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428 CAPÍTULO © 2017. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos Vasculitis pulmonares primarias, secundarias y de origen incierto CLASIFICACIÓN DE LAS VASCULITIS PULMONARES Las vasculitis pulmonares se clasifican en primarias, cuando las lesiones tienen su origen en los vasos del propio pulmón, en secundarias, cuando la afectación vascular pulmonar tiene lugar en el contexto de una vasculitis sistémica, y de significado incierto, cuando no pueden adscribirse con claridad a ninguno de los dos grupos anteriores (v. cuadro 51.1). Las vasculitis pulmonares también pueden clasificarse en atención al tamaño de los vasos afectados, de modo que es posible distinguir entre vasculitis de grandes, de medianos y de pequeños vasos. VASCULITIS PULMONARES PRIMARIAS Granulomatosis con poliangeítis (enfermedad de Wegener) Es una enfermedad granulomatosa crónica sistémica y es la vasculitis en la que con mayor frecuencia los anticuerpos anti- neutrófilos (ANCA) son positivos. Desde un punto de vista histopatológico se caracteriza por la presencia de granulomas necrotizantes en las vías aéreas superiores, que se asocian con lesiones en el tracto respiratorio inferior y con una glomerulo- nefritis focal. En las fosas nasales suele detectarse un aumento de la carga bacteriana de Staphylococcus aureus. Las manifestaciones clínicas son relativamente variadas (tabla 52.1). Se trata de una enfermedad sistémica, aunque exis- ten formas clínicas que se limitan, exclusivamente, al aparato respiratorio. La participación parenquimatosa se expresa en el estudio radiológico a través de dos variantes bien diferenciadas. Por un lado, es posible la presencia de nódulos pulmonares múltiples y dispersos visibles en la radiografía simple de tórax. Son nódulos que se cavitan en un 50% de los casos y cuyo diámetro suele oscilar entre los 2 y los 10 cm. Por otro, también puede aparecer un patrón intersticial en vidrio deslustrado, que se detecta aproximadamente en un 50% de las ocasiones en la tomografía computarizada de alta resolución (TCAR) torácica y que puede asociarse con zonas de condensación alveolar. En la figura 52.1 se muestra la radiografía de tórax de un enfermo con una granulomatosis de Wegener en la que se evidencia un patrón alveolar difuso. En la figura 52.2 se aprecia la existencia, en otro paciente, tanto en la radiografía de tórax como en la TCAR torácica, de múltiples nódulos pulmonares bilaterales. El tromboembolismo pulmonar es una complicación posi- ble en las vasculitis sistémicas que son ANCA positivas y, por ello, no es raro en la enfermedad de Wegener. La afectación traqueobronquial se observa en un 30-50% de los casos y se traduce en una estenosis subglótica o de los bronquios prin- cipales o lobulares. Puede ponerse de manifiesto tanto en la broncoscopia como en la TCAR torácica. El derrame pleural es, por el contrario, poco habitual. Desde un punto de vista diagnóstico la determinación en sangre de los ANCA anticitoplasma del neutrófilo (c-ANCA), que es positiva en un 90% de los enfermos que padecen una granulomatosis de Wegener sistémica, es de gran utilidad en la práctica clínica por su elevada sensibilidad y especificidad (alrededor del 90 y del 95%, respectivamente). No obstante, tanto una como otra disminuyen bastante en las formas limi- tadas o circunscritas y en los períodos de remisión de la gra- nulomatosis. Los ANCA de disposición perinuclear (p-ANCA) y los anticuerpos antiperoxidasa son mucho menos sensibles y específicos. Los anticuerpos antiproteinasa 3 (anti-PR3) se detectan con una frecuencia similar a la de los ANCA. Los individuos que padecen una forma limitada de la enfer- medad tienen mejor pronóstico. Por el contrario, se asocian con una menor supervivencia factores tales como la edad avanzada, la insuficiencia renal grave, la hemorragia alveolar y la presencia de anticuerpos anti-PR3. La mortalidad a los 5 años se estima que está en torno al 75%. La reducción de la carga bacteriana nasal de Staphylococcus aureus con mupirocina parece disminuir las recidivas de la enfermedad. Enfermedad de Churg-Strauss Es una vasculitis poco habitual, que también se asocia con la positividad de los ANCA y en la que las alteraciones res- piratorias son muy comunes. La manifestación clínica más 52 Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org 433 CAPÍTULO © 2017. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos Síndrome de hemorragia alveolar difusa María Asunción Nieto Barbero y José Manuel Fernández Sánchez-Alarcos CONCEPTO El síndrome de hemorragia alveolar difusa (SHAD) tiene su origen en enfermedades muy diversas. Su característica común es la presencia de sangre en el espacio alveolar, que aparece como consecuencia de una lesión existente en la pared de los alvéolos pulmonares. No se incluye en este término la hemo- rragia que alcanza el alvéolo procedente de un sangrado de la vía aérea y que llega al espacio aéreo por una aspiración difusa, ya que en estos casos la pared alveolar se mantiene intacta. El SHAD se define clínicamente por la concurrencia de hemopti- sis, disnea, anemia e infiltrados alveolares bilaterales y difusos en la radiografía de tórax. Es un trastorno poco frecuente, que puede amenazar la vida del enfermo. El SHAD es a veces la manifestación de una capilaritis pul- monar. Sin embargo, ambos conceptos no deben confundirse, pues algunos de los pacientes que padecen un SHAD no tienen capilaritis alguna. Esta última es una lesión estrictamente his- topatológica y suele ser la expresión, aunque no siempre, de una vasculitis subyacente. Las vasculitis sistémicas pueden clasificarse, de acuerdo con la última conferencia de consenso, según la alteración predomine en los vasos de pequeño, mediano o gran calibre (cuadro 53.1). Las vasculitis de los vasos pequeños se dividen, teniendo en cuenta su mecanismo patogénico, en las que se relacionan con inmunocomplejos y las llamadas pauciinmunes, que se asocian con la presencia de anticuerpos anticitoplasma del neutrófilo (ANCA). En estas últimas la afectación pulmonar es predominan- te (50-90% de los casos) y en ellas se incluyen la granulomatosis de Wegener, la angeítis de Churg-Strauss y la poliangeítis micros- cópica. En las vasculitis pauciinmunes se integran la púrpura de Schönlein-Henoch, la vasculitis de la crioglobulinemia mixta y la angeítis cutánea leucocitoclástica. En estos casos la alteración pulmonar se observa en menos del 5% de las ocasiones, pero en todas ellas puede aparecer un SHAD con capilaritis. Es cierto, no obstante, que la literatura resulta a veces algo confusa en cuanto a los conceptos de SHAD y de capilaritis, porque muchas de estas enfermedades pueden dar lugar a un SHAD o a una capilaritis o a ambos trastornos simultáneamente. Desde un punto de vista terminológico, conviene recordar que, en la nomenclatura que se ha aprobado recientemente, se ha tratado de eliminar los epónimos y, como consecuencia, dar a las enfermedades mencionadas unos nombres más des- criptivos y que se correspondan, en lo posible, con los hallazgos anatomopatológicos. Así, algunos autores prefieren el nombre de granulomatosis con poliangeítis en vez del de granulomatosis de Wegener, y el de granulomatosis eosinofílica con poliangeítis en sustitución del de síndrome de Churg-Strauss. Por el contrario, se ha mantenido la denominación de poliangeítis