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I. CONSIDERACIONES GENERALES 1. Definiciones y planteamiento general En el presente capítulo se estudia un conjunto de fár- macos que se caracterizan por mostrar su máxima efica- cia en el tratamiento de algunas psicosis orgánicas y tóxicas, y de las psicosis idiopáticas de naturaleza esquizo- frénica, de ahí que a veces se los denomine fármacos an- tipsicóticos o antiesquizofrénicos. El término neuroléptico proviene del complejo síndrome farmacológico que pro- ducen en la especie humana y en los animales. Aunque los neurolépticos no actúan de modo exclu- sivo sobre la enfermedad esquizofrénica, la asociación en- tre fármacos y enfermedad está establecida tan firme- mente que el avance en el estudio de los mecanismos patogénicos de la enfermedad esquizofrénica se ha visto condicionado fuertemente por el curso de la investiga- ción sobre las acciones de los neurolépticos. Si a ello se suma el hecho de que determinados agentes psicomimé- ticos provocan síndromes mentales afines a ciertos esta- dos esquizofrénicos, se comprende que la psiquiatría bio- lógica se esfuerce por hallar la alteración neuroquímica o neuropatológica responsable de la iniciación o del man- tenimiento de las psicosis esquizofrénicas. La esquizofrenia no es una entidad unitaria sino que se expresa de manera diferente en cada individuo, por lo que no existe un tratamiento único en todos los casos. La terapéutica se basa en una doble línea de acción: los fár- macos neurolépticos y la terapia psicosocial; desdeñar cualquiera de estas formas representa una mente frus- trada por los prejuicios y la ignorancia. Los neurolépticos reducen el número de enfermos hospitalizados, mejoran sustancialmente algunos de los síntomas de la esquizo- frenia, facilitan el desarrollo de los programas de rehabi- litación individual y comunitaria, permiten al enfermo pensar con más claridad y relacionarse mejor con su me- dio y reducen el número de recaídas, pero tienen evi- dentes limitaciones: continúa habiendo recaídas a pesar de mantener el tratamiento, hay síntomas que no res- ponden y aspectos de la conducta que no mejoran, pro- vocan reacciones adversas que complican o perturban la vida del enfermo. Ciertamente, los neurolépticos por sí mismos no enseñan a los enfermos a enfrentarse con su 31 Fármacos antipsicóticos neuro J. Flórez problema y su entorno, ni a sus familiares a adaptarse po- sitiva y abiertamente con la situación creada por el pa- ciente esquizofrénico. Tanto unos como otros necesitan aprender, o volver a aprender, las habilidades individua- les y sociales indispensables para vivir en comunidad y con sociabilidad. Por ello, las formas de psicoterapia so- cial e individual son indispensables, siempre que se apli- quen con el mismo rigor científico que exigimos para la prescripción de un medicamento. 2. Trastorno esquizofrénico Los trastornos esquizofrénicos se caracterizan por presentar distor- siones fundamentales y típicas de la percepción, del pensamiento y de las emociones. El trastorno compromete las funciones esenciales que dan a una persona la vivencia de su individualidad, singularidad y do- minio de sí misma. Sin entrar en el terreno de las numerosas clasifica- ciones que atienden a variables o criterios muy diversos, es conveniente referirse a una que, aun tratándose de una excesiva simplificación, man- tiene todavía su impacto y su influencia tanto en el ámbito de la teoría biológica como en el de la aplicación terapéutica práctica. Esta clasifi- cación se basa en el predominio que tengan los llamados síntomas po- sitivos o negativos en la manifestación del trastorno esquizofrénico. La esquizofrenia positiva presenta una sintomatología expresiva, con pensamientos delirantes, alucinaciones, desorganización del len- guaje y de la conducta. En estos pacientes, el inicio suele ser más brusco; cuando la enfermedad remite, el funcionamiento social suele ser acep- table, son menos claras o manifiestas las alteraciones morfológicas del cerebro y responden relativamente bien a la medicación antipsicótica actualmente en uso. Los síntomas negativos representan más bien una pérdida o disminución de las funciones normales: pobreza de expresión lingüística, retraimiento y pérdida de la sociabilidad, embotamiento de las emociones y dificultad para extraer satisfacción de las situaciones objetivamente agradables. El conjunto de estos síntomas suele ser más rebelde al tratamiento con los neurolépticos habituales. A diferencia de los pacientes que presentan abundantes síntomas positivos, tienden a mostrar un deterioro progresivo que quizá refleje la evolución de al- teraciones morfológicas del cerebro, muy especialmente el agranda- miento de los ventrículos cerebrales (v. más adelante). Evidentemente hay numerosos pacientes en los que la sintomatolo- gía es mixta, con manifestaciones positivas y negativas, y su pronóstico terapéutico es más incierto, pero es bueno, como principio, atenerse a esta clasificación que puede servir para establecer las decisiones tera- péuticas. Uno de los méritos de esta clasificación ha sido la de centrar la aten- ción en los síntomas mentales para deducir, a partir de ellos, los meca- nismos cerebrales responsables de su aparición; es una aproximación neuropsicológica que se extiende, naturalmente, al análisis morfológico de las estructuras cerebrales correspondientes mediante técnicas de neuroimagen y electrofisiológicas in vivo y análisis anatomopatológico post mortem. Y todo ello con un fondo evidente de base: la teorización 533 lépticos 534 Farmacología humana patogenética de cuáles son las regiones cerebrales afectadas y cuál es el origen de dicha afectación. La idea responde al concepto de que detrás del predominio de ciertos síntomas se encuentran alteraciones de cier- tas áreas, sin perjuicio de que las alteraciones de procesos muy funda- mentales y generales puedan favorecer o fomentar la creación de un te- rreno que facilite la aparición ulterior de trastornos más específicos. 3. Mecanismos patogenéticos Nadie cuestiona ya la existencia de una base genética de la enferme- dad esquizofrénica y, por lo tanto, de material genético que de alguna manera influye en la instauración y la expresión de la esquizofrenia. Se discute, lógicamente, la proporción en la que el factor genético contri- buye y el tipo de influencia que ejerce (p. ej., directa o indirecta, decisiva o predisponente). En este sentido, los estudios de ligamiento genético es- tán siendo poco concluyentes; se trabaja en la región seudoautosómica del cromosoma X, así como en el cromosoma 22. Es indudable también la influencia de factores ambientales (sociales, familiares y laborales) o de factores lesivos (víricos, tóxicos e hipóxicos) que posiblemente actúen en fases muy tempranas del desarrollo cerebral; estos factores facilitan la desestructuración de circuitos y áreas que posteriormente condicionan la aparición de la sintomatología esquizofrénica. Como antes se ha indicado, los estudios de neuroimagen, de elec- trofisiología y de anatomía patológica demuestran la existencia de alte- raciones concretas y circunscritas, muy diversas en grado y distribución, que afectan principalmente estructuras del sistema límbico (hipocampo y corteza entorrinal), corteza prefrontal y frontal (especialmente dorso- lateral), ganglios de la base y diencéfalo. Se aprecia con cierta frecuen- cia reducción de la densidad celular en algunas capas de la corteza pre- frontal y del hipocampo, desorganización de la estructuración por capas, desplazamiento heterotópico de grupos neuronales, aumento del ta- maño de los ventrículos (cuanto más temprano es el inicio de la enfer- medad, mayor es la probabilidad de que aumente el tamaño ventricu- lar). Es también frecuente la demostración de una reducción de la actividad metabólica de la corteza frontal, especialmente la prefrontal dorsolateral. Algunas de estas alteraciones pueden guardar relación con la sintomatología: los trastornos del sistema límbico suelen ser relacio- nados con los cambios delmundo afectivo (desapego social y falta de emocionalidad), y los de la corteza prefrontal con algunos de los sínto- mas negativos. Quizá la relación más concordante esté entre el predo- minio de la sintomatología negativa y el agrandamiento de los ventrícu- los cerebrales, aunque tampoco éste sea un hallazgo constante. La exposición de cuanto antecede no tiene un objetivo meramente informativo. Trata de mostrar la realidad del cerebro esquizofrénico como base para la comprensión de su patología y, desde nuestra pers- pectiva farmacológica y terapéutica, como único modo de encontrar una explicación coherente a la acción beneficiosa de los fármacos emplea- dos en la terapéutica de esta enfermedad. En este punto y aunque sea anticipando la explicación de los mecanismos de acción de los antipsi- cóticos, no es posible silenciar que estos fármacos presentan como ele- mento farmacodinámico más característico su capacidad de bloquear receptores dopaminérgicos de diversos subtipos. Por este motivo, gran parte de la investigación biológica sobre la esquizofrenia ha girado alrededor de la hipótesis dopaminérgica como elemento crítico en la patogenia de la enfermedad. Esto no significa que el trastorno de la actividad funcional dopaminérgica fuera el elemento primario (tempo- ralmente hablando) y ni siquiera fundamental (en cuanto a su peso es- pecífico), pero sí lo suficientemente importante como para considerarlo un factor crítico en la evolución de la enfermedad y en la acción de los fármacos. Sin embargo, ha fracasado sistemáticamente el intento de en- contrar signos químicos y físicos de hiperactividad dopaminérgica en el trastorno esquizofrénico: no hay aumento de actividad electrofisioló- gica y bioquímica en las neuronas dopaminérgicas, y sólo en ocasiones se encuentra un pequeño aumento de receptores dopaminérgicos D2 en algunas áreas (antes de suministrar fármacos antidopaminérgicos). La teoría