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1 Unidad 4. La filosofía en español. Epílogo La filosofía en español, una filosofía práctica (ética, estética y política) Apunte de Cátedra El objetivo de este texto es presentar los aspectos más relevantes de la filosofía hispánica o hispanoamericana. Podemos, en un principio, separar los intereses de España y la América hispana. Pero hay algo que no podemos separar: la lengua. España y la América hispana hablan la misma lengua, y en la lengua se hereda también un modo de pensar y un modo de ser. En principio, cabe decir que la filosofía en nuestra lengua, más allá del idioma, intentará responder, de acuerdo a sus propios intereses, a un problema que los une. Desde mediados del siglo XIX hasta mediados del XX aproximadamente, la filosofía de España se propone repensar ¿qué es el ser/sentirse españolx? Y se lo preguntan también, y fundamentalmente, porque España ha perdido a sus colonias. Es el momento de repensarse. Entonces, ¿qué es el pensamiento español sin sus colonias? Y de nuestro lado, en el mismo período, nos urge pensar lo mismo, pero desde el otro ángulo, ¿qué es ser americanx? Y ¿qué es ser americanx sin España? A España y a la América de habla española les urge repensarse de manera casi idéntica: ¿Qué somos?, ¿quiénes somos?, y ¿cómo vivir ahora después de más de 300 años de ser conquistadorxs/conquistadxs? A ambos nos mancomuna esa reflexión. ¿Qué significa ser/estar en el mundo siendo españolxs que dejaron de ser potencia imperial y perdieron sus colonias? Y ¿Qué significa ser/estar en el mundo siendo americanxs independientes? El problema es, como vemos, ético y político. Y la filosofía hispanoamericana no sólo se producirá en español, sino que, frente al nuevo poder que empieza a consolidarse –surgido en parte de la Reforma protestante-, España y la América hispana parecen decidir no seguir la vía de reflexión que comienza a dominar en Europa, la gnoseológica y epistemológica, sino que se vuelcan a reflexionar sobre su propia vida en un mundo que ha cambiado radicalmente y del cual se sienten ajenos. Es por eso que, en parte, la producción filosófica hispanoamericana tomará otros carriles. No se adecuará al género literario del trabajo científico sino que recorrerá las vías de la poesía, la novela, el cuento y el ensayo (filosófico). En estos géneros, la reflexión sobre la vida parece estar en un plano más vivificante, en un plano más concreto que en el texto científico. Esta “decisión” es uno de los motivos por los cuales aún muchxs se preguntan si existe realmente una filosofía hispanoamericana, y si la hay, ¿qué tipo de filosofía es? Reflexionar sobre la existencia o no de una filosofía en nuestra lengua parece ocioso y trivial, puesto que pensamos en nuestra lengua y reflexionamos filosóficamente con ella. Sin embargo, https://peripoietikes.hypotheses.org/377 UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: Lo que la noción de verdad nos dejó 2 menos trivial es, quizás, problematizar a qué tipo de filosofía nos volcamos mayoritariamente los hispanoparlantes. Estos problemas que comienzan a plantearse una vez independizadxs políticamente del Reino español tienen aún cierta vigencia, sobre todo porque la situación de la filosofía hispánica respecto de la filosofía británica y estadounidense, y de la alemana y francesa, ha quedado en una zona marginal, o al menos, en una zona de penumbra. Estimo entonces que para que este tema se comprenda en su justa medida hay que tener en cuenta algunos aspectos relevantes. Esos aspectos son: 1) el tema del idioma, la lengua con la cual producimos filosofía; 2) la situación política que motiva nuestra reflexión filosófica y que abre la problemática ética de nuestra filosofía, en detrimento de la problemática metafísica, gnoseológica y epistemológica; y 3) la forma en que nuestro pensamiento se ha exteriorizado, es decir, el género discursivo en el cual, en mayor medida, nuestro pensamiento se ha encauzado. Juzgo que un estudio sobre estos aspectos nos permitirá señalar algunos de los motivos que incidieron en la indiferencia general respecto de la producción filosófica en nuestra lengua, e incluso en la desestimación general de nuestro pensamiento como pensamiento filosófico. Estas consideraciones están presentes en toda la producción en español, tanto en España como en Hispanoamérica. Situación que motivará que el estudio que hagamos sobre la filosofía en nuestra lengua y sobre su lugar en el mundo, o al menos en el mundo occidental, deba hacerse tanto para la filosofía del viejo continente como para la del nuevo. 1. La filosofía y la lengua española El hispanista francés Alain Guy recuerda que Víctor Delbos, un coterráneo suyo historiador de la filosofía, ya a fines del siglo XIX un día le dijo a sus estudiantes: “Para conocer la totalidad de la filosofía, es necesario poseer todas las lenguas, salvo, sin embargo, el español.” Seguramente lo que motivara tal afirmación se vinculaba a que, por ese entonces, el francés se convirtió en la lengua nacional de mayor difusión en todos los dominios de la cultura, heredando la universalidad del latín. Lo cual coadyudó a que la filosofía de habla española, quedara desde entonces, lingüísticamente enclaustrada por mucho tiempo (Ardao, 1963, 44). Pero lo señalado por Guy no debe ser considerado como una novedad para los hispanoparlantes. Al respecto, y a propósito de una entrevista que hace unos pocos años le hicieran al filósofo argentino León Rozitchner, donde se problematizaba la existencia o no de una filosofía argentina, éste traía a la memoria que, en la década del 50 el pensamiento que definía la filosofía de nuestro país era el alemán. Incluso sostuvo en esa misma nota que creía que eso continuaba ocurriendo en la Facultad de Filosofía y Letras (Scolnik, 2005, 17). Su creencia no estaba errada. Entonces no son demasiado extrañas para nosotrxs estas afirmaciones que desacreditan la filosofía en nuestra lengua. Y menos extrañas son si, por ejemplo, consideramos que uno de los grandes ideólogos argentinos, Juan Bautista Alberdi, en su Fragmento preliminar al estudio del Derecho (1837), declarara la necesidad de independizarnos de la lengua española y mostraba su simpatía por el pensamiento y la lengua francesa: Si la lengua no es otra cosa que una faz del pensamiento, la nuestra pide una armonía íntima con nuestro pensamiento americano, más simpático mil veces con el movimiento rápido y directo del pensamiento francés, que no con los eternos contoneos del pensamiento español. (Alberdi, 1955, 80) Los prejuicios sobre la filosofía en nuestra lengua https://es.wikipedia.org/wiki/Alain_Guy https://en.wikipedia.org/wiki/Victor_Delbos https://es.wikipedia.org/wiki/Arturo_Ardao https://es.wikipedia.org/wiki/Le%C3%B3n_Rozitchner https://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Bautista_Alberdi UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: Lo que la noción de verdad nos dejó 3 Ahora bien, que todas estas afirmaciones no nos resulten extrañas no implica por ello que debamos naturalizarlas y aceptarlas como verdaderas. Por lo mismo, no implica que no exista una filosofía en nuestra lengua, o que no se pueda producir filosofía en nuestra lengua. De hecho, Heidegger cuenta que un día se encontró en un coloquio al filósofo español Ortega y Gasset, quien estaba muy deprimido, y comenzaron a pensar la relación entre el pensamiento y la lengua materna, y allí He¡degger se dio cuenta cuán intensa e inmediatamente pensaba Ortega desde su lengua, lo que lo llevó a concluir que también en español se podía pensar intensamente (Rozitchner, 2005, 18). Avancemos entonces en este estudio y veamos algunas cuestiones: 1) la distinción entre español y castellano, y los argumentos que nos hacen decidir por la denominación “lengua española”, y 2) las primeras manifestaciones filosóficas en lengua española, y larelación entre lengua y pensamiento, o entre lengua y filosofía. Esto nos permitirá reflexionar luego sobre nosotros mismos en situación. 1.1. La opción por el calificativo de “lengua española” En este apartado quiero rescatar la existencia del debate filológico, filosófico y político -quizás ya bastante clausurado en estos tiempos- sobre si debe calificarse a la lengua escrita y hablada en España e Hispanoamérica como “español” o “castellano”. El debate entre los calificativos de “española” o “castellana” a la lengua de lxs habitantes de España y lo que fueron sus colonias, si bien puede considerarse clausurado, no por ello ha quedado exento de diversas consideraciones por lxs historiadorxs, lingüistas y filósofxs que se han dedicado a la cuestión. Muchos son los estudios que señalan que en sus inicios –y más allá de ellos también– a esta lengua debe calificársela como “castellana”.1 Sin embargo, no todos acuerdan en ello.2 Los datos que tenemos al respecto son bastante ambiguos, y las discrepancias son también notorias. Sin embargo, varios estudios coinciden en que ya en entre los siglos XV y XVI, comienza a usarse el término “español”3 por “castellano”. El motivo parece ser que el uso de “español” tenía un significado más rico en tanto refería a todo un reino, y no sólo a una región (Alonso, 1938, 15-16). Estos motivos, según Alonso, se encuentran en el anónimo de Lovaina de 1555: El humanista español Arias Montano (1527-1598) en carta al duque de Alba, fechada en Amberes el 18 de mayo de 1570, al referirse a la fortuna de nuestra lengua por aquellas tierras la llama con perspectiva internacional, lengua española. La primera justificación razonada del nuevo nombre es la Útil y breve instrucción para aprender los principios y fundamentos de la lengua Hespañola (Lovaina 1555). “Esta lengua de la cual damos aquí preceptos, se llama Española; llámese así, no porque en toda España se habla una sola lengua