microscópica. CLASIFICACIÓN ETIOLÓGICA Dada la relevancia clínica de la capilaritis pulmonar —por las repercusiones pronósticas y terapéuticas que conlleva su presencia—, las enfermedades con capacidad para producir un SHAD se clasifican en dos grupos en atención a la existencia o ausencia de dicha capilaritis (cuadro 53.2). En el primer caso, la extensiónde la capilaritis depende del proceso subyacente y su expresión oscila entre las formas asintomáticas, con manifes- taciones exclusivamente radiológicas, hasta las formas que cursan con una insuficiencia respiratoria fulminante de curso letal. Las vasculitis sistémicas que se asocian con una capilaritis y con un SHAD son las de vasos pequeños, que se clasifican según su mecanismo patogénico (tabla 53.1). PATOGENIA La lesión del septo alveolar que se observa en el SHAD puede producirse por varios mecanismos patogénicos. Entre ellos los más habituales son los de naturaleza tóxica o infecciosa, los relacionados con una hiperpresión en el lecho vascular capilar o los debidos a la afectación de los capilares pulmona- res, que es propia de algunas enfermedades específicas, habi- tualmente con un sustrato inmunológico. En algunos casos no se conocen la causa ni el mecanismo patogénico implicado en el daño vascular pulmonar (formas idiopáticas). El SHAD es un trastorno relativamente raro, por lo que los conocimientos existentes sobre su origen se basan en publica- 53 Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN VI Patología pulmonar vascular 434 ciones aisladas de casos o de series de pocos enfermos. Los avan- ces más significativos en las últimas décadas han surgido como consecuencia del descubrimiento de los ANCA y de la detección, por métodos más finos y precisos, de los anticuerpos contra la membrana basal glomerular y de otros autoanticuerpos. El depósito de inmunocomplejos en el endotelio, inclui- do el de la microvasculatura pulmonar, desempeña un papel importante en la patogenia de la capilaritis de la mayoría de las vasculitis sistémicas. El daño celular producido por la acti- vación de los inmunocomplejos ocurre a través de diversas reacciones de base inflamatoria, como la activación del com- plemento o la liberación de aminas vasoactivas y de factores quimiotácticos. En casi todas las enfermedades que cursan con una capilaritis pulmonar se han encontrado inmunocomplejos circulantes o depósitos tisulares de inmunocomplejos. Si bien su existencia no ha podido demostrarse en algunos SHAD con capilaritis, esto no excluye la posibilidad de que la enfermedad en cuestión pueda estar mediada por ellos. También hay datos que sugieren que los ANCA tienen un efecto directo en la patogenia de la vasculitis de las en- fermedades denominadas pauciinmunes. Los ANCA activan los neutrófilos y los monocitos circulantes. Los primeros, a su vez, liberan especies reactivas de oxígeno y enzimas lisoso- males, y se desgranulan, lo que causa una importante lesión endotelial y un aumento de la permeabilidad vascular. Por todo ello, a pesar de que las evidencias existentes hasta la fecha proceden principalmente de estudios in vitro, los datos dis- ponibles apoyan la tesis de que los ANCA son responsables directos de algunas de las vasculitis mencionadas. MANIFESTACIONES CLÍNICAS Las manifestaciones clínicas del SHAD más frecuentes —curse o no con una capilaritis— son la disnea, la hemoptisis, la fiebre y los estertores crepitantes difusos en la auscultación pulmonar. La intensidad de la disnea es muy variable, sobre todo en las fases iniciales de la enfermedad. La hemoptisis puede tardar Cuadro 53.2 CLASIFICACIÓN DE LOS SÍNDROMES DE HEMORRAGIA ALVEOLAR DIFUSA Entidades que cursan con un síndrome de hemorragia alveolar difusa y con capilaritis: ● Granulomatosis de Wegener ● Poliangeítis microscópica ● Síndrome pulmón-riñón idiopático ● Púrpura de Schönlein-Henoch ● Síndrome de Behçet ● Crioglobulinemia mixta ● Enfermedades del colágeno Entidades que cursan con un síndrome de hemorragia alveolar difusa y sin capilaritis: ● Hemosiderosis pulmonar idiopática ● Síndrome de Goodpasture ● Daño alveolar difuso ● Ingestión de penicilamina ● Inhalación de anhídrido trimelítico ● Estenosis mitral ● Enfermedad pulmonar venooclusiva ● Hemangiomatosis capilar pulmonar ● Linfangioleiomiomatosis ● Alteraciones de la coagulación TABLA 53.1 Clasificación de los síndromes de hemorragia alveolar difusa según su mecanismo inmunopatogénico Mecanismo inmunológico Patrón de inmunofluorescencia Enfermedad subyacente Inmunocomplejos Depósito granular Lupus eritematoso diseminado Púrpura de Schönlein-Henoch Crioglobulinemia mixta Otras Anticuerpos anticitoplasma del neutrófilo Inmunofluorescencia negativa Granulomatosis de Wegener Angeítis de Churg-Strauss Poliangeítis microscópica Otras Anticuerpos antimembrana basal Depósito lineal Síndrome de Goodpasture Cuadro 53.1 CLASIFICACIÓN DE LAS VASCULITIS SEGÚN LA CONFERENCIA DE CONSENSO DE CHAPEL HILL Vasculitis de vasos grandes: ● Arteritis de la arteria temporal o de células gigantes ● Arteritis de Takayasu-Onishi Vasculitis de vasos medianos: ● Poliarteritis nodosa clásica de Kussmaul y Maier ● Enfermedad de Kawasaki Vasculitis de vasos pequeños: ● Granulomatosis de Wegenera ● Síndrome de Churg-Straussa ● Poliangeítis microscópicaa ● Púrpura de Schönlein-Henochb ● Crioglobulinemia mixtab ● Angeítis cutánea leucocitoclásticab aVasculitis con anticuerpos anticitoplasma del neutrófilo (ANCA positivas). bVasculitis con inmunocomplejos. Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 53 Síndrome de hemorragia alveolar difusa 435 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. en aparecer o no hacerlo nunca, incluso aunque el sangrado sea masivo. Esto es así porque la hemorragia ocurre dentro de los acinos pulmonares, que pueden no estar en comunicación con la vía aérea proximal. La anemia secundaria al sangrado es muy común y casi siempre es de tipo ferropénico; también puede ser la manifestación de la enfermedad subyacente o de una insuficiencia renal crónica coexistente. La fiebre y los síntomas y signos que existan pueden depen- der, asimismo, del proceso causal que ha originado el SHAD. Este último es a veces, durante cierto tiempo, la única manifes- tación de una vasculitis sistémica. Sin embargo, en la mayoría de los pacientes se observan otras alteraciones extratorácicas, que suelen aparecer concomitantemente o, en ocasiones, tiempo después, al evolucionar el proceso causal. Cualquier órgano puede estar afectado, si bien las manifestaciones no respiratorias más habituales son la disfunción renal, con hema- turia macro o microscópica, las lesiones dérmicas, las artritis, las artralgias y los trastornos de la vía aérea superior (nariz, orofaringe y senos paranasales). En la gasometría arterial suele detectarse una hipoxemia de intensidad variable y un aumento del gradiente alveoloarterial de oxígeno. A veces se produce una insuficiencia respiratoria aguda grave, que requiere la instauración de una ventilación me- cánica. La medición seriada del factor de difusión para el monó- xido de carbono (DLCO) puede utilizarse como un indicador de sangrado en los enfermos que padecen un SHAD recurrente. El monóxido de carbono empleado en la prueba de difusión se une a la hemoglobina intraalveolar, por lo que la DLCO suele aumentar en cuanto se produce una hemorragia intrapulmonar. Las manifestaciones radiológicas del SHAD son variables y