dopaminérgica, pues, es insuficiente para dar una cabal ex- plicación de la enfermedad esquizofrénica. Como ya se apuntó en el ca- pítulo 24, es impensable que una enfermedad tan compleja quede cir- cunscrita a la lesión de un único sistema neuroquímico. Pero nuestro conocimiento sobre el estado de otros sistemas en esta enfermedad es mucho más exiguo. Se han descrito casos en los que se aprecia un aumento de actividad noradrenérgica, con reducción en la existencia de a2-adrenoceptores (que son inhibidores presinápticos). Se han apre- ciado también alteraciones en el funcionamiento del sistema seroto- nérgico, proponiendo una relación entre sintomatología negativa e hi- peractividad 5-HT. La implicación del sistema glutamatérgico es importante dada la es- trecha relación que existe entre el sistema límbico y la corteza prefrontal, y su papel en la sintomatología del trastorno esquizofrénico. Se sabe que numerosas fibras de la corteza prefrontal regulan la actividad de los sistemas dopaminérgicos subcorticales. Se piensa que las eferencias corticales regulan la liberación de dopamina en los sistemas subcorti- cales, de modo que proporcionan una actividad moduladora de fondo mediante la cual consiguen inhibir la liberación fásica de dopamina nor- malmente inducida por los impulsos. Por lo tanto, la reducción prolon- gada de la actividad cortical, tal y como se aprecia en la esquizofrenia, reduciría esta liberación tónica de dopamina y, consiguientemente, se facilitaría la liberación fásica subcortical, en grandes picos, lo que sería capaz de provocar los síntomas psicóticos. El elemento de enlace entre las estructuras corticales y las subcorticales es la actividad glutamatér- gica. En la esquizofrenia habría una reducción de esta actividad y, por lo tanto, un aumento de la liberación fásica de dopamina subcortical. En cuanto a los sistemas de neuropéptidos, se ha apreciado reduc- ción de colecistocinina en la corteza temporal, el hipocampo y la amíg- dala, reducción de somatostatina en el hipocampo y de la sustancia P y del VIP en la amígdala y el hipocampo. La reducción de colecistocinina cobra particular interés por cuanto aparece como cotransmisor en las Tabla 31-1. Clasificación de los principales fármacos antipsi- cóticos Antipsicóticos típicos Fenotiazinas Derivados alifáticos: clorpromazina y trifluopromazina Derivados piperidínicos: tioridazina, metopimazina y pipo- tiazina Preparados depot: undecilenato y palmitato de pipotiazina Derivados piperazínicos: flufenazina, perfenazina y trifluo- perazina Preparados depot: enanatato y decanoato de flufenazina y enantato de perfenazina Tioxantenos: el N del anillo central de las fenotiazinas es susti- tuido por C Clorprotixeno: análogo de la clorpromazina Tiotixeno: análogo de la tioproperazina Zuclopentixol: análogo de la perfenazina Butirofenonas Haloperidol y droperidol Difenilbutilpiperidinas Pimozida Análogos de fenotiazinas Dibenzoxazepina: loxapina Debenzotiepina: clotiapina Antipsicóticos atípicos Benzamidas Sulpirida, tiaprida y racloprida Dibenzodiazepinas Clozapina y olanzapina Dibenzotiazepinas Quetiapina y metiapina Benzisoxazol Risperidona 31. Fármacos antipsicóticos neurolépticos 535 neuronas dopaminérgicas del sistema mesolímbico; al parecer actúa como elemento limitante de la liberación de dopamina, por lo que su reducción significaría la disminución de un factor frenador de la activi- dad dopaminérgica. También los péptidos opioides cerebrales han sido implicados en la patogenia de la esquizofrenia o de algunos de sus sín- tomas, como las alucinaciones auditivas, pero los resultados prácticos obtenidos con agonistas y antagonistas opioides son muy discordantes. Finalmente, la neurotensina abunda en áreas ricas en somas y termi- naciones dopaminérgicas, habiéndose propuesto que el péptido ejerce un control regulador sobre la actividad dopaminérgica. 4. Clasificación de los neurolépticos A partir del descubrimiento de la clorpromazina como fenotiazina con actividad antipsicótica (derivada del an- tihistamínico fenotiazínico prometazina, v. cap. 19), la ma- yoría de los neurolépticos clínicamente válidos mostraron un perfil farmacológico, terapéutico y yatrogénico muy si- milar, por lo que su clasificación se basó en características estructurales. El punto clave de su acción se centró en la ac- ción bloqueante de receptores dopaminérgicos D2, como más adelante se explicará. Ciertas desviaciones de nuevos antipsicóticos frente al patrón más común, tanto de carác- ter experimental como clínico, y su positiva repercusión en la eficacia y en la tolerabilidad, modificó la dirección en la búsqueda de actividad de los neurolépticos y amplió el es- pectro de sus posibles acciones beneficiosas. Estos hechos dieron origen a una división ampliamente aceptada, pro- C CH3 OCH3 N N N N N S S R1 R2 Núcleo fenotiazínico F C–(CH2)3 –N OH Haloperidol O2SH2N CONHCH2 Sulpirida Alifático: R1 = –CH2CH2CH2N(CH3)2 Clorpromazina: R2 = CI Piperidínico: R1 = –CH2CH2 Tioridazina: R2 = SCH3 Piperazínico: R1 = –CH2CH2CH2 –N Trifluoperazina: R2 = CF3 N–CH3 N–(CH2)2OH CF3 CH–(CH2)2 – N Cis(a)-flupentixol X II O Fig. 31-1. Estructura química d bablemente por su inespecificidad, que requerirá después ciertas matizaciones (tabla 31-1): los neurolépticos típicos siguen el patrón inicial, siendo la clorpromazina entre las fenotiazinas y el haloperidol entre las butirofenonas sus re- presentantes más característicos; los atípicos se desvían de dicho patrón (especialmente por su mayor resistencia a pro- ducir reacciones extrapiramidales, v. más adelante), siendo la clozapina la que inició la serie cuyos miembros, a su vez, pueden diferir en varios conceptos como se explicará más adelante. En la figura 31-1 se expone la estructura quí- mica de los principales compuestos. II. ACCIONES FUNDAMENTALES DE LOS NEUROLÉPTICOS Antes de describir las peculiaridades de cada familia de neurolépticos conviene exponer las acciones y los me- canismos que son comunes a todos ellos. A partir de ahí se comprenderán mejor lasdiferencias que marcan su es- pecífico perfil farmacológico y terapéutico. 1. Efecto antipsicótico Los neurolépticos actúan de manera decisiva sobre el síndrome esquizofrénico, mejorando o suprimiendo la H3 N N N N N N N N N CI C2H5 CI X = N: Clozapina X = O: Loxapina X = S: Clotiapina Núcleo dibenzoxazepina S CH3 CH3 CH3 H Olanzapina O F O Risperidona e los principales neurolépticos. 536 Farmacología humana sintomatología fundamental y secundaria. Los síntomas que mejoran en mayor proporción son las alteraciones de la ideación y del pensamiento, las alucinaciones, las fa- bulaciones y la ideación paranoide, la agresividad y la agi- tación; es decir, los que se consideran síntomas positivos (v. I, 2). En menor grado responden los síntomas negati- vos, como la pobreza de expresión linguística, la falta de impulsos internos y el desinterés afectivo. Es evidente, pues, que los antipsicóticos alcanzan a los síntomas que constituyen el núcleo de la enfermedad, con indepen- dencia de las propiedades meramente sedantes o tran- quilizantes que puedan tener. La acción antipsicótica, sin embargo, no es inmediata sino que tarda varios días y se- manas en aparecer y consolidarse. 2. Efecto neuroléptico Cuando los antipsicóticos se administran a personas no psicóticas, producen el denominado síndrome neuro- léptico. Aparecen quietud emocional, retraso psicomo- tor e indiferencia afectiva; no hay sueño, pero lo apa- renta. La persona se muestra tranquila y sosegada, indiferente al mundo que la rodea, sin iniciativa, si bien es capaz de responder o atender ante un estímulo suficien- temente fuerte: existe una desaferentización sensorial. Esta condición es favorable para determinadas situacio- nes y constituye la base de la neuroleptoanestesia, gra- cias a la cual es posible conseguir una anestesia tranquila con un paciente dócil (v. cap. 28, II, 1). Naturalmente, el cuadro neuroléptico puede aparecer también en el en- fermo psicótico, en mayor o menor grado, si bien en éste predomina la acción antipsicótica. La eficacia inicial de estos fármacos en los enfermos agresivos y agitados se debe a la acción neuroléptica. Junto a la acción neuroléptica, y quizá contribuyendo en parte a ella, los neurolépticos bloquean de modo variable, según el producto utili- zado y la dosis, el sistema nervioso vegetativo, tanto el componente a-adrenérgico como el parasimpático y tanto a nivel periférico como central. Este bloqueo contribuye a reducir la reactividad del paciente ante los diversos estímulos. A primera vista, la acción tranquilizante del neuroléptico podría pa- recer similar a la de los hipnóticos clásicos, pero existen diferencias fun- damentales: con los hipnóticos, el paciente entra en sueño cada vez más profundo si se aumenta la dosis, hasta llegar a la anestesia o al coma; Tabla 31-2. Afinidades de los n Dopamina D1 D5 D2 D3 D4 Clorpromazina 73 133 1,4 1,2 35 Clozapina 85 35-400 60-150 300 9-54 Haloperidol 10 27 0,5 4-10 2,3 Olanzapina 31 11 27 Remoxiprida > 10.000 125 969 3.690 Risperidona 75 1,5 6,7 Sulpirida > 43.000 > 70.000 18 13 1.005 Datos combinados de Feldman RS, et al, 1997, y Hartman D, et al, 1996. Valores con los neurolépticos, el enfermo no duerme, a menos que lo necesite, pero está sosegado, y nunca las dosis altas llegan a producir anestesia o coma. Esto indica que el sitio de acción en el SNC y el mecanismo de acción difieren sustancialmente en uno y otro caso. Cuando las dosis de un neuroléptico son elevadas, produce un cua- dro motórico de inmovilización completa, denominado catalepsia. No hay parálisis, pero tampoco hay movimiento, y tanto el tronco como las extremidades adoptan las posturas más extrañas que se les impongan. Esta acción cataléptica, fácilmente demostrable en animales, no es ob- servable con todos los neurolépticos; la clozapina y algunas benzami- das no la poseen. 