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1144 Capítulo 52 necesita el calor del cuerpo de sus padres para sobrevivir, de modo que éstos se turnan para mantenerlos calientes. Algunos animales cuidan de sus crías La inversión parental es la contribución que cada padre hace para pro- ducir y criar nueva descendencia. El benefi cio de la inversión parental es la mayor probabilidad de que cada descendencia sobreviva. Sin em- bargo, la mayoría de los animales no invierte tiempo y energía en cuidar a su descendencia porque los costos de la crianza de los hijos son elevados. Por ejemplo, un animal ocupado en alimentar y proteger a su descenden- cia puede producir menos descendencia adicional. También hay riesgos al proteger a las crías de los depredadores. La selección natural ha favorecido el cuidado parental en especies en las que la hembra engendra pocas crías o se reproduce sólo durante una temporada de apareamiento. El cuidado de los padres es una parte importante de la reproducción exitosa en algunos invertebrados, inclu- yendo algunos cnidarios (medusas), rotíferos, moluscos y artrópodos (crustáceos, insectos, arañas y escorpiones), y es una práctica común entre los vertebrados (FIGURA 52-19b, c, d). Las hembras de muchas especies de vertebrados producen huevos grandes y relativamente pocos. Debido al tiempo y la energía invertidos en la producción de huevos y en portar el embrión en desarrollo, la hembra tiene más que perder que el macho en caso de que la cría no se desarrolle. Así, las hembras tienen más inclinación que los machos a empollar los hue- vos y a las crías, y son ellas las que suelen invertir más en el cuidado paren- tal. El cuidado por parte de los padres está especialmente sesgado hacia la hembra en los mamíferos porque ella proporciona la leche para nutrir a sus crías. La inversión de tiempo y esfuerzo en el cuidado de las crías suele ser menos ventajosa para un macho (en el supuesto de que la hembra pueda afrontar la tarea por sí sola) debido a que el tiempo dedicado a la crianza de los hijos es tiempo perdido para inseminar a otras hembras. En algunas situaciones, un macho se benefi cia al ayudar a criar a su propia descendencia e inclusive a la de un pariente genético. Las hembras receptivas pueden ser escasas, los territorios de reproducción pueden ser difíciles de establecer o cuidar, y reunir sufi ciente comida puede requerir más esfuerzo del que puede proporcionar un solo padre. En algunos hábi- tats, las crías necesitan protección de los depredadores o machos caníbales de la misma especie. Por ejemplo, entre los lobos y muchos otros carnívo- ros, los machos defi enden a las crías y al abastecimiento de comida. Entre muchas especies de peces, el macho se ocupa de las crías. Aparentemente, los costos parentales para los machos son menores de lo que serían para las hembras. Un pez macho debe tener un territorio para atraer a una hembra. Mientras cuida su territorio, el macho también cuida los huevos fecundados. Tener huevos también parece hacer más atractivo al macho para parejas potenciales. Por el contrario, cuando una hembra se encuentra cuidando sus huevos o crías, no es capaz de ali- mentarse de manera óptima. Como resultado, el tamaño de su cuerpo es menor y su fertilidad se reduce. El ecólogo del comportamiento Bryan D. Neff , de la Universidad de Western Ontario, demostró que el pez sol de branquias azules (Lepomis macrochirus) ajusta su nivel de proporcionar cuidado según su grado de cer- tidumbre de que la descendencia es, en efecto, suya. Los machos adultos, denominados parentales, defi enden un nido, atraen hembras y cuidan los huevos y las crías recién nacidas. Algunos machos, denominados machos furtivos (o infi eles), se cuelan en nidos y fecundan huevos durante el desove. Se han desarrollado otros machos furtivos de manera que adquieren carac- terísticas de hembras. El macho parental es engañado al considerar que el in- truso es una hembra, permitiéndole el acceso a los huevos (FIGURA 52-20). descendencias. Así, la selección sexual a menudo favorece la poliginia, un sistema de apareamiento