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Complicaciones infecciosas en el postoperatorio de cirugía abdominal Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro pueden reproducirse o transmitirse por nin- gún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopias, grabación magnética o cualquier almacena- miento de información y sistema de recuperación, sin el previo permiso escrito del editor. Foto de la portada: Anaerobios. Microcolonias de peptostreptococcus anaerobius en el fondo de un tubo de caldo tioglicolato inoculado con una muestra clínica, después de 24 horas de incubación. En este medio semilíquido los microorganismos anaerobios estrictos no toleran la presencia de oxígeno de la zona próxima a la superficie y, sin embargo, pueden crecer en la atmósfera reducida presente en el fondo del tubo, fenómeno que se ilustra en la fotografía. © Carles Alonso i Tarrés © 2000 Ediciones Ergon, S.A. C/ Arboleda 1, 28220 Majadahonda (Madrid) ISBN: 84-89834-81-4 Depósito Legal: M-7866-2000 Complicaciones infecciosas en el postoperatorio de cirugía abdominal Coordinador de la Monografía FRANCISCO ALVAREZ LERMA Servicio de Medicina Intensiva, Profesor Asociado de Medicina. Universidad Autónoma de Barcelona, Hospital Universitario del Mar, Barcelona. CARLES ALONSO I TARRES Servicio de Microbiología, Hospital de la Cruz Roja, Hospitalet de Llobregat (Barcelona). FRANCISCO ALVAREZ LERMA Servicio de Medicina Intensiva, Profesor Asociado de Medicina. Universidad Autónoma de Barcelona, Hospital Universitario del Mar, Barcelona. FELIX BROCHE VALLE Unidad de Infecciones Quirúrgicas, Hospital General Gregorio Marañón, Madrid. MIGUEL CAÍNZOS FERNÁNDEZ Servicio de Cirugía, Catedrático de Cirugía. Universidad de Santiago de Compostela, Complejo Hospitalario Universitario, Santiago de Compostela. XAVIER GUIRAO GARRIGA Servicio de Cirugía, Hospital de Figueras, Gerona. PEDRO OLAECHEA ASTIGARRAGA Servicio de Medicina Intensiva, Hospital de Galdakao, Vizcaya. MERCEDES PALOMAR MARTINEZ Servicio de Medicina Intensiva, Profesor Asociado de Medicina Preventiva y Toxicología. Universidad Autónoma de Barcelona, Hospital Vall d’Hebrón, Barcelona. Autores JUAN J SANCHO INSENSER Servicio de Cirugía, Profesor Asociado Informatica Médica. Universidad Autónoma de Barcelona, Hospital del Mar, Barcelona. ANTONIO SITGES SERRA Servicio de Cirugía, Profesor Titular de Cirugía. Universidad Autónoma de Barcelona, Hospital Universitario del Mar, Barcelona. JOSE M TELLADO RODRIGUEZ Unidad de Infecciones Quirúrgicas, Departamento de Cirugía. Hospital General Universitario Gregorio Marañón, Madrid. DANIEL VEGA MENENDEZ Unidad de Infecciones Quirúrgicas, Hospital General Gregorio Marañón, Madrid. Presentación F. Alvarez Lerma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .1 1. Epidemiología y etiología quirúrgica de las complicaciones infecciosas postoperatorias J.J. Sancho Insenser . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .3 2. Criterios de ingreso en UCI de pacientes con complicaciones infecciosas en el postoperatorio de cirugía abdominal M. Palomar Martínez, F. Alvarez Lerma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .21 3. Factores que predisponen a la infección de la herida operatoria M. Caínzos Fernández . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .33 4. Protocolo de actuación del cirujano ante la sospecha de complicaciones infecciosas en el postoperatorio de cirugía abdominal A. Sitges Serra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .45 5. Etiología de las complicaciones infecciosas en el post-operatorio de cirugía abdominal C. Alonso i Tarrés . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .57 6. Tratamiento antimicrobiano de las complicaciones infecciosas en el postoperatorio de cirugía abdominal F. Alvarez Lerma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .79 Indice Los pacientes con complicaciones infec- ciosas, relacionadas directamente con inter- venciones de cirugía abdominal, han aumen- tado, en los últimos años, en los Servicios o Unidades de Cuidados Intensivos (UCI). Exis- ten numerosas razones que justifican este incremento de la morbilidad, entre las que destacan la mayor agresividad y duración de los procedimientos quirúrgicos, las peores condiciones de la población que se intervie- ne (mayor gravedad de las enfermedades de base y mayor edad de la población asistida) y la utilización de tratamientos que permiten mantener la vida en situación límite. La aparición de infecciones nosocomia- les, en especial aquellas relacionadas con la propia intervención quirúrgica, como son las peritonitis secundarias por dehiscencias de sutura, perforación de vísceras huecas o isque- mia intestinal, los abscesos abdominales post- quirúrgicos y las peritonitis terciarias, se acom- pañan de una importante respuesta sistémica (sepsis grave, shock séptico) que se asocia con incremento de la gravedad, fallo progresivo de órganos o sistemas y mayor mortalidad. La complejidad de estos pacientes se manifiesta en la dificultad de realizar un diag- nóstico de seguridad de infección abdominal postquirúrgica. Frecuentemente coexisten en ellos diferentes motivos que pueden justifi- car un estado de sepsis (infiltrados radiológi- cos, infección de heridas, presencia de líqui- do libre en el peritoneo), los síntomas y sig- nos de infección abdominal suelen ser poco evidentes en la fase postoperatoria inmedia- ta, en especial en pacientes sedados o anal- gesiados, y la mayoría de procedimientos diagnósticos que se utilizan tienen una esca- sa sensibilidad diagnóstica. Todo ello justifi- ca en ocasiones propuestas terapéuticas muy diferentes entre los distintos especialistas res- ponsables de estos pacientes, que son moti- vo de importantes controversias. Con intención de aportar soluciones a esta difícil situación clínica se ha elaborado esta monografia dirigida a médicos intensivistas y cirujanos, y en general a todos aquellos médicos que tengan que tomar decisiones en el proceso de atención de pacientes inter- venidos de cirugía abdominal. El objetivo de la misma es describir detalladamente las dife- rentes situaciones, que son motivo de con- troversias, resaltar de forma esquemática los procedimientos e intervenciones en los que existen evidencias y proponer líneas de actua- ción comunes para evitar retrasos en el tra- tamiento. Para elaborar los contenidos de los dife- rentes capítulos de esta monografía se ha soli- citado la colaboración de especialistas en cirugía, medicina intensiva y microbiología, todos ellos, con gran experiencia en el mane- Presentación F. Alvarez Lerma jo de estas situaciones clínicas ya que com- parten diariamente la responsabilidad del tra- tamiento de estos pacientes críticos. El diseño de la monografía se ha realiza- do teniendo en cuenta todos aquellos aspec- tos que contribuyen a tomar decisiones y que pueden ser motivo de controversias entre los distintos profesionales. Por ello en cada capí- tulo se aborda una parte esencial del proce- so de atención de estos pacientes, profundi- zando en las situaciones más conflictivas y aportando evidencias, cuando existen, o las recomendaciones de expertos o sociedades científicas. Así se plantean de forma ordena- da las formas de presentación y la fisiopato- genia de estas complicaciones, los criterios de ingreso en UCI cuando se diagnostican esta infecciones, las etiologías más frecuen- tes de las distintas formas de presentación de las complicaciones, la metodología para obte- ner, trasladar y procesar las muestras en el laboratorio de microbiología, la actitud del cirujano tanto en lo que se refiere al proceso de estudio como a las posibles reinterven- ciones, el tratamientoantibiótico empírico más adecuado, los tratamientos no antibióti- cos complementarios y el impacto que sobre el costo y la mortalidad tiene la presencia de estas complicaciones. En definitiva se trata de profundizar en cada uno de estos aspec- tos buscando soluciones que permitan tomar decisiones conjuntas de la manera más pre- coz y adecuada para los pacientes. El deseo de todos los autores y de los pro- motores de esta monografía es aportar ele- mentos de reflexión para facilitar la toma de decisiones ante la presencia de complica- ciones infecciosas postquirúrgicas en pacien- tes críticos y deseamos que este libro sea del agrado de los lectores a los que va dirigido y permita, en el futuro, mejorar la atención de estos pacientes. Finalmente se debe reconocer y agrade- cer a los patrocinadores del Laboratorio Astra- Zeneca, el apoyo y confianza que han pres- tado a todos los autores, lo que ha permitido la elaboración y distribución de la monogra- fía que tienen en sus manos. 