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Unidad 2. La tradición de la filosofía occidental. Parte II. La radicalización de la razón. Kant y la Ilustración: la consumación de la centralidad del sujeto Apunte de Cátedra El objetivo de este texto es poner de manifiesto que, la Ilustración por un lado, y Kant como uno de sus máximos representantes, radicalizarán el rol del sujeto tanto en el ámbito del conocimiento como en el ámbito ético-político. Así, en plena época de revueltas políticas frente a las monarquías en crisis, Kant brinda una “solución” para liberarse de las ataduras y alcanzar la autonomía en el pensamiento. Esta propuesta proviene, al mismo tiempo, de su particular y novedosa concepción del conocimiento. En tanto para Kant el sujeto no es pasivo en el acto de conocimiento, -como era concebido hasta el momento- y el conocer no es una mera captación de datos externos, el conocimiento es entonces, para Kant, la construcción del ámbito de la objetividad por parte de un sujeto que es activo, que construye o constituye los objetos a partir de una serie de categorías (conceptos) que ya le vienen dadas (a priori). Esta actitud activa ante el conocimiento marcará, al mismo tiempo, la actitud activa que debe tener el sujeto en la sociedad. Así, ser ilustrado, implica haber ganado autonomía, y este objetivo se logra sólo mediante el ejercicio de pensar por sí mismo, liberándose de todas las ataduras impuestas por la sociedad (prejuicios), y también las impuestas por la autoridad (el cura, el médico, el comandante, etc.). Es esta actitud crítica en lo que para Kant consiste la filosofía. 1. La filosofía en la época de la Ilustración El siglo XVIII es conocido en términos historiográficos como «el Siglo de las Luces». Los pensadores de aquella época estaban convencidos de poder acabar con las tinieblas del oscurantismo y entendieron que su misión consistía en alumbrar al género humano con la luz del pensamiento racional. […] todos ellos compartían un mismo culto: el confiar en que con las luces de la razón podían combatir toda superstición y transformar el orden establecido «civilizando a la humanidad». (Rodríguez Aramayo, 2013, 9) El siglo de las Luces: la razón como iluminación frente al oscurantismo medieval UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant 2 En el s. XVIII, ese pensamiento [el iluminista] llegó a ser un modelo y un programa de cultura, que incluía la crítica racional de toda doctrina que pretendiera ejercer autoridad absoluta en materia de conocimiento teórico, de metafísica, de moral, de jurisprudencia, de interpretación de los textos sagrados, de política o de arte. El conocimiento racional (no escolástico) de las ciencias, las técnicas y las artes tenían, para el Iluminismo, una función social; prometía a la humanidad la liberación de las ataduras de servidumbre y un progreso incesante en la dominación de la naturaleza. Con ello se alcanzaría un cumplimiento pleno del destino humano. […] Particularmente innovador fue el Iluminismo en los terrenos jurídico y social. […] A la teoría del origen divino del poder político se opusieron teorías contractualistas que enseñaban que el origen del poder estaba en los individuos comunes; y se propuso la división de poderes del Estado, como medio para contrarrestar el absolutismo. […] También en otros campos: en la ciencia, en la técnica, en la medicina, en la educación, en la teología hubo innovaciones de enormes consecuencias. La confianza fundamental en la razón condujo a una creencia optimista en el progreso indefinido de la humanidad. (Caími, 2007, VIII-IX) [En la época de la Ilustración se da] una “conciencia utópico-política” característica de las elites intelectuales y políticas del siglo XVIII. Un siglo que alimenta la esperanza de una “mentalidad común” de valores compartidos por todos los hombres de buena voluntad. Esa mentalidad común es la que configura una “idea de Europa” entendida como el trasfondo cultural que comparten los distintos Estados que conviven (utópicamente en paz perpetua) dentro del espacio mental europeo. […] Europa, pues, está dividida en Estados, en religiones, en espacios económicos con intereses contrapuestos; pero en el fondo de esas divisiones políticas, religiosas y económicas encontramos un patrimonio común de ideas que circulan a través de todas esas divisiones y configuran una “mentalidad común”: el sistema de valores de lo que conocemos con el nombre de Ilustración. Los hombres ilustrados se sienten ciudadanos de un estado particular al mismo tiempo que se sienten ciudadanos del mundo. […] Los ideales de la Ilustración son ideales cosmopolitas. El ilustrado se siente ciudadano de un mundo que rompe las fronteras políticas, religiosas y económicas y crea un espacio común: el mundo civil de las sociedades, que tiene como sujeto propio la nueva clase burguesa que se ha venido constituyendo en Europa desde el Renacimiento y que ahora en la Ilustración logra adquirir su carta de ciudadanía junto a la aristocracia y la nobleza. Es un grupo compuesto por comerciantes, banqueros y hombres de negocios que han logrado adquirir fortuna y notoriedad y están consiguiendo una nueva forma de sociedad con valores propios alternativos a los de la nobleza y el clero. Esta élite se concibe a sí misma como encarnación de la idea de humanidad y aspira a disolver las barreras que separan a los hombres y a construir un mundo cosmopolita. El Iluminismo como crítica a todo lo que se erigiera en autoridad absoluta Objetivo (¿utopía?): Liberación de todas las ataduras y progreso mediante el dominio de la naturaleza El origen del poder no está en Dios, sino en el hombre Hay intereses contrapuestos en los Estados, pero conservan una “mentalidad común”: la Ilustración Afianzamiento del poder de la burguesía Pero la razón se convierte en la nueva autoridad, en un nuevo dios. http://dle.rae.es/srv/search?m=30&w=utop%C3%ADa http://dle.rae.es/srv/search?m=30&w=cosmopolita http://dle.rae.es/srv/fetch?id=EXtXytb UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant 3 […] Este nuevo sujeto de la historia (el burgués) va a crear tres productos culturales que son la expresión de la nueva visión del mundo: en primer lugar, la filosofía de la historia que encarna la utopía de la nueva clase en el progreso de la razón. […] En segundo lugar crea la novela moderna, cuyos protagonistas ya no son héroes, sino personajes comunes y de rango medio, cuya vida y sucesos no tienen nada de excepcional. […] El tercer producto cultural de este siglo es la autobiografía, como relato de la individualidad burguesa. […] Estos tres productos culturales tienen tres sujetos que pueden parecer contradictorios entre sí a primera vista: la humanidad, la clase burguesa y el individuo. Pero estos sujetos no implican ningún tipo de contradicción entre ellos, sino que son la expresión emblemática de la cultura de un siglo, el XVIII, en el que el hombre se siente hombre universal (humanidad), ciudadano de un Estado y como tal sujeto de derechos, e individuo de una sociedad civil en la que se da a sí mismo su propio destino. […] [Por ese entonces] tiene lugar una quiebra de la metafísica clásica y un giro de la filosofía hacia el hombre, que es el que va a ocupar el centro de toda reflexión filosófica: teórica, práctica, religiosa, política y estética. En consonancia con el giro antropológico la historia va a pasar a ser un objeto destacado de la reflexión para los filósofos de este siglo, cuya idea de la Ilustración no hay que entender solamente como clarificación conceptual o iluminación del entendimiento, sino como formación integral del hombre en cuanto ciudadano del mundo, ciudadano de un Estado y persona concreta que aspira a la felicidad. […] La filosofía cambia de lugar;ya no es una cuestión exclusiva de las escuelas y las cátedras de filosofía, sino que la filosofía está en todas partes; hay también una filosofía mundana […] Esta filosofía mundana no es menos digna que la de escuela, aunque pueda ser distinta en sus géneros de expresión. […] La filosofía del siglo XVIII está en todas partes, pero ello no quiere decir que no sea filosofía en el pleno sentido del término. Es filosofía y buena, aunque haya abandonado el espacio cerrado de las escuelas y las cátedras y se haya abierto hacia el espacio público de la sociedad. [En los Elementos de filosofía (1758) de D´Alambert se] expresa muy bien el sentir común de los intelectuales en el siglo de la Ilustración. Todos ellos tienen la experiencia de que en dicho siglo están produciéndose cambios profundos; pero el hilo conductor que da sentido a todos esos cambios se encuentra en “el modo de filosofar”, que es el que enciende, con el entusiasmo, los espíritus de todos los “hombres de letras”, de los que nosotros hoy llamaríamos intelectuales, que articulan en perfecta armonía la cultura de las ciencias y las letras, y que va a hacer de ellos y de sus ideas los verdaderos guías espirituales de los grandes movimientos sociales de su momento. Los filósofos y sus ideas tienen en el siglo XVIII un protagonismo que no han tenido antes, ni van a volver a tener en ningún otro momento histórico. Ellos son herederos de la filosofía moderna que, apoyándose en la razón, van a considerar posible dominar la naturaleza por medio de la ciencia. Desarrollan, asimismo, el espíritu crítico que la filosofía moderna desencadenó, aplicándolo a todos los dominios de la realidad y situándolo como principio de actuación en sustitución de la autoridad y la tradición, principios estos que habían dominado en los siglos precedentes. Productos burgueses: -la filosofía de la historia -la novela -la autobiografía Nuevo giro antrocéntrico El desenclaustramiento de la filosofía Dominar la naturaleza mediante la ciencia: la antesala del positivismo El espíritu crítico sustituye a la autoridad y a la tradición como principios de actuación http://dirae.es/palabras/burgues%C3%ADa https://es.wikipedia.org/wiki/Jean_le_Rond_d%27Alembert UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant 4 El paso al primer plano del espíritu crítico es lo que se va a conocer como Ilustración. […] El ejercicio de la razón crítica, que es la nota que mejor identifica a las diferentes manifestaciones de la filosofía ilustrada, lleva consigo la autonomía intelectual que se manifiesta en el uso libre y público de la razón y en el derecho de todos los individuos a comunicar sus ideas sin restricciones. Para que esto pueda ser así es necesaria la tolerancia, que es la virtud civil que mejor caracteriza la posición de los ilustrados en el ámbito de la sociedad. […] El uso público y libre de la razón es impensable sin la tolerancia, por eso podemos afirmar que razón crítica y tolerancia son las dos caras inseparables de la filosofía de la ilustración. Las ideas de la Ilustración, […] podemos organizarlas en cuatro grandes apartados, el primero de los cuales es el del método, que como sabemos es una idea fundamental de la filosofía de la modernidad. En este apartado del método, los ilustrados van a abandonar el racionalismo del método cartesiano y van a seguir el experimentalismo de las reglas del filosofar de Newton. […] La filosofía experimental sigue la epistemología de Bacon, y por eso considera como pilares fundamentales del conocimiento la observación y el experimento. […] La filosofía experimental propugnada por los ilustrados considera las sensaciones como la base de los conocimientos y de todas nuestras ideas, critica el innatismo de los racionalistas y explica la formación de las ideas a partir de las sensaciones gracias a la actividad configuradora del espíritu humano. […] El conocimiento humano se funda, pues, en las sensaciones, pero como conocimiento filosófico culmina en la razón, que es la que explica todas las cosas sirviéndose, entre otros medios, de la definición […] […] El conocimiento humano, pues, para los ilustrados se inicia en la sensación y culmina en la razón, que a su vez encuentra su fundamento en el sentido común, que es el patrimonio de todos y cada uno de los hombres. […] Lo propio del filósofo, comparándole con el hombre del sentido común, es buscar mediante pruebas la razón de todas las cosas, evitando los prejuicios. […] El segundo de los apartados de las ideas de la filosofía de la Ilustración es el que tiene que ver con el hombre considerado como centro de la realidad. Pero esta consideración va acompañada de una tendencia creciente a considerar la civilización europea (es decir, cristiana) en un contexto mundial (es decir, pagano). Este hecho va a tener como consecuencia el “descentramiento” del hombre europeo, que poco a poco va a ir dándose cuenta de que ni el hombre ni el universo giran en torno a él. […] En la consideración ilustrada del hombre podemos destacar dos puntos. El hombre es, por una parte, razón autónoma, asentada en sí misma. Y esa razón tiene una configuración empírica. [El] tercer núcleo fundamental de las ideas de la filosofía de la Ilustración: En su consideración de la naturaleza es fundamental la Ejercicio de la razón crítica = autonomía intelectual Libertad de prensa Filosofía de la Ilustración = Razón crítica + tolerancia Las ideas de la Ilustración: 1) el método 2) el hombre centro descentrado 3) conocimiento de las leyes naturales=dominio de la naturaleza 4) creencia en el progreso https://es.wikipedia.org/wiki/Isaac_Newton https://es.wikipedia.org/wiki/Francis_Bacon UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant 5 asimilación de ésta a una gran máquina regida por leyes rigurosas. El conocimiento de esas leyes va a permitir al hombre dominar la naturaleza. […] El cuarto núcleo fundamental de las ideas que caracterizan a la filosofía de la Ilustración se sitúa en torno a la creencia en el progreso del género humano. Los ilustrados piensan que la sociedad puede ser cambiada de acuerdo con los principios de la razón, y que por tanto puede ser mejorada indefinidamente. La historia toda es un ejemplo del avance progresivo de la condición humana. Siguiendo esta línea van a desechar las ideas que hasta ese momento se habían mantenido para explicar la historia, y van a colocar el progreso como categoría fundamental de la explicación histórica. Rechazan la idea de concepción cíclica que está presente en la idea griega de moira, que admite un orden fijo del universo y que entraña la aceptación resignada de ese orden. También rechaza la categoría de la Edad de Oro, que supone una degeneración subsiguiente en la historia del género humano. Y finalmente hace lo mismo con la idea de providencia, que defiende una concepción lineal de la historia que se desarrolla de acuerdo con un plan divino preestablecido. La idea de Progreso humano es, pues, una teoría que contiene una síntesis del pasado y una previsión del futuro. Se basa en una interpretación de la historia que considera al hombre caminando lentamente —pedetentim progredientes— en una dirección definida y deseable e infiere que este progreso continuará indefinidamente. Ello implica que, al ser el fin del problema máximo de la Tierra, se llegará a alcanzar algún día una condición de felicidad general, que justificará el proceso total de la civilización, pues, si no, la dirección adoptada no sería la deseable. Pero hay alguna implicación más. Este proceso debe ser el resultado necesario de la naturaleza psíquica y social del hombre, no debe hallarse a merced de ninguna voluntad externa, ya que, de no ser así, no existiría la garantíade su continuidad y de su final feliz, y la idea de Progreso se convertiría paulatinamente en la Providencia. La idea de progreso manifiesta una visión optimista corriente entre muchos ilustrados que afirman el constante progreso del espíritu humano hacia lo mejor. […] Podemos cerrar esta primera aproximación al siglo de las luces, que hemos presentado como siglo de los filósofos, diciendo que la Ilustración puede ser interpretada como la madurez de la modernidad, que puso en circulación una idea de razón que Kant ha caracterizado muy bien en ¿Qué es la Ilustración? (Flórez Miguel, 1998, 9-12, 15-16, 19-25 y 28) Su Contestación a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración? es publicada en 1784 por la Berlinesche Monatsschrift, la Revista mensual de Berlín. Kant ha cumplido 60 años y es bien conocido como el autor de la Crítica de la razón pura. Además, aunque no ha publicado nada en la década de 1770, su fama como docente universitario había trascendido las fronteras de su La historia no es cíclica, ni es degenerativa, ni está preestablecida por la divinidad. La historia es progresiva, lineal: cuanto más adelante en el tiempo vamos, mejor vamos a estar Ilustración = Madurez de la modernidad https://es.wikipedia.org/wiki/Moiras https://es.wikipedia.org/wiki/Edad_de_oro UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant 6 Königsberg natal, confiriéndole un enorme prestigio en toda Europa. (Rodríguez Aramayo, 2013, 10) Kant: ¿Qué es la Ilustración? Respuesta a la pregunta “¿Qué es la Ilustración”?1 La ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad.2 La incapacidad significa la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro. Esta incapacidad es culpable porque su causa no reside en la falta de inteligencia sino de decisión y valor para servirse por sí mismo de ella sin la tutela de otro. ¡Sapere aude!3 ¡Ten el valor de servirte de tu propia razón!: he aquí el lema de la ilustración.4 La pereza y la cobardía son causa de que una gran parte de los hombres continúe a gusto en su estado de pupilo, a pesar de que hace tiempo la Naturaleza los liberó de ajena tutela (naturaliter majorennes);5 también lo son que se haga tan fácil para otros erigirse en tutores.6 ¡Es tan cómodo no estar emancipado! Tengo a mi disposición un libro que me presta su inteligencia, un cura de almas que me ofrece su conciencia, un médico que me prescribe las dietas, etc., etc., así que no necesito molestarme. Si puedo pagar no me hace falta pensar: ya habrá otros que tomen a su cargo, en mi nombre, tan fastidiosa tarea. Los tutores, que tan bondadosamente se han arrogado este oficio, cuidan muy bien que la gran mayoría de los hombres (y no digamos que todo el sexo bello) considere el paso de la emancipación, además de muy difícil, en extremo peligroso. Después de entontecer sus animales domésticos y procurar cuidadosamente que no se salgan del camino trillado donde los metieron, les muestran los peligros que les amenazarían caso de aventurarse a salir de él. Pero estos peligros no son tan graves pues, con unas cuantas caídas, aprenderán a caminar solitos; ahora que, lecciones de esa naturaleza, espantan y le curan a cualquiera las ganas de nuevos ensayos. Es, pues, difícil para cada hombre en particular lograr salir de esa incapacidad, convertida casi en segunda naturaleza. Le ha cobrado afición y se siente realmente incapaz de servirse de su propia razón, porque nunca se le permitió intentar la aventura. […] Por esta razón, pocos son los que, con propio esfuerzo de su espíritu, han logrado superar esa incapacidad y proseguir, sin embargo, con paso firme.7 A pesar de ser mayores de edad, algunos están cómodos de depender de otros. Los tutores nos quieren hacer creer que la emancipación es difícil y peligrosa UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant 7 Pero ya es más difícil que el público se ilustre por sí mismo y hasta, si se le deja en libertad, casi inevitable. Porque siempre se encontrarán algunos que piensen por propia cuenta, hasta entre los establecidos tutores del gran montón, quienes, después de haber arrojado de sí el yugo de la tutela, difundirán el espíritu de una estimación racional del propio valer de cada hombre y de su vocación a pensar por sí mismo. Pero aquí ocurre algo particular: el público, que aquellos personajes uncieron con este yugo, le unce a ellos mismos cuando son incitados al efecto por algunos de los tutores incapaces por completo de toda ilustración; que así resulta de perjudicial inculcar prejuicios, porque acaban vengándose en aquellos que fueron sus sembradores o sus cultivadores. Por esta sola razón el público sólo poco a poco llega a ilustrarse. Mediante una revolución acaso se logre derrocar el despotismo8 personal y acabar con la opresión económica o política, pero nunca se consigue la verdadera reforma de la manera de pensar;9 sino que, nuevos prejuicios, en lugar de los antiguos, servirán de riendas para conducir al gran tropel. Para esta ilustración no se requiere más que una cosa, libertad;10 y la más inocente entre todas las que llevan ese nombre, a saber: libertad de hacer uso público11 de su razón íntegramente. Mas oigo exclamar por todas partes: ¡Nada de razones! El oficial dice: ¡no razones, y haz la instrucción! El funcionario de Hacienda: ¡nada de razonamientos!, ¡a pagar! El reverendo: ¡no razones y cree! (sólo un señor en el mundo dice: razonad todo lo que queráis y sobre lo que queráis pero ¡obedeced!) Aquí nos encontramos por doquier con una limitación de la libertad. Pero ¿qué limitación es obstáculo a la ilustración? Contesto: el uso público de su razón debe estar permitido a todo el mundo y esto es lo único que puede traer ilustración a los hombres; su uso privado se podrá limitar a menudo ceñidamente, sin que por ello se retrase en gran medida la marcha de la ilustración. Entiendo por uso público aquel que, en calidad de maestro, se puede hacer de la propia razón ante el gran público del mundo de lectores. Por uso privado entiendo el que ese mismo personaje puede hacer en su calidad de funcionario. Ahora bien; existen muchas empresas de interés público en las que es necesario cierto automatismo, por cuya virtud algunos miembros de la comunidad tienen que comportarse pasivamente para, mediante una unanimidad artificial, poder ser dirigidos por el Gobierno hacia los fines públicos o, por lo menos, impedidos en su perturbación. En este caso no cabe razonar, sino que hay que obedecer. Pero en la medida en que esta parte de la máquina se considera como miembro de un ser común total y hasta de la sociedad cosmopolita de los hombres, por lo tanto, en calidad de maestro que se dirige a un público por escrito haciendo uso de su razón, puede razonar sin que por ello padezcan los negocios en los que corresponde, en parte, la consideración de miembro pasivo. Por eso, sería muy perturbador que un oficial que recibe una orden de sus superiores se pusiera a argumentar en el cuartel sobre la pertinencia o utilidad de la orden: tiene que obedecer. Pero no se le puede prohibir con justicia que, en calidad de entendido, haga observaciones sobre las fallas que descubre en el servicio militar y las exponga al juicio de sus lectores. El ciudadano no se puede negar a contribuir con los impuestos que le corresponden; y hasta una crítica indiscreta de esos impuestos, cuando tiene que pagarlos, puede ser castigada por escandalosa (pues podría provocar la resistencia general). Pero ese mismo sujeto actúa sin perjuicio de su deber de ciudadano si, en calidad de experto, expresa públicamente su pensamiento sobre la inadecuación o injusticia de las gabelas. Del mismo modo, el clérigo está obligado a enseñar la doctrina con arreglo al credo Para la ilustraciónhumana sólo se requiere de una cosa: libertad, libertad de hacer uso público de la razón. Uso público de la razón vs. Uso privado de la razón Uso público: el que ejercemos en calidad de expertos. Uso privado: el que ejercemos como funcionarios http://dle.rae.es/srv/search?m=30&w=gabela UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant 8 de la Iglesia a que sirve, pues fue aceptado con esa condición. Pero como doctor tiene la plena libertad y hasta el deber de comunicar al público sus ideas bien probadas e intencionadas acerca de las deficiencias que encuentra en aquel credo, así como el de dar a conocer sus propuestas de reforma de la religión y de la Iglesia. Nada hay en esto que pueda pesar sobre su conciencia. Porque lo que enseña en función de su cargo, en calidad de ministro de la Iglesia, lo presenta como algo a cuyo respecto no goza de libertad para exponer lo que bien le parezca, pues ha sido colocado para enseñar según las prescripciones y en el nombre de otro. Dirá: nuestra Iglesia enseña esto o lo otro; estos son los argumentos de que se sirve. Deduce, en la ocasión, todas las ventajas prácticas para su feligresía de principios que, si bien él no suscribiría con entera convicción, puede obligarse a predicar porque no es imposible del todo que contengan oculta la verdad o que, en el peor de los casos, nada impliquen que contradiga a la religión interior. Pues de creer que no es éste el caso, entonces sí que no podría ejercer el cargo con arreglo a su conciencia; tendrá que renunciar. Por lo tanto, el uso que de su razón hace un clérigo ante su feligresía, constituye un uso privado; porque se trata siempre de un ejercicio doméstico, aunque la audiencia sea muy grande; y, en este respecto, no es, como sacerdote, libre, ni debe serlo, puesto que ministra un mandato ajeno. Pero en calidad de doctor que se dirige por medio de sus escritos al público propiamente dicho, es decir, al mundo, como clérigo, por consiguiente, que hace un uso público de su razón, disfruta de una libertad ilimitada para servirse de su propia razón y hablar en nombre propio. Porque pensar que los tutores espirituales del pueblo tengan que ser, a su vez, pupilos, representa un absurdo que aboca en una eternización de todos los absurdos. Pero ¿no es posible que una sociedad de clérigos, algo así como una asociación eclesiástica o una muy reverenda classis (como se suele denominar entre los holandeses) pueda comprometerse por juramento a guardar un determinado credo para, de ese modo, asegurar una suprema tutela sobre cada uno de sus miembros y, a través de ellos, sobre el pueblo, y para eternizarla, si se quiere? respondo: es completamente imposible. Un convenio semejante, que significaría descartar para siempre toda ilustración ulterior del género humano, es nulo o inexistente; y ya puede ser confirmado por la potestad soberana, por el Congreso, o por las más solemnes capitulaciones de paz. Una generación no puede obligarse y juramentarse a colocar a la siguiente en una situación tal que sea imposible ampliar sus conocimientos (presuntamente circunstanciales), depurarlos del error y, en general, avanzar en el estado de su ilustración. Constituiría esto un crimen contra la naturaleza humana, cuyo destino primordial radica precisamente en este progreso. […] Puede un hombre, por lo que incumbe a su persona, pero sólo por un cierto tiempo, eludir la ilustración en aquellas materias a cuyo conocimiento está obligado; pero la simple y pura renuncia, aunque sea por su propia persona, y no digamos por la posteridad, significa tanto como violar y pisotear los sagrados derechos del hombre. Y lo que ni un pueblo puede acordar por y para sí mismo, menos podrá hacerlo un monarca en nombre de aquél, porque toda su autoridad legisladora descansa precisamente en que asume la voluntad entera del pueblo en la suya propia. Si no pretende otra cosa, sino que todo mejoramiento real o supuesto sea compatible con el orden ciudadano, no podrá menos de permitir a sus súbditos que dispongan por sí mismos en aquello que crean necesario para la salvación de sus almas; porque no es ésta cuestión que le importe, y sí la de evitar que unos a otros se impidan con violencia buscar aquella salvación por el libre uso de todas sus potencias. Y hará agravio a la majestad de su persona si en ello se mezcla hasta el punto de someter a su inspección gubernamental aquellos escritos en los que sus súbditos tratan de decantar sus creencias, ya sea porque estime su Una generación no puede obligarse a colocar a la siguiente en una situación de retroceso. UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant 9 propia opinión como la mejor, en cuyo caso se expone al reproche: Caesar non est supra grammaticos,12 ya porque rebaje a tal grado su poder soberano que ampare dentro de su Estado el despotismo espiritual de algunos tiranos contra el resto de sus súbditos. Si ahora nos preguntamos: ¿es que vivimos en una época ilustrada?13 La respuesta será: no, pero sí una época de ilustración. Falta todavía mucho para que, tal como están las cosas y considerados los hombres en conjunto, se hallen en situación, ni tan siquiera en disposición de servirse con seguridad y provecho de su propia razón en materia de religión. Pero ahora es cuando se les ha abierto el campo para trabajar libremente en este empeño, y percibimos inequívocas señales de que van disminuyendo poco a poco los obstáculos a la ilustración general o superación, por los hombres, de su merecida tutela. En este aspecto nuestra época es la época de Federico. Un príncipe que no considera indigno de sí declarar que reconoce como un deber no prescribir nada a los hombres en materia de religión y que desea abandonarlos