos agrupar los modelos de 
reestructuración y los cognitivo-comportamentales bajo el mismo 
enunciado y bloque. Los introduzco a continuación.
Los modelos de reestructuración cognitiva y los cognitivo-
comportamentales
Siguiendo, ante todo, el trabajo clásico de Mahoney (1991) me 
gustaría señalar las siguientes características aplicables claramente a 
los modelos de reestructuración cognitiva.
HACIA UNA PRÁCTICA EFICAZ DE LAS PSICOTERAPIAS COGNITIVAS36
1. Ontológicamente las terapias cognitivas clásicas asumen la 
posibilidad de hacer copias precisas de la realidad gracias a la 
función del sistema nervioso que desarrolla representaciones 
mentales válidas que controlan y dirigen la acción y el senti-
miento. Todo ello es posible si se asume que la realidad es esta-
ble, singular y externa. 
2. Epistemológicamente las terapias cognitivas clásicas asumen 
que si los seres humanos podemos hacer copias precisas (onto-
logía) de la realidad, el papel del conocimiento va ser revelar-
nos dicha realidad a través de los sentidos, logrando un cono-
cimiento autorizado por la lógica o la razón. La validez del 
conocimiento mediante la razón supone asumir unas relacio-
nes cognición, conducta y afecto, donde el afecto es secundario 
a la razón que es la que dirige y tiene una primacía frente a 
éste. Tanto es así que mediante procesos intelectuales “superio-
res” podemos controlar el afecto negativo e intenso, causado 
por cogniciones irracionales y poco realistas. Es así, como en 
los modelos clásicos el énfasis está en un ciclo repetitivo de 
pensamientos negativos y su correspondiente emoción y con-
ducta desadaptativas, sin prestar atención al papel del lenguaje 
(Caro Gabalda, Neimeyer y Newman, 2010).
3. Derivándose de los supuestos anteriores, el énfasis en la inter-
vención supone asumir que el terapeuta se debe centrar en el 
aquí y ahora de los problemas (modelos ahistóricos), con la 
vista puesta en controlarlos, teniendo claro, desde el principio, 
los medios y procesos a seguir para lograr esa meta o ese fin 
(modelos teleológicos).4. No es extraño, pues, que la relación terapéutica se caracterice 
por una clara directividad, siendo modelos que suponen la ins-
trucción al paciente (metáfora del ser humano como un científi-
co que valida hipótesis) y la guía técnica.
La siguiente definición hace evidentes dichas características en 
los modelos de reestructuración cognitiva, sobre todo la primacía 
de la razón frente a la emoción y de los procesos “irracionales” de 
pensamiento y la visión del ser humano como un científico guiado 
PRINCIPALES MODELOS Y RESULTADOS 37
por el terapeuta hacia un fin concreto, con la meta puesta en hacer 
copias más precisas y validas de la realidad. Dice D.A. Clark (1995, 
p. 155):
“... una psicoterapia estructurada, con límite de tiempo, orienta-
da hacia el problema y dirigida a modificar actividades defectuo-
sas del procesamiento de la información evidentes en trastornos 
psicológicos como la depresión. Ya que la terapia cognitiva con-
sidera a un grupo hipervalente de conceptos desadaptativos 
como siendo la característica central de los trastornos psicológi-
cos, entonces, corregir y abandonar estos conceptos mejora la 
sintomatología. El terapeuta y el paciente colaboran para identi-
ficar las cogniciones distorsionadas, que se derivan de los supues-
tos o las creencias desadaptativas. Estas cogniciones y creencias 
están sujetas al análisis lógico y la comprobación empírica de 
hipótesis lo que conduce a los individuos a realinear su pensa-
miento con la realidad”.
Serían ejemplos de estos modelos, el modelo de Beck y el modelo 
de Ellis. 
