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606 Incontinencia urinaria CAPÍTULO 23 DEFINICIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 606 EPIDEMIOLOGÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 607 FACTORES DE RIESGO PARA LA INCONTINENCIA URINARIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 607 FISIOPATOLOGÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 609 Llenado vesical . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 609 Vaciamiento vesical . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 611 Teorías sobre la continencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . 612 DIAGNÓSTICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 616 Anamnesis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 616 Exploración física . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 618 Pruebas diagnósticas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 619 TRATAMIENTO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 623 Conservador/no quirúrgico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 623 Tratamiento de la incontinencia urinaria de esfuerzo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 625 Tratamiento de la incontinencia urinaria de urgencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 628 BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 630 DEFINICIONES La incontinencia urinaria se defi ne como la salida involuntaria de orina. La orina puede fugarse a partir de un sitio diferente de la ure- tra, como fístulas o malformaciones congénitas de las vías urinarias bajas. Aunque existen varias formas de incontinencia, este capítulo se enfoca en la valoración y tratamiento de las incontinencias de esfuerzo y de urgencia. La incontinencia urinaria de esfuerzo (SUI, stress urinary incontinence) es la fi ltración involuntaria de orina con el ejercicio, los estornudos o la tos. La incontinencia urinaria de urgencia es la fi ltración involuntaria acompañada o precedida inmediatamente por la necesidad inminente de orinar. Existe un trastorno similar, la vejiga hiperreactiva, la cual describe la urgencia urinaria con o sin incontinencia y por lo general con frecuencia uri- naria diurna y nicturia (Abrams, 2009). De acuerdo con los lineamientos de la International Continence Society, la incontinencia urinaria es un síntoma, un signo y un trastorno (Abrams, 2002). Por ejemplo, en la SUI es probable que la paciente se queje de escape involuntario de orina durante los esfuerzos o la risa. De manera concurrente con estos síntomas, la fuga involuntaria de orina por la uretra en forma sincrónica con tos o maniobra de Valsalva puede ser un signo documentado por un médico. Como trastorno, la incontinencia se demuestra en forma objetiva durante el estudio urodinámico si se produce fuga de orina con la elevación de la presión abdominal y en ausencia de contrac- ción del músculo detrusor. En estas circunstancias, cuando el sín- toma o el signo de incontinencia urinaria de esfuerzo se confi rma con pruebas objetivas, se usa el término incontinencia de esfuerzo urodinámica (USI), anteriormente conocida como incontinencia de esfuerzo genuina. En el caso de la incontinencia urinaria de urgencia, las mujeres tienen difi cultad para posponer la micción y casi siempre deben vaciar la vejiga a la brevedad, a la primera señal y sin demora. Si se demuestra la incontinencia urinaria de urgencia en forma obje- tiva mediante estudio urodinámico, el trastorno se conoce como hiperactividad del detrusor (DO, detrusor overactivity), antes deno- minada inestabilidad del detrusor. La presencia tanto de inconti- nencia de esfuerzo como de urgencia se conoce como incontinencia urinaria mixta. La incontinencia funcional ocurre en situaciones en las que la mujer no puede llegar al baño a tiempo por limitaciones físicas, psicológicas o mentales. En la mayoría de los casos, este grupo puede ser continente si se eliminan estos problemas. 23_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 60623_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 606 06/09/13 21:2906/09/13 21:29 607Incontinencia urinaria CA P ÍTU LO 2 3 un asilo que una con continencia (Langa, 2002). Asimismo, las repercusiones económicas de la incontinencia son considerables. Se calcula que en Estados Unidos se gastan 32 mil millones de dólares al año en la atención de pacientes que viven en la comuni- dad o se encuentran internadas en instituciones de largo plazo con incontinencia urinaria (Hu, 2004). Además, las proyecciones para la población del censo estadounidense pronostican que el número de mujeres con incontinencia urinaria aumentará 55%, de 18.3 a 28.4 millones entre los años 2010 y 2050 (Wu, 2009). FACTORES DE RIESGO PARA LA INCONTINENCIA URINARIA ■ Edad La frecuencia de la incontinencia aumenta de manera gradual al principio de la madurez (fig. 23-1). Durante la madurez se observa un pico amplio que se incrementa en forma paulatina después de los 65 años (Hannestad, 2000). De igual forma, la información de la 2005-2006 NHANES demuestra que la frecuencia de la inconti- nencia se incrementa de manera constante con la edad: 7% en las de 20 a 40 años, 17% en las de 40 a 60 años, 23% en las de 60 a 80 años y 32% en las mayores de 80 años (Nygaard, 2008). La incontinencia no se debe considerar una consecuencia nor- mal del envejecimiento. Sin embargo, diversos cambios fi sioló- gicos vinculados con la edad en la porción inferior del aparato urinario predisponen a padecer incontinencia, vejiga hiperactiva u otras difi cultades para la micción. En primer lugar, la frecuencia de contracciones involuntarias del detrusor aumenta con la edad y se observa hiperactividad del detrusor en 21% de las ancianas sanas, con continencia, integradas a la sociedad (Resnick, 1995). La capacidad vesical total y la capacidad para posponer la micción disminuyen, lo que provoca frecuencia urinaria. Además, el fl ujo EPIDEMIOLOGÍA En las sociedades occidentales, los estudios epidemiológicos indi- can una prevalencia de incontinencia urinaria de 15 a 55%. Este amplio intervalo se atribuye a la diversidad de métodos de investi- gación, características de la población y defi niciones de incontinen- cia. Como parte de los estudios de la 2005-2006 National Health and Nutrition Examination Survey (NHANES), se interrogó a un grupo transversal de 1 961 mujeres no grávidas ni hospitalizadas en Estados Unidos acerca de trastornos del piso pélvico. En 15.7% se identifi có incontinencia urinaria que las participantes descri- bieron como moderada a grave (Nygaard, 2008). Sin embargo, la información disponible en la actualidad es limitada puesto que la mayoría de las mujeres no acude al médico por este problema (Hunskaar, 2000). Se calcula que sólo 1 de cada 4 mujeres busca atención médica por incontinencia a causa de vergüenza, acceso limitado a la atención sanitaria o una detección sistemática defi - ciente por parte de los médicos (Hagstad, 1985). Entre las mujeres ambulatorias con incontinencia urinaria, la alteración más común es la de esfuerzo, que representa 29 a 75% de los casos. La urgencia urinaria inmediata corresponde a 33% de los casos de incontinencia y el resto se atribuye a formas mixtas (Hunskaar, 2000). En un estudio sobre vejiga hiperreactiva se encontró que 15% de 64 528 mujeres satisfacía los criterios para vejiga hiperreactiva, con o sin incontinencia, y 11% tenía urgencia urinaria inmediata (Hartmann, 2009). La incontinencia urinaria afecta a menudo la calidad de la vida de la mujer, trastorna sus relaciones sociales y provoca tensión psi- cológica o vergüenza y frustración, hospitalizaciones por solucio- nes de continuidad en la piel e infecciones urinarias e incluso el internamiento en instituciones de largo plazo. Una anciana con incontinencia tiene 2.5 más probabilidades de ser internada en FIGURA 23-1. Prevalencia de incontinencia por grupo de edad (n = 8 002). (Tomada con autorización y adaptadaa partir de Hannestad, 2000.) 0 5 10 15 20 25 30 35 40 Desconocida Ligera Moderada Grave 85+80–8475–7970–7465–6960–6455–5950–5445–4940–4435–3930–3425–2920–24 5.75.24.244.83.63.132.41.61.110.60.3 2.65.975.75.67.89.312.313.711.611.510.786.3 8.28.18.18.18.37.68.48.88.37.564.94.52.5 19.316.114.612.18.77.26.86.14.13.32.61.61.61.3 P or ce nt aj e (% ) Edad (años) 23_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 60723_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 607 06/09/13 21:2906/09/13 21:29 608 Medicina y cirugía reconstructiva de la pelvis femenina SECCIÓ N 3 urinario decrece en los ancianos de ambos sexos probablemente por una reducción de la contractilidad del detrusor relacionada con la edad (Resnick, 1984). En la mujer, el descenso posmenopáusico de los estrógenos genera atrofi a del sello de la mucosa uretral, pér- dida de la elasticidad e irritación vesical, lo que predispone a incon- tinencia de esfuerzo y urgencia urinaria. Por último, se producen cambios con la edad en la fi ltración renal y alteraciones de la con- centración diurna de la hormona antidiurética y factor natriurético auricular. Estos cambios modifi can el patrón predominantemente diurno de excreción de líquido hacia uno con una mayor excreción urinaria más tardía (Kirkland, 1983). ■ Raza Por lo general se considera que las mujeres caucásicas tienen mayor frecuencia de incontinencia urinaria de esfuerzo que las mujeres de otras razas. Por el contrario, se presupone que la urgencia urinaria es más frecuente entre las mujeres afroestadounidenses. La mayoría de las publicaciones no se basa en la población y, por lo tanto, no constituye el mejor cálculo de alguna diferencia racial verda- dera. Además, la información existente sobre diferencias raciales se basa en buena medida en muestras pequeñas (Bump, 1993). Sin embargo, la información de los grupos del Nurse’s Health Study, que incluyó a más de 76 000 mujeres, apoya estas diferen- cias raciales. Los investigadores observaron la mayor frecuencia a cuatro años en las