a su libertad, que rechaza, por consiguiente, hasta ese pretencioso sustantivo de tolerancia, es un príncipe ilustrado y merece que el mundo y la posteridad, agradecidos, le encomien como aquel que rompió el primero, por lo que toca al Gobierno, las ligaduras de la tutela y dejó en libertad a cada uno para que se sirviera de su propia razón en las cuestiones que atañen a su conciencia. Bajo él, clérigos dignísimos, sin mengua de su deber ministerial, pueden, en su calidad de doctores, someter libre y públicamente al examen del mundo aquellos juicios y opiniones suyos que se desvíen, aquí o allá, del credo reconocido; y con mayor razón los que no están limitados por ningún deber de oficio. Este espíritu de libertad se expande también por fuera, aun en aquellos países donde tiene que luchar con los obstáculos externos que le levanta un Gobierno que equivoca su misión. Porque este único ejemplo nos aclara cómo en régimen de libertad nada hay que temer por la tranquilidad pública y la unidad del ser común. Los hombres poco a poco se van desbastando espontáneamente, siempre que no se trate de mantenerlos, de manera artificial, en estado de rudeza. He tratado del punto principal de la ilustración, a saber, la emancipación de los hombres de merecida tutela, en especial por lo que se refiere a cuestiones de religión; pues en lo que atañe a las ciencias y las artes los que mandan ningún interés tienen en ejercer tutela sobre sus súbditos y, por otra parte, hay que considerar que esa tutela religiosa es, entre todas, la más funesta y deshonrosa. Pero el criterio de un jefe de Estado que favorece esta libertad va todavía más lejos y comprende que tampoco en lo que respecta a la legislación hay peligro porque los súbditos hagan uso público de su razón, y expongan libremente al mundo sus ideas sobre una mejor disposición de aquella, haciendo una franca crítica de lo existente; también en esto disponemos de un brillante ejemplo, pues ningún monarca se anticipó al que nosotros veneramos. Pero sólo aquel que, esclarecido, no teme a lassombras, pero dispone de un numeroso y disciplinado ejército para garantizar la tranquilidad pública, puede decir lo que no osaría un Estado libre: ¡razonad todo lo que queráis y sobre lo que queráis, pero obedeced! Y aquí tropezamos con extraño e inesperado curso de las cosas humanas; pues ocurre que, si contemplamos este curso con Vivimos en una época de ilustración, pero aún no en una época ilustrada Esta época de ilustración es el punto de partida para alcanzar a vivir una época ilustrada La peor de las tutelas es la religiosa Federico II de Prusia (Federico el Grande): el príncipe ilustrado (el “rey filósofo”) ¡Razonad todo lo que queráis…pero obedeced! UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant 10 amplitud, lo encontramos siempre lleno de paradojas. Un grado mayor de libertad ciudadana parece que beneficiaría la libertad espiritual del pueblo pero le fija, al mismo tiempo, límites infranqueables; mientras que un grado menor le procura el ámbito necesario para que pueda desenvolverse con arreglo a todas sus facultades. Porque ocurre que cuando la Naturaleza ha logrado desarrollar, bajo esta dura cáscara, esa semilla que cuida con máxima ternura, a saber, la inclinación y oficio del libre pensar, el hecho repercute poco a poco en el sentir del pueblo (con lo cual éste se va haciendo cada vez más capaz de la libertad de obrar) y hasta en los principios del Gobierno, que encuentra ya compatible dar al hombre, que es algo más que una máquina,14 un trato digno de él. (Kant, 2002, 25-37) El lema de la Ilustración: pensar por sí mismo […] Al querer definir el término «Ilustración››, Kant viene a identificarla con su propio quehacer como profesor universitario. Sus alumnos -según el testimonio de Herder- no recibían otra consigna que la de pensar por sí mismos y ésa será justamente la divisa del movimiento ilustrado: ¡atreverse a pensar! Acostumbrarse a ejercitar nuestra propia inteligencia sin seguir necesariamente las pautas determinadas por cualquier otro. El hombre debe aprender a emanciparse de toda tutela y alcanzar una madurez intelectual que suele rehuir por simple comodidad. Una definición muy similar es reiterada por Kant sólo dos años después en una nota del escrito titulado ¿Qué significa orientarse al pensar? […] Pensar por sí mismo sigue siendo lo que mejor define a la Ilustración. Además no hay que confundir a ésta con una simple acumulación de conocimientos. El ilustrado no tiene por qué ser necesariamente un erudito, sino alguien que sepa utilizar convenientemente sus recursos intelectuales y se interrogue a sí mismo por las razones que le hacen asumir una determinada pauta de conducta, preguntándose tan sólo si dicha regla podría ser asumida por cualquier otro como un principio de actuación universal. […] Quien piense por cuenta propia evitará sucumbir tanto a la superstición como al fanatismo […] La Ilustración, por tanto, no significaría justamente sino liberarse de los prejuicios y la superstición. Los prejuicios, la superstición y el fanatismo representan las cadenas de que debe liberarnos esa Ilustración propugnada por Kant. (Rodríguez Aramayo, 2013, 12-14) Y entonces… ¿Qué es la Ilustración? Was ist Aufklärung? [¿Qué es la Ilustración?] […] Pensar por sí mismo implica estar emancipado Pensar por sí mismo: no es acumulación de conocimientos, sino espíritu crítico Ilustrarse es liberarse de los prejuicios y la superstición. https://es.wikipedia.org/wiki/Johann_Gottfried_Herder UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant 11 Texto menor, tal vez. Pero me parece que con él entra discretamente en la historia del pensamiento una pregunta a la cual la filosofía moderna no ha sido capaz de responder; pero de la que nunca logró desembarazarse. Y bajo formas diversas, hace ya dos siglos que la repite. De Hegel a Horckheimer o a Habermas, pasando por Nietzsche o Max Weber, casi no hay filosofía que directa o indirectamente no se haya enfrentado a la misma pregunta: ¿cuál es entonces ese acontecimiento que se llama Aufklärung [Ilustración] y que ha determinado, al menos en parte, lo que somos, lo que pensamos y lo que hacemos hoy día? Imaginemos que el Berlinische Monatsschrift aún existiera en nuestros días y que les planteara a sus lectores la pregunta “¿Qué es la filosofía moderna?”: quizás se podría responderle en eco: la filosofía moderna es la que intenta responder la pregunta lanzada hace dos siglos con tanta imprudencia: Was ist Aufklärung? […] Ahora bien, la manera en que Kant plantea la cuestión de la Aufklärung es totalmente diferente [a otras]: ni es una época del mundo a la que se pertenece [como en El Político de Platón], ni un acontecimiento cuyos signos se perciben [como en la hermenéutica histórica de Agustín de Hipona], ni la aurora de una realización [como en el último capítulo de La Scienza Nuova de Vico]. Kant define la Aufklärung de manera casi totalmente negativa, como una Ausgang, una “salida”, un “resultado”. […] En el texto sobre la Aufklärung la cuestión concierne a la pura actualidad. No procura comprender el presente a partir de una totalidad o de una consumación futura. Busca una diferencia: ¿qué diferencia introduce el hoy con respecto al ayer? […] Quisiera simplemente retener tres o cuatro rasgos que me parecen importantes para comprender cómo planteó Kant la cuestión filosófica del presente. Kant indica a continuación que esa “salida” que caracteriza a la Aufklärung es un proceso que nos libera del “estado de minoridad”. Y por “minoridad” entiende un estado determinado de nuestra voluntad que nos hace aceptar la autoridad de otros para conducirnos en los dominios en los que conviene hacer uso de la razón. Kant da tres ejemplos. Nos hallamos en estado de minoridad cuando un libro ocupa el lugar del entendimiento, cuando un director espiritual ocupa el lugar de la consciencia, cuando un médico decide por nosotros nuestro régimen. […] En todo caso, la Aufklärung es definida por la modificación de la relación preexistente entre la voluntad, la autoridad y el uso de la razón. También hay que advertir que esa salida es presentada por Kant de manera bastante ambigua. La caracteriza como un hecho, como un proceso en desarrollándose; pero también la presenta como una tarea y una obligación. La filosofía moderna como la filosofía que intenta responder a la pregunta ¿qué es la Ilustración? La Ilustración es “una salida”, “un resultado” La pregunta que intenta responder Kant es una pregunta por su presente, por su época Ilustración: salida del estado de minoridad Esa salida es: -un hecho -un proceso -una tarea -una obligación https://es.wikipedia.org/wiki/Georg_Wilhelm_Friedrich_Hegel https://es.wikipedia.org/wiki/Max_Horkheimer https://es.wikipedia.org/wiki/J%C3%BCrgen_Habermas https://es.wikipedia.org/wiki/Friedrich_Nietzsche https://es.wikipedia.org/wiki/Max_Weber https://es.wikipedia.org/wiki/Agust%C3%ADn_de_Hipona https://es.wikipedia.org/wiki/Giambattista_Vico UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant 12 […] Por lo tanto, hay que concebir que no podrá salir de él [del estado de tutela, de minoridad] sino mediante un cambio que él mismo operará sobre sí mismo. De manera significativa, Kant dice que esa Aufklärung tiene una “divisa” […], un rasgo distintivo por el cual uno se hace reconocer; [pero] es también una consigna [una instrucción] que uno se da a sí mismo y que se propone a los demás. ¿Y cuál es esa consigna? Sapere aude, [“atrévete a conocer”], “ten el coraje, la audacia de saber”. […] [Los hombres] son a la vez elementos y agentes de un mismo proceso. Pueden ser sus