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425 CAPÍTULO © 2017. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos Vasculitis pulmonares: generalidades CONCEPTO, CLASIFICACIÓN Y EPIDEMIOLOGÍA Con la denominación de vasculitis pulmonares se designa a un conjunto heterogéneo de enfermedades cuyo denominador común es la inflamación y la destrucción de la pared de los vasos del pulmón. Las vasculitis pulmonares se denominan primarias cuando las lesiones tienen su origen en los vasos del propio pulmón, mientras que se definen como secundarias cuando la afectación vascular pulmonar tiene lugar en el con- texto de una vasculitis sistémica. No obstante, también existen vasculitis pulmonares cuyo significado es incierto, por lo que se catalogan entonces como tales en la actual clasificación de estas enfermedades. Con otro punto de vista, las vasculitis también pueden diferenciarse según el tamaño de los vasos lesionados. En este sentido cabe distinguir entre vasculitis de grandes, medianos y pequeños vasos (cuadro 51.1). La incidencia de las vasculitis pulmonares oscila entre 20 y 100 casos/1.000.000 habitantes/año, mientras que su preva- lencia varía entre 150 y 450 casos/1.000.000 habitantes. Sin embargo, dada la dificultad del diagnóstico, estas cifras pueden no ser exactas. ETIOLOGÍA Y PATOGENIA La causa de las vasculitis pulmonares, tanto de las primarias como de las secundarias, no se conoce bien. Algo más se sabe, por el contrario, de los mecanismos patogénicos, sobre todo de los que intervienen en la aparición de algunas de ellas. Todas las vasculitis tienen claros componentes inmunopatológicos. En unos casos se relacionan con los anticuerpos antineutrófilos (ANCA) (bien anticitoplasmáticos [c-ANCA] o bien perinucleares [p-ANCA]) o con los anticuerpos antiproteinasa 3 (anti-PR3), como ocurre en la granulomatosis con poliangeítis (enfermedad de Wegener). En otras ocasiones se asocian y están mediadas por inmunocom- plejos, como sucede en el síndrome de Churg-Strauss. Los ANCA activan los neutrófilos estimulando la síntesis de distintas enzimas, como la mieloperoxidasa y la proteinasa 3, y favoreciendo una mayor y más intensa unión a las células endoteliales. Estas, a su vez, aumentan su actividad intracelular por el influjo de diferentes citocinas. Se producen así con- glomerados inflamatorios que liberan sustancias proteolíticas y nuevas citocinas proinflamatorias, cuyo efecto final es la destrucción de las paredes alveolares. Las células endoteliales también tienen un papel importante en el proceso inflamatorio. A veces evolucionan hacia un fenotipo que induce la adhesión celular y la interacción con los leucocitos circulantes. La activación de los neutrófilos y de las células endo- teliales, en las fases iniciales de la reacción inmunoinflamatoria, y la de los linfocitos T y B y de los monocitos, en las fases más avanzadas, son fundamentales para explicar el origen y la pro- gresión de las lesiones vasculíticas. El acúmulo de los linfoci- tos T y B y de los monocitos, y el aumento en la síntesis de sus- tancias como el interferón γ o el factor de necrosis tumoral (TNF) son algunos de los fenómenos responsables de la aparición de granulomas en la enfermedad de Wegener. La interleucina (IL) 6 parece ser una citocina muy importante en la génesis de las vas- culitis de los vasos grandes. Otros elementos a los que se les ha atribuido alguna responsabilidad en la inducción de las vasculitis pulmonares son ciertas deficiencias congénitas, como el déficit de α 1-antitripsina, el consumo de determinados fármacos, como la d-penicilamina o la minociclina, o la existencia de una infección crónica, por ejemplo por Staphylococcus aureus. ANATOMÍA PATOLÓGICA En las muestras de tejido pulmonar las vasculitis se manifiestan bajo la forma de granulomas, con un mayor o menor grado de necrosis en las paredes alveolares, con un componente de capila- ritis más o menos extensa y con una hemorragia alveolar difusa de intensidad variable. Estos son los hallazgos que caracterizan a estas enfermedades y que son comunes a todas ellas, aunque con el predominio de uno u otro tipo de alteración según la vasculitis de que se trate. La capilaritis, que se identifica por la presencia de un infiltrado neutrofílico en los capilares y las vénulas, es la causa de la hemorragia alveolar difusa. En los estadios más avanzados de la enfermedad, los infiltrados neutrofílicos llegan a ocupar gran parte del espacio intersticial pulmonar. 