participantes caucásicas frente a las asiáticas y de raza negra (Townsend, 2010). Todavía no se sabe si estas diferen- cias son biológicas, si dependen del acceso a la atención sanitaria y médica o si difi eren de acuerdo con las expectativas culturales y umbrales para tolerar los síntomas. ■ Obesidad Varios estudios epidemiológicos muestran que el aumento del índice de masa corporal (BMI) es un factor de riesgo signifi cativo e independiente para la incontinencia urinaria de todos los tipos (cuadro 23-1). Asimismo, la evidencia sugiere que la prevalencia de las incontinencias de esfuerzo y urgencia aumenta en forma pro- porcional con el BMI (Hannestad, 2003). En teoría, la elevación de la presión abdominal que coincide con el incremento del BMI produce una presión intravesical proporcionalmente mayor. Esta presión más alta rebasa la presión de cierre y causa incontinencia (Bai, 2002). Acorde con esto, conforme un mayor porcentaje de la población presente sobrepeso y obesidad, puede esperarse un aumento de la prevalencia de incontinencia urinaria en Estados Unidos (Flegal, 2002). Es alentador que, para muchas pacientes, la pérdida de peso resulta un tratamiento efi caz. En mujeres con sobrepeso u obesidad mórbida, la prevalencia de la incontinen- cia urinaria de esfuerzo disminuyó después de la pérdida ponde- ral conseguida con modifi cación conductual o cirugía bariátrica (Burgio, 2007; Deitel, 1988; Subak, 2009). ■ Menopausia Los estudios demuestran de manera inconsistente un incremento de la disfunción urinaria cuando una mujer llega a los años pos- menopáusicos (Bump, 1998). En aquellas con síntomas es difícil separar los efectos del hipoestrogenismo de los del envejecimiento. Se ha identifi cado la presencia de receptores estrogénicos de alta afi nidad en la uretra, músculo pubococcígeo y trígono vesical, pero pocas veces se encuentran en otros sitios de la vejiga (Iosif, 1981). Se cree que los cambios en la colágena vinculados con el descenso estrogénico, la reducción de la vascularidad uretral y el descen so del volumen del músculo estriado contribuyen en conjunto a la dis- función uretral mediante el descenso de la presión uretral de reposo (Carlile, 1988). Además, se cree que la defi ciencia de estrógenos con la atrofi a urogenital consecuente es la causante, al menos en parte, de los síntomas urinarios después de la menopausia (Raz, 1993). A pesar de la evidencia actual de la participación de los estrógenos en la función urinaria normal, no es tan claro si el tra- tamiento con estrógenos es útil en la corrección o prevención de la incontinencia (Cody, 2009; Fantl, 1994, 1996). ■ Parto y embarazo Muchos estudios revelan una alta prevalencia de incontinencia urinaria en mujeres que han tenido hijos, a diferencia de las nulí- paras. Los efectos del parto en la incontinencia pueden deberse a la lesión directa a los músculos pélvicos e inserciones de tejido con- juntivo. Además, el daño nervioso por traumatismo o estiramiento podría causar disfunción de la musculatura pélvica. En particular, se ha demostrado un índice más alto de latencia motora del ner- vio pudendo después del parto en mujeres con incontinencia, en comparación con las mujeres asintomáticas durante el puerperio (Snooks, 1986). En un estudio epidemiológico grande se identifi caron paráme- tros del parto vaginal que infl uyen después en el riesgo de padecer incontinencia urinaria. En primer lugar, el peso al nacer del feto ≥4 kg eleva el riesgo de todas las variedades de incontinencia urina- ria (Rortveit, 2003b). En segundo lugar, la cesárea tiene un efecto protector a corto plazo en relación con la incontinencia urinaria. En este estudio, el cociente de posibilidades ajustado para cualquier incontinencia vinculada con el parto vaginal frente al de la cesárea fue de 1.7 (Rortveit, 2003a). Pero, el efecto protector de la cesá- rea respecto de la incontinencia se atenúa después de otros partos, disminuye con la edad y no existe en ancianas (Nygaard, 2006). ■ Antecedentes familiares La evidencia indica que el riesgo de padecer incontinencia urinaria aumenta en las hijas y hermanas de mujeres con incontinencia. En una gran encuesta, las hijas de mujeres con incontinencia demos- traron un riesgo relativo mayor de 1.3 y un riesgo absoluto de 23% para padecer incontinencia urinaria. Asimismo, las hermanas CUADRO 23-1. Factores de riesgo para la incontinencia urinaria Edad Embarazo Parto Menopausia Histerectomía Obesidad Síntomas urinarios Daño funcional Daño cognitivo Elevación crónica de la presión intraabdominal Tos crónica Estreñimiento Riesgo laboral Tabaquismo 23_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 60823_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 608 06/09/13 21:2906/09/13 21:29 609Incontinencia urinaria CA P ÍTU LO 2 3 jóvenes de las mujeres con incontinencia exhibieron mayor pro- babilidad de padecer incontinencia urinaria (Hannestad, 2004). ■ Tabaquismo y neumopatía crónica En las mujeres mayores de 60 años de edad con neumopatía obstructiva crónica se observa un riesgo considerable de sufrir incontinencia urinaria (Brown, 1996; Diokno, 1990). Asimismo, el tabaquismo se considera un factor de riesgo independiente de incontinencia urinaria en diversos estudios. Tanto las fumadoras activas como las pasivas tienen un riesgo dos a tres veces mayor que las no fumadoras de padecer incontinencia urinaria (Brown, 1996; Bump, 1992; Diokno, 1990). En otro estudio, los investigadores identifi caron cierta relación entre el antiguo tabaquismo y el taba- quismo actual con incontinencia, pero sólo para las que fumaban más de 20 cigarrillos diarios. También se reconoció una débil rela- ción entre la incontinencia pronunciada y el tabaquismo pese al número de cigarrillos (Hannestad, 2003). En teoría, la tos crónica del fumador eleva la presión intraabdominal en forma constante y los efectos antiestrogénicos del tabaquismo reducen la síntesis de colágena. ■ HisterectomíaLos estudios han demostrado de manera consistente que la histe- rectomía es un factor de riesgo para el desarrollo de incontinencia urinaria. Los que muestran una relación son retrospectivos, carecen de grupos testigo adecuados y a menudo se basan sólo en datos subjetivos (Bump, 1998). Por el contrario, los estudios que inclu- yen pruebas urodinámicas preoperatorias y posoperatorias revelan cambios en la función vesical que carecen de importancia clínica. Además, la evidencia no apoya la omisión de la histerectomía por indicaciones clínicas ni la práctica de histerectomía supracervical como medidas para prevenir la incontinencia urinaria (Vervest, 1989; Wake, 1980). FISIOPATOLOGÍA ■ Continencia La vejiga es el órgano que almacena la orina; tiene la capacidad para adaptarse a grandes incrementos del volumen urinario, con elevaciones mínimas o nulas de la presión intravesical. La conti- nencia es la capacidad para mantener el almacenamiento de orina y el vaciamiento voluntario conveniente y socialmente aceptable. La continencia requiere la coordinación compleja de múltiples elementos que incluyen contracción y relajación muscular; apoyo adecuado del tejido conjuntivo; e inervación integrada y comuni- cación entre estas estructuras. En términos esquemáticos, durante el llenado la contracción uretral se coordina con la relajación vesi- cal y la orina se almacena. A su vez, durante la micción la uretra se relaja y la vejiga se contrae. Estos mecanismos pueden ponerse a prueba con las contracciones descontroladas del detrusor, aumen- tos marcados de la presión intraabdominal y cambios en varios componentes anatómicos del mecanismo de continencia. ■ Llenado vesical Anatomía vesical La pared vesical tiene múltiples capas: mucosa, submucosa, mus- cular y adventicia (fig. 23-2). La mucosa vesical está formada por epitelio de transición sostenido por una lámina propia. Cuando los volúmenes vesicales son pequeños, la mucosa forma pliegues con- torneados. Sin embargo, con el llenado vesical se estira y adelgaza. El epitelio vesical, denominado urotelio, se compone de tres capas celulares distintas. La más superfi cial es la capa de células en som- brilla y se cree que su impermeabilidad crea la barrera uroplásmica primaria. Además de sus tres mantos celulares, en su superfi cie luminal el urotelio está cubierto por una capa de glucosamino- glucanos (GAG). Esta cubierta de GAG evita la adherencia bac- teriana y previene el daño del urotelio, ya que actúa como barrera protectora. En particular, las teorías describen que esta capa de polímeros de carbohidrato podría ser defectuosa en pacientes con cistitis intersticial (cap. 11, pág. 320). La túnica muscular, llamada músculo detrusor, se integra con tres capas de músculo liso con disposición plexiforme. Esta dispo- sición única permite la expansión multidimensional rápida durante el llenado vesical y es el elemento clave de la capacidad vesical para contener grandes volúmenes de orina. Generalidades de la inervación El funcionamiento normal de la porción inferior del aparato urina- rio requiere la integración de los sistemas nervioso periférico y cen- tral. El sistema nervioso periférico contiene divisiones somáticas y autónomas (fig. 23-3). De éstas, el componente somático inerva al músculo estriado, mientras que la división autónoma inerva al músculo liso. El sistema nervioso autónomo regula los movimientos involun- tarios y se clasifi ca en una división simpática y otra parasimpática. El sistema simpático coordina sus efectos en órganos terminales a través de la acción de la adrenalina o noradrenalina en los recepto- res adrenérgicos α o β (fig. 23-4). La división parasimpática actúa a través de la acetilcolina que se une a los receptores muscarínicos o nicotínicos. En la pelvis, las fi bras autónomas que inervan a las vísceras pélvicas discurren en los plexos hipogástricos superior e inferior (fig. 23-5). El sistema nervioso somático regula los movimientos volunta- rios y la porción de este sistema que controla la función de la