actores en la medida en que forman parte de él; y éste se produce en la medidaen que los hombres deciden ser sus actores voluntarios. […] Una tercera dificultad aparece en el texto de Kant. Reside en el empleo de la palabra Menschheit [humanidad]. […] ¿Hay que comprender que es el conjunto de la especie humana el que es tomado dentro del proceso de la Aufklärung? Y en ese caso, hay que imaginar que la Aufklärung es un cambio histórico que concierne a la existencia política y social de todos los hombres sobre la superficie de la tierra. ¿O hay que comprender que se trata de un cambio que afecta a lo que constituye la humanidad del ser humano? Y se plantea entonces la cuestión de saber lo que es ese cambio. Allí también la respuesta de Kant no está desprovista de cierta ambigüedad. […] Kant define dos condiciones esenciales para que el hombre salga de su minoridad. Y esas dos condiciones son a la vez espirituales e institucionales, éticas y políticas. La primera de esas condiciones es que se distinga bien lo que depende de la obediencia y lo que depende del uso de la razón. Para caracterizar brevemente el estado de minoridad, Kant cita la expresión corriente: “obedezca, no razone”: tal es, según él, la forma en que se ejercen generalmente la disciplina militar, el poder político, la autoridad religiosa. La humanidad se hará mayor [habrá alcanzado su madurez] no cuando ya no tenga que obedecer, sino cuando se le diga [al hombre]: “obedezca, y podrá razonar tanto como quiera”. […] Podría pensarse que allí no hay nada muy diferente de lo que desde el siglo XVI se entiende por la libertad de consciencia; el derecho de pensar como uno quiera, con tal que se obedezca como es debido. Ahora bien, es allí donde Kant hace intervenir otra distinción y la hace intervenir de un modo bastante sorprendente. Se trata de la distinción entre el uso privado y el uso público de la razón. Pero, agrega en seguida que la razón debe ser libre en su uso público y debe ser sumisa en su uso privado. Lo que es, término a término, lo contrario de lo que comúnmente se llama libertad de consciencia. […] ¿Cuál es, según Kant, ese uso privado de la razón? ¿Cuál es el dominio en el que se ejerce? El hombre, dice Kant, hace un uso privado de su razón cuando es “una pieza de una máquina”; es decir, cuando tiene un rol que cumplir en la sociedad y funciones que ejercer: ser soldado, tener que pagar impuestos, estar a cargo de una parroquia, ser funcionario de un gobierno, todo eso hace del ser humano un segmento particular en la sociedad; se encuentra situado por ello en una posición definida en la que debe aplicar reglas y perseguir fines particulares. Kant no pide que se practique una obediencia ciega y estúpida; sino que uno haga de su razón un uso adaptado a esas circunstancias determinadas; y la razón debe entonces someterse a esos fines particulares. Por lo tanto, allí no puede haber un uso libre de la razón. La Ilustración también es un cambio histórico en el orden político-social Condiciones para salir del estado de minoridad: -distinguir entre el uso público y el uso privado de la razón. Uso privado de la razón Uso público de la razón UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant 13 En cambio, cuando uno no razona más que para hacer uso de la razón, cuando uno razona en tanto ser razonable (y no en tanto pieza de una máquina), cuando uno razona como miembro de la humanidad razonable, entonces el uso de la razón debe ser libre y público. La Aufklärung no es pues solamente el proceso por el cual los individuos verían garantizada su libertad personal de pensamiento. Hay Aufklärung cuando hay superposición del uso universal, del uso libre y del uso público de la razón. […] ¿Cómo garantizar un uso público de esa razón? Se ve que la Aufklärung no debe ser concebida simplemente como un proceso general que afecta a toda la humanidad; no debe ser concebida solamente como una obligación prescrita a los individuos, aparece ahora como un problema político. En todo caso, se plantea la cuestión de saber cómo el uso de la razón puede tomar la forma pública que le resulta necesaria, cómo la audacia de saber puede ejercerse en pleno día, mientras que los individuos obedecerán tan exactamente como sea posible. Y para terminar, Kant propone a Federico II, en términos apenas velados, una suerte de contrato. Lo que se podría llamar el contrato del despotismo racional con la libre razón: el uso público y libre de la razón autónoma será la mejor garantía de la obediencia, con la condición sin embargo de que el principio político al cual se hace obedecer sea también conforme a la razón universal. (Foucault, 1996, 83-92) Uso público y uso privado de la razón La Ilustración sólo requiere libertad, la más inofensiva de las libertades -precisa Kant-, libertad para hacer un uso público de la propia razón, expresando por escrito nuestras críticas y argumentos ante aquel público que configura el mundo de los lectores […]. A este uso público Kant contrapone un uso privado, esto es, un uso restringido a cierto ámbito, un uso particular y no general. Todo aquel que forme parte de la maquinaria del Estado debe atenerse a este uso privado, en tanto que desempeñe una determinada función o encomienda. Los ejemplos que aduce Kant son el del soldado que cumple una orden, el de un ciudadano a la hora de pagar sus impuestos y el del sacerdote cuando prepara sus homilías para los miembros de su parroquia. Que un oficial discutiera la orden impartida por un superior al ir a ejecutarla resquebrajaría esa disciplina que requiere todo ejército y por ello ha de limitarse a cumplir sus órdenes, aun cuando luego pueda verter sus observaciones por escrito, como especialista en el tema, para denunciar las deficiencias que haya detectado y tender a subsanarlas. A la hora de pagar los impuestos, el ciudadano debe hacerlo sin rechistar, porque lo contrario podría dar lugar a una insumisión fiscal generalizada, pero eso no es óbice para que posteriormente publique sus alegaciones contra la inconveniencia o injusticia de tales tributos. De igual modo, las homilías que un sacerdote dirige a sus feligreses habrán de ajustarse al credo profesado por su Iglesia, dado que fue aceptado en su seno bajo esa condición. Cuanto enseña en función del puesto que desempeña será presentado como algo con respecto a lo cual él no es libre para enseñarlo según su propio criterio, habida cuenta de que ha sido emplazado a exponerlo según una prescripción ajena, si bien como especialista en la materia tenga plena libertad para exponer a los lectores interesados por el asunto sus discrepancias y juicios personales al respecto. Reparemos en la paradoja que conlleva este último ejemplo del distingo kantiano entre uso público y uso privado de la propia razón. En cuanto sacerdote no es libre, ni tampoco le cabe serlo, al estar ejecutando un encargo ajeno; en cambio, como alguien docto que habla mediante sus escritos al público en general, La Ilustración como problema político La paradoja: no es libre pero es libre UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant 14 esto es, al mundo, dicho sacerdote disfruta de una libertad ilimitada para usar públicamente su razón y hablar en su propio nombre. […] Kant sí estaba plenamente convencido de que su distinción entre uso público y uso privado de la razón comportaba una indudable ventaja, puesto que bien aplicada podía evitar el recurso a la revolución. […] Kant apuesta decididamente por la vía de una paulatina reforma constitucional que vaya mejorando ésta poco a poco y haga superfluo el recurrir a un traumático proceso revolucionario. […] Kant jamás admitió que un pueblo tuviese derecho alguno a la revolución, aunque fuera para derrocar a la más execrable de las tiranías. En La metafísica de las costumbres (1797), Kant afirma tajantemente: «Contrael supremo legislador del Estado no hay ninguna resistencia legítima por parte del pueblo; no existe ningún derecho de revolución […] ni siquiera bajo el pretexto de que abusa tiránicamente del poder. El más mínimo intento en ese sentido supone un crimen de alta traición y el traidor ha de ser castigado con la muerte». […] « […] Y esta prohibición es incondicionada, de suerte que, aun cuando aquel poder o su agente -el jefe del Estado haya llegado a violar el contrato originario y a perder con eso, ante los ojos del súbdito, el derecho a ser legislador por autorizar al gobierno para que proceda de modo absolutamente despótico (tiránico), a pesar de todo sigue sin estar permitida al súbdito ninguna oposición a título de contraviolencia». Estas contundentes afirmaciones en contra de un presunto derecho a rebelarse contra el despotismo y la tiranía las vierte alguien que, por otra parte, simpatizó abiertamente con los levantamientos de Irlanda o la sublevación de las colonias norteamericanas, además de manifestar un encendido entusiasmo hacia los revolucionarios franceses. Pero este doble rasero no significa que Kant sea inconsecuente consigo mismo, sino que aplica distintos enfoques a uno y el mismo problema. […] Una cosa es que la revolución, enfocada como un presunto derecho a la rebelión del pueblo contra su tirano, suponga un absurdo jurídico y otra muy distinta es el juicio que Kant emite como filósofo de la historia, cuando enjuicia desde otro punto de vista los movimientos revolucionarios de su tiempo, como es el caso de la […] Revolución francesa, que Kant califica como un signo inequívoco del progreso moral de la humanidad, a la vista del entusiasmo que suscita en cualquier espectador imparcial. […] Es cierto que Kant aplaude la Revolución francesa e incluso da en