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AFECTACION PLEUROPULMONAR EN LAS ENFERMEDADES ENDOCRINOMETABOLICAS

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CAPÍTULO
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Afectación pleuropulmonar 
en las enfermedades 
endocrinometabóli
INTRODUCCIÓN
Las enfermedades endocrinometabólicas forman un grupo muy 
heterogéneo de alteraciones que en algunas ocasiones afectan 
al aparato respiratorio. La prevalencia y la incidencia de la 
mayoría de ellas suelen ser muy bajas. El principal mecanismo 
implicado en su patogenia se relaciona con algún trastorno en 
el metabolismo de las proteínas o de los lípidos, lo que lleva 
al depósito desproporcionado de sustancias específicas en 
distintos órganos y estructuras, entre los que pueden estar vía 
aérea y el parénquima pulmonar.
ENFERMEDADES PULMONARES 
POR DEPÓSITO DE SUSTANCIAS
Enfermedad por depósito de calcio 
en el parénquima pulmonar
Diversas anomalías pueden dar lugar al depósito de calcio en 
el parénquima pulmonar o en la pleura (cuadro 66.1). Las 
calcificaciones en el parénquima pulmonar pueden producirse 
en muy diferentes situaciones clínicas, pero en este apartado 
conviene centrarse en dos procesos que, por sus características, 
tienen una entidad propia y bien definida, como son la calci­
ficación debida a una hipercalcemia o calcificación pulmonar 
metastásica, y la denominada osificación pulmonar difusa.
CALCIFICACIÓN PULMONAR METASTÁSICA
La calcificación pulmonar metastásica es un proceso poco 
habitual y de causa desconocida. El mecanismo por el que se 
origina se relaciona con un aumento de los niveles de calcio 
en el plasma (hipercalcemia) y con un depósito anormal de 
esta sustancia en el parénquima pulmonar sano. Numerosas 
enfermedades, tanto benignas como malignas, pueden cursar 
con una hipercalcemia (cuadro 66.2) y, por tanto, favorecer 
el depósito de calcio en tejidos sanos distintos a aquellos en 
los que este elemento aparece normalmente. El pulmón es el 
órgano que con mayor frecuencia se afecta, lo que da lugar a 
la llamada calcificación pulmonar metastásica.
La patogenia de este de trastorno no se conoce bien, aunque 
en su génesis se han implicado varios factores (modificacio­
nes en el equilibrio entre el calcio y el fosfato, defectos en la 
función renal, regulación inadecuada del pH plasmático, etc.). 
Entre las alteraciones que se asocian con la calcificación pulmo­
nar metastásica la más común es la insuficiencia renal crónica, 
sobre todo la que existe en los pacientes en hemodiálisis, en 
el hiperparatiroidismo y en los tumores osteoblásticos, entre 
otros. El calcio suele depositarse en las paredes bronquiales, 
los septos alveolares y las arterias pulmonares. Predomina 
en los lóbulos superiores, en los que el pH alcalino favorece 
la precipitación del calcio y su acúmulo en esta región. No 
obstante, conviene aclarar que no en todos los individuos que 
tienen una hipercalcemia se producen depósitos pulmonares 
de calcio.
Por lo general las calcificaciones pulmonares metastásicas 
suelen ser asintomáticas y solo en casos muy avanzados pue­
den llevar a ocasionar una insuficiencia respiratoria aguda, 
aunque esto es muy raro. Los análisis de laboratorio demues­
tran la existencia de una hipercalcemia. Las pruebas de función 
pulmonar suelen ser normales y solo en una pequeña pro­
porción de sujetos, en los que la afectación parenquimatosa 
es muy extensa, se observa un patrón ventilatorio restrictivo, 
con disminución de la capacidad vital, caída de la capacidad 
de difusión alveolocapilar para el monóxido de carbono e, 
incluso, hipoxemia.
La radiografía de tórax puede ser normal, sobre todo en las 
fases iniciales de la enfermedad. Sin embargo, la imagen ra­
diológica recuerda a veces a la de un edema agudo de pul­
món, del que suele diferenciarse con facilidad por la ausencia 
de cardiomegalia, redistribución vascular y líneas B de Kerley. 
También podría confundirse con una consolidación neumó­
nica, aunque la ausencia de fiebre y de síntomas respiratorios 
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suele bastar para orientar el cuadro clínico. La tomografía 
computarizada (TC) torácica, en especial la de alta resolución 
(TCAR), tiene mayor sensibilidad en la detección de estas lesio­
nes. La imagen típica es la de opacidades nodulares calcificadas, 
de aproximadamente 3­10 mm de diámetro, con tendencia 
a confluir entre sí y con una distribución central perihiliar. 
Aunque el patrón descrito es el más habitual, en la radiografía 
de tórax también puede encontrarse, en las fases más avanza­
das, un patrón de fibrosis pulmonar consolidada. Los datos 
radiológicos y la sospecha clínica suelen ser suficientes para 
establecer el diagnóstico. Solo en raras ocasiones es necesario 
recurrir a la biopsia pulmonar.
El tratamiento de la hipercalcemia metastásica es el de la 
causa responsable del trastorno. El pronóstico es, en general, 
muy bueno.
OSIFICACIÓN PULMONAR DIFUSA
La osificación pulmonar difusa (OPD) es una entidad poco 
frecuente y que cursa de manera asintomática. A diferencia de 
la anterior, en la que el calcio se deposita en un parénquima 
pulmonar sano, en la OPD el acúmulo de calcio se produce 
en áreas del pulmón en las que ya existían lesiones tisulares. 
La OPD se caracteriza por la formación distópica de un hueso 
maduro en el interior del parénquima pulmonar. Puede ser 
de naturaleza idiopática o, por el contrario, asociarse con 
alguna anomalía pulmonar, cardíaca o de algún otro tipo. 
Su patogenia es desconocida. Parece que la fibrosis podría ser 
un factor que facilitara su aparición, además de que también 
podría existir cierta predisposición genética para su desarro­
llo. En cuanto a los mecanismos implicados en su origen, se 
han postulado diversas teorías. Se cree que un ambiente ácido 
y la anoxia celular crónica inducirían una metaplasia de los 
fibroblastos que se transformarían en osteoblastos, con la 
consiguiente formación de una matriz ósea extracelular. La 
teoría distrófica sostiene que las alteraciones debidas al enve­
jecimiento que se producen en el tejido conjuntivo perivas­
cular e intersticial serían la causa del proceso. Por otro lado, 
también se ha postulado que algunos factores de crecimiento 
podrían tener un papel importante en el desarrollo de la 
OPD, como ocurre con el TGF­β (transforming growth factor 
beta) o con otro miembro de la misma familia de factores, la 
BMP (bone morphogenic protein). Los tipos histopatológicos 
de osificación pulmonar que se reconocen actualmente son 
los dos siguientes:
●	 La osificación dendriforme, también llamada osificación pul­
monar idiopática o neumonía osificante. Se caracteriza por 
la aparición de formaciones óseas ramificadas a lo largo 
de las vías aéreas distales. Se ha descrito en relación con 
procesos inflamatorios crónicos, como la fibrosis pulmonar 
idiopática o la exposición al asbesto o a agentes quimiote­
rápicos como el busulfano. Es habitual que predomine en 
los lóbulos inferiores.