Los modelos cognitivo-comportamentales hacen menos evi-
dente el papel del pensamiento a la manera de los modelos de rees-
tructuración, ya que tienen un origen claro en el conductismo, tal 
y como señalan Hollon y Beck (1994, p. 429)7. Para estos autores 
“... el pensamiento se conceptualiza de manera más concreta, es decir, 
como un conjunto de autoenunciados encubiertos (conductas priva-
das) que puede verse influido por las mismas leyes del condiciona-
miento que influyen en otras conductas manifiestas. Su tarea consis-
te en desarrollar estrategias para enseñar habilidades cognitivas espe-
cíficas”.
 7. No voy a entrar en el tema del etiquetado (véase Caro Gabalda, 2003). Aunque 
en los círculos profesionales y académicos se suele emplear la etiqueta de terapia 
cognitivo comportamental para definir la influencia de la cognición y los procesos 
de pensamiento en la emoción y la conducta, esta etiqueta, desde mi punto de 
vista, define un modo de práctica, pero no al modelo cognitivo como tal o a los 
diversos modelos que se preocupan de dar respuesta diferencial al problema del 
conocimiento humano.
HACIA UNA PRÁCTICA EFICAZ DE LAS PSICOTERAPIAS COGNITIVAS38
Uno de los modelos que se puede identificar con esta perspectiva, 
sobre todo en lo que hace referencia a la enseñanza de estrategias, es 
la solución de problemas, representado por el modelo de Nezu. Este 
modelo hace evidentes, también, características como focalizarse en 
problemas concretos, sin un origen histórico y mediante medios 
racionalistas desarrollar una solución a los problemas. El modelo, 
con origen en el modelo conductual de D’Zurilla y Goldfried (1971) 
en solución de problemas, define la solución de problemas “como el 
proceso cognitivo-conductual por el que una persona intenta identifi-
car o descubrir las soluciones efectivas y adaptativas a problemas estre-
santes que se encuentran durante el curso de la vida diaria ... En este 
contexto, supone el proceso mediante el cual los individuos intentan 
dirigir sus esfuerzos de afrontamiento a alterar la naturaleza problemá-
tica de la misma situación, sus reacciones a tales situaciones, o ambas” 
(en Nezu, 2004, p. 3).
Ampliaré, a continuación, estas características, definiendo algu-
nos de los modelos principales (conceptos y técnicas principales) que 
aparecen a lo largo de este texto.
La terapia racional emotivo conductual de A. Ellis
Inicialmente denominada “terapia racional”, y luego “terapia 
racional emotiva”, la denominación actual de la terapia de Ellis nos 
da una idea del rango que éste daba a su terapia (Ellis, 1993). Ellis se 
llegó a definir “... en algún sentido un construccionista y postmoder-
nista” (Ellis, 1997, p. 95) pero sus conceptos y práctica principal son 
típicamente racionalistas. Los dos principales conceptos desarrolla-
dos por A. Ellis fueron el del ABC y el del pensamiento irracional. 
El ABC es el concepto típico de estos modelos de reestructuración 
cognitiva y representa la visión de un ser humano que piensa. De la 
forma que adopte su pensamiento (racional vs. irracional) va a depen-
der cómo se siente y actúa. En este esquema propuesto por Ellis, A se 
refiere a los hechos activadores, B, al bloque de creencias entendido 
en un sentido amplio, y C serían las consecuencias emocionales 
(negativas, apropiadas y ligeras y negativas inapropiadas y fuertes) y 
PRINCIPALES MODELOS Y RESULTADOS 39
Rafaela
Resaltado
Rafaela
Resaltado
conductuales (conductas bastante apropiadas e inapropiadas) de lo 
anterior. Ellis siempre ha mantenido la interacción entre los tres 
niveles y no la causalidad lineal (Ellis y Dryden, 1987). El concepto es 
importante ya que sin su comprensión no podemos comenzar la tera-
pia cognitiva ya que implica la búsqueda activa por parte del pacien-
te de su pensamiento distorsionado, irracional, y cómo afecta esto a 
su bienestar.
