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1847© 2019. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos ATEROESCLEROSIS, 1847 Ateroesclerosis prematura, 1847 VASCULITIS, 1850 Vasculitis de los grandes vasos, 1850 Vasculitis de los vasos medianos, 1854 PERICARDITIS Y MIOCARDITIS, 1856 Pericarditis, 1856 Miocarditis, 1856 VALVULOPATÍAS CARDÍACAS, 1858 Lupus eritematoso sistémico, 1858 Espondiloartropatías serológicamente negativas, 1858 Artritis reumatoide, 1858 Arteritis de Takayasu, 1858 ANOMALÍAS DE LA CONDUCCIÓN CARDÍACA, 1858 Lupus eritematoso sistémico y síndrome de Sjögren, 1859 Esclerosis sistémica, 1859 Espondiloartropatías, 1859 Artritis reumatoide, 1859 HIPERTENSIÓN ARTERIAL PULMONAR, 1859 Esclerosis sistémica, 1859 Lupus eritematoso sistémico, 1860 Artritis reumatoide, 1860 Síndrome de Sjögren, 1861 Arteritis de Takayasu, 1861 TROMBOSIS EN LAS ENFERMEDADES REUMÁTICAS, 1861 Síndrome antifosfolipídico, 1861 Enfermedad de Behçet, 1862 FÁRMACOS ANTIRREUMÁTICOS Y ENFERMEDAD CARDIOVASCULAR, 1862 Relación entre tratamiento farmacológico y enfermedad cardiovascular, 1862 Antagonistas del factor de necrosis tumoral a, 1863 Inhibición de interleucina 6, 1863 Fármacos que causan depleción de linfocitos B, 1863 Metotrexato, 1863 Otros fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad, 1863 Glucocorticoides, 1863 Estatinas, 1863 Fármacos antiinflamatorios no esteroideos, 1864 PERSPECTIVAS FUTURAS, 1864 BIBLIOGRAFÍA, 1865 94 Enfermedades reumáticas y sistema cardiovascular JUSTIN C. MASON La relación existente entre las enfermedades reumáticas inflamatorias y el sistema cardiovascular se conoce desde hace mucho tiempo. Al haber mejorado notablemente a lo largo de los últimos 20 años el tratamiento de estas enfermedades, así como la tasa de supervivencia, la importancia y la complejidad de estas interrelaciones han ido adquiriendo cada vez más relevancia. En algunas ocasiones, los pacientes con enfermedades reumáticas multisistémicas son evaluados inicialmente por un especialista en enfermedades cardiovasculares, un cardiólogo, o un cirujano vascular o torácico, y la detección precoz del origen inmunitario de la enfermedad cardiovascular contribuye a reducir las tasas de morbilidad y mortalidad. El sistema vascular constituye un órgano diana primario para la enfermedad reumática subyacente, y puede verse afectado en diferentes localizaciones y grados. Así, las vasculitis de los grandes vasos pueden afectar a la pared completa de la arteria aorta. La esclerosis sistémica (ES) suele originar una vasculopatía de la arteria pulmonar, así como hipertensión arterial pulmonar (HAP). Las vasculitis sistémicas asociadas a anticuerpos frente a citoplasma de neutrófilos (ANCA; VSAA) afectan principal- mente a las arteriolas. El síndrome antifosfolipídico (SAF) provoca tanto trombosis venosas como arteriales. Entre las complicaciones cardíacas del lupus eritematoso sistémico (LES) se encuentran la arteritis coronaria, la pericarditis, la miocarditis y las valvulopatías cardíacas. Una de las manifestaciones de la arteritis de Takayasu (AT), que induce hipertensión no controlable, es la estenosis arterial renal, y los pacientes con AT y arteritis de células gigantes (ACG) pueden desarrollar lesiones oclusivas en las arterias subclavias, axilares o ilíacas, que pueden dar lugar a claudicación de las extremidades. Las enfermedades reumáticas ejercen también importantes efectos secundarios sobre el sistema cardiovascular. La inflamación sistémica crónica predispone a padecer trastornos endoteliales y aumenta la rigidez arterial, lo que incrementa el riesgo de desarrollo de ateroes- clerosis. Los especialistas en enfermedades cardiovasculares son cada día más conscientes del aumento de la prevalencia de los infartos de miocardio y de los accidentes cerebrovasculares a edades tempranas en pacientes aquejados de artritis reumatoide (AR) y LES. Quedan muchos aspectos clínicos por mejorar, entre los que destacan la identificación, diagnóstico y tratamiento precoces de los pacientes con enfermedad reumática que presentan mayor riesgo de complicaciones cardiovasculares, así como una mejor comprensión de los mecanismos moleculares subyacentes y el desarrollo de estrategias de prevención. ATEROESCLEROSIS Ateroesclerosis prematura El esclarecimiento del papel que desempeña la inflamación en la ateroesclerosis ha puesto de manifiesto la importancia de la posible relación entre las enfermedades inflamatorias sistémicas y la ateroes- clerosis prematura, y fomentado su estudio. Gracias a estos esfuerzos, nuestros conocimientos de los mecanismos patogénicos subyacentes, así como de la epidemiología, han aumentado considerablemente. Entre las prioridades actuales figuran la identificación de los pacientes que presentan mayor riesgo y el desarrollo de estrategias terapéuticas de prevención.1 La evidencia de una asociación entre las enfermedades inflamatorias y la ateroesclerosis acelerada está bien documentada en los casos de AR y LES. Además, tanto la espondilitis anquilosante como la artritis psoriásica, las VSAA, la AT y el SAF pueden estar asociadas con ateroesclerosis prematura. Los especialistas en enfermedades cardiovasculares deben considerar siempre la posible existencia de una enfermedad inflamatoria subyacente ante una angina, un infarto de miocardio o un accidente cerebrovascular en un paciente joven no explicable por otros motivos. Los pacientes con enfermedades reumáticas que sufren un infarto de miocardio presentan peor pronós- tico que la población general ajustada por edad en lo que respecta al desarrollo de insuficiencia cardíaca y a la mortalidad.2 Alteraciones endoteliales y lesión vascular Los mecanismos homeostáticos promueven la existencia de un endotelio vascular sin turbulencias, antitrombótico y antiadherente, y controlan la vasodilatación y la permeabilidad (v. capítulos 44 y 57). La inflamación sistémica de larga duración, como la que se produce en la AR y el LES, puede inducir lesiones del endotelio, aumento de la apoptosis celular en el mismo y alteraciones de los mecanismos de vasodilatación endoteliales. Los factores de riesgo tradicionales no explican por sí solos esta mayor actividad ateroesclerótica, pero es posible que la inflamación exacerbe los efectos de estos factores de riesgo clásicos.3 Al compararlos con la población general, los pacientes con enfermedades inflamatorias sis- témicas suelen mostrar alteraciones endoteliales y mayor rigidez aórtica. Aunque los resultados varían entre los diferentes estudios, es posible que el tratamiento eficaz de la inflamación subyacente no siempre solucione la alteración endotelial o mejore la elasticidad aórtica.4,5 Esta Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1848 En fE rm Ed a d Es c a rd io va sc u la rE s y d E o tr o s ó rg a n o s XI observación, y el hecho de que es posible que la carga de placa no esté aumentada, ha conducido a la hipótesis de que un entorno inflamatorio sistémico puede predisponer a la inestabilidad y rotura de la placa, una conjetura que corroboran estudios post mortem. Debido a este hecho, es posible que la mayor incidencia de episodios cardiovasculares prematuros observada sea debida tanto a una aterogenia acelerada como a unas placas con mayor riesgo de rotura.6,7 El aumento del riesgo de enfermedad ateroesclerótica y episodios cardiovasculares es debido a varios mecanismos moleculares. Además de los factores de riesgo cardiovascular clásicos, otros factores relacionados con la enfermedad que pueden aumentar también el riesgo son los efectos de las citocinas proinflamatorias factor de necrosis tumoral a (TNF-a), interleucina 1 (IL-1) e IL-6 sobre laactivación endotelial, la adherencia leucocítica, las lesiones endoteliales y la permeabilidad. El mayor grado de apoptosis de las células endoteliales y una menor capacidad de reparación también pueden tener importancia, así como los autoanticuerpos (p. ej., anticuerpos antifosfolipídicos), las células citotóxicas CD4+CD28–, el dese- quilibrio Th17/TREG, el déficit o activación excesiva del complemento, los polimorfismos genéticos y los efectos adversos de algunos medicamentos, como los corticoesteroides y la ciclosporina.2,3 Artritis reumatoide La AR es una poliartritis inflamatoria simétrica, de origen autoinmunitario, tres veces más frecuente en las mujeres que en los hombres, que afecta hasta a un 1% de la población en los países occidentales, y cuyos síntomas suelen aparecer entre los 30 y los 50 años. Hasta un 80% de los pacientes presentan resultados positivos en las pruebas de detección en suero de factor reumatoide y/o de anticuerpos frente a péptidos cíclicos citrulinados (PCC). La respuesta inflamatoria sistémica es notoria, y va acompañada de febrícula, pérdida de peso, aumento de la velocidad de sedimentación globular (VSG) y de la concentración de proteína C reactiva (CRP), hipoalbuminemia, anemia normocítica y normocrómica, y trombocitosis. En diversos estudios se ha puesto de manifiesto una enfermedad arterial subclínica con aumento del grosor íntima-media (GIM) carotídeo y desarrollo precoz de placas. Aunque la AR aumenta de manera inde- pendiente el riesgo de ateroesclerosis, aún no se conocen con detalle los mecanismos que relacionan la AR con la aterogenia. De la misma manera, también es preciso esclarecer cuáles son los mecanismos y las consecuencias a largo plazo de las anomalías de la perfusión miocárdica y de la reserva del flujo coronario que se han observado en pacientes con AR y arterias epicárdicas normales.8 