que sea universal, porque hay otras muchas lenguas, sino porque la mayor parte de España la habla.” (Alonso, 1938, 47) El cambio de adjetivación de “castellana” por “española” parece obedecer, según Alonso, a la constitución de España como estado-reino en 1492.4 Desde que en el siglo XVI se va afianzando la denominación “lengua española” por “lengua castellana”, un sinnúmero de estudios se dedicarán a la discusión sobre el nombre de la lengua. En este debate5 se encuentran desde posiciones más casticistas –que dan preferencia a la denominación de “castellano”- hasta las Mientras “castellano” refiere a la región de Castilla, “español” refiere a todo un reino. ¿Castellano o Español? https://es.wikipedia.org/wiki/Martin_Heidegger https://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Ortega_y_Gasset https://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Ortega_y_Gasset https://www.ubaxxicampusvirtual.uba.ar/mod/page/view.php?id=67524 https://www.ubaxxicampusvirtual.uba.ar/mod/page/view.php?id=67525 https://www.ubaxxicampusvirtual.uba.ar/mod/page/view.php?id=67526 https://cvc.cervantes.es/obref/fortuna/expo/lengua/lengu0113.htm https://es.wikipedia.org/wiki/Benito_Arias_Montano http://www.abc.es/historia/abci-desde-cuando-existe-espana-y-nacion-espanola-201610122317_noticia.html https://www.ubaxxicampusvirtual.uba.ar/mod/page/view.php?id=67527 https://www.ubaxxicampusvirtual.uba.ar/mod/page/view.php?id=67528 UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: Lo que la noción de verdad nos dejó 4 más integristas –que prefieren la denominación “española” porque aúna a todxs lxs habitantes del reino, y no sólo a los del Reino de Castilla. Otro problema respecto de la denominación de nuestra lengua lo constituyó la escritura. Si nos centramos en el caso de la lengua escrita, debemos remontarnos a los inicios de la separación -en la España medieval- de la lengua escrita vulgar de la culta. Varios estudios señalan a las Glosas Emilianenses (977 d.C.) como la primera producción literaria escrita en castellano, escrita en una lengua romance y ya no en latín, que era la lengua culta. Sin embargo, no es del todo claro si la lengua utilizada en este conjunto de apuntes o anotaciones hechas por un estudiante para comprender unos textos en latín, es o no el castellano.6 Y cuando hablamos de “castellano” aquí referimos a la lengua hablada y escrita en Castilla.7 Si bien éste es un antecedente remoto sobre la denominación de nuestra lengua escrita, a partir de mediados del siglo XVI el calificativo de “española” predominará sobre el de “castellano” también respecto de la escritura. Por ello Menéndez Pidal señala que puede hablarse con toda corrección de una producción escrita o literaria española: El término castellano puede tener un valor preciso para designar la lengua del Poema del Cid, cuando la unidad nacional no se había consolidado. […] Pero desde fines del siglo XV la lengua que comprendió en sí los productos literarios de España no puede sino llamarse lengua española. (Menéndez Pidal, 1918, 3) Las discusiones filológicas y políticas en torno a este debate son abundantes, pero no quiero dejar de señalar una concepción político-filosófica que me parece más que sugerente, y que en alguna medida se distancia de las anteriores, puesto que no es casticista y es mucho más que integrista, es antes bien pluralista mas no europeísta. En un gran número de artículos y ensayos a lo largo de toda su vida de escritor, Miguel de Unamuno pone en juego su concepción de la lengua, y particularmente de la lengua española, y la connotación política que tiene una definición sobre esta problemática. Uno de los primeros ensayos donde, desde un punto de vista histórico-político-cultural, comienza a perfilar su concepción filosófica sobre España, pero de soslayo también sobre la lengua española, es a partir de los artículos aparecidos originalmente en La España Moderna entre febrero y junio de 1895, y reunidos luego bajo el nombre de En torno al casticismo (1902).8 Pero el problema del casticismo también es abordado en un artículo posterior -ya ahora desde una perspectiva filosófica, filológica y política- bajo el título de “Contra el purismo” (1903), donde señala la necesidad de levantarse contra el purismo casticista9 porque es un instrumento reaccionario, escolástico y de estancamiento espiritual. Señalando al mismo tiempo que el problema fundamental del casticismo es su concepción estática del lenguaje.10 Ante ello Unamuno propone la tesis del antipurismo: “[…] hay que hacer la lengua hispánica internacional con el castellano; y si éste se nos muestra reacio, sobre él o contra él.” (VIII, 2007, 493). De aquí que Unamuno designara “[…] al sobrecastellano, lengua española o hispano-americana […]” (VIII, 2007, 401), la lengua de todos los hablantes de las tierras hispanoparlantes. Porque: El futuro lenguaje hispánico no puede ni debe ser una mera expansión del castizo castellano, sino una integración de hablas diferenciadas sobre su base, respetando su índole, o sin respetarla, si hace al caso. (Unamuno, VIII, 2007, 494) Con esto fija su posición no sólo respecto de la denominación de la lengua escrita y hablada por los españoles e hispanoamericanos, sino además, el contenido de dicha lengua. Unamuno entiende que, a diferencia del castellano, la lengua española es la lengua enriquecida por la Contra el purismo casticista del “castellano” El español como lengua de integración. Una lengua de la diversidad. https://es.wikipedia.org/wiki/Reino_de_Castilla https://es.wikipedia.org/wiki/Glosas_Emilianenses https://www.ubaxxicampusvirtual.uba.ar/mod/page/view.php?id=67529 https://www.ubaxxicampusvirtual.uba.ar/mod/page/view.php?id=67530 https://es.wikipedia.org/wiki/Ram%C3%B3n_Men%C3%A9ndez_Pidal https://es.wikipedia.org/wiki/Cantar_de_mio_Cid https://es.wikipedia.org/wiki/Cantar_de_mio_Cid https://es.wikipedia.org/wiki/Miguel_de_Unamuno https://es.wikipedia.org/wiki/Miguel_de_Unamunohttps://es.wikipedia.org/wiki/La_Espa%C3%B1a_Moderna https://www.ubaxxicampusvirtual.uba.ar/mod/page/view.php?id=67531 https://www.ubaxxicampusvirtual.uba.ar/mod/page/view.php?id=67532 https://www.ubaxxicampusvirtual.uba.ar/mod/page/view.php?id=67533 UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: Lo que la noción de verdad nos dejó 5 mezcla del castellano con una multiplicidad de lenguas no castellanas: la lengua de los vascos, de los catalanes, gallegos, e incluso, según él, de la multiplicidad de variaciones que se ven en las lenguas hispanoamericanas. Con ello, el español es una lengua común a cuya formación contribuyeron una multiplicidad de lenguas que, deformando al castellano, lo enriquecieron. Y así, frente al férreo casticismo, en la convención constituyente del 31 Unamuno propone al “español” como lengua oficial11. […] en lengua española, en la única lengua nacional, no sólo de España, sino de una veintena de naciones desparramadas por el mundo todo, en la lengua hispano- americana, lengua mundial. (Unamuno, 1908) En “lengua española” quiere decir: […] en la lengua hispánica hoy patrimonio de una veintena de naciones y a cuya vida contribuyen todas sin monopolio de ninguna de ellas. […] Es la lengua que sin perder su carácter propio y su personalidad sino más bien afirmándola más y más al desenvolverse, se ensanchaba a medida de los vastos dominios territoriales que abarca. (Unamuno, 1911) En conclusión, la lengua española representa para Unamuno, frente al purismo casticista del castellano, la lengua de lo diverso. Aquella lengua compuesta y “deformada” - y por lo mismo enriquecida- por todos los hablantes del español: los vascos, los catalanes, los gallegos, y también los hispanoamericanos. Una fusión que mantiene vivos y en tensión permanente los elementos de cada lengua involucrada. 1.2. La filosofía en nuestra lengua: lengua y filosofía En este segundo apartado quiero considerar dos cuestiones: por un lado, I) las primeras manifestaciones filosóficas en nuestra lengua, y por otro, II) señalar una particular teoría lingüística que alcanzó una importante e influyente posición desde fines del siglo XIX hasta mediados del siglo XX tanto en Europa como en América, teoría que abrió las puertas a pensar nuestra particular forma de estar en el mundo. I. Más allá que la escritura en lengua española se haya consolidado frente al latín como lengua oficial de España en los años posteriores a la unificación de Castilla y León, y a la anexión y recuperación de otros territorios, en filosofía el abandono del latín no corre parejo en los tiempos. La producción de filosofía española por ese entonces, y por varios siglos más, sigue siendo el latín. España, junto a Italia, serán los últimos países europeos en incorporar su lengua vulgar a la producción de su filosofía. La cuestión que abordaremos aquí no es tanto desde cuándo puede señalarse la existencia de una filosofía española, sino antes bien, desde cuándo tenemos filosofía en lengua española. Porque si bien podríamos responder a la primera cuestión señalando, por ejemplo, a Séneca como “el primer filósofo español”, o que la “filosofía española” comienza más propiamente a partir de la constitución política de España como nación en 1492, y en cuyo caso quienes representan por ese entonces la filosofía española son Francisco de Vitoria, Francisco Suárez, Luis de Molina, Juan Luis Vives y Francisco Sánchez, entre otros. El segundo problema, en cambio, tiene que ser respondido desde tiempos mucho más cercanos a los actuales. En uno de los pocos estudios dedicados al problema de la filosofía en lengua española, y a propósito de los inicios de la escritura filosófica en lenguas romances, Ardao señala que quien primero escribe filosofía en lengua vulgar es Bacon -en inglés-, a inicios del siglo XVII. A él le El español como lengua mundial El español