por- ción inferior del aparato urinario se origina en el núcleo somático de Onuf (pág. 613). Este núcleo se ubica en la materia gris del cuerno ventral a nivel de S2-S4 y contiene las neuronas que iner- van al complejo esfi nteriano urogenital de músculo estriado, des- crito a continuación. Los nervios que participan en esta conexión comprenden ramas de los nervios pudendos y pélvicos. Esfínter urogenital Conforme la vejiga se llena, la contracción sincronizada del esfínter urogenital estriado actúa en forma integrada para la continencia. Compuesto por músculo estriado, el complejo del esfínter incluye: 1) el esfínter uretral, 2) el esfínter uretrovaginal y 3) el compresor de la uretra. El esfínter uretral envuelve toda la circunferencia uretral. En comparación, el esfínter uretrovaginal y el compresor son ban- das de músculo estriado que forman arcos ventrales sobre la uretra y se insertan en el tejido fi bromuscular de la pared vaginal anterior (fig. 23-6). Estos tres músculos funcionan como unidad y su contracción efectiva cierra la uretra. La contracción de estos músculos en toda la circunferencia constriñe los dos tercios superiores de la uretra y comprime lateralmente el tercio inferior. El esfínter uretral se forma sobre todo con fi bras de contracción lenta y mantiene una contracción tónica, lo que contribuye en gran medida a la conti- 23_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 60923_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 609 06/09/13 21:2906/09/13 21:29 610 Medicina y cirugía reconstructiva de la pelvis femenina SECCIÓ N 3 nencia en reposo. Por el contrario, el esfínter uretrovaginal y el compresor se componen de fi bras musculares rápidas, lo que posi- bilita la contracción enérgica con cierre de la luz uretral cuando la continencia se pone a prueba por elevaciones súbitas de la presión intraabdominal. Inervación importante para el almacenamiento El esfínter urogenital recibe inervación somática motora a través de los nervios pudendo y pélvico (fi gs. 23-5 y 23-7). Por lo tanto, la neuropatía pudenda, algunas veces secundaria a una lesión obsté- trica, repercute en el funcionamiento normal del esfínter. Además, el antecedente de intervención quirúrgica o radioterapia pélvicas puede dañar los nervios, vasos sanguíneos y tejidos blandos. Esto deriva en acción inefi caz del esfínter urogenital y contribuye a la incontinencia. Las fi bras simpáticas se proyectan en el plexo nervioso hipogás- trico superior y se comunican con receptores adrenérgicos α y β dentro de la vejiga y la uretra. La estimulación adrenérgica β en el FIGURA 23-2. Anatomía de la vejiga. A. Vista ante- roposterior de la anatomía vesical. Recuadro: la pared vesical contiene las capas mucosa, submucosa, mus- cular y adventicia. B. Micrografía de la pared vesical. La mucosa de la vejiga vacía se dispone en pliegues o arrugas ondulados. La disposición plexiforme de las fibras musculares del detrusor dificulta la definición de sus tres capas distintas. (Tomada con autorización a partir de McKinley, 2006.) A Uréter Aberturas ureterales Cuello de la vejiga Esfínter uretral interno Esfínter urogenital en la membrana perineal Ligamento umbilical mediano Músculo detrusor Peritoneo Trígono Músculo detrusor Adventicia Mucosa Epitelio de transición Lámina propia Submucosa B Músculo detrusor de la muscular Lámina propia Lámina propia Epitelio de transición Epitelio de transición Submucosa LM 78x LM 18x 23_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 61023_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 610 06/09/13 21:2906/09/13 21:29 611Incontinencia urinaria CA P ÍTU LO 2 3 fondo vesical produce relajación del músculo liso y contribuye con el almacenamiento urinario (fig. 23-8). Por el contrario, los recep- tores adrenérgicos α predominan en la base de la vejiga y la uretra. Estos receptores adrenérgicos α se estimulan con noradrenalina, lo cual inicia una cascada de fenómenos queconduce de manera preferente a la contracción uretral; esto favorece el almacenamiento de orina y la continencia. Tales efectos de la estimulación α expli- can el tratamiento de la incontinencia urinaria de esfuerzo con imipramina, un antidepresivo tricíclico con propiedades agonistas adrenérgicas. Coaptación uretral Un elemento clave para conservar la continencia es la coaptación adecuada de la mucosa uretral. El urotelio está sostenido por una capa de tejido conjuntivo que forma pliegues profundos. Una intrincada red capilar se extiende dentro de la capa subepitelial. Esta red vascular ayuda a aproximar la mucosa uretral, lo que también se denomina coaptación, ya que actúa como un “colchón infl able” (fig. 23-9). En las mujeres con hipoestrogenismo, este plexo vascular submucoso es menos evidente. En parte, la restitu- ción hormonal se enfoca en esta disminución de la vascularidad y aumenta la coaptación, lo que mejora la continencia. ■ Vaciamiento vesical Inervación relacionada con la micción Cuando se presenta un momento apropiado para vaciar la vejiga, la estimulación simpática se reduce y se activa la estimulación parasimpática. En particular, los impulsos neurales de los nervios pélvicos estimulan la liberación de acetilcolina e inducen la con- tracción del músculo detrusor (fig. 23-10). Al mismo tiempo que la estimulación del detrusor, la acetilcolina estimula los receptores muscarínicos uretrales e induce la relajación del cuello vesical para iniciar la micción. En el sistema parasimpático, los receptores para acetilcolina se defi nen en términos generales como muscarínicos y nicotí- FIGURA 23-3. Divisiones del sistema nervioso humano. El sistema ner- vioso periférico incluye: 1) el sistema nervioso somático, el cual gobierna los movimientos voluntarios mediante sus acciones en el músculo es- triado, y 2) el sistema nervioso autónomo, que controla al movimiento involuntario a través de sus acciones en el músculo liso. El sistema ner- vioso autónomo se divide a su vez en simpático, que actúa a través de la unión de adrenalina y noradrenalina a receptores adrenérgicos, y el parasimpático, que actúa a través de la unión de acetilcolina a receptores muscarínicos o nicotínicos. Sistema nervioso central Sistema nervioso periférico Sistema nervioso autónomo Músculo liso Sistema nervioso somático Músculo estriado Parasimpático Receptores muscarínicos Receptores nicotínicos Simpático Receptores adrenérgicos α Receptores adrenérgicos β FIGURA 23-4. En la cúpula vesical abundan los receptores muscarínicos parasimpáticos (M) y receptores simpáticos adrenérgicos β. El cuello vesical es rico en los receptores simpáticos adrenérgicos α. 23_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 61123_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 611 06/09/13 21:2906/09/13 21:29 612 Medicina y cirugía reconstructiva de la pelvis femenina SECCIÓ N 3 cal hace posible la contracción multidireccional y es ideal para la contracción concéntrica durante el vaciamiento vesical. Durante la micción se relajan todos los componentes del esfín- ter urogenital estriado. Es importante señalar que la contracción vesical y la relajación del esfínter se deben coordinar para que la micción sea efectiva. De manera ocasional, en un trastorno cono- cido como disinergia del esfínter detrusor, el esfínter uretral no se relaja durante la contracción del detrusor y causa retención. Las mujeres con este trastorno se tratan con relajantes musculares. Estos fármacos relajan el esfínter uretral y el músculo elevador del ano para mejorar la micción coordinada. ■ Teorías sobre la continencia Las teorías acerca de la continencia son numerosas y su evidencia científi ca es variable. Sin embargo, la mayor parte de las teorías se puede dividir en aquellas que comprenden los conceptos de la incontinencia anatómica de esfuerzo y las que incluyen una inte- gridad uretral reducida (defi ciencia esfi nteriana). nicos. La vejiga posee receptores muscarínicos numerosos que, al ser estimulados, provocan contracción del detrusor. Entre los receptores muscarínicos se han identifi cado cinco glucoproteínas designadas M1-M5. Se sabe que los receptores subtipos M2 y M3 son los encargados de la contracción del músculo liso detrusor. Por consiguiente, el tratamiento con antagonistas muscarínicos amortigua la contracción del detrusor y mejora la continencia. De manera específi ca, los fármacos cuyo objetivo único es el receptor M3 incrementan al máximo la efi cacia del fármaco y reducen al mismo tiempo la activación de otros receptores muscarínicos y sus efectos secundarios. Actividad muscular durante la micción Las células del músculo liso dentro del detrusor se fusionan de manera tal que los trayectos eléctricos de resistencia reducida se extienden de una célula muscular a la siguiente. Por tanto, los potenciales de acción se propagan con rapidez a lo largo del múscu - lo detrusor y generan la contracción rápida de la vejiga completa. Asimismo, la disposición plexiforme de las fi bras del detrusor vesi- FIGURA 23-5. Plexo hipogástrico inferior, también conocido como plexo pélvico, formado por fibras eferentes viscerales de S2 a S4, que propor- cionan el componente parasimpático a través de los nervios pélvicos. El plexo hipogástrico superior contiene sobre todo fibras simpáticas de los segmentos medulares de T10 a L2 y termina formando los nervios hipogástricos derecho e izquierdo. Los nervios hipogástricos y ramas de la porción sacra de la cadena simpática contribuyen al componente simpático del plexo pélvico. El plexo pélvico se divide en tres porciones de acuerdo con el trayecto y distribución de sus fibras: plexo recto medio, plexo uterovaginal y plexo vesical. 