3. Mecanismos de las acciones fundamentales Los neurolépticos antagonizan de manera selectiva y específica todo el espectro de acciones de la dopamina y de los agonistas dopaminérgicos directos o indirectos (apomorfina, anfetamina, bromocriptina, etc.), tanto en su expresión conductual como motórica. Este antago- nismo es consecuencia del bloqueo selectivo, aunque de intensidad variable, de los receptores dopaminérgicos presinápticos y postsinápticos. También es variable el subtipo de receptor preferentemente afectado. El blo- queo de los receptores postsinápticos se manifiesta en las áreas y núcleos cerebrales a los que llegan las termina- ciones nerviosas de los sistemas dopaminérgicos de larga y corta proyección (v. cap. 24, II, 4): corteza cerebral, sis- tema límbico, estriado e hipófisis. El bloqueo de los re- ceptores presinápticos suprime su acción autoinhibidora sobre la actividad de la neurona dopaminérgica, con lo que aumenta la frecuencia de descargas neuronales y la liberación de dopamina, acciones ambas que en cierto modo tratan de contrarrestar el bloqueo postsináptico y son causa del incremento en la velocidad de recambio de la dopamina y en el vertido de sus principales metaboli- tos (AHV y DOPAC, v. cap. 15) en el espacio extracelu- lar y posteriormente en el LCR y en la sangre. Sin embargo, este conjunto de acciones no es homo- géneo en todos los sistemas dopaminérgicos del cerebro ni es idéntico para todos los neurolépticos. Además, apa- rece entremezclado con los resultados de los procesos de regulación a corto y largo plazo, lo que obliga a señalar toda una serie de matices que a veces complican el resul- tado final. eurolépticos por los receptores Serotonina Noradrenalina Acetilcolina Histamina 5-HT2A a1 a2 M1 M2 H1 20 1,7 1.024 162 6 8 7 8 1,8 21 6 74 46 360 1.700/2.500 4.390 5 19 228 1,8 18 7 > 10.000 > 10.000 > 3.000 > 10.000 0,6 2 3 > 3.000 155 26.000 > 1.000 > 10.000 > 10.000 > 10.000 expresados como constantes de afinidad (nM). 31. Fármacos antipsicóticos neurolépticos 537 3.1. Bloqueo dopaminérgico Como se aprecia en la tabla 31-2, los neurolépticos blo- quean todos los subtipos de receptores dopaminérgicos, pero su máxima afinidad se expresa, en general, por el grupo formado por los subtipos D2/D3/D4 y especialmente por el D2. De hecho, existe una óptima correlación entre la afinidad de los neurolépticos por este subtipo y las con- centraciones clínicamente eficaces en el enfermo esqui- zofrénico, como se comprueba en la figura 31-2; la única excepción es la clozapina, que se desvía de la línea de co- rrelación, pero retorna a ella si se considera su afinidad por el subtipo D4. Más adelante se volverá sobre este dato. Existe también una buena correlación entre ocupación de receptores D2 y algunos de los efectos secundarios de los neurolépticos, particularmente la aparición de efec- tos extrapiramidales y el aumento de prolactina, pero este hecho también será precisado posteriormente. Todo este conjunto de datos invita a proponer que las principales acciones de los neurolépticos son consecuen- cia del bloqueo D2. Sin embargo, existen importantes cues- tiones que hay que resolver. El bloqueo de receptores D2 aparece unas pocas horas después de la administración del Clozapin Tioridaz Racloprina Haloperidol Flupentixol-cis Trifluoperazina Perfenazina 1.000 100 10 1 0,1 0,1 1 Concentración K d e n lo s re ce p to re s D 2 (n M ) Fig. 31-2. Correlación entre la afinidad de los antipsicóticos por en plasma o LCR. Cada punto corresponde al valor calculado por relaciona la Kd del receptor D2, pero se recup fármaco, así como la aparición de algunos de sus efectos farmacológicos (apaciguamiento emocional, ciertas reac- ciones extrapiramidales y aumento de la velocidad de re- cambio de la dopamina), mientras que los efectos autén- ticamente antipsicóticos necesitan procesos que tardan días y semanas en conseguirse. Ello obliga a pensar que, o bien el bloqueo dopaminérgico es sólo el comienzo de una serie de reacciones en cadena dentro de lossistemas cerebrales que necesitan tiempo para establecer un nuevo equilibrio neuroquímico, o bien los neurolépticos actúan también sobre receptores de otros sistemas neuroquími- cos, y sólo cuando se estabilizan las interacciones entre unos y otros aparece la actividad antipsicótica. El bloqueo de los autorreceptores dopaminérgicos, tanto a la altura del soma como a la de las terminaciones nerviosas, provoca la hiperac- tividad neuronal y la liberación de dopamina, efectos contrarios a los del bloqueo postsináptico, pero que, probablemente, no consigue superarlo del todo; de hecho, dosis altas de neurolépticos causan de forma aguda reacciones extrapiramidales que suelen ser consideradas consecuencia de la reducción aguda de la actividad de la vía nigroestriada. Sin em- bargo, cuando el bloqueo con neurolépticos se prolonga, la hiperactivi- dad dopaminérgica y el aumento del recambio de dopamina declinan gradualmente hasta desaparecer, al menos en los sistemas dopaminér- gicos nigroestriado y mesolímbico. Este declive se debe a la instauración a Remoxiprida Molindona S-sulpiridaD4 Clorpromazina ida 10 100 1.000 terapéutica (nM) el receptor D2 (medida en Kd) y las concentraciones terapéuticas un determinado investigador. La clozapina se desvía cuando se era cuando se considera la del receptor D4. 538 Farmacología humana de un bloqueo por despolarización tanto en las neuronas de la sustancia negra (A9) como en las del área tegmental ventral (A10), estas últimas origen de las vías mesolímbica y mesocortical (v. fig. 24-3). Este silencio neuronal es interpretado como consecuencia de un bloqueo producido por la despolarización excesiva originada en la neurona proviniente de los sistemas de retroalimentación, neurona que se encuentra en las áreas de proyección de los sistemas dopaminérgicos. Curiosamente, las neu- ronas que proyectan al estriado o al sistema límbico originan bloqueo por despolarización y esto concuerda con el hecho de que los efectos se- cundarios resultantes del bloqueo (p. ej., extrapiramidalismo agudo) su- fren el fenómeno de la tolerancia. En cambio, las neuronas que proyec- tan a la corteza frontal no presentan el bloqueo por despolarización (quizá porque tienen menos autorreceptores en su terminación); en este sistema, el bloqueo postsináptico supera el mecanismo de compensa- ción, se mantiene y no presenta signos de tolerancia. Estos resultados sugieren que la actividad antipsicótica se instaura cuando la actividad dopaminérgica disminuye definitivamente, tanto por bloqueo postsináptico de los receptores en las áreas de proyección dopaminérgica como por el silencio de las neuronas debido al bloqueo por despolarización, tanto a nivel cortical como a la altura del sistema límbico. La acción en el estriado, sin embargo, no parece que contri- buya a la acción terapéutica y sí, en cambio, a la yatrogenia extrapira- midal aguda y crónica (discinesia tardía) y a la catalepsia. Si la eficacia antipsicótica de los neurolépticos se debe, al menos en parte, al bloqueo de la actividad dopaminérgica, queda implícita la idea de que en la esquizofrenia existe un predominio de actividad dopami- nérgica. Ya se ha explicado anteriormente que no se ha podido de- mostrarla. La conclusión debe ser que, si la acción terapéutica es real- mente consecuencia de la acción antidopaminérgica, el exceso de actividad dopaminérgica será un concepto no absoluto sino relativo, parcial, en relación con la actividad de algún otro sistema desconocido que se encuentre deprimido, es decir, existiría un desequilibrio funcio- nal entre el sistema dopaminérgico y otro u otros sistemas, en el que la actividad del primero prevalecería sobre los otros; los neurolépticos se limitarían a restablecer el equilibrio. 3.2. Selectividad en las acciones El patrón de acciones anteriormente descrito responde a la actividad de las fenotiazinas y las butirofenonas clási- cas: los neurolépticos típicos. Los nuevos neurolépticos o atípicos, iniciados en parte con las benzamidas sustituidas y definitivamente reconocidos tras la experiencia con clo- zapina, muestran importantes diferencias. De ellas destaca la menor capacidad de producir catalepsia en animales de experimentación, a dosis que bloquean bien los signos de hiperactividad dopaminérgica provocada, hecho que se co- rresponde con una menor tendencia a producir reacciones extrapiramidales agudas y crónicas, y la menor capacidad de producir elevación de prolactina. Con ello se rompe el concepto unitario de que catalepsia, acción antipsicótica, extrapiramidalismo y aumento de prolactina son propie- dades inherentes y necesarias de cualquier bloqueante D2. De entrada, el bloqueo D2 no es indispensable para que haya acción antipsicótica, ya que la metoclopramida es otra benzamida (v. cap. 44) que bloquea D2, produce reacciones extrapiramidales y no tiene activi- dad antipsicótica. La sulpirida, clozapina y remoxiprida son bloquean- tes D2 (tabla 31-2), pero ofrecen una o varias de las siguientes carac- terísticas: a) mayor selectividad por los sistemas dopaminérgicos mesolímbico y mesocortical (dependientes del núcleo A10) que por el nigroestriado (dependiente de A9); esto explica que provoquen menos catalepsia y menos extrapiramidalismo y b) se amplía el número y tipo de receptores que algunos de estos fármacos bloquean; además de blo- quear D2, bloquean con no poca afinidad otros subtipos, como es el caso de D4 para la clozapina y olanzapina (tabla 31-2), o receptores de otros sistemas, como es el caso de 5-HT2A (clozapina, olanzapina y risperi- dona), los a-adrenoceptores (clozapina y risperidona), los muscaríni- cos (clozapina y olanzapina). De todos ellos, se centró el interés de modo particular en los sistemas que utilizan los receptores D4 y 5-HT2A como elementos que ofrecerían una particular aportación al trastorno esqui- zofrénico y su tratamiento, pero el bloqueo selectivo de D4 o de 5-HT2A no ha mostrado acción antipsicótica, por lo que la contribución del blo- queo de estos receptores todavía está por definir. 