es una lengua enriquecida por sus constantes deformaciones https://es.wikipedia.org/wiki/Cortes_republicanas https://es.wikipedia.org/wiki/S%C3%A9neca https://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_de_Vitoria https://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_Su%C3%A1rez https://es.wikipedia.org/wiki/Luis_de_Molina https://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Luis_Vives https://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_S%C3%A1nchez_el_Esc%C3%A9ptico https://es.wikipedia.org/wiki/Francis_Bacon UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: Lo que la noción de verdad nos dejó 6 siguen Descartes -en francés-, hacia fines de la tercera década del mismo siglo, Wolff -en alemán- a inicios del siglo XVIII, y luego, recién hacia el primer cuarto de ese siglo, primero Vico -en italiano- y después Feijóo -en español-. En este orden, la producción filosófica abandona la lengua culta -el latín- para formularse en lengua romance (1963, 43), en las lenguas nacionales. De esta manera, un siglo más tarde que Bacon diera inicio a la elaboración filosófica en inglés, y que Descartes fundara formalmente con el Discurso del Método (1637)12 la filosofía de lengua francesa, en 1726 Feijóo da origen a la filosofía en lengua española: […] en la lengua hispánica hoy patrimonio de una veintena de naciones y a cuya vida contribuyen todas sin monopolio de ninguna de ellas. […] Es la lengua que sin perder su carácter propio y su personalidad sino más bien afirmándola más y más al desenvolverse, se ensanchaba a medida de los vastos dominios territoriales que abarca. (Unamuno, 1911) Según Ardao, Feijóo libró una inmensa batalla por una reforma intelectual y espiritual de la España de su tiempo, sumida en la decadencia de los últimos Austrias. Su trabajo abarcó los más diversos temas, y se dirigía tanto a destruir errores y supersticiones como a imponer nuevas concepciones y doctrinas que derivaban directamente de la filosofía y la ciencia modernas.13 Por cuanto la filosofía española, tanto en los claustros españoles como en los hispanoamericanos estaba sujeta aún, y más que en ningún otro país de Europa, al escolasticismo medieval, el papel singular de Feijóo en esa renovación del pensamiento hispánico fue la adopción de la lengua nacional como medio de expresión, haciendo además una política expresa de dicho idioma. (1963, 41-42). Amén de las razones esgrimidas por Feijóo para iniciar la producción filosófica en español, es necesario señalar que, en Hispanoamérica, pese a que la obra del benedictino fuera durante el siglo XVIII una de las más leídas tanto aquí como en España, el tránsito hacia la enseñanza de la filosofía en español fue más lento. Testimonio de este fenómeno lo encontramos, por ejemplo, en nuestro país, donde hasta el siglo XIX aún se dictaban las clases en latín. Sería recién después de la Revolución de Mayo y de la Independencia el momento en que un joven profesor se atreviera a dar el gran paso: Fue el ideologista Juan Crisóstomo Lafinur, en 1819, el primer profesor que en Buenos Aires sustituyó el latín por el español en la enseñanza de la filosofía. (Ardao, 1963, 45) Con lo dicho, tenemos entonces que la producción filosófica en nuestra lengua recién se inicia en el primer cuarto del siglo XVIII, y que la enseñanza de la filosofía en nuestro idioma se da por primera vez en América, y en nuestro país particularmente, a inicios del siglo XIX, una vez firmada la Declaración de la Independencia. II. El segundo punto a tratar aquí, y una vez constatado el inicio de la producción filosófica en nuestra lengua, consistirá en abordar la relación entre lengua y pensamiento, o lengua y filosofía, para ver si de esta relación se desprende alguna particularidad. Para ello tomamos como punto de partida una teoría que tuvo un importante éxito entre fines del XIX e inicios del XX. Esta tesis será conocida en los años 50 como la tesis del “relativismo lingüístico”, pero entre fines del XIX e inicios del XX se acuñóbajo el nombre de “concepción de las lenguas nacionales” o Pensar en nuestra lengua se constituye en una cuestión política Feijóo: el inicio de la filosofía en lengua española La influencia de la teoría de las “lenguas nacionales” https://es.wikipedia.org/wiki/Ren%C3%A9_Descartes https://es.wikipedia.org/wiki/Christian_Wolff https://es.wikipedia.org/wiki/Giambattista_Vico https://es.wikipedia.org/wiki/Benito_Jer%C3%B3nimo_Feijoo https://www.ubaxxicampusvirtual.uba.ar/mod/page/view.php?id=67534 https://es.wikipedia.org/wiki/Casa_de_Austria https://www.ubaxxicampusvirtual.uba.ar/mod/page/view.php?id=67535 UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: Lo que la noción de verdad nos dejó 7 “filosofías nacionales”, puesto que esta teoría ejerció una importante influencia en el desarrollo del nacionalismo político-lingüístico. Durante el siglo XIX y hasta los primeros años del XX el problema general que se presenta a gran parte de los países europeos y americanos a partir de la caída de la Monarquías Absolutas (Ancien Régime), es el de repensarse ya no bajo un gran Imperio sino como pueblo separado o independiente de su antigua situación imperial. En nuestro caso particular, bajo el dominio de la Corona Española este orden colonial perduró en gran medida hasta la Guerra de la Independencia Española (1812), que permitió, como ya había pasado en Francia, la apertura a la Monarquía Constitucional (el Nuevo Régimen). Para nuestra América, el fin de esta situación de dependencia, de este estado colonial, ocurriría sin embargo en 1898 cuando España pierda sus últimas colonias, Puerto Rico y Cuba. Este hecho posibilitó que, en gran medida, España se independice de sí misma. Independizarse de sus colonias implicaba al mismo tiempo quedar independizada, porque mientras que en la América de habla española ya desde la primera década del siglo XIX nos habíamos tomado la tarea de comenzar a pensarnos a nosotros mismos como independientes, España no logró hacerlo hasta fines de ese mismo siglo. Es ante este evento que una generación de poetas y filósofxs españoles, conocida como la Generación del ´98, sintieron la necesidad de tomar esta tarea de repensar su situación ante el mundo. Ocurre algo así como un renacimiento vital en España. Entonces, surgió en España pero también paralelamente en la América de habla española un mismo problema, repensarse a sí mismos como libres/liberados. Es importante señalar ahora que por ese entonces comienza a ejercer una sugerente influencia, tanto de un lado del Atlántico como del otro, y también en otros países europeos, una teoría lingüística proveniente del romanticismo alemán14 que señalaba la íntima relación entre la lengua y la patria, o la lengua y la raza, entendiendo que cada lengua contenía una particular visión del mundo compartida por una nación o un pueblo, y esa visión estaba reflejada en la formación y uso de sus categorías gramaticales y léxicas. En este sentido, cada lengua implicaba una categorización del mundo exterior, al recortar la realidad de una forma particular. Esta concepción lingüística será, para algunos, la base para nuestro propio ethos,15 la base para repensar nuestro modo de ser-en-el-mundo, nuestra forma de estar en el mundo. 2. De la situación política a la necesidad de pensar nuestro ethos En este parágrafo partimos de la crisis que representa para la hispanidad el proceso independentista, pero que le permite y obliga a repensarse para poder comprender su nuevo lugar en el mundo. Esto nos llevará a plantear la necesidad de buscar o “reconstruir” nuestro propio ethos, nuestra nueva actitud y acción en el mundo. La pérdida de las colonias para España representó un punto de inflexión en su sentir nacional, pero al mismo tiempo, un renacimiento. Del otro lado, para los países hispanoamericanos su Independencia representaba un nuevo comienzo, una nueva vida. La situación geopolítica había cambiado completamente, sin embargo, era El problema de repensarse Cada lengua contiene una visión particular del mundo Repensarse ante la nueva situación La Independencia como renacimiento https://es.wikipedia.org/wiki/Antiguo_R%C3%A9gimen https://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_de_la_Independencia_Espa%C3%B1ola https://es.wikipedia.org/wiki/Estado_liberal https://es.wikipedia.org/wiki/Generaci%C3%B3n_del_98 https://www.ubaxxicampusvirtual.uba.ar/mod/page/view.php?id=67536 https://www.ubaxxicampusvirtual.uba.ar/mod/page/view.php?id=67537 UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: Lo que la noción de verdad nos dejó 8 necesario reflexionar cómo ello había afectado a unos y a otros. Era necesario repensarse en esta nueva situación. A propósito de esta situación, el filósofo mexicano nacido en España Eduardo Nicol, en un texto publicado en 1961,16 señala la existencia de un problema de la filosofía hispánica. ¿Qué es lo que se presenta como problema para la filosofía hispanoamericana o hispánica? Nicol, para dar cuenta de ello, traza un breve recorrido por la historia de la filosofía mostrando que hay distintas formas, estilos o tipos de filosofía y de hacer filosofía. Y señala que dentro de esos tipos hay unos que se consideran como “centrales” (la gran historia) y otros “marginales” (la pequeña historia), distinción que radica en lo prolongada o no de una tradición filosófica. A partir de esta caracterización indica que, mientras en las “centrales” coexisten todos los estilos y formas de hacer filosofía, en las “marginales”, en cambio, la caracterización de una filosofía debe hacerse en virtud de los estilos que en ella predominan local y temporalmente. Lo cierto, afirma, es que en determinadas situaciones lo que predomina son los estilos marginales, estilos que identifica con la sofística, la ideología, los sistemas inventados y las ideas