23_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 61223_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 612 06/09/13 21:2906/09/13 21:29 613Incontinencia urinaria CA P ÍTU LO 2 3 FIGURA 23-7. El núcleo de Onuf se encuentra en la materia gris del cuerno ventral de S2 a S4. Este núcleo contiene neuronas cuyas fibras inervan al esfínter urogenital estriado. El esfínter uretrovaginal y la uretra compresora reciben inervación de la rama perineal del nervio pudendo. El esfínter de la uretra recibe una inervación variable de fibras eferentes somáticas que discurren en los nervios pélvicos. FIGURA 23-6. Anatomía del esfínter urogenital estriado. Se ha retirado la membrana perineal para mostrar los tres componentes musculares del esfínter urogenital estriado. Este esfínter recibe la mayor parte de su inervación somática a través del nervio pudendo. 23_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 61323_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 613 06/09/13 21:2906/09/13 21:29 614 Medicina y cirugía reconstructiva de la pelvis femenina SECCIÓ N 3 FIGURA 23-8. Fisiología del almacenamiento de orina. La distensión vesical por el llenado provoca: 1) contracción adrenérgica α del músculo liso uretral y mayor tono en el cuello vesical (a través del reflejo simpático de T11-L2); 2) activación de las neuronas motoras uretrales en el núcleo de Onuf con contracción de los músculos del esfínter urogenital estriado (a través del nervio pudendo), y 3) inhibición de la transmisión parasimpática con menor presión del detrusor. α, receptores adrenérgicos α; β, adrenérgicos β; M, muscarínicos (colinérgicos). FIGURA 23-9. Esquema de la anatomía uretral. A. Anatomía de la uretra en un corte transversal. La coaptación uretral es resultado, en parte, del llenado del plexo vascular subepitelial. La uretra posee capas de músculo liso circular y longitudinal. B. Cuello vesical y anatomía uretral. El esfínter urogenital estriado yace por fuera de las capas de músculo liso uretral. A B Cuello vesical Luz Mucosa Lámina propia (submucosa) con plexo vascular Capa longitudinal de músculo liso Capa circular de músculo liso Músculos estriados del esfínter urogenital 23_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 61423_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 614 06/09/13 21:2906/09/13 21:29 615Incontinencia urinaria CA P ÍTULO 2 3 Incontinencia anatómica de esfuerzo El soporte uretral y del cuello vesical es fundamental para la con- tinencia. Este soporte proviene de: 1) los ligamentos a lo largo de la cara lateral de la uretra, llamados ligamentos pubouretrales; 2) la vagina y sus condensaciones de fase laterales; 3) el arco tendinoso pélvico, y 4) los músculos elevadores del ano. En el capítulo 38 se describen con detalle estos ligamentos y músculos (pág. 925). En el aparato urogenital con soporte perfecto, la elevación de la presión intraabdominal se transmite por igual a la vejiga, base vesical y uretra. En las mujeres con continencia, el aumento de la presión en dirección inferior por la tos, risa, estornudos y maniobra de Valsalva se contrarresta por el tono de los tejidos de sostén que proporcionan los músculos elevadores del ano y el tejido conjun- tivo vaginal (fig. 23-11). Si se pierde este soporte decrece el poten- cial de la uretra y el cuello vesical para cerrarse contra un “armazón fi rme”. El resultado es una reducción de las presiones de cierre FIGURA 23-10. Fisiología de la micción. Los impulsos eferentes provenientes del centro pontino de la micción inhiben a las fibras somáticas en el núcleo de Onuf e inducen relajación voluntaria de los músculos del esfínter urogenital estriado. Estos impulsos eferentes también producen inhibición simpática preganglionar con abertura del cuello vesical y estímulo parasimpático, que tiene como resultado contracción muscarínica del músculo detrusor. El resultado neto es la relajación del complejo del esfínter urogenital estriado que genera una menor presión uretral seguida casi de inmediato de contracción del detrusor y micción. α, receptores adrenérgicos α; β, adrenérgicos β; M, muscarínicos (colinérgicos). FIGURA 23-11. Representación que describe la teoría de la transmi- sión de presión. En mujeres con soporte normal (lado izquierdo), las elevaciones de la presión intraabdominal se distribuyen por igual a ambos lados de la vejiga y la uretra. En aquellas con soporte uretral deficiente (lado derecho), los aumentos de la presión intraabdominal alteran el ángulo uretrovesical y se pierde la continencia. Cavidad abdominal Cavidad abdominal Vejiga Vejiga Uretra Uretra Sínfisis Valsalva 23_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 61523_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 615 06/09/13 21:2906/09/13 21:29 616 Medicina y cirugía reconstructiva de la pelvis femenina SECCIÓ N 3 Restauración de la integridad uretral. El tratamiento diri- gido a la restauración de la integridad uretral incluye la inyección transuretral de sustancias que aumentan el volumen, procedimien- tos quirúrgicos de cabestrillo y fortalecimiento muscular del piso pélvico (se describen en secciones posteriores de este capítulo). Los agentes expansores de volumen se colocan debajo de la capa muscular uretral, al nivel de la unión uretrovesical, para elevar el epitelio y promover la coaptación. Como alternativa, la naturaleza obstructiva parcial de los procedimientos de cabestrillo pubovagi- nal mejora la integridad uretral. Por último, como la uretra sale por el hiato urogenital, el condicionamiento de los músculos eleva- dores del ano con entrenamiento muscular del piso pélvico puede reforzar la integridad uretral. Estos músculos pueden contraerse alrededor de la uretra cuando la continencia se pone a prueba con incrementos súbitos de la presión intraabdominal. DIAGNÓSTICO ■ Anamnesis Agrupación de síntomas Para determinar los síntomas, los investigadores crearon diversos cuestionarios validados para la paciente (Kelleher, 1997; Patrick, 1999; Wagner, 1996). Muchas de estas herramientas toman mucho tiempo y pueden ser laboriosas para la práctica clínica general. De manera más sencilla, la valoración de la incontinencia puede comenzar con una descripción de los síntomas urinarios. Este inventario puede recopilarse mediante la conversación directa, pero se puede incrementar con un cuestionario para la paciente, como se muestra en el cuadro 23-2. Durante la investigación, el número de micciones y los apósitos usados durante el día, el tipo de apósito, la frecuencia de cambio de los apósitos y el grado de saturación de éstos son consideracio- nes importantes. Aunque estos aspectos específi cos por sí solos no uretral y la incapacidad para resistir el incremento de la elevación vesical, lo que a su vez provoca incontinencia. Esta teoría mecá- nica representa la base para el restablecimiento quirúrgico de este soporte. Las colposuspensiones de Burch y Marshall-Marchetti- Kranz (MMK) intentan restituir este soporte anatómico a la unión uretrovesical y la porción proximal de la uretra. Deficiencia del esfínter Factores que alteran la integridad uretral. La uretra man- tiene su continencia por la combinación de la coaptación de la mucosa uretral, el plexo vascular uretral de fondo y las propiedades viscosas y elásticas combinadas del epitelio uretral y la contracción de los músculos circundantes. Los defectos en cualquiera de estos componentes producen escape de orina. Por ejemplo, la cirugía previa en el espacio retropúbico provoca en ocasiones desnervación y cicatrización de la uretra y su tejido de sostén. Estas anomalías impiden con posterioridad el cierre de la uretra y causan inconti- nencia. Este estado de la uretra se denomina defi ciencia intrínseca del esfínter (ISD) y, coloquialmente, uretra “en tubo de plomo”. Con la ISD es frecuente observar desnervación o desvasculariza- ción de la uretra con la defi ciencia intrínseca del esfínter como característica de fondo. Las causas específi cas varían y compren- den cirugía reconstructiva previa de la pelvis, radioterapia pélvica previa, neuropatía diabética, enfermedad neuronal degenerativa e hipoestrogenismo. En las mujeres con atrofi a de la porción inferior del aparato genital, los cambios vasculares en el plexo que rodea a la uretra provocan una coaptación defi ciente y mayor riesgo de incontinencia. Como se mencionó ya, la disfunción nerviosa secundaria al traumatismo uretral produce defectos en la función esfi ntérica. Además, el parto daña a menudo el soporte aponeurótico de la uretra. Este ejemplo clínico resalta la estrecha relación entre los mecanismos de sostén y la integridad uretrales. Fuga con el esfuerzo Fuga con la urgencia Fuga con cambios de posiciones Fuga con el ejercicio Fuga durante el coito/orgasmo Fuga inadvertida S/N S/N S/N S/N S/N S/N Duración de los síntomas _____ semanas _____ meses _____ años Fugas por _____ día _____ semanas _____ meses Apósitos al día _____ Tipo de apósitos _____ Micciones diurnas: _____ Micciones nocturnas: _____ Estreñimiento S/N Autotratamiento con ____________________ Evacuaciones _____ /día _____ /semana Incontinencia anal S/N Duración _____ meses _____ años Flatos _____ /semanas _____ /meses Líquido _____ /semanas _____ /meses Heces _____ /semanas _____ /meses Descompresión digital del intestino Descompresión digital de la vejiga Goteo posmiccional Sensación de vaciado incompleto Infecciones urinarias recurrentes ____ /año Micción con maniobra de Valsalva Chorro de orina: fuerte/normal/débil Enuresis infantil Polaquiuria Urgencia Disuria Hematuria Dolor de espalda Presión/abultamiento pélvico Dispareunia Hemorragia rectal Levanta objetos pesados Interfiere con estilo o calidad de vida S/N S/N S/N S/N S/N S/N S/N S/N S/N S/N S/N S/N S/N S/N S/N S/N CUADRO 23-2. Anamnesis por aparatos y sistemas en mujeres con incontinencia urinaria 23_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 61623_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 616 06/09/13 21:2906/09/13 21:29 617Incontinencia urinaria CA P ÍTU LO 2 3 diario urinario (fig. 23-12). Con éste, se instruye a las mujeres para que registren durante tres a siete días los volúmenes de cada con- sumo de líquido, los volúmenes urinarios de cada micción, episo- dios de escape de orina y factores precipitantes de los