poco específicas. Es más, es posible que no se evidencie ano- malía alguna. En la radiografía de tórax suele observarse un infiltrado alveolar parcheado perihiliar o basal, que respeta los vértices y las regiones pulmonares periféricas. En este infil- trado, normalmente bilateral, difuso y asimétrico, es frecuente identificar un broncograma aéreo. La tomografíacomputa- rizada torácica confirma la existencia del infiltrado alveolar. A los 2 o 3 días de la hemorragia la sangre se reabsorbe y la consolidación alveolar se reemplaza por un patrón reticular, que tiende a resolverse en 1 o 2 semanas, siempre que no surjan nuevos episodios hemorrágicos. Los sangrados alveolares recu- rrentes pueden progresar hacia una fibrosis pulmonar y a una alteración ventilatoria restrictiva. En realidad, las alteraciones radiológicas que se aprecian en el SHAD son indistinguibles de las que aparecen en un edema de pulmón o en una con- solidación neumónica. Y ello sin olvidar que la radiografía de tórax puede ser normal en algunos casos, incluso aunque la hemorragia intrapulmonar sea extensa. ANATOMÍA PATOLÓGICA La capilaritis es un diagnóstico estrictamente histopatológico y su establecimiento sugiere la existencia de una vasculitis sistémica. Muchas de las enfermedades que dan lugar a una capilaritis pulmonar tienen, asimismo, datos histopatológicos específicos. Por ello es muy importante procesar las muestras de manera adecuada, con el objeto de que puedan realizarse las técnicas de inmunofluorescencia y de microscopia electrónica necesarias en cada caso. Además de los hallazgos que definen a las capilaritis, en el estudio histopatológico suelen encontrarse los datos propios de la enfermedad subyacente. La capilaritis pulmonar se describió por primera vez en 1957 como una lesión inflamatoria del intersticio alveolar caracteri- zada por una infiltración neutrofílica del espacio alveolar, con la aparición posterior de una necrosis fibrinoide. Esta lesión lleva a una pérdida de la integridad de las membranas basales del endotelio y del epitelio alveolar, lo que acarrea una fuga de eritrocitos (hematíes) y neutrófilos al interior del alvéolo. Muchos de los neutrófilos sufren una leucocitoclasia y se hacen picnóticos. Los consiguientes restos nucleares («polvo nuclear») se acumulan en el parénquima pulmonar. Es habitual encontrar fenómenos trombóticos en las vénu- las y en los capilares intersticiales. En los sangrados agudos los eritrocitos y la fibrina rellenan rápidamente los espacios alveolares, lo que ocasiona la típica imagen de una hemo- rragia intraalveolar reciente, que puede ser difusa o parcheada según la naturaleza del proceso causal (fig. 53.1). En los san- grados crónicos aparecen depósitos de hemosiderina dentro de los macrófagos alveolares y en el intersticio alveolar. Otros hallazgos microscópicos habituales son la hiperplasia de los neumocitos de tipo II, los infiltrados mononucleares intersticia- les y los focos de neumonía organizada. Rara vez se observan membranas hialinas. La capilaritis está infradiagnosticada por varios motivos. Muchos investigadores recurren al término alveolitis y no al de capilaritis para referirse a la inflamación y al daño existente en el septo alveolar o en los capilares intersticiales. Además, los capilares están a veces totalmente destruidos y se encuentran sustituidos por restos necróticos. Como los capilares son los que confieren su estructura o armazón al septo alveolar, que solo se mantiene como tal por las fibras colágenas y la elas- tina, la inflamación y la necrosis de los capilares originan una destrucción de los septos y la aparición de una zona hemo- rrágica inespecífica. No es posible evidenciar, por ello, imagen alguna de capilares inflamados. Los eritrocitos y la fibrina que se extravasan de los capilares dañados pasan al espacio alveolar FIGURA 53.1 Imagen histopatológica de una hemorragia alveolar focal (tinción de hematoxilina-eosina, 40×). (V. lámina en color al final del libro.) Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN VI Patología pulmonar vascular 436 y no sirven como marcadores de la lesión capilar. Como el tejido intersticial que se localiza entre la membrana basal del alvéolo y la del endotelio es muy delgado y escaso (intersticio fino), los neutrófilos se deslizan con rapidez al interior de los alvéolos. De este modo, la imagen que aparece se confunde con facilidad con la de un proceso infeccioso. ENTIDADES ESPECÍFICAS QUE CURSAN CON UN SÍNDROME DE HEMORRAGIA ALVEOLAR DIFUSA CON CAPILARITIS Granulomatosis de Wegener o granulomatosis con poliangeítis La granulomatosis con poliangeítis o de Wegener es una vas- culitis sistémica caracterizada por la existencia de una infla- mación granulomatosa necrotizante de la vía aérea superior e inferior, una glomerulonefritis necrotizante focal y segmentaria y una vasculitis de vasos pequeños (fig. 53.2). El pulmón es el órgano que más comúnmente se afecta en esta enfermedad. Sin embargo, el SHAD es poco frecuente. De hecho, cuando la granulomatosis de Wegener cursa con hemoptisis, esta suele deberse, más que a un SHAD, a infiltrados pulmonares o a nódulos múltiples. La capilaritis rara vez es una manifestación microscópica aislada. Por el contrario, puede existir sin que se haya producido hemorragia alveolar alguna. Desde un punto de vista anatomopatológico, las técnicas de inmunofluorescencia son, casi siempre, negativas. Además, no suelen detectarse inmunocomplejos circulantes. Se considera, por tanto, que esta enfermedad es una vasculitis necrotizante pauciinmune. Su relación con los ANCA es muy estrecha, por lo que forma parte de las vasculitis sistémicas que se asocian con la presencia de estos anticuerpos. De hecho, el diagnóstico específico depende, en parte, de que en los ANCA se demuestre un patrón de tipo citoplasmático muy característico (c-ANCA). Las manifestaciones clínicas e histopatológicas típicas de la granulomatosis de Wegener pueden aparecer meses o años des- pués de que lo haya hecho la capilaritis pulmonar. Así, el SHAD puede ser, asociado o no con una insuficiencia renal aguda, la expresión inicial de la enfermedad. Podría decirse incluso que los pacientes que tienen una capilaritis pulmonar y un SHAD están predispuestos a sufrir formas más graves y fulminantes de la granulomatosis. El análisis conjunto de los datos de las pequeñas series publicadas hasta la fecha pone de manifiesto que estos enfermos tienen —aunque se traten precozmente con corticoesteroides y ciclofosfamida— una mortalidad que alcanza hasta el 66%. Por el contrario, las formas comunes de la enfermedad mejoran con el tratamiento en un 95% de los casos y logran su remisión completa en un 75% de las ocasiones. Los corticoesteroides y la ciclofosfamida son los fárma- cos de elección y pueden administrarse por vía intravenosa, según la gravedad del proceso. Las recidivas son casi la norma cuando se disminuyen las dosis terapéuticas. La velocidad de sedimentación globular, los ANCA circulantes, el test de difusión alveolocapilar (DLCO) y el sedimento urinario son pruebas útiles para medir la actividad de la enfermedad en un momento determinado. Poliangeítis microscópica La poliangeítis microscópica es una vasculitis sistémica de vasos pequeños, lo que la distingue de la poliarteritis nodosa clásica, que es una vasculitis de vasos de mediano calibre. Suele asociarse con una glomerulonefritis necrotizante focal