●	 La osificación nodular, que es la forma más frecuente. Tiende 
a estar más localizada y se caracteriza por la existencia de 
depósitos laminares de material osteoide calcificado dentro 
de los espacios alveolares. Se asocia con enfermedades car­
díacas preexistentes, que cursan con una congestión venosa 
pulmonar crónica, como la estenosis mitral, la insuficiencia 
crónica del ventrículo izquierdo y la estenosis subaórtica 
hipertrófica idiopática.
LA OPD suele ser asintomática y constituir un hallazgo casual 
en un estudio necrópsico o en una prueba de imagen realizada 
Cuadro 66.2 ENFERMEDADES 
QUE PUEDEN ASOCIARSE 
CON DEPÓSITOS DE CALCIO 
EN EL PARÉNQUIMA PULMONAR
Infecciones
Neoplasias
Neumoconiosis
Amiloidosispulmonar
Proteinosis alveolar
Microlitiasis alveolar
Hemosiderosis alveolar idiopática
Hipercalcemia:
●	 Insuficiencia renal crónica
●	 Hiperparatiroidismo
●	 Tumores que cursan con destrucción ósea: 
mieloma múltiple, metástasis óseas
●	 Hipervitaminosis D
●	 Inmovilización ósea
●	 Sarcoidosis
Cuadro 66.1 TRASTORNOS 
ENDOCRINOMETABÓLICOS QUE SE HAN 
RELACIONADO CON ALTERACIONES 
DEL APARATO RESPIRATORIO
Alteraciones pulmonares por depósito de sustancias:
●	 Enfermedades por depósito pulmonar de calcio
●	 Proteinosis alveolar pulmonar
●	 Amiloidosis pulmonar
●	 Microlitiasis alveolar pulmonar
●	 Enfermedades por depósito pulmonar de lípidos
●	 Enfermedades por depósito pulmonar de glucógeno
●	 Enfermedades por depósito pulmonar 
de mucopolisacáridos
Alteraciones respiratorias por enfermedades endocrinas:
●	 Diabetes mellitus
●	 Acromegalia
●	 Síndrome de Cushing
●	 Hiperparatiroidismo
●	 Hipotiroidismo
●	 Hipertiroidismo
Otras alteraciones respiratorias asociadas 
con enfermedades endocrinometabólicas diversas:
●	 Síndrome de Klinefelter
●	 Obesidad
●	 Proteinosis lipoide
●	 Retraso del crecimiento, aminoacidurias 
y cor pulmonale familiares
●	 Enfermedad de Nasu-Hakola
●	 Enfermedad pulmonar por depósito de cera vegetal
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SECCIÓN VIII
Afectación respiratoria en las enfermedades de otros órganos y de otros sistemas
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por algún otro motivo. Los análisis bioquímicos son normales 
y la calcemia y la fosfatemia, a diferencia de lo que ocurre en 
la calcificación pulmonar metastásica, también son normales. 
Es fácil que se encuentre una alteración ventilatoria restrictiva, 
con disminución de la capacidad de difusión para el monóxido 
de carbono, cuando la enfermedad es extensa. La radiografía 
de tórax convencional también es normal. La TC torácica, en 
especial la TCAR, es el procedimiento más sensible para la 
detección de estas lesiones. La primera suele mostrar la exis­
tencia de áreas ramificadas calcificadas de distribución bron­
covascular, en la variedad dendriforme, y áreas de nodulillos 
subpleurales calcificados en la variedad nodular. La enfermedad 
cursa de manera lentamente progresiva y en la actualidad no 
existe ningún fármaco eficaz para su tratamiento. Los corticoes­
teroides, los fármacos relacionados con el metabolismo cálcico 
y las dietas bajas en calcio no ofrecen beneficio demostrable 
alguno.
Proteinosis alveolar pulmonar
La proteinosis alveolar pulmonar (PAP) es una enfermedad 
rara, de origen desconocido, que se caracteriza por el acúmulo 
de un material rico en fosfolípidos y proteínas en los sacos 
alveolares. Esta sustancia es PAS (ácido peryódico de Schiff) 
positiva y azul alcián negativa y deriva del surfactante pulmo­
nar. En efecto, la patogenia de esta enfermedad se ha puesto 
en relación con la existencia de un trastorno en el metabolis­
mo del surfactante alveolar, en el que se ha implicado a los 
neumocitos tipo II y a los macrófagos alveolares. Recientes 
trabajos han demostrado que este trastorno se debe a la apa­
rición de anticuerpos circulantes contra el factor estimulador 
del crecimiento de las colonias de granulocitos y macrófagos 
(GM­CSF), que impiden la adecuada maduración y el correcto 
funcionamiento de las células mencionadas. De esta manera, se 
produce un defecto en el aclaramiento del surfactante, con su 
consiguiente acúmulo en el alvéolo. El descubrimiento de este 
mecanismo patogénico ha tenido importantes consecuencias 
diagnósticas y terapéuticas.
En el momento actual se distinguen tres tipos de PAP bien 
diferenciados:
●	 La PAP autoinmune, previamente llamada primaria o idio­
pática, que es la forma más habitual en los sujetos adultos. 
La media de edad de los individuos se sitúa en torno a los 
50 años. Aproximadamente la mitad de los pacientes son 
fumadores activos (56%). La presencia de anticuerpos cons­
tituidos por inmunoglobulina G (IgG) anti­GM­CSF es un 
dato específico de esta forma autoinmune. Estos anticuerpos 
tienen una gran afinidad por el GM­CSF, cuya actividad 
queda así bloqueada. Como resultado, los macrófagos son 
incapaces de aclarar el surfactante y muestran, además, una 
menor eficiencia en la defensa frente a las infecciones. Esta 
circunstancia explica la mayor susceptibilidad de estos enfer­
mos a las infecciones oportunistas. Una concentración sérica 
de la IgG mencionada superior a 19 µg/mL es específica de la 
forma autoinmune, mientras que una concentración inferior 
a 10 µg/mL tiene un buen valor predictivo negativo.
●	 La PAP genética, que afecta a los recién nacidos y se debe a 
la existencia de mutaciones en determinados genes, como 
el SF-TPB, el SF-TPC, el ABCA3 y el NKX2-1, que codifican 
las subunidades α y β del receptor GM­CSF. También puede 
observarse en la intolerancia a la proteína lisinúrica, un 
trastorno congénito del ciclo de la urea caracterizado por 
la deficiencia de una enzima codificada por el gen trans­
portador de aminoácidos (SLC7A7).
●	 La PAP secundaria, que se asocia con varias enfermeda­
des, tal y como se detalla en el cuadro 66.3. Esta variedad 
podría clasificarse, de manera sencilla, en dos grupos: la 
PAP asociada con enfermedades inflamatorias sistémicas o 
malignas, particularmente las oncohematológicas, y la PAP 
debida a la exposición a agentes exógenos específicos.