episodios de incontinencia. Durante cada periodo de 24 h, las pacientesdeben registrar también los horarios de sueño y vigilia. Esto permite efec- tuar una descripción exacta de los patrones de micción voluntaria nocturna, así como de enuresis. Aunque es deseable contar con cinco a siete días de registro, tres días son sufi cientes para identifi - car la tendencia general de la incontinencia. Además, en términos realistas, la mayoría no suele cumplir más de tres días. La información obtenida del diario de micción/urinario es una herramienta diagnóstica valiosa y algunas veces terapéutica. Por lo regular, la micción de mayor volumen del día es la primera de la mañana, por lo que permite calcular en forma bastante satis- factoria la capacidad vesical. Las pacientes identifi can a menudo patrones de ingestión y micción y modifi can su conducta. Por ejemplo, quizá una paciente advierte una mayor frecuencia urinaria o incontinencia urinaria de urgencia después de consumir cafeína. Además, esta información diaria sirve como base respecto de la cual se evalúa la efi cacia del tratamiento. Síntomas urinarios Polaquiuria. La mayoría de las mujeres orina ocho veces al día o menos. Sin un antecedente que refl eje el aumento del consumo de líquido, el incremento de la micción podría señalar vejiga hiperac- tiva, infección urinaria, cálculos o alteraciones uretrales y es indi- cación para estudio adicional. Además, la polaquiuria se relaciona muchas veces con cistitis intersticial (IC). En mujeres con IC, el número de micciones es con frecuencia mayor de 20 al día. En personas con incontinencia de urgencia o trastornos para el control sistémico de líquido, como insufi ciencia cardiaca congestiva, puede haber nicturia. En este último caso, el tratamiento del trastorno subyacente conduce a menudo a la mejoría sintomática o la cura- ción de la polaquiuria nocturna. Retención urinaria. Es importante establecer si la paciente vacía por completo la vejiga. Con frecuencia, el vaciamiento incompleto deriva en incontinencia relacionada con el esfuerzo o la urgencia. Como se mencionó, ya no se utiliza el término incontinencia por rebosamiento. Otros síntomas urinarios. El volumen de orina que se escapa en cada episodio también aporta datos para el diagnóstico. Casi permiten establecer el tipo exacto de incontinencia, suministran información acerca de la gravedad de los síntomas y sus efectos en las actividades de la paciente. Es obvio que si los síntomas de una mujer no atenúan su calidad de vida, es razonable la mera observa- ción. Por el contrario, aquellas con síntomas que modifi can su vida exigen estudio adicional. En particular sobre la incontinencia, debe buscarse la informa- ción que describe las circunstancias en las que se produce la fuga y las maniobras específi cas que inducen o causan la fuga. En la incontinencia urinaria de esfuerzo (SUI), los factores que la pro- ducen incluyen aumentos de la presión intraabdominal, como ocu- rre con la tos, estornudos, maniobra de Valsalva o la penetración durante el coito (cuadro 23-3). Una alternativa es que las mujeres con incontinencia de esfuerzo describan la salida de orina después de sensaciones de urgencia, que por lo general no pueden supri- mirse. El término incontinencia por rebosamiento se utilizaba con anterioridad para referirse al trastorno en mujeres con incapacidad para vaciar la vejiga, en relación con episodios de incontinencia de urgencia. Sin embargo, hoy en día se considera que se trata de otra presentación de la incontinencia urinaria de urgencia. Estas muje- res presentan a menudo salida súbita de abundante orina precedida por la incapacidad para vaciar la vejiga. Durante el interrogatorio, los síntomas casi siempre se agrupan en aquellos que se presentan con más frecuencia con la SUI o con la incontinencia urinaria de urgencia. También es posible que haya una superposición signifi cativa de molestias que refl ejan la coexis- tencia de SUI e incontinencia de urgencia, es decir, incontinencia mixta. Por estas razones, la identifi cación del patrón es útil y ayuda a dirigir las pruebas diagnósticas y el tratamiento empírico inicial. Diario de micción Por lo general, las pacientes no pueden realizar un recuerdo del todo exacto de sus propios hábitos urinarios. Por consiguiente, para obtener un registro minucioso, la persona debe completar un CUADRO 23-3. Comparación sintomática de mujeres con incontinencia de esfuerzo o de urgencia Parámetro Incontinencia de urgencia Incontinencia de esfuerzo Urgencia Sí No Polaquiuria con urgencia Sí No Fuga de orina con elevación de presión intraabdominal No Sí Cantidad de orina que se fuga en cada episodio de incontinencia Grande Pequeña Capacidad para llegar al baño a tiempo después de la urgencia para orinar A menudo no Sí Despierta para orinar por la noche Por lo regular Pocas veces FIGURA 23-12. Ejemplo de un diario urinario. Diario vesical Por favor, registre la hora y la cantidad ingerida de líquidos, el gasto urinario, la fuga de orina y los cambios de apósito DURANTE 3 DÍAS. Hora Consumo oral Orina emitida Fuga de orina o cambio de apósito 23_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 61723_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 617 06/09/13 21:2906/09/13 21:29 618 Medicina y cirugía reconstructiva de la pelvis femenina SECCIÓ N 3 efectos de determinados fármacos contribuyen al edema periférico, lo que ocasiona urgencia urinaria y nicturia cuando la paciente se encuentra en decúbito dorsal. Por último, la retención fecal por hábitos intestinales defi cien- tes y estreñimiento contribuye a los síntomas de la vejiga hiperac- tiva. La razón es quizá una irritación circunscrita o con presión directa contra la pared vesical. ■ Exploración física Inspección general y valoración neurológica En primer lugar se inspecciona el perineo en busca de atrofi a, que se reconoce al observar toda la porción inferior del aparato geni- tal. Además, el abultamiento suburetral con salida transuretral de líquido durante la compresión anterógrada sugiere un divertículo uretral (fi g. 26-3, pág. 683). La exploración física minuciosa para una mujer con inconti- nencia también debe incluir una valoración neurológica detallada del perineo. Dado que es probable que las respuestas neurológicas estén alteradas en una paciente ansiosa que se encuentra en una situación vulnerable, es probable que los signos inducidos durante la exploración no indiquen una alteración real y deben interpretarse con cuidado. La valoración neurológica comienza con un intento para inducir el refl ejo bulbocavernoso. Durante esta prueba, un labio mayor se frota con un aplicador de algodón. La respuesta normal es que ambos labios se contraigan por igual. La rama aferente de este refl ejo es la rama clitorídea del nervio pudendo, mientras que la rama eferente pasa por la rama hemorroidaria inferior del nervio pudendo. Este refl ejo se integra en la médula espinal, al nivel de S2 a S4 (Wester, 2003). Por lo tanto, la ausencia de este refl ejo podría indicar defi ciencias neurológicas centrales o periféricas. En segundo lugar, después de frotar la piel perianal con un aplicador de algodón debe haber una contracción circunferencial normal del esfínter anal, conocida con el término coloquial de “guiño anal”. La actividad del esfínter uretral externo requiere al menos cierto grado de inervación intacta de S2 a S4 y este refl ejo anocutáneo está mediado por el mismo nivel neurológico espinal. Por consiguiente, la ausencia de contracción anal indica defi ciencias en esta distribu- ción neurológica. Valoración del soporte pélvico Valoración del prolapso de órganos pélvicos. El soporte uretral defi ciente acompaña muchas veces al prolapso de órganos pélvicos. Por ejemplo, las mujeres con prolapso signifi cativo son a menudo incapaces de vaciar por completo la vejiga por acoda- miento y obstrucción uretrales. Con frecuencia, estas pacientes deben reducir el prolapso con los dedos para permitir el vacia- miento. Por lo tanto,está indicada la exploración externa para pro- lapso de órgano pélvico, como se describe en el capítulo 24 (pág. 644), para todas las mujeres con incontinencia urinaria. Después de esta valoración en busca de defectos en el compartimiento vagi- nal, también debe valorarse la fuerza de los músculos pélvicos. Las mujeres con incontinencia urinaria leve a moderada responden bien a menudo a las medidas terapéuticas sobre el piso pélvico; en estas circunstancias está indicada una prueba terapéutica de este tipo, que puede ser curativa (pág. 624). Prueba del aplicador. Si la uretra tiene un soporte defi ciente, puede haber aumento de la movilidad durante los incrementos de la presión intraabdominal. A fi n de valorar la movilidad, el médico siempre se pierden grandes volúmenes después de las contracciones espontáneas del detrusor vinculadas con la incontinencia urinaria de urgencia y a menudo implican salida de todo el contenido vesi- cal. Por el contrario, las mujeres con SUI casi siempre describen pérdida de volúmenes más pequeños. Además, estas mujeres son capaces casi siempre de contraer los músculos elevadores del ano para detener de modo temporal el chorro de orina. El goteo posmiccional casi siempre se relaciona con un diver- tículo uretral, lo que a menudo se confunde con incontinencia urinaria (cap. 26, pág. 683). Aunque la hematuria es un signo frecuente de la infección urinaria, también indica una neoplasia maligna subyacente y puede causar síntomas urinarios por irritación. El inicio de los síntomas también aporta información sobre la causa y el tratamiento. Por ejemplo, el inicio de los síntomas con la menopausia sugiere hipoestrogenismo subyacente a la inconti- nencia. Estas pacientes se benefi cian algunas veces con estrógeno tópico vaginal. Por el contrario, los síntomas después de histerec- tomía o parto pueden refl ejar cambios en los medios de sostén o la inervación del tejido. Antecedentes personales patológicos En ocasiones, el