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Complicaciones infecciosas en el Post operatorio de cirugia abdominal

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Complicaciones infecciosas en el 
postoperatorio de cirugía abdominal
Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro pueden reproducirse o transmitirse por nin-
gún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopias, grabación magnética o cualquier almacena-
miento de información y sistema de recuperación, sin el previo permiso escrito del editor.
Foto de la portada: Anaerobios.
Microcolonias de peptostreptococcus anaerobius en el fondo de un tubo de caldo tioglicolato inoculado con una
muestra clínica, después de 24 horas de incubación. En este medio semilíquido los microorganismos anaerobios
estrictos no toleran la presencia de oxígeno de la zona próxima a la superficie y, sin embargo, pueden crecer en
la atmósfera reducida presente en el fondo del tubo, fenómeno que se ilustra en la fotografía.
© Carles Alonso i Tarrés
© 2000 Ediciones Ergon, S.A.
C/ Arboleda 1, 28220 Majadahonda (Madrid)
ISBN: 84-89834-81-4
Depósito Legal: M-7866-2000
Complicaciones infecciosas en el 
postoperatorio de cirugía abdominal
Coordinador de la Monografía
FRANCISCO ALVAREZ LERMA
Servicio de Medicina Intensiva, Profesor Asociado de Medicina. 
Universidad Autónoma de Barcelona, Hospital Universitario del Mar, Barcelona.
CARLES ALONSO I TARRES
Servicio de Microbiología, 
Hospital de la Cruz Roja, Hospitalet de Llobregat (Barcelona).
FRANCISCO ALVAREZ LERMA
Servicio de Medicina Intensiva, Profesor Asociado de Medicina. 
Universidad Autónoma de Barcelona, Hospital Universitario del Mar, Barcelona.
FELIX BROCHE VALLE
Unidad de Infecciones Quirúrgicas, 
Hospital General Gregorio Marañón, Madrid.
MIGUEL CAÍNZOS FERNÁNDEZ
Servicio de Cirugía, Catedrático de Cirugía. 
Universidad de Santiago de Compostela, Complejo Hospitalario Universitario, Santiago de Compostela.
XAVIER GUIRAO GARRIGA
Servicio de Cirugía, 
Hospital de Figueras, Gerona.
PEDRO OLAECHEA ASTIGARRAGA
Servicio de Medicina Intensiva, 
Hospital de Galdakao, Vizcaya.
MERCEDES PALOMAR MARTINEZ
Servicio de Medicina Intensiva, Profesor Asociado de Medicina Preventiva y Toxicología. 
Universidad Autónoma de Barcelona, Hospital Vall d’Hebrón, Barcelona.
Autores
JUAN J SANCHO INSENSER
Servicio de Cirugía, Profesor Asociado Informatica Médica. 
Universidad Autónoma de Barcelona, Hospital del Mar, Barcelona.
ANTONIO SITGES SERRA
Servicio de Cirugía, Profesor Titular de Cirugía. 
Universidad Autónoma de Barcelona, Hospital Universitario del Mar, Barcelona.
JOSE M TELLADO RODRIGUEZ
Unidad de Infecciones Quirúrgicas, Departamento de Cirugía. 
Hospital General Universitario Gregorio Marañón, Madrid.
DANIEL VEGA MENENDEZ
Unidad de Infecciones Quirúrgicas, 
Hospital General Gregorio Marañón, Madrid.
Presentación
F. Alvarez Lerma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .1
1. Epidemiología y etiología quirúrgica de las complicaciones infecciosas 
postoperatorias
J.J. Sancho Insenser . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .3
2. Criterios de ingreso en UCI de pacientes con complicaciones infecciosas en el
postoperatorio de cirugía abdominal 
M. Palomar Martínez, F. Alvarez Lerma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .21
3. Factores que predisponen a la infección de la herida operatoria 
M. Caínzos Fernández . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .33
4. Protocolo de actuación del cirujano ante la sospecha de complicaciones 
infecciosas en el postoperatorio de cirugía abdominal 
A. Sitges Serra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .45
5. Etiología de las complicaciones infecciosas en el post-operatorio de cirugía 
abdominal
C. Alonso i Tarrés . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .57
6. Tratamiento antimicrobiano de las complicaciones infecciosas en el postoperatorio
de cirugía abdominal
F. Alvarez Lerma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .79
Indice
Los pacientes con complicaciones infec-
ciosas, relacionadas directamente con inter-
venciones de cirugía abdominal, han aumen-
tado, en los últimos años, en los Servicios o
Unidades de Cuidados Intensivos (UCI). Exis-
ten numerosas razones que justifican este
incremento de la morbilidad, entre las que
destacan la mayor agresividad y duración de
los procedimientos quirúrgicos, las peores
condiciones de la población que se intervie-
ne (mayor gravedad de las enfermedades de
base y mayor edad de la población asistida)
y la utilización de tratamientos que permiten
mantener la vida en situación límite.
La aparición de infecciones nosocomia-
les, en especial aquellas relacionadas con la
propia intervención quirúrgica, como son las
peritonitis secundarias por dehiscencias de
sutura, perforación de vísceras huecas o isque-
mia intestinal, los abscesos abdominales post-
quirúrgicos y las peritonitis terciarias, se acom-
pañan de una importante respuesta sistémica
(sepsis grave, shock séptico) que se asocia con
incremento de la gravedad, fallo progresivo
de órganos o sistemas y mayor mortalidad.
La complejidad de estos pacientes se
manifiesta en la dificultad de realizar un diag-
nóstico de seguridad de infección abdominal
postquirúrgica. Frecuentemente coexisten en
ellos diferentes motivos que pueden justifi-
car un estado de sepsis (infiltrados radiológi-
cos, infección de heridas, presencia de líqui-
do libre en el peritoneo), los síntomas y sig-
nos de infección abdominal suelen ser poco
evidentes en la fase postoperatoria inmedia-
ta, en especial en pacientes sedados o anal-
gesiados, y la mayoría de procedimientos
diagnósticos que se utilizan tienen una esca-
sa sensibilidad diagnóstica. Todo ello justifi-
ca en ocasiones propuestas terapéuticas muy
diferentes entre los distintos especialistas res-
ponsables de estos pacientes, que son moti-
vo de importantes controversias.
Con intención de aportar soluciones a esta
difícil situación clínica se ha elaborado esta
monografia dirigida a médicos intensivistas
y cirujanos, y en general a todos aquellos
médicos que tengan que tomar decisiones en
el proceso de atención de pacientes inter-
venidos de cirugía abdominal. El objetivo de
la misma es describir detalladamente las dife-
rentes situaciones, que son motivo de con-
troversias, resaltar de forma esquemática los
procedimientos e intervenciones en los que
existen evidencias y proponer líneas de actua-
ción comunes para evitar retrasos en el tra-
tamiento. 
Para elaborar los contenidos de los dife-
rentes capítulos de esta monografía se ha soli-
citado la colaboración de especialistas en
cirugía, medicina intensiva y microbiología,
todos ellos, con gran experiencia en el mane-
Presentación
F. Alvarez Lerma
jo de estas situaciones clínicas ya que com-
parten diariamente la responsabilidad del tra-
tamiento de estos pacientes críticos.
El diseño de la monografía se ha realiza-
do teniendo en cuenta todos aquellos aspec-
tos que contribuyen a tomar decisiones y que
pueden ser motivo de controversias entre los
distintos profesionales. Por ello en cada capí-
tulo se aborda una parte esencial del proce-
so de atención de estos pacientes, profundi-
zando en las situaciones más conflictivas y
aportando evidencias, cuando existen, o las
recomendaciones de expertos o sociedades
científicas. Así se plantean de forma ordena-
da las formas de presentación y la fisiopato-
genia de estas complicaciones, los criterios
de ingreso en UCI cuando se diagnostican
esta infecciones, las etiologías más frecuen-
tes de las distintas formas de presentación de
las complicaciones, la metodología para obte-
ner, trasladar y procesar las muestras en el
laboratorio de microbiología, la actitud del
cirujano tanto en lo que se refiere al proceso
de estudio como a las posibles reinterven-
ciones, el tratamientoantibiótico empírico
más adecuado, los tratamientos no antibióti-
cos complementarios y el impacto que sobre
el costo y la mortalidad tiene la presencia de
estas complicaciones. En definitiva se trata
de profundizar en cada uno de estos aspec-
tos buscando soluciones que permitan tomar
decisiones conjuntas de la manera más pre-
coz y adecuada para los pacientes.
El deseo de todos los autores y de los pro-
motores de esta monografía es aportar ele-
mentos de reflexión para facilitar la toma de
decisiones ante la presencia de complica-
ciones infecciosas postquirúrgicas en pacien-
tes críticos y deseamos que este libro sea del
agrado de los lectores a los que va dirigido y
permita, en el futuro, mejorar la atención de
estos pacientes.
Finalmente se debe reconocer y agrade-
cer a los patrocinadores del Laboratorio Astra-
Zeneca, el apoyo y confianza que han pres-
tado a todos los autores, lo que ha permitido
la elaboración y distribución de la monogra-
fía que tienen en sus manos. 
2 F. Alvarez
ESPECTRO DE LAS COMPLICACIONES
INFECCIOSAS POSTOPERATORIAS
El desarrollo de una infección postopera-
toria ha gravado la cirugía desde sus mismos
orígenes. En el siglo XIX, el reconocimiento
de los conceptos de asepsia (Semmelweis) y
antisepsia (Lister), aportaron las primeras opor-
tunidades para evitar las infecciones que, hasta
ese momento, habían acompañado casi cons-
tantemente a las intervenciones quirúrgicas.