Hasta una tercera parte de los sujetos que padecen una PAP 
se mantiene asintomática. Los síntomas suelen ser inespecí­
ficos y los más habituales son la tos seca y la disnea de ins­
tauración progresiva. Hasta un 30% de los enfermos desarrolla 
Cuadro 66.3 ENFERMEDADES 
QUE PUEDEN ASOCIARSE 
CON UNA PROTEINOSIS ALVEOLAR
Enfermedades inmunológicas:
●	 Síndrome de inmunodeficiencia adquirida
●	 Hipogammaglobulinemia
●	 Síndrome de la inmunodeficiencia común variable
●	 Púrpura trombocitopénica idiopática
●	 Enfermedades autoinmunes del colágeno
Enfermedades hematológicas:
●	 Linfopenias
●	 Gammapatías monoclonales
●	 Procesos mieloides
●	 Aplasia tímica, a veces acompañando a un síndrome 
de DiGeorge
Enfermedades por exposición a polvos inorgánicos:
●	 De aluminio
●	 De sílice
●	 De titanio
Enfermedades por exposición a fármacos:
●	 Busulfano
●	 Clorambucilo
Infecciones respiratorias por diversos microorganismos:
●	 Nocardia
●	 Aspergillus
●	 Cytomegalovirus
●	 Mycobacterium tuberculosis
●	 Micobacterias no tuberculosas
●	 Pneumocystis jiroveci
●	 Histoplasma capsulatum
●	 Especies de Candida y Herpesvirus
Otras enfermedades:
●	 Amiloidosis
●	 Acidosis tubular renal
●	 Síndrome de Fanconi
●	 Melanoma
●	 Glioblastoma
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acropaquias bien identificables. También puede existir dolor 
pleurítico, febrícula, astenia y pérdida de peso. El riesgo de 
infecciones, tanto por agentes patógenos respiratorios comunes 
como por gérmenes oportunistas, como Nocardia, Aspergillus y 
micobacterias, es claramente mayor.
Las pruebas de laboratorio suelen mostrar un aumento de 
los niveles séricos de la lactato deshidrogenasa y un descenso 
de los de la IgA. Como ya se ha señalado, recientemente se ha 
descrito la posibilidad de detectar, en la forma autoinmune, 
anticuerpos anti­GM­CSF. La exploración funcional respirato­
ria puede ser normal o poner de manifiesto la existencia de 
un patrón ventilatorio restrictivo, con una disminución de la 
capacidad vital y de la capacidad de difusión alveolocapilar 
parael monóxido de carbono. La hipoxemia se debe a un 
desequilibrio entre la ventilación y la perfusión pulmonares y 
puede asociarse con una hipertensión pulmonar en los casos 
más evolucionados.
El patrón radiográfico típico consiste en áreas de consolida­
ción bilateral y simétrica de distribución perihiliar, que simula 
un edema agudo de pulmón, pero en el que no se observan 
signos de descompensación cardíaca (cardiomegalia, redis­
tribución vascular y líneas B de Kerley). En la TCAR torácica 
pueden encontrarse opacidades difusas y parcheadas en vidrio 
deslustrado, que reflejan la presencia del material PAS positivo 
existente en los alvéolos y que se asocian con un engrosamiento 
lineal septal (patrón en empedrado). Este patrón es muy suges­
tivo, pero no específico, de la PAP. Algunos autores consideran 
que la lesión que se produce en el intersticio pulmonar sería el 
resultado de un edema septal y del depósito de material PAS 
positivo adyacente al septo interlobular.
El diagnóstico de la enfermedad se basa en la identificación 
en el lavado broncoalveolar de un material lipoproteináceo 
eosinofílico, PAS positivo y azul alcián negativo, con una gran 
cantidad de fosfolípidos (fosfatidilglicerol) y resistente a la 
digestión con la diastasa. En el fluido alveolar también suele 
evidenciarse un aumento de la IgA, la IgG y la IgM, así como 
la presencia de cuerpos lamelares, si se utiliza la microscopia 
electrónica.
El lavado broncoalveolar también sirve para descartar la 
presencia de infecciones oportunistas, muy comunes en estos 
pacientes por la disfunción neutrofílica existente, que también 
se debe a los mismos anticuerpos anti­GM­CSF. Si el lava­
do broncoalveolar no es diagnóstico, puede recurrirse a una 
biopsia transbronquial, en la que se observan unos alvéolos 
cargados de ese mismo material, aunque con preservación de la 
estructura pulmonar, y con abundantes macrófagos espumosos, 
células fantasma y neumocitos tipo II cargados de cuerpos 
lamelares. En los enfermos con una PAP autoinmune los anti­
cuerpos anti­GM­CSF séricos se encuentran elevados, mientras 
que esto solo ocurre en el 5% de la población sana. Por este 
motivo, la detección de estos anticuerpos, en conjunción con 
el hallazgo de un patrón clínico­radiológico compatible, puede 
tener utilidad diagnóstica en los pacientes en los que el lavado 
broncoalveolar y la biopsia transbronquial no han sido con­
cluyentes. Se podría evitar así una biopsia pulmonar abierta. 
Además, la presencia de dichos anticuerpos ayuda a diferenciar 
una PAP primaria de una secundaria.
Por el momento no existe tratamiento curativo alguno. Has­
ta en un 25% de los enfermos puede producirse una remisión 
espontánea, lo que limita las indicaciones terapéuticas. Cuando 
aparece una disnea incapacitante, una insuficiencia respirato­
ria o el curso se hace progresivo debe recurrirse a un lavado 
broncoalveolar total, que es el tratamiento clásico de la PAP. Se 
trata de una técnica que solo debe llevarse a cabo por personas 
con experiencia en su realización. Este procedimiento está 
indicado una vez que se tiene la confirmación histopatológica 
de la enfermedad y, además, se cumplen los criterios que se 
reseñan en el cuadro 66.4. Se lleva a cabo bajo anestesia general 
y consiste en la instilación de importantes cantidades de suero 
salino, a través de un broncoscopio flexible, con aspiración 
posterior del fluido instilado, que de esta manera arrastra el 
material patológico. Esta maniobra se repite hasta que se con­
sigue que se aclare el líquido obtenido, es decir, hasta que el 
fluido que se recupera es claro y transparente. Durante todo 
el procedimiento ha de efectuarse una percusión mecánica del 
tórax, con el objeto de facilitar el drenaje. Es una técnica labo­
riosa y no exenta de riesgos (infecciones, hipoxemia). El lavado 
broncoalveolar terapéutico consigue mejorar la tolerancia al 
ejercicio, el intercambio pulmonar de gases y la supervivencia. 
En el 30­40% de las ocasiones solo se requiere la realización 
de un único lavado, mientras que en el resto de los casos debe 
repetirse cada 6­12 meses.
En la actualidad, gracias a los avances antes referidos en 
el conocimiento de la patogenia de la enfermedad, se está 
ensayando la administración terapéutica del GM­CSF, tanto 
por vía parenteral (endovenosa y subcutánea) como por vía 
inhalatoria. Algunos datos recientes apoyan la eficacia de este 
tratamiento, aunque aún no puede compararse con la del 
lavado broncoalveolar en cuanto a la mejoría de los síntomas 
y del intercambio gaseoso que se consigue. No obstante, en un 
futuro inmediato podría convertirse en una buena posibilidad 
terapéutica. Los efectos secundarios del GM­CSF son escasos y, 
en general, leves (exantema, fiebre, dolor óseo).