Las anomalías iniciales de la función vascular pueden aparecer al comienzo de los síntomas de AR o con anterioridad a los mismos.9 El efecto directo de la inflamación crónica sobre el endotelio vascular puede inducir aterogenia por sí solo, además de promover la acción de los factores de riesgo cardiovas- cular tradicionales.6,10 Además, el entorno inflamatorio sistémico podría contribuir a que las placas y la sangre adquieran las características que inducen episodios cardiovasculares en pacientes con AR.11 Los factores de riesgo clásicos de ateroesclerosis son más prominentes en los pacientes con AR. El tabaquismo está asociado tanto al riesgo car- diovascular como al desarrollo de AR. De la misma forma, la resistencia a la insulina y el síndrome metabólico son más frecuentes en individuos con AR. Estos pacientes pueden presentar un patrón dislipidémico consistente en una elevación de la concentración de triglicéridos asociada a niveles bajos del colesterol de lipoproteínas de alta densidad (HDL) y de baja densidad (LDL).12 El riesgo de infarto de miocardio en individuos con AR se considera parecido al de los que padecen diabetes mellitus, y las mujeres con AR presentan un riesgo de sufrir infarto de miocardio doble al de un grupo de control ajustado por edad. Aunque la mortalidad por ataque cardíaco y por accidente cerebrovascular es parecida a la de la población general, estos episodios se presentan a edades más tempranas, siendo el 50% de los fallecimientos prematuros de pacientes con AR consecuencia directa de alguna enfermedad cardiovascular. Esta mortalidad excesiva se detecta transcurridos entre 7 y 10 años tras el diagnóstico inicial, y se ha asociado a actividad persistente de la enfermedad y a la presencia de factor reumatoide y anticuerpos anti- PCC. Los datos de que disponemos sugieren que los pacientes con AR que sufren un infarto de miocardio tienen menor probabilidad de ser tratados mediante técnicas de reperfusión aguda y medidas preventivas secundarias, por lo que presentan peor pronóstico.6,13 Tratamiento El tratamiento farmacológico de la AR ha evolucionado notablemente a lo largo de los últimos 20 años, estando centrado en las terapias biológicas y en el abordaje intensivo del mismo en fases tempranas de la enfermedad. Los ensayos clínicos han demostrado que, de esta manera, se reducen los síntomas y las lesiones estructurales de las articulaciones. Cada vez más indicios señalan que el tratamiento para neutralizar la sinovitis también proporciona protección vascular.14 En la actualidad, el metotrexato es el fármaco antirreumático modificador de la enfermedad (FARME) más utilizado y, desde que se comenzó a utilizar, la mortalidad por infarto de miocardio en pacientes con AR se ha reducido. Los mismos efectos se han observado en los casos de la sulfasalacina y la hidroxicloroquina. Los pacientes que no responden adecuadamente a los FARME deben ser tratados mediante terapias biológicas. Entre los fármacos utilizados en las mismas se encuen- tran los dirigidos frente al TNF-a (infliximab, adalimumab, etanercept, certolizumab y golimumab), al receptor de IL-6 (tocilizumab) y a CTLA4Ig (abatacept), así como el anticuerpo monoclonal destructor de linfocitos B rituximab. Esta estrategia intensiva modificadora de la enfermedad también permite reducir al mínimo la utilización de fármacos antiin- flamatorios no esteroideos (AINE) y la necesidad de administración de corticoesteroides. Los glucocorticoides pueden influir de forma negativa en los factores de riesgo clásicos, como la resistencia a la insulina, la hipertensión y el perfil lipídico, y pueden fomentar la formación de placas carotídeas en la AR.10 Los AINE, ya sean específicos de la ciclooxigenasa 2 (COX-2) o no, son eficaces, pero pueden elevar la presión arterial y aumentar la frecuencia de episodios cardiovasculares de naturaleza trombótica, por lo que su uso en pacientes con complicaciones cardiovas- culares debidas a una enfermedad inflamatoria se debe hacer con mucha precaución.15 Pese a todo, parece que la utilización de AINE en pacientes con AR no incrementa el riesgo de episodios cardiovasculares, lo que indica que predominan sus efectos antiinflamatorios. La constatación definitiva de los posibles efectos beneficiosos de las terapias biológicas requerirá disponer de los resultados de estudios pros- pectivos a largo plazo (v. más adelante). El TNF-a promueve la activación y disfunción del endotelio vascular, y puede inducir la desestabilización de las placas, por lo que su bloqueo parece una opción terapéutica interesante. De acuerdo con las medidas de dilatación mediada por flujo obtenidas entre 4 y 12 semanas después de la infusión de infliximab, este tratamiento puede mejorar el funcionamiento endotelial, mientras que se ha observado que el etanercept reduce la rigidez aórtica. El análisis del GIM carotídeo indica que los antagonistas del TNF-a disminuyen la inflamación sistémica y retrasan la progresión del GIM.10 Una regulación terapéutica estricta de la actividad de la AR per se puede tener un efecto beneficioso en el riesgo de infarto de miocardio.14 El tratamiento de la artritis debe combinarse con un análisis meticuloso de los factores de riesgo típicos y de las medidas apropiadas para modificarlos. Aunque no existen directrices específicas, la mayoría de los reumatólogos son partidarios de añadir una estatina. Mientras tanto, se mantiene el debate sobre los pros y los contras de los calculadores del riesgo cardiovascular específicos de enfermedad,16 y están investigándose puntuaciones nuevas.17 Ateroesclerosis y lupus eritematoso sistémico El LES, una enfermedad sistémica de origen autoinmunitario, afecta normalmente a mujeres, en una proporción de 9:1, y, aunque está presente en todas las razas, es más frecuente entre individuos de origen afrocaribeño, asiático o chino. Entre los síntomas generales que se observan en la evaluación inicial se encuentran sudoración nocturna, letargo, malestar y pérdida de peso. Las características mucocutáneas más frecuentes son el clásicoeritema facial en forma de mariposa, las úlceras orales y la alopecia. Los pacientes pueden presentar también serositis, mialgia, artralgia y artropatía no erosiva de Jaccoud. Entre las complicaciones que pueden amenazar la vida del paciente se encuen- tran la glomerulonefritis, que puede conducir a insuficiencia renal, la afectación del sistema nervioso central (SNC) con vasculitis cerebral, la neumonitis, el síndrome del pulmón encogido y la HAP. Entre las manifes- taciones hematológicas aparece linfopenia en casi todos los casos, y muchas veces anemia hemolítica, neutropenia y trombocitopenia. Las complicaciones cardíacas del LES son relativamente poco frecuentes, pero pueden aparecer pericarditis, miocarditis, endocarditis, aortitis y arteritis coronaria. La comprensión de la patogenia del LES continúa mejorando. Un defecto en la eliminación de las células apoptósicas origina la exposición de antígenos nucleares a un sistema inmunitario con linfocitos B hiperactivos. La pérdida de la tolerancia inmunitaria da lugar a producción de autoanticuerpos e inmunocomplejos. El depósito de estos últimos en los órganos diana induce la activación del complemento y las lesiones tisulares.18 Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1849 En ferm ed ad es reu m áticas y sistem a card io vascu lar 94 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . La mayoría de los pacientes presentan altos títulos de anticuerpos antinucleares y de anticuerpos frente a ADN bicatenario (ADNbc). Estos últimos son más específicos para el diagnóstico del LES, diagnóstico que queda reforzado por la presencia de anticuerpos frente a uno o más de los antígenos nucleares, como Sm, Ro, La y ribonucleoproteína (RNP). La enfermedad activa se caracteriza por la activación del complemento, con el consiguiente consumo de C3 y C4 y la disminución de sus concen- traciones plasmáticas. La VSG también se encuentra elevada cuando la enfermedad presenta actividad, pero es habitual que la concentración de CRP permanezca dentro de los límites de normalidad, excepto en pacientes con serositis o infecciones secundarias. Diversos estudios han sugerido un riesgo de infarto de miocardio y accidente cerebrovascular entre 2 y 10 veces superior en pacientes con LES en comparación con la población general, riesgo que en algunos estudios ha resultado ser hasta 50 veces mayor. La juventud de los pacientes con LES y enfermedad cardiovascular (el 67% de las mujeres con LES y un episodio de enfermedad cardíaca suelen ser menores de 55 años) sugiere que el LES acelera la enfermedad arterial.19 Un estudio de 1.874 casos (seguimiento de 9.485 años-persona) puso de manifiesto un aumento de 2,66 veces del riesgo de infarto de miocardio, accidente cerebrovascular e intervención coronaria en comparación con la población general.20 Aunque parece que el patrón de la enfermedad arterial coronaria en el LES no difiere del normal (fig. 94-1), es posible que la placa presente mayor fragilidad. Los pacientes con LES evolucionan peor tras un infarto de miocardio que la población general ajustada por edad, siendo mayor el riesgo de desarrollo de insuficiencia cardíaca y la mortalidad.2,6 Esta diferencia puede ser consecuencia de una detección más tardía de la isquemia cardíaca y de la reticencia a aplicar tratamientos intensivos. La hipertensión es frecuente en el LES debido a la enfermedad renal y a la utilización de glucocorticoides en muchos pacientes. De la misma manera, los pacientes