En este ABC, es particularmente importante el bloque B, en el que 
Ellis incluyó, las observaciones y percepciones no evaluadoras (cog-
niciones frías), las evaluaciones positivas y negativas preferenciales 
(cogniciones cálidas), y las exigencias y evaluaciones positivas y 
negativas de tipo absolutista (cogniciones calientes). Ellis hace una 
distinción operativa entre pensamiento racional e irracional que tie-
ne que ver con las cogniciones calientes, con cualquier pensamiento 
de tipo absolutista que nos dificulta conseguir nuestras metas. De 
esta manera, para identificar las B, hay que preguntarse por las exi-
gencias, el catastrofismo, la baja tolerancia a la frustración y las valo-
raciones que hacemos de nosotros mismos (Dryden y Walker, 1996).
Racional significa aquello que es verdadero, lógico, pragmático, 
basado en la realidad, por tanto, y que facilita que la gente logre sus 
metas y propósitos. Fundamentalmente, se refiere, pues a dos cues-
tiones (Ellis, 1979):
1. Establecer o elegir ciertos ideales, metas, valores y propósitos 
básicos.
2. Utilizar una forma eficiente, científica, lógico-empírica, de 
lograr esas metas y valores, evitando consecuencias contradic-
torias y perjudiciales.
Por otro lado lo irracional va a ser aquello que es falso, ilógico, que 
no está basado en la realidad y que dificulta o impide que la gente 
logre sus metas y propósitos más básicos. Lo irracional es aquello 
que interfiere con nuestra supervivencia y felicidad (Ellis, 1976). La 
conducta irracional tendría, pues, los siguientes aspectos (Ellis, 
1976):
HACIA UNA PRÁCTICA EFICAZ DE LAS PSICOTERAPIAS COGNITIVAS40
1. El individuo cree, la mayoría de las veces de forma muy firme, 
que está ajustado a lo que es real o no.
2. Las personas que presentan una conducta irracional suelen 
rebajarse o no aceptarse a ellas mismas.
3. Interfiere con nuestro funcionamiento satisfactorio dentro de 
nuestros grupos de referencia.
4. Bloquea, de forma muy clara, lograr el tipo de relaciones inter-
personales que nos gustaría tener.
5. Impide que trabajemos de forma madura y productiva.
6. Interfiere con nuestros mejores intereses en muchos campos.
Es conocido que Ellis concretó dichas ideas irracionales en un 
catálogo de 11 (o 12, según textos) aunque Ellis (1976) llega a recoger 
más de 300 ideas irracionales. Éstas que nos aparecen a continua-
ción serían las más destacadas (tomadas de Ellis, 1958, 1962; Ellis y 
Dryden, 1987). Las marcadas con un asterisco, serían las principales 
ideas irracionales según Ellis (1973): 
1.Es una necesidad extrema para el ser humano adulto ser ama-
do y aprobado por prácticamente cada persona significativa de 
su comunidad.*
2. Para considerarse a sí mismo valioso se debe ser muy compe-
tente, suficiente y capaz de lograr cualquier cosa, en todos los 
aspectos posibles.*
3. Cierta clase de gente es vil, malvada e infame y debe ser seria-
mente culpabilizada y castigada por su maldad.*
4. Es tremendo y catastrófico el hecho de que las cosas no vayan 
por el camino que a uno le gustaría que fuesen. *
5. La desgracia humana se origina por causas externas y la gente 
tiene poca capacidad o ninguna para controlar sus penas y per-
turbaciones. *
6. Si algo es o puede ser peligroso o temible se deberá sentir terri-
blemente inquieto por ello, deberá pensar constantemente en 
la posibilidad de que esto ocurra. 
7. Es más fácil evitar que afrontar ciertas responsabilidades y 
dificultades en la vida.*
PRINCIPALES MODELOS Y RESULTADOS 41
HACIA UNA PRÁCTICA EFICAZ DE LAS PSICOTERAPIAS COGNITIVAS42
8. Se debe depender de los demás y se necesita alguien más fuerte 
en quien confiar. 