2 F. Alvarez ESPECTRO DE LAS COMPLICACIONES INFECCIOSAS POSTOPERATORIAS El desarrollo de una infección postopera- toria ha gravado la cirugía desde sus mismos orígenes. En el siglo XIX, el reconocimiento de los conceptos de asepsia (Semmelweis) y antisepsia (Lister), aportaron las primeras opor- tunidades para evitar las infecciones que, hasta ese momento, habían acompañado casi cons- tantemente a las intervenciones quirúrgicas. La mejora de los resultados que siguió a la adopción de una técnica aséptica, por lo menos tan importante como el desarrollo de la anestesia, ha contribuido durante los últi- mos cien años a la aceptación universal del tratamiento quirúrgico para una amplia varie- dad de enfermedades. Durante la segunda mitad de este siglo, la utilización profiláctica de antibióticos para reducir aún más las com- plicaciones infecciosas postoperatorias ha per- mitido grandes avances en gran variedad de técnicas complejas y el desarrollo de todo tipo de implantes protésicos. A pesar de estos avances, las complica- ciones infecciosas postoperatorias siguen sien- do un problema clínico significativo. En muchos hospitales universitarios, entre el 5% y el 12% de todos los pacientes intervenidos sufren una complicación postoperatoria infec- ciosa. La aparición de estas complicaciones se asocia a un aumento significativo de la estancia postoperatoria, sufrimiento para el paciente y costes. En ocasiones la infección postoperatoria es mortal(1) (Tabla I). En este capítulo se revisan las definiciones actuales de infección postoperatoria y la cla- sificación de los procedimientos quirúrgicos según su riesgo infeccioso. Seguidamente se expone la epidemiología de los distintos tipos de complicaciones infecciosas postoperato- rias, incluyendo no sólo las infecciones del espacio quirúrgico (surgical-site infections) como la infección de herida, el absceso pos- toperatorio o la peritonitis postoperatoria sino también otras infecciones nosocomiales típi- cas del postoperatorio (urinarias, respiratorias o relacionadas con los catéteres intravenosos). Finalmente, se analizan las etiologías quirúr- gicas más importantes para cada grupo de intervenciones quirúrgicas que comparten un patrón común de complicaciones infecciosas postoperatorias. Definición de infección postoperatoria del espacio quirúrgico Todos los estudios de infección posto- peratoria se basan en una definición unifor- me de lo que constituye una infección del espacio quirúrgico, formulada en 1992 por la Surgical Wound Infection Task Force, que ha sido ampliamente aceptada(2). El térmi- no infecciones del espacio quirúrgico fue Capítulo 1 Epidemiología y etiología quirúrgica de las complicaciones infecciosas postoperatorias J.J. Sancho Insenser escogido específicamente para incluir las infecciones postoperatorias profundas que se originan tras la cirugía y que son distintas de una infección de herida. Se han estable- cido tres categorías de infecciones del espa- cio quirúrgico: infecciones superficiales de la herida, infecciones profundas de la heri- da e infecciones de órganos o cavidades. En cada espacio, se define la infección cuan- do se da cualquiera de las situaciones deta- lladas en la tabla II. La utilización de estos criterios, aunque lejos de ser perfecta, constituye la base para los protocolos de control de la infección en muchos hospitales. Clasificación del tipo de cirugía según el grado de contaminación bacteriana Un gran número de factores contribuye al desarrollo de infecciones postoperatorias. Aunque dichos factores son analizados exhaustivamente en el capítulo 3, los facto- res dependientes del tipo de intervención se consignan aquí, pues su comprensión es bási- ca para el análisis de la epidemiología de la infección postoperatoria. La clasificación tradicional de los proce- dimientos quirúrgicos distingue intervencio- nes limpias, limpias-contaminadas y conta- minadas(3). Clasificaciones previas incluían una cuarta categoría -intervenciones sucias- que actualmente se considera incluida en la categoría de contaminadas(4). Las definicio- nes de cada tipo se detallan en la tabla III, en 4 J.J. Sancho TABLA I. DEFUNCIONES DIRECTAMENTE CAUSADAS O FAVORECIDAS POR LAS INFECCIONES NOSOCOMIALES Tipo de infección % de muertes causadas % de muertes favorecidas directamente por la infección* por la infección Quirúrgica 0,6% 1,9% Respiratoria 3,1% 10,1% Urinaria 0,1% 0,7% Bacteriemia 4,4% 8,6% Otras 0,8% 2,5% Total 0,9% 2,7% * Del total de defunciones de la población. Modificado de CDC. Public Health Focus: Surveillance, Prevention and Control of Nosocomial Infections. MMMR 1992. TABLA II. DEFINICIONES DE INFECCIÓN DEL ESPACIO QUIRÚRGICO* 1. Presencia de drenaje purulento 2. Drenaje líquido espontáneo a través de la herida (independientemente de si el cul- tivo bacteriológico de dicho líquido es positivo o no lo es) 3. Presencia de signos locales de infección (infecciones superficiales) Presencia de signos radiológicos eviden- tes de infección (profundas) 4. Identificación de un absceso o cualquier tipo de infección en una re-exploración quirúrgica o radiológica invasiva. 5. El diagnóstico de infección por parte del cirujano encargado del cuidado del paciente * La presencia de cualquiera de las cinco con- diciones listadas basta para declarar la exis- tencia de una infección postoperatoria del espa- cio quirúrgico. la que se incluyen los porcentajes orientati- vos de infección postoperatoria del espacio quirúrgico para cada tipo de intervención. Las tasas de infección de cada tipo de ciru- gía, aunque imprescindibles para los estudios de prevalencia de la infección, son sólo indi- cativas ya que incluyen diversos tipos de inter- venciones. La valoración de la tasa de infec- ción postoperatoria concreta de cada sub- grupo de intervenciones se realiza en la segunda parte de este capítulo. Prevalencia de la infección quirúrgica en nuestro medio El control de la infección quirúrgica en nuestro país se ha realizado en los últimos años gracias al proyecto EPINE(5), estudio plu- rianual de prevalencia realizado a través de una encuesta que recogía las infecciones nosocomiales que se detectaban en cada uno de los más de 100 centros participantes, en un momento determinado. Es una fuente que a pesar de conllevar las limitaciones propias de los estudios transversales, se ha constitui- do en una útil herramienta para analizar y mejorar el índice de infecciones quirúrgicas en nuestro entorno. Se debe tener en cuenta que, aunque la mayoría de las infecciones qui- rúrgicas nosocomiales son complicaciones postoperatorias, éstas agrupan también infec- Epidemiología y etiología quirúrgica de las complicaciones infecciosas postoperatorias 5 TABLA III. CLASIFICACIÓN DE LAS INTERVENCIONES QUIRÚRGICAS SEGÚN SU GRADO DE CONTAMINACIÓN BACTERIANA* Tipo Definición Ejemplo (% de infecciones) Limpia • Herida atraumática Herniorrafia (1%-5%) • Sin inflamación • Sin violación de la técnica aséptica • Sin penetración en tracto gastrointestinal,ni respiratorio ni genitourinario Limpia-Contaminada • Herida atraumática Colectomía electiva (5% - 10%) • Sin inflamación • Violación menor en la técnica aséptica • Penetración en el tracto gastrointestinal, respiratorio o genitourinario con vertido mínimo o con descolonización bacteriana previa Contaminada** • Herida traumática Apendicectomía en (10% - 40%) • Inflamación o supuración apéndice perforado • Violación mayor de la técnica aséptica • Penetración en el tracto gastrointestinal, respiratorio o genitourinario con vertido importante sin descolonización bacteriana previa * Adaptado de Drebin J , Mundy L. Surgical Wound Infection. En: Cameron J, ed. Current Surgical Therapy. St. Louis: Mosby, Inc., 1998:1078-1082. ** Incluye las intervenciones clasificadas como sucias en clasificaciones anteriores. ciones nosocomiales quirúrgicas no postope- ratorias (Fig. 1). La prevalencia de infección quirúrgica postoperatoria en cirugía abdominal se man- tiene esencialmente estable entre 6,7% y el 8,5% en las distintas series publicadas(5). Esta relativa estabilidad, sin embargo, encubre dos tendencias opuestas: por una parte dismi- nuye la prevalencia de infecciones en ciru- gía limpia y contaminada (especialmente las infecciones superficiales y profundas de la herida) al tiempo que aumenta la prevalen- cia de las infecciones no quirúrgicas como complicación de las intervenciones. COMPLICACIONES INFECCIOSAS POSTOPERATORIAS COMUNES A TODOS LOS PROCEDIMIENTOS QUIRÚRGICOS Infección de la herida operatoria La infección de la herida operatoria, la ter- cera en importancia entre las infecciones noso- comiales, es con mucho la más frecuente de las «infecciones del espacio quirúrgico». La infección de la herida operatoria es todavía común aunque su prevalencia varía amplia- mente entre centros y especialidades. Aproxi- madamente un 7% de todas las intervencio- nes abdominales se complican con una infec- ción de herida, que puede resultar en invali- dez, retraso de la cicatrización, deformidades de la piel y/o pared abdominal y la muerte. La calidad de vida del paciente, física y psico- lógica, también se afecta con frecuencia de manera adversa o se altera para siempre(6). Desde el año 1993, el EPINE(5) considera las complicaciones quirúrgicas postoperato- rias divididas en las tres categorías estanda- rizadas por el CDC. En este estudio es posi- ble observar cómo la infección de herida se mantiene en descenso hasta estabilizarse alre- dedor de un 4,5% (Fig. 2). La prevalencia total de infecciones aumenta por la inclusión desde el año 1993 de las categorías de infección de órgano o cavidad de acuerdo con la clasifi- cación en tres categorías de la Surgical Wound Infection Task Force. La evolución de la prevalencia de infec- ción es más útil para comparar la evolución 6 J.J. Sancho 30% 0% 15% 20% 25% 5% 10% 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 Urinarias Quirúrgicas Respiratorias Bacteriemias FIGURA 1. INFECCIONES NOSOCOMIALES EN 74 HOSPITALES ESPAÑOLES. ESTUDIO EPINE. de un mismo centro o servicio que para com- parar índices de infección de herida entre cen- tros. La infección de herida de procedimien- tos de tipo 1 (limpios) procede del exterior del paciente, sea de su piel o del entorno del hos- pital y/o su personal, y se ha tomado tradi- cionalmente como un indicador de calidad de la política de control de infecciones de un Epidemiología y etiología quirúrgica de las complicaciones infecciosas postoperatorias 7 0 1 2 3 4 5 6 7 1990 1991 1992 1993 1997 Po rc en ta je d e in fe cc ió n Superficiales 1994 1995 1996 Profundas Organo o espacio FIGURA 2. EVOLUCIÓN DE LAS INFECCIONES POSTOPERATORIAS DEL ESPACIO QUIRÚRGICO EN 74 HOSPITALES ESPAÑOLES. ESTUDIO EPINE. 