La mejora de los resultados que siguió a la
adopción de una técnica aséptica, por lo
menos tan importante como el desarrollo de
la anestesia, ha contribuido durante los últi-
mos cien años a la aceptación universal del
tratamiento quirúrgico para una amplia varie-
dad de enfermedades. Durante la segunda
mitad de este siglo, la utilización profiláctica
de antibióticos para reducir aún más las com-
plicaciones infecciosas postoperatorias ha per-
mitido grandes avances en gran variedad de
técnicas complejas y el desarrollo de todo tipo
de implantes protésicos. 
A pesar de estos avances, las complica-
ciones infecciosas postoperatorias siguen sien-
do un problema clínico significativo. En
muchos hospitales universitarios, entre el 5%
y el 12% de todos los pacientes intervenidos
sufren una complicación postoperatoria infec-
ciosa. La aparición de estas complicaciones
se asocia a un aumento significativo de la
estancia postoperatoria, sufrimiento para el
paciente y costes. En ocasiones la infección
postoperatoria es mortal(1) (Tabla I). 
En este capítulo se revisan las definiciones
actuales de infección postoperatoria y la cla-
sificación de los procedimientos quirúrgicos
según su riesgo infeccioso. Seguidamente se
expone la epidemiología de los distintos tipos
de complicaciones infecciosas postoperato-
rias, incluyendo no sólo las infecciones del
espacio quirúrgico (surgical-site infections)
como la infección de herida, el absceso pos-
toperatorio o la peritonitis postoperatoria sino
también otras infecciones nosocomiales típi-
cas del postoperatorio (urinarias, respiratorias
o relacionadas con los catéteres intravenosos).
Finalmente, se analizan las etiologías quirúr-
gicas más importantes para cada grupo de
intervenciones quirúrgicas que comparten un
patrón común de complicaciones infecciosas
postoperatorias.
Definición de infección postoperatoria del
espacio quirúrgico
Todos los estudios de infección posto-
peratoria se basan en una definición unifor-
me de lo que constituye una infección del
espacio quirúrgico, formulada en 1992 por
la Surgical Wound Infection Task Force, que
ha sido ampliamente aceptada(2). El térmi-
no infecciones del espacio quirúrgico fue
Capítulo 1
Epidemiología y etiología quirúrgica de
las complicaciones infecciosas
postoperatorias
J.J. Sancho Insenser
escogido específicamente para incluir las
infecciones postoperatorias profundas que
se originan tras la cirugía y que son distintas
de una infección de herida. Se han estable-
cido tres categorías de infecciones del espa-
cio quirúrgico: infecciones superficiales de
la herida, infecciones profundas de la heri-
da e infecciones de órganos o cavidades. En
cada espacio, se define la infección cuan-
do se da cualquiera de las situaciones deta-
lladas en la tabla II. 
La utilización de estos criterios, aunque
lejos de ser perfecta, constituye la base para
los protocolos de control de la infección en
muchos hospitales.
Clasificación del tipo de cirugía según el
grado de contaminación bacteriana
Un gran número de factores contribuye al
desarrollo de infecciones postoperatorias.
Aunque dichos factores son analizados
exhaustivamente en el capítulo 3, los facto-
res dependientes del tipo de intervención se
consignan aquí, pues su comprensión es bási-
ca para el análisis de la epidemiología de la
infección postoperatoria.
La clasificación tradicional de los proce-
dimientos quirúrgicos distingue intervencio-
nes limpias, limpias-contaminadas y conta-
minadas(3). Clasificaciones previas incluían
una cuarta categoría -intervenciones sucias-
que actualmente se considera incluida en la
categoría de contaminadas(4). Las definicio-
nes de cada tipo se detallan en la tabla III, en
4 J.J. Sancho
TABLA I. DEFUNCIONES DIRECTAMENTE CAUSADAS O FAVORECIDAS POR LAS INFECCIONES NOSOCOMIALES
Tipo de infección % de muertes causadas % de muertes favorecidas
directamente por la infección* por la infección
Quirúrgica 0,6% 1,9%
Respiratoria 3,1% 10,1%
Urinaria 0,1% 0,7%
Bacteriemia 4,4% 8,6%
Otras 0,8% 2,5%
Total 0,9% 2,7%
* Del total de defunciones de la población. Modificado de CDC. Public Health Focus: Surveillance,
Prevention and Control of Nosocomial Infections. MMMR 1992.
TABLA II. DEFINICIONES DE INFECCIÓN DEL ESPACIO
QUIRÚRGICO*
1. Presencia de drenaje purulento
2. Drenaje líquido espontáneo a través de la
herida (independientemente de si el cul-
tivo bacteriológico de dicho líquido es
positivo o no lo es)
3. Presencia de signos locales de infección
(infecciones superficiales) 
Presencia de signos radiológicos eviden-
tes de infección (profundas)
4. Identificación de un absceso o cualquier
tipo de infección en una re-exploración
quirúrgica o radiológica invasiva.
5. El diagnóstico de infección por parte del
cirujano encargado del cuidado del
paciente
* La presencia de cualquiera de las cinco con-
diciones listadas basta para declarar la exis-
tencia de una infección postoperatoria del espa-
cio quirúrgico.
la que se incluyen los porcentajes orientati-
vos de infección postoperatoria del espacio
quirúrgico para cada tipo de intervención.
Las tasas de infección de cada tipo de ciru-
gía, aunque imprescindibles para los estudios
de prevalencia de la infección, son sólo indi-
cativas ya que incluyen diversos tipos de inter-
venciones. La valoración de la tasa de infec-
ción postoperatoria concreta de cada sub-
grupo de intervenciones se realiza en la
segunda parte de este capítulo.
Prevalencia de la infección quirúrgica en
nuestro medio
El control de la infección quirúrgica en
nuestro país se ha realizado en los últimos
años gracias al proyecto EPINE(5), estudio plu-
rianual de prevalencia realizado a través de
una encuesta que recogía las infecciones
nosocomiales que se detectaban en cada uno
de los más de 100 centros participantes, en
un momento determinado. Es una fuente que
a pesar de conllevar las limitaciones propias
de los estudios transversales, se ha constitui-
do en una útil herramienta para analizar y
mejorar el índice de infecciones quirúrgicas
en nuestro entorno. Se debe tener en cuenta
que, aunque la mayoría de las infecciones qui-
rúrgicas nosocomiales son complicaciones
postoperatorias, éstas agrupan también infec-
Epidemiología y etiología quirúrgica de las complicaciones infecciosas postoperatorias 5
TABLA III. CLASIFICACIÓN DE LAS INTERVENCIONES QUIRÚRGICAS SEGÚN SU GRADO DE CONTAMINACIÓN
BACTERIANA*
Tipo Definición Ejemplo
(% de infecciones)
Limpia • Herida atraumática Herniorrafia
(1%-5%) • Sin inflamación 
• Sin violación de la técnica aséptica 
• Sin penetración en tracto gastrointestinal,ni respiratorio ni genitourinario 
Limpia-Contaminada • Herida atraumática Colectomía electiva
(5% - 10%) • Sin inflamación
• Violación menor en la técnica aséptica 
• Penetración en el tracto gastrointestinal, 
respiratorio o genitourinario con vertido
mínimo o con descolonización bacteriana 
previa
Contaminada** • Herida traumática Apendicectomía en
(10% - 40%) • Inflamación o supuración apéndice perforado
• Violación mayor de la técnica aséptica 
• Penetración en el tracto gastrointestinal, 
respiratorio o genitourinario con vertido 
importante sin descolonización bacteriana 
previa 
* Adaptado de Drebin J , Mundy L. Surgical Wound Infection. En: Cameron J, ed. Current Surgical
Therapy. St. Louis: Mosby, Inc., 1998:1078-1082.
** Incluye las intervenciones clasificadas como sucias en clasificaciones anteriores. 
ciones nosocomiales quirúrgicas no postope-
ratorias (Fig. 1).
La prevalencia de infección quirúrgica
postoperatoria en cirugía abdominal se man-
tiene esencialmente estable entre 6,7% y el
8,5% en las distintas series publicadas(5). Esta
relativa estabilidad, sin embargo, encubre dos
tendencias opuestas: por una parte dismi-
nuye la prevalencia de infecciones en ciru-
gía limpia y contaminada (especialmente las
infecciones superficiales y profundas de la
herida) al tiempo que aumenta la prevalen-
cia de las infecciones no quirúrgicas como
complicación de las intervenciones.
COMPLICACIONES INFECCIOSAS
POSTOPERATORIAS COMUNES A
TODOS LOS PROCEDIMIENTOS
QUIRÚRGICOS
Infección de la herida operatoria
La infección de la herida operatoria, la ter-
cera en importancia entre las infecciones noso-
comiales, es con mucho la más frecuente de
las «infecciones del espacio quirúrgico». La
infección de la herida operatoria es todavía
común aunque su prevalencia varía amplia-
mente entre centros y especialidades. Aproxi-
madamente un 7% de todas las intervencio-
nes abdominales se complican con una infec-
ción de herida, que puede resultar en invali-
dez, retraso de la cicatrización, deformidades
de la piel y/o pared abdominal y la muerte. La
calidad de vida del paciente, física y psico-
lógica, también se afecta con frecuencia de
manera adversa o se altera para siempre(6).
Desde el año 1993, el EPINE(5) considera
las complicaciones quirúrgicas postoperato-
rias divididas en las tres categorías estanda-
rizadas por el CDC. En este estudio es posi-
ble observar cómo la infección de herida se
mantiene en descenso hasta estabilizarse alre-
dedor de un 4,5% (Fig. 2). La prevalencia total
de infecciones aumenta por la inclusión desde
el año 1993 de las categorías de infección de
órgano o cavidad de acuerdo con la clasifi-
cación en tres categorías de la Surgical
Wound Infection Task Force.