con LES suelen presentar síndrome metabólico, que va asociado a alteraciones renales, altas dosis de corticoesteroides y pertenencia a las etnias coreana o hispánica.21 Los pacientes con LES también presentan anomalías lipídicas, como concentraciones elevadas de lipoproteínas de muy baja densidad (VLDL) y triglicéridos, colesterol LDL normal o alto y colesterol HDL bajo. Además, en un 45% de los pacientes con LES se detectaron HDL proinflamatorias causantes de un aumento del LDL colesterol modificado oxidativamente, fenómeno que solamente se observó en un 20% de los pacientes con AR y en el 4% de la población general.12 En el LES se producen también anticuerpos frente a LDL oxidadas que pueden promover la aterogenia. Tratamiento El LES leve que cursa únicamente con eritema y artralgias se puede tratar con analgésicos simples y AINE, a los que se puede agregar hidroxi- cloroquina si es preciso. Cuando los órganos se ven afectados, dando lugar a insuficiencia renal, anomalías hematológicas, miositis, artritis y lesiones cutáneas leves, es preciso administrar además prednisona y, generalmente, un inmunodepresor como azatioprina, micofenolato de mofetilo (MFM) o metotrexato, para controlar mejor la enfermedad y para facilitar el ahorro de corticoides. Cuando aparecen complicaciones como miocarditis, cerebritis, hemorragias graves o glomerulonefritis que supongan una amenaza para la vida del paciente, el tratamiento de primera línea consiste en ciclofosfamida y corticoesteroides adminis- trados en altas dosis. El MFM puede reemplazar a la ciclofosfamida en el tratamiento de la nefritis del LES dada su parecida eficacia y el riesgo de infertilidad irreversible que conlleva la administración de ciclofosfamida, que puede llegar a afectar hasta al 50% de los pacientes tratados con este fármaco. La mayoría de los reumatólogos considera adecuada la utilización de rituximab para el tratamiento del LES grave, aunque los ensayos clínicos llevados a cabo hasta la fecha no corroboran esta opinión y se esperan datos adicionales. Se han utilizado varias pautas de administración, entre las que se encuentran diversas asociaciones de rituximab, prednisona y ciclofosfamida.22 El belimumab es un anticuerpo monoclonal que se une al estimulante soluble de los linfocitos B e impide que interaccionen con los receptores de la superficie de los linfocitos B; presenta una ligera actividad modificadora de la enfermedad en pacientes con LES moderado y sin implicación renal. El establecimiento de estrategias eficaces para la prevención de las enfermedades cardiovasculares en pacientes con LES requerirá ensayos clínicos prospectivos a largo plazo con puntos finales cardiovas- culares bien definidos. El tratamiento insuficiente y/o la persistencia de enfermedad activa están relacionados con aterogenia acelerada. Por tanto, un tratamiento inmunodepresor adecuado para cada individuo debería reducir al mínimo las complicaciones cardiovasculares. La hidroxicloroquina reduce la concentración de colesterol LDL y la mortalidad debida a complicaciones cardiovasculares en pacientes con LES. También se ha propugnado el tratamiento intensivo de los factores de riesgo tradicionales, incluyendo en el mismo un seguimiento exhaustivo y un estricto control de la presión arterial. Las estatinas se han utilizado mucho, especialmente en pacientes con problemas renales. Se debe tener una precaución y un seguimiento cuidadosos en el caso de pacientes con miositis activa, ya que el tratamiento con estatinas puede exacerbar este trastorno. Los datos clínicos de que disponemos no ponen de manifiesto que las estatinas ofrezcan una protección significativa frente a la ateroes- clerosis durante los primeros 2-3 años de tratamiento, aunque se debe esperar hasta disponer de resultados a más largo plazo.18,23 Ateroesclerosis asociada a otras enfermedades reumáticas La relación entre inflamación crónica y aterogenia implica que muchas enfermedades reumáticas pueden ir asociadas con un mayor y más precoz riesgo cardiovascular (tabla 94-1). Como los datos que apoyan esta hipótesis se han obtenido en estudios relativamente reducidos,nos enfrentamos al reto de determinar: 1) qué enfermedades reumáticas plantean un mayor riesgo cardiovascular; 2) qué subgrupos de pacientes presentan mayor riesgo, y 3) cuáles son las estrategias útiles para reducir los episodios cardiovasculares al mínimo. La espondilitis anquilosante, la artritis psoriásica y la gota también pueden estar asociadas a ateroesclerosis. La hiperuricemia constituye un factor de predicción independiente de enfermedad cardiovascular, y los pacientes con gota suelen presentar hipertensión, hiperlipidemia, obesidad y diabetes mellitus. Muchos de los fármacos utilizados para el tratamiento de las enfermedades cardíacas, entre los que se encuentran los diuréticos, los β-bloqueantes, y el ácido acetilsalicílico en bajas dosis, pueden incrementar la concentración de ácido úrico en suero. Por el contrario, el losartán, los inhibidores de la enzima conversora de la angio- tensina (ECA), la atorvastatina y el fenofibrato pueden disminuirla.24 El alopurinol puede reducir el riesgo de enfermedad cardíaca congestiva y de fallecimientos asociados a problemas cardiovas- culares. Se debe procurar que la concentración de ácido úrico en suero de los pacientes con gota permanezca por debajo de los 0,36 mmol/l, y estos pacientes deben ser asesorados en cues- tiones dietéticas y tratados inten- sivamente en lo que respecta a los factores de riesgo cardiovascular. En una revisión sistemática de artículos sobre enfermedad cardiovascular en pacientes con artritis psoriásica se han puesto de manifiesto factores tradicionales de riesgo cardiovas- FIGURA 94-1 Ateroesclerosis en el lupus eritematoso sistémico. A. RMC transaxial ponderada en T2 de la bifurcación carotídea en la que se aprecia una placa ateroesclerótica (flecha). Se observan el núcleo repleto de lípidos y una caperuza fibrosa, así como señales de calcificación. B. RMC en la que se observan dos cavidades en la última fase tras la inyección de gadolinio. El realce subendocárdico debido al contraste aparece en la región anteroseptal del ventrículo izquierdo (flechas) y se extiende desde la base del corazón hasta la región ventricular media, lo que es compatible con un infarto de miocardio subendocárdico previo. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1850 En fE rm Ed a d Es c a rd io va sc u la rE s y d E o tr o s ó rg a n o s XI cular, anomalías endoteliales, rigidez aórtica y ateroesclerosis subclínica. Pese a que se dispone de pocos datos, parece que una supresión adecuada de la actividad de la enfermedad inflamatoria conduce a una mejoría de las anomalías endoteliales y del GIM carotídeo.25 En los pacientes con espondilitis anquilosante se han detectado anomalías del funcionamiento endotelial y aumentos del GIM carotídeo y de la velocidad de la onda de pulso, todos ellos parámetros indicadores de un mayor riesgo de ateroesclerosis.26 La utilización cada vez más extendida de tratamientos anti-TNF-a en estos pacientes debería verse reflejada en los registros biológicos internacionales. VASCULITIS Las vasculitis, un grupo heterogéneo de enfermedades, plantean un importante reto clínico, tanto desde el punto de vista diagnóstico como terapéutico. Las vasculitis sistémicas primarias se dividen en vasculitis de vasos grandes, medianos o pequeños. Hay una pequeña cantidad de trastornos que no se pueden encuadrar en ninguno de los grupos de esta clasificación, entre los que se encuentran la enfermedad de Behçet, la policondritis recidivante, las vasculitis primarias del SNC y el síndrome de Cogan.27 Entre los hallazgos histológicos propios de las vasculitis se encuen- tran los infiltrados inflamatorios perivasculares que pueden invadir la pared arterial, la necrosis fibrinoide, la trombosis, la fibrosis y la formación de tejido cicatricial. La necrosis fibrinoide es característica de las vasculitis de medianos y pequeños vasos, y afecta típicamente a la túnica media. Entre sus complicaciones se encuentran la estenosis y las oclusiones, que dan lugar a isquemia, trombosis, formación de aneurismas y hemorragias. Aunque una biopsia es idónea para el establecimiento del diagnóstico, no siempre es posible obtener el tejido adecuado, o la biopsia arterial puede ser peligrosa, como ocurre en el caso de pacientes con AT. Por ello, en muchas ocasiones, el diagnóstico ha de establecerse recurriendo a los hallazgos clínicos, a los resultados de laboratorio y a estudios de imagen. La inmunopatogenia de las vasculitis es compleja, multifactorial y poco conocida. En la panarteritis nudosa (PAN), o vasculitis reumatoide, el endotelio se puede ver sometido a agresiones mediadas por el sistema del complemento, como consecuencia del depósito de complejos inmunitarios. En las vasculitis de los medianos y pequeños vasos, los ANCA pueden activar a los neutrófilos, con las consiguientes lesiones endoteliales. Las citocinas proinflamatorias TNF-a, IL-1 e IL-6, así como el interferón γ (IFN-γ), pueden activar el endotelio e inducir la expresión de moléculas de adherencia, como la E-selectina, la molécula de adherencia de las células vasculares de tipo 1 (VCAM-1) y la molécula de adherencia intercelular de tipo 1 (ICAM-1), lo que promueve la adhesión de los leucocitos y su penetración en los tejidos circundantes a través de las paredes de los vasos. Las enfermedades cardiovasculares no son frecuentes en los pacientes con vasculitis, pero, cuando aparecen, pueden suponer