0% 1995 Apendicectomía Colon Intestino delgado Colecistectomía Vía biliar, hígado y páncreas Esplenectomía Laparotomía exploradora Otros 5% 10% 15% 20% 25% 1996 1997 FIGURA 3. PROCEDIMIENTOS QUIRÚRGICOS E INFECCIÓN POSTOPERATORIA. ESTUDIO EPINE. centro. Por su parte las infecciones de herida en las intervenciones de tipos 2 y 3 ( limpia- contaminada y contaminada) son causadas usualmente por la flora bacteriana que habi- ta o contamina las cavidades del paciente, y aunque suelen ser mucho más graves, se les ha prestado relativamente poca atención como marcadores de calidad asistencial y epide- miológica de un servicio de cirugía. En cualquier caso, es notable el estanca- miento relativo que presentan los índices de prevalencia de infección quirúrgica. Así, es posible observar cómo las cifras aportadas hace tres décadas por dos prestigiosas insti- tuciones en el control de la infección noso- comial (Tabla IV) no difieren sustancialmen- te en dos parámetros muy significativos: los índices de infección de herida limpia y el índi- ce global de infección de herida. Las catego- rías intermedias se hallan fuertemente influen- ciadas por una miríada de factores que hacen difícil su comparación con tan poco detalle. Es probable que esta relativa falta de progre- so en la reducción de los índices de infección postoperatoria sea debida a tendencias de sig- nos opuestos pero interdependientes: mejo- res antimicrobianos para profilaxis y más resis- tencias por selección de patógenos; mejor téc- nica quirúrgica y procedimientos más com- plejos a edades más avanzadas. Asimismo, es inevitable constatar que el grueso de los avan- ces se ha realizado en el frente del control de la infección en la herida limpia, mientras que la mejor práctica actual de profilaxis antibió- tica parenteral no ha conseguido reducir sus- tancialmente la infección de herida contami- nada en cirugía abdominal en las dos últimas décadas. Los mejores resultados en reducción de la infección de herida «no-limpia» depen- den probablemente de un manejo cuidadoso e inteligente de la herida (wound-care&mana- gement). Es posible que en cirugía abdominal aparezcan alternativas tópicas a la profilaxis antibiótica parenteral, tal como ocurre en otras especialidades de especial riesgo (cirugía vas- cular, cirugía ortopédica y traumatología). El entorno de la infección de una herida La infección de una herida operatoria es el resultado de la interacción de tres compo- nentes básicos: la contaminación bacteriana de la herida, la resistencia del huésped y el estado de la herida, resultado de la técnica quirúrgica. Las heridas correctamente cerra- das en pacientes sanos pueden soportar la contaminación de una sorprendente cantidad de gérmenes sin desarrollar una infección. Excepto cuando se deja un drenaje no aspi- 8 J.J. Sancho TABLA IV. INCIDENCIA DE INFECCIÓN DE LA HERIDA POSTOPERATORIA EN ESTUDIOS REALIZADOS CON 30 AÑOS DE DIFERENCIA Estudio Número Limpia Limpia- Contaminada Sucia* Global total de Contaminada pacientes Estudio de NAS-NRC 15.613 5,1% 10,8% 16,3% 28,0% 7,4% (1964)(31) Estudio del Foothills 62.937 3,5% 7,7% 15,2% 40,0% 6,7% Hospital (1980)(32) Estudio EPINE 90-94(5) 72.688 3,2% 5,1% 10,4% 13,2% 7,9% *Actualmente la categoría «Sucia» se engloba dentro de «Contaminada». rativo y cerrado, la contaminación de la heri- da tras el acto quirúrgico ocurre raramente. Asimismo, en ausencia de material protési- co, la contaminación hematógena de la heri- da es muy infrecuente. La mayoría de los esfuerzos en la prevención se dirigen pues hacia la reducción de la contaminación pre- operatoria y peroperatoria. Fuentes de contaminantes de la herida Contrariamente a la creencia aún muy extendida, las partículas de polvo capaces de transportar bacterias en el quirófano hasta la herida son raramente la fuente de los pató- genos que ocasionan las infecciones de heri- da. La mayoría de los contaminantes de las heridas provienen del propio paciente, bien colonizando su piel, habitando el tracto diges- tivo o infectando los tractos respiratorio, geni- tal o urinario. Otra vía posible es la transmi- sión cruzada propiciada por el personal sani- tario. La importancia relativa de la contamina- ción aérea de la heridafue durante décadas pasadas fuente de una intensa controversia, que originó la instalación de complejos sis- temas de aire laminar y la diseminación de los sistemas de irradiación ultravioleta como medidas extremas para reducir la infección dependiente de partículas «flotantes». El efec- to de dichos sistemas no ha sobrevivido los rigores de un ensayo, prospectivo y contro- lado a escala suficiente, como para demos- trar su utilidad. Epidemias de infección de herida La transmisión aérea puede ser importan- te, sin embargo, en algunas circunstancias especiales en las que pueden originar epide- mias de infecciones postoperatorias. Cabe destacar el papel de la transmisión a partir de personal sanitario portador de Staphylococ- cus aureus en lesiones piógenas (típicamen- te en los dedos o en una folicultis), en el pelo o en el periné. También un portador nasofa- ríngeo de estreptococos del Grupo A puede ser el origen de una epidemia de infecciones por la misma cepa de gérmenes. Se han des- crito y analizado profundamente epidemias de infecciones de herida provenientes de fuentes del entorno del bloque quirúrgico, generalmente debidas a bacilos Gram-nega- tivos (Pseudomonas spp., Klebsiella spp., Ente- robacter spp., Serratia spp. o Acinetobacter spp.) que han implicado soluciones desin- fectantes (como clorhexidina en solución acuosa), medicamentos, anestésicos locales, instrumental quirúrgico y equipos de aneste- sia(7). Los sistemas de ventilación ambiental y lotes aislados de material protésico se han visto implicados ocasionalmente en brotes epidémicos causados por un mismo germen. Con las políticas de control de infección noso- comial aplicadas actualmente en la mayo- ría de los hospitales, dichas epidemias sue- len ser detectadas y controladas tras una enér- gica investigación y actuación(8). Peritonitis postoperatoria y absceso abdominal postoperatorio La peritonitis postoperatoria es general- mente el resultado de un error técnico duran- te el acto quirúrgico o causado por compli- caciones relacionadas con la enfermedad que motivó la intervención inicial. Continúa sien- do uno de los desafíos más formidables de la cirugía. Ocurre generalmente durante la pri- mera semana del postoperatorio y su diag- nóstico precoz se ve dificultado por el enmas- caramiento de los signos físicos debidos al dolor de la incisión y el efecto «encubridor» del eventual tratamiento con antibióticos de amplio espectro. La incidencia de peritonitis varía enor- memente entre centros y especialidades, dependiendo de los múltiples factores que se Epidemiología y etiología quirúrgica de las complicaciones infecciosas postoperatorias 9 exponen en el capítulo 3. Las series publica- das son difícilmente comparables debido a la disparidad de los criterios de inclusión. La peritonitis postoperatoria tiene una mor- talidad de entre el 35% y el 80%(9, 10). Se han propuesto diversas clasificaciones incluyen- do las basadas en índices de gravedad (el APACHE II y el índice Manheim de perito- nitis), etiológicas, patogénicas o evolutivas. Ninguna de ellas, sin embargo, ha resultado útil para orientar el curso clínico de las infec- ciones postoperatorias intraabdominales(11) aunque se investiga muy activamente utili- zando análisis multivariantes que incluyan factores pre y peroperatorios para componer un sistema de puntuación de gravedad fia- ble(12). Los predictores clínicos más fiables del pronóstico de una peritonitis postoperatoria son el estado preoperatorio (especialmente el estado nutricional y función hepática), la efectividad en la eliminación quirúrgica del foco séptico y su origen, y la respuesta posto- peratoria inmediata al tratamiento(13). Es complejo aislar un único factor técni- co determinante de la aparición de peritoni- tis