considerarla un hito muy significativo para el progreso moral de la humanidad, pero no es menos cierto que no está demasiado interesado en que Prusia pase por la misma experiencia. Tampoco hay necesidad, pues no le parece tan importante la forma que pueda tener un gobierno como el modo de gobernar, es decir, le preocupa sobre todo que gobierne republicana o despóticamente y le importa menos que la representación de su soberanía recaiga en uno solo (autocracia), en varios (aristocracia) o en toda la sociedad civil (democracia). Es más, él se decanta por un monarca ilustrado como Federico II […] …………………………………… A juicio de Kant, «todo hombre tiene unos derechos inalienables a los que no podría renunciar aunque quisiera y sobre los cuales él mismo está perfectamente capacitado para juzgar». Por ello dictamina que «la libertad de Una distinción para evitar la revolución Para Kant no existe el derecho a la resistencia civil, sin embargo simpatizaba con las revoluciones que se daban en la época Como ciudadano, hace uso privado de la razón y rechaza la rebelión. Como filósofo, hace uso público y considera a la revolución como un signo del progreso La libertad de prensa, la única y mejor arma. https://es.wikipedia.org/wiki/Revoluci%C3%B3n_francesa https://es.wikipedia.org/wiki/Prusia https://es.wikipedia.org/wiki/Federico_II_el_Grande UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant 15 pluma es el único paladín de los derechos del pueblo» y el único camino que permite introducir las reformas necesarias para evitar una traumática revolución. Esta «libertad de pluma» la tendría que poder ejercer cualquier ciudadano, pero es algo inexcusable para el filósofo, cuya tarea consistiría en ilustrar al pueblo, a la par que asesora con sus razonamientos al gobierno. «La ilustración del pueblo -escribe Kant en la segunda parte de El conflicto de las Facultades- consiste en la instrucción pública del mismo acerca de sus derechos y deberes con respecto al Estado al que pertenece. Como aquí sólo se trata de los derechos naturales y de los derivados del más elemental sentido común propio del entendimiento humano, los promulgadores e intérpretes naturales de tales derechos ante el pueblo no son los juristas designados institucionalmente por el Estado, sino los instructores del derecho que van por libre, o sea, los filósofos, quienes justamente por permitirse esa libertad resultan escandalosos para el Estado, que sólo quiere dominar siempre, y se ven desacreditados, bajo el nombre de enciclopedistas como gente peligrosa para el Estado, por más que su voz no se dirija confidencialmente al pueblo (el cual tiene escasa o nula noticia de ellos y de sus escritos), sino que se dirige respetuosamente al Estado, suplicándole a éste que tome en cuenta la exigencia jurídica de aquél; lo cual no puede tener lugar por otro camino salvo el de la publicidad». Antes, en la primera sección del mismo escrito, Kant ha subrayado el hecho de que « [la Facultad de Filosofía] no puede verse anclada con una interdicción del gobierno sin que éste actúe en contra de su auténtico propósito. [...] Sólo a los [...] eclesiásticos, jurisconsultos o médicos puede prohibírseles que, en el ejercicio de sus respectivas funciones, contradigan públicamente las doctrinas que les han sido confiadas por el gobierno y se arroguen el papel del filósofo. […] Si los predicadores o los magistrados se dejaran llevar por el antojo de comunicar al pueblo sus reparos y dudas frente a la legislación eclesiástica o civil, le harían sublevarse con ello en contra del gobierno». Sólo la filosofía ha de ser «independiente de los mandatos del gobierno con respecto a sus doctrinas y tener la libertad, no de dar orden alguna, pero sí de juzgar todo cuanto tenga que ver con los intereses científicos, es decir, con la verdad, terreno en el que la razón debe tener el derecho de expresarse públicamente, ya que sin ello la verdad nunca llegaría a manifestarse (en perjuicio del propio gobierno)».15 (Rodríguez Aramayo, 2013, 21- 30) La Ilustración y la idea de crítica La episteme16 común al siglo XVIII es la “crítica”, que […] caracteriza […] “como un examen ilustrado y un juicio justo de las producciones humanas”. Examen y juicio que tendrán sus peculiaridades según se trate de una crítica de las ciencias o de las artes. […] Esta noción ilustrada de “crítica” está íntimamente unida a una nueva teoría del lenguaje […] Para los hombres de la Ilustración el lenguaje es discurso, exposición ordenada del pensamiento […] ante el que se constituye el crítico como notario17 de la claridad de las ideas que se expresan en el lenguaje. […] La función del crítico, tal como él mismo se constituye a partir de la Ilustración, es una función analítica consistente en discernir, a fin de establecer entre las cosas una “sucesión ordenada” (discurso). […] Siendo esto así, el análisis alcanza entre los modernos el valor del método universal […]. (Flórez Miguel, 1998, 129-130) El rol de la filosofía en la sociedad La crítica como característica propia del S. XVIII La función del crítico: “analizar” UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant 16 Filosofía y filosofar en Kant Su propósito en el aula no era enseñar filosofía, sino aprender a filosofar, tal como señalaba en el anuncio de los cursos que impartía sobre las más variopintas materias: antropología, ética, filosofía del derecho, filosofía de la religión, geografía, lógica, pedagogía o metafísica. (Rodríguez Aramayo, 2013, 10) El que quiera enseñar filosofía, ya que esto es imposible, debe en último término enseñar a filosofar. Explicándome claramente, todas las ciencias que pueden enseñarse se reducen a dos especies: ciencias históricas y ciencias matemáticas. Para que pudiera enseñarse filosofía debería hacerse presente en primer lugar una real filosofía. Deberíaproducirse un libro y poder decirse: aquí hay sabiduría y juicio suficiente; intentad entenderlo y comprenderlo; construid después sobre ello y seréis filósofos. Puesto que un tal libro de filosofía, al que poderse referir como a un Polibio o a un Euclides, no se me ha indicado, permitidme decir que se abusa de la fe pública cuando, en lugar de ampliar la capacidad intelectiva de la juventud crédula, nosotros la enjaulamos con una filosofía pretendidamente acabada, que ha sido pensada por otros como buena [...] El método propio para la enseñanza de la filosofía debe ser zetético (vivido), como decían los antiguos (de zetein), es decir, investigador. (Kant -citado por Flórez Miguel-, 1998, 139) […] La filosofía pretende determinar y delimitar los siguientes problemas: — La fuente o principios del saber humano. — El entorno del ámbito posible y necesario de todo saber. — Los límites de la razón. Una vez delimitados el ámbito y la problemática de la filosofía, trata Kant de ofrecernos una caracterización de lo que él denomina filosofar. Sin conocimiento no puede uno ser filósofo, nos dice Kant, pero también es cierto que no basta el conocimiento para llegar a ser filósofo. Es decir, el problema del filosofar no es problema de información y contenidos, sino problema de utilización de la razón. Ser filósofo implica filosofar, y a filosofar sólo se aprende mediante la práctica y el uso propio de la razón. Quien de verdad quiera aprender a filosofar debe considerar todo sistema de filosofía solamente como historia del uso de la razón y no como objeto para la realización de su talento filosófico. El verdadero filósofo, como auténtico pensador, tiene que hacer un uso libre y personal de la razón, y no caer nunca en la esclavitud del mimetismo. A la vez que el mimetismo, todo auténtico filósofo, debe evitar también un uso dialéctico de la razón. Kant entiende el término dialéctico en un sentido peyorativo. Un uso dialéctico de la razón en el sentido kantiano sería aquel según el cual se consideraría, a la hora de analizar la realidad, la apariencia y no el verdadero ser de la realidad. La utilización dialéctica de la razón es propio de los sofistas e indigno de un auténtico filósofo. No enseñar filosofía, sino enseñar a filosofar. No se puede enseñar filosofía porque no hay tal conjunto acabado de conocimientos. Los problemas filosóficos para Kant Sin conocimiento no se puede ser filósofx, pero con él solo no alcanza tampoco para ser filósofx https://es.wikipedia.org/wiki/Polibio https://es.wikipedia.org/wiki/Euclides UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant 17 La distinción kantiana entre ciencia y sabiduría (léase filosofía) nos pone en camino para la determinación última de qué sea la filosofía para Kant. Éste nos dice que el verdadero valor de la ciencia está en ser órgano de la sabiduría. Ciencia y sabiduría se exigen y completan. Su conjunción nos muestra cuál es la verdadera estructura del saber. La ciencia sin la sabiduría queda manca en cuanto que no proporciona ninguna liberación, pero la sabiduría sin ciencia se reduce a mero esquema de una perfección que nunca podríamos alcanzar. Hay que tener en cuenta que la filosofía es la única ciencia que nos proporciona la satisfacción de la liberación, en cuanto que ella cierra el círculo científico y a través de ella se logra la ordenación de las ciencias y su conexión. Esta idea kantiana de la filosofía como cierre categorial del saber científico nos ofrece una visión conclusiva de lo que Kant entiende por filosofía. Ésta se propone, por una parte, el análisis de las condiciones que hacen posible la experiencia y el conocimiento humano, y, por otro, es quien da sistematicidad a todo saber al lograr la totalización racional (articulación) de los diferentes saberes en las ideas. Ahora