y segmentaria y no se acompaña de dato histopatológico alguno que sugiera una granulomatosis de Wegener, una neoplasia o alguna otra enfermedad. El SHAD, debido a la existencia de una capilaritis pulmonar, ocurre en el 20-30% de los casos, mientras que en la poliarteritis nodosa no se ha descrito la posibilidad de una capilaritis coincidente. El SHAD de la poliangeítis microscópica suele ser grave y amenazar la vida. Otras manifestaciones clínicas son las debidas a trastornos musculoesqueléticos, sangrados diges- tivos, neuropatías periféricas y, a veces, sinusitis paranasales. Como en otras vasculitis, la velocidad de sedimentaciónsuele estar aumentada, así como también se elevan, de manera ines- pecífica, el factor reumatoide y el título de anticuerpos antinu- cleares (ANA). A diferencia de lo que se observa en el lupus eritematoso diseminado, en esta enfermedad no aparecen anticuerpos antiácido desoxirribonucleico desnaturalizado (anti-DNA-des) y rara vez anti-DNA nativo (anti-DNA-nat). Tampoco disminuye el complemento sérico. Pueden existir inmunocomplejos circulantes, aunque en casi un 50% de las ocasiones su detección es difícil, por lo que las técnicas de inmunofluorescencia suelen ser negativas. De ahí que esta vasculitis se encuadre dentro del grupo de las pauciinmunes. No obstante, la presencia de ANCA con un patrón de tipo perinuclear (p-ANCA) orienta mucho el diagnóstico. El tratamiento se basa en la administración de corticoes- teroides y ciclofosfamida por vía oral o intravenosa. La plas- maféresis también se recomienda como pauta terapéutica adyu- vante, aunque la evidencia que apoya su eficacia es escasa. Si el tratamiento se inicia al comienzo de la enfermedad, el pronós- tico es favorable hasta en un 60% de los casos. Sin embargo, la presencia de un SHAD se asocia con una mortalidad precoz hasta en un 25% de los pacientes. Además, la disminución de FIGURA 53.2 Afectación pulmonar en una enfermedad de Wegener. Obsérvese la reacción inflamatoria granulomatosa con focos necróticos centrales (tinción tricrómica de Masson, 200×). (V. lámina en color al final del libro.) Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 53 Síndrome de hemorragia alveolar difusa 437 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. la medicación incrementa la tendencia a la recidiva. Se han descrito casos que han evolucionado a una fibrosis pulmonar y, otros, a una obstrucción grave de la vía aérea. En estos últimos años se han producido avances impor- tantes en el tratamiento de las vasculitis ANCA positivas. Este tratamiento debe estratificarse según la extensión, la gravedad y la actividad de la enfermedad. Según la extensión, se distingue entre las formas limitadas o no graves y las graves. Cuando el proceso se encuentra en una fase activa, se requiere una terapia inicial de inducción a la remisión. Una vez que se ha conseguido esa remisión y ya no existe actividad demostrable, lo que suele ocurrir a los 3-6 meses desde que comienza el tratamiento, se pasa a una segunda fase de mantenimiento de la remisión. Esta fase debe prolongarse, como mínimo, 18 meses, si bien es cierto que la duración óptima del tratamiento aún no se ha establecido de manera exacta. Ante una vasculi- tis ANCA positiva grave las diferentes pautas terapéuticas se deciden sobre todo, más que teniendo en cuenta la entidad clínica presente, en función de la diana de los anticuerpos que se escoge (PR3 o proteinasa 3 y MPO o mieloperoxidasa) o del patrón de inmunofluorescencia que se observa (c-ANCA, p-ANCA). De acuerdo con varios ensayos clínicos recientes, el rituximab parece ser igual de efectivo y quizá menos tóxico que la ciclofosfamida como fármaco para su uso en la fase de inducción a la remisión. Sin embargo, el papel de la plas- maféresis aún es controvertido. Síndrome pulmón-riñón idiopático Con este término se designa a un grupo heterogéneo de enfer- medades que se caracterizan por cursar con una hemorragia alveolar de origen inexplicado y con una glomerulonefritis rápi- damente progresiva (antes denominada subaguda), con forma- ción de semilunas glomerulares, visibles en las preparaciones microscópicas, pero sin alteraciones en otros órganos. La capi- laritis pulmonar y la hemorragia alveolar son casi constantes en este síndrome. Se considera que es una vasculitis pauciinmune limitada al riñón y al pulmón, histopatológicamente muy similar a la poliangeítis microscópica y a la granulomatosis de Wegener, en la que también es típica la detección de p-ANCA. Este síndrome pulmón-riñón idiopático debe distinguirse de otras vasculitis limitadas al riñón y al pulmón en las que la glomerulonefritis está mediada por inmunocomplejos y en las que se aprecia un depósito granular de inmunoglobulinas y de complemento en el glomérulo. También hay que diferenciarlo del síndrome de Goodpasture, que se caracteriza por la exis- tencia en la sangre y en los tejidos de anticuerpos antimem- brana basal glomerular. Los corticoesteroides, combinados con un inmunodepresor como la ciclofosfamida o la azatioprina, y administrados en pulsos intravenosos, son el tratamiento de elección. Púrpura de Schönlein-Henoch La púrpura anafilactoide de Schönlein-Henoch es una vas- culitis que ocurre fundamentalmente en la infancia, aunque puede observarse a cualquier edad. En los adultos se expresa como una glomerulonefritis, que se acompaña de una púrpura palpable, que es el reflejo de una vasculitis leucocitoclástica. La afectación pulmonar es rara, con una frecuencia máxima que solo alcanza un 6,5% en las series más grandes de la literatura médica. En los casos de SHAD descritos hasta la actualidad se ha demostrado la existencia de inmunocomplejos formados por inmunoglobulina A (IgA), tanto circulantes como glome- rulares, a los que se ha responsabilizado del daño tisular. Los corticoesteroides son el tratamiento de elección. Síndrome de Behçet El síndrome inicialmente descrito por Behçet incluía una iri- dociclitis y episodios recurrentes de úlceras bucales y genitales. Posteriormente se ha comprobado que pueden existir lesiones en otros muchos órganos y sistemas. La participación pulmonar ocurre en un 5 o un 10% de las ocasiones y suele manifestarse como una hemoptisis. Desde un punto de vista histopatológico puede corresponder a una vasculitis de vasos pequeños, con depósitos de inmunocomplejos, de inmunoglobulina G (IgG) y de complemento, o de vasos grandes. En este último caso, pueden formarse aneurismas en las arterias bronquiales, que al romperse originan hemoptisis, a veces masivas o, incluso, letales. No obstante, conviene recordar que las hemoptisis también pueden deberse a un infarto pulmonar causado por una obstrucción arterial. En una de las series de síndrome de Behçet más grandes de la literatura, la hemorragia alveolar fue la causa de la muerte en un 39% de las ocasiones y esta sucedía casi siempre en los 6 años siguientes al primer episodio de hemoptisis. El tratamiento del síndrome de Behçet se basa en la administración de corticoesteroides e inmunodepresores. Crioglobulinemia mixta La crioglobulinemia mixta produce una vasculitis sistémica que cursa con púrpura, artritis, hepatitis y glomerulonefritis. Su patogenia parece estar mediada por inmunocomplejos, que se forman tras sufrir una infección por el virus de la hepati- tis B o C. En ocasiones aparece un SHAD, aunque esto ocurre pocas veces. Enfermedades del colágeno Se han