postoperatoria. Sin embargo, en un recien- te, retrospectivo pero preocupante artículo, se ha cuestionado fuertemente la utilización de suturas mecánicas en la reparación de la continuidad del tubo digestivo del paciente traumático(14) que parecen ser claramente infe- riores a la sutura manual en este grupo de pacientes. Asimismo, al igual que ocurre en cada una de las sub-especialidades de la ciru- gía general, el papel del cirujano como fac- tor de riesgo va siendo documentado, anali- zado y progresivamente más valorado(15). Causas de peritonitis postoperatoria La dehiscencia de sutura es sin duda la causa más frecuente de una peritonitis posto- peratoria. La dehiscencia de una sutura puede atribuirse a dos grandes grupos de causas: las que agrupan los fallos técnicos en la aplica- ción del material de sutura y los relativos a una técnica deficiente en la preparación de la sutura. Las deficiencias en la aplicación manual del material de sutura incluyen una tensión excesiva o insuficiente en los nudos, la colocación de las suturas demasiado pró- ximas o separadas o la interposición de teji- dos que impiden la correcta aposición de los bordes suturados (serosa, epiplón o mucosa) y finalmente una técnica inadecuada en la colocación de los puntos de sutura. El mate- rial de sutura elegido debe ser apropiado en calibre y composición al tejido a suturar. Aun- que muchas de estas variables parecen obviar- se con la utilización de suturas mecánicas, que colocan grapas a distancias y presiones uniformes, el empleo de suturas mecánicas no constituye en modo alguno la panacea para evitar las dehiscencias de sutura. Las suturas mecánicas pueden ocasionar dehis- cencias de sutura si se escogen grosores de grapa excesivos o insuficientes, si no se com- pleta el disparo de la pistola aplicadora de forma correcta, si se desgarra la anastomosis con la extracción de la pistola aplicadora o si se interponen tejidos ajenos a la anasto- mosis en la línea de sutura. La mayoría de estas causas ocasionan una dehiscencia de la sutura desde el mismo momento de su rea- lización y pueden, y deben, ser prevenidas. Además de una buena técnica de sutura o grapado, es conveniente comprobar la estan- queidad de las anastomosis inmediatamen- te antes de cerrar la cavidad abdominal. En algunos casos la inspección simple puede ser suficiente (como tras una resección ileal y anastomosis íleo-ileal primaria), mientras que en otros casos la naturaleza de la anastomo- sis requiere una técnica más elaborada (como la inyección de aire o colorante transrectal para comprobar una anastomosis colo-rectal baja). 10 J.J. Sancho Las deficiencias en la preparación de la sutura juegan un papel determinante en la aparición de dehiscencias, ya que su efecto no suele ser comprobable intraoperatoria- mente. Las causas más frecuentes incluyen la tensión en la anastomosis, la isquemia de los bordes anastomosados y la obstrucción post- anastomótica. La tensión en los bordes de una sutura anuncia su muy probable dehiscencia y debe ser evitada siempre en cirugía diges- tiva. En cada tipo de anastomosis, el ciruja- no cuenta con maniobras específicas que evi- tan la realización de una anastomosis tensa (descenso completo del ángulo esplénico en las anastomosis colorrectales, anclaje verte- bral en las esofagogastrostomías cervicales, etc.). La isquemia de los bordes anastomosa- dos puede obedecer a una gran cantidad de causas, pero las más frecuentes son la sutura sobre tejido ya isquémico (tras resección por hernia, bridas o isquemia intestinal) y la des- vascularización de los extremos a anasto- mosar durante su preparación. La isquemia local relativa resultante de un bajo gasto car- díaco durante o inmediatamente tras la rea- lización de una anastomosis, aunque difícil de comprobar, se ha identificado como posi- ble factor etiológico en las anastomosis rea- lizadas en pacientes hemodinámicamente inestables en el per y/o postoperatorio(16). La obstrucción distal a la anastomosis, aunque sea incompleta, somete la sutura a una dis- tensión que, en las etapas iniciales de la cica- trización, puede causar una dehiscencia. La preparación mecánica incompleta de colon, la compresión del asa eferente de una gas- troenteroanastomosiso la incompleta libera- ción de las adherencias y bridas distales a una anastomosis íleo-ileal son bien conocidos como precursores de una dehiscencia anas- tomótica. La mejor técnica y preparación de una anastomosis no pueden evitar una dehiscen- cia si la realización de una anastomosis no está indicada. Los ejemplos más claros son las anastomosis realizadas en territorio sép- tico (peritonitis difusa preexistente) o sobre tumor (bordes invadidos en la pieza reseca- da) que conllevan un altísimo índice de dehis- cencias y mortalidad. Además de la dehiscencia anastomótica, otras causas de peritonitis postoperatoria son las perforaciones no suturadas, las perfora- ciones postoperatorias, los abscesos residua- les y los cuerpos extraños intraabdominales. Las perforaciones intestinales postopera- torias no suturadas pueden deberse a perfo- raciones preexistentes no diagnosticadas (heri- das por arma blanca, proyectiles o politrau- matismos), a isquemia intestinal no resecada completamente (por extrangulación hernia- ria, brida isquemiante o isquemia intestinal) o por lesión inadvertida del intestino, tanto en procedimientos de cirugía digestiva como de vascular, urológica o ginecológica. Las perforaciones intestinales postopera- torias más frecuentes son las debidas a ero- sión del intestino por el material de sutura de la pared (usualmente puntos «en masa») o por prótesis de malla no reabsorbible deja- da en contacto directo con las asas intesti- nales. Excepcionalmente, un drenaje poco flexible dejado durante un tiempo desmesu- radamente largo puede causar un decúbito en un asa intestinal y originar una peritoni- tis postoperatoria. Los abscesos residuales después de una peritonitis secundaria tratada quirúrgicamente son hoy en día muy poco frecuentes sin que exista otra causa que justifique su desarro- llo y puedan, por tanto, considerarse como verdaderos abscesos residuales. Infección de las vías urinarias La mayor frecuencia de infección noso- comial se presenta en servicios de cirugía. De Epidemiología y etiología quirúrgica de las complicaciones infecciosas postoperatorias 11 estas infecciones intrahospitalarias, hasta dos tercios son secundarias a la colocación de sondas vesicales, instrumentación de la veji- ga o cirugía de las vías urinarias bajas. Estas manipulaciones instrumentales disminuyen las defensas del organismo contra la infec- ción. De hecho, después de la colocación de una sonda vesical, de un 1% a un 5% de los pacientes presentan bacteriuria. Cuando la sonda se deja de forma permanente, el ries- go de adquirir una infección aumenta del 5% al 10% por cada día que permanece coloca- da la sonda. A pesar de esta frecuencia tan alta, los pacientes con vías urinarias bajas normales suelen curar espontáneamente de la infección cuando se les retira la sonda. Una investigación con seguimiento tardío a pacientes que habían llevado una sonda vesi- cal más de una semana, mostró que sólo un 8% tenían bacteriuria, y menos del 1% pre- sentaban signos de infección. Se ha llegado a demostrar que la bacte- riuria conlleva una mayor mortalidad, aun- que no se pudo demostrar que la causa de muerte fuera infección de las vías urinarias o septicemia. Probablemente la bacteriuria señalaba el agrupamiento de factores de ries- go independientes que condicionaron el peor pronóstico. Se ha estudiado asimismo la inci- dencia de infección urinaria en los pacientes críticos según su etiología, resultando los pacientes postoperados por traumatismo afec- tados más frecuentemente por infecciones urinarias (3,36%) que los intervenidos por cirugía digestiva (1,7%)(17). La reducción draconiana de los sonda- jes vesicales innecesarios (en número y tiem- po), la implantación estricta de sistemas colec- tores cerrados y la adopción de alternativas como la punción suprapúbica o el vaciado simple de la vejiga en lugar de insertar una sonda permanente, han demostrado que pue- den reducir sensiblemente la incidencia de las infecciones urinarias postoperatorias hasta reducirlas por debajo del 1%. Infección de los catéteres intravasculares La sepsis relacionada con catéter es una causa significativa de morbilidad y mortalidad en el postoperatorio de cirugía abdominal. Aun- que la utilización de catéteres y sistemas de inserción sofisticados ha reducido su inciden- cia, el catéter intravenoso es una de las causas más frecuentes de bacteriemia en el paciente operado, especialmente si recibe nutrición parenteral total durante más de una semana y/o se halla ingresado en una Unidad de Cui- dados Intensivos. La incidencia de la sepsis por catéter varía entre 2,1 y 30 por 1.000 días de cateterización(18). Un tercio de los pacientes que sufren una sepsis por catéter desarrollan complicaciones graves a consecuencia de la misma, incluyendo shock séptico, sepsis man- tenida, tromboflebitis supurada, abscesos metastásicos, endocarditis y arteritis. Dichas