La evolución de la prevalencia de infec-
ción es más útil para comparar la evolución
6 J.J. Sancho
30%
0%
15%
20%
25%
5%
10%
1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997
Urinarias
Quirúrgicas
Respiratorias
Bacteriemias
FIGURA 1. INFECCIONES NOSOCOMIALES EN 74 HOSPITALES ESPAÑOLES. ESTUDIO EPINE.
de un mismo centro o servicio que para com-
parar índices de infección de herida entre cen-
tros. La infección de herida de procedimien-
tos de tipo 1 (limpios) procede del exterior del
paciente, sea de su piel o del entorno del hos-
pital y/o su personal, y se ha tomado tradi-
cionalmente como un indicador de calidad
de la política de control de infecciones de un
Epidemiología y etiología quirúrgica de las complicaciones infecciosas postoperatorias 7
0
1
2
3
4
5
6
7
1990 1991 1992 1993 1997
Po
rc
en
ta
je
 d
e 
in
fe
cc
ió
n
Superficiales
1994 1995 1996
Profundas Organo o espacio
FIGURA 2. EVOLUCIÓN DE LAS INFECCIONES POSTOPERATORIAS DEL ESPACIO QUIRÚRGICO EN 74 HOSPITALES
ESPAÑOLES. ESTUDIO EPINE.
0%
1995
Apendicectomía
Colon
Intestino delgado
Colecistectomía
Vía biliar, hígado y páncreas
Esplenectomía
Laparotomía exploradora
Otros
5% 10% 15% 20% 25%
1996 1997
FIGURA 3. PROCEDIMIENTOS QUIRÚRGICOS E INFECCIÓN POSTOPERATORIA. ESTUDIO EPINE.
centro. Por su parte las infecciones de herida
en las intervenciones de tipos 2 y 3 ( limpia-
contaminada y contaminada) son causadas
usualmente por la flora bacteriana que habi-
ta o contamina las cavidades del paciente, y
aunque suelen ser mucho más graves, se les
ha prestado relativamente poca atención como
marcadores de calidad asistencial y epide-
miológica de un servicio de cirugía.
En cualquier caso, es notable el estanca-
miento relativo que presentan los índices de
prevalencia de infección quirúrgica. Así, es
posible observar cómo las cifras aportadas
hace tres décadas por dos prestigiosas insti-
tuciones en el control de la infección noso-
comial (Tabla IV) no difieren sustancialmen-
te en dos parámetros muy significativos: los
índices de infección de herida limpia y el índi-
ce global de infección de herida. Las catego-
rías intermedias se hallan fuertemente influen-
ciadas por una miríada de factores que hacen
difícil su comparación con tan poco detalle.
Es probable que esta relativa falta de progre-
so en la reducción de los índices de infección
postoperatoria sea debida a tendencias de sig-
nos opuestos pero interdependientes: mejo-
res antimicrobianos para profilaxis y más resis-
tencias por selección de patógenos; mejor téc-
nica quirúrgica y procedimientos más com-
plejos a edades más avanzadas. Asimismo, es
inevitable constatar que el grueso de los avan-
ces se ha realizado en el frente del control de
la infección en la herida limpia, mientras que
la mejor práctica actual de profilaxis antibió-
tica parenteral no ha conseguido reducir sus-
tancialmente la infección de herida contami-
nada en cirugía abdominal en las dos últimas
décadas. Los mejores resultados en reducción
de la infección de herida «no-limpia» depen-
den probablemente de un manejo cuidadoso
e inteligente de la herida (wound-care&mana-
gement). Es posible que en cirugía abdominal
aparezcan alternativas tópicas a la profilaxis
antibiótica parenteral, tal como ocurre en otras
especialidades de especial riesgo (cirugía vas-
cular, cirugía ortopédica y traumatología).
El entorno de la infección de una herida
La infección de una herida operatoria es
el resultado de la interacción de tres compo-
nentes básicos: la contaminación bacteriana
de la herida, la resistencia del huésped y el
estado de la herida, resultado de la técnica
quirúrgica. Las heridas correctamente cerra-
das en pacientes sanos pueden soportar la
contaminación de una sorprendente cantidad
de gérmenes sin desarrollar una infección.
Excepto cuando se deja un drenaje no aspi-
8 J.J. Sancho
TABLA IV. INCIDENCIA DE INFECCIÓN DE LA HERIDA POSTOPERATORIA EN ESTUDIOS REALIZADOS CON 30
AÑOS DE DIFERENCIA
Estudio Número Limpia Limpia- Contaminada Sucia* Global
total de Contaminada
pacientes
Estudio de NAS-NRC 15.613 5,1% 10,8% 16,3% 28,0% 7,4%
(1964)(31)
Estudio del Foothills 62.937 3,5% 7,7% 15,2% 40,0% 6,7%
Hospital (1980)(32)
Estudio EPINE 90-94(5) 72.688 3,2% 5,1% 10,4% 13,2% 7,9%
*Actualmente la categoría «Sucia» se engloba dentro de «Contaminada».
rativo y cerrado, la contaminación de la heri-
da tras el acto quirúrgico ocurre raramente.
Asimismo, en ausencia de material protési-
co, la contaminación hematógena de la heri-
da es muy infrecuente. La mayoría de los
esfuerzos en la prevención se dirigen pues
hacia la reducción de la contaminación pre-
operatoria y peroperatoria.
Fuentes de contaminantes de la herida
Contrariamente a la creencia aún muy
extendida, las partículas de polvo capaces de
transportar bacterias en el quirófano hasta la
herida son raramente la fuente de los pató-
genos que ocasionan las infecciones de heri-
da. La mayoría de los contaminantes de las
heridas provienen del propio paciente, bien
colonizando su piel, habitando el tracto diges-
tivo o infectando los tractos respiratorio, geni-
tal o urinario. Otra vía posible es la transmi-
sión cruzada propiciada por el personal sani-
tario.
La importancia relativa de la contamina-
ción aérea de la heridafue durante décadas
pasadas fuente de una intensa controversia,
que originó la instalación de complejos sis-
temas de aire laminar y la diseminación de
los sistemas de irradiación ultravioleta como
medidas extremas para reducir la infección
dependiente de partículas «flotantes». El efec-
to de dichos sistemas no ha sobrevivido los
rigores de un ensayo, prospectivo y contro-
lado a escala suficiente, como para demos-
trar su utilidad.
Epidemias de infección de herida
La transmisión aérea puede ser importan-
te, sin embargo, en algunas circunstancias
especiales en las que pueden originar epide-
mias de infecciones postoperatorias. Cabe
destacar el papel de la transmisión a partir de
personal sanitario portador de Staphylococ-
cus aureus en lesiones piógenas (típicamen-
te en los dedos o en una folicultis), en el pelo
o en el periné. También un portador nasofa-
ríngeo de estreptococos del Grupo A puede
ser el origen de una epidemia de infecciones
por la misma cepa de gérmenes. Se han des-
crito y analizado profundamente epidemias
de infecciones de herida provenientes de
fuentes del entorno del bloque quirúrgico,
generalmente debidas a bacilos Gram-nega-
tivos (Pseudomonas spp., Klebsiella spp., Ente-
robacter spp., Serratia spp. o Acinetobacter
spp.) que han implicado soluciones desin-
fectantes (como clorhexidina en solución
acuosa), medicamentos, anestésicos locales,
instrumental quirúrgico y equipos de aneste-
sia(7). Los sistemas de ventilación ambiental
y lotes aislados de material protésico se han
visto implicados ocasionalmente en brotes
epidémicos causados por un mismo germen.
Con las políticas de control de infección noso-
comial aplicadas actualmente en la mayo-
ría de los hospitales, dichas epidemias sue-
len ser detectadas y controladas tras una enér-
gica investigación y actuación(8).
Peritonitis postoperatoria y absceso
abdominal postoperatorio
La peritonitis postoperatoria es general-
mente el resultado de un error técnico duran-
te el acto quirúrgico o causado por compli-
caciones relacionadas con la enfermedad que
motivó la intervención inicial. Continúa sien-
do uno de los desafíos más formidables de la
cirugía. Ocurre generalmente durante la pri-
mera semana del postoperatorio y su diag-
nóstico precoz se ve dificultado por el enmas-
caramiento de los signos físicos debidos al
dolor de la incisión y el efecto «encubridor»
del eventual tratamiento con antibióticos de
amplio espectro.
La incidencia de peritonitis varía enor-
memente entre centros y especialidades,
dependiendo de los múltiples factores que se
Epidemiología y etiología quirúrgica de las complicaciones infecciosas postoperatorias 9
exponen en el capítulo 3. Las series publica-
das son difícilmente comparables debido a
la disparidad de los criterios de inclusión. 
La peritonitis postoperatoria tiene una mor-
talidad de entre el 35% y el 80%(9, 10). Se han
propuesto diversas clasificaciones incluyen-
do las basadas en índices de gravedad (el
APACHE II y el índice Manheim de perito-
nitis), etiológicas, patogénicas o evolutivas.
Ninguna de ellas, sin embargo, ha resultado
útil para orientar el curso clínico de las infec-
ciones postoperatorias intraabdominales(11)
aunque se investiga muy activamente utili-
zando análisis multivariantes que incluyan
factores pre y peroperatorios para componer
un sistema de puntuación de gravedad fia-
ble(12). Los predictores clínicos más fiables del
pronóstico de una peritonitis postoperatoria
son el estado preoperatorio (especialmente
el estado nutricional y función hepática), la
efectividad en la eliminación quirúrgica del
foco séptico y su origen, y la respuesta posto-
peratoria inmediata al tratamiento(13). 