9. La historia pasada de uno es un determinante decisivo de la 
conducta actual y algo que ocurrió alguna vez y nos conmocio-
nó debe seguir afectándonos indefinidamente.*
10. Uno deberá sentirse muy preocupado por los problemas y las 
perturbaciones de los demás.
11. Invariablemente existe una solución precisa, correcta y perfecta 
para los problemas humanos y si esta solución perfecta no se 
encuentra sobreviene la catástrofe. 
12. Es muy importante para nuestra existencia lo que las demás 
personas hacen, y debemos hacer muchos esfuerzos por lograr 
que vayan en la dirección que queramos.
Como podemos apreciar por el tipo de enunciados con los que se 
manifiestan las ideas irracionales, éstas suponen una filosofía de los 
debos, de los absolutos, difícil de llevar a la práctica. Ellis integró 
todas las ideas irracionales en tres debos básicos (Ellis, 1979; Ellis, 
1997; Dryden y DiGiuseppe, 1990), sobre el sí mismo, los otros, y la 
vida en general. 
En relación a la exigencia sobre el sí mismo los pacientes asumen 
o pueden asumir lo siguiente: “estoy absolutamente obligado a hacerlo 
bien y a conseguir la aprobación de los demás o si no, yo soy, toda mi 
persona lo es, un inútil”. Este debo absolutista estaría detrás de enun-
ciados como el siguiente, “debo hacerlo todo bien y ser aprobado por 
las personas significativas de mi alrededor y si no lo consigo es horri-
ble”. Creencias de este tipo nos conducen, a menudo, a experimentar 
ansiedad, depresión, culpabilidad o vergüenza y sentimientos de que 
no valemos para nada (Kendall, Haaga, Ellis, Bernard, DiGiuseppe, y 
Kasinove, 1995).
El segundo debo absolutista se refiere a las exigencias sobre los 
otros. Por ejemplo, cuando un paciente piensa: los demás tienen que 
tratarme absolutamente de forma amable y justa o si no ellos son detes-
tables. Creencias de este tipo se asocian con sentimientos de cólera, 
PRINCIPALES MODELOS Y RESULTADOS 43
furia y rabia así como con rasgos pasivo-agresivos y actos de violen-
cia verbales o físicos (Kendall y cols., 1995).
El tercer debo absolutista se refiere a las exigencias sobre las con-
diciones o lo que debemos tener en nuestra vida, y se puede manifes-
tar de la siguiente manera: las condiciones de mi vida deben ser abso-
lutamente confortables y sin dolor ni sufrimiento o si no el mundo es 
tremendo y terrible y no puedo resistirlo. Tales creencias se asocian 
con sentimientos de pena y de estar heridos, autocompasión, cólera, 
depresión, así como, con problemas de disciplina, tales como dejar 
para mañana lo que tenemos que hacer hoy o con conductas adicti-
vas (Kendall y cols., 1995).
Además de las ideas irracionales, la TREC plantea la importancia 
de las distorsiones cognitivas, al igual que hace el modelo de Beck, 
como luego expondré, aunque lo hace en menor medida, dada la 
gran influencia que se otorga al pensamiento irracional, en forma de 
la tiranía de los debos. En el cuadro 1.4 aparecen algunas de las prin-
cipales distorsiones cognitivas dentro del modelo de Ellis. Represen-
tan, al igual que el concepto de pensamiento irracional, detectado a 
través del ABC, una visión racionalista sobre el ser humano que debe 
poner en marcha procedimientos correctivos, mediante la instruc-
ción y la guía del terapeuta (siendo éste aparentemente, más objeti-
vo; Caro Gabalda, 1988). 