complicaciones ocurren más frecuentemente cuando el agente causal es Candida spp., Pseu- domonas spp. o S. aureus. El coste económi- co del tratamiento de cada episodio de sepsis por catéter supera las 250.000 ptas. Los gérmenes pueden colonizar el catéter intravenoso por cuatro vías de distinta impor- tancia. Los orígenes hematógeno (desde un foco de infección distante) y endoluminal a partir de la bolsa de infusión tienen una bají- sima prevalencia. La vía extraluminal a partir de la piel del punto de inserción aparece cuan- do se prodigan cambios de apósito intem- pestivos o bien se han violado los principios de técnica aséptica en la inserción del caté- ter o en su mantenimiento (típicamente la inserción de catéteres venosos centrales duran- te el acto quirúrgico, en la vena yugular y su utilización postoperatoria prolongada). Cuan- do se evitan dichos errores en la inserción y cuidado de catéteres venosos centrales, la 12 J.J. Sancho contaminación intraluminal a través de la conexión es la vía más frecuente de conta- minación de los catéteres intravenosos(18,19). Infección de las vías respiratorias bajas Las dos etiologías más frecuentes de las infecciones respiratorias bajas tras cirugía abdominal son la broncoaspiración y la pro- gresión de una atelectasia hacia una neu- monía. Las atelectasias representan el 90% de todas las complicaciones pulmonares posto- peratorias pero, debido a la falta de una defi- nición clara y a la dificultad de establecer con firmeza su diagnóstico, la incidencia varía absurdamente entre el 1% y el 80% en series de cirugía abdominal(20). En cualquier caso, es evidente que la incidencia es mayor tras cirugía abdominal que en cualquier otro tipo de cirugía no torácica y muy especialmente si la intervención implica a órganos del com- partimiento supramesocólico. Aparte de los factores conocidos de ries- go para el desarrollo de una atelectasia (hábi- to tabáquico, enfermedad por limitación cró- nica del flujo aéreo, obesidad mórbida, etc.) cabe destacar dos importantes factores etio- lógicos para el desarrollo de complicaciones pulmonares postoperatorias tras cirugía abdo- minal. En primer lugar la hipoalbuminemia (sAlb<3,5g/dL), con una expansión del com- partimento líquido extracelular (en ocasiones propiciada o mantenida por una incorrecta composición de la nutrición parenteral pre o postoperatoria), multiplica por tres el riesgo de sufrir complicaciones pulmonares posto- peratorias(21). En segundo lugar, los sistemas de cierre de la pared abdominal que ocasio- nan una rigidez excesiva para evitar una evis- ceración postoperatoria pueden, a su vez, oca- sionar una mayor incidencia de complicacio- nes sépticas postoperatorias pulmonares(22). COMPLICACIONES INFECCIOSAS POSTOPERATORIAS ESPECÍFICAS Tras cirugía esofágica Las fugas anastomóticas y la necrosis del estómago o colon interpuestos tras resección esofágica son las principales causas de com- plicaciones infecciosas tras esofagectomía. La incidencia publicada de fugas anastomóticas tras esofagectomía y esofagogastrostomía se detallan en la Tabla V. Las fugasanastomóti- cas pueden ser el resultado de errores técni- cos como suturas isquemiantes, hematomas intramurales, disección excesiva del esófago proximal o hiato diafragmático excesivamen- te estrecho para permitir un buen drenaje venoso. Suelen manifestarse por fiebre, taqui- Epidemiología y etiología quirúrgica de las complicaciones infecciosas postoperatorias 13 TABLA V. COMPLICACIONES INFECCIOSAS DEBIDAS A FUGA ANASTOMÓTICA TRAS ESOFAGECTOMÍA Y ESOFAGOGASTROSTOMÍA Serie Número Fugas Mortalidad de pacientes nº (%) postoperatoria (%) Mahoney y Condon(33) 37 9 (24%) 16% King y cols.(34) 100 9 (9%) 3% Wolfe y cols.(35) 40 1 (3%) 0% Humprey(36) 41 0 0% Ellis(37) 275 12 (4%) 2,2% Skinner(38) 67 4 (6%) 11% Parker y cols.(39) 39 15% cardia y leucocitosis con aumento del volu- men de drenaje pleural pero no necesaria- mente por una extravasación de contraste en el esofagograma postoperatorio. Las fugas anas- tomóticas suelen deberse a una necrosis de la línea de sutura del estómago o colon inter- puesto. El órgano interpuesto debe ser movi- lizado, desbridado, cerrado y devuelto al abdo- men. Se debe realizar una gastrostomía y una esofagostomía cervical y drenarse el tórax y el mediastino. Tras cirugía gástrica Las dos complicaciones infecciosas más graves tras cirugía gastroduodenal son debi- das a dehiscencia de los tres tipos de sutura más comunes en este área: dehiscencias de la piloroplastia, del muñón duodenal y de la gastroenteroanastomosis. La incidencia de dehiscencia de sutura debe ser baja en este tipo de cirugía, menor de 2% en muchas series (Tabla VI). Además de las complicaciones infeccio- sas específicas de la cirugía gastroduodenal, ésta presenta asimismo una incidencia de infecciones postoperatorias superior a la media de la cirugía abdominal, probable- mente debido al pobre estado nutricional de los pacientes con neoplasia gástrica y a que buena parte de las intervenciones por com- plicaciones de la úlcera duodenal se realizan como urgencias quirúrgicas. Los pacientes intervenidos de urgencia por hemorragia digestiva alta tienen un riesgo de infección de la herida tres veces superior al de los que se intervienen del estómago o duodeno por otras causas (incluida la perforación)(23). Los dos errores técnicos más fácilmente prevenibles en relación con la fuga anasto- mótica del muñón duodenal son las malposi- ciones del asa eferente (gastroenteronastomosis supramesocólica, asa eferente demasiado larga desde el ángulo de Treitz, intususpección del asa eferente en el estómago por boca anas- tomótica demasiado amplia) y la gastroente- roanastomosis construida en forma oblicua sobre el asa eferente. Ambas actúan aumen- tando la presión del asa aferente. Tras cirugía hepato-bilio-pancreática Peritonitis biliar La peritonitis biliar es el resultado de una fístula biliar interna (bilioperitoneal) más infec- 14 J.J. Sancho TABLA VI. COMPLICACIONES INFECCIOSAS DEBIDAS A FUGA ANASTOMÓTICA TRAS CIRUGÍA GASTRODUODENAL Complicación VT y PP* Hemi-gastrectomía n= 132 n= 122 n (%) n (%) Fuga anastomótica 0 1 (0,82%) Fuga muñón duodenal 0 2 (1,6%) Evisceración 4 (3%) 5 (4,1%) Absceso intraabdominal 1 (0,75%) 1 (0,82%) Infección de herida 9 (6,8%) 14 (11,5%) Atelectasía /Neumonía 13 (9,8%) 13 (10,6%) Infección urinaria 4 (3%) 0 Otras 13 (9,8%) 28 (23%) * VT y PP: Vagotomía y piloroplastia. ción bacteriana. Tras cirugía biliar (abierta o laparoscópica) las tres causas más frecuentes son la lesión inadvertida de la vía biliar prin- cipal, el fallo del muñón del conducto císti- co y la retirada accidental de un drenaje de Kehr. Tras las menos frecuentes coledoco- duodenostomías y resecciones de la vía biliar principal por neoplasia o estenosis benigna, una fuga anastomótica de la derivación bilio- digestiva puede también originar una perito- nitis biliar. En ocasiones, una litiasis coledo- cal no detectada actúa bloqueando el paso de bilis al duodeno y favorece o causa la fístula biliar interna a partir del muñón cístico o de los muñones cauterizados de los conductos colecistohepáticos de Lushka. La mortalidad asociada a peritonitis biliar está entre el 19% y el 49%. Afortunadamente esta grave com- plicación es muy inusual, afectando a menos del 0,5% de los pacientes sometidos a cole- cistectomía y al 3% de los pacientes con ciru- gía sobre la vía biliar principal. Es importan- te resaltar, sin embargo, que la mortalidad de las intervenciones complejas sobre la vía biliar principal (distintas de coledocotomía y dre- naje de Kehr) realizadas en Urgencias aca- rrean una mortalidad del 66%, en su mayor parte por complicaciones sépticas postopera- torias y/o insuficiencia renal asociada. La cirugía laparoscópica de la vesícula y vía biliar conlleva un mayor riesgo de lesio- nes tanto de la vía biliar principal como de las zonas vecinas del tubo digestivo (colon transverso, duodeno, estómago, yeyuno). Algunos autores sugieren firmemente que el único sistema para llevar el índice de com- plicaciones sépticas de la colecistectomía laparoscópica donde estaba el de la colecis- tectomía abierta es realizar una colangiogra- fía peroperatoria de forma rutinaria(24). El paciente con peritonitis biliar suele estar gravemente afectado y debe reintervenirse inmediatamente para eliminar el exudado bilio-purulento y drenar la fístula. La repa- ración anatómica definitiva se pospone hasta la completa recuperación del paciente. Complicaciones tras duodenopancreatectomía cefálica (intervención de Wipple) Tras duodenopancreatectomía cefálica (con o sin preservación pilórica) quedan en el abdomen tres anastomosis susceptibles de originar una fuga. La más frágil de las anas- tomosis es sin duda la pancreatoyeyunosto- mía, especialmente en los casos en los que se ha realizado la intervención para extirpar una neoplasia pancreática, en la que la poca consistencia del tejido pancreático remanente hace que sea una anastomosis de alto riesgo. La gastroyeyunostomía (o piloroyeyunosto- mía) y la coledocoyeyunostomía pueden tam- bién originar una fuga anastomótica y la