un peligro para la vida del enfermo. Pueden producirse aortitis, hipertensión, arteritis coronaria, valvulopatías cardíacas, pericarditis, miocarditis, anomalías de la conducción, ateroesclerosis acelerada e insuficiencia cardíaca. En este apartado se abordan las vasculitis con que se encuentran los especialistas en enfermedades cardiovasculares con más frecuencia. Vasculitis de los grandes vasos Arteritis de células gigantes La ACG afecta a las arterias de tamaño mediano y grande. Es propia de personas de más de 50 años, y su incidencia aumenta con la edad. La ACG es especialmente frecuente en el norte de Europa y en la península escandinava; en EE. UU., aparece sobre todo en individuos procedentes de estas zonas. La ACG afecta típicamente a las ramas extracraneales de la aorta y, además de las arterias temporales, pueden estar también implicadas las arterias subclavias y axilares, la aorta torácica y, en ocasiones, las arterias ilíacas y femorales. Las características clínicas consisten en fiebre, pérdida de peso, malestar, cefaleas, engrosamiento de la arteria temporal con atenuación del pulso, hipersensibilidad del cuero cabelludo y claudicación mandibular. La complicación más temible es la neuropatía isquémica óptica anterior (NIOA), que puede manifestarse como amaurosis fugaz o como una súbita pérdida de visión permanente. Hasta un 25% de los pacientes presentan inicialmente afectación sistémica en ausencia del signo clásico de dolor e implicación de la arteria temporal. La tomografía por emisión de positrones con 18F-fluorodesoxiglucosa (PET-FDG) ha confirmado los hallazgos previos obtenidos en las autopsias, mostrando la presencia de una extensa arteritis con aumento de la captación de FDG en las arterias aorta, subclavias e ilíacas en más del 50% de los pacientes. Patogenia En el estudio histopatológico se observa una fragmentación localizada de la lámina elástica interna íntimamente asociada a un infiltrado inflamatorio en el que predominan los linfocitos T CD4+ productores de IFN-γ y los monocitos/macrófagos, y en el que aparecen de forma ocasional células gigantes multinucleares características. En estudios recientes se ha demos- trado que la inflamación de la pared arteriales iniciada por las células dendríticas CD83+ activadas, que se localizan en los mismos lugares que los linfocitos T activados. La síntesis local de factores de crecimiento, como el factor de crecimiento derivado de plaquetas, da lugar a la proliferación de células musculares lisas y a la estenosis concéntrica de la luz arterial (fig. 94-2). La liberación de metaloproteinasas de matriz y la producción de derivados reactivos del oxígeno pueden inducir lesiones de la pared arterial y formación de aneurismas. Diagnóstico El diagnóstico definitivo se obtiene mediante biopsia, cuya realización debe ser considerada en todos los casos. Sin embargo, el hecho de que la biopsia sea necesaria no debe retrasar el tratamiento. La biopsia de la arteria temporal da lugar a resultados positivos hasta en el 80% de los pacientes. Recientemente, la atención se ha dirigido hacia la eco- grafía de la arteria temporal, que puede poner de manifiesto un signo característico en forma de halo con engrosamiento concéntrico y homogéneo de la pared arterial, y señales de alteraciones del flujo y estenosis (v. fig. 94-2). Complicaciones cardiovasculares Aunque no son frecuentes, en algunas ocasiones pueden aparecer graves complicaciones cardiovasculares, entre las que se encuentran los aneurismas disecantes de la aorta torácica (tabla 94-2). Los estudios de imagen y las autopsias sugieren que la aortitis y el engrosamiento de la pared aórtica son frecuentes en la ACG, aunque su relación con el desarrollo del aneurisma aórtico no está bien aclarada. El incremento de captación de FDG en la aorta torácica puede relacionarse con un mayor riesgo de dilatación aórtica. En conjunto, los pacientes con ACG presentan un riesgo de aneurisma de la aorta torácica 17 veces mayor que el de la población general. Este riesgo es aún mayor en los individuos que presentan otros factores de riesgo cardiovascular clásicos, en los casos en que la enfermedad no está bien controlada y en la insuficiencia de la válvula aórtica. Al no existir directrices concretas, recomendamos que los pacientes con captación de FDG en la aorta torácica en la PET- FDG, así como aquellos que muestren engrosamiento de la pared aórtica en la angiografía por resonancia magnética (ARM) o en la angiografía por tomografía computarizada (ATC), sean sometidos anualmente a una TABLA 94-1 Afectación de la arteria coronaria y enfermedades reumáticas Ateroesclerosis prematura Lupus eritematoso sistémico Artritis reumatoide Espondilitis anquilosante Artritis psoriásica Gota Arteritis de Takayasu Arteritis de células gigantes Arteritis coronaria Lupus eritematoso sistémico Arteritis de Takayasu Enfermedad de Kawasaki Síndrome de Churg-Strauss Panarteritis nudosa Polivasculitis granulomatosa Artritis reumatoide Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1851 En ferm ed ad es reu m áticas y sistem a card io vascu lar 94 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . revisión de la aorta torácica; en el resto de los pacientes, esta revisión deberá realizarse cada 2-3 años. La ATC y la ARM son las técnicas de imagen idóneas. La ACG también está asociada con la pericarditis, la arteritis coronaria, la isquemia de las extremidades, la ateroesclerosis acelerada, el infarto de miocardio y los accidentes cerebrovasculares. Sin embargo, en la mayoría de los estudios no se ha detectado una mayor mortalidad debida a estas causas, por lo que parece que la incidencia de complicaciones cardiovasculares graves es pequeña.28 Arteritis de Takayasu La AT es una panarteritis granulomatosa que afecta a la aorta y a sus ramas principales, típicamente antes de los 40 años. La enfermedad es más prevalente entre las mujeres, con una proporción mujer/hombre de hasta 10:1. Como el diagnóstico suele ser tardío, cuando este se lleva a cabo se suelen haber ido acumulando importantes lesiones arteriales. Los criterios diagnósticos actuales dependen de la detección de enfermedad estenótica manifiesta, y aún no se han adaptado a la creciente sensibilidad de las técnicas no invasivas de diagnóstico por imagen.29 La presentación es habitualmente inespecífica y se asocia a fiebre, sudores nocturnos, artralgia, malestar, cansancio intenso y letargo. La AT puede asociarse a síntomas de claudicación de la extremidad superior, y hasta el 25% de los pacientes presentan carotidinia. Puede estar afectada la aorta en toda su longitud, e incluso algunas ramas, aunque las afectadas con más frecuencia son las arterias subclavias y las carótidas comunes. Más del 90% de los pacientes tienen lesiones arteriales estenóticas/oclusivas, mientras que el 25% aproximadamente tienen aneurismas. Las arterias pulmonares están afectadas en el 50% de los pacientes y puede haber insuficiencia valvular aórtica y arteritis coronaria (fig. 94-3). La AT tiene graves consecuencias, viéndose alteradas las actividades cotidianas del 74% de los pacientes y siendo incapaces de trabajar un 23% de los mismos. En nuestro grupo, la supervivencia a los 10 años resultó ser mayor del 95%; de la misma mane- ra, en EE. UU. se han observado supervivencias del 94 y el 96%, mientras que en Corea la supervivencia a los 10 años fue del 87%. En Japón, la supervivencia a los 15 años fue aún mayor, alcanzando el 96,5%. Sin embargo, esta cifra se redujo hasta el 67% en un subgrupo de pacientes con complicaciones graves y/o enfermedad progresiva. Patogenia Las lesiones de la arteritis muestran engrosamiento de la adventicia y acumulación leucocítica focal de la media, con hiperplasia de la íntima. Los leucocitos incluyen células dendríticas activadas, linfocitos T y B, macrófagos y células gigantes multinucleares (v. fig. 94-3). La proliferación de células mesenquima- tosas inducida por factores de crecimiento conduce a hiperplasia y fibrosis de la íntima, con la consiguiente estenosis u oclusión arterial. La síntesis local de metaloproteinasas de matriz puede predisponer a una dilatación aneurismática. Diagnóstico El que se establezca un diagnóstico de AT depende, fundamentalmente, de que el médico considere o no la enfermedad al llevar a cabo el diagnóstico diferencial. La naturaleza variable de las características de la AT y la ausencia de síntomas generales iniciales en el 30-50% de los pacientes dificulta considerablemente el diagnóstico precoz. Además de una mayor atención por parte de los médicos, también resulta útil una serie de «señales de alarma» que alertan de la posible existencia de una AT (tabla 94-3).30 La sospecha está especialmente fundada ante pacientes jóvenes con una respuesta de fase aguda o una hipertensión inexplicables por otras causas. El diagnóstico también puede ser sugerido por los signos iniciales más frecuentes, como la atenuación o ausencia del pulso o la existencia de ruidos arteriales. Entre las alteraciones de las pruebas de labora- torio durante la enfermedad activa se encuentran los incrementos de la VSG y de la CRP (en el 75% de los pacientes), frecuentemente acompañados de anemia normocrómica y normocí- tica, trombocitosis, hipergammaglobulinemia e hipoalbuminemia. Sin embargo, no se detectan autoanticuerpos específicos ni ninguna otra anomalía serológica. En la actualidad, las herramientas idóneas para el diagnóstico son las técnicas de imagen no invasivas, ya que la biopsia tisular no se suele llevar a cabo. Se han