3.3. Selectividad en los síntomas esquizofrénicos Se ha señalado anteriormente que los neurolépticos clásicos mejoran más y antes los síntomas positivos que los negativos de la esquizofrenia. De nuevo, la clozapina se desmarca ya que se caracteriza por mejorar también los síntomas negativos (en grado variable) y ciertos aspectos de la función cognitiva, así como por mejorar a pacientes que se resisten a la acción de los neurolépticos típicos. Esto lleva a considerar cuáles son los sistemas cerebrales res- ponsables de dichos síntomas y por qué determinados neu- rolépticos afectan a unos y no a otros. Como corolario, la respuesta a estas preguntas puede servir para conocer con exactitud dónde actúan estos fármacos. Hay indicios que apuntan a la idea de que existe una asociación en- tre los síntomas negativos de la esquizofrenia y la reducción de la fun- ción del lóbulo frontal. De hecho, estos síntomas se parecen a los que muestran los pacientes con lesiones del lóbulo frontal. En la esquizo- frenia hay una reducción en la actividad metabólica de dicha región, demostrable con técnicas de neuroimagen, y dentro de ella la corteza prefrontal dorsolateral desempeña un papel especial en las funciones cognitivas complejas, como son el discernimiento y la estrategia. Varios datos indican que esta área está sometida a la influencia de la inerva- ción dopaminérgica mesocortical. Esto significa que los síntomas ne- gativos de la esquizofrenia serían la consecuencia de una hipofunción dopaminérgica mesocortical, razón por la cual difícilmente un blo- queante dopaminérgico podría mejorarlos. El problema, entonces, se plantea en cómo hay que explicar la acción eficaz de la clozapina ya que mejora los síntomas negativos, a pesar de que se comporta como blo- queante de receptores dopaminérgicos. Datos experimentales diferentes de los anteriormente explicados pueden arrojar nueva luzsobre esta aparente paradoja. Se acepta que la inducción en una neurona de genes de acción inmediata (p. ej., el c-fos) por parte de un agente (físico o químico) refleja la acción esti- muladora de dicho agente sobre esa neurona. Todos los antagonistas D2, incluidos los fármacos antipsicóticos, aumentan los niveles de pro- teína Fos en el estriado de la rata, pero lo hacen de manera diferen- ciada: todos ellos administrados de forma aguda (típicos y atípicos) au- mentan la expresión de Fos en el compartimiento del núcleo accumbens denominado concha del accumbens, mientras que sólo los típicos (los que provocan extrapiramidalismo) incrementan Fos en el neoestriado (caudado/putamen). Esta activación neuronal corresponde probable- mente a la reacción excitadora consecutiva al bloqueo de receptores an- tes señalada y su selectiva diferenciación explica la selectividad del si- tio en que actúan los diversos neurolépticos. Pero dentro de los neurolépticos atípicos, la clozapina muestra una peculiaridad no compartida por los demás: la capacidad de activar en la corteza prefrontal medial de la rata, en su porción más ventral, la li- beración de dopamina y la formación de las proteínas Fos y Fras. La corteza infralímbica de la rata parece que corresponde a la corteza or- bitaria medial del primate y a los aspectos ventrales de la región cingu- lada anterior; es menos claro si la corteza prelímbica de la rata corres- ponde a la corteza prefrontal dorsolateral de los primates y de la especie humana. Es evidente, pues, que la clozapina ejerce acciones muy ca- racterísticas: aumenta la concentración extracelular de dopamina y la 31. Fármacos antipsicóticos neurolépticos 539 expresión de Fos en la corteza prefrontal de la rata, sobre todo en su porción más ventral, y esto se corresponde con acciones de la clozapina también peculiares en la especie humana: la mejoría de los síntomas ne- gativos, precisamente los que se corresponden con la hipofunción de la corteza prefrontal, y su eficacia para mejorar síntomas rebeldes a otros neurolépticos. Los neurolépticos atípicos racloprida, sulpirida y remoxiprida, con un perfil propio de acción sobre receptores D2-D4 no inducen Fos en la corteza prefrontal. Tampoco lo hacen los bloqueantes específicos D1/D5 ni los antagonistas de receptores 5-HT2A o de otros tipos de receptores. Por lo tanto, parece que la clozapina actúa por un mecanismo diferente y no asociado a receptores conocidos, quizás un subtipo de receptores dopaminérgicos aún no identificado. De hecho, su doble acción —libe- ración de dopamina e inducción de genes de acción inmediata— es com- partida por otros agonistas dopaminérgicos. Se ha propuesto también que la acción del fármaco sobre las neuronas de la corteza prefrontal podría no ser directa sino transináptica, es decir, consecuencia de la ac- tivación en otros núcleos que envían fibras de carácter glutamatérgico a la corteza (tálamo medial, amígdala basolateral, corteza entorrinal e hipocampo). De hecho, la clozapina provoca Fos también en el núcleo periventricular del tálamo. Por último, es posible también que la clo- zapina facilite la actividad glutamatérgica que desde la corteza se pro- yecta hacia el sistema límbico, como se ha explicado en I, 1.3, e influye sobre la actividad dopaminérgica de este sistema. Todos estos hechos confirman la idea de que la hipótesis dopami- nérgica, tal y como fue planteada inicialmente, dista de ser una hipóte- sis unitaria y excluyente; requiere el análisis riguroso de las funciones de otros sistemas neuroquímicos. La eficaz incorporación de nuevos neurolépticos atípicos para el tratamiento de la esquizofrenia puede ayudar a esclarecer nuevos datos patogenéticos. 3.4. Fenómenos de hipersensibilidad La administración mantenida de neurolépticos provoca un fenómeno de hipersensibilidad ocasionado por un au- mento en el número de receptores D2 postsinápticos. Este efecto se aprecia claramente sobre el estriado y es menos claro sobre la corteza. En consecuencia, se puede demos- trar mayor sensibilidad en la respuesta a fármacos ago- nistas dopaminérgicos. En realidad bastan unos pocos días de administración (de 7 a 15) para que se pueda objetivar el aumento de receptores y la consiguiente hipersensibi- lidad. Normalmente, ésta permanece oculta por la acción bloqueante del neuroléptico, pero puede expresarse si aparece una causa que descompense el equilibrio: admi- nistración de una sustancia dopaminérgica, reducción de dosis o supresión del neuroléptico. Para muchos autores, esta hipersensibilidad dopaminérgica es la base de una reacción adversa que aparece en ocasiones tras trata- mientos prolongados: la discinesia tardía (v. 5.2). 3.5. Acción sobre otros sistemas de transmisión El bloqueo dopaminérgico constituye actualmente la hipótesis más coherente de la acción neuroléptica, pero, como ya se ha indicado, que- dan muchos puntos oscuros por explicar. Según se aprecia en la ta- bla 31-2, varios sistemas neuroquímicos presentes en el sistema límbico y en la corteza pueden ser afectados por estos fármacos. Además, y como consecuencia del tratamiento crónico, pueden surgir fenómenos compensatorios en otros sistemas neuroquímicos e, incluso, en la acti- vidad mediada por compuestos que cotransmiten con la dopamina, como por ejemplo la colecistocinina. El bloqueo de a-adrenoceptores, ostensible tanto a nivel central como periférico, es más evidente en el caso de las fenotiazinas que en el de las butirofenonas o de las benzamidas, pero tanto unas como otras antagoni- zan en el sistema límbico la activación de la adenililciclasa ligada a la no- radrenalina, con independencia del bloqueo de a-adrenoceptores. Este tipo de acciones, junto con el bloqueo dopaminérgico, puede contribuir a la expresión de alguna de las acciones fundamentales, como puede ser el antagonismo de la conducta de autoestimulación provocada en ani- males mediante colocación de electrodos en los sistemas catecolami- nérgicos, y ayudar a aplacar ciertos procesos de reforzamiento o a re- ducir el impacto de estímulos o procesos particularmente motivadores de la conducta —lo que se ha denominado «el componente anhedónico» de los neurolépticos—, y contribuir así a la acción antipsicótica. Los neurolépticos modifican también los niveles de neuropéptidos en el SNC y, más concretamente, en el sistema límbico, donde muchos de ellos forman parte de circuitos de axón corto que interconectan unas estructuras con otras. Aumentan los niveles de neurotensina, quizá como consecuencia del bloqueo dopaminérgico, péptido al que se le re- conocen ciertos efectos «de tipo neuroléptico». También elevan los ni- veles cerebrales de algunos péptidos opioides como la b-endorfina y al- gunas encefalinas; sin embargo, el papel de estos péptidos en el cuadro esquizofrénico dista mucho de estar aclarado. 3.6. Otras acciones neuropsicofarmacológicas Los neurolépticos deprimen en mayor grado las respuestas condi- cionadas de evitación que las de escape. Se piensa que tienen capacidad de provocar la pérdida de la respuesta a ciertos estímulos que contro- lan el ambiente, en función de la importancia que estos estímulos pue- den tener para el individuo. De hecho, llegan a deprimir la reacción de atención y de vigilia (arousal), tanto en sus manifestaciones eléctricas como conductuales, provocada por estímulos de carácter sensorial, como si se tratara de una desaferentización. Esto significa que los fár- macos serían capaces de modular el control que los estímulos externos son capaces de ejercer sobre la conducta. Asimismo, los neurolépticos alivian en el hombre las reacciones emocionales excesivas y destructo- ras que son provocadas por acontecimientos molestos o irritantes. Ten- drían la virtud de frenar la tendencia del organismo a responder con irritación agresiva tras experimentar un suceso desagradable, y susti- tuirla por una valoración previa y anticipada de lo que va a ocurrir; me- diante este control se puede desarrollar y mantener una forma de con- ducta que llegaa valorar y a buscar la gratificación y el equilibrio. En cuanto a la actividad EEG, los neurolépticos incrementan las on- das lentas, en mayor grado las q que las d, y reducen la actividad b rá- pida y la a. Esporádicamente se observa también actividad disrítmica, patrones paroxísticos, puntas e incluso complejos punta-onda, que in- dican un estado de hiperactividad eléctrica latente o declarada. Ésta puede ser la causa de que reduzcan el umbral convulsivante del elec- troshock y de otros fármacos convulsivantes e incluso de que puedan activar focos de enfermos epilépticos. 