fís- tula, peritonitis o absceso subsecuentes. Se han propuesto gran cantidad de soluciones técnicas para obviar la fragilidad de la pan- creatoyeyunostomía, desde la pancreatec- tomía total para las neoplasias situadas en la cabeza del páncreas hasta la pancreatogas- trostomía o la infundibilización pancreático- yeyunal. Ninguna de ellas se ha demostrado claramente superior al resto en un ensayo controlado, aunque la experiencia inicial con la pancreaticogastrostomía parece muy pro- metedora. Tras cirugía colorrectal La dehiscencia anastomótica y sus con- secuencias constituyen la principal compli- cación prevenible en la cirugía del colon. Desde el punto de vista clínico se han obser- vado fugas significativas entre el 3% y el 23% de los pacientes sometidos a resección del colon(25). Un tercio a una mitad de los pacien- tes con fuga en la anastomosis mueren. La fuga de la anastomosis contribuye de un 25% Epidemiología y etiología quirúrgica de las complicaciones infecciosas postoperatorias 15 a un 50% de toda la mortalidad quirúrgica por operaciones colónicas. El principal fac- tor que contribuye a la fuga anastomótica es la presencia de peritonitis durante la ope- ración. Además, cualquier anastomosis extra- peritoneal tiene más probabilidad de sufrir una dehiscencia. Otros factores generales, como la tensión y la isquemia en la línea de sutura, juegan un papel crucial en las anas- tomosis cólicas, especialmente en las colo- rrectales o íleorectales. Las complicaciones derivadas de la colos- tomía son una fuente no despreciable de contaminación de la cavidad peritoneal. La tensión excesiva del asa en la que se cons- truye la colostomía es, con mucho, el factor causal más frecuente. La extranguación de la colostomía por un orificio parietal dema- siado estrecho o la isquemia por disección excesiva del extremo cólico son causas excepcionales de necrosis de la colostomía. Cuando una colostomía, terminal o en asa, se necrosa elresultado es usualmente una celulitis localizada que frecuentemente acaba contaminando la laparotomía. Si la necrosis es extensa y precoz, la colostomía puede desprenderse de la pared, hundiéndose par- cial o totalmente en la cavidad peritoneal y ocasionando una temible peritonitis feca- loidea. Fístulas enterocutáneas A pesar del refinamiento de las técnicas e instrumentos quirúrgicos, la incidencia de fís- tulas postoperatorias enterocutáneas no se reduce de forma significativa. El tratamiento de las fístulas enterocutáneas incluye tanto aspectos médicos como quirúrgicos así como una clara estrategia. Clasificación de las fístulas enterocutáneas Aunque existen varias clasificaciones de las fístulas enterocutáneas postoperatorias, una clasificación muy útil ya que incluye tanto criterios descriptivos como pronósticos es la que se detalla en la tabla VII(26). Etiología de las fístulas enterocutáneas postoperatorias Las fístulas tras cirugía esofágica se ori- ginan típicamente en la anastomosis del esó- fago con estómago, yeyuno o colon tras una resección esofágica por cáncer. La dehiscen- cia causa usualmente un catastrófico absce- so supramesocólico, un empiema o medias- tinitis que suele requerir una intervención qui- rúrgica urgente. Si se establece una fístula enterocutánea, sin embargo, suele ser de bajo débito. Pueden detectarse fístulas mediante tránsito baritado después de un mes tras la anastomosis. Algunas de ellas son tractos cie- 16 J.J. Sancho TABLA VII. CLASIFICACIÓN COMBINADA DE LAS FÍSTULAS ENTEROCUTÁNEAS EN RELACIÓN CON SU LOCA- LIZACIÓN, DÉBITO, CIERRE ESPONTÁNEO Y MORTALIDAD(26) Categoría Cierre espontáneo Mortalidad Tipo 1 (Estómago, duodeno e intestino delgado) 82% 18% Tipo 1a (<1000 ml /48 h) 97% 6% Tipo 1b (>1000 ml /48 h) 54% 32% Tipo 2 (cualquier origen con dehiscencia completa o participación de la pared) 7,1% 60% Tipo 3 (cólicas) 91,6% 0% gos sin significado clínico. Las fístulas gas- tropleurales o gastrobronquiales requieren siempre reparación quirúrgica(27). Las fístulas gástricas postoperatorias sue- len ocurrir tras gastrectomía, siendo un fac- tor predisponente un muñón gástrico mal irri- gado en la línea de sutura. Pueden aparecer fístulas gástricas tras esplenectomía, repara- ción de una hernia de hiato o cualquier tipo de vagotomía, producidas por una ligadura vascular que engloba y necrosa parte de la pared gástrica. La cirugía bariátrica es asi- mismo el origen de fístulas gástricas que son especialmente difíciles de tratar(28). La etiología más frecuente de las fístulas duodenales es la dehiscencia del muñón duo- denal en una reconstrucción tipo Billroth II de una gastrectomía y, de hecho, constituye la causa más frecuente de muerte tras gas- trectomía(29). La dehiscencia duodenal puede ser resultado de una técnica incorrecta de sutura o grapado, una gastroyeyunostomía obstruida, adherencias del asa aferente o un vólvulo yeyunal parcial. Las fístulas duode- nales laterales, de peor pronóstico que las de muñón duodenal, aparecen tras una recons- trucción tipo Billroth I, cierre de una duo- denotomía tras cirugía de la papila de Vater o sutura de una úlcera duodenal. Las fístulas de origen yeyunal e ileal apa- recen tras una gran variedad de intervencio- nes sobre el propio intestino delgado o bien sobre órganos adyacentes. Aparte de la dehis- cencia de una anastomosis tras resección yeyunal o ileal, procedimientos ginecológi- cos, urológicos o vasculares, así como resec- ciones cólicas pueden lesionar el intestino delgado y originar una fístula enterocutánea. Una causa adicional relativamente frecuen- te es la erosión de la pared del intestino del- gado por una malla no reabsorbible dejada en contacto directo con la pared intestinal o por suturas de retención «en masa» utili- zadas en el cierre dificultoso de la pared abdominal. Estas fístulas (tipo III) suelen com- plicar una infección de herida muy grave, destruyendo la pared abdominal por diges- tión, suelen ser de alto débito y raramente cierran sin una reparación quirúrgica. Las fístulas cólicas suelen ser de débito bajo, aunque ocasionalmente una fístula cóli- ca proximal puede causar un débito alto simi- lar al de una ileal. Complicaciones sépticas de las fístulas enterocutáneas La causa más frecuente de muerte en un paciente con fístula enterocutánea postope- ratoria es la sepsis no controlada. Típica- mente, el vertido de contenido gastrointesti- nal en la cavidad peritoneal origina una peri- tonitis o un absceso. El vertido en la herida origina una celulitis que puede directamen- te comprometer la supervivencia del pacien- te. Por tanto, debe tomarse una actitud agre- siva en el control y tratamiento de la sepsis en cuanto se diagnostica la existencia de una fístula postoperatoria. La obtención de imá- genes para caracterizar el origen y topogra- fía de la fístula es un paso primordial para decidir la estrategia idónea. Se deben obte- ner cultivos de las colecciones líquidas intra- abdominales, idealmente por punción per- cutánea guiada. En las fases iniciales del tratamiento, es útil la colocación de un drenaje aspirativo con succión continua que guíe el efluente de la fístula fuera de la cavidad peritoneal. En algunos casos, el drenaje puede colocarse reabriendo el tracto de un drenaje preexis- tente o aplicando succión a un drenaje pre- viamente en decúbito pasivo. Cuando esta maniobra no es posible o no es suficiente para drenar el contenido enteral, debe practicar- se una reintervención urgente que consista simplemente en una limpieza y drenaje de la Epidemiología y etiología quirúrgica de las complicaciones infecciosas postoperatorias 17 dehiscencia anastomótica. Esta reinterven- ción precoz puede ser una maniobra crítica para salvar la vida del paciente. Cuando la dehiscencia origina una colección delimita- da, el drenaje percutáneo, convirtiendo un absceso en una fístula bien controlada, debe ser considerado como técnica alternativa a la relaparotomía, y resulta especialmente útil en las colecciones peripancreáticas(30). La fístula enterocutánea bien establecida no requiere tratamiento antibiótico y, de hecho, su utilización injustificada puede obs- curecer el inicio de una complicación sép- tica. Si la fístula debuta como una compli- cación séptica, se deben administrar empíri- camente antibióticos de amplio espectro cubriendo la flora enterocutánea. La infor- mación sobre los antibióticos administrados previamente y el resultado de los cultivos obtenidos servirán de guía para afinar en el régimen antibiótico. Una situación típica en nuestros días la constituye la selección de cepas multirresistentes de Enterococcus spp. o Pseudomonas spp. por una combinación previa de antibióticos que no los cubrían (p.ej.: cefalosporinas de segunda generación asociadas a metronidazol o a un aminoglu- cósido). Pronóstico La mortalidad por fístula enterocutánea postoperatoria se redujo drásticamente con la introducción de la nutrición parenteral y los potentes antibióticos de amplio espec- tro. Aun hoy en día, sin embargo, la morta- lidad esperable es del 10%-12%. Las cau- sas más frecuentes son la sepsis no contro- lable (que suele provocar un fallo multior- gánico), la insuficiencia renal, la insufi- ciencia hepática y tras ellos una miscelánea de accidentes intercurrentes como neumo- nía por aspiración, embolismo pulmonar o arritmias cardíacas graves. Un cuidado meti- culoso en la prevención de estas complica- ciones puede evitar la mayoría de los desen- laces fatales. BIBLIOGRAFÍA 1. CDC. 