sueltas. Marginales, por supuesto, respecto de una filosofía que se considera central y principal en ese entonces –la especulativa y la científica. Entonces, cuando la predominancia es muy acentuada, la filosofía se definiría por un rasgo peculiar que consiste en “no ser como los demás”. Lo típico de esta filosofía se caracterizaría por su situación de marginalidad, por su falta de universalidad (1998, 43). Frente a la pretendida universalidad de la filosofía central, la filosofía marginal queda representada por su “provincianismo”. Podríamos decir, por ser una filosofía situada. Una reflexión desde sí misma, desde su tiempo y su espacio. En resumen, el problema de la filosofía hispánica pareciera radicar en su ensimismamiento. Parecería como que no pudiéramos hacer filosofía en nuestro mundo hispanoamericano sin antes debatir la cuestión del carácter y el estilo de lo que vamos a hacer, y la manera en que esto esté vinculado con nuestro modo de ser y el de nuestra comunidad (1998, 21). Y es esto lo que para Nicol constituye un problema: el de la distinción. El problema en nuestra filosofía, el problema que existe entre los filósofos hispánicos es algo así como esta conciencia de “no ser como los demás”, o como señalaba Leopoldo Zea en un texto de 1969, este sentimiento de “ser distintos” (2003, 10). Y al respecto decía: A ningún griego se le ocurrió preguntarse por la existencia de una filosofía griega, así como a ningún latino o medieval, ya fuese francés, inglés o alemán, se le ocurrió preguntarse por la existencia de su filosofía; simplemente pensaban, creaban, ordenaban, separaban, situaban, definían, esto es, pura y simplemente filosofaban. Esa extraña filosofía que a sus propios creadores y herederos en Latinoamérica llena de complejos. […] ¿Qué clase de hombres somos que no somos capaces de crear un sistema, que no somos capaces de originar un filósofo que se asemeje a uno de tantos que han sido y son claves de la historia de la filosofía? ¿Qué clase de hombres somos? (Zea, 2003, 11) Esta serála pregunta central. Esta pregunta está en el centro de la escena y del problema de la filosofía hispanoamericana. Por tal motivo, señala Nicol, la filosofía hispánica o hispanoamericana tiene planteado un problema que concierne al ethos (1998, 25). El problema de la filosofía hispánica Filosofías centrales y marginales Filosofía situada El problema de la filosofía hispánica: el no ser como los demás El problema de la distinción como un problema del ethos https://es.wikipedia.org/wiki/Eduardo_Nicol https://es.wikipedia.org/wiki/Eduardo_Nicol https://www.ubaxxicampusvirtual.uba.ar/mod/page/view.php?id=67538 https://es.wikipedia.org/wiki/Leopoldo_Zea_Aguilar UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: Lo que la noción de verdad nos dejó 9 En este sentido señala que cuando lxs americanxs se encontraron libres de las ataduras del poder imperial, tuvieron que ponerse a pensar en qué eran ellxs. Y lo mismo le ocurrió a lxs españolxs. El problema que urgía responder era ¿qué es ser españolx habiendo perdido las colonias? Y ¿qué es ser americanxs liberadxs de la Corona española? Así, consumada la independencia americana por un lado, y habiendo España perdido sus colonias por otro, americanxs y españolxs, unxs antes y otrxs más tarde, tuvieron la misión de formarse la idea y realidad de su carácter propio (ethos), autóctono y distintivo. Unxs y otrxs se pusieron a pensar el problema de su ser. Si el problema de nuestra filosofía es un problema ético, un problema que concierne al ethos, la pregunta que cabe hacer es ¿en qué consistiría ese carácter propio, ese rasgo típico, ese modo de ser, de nuestra filosofía? Para responder esta pregunta, Nicol repasa la historia del pensamiento hispanoamericano y del español desde las independencias, y pone de relieve que, por ejemplo, en la América de habla española, cuando se pretendió marcar la diferencia con España, se lo hizo tratando de reivindicar el vínculo con lo indígena, a partir de una diferenciación de razas: americanos- europeos. Esto condujo a que de un lado y del otro se volcaran a pensarse regionalmente. Así, surge en España un movimiento europeísta y un pensamiento europeizante. Y en América el indigenismo y el panamericanismo. Sin embargo, señala Nicol, en este último caso, por ser concepciones forzadas y extemporáneas, no daban cuenta de un vínculo real con “lo propio”, con lo indígena. Y en el caso de España, el europeísmo también fue una corriente muy forzada y resistida. Era necesario entonces dar con otro u otros aspectos que permitieran dar cuenta del modo de ser hispanoamericano. Quizás ya no a partir de las diferencias, sino a partir de lo que los unía. 2.1. En búsqueda de un ethos hispánico o hispanoamericano Cuando hablamos de ethos no pretendo, como parece hacerlo Nicol, pensar en algo intrínseco, en una esencia. No hablamos aquí de un ethos en un sentido fuerte, sino antes bien, como ya señalara Foucault en ¿Qué es la Ilustración? (1984), algo así como una actitud, una manera de pensar, sentir, actuar y conducirse respecto a la actualidad, que a la vez indica una pertenencia y se presenta como una tarea (1996, 94). Entonces, ¿qué aspectos del pensamiento hispanoamericano podrían caracterizar esta actitud hacia el mundo? En una buena porción de los estudios hispanoamericanos sobre esta cuestión hay tres aspectos que resaltan, dos de ellos pueden ser considerados ético-políticos, el otro, estético-político. Vamos a dedicarnos a los dos primeros en este apartado, y al último en el siguiente. Lo primero que hay que advertir aquí es que para indicar estos aspectos vamos a tener que recurrir a las afirmaciones y argumentos que se esgrimen tanto en torno a la filosofía española, como a la filosofía latinoamericana, y también los que abordan ambas. Es decir, de manera separada y de manera conjunta a la vez, puesto que algunos estudios se dedican a la cuestión sobre la filosofía de España, otros sobre la filosofía de Latinoamérica, y otros a la filosofía que llamamos Hispánica o Hispanoamericana. Uno de los dos aspectos ético-políticos que parecen caracterizar nuestra actitud hacia el mundo, nuestro ethos, podemos llamarlo, siguiendo a Nicol, hispanidad. Tomo el concepto de “hispanidad” o “hispánico” de Nicol, porque su amplitud permite involucrar un conjunto de caracteres que pueden incluirse allí. Nicol, al definir este término, lo primero que hace es distinguir lo hispánico de lo español, señalando que el término no es El ethos: una actitud Lo hispánico https://es.wikipedia.org/wiki/Indigenismo https://es.wikipedia.org/wiki/Panamericanismo https://es.wikipedia.org/wiki/Michel_Foucault UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: Lo que la noción de verdad nos dejó 10 un eufemismo para que lo español que sea más aceptable para los hispanoamericanos. Lo hispánico no es lo español. Lo español y España es sólo una parte de la hispanidad, y lo mismo respecto de Hispanoamérica; ella también es sólo una parte de la hispanidad. La hispanidad es ese elemento común a ambos. Una comunidad de espíritu y de sangre. Lo que hay, dice Nicol, es interdependencia. Lo que encontramos aquí es la unidad de una diversidad, una pluralidad. La interdependencia se produce porque la Independencia de América creó, justamente, la dependencia de España, al producirse la distinción política de una y otra (Nicol, 1998, 96-109). Dice muy bien Nicol que esta interdependencia, esta comunidad, es de espíritu y de sangre. Y digo que dice muy bien porque lo hispánico, la hispanidad, se caracteriza por el mestizaje. Uso el término “mestizaje” aquí en un sentido muy amplio. La hispanidad se caracteriza por la mezcla de sangres, de culturas, de religiones y de lenguas, haciendo de todas estas, no por ello sin conflicto, una única, la hispánica. Si bien en algunos países de nuestro continente el mestizaje fue mayor que en otros, es posible afirmar, como señala el hispanista inglés Hugh Thomas, que el mestizaje en la América de habla española es un hecho casi único. La presencia de indígenas en la sociedad urbana por una parte, y la de españoles en la sociedad rural por otra, fue un hecho distintivo en nuestra América respecto de otras colonizaciones, incluso respecto del caso de Norteamérica. Y ni siquiera los impedimentos que establecía la ley española pudieron evitarlo. Esta interdependencia se da en el período de la Independencia, porque, según Nicol, en tanto la Independencia fue una victoria política obtenida con las armas ideológicas del derrotado, tal vez por esto no se destruyeron los valores tradicionales en los que se fundaba la vida durante la colonia. Es decir, la independencia no elaboró una nueva idea de hombre, una teoría de su puesto en el mundo y en el mundo americano, y un sistema de relaciones vitales con la tierra y los demás hombres (1998, 57). Esto hace que la Independencia no llegara a ser una Revolución. Porque incluso, el espíritu de “modernidad” que venía a suplantar al escolasticismo no llegó a producir efectos vitales en la sociedad, no llegó a producir fuertes transformaciones. Sólo una minoría había sido afectada/movilizada por estas nuevas ideas. En América, fue recién con la influencia del positivismo cuando pueden avizorarse estos cambios. Aunque la ruptura con España pondrá a lxs americanxs nuevamente a repensarse. Dicho esto, quiero hacer hincapié en una de las formas de mestizaje que se dio entre americanos y españoles. El propio Nicol, ante la pregunta por el problema de la filosofía hispánica señalaba que el problema no consistía en lo “hispánico”, porque lo que determinaba la hispanidad de nuestra filosofía no era algo problemático porque ésta se establecía por la lengua. La lengua es entonces ese suelo común a nuestro pensamiento. La lengua española o hispánica o hispanoamericana, o