La meta, pues, está en lograr desarrollar un pensamiento o filoso-
fía racional. Es decir, un tipo de pensamiento más flexible, condicio-
nal, que no nos invalida, ni nos incapacita, permitiéndonos lograr 
nuestras metas. Ellis aboga por una variedad de métodos de todo 
tipo, salvo aquellos que refuercen aspectos como la baja tolerancia a 
la frustración (Ellis, 1997). Estos métodos vuelven a darnos la ima-
gen del ser humano como un científico que no sólo debe detectar qué 
le está causando problemas (a través del ABC) sino que debe poner 
en marcha un esfuerzo dirigido, y continuo durante toda la vida, 
dada la tendencia biológica humana hacia la irracionalidad (Dryden 
y Ellis, 2001). 
Cuadro 1.4. Algunas de las principales distorsiones en el 
modelo de la terapia racional emotivo conductual
(a partir de Dryden & Ellis, 2001, p. 304).
 Tipo Ejemplo
Pensamiento todo o 
nada.
“Si fracaso en una tarea importante, como no debo 
hacerlo, soy un fracaso total y nadie me puede apreciar”.
Saltar a 
conclusiones y non-
sequiturs.
“Ya que me han visto fallar, y bajo ningún concepto debí 
hacerlo, me verán como un gusano incompetente”.
Adivinar el porvenir. “Se burlan de mí por haber fracasado, pues saben que 
debía haber tenido un éxito total, por lo que me 
despreciarán para siempre”.
Descalificar lo 
positivo.
“Cuando me felicitan por algo bueno, sólo están siendo 
amables, olvidando las cosas locas que no debería haber 
hecho, de ninguna manera”.
Totalidad y nunca. “Ya que las condiciones de mi vida deben ser buenas y en 
la actualidad son tan malas e intolerables, siempre van a 
ser así, y nunca seré feliz”.
Etiquetado y 
sobregeneralización.
“Ya que no debo fracasar en un trabajo importante, y lo 
he hecho, soy un perdedor y un fracasado total”.
Perfeccionismo. “Me doy cuenta que lo he hecho bastante bien, pero 
debería haberlo hecho totalmente perfecto en una tarea 
como ésta, y por tanto, soy un incompetente total”.
Los métodos que aparecen en el cuadro 1.5 serían los más repre-
sentativos del modelo de Ellis. Sobre todo las técnicas para lograr el 
insight racional intelectual permiten completar el esquema ABC, 
como esquema: ABCDE. Ahora D tiene que ver con la Disputa de las 
creencias irracionales, mientras que E se refiere al nuevo efecto: a la 
nueva filosofía y a las nuevas conductas y emociones. Para Disputar 
una creencia irracional podemos hacernos las siguientes preguntas 
(Dryden, 1987):
1. ¿Qué creencia irracional debo disputar y vencer?
2. ¿Puedo apoyar de forma racional dicha creencia?
HACIA UNA PRÁCTICA EFICAZ DE LAS PSICOTERAPIAS COGNITIVAS44
3. ¿Qué tipo de evidencia tengo sobre la certeza de mi creencia?
4. ¿Que evidencia tengo sobre la falsedad de mi creencia?
5. ¿Qué es lo peor que me puede ocurrir si yo nunca logro lo que 
mi idea irracional me dice que debo lograr?
6. ¿Qué cosas buenas me pueden ocurrir o podría hacer que ocu-
rrieran si yo nunca logro aquello que mi idea irracional me 
dice que debo lograr o que debe ocurrir? 
Además, podemos añadir preguntas como las siguientes (Dryden 
y Walker, 1996):
1. ¿Adónde me lleva esta creencia, me ayuda o me dificulta?
2. ¿Es mi creencia lógica?
3. ¿Es mi creencia una derivación de mis preferencias?
4. ¿Es de verdad tan espantosa (tan mala como podría ser)?
5. ¿Es cierto que no puedo soportarla?
Cuadro 1.5. Técnicas más empleadas en la terapia racional 
emotivo conductual
1. Técnicas para lograr el “insight” racional intelectual

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