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Sancho INTRODUCCIÓN Los pacientes que desarrollan complica- ciones infecciosas en el postoperatorio de intervenciones quirúrgicas abdominales expe- rimentan un importante aumento de su nivel de gravedad que obliga en ocasiones a su ingreso en Servicios de Medicina Intensiva (UCI). En la literatura médica se han identifica- do numerosos factores de riesgo relaciona- dos con el propio paciente, con el medio ambiente o con el acto quirúrgico, que faci- litan la aparición de infecciones postquirúr- gicas. Algunas de estas infecciones se locali- zan en el propio territorio de la cirugía, en forma de peritonitis secundaria o terciaria, abscesos localizados o infección de herida operatoria, mientras que otras afectan a otros órganos distantes (pulmón, riñón) o se rela- cionan con colonización de cuerpos extra- ños introducidos en los pacientes (catéteres, prótesis, sondas). La decisión de ingresar a un paciente en UCI depende de muchos factores entre los que interviene la localización de la infección, la repercusión sistémica de la misma (sepsis grave, shock séptico), la patología de base, los antecedentes patológicos y la necesidad de sustitución mecánica de aquellos órganos o sistemas que han fallado. La indicación de ingreso depende, en ocasiones, de especia- listas que no están acostumbrados a manejar a pacientes críticos, por lo que la detección del aumento del nivel de gravedad puede retrasarse. El retraso en indicar el ingreso en un área de atención de pacientes críticos significa en muchos casos aumentar el riesgo de nuevas complicaciones e incrementar la lesión de aquellos órganos que están dañados. El pro- pósito de este capítulo es describir aquellas situaciones clínicas en las que es necesario el ingreso en UCI y diseñar una estrategia de estudio que permita identificar precozmente a aquellos pacientes que se beneficiarían de un ingreso precoz en dichas unidades. CARACTERÍSTICASDE LOS SERVICIOS DE MEDICINA INTENSIVA Los Servicios de Medicina Intensiva fue- ron creados en la mayoría de los hospitales españoles en la década de los años 1970, con la finalidad de concentrar recursos técnicos y humanos, capaces todos ellos de aumentar la efectividad del tratamiento médico en aque- llos pacientes de mayor nivel de gravedad. Los pacientes atendidos en dichas unidades procedían de todas las especialidades médi- cas y quirúrgicas y presentaban frecuente- mente una patología multiorgánica que obli- gaba a su sustitución mediante aparatos cada vez mas complejos y sofisticados. En los últi- Capítulo 2 Criterios de ingreso en UCI de pacientes con complicaciones infecciosas en el postoperatorio de cirugía abdominal M. Palomar Martínez, F. Alvarez Lerma mos años, un estudio realizado con la finali- dad de conocer las tasas de infección noso- comial en pacientes ingresados en UCI espa- ñolas (ENVIN-UCI) ha permitido conocer la importancia de los pacientes quirúrgicos entre la población atendida en dichos servicios (Tabla I). Entre el 20 y el 27% de los pacien- tes ingresados en UCI son quirúrgicos pro- gramados y entre el 9 y el 15% precisaron de intervenciones urgentes durante su estancia en la unidad o en el hospital(1). Estos servicios presentan unas caracte- rísticas funcionales específicas entre las que destacan la presencia continua de un médi- co especialista en medicina intensiva duran- te todos los días y horas del año, un alto nivel de recursos de enfermería (una enfermera para dos camas) y una progresiva tecnificación tanto de los medios terapéuticos como de los sistemas de vigilancia y monitorización. El conocimiento del nivel de gravedad de los pacientes medido por escalas de gravedad (APACHE, SAPS)(2,3), así como el cálculo de las necesidades de cuidados de enfermería (TISS)(4) permiten la graduación del nivel asis- tencial y el aprovechamiento máximo de los recursos disponibles. En los últimos años se asiste a un progre- sivo aumento de demanda de camas en los servicios de medicina intensiva, en la que intervienen factores tan diversos como la mayor agresividad terapéutica de especialis- tas médicos y quirúrgicos, que se traduce en una progresiva mayor gravedad de los pro- cesos asistenciales, en la ausencia de límites de edad para recibir asistencia en dichos ser- vicios, lo que se acompaña de un incremen- to anual de la edad media de la población asistida y, finalmente, en la ausencia de unos criterios específicos de ingreso o no ingreso en UCI, que determina la presencia de pacien- tes con diferentes pronósticos de supervi- vencia. Esta alta demanda de asistencia determi- na unos elevados índices de ocupación, lo que en ocasiones impide el ingreso precoz de pacientes críticos en las áreas de intensi- vos. Por otra parte, la diversidad de formas en las que pueden presentarse las compli- caciones infecciosas en los pacientes post- quirúrgicos, sumado en ocasiones a la pre- sencia de un síndrome de respuesta infla- matoria sistémica originado por la propia intervención quirúrgica, dificulta algunas veces su diagnóstico y la valoración del nivel de gravedad, lo que se traduce en un consi- derable retraso en indicar el ingreso en UCI. Sea cual sea el motivo del retraso en ini- ciar un tratamiento intensivo las conse- cuencias del mismo son importantes ya que los pacientes evolucionan hacia un mayor nivel de gravedad, con mayor número de complicaciones, lo que en definitiva se aso- cia con una menor probabilidad de super- vivencia(5,6). Dado que las posibilidades asistenciales en unidades de pacientes críticos son limita- das y que existen evidencias que demuestran 22 M. Palomar, F. Alvarez TABLA I. EVOLUCIÓN DE PACIENTES DE CIRUGÍA PROGRAMADA Y CIRUGÍA URGENTE EN UCI Año 1994 1995 1996 1997 1998 Pacientes (n) 1.884 1.794 7.151 2.393 3.909 Cirugía programada (%) 27,1 24,5 21,7 20,8 21,7 Cirugía urgente (%) 9,1 9,9 14,5 14,0 14,2 que un ingreso precoz de aquellos que nece- sitan UCI se asocia con una mayor posibili- dad de supervivencia, es necesario estable- cer unos criterios de ingreso en dichos servi- cios que faciliten la selección de aquellos pacientes que se pueden beneficiar de dichos tratamientos. Esto es especialmente impor- tante en los pacientes que presentan com- plicaciones infecciosas en el postoperatorio de cirugía abdominal. CRITERIOS GENERALES DE INGRESO EN UCI En la literatura médica existen escasas refe- rencias a los criterios que deben seguirse para ingresar un paciente en una UCI. No existe ningún estudio contrastado y las recomen- daciones que se han realizado se basan en su mayoría en opiniones de expertos avaladas por sociedades científicas. En 1988, el American College of Critical Care Medicine (ACCM) y la Society of Criti- cal Care Medicine publicaron unas normas para ingreso y alta de unidades de cuidados Criterios de ingreso en UCI de pacientes con complicaciones infecciosas en el postoperatorio ... 23 TABLA II. CRITERIOS DE INGRESO EN UCI. ACCCM(7) Pacientes con prioridad 1. Necesidad de tratamiento intensivo • Pacientes inestables • Necesidad de tratamiento intensivo - Ventilación mecánica - Perfusión continua de drogas vasoactivas - Depuración extra-renal • Ningún límite en al duración de los tratamientos Pacientes con prioridad 2. Necesidad de vigilancia intensiva • Pacientes estables • Necesidad de montorización intensiva - Catéteres en arteria - ECG • Pueden necesitar tratamiento intensivo urgente • Ningún límite en la duración de los tratamientos Pacientes con prioridad 3. Pacientes terminales con un mal pronóstico • Pacientes inestables • Estado de salud previo limitado, con enfermedad aguda, con escasas posibilidades de supervivencia y/o beneficio del tratamiento intensivo • Pueden precisar de tratamiento intensivo para superar la enfermedad aguda TABLA III. CRITERIOS DE EXCLUSIÓN. ACCCM(7) • Pacientes con muerte cerebral confir- mada - Excepto potenciales donantes de órga- nos • Rechazo de medidas agresivas de trata- miento - Pacientes competentes • Pacientes en estado vegetativo perma- nente • Pacientes estables en los que las proba- bilidades de requerir tratamiento inten- sivo son muy bajas intensivos(7). Estas normas clasifican a los pacientes en tres grupos: a) inestables, b) esta- bles pero con alto riesgo de deterioro súbito y c) inestables con escasas posibilidades de supervivencia por la enfermedad de base y/o beneficio del tratamiento intensivo. Estas tres categorías se asocian con una prioridad decre- ciente de ingreso en UCI basada en el poten- cial beneficio del tratamiento intensivo y en la predicción de resultados. En la tabla II se incluyen los tres niveles de prioridad y la dura- ción propuesta para el tratamiento intensivo y en la tabla III los criterios de exclusión. Estos criterios, que son generales, resul- tan difíciles de aplicar en la