podemos comprender las palabras que Kant escribe en el prólogo a la primera edición de la Crítica de la razón pura: Toda cuestión se reduce aquí a saber hasta dónde puedo llegar con la razón, desde el instante en que me fueren sustraídos toda materia de la experiencia y su concurso. La filosofía por lo tanto enseña el uso correcto de la razón. Ésta es la conclusión que podemos sacar del planteamiento kantiano de la misma, cuya génesis vamos a estudiar ahora. ¿Cómo se configura el programa kantiano de filosofía, que tiene como objetivo fundamental establecer los límites de la razón? (Flórez Miguel, 1998, 132-133) 2. De la idea de crítica a la Crítica de la razón pura La Crítica de la razón pura se publica en 1781 en Riga. […] Una segunda edición, con considerables modificaciones apareció en 1787, en la misma ciudad. […] El libro lleva cifrado en el título su contenido. Se trata de un examen crítico de la razón, para establecer si acaso esta, sin apoyarse en otra cosa que no sea ella misma, puede alcanzar un conocimiento que sea digno de ese nombre. […] Kant concibe […] su propia filosofía como algo enteramente nuevo, nunca intentado hasta entonces. Si la metafísica estudiaba las primeras causas y los primeros principios que son el fundamento de todo lo demás, el criticismo estudia los fundamentos de la metafísica misma. La razón pura era, con sus conceptos y sus leyes lógicas, el instrumento para construir la metafísica. Ahora se trata de examinar los fundamentos de la razón pura misma. […] ¿Qué es la filosofía, para Kant? Ni ciencia sin filosofía, ni filosofía sin ciencia UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant 18 [Esto] nos permitirá establecer hasta dónde llega el uso legítimo de la razón pura como facultad cognoscitiva. Por lo tanto, nos permitirá juzgar con fundamento acerca de las pretensiones de la filosofía dogmática en cuestiones de metafísica. Dicho de otro modo, […] nos mostrará cuáles son los caminos que el espíritu humano puede seguir, para intentar resolver los enigmas del sí mismo, del universo y del Creador. (Caími, 2007, XVI, XIX, XXI) Todo conocimiento verdadero lo es dentro de los límites de la experiencia. (Flórez Miguel, 1998, 143) Kant y la Crítica de la razón pura Crítica de la razón pura Prólogo a la Primera edición (1781) La razón humana tiene, en un género de sus conocimientos, el singular destino de verse agobiada por preguntas que no puede eludir […], y que empero tampoco puede responder, pues sobrepasan toda facultad de la razón humana.18 Ella cae sin culpa suya en esta perplejidad. […] El campo de batalla de estas disputas sin fin se llama metafísica.19 Hubo un tiempo en que a ésta se le llamó la reina de todas las ciencias, […] Ahora, el tono de moda de la época lleva a mostrarle un completo desprecio. […]20 […] Es una exigencia planteada a la razón, de que ésta vuelva a emprender la más fatigosa de todas sus tareas, a saber, el conocimiento de sí, y de que instituya un tribunal de justicia que la asegure en sus pretensiones legítimas, y que por el contrario pueda despechar todas las arrogaciones infundadas […] Este tribunal no es otro que la crítica de la razón pura misma.21 No entiendo por esta una crítica de los libros y de los sistemas, sino de la facultad de la razón en general, en lo tocante a todos los conocimientos por los cuales ella pueda esforzarse independientemente de toda experiencia, por lo tanto, la decisión acerca de la posibilidad o imposibilidad de una metafísica en general, y la determinación, tanto de sus fuentes, como del alcance y de los límites de ella […]22 La Crítica de la razón pura como el estudio de los fundamentos de la razón pura. ¿Hasta dónde podemos conocer mediante la razón? ¿Cuál es el límite del conocimiento mediante la razón? La decadencia de la metafísica La CRP como tribunal de la razón Es una crítica de lafacultad de la razón respecto de los conocimientos que ella pueda alcanzar de manera independiente de la experiencia. El problema es: ¿es posible el conocimiento de lo metafísico mediante la razón? ¿Cuáles son los límites de la razón para conocer? UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant 19 Prólogo a la Segunda edición (1787) Si acaso la elaboración de los conocimientos que pertenecen al negocio de la razón ha tomado, o no, el andar seguro de una ciencia, pronto puede verse por el resultado. Si [esa elaboración], después de hacer muchos intentos y preparativos, queda atascada tan pronto como está por llegar a la meta, o si, para alcanzarla a ésta, debe volver atrás muchas veces y tomar otro camino […], entonces se puede estar convencido de que un estudio tal [el de la metafísica] no ha tomado todavía, ni con mucho, el andar seguro de una ciencia […] La metafísica, […] no ha tenido hasta ahora un destino tan favorable [como la matemática y la física] que haya podido tomar la marcha segura de una ciencia; a pesar de ser más antigua que todas las demás […] Por consiguiente, no hay duda de que su proceder ha sido hasta ahora un mero tanteo […] ¿Cuál es el motivo de que aquí todavía no se haya podido encontrar el camino seguro de la ciencia? […] De esta deducción de nuestra facultad de conocer a priori23 se desprende, […] un resultado extraño […] a saber: que con [esa facultad] nunca podemos salir de los límites de la experiencia posible […] Nuestro conocimiento racional a priori […] sólo se dirige a fenómenos, mientras que deja de lado a la cosa en sí misma como [una cosa que es], por cierto, efectivamente real en sí, pero desconocida para nosotros. […] Ahora, después que ha sido denegado a la razón especulativa todo progreso en este terreno de lo suprasensible, nos queda todavía el intento de [ver] si acaso no se encuentran, en el conocimiento práctico de ella, datos para determinar aquel concepto racional trascendente de lo incondicionado, y para llegar de esa manera, cumpliendo el deseo de la metafísica, más allá de los límites de toda experiencia posible con nuestro conocimiento a priori [conocimiento que] sólo [es] posible, empero, en la intención práctica. […] […] Al hacer una rápida inspección de esta obra se creerá percibir que su utilidad es sólo negativa, a saber, [la de] no aventurarnos nunca, con la razón especulativa, más allá de los límites de la experiencia […] Pero ésta se vuelve positiva, tan pronto como se advierte que los principios con los cuales la razón especulativa se aventura a traspasar sus propios límites […] amenazan con extender efectivamente sobre todas las cosas los límites de la sensibilidad […] y [amenazan] así con reducir a nada el uso puro [práctico] de la razón. Por eso, una crítica que limite a la primera [a la razón especulativa o a la sensibilidad] es, por cierto, en esa medida, negativa, pero al suprimir con ello a la vez un obstáculo, que limita el último uso, o que incluso amenaza con aniquilarlo, tiene en verdad una utilidad positiva y muy importante, tan pronto como uno se convence de que hay un uso práctico absolutamente necesario de la razón pura (el [uso] moral), en el cual ella inevitablemente se ensancha por encima de los límites de la sensibilidad […]. Hasta el momento, la metafísica no es considerada una ciencia. ¿Podrá serlo? A priori: independiente de la experiencia Nuestro conocimiento racional sólo es fenoménico. UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant 20 […] En consecuencia, no podemos tener conocimiento de ningún objeto como cosa en sí misma, sino solamente en la medida en que sea objeto de la intuición sensible, es decir, como fenómeno […], de lo cual se sigue la limitación de todo conocimiento especulativo posible de la razón a meros objetos de la experiencia. Sin embargo, se hace […] la salvedad de que esos mismos objetos, si bien no podemos conocerlos también como cosas en sí mismas, al menos debemos poder pensarlos como tales. […] […] Aunque yo no pueda conocer mediante la razón especulativa (y aún menos mediante observación empírica) a mi alma […], y por tanto tampoco [pueda conocer] la libertad […], puedo, sin embargo, pensar la libertad. Introducción a la Segunda edición No hay duda de que todo nuestro conocimiento comienza por la experiencia; pues si no fuese así, ¿qué despertaría a nuestra facultad cognoscitiva, para que se pusiera en ejercicio, si no aconteciera esto por medio de objetos que mueven nuestros sentidos, y en parte producen por sí mismos representaciones, y en parte ponen en movimiento la actividad de nuestro entendimiento para compararlas a éstas, conectarlas o separarlas, y elaborar así la materia bruta de las impresiones sensibles y hacer de ella un conocimiento de objetos, que se llama experiencia? Según el tiempo, pues, ningún conocimiento precede en nosotros a la experiencia, y con ésta comienza todo [conocimiento]. Pero aunque todo nuestro conocimiento comience con la experiencia, no por eso surge todo él de la experiencia Pues bien podría ser que nuestro conocimiento de experiencia fuese, él mismo, un compuesto formado por lo que recibimos mediante impresiones,24 y lo que nuestra propia facultad cognoscitiva […] produce por sí misma […] Por consiguiente, es una cuestión que por lo menos requiere todavía una investigación más precisa, y que no se puede despachar en seguida según la primera apariencia, la [cuestión] de si hay tal conocimiento independiente de la experiencia y aún de todas las impresiones de los sentidos. Tales conocimientos se llaman a priori, y se distinguen de los empíricos, que tienen sus fuentes a posteriori, a saber, en la experiencia. La lógica trascendental. Introducción Nuestro conocimiento surge de dos fuentes fundamentales de la mente, de las cuales