estudiado la ecografía de alta resolución, la resonancia magnética cardíaca (RMC), la ARM, la ATC y la PET. Aunque la utilidad de estas técnicas no ha sido puesta en duda, aún es preciso determinar cuáles son su sensibilidad y especificidad en el estudio de la AT.La PET-TC-18F-FDG puede poner de manifiesto una arteritis activa y detectar la enfermedad antes de que aparezca la estenosis. Una reciente revisión de consenso sugiere que esta técnica es especialmente útil para detectar arteritis activa en pacientes no sometidos a tratamiento inmunodepresor. La detección de crecimiento, edema o engrosamiento de la pared arterial mediante ARM o ATC puede facilitar el diagnóstico de la enfermedad en la fase previa a la estenosis, y la detección y seguimiento de las estenosis y los aneurismas no presentan dificultades (v. fig. 94-3). La ecografía dúplex en color es especialmente útil para verificar el estado de las arterias carótidas comunes y subclavias proximales en la AT. Un hallazgo típico en las arterias carótidas comunes afectadas es un engrosamiento homogéneo, concéntrico y brillante de la pared arterial. Complicaciones cardiovasculares Además de las secuelas relacionadas con la isquemia cerebral, de órganos internos y de las extremidades, también se pueden producir FIGURA 94-2 Arteritis de células gigantes. A. Biopsia de arteria temporal teñida con hematoxilina-eosina en la que se aprecian proliferación miofibroblástica y oclusión vascular, un infiltrado inflamatorio focal de células mononucleares y la presencia de células gigantes multinucleares (flecha). B. Tanto en la vista transversal como en la longitudinal se observa el engrosamiento circunferencial, oscuro e hipoecoico de la pared (signo del halo) (flechas) alrededor de la luz de la arteria temporal en un caso de ACG activa. C. PET-18F-FDG en la que se pone de manifiesto la captación en la aorta torácica compatible con arteritis activa. D. Angiograma obtenido mediante resonancia magnética en el que se observa estenosis bilateral de las arterias subclavia y axilar izquierdas (flechas) en una mujer de 65 años con síntomas de isquemia en las extremidades superiores. (B, por cortesía del Dr. Wolfgang Schmidt, Medical Centre for Rheumatology Berlin-Buch, Berlin, Germany.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1852 En fE rm Ed a d Es c a rd io va sc u la rE s y d E o tr o s ó rg a n o s XI aneurismas, HAP o roturas aórticas. Entre las complicaciones cardíacas se encuentran la insuficiencia de la válvula aórtica, la ateroesclerosis acelerada, la isquemia cardíaca, la miocarditis, el infarto de miocardio y la insuficiencia cardíaca. La enfermedad coronaria suele ser asintomática, como demuestra la detección de lesiones debidas a infartos de miocardio silentes en el 27% de los pacientes de un grupo que hemos estudiado.31 Los pacientes con AT también pueden presentar ateroesclerosis acelerada secundaria. La gammagrafía con talio bajo estrés revela defectos de perfusión en un 53% de los pacientes, mientras que mediante angiografía intraarterial se ha observado que hasta el 30% de los mismos presentan lesiones en las arterias coronarias que afectan principalmente a los agujeros y a los segmentos proximales, y que son más frecuentes en la arteria coronaria principal izquierda. Ni la ARM ni la PET-TC-18F-FDG muestran imágenes fiables de la arteritis coronaria, que se observa mejor mediante ATC coronaria.32 La inflamación de la aorta ascendente predispone a afectación arterial coronaria y a dilatación de la raíz aórtica con la consiguiente insuficiencia valvular aórtica y la necesidad de sustitución valvular aórtica.33 Hasta un 20% de los pacientes pueden tener disfunción ventricular izquierda que puede reflejar miocarditis, cardiopatía isquémica e hipertensión. La hipertensión es frecuente en presencia de estenosis arterial renal asociada a menudo a AT. Enfermedad de Kawasaki La enfermedad de Kawasaki (EK) afecta principalmente a niños de menos de 5 años, encontrándose la máxima incidencia entre los 6 y los 24 meses de edad. La vasculitis afecta a las medianas y pequeñas arterias, especialmente a las coronarias. Todos los grupos étnicos se ven afectados, habiéndose detectado la mayor incidencia en Asia (entre 20 y 100 casos por cada 100.000 niños < 5 años). La EK es una enfermedad aguda autolimitada que suele resolverse transcurridos 1-2 meses des- pués de su inicio, si bien la mortalidad se mantiene comprendida entre el 1 y el 2%. Entre las características iniciales se encuentran fiebre de 5 días o más de duración, conjuntivitis bilateral y lesiones mucocutáneas, como labios rojizos y agrietados y lengua de fresa. Pueden aparecer importantes adenopatías cervicales, eritema en las palmas de las manos y las plantas de los pies, y un exantema polimórfico. Patogenia Se desconoce la causa de la EK, aunque algunas epidemias estacionales y la mayor incidencia en hermanos indican que una infección puede desencadenar la enfermedad y causar una respuesta inmunitaria incon- trolada en un huésped con predisposición genética. Se ha sugerido el papel causal de diversos microorganismos, como estreptococos, estafilococos y Propionibacterium acnes. Pese al interés despertado, no existen aún pruebas definitivas que avalen el origen infeccioso de la enfermedad. Las muestras de tejidos muestran lesiones endoteliales, probablemente debidas a citocinas proinflamatorias y a neutrófilos activados. La infiltración de la pared arterial por parte de neutrófilos, lin- focitos T y macrófagos va asociada al desarrollo de estenosis arterial o, con más frecuencia, aneurismas. Hasta un 20% de los pacientes desa- rrollan aneurismas de la arteria coronaria durante el primer mes de la enfermedad, y un 50% experimentan una regresión en años posteriores. Diagnóstico Durante el período agudo de la enfermedad se producen neutrofilia, trombocitosis y un incremento de los marcadores de la respuesta de fase aguda. En las ecocardiografías se puede detectar afectación coronaria a partir de la segunda semana de la enfermedad, que puede ser utilizada para el seguimiento de la misma. La angiografía coronaria está con- traindicada durante la fase aguda, debido al riesgo de desencadenar un infarto de miocardio, pero transcurridos 6 meses se puede utilizar esta técnica para determinar el grado de afectación de las arterias coronarias. El electrocardiograma (ECG) se encuentra alterado hasta en un 50% de los pacientes, detectándose taquicardia, inversión de la onda T, depresión del segmento ST, bloqueo auriculoventricular y, en raras ocasiones, arritmia ventricular. Complicaciones cardiovasculares Hasta el 25% de los pacientes con EK no tratada desarrollan aneuris- mas de la arteria coronaria. Se puede producir muerte súbita como consecuencia de infartos de miocardio subsiguientes a trombosis coro- narias agudas o a aneurismas de arterias coronarias. También pueden aparecer pericarditis, derrames pericárdicos, miocarditis, valvulopatías e insuficiencia cardíaca. La afectación de las arterias periféricas es menos frecuente, pero, en algunas ocasiones, pueden verse implicadas arterias de las extremidades, los riñones y otras vísceras. Tratamiento Se recomienda el tratamiento con cuatro dosis diarias de ácido acetilsalicílico (80-100 mg/kg/día), así como la administración de inmu- noglobulina por vía intravenosa (IGIV). Este tratamiento combinado reduce en un 5% el desarrollo de aneurismas en las arterias coronarias, con una importante disminución de la mortalidad. Sin embargo, un 20% de los pacientes presentan resistencia a la IGIV, pudiendo estos pacientes ser tratados con corticoesteroides, aunque los resultados observados han sido variables. El pronóstico de la mayoría de pacientes con EK es bueno. Sin embargo, hasta en el 20% de los que presentan aneurismas en las arterias coronarias se terminan desarrollando estenosis coronarias, siendo preciso que estos pacientessean sometidos a un seguimiento a largo plazo por parte de un cardiólogo experimentado. Aunque el riesgo de complicaciones a largo plazo, como infarto de miocardio y muerte súbita, es mayor en los pacientes que presentan aneurismas gigantes,34 el riesgo de trombosis e infarto de miocardio sigue siendo elevado en aquellos con aneurismas en regresión y a lo largo de la vida adulta. Aortitis idiopática La aortitis puede complicar el LES, síndrome de Cogan, enfermedad de Behçet, espondiloartropatía asociada al antígeno leucocítico humano (HLA) B27, EK y ACG. La aortitis también puede ser de naturaleza idiopática, aunque en la actualidad algunos casos se consideran del espectro de la enfermedad relacionada con IgG4.35 Las características clínicas son inespecíficas, y entre ellas se encuentran malestar, letargo, dolor torácico, fiebre y pérdida de peso, estableciéndose muchas veces el diagnóstico en el momento de la intervención quirúrgica. La VSG y la CRP se encuentran habitualmente elevadas, y el estadio de la enfermedad se puede determinar mediante TC-PET-18F-FDG y ARM o ATC aórticas (fig. 94-4). La dilatación de la raíz aórtica puede requerir sustitución de la válvula y de la raíz aórtica, precedida siempre que sea posible de tratamiento inmunodepresor para controlar la inflamación de la pared aórtica. El tratamiento se lleva a cabo con corticoesteroides y un fármaco inmunodepresor ahorrador de esteroides, como la azatioprina, el metotrexato o el MFM. El anticuerpo con depleción de linfocitos B ha sido especialmente efectivo en la enfermedad relacionada con IgG4. Tratamiento de las vasculitis de los grandes vasos Los datos