Algunos tratamientos alternativos, como la plasmaféresis, 
han tenido menos éxito. El objetivo de esta técnica se centra en 
disminuir la cantidad de anticuerpos anti­GM­CSF circulantes 
y, por tanto, su actividad patogénica. Los ensayos clínicos efec­
tuados hasta la fecha han tenido resultados contradictorios. La 
plasmaféresis es capaz de disminuir la concentración sérica de 
estos anticuerpos, aunque a unos niveles que no siempre se 
acompañan de una respuesta clínico­funcional mensurable. Es 
cierto, no obstante, que algunos de los protocolos empleados 
se han basado en regímenes de poca intensidad, con el fin de 
evitar una excesiva inmunosupresión y el estado procoagulante 
que se produce. Probablemente se necesitan más estudios, 
Cuadro 66.4 INDICACIONES 
DEL LAVADO BRONCOALVEOLAR 
TERAPÉUTICO EN LA PROTEINOSIS 
ALVEOLAR
Presión arterial de oxígeno < 65 mm Hg
Gradiente alveoloarterial de oxígeno ≥ 40 mm Hg
Disnea que limita al enfermo para realizar sus actividades 
diarias
Shunt mayor del 10-12% del gasto cardíaco
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SECCIÓN VIII
Afectación respiratoria en las enfermedades de otros órganos y de otros sistemas
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que recurran a programas más agresivos, que evalúen mejor la 
relación existente entre los riesgos que se corren y los beneficios 
que pueden obtenerse, y que presten una atención especial a la 
aparición de infecciones pulmonares debidas a microorganis­
mos oportunistas.
Los agentes inmunosupresores también se han utilizado 
como terapias alternativas en los últimos años. Considerando que 
la PAP es una enfermedad autoinmune, se ha pensado 
en la acción terapéutica que podrían tener fármacos como el 
rituximab. En algunos trabajos se han evidenciado des­
censos discretos en la concentración de autoanticuerpos, 
pero con efectos valorables desde un punto de vista clínico, 
radiológico y funcional. La respuesta a este tratamiento es 
lenta y tarda meses en apreciarse, por lo que no es una opción 
válida en los pacientes que requieren una actuación urgente. 
En la forma genética, el uso del GM­CSF no parece tener 
utilidad alguna y lo único que puede mejorar el pronóstico 
de estos casos es el trasplante de pulmón. Cuando la enfer­
medad progresa puede verse agravada por la aparición de 
infecciones oportunistas, como las producidas por Nocardia, 
Aspergillus o micobacterias. El fallecimiento suele deberse a 
una insuficiencia respiratoria.
Amiloidosis pulmonar
La amiloidosis es una enfermedad que se caracteriza por el 
acúmulo extracelular de una proteína específica denominada 
proteína fibrilar amiloide. En realidad, amiloidosis es un término 
genérico que se utiliza para definir un conjunto de situaciones 
clínicas diferentes que suelen clasificarse en función del tipo 
de proteína amiloide que se deposita. No obstante, existen 
subclasificaciones clínicas, que distinguen entre las formas 
hereditarias y las adquiridas, así como entre las formas loca­
lizadas y las sistémicas. La clasificación dela amiloidosis más 
aceptada en el momento actual es la siguiente:
●	 Amiloidosis secundaria, reactiva o adquirida. Se debe al depósi­
to del amiloide A (AA), un derivado de una proteína de fase 
aguda. Ocurre sobre todo como complicación de una enfer­
medad inflamatoria crónica subyacente (como la artritis 
reumatoide), de infecciones crónicas (como la tuberculosis, 
las bronquiectasias, la fibrosis quística o la lepra) o de neo­
plasias (como la enfermedad de Hodgkin).
●	 Amiloidosis primaria Se origina por el depósito del amiloide L 
(AL), constituido por cadenas ligeras de inmunoglobulinas, 
por lo que traduce una anomalía en la función de las células 
plasmáticas. En este caso, a diferencia del anterior, no se 
encuentra enfermedad subyacente alguna. Es mucho más 
rara, pero es la que con más frecuencia afecta al pulmón. 
Puede manifestarse asociada con una macroglobulinemia 
de Waldenström, una agammaglobulinemia o un mieloma 
múltiple. Los órganos más habitualmente implicados son 
el corazón, el pulmón, la lengua, el tracto digestivo, la piel, 
los nervios periféricos, el sistema reticuloendotelial y el tes­
tículo.
●	 Amiloidosis familiar Es muy poco común y suele implicar a 
un solo tejido, sobre todo al nervioso.
●	 Amiloidosis senil Se observa en personas mayores de 70 años 
de edad y el amiloide puede depositarse en distintos órga­
nos y tejidos.
En la amiloidosis es poco habitual que se afecten las vías aéreas 
o el parénquima pulmonar. No obstante, según cómo se acu­
mule la sustancia amiloide en el tracto respiratorio pueden 
encontrarse las siguientes formas clínicas:
●	 Amiloidosis orofaringolaríngea. Es poco frecuente. Los sín­
tomas dependen de la localización del lugar en el que se 
encuentre el material amiloide. El depósito en la lengua 
produce macroglosia, lo que puede dar lugar a un síndrome 
de apnea obstructiva del sueño. También se ha descrito el 
estridor cuando el amiloide se localiza en la laringe.
●	 Amiloidosis traqueobronquial. Es la forma de presentación 
más común. La edad media de los enfermos se sitúa, en 
algunas series, en torno a los 50 años. Es más habitual en 
los varones (2 a 1). El amiloide se acumula a lo largo del 
árbol bronquial, lo que produce un engrosamiento focal 
o difuso y puede ocasionar una broncoconstricción, con 
atelectasias o neumonías obstructivas secundarias. Los 
síntomas más típicos son la tos, las sibilancias, la disnea 
y la hemoptisis. La inespecificidad de estos síntomas suele 
retrasar el diagnóstico. En la radiografía de tórax puede 
hallarse un aumento generalizado de la trama broncovas­
cular, asociado con diversos grados de hiperinsuflación 
pulmonar, o una obstrucción bronquial grave, que puede 
originar una atelectasia o una neumonitis obstructiva.
●	 Amiloidosis parenquimatosa nodular. Es una variante muy rara. 
El amiloide que se deposita es del tipo AL. La edad media 
de los enfermos en el momento del diagnóstico oscila 
alrededor de los 60 años, con igual distribución en ambos 
sexos. Los pacientes suelen estar asintomáticos, aunque 
a veces tienen tos o hemoptisis. Desde un punto de vista 
radiológico, la forma parenquimatosa nodular se manifiesta 
como masas solitarias o múltiples, que a veces se cavitan. 