51 Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN VI Patología pulmonar vascular 426 MANIFESTACIONES CLÍNICAS En las vasculitis pulmonares suele detectarse, sobre todo en las primeras fases, un patrón ventilatorio obstructivo más o menos importante. La capacidad de difusión alveolocapilar suele estar disminuida desde el comienzo de la enfermedad. Más adelante, en etapas ya más avanzadas, es habitual que aparezca un patrón restrictivo secundario a la participación del intersticio pulmonar. La expresión clínica de las vasculitis pulmonares es muy varia- da y los síntomas y signos que pueden observarse están en relación con los órganos o sistemas afectados y dependen, asimismo, de la intensidad del daño existente en cada una de esas estructuras. Por tanto, las manifestaciones clínicas pueden provenir de lesiones presentes en el pulmón, el sistema nervioso, la piel, los riñones, etc. A continuación se describen los datos clínicos más caracterís- ticos y que son comunes a las distintas vasculitis pulmonares. La hemorragia alveolar difusa es una de las formas de presentación más graves, aunque afortunadamente es poco frecuente. Los síntomas típicos son la disnea y la hemoptisis. En el hemograma puede encontrarse un descenso del índice hematocrito, de la tasa de hemoglobina y del volumen corpus- cular medio, como reflejo de la ferropenia que casi siempre existe. En la radiografía de tórax suelen evidenciarse infiltrados alveolares bilaterales, que desaparecen en poco tiempo, una vez que ha cesado la hemorragia alveolar. La glomerulonefritis es habitual que se manifieste como un síndrome nefrótico, una insuficiencia renal o una hipertensión arterial, que puede desarrollarse en un lapso de tiempo que varía entre unos días y varios meses. La biopsia renal es el procedimiento diagnóstico necesario en estos casos tanto para confirmar la existencia de una lesión renal como para identifi- car el tipo histopatológico de la glomerulonefritis. El síndrome pulmorrenal se define por la asociación de una hemorragia pulmonar con una glomerulonefritis aguda y aparece casi exclusivamente en el síndrome de Goodpasture, en el lupus eritematoso diseminado y en las vasculitis de vasos pequeños. Las lesiones de las vías aéreas superiores son muy variadas y se expresan como úlceras y necrosis de la mucosa nasal, epista- xis, sinusitis, poliposis nasal, congestión de la cavidad oronasal, disfonía o estridor laríngeo. Cuando la vasculitis se manifiesta como episodios de broncoespasmo suele tratarse de un asma, que muchas veces es refractaria al tratamiento broncodilatador. Si aparece como nódulos pulmonares visibles en la radiografía de tórax es habitual que sean múltiples, cavitados o no, si bien en ocasiones se acompañan de infiltrados alveolares difusos. La alteración cutánea más común es la púrpura, que puede ser muy extensa y de tamaño diverso. En el estudio histopa- tológico de esta lesión es típico el hallazgo de una vasculitis leucocitoclástica. La participación del sistema nervioso puede traducirse de diferentes maneras y con distinta gravedad. Las mononeuritis y las polineuropatías son las formas más comu- nes, pero no son raros los accidentes cerebrovasculares leves o la hemorragia subaracnoidea. DIAGNÓSTICO El diagnóstico de las vasculitisse basa en la anamnesis, la explora- ción física, los datos de laboratorio, las imágenes radiológicas y la biopsia de los órganos afectos. La determinación de los c-ANCA, los anticuerpos anti-PR3 y los anticuerpos antimieloperoxidasa (MPO) es imprescindible para confirmar el diagnóstico y saber cuál es el tipo de vasculitis existente. Los c-ANCA tienen una sensibilidad y una especificidad del 85 y del 90%, respectiva- mente, en la identificación de la granulomatosis con poliangeítis (enfermedad de Wegener). No ocurre lo mismo con los p-ANCA, que pueden detectarse no solo en las vasculitis, sino también en enfermedades tan diferentes como las hepatitis o la artritis reumatoide. La