de que disponemos relativos al tratamiento de las vasculitis de los grandes vasos son notablemente escasos.36 Aunque la ACG y la AT res- ponden por lo general a los corticoides, para conseguir la remisión deben TABLA 94-2 Enfermedades cardiovasculares en las vasculitis sistémicas vasculitis comPlicacionEs cardiovascularEs Vasculitis de los grandes vasos Arteritis de células gigantes Aneurisma de arterias torácicas/abdominales, isquemia en las extremidades, pericarditis, arteritis coronaria, CI, IM Arteritis de Takayasu Valvulopatía aórtica, isquemia en las extremidades, estenosis aórtica, aneurisma aórtico, accidente cerebrovascular, hipertensión, arteritis y aneurisma coronarios, CI, IM, miocarditis, insuficiencia cardíaca Enfermedad de Kawasaki Aneurisma de arteria coronaria, IM, miocarditis, pericarditis, valvulopatía, insuficiencia cardíaca Vasculitis de los vasos medianos Granulomatosis eosinófila con polivasculitis (síndrome de Churg-Strauss) Miocarditis, pericarditis, arteritis coronaria, miocardiopatía, fibrosis cardíaca, valvulopatía, IM Panarteritis nudosa Miocarditis, pericarditis, arteritis coronaria, aneurisma coronario, hipertensión, insuficiencia cardíaca Granulomatosis de Wegener (polivasculitis granulomatosa) Miocarditis, pericarditis, arteritis coronaria, valvulopatía, insuficiencia cardíaca Polivasculitis microscópica Pericarditis, microaneurismas coronarios, IM CI, cardiopatía isquémica; IM, infarto de miocardio. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1853 En ferm ed ad es reu m áticas y sistem a card io vascu lar 94 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . emplearse dosis altas con una carga considerable de efectos secundarios. En la ACG, la dependencia de la prednisona y algunos datos dispares res- pecto a la eficacia de los fármacos que permiten usar menos corticoides, combinados con problemas relacionados con NIOA, provocan a menudo un sobretratamiento y efectos secundarios considerables. De hecho, el 86% de los pacientes presentan episodios adversos relacionados con los glucocorticoides a los 10 años de seguimiento. Ambas enfermedades tienen una tasa de recidiva alta al bajar progresivamente la dosis de corticoide, lo que indica una vasculitis persistente. Un estudio reciente sobre una posible dualidad de vías en la patogenia de la ACG arroja algo de luz sobre el mecanismo por el que esto ocurre. El tratamiento con prednisona provocó una rápida vuelta a la normalidad de los aumentos de la concentración del IL-17 y del número de linfocitos Th17 en la pared arterial, supresión que se mantuvo al ir reduciéndose la dosis. Por el contrario, IL-12, una citocina promotora de res- puestas Th1, y los propios linfocitos Th1 productoras de IFN-γ presentaron resistencia a los corticoesteroides, y pueden ser la causa de las recidivas de la enfermedad.37 El tratamiento de la ACG con corticoesteroides debe ir siendo retirado con precaución para que no se produzcan recidivas y reducir los efectos adversos al mínimo. Aunque los datos de que disponemos son contradictorios hasta cierto punto, el metotrexato y la azatioprina parecen fármacos ahorradores de corticoes- teroides adecuados para pacientes en los que no se consigue reducir lo suficiente las dosis de prednisona. La mayoría de los pacientes con AT activa necesitan fármacos inmunode- presores ahorradores de corticoides. Los más prescritos son el metotrexato y la azatioprina, y su utilización está avalada por estudios abiertos con un número reducido de pacientes. Para los individuos que no responden o que padecen una enfermedad potencialmente mortal, como arteritis coronaria o miocarditis, se recomien- da un tratamiento intensivo con pulsos intravenosos de ciclofosfamida. Algunos casos sugieren que el tratamiento anti-TNF-a podría tratar de forma eficaz la ACG refractaria. Sin embargo, un ensayo clínico aleatori- zado y controlado con placebo sobre el uso del infliximab en 44 pacientes con ACG en remisión tras tratamiento con corticoesteroides hubo de ser interrumpido prematuramente al no detectarse beneficio alguno, ni en cuanto a la prevención de recidivas ni a su valor como fármaco ahorrador de corticoesteroides, mientras que en otro ensayo clínico en que se utilizó etanercept solo se detectó un ligero efecto ahorrador de corticoesteroides. Estudios recientes indican que el tocilizumab, un anticuerpo monoclonal antirreceptor IL-6, es efectivo en la ACG y pronto se publicarán los resulta- dos del primer estudio clínico.38 Hay estudios abiertos que sugieren que el bloqueo del TNF-a puede usarse para tratar a los pacientes con AT que no responden adecuadamente al tratamiento combinado con prednisona y fármacos inmunodepresores ahorradores de corticoesteroides, incluida la ciclofosfamida. Una revisión reciente de todos los casos publicados de AT tratada con antagonistas del TNF-a muestra una remisión completa en el 37% de los pacientes, remisión parcial en el 53,5%, y ausencia de respuesta en el 9,5%. Hay muy pocos casos en que se haya utilizado tocilizumab en pacientes con AT. La respuesta de estos pacientes ha sido buena, en general, al menos a corto plazo, por lo que existe gran interés en conocer nuevos datos.39,40 El tocilizumab suprime los síntomas generales y la síntesis de CRP, por lo que puede complicar el seguimiento de la enfermedad y aparentar una mejoría inexistente. Por ello, el seguimiento de los pacientes con AT debe incluir angiografía, preferiblemente con RMC, para evitar la exposición a radiación. Un análisis crítico de los resultados publicados sugiere que se debe ser cauto en lo relativo a la angioplastia percutánea o a las técnicas quirúrgicas de derivación en pacientes con AT o ACG. Entre las circuns- tancias en que está indicada la intervención quirúrgica se encuentran el aumento de tamaño de un aneurisma con riesgo de rotura, la coartación FIGURA 94-3 Arteritis de Takayasu. A. Tinción con hematoxilina-eosina de una muestrade arteria carótida común obtenida mediante biopsia durante un procedimiento quirúrgico en la que se observa un infiltrado inflamatorio focal mixto de células mononucleares y una célula gigante multinuclear. B. PET-18F-FDG en la que se observa captación en el cayado aórtico (flecha), compatible con arteritis activa. C. ARM que pone de manifiesto estenosis de la arteria subclavia izquierda con formación colateral (flecha larga), estenosis proximales de las arterias subclavia derecha y carótida común izquierda (estrellas), estenosis proximal de la arteria renal derecha (flecha corta) y atrofia del riñón izquierdo. D. Angiografía por TC en la que se observa engrosamiento de la pared de la aorta ascendente y descendente (flechas). E. La ARM muestra dilatación notable de la aorta ascendente (flecha) con necesidad de sustitución valvular aórtica. TABLA 94-3 «Señales de alarma» de la arteritis de Takayasu En pacientes menores de 40 años, las siguientes características pueden indicar arteritis de Takayasu: Respuesta de fase aguda inexplicable por otros motivos (aumento de VSG y/o CRP) Carotidinia Hipertensión Discrepancias de presión arterial entre un brazo y otro (> 10 mmHg) Pulso o pulsos periféricos débiles o ausentes Claudicación de las extremidades Ruidos arteriales Angina Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1854 En fE rm Ed a d Es c a rd io va sc u la rE s y d E o tr o s ó rg a n o s XI aórtica, la insuficiencia valvular aórtica, lesiones estenóticas u oclusivas causantes de trastornos coronarios o cerebrovasculares sintomáticos y de gravedad, hipertensión no controlada como consecuencia de estenosis de la arteria renal, y estenosis que conduzcan a isquemia grave en las extremidades. Siempre que sea posible, la cirugía se debe aplazar hasta que se alcance una remisión clínica mediante la inmunodepresión.33 Vasculitis de los vasos medianos Entre las vasculitis de los vasos medianos se encuentran el síndrome de Churg-Strauss (SCS; granulomatosis eosinófila con polivasculitis [GEPV]), la granulomatosis con polivasculitis (GPV; granulomatosis de Wegener) y la polivasculitis microscópica (PAM). Aunque las caracterís- ticas de estas enfermedades se solapan entre sí, constituyen entidades clínicas diferenciadas. La GPV suele ir asociada a un patrón de tinción de ANCA citoplásmicos (ANCAc), que reconocen el antígeno protei- nasa 3, mientras que en la PAM este patrón es perinuclear (ANCAp) y el antígeno reconocido es la mieloperoxidasa. Granulomatosis eosinófila con polivasculitis (síndrome de Churg-Strauss) La GEPV es una vasculitis sistémica que cursa con necrosis de los peque- ños vasos, cuya prevalencia es de entre 10 y 14 casos por cada millón de individuos y que tiene tres fases de la enfermedad. Un pródromo inicial, caracterizado por rinitis alérgica, sinusitis y asma, es seguido de eosinofilia en sangre periférica y de lesiones infiltrantes en el pulmón y el miocardio. Algunos años más tarde, se produce una fase sistémica con vasculitis necrosante que afecta a la piel, a los nervios periféricos, al tubo digestivo y a los riñones (en el 30% de los casos). Hasta el 40% de los pacientes con GEPV presentan ANCA en suero, típicamente ANCAp. Los pacientes sin ANCA son más propensos a padecer complicaciones cardiopulmonares, mientras que los que presentan ANCAp parecen tener mayor riesgo de afectación renal y de los nervios periféricos. El diagnóstico depende de las características clínicas, de estudios mediante imagen, de la determinación de ANCA y, cuando sea posible, de los resultados de las biopsias. Los pacientes presentan un recuento elevado