4. Otros efectos farmacológicos 4.1. En el tronco cerebral La actividad antiemética no está ligada a la actividad antipsicótica porque hay miembros de las familias de neurolépticos que son antieméticos, pero carecen de ac- tividad antipsicótica. La acción antiemética se debe principalmente a la depresión de la zona gatillo quimiorreceptora del área postrema, si bien a grandes dosis algunos, como la clor- promazina, deprimen el centro del vómito (v. mecanis- mos en cap. 44). Pueden modificar la respiración cuando se administran por vía parenteral, haciéndola más lenta y profunda. En función de la dosis llegan a deprimir el centro vasomotor, 540 Farmacología humana tanto de forma directa como por su respuesta refleja al es- tímulo en otras estructuras nerviosas, centrales o periféri- cas; con ello se consigue una buena estabilidad circulatoria. A la acción central se puede sumar la acción periférica bloqueante a-adrenérgica y anticolinérgica que poseen algunos neurolépticos. 4.2. Efectos neuroendocrinos Modifican principalmente las funciones de relación hi- potálamo-hipofisaria: a) Aumentan la secreción y liberación de prolactina, tanto por inhibir la vía dopaminérgica que controla la se- creción hipotalámica del factor inhibidor de prolactina, como por bloquear directamente los receptores dopami- nérgicos que existen en las células mamotrofas de la hi- pófisis. b) Producen amenorrea en las mujeres, por reducir la secreción de las gonadotropinas FSH y LH; de hecho, desaparece el pico de LH característico de la ovulación. Pueden aparecer reacciones de seudoembarazo y, en el varón, reducción del tamaño testicular y de la concen- tración de andrógenos. Se aprecia también reducción de la libido en el hombre. c) Llegan a inhibir la secreción de hormona del cre- cimiento, aun cuando no se han descrito alteraciones en el crecimiento de las personas jóvenes sometidas al tra- tamiento con neurolépticos. Ocasionan acciones varia- bles sobre la secreción de ACTH. d) El tratamiento crónico provoca un incremento en los niveles del opioide endógeno met-encefalina en el es- triado, así como un aumento de b-endorfina en el plasma, tanto de animales como de personas esquizofrénicas; su repercusión clínica todavía está por determinar. e) En ocasiones, algunos neurolépticos provocan un cuadro que sugiere secreción aumentada de hormona an- tidiurética, con hiponatremia, hipoosmolaridad del suero y una muy elevada osmolaridad en orina, sin síntomas de deshidratación. f) Con frecuencia, los enfermos tratados con neuro- lépticos aumentan de peso, tanto por un incremento del apetito como por una posible reducción de la actividad física. Resulta difícil concretar la causa de todas estas alte- raciones. Ciertamente, el bloqueo de receptores dopa- minérgicos es el responsable de algunas de ellas, pero la intrincada interacción de diversos sistemas de neuro- transmisión (diversas monoaminas, péptidos, etc.) en los mecanismos neuroendocrinos hace difícil proponer un mecanismo unitario para todas. 4.3. Efectos vegetativos Pueden bloquear receptores de localización periféri- ca: dopaminérgicos, colinérgicos, a-adrenérgicos, sero- tonérgicos e histamínicos; la intensidad del bloqueo es variable según el neuroléptico y el tipo de receptor. En consecuencia, pueden producir sequedad de boca, estre- ñimiento, dificultad para la micción, pérdida de eyacula- ción e hipotensión postural. En cuanto a las acciones de algunos neurolépticos sobre el sistema nervioso entérico y la motilidad gastrointestinal, véase capítulo 44. 5. Reacciones adversas generales Algunas derivan del propio mecanismo de acción, mientras que otras son de carácter alérgico o de causas desconocidas; unas aparecen de manera inmediata, a dosis terapéutica o por sobredosificación, mientras que otras lo hacen de forma diferida. La gravedad y la fre- cuencia son también variables, pero con más frecuencia de lo que se piensa, su carácter desagradable puede li- mitar el cumplimiento terapéutico por parte del enfermo. 5.1. Sedación y bloqueo vegetativo La sedación es completamente independiente de la ac- ción neuroléptica y no contribuye a la acción antipsi- cótica; suele desarrollarse tolerancia a la acción sedante durante los primeros días. El bloqueo vegetativo es con- secuencia de la acción antagonista sobre receptores a-adrenérgicos y colinérgicos, y se manifiesta por los efec- tos ya conocidos. Tanto la sedación como el bloqueo neu- rovegetativo son muy variables según la familia y el com- puesto utilizado (tabla 31-3). 5.2. Reacciones extrapiramidales Unas son agudas, por sobredosificación: parkinso- nismo, movimientos discinéticos y acatisia; otras apa- recen en el curso del tratamiento crónico: la discinesia tar- día. En las agudas aparece el fenómeno de la tolerancia. Las reacciones agudas aparecen como consecuencia del bloqueo de receptores dopaminérgicos en la vía ni- groestriada. Esto explica el síndrome parkinsoniano, cuyo mecanismo patogénico es comparable al que ocurre en la enfermedad de Parkinson (v. cap. 30): temblor, marcha festinante, salivación, rigidez, facies inexpresiva. Téngase presente que algunos de estos síntomas también pueden ser propios de la misma enfermedad psicótica. El parkin- sonismo responde bien a la terapéutica anticolinérgica; la levodopa y los agonistas dopaminérgicos lógicamente es- tán contraindicados porque, al activar receptores dopa- minérgicos, agravan la enfermedad psicótica. En cuanto a los movimientos discinéticos y la acatisia, puede coexistir en su patogenia una mezcla de bloqueo dopaminérgico de receptores postsinápticos y de hiper- actividad neuronal dopaminérgica por bloqueo de auto- rreceptores; existe, en definitiva, un desequilibrio en el delicado equilibrio de mecanismos dopaminérgicos del estriado. Ceden al reducir la dosis; si la discinesia es muy intensa, se puede administrar diazepam o un anticolinér- gico por vía parenteral (v. cap. 30, VI, 3). 31. Fármacos antipsicóticos neurolépticos 541 La discinesia tardía aparece en general tras varios me- ses o años de tratamiento; a diferencia de las reacciones anteriores, empeora al reducir o tratar de suspender el tratamiento o al añadir fármacos anticolinérgicos, mien- tras que mejora temporalmente al incrementar la dosis de neuroléptico. Se manifiesta de forma muy variada: mo- vimientos bucolinguofaciales, movimientos coreicos de cuello, tronco o extremidades, de intensidad y combina- ciones muy variables. Por las características señaladas, ha sido considerado un cuadro característico de hiperactivi- dad dopaminérgica en el eje nigroestriado, consecuencia del desarrollo de hipersensibilidad de receptores dopa- minérgicos (v. 3.1), pero ciertos datos de naturaleza clí- nica y experimental no encajan del todo con esta hipóte- sis. La discinesia se manifiesta a veces en la evolución natural de la esquizofrenia no tratada con neurolépticos; el síndrome aparece con frecuencia de manera muy tar- día, a pesar de que la hipersensibilidad de receptores se aprecia ya en las primeras semanas de tratamiento; sólo el 20 % de los enfermos desarrolla el cuadro, aunque la hipersensibilidad en animales aparece de modo cons- tante; en el 40 % de los enfermos, el síndrome continúa meses después de retirar la medicación, aun cuando la hi- persensibilidad desaparece. Por todo ello, no se descarta la posibilidad de que en la patogenia intervengan facto- res adicionales, como la reducciónde la actividad GABA originada en el estriado o cambios en la actividad de otros sistemas neuroquímicos, o incluso que participen modi- ficaciones estructurales propias de la misma enfermedad esquizofrénica. El tratamiento de la discinesia tardía es muy difícil. No es recomendable incrementar la dosis de neuroléptico, pero está indicada su sustitución por la clozapina. El me- jor método es prevenir su aparición, limitando la dosifi- Tabla 31-3. Perfil farmaco Potencia antipsicótica Sed Antipsicóticos típicos Clorpromazina + ++ Clorprotixeno ++ + Flufenazina +++ Flupentixol +++ Haloperidol +++ Levomepromazina ++ + Perfenazina +++ Pimozida +++ ( Tioridazina + ++ Antipsicóticos atípicos Clozapina + + Olanzapina ++ Risperidona +++ Sertindol +++ Sulpirida + Zotepina + + cación de neurolépticos a los mínimos requeridos para un control suficiente de la enfermedad esquizofrénica. El síndrome neuroléptico maligno es una infrecuente y grave reacción que aparece con dosis muy altas de neuro- lépticos potentes. Se caracteriza por un estado de catato- nía, inestabilidad del pulso y de la presión arterial, estupor, hipertermia y a veces mioglobinemia. Recuerda el cuadro de la hipertermia maligna (v. cap. 28) e incluso a veces es tratado con dantroleno, pero no parece que existan altera- ciones en el metabolismo del calcio del músculo esquelé- tico, como en aquel caso. La mortalidad es elevada (10 %) y requiere fundamentalmente un tratamiento de apoyo sin- tomático, administración de un agonista dopaminérgico (bromocriptina, 30 mg/día) y dantroleno (400 mg/día). 5.3. Reacciones cardiovasculares Aparte la hipotensión postural, secundaria al bloqueo a-adrenérgico, pueden aparecer alteraciones electro- cardiográficas inespecíficas descritas, sobre todo, en el tratamiento con algunas fenotiazinas, en particular la tio- ridazina: prolongación de la repolarización ventricular con alargamiento del espacio QT, ensanchamiento, apla- namiento o inversión de la onda T, T bicúspide y onda U. En general, estas alteraciones son reversibles con pota- sio. No se sabe en qué grado estas alteraciones son res- ponsables de algunas muertes súbitas ocurridas en per- sonas que tomaban fenotiazina. 