la primera es [la de] recibir las representaciones (la receptividad de las impresiones), y la segunda, la facultad de conocer un objeto mediante esas representaciones (la espontaneidad de los conceptos), por la primera, un objeto nos es dado, por la segunda, este es pensado en relación con aquella representación ([considerada] como mera determinación de la mente). Intuición y conceptos constituyen, por tanto, los elementos de todo nuestro conocimiento, de modo que ni los conceptos, sin una intuición que de alguna manera les corresponda, ni tampoco la No podemos conocer lo metafísico, lo en sí, lo nouménico. Si bien no podemos conocer los objetos metafísicos, al menos podemos pensarlos (en el terreno de la filosofía práctica: la ética) Todo nuestro conocimiento racional comienza por la experiencia, pero con ella sola no alcanza Conocimientos a priori y a posteriori Todo nuestro conocimiento racional está constituido por la relación entre “intuiciones” y “conceptos” UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant 21 intuición, sin conceptos, pueden producir un conocimiento. (Kant, 2007, 5, 6, 8, 15, 20, 23- 25, 27-28, 30, 59-60, 122) Los límites establecidos por la Crítica de la razón pura La Crítica de la razón pura (Kritik der reinen Vernunft, en adelante CRP) constituye un texto capital de Immanuel Kant (1724-1804) y uno de los más influyentes en la historia del pensamiento. Como su título lo sugiere, es una “crítica”, en términos del filósofo: un análisis o inspección de la facultad de pensar. […] El imperativo de análisis viene impuesto por las pretensiones del racionalismo dogmático, que confiere a la razón la posibilidad de llegar enteramente por sí misma al conocimiento de la totalidad de lo real. La CRP pone fin a esas pretensiones. Al despertar, por obra del empirismo (especialmente de Hume), del sueño dogmatico en que se hallabasumido –como él mismo habrá de declarar–, Kant consigue ofrecer una fundamentación diversa del modo como conocemos el mundo. […] De un modo similar a las revoluciones políticas que en ese momento se estaban dando en Europa, como la Revolución Francesa, el giro dado por Kant profundiza la centralidad del sujeto: así como es el individuo quien debe imponer su propio orden a la realidad sociopolítica –quitando a Dios, la fatalidad o el destino esa prerrogativa–, es el sujeto quien confiere su propia legalidad al mundo natural. Por eso esta filosofía se denomina “idealismo trascendental”: es la estructura racional del sujeto la que funciona como condición de posibilidad del conocimiento humano; ella imprime al mundo su propia organización, pero no lo crea ni lo inventa: lo constituye, a partir de un material que le tiene que ser dado (de ahí las diferencias con el racionalismo, renuente a considerar esta radical finitud del sujeto racional). Esas condiciones de posibilidad se hallan en nuestra sensibilidad espaciotemporal, las que tornan inaccesible al objeto tal como es “en sí mismo” (nóumeno). (Rossi, 2012, 179) ¿Cómo es posible el conocimiento universal y necesario? Del idealismo (realista) racionalista y empirista al idealismo (idealista) trascendental A juicio de Kant, […] ni el racionalismo ni el empirismo logra explicar cómo es posible el conocimiento universal y necesario. El racionalismo no consigue hacerlo porque la apelación a Dios como garante del conocimiento no resiste la crítica empirista: toda idea válida debe poder remitirse a la experiencia; pero, a su vez, tampoco el empirismo, bajo esta misma premisa, consigue explicar que pueda haber juicios que excedan el carácter de lo particular y contingente. […] Los límites de ambos sistemas de pensamiento, más allá de sus notables conquistas –el sujeto como fundamento de conocimiento, en Descartes; la experiencia como requisito del conocer, en Locke y Hume–, imponen a la filosofía un doble desafío. El problema de Kant […] supone preguntarse ¿cómo es posible el conocimiento universal y necesario? Para responder a estos interrogantes, es necesario cambiar el punto de vista desde el cual ha sido pensado el conocimiento hasta el momento. De acuerdo con Kant, el punto de vista de racionalistas (Descartes, Leibniz) y empiristas (Locke, Hume, Berkeley), pese a sus diferencias, sigue siendo realista. El propio Kant nos da la clave de lo que entiende por realismo, al que define como aquel sistema de pensamiento que considera el espacio y el tiempo “como algo dado en sí, independientemente de nuestra sensibilidad” y que, por El sujeto como “constructor” del conocimiento Idealismo trascendental: la estructura racional del sujeto es la condición de posibilidad del conocimiento objetivo https://es.wikipedia.org/wiki/David_Hume https://es.wikipedia.org/wiki/John_Locke https://es.wikipedia.org/wiki/Gottfried_Leibniz https://es.wikipedia.org/wiki/George_Berkeley UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant 22 consiguiente, “se representa los fenómenos exteriores como cosas en sí mismas, existentes con independencia de nosotros y de nuestra sensibilidad”, de modo tal que se encuentran “fuera de nosotros”. Si bien es el sujeto quien tiene la iniciativa (es el fundamento del conocimiento), el objeto es determinante a la hora de conocer, en la medida en que debe ser reflejado tal cual es. Ya sea sensible o intelectual, el conocimiento es siempre, para todo realista, de cosas en sí. Kant considera que desde este punto de vista hay cuestiones que no se pueden explicar, como que tengamos conocimientos a priori, independientes de la experiencia. […] De ahí el sentido de la analogía con la revolución copernicana: así como Copérnico no consigue explicarse ciertos fenómenos celestes a partir de la consideración de que la tierra esta fija en el centro del universo (paradigma aristotélico), tampoco es posible explicarse la existencia de cierta especie de conocimientos bajo el supuesto de un sujeto determinado enteramente por los objetos. Es preciso, por tanto, frente a una anomalía, cambiar el paradigma. Y esto es lo que hace Kant: producir en la filosofía una revolución semejante a la que realiza Copérnico en el ámbito de la física. Lo esencial de esa revolución es que el conocimiento deja de concebirse como reflejo de los objetos tal como son en sí mismos, el sujeto deja de ser pasivo; en adelante, el conocimiento implica constituir (no crear) la realidad. A esto se denomina idealismo trascendental: lejos de reflejar la naturaleza de los entes, son los entes los que reflejan la estructura cognitiva de la mente. Ella es la que confiere, a través de las formas puras a priori (intuiciones y conceptos), universalidad y necesidad a las formulaciones científicas. De este modo es posible para Kant responder a los interrogantes antes planteados, es decir, justificar filosóficamente por qué pueden formularse juicios universales y necesarios. (Rossi, 2012, 180-181) La constitución de los objetos y el problema de la verdad como representación La sensibilidad es la capacidad de tener representaciones a partir de ser afectado pasivamente por objetos. Esto es lo que hace que nuestra mente sea finita: no puede crear representaciones por sí misma […] sino que necesita ser afectada por objetos exteriores a ella. Ese primer contacto inmediato se da gracias a la sensibilidad, de la cual se pueden aislar dos formas puras a priori: el espacio y el tiempo. Para el realista, los objetos existen independientemente de nosotros. Están “ahí afuera”, disponibles para conocerlos. Y son ellos quienes me imponen sus características. La revolución copernicana de Kant El conocimiento ya no es (pasivo) reflejar los objetos, sino (activo) construir el ámbito de la objetividad ¿Cómo “obtenemos fenómenos”? ¿Cómo “construimos” los objetos empíricos? Mientras la sensación nos da el “contenido” de nuestra representación empírica, la intuición organiza ese “contenido” UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant 23 Si la sensación suministra el contenido de la representación empírica, las intuiciones de espacio y tiempo le dan una primera organización a ese material. En tanto formas de la intuición, no provienen de la experiencia, sino que la preceden. Esta precedencia es necesaria, ya que permite ubicar los objetos en una relación de exterioridad unos con otros (gracias al espacio) y en una relación de sucesión (gracias al tiempo). Solo así obtenemos fenómenos. Aquí es importante remarcar que el espacio y el tiempo no pertenecen a la realidad en sí de los objetos (como pensaba Newton del espacio) sino que son inherentes al sujeto: son las primeras condiciones bajo las cuales el sujeto acomoda y organiza el material que le es dado pasivamente. Esto implica que no conocemos el mundo tal como es en sí mismo sino tal como aparece para nosotros. En esta ruptura con toda posibilidad de conocimiento del mundo en sí consiste la gran revolución operada por Kant: ya no nos será posible, a partir de su giro copernicano, pretender un acceso a las cosas que no conlleve la marca de nuestro modo de ser, de nuestra subjetividad (lo que no implica, para Kant, abandonar la objetividad, […]). [Ahora] con la sensibilidad sola no alcanza: “Las intuiciones sin concepto son ciegas”. Ella sólo provee el material y lo ubica en el espacio tiempo, pero ese material fenoménico, pese a ser indispensable para el conocimiento (por eso no puedo conocer objetos suprasensibles, como Dios o el alma), es disperso e inconexo. Necesita una forma. Para conferir unidad a ese material es necesaria la intervención del entendimiento. A diferencia de la sensibilidad, que es pasiva, el entendimiento es
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