de eosinófilos en sangre periférica y evidencia de vasculitis necrosante, con infiltración eosinófila (fig. 94-5). El diagnóstico de GEPV requiere tener en cuenta varias alternativas, como la ACG y la PAM. Los antecedentes de asma, una eosinofilia peri- férica significativa y la presencia de infiltrados eosinófilos densos son signos que sugieren fuertemente la existencia de SCS. Deben descartarse infecciones víricas, como las causadas por citomegalovirus y los virus de la hepatitis B y C. Dada la eosinofilia presente, también deben inves- tigarse y descartarse posibles infecciones parasitarias, especialmente las causadas por helmintos. En ausencia de vasculitis manifiesta, una eosinofilia puede ser consecuencia de un síndrome hipereosinófilo idiopático o de un trastorno linfoproliferativo subyacente. Complicaciones cardiovasculares La GEPV es la vasculitis que con más frecuencia se asocia a enferme- dades cardíacas graves y potencialmente mortales (v. tabla 94-2). La afectación cardíaca complica hasta un 60% de los casos, y entre los trastornos que se producen se encuentran pericarditis, miocarditis, arteritis coronaria, infarto de miocardio, fibrosis cardíaca, trombosis ar- terial y valvulopatías. La enfermedad cardíaca es una importante causa de muerte. La miocardiopatía se produce como consecuencia de la isquemia secundaria a la arteritis que afecta a las arterias intramiocár- dicas o, con menor frecuencia, a las arterias coronarias epicárdicas. La miocarditis va asociada a infiltración eosinófila, fibrosis y, algunas veces, formación de granulomas. La liberación de proteína básica principal y de neurotoxina eosinófila por parte de los eosinófilos infiltrados puede provocar directamente lesiones tisulares. La miocarditis puede dar lugar a una miocardiopatía restrictiva, congestiva o dilatada o a la muerte. Diagnóstico La implicación cardíaca en la GEPV requiere ser estudiada con rapidez, tratada intensivamente y, en principio, un ECG de 12 derivaciones y una ecocardiografía transtorácica (v. fig. 94-5). Entre los hallazgos más fre- cuentes se encuentran la dilatación del ventrículo izquierdo, que afecta al 30% de los pacientes, una disminución de la fracción de acortamiento y un aumento de la ecogenicidad de la pared cardíaca. La RMC con contraste es la técnica más sensible para la detección de la afectación miocárdica.41 Si el diagnóstico no resulta claro, una biopsia endomiocárdica puede poner de manifiesto infiltración eosinófila con o sin fibrosis, aunque la vasculitis rara vez se puede visualizar y la distribución irregular de las lesiones reduce considerablemente el rendimiento diagnóstico. Tratamiento El tratamiento con dosis altas de corticoesteroides tiene una buena res- puesta y se asocia a la remisión de la enfermedad en el 90% de los casos. Las recaídas al ir reduciéndose la dosis de esteroides son frecuentes, como también lo son los efectos adversos de la prednisona. Cuando la enfermedad es de carácter grave, como cuando hay afectación cardíaca, gastrointestinal, del SNC o renal, se debe administrar al mismo tiempo un fármaco inmunodepresor. Aunque es preciso llevar a cabo más ensayos FIGURA 94-4 Aortitis idiopática. A. PET-18F-FDG en la que se observa captación intensa (flecha) en la aorta desde debajo del cayado hasta justo encima de la bifurcación aórtica, compatible con aortitis. La actividad alrededor de la luz arterial es fundamentalmente concéntrica. B. ARM en la que se aprecia estasis aórtica. FIGURA 94-5 Síndrome de Churg-Strauss. A. Tinción con hematoxilina-eosina de una pequeña arteria (flecha) en la que se observa necrosis fibrinoide y un denso infiltrado perivascular de células mononucleares. B. A mayor aumento, se observa que las células inflamatorias son en su mayoría eosinófilos (flecha larga), con algunos macrófagos entre ellos. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización.Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1855 En ferm ed ad es reu m áticas y sistem a card io vascu lar 94 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . clínicos, el fármaco de elección es la ciclofosfamida administrada median- te pulsos intravenosos. Una vez que se alcanza la remisión, habitualmente entre 3 y 6 meses después, la ciclofosfamida puede ser sustituida por azatioprina o metotrexato. En algunos pacientes con enfermedad de carácter más leve, o especialmente afectados por los efectos adversos de los esteroides, se deben utilizar azatioprina o metotrexato para acelerar la disminución de las dosis de esteroides. En la enfermedad persistente algunos casos clínicos anecdóticos indican la efectividad de la IGIV o del bloqueo TNF-a. Esperamos los resultados adicionales del estudio de depleción de linfocitos B y de inhibición antiinterleucina 5.42 Panarteritis nudosa La PAN es una enfermedad cada vez más infrecuente que se caracteriza por una vasculitis necrosante sistémica de las arterias de mediano tamaño que se complica con la aparición de nódulos aneurismáticos. Es preciso estudiar y descartar la presencia de enfermedades víricas, especialmente de las causadas por citomegalovirus, el virus de la inmunodeficiencia humana, y los de las hepatitis B y C. La PAN clásica es una vasculitis en que no se detectan ANCA y cuyas características clínicas más prominentes son fiebre, malestar, artralgia, pérdida de peso, lividez reticular, nódulos cutáneos y un exantema vasculítico. También puede aparecer dolor abdominal, cardíaco o testicular, y algunos pacientes desarrollan mononeuritis múltiple. La presencia de hematuria, proteinuria y/o hipertensión indica afectación renal. La patogenia de la PAN no se conoce bien. Las lesiones iniciales del endotelio vascular van seguidas de la liberación local de IL-1 y TNF-a, lo que predispone a la inflamación crónica y a la promoción de la síntesis de moléculas de adherencia celular. Al reclutamiento de neutrófilos sigue la infiltración por parte de monocitos, la ruptura del endotelio a nivel local, trombosis y necrosis fibrinoide (fig. 94-6). Las lesiones consiguientes de la pared arterial predisponen a la formación de aneurismas. El diagnóstico de la PAN no es sencillo. Aunque la biopsia puede conducir a un diagnóstico definitivo, esto no siempre es así, y en algunas ocasiones no existe posibilidad de acceder a ninguna lesión. La muestra ideal es una biopsia cutánea profunda obtenida a partir de un nódulo. También pueden ser útiles las biopsias combinadas de nervio y músculo sural. En algunas ocasiones se detectan nódulos en las arterias periféricas de tamaño medio, a partir de los cuales se puede obtener una biopsia sin problemas. La biopsia renal se debe llevar a cabo con gran precaución debido al riesgo de hemorragia por microaneurismas. Aunque cada vez se utilizan más las técnicas de imagen no invasivas, como la ATC o la ARM, la mejor manera de detectar microaneurismas renales o hepáticos sigue siendo la arteriografía mesentérica. Complicaciones cardiovasculares La afectación cardíaca en la PAN suele ser subclínica, manifestándose clínicamente solo en el 10% de los pacientes. El trastorno más frecuente es la insuficiencia cardíaca congestiva, y puede ser consecuencia de una miocarditis o arteritis coronaria concreta. Otra posibilidad es que sea debida a enfermedad renal relacionada con la PAN y complicada con hipertensión. En el 5% de los pacientes se desarrolla pericarditis, así como taquicardia supraventricular y valvulopatías. La angiografía coronaria puede poner de manifiesto microaneurismas de las arterias co- ronarias, arteritis coronarias o espasmos coronarios. La ATC puede detectar aneurismas de las arterias coronarias. Tratamiento El elemento fundamental del tratamiento de la PAN son los glucocorticoi- des. En pacientes con enfermedades cardíacas, proteinuria importante con o sin trastorno renal, afectación del SNC, enfermedades gastrointestinales o mononeuritis múltiple, el tratamiento inicial se lleva a cabo con ciclofos- famida. Algunos médicos prefieren administrar la ciclofosfamida por vía oral y, a pesar de que los efectos adversos son más frecuentes, los períodos de remisión pueden ser más prolongados. Normalmente, un tratamiento de 6 meses es suficiente para conseguir la remisión de la enfermedad, y el tratamiento con ciclofosfamida puede sustituirse por azatioprina por vía oral. En los pacientes con enfermedad refractaria, el tratamiento con infliximab asociado a metotrexato o azatioprina puede resultar de utilidad. Granulomatosis con polivasculitis (granulomatosis de Wegener) La GPV es una vasculitis necrosante granulomatosa que suele afectar a los senos nasales, las vías respiratorias altas, los pulmones, la piel, las articulaciones y los riñones. El diagnóstico se lleva a cabo atendiendo a los hallazgos clínicos, los datos obtenidos mediante biopsia y, típicamente, por la presencia de ANCAc frente a la proteinasa 3. La enfermedad puede estar limitada a las vías respiratorias altas o ser más generalizada, pudiendo apa- recer inflamación ocular, vasculitis cutánea, artralgias, lesiones pulmonares cavitadas (fig. 94-7), hemorragias pulmonares e insuficiencia renal aguda. La implicación clínica del corazón es rara, aunque se ha detectado en el 30% de las autopsias practicadas. La complicación más frecuente es la pericarditis, que puede conducir a una crisis hemodinámica y a taponamien- to cardíaco. La presencia de insuficiencia cardíaca congestiva es signo de mal pronóstico, y va asociada a una mortalidad del 25% en el primer año. Entre las causas subyacentes se encuentran la arteritis