como queramos llamarla, es la queconstituye la hispanidad de nuestra filosofía. Entonces, la base común para repensar nuestra situación en el mundo es la lengua. Al respecto, Unamuno, partiendo de la concepción del lenguaje de Humboldt, va a señalar que la lengua es el lugar clave desde donde repensarnos. Sin embargo advierte que no es desde la unidad e identidad de la lengua castellana, sino por el contrario, desde la diversidad de la lengua española o hispanoamericana. De aquí que muchos de los estudios españoles y los de la América de habla española hayan recaído bajo esta teoría lingüística conduciendo a responder a estos problemas comunes bajo el enfoque de la lengua. Así, lo que nos une a los La hispanidad: elemento común a España y a la América de habla española Lo común: la interdependencia Mestizaje. Ganar la Independenci a con las armas del derrotado El mestizaje https://es.wikipedia.org/wiki/Hugh_Thomas UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: Lo que la noción de verdad nos dejó 11 españoles e hispanoamericanos, lo que nos hace comunidad, es el espíritu, nuestra lengua común. Al respecto, Unamuno señalaba: La raza es aquí algo espiritual y el espíritu es, ante todo y sobre todo palabra. La línea, la raza que une y aúna en la historia a las generaciones, la que hace la continuidad y la comunidad de ellas es el lenguaje en su sentido más íntimo. […] La raza espiritual, histórica, humanamente nos la da el habla, el lenguaje. Es lo que nos une, lo que nos hace comunidad, lo que nos da comunión en el espacio y en el tiempo17. (Unamuno, 1932) Recordemos aquí lo que unas líneas antes ya habíamos visto sobre esta cuestión. Unamuno afirmaba la necesidad de pronunciarse a favor de la lengua española en virtud de su diversidad frente al castellano como lengua pura, la lengua de la casta, del casticismo. La lengua española es la lengua de la mezcla, la lengua de la mezcla del castellano con el vasco, con el catalán, con el valenciano, con el gallego y con el hispanoamericano. Para reforzar esta idea, Unamuno, en un artículo de 1911, “Lengua y patria”, recuerda la publicación de la Historia de la República Argentina (1852) de Vicente F. López. En este trabajo, López, para mostrar nuestro rechazo, primero a los ingleses en 1906 y 1907, y luego a los franceses napoleónicos que habían invadido España y que, en consecuencia, podrían haber gobernado todos los territorios coloniales españoles, señala que nuestro ímpetu revolucionario, tanto en un momento como en otro, estaba vinculado al deseo de no perder nuestra lengua, mostrando de esta forma a la lengua como núcleo y raíz del patriotismo (1911, 3-75). Con esto, españolxs y americanxs de habla hispana estaban hermanadxs por el idioma, y a partir de él y con él comenzarían a pensar su nueva situación en el mundo. Entonces, el problema de qué es ser y sentirse español, y qué es ser y sentirse hispanoamericano será abordado desde una comunión lingüística pero desde una división socio-política. El propio Unamuno señala este problema como uno de los objetivos que perseguía en En torno al casticismo: buscar el lugar donde pudiéramos dar con el ser español. Es decir, ¿qué es ser español? ¿qué hacía de los españoles lo que son? Y así, porque no sólo pensamos con una lengua sino que también sentimos con ella, el problema era ahora develar qué es ser y sentirse españolx luego de haber perdido las colonias, y ser americanx sin España, luego de liberadxs del yugo español. Vamos ahora al otro aspecto ético-político que permite caracterizar la actitud del que, de ahora en más llamaremos, hispanismo filosófico. Muchos son los estudios que coinciden en este aspecto. El filósofo peruano Miró Quesada señala que, mientras en la cultura occidental la filosofía se anticipa a la acción, puesto que la fundamenta, la justifica, en Latinoamérica primero es la acción y luego la justificación de esta acción (Zea, 34), porque, como ya señalara Alberdi, la filosofía funciona como ideología, da razones, no del ser o los entes, como algunas expresiones de la filosofía occidental, sino del orden político y social latinoamericano (Zea, 31). Pero el caso es que esto no sólo es para nuestra región. Los españoles piensan de la misma manera su filosofía. El filósofo español Manuel García Morente, en una conferencia dictada en Buenos Aires en 1934, reconocía que si bien sólo en la Edad Media las contribuciones españolas a la filosofía habían sido relevantes, sería recién a mediados del siglo XIX que comenzaría a resurgir el pensamiento español (1996, 5). Las razones de este surgimiento estriban, para García Morente, en cuestiones históricas y de carácter. Las históricas las atribuye a la labor que La lengua como base para pensarse libres y arrojados El problema del ser, el problema de lo que somos https://es.wikipedia.org/wiki/Vicente_Fidel_L%C3%B3pez https://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_Mir%C3%B3_Quesada_Cantuarias https://es.wikipedia.org/wiki/Manuel_Garc%C3%ADa_Morente UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: Lo que la noción de verdad nos dejó 12 “abandonó” España en Europa y América, pero las razones de carácter (ethos) pueden resumirse en estas palabras: Para decirlo brevemente, el alma española no es apta para el tipo de filosofía que hasta ahora ha venido haciéndose en Europa, y no es apta para ese tipo de filosofía porque el alma española adora otros ídolos que no la pura inteligencia. El alma española pone por encima de la contemplación teórica especulativa intelectual la acción; pone por encima de la teoría la vida; pone por encima de la especulación la moral, la ética, la nobleza de carácter. El español, en la tabla de valores que constituyen la esencia de su alma, ha puesto en los primeros lugares, no al sabio recluido en su laboratorio, no al matemático inclinado sobre la hoja de papel y haciendo sus figuras geométricas, no al filósofo meditando sobre la contextura del mundo y de las cosas, sino que ha puesto al hombre que lleva a cabo su propia vida con la pureza y la belleza de una parábola descripta por un proyectil. El español ha preferido siempre vivir a pensar, o mejor dicho, el español ha puesto al pensamiento al servicio de la vida, lejos de poner la vida al servicio del pensamiento. Este tipo de vida, completamente reducida a la especulación mental, es algo que el español no puede concebir. (García Morente, 1996, 6-7) Para el alma española la vida es más que el pensamiento, y los siglos XVII, XVIII y XIX en que se desarrolló el idealismo y la filosofía propiamente moderna, implicaron la reducción de la vida al pensamiento. Recién entre mediados y fines del siglo XIX entonces, a partir de la decadencia de la filosofía idealista y del auge y posterior caída del positivismo, es decir, desde la denominada crisis de la razón, y al mismo tiempo por la pérdida de sus colonias, España comienza a preocuparse por sí misma (se ensimisma) y deja de ocuparse del resto de Europa, a la vez que es desocupada de América. Así, España comienza a cuestionarse por su ser nacional. Y entonces, al reflexionar sobre sí misma, ha tenido que advertir el pensamiento español que la índole propia, el modo de ser propio del español es anteponer la acción y la vida a la meditación. Entonces ha podido empezar a surgir una filosofía española, tan pronto como se ha preguntado el pensamiento reflexivo español: ¿en qué relaciones se halla la vida y el pensamiento? (García Morente, 1996, 8) Esta imagen de poner la vida al servicio del pensamiento ha alcanzado a producir en el imaginario colectivo la idea de la filosofía y la ciencia como una actividad intelectual desapasionada, puramente reflexiva, metódica y objetiva. Es la imagen del filósofo o del científico en suTorre de marfil. Figuras estereotipadas, idealizadas, que ridiculizan o divinizan a los filósofos y científicos. Esta imagen se puede rastrear fundamentalmente en Aristóteles a partir del concepto de “contemplación” y de la búsqueda del conocimiento por el conocimiento mismo, o en la Modernidad con el ideal de búsqueda de una verdad objetiva, imparcial y universal. Contra esta imagen, podemos afirmar que es difícil imaginar alguna actividad humana donde esté ausente el deseo y la pasión, ya que es nuestra condición de seres carnales, pasionales y deseantes lo que nos constituye también como sujetos de conocimiento. Sin embargo la filosofía moderna y la ciencia que engendró parecían tener reservado el puesto incontaminado de la búsqueda de una verdad alejada de la incertidumbre e inseguridad propia de todo quehacer humano. A diferencia de esta visión, la filosofía española –y también la latinoamericana- se arraiga en la vida, en la acción, en la prâxis18. La filosofía como acción Actuar para vivir, y no, vivir para pensar https://www.ubaxxicampusvirtual.uba.ar/mod/page/view.php?id=67539 UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: Lo que la noción de verdad nos dejó 13 Con esto, como señala Nicol, la filosofía hispánica no fue un recurso, sino una acción, autónoma y auténtica. 