descrito casos de capilaritis aislada en la polimiositis, la artritis reumatoide y la enfermedad mixta del tejido conectivo, aunque esto dista de ser la norma habitual. También se ha encontrado un SHAD asociado con una glomerulonefritis en enfermos que padecen una artritis reumatoide, una escle- rodermia o una enfermedad mixta del tejido conectivo. Sin embargo, el SHAD, con o sin capilaritis, ocurre con mucha mayor frecuencia en el lupus eritematoso diseminado. En esta colagenosis la afectación respiratoria puede adoptar distintas formas, además del SHAD, como una neumonitis lúpica aguda, una hipertensión pulmonar, una vasculitis necrotizante, un edema de pulmón o un derrame pleural. Todos estos trastornos deben tenerse en cuenta al hacer el diagnóstico diferencial. El SHAD, al contrario que la neumonitis lúpica aguda, suele aparecer tardíamente al evolucionar la enfermedady es habi- tual que se asocie con una nefritis activa. Su presencia agrava el pronóstico y conlleva una alta mortalidad, que alcanza hasta un 60%. El aumento en los títulos de anticuerpos anti-DNA- Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN VI Patología pulmonar vascular 438 des y la hipocomplementemia orientan el diagnóstico. En los enfermos en los que surge un infiltrado alveolar difuso inexplicado, con o sin una hemoptisis acompañante, puede estar indicada la realización —tras haber agotado las demás pruebas diagnósticas— de una biopsia pulmonar. El objetivo se cifra en diferenciar esta situación de otras posibles en el lupus eritematoso diseminado, como la neumonitis lúpica, el infarto pulmonar o la infección neumónica. En la hemorragia alveolar el estudio ultramicroscópico muestra la existencia de un material electrodenso finamente granular, de distribución subendotelial en las paredes alveolares y en las de los pequeños vasos, lo que es característico del depósito de inmunocom- plejos (fig. 53.3). Las técnicas de inmunofluorescencia con anti- cuerpos anti-IgG y complemento también permiten evidenciar este depósito granular, que no se aprecia si se usan anticuerpos anti-IgA o anti-IgM. El tratamiento del SHAD de origen lúpico incluye los cor- ticoesteroides intravenosos en altas dosis y la azatioprina o la ciclofosfamida. En algunos casos se ha empleado la plasmafére- sis asociada con la quimioterapia, aunque sin que actualmente exista evidencia clara sobre su utilidad. Se recomienda añadir antibióticos de amplio espectro al tratamiento inmunode- presor, con el objetivo de cubrir la posibilidad de una infección asociada. ENTIDADES ESPECÍFICAS QUE CURSAN CON UN SÍNDROME DE HEMORRAGIA ALVEOLAR DIFUSA SIN CAPILARITIS Hemosiderosis pulmonar idiopática La hemosiderosis pulmonar idiopática se caracteriza por la aparición de episodios recurrentes de hemorragia alveolar, que cursan sin afectación renal ni sistémica. Predomina en los niños, aunque un 30% de las ocasiones se observa en los adultos, sobre todo en los varones. También se han descrito agrupaciones familiares. La patogenia de la enfermedad no se conoce, aunque existen algunas evidencias que hacen pensar que se trata de un trastorno autoinmune: la IgA sérica está elevada en un 50% de los pacientes, hay casos que se relacionan con una intolerancia al gluten y es posible conseguir una res- puesta positiva al tratamiento inmunodepresor. De hecho, la mayor sensibilidad de las técnicas actuales en la detección de autoanticuerpos ha permitido establecer que algunos casos, inicialmente catalogados como idiopáticos, hayan podido definirse luego como una vasculitis ANCA positiva o como un síndrome de Goodpasture. Las manifestaciones clínicas y radiológicas son las habituales en el SHAD. La hemoptisis puede manifestarse como un san- grado amenazante para la vida o como una simple expectora- ción hemoptoica. El recuento celular procedente del lavado broncoalveolar muestra un predominio de hematíes y de hemo- siderófagos, es decir, de macrófagos cargados de hemosiderina (figs. 53.4 y 53.5). El diagnóstico se hace por exclusión. Entre otras pruebas es obligado el ecocardiograma, para descartar una valvulopatía mitral, así como el análisis del sedimento urinario, para excluir una glomerulonefritis. En los adultos se requiere la realización de una biopsia pulmonar para poder diferenciar esta enfermedad de una capilaritis pulmonar aislada. El estudio histopatológico evidencia la existencia de una hemorragia alveolar, que se ha denominado blanda. Esto significa que no hay capilaritis y que la pared alveolar está preservada, con ausencia de infiltrados intersticiales signifi- cativos. Se observan, además, acúmulos de hemosiderina y una hiperplasia de los neumocitos de tipo II, con dilatación y tortuosidad de los capilares. Los espacios alveolares están llenos de macrófagos, que contienen eritrocitos y pigmento férrico. La hemosiderina también se deposita en el espacio inters- ticial y puede facilitar el desarrollo progresivo de una fibrosis pulmonar. La ausencia de depósitos de inmunocomplejos ayuda a diferenciar esta entidad del síndrome de Goodpasture. En la microscopia electrónica aparecen los datos inespecíficos propios de un daño alveolar difuso. FIGURA 53.3 Depósito granular de inmunocomplejos en la pared alveolar y en los capilares pulmonares en un enfermo con un lupus eritematoso diseminado y con una hemorragia alveolar (tinción de inmunofluorescencia, 400×). (V. lámina en color al final del libro.) FIGURA 53.4 Macrófagos alveolares con depósitos de hemosiderina en una muestra de un lavado broncoalveolar (tinción de Papanicolaou, 400×). (V. lámina en color al final del libro.) Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 53 Síndrome de hemorragia alveolar difusa 439 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. El tratamiento con corticoesteroides o con azatioprina con- sigue cierta mejoría clínica inicial, aunque los beneficios a largo plazo son improbables. El pronóstico es mejor en los adultos que en los niños. En un 25% de las veces la enfermedad llega a estabilizarse, aunque suelen persistir la disnea y la anemia. En otro 25% evoluciona hacia una fibrosis pulmonar, con una restricción ventilatoria grave. En el 50% restante se producen episodios recurrentes de hemoptisis masiva, lo que puede ocasionar la muerte prematura del enfermo. Síndrome de Goodpasture El síndrome de Goodpasture tiene su origen en la acción ejercida sobre las membranas basales alveolares y glomeru- lares por anticuerpos dirigidos contra el primer dominio no colágeno de la cadena α3 de las fibras colágenas de tipo IV. Este antígeno es de fácil contacto y es muy accesible en las membranas basales de los epitelios del pulmón y del riñón. Por ello, el diagnóstico del síndrome de Goodpasture pre- cisa de la demostración de la existencia de estos autoanti- cuerpos en el suero (90% de los casos) o, alternativamente (como un depósito lineal), en la membrana basal de los alvéolos y de los glomérulos en un enfermo con un SHAD y una glomerulonefritis. El síndrome de Goodpasture es una causa poco habitual de SHAD y es excepcional en ausencia de la enfermedad renal correspondiente (solo se produce en un 5-10% de los casos). En general, cuanto más alta es la concentración de anticuerpos circulantes, más grave es la enfermedad renal. La patogenia de la enfermedad se relaciona con el daño pro- ducido por los autoanticuerpos, si bien en el momento actual no se conoce cuál es el estímulo