El tamaño de los nódulos varía desde pocos milímetros 
(micronódulos) hasta los 5 cm (auténticas masas), que 
predominan en las zonas periféricas y subpleurales. En la 
TC torácica puede observarse una calcificación en el 20­50% 
de los casos. Los nódulos captan positivamente la glucosa 
marcada cuando se realiza una tomografía por emisión 
de positrones (PET). Ello obliga, casi siempre, a descartar 
la posibilidad de un cáncer broncogénico mediante una 
fibrobroncoscopia o una biopsia pulmonar por videotora­
coscopia. Además, en el propio cáncer de pulmón también 
pueden existir acúmulos de sustancia amiloide, lo que a 
veces dificulta aún más el diagnóstico. Otros procesos que 
deben tenerse en cuenta en el diagnóstico diferencial son las 
metástasis pulmonares, la tuberculosis y las enfermedades 
granulomatosas.
●	 Amiloidosis parenquimatosa difusa. Es una forma bastante 
rara. Suele aparecer como parte de una alteración multisis­
témica. La edad de los pacientes suele estar alrededor de los 
55 años. Las manifestaciones respiratorias son progresivas 
y los síntomas más habituales son la tos y la disnea. Radio­
lógicamente suele expresarse como un patrón intersticial 
difuso y, en menos ocasiones, como un patrón lineal o 
nodular pequeño. En la radiografía y la TC de tórax se obser­
van infiltrados reticulares, nodulares o reticulonodulares 
(con nódulos hasta de 2,5 cm de diámetro). La afectación 
de los ganglios mediastínicos e hiliares es bastante común. 
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CAPÍTULO 66
Afectación pleuropulmonar en las enfermedades endocrinometabólicas
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El pronóstico es malo, ya que la enfermedad suele ser pro­
gresiva. El fallecimiento suele ocurrir unos 2 años después 
del diagnóstico.
●	 Amiloidosis pleural. En la amiloidosis sistémica primaria no 
es infrecuente la existencia (30% de los casos en algunas 
series) de un pequeño derrame pleural.
El diagnóstico de las amiloidosis se confirma mediante el 
correspondiente estudio histopatológico de la lesión. Es 
característica la positividad de la tinción con el rojo Con­
go, que muestra la típica birrefringencia verde del material 
amiloide.
El tratamiento en la forma secundaria es el de la enfermedad 
de base que la produce. En la forma sistémica la adminis­
tración de prednisona, junto con la de otros fármacos, como 
el melfalán o la colchicina, se ha asociado con un aumento 
de la supervivencia. Existen otras medidas alternativas, como 
la radioterapia externa o la terapia con dimetilsulfóxido, que 
parecen tener cierta efectividad si existe una afectación pulmo­
nar. En la forma traqueobronquial pueden utilizarse técnicas 
endoscópicas de resección con láser.
Microlitiasis alveolar pulmonar
La microlitiasis alveolar pulmonar (MAP) es una enfermedad 
de la que apenas se han descrito 600 casos en todo el mundo. 
Se caracteriza por la precipitación en los espacios alveolares de 
unos cuerpos nodulares calcificados de tamaño microscópico 
(microlitos), compuestos esencialmente por fosfato de calcio. 
Tiene un claro componente familiar de herencia autosómica 
recesiva y se debe a mutaciones existentes en el gen SLC34A2, 
que codifica para el cotransportador tipo IIb del fosfato sódico.
Suele presentarse entre la tercera y la quinta décadas de 
la vida y afecta por igual a ambos sexos. Lo más frecuente es 
que curse de manera asintomática, sobre todo al comienzo 
de la enfermedad, lo que ocasiona una llamativa disocia­
ción entre las manifestaciones clínicas y las radiológicas. Lo 
habitual es que el diagnóstico se plantee ante un hallazgo 
incidental en una radiografía de tórax realizada por cualquier 
otro motivo. En los individuos sintomáticos la disnea es la 
queja más común, seguida por la tos seca no productiva, el 
dolor torácico y la astenia. El curso clínico es variable, aunque 
por lo general la evolución es muy lenta. En algunos casos 
la enfermedad permanece estable durante bastante tiempo. 
En otras ocasiones, sin embargo, progresa hacia la fibrosis 
pulmonar, lo que produce una insuficiencia respiratoria cró­
nica, un aumento de las resistencias vasculares pulmonares 
(hipertensión arterial pulmonar) y un cor pulmonale crónico. 
En las fases más tardías no son raras las acropaquias y la 
expectoración hemoptoica.
En las pruebas funcionales respiratorias pueden evidenciarse 
diversos tipos de alteraciones, lo que depende del momento 
evolutivo en el que se encuentre la enfermedad. Al comienzo 
eltrastorno funcional suele ser poco importante, mientras que 
en las etapas más avanzadas se produce un deterioro grave, 
que pronto se hace irreversible y da lugar a un patrón ventila­
torio restrictivo grave.
La radiografía de tórax es normal al principio, pero cuando 
la enfermedad progresa aparecen las características microcalci­
ficaciones, que simulan una imagen muy parecida a granos de 
arena o «imagen en tormenta». Si la participación pulmonar 
es difusa y extensa se observa una opacificación en vidrio 
esmerilado o áreas de coalescencia o de consolidación. En la 
TC torácica pueden apreciarse microcalcificaciones dispersas, 
con zonas de microquistes y en vidrio esmerilado, o un patrón 
que varía desde las formas nodulares hasta las imágenes de 
confluencia, que constituyen verdaderas consolidaciones 
parenquimatosas. Las lesiones predominan en los lóbulos 
inferiores y en las regiones posteriores del pulmón, con una 
distribución perilobulillar, centrolobulillar o subpleural de las 
calcificaciones. Conforme avanza la enfermedad, el aumento 
de densidad de las lesiones tiende a que se oscurecezcan por 
completo, lo que puede borrar los bordes cardíacos (signo de 
la pleura negra). Algunos autores describen este hallazgo en la 
TCAR torácica como una banda fina y oscura, secundaria a la 
densa calcificación pulmonar adyacente, que puede asociarse 
con quistes subpleurales y zonas grasas extrapleurales. Las 
cisuras aparecen densas, engrosadas y nodulares. Cuando 
ya existe una fibrosis pulmonar son posibles las bullas, que 
pueden ser la causa de un neumotórax secundario en algunos 
casos.
La confirmación diagnóstica se basa en la identificación de 
los microlitos en el lavado broncoalveolar y en la demostración 
de calcosferitas en los espacios alveolares, lo que ofrece una 
imagen en «piel de cebolla» en las muestras obtenidas median­
te una biopsia transbronquial. Las calcosferitas se diferencian 
bien de las calcificaciones metastásicas o distróficas, ya que 
estas últimas se localizan en el espacio vascular o intersticial 
y no en el alveolar.
La MAP no tiene tratamiento curativo alguno, a excepción 
del trasplante pulmonar. Hasta la fecha no se ha descrito la exis­
tencia de recidivas en el pulmón trasplantado. Los corticoes­
teroides orales, los lavados broncoalveolares terapéuticos y los 
quelantes del calcio, empleados tiempo atrás, tienen poco o 
ningún éxito.