traumatismo obstétrico se acompaña de lesión del piso pélvico, que causa incontinencia urinaria de esfuerzo. Es por esta razón que la información que describe un trabajo de parto prolongado, un parto vaginal instrumentado, macrosomía, coloca- ción de una sonda en el puerperio por retención urinaria y mayor paridad es de gran utilidad. Como ya se indicó con anterioridad, muchas veces la incontinencia urinaria se acompaña de alguna otra enfermedad o de su tratamiento, lo cual se puede modifi car para mejorar la incontinencia. Para recordar a estos posibles contribu- yentes, existe una nemotecnia útil: “DIAPPERS” (pañales, por sus siglas en inglés): demencia/delirio, infección, vaginitis atró fi ca, psicológicos, farmacológicos (pharmacologic), endocrinos, movi- miento restrin gido, retención fecal (stool impaction) (Swift, 2008). En primer lugar, la continencia requiere el potencial cognitivo para reconocer y reaccionar de manera correspondiente a la sen- sación de una vejiga llena, la motivación para mantenerse seco, sufi ciente motilidad y destreza manual y disponibilidad de un baño. Muchos individuos con demencia o defi ciencia psicológica pronunciada carecen de la capacidad cognitiva necesaria para con- servar su continencia. Las mujeres con alguna discapacidad física notoria o motilidad limitada simplemente no tienen el tiempo sufi ciente para llegar hasta el baño, sobre todo en caso de urgencia urinaria o vejiga hiperreactiva. Las infecciones urinarias provocan infl amación de la mucosa vesical. Se cree que esta infl amación incrementa la actividad afe- rente sensitiva, que contribuye a la vejiga hiperactiva. Asimismo, la defi ciencia estrogénica produce en ocasiones vaginitis y uretritis atrófi cas. Éstas se acompañan de mayor irritación circunscrita y un riesgo mayor de padecer infecciones urinarias y vejiga hiperactiva. Es importante interrogar con detalle sobre la administración de medicamentos. Los fármacos principales comprenden estrógenos, agonistas adrenérgicos α y diuréticos (cuadro 23-4). La diabetes mellitus causa diabetes osmótica y poliuria cuando la regulación de la glucemia es defi ciente. La polidipsia por la dia- betes insípida o el consumo excesivo de cafeína o alcohol también genera poliuria o frecuencia urinaria. De igual forma, otros tras- tornos de la secreción o acción de la arginina vasopresina provocan poliuria y nicturia (Ouslander, 2004). Ciertas enfermedades como la insufi ciencia cardiaca, hipotiroidismo, insufi ciencia venosa y los 23_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 61823_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 618 06/09/13 21:2906/09/13 21:29 619Incontinencia urinaria CA P ÍTU LO 2 3 de la masa pélvica o uterina por leiomiomas o adenomiosis. Éstos pueden inducir la incontinencia mediante la elevación de la pre- sión externa transmitida a la vejiga. Además, es fácil identifi car la retención fecal mediante exploración rectal. ■ Pruebas diagnósticas Análisis y cultivo de orina En todas las mujeres con incontinencia urinaria debe descartarse infección o alteraciones de las vías urinarias. Se obtienen muestras para análisis urinario y el urocultivo en la visita inicial. La infección se trata como se describe en el cuadro 3-24. Si los síntomas persis- ten es necesario realizar una valoración adicional de incontinencia urinaria de esfuerzo y urgencia urinaria o de otras afecciones como cistitis intersticial. Volumen residual posmiccional Este volumen se mide casi siempre durante la valoración de la incontinencia. Después de que la mujer orina, el volumen residual posmiccional se cuantifi ca por medio de una ecografía portátil o coloca el extremo cubierto con algodón de un aplicador dentro de la uretra, hasta la unión uretrovesical. La incapacidad para introdu- cir el aplicador hasta esa profundidad casi siempre produce errores en la valoración del soporte de la unión uretrovesical. Este método de valoración, llamado prueba del aplicador, puede ser incómodo y es conveniente la aplicación de analgesia intrauretral. Muchas veces se coloca jalea de lidocaína al 1% en el aplicador de algodón antes de insertarlo. Después de la colocación, se solicita la maniobra de Valsalva y se mide con un goniómetro o separador estándar el ángulo de movilidad del aplicador en reposo y durante la maniobra de Valsalva (fig. 23-13). Un ángulo en reposo o con la maniobra de Valsalva mayor de 30 grados sobre la horizontal indica hipermo- vilidad uretral. La utilidad de esta prueba es controversial dado que muchas mujeres asintomáticas con hipermovilidad uretral no padecen incontinencia urinaria. Exploración bimanual y rectovaginal En general, estas maniobras del examen pélvico aportan menos datos diagnósticos sobre las causas subyacentes de la incontinen- cia. Sin embargo, la exploración bimanual podría revelar aumento CUADRO 23-4. Fármacos que pueden contribuir a la incontinencia Fármacos Ejemplos Mecanismo Efecto Alcohol Cerveza, vino, licores Efecto diurético, sedación, inmovilidad Poliuria, polaquiuria Agonistas adrenérgicos 𝛂 Descongestionantes, productos para perder peso Contracción del IUS Retención urinaria Antagonistas adrenérgicos 𝛂 Prazosina, terazosina, doxazosina Relajación del IUS Fuga urinaria Anticolinérgicos Inhiben contracción vesical, sedación, impacción fecal Retención urinaria o incontinencia funcional Antihistamínicos Difenhidramina, escopolamina, dimenhidrinato Antipsicóticos Tioridazina, clorpromazina, haloperidol Antiparkinsonianos Trihexifenidilo, mesilato de benztropina Diversos Diciclomina, disopiramida Relajantes del músculo estriado Orfenadrina, ciclobenzaprina Antidepresivos tricíclicos Amitriptilina, imipramina, nortriptilina, doxepina Inhibidores de la ACE Enalaprilo, captoprilo, lisinoprilo, losartán Tos crónica Fuga de orina Antagonistas de los conductos del calcio Nifedipina, nicardipina, isradipina, felodipina Relajan la vejiga, retención de líquido Retención urinaria, diuresis nocturna Inhibidoresde COX-2 Celecoxib Retención de líquido Diuresis nocturna Diuréticos Cafeína, HCTZ, furosemida, bumetanida, acetazolamida, espironolactona Aumentan la frecuencia urinaria, urgencia Poliuria Analgésicos narcóticos Opiáceos Relajan la vejiga, retención fecal, sedación Retención urinaria o incontinencia funcional Tiazolidinedionas Rosiglitazona, pioglitazona, troglitazona Retención de líquido Diuresis nocturna ACE, enzima convertidora de angiotensina; COX-2, ciclooxigenasa 2; HCTZ, hidroclorotiazida; IUS, esfínter uretral interno. 23_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 61923_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 619 06/09/13 21:2906/09/13 21:29 620 Medicina y cirugía reconstructiva de la pelvis femenina SECCIÓ N 3 cerca de 300 ml o hasta llegar a la capacidad máxima subjetiva. Luego se pide a la paciente que orine en forma espontánea en un dispositivo para recolectar la orina. Se registra la diferencia entre el volumen introducido y el recuperado como el volumen residual después de la micción. Un volumen residual menor de 100 ml o un tercio del volumen instilado, si fue menor de 300 ml, indica vaciamiento vesical adecuado. con una sonda transuretral. También se utilizan equipos de eco- grafía portátiles tridimensionales para observar la vejiga y obtener resultados numéricos (fig. 23-14). En general, son rápidos, fáciles de utilizar y más cómodos para la paciente. Sin embargo, si se emplea el primero, debe tenerse cuidado en las mujeres con leio- miomas uterinos grandes, ya que puede obtenerse un registro falso del volumen residual posmiccional (PVR) alto. En estas circuns- tancias, o cuando no se cuenta con equipos de ecografía, puede usarse el sondeo transuretral para confi rmar el volumen residual en la vejiga. Un volumen residual posmiccional alto es refl ejo muchas veces de varios problemas, como infección recurrente, obstrucción ure- tral por una masa pélvica o trastornos neurológicos. Por el con- trario, es normal encontrar un PVR pequeño en aquellas con incontinencia urinaria de esfuerzo. Volumen residual posmiccional posoperatorio. Después de una operación para corregir la incontinencia, la medición del PVR es un indicador útil de la capacidad de la paciente para vaciar por completo la vejiga. Esta valoración puede completarse con una prueba de micción “pasiva” o “activa”. Con una prueba de micción pasiva, se retira la sonda urinaria y se mide el PVR con ecografía o sondeo transuretral después de la micción voluntaria en dos ocasiones. Lo que se busca es un volu- men emitido de al menos 300 ml y un PVR menor de 100 ml. Sin embargo, se asume que el vaciamiento vesical es adecuado si el PVR es menor de un tercio del volumen emitido en la micción. Si la persona no cumple estos criterios o si es incapaz de orinar 4 a 6 h después de retirar la sonda urinaria, se coloca de nueva cuenta la sonda y se repite la prueba uno o más días después. Durante la prueba de micción activa, la vejiga se llena en forma activa con un volumen establecido y se mide el volumen de orina residual después de que la paciente ha orinado. Al principio, la vejiga se vacía por completo con una sonda. Algunas veces es útil que la mujer permanezca de pie durante el sondeo para vaciar las partes más inferiores de la vejiga. Se introduce agua estéril por gra- vedad en la vejiga a través de la misma sonda hasta que se aplican A B FIGURA 23-13. Representación que muestra la prueba del aplicador en una paciente con hipermovilidad uretral. A. Ángulo del aplicador en reposo. B. Ángulo del aplicador con la maniobra de Valsalva u otros incrementos de la presión intraabdominal. La unión uretrovesical desciende, lo que desvía hacia arriba el aplicador. FIGURA 23-14. La ecografía portátil de vejiga ayuda a calcular el volu- men vesical. (Fotografía cortesía de la Dra. Heather Gardow.) 