5.4. Reacciones alérgicas, dérmicas y pigmentarias Las fenotiazinas, en particular la clorpromazina, pue- den desarrollar ictericia colestásica de carácter alérgico, lógico de los neurolépticos ación Efectos vegetativos Síntomas extrapiramidales (+) ++ + ++ ++(+) + + + ++(+) + + ++ + + +++ ++ +++ + ++ + ++ +) + ++ (+) ++(+) + ++ +++ (+) + +(+) + ++ ++ ++ + ++ + + + ++ ++ +++ + 542 Farmacología humana con una frecuencia inferior al 0,5 %, que aparece den- tro de las primeras 4 semanas de tratamiento y es de curso benigno. En ocasiones puede haber agranuloci- tosis, más frecuente con la clozapina, la tioridazina y la clorpromazina. Se observan también reacciones alér- gicas en la piel en forma de fotosensibilidad. Estas re- acciones no deben confundirse con la coloración azul grisácea que puede aparecer en las zonas de la piel ex- puesta a la luz durante el tratamiento crónico con fe- notiazinas, y que se debe al depósito de gránulos pig- mentarios marrones, relacionados con la melanina. Estos depósitos pueden aparecer también en el área subcapsular anterior y en la corteza anterior del crista- lino y en la superficie posterior de la córnea. La retino- patía pigmentaria es propia de la tioridazina a dosis ma- yores de 0,8-1 g/día. 5.5. Alteraciones endocrinas Como consecuencia de las acciones descritas en 4.2, producen aumento de peso, impotencia, reducción de la libido, pérdida de eyaculación, ginecomastia con ga- lactorrea o sin ella, amenorrea e irregularidades mens- truales. 6. Interacciones a) De carácter farmacodinámico: potencian la ac- ción de otros depresores centrales: opioides, ansiolíti- cos, hipnóticos, anestésicos y alcohol. Por su capacidad de bloquear receptores colinérgicos y adrenérgicos, an- tagonizan la acción de los fármacos que actúan como agonistas en estos receptores y aumentan la acción de los respectivos antagonistas. Esto tiene particular im- portancia en los ancianos, en los que un bloqueo adre- nérgico y colinérgico excesivo provoca abundantes complicaciones, particularmente cardiovasculares y neu- rológicas. b) De carácter farmacocinético: por su actividad anticolinérgica pueden retrasar el vaciamiento gástri- co y la absorción de otros fármacos. Inversamente, los antiácidos pueden alterar la absorción de los neurolép- ticos. III. PROPIEDADES DIFERENCIALES A. NEUROLÉPTICOS TÍPICOS 1. Fenotiazinas y tioxantenos Entre las que poseen radical alifático destaca la clor- promazina, primer fármaco que mostró tener eficacia clí- nica neuroléptica. Presentan menor potencia antipsi- cótica (en función de la dosis) y mayor capacidad de producir bloqueo a-adrenérgico, colinérgico e histamí- nico, y sedación. De las piperidínicas destacan la tiorida- zina, por su menor inducción de reacciones extrapira- midales, por no tener actividad antiemética y producir se- dación e hipotensión, y la metopimazina, que tiene acción antiemética, pero no es útil como antipsicótica. Las pipe- razínicas se caracterizan por su gran potencia, provocan poca sedación, pero con frecuencia causan reacciones ex- trapiramidales. Los tioxantenos son derivados de las fenotiazinas y no ofrecen especiales ventajas sobre las fenotiazinas. En Es- paña, sólo se utiliza el zuclopentixol o cis(Z)-clopentixol por vía oral o por vía parenteral; dentro de esta última hay una forma depot (enantato). Fuera de España se uti- lizan también el clorprotixeno y el tiotixeno. La biodis- ponibilidad media del zuclopentixol es del 50 %; se eli- mina por metabolización hepática con una semivida de 15-25 horas. La absorción por vía oral no es muy rápida (tmáx de 2- 4 horas) y la biodisponibilidad es del 30-35 % debido al fenómeno de primer paso (tabla 31-4); de ahí que existan grandes variaciones interindividuales en las concentra- ciones plasmáticas alcanzadas, hasta de 20 veces. Por su alta liposolubilidad atraviesan bien la barrera hematoen- cefálica; la distribución dentro del cerebro puede variar de un producto a otro, lo que quizá contribuye a la dife- renciación de algunas acciones farmacológicas. Se fijan mucho a proteínas plasmáticas y tisulares. La eliminación es casi exclusivamente por metabolización hepática, que origina numerosos metabolitos; las principales modifica- ciones tienen lugar tanto en los anillos como en la cade- na lateral: desmetilación, sulfoxidación, hidroxilación, O-metilación, N-oxidación, desalquilación de la cadena lateral; los derivados fenólicos se conjugan con ácido glu- curónico o con sulfato. Algunos metabolitos pueden mos- trar actividad, como al parecer ocurre en el caso de la clorpromazina (7-hidroxiclorpromazina), la tioridazina (mesoridazina y metabolitos sulfonados) y la levome- promazina. Las semividas son, en general, largas, por lo que tardan unos 4-7 días en alcanzar el nivel estable. En cuanto a las reacciones adversas, es válido lo des- crito en II, 5, teniendo en cuenta que, debido al mayor uso durante años de la clorpromazina, muchas de las reacciones alérgicas se refieren particularmente a ella. 2. Butirofenonas y difenilbutilpiperidinas De las primeras destacan el haloperidol en la clínica psiquiátrica y el droperidol en anestesia, y de las segun- das, la pimozida. El haloperidol es en la actualidad el neu- roléptico más empleado, figurando como prototipo en la lista de medicamentos esenciales de la OMS. Esto se debe, probablemente, a su elevada potencia antipsicótica y an- tiemética y a su escasa capacidad de producir sedación y signos de bloqueo a-adrenérgico; ambos factores contri- buyen a que el índice terapéutico sea muy alto y puedan administrarse, si es preciso, dosis muy altas en períodos cortos de tiempo. Causa, sin embargo, abundantes reac- 31. Fármacos antipsicóticos neurolépticos 543 ciones extrapiramidales (tabla 31-3); su actividad antico- linérgica es algo inferior a lade las fenotiazinas. La pi- mozida se emplea principalmente en tratamientos pro- longados. El haloperidol se absorbe por vía oral mejor que la clorpromazina, con una biodisponibilidad del 60-65 % (tabla 31-4); el tmáx por vía oral es de 1,5 a 3 horas y por vía IM (muy utilizada) de 35 min. Se metaboliza abun- dantemente mediante dos mecanismos: N-desalquilación microsómica (dependiente del citocromo P-450), con ro- tura de un enlace C-N y formación de dos productos inac- tivos, y reducción en haloperidol reducido cuya actividad es el 25 % de la del producto original. La semivida es de 18-24 horas. Existe una gran variabilidad interindividual en los niveles que se alcanzan, si bien la variabilidad in- traindividual es muy pequeña. Los niveles terapéuticos se encuentran entre 5 y 20 µg/l. El decanoato de haloperidol es una forma retard de muy lenta absorción, hasta el punto de que la semivida de eliminación depende de la constante de absorción. El metabolismo microsómico del haloperidol es indu- cido por la fenitoína, carbamazepina, fenobarbital, ri- fampicina y tabaco, por lo que estos productos aceleran el aclaramiento y reducen los niveles. El litio no parece que interactúe con el haloperidol. B. NEUROLÉPTICOS ATÍPICOS La incorporación de la clozapina a la terapéutica an- tiesquizofrénica marcó una diferencia fundamental en relación con los neurolépticos clásicos, como ya se ha explicado: la escasa propensión a provocar reacciones ex- Tabla 31-4. Características farmacocinéticas y Biodisponi- tmáx bilidad t1/2 Vd (h) (%) (h) (l/kg) Antipsicóticos típicos Clorpromazina 2-4 25-65 12-36 10-35 Flufenazina 2-5 10-50 8-32 5-60? Haloperidol 3-6 40-80 15-30 15-20 Levomepromazina 1-4 30-70 15-30 20-45 Loxapina 1-2 80 4-12 Perfenazina 3-5 60-80 10-20 10-36 Pimozida 4-8 15-25 30-150 20-40 Tioridazina 2-4 10-60 10-30 10 Zuclopentixol 3-5 40-60 15-25 Antipsicóticos atípicos Clozapina 1-6 40-60 12-36 4-8 Olanzapina 5-8 60-80 33 Risperidona 2 66-82 2,8 Sulpirida 2-6 15-65 6-15 3 trapiramidales, incluida la discinesia tardía, la falta de in- cremento del nivel de prolactina, la eficacia en pacientes en los que habían fracasado los neurolépticos clásicos y la mayor eficacia para controlar o mejorar los síntomas negativos de la esquizofrenia. Este perfil es eminente- mente clínico y exige su contrapartida en los mecanismos básicos implicados en la acción diferencial. Al igual que los neurolépticos típicos, la clozapina en animales inhibe la respuesta de evitación condicionada y bloquea la hiperactividad causada por agonistas dopami- nérgicos, pero, a diferencia de los típicos, o no produce catalepsia (que es un índice preciso de la capacidad de producir síntomas extrapiramidales en la especie hu- mana) o lo hace a dosis muy superiores a las necesarias para producir los efectos anteriores. Es decir, la relación entre dosis cataléptica y dosis antievitación es muy alta en el caso de la clozapina y muy baja en el caso de los tí- picos. Esta diferencia puede tener que ver con el hecho de que la clozapina muestra mayor afinidad por recep- tores dopaminérgicos en el paleoestriado y sistema lím- bico que por los situados en el neoestriado. Junto a ello, pueden contribuir otros factores: un perfil propio de afi- nidad por receptores de otros sistemas neuroquímicos (tabla 31-2) y una acción muy específica en áreas de la corteza prefrontal y frontal (v. II, 3.3). Tras la clozapina se introdujeron otros neurolépticos de familias muy distintas, con perfiles de afinidad recep- torial muy variables, que también se caracterizan por di- ferenciar ampliamente la dosis antievitación de la dosis cataléptica, y por lo tanto son menos propensos a provo- car extrapiramidalismo; por ello se incluyen también en el grupo de los antiesquizofrénicos atípicos. Ahora bien, ninguno de ellos, a excepción de la olanzapina, presenta dosificación de los principales antipsicóticos Dosis (mg) Eliminación Intervalo urinaria Dosis medias terapéutico (%) Inicial diarias (ng/ml) < 6 25-100 (vía oral) 200-800 50-300 25-50 (IM) 2,5-5 5-65 0,2-2 < 3 2,5-5 5-32 5-20 20-50 90-600 20-50 60-120 5-10 8-64 < 1 1-3 9-20 10-20 25-100 100-600 5-10 10-50 6-30 20-80 200-600 ¿450? 