que los pone en marcha. El inicio del síndrome se ha relacionado con una infección recien- te por el Influenzavirus de tipo A2, con infecciones por otros microorganismos con tropismo por el aparato respiratorio, con el consumo de tabaco y con la exposición por vía inhalatoria a humos y otros agentes tóxicos ricos en hidrocarburos. Estos factores actuarían dañando la pared alveolar y aumentando su permeabilidad. Los enfermos que padecen este síndrome muestran los antígenos de histocompatibilidad HLA-DRw2 y HLA-B7 en un 90 y un 60% de los casos, respectivamente, lo que parece demostrar la existencia de una cierta susceptibilidad individual. El síndrome de Goodpasture suele aparecer entre los 20 y los 30 años de edad. Se observa mucho más frecuentemente en los hombres (60-80% de los casos), sobre todo si son fuma- dores, lo que ha llevado a especular sobre la posibilidad de que el humo del tabaco pudiera alterarla permeabilidad alveolocapilar. La gravedad de la lesión renal existente en el momento del diagnóstico es la que determina el pronóstico de la enfermedad. Al respecto, no parecen influir el sexo, la edad, el tabaquismo ni el grado de afectación pulmonar. Desde un punto de vista anatomopatológico, la hemo- rragia alveolar que se produce en los casos que cursan con una afectación pulmonar es blanda, es decir, no se asocia con una necrosis de la pared vascular, a diferencia de lo que ocu- rre en las vasculitis, si bien a veces puede encontrarse algún foco de capilaritis pulmonar. La lesión renal característica es la glomerulonefritis necrotizante segmentaria con formación de semilunas epiteliales. Tanto en el pulmón como en el riñón se observa, incluso en los pacientes que tienen una función renal normal, un depósito lineal e ininterrumpido de inmunoglo- bulinas y de complemento a lo largo de la membrana basal alveolar y glomerular. La biopsia renal, además de interés diagnóstico, tiene valor pronóstico. Si los glomérulos con semilunas son menos del 30% y la función renal no está alterada, la respuesta al trata- miento suele ser buena y la supervivencia más prolongada. Sin embargo, si los glomérulos con semilunas son más del 70% y ya existe una insuficiencia renal, la respuesta terapéutica probablemente es más pobre y la insuficiencia renal tiende a progresar, lo que hace que sea inevitable tener que recurrir a la hemodiálisis o al trasplante renal. El tratamiento estándar, útil sobre todo en los enfermos que no tienen oligoanuria y que no requieren diálisis, se basa en la combinación de la plasmaféresis con los corticoesteroides y los agentes citotóxicos. En los enfermos oligoanúricos, en los que no se produce una respuesta terapéutica adecuada, suele ser necesario recurrir a la diálisis o al trasplante renal. Las remisiones espontáneas, aunque raras, son posibles en los casos en los que no existe enfermedad renal alguna. No obstante, la supervivencia global en los casos tratados es solo del 50% a los 2 años. La causa más frecuente de muerte es la hemorragia alveolar, que casi siempre se precipita por una infección res- piratoria intercurrente. La existencia de una insuficiencia renal hace que la supervivencia se reduzca a un 50% a los 6 meses del diagnóstico. Daño alveolar difuso El daño alveolar difuso es la lesión histopatológica propia del síndrome del distrés respiratorio del adulto, que a su vez pue- de tener múltiples causas. En los casos más graves, una vez establecido el daño de la zona alveolocapilar, los hematíes pasan al espacio aéreo y originan una auténtica hemorragia alveolar, que puede cursar o no con una hemoptisis franca. FIGURA 53.5 Macrófagos alveolares con depósitos de hemosiderina en una muestra de un lavado broncoalveolar (tinción de Perls, 400×). (V. lámina en color al final del libro.) Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN VI Patología pulmonar vascular 440 En la región alveolointersticial, además de la hemorragia, se produce también un desprendimiento (descamación) del epi- telio, esencialmente de neumocitos de tipo II, todo ello en un magma celular y proteico (membranas hialinas) en el que el edema es muy abundante. El aflujo de neutrófilos no suele ser tan intenso como el que se observa en la capilaritis pulmonar. La posterior proliferación de fibroblastos en el intersticio y el depósito de material colágeno pueden posibilitar, además del incremento de las membranas hialinas, el establecimiento de una fibrosis intersticial local o general (fig. 53.6). Ingestión de penicilamina La ingestión de penicilamina puede producir una hemo- rragia alveolar y una glomerulonefritis. Ambas lesiones están mediadas por el depósito de inmunocomplejos compuestos por IgG y por la fracción 3 del complemento. En estos casos, a diferencia de lo que ocurre en el síndrome de Goodpasture, el depósito de los inmunocomplejos es granular. Aunque es posible la hemorragia alveolar aislada, la ausencia de una nefropatía asociada es excepcional. No se ha descrito la participación de otros órganos. La recuperación tras el tratamiento inmunodepresor y la plasmaféresis suele ser habitual. Inhalación de anhídrido trimelítico El anhídrido trimelítico se utiliza para la manufactura de pin- turas, resinas y plásticos. Su inhalación por el ser humano, como vapor o como polvo seco, puede producir un SHAD, que cursa sin afectar al riñón ni a otros órganos. La hemorragia alveolar aparece tras una latencia que oscila entre 1 y 3 meses. La patogenia del cuadro clínico tiene una base inmunológica, en la que los anticuerpos séricos frente al compuesto parecen importantes. La evolución es favorable si se evitan nuevas inha- laciones. En tal caso tampoco quedan secuelas funcionales respiratorias. Estenosis mitral La estenosis mitral es una enfermedad que debe descartarse en todo SHAD que no se acompaña de una afectación renal o sistémica. En los últimos años se ha evidenciado, cada vez con mayor frecuencia, que la estenosis mitral puede ser silente en la edad adulta, motivo por el que actualmente no suele pensarse en esta posibilidad diagnóstica. Sin embargo, aunque sea pau- cisintomática, a veces dar lugar a una hipertensión pulmonar venosa y a episodios recurrentes de hemoptisis leves o mode- rados. La hemorragia alveolar puede organizarse y evolucionar a un cuadro superponible al de una neumopatía intersticial. En algunos casos puede ocurrir una hemorragia masiva como consecuencia de la rotura de las anastomosis existentes entre las vénulas pulmonares y las arterias bronquiales. Son auténticas fístulas, que surgen en respuesta a la presión persistentemente aumentada que existe en la aurícula izquierda. Enfermedad pulmonar venooclusiva La enfermedad pulmonar venooclusiva es más común en los niños y los adultos jóvenes, aunque puede aparecer a cualquier edad. Es una forma de hipertensión pulmonar poscapilar que se produce por la obliteración de las vénulas y las pequeñas venas pulmonares por un tejido fibroso. Algunas luces veno- sas pueden recanalizarse, lo que sugiere la existencia de una trombosis previa. La hemorragia alveolar se debe al sangrado venular. La presión de enclavamiento pulmonar, medida por un cateterismo cardíaco derecho, está aumentada, a diferencia de lo que se observa en otras enfermedades también causantes de una hipertensión pulmonar arterial. El diagnóstico definitivo requiere una biopsia pulmonar. La enfermedad es idiopática en la mayoría de las ocasiones. No obstante, a veces puede ser la consecuencia de una quimioterapia efectuada con bleomicina o con carmustina. En algunos pacientes son útiles los corticoes- teroides y la azatioprina. En todos los casos se recomienda el tratamiento con anticoagulantes y vasodilatadores pulmonares. FIGURA 53.6 Pared alveolar en la que se observa una lesión alveolar difusa y membranas hialinas. A. Tinción de hematoxilina-eosina (400×). B. Tinción tricrómica de Masson (200×). (V. lámina en color al final del libro.) Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 53 Síndrome de hemorragia alveolar difusa 441 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. Hemangiomatosis capilar pulmonar La hemangiomatosis capilar pulmonar es una causa rara de hipertensión pulmonar arterial, que a veces se asocia con episodios graves y recurrentes de hemorragia alveolar. Los casos descritos afectan fundamentalmente a niños y a adul- tos jóvenes. También se han comunicado casosfamiliares. Histopatológicamente se caracteriza por la proliferación de capilares en el intersticio pulmonar y dentro de las paredes de las venas pulmonares, lo que origina la obstrucción luminal de la microvasculatura pulmonar. La hemorragia se produce por la rotura de los vasos de esta nueva red vascular. Las manifes- taciones clínicas de la enfermedad son la hemoptisis y las propias de la hipertensión pulmonar. El diagnóstico diferencial debe hacerse con las demás causas de hipertensión pulmonar y, sobre todo, con la enfermedad venooclusiva. La supervivencia tras el diagnóstico oscila entre 1 y 5 años. Desde un punto de vista terapéutico, el interferón α-2a parece que consigue cierta mejoría en algunos pacientes. Linfangioleiomiomatosis La linfangioleiomiomatosis es una neumopatía muy poco fre- cuente, que afecta a mujeres premenopáusicas y que se caracte- riza por una proliferación desordenada de las células muscula- res lisas de las paredes de los vasos linfáticos pulmonares. Esta proliferación puede impedir el flujo linfático, lo cual produce un quilotórax. También puede invadir el espacio alveolointers- ticial y dar lugar a una auténtica neumopatía intersticial difusa. La implicación de las paredes de los bronquíolos determina la aparición de quistes y de una obstrucción del flujo aéreo. Los quistes pueden romperse y originar un neumotórax (40% de los casos), muchas veces recidivante. La mioproliferación en la pared de las vénulas puede ocluir, asimismo, la luz venular, con las consiguientes hemoptisis recurrentes (40% de los casos), que suelen ser leves y autolimitadas (fig. 53.7). Los vasos linfá- ticos abdominales también se alteran en algunos casos (ascitis quilosa). No son raros los angiomiolipomas renales, como tampoco la asociación de esta enfermedad con la esclerosis tuberosa (epiloia o enfermedad de Bourneville-Pringle). La patogenia de la linfangioleiomiomatosis es desconocida. Se ha sugerido que los trastornos hormonales podrían ser importantes, ya que este trastorno solo se observa en las muje- res premenopáusicas y empeora con el embarazo y la estroge- noterapia. Por este motivo se han utilizado, con escaso éxito, diversos tratamientos encaminados a reducir la producción de estrógenos. La medroxiprogesterona intramuscular propor- ciona unos resultados discretos, algo mayores si se administra precozmente. El sirolimus consigue, según estudios recientes, la estabilización funcional de la enfermedad en los pacientes en los que coexiste una esclerosis tuberosa. Por desgracia, la mayoría de las mujeres afectas muere en el plazo de 10 años, por lo que siempre debe tenerse en cuenta la posibilidad de un trasplante pulmonar. La sospecha diagnóstica inicial se basa en la radiografía de tórax. Los hallazgos radiológicos varían en atención al estadio en el que se encuentre la enfermedad. Las manifestaciones clínicas iniciales son el derrame pleural y el patrón intersticial reticular o micronodular. Luego van apareciendo los quistes y la hiperinsuflación. En la tomografía computarizada torácica de alta resolución se aprecian múltiples quistes de pared fina rodeados por un parénquima normal (fig. 53.8). En las pruebas funcionales respiratorias se detecta un patrón ventilatorio obs- tructivo, con atrapamiento aéreo, y una reducción evidente de la capacidad de difusión alveolocapilar para el monóxido de carbono (DLCO). Alteraciones de la coagulación Las alteraciones de la coagulación pueden manifestarse como un SHAD. Sin embargo, cuando esto ocurre, debe descartarse la posibilidad de una enfermedad subyacente que dañe el parénquima pulmonar, como puede ser una neoplasia, una estenosis mitral, unas bronquiectasias, etc. En la coagulación intravascular diseminada, la púrpura trombótica trombocito- pénica (enfermedad de Moschcowitz), la púrpura trombopé- nica idiopática (enfermedad de Werlhof), la trombocitopenia secundaria a la quimioterapia leucémica y la anticoagulación prolongada también puede aparecer una hemorragia alveolar difusa. FIGURA 53.7 Aspecto histopatológico de una biopsia pulmonar de una linfangioleiomiomatosis. A. Proliferación de células musculares lisas que rodean la pared de los alvéolos y los capilares (tinción de hematoxilina-eosina, 400×). B. Tinción inmunohistoquímica positiva para la actina (100×). C. Tinción inmunohistoquímica positiva con el anticuerpo HMB-45 (400×). (V. lámina en color al final del libro.) Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN VI Patología pulmonar vascular 442 DIAGNÓSTICO Y DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL El diagnóstico del SHAD debe estructurarse en tres fases. En primer lugar debe confirmarse la existencia de la hemorragia alveolar, excluyendo otras causas de infiltrados alveolares difusos. Luego ha de establecerse la gravedad y la velocidad de progresión de la hemorragia. Finalmente ha de investigarse el origen, es decir, la enfermedad responsable del sangrado. En todos los casos son muy útiles, sobre todo si se llevan a cabo precozmente, la broncoscopia y el lavado broncoalveolar. Si el fluido que se recoge del lavado es cada vez más sanguino- lento, con cada alícuota que se aspira, la existencia de una hemorragia alveolar es casi segura. El lavado broncoalveolar también permite obtener muestras para su cultivo, lo que posibilita la identificación de posibles infecciones, así como para el análisis celular, que en el caso de un SHAD crónico ofrece la imagen de los típicos hemosiderófagos (macrófagos cargados del pigmento férrico que se une a la hemosiderina). Conviene recordar, no obstante, que los hemosiderófagos no son exclusivos del SHAD, ya que también pueden encontrarse en el daño alveolar difuso. La anemia, casi siempre ferropénica, es habitual y su grave- dad debe valorarse mediante el correspondiente hemograma, cuya repetición en el tiempo permite estimar la progresión de la enfermedad. En este sentido, la determinación de la velo- cidad de sedimentación y de la proteína C reactiva, aunque sin especificidad alguna, también ayuda a establecer la activi- dad del proceso subyacente y la respuesta al tratamiento que se instaure. El estudio de la coagulación y de la hemostasia primaria y el recuento plaquetario son cruciales, asimismo, para descartar posibles alteraciones que, por una anomalía primaria o debida a algún otro trastorno, sean la causa de la hemorragia alveolar. En todos los pacientes debe investigarse, desde el primer momento, la función renal mediante