23_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 62023_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 620 06/09/13 21:2906/09/13 21:29 621Incontinencia urinaria CA P ÍTU LO 2 3 Cistometría de canales múltiples. Este estudio urodinámico objetivo aporta más información sobre otros parámetros fi sioló- gicos de la vejiga que no se obtienen con la cistometría simple. Lo usual es que la cistometría de canales múltiples la lleven a cabo los uroginecólogos o urólogos por la disponibilidad limitada del equipo y los costos altos. La prueba puede efectuarse con la paciente de pie o sentada en posición recta en una silla especial para estudios urodinámicos. Durante la prueba se usan dos son- das. Una se coloca en la vejiga y la otra en la vagina o recto. Es preferible la vagina, a menos que haya prolapso avanzado evidente, ya que las heces en la cúpula rectal podrían obstruir los sensores de la sonda y producir lecturas inexactas. Además, la colocación vaginal es más cómoda para la mayoría de las mujeres. Se obtienen o calculan lecturas de presión distintas de cada una de las sondas e incluyen: 1) presión intraabdominal; 2) presión vesical; 3) presión calculada del detrusor; 4) volumen vesical, y 5) velocidad de fl ujo de la solución salina. Como se muestra en las figuras 23-15 y 23-16, es posible diferenciar las formas de incontinencia. Uroflujometría. Al principio, se pide a la paciente que vacíe la vejiga en un cómodo conectado a un medidor de fl ujo (urofl u- jometría). Después de registrar la velocidad máxima de fl ujo, se coloca una sonda para medir el volumen residual posmiccional, además de asegurar que la vejiga esté vacía antes de efectuar más valoraciones. Esta prueba suministra información sobre la capa- cidad de la mujer para vaciar su vejiga. Permite identifi car a las personas con retención urinaria y otros tipos de disfunción de la micción. Suponiendo que la paciente empieza con una vejiga cómodamente llena de 200 ml o más, la mayoría puede vaciar su vejiga en 15 a 20 s con un fl ujo mayor de 20 ml/s. Cuando el fl ujo máximo es menor de 15 ml/s y el volumen de orina es mayor de 200 ml se lo considera anormalmente reducido. En este caso, en particular si se acompaña de retención urinaria, se identifi ca dis- función miccional. Algunas veces es resultado de una obstrucción por una uretra doblada ante un caso de prolapso de la pared vaginal anterior o en el posoperatorio después de crear un soporte contra la incontinencia que es demasiado ajustado. Otras veces la disfunción miccional es resultado de una disfunción neurológica con contrac- tilidad defi ciente del detrusor, como sucede en las mujeres con diabetes mal regulada. Cistometrografía. Después de la urofl ujometría se lleva a cabo una cistometrografía para establecer si la mujer padece incontinen- cia de esfuerzo urodinámica o hiperactividad del detrusor. Además, esta prueba ofrece información sobre los volúmenes umbrales vesi- cales en los que la mujer percibe su capacidad vesical. La presencia de sensación de plenitud vesical tardía, o sólo con una gran capa- cidad, signifi ca que quizá existe una neuropatía. Por el contrario, una sensibilidad vesical excesiva sugiere algún trastorno sensitivo, como cistitis intersticial. Para la cistometrografía se introduce una sonda por vía trans- uretral en la vejiga y una segunda sonda en la vagina o recto (fi g. 23-15). Con la paciente sentada, la vejiga se llena con solución fi siológica estéril a temperatura ambiente y se le pide a la mujer que tosa a intervalos regulares. Además, durante el llenado se advierte el volumen que provoca el primer deseo de orinar y la capacidad vesical máxima. Con base en los registros de la presión se identi- fi can hiperactividad del detrusor o incontinencia de esfuerzo uro- dinámica. Pruebas urodinámicas La corrección quirúrgica de la incontinencia es un método cruento y no está exento de riesgo. No obstante, la “vejiga es un testigo poco confi able” y la información del interrogatorio no siempre indica con exactitud el verdadero tipo de incontinencia subyacente (Blaivas, 1996). En consecuencia, si el tratamiento conservador inicial no tiene éxitoo si se anticipa un tratamiento quirúrgico, debe intentarse la valoración objetiva. Además, si los síntomas y los datos de la exploración física son incongruentes, también podría estar indicado el estudio urodinámico (UDS) objetivo mediante cistometría simple o de canales múltiples. Por ejemplo, en muje- res con incontinencia urinaria mixta que tienen tanto síntomas de incontinencia de esfuerzo como de urgencia, el UDS puede revelar que sólo el componente de urgencia es el causante de la inconti- nencia. La mayoría de estas pacientes recibe terapia conductual, fi sioterapia o tratamiento farmacológico al principio. Por lo tanto, si se identifi ca incontinencia de urgencia en el UDS, puede evi- tarse una operación innecesaria. Además, el tratamiento quirúrgico podría modifi carse si el UDS revela parámetros inconsistentes con un defecto intrínseco del esfínter. A pesar de estas indicaciones, el UDS aún es motivo de con- troversia. La fuga que se observa durante la prueba no siempre tiene relevancia clínica. Además, es factible que la prueba no aporte información si la maniobra desencadenante inicial o la situación que condujo a la incontinencia no pueden reproducirse durante la valoración. Además, no siempre es necesaria la confi rmación obje- tiva del diagnóstico, ya que es razonable el tratamiento empírico no quirúrgico en las mujeres con síntomas de predominio de urgencia. Cistometría simple. Las mediciones objetivas de la función vesical se combinan en una batería de pruebas llamada cistometría. La cistometría puede ser simple o de canales múltiples. La cisto- metría simple permite identifi car la incontinencia de esfuerzo y la hiperactividad del detrusor, además de medir la primera sensa- ción, el deseo de orinar y la capacidad vesical. Este procedimiento es fácil de realizar con solución salina normal estéril a tempera- tura ambiente, una jeringa de 60 ml con punta de sonda y una sonda urinaria, ya sea de Foley o Robnell. Con método aséptico, se introduce la sonda y se drena la vejiga. Se conecta con la sonda una jeringa de 60 ml sin el émbolo y se llena con agua estéril. Se agrega el agua en incrementos hasta que la paciente perciba una sensación de plenitud vesical, urgencia para orinar y la capacidad vesical máxima. La capacidad vesical normal de muchas mujeres varía desde 300 a 700 ml. Se vigilan los cambios en el menisco de líquido dentro de la jeringa. Si no hay presencia de tos o maniobra de Valsalva que incremente la presión intraabdominal, cualquier elevación del menisco indica contracción vesical y establece el diag- nóstico de hiperactividad del detrusor. Una vez que se alcanza la capacidad vesical, se retira la sonda y se le pide a la paciente que realice la maniobra de Valsalva o tosa mientras permanece de pie. La fi ltración ligada directamente a estas elevaciones de la presión intraabdominal indica incontinencia urinaria de esfuerzo. La cistometría simple es fácil de realizar, requiere equipo de bajo costo y la mayoría de los ginecólogos puede realizarla. Sin embargo, una limitación de esta prueba es su incapacidad para refl ejar los cambios que se encuentran en la defi ciencia intrínseca del esfínter (ISD), ya que su diagnóstico podría impedir ciertos procedimientos quirúrgicos. La cistometría de canales múltiples sí permite valorar la ISD y por tanto ofrece varias ventajas. 23_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 62123_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 621 06/09/13 21:3006/09/13 21:30 622 Medicina y cirugía reconstructiva de la pelvis femenina SECCIÓ N 3 el hospital y algunos prefi eren utilizar la capacidad vesical mientras que otros usan 150 ml como volumen de prueba. Flujometría con presión. Por lo general, esta evaluación se rea- liza después de la cistometrografía y es similar a la urofl ujometría que se efectúa al principio de las pruebas urodinámicas. Se le pide a la mujer que orine en un recipiente que descansa sobre un sensor calibrado. De nueva cuenta, se registran el fl ujo máximo y el volu- men residual después de la micción. De manera similar a la urofl u- jometría, el gasto de la instrumentación urodinámica proporciona Después de la cistometrografía, una vez que se han introducido cerca de 200 ml de solución salina, se mide la presión del punto de escape. Se le pide a la persona que realice una maniobra de Valsalva y se mide la presión generada por el esfuerzo, en busca de evidencia de escape urinario. En caso de observar escape con una presión menor de 60 cmH2O se diagnostica defi ciencia intrínseca del es - fínter uretral. En el hospital de los autores se miden las presiones abdominales del punto de escape a un volumen vesical de 200 ml, utilizando como base la presión intravesical de cero verdadero. Sin embargo, el volumen al que se realiza esta prueba varía según sea FIGURA 23-15. Interpretación de la valoración urodinámica de canales múltiples: cistometrograma. Se coloca una sonda en la vejiga para conocer la presión generada dentro de ésta (Pves). La presión en la vejiga se produce por la combinación de la presión de la cavidad abdominal y la presión generada por el músculo detrusor vesical. Presión de la vejiga (Pves) = presión en la cavidad abdominal (Pabd) + presión del detrusor (Pdet). Se coloca una segunda sonda en la vagina (o recto si hay prolapso en etapa avanzada) para medir la presión en la cavidad abdominal (Pabd). Conforme se instila salina a temperatura ambiental en la vejiga, se pide a la paciente que tosa cada 50 ml y se observa el meato uretral externo en busca de fuga alrededor de la sonda. Se registran el volumen al primer deseo de orinar y la capacidad vesical. Además, se observa el canal de la presión del detrusor (Pdet) en busca de desviaciones positivas para determinar si existe actividad del detrusor durante la prueba. La presión del detrusor (Pdet) no puede medirse en forma directa con ninguno de los catéteres. Sin embargo, puede calcularse a partir de la primera ecuación si se resta la presión