Es complejo aislar un único factor técni-
co determinante de la aparición de peritoni-
tis postoperatoria. Sin embargo, en un recien-
te, retrospectivo pero preocupante artículo,
se ha cuestionado fuertemente la utilización
de suturas mecánicas en la reparación de la
continuidad del tubo digestivo del paciente
traumático(14) que parecen ser claramente infe-
riores a la sutura manual en este grupo de
pacientes. Asimismo, al igual que ocurre en
cada una de las sub-especialidades de la ciru-
gía general, el papel del cirujano como fac-
tor de riesgo va siendo documentado, anali-
zado y progresivamente más valorado(15).
Causas de peritonitis postoperatoria
La dehiscencia de sutura es sin duda la
causa más frecuente de una peritonitis posto-
peratoria. La dehiscencia de una sutura puede
atribuirse a dos grandes grupos de causas: las
que agrupan los fallos técnicos en la aplica-
ción del material de sutura y los relativos a
una técnica deficiente en la preparación de
la sutura. Las deficiencias en la aplicación
manual del material de sutura incluyen una
tensión excesiva o insuficiente en los nudos,
la colocación de las suturas demasiado pró-
ximas o separadas o la interposición de teji-
dos que impiden la correcta aposición de los
bordes suturados (serosa, epiplón o mucosa)
y finalmente una técnica inadecuada en la
colocación de los puntos de sutura. El mate-
rial de sutura elegido debe ser apropiado en
calibre y composición al tejido a suturar. Aun-
que muchas de estas variables parecen obviar-
se con la utilización de suturas mecánicas,
que colocan grapas a distancias y presiones
uniformes, el empleo de suturas mecánicas
no constituye en modo alguno la panacea
para evitar las dehiscencias de sutura. Las
suturas mecánicas pueden ocasionar dehis-
cencias de sutura si se escogen grosores de
grapa excesivos o insuficientes, si no se com-
pleta el disparo de la pistola aplicadora de
forma correcta, si se desgarra la anastomosis
con la extracción de la pistola aplicadora o
si se interponen tejidos ajenos a la anasto-
mosis en la línea de sutura. La mayoría de
estas causas ocasionan una dehiscencia de
la sutura desde el mismo momento de su rea-
lización y pueden, y deben, ser prevenidas.
Además de una buena técnica de sutura o
grapado, es conveniente comprobar la estan-
queidad de las anastomosis inmediatamen-
te antes de cerrar la cavidad abdominal. En
algunos casos la inspección simple puede ser
suficiente (como tras una resección ileal y
anastomosis íleo-ileal primaria), mientras que
en otros casos la naturaleza de la anastomo-
sis requiere una técnica más elaborada (como
la inyección de aire o colorante transrectal
para comprobar una anastomosis colo-rectal
baja).
10 J.J. Sancho
Las deficiencias en la preparación de la
sutura juegan un papel determinante en la
aparición de dehiscencias, ya que su efecto
no suele ser comprobable intraoperatoria-
mente. Las causas más frecuentes incluyen la
tensión en la anastomosis, la isquemia de los
bordes anastomosados y la obstrucción post-
anastomótica. La tensión en los bordes de una
sutura anuncia su muy probable dehiscencia
y debe ser evitada siempre en cirugía diges-
tiva. En cada tipo de anastomosis, el ciruja-
no cuenta con maniobras específicas que evi-
tan la realización de una anastomosis tensa
(descenso completo del ángulo esplénico en
las anastomosis colorrectales, anclaje verte-
bral en las esofagogastrostomías cervicales,
etc.). La isquemia de los bordes anastomosa-
dos puede obedecer a una gran cantidad de
causas, pero las más frecuentes son la sutura
sobre tejido ya isquémico (tras resección por
hernia, bridas o isquemia intestinal) y la des-
vascularización de los extremos a anasto-
mosar durante su preparación. La isquemia
local relativa resultante de un bajo gasto car-
díaco durante o inmediatamente tras la rea-
lización de una anastomosis, aunque difícil
de comprobar, se ha identificado como posi-
ble factor etiológico en las anastomosis rea-
lizadas en pacientes hemodinámicamente
inestables en el per y/o postoperatorio(16). La
obstrucción distal a la anastomosis, aunque
sea incompleta, somete la sutura a una dis-
tensión que, en las etapas iniciales de la cica-
trización, puede causar una dehiscencia. La
preparación mecánica incompleta de colon,
la compresión del asa eferente de una gas-
troenteroanastomosiso la incompleta libera-
ción de las adherencias y bridas distales a una
anastomosis íleo-ileal son bien conocidos
como precursores de una dehiscencia anas-
tomótica. 
La mejor técnica y preparación de una
anastomosis no pueden evitar una dehiscen-
cia si la realización de una anastomosis no
está indicada. Los ejemplos más claros son
las anastomosis realizadas en territorio sép-
tico (peritonitis difusa preexistente) o sobre
tumor (bordes invadidos en la pieza reseca-
da) que conllevan un altísimo índice de dehis-
cencias y mortalidad. 
Además de la dehiscencia anastomótica,
otras causas de peritonitis postoperatoria son
las perforaciones no suturadas, las perfora-
ciones postoperatorias, los abscesos residua-
les y los cuerpos extraños intraabdominales.
Las perforaciones intestinales postopera-
torias no suturadas pueden deberse a perfo-
raciones preexistentes no diagnosticadas (heri-
das por arma blanca, proyectiles o politrau-
matismos), a isquemia intestinal no resecada
completamente (por extrangulación hernia-
ria, brida isquemiante o isquemia intestinal)
o por lesión inadvertida del intestino, tanto
en procedimientos de cirugía digestiva como
de vascular, urológica o ginecológica.
Las perforaciones intestinales postopera-
torias más frecuentes son las debidas a ero-
sión del intestino por el material de sutura
de la pared (usualmente puntos «en masa»)
o por prótesis de malla no reabsorbible deja-
da en contacto directo con las asas intesti-
nales. Excepcionalmente, un drenaje poco
flexible dejado durante un tiempo desmesu-
radamente largo puede causar un decúbito
en un asa intestinal y originar una peritoni-
tis postoperatoria.
Los abscesos residuales después de una
peritonitis secundaria tratada quirúrgicamente
son hoy en día muy poco frecuentes sin que
exista otra causa que justifique su desarro-
llo y puedan, por tanto, considerarse como
verdaderos abscesos residuales. 
Infección de las vías urinarias
La mayor frecuencia de infección noso-
comial se presenta en servicios de cirugía. De
Epidemiología y etiología quirúrgica de las complicaciones infecciosas postoperatorias 11
estas infecciones intrahospitalarias, hasta dos
tercios son secundarias a la colocación de
sondas vesicales, instrumentación de la veji-
ga o cirugía de las vías urinarias bajas. Estas
manipulaciones instrumentales disminuyen
las defensas del organismo contra la infec-
ción. De hecho, después de la colocación de
una sonda vesical, de un 1% a un 5% de los
pacientes presentan bacteriuria. Cuando la
sonda se deja de forma permanente, el ries-
go de adquirir una infección aumenta del 5%
al 10% por cada día que permanece coloca-
da la sonda. A pesar de esta frecuencia tan
alta, los pacientes con vías urinarias bajas
normales suelen curar espontáneamente de
la infección cuando se les retira la sonda.
Una investigación con seguimiento tardío a
pacientes que habían llevado una sonda vesi-
cal más de una semana, mostró que sólo un
8% tenían bacteriuria, y menos del 1% pre-
sentaban signos de infección.
Se ha llegado a demostrar que la bacte-
riuria conlleva una mayor mortalidad, aun-
que no se pudo demostrar que la causa de
muerte fuera infección de las vías urinarias o
septicemia. Probablemente la bacteriuria
señalaba el agrupamiento de factores de ries-
go independientes que condicionaron el peor
pronóstico. Se ha estudiado asimismo la inci-
dencia de infección urinaria en los pacientes
críticos según su etiología, resultando los
pacientes postoperados por traumatismo afec-
tados más frecuentemente por infecciones
urinarias (3,36%) que los intervenidos por
cirugía digestiva (1,7%)(17). 
La reducción draconiana de los sonda-
jes vesicales innecesarios (en número y tiem-
po), la implantación estricta de sistemas colec-
tores cerrados y la adopción de alternativas
como la punción suprapúbica o el vaciado
simple de la vejiga en lugar de insertar una
sonda permanente, han demostrado que pue-
den reducir sensiblemente la incidencia de
las infecciones urinarias postoperatorias hasta
reducirlas por debajo del 1%.
Infección de los catéteres intravasculares
La sepsis relacionada con catéter es una
causa significativa de morbilidad y mortalidad
en el postoperatorio de cirugía abdominal. Aun-
que la utilización de catéteres y sistemas de
inserción sofisticados ha reducido su inciden-
cia, el catéter intravenoso es una de las causas
más frecuentes de bacteriemia en el paciente
operado, especialmente si recibe nutrición
parenteral total durante más de una semana
y/o se halla ingresado en una Unidad de Cui-
dados Intensivos. La incidencia de la sepsis por
catéter varía entre 2,1 y 30 por 1.000 días de
cateterización(18). Un tercio de los pacientes
que sufren una sepsis por catéter desarrollan
complicaciones graves a consecuencia de la
misma, incluyendo shock séptico, sepsis man-
tenida, tromboflebitis supurada, abscesos
metastásicos, endocarditis y arteritis. Dichas
complicaciones ocurren más frecuentemente
cuando el agente causal es Candida spp., Pseu-
domonas spp. o S. aureus. El coste económi-
co del tratamiento de cada episodio de sepsis
por catéter supera las 250.000 ptas.