10 5-20 70 30-50 200 800-1.600 544 Farmacología humana un perfil de acciones idéntico al de la clozapina y no siem- pre es bien demostrable su capacidad de mejorar sínto- mas negativos. Por este motivo, no está justificado nom- brar el conjunto de estos fármacos como «clozapínicos o del tipo de la clozapina». 1. Clozapina Es una dibenzodiazepina, neuroléptico de amplio es- pectro con una afinidad relativamente débil por los re- ceptores D1 y D2, mayor afinidad por D4, 5-HT2A, a1 y a2-adrenoceptores, muscarínicos y H1. Presenta mayor selectividad de bloqueo mesolímbico que nigroestriado, de forma que apenas afecta la actividad de esta última vía y ni siquiera produce en ella, en administración crónica, el característico aumento de receptores D2. Los estudios de tomografía con emisión de positrones (PET) en la es- pecie humana muestran en general niveles bajos de ocu- pación de receptores D2 si se compara con los neurolép- ticos clásicos, y una elevada ocupación de receptores D1. Ello explica la relación tan favorable en animales entre la dosis antievitación y la dosis cataléptica, claramente indicadora de su escasa o nula capacidad para provocar reacciones extrapiramidales agudas y discinesia tardía. Eleva poco o nada el nivel de prolactina. Su ventaja, sin embargo, alcanza a otros aspectos de la terapéutica de la esquizofrenia: la capacidad de mejorar los síntomas más negativos, los cuadros rebeldes a otros antiesquizofrénicos (mejora el 60 % de los pacientes que no responden a los típicos) y aspectos importantes de la vida ordinaria. Mejora ciertos aspectos cognitivos (flui- dez verbal, recuerdo inmediato y diferido) y otras fun- ciones del lóbulo frontal, pero esta mejoría tarda a veces algunos meses en consolidarse. Los mecanismos se ex- plican en II, 3.2 y 3.3. Su biodisponibilidad es del 50 %, se fija a proteínas plasmáticas en el 95 % y se metaboliza extensamente y con una intensidad muy variada, lo que origina amplias variaciones individuales; la semivida de eliminación os- cila entre 6 y 30 horas (tabla 31-4). Buena parte de las reacciones adversas derivan de su perfil farmacológico. Puede producir molestias gastroin- testinales, taquicardia por bloqueo vagal y, a veces, por la ligera hipotensión, incontinencia/enuresis (16 %) por sobreflujo secundario a la retención vesical. Aunque a ve- ces produce sequedad de boca, es sorprendente la fre- cuencia con que produce hipersalivación y sialorrea por mecanismos no conocidos. Puede favorecer el aumento de peso, pero a veces lo reduce. Ocasionalmente provoca disfunción sexual y menstrual, pero en mucho menor grado que las fenotiazinas ya que no afecta la prolactina. Ocasiona sedación, pero no provoca reacciones extrapi- ramidales ni discinesia tardía. En el 23-34 % produce mo- dificaciones en el EEG, porcentaje superior al de otros antipsicóticos; con dosis altas, el riesgo de provocar cri- sis convulsivas es también superior al de otros neurolép- ticos. La mayor preocupación es la producción de agranulo- citosis, con un riesgo acumulado del 0,7 % en el primer año y del 0,8-0,9 % en el segundo. El 80 % de los casos ocurre en los 3 primeros meses, corriendo el riesgo má- ximo durante el tercer mes; es reversible al suspender la medicación y parece que responde al estimulante de colonias granulocíticas (filgrastim, v. cap. 58). La causa puede ser alérgica y es de difícil previsión. Actualmente se recomienda hacer recuento semanal durante los pri- meros meses y cada mes a partir del primer año; pasados 2 años ya no aparece el cuadro. Se ha descrito también la aparición de eosinofilia y de leucopenia. Conviene empezar la dosificación de forma gradual para mejorar la tolerabilidad. Se inicia con 25-75 mg/día divididos en 2-3 tomas, seguidas de incrementos de 25 a 50 mg/día hasta llegar, en el curso de 2 semanas,a la do- sis de 300-450 mg/día; en ocasiones se ha llegado a los 900 mg/día. 2. Olanzapina Se parece a la clozapina tanto por su estructura química como por su perfil farmacológico (tablas 31-2 y 31-3), aun- que es más potente con elevada afinidad por los recepto- res D2 y D4, 5-HT2A y receptores muscarínicos. Supera al haloperidol en el control de síntomas negativos, con muy escasa actividad extrapiramidal. Su semivida de elimina- ción es de unas 30 horas y las dosis recomendadas son de 5 a 20 mg/día. Puede provocar aumento de peso, se ha descrito al- gún aumento de enzimas hepáticas, pero al parecer no produce agranulocitosis. Si estos datos se confirman, el perfil clínico de la olanzapina tan parecido al de la clo- zapina puede convertirla en uno de los neurolépticos más interesantes. 3. Risperidona Es un derivado benzisoxazol con muy alta afinidad por los receptores D2, superior a D1, pero sobre todo con una aún mayor afinidad por los receptores 5-HT2A. Aunque este hecho suscitó gran interés por pensar que se abría una nueva vía de acción antiesquizofrénica, se desconoce todavía su impacto real. Por el bloqueo D2 incrementa la prolactina en función de la dosis. A diferencia de la clo- zapina no genera Fos en la corteza prefrontal. Sus propiedades farmacocinéticas se resumen en la ta- bla 31-4. Su semivida de eliminación es de 3,6 horas, pero la de su metabolito activo, 9-hidroxirisperidona, alcanza las 20 horas; existen metabolizadores rápidos y lentos. Tanto la risperidona como su metabolito se excretan prin- cipalmente por riñón. La dosis recomendable es de 2- 8 mg/día; a esta dosis, la incidencia de reacciones extra- piramidales es muy baja, claramente inferior a la del ha- loperidol, pero por encima de ella la incidencia aumenta claramente. Puede producir astenia, sedación, problemas de acomodación, mareo ortostático, palpitaciones, taqui- 31. Fármacos antipsicóticos neurolépticos 545 cardia, aumento de peso y disfunción sexual en el varón. Se ha descrito algún caso de hipertermia neuroléptica ma- ligna. En caso de insuficiencia renal y en el anciano dis- minuye el aclaramiento del metabolito activo, por lo que conviene reducir la dosis. 4. Benzamidas sustituidas La sulpirida fue la primera benzamida utilizada en el tratamiento de la esquizofrenia, destacando desde el prin- cipio por su menor incidencia de reacciones extrapirami- dales, como corresponde a su favorable relación entre do- sis antievitación y dosis cataléptica (v. anteriormente). Su afinidad se limita a los receptores D2 y D3. En la clínica humana muestra eficacia antiesquizofrénica con escasa acción sedante o vegetativa, menor incidencia de extra- piramidalismo que los neurolépticos típicos y baja inci- dencia de discinesia tardía. La tiaprida también presenta afinidad D2, pero poca actividad antipsicótica; aplaca la conducta agitada y la hi- peractividad psicomotora. Al igual que la sulpirida, tiene actividad antiemética. Todas ellas se absorben bien por vía oral con biodis- ponibilidad superior al 80 %. La semivida de la sulpirida es de 6-8 horas y de 4 horas la de la tiaprida. Se eliminan por orina en forma activa en proporción variable (10- 40 %). En el caso de la sulpirida, el aclaramiento dismi- nuye en proporción al de la creatinina, por lo que es ne- cesario reducir la dosis entre el 35 y el 70 % según el grado de hipofunción renal. Las dosis iniciales son 300 mg/día y se incrementan paulatinamente pudiendo llegar a los 1.500-2.000 mg/día de sulpirida. La remoxiprida es también un antagonista selectivo de D2 con baja potencia y presenta también afinidad por el receptor s (v. cap. 25) aunque no se conocen las consecuencias que ello pueda tener. Tiene también un índice muy favorable en la relación dosis antievitación/do- sis cataléptica; aumenta el nivel de prolactina en proporción a la do- sis, aunque en menor grado que la sulpirida. Su eficacia clínica es si- milar a la de otros antipsicóticos sin que se pueda demostrar que tiene una especial incidencia sobre síntomas negativos o en casos de resis- tencia a otros fármacos. La tolerabilidad era en general aceptable, pero la aparición de varios casos de anemia aplásica forzó a retirar el producto en varios países (incluida España), aunque aún se mantiene en otros bajo restricción (recuentos semanales durante 6 meses y des- pués cada mes). Otras benzamidas son la racloprida y la amisulprida, con igual se- lectividad por los receptores D2. No presentan especiales ventajas, en su conjunto, sobre otros antipsicóticos. 5. Otros antipsicóticos El sertindol tiene alta afinidad por los receptores 5-HT2A, D2 y a1. Su semivida de eliminación es de unos 3 días. Su eficacia clínica parece similar a la del haloperidol, con menor incidencia de reacciones extra- piramidales. Provoca aumento de peso, reducción del eyaculado en el varón y prolongación QTc en el ECG. La quetiapina es una dibenzotiazepina con una semivida de unas 3 horas aunque la duración de su efecto clínico es mayor por la fijación a los receptores. Presenta también mayor afinidad relativa por 5-HT2A que por D2. Provoca pocas reacciones extrapiramidales y carece de ac- ción anticolinérgica. Puede prolongar el QTc del ECG. 6. Neurolépticos de acción prolongada En su mayoría se forman por esterificación de su grupo hidroxilo con un ácido graso de cadena larga; los ésteres se disuelven después en distintos tipos de aceite vegetal y se administran por vía intramuscular (formas depot). Aunque a nivel mundial se dispone de muchos prepara- dos de acción prolongada, en España se utilizan el deca- noato de zuclopentixol, el decanoato de flufenazina y el palmitato de pipotiazina. La peculiaridad de los ésteres reside en sus caracterís- ticas cinéticas: la velocidad de absorción es más lenta que la de eliminación (tabla 31-5). Las consecuencias de esta propiedad son: a) el tiempo necesario para alcanzar la concentración plasmática estable depende de la cons- tante de absorción y puede tardar días o semanas en con- seguirse; b) la concentración plasmática estable continúa siendo función de la velocidad de