el corres- pondiente análisis de la bioquímica sérica, de la orina y del sedimento urinario. Confirmada la existencia y establecida la gravedad de la enfermedad, las siguientes pruebas deben orientarse a la bús- queda de la causa del SHAD. En primer lugar, la historia clínica quizá ya ha sugerido la coexistencia de una enfermedad con- comitante, como una coagulopatía, una estenosis mitral, una colagenosis, una vasculitis sistémica o una nefropatía grave, que determina el sangrado por el trastorno de la coagulación que es secundario a la uremia. También es necesario preguntar sobre el consumo de fármacos y de drogas, así como sobre la historia laboral y ocupacional del individuo, para descartar un posible contacto con inhalantes tóxicos como el anhídrido trimelítico. El consumo tabáquico es importante si se sospecha, por ejem- plo, un síndrome de Goodpasture. La exploración física puede poner de manifiesto los signos propios de alguna enfermedad. Las alteraciones cutáneas o articulares pueden orientar hacia una conectivopatía o hacia una vasculitis sistémica. Las lesiones en la nariz, la orofaringe o los senos paranasales pueden sugerir una granulomatosis de Wegener. El examen ocular puede poner de manifiesto una iridociclitis, habitual en el síndrome deBehçet. Sin embargo, conviene tener en cuenta que en la mayo- ría de las ocasiones la exploración física es poco específica. En el diagnóstico diferencial del SHAD es muy impor- tante descartar si la hemorragia alveolar se asocia o no con una glomerulonefritis. Los procesos que con más frecuencia producen, de manera simultánea, alteraciones pulmonares y renales son la granulomatosis de Wegener, la poliangeítis microscópica, el síndrome de Goodpasture y el lupus erite- matoso diseminado. Los estudios serológicos pueden ayudar a identificarlos. En este sentido, es obligado determinar el complemento, la creatina fosfocinasa, los ANA, los ANCA y los anticuerpos anti-DNA-des, antimembrana basal glomerular y antifosfolipídicos. El SHAD del lupus eritematoso diseminado se asocia con una disminución del complemento sérico y con la presencia de anticuerpos anti-DNA-des. Los ANCA aumen- tan en las vasculitis pauciinmunes. Los c-ANCA se dirigen específicamente contra la proteinasa 3 (PR3) de los gránulos citoplasmáticos de los neutrófilos y los monocitos, y producen una imagen granular con las técnicas de inmunofluorescen- cia. Los p-ANCA tienen especificidad por la mieloperoxidasa (MPO) de los neutrófilos y dan lugar a una imagen perinuclear cuando se usa la inmunofluorescencia. La tasa de c-ANCA es más probable que se eleve en la granulomatosis de Wegener y la de los p-ANCA en la poliangeítis microscópica. En una cohorte de 97 pacientes con un SHAD seguida durante 28 años y estudiada retrospectivamente pudo comprobarse que un 36% de los casos tenía un origen inmunológico, incluidas las vasculitis, las enfermedades asociadas con anticuerpos antimembrana basal glomerular y las colagenosis. Y en un 27% la causa era no inmunológica, como una insuficiencia cardíaca izquierda, tanto sistólica como diastólica, o una valvulopatía cardíaca. Las manifestaciones clínicas y radiológicas y los datos serológicos pueden ser suficientes para llegar al diagnóstico FIGURA 53.8 Tomografía computarizada torácica de alta resolución de una linfangioleiomiomatosis. Obsérvense los múltiples quistes parenquimatosos, todos de pared muy fina, y el derrame pleural izquierdo, que correspondía a un quilotórax. Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 53 Síndrome de hemorragia alveolar difusa 443 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. de la enfermedad responsable del SHAD, sin que entonces se requieran una biopsia y la correspondiente confirmación histopatológica. Sin embargo, el tiempo que habitualmente se precisa para tener los resultados serológicos suele ser dema- siado como para que deje de instaurarse, sin asumir riesgos, el tratamiento inmunodepresor adecuado a cada caso. La biopsia, el estudio histopatológico y las técnicas de inmunofluores- cencia directa son procedimientos rápidos y permiten tratar al paciente con el apoyo de un diagnóstico más firme. Además, en casi todas las tablas de criterios diagnósticos publicadas por las sociedades científicas se señala que la confirmación histopatológica es necesaria para establecer dicho diagnóstico en el caso de las vasculitis. El órgano que debe biopsiarse ha de elegirse en atención a la sospecha clínica y a los síntomas y signos existentes. Así, por ejemplo, en la granulomatosis de Wegener debe preferir- se la biopsia nasal o sinusal. Si existe una proteinuria o una microhematuria o anomalías bioquímicas compatibles con una glomerulonefritis, debe pensarse en una biopsia renal. Su estudio con microscopia óptica puede mostrar la presencia de una glomerulonefritis necrotizante focal y segmentaria. En conjunto, los hallazgos referidos obligan a plantear el diagnós- tico diferencial entre una granulomatosis de Wegener, una poliangeítis microscópica, un síndrome de Goodpasture y un lupus eritematoso diseminado. Permiten excluir la posibilidad, por otro lado, de una hemosiderosis pulmonar idiopática. Las técnicas de inmunofluorescencia ayudan a distinguir entre estas entidades. El depósito granular de inmunocomplejos es propio del lupus eritematoso diseminado, mientras que el lineal y continuo a lo largo de la membrana basal se observa en el síndrome de Goodpasture. Prácticamente no existe depósito alguno en las vasculitis pauciinmunes (granulomatosis de Wegener y poliangeítis microscópica). La biopsia pulmonar debe entrar en consideración cuando no pueden lograrse muestras de ninguna otra procedencia. La biopsia transbronquial no suele ser útil, por lo que entonces el tejido pulmonar ha de obtenerse mediante una videotoracos- copia, siempre que la situación clínica del enfermo permita el colapso de un pulmón. Si no es así, debe recurrirse a una biopsia pulmonar abierta. Los hallazgos histopatológicos pueden ser, según la entidad de que se trate, los típicos de una capilaritis, de una hemorragia alveolar blanda o de un daño alveolar difuso. La presencia de una capilaritis o de una hemo- rragia alveolar blanda no sirve para establecer el diagnóstico en el caso del lupus eritematoso diseminado ni en el del síndrome de Goodpasture, pues los dos tipos de lesiones se encuentran en el SHAD debido a cualquiera de estas enfermedades. Por ello, es fundamental congelar una de las piezas, con el objeto de que pueda procederse a su examen posterior mediante técnicas de inmunofluorescencia directa. Además de los datos propios de una capilaritis, en la biopsia pulmonar pueden encontrarse los hallazgos que caracterizan específicamente a cada enfermedad, tal y como se ha comentado al describirlas. Finalmente, la biopsia pulmonar permite el diagnóstico de la enfermedad pulmonar venooclusiva, la hemangiomatosis capilar pulmonar y la linfangioleiomiomatosis. Bibliografía Ball JA, Young KR. Pulmonary manifestations of Goodpasture‘s syndro- me: antiglomerular basement membrane disease and related disor- ders. Clin Chest Med 1998;19:777-91. Gómez Román JJ. Hemorragias alveolares difusas pulmonares. Arch Bronconeumol 2008;44:428-36. Green RJ, Ruoss SJ, Kraft SA, Berry GJ, Raffin TA. Pulmonary capillaritis and alveolar hemorrhage. Chest 1996;110:1305-16. Gross WL, Csernok E. 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