en el que los machos fecundan los huevos de muchas hembras durante una temporada de reproducción. En el sistema de apareamiento conocido como poliandria, una hembra se aparea con varios machos. Los benefi cios pueden incluir pre- sentes de varios machos o el enlistamiento de varios de ellos que ayuden a hacerse cargo de las crías. Datos reunidos en el centro de investigación Jane Goodall en el Parque Nacional Gombe en Tanzania indican que los chimpancés hembra se aparean con machos de su propio grupo, pero cuando son más fértiles, muchas se desplazan hacia comunidades veci- nas y copulan con machos menos conocidos. Tal vez estos encuentros sexuales sean una protección contra la endogamia. Los investigadores también conjeturan que el apareamiento con múltiples machos constituye un seguro contra el infanticidio. Los ma- chos no agreden a los bebés de madres con las que han copulado. Es- tudios recientes indican que las hembras con múltiples parejas son más fértiles y producen más descendencia. La poliandria y la poliginia a veces ocurren en la misma especie. Después del apareamiento, una chinche de agua hembra gigante sujeta una nidada de huevos al lomo de su pareja (FIGURA 52-19a). Él cuida los huevos hasta la eclosión. Luego, ella se aparea con otro macho y adhiere la nueva nidada de huevos a su lomo. Sin embargo, si el macho tiene más espacio para huevos, puede aparearse con otra hembra. Aparentemente, en la mayoría de las especies no se sabe quién es el padre de la descendencia. Sin embargo, la crianza de la descendencia de otro macho es una desventaja genética, de modo que los machos de alguna especie pueden intercambiar la persecución de compañeras en fa- vor de la protección de la pareja. El macho vigila a su pareja después de copular para asegurarse de que ella no se aparee con otro macho. Es pro- bable que el comportamiento de vigilancia de la pareja ocurra cuando la hembra es receptiva y tenga huevos que puedan ser fecundados por otro macho. Por ejemplo, los elefantes africanos que son machos dominantes vigilan a una hembra sólo durante la fase de estro, cuando ésta tiene ma- yor probabilidad de ser fértil. Antes de ese momento, o más tarde en el estro después de que ha ocurrido el apareamiento, los elefantes machos más jóvenes de menor jerarquía pueden copular con la hembra. Un alto costo de la vigilancia de la pareja es que el macho dominante pierde la oportunidad de aparearse con otras hembras. La selección sexual favorece a los machos que inseminan a muchas hembras y producen mucha descendencia. Quizá por esta razón la mo- nogamia, un sistema de emparejamiento en que el macho se aparea con una sola hembra durante una temporada de reproducción, no es común. Menos de 10% de los mamíferos son monógamos. Durante mucho tiempo los investigadores consideraron que la mo- nogamia era común en las aves porque muchas especies forman víncu- los de pareja, que son relaciones estables que aseguran una conducta cooperativa en el apareamiento y la cría de los jóvenes. Sin embargo, la evidencia genética demuestra que alguna descendencia es engendrada por machos distintos a los que se hacen cargo de ella. Por ejemplo, prue- bas de ADN demuestran que entre los azulejos orientales, de 15% a 20% de los polluelos son engendrados por otros machos. El macho fuera de la pareja contribuye con nuevos genes. Así, la hembra produce descenden- cia con mayor variabilidad genética, aumentando la posibilidad de que por lo menos algo de su descendencia sobreviva. Algunos investigadores distinguen entre monogamia sexual y monogamia social, en la que los ani- males establecen vínculos de pareja. La monogamia ocurre en algunas especies, típicamente cuando se requieren machos para proteger y alimentar a las crías. Por ejemplo, el ratón de California es sexual y socialmente monógamo. La descendencia 52_Cap_52_SOLOMON.indd 114452_Cap_52_SOLOMON.indd1144 17/12/12 12:3617/12/12 12:36 Parte 7 Estructura y procesos vitales en animales 52 Comportamiento animal 53.6 Selección sexual Algunos animales cuidan de sus crías
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