eliminación, y c) la larga semivida, sobre todo después de varias dosis, determina que los efectos persistan durante mucho tiempo después de suspendida la medicación; esto tiene importancia para valorar las reacciones adversas. Como los niveles estables son bajos, las formas depot sólo sirven como terapéutica de mantenimiento; nunca se deberá iniciar con ellas un tratamiento. IV. APLICACIONES TERAPÉUTICAS 1. Esquizofrenia La acción beneficiosa de los neurolépticos está fuera de toda duda, si bien su eficacia varía según la naturaleza Tabla 31-5. Características farmacocinéticas de los neurolép- ticos de acción prolongada Dosis (mg) tmáx t1/2 (días) t1/2 (días) e intervalos (días) una dosis varias dosis (semanas) Flufenazina, 0,3-1,5 6-9 14 12,5-100 (1-4) decanoato Flufenazina, 2-3 3-4 12,5-100 (1-4) enantato Flupentixol, 7 8 17 10-50 (2-4) decanoato Fluspirileno 2 7 2-6 (1) Haloperidol, 3-9 21 20-400 (4) decanoato Penfluridol 0,5 2-10 20-200 (1) Perfenazina, 2-3 4-6 25-200 (1-2) enantato Pipotiazina, 50-600 (4) palmitato Pipotiazina, 100-450 (1-20) undecilinato Zuclopentixol, 4-7 19 50-600 (1-4) decanoato 546 Farmacología humana del trastorno, las características del fármaco y la tolera- bilidad del paciente. En principio, todos los neurolépti- cos son igualmente eficaces, pero la respuesta continúa siendo individual. La mejoría se instaura lentamente en el curso de las primeras 6 semanas, al cabo de las cuales se suele conseguir de dos terceras a tres cuartas partes de lo que será el efecto máximo; a continuación, la mejoría continúa durante unos 5-6 meses. En relación con los fármacos, son varios los factores que deben considerarse: la baja o alta potencia, la nece- sidad o no de producir sedación inicialmente, la proba- bilidad de que produzcan reacciones extrapiramidales agudas, o síntomas vegetativos, la necesidad de actuar so- bre síntomas negativos, la resistencia a otros neurolépti-cos previamente administrados. El haloperidol ha sido, con mucho, el neuroléptico más utilizado ya que conjuga su elevada potencia con la escasa sedación o producción de reacciones vegetativas, lo que hace que sea mejor to- lerado por el paciente; tiene el inconveniente de que pro- duce con facilidad reacciones extrapiramidales que de- ben ser tratadas con anticolinérgicos (v. cap. 30) y, en España, no existe una forma depot de haloperidol, lo que hace más complicada la conversión de una forma con- vencional a otra de acción prolongada. Debe tenerse muy en cuenta la disponibilidad de los neurolépticos atípicos que reducen la incidencia de reac- ciones extrapiramidales, aunque se considerarán también sus otras reacciones adversas. Igualmente, la existencia de síntomas negativos o la resistencia o fracaso de res- puesta a los neurolépticos típicos debe dar paso a la uti- lización de la clozapina o la olanzapina. Es preciso distinguir entre el concepto de tranquilización rápida y el de neuroleptización rápida. La tranquilización rápida es el uso de medicación para controlar los síntomas psicomotores de excitación y agitación, potencialmente peligrosos y violentos. Se presentan en pa- cientes con psicosis descompensadas, intoxicación y delirios. La tran- quilización rápida reduce la necesidad de aislamiento y sujeción física, permitiendo que el paciente sea tratado en un entorno poco restric- tivo, pero con ello no se resuelven los síntomas fundamentales del tra- tamiento: las alucinaciones y las ideas delirantes persisten durante semanas. Antiguamente se utilizaban neurolépticos propiamente se- dantes (p. ej., la clorpromazina) o no sedantes (p. ej., el haloperidol) con dosis repetidas en intervalos frecuentes hasta conseguir el control verbal o una ligera sedación. En la actualidad se han restringido las do- sis de neurolépticos porque se ha comprobado que las dosis altas no presentan ventajas sobre las bajas en la tranquilización rápida, siendo, por ejemplo, la dosis diaria máxima recomendable de haloperidol la de 10-15 mg. En cambio, para conseguir una más rápida sedación se aconseja asociar una benzodiazepina (p. ej., lorazepam, 2 mg o más al día). La neuroleptización rápida consiste en la utilización de altas dosis de carga de un antipsicótico durante las primeras semanas de trata- miento (hasta 100 mg/día de haloperidol), en un intento de conseguir una remisión más rápida de la psicosis. Actualmente se considera que este procedimiento ni acelera la remisión psicótica ni consigue que sea más completa; en cambio produce aumento del número y la gravedad de las reacciones adversas, por lo que la neuroleptización rápida está desaconsejada. La velocidad de recuperación no es idéntica para to- dos los síntomas sino que va por fases: primero suele dis- minuir la hiperexcitabilidad o el retraimiento, la hostili- dad, la irritabilidad y la suspicacia; mejora la partici- pación en actividades comunes. Después aumenta la so- ciabilidad y, finalmente, remiten las anomalías de la ideación. Una vez que la sintomatología aguda ha remi- tido por completo, se debe continuar con dosis de man- tenimiento por espacio de 6-12 meses como mínimo (ta- bla 31-4). Este mantenimiento es difícil porque presenta dos aspectos que pueden ser contradictorios. Por una parte está comprobado que es el mejor modo de evitar una recaída y por el otro se desea conseguir la máxima calidad de vida, libre de los inconvenientes de la medica- ción. Encontrar la dosis que equilibre ambos aspectos es todo un reto para el médico. Las dosis de mantenimiento son inferiores a las del tratamiento agudo, pero no deben ser tan bajas que resulten inútiles. Los preparados de acción prolongada adquieren un valor especial, pues soslayan algunos de los inconve- nientes que contribuyen a reducir el cumplimiento del enfermo. Será preciso un primer período de estrecha vi- gilancia para conseguir la dosis equivalente a la que el enfermo estaba tomando a diario por vía oral; para ello debe tenerse en cuenta que por un lado hay que aumen- tarla ya que aumenta el intervalo entre dosis y por el otro hay que reducirla porque disminuye el efecto primer paso hepático. Existen normas de conversión para cada preparado. La monitorización del nivel plasmático ayuda a conse- guir mayor eficacia en la terapéutica antipsicótica, aun- que todavía hay alguna incertidumbre sobre los interva- los más adecuados del nivel. Para la clorpromazina y haloperidol parece que existe una ventana terapéutica, con pérdida de eficacia si los niveles son muy bajos o muy altos. En la tabla 31-4 se indica el intervalo terapéutico del nivel plasmático más aceptado para algunos antipsi- cóticos. 2. Psicosis tóxicas y síndrome postalcohol Son producidas por agentes químicos: anfetaminas, alucinógenos, anticolinérgicos a dosis tóxicas, etc. En ge- neral requieren un fuerte apoyo psicoterápico; los neu- rolépticos son particularmente útiles en el tratamiento de las psicosis anfetamínicas y cocaínicas (v. cap. 33). En las reacciones propias de la retirada del alcohol (as- tenia, ansiedad, temblor, insomnio, cambios de humor y otros síntomas neuropsiquiátricos), los neurolépticos pueden ser útiles. La benzamida tiaprida, a la dosis dia- ria de 300-900 mg en 3 tomas, puede ser particularmente útil por carecer de otros efectos vegetativos y no produ- cir reacciones extrapiramidales. 3. Demencias y estados de agitación En la demencia senil hay una prevalencia de alucina- ciones y pensamiento delirante del orden del 30 %. En el contexto de la demencia, los síntomas psicóticos y la agre- 31. Fármacos antipsicóticos neurolépticos 547 sividad conllevan a veces una grave discapacidad y una fuerte sobrecarga para el personal cuidador. No es fácil va- lorar la eficacia de los antipsicóticos en estas condiciones, si reducen la agitación de forma inespecífica o si suprimen las alucinaciones y el pensamiento delirante. La eficacia de los antipsicóticos es parcial: puede mejorar la agitación en un 50 %, pero otros ancianos se deterioran aún más. Habrá de valorarse la posibilidad de que introduzcan reacciones adversas peligrosas para el anciano (hipoten- sión, acción anticolinérgica y reacciones extrapiramida- les). Pueden ser útiles las benzamidas. En ciertos cuadros terminales, preagónicos o agónicos, que cursan con agitación, con o sin dolor, la aplicación de un neuroléptico por vía parenteral, asociado si es preciso a un opioide, proporciona sosiego y alivio, aunque puede conllevar la desaferentización completa por parte del en- fermo, de la que la familia y el propio enfermo (si ha lu- gar) habrán de ser informados responsablemente. 4. Otras aplicaciones psiquiátricas En los estados de manía y en algunas formas depresi- vas son necesarios los antidepresivos y antimaníacos (v. cap. 32). En la ansiedad, no deben ser utilizados, en prin- cipio, salvo que se trate de casos de extraordinaria dureza o que acompañe cuadros psicóticos. 5. Otras aplicaciones no psiquiátricas Numerosos síndromes extrapiramidales al parecer cursan con hiperactividad dopaminérgica como causa primaria o secundaria: ciertas discinesias, coreas, etc. Su tratamiento se contempla en el capítulo 30. Para las náuseas y los vómitos, véase capítulo 44. Para la neuroleptoanestesia, véase capítulo 28. En la tos se han empleado algunas fenotiazinas, como dimetoxanato, ali- memazina y pipazetato, o tioxantenos, como meprotixol y primitixeno; su eficacia es variada, y puesto que pueden ejercer algunas acciones neurolépticas, es preferible utili- zarlos cuando hayan fallado los antitusígenos más clá- sicos. En la tos rebelde o maligna, la acción del opioide puede ser potenciada con dosis pequeñas de neurolépti- cos, a costa de una mayor depresión respiratoria. En do- lores crónicos se utiliza en ocasiones la levomepromazina, en general asociada a un antidepresivo tricíclico (clorimi- pramina y amitriptilina). En el hipo pertinaz, se utiliza clor- promacina y, si no resulta eficaz, baclofeno (v. cap. 30). BIBLIOGRAFÍA Balant-Gorgia
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