investigación de los anticuerpos antimembrana basal glomerular es obligada cuando se sospecha un síndrome de Goodpasture. En muchos casos puede ser útil la investigación de los inmunocomplejos circulantes, como conveniente es siempre, además, la determinación de otros autoanticuerpos: anticuerpos antinucleares (ANA), antiácido desoxirribonucleico (anti-DNA) nativo y desnaturalizado, anticuerpos del grupo de las proteínas nucleares no histónicas o extraíbles (anti-ENA), tanto asociadas con el ácido desoxirribonucleico (como los anti- Scl70 y los anticentrómero) como al ácido ribonucleico (como los anti-SSB —o anti-La—, los anti-Jo1, los anti-SSA —o anti- Ro—, los anti-RNP y los anti-Sm). El estudio bioquímico sérico, siempre obligado, permite saber cuál es, por ejemplo, la situación funcional renal y hepática, además de la eventual repercusión de la vasculitis sobre otros órganos y estructuras. Algo similar cabe decir del análisis de orina y del sedimento urinario. Desde un punto de vista radiológico, la radiografía simple de tórax y la tomografía computarizada de alta resolución (TCAR) torácica son técnicas diagnósticas imprescindibles. Los hallazgos radiológicos posibles son diversos. Pueden encontrarse nódulos en la granulomatosis con poliangeítis, infiltrados pulmonares bilaterales o un patrón en vidrio des- lustrado en la hemorragia alveolar difusa, o dilataciones u otras anomalías de los grandes vasos en las arteritis de los Cuadro 51.1 CLASIFICACIÓN DE LAS VASCULITIS PULMONARES Vasculitis pulmonares primarias: ● Vasculitis pulmonares de vasos pequeños: ● Granulomatosis con poliangeítis (enfermedad de Wegener) ● Síndrome de Churg-Strauss ● Síndrome de Goodpasture ● Poliangeítis microscópica ● Vasculitis pulmonares de vasos medianos: ● Poliarteritis nodosa de Kussmaul y Maier ● Vasculitis pulmonares de vasos grandes: ● Enfermedad de Takayasu-Onishi ● Arteritis de células gigantes (arteritis de Horton) Vasculitis pulmonares secundarias: ● Enfermedad de Kawasaki ● Vasculitis de las conectivopatías ● Vasculitis de la sarcoidosis ● Vasculitis de la enfermedad de Behçet Vasculitis pulmonares de origen incierto: ● Púrpura de Schönlein-Henoch ● Vasculitis de la crioglobulinemia esencial Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 51 Vasculitis pulmonares: generalidades 427 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. grandes vasos. La broncoscopia con biopsia transbronquial y el lavado broncoalveolar son imprescindibles casi siempre, como también lo son la exploración funcional respiratoria y el electrocardiograma. A veces son útiles la radiografía de los senos paranasales o del esqueleto, o el estudio del fondo de ojo. Finalmente, la biopsia cutánea, cuando existe una púrpura, o la biopsia renal, cuando se sospecha una glomerulonefritis, pueden ser de gran ayuda en el diagnóstico. PRONÓSTICO Y TRATAMIENTO Ningún estudio ha analizado rigurosamente la superviven- cia a largo plazo de los enfermos que padecen una vasculitis pulmonar. No obstante, según algunos trabajos recientes, el riesgo de muerte en los individuos que sufren alguna de estas enfermedades y que requieren su ingreso en una unidad de cuidados intensivos está en torno al 50%. Desde un punto de vista terapéutico, las vasculitis se han clasificado, recientemente, en cinco estadios, que atienden al número de órganos afectados y a la gravedad de la lesión de cada uno de esos órganos. De este modo se distingue entre enfermedad localizada, enfermedad generalizada precoz, enfer- medad generalizada activa, enfermedad grave y enfermedad refractaria. En la forma localizada solo se observan lesiones en las vías aéreas superiores. En la enfermedad precoz generalizada existen manifestaciones constitucionales y sistémicas, pero ningún órgano importante está dañado. Por el contrario, en la forma generalizada activa ya se encuentran afectos el sistema nervioso, el pulmón, el corazón o, muy especialmente, el riñón. La enfermedad grave cursa con una insuficiencia respiratoria, una insuficiencia cardíaca o una insuficiencia renal graves. Por último, la forma refractaria incluye a los enfermos que se hallan en situación preterminal y que apenas responden a las medidas terapéuticas convencionales. El