Enfermedades por depósito pulmonar de lípidos
ENFERMEDAD DE GAUCHER
La enfermedad de Gaucher es una rara anomalía autosómica 
recesiva causada por un déficit de glucocerebrosidasa (glu­
cosilceramidasa), enzima que interviene en la degradación 
lisosomal de los glucolípidos. La deficiencia de dicha enzi­
ma ocasiona una acumulación secundaria (tesaurismosis) 
de glucocerebrósidos insolubles (glucosilceramida) en los 
lisosomas de los macrófagos de diferentes órganos (hígado, 
bazo, ganglios linfáticos, hueso y cerebro). Estos depósitos 
aparecen microscópicamente como inclusiones estriadas 
PAS positivas (células de Gaucher). La afectación pulmonar 
es poco frecuente, pero cuando ocurre se localiza preferente­
mente en el espacio alveolar y en las vías aéreas adyacentes. 
Las células también pueden encontrarse en el líquido del 
lavado broncoalveolar. La enfermedad de Gaucher es más 
frecuente en la población judía de origen askenazi, aunque 
también se ha descrito en otras poblaciones no judías. La 
glucocerebrosidasa está codificada por un gen situado en el 
cromosoma 1, en la posición 21q. Desde un punto de vista 
clínico, se conocen los tres subtipos de enfermedad de Gau­
cher siguientes:
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SECCIÓN VIII
Afectación respiratoria en las enfermedades de otros órganos y de otros sistemas
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●	 Tipo 1, que representa el 99% de los casos y que evoluciona 
sin trastornos neurológicos.
●	 Tipo 2, que cursa con manifestaciones neurológicas graves 
y produce la muerte en los primeros 2 años de vida.
●	 Tipo 3 o forma juvenil, que se caracteriza porque los síntomas 
neurológicos son tardíos y por tener un curso prolongado.
Los hallazgos clínicos dependen de los órganos que estén 
implicados. En tal sentido, pueden encontrarse, con distintos 
grados de intensidad o de gravedad, lesiones óseas, una hepa­
toesplenomegalia, síntomas neurológicos, una trombocito­
penia o una anemia. En todos los tipos mencionados puede 
producirse una afectación pulmonar, que si bien es rara suele 
manifestarse con disnea y, finalmente, con una insuficiencia 
respiratoria. También se ha descrito la posibilidad de una 
hipertensión pulmonar relacionada con la insuficiencia res­
piratoria, así como la presencia de las células de Gaucher en 
los capilares pulmonares.
Las pruebas funcionales respiratorias están alteradas en 
una elevada proporción de los pacientes que padecen esta 
enfermedad. La capacidad residual funcional y la de trans­
ferencia para el monóxido de carbono (DLCO) estaban dis­
minuidas en dos tercios de los casos en una serie de 95 enfer­
mos adultos estudiados consecutivamente. En el 17% de los 
individuos se observaron anomalías radiológicas, consistentes 
en un patrón reticulonodular o miliar difuso que afectaba a 
ambos pulmones. También pueden verse lesiones líticas, como 
expresión del compromiso óseo, sobre todo de localización 
costal. El diagnóstico de la enfermedad de Gaucher descansa 
en la identificación de las células espumosas características en 
la médula ósea, el hígado o el bazo.
El tratamiento solo es sintomático y se basa en la esple­
nectomía parcial y la embolización esplénica. Con intención 
curativa se están ensayando en el momento actual las tera­
pias de restitución enzimática con elevadas cantidades de 
glucocerebrosidasa modificada (alglucerasa e imiglucerasa). 
Recientemente se ha aprobado el miglustat, un inhibidor de la 
enzima glucosilceramida sintasa, la enzima glucosiltransferasa 
responsable del primer paso en la síntesis de la mayor parte 
de los glucoesfingolípidos. Otras alternativas son el trasplante 
alogénico de médula ósea y el trasplante autólogo de células 
madre en las que se ha insertado el gen de la glucocerebrosidasa 
normal (transferencia génica).
ENFERMEDAD DE NIEMANN-PICK
La enfermedad de Niemann­Pick es una anomalía metabólica 
hereditaria autosómica recesiva muy poco común. Esta tesauris­
mosis se debe a un déficit de la enzima esfingomielinasa, lo 
que lleva a la acumulación de lípidos complejos en distintos 
órganos y tejidos, fundamentalmente el hígado, el bazo, el 
pulmón, la médula ósea y el cerebro.
Las manifestaciones clínicas dependen del depósito de 
dichas sustancias en las estructuras mencionadas. Los síntomas 
neurológicos y digestivos son los más habituales. En atención 
a ellos, se distinguen cinco tipos de enfermedad de Niemann­
Pick. La forma clásica o tipo A aparece antes del segundo año 
de vida, es la más grave y tiene muy mal pronóstico. En el tipo 
B el daño neurológico es más leve, los problemas respiratorios 
son más comunes y la expectativa de vida es normal o está 
algo disminuida. Los tipos C, D y E también son formas leves 
de la enfermedad y cursan con menos afectación neurológica. 
La hepatoesplenomegalia es menos frecuente que en las otras 
variantes.
En el análisis de la sangre periférica suelen existir unos 
llamativos linfocitos vacuolados. En la radiografía de tórax 
se observa un patrón reticulonodular difuso, con nódulos 
de 1 a 2 mm de diámetro, que puede evolucionar hacia una 
fibrosis con panalización del parénquima pulmonar (imagen 
en «panal de abeja»). En la resonancia magnética se evidencia 
una degeneración de la sustancia gris, una atrofia cerebral y una 
desmielinización difusa. La ecografía abdominal puede detectar 
la presencia de una hepatoesplenomegalia.
El estudiohistopatológico confirma el diagnóstico. Se 
aprecian células multivacuoladas grandes en el parénquima 
de los diferentes órganos y tejidos (células de Niemann­Pick). 
En el pulmón suelen localizarse en los septos alveolares, las 
paredes bronquiales y la pleura, lo que ocasiona una restricción 
que tiende a empeorar progresivamente y puede llevar a una 
insuficiencia respiratoria crónica. En la exploración funcional 
respiratoria se detecta un patrón ventilatorio restrictivo y un 
trastorno del intercambio gaseoso. La ergometría respiratoria es 
anormal en la mitad de los casos. La correlación existente entre 
las pruebas de función pulmonar y los hallazgos encontrados 
en la TCAR torácica es pobre, lo que indica que las alteracio­
nes intersticiales no siempre afectan al intercambio gaseoso 
pulmonar de modo significativo. Otras pruebas que apoyan 
el diagnóstico son las siguientes: a) el electroencefalograma, 
que puede demostrar la presencia de zonas con actividad 
epileptógena; b) el estudio del fondo de ojo, en el que se ha 
descrito, hasta en un 50% de los casos, la mancha rojo cereza 
característica de la enfermedad de Tay­Sachs; c) la punción 
medular, que puede poner de manifiesto la existencia de his­
tiocitos con gránulos finos y gruesos positivos con la tinción 
de May­Grünwald­Giemsa («histiocitos azul marino») y células 
espumosas de Niemann­Pick típicas, y d) la cuantificación de 
la actividad de la esfingomielinasa en cultivos de fibroblastos, 
que sirve para confirmar el diagnóstico.
Como modalidades terapéuticas en algunos tipos de la 
enfermedad se están estudiando el trasplante de médula ósea 
y otros tratamientos avanzados, como la terapia de reemplazo 
enzimático y la terapia génica. No obstante, en la mayoría 
de las variantes de la enfermedad de Niemann­Pick no existe 
tratamiento curativo alguno y la actuación del médico solo 
puede ser meramente sintomática.