Los gérmenes pueden colonizar el catéter
intravenoso por cuatro vías de distinta impor-
tancia. Los orígenes hematógeno (desde un
foco de infección distante) y endoluminal a
partir de la bolsa de infusión tienen una bají-
sima prevalencia. La vía extraluminal a partir
de la piel del punto de inserción aparece cuan-
do se prodigan cambios de apósito intem-
pestivos o bien se han violado los principios
de técnica aséptica en la inserción del caté-
ter o en su mantenimiento (típicamente la
inserción de catéteres venosos centrales duran-
te el acto quirúrgico, en la vena yugular y su
utilización postoperatoria prolongada). Cuan-
do se evitan dichos errores en la inserción y
cuidado de catéteres venosos centrales, la
12 J.J. Sancho
contaminación intraluminal a través de la
conexión es la vía más frecuente de conta-
minación de los catéteres intravenosos(18,19).
Infección de las vías respiratorias bajas
Las dos etiologías más frecuentes de las
infecciones respiratorias bajas tras cirugía
abdominal son la broncoaspiración y la pro-
gresión de una atelectasia hacia una neu-
monía.
Las atelectasias representan el 90% de
todas las complicaciones pulmonares posto-
peratorias pero, debido a la falta de una defi-
nición clara y a la dificultad de establecer con
firmeza su diagnóstico, la incidencia varía
absurdamente entre el 1% y el 80% en series
de cirugía abdominal(20). En cualquier caso,
es evidente que la incidencia es mayor tras
cirugía abdominal que en cualquier otro tipo
de cirugía no torácica y muy especialmente
si la intervención implica a órganos del com-
partimiento supramesocólico.
Aparte de los factores conocidos de ries-
go para el desarrollo de una atelectasia (hábi-
to tabáquico, enfermedad por limitación cró-
nica del flujo aéreo, obesidad mórbida, etc.)
cabe destacar dos importantes factores etio-
lógicos para el desarrollo de complicaciones
pulmonares postoperatorias tras cirugía abdo-
minal. En primer lugar la hipoalbuminemia
(sAlb<3,5g/dL), con una expansión del com-
partimento líquido extracelular (en ocasiones
propiciada o mantenida por una incorrecta
composición de la nutrición parenteral pre o
postoperatoria), multiplica por tres el riesgo
de sufrir complicaciones pulmonares posto-
peratorias(21). En segundo lugar, los sistemas
de cierre de la pared abdominal que ocasio-
nan una rigidez excesiva para evitar una evis-
ceración postoperatoria pueden, a su vez, oca-
sionar una mayor incidencia de complicacio-
nes sépticas postoperatorias pulmonares(22).
COMPLICACIONES INFECCIOSAS
POSTOPERATORIAS ESPECÍFICAS
Tras cirugía esofágica
Las fugas anastomóticas y la necrosis del
estómago o colon interpuestos tras resección
esofágica son las principales causas de com-
plicaciones infecciosas tras esofagectomía. La
incidencia publicada de fugas anastomóticas
tras esofagectomía y esofagogastrostomía se
detallan en la Tabla V. Las fugasanastomóti-
cas pueden ser el resultado de errores técni-
cos como suturas isquemiantes, hematomas
intramurales, disección excesiva del esófago
proximal o hiato diafragmático excesivamen-
te estrecho para permitir un buen drenaje
venoso. Suelen manifestarse por fiebre, taqui-
Epidemiología y etiología quirúrgica de las complicaciones infecciosas postoperatorias 13
TABLA V. COMPLICACIONES INFECCIOSAS DEBIDAS A FUGA ANASTOMÓTICA TRAS ESOFAGECTOMÍA Y
ESOFAGOGASTROSTOMÍA
Serie Número Fugas Mortalidad
de pacientes nº (%) postoperatoria (%)
Mahoney y Condon(33) 37 9 (24%) 16%
King y cols.(34) 100 9 (9%) 3%
Wolfe y cols.(35) 40 1 (3%) 0%
Humprey(36) 41 0 0%
Ellis(37) 275 12 (4%) 2,2%
Skinner(38) 67 4 (6%) 11%
Parker y cols.(39) 39 15%
cardia y leucocitosis con aumento del volu-
men de drenaje pleural pero no necesaria-
mente por una extravasación de contraste en
el esofagograma postoperatorio. Las fugas anas-
tomóticas suelen deberse a una necrosis de la
línea de sutura del estómago o colon inter-
puesto. El órgano interpuesto debe ser movi-
lizado, desbridado, cerrado y devuelto al abdo-
men. Se debe realizar una gastrostomía y una
esofagostomía cervical y drenarse el tórax y el
mediastino. 
Tras cirugía gástrica
Las dos complicaciones infecciosas más
graves tras cirugía gastroduodenal son debi-
das a dehiscencia de los tres tipos de sutura
más comunes en este área: dehiscencias de
la piloroplastia, del muñón duodenal y de la
gastroenteroanastomosis. La incidencia de
dehiscencia de sutura debe ser baja en este
tipo de cirugía, menor de 2% en muchas
series (Tabla VI). 
Además de las complicaciones infeccio-
sas específicas de la cirugía gastroduodenal,
ésta presenta asimismo una incidencia de
infecciones postoperatorias superior a la
media de la cirugía abdominal, probable-
mente debido al pobre estado nutricional de
los pacientes con neoplasia gástrica y a que
buena parte de las intervenciones por com-
plicaciones de la úlcera duodenal se realizan
como urgencias quirúrgicas. Los pacientes
intervenidos de urgencia por hemorragia
digestiva alta tienen un riesgo de infección
de la herida tres veces superior al de los que
se intervienen del estómago o duodeno por
otras causas (incluida la perforación)(23).
Los dos errores técnicos más fácilmente
prevenibles en relación con la fuga anasto-
mótica del muñón duodenal son las malposi-
ciones del asa eferente (gastroenteronastomosis
supramesocólica, asa eferente demasiado larga
desde el ángulo de Treitz, intususpección del
asa eferente en el estómago por boca anas-
tomótica demasiado amplia) y la gastroente-
roanastomosis construida en forma oblicua
sobre el asa eferente. Ambas actúan aumen-
tando la presión del asa aferente. 
Tras cirugía hepato-bilio-pancreática
Peritonitis biliar
La peritonitis biliar es el resultado de una
fístula biliar interna (bilioperitoneal) más infec-
14 J.J. Sancho
TABLA VI. COMPLICACIONES INFECCIOSAS DEBIDAS A FUGA ANASTOMÓTICA TRAS CIRUGÍA GASTRODUODENAL
Complicación VT y PP* Hemi-gastrectomía
n= 132 n= 122
n (%) n (%)
Fuga anastomótica 0 1 (0,82%)
Fuga muñón duodenal 0 2 (1,6%)
Evisceración 4 (3%) 5 (4,1%)
Absceso intraabdominal 1 (0,75%) 1 (0,82%)
Infección de herida 9 (6,8%) 14 (11,5%)
Atelectasía /Neumonía 13 (9,8%) 13 (10,6%)
Infección urinaria 4 (3%) 0
Otras 13 (9,8%) 28 (23%)
* VT y PP: Vagotomía y piloroplastia.
ción bacteriana. Tras cirugía biliar (abierta o
laparoscópica) las tres causas más frecuentes
son la lesión inadvertida de la vía biliar prin-
cipal, el fallo del muñón del conducto císti-
co y la retirada accidental de un drenaje de
Kehr. Tras las menos frecuentes coledoco-
duodenostomías y resecciones de la vía biliar
principal por neoplasia o estenosis benigna,
una fuga anastomótica de la derivación bilio-
digestiva puede también originar una perito-
nitis biliar. En ocasiones, una litiasis coledo-
cal no detectada actúa bloqueando el paso de
bilis al duodeno y favorece o causa la fístula
biliar interna a partir del muñón cístico o de
los muñones cauterizados de los conductos
colecistohepáticos de Lushka. La mortalidad
asociada a peritonitis biliar está entre el 19%
y el 49%. Afortunadamente esta grave com-
plicación es muy inusual, afectando a menos
del 0,5% de los pacientes sometidos a cole-
cistectomía y al 3% de los pacientes con ciru-
gía sobre la vía biliar principal. Es importan-
te resaltar, sin embargo, que la mortalidad de
las intervenciones complejas sobre la vía biliar
principal (distintas de coledocotomía y dre-
naje de Kehr) realizadas en Urgencias aca-
rrean una mortalidad del 66%, en su mayor
parte por complicaciones sépticas postopera-
torias y/o insuficiencia renal asociada.
La cirugía laparoscópica de la vesícula y
vía biliar conlleva un mayor riesgo de lesio-
nes tanto de la vía biliar principal como de
las zonas vecinas del tubo digestivo (colon
transverso, duodeno, estómago, yeyuno).
Algunos autores sugieren firmemente que el
único sistema para llevar el índice de com-
plicaciones sépticas de la colecistectomía
laparoscópica donde estaba el de la colecis-
tectomía abierta es realizar una colangiogra-
fía peroperatoria de forma rutinaria(24).
El paciente con peritonitis biliar suele estar
gravemente afectado y debe reintervenirse
inmediatamente para eliminar el exudado
bilio-purulento y drenar la fístula. La repa-
ración anatómica definitiva se pospone hasta
la completa recuperación del paciente.
Complicaciones tras
duodenopancreatectomía cefálica
(intervención de Wipple)
Tras duodenopancreatectomía cefálica
(con o sin preservación pilórica) quedan en
el abdomen tres anastomosis susceptibles de
originar una fuga. La más frágil de las anas-
tomosis es sin duda la pancreatoyeyunosto-
mía, especialmente en los casos en los que
se ha realizado la intervención para extirpar
una neoplasia pancreática, en la que la poca
consistencia del tejido pancreático remanente
hace que sea una anastomosis de alto riesgo.