tratamiento de las vasculitis pulmonares se basa en la utilización de citostáticos, corticoesteroides e inmunosu- presores, además de en la plasmaféresis. Los fármacos men- cionados deben administrarse en dosis altas en la primera fase del tratamiento (inducción), para prescribirlos después en dosis más reducidas en etapas posteriores, es decir, en la terapia de mantenimiento, que debe durar entre 12 y 24 meses (cuadro 51.2). Entre los agentes citostáticos se han empleado la ciclofosfamida, el clorambucilo y el metotrexato, y entre los inmunodepresores, el micofenolato, la azatioprina y la leflunomida. Los pacientes que tienen una enfermedad refrac- taria pueden beneficiarse de la administración de anticuerpos monoclonales, como el rituximab, de compuestos inhibidores del TNF-α, como el infliximab o el tocilizumab, o de globuli- nas antitimocito. En algunos ensayos clínicos recientes se ha comparado el rituximab con la ciclofosfamida y parece que los beneficios que se obtienen con ambos fármacos son similares, tanto en la enfermedad generalizada como en la refractaria. El tocilizumab en monoterapia podría ser, en un futuro próximo, el tratamiento de elección en la arteritis de células gigantes. La plasmaféresis se ha utilizado con buenos resultados en los suje- tos que tienen una hemorragia alveolar difusa. Su indicación es especialmente aconsejable en el tratamiento de inducción de la enfermedad grave, pero puede emplearse también en los individuos que padecen una enfermedad refractaria. Hasta en un 50% de los pacientes tratados se produce, una vez acabado el tratamiento de mantenimiento, una recaída. Por tal motivo, en el momento actual se están evaluando los beneficios que pueden derivarse de prolongar el tratamiento más allá de los 24 meses. Los resultados de estos trabajos aún no se han publicado. No se conoce cuál es la supervivencia de los enfermos que padecen una vasculitis pulmonar. Se sabe, no obstante, que cualquier proceso incidente, como una infección, un trom- boembolismo pulmonar, una neoplasia o los efectos secun- darios de los tratamientos instaurados, ensombrece mucho el pronóstico. Las causas de muerte más habituales son las infecciones, sobre todo la neumonía y la sepsis, el infarto de miocardio, el accidente cerebrovascular y el tromboembolismo pulmonar. El riesgo de muerte en los pacientes que ingresan por alguna complicación en una unidad de cuidados intensivos está en torno al 50%. Bibliografía Castañer E, Alguersuari A, Andreu M, Gallardo X, Spinu C, Mata JM. Imaging findings in pulmonary vasculitis. Semin Ultrasound CT MRI 2012;33:567-79. Chung MP, Yi CA, Lee HY, Han J, Lee KS. Imaging of pulmonary vas- culitis. Radiology 2010;255:322-41. Frankel SK, CosgroveGP, Fischer A, Meehan RT, Brown KK. Update in the diagnosis and management of pulmonary vasculitis. Chest 2006;129:452-65. Frankel SK, Schwarz MI. The pulmonary vasculitidis. Am J Respir Crit Care Med 2012;186:216-24. Nachman PH, Henderson AG. Pathogenesis of lung vasculitis. Semin Respir Crit Care Med 2011;32:245-53. Ramsey J, Amari M, Kantrow SP. Pulmonary vasculitis: clinical presen- tation, differential diagnosis, and management. Curr Rheumatol Rep 2010;12:420-8. Schäfer VS, Zweina J. Biologic treatment of large vessel vasculitides. Curr Opin Rheumatol 2012;24:31-7. West S, Arulkumaran N, Ind PW, Pusey CD. Diffuse alveolar haemo- rrhage in ANCA-associated vasculitis. Intern Med 2013;52:5-13. Yunt ZX, Frankel SK, Brown KK. Diagnosis and management of pul- monary vasculitis. Ther Adv Respir Dis 2012;6:375-90. Cuadro 51.2 TRATAMIENTO DE LAS VASCULITIS PULMONARES SEGÚN SU GRAVEDAD Tratamiento de inducción: ● Enfermedad limitada: corticoesteroides + metotrexato o azatioprina ● Enfermedad generalizada precoz: ciclofosfamida o metotrexato + corticoesteroides ● Enfermedad generalizada activa: ciclofosfamida o rituximab + corticoesteroides ● Enfermedad grave: ciclofosfamida + corticoesteroides + plasmaféresis ● Enfermedad refractaria: rituximab o infliximab Tratamiento de mantenimiento: ● Azatioprina: 2 mg/kg de peso durante 24 meses ● Prednisolona: 7,5 mg entre 6 y 24 meses Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org Botón1:
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