ENFERMEDAD DE FABRY
La enfermedad de Fabry es un trastorno hereditario raro, más 
común en los varones, causado por un defecto genético, locali­
zado en el cromosoma X, que produce un déficit de la hidrolasa 
lisosomal α­galactosidasa A. La acumulación progresiva de 
glucoesfingolípidos neutros en los tejidos provoca una gran 
variedad de síntomas. Las células más afectadas se encuentran 
en los vasos sanguíneos, el hígado, el corazón, el riñón, la 
piel y el cerebro. El daño pulmonar no es frecuente, aunque 
en algunos pacientes se evidencia una obstrucción al flujo 
aéreo, que podría deberse a un estrechamiento de la vía aérea 
secundaria a la acumulación parietal de glucoesfingolípidos. El 
tratamiento es sintomático. Actualmente, al igual que en otras 
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tesaurismosis, se está ensayando la sustitución enzimática con 
dos formas de α­galactosidasa A.
GANGLIOSIDOSIS GM1
Se debe a un déficit de β­galactosidasa y, como consecuencia, 
a la acumulación de monosialogangliósidos en los diferentes 
órganos y tejidos. Suele debutar en los primeros meses de vida 
y desde un punto de vista clínico se caracteriza por retraso 
mental, hepatoesplenomegalia y anomalías esqueléticas. La 
participación pulmonar es muy rara, aunque en ocasiones se 
han detectado en los espacios alveolares agregados de macrófa­
gos espumosos similares a los que aparecen en la enfermedad 
de Niemann­Pick. En las fases más avanzadas puede producirse 
una insuficiencia respiratoria.
SÍNDROME DE HERMANSKY-PUDLAK
El síndrome de Hermansky­Pudlak es una enfermedad con­
génita de herencia autosómica recesiva. Se caracteriza por la 
tétrada albinismo oculocutáneo, hemorragias por disfunción 
plaquetaria, trastornos visuales y acumulación de pigmento 
ceroide en diferentes tejidos del organismo (pulmones, globos 
oculares y tracto intestinal). Es un trastorno muy raro y parece 
que se observa con más frecuencia en algunos países o regiones 
(Países Bajos, Puerto Rico, etc.).
El síndrome de Hermansky­Pudlak suele afectar a los pul­
mones y produce una neumopatía intersticial difusa, que a 
veces evoluciona hacia una fibrosis pulmonar. El síntoma 
respiratorio predominante es la disnea progresiva. La apa­
rición de infecciones broncopulmonares es muy habitual. 
En la radiografía de tórax se evidencia un patrón intersticial 
reticular, que se asocia con bullas y bronquiectasias, y que 
suele evolucionar hacia una destrucción parenquimatosa en 
«panal de abeja». En la exploración funcional respiratoria se 
observa un patrón ventilatorio restrictivo. La hipoxemia en 
reposo es muy habitual.
Enfermedades por depósito pulmonar 
de glucógeno
La enfermedad de Pompe se produce por la deficiencia de una 
enzima conocida como α­glucosidasa ácida (GAA), lo que da 
lugar a un acúmulo de glucógeno en las células musculares. 
La forma infantil de la enfermedad se manifiesta generalmente 
en los primeros meses tras el nacimiento, mientras que la 
forma juvenil tardía o adulta aparece en cualquier momento 
durante la infancia o la edad adulta y tiene una evolución más 
lenta. Ambos tipos se caracterizan por cursar con una debilidad 
muscular y una dificultad respiratoria progresivas, aunque la 
gravedad de esta glucogenosis puede variar mucho en atención 
a la edad de inicio y a la intensidad de la lesión de los órganos y 
tejidos afectos. En las pruebas de función pulmonar se demues­
tra la existencia de una anomalía restrictiva de origen extra­
pulmonar. Esta restricción suele asociarse, conforme avanza la 
enfermedad, con una insuficiencia respiratoria hipercápnica, 
que muchas veces precisa de una ventilación mecánica no 
invasiva. En la actualidad, además de las medidas de soporte 
que sean pertinentes, se están utilizando —sobre todo en la 
forma infantil— tratamientos enzimáticos sustitutivos con 
α­glucosidasa sintética.
Enfermedades por depósito pulmonar 
de mucopolisacáridos
Las mucopolisacaridosis (MPS) son lisosomopatías metabó­
licas hereditarias causadas por una deficiencia o alteración 
en las enzimas que intervienen en el metabolismo de los glu­
cosaminoglicanos o mucopolisacáridos. Estas sustancias son 
fundamentales para la constitución y el desarrollo de diversos 
tejidos, entre ellos los huesos, los cartílagos, los tendones, la 
córnea, la piel y el tejido conectivo. Como consecuencia de 
la alteración mencionada se producen depósitos anormales 
de glucosaminoglucanos en distintos tejidos y estructuras del 
organismo. Hasta la fecha se han descrito las siguientes ocho 
formas principales de MPS:
●	 Síndrome de Hurler o gargolismo (MPS I H). Se debe a una 
deficiencia de α­l­iduronidasa y es la forma más grave. Los 
niños que padecen este síndrome fallecen antes de cum­
plir los 10 años de edad por complicaciones respiratorias o 
cardíacas.
●	 Síndrome de Scheie (MPS I S, antes MPS V). Es la MPS más 
leve. Los enfermos que la sufren pueden tener una inte­
ligencia normal o leves alteraciones del aprendizaje. El 
diagnóstico suele hacerse a partir de los 5 años de edad y 
los niños afectos pueden llegar a alcanzar la edad adulta.
●	 Síndrome de Hunter (MPS II). Se debe a una deficiencia de 
iduronato­sulfatasa. Los problemas esqueléticos son menos 
graves, pero la rigidez de las articulaciones restringe de 
manera importante el movimiento corporal. Los pacientes 
suelen fallecer hacia los 15 años de edad por problemas 
respiratorios o cardíacos.
●	 Síndrome de Sanfilippo (MPS III). Tiene cuatro variantes dife­
rentes: A (deficiencia de heparán­N­sulfatasa), B (deficiencia 
de α­N­acetilglucosaminidasa), C (deficiencia de acetil­
CoA­α­glucosaminida­aciltransferasa) y D (deficiencia de 
N­acetilglucosamina­6­sulfatasa).Este síndrome se caracte­
riza por asociarse con graves manifestaciones neurológicas.
●	 Síndrome de Morquio (MPS IV). Se debe a una deficiencia de 
galactosa­6­sulfato sulfatasa (variante A) o de β­galactosida­
sa (variante B). Cursa con cambios esqueléticos progresivos 
y con complicaciones secundarias a la compresión de los 
nervios espinales y las raíces nerviosas. Los individuos que 
padecen esta forma suelen llegar a la edad adulta.
●	 Síndrome de Maroteaux-Lamy (MPS VI). Se debe a una defi­
ciencia de N­acetilgalactosamina­4­sulfatasa. Comparte 
muchos síntomas con el síndrome de Hurler y suele aso­
ciarse con retraso mental.