vesical de la presión abdominal: Presión del detrusor (Pdet) = presión vesical (Pves) − presión en cavidad abdominal (Pabd). I. Incontinencia de esfuerzo urodinámica (USI) La incontinencia de esfuerzo urodinámica se diagnostica cuando se observa fuga de orina con la elevación de la presión abdominal, en ausencia de presión del detrusor. a. +USI (columna 1): se genera presión abdominal con la maniobra de Valsalva o tos. Esta presión se transmite a la vejiga y se observa la Pves. La presión del detrusor calculada es cero. Se observa la fuga y se establece el diagnóstico de incontinencia de esfuerzo urodinámica. b. Sin USI (columna 2): se genera presión abdominal con la maniobra de Valsalva o tos. Esta presión se transmite a la vejiga y se observa la Pves. La presión calculada del detrusor es cero. No se observa fuga. No se establece el diagnóstico de incontinencia de esfuerzo urodinámica. II. Hiperactividad del detrusor (DO) La hiperactividad del detrusor se diagnostica cuando la paciente presenta contracciones involuntarias del detrusor durante la prueba, con o sin fuga. a. +DO (columna 3): aunque no se observa presión abdominal, se nota cierta presión vesical. Se registra una presión calculada del detrusor y se observa su presencia. Se establece el diagnóstico de DO se observe o no la fuga. b. +DO (columna 4): en este ejemplo se observa presión abdominal, así como presión vesical. Si se usan sólo los canales de Pabd y Pves, es difícil afirmar si el músculo detrusor contribuyó o no a la presión generada en la vejiga. Al realizar la resta, se registra una presión calculada del detrusor. Por lo tanto, se establece el diagnóstico de DO, tanto si se observa la fuga de líquido o no. Además de estos canales, en ocasiones se utiliza un canal para detectar actividad electromiográfica. Pabd, presión en cavidad abdominal; Pdet, presión del detrusor (calculada); Pves, presión vesical. Pves = Pabd + Pdet Pdet = Pves – Pabd Uretra Pabd Sonda vesical Pves Pves PdetPabd Sonda vaginal o rectal Vagina/recto + – + o – + o – Pabd (presión abdominal) [sonda vaginal o rectal] Situación clínica I Pves (presión vesical) [sonda vesical] Pdet (presión del detrusor real) [restada/calculada] USI Sin USI DO DO Fuga Diagnóstico b.a. II b.a. 23_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 62223_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 622 06/09/13 21:3006/09/13 21:30 623Incontinencia urinaria CA P ÍTU LO 2 3 ofrecen información importante sobre las propiedades intrínsecas de la uretra y ayudan al diagnóstico de defi ciencia intrínseca del esfínter. El diagnóstico de insufi ciencia del esfínter intrínseco se establece cuando la MUCP es ≤20 cmH2O o, como se describió en la última sección, cuando la presión en el punto de escape es menor de 60 cmH2O (McGuire, 1981). Estos términos y concep- tos proporcionan la base para realizar procedimientos destinados a corregir la continencia de esfuerzo. Sin embargo, es importante señalar que las cifras utilizadas para defi nir la defi ciencia intrínseca del esfínter no están estandarizadas, no se han observado en forma tan constante que permitan infl uir ni tampoco se ha observado que infl uyan en el resultado quirúrgico (Monga, 1997; Weber, 2001). TRATAMIENTO ■ Conservador/no quirúrgico Ejercicios para fortalecer el piso pélvico El tratamiento conservador es una conducta inicial razonable para la mayoría de las pacientes con incontinencia urinaria. El razona- miento para el manejo conservador supone fortalecer el piso pél- una representación gráfi ca de la micción. Sin embargo, durante la micción, la mujer tiene ahora un transductor en la punta de la sonda dentro de la vejiga, que proporciona información adicional sobre la presión del detrusor durante la micción, incluido el punto de fl ujo máximo. Esto es en especial útil en las mujeres con vacia- miento vesical incompleto, puesto que la fl ujometría de presión sugiere problema obstructivo (presión máxima del detrusor elevada con fl ujo lento) o una contractilidad defi ciente del detrusor (pre- sión del detrusor reducida y fl ujo lento). Perfil de presión uretral. La última porción de la cistometría es el perfi l de presión uretral. En el hospital de los autores, casi siempre se realiza con la paciente sentada e introducción de un volumen de 200 ml en la vejiga. Sin embargo, este volumen casi siempre varía en los distintos hospitales. Se coloca un transduc- tor en una sonda dentro de la vejiga y la sonda con un micro- sensor doble en la punta se tracciona a través de la uretra con la ayuda de un brazo automático a una velocidad de 1 mm/s. La presión máxima de cierre uretral (MUCP) se mide al promediar los tres perfi les de presión. También se obtienen la longitud fun- cional de la uretra y el área de la zona de continencia. Estas cifras FIGURA 23-16. Prueba urodinámica. La cistometrografía se refleja por las porciones A, B y C. A. En una paciente con función normal se observa que la tos o la maniobra de Valsalva no provocan una elevación anormal de la presión del detrusor. B y C. Una paciente con hiperactividad del detrusor combinada con incontinencia urodinámica de esfuerzo. En primer lugar, la actividad espontánea del detrusor eleva la presión vesical en ausencia de tos o maniobra de Valsalva. En segundo lugar, la tos produce filtración de orina, al margen de la actividad del músculo detrusor. D. Flujometría de presión. A la capacidad máxima, y por una señal, se genera contracción del detrusor y empieza la micción. 80 60Sonda vaginal (presión abdominal) cmH2O 40 20 0 80 60Sonda vesical (presión vesical) cmH2O 40 20 0 80 60 Presión sustraída (presión real del detrusor) cmH2O 40 20 0 40 30 Velocidad del flujo (ml/s) 20 10 0 ↑ Fuga visualizada↑ Fuga visualizada TIEMPO A. Respuesta vesical normal B. Hiperactividad del detrusor C. Incontinencia urinaria urodinámica de esfuerzo D. Micción normal Hiperactividad del detrusor Tos Tos Valsalva 23_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 62323_Chapter_23_Hoffman_4R.indd 623 06/09/13 21:3006/09/13 21:30 624 Medicina y cirugía reconstructiva de la pelvis femenina SECCIÓ N 3 urinaria en comparación con las que no recibieron tratamiento, las que recibieron placebo o un tratamiento falso u otros tratamien- tos testigo inactivos. Si bien las intervenciones variaron de manera considerable, las mujeres que realizaron PFMT fueron las que manifestaron con mayor frecuencia curación o mejoría de la incon- tinencia y una mejor calidad de vida en relación con la continen- cia que las mujeres que no utilizaron este tratamiento. Asimismo, en las mujeres que llevaron a cabo los ejercicios se demostró de manera objetiva menor fi ltración durante la prueba de la toalla en el consultorio (Dumoulin, 2010). Los indicadores que pronostican una respuesta defi ciente al PMFT para el tratamiento de la incon- tinencia urinaria de esfuerzo son: incontinencia pronunciada desde el principio, prolapso más allá del anillo himenal, fi sioterapia pre- via fallida, antecedente de una segunda etapa del trabajo de parto prolongada, BMI >30 kg/m2, sufrimiento psicológico y una salud general defi ciente (Hendriks, 2010). Estimulación eléctrica. Como alternativa a la contracción ac - tiva del piso pélvico, puede usarse una sonda vaginal para aplicar estimulación eléctrica de baja frecuencia en los músculos elevado- res del ano. Aunque no se conoce el mecanismo, la estimulación eléctrica puede usarse para mejorar la SUI o la incontinencia de urgencia (Indrekvam, 2001; Wang, 2004). En la incontinencia de urgencia suele aplicarse una frecuencia baja, mientras que se usan frecuencias más altas para la SUI. La estimulación eléctrica puede emplearse sola o, más a menudo, combinada con el entre- namiento muscular del piso pélvico. Terapia de biorretroalimentación. Muchas técnicas conduc- tuales, a menudo consideradas en conjunto como terapia de bio- retroalimentación, miden las señales fi siológicas como la tensión muscular y luego la presentan a la paciente en tiempo real. En gene- ral, se dirigen señales visuales, auditivas o verbales de retroalimen- tación a la paciente durante estas sesiones terapéuticas. Estas señales permiten a la paciente evaluar de inmediato el desempeño. En par- ticular, durante la biorretroalimentación para el PFMT se utiliza casi siempre una sonda vaginal que mide los cambios de presión dentro de la vagina durante la contracción del músculo elevador del ano. Las lecturas refl ejan una estimación de la fuerza de contracción muscular. Las sesiones terapéuticas se individualizan, dependen de la disfunción subyacente y se modifi can con base en la respuesta al tratamiento. En muchos casos, las sesiones de reforzamiento a varios intervalos subsecuentes también pueden ser ventajosas. Dieta Distintos grupos de alimentos con acidez elevada o alto contenido de cafeína pueden incrementar la frecuencia y la urgencia urinarias. Dallosso et al. (2003) encontraron que el consumo de bebidas car- bonatadas se relaciona con el desarrollo de síntomas de incontinen- cia de urgencia. Acorde con esto, la eliminación de estos irritantes dietéticos podría ser benefi ciosa para estas personas. Además, se demostró que cuando ciertos complementos, como el glicerofosfato de calcio, se agregan a la dieta disminuyen los síntomas de pola- quiuria y urgencia (Bologna, 2001). Este es un producto de fos - fato y se cree que amortigua la acidez urinaria. Micción programada Para las mujeres con incontinencia de urgencia, el apremio por orinar puede aparecer hasta cada 10 a 15 min. El objetivo inicial es prolongar la micción real a intervalos de media hora. Las herra- vico y proporcionar sostén contra el cual pueda cerrarse la uretra. Las opciones incluyen ejercicios activos del piso pélvico y estimu- lación eléctrica pasiva de la musculatura del piso pélvico. Estos recursos básicos son útiles tanto en la SUI como en la incontinen- cia de urgencia. En la SUI, el fortalecimiento del piso
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