3. Política estética19 Habíamos señalado al inicio del apartado anterior que, de los tres aspectos que conformaban la actitud, el ethos, el modo de ser/estar/sentir el mundo de los hispanoamericanos, uno de ellos era de orden estético-político. Hegel decía que América era el porvenir, y que ésta debía apartarse del suelo en que, hasta ese momento, se había desarrollado la historia universal. Quizás fue siguiendo estas huellas que la filosofía latinoamericana haya tenido como objetivo principal la originalidad (Zea, 26). La imitación debía desaparecer. Y si no se podía dejar de imitar, al menos había que inventar un poco, asimilar. Es decir, hacer propio lo que parecía extraño (Zea, 26). En el mismo sentido, Nicol señala que, si bien en América se adoptaron doctrinas ajenas, estas representaban un caudal de experiencia política. Por eso no se repetían y aplicaban como fórmulas mágicas, sino que se asimilaban y se transformaban. Dicha transformación iba de la mano no sólo de la originalidad personal de cada pensador sino también de la situación vital en que se encontraban todos (1998, 52). La filosofía para los americanos independizados se tornaba una cuestión vital. Y esta no podría reproducir las formas ajenas, sino que tenía que crear, o recrear las suyas propias. La cuestión no era un mero problema estilístico, sino que estaba relacionada con los problemas propios. Y cuando culmina el régimen español en América, al nacer la hispanidad, como señala Nicol, la realidad espiritual de la hispanidad es un nuevo estilo de comunidad que se determina por unos hechos y unas posibilidades. Por ello, con el término “filosofía original” debe entenderse aquella que trata de dar respuestas a los problemas que una determinada realidad, y en un determinado tiempo, ha originado. Una filosofía cuyas soluciones no hayan sido consideradas nunca como la única y posible solución. (Zea, 27). Como ya recomendara Aristóteles en la Ética, es propio del hombre instruido buscar la exactitud en cada materia en la medida en que lo admite la naturaleza del tema (1094b 25). A propósito de ello, recordemos que Nicol señalaba que la caracterización de una filosofía debía hacerse en virtud de los estilos que en ella predominaban local y temporalmente (1998, 43). Con ello, la filosofía latinoamericana, y la española también, es decir, la filosofía hispánica, si quería poder responder a sus particulares problemas debería buscar el medio más adecuado a tal efecto. Ahora, que en términos generales la filosofía sea entendida sobre todo como una formulación sistemática a través de los tratados es debido al afán de presentarse como ciencia, aunque ni siempre haya sido así ni parezca que tenga que seguir siéndolo. Como señala Galán, especialmente a partir de la Ilustración el modelo hegemónico de las ciencias arrastró a la apreciación de un determinado tipo de pensamiento gestado en los entornos académicos y tendientes a huir de lo literario para envolverse con el rígido manto de “lo serio”. Lo serio se confunde entonces con lo sistemático. (2007, 95). De esta manera, frente a la filosofía sistemática, metafísica, epistemológica o especulativa, propia de la tradición filosófica moderna, la filosofía hispánica, que se enfrentaba ahora a otros problemas, debía buscar otros recursos El objetivo: ser originales, no imitar Originalidad: dar respuestas a los problemas propios desde una perspectiva situada La necesidad de buscar los medios más adecuados para responder a nuestros problemas A partir de la Ilustración el modelo de las ciencias arrastró a la filosofía https://es.wikipedia.org/wiki/Georg_Wilhelm_Friedrich_Hegel https://es.wikipedia.org/wiki/Arist%C3%B3teles UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: Lo que la noción de verdad nos dejó 14 expresivos. La cuestión es, como señala Nicol, que la filosofía es distinta de la ciencia, porque el sentido particularmente humano de la existencia que tenemos los hispanos permite advertir que la filosofía modela los espíritus, y que hay que lograr que éste sea propio, auténtico, distinto. Entonces, la filosofía que medita sobre el propio ser y el propio lugar no es un género científico de pensamiento. No lo es constitutivamente, es decir, no lo es por definición. La comunidad lingüística entre españolxs e hispanoamericanxs, la adopción de la teoría de las cosmovisiones, y sumado a ello, la acción como principio vital, abrió el camino para que españolxs e hispanoamericanxs se sintieran también mancomunados por un mismo problema -¿qué es ser/estar/sentirse…?-, un problema que los distinguía del resto de Europa también, aunque sería pensado desde dos condiciones opuestas -librerados y expulsados-, pero en una misma lengua y en general, en un mismo género, o al menos en géneros más cercanos a la literatura que a la ciencia. En virtud de ello, Unamuno señala que, como la filosofía española es del orden del estar más que del decir y pensar, se resuelve como a-filosofía (1915, 603-608), es decir, por fuera de la filosofía misma. O mejor, por fuera del género en el cual habitualmente, al menos desde la modernidad, suele exteriorizarse la reflexión filosófica. Es por ello que señala que la filosofía española no sólo se encuentra fundamentalmente en el arte pictórico, sino que cada vez está más convencido que ella: […] está líquida y difusa en nuestra literatura, en nuestra vida, en nuestra acción, en nuestra mística, sobre todo, y no en sistemas filosóficos. Es concreta. ¿Y es que acaso no hay en Goethe, verbigracia, tanta o más filosofía que en Hegel? Las coplas de Jorge Manrique, el Romancero, el Quijote, La vida es sueño, la Subida al Monte Carmelo, implican una intuición del mundo y un concepto de la vida Weltanschauung und Lebensansicht.20 Filosofía esta nuestra que era difícil de formularse en esa segunda mitad del siglo XIX, época afilosófica, positivista, tecnicista, de pura historia y de ciencias naturales, época en el fondo materialista y pesimista. Nuestra lengua misma, como toda lengua culta, lleva implícita una filosofía. Una lengua, en efecto, es una filosofía potencial. (1950, IV, 704) En el mismo sentido, Galán sostiene que la filosofía española se desarrolla tradicionalmente a través de su literatura, y más claramente todavía cuando se mira desde la experiencia del siglo XX y el comienzo del siglo XXI. En la literatura española se muestra una línea que se entronca más directamente con los orígenes de la filosofía occidental, orígenes representados por los poemas filosóficos de Parménideso Empédocles, por los diálogos escritos por Platón y su hábil uso de la metáfora y la alegoría, y que se continúa en la historia del pensamiento europeo en numerosos autores fundamentales en la historia de la filosofía que escriben por medio de diversos géneros literarios. (Galán, 2007, 95) Esta particularidad de la filosofía española la nota con cierto desprecio el filósofo español González Caminero al indicar que, “[…] en pocas épocas, seguramente en ninguna, han existido como hoy -refiriéndose a su propia época, el siglo XX- tantos Janos bifrontes que miran con una cara a la filosofía y con otra a la literatura.” (1988, 46). El problema que ve González Caminero en la filosofía del siglo XX, y sobre todo en la española, es producto de la miopía con la que la concibe. ¿Es que la filosofía sólo puede exteriorizarse mediante el tratado o, en la actualidad, mediante los llamados papers? ¿O será, como ya señalara Aristóteles, que el asunto, el tema, debe plantearse por los medios más adecuados, y no en uno en particular? La filosofía hispánica, más cercana al arte que a la ciencia La filosofía hispánica se desarrolla y se encuentra en formas de expresión no filosóficas https://es.wikipedia.org/wiki/Johann_Wolfgang_von_Goethe https://es.wikipedia.org/wiki/Jorge_Manrique https://es.wikipedia.org/wiki/Jorge_Manrique http://www.wikillerato.org/El_Romancero.html https://es.wikipedia.org/wiki/Don_Quijote_de_la_Mancha https://es.wikipedia.org/wiki/La_vida_es_sue%C3%B1o http://www.portalcarmelitano.org/santos-carmelitas/juan-de-la-cruz/92-juan-de-la-cruz-obras-completas/1037-subida-al-monte-carmelo-pdf.html http://www.portalcarmelitano.org/santos-carmelitas/juan-de-la-cruz/92-juan-de-la-cruz-obras-completas/1037-subida-al-monte-carmelo-pdf.html https://www.ubaxxicampusvirtual.uba.ar/mod/page/view.php?id=67540 https://es.wikipedia.org/wiki/Parm%C3%A9nides_de_Elea https://es.wikipedia.org/wiki/Emp%C3%A9docles https://es.wikipedia.org/wiki/Plat%C3%B3n https://es.wikipedia.org/wiki/Jano UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: Lo que la noción de verdad nos dejó 15 En un artículo de 1904, “Ganivet, filósofo”, Unamuno sostenía que hacer filosofía no consiste en comentar y exponer filosofías ajenas ni en ser un erudito en ellas. Quienes hacen esto son más bien aficionados a la filosofía, o profesionales de ella -en el sentido despectivo que le cabe al término “profesional”, es la acepción de “especialista” que con tanto rechazo generaba en Unamuno y en Weber, por ejemplo-. No hace filosofía aquél que sólo haya advertido eruditamente todos los sentidos en que un pensador utiliza un concepto a lo largo de su obra. No hace filosofía aquél que haya descubierto las contradicciones internas de una teoría filosófica, porque quien hace eso es, a juicio de Unamuno, sólo “[…] un animal raciocinante que procura formarse un concepto del universo y de la vida y reducirlos a sistema lógico; es más, en especial, un ocioso que investiga eso que se llama el problema del conocimiento.” (1958, V, 306). La cuestión de qué se entiende por “filosofía” en el seno de la filosofía hispánica entre mediados del siglo XIX y mediados del XX se entronca con el propio asunto a tratar, el problema del ser del hombre y de su vida en situación de liberados y arrojados. En ese sentido, la filosofía es un problema vital. Y la filosofía en su forma científica parece no poder ser la herramienta más adecuada para responder a estos problemas. “La filosofía es algo más que ciencia rigurosa, algo más que lógica capaz de deslindar, con precisión, lo que se supone que es de lo que no es; la filosofía es, también, ideología, como ha sido y es ética.” (Zea, 2003, 46-47). Y por eso: “Nuestra filosofía, si así puede llamarse, rebasa los casilleros lógicos; hay que buscarla encarnada en sucesos de ficción y en imágenes de bulto. En La vida es sueño o en el Quijote.” (Unamuno, 1958, V, 306). Como podemos observar, la filosofía hispánica -española y de la América de habla española- buscará un otros cauces por los que expresarse porque los de la filosofía científica le son