práctica clínica ya que en muchas ocasiones desconocemos las posibilidades de supervivencia de las enfermedades basales de los pacientes, así como la calidad de la vida previa de los mis- mos. A los pacientes quirúrgicos con com- 24 M. Palomar, F. Alvarez TABLA IV. CLASIFICACIÓN DE LA SEVERIDAD DE LAS ENFERMEDADES DE INGRESO EN UCI (CDC) Nivel A de severidad • Pacientes postquirúrgicos que requieren observación rutinaria postoperatoria, pero no cuidados intensivos de médicos y/o enfermeras - Postoperatorios de cirugía abdominal sin complicaciones • Estancias menores de 48 horas • Posibilidad de ser atendidos en recovering rooms Nivel B de severidad • Pacientes médicos estables que requieren vigilancia continua profiláctica, pero no cuidados intensivos de médicos y/o enfermeras - Infarto agudo de miocardio no complicado - Intoxicación por drogas (dosis teóricamente letales) - Meningitis sin transtorno de consciencia Nivel C de severidad • Pacientes estables que requieren cuidados intensivos de médicos y/o enfermeras - Coma de cualquier origen - Insuficiencia renal aguda. Depuración extra-renal - Insuficiencia respiratoria.BPAP - Neumonía comunidad. EPOC descompensado Nivel D de severidad • Pacientes inestables que requieren cuidados intensivos de médicos y/o enfermeras y necesitan de frecuentes valoraciones y ajustes de tratamiento - Arritmias cardiacas - Cetoacidosis diabética sin coma - Inestabilidad hemodinámica - Insuficiencia respiratoria. Ventilación mecánica Nivel E de severidad • Pacientes inestables que requieren cuidados intensivos de médicos y/o enfermeras y necesitan de frecuentes valoraciones y ajustes de tratamiento - Coma progresivo • Shock (tensión sistólica < 90 mm Hg durante más de tres horas o necesidad de terapia con drogas vasoactivas) • Resucitación cardiopulmonar plicaciones infecciosas les corresponde una prioridad de ingreso 1 en la mayoría de los casos, ya que son pacientes con complica- ciones infecciosas subsanables con un tra- tamiento quirúrgico y médico adecuados. El Centers for Disease Control (CDC) rea- liza desde hace años un estudio de vigilan- cia de infecciones nosocomiales, National Nosocomial Infections Surveillance System (NNIS) en el que incluye a pacientes ingre- sados en UCI, clasificándolos en cinco nive- les de severidad (Tabla IV), atendiendo a los motivos de ingreso de los pacientes en dichas unidades(8). Aunque esta clasificación no ayuda a tomar decisiones respecto al ingreso de los pacientes en UCI, su aplica- ción en una población de pacientes per- mite diferenciar los distintos niveles de seve- ridad con los que se ingresan pacientes en dicho servicio. En la figura 1 se incluyen los pacientes ingresados en 51 UCI españolas en el año 1996 durante un periodo de tres meses y su clasificación atendiendo al moti- vo de ingreso. El Grupo de Trabajo de Enfermedades Infecciosas de la SEMICYUC en colaboración con la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC) han elaborado unas indicaciones para el ingreso en UCI de pacientes adultos con infec- ciones graves(9). En la presentación del docu- mento se resalta que las recomendaciones son realizadas por expertos de ambas socie- dades científicas, y que no son el resultado de «reuniones de consenso», organizadas por las sociedades a las que pertenecen. Las indi- caciones que se proponen se clasifican aten- diendo a criterios de calidad de la evidencia para la práctica clínica, dentro del menor nivel de evidencia(10), ya que no existe en la literatura ningún estudio que valore de forma contrastada los criterios de ingreso en UCI que se recomiendan. En el documento se incluyen seis situaciones clínicas relaciona- das de forma directa o indirecta con proce- sos infecciosos, entre los que se incluyen las neumonías, la sepsis con repercusión hemo- dinámica, y los pacientes con VIH, pero no Criterios de ingreso en UCI de pacientes con complicaciones infecciosas en el postoperatorio ... 25 0 5 10 15 20 25 30 35 40 A B C D E 11,3 6,5 23 39,1 20,1% 7.151 pacientes FIGURA 1. DISTRIBUCIÓN DE LOS NIVELES DE SEVERIDAD DE 7.151 PACIENTES INGRESADOS EN UCI (ENVIN- UCI, 1996). se incluyen de forma específica los criterios de ingreso de pacientes con infecciones abdo- minales postquirúrgicas. Trabajar en un sistema de gravedad que pueda predecir la necesidad de ingreso posto- peratorio en UCI, es una de las recomenda- ciones de investigación en el futuro del Ame- rican College of Chest Physicians, tras la con- ferencia de evaluación y manejo perioperato- rio realizada en 1998(11). FORMAS DE PRESENTACIÓN DE LAS INFECCIONES EN PACIENTES POSTQUIRÚRGICOS Las infecciones que pueden desarrollarse en los pacientes intervenidos de cirugía abdo- minal pueden clasificarse atendiendo a dife- rentes parámetros, entre los que destacan la localización, la respuesta sistémica a la infec- ción y la presencia de fracaso de órganos o sistemas. Localización Las localizaciones más frecuentes y gra- ves son las infecciones profundas en la zona operatoria (peritonitis y abscesos) y las respi- ratorias. Estas infecciones se acompañan de alteraciones funcionales que obligan a trata- mientos específicos y son con frecuencia cau- sas de ingreso en las UCI. Esto es especial- mente importante cuando la complicación infecciosa precisa de una nueva intervención quirúrgica, ya que la gravedad alcanza su grado máximo durante el acto operatorio. Otras infecciones, como las urinarias y las relacionadas con catéteres vasculares, se rela- cionan con diversas instrumentaciones que alteran las defensas cutáneo-mucosas, facili- tando la colonización y posterior infección. Generalmente responden a la retirada de la sonda urinaria o del catéter vascular y a la administración de los antibióticos más ade- cuados en cada caso. Respuesta sistémica frente a la infección El organismo reacciona frente a las bac- terias y hongos responsables de las infeccio- nes nosocomiales de forma muy diferente dependiendo de la capacidad inmunitaria del paciente, del tamaño del inóculo, de la viru- lencia de los patógenos y de la liberación de toxinas. Recientemente se ha clasificado la respuesta sistémica en tres categorías: sepsis, sepsis grave y shock séptico(12), a las que les corresponde un diferente nivel de gravedad. Los pacientes que en la fase posterior a la cirugía abdominal presenten signos clínicos de sepsis grave o de shock séptico deben ser valorados con urgencia, con el fin de iden- tificar el foco de infección, iniciar un trata- miento intensivo y monitorizar una serie de parámetros funcionales básicos (Tabla V). Presencia de fracaso de órganos o sistemas La respuesta frente a la infección abdo- minal postquirúrgica puede afectar de forma predominante a aquellos órganos previamente alterados como ocurre con el pulmón en pacientes con antecedentes de patología res- piratoria crónica, el corazón en pacientes con insuficiencia cardiaca o isquemia miocárdi- ca, el riñón en casos de insuficiencia renal previa. Sin embargo la persistencia de un foco séptico no drenado o tratado con antibióti- cos inadecuados(13) conduce de forma pro- gresiva a un síndrome de disfunción mul- tiorgánica (SDMO), difícil de solucionar a pesar de la aplicación posterior de la más moderna tecnología. Existen numerosas evidencias que demues- tran que la sepsis persistente tras procedi- mientos quirúrgicos abdominales es una causa común de SDMO. El pronóstico de los pacien- tes con sepsis intraabdominal es malo cuan- do ya se ha desarrollado el SDMO(14,15). Las medidas de soporte hemodinámico, respira- torio, nutricional y el tratamiento antibiótico 26 M. Palomar, F. Alvarez prolongan la supervivencia de estos enfermos, pero el factor determinante en su evolución es la resolución quirúrgica del foco séptico(14,16- 18). El ingreso en UCI no debe ser nunca una excusa para retrasar la intervención quirúrgi- ca, como ha ocurrido en ocasiones debido a la mejoría inicial de los pacientes. CRITERIOS ESPECÍFICOS DE INGRESO EN UCI DE PACIENTES CON COMPLICACIONES INFECCIOSAS EN EL POSTOPERATORIO DE CIRUGÍA ABDOMINAL Las complicaciones infecciosas en el post- operatorio de cirugía abdominal raramente producen sintomatología en las primeras 48 horas tras la primera intervención, excepto cuando están presentes necrosis o perfora- ción intestinal, o si se desarrolla infección por Clostridium perfringens o Streptococcus pyo- genes. La gangrena gaseosa y la fascitis necro- tizante son procesos muy severos y entre los signos que sugieren su presencia se encuen- tran la aparición de leucopenia, plaquetope- nia, hemólisis, y la afectación renal y hepá- tica no explicable por otras causas. La sepsis abdominal, secundaria a absce- sos, fístulas intestinales o peritonitis difusa, puede diagnosticarse tardíamente ya que los síntomas de abdomen agudo pueden estar enmascarados en pacientes que reciben seda- ción o analgesia y en aquellos en que coe- xisten otros focos de infección. Sin embargo, debe sospecharse la existencia de complica- Criterios de ingreso en UCI de pacientes con complicaciones infecciosas en el postoperatorio ... 27 TABLA V.
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