La gastroyeyunostomía (o piloroyeyunosto-
mía) y la coledocoyeyunostomía pueden tam-
bién originar una fuga anastomótica y la fís-
tula, peritonitis o absceso subsecuentes. Se
han propuesto gran cantidad de soluciones
técnicas para obviar la fragilidad de la pan-
creatoyeyunostomía, desde la pancreatec-
tomía total para las neoplasias situadas en la
cabeza del páncreas hasta la pancreatogas-
trostomía o la infundibilización pancreático-
yeyunal. Ninguna de ellas se ha demostrado
claramente superior al resto en un ensayo
controlado, aunque la experiencia inicial con
la pancreaticogastrostomía parece muy pro-
metedora.
Tras cirugía colorrectal
La dehiscencia anastomótica y sus con-
secuencias constituyen la principal compli-
cación prevenible en la cirugía del colon.
Desde el punto de vista clínico se han obser-
vado fugas significativas entre el 3% y el 23%
de los pacientes sometidos a resección del
colon(25). Un tercio a una mitad de los pacien-
tes con fuga en la anastomosis mueren. La
fuga de la anastomosis contribuye de un 25%
Epidemiología y etiología quirúrgica de las complicaciones infecciosas postoperatorias 15
a un 50% de toda la mortalidad quirúrgica
por operaciones colónicas. El principal fac-
tor que contribuye a la fuga anastomótica
es la presencia de peritonitis durante la ope-
ración. Además, cualquier anastomosis extra-
peritoneal tiene más probabilidad de sufrir
una dehiscencia. Otros factores generales,
como la tensión y la isquemia en la línea de
sutura, juegan un papel crucial en las anas-
tomosis cólicas, especialmente en las colo-
rrectales o íleorectales.
Las complicaciones derivadas de la colos-
tomía son una fuente no despreciable de
contaminación de la cavidad peritoneal. La
tensión excesiva del asa en la que se cons-
truye la colostomía es, con mucho, el factor
causal más frecuente. La extranguación de
la colostomía por un orificio parietal dema-
siado estrecho o la isquemia por disección
excesiva del extremo cólico son causas
excepcionales de necrosis de la colostomía.
Cuando una colostomía, terminal o en asa,
se necrosa elresultado es usualmente una
celulitis localizada que frecuentemente acaba
contaminando la laparotomía. Si la necrosis
es extensa y precoz, la colostomía puede
desprenderse de la pared, hundiéndose par-
cial o totalmente en la cavidad peritoneal
y ocasionando una temible peritonitis feca-
loidea.
Fístulas enterocutáneas
A pesar del refinamiento de las técnicas e
instrumentos quirúrgicos, la incidencia de fís-
tulas postoperatorias enterocutáneas no se
reduce de forma significativa. El tratamiento
de las fístulas enterocutáneas incluye tanto
aspectos médicos como quirúrgicos así como
una clara estrategia. 
Clasificación de las fístulas enterocutáneas
Aunque existen varias clasificaciones de
las fístulas enterocutáneas postoperatorias,
una clasificación muy útil ya que incluye
tanto criterios descriptivos como pronósticos
es la que se detalla en la tabla VII(26).
Etiología de las fístulas enterocutáneas
postoperatorias
Las fístulas tras cirugía esofágica se ori-
ginan típicamente en la anastomosis del esó-
fago con estómago, yeyuno o colon tras una
resección esofágica por cáncer. La dehiscen-
cia causa usualmente un catastrófico absce-
so supramesocólico, un empiema o medias-
tinitis que suele requerir una intervención qui-
rúrgica urgente. Si se establece una fístula
enterocutánea, sin embargo, suele ser de bajo
débito. Pueden detectarse fístulas mediante
tránsito baritado después de un mes tras la
anastomosis. Algunas de ellas son tractos cie-
16 J.J. Sancho
TABLA VII. CLASIFICACIÓN COMBINADA DE LAS FÍSTULAS ENTEROCUTÁNEAS EN RELACIÓN CON SU LOCA-
LIZACIÓN, DÉBITO, CIERRE ESPONTÁNEO Y MORTALIDAD(26)
Categoría Cierre espontáneo Mortalidad
Tipo 1 (Estómago, duodeno e intestino delgado) 82% 18%
Tipo 1a (<1000 ml /48 h) 97% 6%
Tipo 1b (>1000 ml /48 h) 54% 32%
Tipo 2 (cualquier origen con dehiscencia completa 
o participación de la pared) 7,1% 60%
Tipo 3 (cólicas) 91,6% 0%
gos sin significado clínico. Las fístulas gas-
tropleurales o gastrobronquiales requieren
siempre reparación quirúrgica(27).
Las fístulas gástricas postoperatorias sue-
len ocurrir tras gastrectomía, siendo un fac-
tor predisponente un muñón gástrico mal irri-
gado en la línea de sutura. Pueden aparecer
fístulas gástricas tras esplenectomía, repara-
ción de una hernia de hiato o cualquier tipo
de vagotomía, producidas por una ligadura
vascular que engloba y necrosa parte de la
pared gástrica. La cirugía bariátrica es asi-
mismo el origen de fístulas gástricas que son
especialmente difíciles de tratar(28).
La etiología más frecuente de las fístulas
duodenales es la dehiscencia del muñón duo-
denal en una reconstrucción tipo Billroth II
de una gastrectomía y, de hecho, constituye
la causa más frecuente de muerte tras gas-
trectomía(29). La dehiscencia duodenal puede
ser resultado de una técnica incorrecta de
sutura o grapado, una gastroyeyunostomía
obstruida, adherencias del asa aferente o un
vólvulo yeyunal parcial. Las fístulas duode-
nales laterales, de peor pronóstico que las de
muñón duodenal, aparecen tras una recons-
trucción tipo Billroth I, cierre de una duo-
denotomía tras cirugía de la papila de Vater
o sutura de una úlcera duodenal.
Las fístulas de origen yeyunal e ileal apa-
recen tras una gran variedad de intervencio-
nes sobre el propio intestino delgado o bien
sobre órganos adyacentes. Aparte de la dehis-
cencia de una anastomosis tras resección
yeyunal o ileal, procedimientos ginecológi-
cos, urológicos o vasculares, así como resec-
ciones cólicas pueden lesionar el intestino
delgado y originar una fístula enterocutánea.
Una causa adicional relativamente frecuen-
te es la erosión de la pared del intestino del-
gado por una malla no reabsorbible dejada
en contacto directo con la pared intestinal
o por suturas de retención «en masa» utili-
zadas en el cierre dificultoso de la pared
abdominal. Estas fístulas (tipo III) suelen com-
plicar una infección de herida muy grave,
destruyendo la pared abdominal por diges-
tión, suelen ser de alto débito y raramente
cierran sin una reparación quirúrgica. 
Las fístulas cólicas suelen ser de débito
bajo, aunque ocasionalmente una fístula cóli-
ca proximal puede causar un débito alto simi-
lar al de una ileal. 
Complicaciones sépticas de las fístulas
enterocutáneas
La causa más frecuente de muerte en un
paciente con fístula enterocutánea postope-
ratoria es la sepsis no controlada. Típica-
mente, el vertido de contenido gastrointesti-
nal en la cavidad peritoneal origina una peri-
tonitis o un absceso. El vertido en la herida
origina una celulitis que puede directamen-
te comprometer la supervivencia del pacien-
te. Por tanto, debe tomarse una actitud agre-
siva en el control y tratamiento de la sepsis
en cuanto se diagnostica la existencia de una
fístula postoperatoria. La obtención de imá-
genes para caracterizar el origen y topogra-
fía de la fístula es un paso primordial para
decidir la estrategia idónea. Se deben obte-
ner cultivos de las colecciones líquidas intra-
abdominales, idealmente por punción per-
cutánea guiada.
En las fases iniciales del tratamiento, es
útil la colocación de un drenaje aspirativo
con succión continua que guíe el efluente de
la fístula fuera de la cavidad peritoneal. En
algunos casos, el drenaje puede colocarse
reabriendo el tracto de un drenaje preexis-
tente o aplicando succión a un drenaje pre-
viamente en decúbito pasivo. Cuando esta
maniobra no es posible o no es suficiente para
drenar el contenido enteral, debe practicar-
se una reintervención urgente que consista
simplemente en una limpieza y drenaje de la
Epidemiología y etiología quirúrgica de las complicaciones infecciosas postoperatorias 17
dehiscencia anastomótica. Esta reinterven-
ción precoz puede ser una maniobra crítica
para salvar la vida del paciente. Cuando la
dehiscencia origina una colección delimita-
da, el drenaje percutáneo, convirtiendo un
absceso en una fístula bien controlada, debe
ser considerado como técnica alternativa a
la relaparotomía, y resulta especialmente útil
en las colecciones peripancreáticas(30).
La fístula enterocutánea bien establecida
no requiere tratamiento antibiótico y, de
hecho, su utilización injustificada puede obs-
curecer el inicio de una complicación sép-
tica. Si la fístula debuta como una compli-
cación séptica, se deben administrar empíri-
camente antibióticos de amplio espectro
cubriendo la flora enterocutánea. La infor-
mación sobre los antibióticos administrados
previamente y el resultado de los cultivos
obtenidos servirán de guía para afinar en el
régimen antibiótico. Una situación típica en
nuestros días la constituye la selección de
cepas multirresistentes de Enterococcus spp.
o Pseudomonas spp. por una combinación
previa de antibióticos que no los cubrían
(p.ej.: cefalosporinas de segunda generación
asociadas a metronidazol o a un aminoglu-
cósido).
Pronóstico
La mortalidad por fístula enterocutánea
postoperatoria se redujo drásticamente con
la introducción de la nutrición parenteral
y los potentes antibióticos de amplio espec-
tro. Aun hoy en día, sin embargo, la morta-
lidad esperable es del 10%-12%. Las cau-
sas más frecuentes son la sepsis no contro-
lable (que suele provocar un fallo multior-
gánico), la insuficiencia renal, la insufi-
ciencia hepática y tras ellos una miscelánea
de accidentes intercurrentes como neumo-
nía por aspiración, embolismo pulmonar o
arritmias cardíacas graves. Un cuidado meti-
culoso en la prevención de estas complica-
ciones puede evitar la mayoría de los desen-
laces fatales.