insuficientes para responder al problema vital. La pregunta, ¿qué somos?, ¿qué tenemos que ser?, ¿cuál es nuestra posición en el mundo? marca un síntoma de crisis. Pero, como señala Nicol, la crisis es general, no afecta sólo a los hombres de los países latinoamericanos. Y estos ya se encuentran en condiciones, como los europeos, de plantear el tema en términos universales, porque su filosofía no viene sólo de libros sino de una real experiencia histórica (1998, 62). Ahora bien, esta angustiosa situación vital ha encontrado expresión tanto en la literatura como en la filosofía. Y en virtud de ello Nicol señala la relevancia que tuvo, tanto aquí como en España, la filosofía existencialista (1998, 71). Tanto aquí como allí, se da una meditación del nuevo nacimiento. Y en América, la reflexión sobre este nuevo nacimiento es la reflexión sobre la mutación del ethos. Por ello, el problema es esencialmente ético (Nicol, 1998, 77) La mutación del ethos latinoamericano se da por la equiparación del nivel de vida del hombre americano con el europeo, lo cual produce la desaparición de las peculiaridades típicas (con todas las ventajas y desventajas). El tema es que estas ideas, esta reflexión sobre sí mismos, ha sido inspirada por algunxs filósofxs españoles. Y por otro lado, parece que el pensamiento ensimismado, en la comunidad hispánica (España y la América de habla española), está encaminado a examinar y debatir exclusivamente sus problemas locales formulando sus ideas en el género llamado ensayo, (Nicol, 1998, 79), que no es un género científico, sino antes bien literario, o como lo llaman tanto Zea como Nicol, un género más cercano a la “ideología” que a la ciencia. El “profesional” de la filosofía no hace filosofía La filosofía hispánica está encarnada en los sucesos de ficción, en la literatura, en el arte, etc. La filosofía no es un problema teórico, es un problema vital. Inquiere por el sentido de nuestra vida El ensimismamiento como tópico común de la filosofía hispánica con el existencialismo https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%81ngel_Ganivet https://es.wikipedia.org/wiki/Max_Weber https://es.wikipedia.org/wiki/Existencialismo https://es.wikipedia.org/wiki/Existencialismo UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: Lo que la noción de verdad nos dejó 16 Ahora bien, como señalara Galán, ya en el siglo XX no se puede decir que la narración o las formas literarias sean un modo menos serio y adecuado de transmitir el pensamiento que el modo conceptual y ordenado según el modelo científico. (Galán, 2007, 95). Considerar a la novela, al cuento, al ensayo géneros menos filosóficos que el paper o el tratado es un error producto de una concepción estrecha de la filosofía que ha intentado evaluar la filosofía producida en esos géneros bajo la visión de la filosofía académica, la visión de la filosofía “sistema” –como si sólo pudiera producirse filosofía en las academias y para publicar en revistas científicas-. En definitiva, esta distinción de géneros impuesta por la filosofía apunta únicamente a la conveniencia de no confundirlos, cuando en realidad ambos géneros son legítimos. Tenemos entonces que el otro aspecto del ethos de la filosofía hispánica es el de haberse expresado por vías distintas de las cuales suele recurrir la reflexión filosófica. Dados otros problemas, habrán entonces otros medios, otros géneros para expresarse. Entonces tenemos que, el cuento, la poesía, la novela, y el ensayo fueron los moldes en los que lxs filósofxs hispánicxs han volcado en mayor medida sus reflexiones sobre nuestro mundo. Ello en detrimento del modelo científico de filosofía. Entre estos géneros el ensayo fue el más visitado. La naturaleza epistémica del ensayo parecía ser uno de los motivos desu predilección. Este género híbrido, captó, en esos tiempos, la mayor producción y difusión de las ideas filosóficas de la hispanidad. El ensayo, un género mixto entre la pura filosofía y la pura literatura, parece haber resultado más cómodo a la naturaleza, también híbrida, mixta, de lo hispánico. Como su nombre lo indica, el ensayo es un “intento”, una prueba, una operación de tanteo. Y en tanto tal se dirige no a un público especializado, sino a la “generalidad de los cultos”. Y acá podemos distinguir también el ensayo sin más y el ensayo filosófico. Mientras que para el ensayista nato, el ensayo constituye una forma de pensar, para el filósofo, en cambio, es una forma ocasional de exponer las ideas ya pensadas pero con distinto artificio. De esta manera, el ensayo puede ser usado como artificio para expresar ideas filosóficas a quienes no son filósofxs, como para eludir los rigores del método filosófico (Nicol, 1998, 212-213). El ensayo tiene la particularidad de llegar a más lectores. Quizás por esta razón en la filosofía hispánica, es la fuente en la que en mayor medida se expresaron las ideas en los tiempos inmediatamente previos de la Independencia y en los posteriores también. Las distintas revoluciones latinoamericanas que nos librarían de las ataduras políticas de España fueron, como señala Arciniegas, producto de la agitación intelectual, de los ensayos escritos como anticipadores de la emancipación. En Latinoamérica el ensayo no sólo es anterior a la novela y a la biografía, sino que cumple una función más decisiva que éstas. Desde el momento de los procesos independentistas, el ensayo estuvo abocado a configurar la identidad latinoamericana y a encontrar los modelos más adecuados para afrontar los conflictos y las antinomias en que se dividía y polarizaba la sociedad. Incluso la propia independencia, señala Arciniegas, “no viene sino a acentuar su calidad de mundo de contradicciones y problemas.” (1979, 11). Pero el ensayo no sólo cumplió una función pre-independentista, sino que en escritos ensayísticos post-independentistas se elaboraron los fundamentos constitucionales de nuestros países, y La filosofía hispánica y los géneros en los que se expresa La elección del género: una cuestión de actitud El ensayo como género de preferencia Como la hispanidad, el ensayo es un género mixto El ensayo, antes y después de la Independencia El ensayo, una forma de resistencia al colonialismo https://es.wikipedia.org/wiki/Germ%C3%A1n_Arciniegas UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: Lo que la noción de verdad nos dejó 17 expresaron allí la necesidad de originalidad para dar curso a la singularidad propia de lo latinoamericano. La predilección del ensayo en nuestra América se vincula, según Arciniegas, con la propia naturaleza de América. América es el ensayo de un nuevo mundo (1979, 5), y es producto de un ensayo que sacude la inteligencia occidental. Si bien entre nosotros se han escrito ensayos desde el siglo XVI, el ensayo latinoamericano emerge de forma decisiva como una forma de resistencia al colonialismo21. Así, la misión primordial del ensayo era conceptualizar la “diferencia” y definirse en oposición, primero a España, pero luego también a la influencia inglesa, francesa y estadounidense. Por ello, el ensayo responde a configurar y definir la identidad latinoamericana y la de sus respectivas naciones. De esta manera, el ensayo ha optado, en general, por una actitud militante, esa “poderosa carga estética y ética compulsiva de acción”, como señala Morales (1993) sobre el ensayo en Martí. Pero si bien en nuestra América el ensayo fue el género más frecuentado, ello no obsta a que en España haya sucedido lo mismo, y por motivos no tan diversos a los nuestros. España también se “sentía diferente”, diferente porque ya no era “pura”, diferente por la influencia de nuestra América, y en ese sentido, diferente también al resto de Europa. Por eso el ensayo sirvió allí como aquí, para configurar su identidad en tiempos postcoloniales en América pero europeizantes y de germanofilia en Europa. El ensayo sirvió a los españoles también como un recurso contra-hegemónico. En ensayo expresan sus ideas, desde mediados del siglo XIX a mediados del XX, abogadxs, políticxs, educadorxs, filósofxs, médicxs, literatxs, historiadorxs, de uno y otro lado del Atlántico. Lo hacen así Mariano Moreno, Sarmiento, Alberdi, Bello, Vasconcelos, Zea, Lugones, Ingenieros, Miró Quesada, Mariátegui, Vaz Ferreyra, Ortega y Gasset, Unamuno, Zubiri, Zambrano, Borges, Martí, Lezama Lima, Sarduy, Carpentier, etc. En un estudio reciente (2013),22 la filósofa y politóloga belga Chantal Mouffe, señala que las prácticas culturales y artísticas –y aquí podríamos incluir a la ensayística- pueden desempeñar un rol crítico donde podrían lanzarse luchas contra-hegemónicas. Así, frente a la cultura dominante actual, que es la que construye el “sentido común” -y que en filosofía ese “sentido común” de la práctica filosófica lo encontramos en los “trabajos académicos”, los llamados papers-, las prácticas más cercanas al arte que a la ciencia no sólo son capaces de desafiar la hegemonía actual sino también la visión pospolítica según la cual no hay ninguna alternativa al orden actual. El problema, como vemos, es desde el inicio, político. Y para pensar un orden político alternativo los filósofos hispánicos tuvieron que repensar sus propias prácticas discursivas, ya que, como señala Unamuno en “Estética política”, como la política es arte, es el sentido estético el que hay que aplicarle (1958, IX, 877). A modo de conclusión (para continuar ensayando) En resumen, lo dicho hasta aquí nos permite afirmar que ante el problema político de la Independencia surge un problema ético, la necesidad de repensarse aquí y allá, de recrearse ante este nuevo nacimiento, ante este renacimiento. Repensar cuáles eran las notas características, cuáles eran los aspectos de la manera de pensar, sentir y actuar hispánicas. Lxs filósofxs hispánicos de mediados del XIX hasta mediados del XX tuvieron la