●	 Síndrome de Sly (MPS VII). Se debe a una deficiencia de 
β­glucuronidasa. Es una de las MPS más raras y graves, ya 
que produce la muerte en los primeros meses de vida o, 
incluso, antes de nacer.
●	 Síndrome de Natowicz (MPS IX). Se debe a una deficiencia de 
hialuronidasa y se manifiesta por la aparición de nódulos 
localizados en los tejidos blandos periarticulares, que a 
veces producen episodios dolorosos de resolución espon­
tánea en pocos días.
Las complicaciones respiratorias de las MPS suelen ser la 
consecuencia de las alteraciones vertebrales (cifoescoliosis y 
lordosis) que se asocian con estas enfermedades y que, con 
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SECCIÓN VIII
Afectación respiratoria en las enfermedades de otros órganos y de otros sistemas
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frecuencia, originan una insuficiencia respiratoria crónica, un 
aumento de la susceptibilidad a las infecciones pulmonares 
y una obstrucción al flujo aéreo, que en ocasiones se asocia 
con una apnea obstructiva del sueño.
ALTERACIONES PULMONARES ASOCIADAS 
CON ENFERMEDADES ENDOCRINAS 
SISTÉMICAS
Diabetes mellitus
La complicación pulmonar más frecuente en la diabetes 
mellitus es la infección, en especial por hongos (aspergilo­
sis invasiva y mucormicosis), micobacterias (Mycobacterium 
tuberculosis), Staphylococcus aureus y bacterias gramnegativas 
(sobre todo en el transcurso de los episodios de cetoacidosis). 
También pueden producirse otras complicaciones, como un 
neumotórax, una neumonía por aspiración broncopulmonar 
(p. ej., secundaria a una gastroparesia), una atelectasia por un 
tapón de moco o un trastorno respiratorio del sueño (p. ej., 
una respiración cetoacidótica de Kussmaul). Últimamente se 
ha insistido en que el grosor de la membrana alveolocapilar 
es mayor en los individuos diabéticos que en las personas 
sanas. Esta anomalía podría justificar la existencia de una dis­
creta pérdida del retroceso elástico pulmonar y explicar la 
disminución de la capacidad de transferencia para el monó­
xido de carbono, la capacidad vital forzada (FVC), el volumen 
espiratorio forzado en el primer segundo (FEV
1) y la capacidad 
pulmonar total (TLC) que se observa en algunos casos de 
diabetes mellitus. Quizá también la menor fuerza de los mús­
culos inspiratorios.
Acromegalia
La hormona del crecimiento (GH) o somatotropa (STH) parece 
tener gran influencia en el crecimiento, la maduración y el 
desarrollo del pulmón. La acromegalia es una enfermedad 
que se debe a una excesiva producción de esta hormona. Sus 
manifestaciones clínicas más características son el crecimiento 
excesivo de las manos, los pies, el mentón, la nariz y los huesos 
del cráneo. Las causas que pueden originarla son múltiples, 
pero en lo que respecta a las enfermedades pulmonares el 
aumento de la producción de GH o de su hormona liberadora 
(GHRH) se ha relacionado, esencialmente, con un síndrome 
paraneoplásico endocrino debido a un carcinoma pulmonar 
de tipo microcítico o a un tumor carcinoide bronquial.
La acromegalia se asocia, además de con una neumomega­
lia, que se refleja en la exploración funcional respiratoria, con 
una mayor prevalencia del síndrome de apneas e hipopneas 
obstructivas del sueño y con un mayor índice de desaturaciones 
de oxígeno nocturnas (por alteraciones localizadas en la vía 
aérea superior, en especial en el macizo facial).
Síndrome de Cushing
La hipercortisolemia crónica predispone, sobre todo, a las 
infecciones respiratorias producidas tanto por hongos opor­
tunistas (p. ej., la aspergilosis pulmonar) como por Mycobac-
terium tuberculosis, Nocardia o Pneumocystis jiroveci.
Hiperparatiroidismo
La hipercalcemia asociada con el hiperparatiroidismo puede 
dar lugar a calcificaciones pulmonares metastásicas. La parat­
hormona desempeña un papel fundamental en el depósito 
ectópico de calcio que se observa en los individuos que pade­
cen una insuficiencia renal crónica, sobre todo en los que se 
encuentran en régimen de hemodiálisis periódica continua.
Hipotiroidismo
El mixedema puede ocasionar el acúmulo de líquido en los espa­
cios pleural y pericárdico, en ausencia de insuficiencia cardíaca 
o renal, o de otras causas que favorecen la retención hídrica. 
También puede dar lugar a una hipoxemia, generalmente en 
relación con la aparición de un síndrome de obesidad e hipo­
ventilación o de apneas e hipopneas del sueño. Algunos autores 
han relacionado esta endocrinopatía incluso con la hemorragia 
alveolar idiopática y con la hipertensión arterial pulmonar.
Hipertiroidismo
El hipertiroidismo se ha puesto en relación en algunos estudios 
con una disminución de la capacidad vital, un aumento del 
volumen minuto durante el ejercicio, una pérdida de la fuerza 
muscular respiratoria y una hipertensión arterial pulmonar 
primaria.
ALTERACIONES PULMONARES ASOCIADAS 
CON ANOMALÍAS METABÓLICAS DIVERSAS
Obesidad
La obesidad es la enfermedad metabólica de mayor prevalencia 
en el mundo occidental y se asocia con una gran morbimorta­
lidad. En lo que se refiere al sistema respiratorio, ocasiona un 
patrón ventilatorio restrictivo secundario a una reducción de 
la distensibilidad de la pared torácica, por lo que disminuye 
la capacidad residual funcional. Esto supone, para los mús­
culos respiratorios, un incremento del trabajo que tienen que 
realizar, lo que lleva a una sobrecarga mecánica y, a veces, a 
una disfunción y fatiga musculares. La infiltración grasa de los 
músculos puede potenciar este fenómeno.
La obesidad también puede originar una insuficiencia res­
piratoria hipercápnica como expresión de la existencia de un 
síndrome de obesidad­hipoventilación. Este síndrome se carac­
teriza por la conjunción de ambos trastornos, la obesidad y la 
hipercapnia, y no parece que pueda justificarse en su totalidad 
por la coincidencia de factores neuromusculares, mecánicos y 
metabólicos.
La obesidad también se ha relacionado con el síndrome 
de apneas e hipopneas obstructivas del sueño. En estos casos 
suele existir, además, una alteración anatómica de la vía aérea 
superior, ya que no todas las personas obesas terminan pade­
ciendo este síndrome.
Síndrome de Klinefelter
El síndrome de Klinefelter se debe a una cromosomopatía 
(gonosomopatía XXY) y se caracteriza, desde un punto de 
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vista clínico, por microorquia (o microorquidia), azoosper­
mia, ginecomastia, aumento de las gonadotropinas urinarias 
y alteraciones esqueléticas de tipo eunucoide. En un trabajo 
reciente, basado en el estudio de 24 enfermos, se encontraron 
4 casos de asma, 4 de tos crónica, 2 con un defecto ventila­
torio obstructivo y 11 con una disminución de la capacidad 
residual funcional, que se asociaba con una anomalía de la 
pared torácica.
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