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20 J.J. Sancho
INTRODUCCIÓN
Los pacientes que desarrollan complica-
ciones infecciosas en el postoperatorio de
intervenciones quirúrgicas abdominales expe-
rimentan un importante aumento de su nivel
de gravedad que obliga en ocasiones a su
ingreso en Servicios de Medicina Intensiva
(UCI). 
En la literatura médica se han identifica-
do numerosos factores de riesgo relaciona-
dos con el propio paciente, con el medio
ambiente o con el acto quirúrgico, que faci-
litan la aparición de infecciones postquirúr-
gicas. Algunas de estas infecciones se locali-
zan en el propio territorio de la cirugía, en
forma de peritonitis secundaria o terciaria,
abscesos localizados o infección de herida
operatoria, mientras que otras afectan a otros
órganos distantes (pulmón, riñón) o se rela-
cionan con colonización de cuerpos extra-
ños introducidos en los pacientes (catéteres,
prótesis, sondas).
La decisión de ingresar a un paciente en
UCI depende de muchos factores entre los
que interviene la localización de la infección,
la repercusión sistémica de la misma (sepsis
grave, shock séptico), la patología de base,
los antecedentes patológicos y la necesidad
de sustitución mecánica de aquellos órganos
o sistemas que han fallado. La indicación de
ingreso depende, en ocasiones, de especia-
listas que no están acostumbrados a manejar
a pacientes críticos, por lo que la detección
del aumento del nivel de gravedad puede
retrasarse.
El retraso en indicar el ingreso en un área
de atención de pacientes críticos significa en
muchos casos aumentar el riesgo de nuevas
complicaciones e incrementar la lesión de
aquellos órganos que están dañados. El pro-
pósito de este capítulo es describir aquellas
situaciones clínicas en las que es necesario
el ingreso en UCI y diseñar una estrategia de
estudio que permita identificar precozmente
a aquellos pacientes que se beneficiarían de
un ingreso precoz en dichas unidades.
CARACTERÍSTICASDE LOS SERVICIOS
DE MEDICINA INTENSIVA
Los Servicios de Medicina Intensiva fue-
ron creados en la mayoría de los hospitales
españoles en la década de los años 1970, con
la finalidad de concentrar recursos técnicos
y humanos, capaces todos ellos de aumentar
la efectividad del tratamiento médico en aque-
llos pacientes de mayor nivel de gravedad.
Los pacientes atendidos en dichas unidades
procedían de todas las especialidades médi-
cas y quirúrgicas y presentaban frecuente-
mente una patología multiorgánica que obli-
gaba a su sustitución mediante aparatos cada
vez mas complejos y sofisticados. En los últi-
Capítulo 2
Criterios de ingreso en UCI de pacientes
con complicaciones infecciosas en el
postoperatorio de cirugía abdominal
M. Palomar Martínez, F. Alvarez Lerma
mos años, un estudio realizado con la finali-
dad de conocer las tasas de infección noso-
comial en pacientes ingresados en UCI espa-
ñolas (ENVIN-UCI) ha permitido conocer la
importancia de los pacientes quirúrgicos entre
la población atendida en dichos servicios
(Tabla I). Entre el 20 y el 27% de los pacien-
tes ingresados en UCI son quirúrgicos pro-
gramados y entre el 9 y el 15% precisaron de
intervenciones urgentes durante su estancia
en la unidad o en el hospital(1).
Estos servicios presentan unas caracte-
rísticas funcionales específicas entre las que
destacan la presencia continua de un médi-
co especialista en medicina intensiva duran-
te todos los días y horas del año, un alto nivel
de recursos de enfermería (una enfermera para
dos camas) y una progresiva tecnificación
tanto de los medios terapéuticos como de los
sistemas de vigilancia y monitorización. El
conocimiento del nivel de gravedad de los
pacientes medido por escalas de gravedad
(APACHE, SAPS)(2,3), así como el cálculo de
las necesidades de cuidados de enfermería
(TISS)(4) permiten la graduación del nivel asis-
tencial y el aprovechamiento máximo de los
recursos disponibles.
En los últimos años se asiste a un progre-
sivo aumento de demanda de camas en los
servicios de medicina intensiva, en la que
intervienen factores tan diversos como la
mayor agresividad terapéutica de especialis-
tas médicos y quirúrgicos, que se traduce en
una progresiva mayor gravedad de los pro-
cesos asistenciales, en la ausencia de límites
de edad para recibir asistencia en dichos ser-
vicios, lo que se acompaña de un incremen-
to anual de la edad media de la población
asistida y, finalmente, en la ausencia de unos
criterios específicos de ingreso o no ingreso
en UCI, que determina la presencia de pacien-
tes con diferentes pronósticos de supervi-
vencia. 
Esta alta demanda de asistencia determi-
na unos elevados índices de ocupación, lo
que en ocasiones impide el ingreso precoz
de pacientes críticos en las áreas de intensi-
vos. Por otra parte, la diversidad de formas
en las que pueden presentarse las compli-
caciones infecciosas en los pacientes post-
quirúrgicos, sumado en ocasiones a la pre-
sencia de un síndrome de respuesta infla-
matoria sistémica originado por la propia
intervención quirúrgica, dificulta algunas
veces su diagnóstico y la valoración del nivel
de gravedad, lo que se traduce en un consi-
derable retraso en indicar el ingreso en UCI.
Sea cual sea el motivo del retraso en ini-
ciar un tratamiento intensivo las conse-
cuencias del mismo son importantes ya que
los pacientes evolucionan hacia un mayor
nivel de gravedad, con mayor número de
complicaciones, lo que en definitiva se aso-
cia con una menor probabilidad de super-
vivencia(5,6).
Dado que las posibilidades asistenciales
en unidades de pacientes críticos son limita-
das y que existen evidencias que demuestran
22 M. Palomar, F. Alvarez
TABLA I. EVOLUCIÓN DE PACIENTES DE CIRUGÍA PROGRAMADA Y CIRUGÍA URGENTE EN UCI
Año 1994 1995 1996 1997 1998
Pacientes (n) 1.884 1.794 7.151 2.393 3.909
Cirugía programada (%) 27,1 24,5 21,7 20,8 21,7
Cirugía urgente (%) 9,1 9,9 14,5 14,0 14,2
que un ingreso precoz de aquellos que nece-
sitan UCI se asocia con una mayor posibili-
dad de supervivencia, es necesario estable-
cer unos criterios de ingreso en dichos servi-
cios que faciliten la selección de aquellos
pacientes que se pueden beneficiar de dichos
tratamientos. Esto es especialmente impor-
tante en los pacientes que presentan com-
plicaciones infecciosas en el postoperatorio
de cirugía abdominal.
CRITERIOS GENERALES DE INGRESO EN
UCI
En la literatura médica existen escasas refe-
rencias a los criterios que deben seguirse para
ingresar un paciente en una UCI. No existe
ningún estudio contrastado y las recomen-
daciones que se han realizado se basan en su
mayoría en opiniones de expertos avaladas
por sociedades científicas.
En 1988, el American College of Critical
Care Medicine (ACCM) y la Society of Criti-
cal Care Medicine publicaron unas normas
para ingreso y alta de unidades de cuidados
Criterios de ingreso en UCI de pacientes con complicaciones infecciosas en el postoperatorio ... 23
TABLA II. CRITERIOS DE INGRESO EN UCI. ACCCM(7)
Pacientes con prioridad 1. Necesidad de tratamiento intensivo
• Pacientes inestables
• Necesidad de tratamiento intensivo
- Ventilación mecánica
- Perfusión continua de drogas vasoactivas
- Depuración extra-renal
• Ningún límite en al duración de los tratamientos
Pacientes con prioridad 2. Necesidad de vigilancia intensiva
• Pacientes estables
• Necesidad de montorización intensiva
- Catéteres en arteria
- ECG
• Pueden necesitar tratamiento intensivo urgente
• Ningún límite en la duración de los tratamientos
Pacientes con prioridad 3. Pacientes terminales con un mal pronóstico
• Pacientes inestables
• Estado de salud previo limitado, con enfermedad aguda, con escasas posibilidades de 
supervivencia y/o beneficio del tratamiento intensivo
• Pueden precisar de tratamiento intensivo para superar la enfermedad aguda
TABLA III. CRITERIOS DE EXCLUSIÓN. ACCCM(7)
• Pacientes con muerte cerebral confir-
mada
- Excepto potenciales donantes de órga-
nos
• Rechazo de medidas agresivas de trata-
miento
- Pacientes competentes
• Pacientes en estado vegetativo perma-
nente
• Pacientes estables en los que las proba-
bilidades de requerir tratamiento inten-
sivo son muy bajas
intensivos(7). Estas normas clasifican a los
pacientes en tres grupos: a) inestables, b) esta-
bles pero con alto riesgo de deterioro súbito
y c) inestables con escasas posibilidades de
supervivencia por la enfermedad de base y/o
beneficio del tratamiento intensivo. Estas tres
categorías se asocian con una prioridad decre-
ciente de ingreso en UCI basada en el poten-
cial beneficio del tratamiento intensivo y en
la predicción de resultados. En la tabla II se
incluyen los tres niveles de prioridad y la dura-
ción propuesta para el tratamiento intensivo
y en la tabla III los criterios de exclusión.