coronaria, la miocarditis y, en algunas ocasiones, las valvulopatías cardíacas. Polivasculitis microscópica La PAM va asociada habitualmente a glomerulonefritis, insuficiencia renal y hemorragias pulmonares. La afectación cardíaca rara vez tiene importancia clínica, pero el 10% de los pacientes desarrollan pericarditis, y el 18%, insuficiencia cardíaca congestiva. También se han detectado infartos agudos de miocardio subclínicos y, algunas veces, sintomáticos. Datos procedentes de casos aislados y de pequeñas series de pacientes indican que esta enfermedad también puede ir asociada a aortitis sintomática y a microaneurismas de las arterias coronarias. Diagnóstico La posible afectación cardíaca debe estudiarse, en primer lugar, de forma no invasiva mediante técnicas ecocardiográficas en reposo o bajo estrés. La RMC con contraste constituye un medio sensible de detección de FIGURA 94-6 Panarteritis nudosa. A. Microfotografía de un corte teñido con hematoxilina-eosina de una muestra de biopsia arterial de un paciente con PAN en la que se aprecia necrosis fibrinoide segmentaria, oclusión trombótica de la luz y una zona pequeña sin afectación (flecha). B. Angiograma renal derecho en el que se observan múltiples aneurismas de pequeño tamaño (flecha blanca) y un sistema calicial normal (flecha negra). (Tomado de Mitchell RN, Schoen FJ: Blood vessels. In Kumar V, Abbas A, Aster JC (editors): Robbins and Cotran pathologic basis of disease, 9th ed. Philadelphia, Elsevier Saunders, 2014.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1856 En fE rm Ed a d Es c a rd io va sc u la rE s y d E o tr o s ó rg a n o s XI patología coronaria, mientras que la ATC sirve para diagnosticar arteritis coronarias y microaneurismas. La ecocardiografía sugiere que el engro- samiento valvular es un hallazgo frecuente y típicamente asintomático en la GPV. Se puede producirinsuficiencia de la válvula aórtica debido a la distorsión y engrosamiento de las cúspides valvulares o a la dilatación de la raíz aórtica. En algunas ocasiones puede ser preciso el cateterismo de las arterias coronarias que, al igual que en otras vasculitis, se debe llevar a cabo con precaución en pacientes en los que se sospeche la existencia de arteritis coronaria activa. Siempre que sea posible, se debe intentar anular la actividad de la enfermedad mediante tratamiento inmunodepre- sor antes de llevar a cabo la angiografía. La arteritis coronaria puede pro- vocar múltiples y pequeñas zonas de infarto de miocardio, que no suelen dar lugar a manifestaciones clínicas hasta que se desarrolla la insuficiencia cardíaca congestiva. En algunas ocasiones, aparecen granulomas en el tejido conductor que pueden dar lugar a arritmias cardíacas. Tratamiento El tratamiento recomendado tanto para la GPV como para la PAM es prednisona en altas dosis (1 mg/kg/día), que puede ir precedida cuando esté indicado de la administración en pulsos intravenosos de metil- prednisolona. Los pacientes más graves, con hemorragias pulmonares, enfermedad cardíaca grave o insuficiencia renal acusada, deben ser tratados con pulsos intravenosos de ciclofosfamida para inducir la remisión en los primeros 3-6 meses. A continuación, la ciclofosfamida se puede sustituir por azatioprina, metotrexato o MFM. Cuando la enfermedad es más leve y limitada, la remisión se puede conseguir sin problemas con prednisolona asociada a azatioprina o metotrexato.43 Hay cada vez más datos que avalan la eficacia de la depleción de linfocitos B para el tratamiento de las VSAA, siendo la velocidad de remisión al utilizar este sistema comparable a la obtenida con la ciclofosfamida.44,45 PERICARDITIS Y MIOCARDITIS Pericarditis La pericarditis complica con frecuencia las enfermedades autoinmunita- rias del tejido conjuntivo, especialmente el LES, la ES y la AR. De todas formas, menos del 30% de los pacientes desarrollan una pericarditis con importancia clínica. Las prevalencias observadas oscilan entre el 11 y el 85%, dependiendo de la metodología utilizada para detectar la enfermedad. Así, en los estudios con necropsias, la prevalencia es alta, presentando afectación pericárdica el 40% de los individuos con AR, entre el 40 y el 80% de los que padecían LES, y hasta el 70% de los pacientes con ES. La pericarditis se diagnostica mediante ecocardio- grafía, técnica con la que se puede detectar engrosamiento pericárdico o pequeños derrames hasta en el 50% de estos pacientes. La RMC también permite apreciar con detalle el grado de afectación pericárdica. Lupus eritematoso sistémico En el LES, la pericarditis suele ir asociada con una exacerbación de la enfermedad, y muchas veces con poliserositis. Los síntomas suelen ser de carácter leve y consisten en dolor torácico, que se agudiza al tumbarse, y disnea, que puede presentar un componente pleurítico. La pericarditis complicada es poco frecuente, y los derrames suficiente- mente importantes como para provocar un taponamiento cardíaco se producen solo en el 1-2% de los casos. La pericarditis constrictiva y la infecciosa solo se ven en raras ocasiones. Artritis reumatoide La pericarditis con importancia clínica afecta solamente al 1-2% de los pacientes con AR y se da, preferentemente, en hombres con pruebas serológicas positivas. El desarrollo de la pericarditis constrictiva puede prolongarse durante varios meses. Aunque se han descrito casos, la pericarditis hemodinámicamente significativa es extremadamente rara en pacientes reumáticos en tratamiento. De hecho, parece que los tratamientos cada vez más intensivos de la AR y el uso creciente de terapias biológicas han reducido la incidencia de pericarditis sintomática. Esclerosis sistémica Las dos formas más habituales de esclerodermia son la ES cutánea difusa (ESd) y la ES cutánea limitada (ESl). Tras una fase inicial de inflamación vascular, la lesión principal es la fibrosis, que afecta a múltiples órganos.46 Además de por las graves manifestaciones cutáneas, la ES se caracteriza clínicamente por la presencia de artralgias, telangiectasias, fibrosis pulmonar, HAP y anomalías de la movilidad esofágica. Las crisis renales son frecuentes y complicadas por la hipertensión. Es esencial la ins- tauración de un tratamiento intensivo, para lo que se utilizan inhibidores de la ECA y antagonistas de los canales de calcio. Esta estrategia ha mejorado notablemente el pronóstico. Los trastornos pericárdicos son comunes y más frecuentes en pacientes con ESd y antecedentes renales. En la ecocardiografía se suelen revelar pequeños derrames pericárdicos, que rara vez tienen importancia hemodinámica. En algunas ocasiones se pueden producir grandes derrames que se acumulan rápidamente. Análisis del líquido pericárdico El análisis del líquido pericárdico no suele tener utilidad diagnóstica salvo en los casos en que existe sospecha de pericarditis infecciosa. En exudados pericárdicos de pacientes con LES se han detectado inmunocomplejos, anticuerpos antinucleares y anti-ADNbc, consumo del complemento y concentraciones de glucosa dentro de la normalidad. En la AR, la concentración de glucosa del líquido pericárdico puede ser menor que la del plasma, y aunque con frecuencia se detecta la presencia de factor reumatoide, este hallazgo no se considera confirmatorio del diagnóstico. Tratamiento En la mayoría de los casos se localiza en una radiografía de tórax o en un ecocardiograma rutinario un pequeño derrame pericárdico que no requiere ser tratado de forma específica. Aquellos pacientes en los que la pericarditis origine síntomas problemáticos pueden ser tratados con un curso corto de AINE, si no están contraindicados. Puede ser preciso administrar también prednisona en dosis bajas por vía oral, o bien puede utilizarse esta como alternativa. Especialmente en los casos recurrentes es necesario optimizar el tratamiento inmunodepresor estándar. La acumulación de líquido pericárdico puede ser de una magnitud suficiente como para provocar pro- blemas hemodinámicos e incluso un taponamiento cardíaco que requiera pericardiocentesis o, en los casos recurrentes, una ventana pericárdica. En pacientes inmunodeprimidos, el líquido pericárdico debe ser analizado para descartar una patología infecciosa. Se deben solicitar instrucciones a los microbiólogos para remitir las muestras más adecuadas, entre las que deben figurar las destinadas a descartar tuberculosis. Miocarditis La miocarditis es una causa poco frecuente, pero bien documentada, de mortalidad en pacientes con enfermedades reumáticas de origen autoinmunitario, y suele afectar a individuos con LES, ES, y polimiositis o dermatomiositis. Aunque suele aparecer en pacientes con enfermedad reumática conocida, también puede tratarse de una manifestación inicial, por lo que estas enfermedades deben incluirse en el diagnóstico diferencial de los individuos con insuficiencia cardíaca de origen des- conocido. El síntoma más típico de la miocarditis es la disnea de esfuerzo FIGURA 94-7 Granulomatosis con polivasculitis. Radiografía de tórax de un hombre de 36 años en la que se aprecia afectación respiratoria con signos de opacificación y cavitación en la lesión del lóbulo superior izquierdo (flechas). Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1857 En ferm ed ad es reu m áticas y sistem a card io vascu lar 94 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . de aparición reciente con evidencia de hipoxia.47 No es frecuente que los pacientes presenten una insuficiencia cardíaca grave en la evaluación inicial, y la ecocardiografía
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