tarea de hacer, de construir su propia -y nueva- vida. Tuvieron que repensar su actitud ante el mundo. Y tuvieron que reconstruir su propia casa -el término ethos El ensayo, un género para pensar alternativas El ethos hispánico, una actitud contracultural, antihegemónica, o contra-hegemónica https://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Mart%C3%AD https://es.wikipedia.org/wiki/Mariano_Moreno https://es.wikipedia.org/wiki/Domingo_Faustino_Sarmiento https://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Vasconcelos https://es.wikipedia.org/wiki/Leopoldo_Lugones https://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Ingenieros https://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Carlos_Mari%C3%A1tegui https://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Vaz_Ferreira https://es.wikipedia.org/wiki/Xavier_Zubiri https://es.wikipedia.org/wiki/Mar%C3%ADa_Zambrano https://es.wikipedia.org/wiki/Jorge_Luis_Borges https://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Mart%C3%AD https://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Lezama_Lima https://es.wikipedia.org/wiki/Severo_Sarduy https://es.wikipedia.org/wiki/Alejo_Carpentier https://www.ubaxxicampusvirtual.uba.ar/mod/page/view.php?id=67541 https://es.wikipedia.org/wiki/Chantal_Mouffe UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: Lo que la noción de verdad nos dejó 18 también significa morada-. Y para ello necesitaron volcar sus ideas en moldes distintos a los ya difundidos y hegemónicos. La elección del ensayo como medio de difusión de las ideas en la filosofía hispánica fue una decisión de orden político, una forma de distinguirse y a la vez oponerse, aquí y allá, a “lo que se debía imitar”. En este sentido quizás pueda entenderse el ethos hispánico como una actitud contracultural, contrahegemónica. Ahora, y para finalizar, habíamos señalado al inicio de este trabajo que estimaba que esteestudio nos iba a permitir reflexionar sobre la indiferencia general respecto de la producción filosófica en nuestra lengua, e incluso en la desestimación general de nuestro pensamiento como pensamiento filosófico. Veamos ahora algunos antecedentes, previos a la Independencia, pero contemporáneos a la colonia, para ver si rastreando la historia del pensamiento y de los modelos discursivos de habla española podemos encontrar algunos de los motivos que incidieron, desde ese momento, y luego también, en la consideración generalmente negativa de nuestra filosofía. Al respecto quiero señalar aquí dos posibles razones. Uno de los posibles motivos por los cuales la filosofía en lengua española haya quedado relegada de la Historia de la filosofía, se debe, en gran medida, al descrédito de los conceptos de “tradición” y “autoridad”23 y a la “germanización de la historia”.24 Es decir, al discurso filosófico –hegemónico– de la modernidad que nos fuera transmitido desdeñando la raigambre religiosa (católica) de lo español. Fue este discurso de la tradición racionalista entonces el que, como una autoridad, mediante el envío de un mensaje significativo del pasado, constituyó nuestro horizonte de sentido de la filosofía en lengua española. La subvaloración de la filosofía en nuestra lengua tuvo como fuente de motivación la posición de poder que ganó el racionalismo ilustrado a partir del siglo XVII y los efectos producidos a partir de la transmisión de un discurso de lo que, desde esa corriente, consideraban como filosófico. Es la conformación de una epìstéme25 –en términos foucaultianos– particular, la moderna (o la racionalista, mejor). Otra de las razones se vincula al caos en que estaba sumida la modernidad temprana. Como indica Álvarez Solís, una sociedad en crisis está obligada a replantear la imagen que tiene de sí misma para proyectarse en otra imagen del mundo, sea ya para restaurar una imagen pasada o para imaginarse el futuro (2015, 35). Es por ello que, a diferencia de lo propuesto por la filosofía moderna como modo de superación de esas ruinas, tanto García Morente (1934), como Ubieto Arteta (1986), Nicol (1998) y Álvarez Solís (2015), coinciden en sostener la “diferencia” española, en calificar que “España es diferente” (o al menos se presenta como tal) del resto de las naciones europeas. El siglo XVII, en plena maduración del Barroco español, representa la nacionalización de los temas y del espritu renacentista (el de un segundo renacimiento), donde se desarrollan el conceptismo y el culteranismo –tendencias específicamente barrocas– y al mismo tiempo se acrecienta el aislamiento de España del resto de los países europeos. Claro está que esa misma observación puede hacerse del otro lado, es decir, del resto de las naciones europeas que comienzan a cobrar un rol dominante entre los siglos XVII y XIX (Francia, Alemania y Gran Bretaña). Ellas mismas ven que España es diferente. La “diferencia española” radicaba en estar sumida en el atraso. Así lo registra Unamuno: Y más ahora, en que tanto se charla de la conciencia de nuestro atraso respecto a los demás pueblos cultos; ahora, en que unos cuantos atolondrados que no conocen nuestra propia Una cuestión de poder La “diferencia” como algo negativo El discurso del poder https://www.ubaxxicampusvirtual.uba.ar/mod/page/view.php?id=67542 https://www.ubaxxicampusvirtual.uba.ar/mod/page/view.php?id=67543 https://www.ubaxxicampusvirtual.uba.ar/mod/page/view.php?id=67544 http://17edu.org/angel-octavio-alvarez-solis/ https://es.wikipedia.org/wiki/Antonio_Ubieto_Arteta UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: Lo que la noción de verdad nos dejó 19 Historia […] dicen que no hemos tenido ni ciencia, ni arte, ni filosofía, ni Renacimiento (este acaso nos sobraba), ni nada. (1950, IV, 702) Incluso quienes han tenido una mirada más optimista, afirman que España pasó sin escalas del Medioevo a la era contemporánea –al menos en las tesis en las que no se pretende reforzar la idea de que España continúa hoy siendo medieval–. Pero por otro lado, García Morente, Ubieto Arteta, Nicol y Álvarez Solís, entre otros, cada uno desde una perspectiva diferente, observan en esa “diferencia” un aspecto que podría considerarse como positivo. Tomo como punto de partida el trabajo de Álvarez Solís para señalar brevemente los motivos que me llevan a sostener que, por un lado, España también tuvo su modernidad y que incluso contribuyó civilizatoriamente a la modernidad europea más de lo que usualmente se cree (Cfr. Álvarez Solís, 2015, 26). Pero por otro lado, quiero señalar que esa “diferencia española”, que está sustentada en términos teóricos en un proyecto político conservador y que, producto de la Contrarreforma, fue en gran medida reaccionaria tanto filosófica como políticamente, puede ser vista –desde una perspectiva actual– como contra-hegemónica a una visión del mundo que, desde el siglo XVII en adelante hace pie en la razón tecnocientífica como “salvadora” del hombre. En definitiva, esta última forma de enfrentarse a la crisis se trata de una transvaloración de un tipo de salvación por otra. Si para los españoles la “salvación” estaba en la religión, desde el siglo XVII en adelante, para los Ilustrados, la “salvación” estará en la ciencia. Esta transvaloración constituyó la actual y hegemónica racionalidad científico-tecnológica a la que hoy también ponemos en cuestión. Si, por ejemplo, analizamos los discursos, prácticas y sujetos que produjo la sociedad barroca del siglo XVII, se pone de relieve la diferencia hispánica como modo anómalo de la subjetividad frente a los modos de subjetividad humanista. […] si explicar el modo hispánico de la modernidad implica comprender el lado oculto de la modernidad occidental, entonces tal comprensión permite desmontar los dispositivos culturales con los que los ilustrados construyeron la identidad moderna y afirmarse como posibilidad histórica […] (Álvarez Solís, 2015, 20) Ello conduce a la justificación del aparente olvido ilustrado del mundo mediterráneo. En consecuencia, unas razones se cruzan con otras. Según Álvarez Solís, el aspecto simbólico y desmesurado, marginal y decadente, contradictorio y confesional de las producciones españolas del barroco fortalecen una interpretación alterna capaz de configurar el modo hispánico de la modernidad, una novedad conceptual respecto de las formas de articular la política moderna: constata una de las primeras experiencias de subjetivación de la política y de la politización de la subjetividad. Y, sin embargo, este modo hispánico de la modernidad fue un aspecto “olvidado” (2015, 19-24). Este aspecto olvidado de lo moderno no sólo fue eclipsado por los grandes teóricos del clasicismo dieciochesco que —dado su interés por legitimar su momento histórico como la principal fuente de donde brota la modernidad occidental— suprimieron toda posible fuente hispánica. El prejuicio clasicista relegó al Barroco en general, y a las manifestaciones hispánicas en particular, como manifestaciones de mal gusto y atraso cultural. (Álvarez Solís, 2015, 24-25) Este supuesto no justificado sumado al prejuicio de la superioridad moral de la Reforma, descartó al barroco como el aspecto hispánico de la modernidad. Así, Álvarez Solís, indica que la relevancia que cobran estos signos de ocultación y marginación discursiva es que funcionan como motor del aparato discursivo de acumulación capitalista. Por ello, señala, que: La “diferencia” como algo positivo Una actitud contrahege mónica Un “olvido” que no fue casual UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: Lo que la noción de verdad nos dejó 20 […] las producciones barrocas operan como contra-discursos que son capaces de generar resistencias políticas, contra-conductas y discursos marginales que evitan identificar la modernidad occidental con los procesos
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