Estos criterios, que son generales, resul-
tan difíciles de aplicar en la práctica clínica
ya que en muchas ocasiones desconocemos
las posibilidades de supervivencia de las
enfermedades basales de los pacientes, así
como la calidad de la vida previa de los mis-
mos. A los pacientes quirúrgicos con com-
24 M. Palomar, F. Alvarez
TABLA IV. CLASIFICACIÓN DE LA SEVERIDAD DE LAS ENFERMEDADES DE INGRESO EN UCI (CDC)
Nivel A de severidad
• Pacientes postquirúrgicos que requieren observación rutinaria postoperatoria, pero 
no cuidados intensivos de médicos y/o enfermeras
- Postoperatorios de cirugía abdominal sin complicaciones
• Estancias menores de 48 horas
• Posibilidad de ser atendidos en recovering rooms
Nivel B de severidad
• Pacientes médicos estables que requieren vigilancia continua profiláctica, pero no 
cuidados intensivos de médicos y/o enfermeras
- Infarto agudo de miocardio no complicado
- Intoxicación por drogas (dosis teóricamente letales)
- Meningitis sin transtorno de consciencia
Nivel C de severidad
• Pacientes estables que requieren cuidados intensivos de médicos y/o enfermeras
- Coma de cualquier origen
- Insuficiencia renal aguda. Depuración extra-renal
- Insuficiencia respiratoria.BPAP
- Neumonía comunidad. EPOC descompensado
Nivel D de severidad
• Pacientes inestables que requieren cuidados intensivos de médicos y/o enfermeras y 
necesitan de frecuentes valoraciones y ajustes de tratamiento
- Arritmias cardiacas
- Cetoacidosis diabética sin coma
- Inestabilidad hemodinámica
- Insuficiencia respiratoria. Ventilación mecánica
Nivel E de severidad
• Pacientes inestables que requieren cuidados intensivos de médicos y/o enfermeras y 
necesitan de frecuentes valoraciones y ajustes de tratamiento
- Coma progresivo
• Shock (tensión sistólica < 90 mm Hg durante más de tres horas o necesidad de terapia 
con drogas vasoactivas)
• Resucitación cardiopulmonar
plicaciones infecciosas les corresponde una
prioridad de ingreso 1 en la mayoría de los
casos, ya que son pacientes con complica-
ciones infecciosas subsanables con un tra-
tamiento quirúrgico y médico adecuados.
El Centers for Disease Control (CDC) rea-
liza desde hace años un estudio de vigilan-
cia de infecciones nosocomiales, National
Nosocomial Infections Surveillance System
(NNIS) en el que incluye a pacientes ingre-
sados en UCI, clasificándolos en cinco nive-
les de severidad (Tabla IV), atendiendo a los
motivos de ingreso de los pacientes en
dichas unidades(8). Aunque esta clasificación
no ayuda a tomar decisiones respecto al
ingreso de los pacientes en UCI, su aplica-
ción en una población de pacientes per-
mite diferenciar los distintos niveles de seve-
ridad con los que se ingresan pacientes en
dicho servicio. En la figura 1 se incluyen los
pacientes ingresados en 51 UCI españolas
en el año 1996 durante un periodo de tres
meses y su clasificación atendiendo al moti-
vo de ingreso.
El Grupo de Trabajo de Enfermedades
Infecciosas de la SEMICYUC en colaboración
con la Sociedad Española de Enfermedades
Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC)
han elaborado unas indicaciones para el
ingreso en UCI de pacientes adultos con infec-
ciones graves(9). En la presentación del docu-
mento se resalta que las recomendaciones
son realizadas por expertos de ambas socie-
dades científicas, y que no son el resultado
de «reuniones de consenso», organizadas por
las sociedades a las que pertenecen. Las indi-
caciones que se proponen se clasifican aten-
diendo a criterios de calidad de la evidencia
para la práctica clínica, dentro del menor
nivel de evidencia(10), ya que no existe en la
literatura ningún estudio que valore de forma
contrastada los criterios de ingreso en UCI
que se recomiendan. En el documento se
incluyen seis situaciones clínicas relaciona-
das de forma directa o indirecta con proce-
sos infecciosos, entre los que se incluyen las
neumonías, la sepsis con repercusión hemo-
dinámica, y los pacientes con VIH, pero no
Criterios de ingreso en UCI de pacientes con complicaciones infecciosas en el postoperatorio ... 25
0
5
10
15
20
25
30
35
40
A B C D E
11,3
6,5
23
39,1
20,1%
7.151 pacientes
FIGURA 1. DISTRIBUCIÓN DE LOS NIVELES DE SEVERIDAD DE 7.151 PACIENTES INGRESADOS EN UCI (ENVIN-
UCI, 1996).
se incluyen de forma específica los criterios
de ingreso de pacientes con infecciones abdo-
minales postquirúrgicas.
Trabajar en un sistema de gravedad que
pueda predecir la necesidad de ingreso posto-
peratorio en UCI, es una de las recomenda-
ciones de investigación en el futuro del Ame-
rican College of Chest Physicians, tras la con-
ferencia de evaluación y manejo perioperato-
rio realizada en 1998(11).
FORMAS DE PRESENTACIÓN DE LAS
INFECCIONES EN PACIENTES
POSTQUIRÚRGICOS
Las infecciones que pueden desarrollarse
en los pacientes intervenidos de cirugía abdo-
minal pueden clasificarse atendiendo a dife-
rentes parámetros, entre los que destacan la
localización, la respuesta sistémica a la infec-
ción y la presencia de fracaso de órganos o
sistemas.
Localización
Las localizaciones más frecuentes y gra-
ves son las infecciones profundas en la zona
operatoria (peritonitis y abscesos) y las respi-
ratorias. Estas infecciones se acompañan de
alteraciones funcionales que obligan a trata-
mientos específicos y son con frecuencia cau-
sas de ingreso en las UCI. Esto es especial-
mente importante cuando la complicación
infecciosa precisa de una nueva intervención
quirúrgica, ya que la gravedad alcanza su
grado máximo durante el acto operatorio.
Otras infecciones, como las urinarias y las
relacionadas con catéteres vasculares, se rela-
cionan con diversas instrumentaciones que
alteran las defensas cutáneo-mucosas, facili-
tando la colonización y posterior infección.
Generalmente responden a la retirada de la
sonda urinaria o del catéter vascular y a la
administración de los antibióticos más ade-
cuados en cada caso. 
Respuesta sistémica frente a la infección
El organismo reacciona frente a las bac-
terias y hongos responsables de las infeccio-
nes nosocomiales de forma muy diferente
dependiendo de la capacidad inmunitaria del
paciente, del tamaño del inóculo, de la viru-
lencia de los patógenos y de la liberación de
toxinas. Recientemente se ha clasificado la
respuesta sistémica en tres categorías: sepsis,
sepsis grave y shock séptico(12), a las que les
corresponde un diferente nivel de gravedad.
Los pacientes que en la fase posterior a la
cirugía abdominal presenten signos clínicos
de sepsis grave o de shock séptico deben ser
valorados con urgencia, con el fin de iden-
tificar el foco de infección, iniciar un trata-
miento intensivo y monitorizar una serie de
parámetros funcionales básicos (Tabla V).
Presencia de fracaso de órganos o sistemas
La respuesta frente a la infección abdo-
minal postquirúrgica puede afectar de forma
predominante a aquellos órganos previamente
alterados como ocurre con el pulmón en
pacientes con antecedentes de patología res-
piratoria crónica, el corazón en pacientes con
insuficiencia cardiaca o isquemia miocárdi-
ca, el riñón en casos de insuficiencia renal
previa. Sin embargo la persistencia de un foco
séptico no drenado o tratado con antibióti-
cos inadecuados(13) conduce de forma pro-
gresiva a un síndrome de disfunción mul-
tiorgánica (SDMO), difícil de solucionar a
pesar de la aplicación posterior de la más
moderna tecnología.
Existen numerosas evidencias que demues-
tran que la sepsis persistente tras procedi-
mientos quirúrgicos abdominales es una causa
común de SDMO. El pronóstico de los pacien-
tes con sepsis intraabdominal es malo cuan-
do ya se ha desarrollado el SDMO(14,15). Las
medidas de soporte hemodinámico, respira-
torio, nutricional y el tratamiento antibiótico
26 M. Palomar, F. Alvarez
prolongan la supervivencia de estos enfermos,
pero el factor determinante en su evolución
es la resolución quirúrgica del foco séptico(14,16-
18). El ingreso en UCI no debe ser nunca una
excusa para retrasar la intervención quirúrgi-
ca, como ha ocurrido en ocasiones debido a
la mejoría inicial de los pacientes.
CRITERIOS ESPECÍFICOS DE INGRESO EN
UCI DE PACIENTES CON
COMPLICACIONES INFECCIOSAS EN EL
POSTOPERATORIO DE CIRUGÍA
ABDOMINAL
Las complicaciones infecciosas en el post-
operatorio de cirugía abdominal raramente
producen sintomatología en las primeras 48
horas tras la primera intervención, excepto
cuando están presentes necrosis o perfora-
ción intestinal, o si se desarrolla infección por
Clostridium perfringens o Streptococcus pyo-
genes. La gangrena gaseosa y la fascitis necro-
tizante son procesos muy severos y entre los
signos que sugieren su presencia se encuen-
tran la aparición de leucopenia, plaquetope-
nia, hemólisis, y la afectación renal y hepá-
tica no explicable por otras causas. 
La sepsis abdominal, secundaria a absce-
sos, fístulas intestinales o peritonitis difusa,
puede diagnosticarse tardíamente ya que los
síntomas de abdomen agudo pueden estar
enmascarados en pacientes que reciben seda-
ción o analgesia y en aquellos en que coe-
xisten otros focos de infección. Sin embargo,
debe sospecharse la existencia de complica-
Criterios de ingreso en UCI de pacientes con complicaciones infecciosas en el postoperatorio ... 27
TABLA V.

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